Alexander von un explorador científico en América
Alexander von
un explorador científico en América Texto:
TOM JANOTA
Ilustraciones:
MARION JANIN
Traducción: JUAN ELÍAS TOVAR CROSS
p A mi mamá, Helene, quien me enseñó el valor de la palabra escrita. Tom Janota A Juanito. Marion
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CAPÍTULO I
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Juventud y aspiraciones
Alexander von Humboldt fue un niño enfermizo que de grande lograría proezas increíbles de resistencia física, como la de imponer un récord de altura en montañismo. Sus tutores lo consideraban de lento aprendizaje, pero llegaría a ser reconocido como uno de los hombres más inteligentes de su época. Era un aristócrata prusiano, pero creía firmemente en los ideales republicanos de libertad e igualdad. Alexander fue un individuo que siguió su propia voz interior, una voz que lo llevaría a elevados logros en muchos y diversos campos.
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Nacido en una aristocrática familia prusiana el 14 de septiembre de 1769, Friedrich Wilhelm Karl Heinrich Alexander von Humboldt creció con todos los privilegios de la riqueza en su palacio, Schloss Tegel, a 48 kilómetros al norte de Berlín. Su padre era un oficial del ejército que tenía el cargo de vocero del Rey de Prusia. Su madre había sido una viuda acaudalada, cuya riqueza combinó bien con los contactos en la corte de su marido para convertirlos en miembros prominentes de la clase alta prusiana.
El padre de Alexander, que era amante de la diversión, murió cuando Alexander tenía diez años; los dejó a él y a su hermano Wilhelm bajo el cuidado de su estricta madre. Esta pérdida tuvo un impacto tremendo en ambos muchachos. Ya no habría más largas caminatas por su propiedad campestre. En vez de eso, Frau Humboldt enfatizaba el estudio serio, y aunque sólo quería lo mejor para sus hijos, no les brindaba el afecto que habían sentido de su padre.
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Los chicos fueron educados en casa por tutores privados, sobre todo por Gottlob Christian Kunth, quien permanecería con la familia en distintos cargos por muchos años. La enseñanza que recibían era de primera, pero estudiar dentro de los muros del castillo aisló aún más a Alexander y a Wilhelm, que no tenían contacto con niños de su edad. Alexander buscaba refugiarse de su tediosa rutina en la naturaleza y los libros. Para pasar el rato, hacía colecciones de flores, mariposas y piedras. Tanto interés tenía Alexander en meter la naturaleza a la casa, que lo llamaban: El pequeño boticario, por todas las medicinas herbales que preparaba. Leer las hazañas de los exploradores que cruzaron los mares le brindaba a Alexander otro escape de su aburrida vida cotidiana. La segunda mitad del siglo XVIII ha sido llamada: La segunda gran era de los descubrimientos, pues las potencias europeas enviaron expediciones que exploraron el orbe y volvieron con plantas y animales exóticos. La mente de Alexander se remontaba al leer las aventuras de Charles-Marie de la Condamine y del capitán James Cook, que mandaban a Europa las historias de sus encuentros con culturas lejanas en la América tropical y el Pacífico Sur. Alexander creció convirtiéndose en un apuesto joven de complexión esbelta y vivos ojos azules, cuya mente activa no podía permanecer enfocada en un solo tema. Le interesaban la historia, el arte y el lenguaje, pero en sus años adolescentes su pasión por la ciencia se empezó a perfilar como su principal motivación. En 1789, a la edad de diecinueve años, Alexander finalmente pudo cambiar el sofocante ambiente de su casa por los retos de una de las principales universidades de Alemania: Göttingen. Allí tomó clases con algunos de los mejores profesores del momento. El énfasis científico de los estudios era perfecto para el joven académico que progresaba bajo ese estímulo intelectual.
Para pasar el rato, Alexander hacía colecciones de flores, mariposas y piedras.