Carl Theodor Dreyer consideraba al cine como un arte visual; por lo tanto, eliminó de sus filmes cualquier elemento que enajenara el alma del relato.
siempre renuante a seguir la moda, unió su filmografía por la angustia: la angustia de vivir, el miedo al paso del tiempo, el terror a lo desconocido, la desesperanza ante la fe y el amor perdido.