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EL LENGUAJE UNIVERSAL DE LEIBNIZ

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PRÓLOGO

PRÓLOGO

EllenguajeuniversaldeLeibniz

Luis Alfonso Ramírez Peña

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Entre todos los temas, los problemas y los aportes al pensamiento filosófico, el lenguaje ha centrado la atención con relativa importancia. En algunos casos se enfoca específicamente: Platón en el Cratilo o Aristóteles en Peri hermaneáis; o en otros, porque se intenta resolver otros problemas incluyendo el lenguaje: Heráclito, cuyo concepto de logos, lo incluía como parte de reflexión filosófica. Estas incursiones filosóficas en los intentos de explicar el origen, la constitución y la función del lenguaje, han variado también entre quienes, desde el mismo lenguaje, han postulado principios o leyes universales de su condición, como en el caso de la lingüística, a partir de los postulados racionalistas de Descartes, o de quienes han visto el lenguaje natural con limitaciones al ser humano, para encontrarlo adecuado y suficiente a las necesidades del desarrollo del conocimiento.

Tal fue la aspiración de Leibniz:

In Leibniz’s view, one of the principal objectives of the universal characteristic is to rectify a serious deficiency in natural languages by providing a symbolism in which it would be possible to represent more accurately and more effectively the structure of rational thought” (Rutherford, 1995, p. 224)1

El mismo Leibniz reconoció explícitamente los fracasos de otros quienes intentaron crear esaslenguas:

1 …aunque recientemente algunos hombres eminentes imaginaron cierta lengua o característica universal, según la cual se ordenan perfectamente todas las nociones y cosas, y con cuyo auxilio diversas naciones pueden comunicar los pensamientos Recordando que, la propuesta de Leibniz ve la necesidad de crear lenguajes ordenados de acuerdo a la estructura formal de la matemática (Not. Edit.).

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Peña Ramírez Alfonso Luis del espíritu, y cada uno es capaz de leer en su lengua lo que el otro escribe, sin embargo nadie ha alcanzado la lengua o característica en la cual están contenidos el método para juzgar, esto es, la lengua cuyas notas o caracteres garanticen lo mismo la notación aritmética de los números que la notación algebraica de las magnitudes tomadas en abstracto. (Leibniz, 1982, p. 194)

Su interés y su convicción en la posibilidad de la lengua perfecta era aquella lograda en la condición de una estructura general constitutiva de una lengua universal con base matemática y algebraica.

Es nuestro propósito, con el presente documento caracterizar la propuesta de lenguaje universal de Leibniz y hacer algunas reflexiones en torno a las razones que pudo haber impedido que esta propuesta y otros intentos de crear lenguas artificiales, no hayan tenido aplicabilidad y, por lo tanto, su validez se haya reducido a las discusiones entre los especializados en el tema, y lógicamente, entre algunos de los filósofos.

Como hipótesis se desea sustentar en este documento que el proyecto de creación de una lengua artificial de Leibniz no pudo ser validada y realizada debido a que no surgió a partir de las características auténticamente naturales y normales de las necesidades humanas que generan las lenguas en particular, y el lenguaje en general, como una característica auténticamente humana.

Para sustentar esta hipótesis afirmo que el lenguaje es parte compleja de la condición humana, implicada entre las facetas de su condición ontológica, antropológica, social y expresiva. El lenguaje no es solamente un dato o una localización cerebral, ni tampoco es un simple instrumento de mediación o de representación del mundo objetivo externo, y menos puede reducirse a ser un instrumento de comunicación. Surge ontológica y filogenéticamente en la integración de lo humano, lo social y lo emocional de los seres humanos en condiciones de poder significar e interpretar todo medio significante, ya sea verbal o de otroorden.

1. ANTECEDENTES DELPLANTEAMIENTO SOBRE EL LENGUAJE DE LEIBNIZ

La historia de la lengua perfecta es muy amplia como nos lo hace saber Umberto Eco (1994) en su libro La búsqueda de la lengua perfecta. Sin embargo, como lo mostraremos, en general, ni en otras propuestas ni en Leibniz en particular, sus propuestas no lograron convencer y permanecer. Actualmente,

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tenemos, si acaso, una lengua franca, el inglés, como fue el latín en el Renacimiento. Otras lenguas como el esperanto (lengua auxiliar artificial creada por el oftalmólogo polaco de origen judío Lázaro Zamenhof en 1887), también fueron proyectos que fracasaron. Y es que la lengua inglesa se ha universalizado no por el aprendizaje del inventario léxico y su gramática, sino porque se ha aprendido con ella una cultura y una forma de pensamiento. Son diversas las dimensiones que cubren el ser del lenguaje.

Importante es observar la afirmación sobre el lenguaje en Sobre la interpretación de Aristóteles, citado por Crelier, para quien puede constituirse en un antecedente importante de la propuesta de Leibniz:

Así pues, lo que hay en el sonido son símbolos de las afecciones que hay en el alma, y la escritura es símbolo de lo que hay en el sonido. Y,así como las letras no son las mismas para todos, tampoco los sonidos son los mismos. Ahora bien, aquello de lo que estas cosas son signos primordialmente, las afecciones del alma, son las mismas para todos y aquello de lo que estas son semejanzas, las cosas, también son las mismas. (Aristóteles, citado por Crelier, 2013, p. 17)

Las afirmaciones de Aristóteles sugieren una concepción instrumental similar a Leibniz cuando supone una separación entre lenguaje y pensamiento, “porque los signos convencionales (orales y escritos) podrían cambiarse, sustituirse, etc., sin que nada cambiara en el ámbito de lo común para todos” (Crelier, 2013, p. 18).

En la época moderna, la complejidad del lenguaje puede rastrearse su filosofía en dos direcciones, una instrumentalista y una romántica, en palabras de Crelier (2013):

Este tránsito, opone así dos concepciones: mientras que para la concepción instrumentalista el lenguaje es un instrumento de una razón a-lingüística, la concepción romántica identifica razón y lenguaje. La primera reviste el lenguaje ideal con las notas de una razón ajena al lenguaje, y la segunda sitúa la razón al nivel de las lenguas naturales con todas las implicancias que esto acarrea. (p. 16)

Obviamente, estas distinciones son parte de una modernidad que centró su atención en la relación entre lenguaje–razón, aunque se hubieran reconocido variantes en la presentación de las relaciones entre el uno y el otro. Es obvio que este momento histórico correspondiera a la época en que más interés había

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Peña Ramírez Alfonso Luis en buscar la mayor perfección del lenguaje porque esto permitiría unir a los pueblos2 en la comunicación y buscar instrumentos más precisos para obtener el avance requerido en el conocimiento de las ciencias. Sin embargo, no puede negarse los antecedentes del proyecto: ´

El proyecto moderno de construir una lengua filosófica a priori, que tiene uno de sus puntos culminantes en la filosofía de Leibniz […] se asienta naturalmente en una tradición que [se] separa de re-lenguaje y pensamiento. Esta tradición hunde sus raíces en Aristóteles, quien, al margen de si ha sido o no su verdadero iniciador, la expresa claramente. (Crelier, 2013, p. 17)

2. EL PLANTEAMIENTO DE UN LENGUAJE UNIVERSAL ÚNICO DE LEIBNIZ

Leibniz fue un gran entusiasta investigador del lenguaje, especialmente con el estudio de la gramática del latín, ya que su propuesta era establecer una gramática que unificara las diferencias entre otras gramáticas/lenguas, suprimiendo las flexiones indicadoras de género y número, pero lo más importante, suprimiendo las desinencias de los casos, una estructura gramatical compleja del latín, el griego y, modernamente, el alemán. Tenía, este filósofo, muchas ilusiones con su lengua, como nos lo recuerda Eco (1994, p. 229): “Leibniz siempre se había sentido fascinado por la riqueza y pluralidad de las lenguas naturales, a cuya generación y filiación había dedicado muchas investigaciones”, lo cual era evidente en las mismas declaraciones del filósofo:

Una vez que esta lengua pueda ser introducida por los misioneros, la verdadera religión que es máximamente conforme con la razón se consolidará y no habrá que temer en lo sucesivo a la apostasía, igual que no se teme a que los hombres rechacen la aritmética y la geometría una vez que las aprendieron. (Leibniz, 1982, p. 200).

Para la presentación de esta propuesta de lenguaje universal, en la bibliografía disponible no se cuenta ampliamente una propuesta que presente la totalidad y en forma coherente el modelo de lengua artificial de Leibniz. Así, sólo se presentan aquí fragmentos de los textos pertinentes y, luego, algunas interpretaciones de filósofos y estudiosos del tema:

2 Ha de considerarse que tal intención acogía únicamente a los pueblos cristianos.

Así mismo, cuando se refiere a la verdadera religión, lo hace sobre el cristianismo. (Nt. Edit.).

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Nosotros no hacemos figura de los hechos […] la figura es un modelo de la realidad […] La figura es un hecho. Que los elementos de la figura estén combinados unos respecto de otros de un modo determinado representa que las cosas están combinadas también unas respecto de otras. A esta conexión de los elementos de la figura se llama su estructura y a su posibilidad su forma de figuración. La forma de figuración es la posibilidad de que las cosas se combinen unas respecto de otras como los elementos de la figura […] lo que la figura debe tener en común con la realidad para poder figurarla a modo y manera –correcta o falsamente– es su forma de figuración […] Si la forma de la figuración es la forma lógica, entonces a la figura se le llama figura lógica […] la figura lógica de los hechos es el pensamiento […] el signo proporcional consiste en esto: en que sus elementos, las palabras, estén combinados de un modo determinado. El signo proporcional es un hecho […] Solo los hechos pueden expresar un sentido, una clase de nombres no puede. (Leibniz, 1982, p.187).

Aquí se destaca la definición de conceptos importantes en su propuesta. El concepto de figura entendido como modelo de la realidad; la combinatoria y sus modos de realizarla en estructuras de figuración3; y la figuración lógica cuando la figuración presenta la forma lógica. La explicación que hace Olaso del procedimiento que sigue Leibniz (1982) es suficiente:

Establecido este alfabeto, Leibniz proyecta transformarlo en una característica. Cada uno de los términos ha de ser representado por un “carácter”. Leibniz le da este nombre general a una multiplicidad de relaciones posibles (signos, marcas, dibujos, símbolos, notaciones, números, etc.). El “artecaracterístico” es el arte de ir formando los caracteres “de modo que mantengan entre sí la relación que mantienen entre sí los pensamientos” [las frases en comillas son de Bodemann, LH, 80]. Así ha de resultar una escritura ideográfica que represente directamente los pensamientos. (Leibniz, 1982, p.182).

Pero aquí se presenta nuevamente la duda de si se trata de especies de ideogramas que representan la totalidad de la idea contrario a las palabras de la escritura de las lenguas occidentales que tienen una composición por letras:

3 La característica ha de ser una lengua independiente de la lengua hablada, comparable en este sentido a la:lengua china o egipcia. La característica es “universal”, porque con los caracteres representa todas las nociones y no solo representa

Se trata del isomorfismo leguaje-realidad, idea retomados siglos después en El tractatus de Wittgenstein (Not. Edit.).

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Peña Ramírez Alfonso Luis números, como el álgebra y la aritmética, que son “muestras” de la característica (cita el GP VII, 11). Pero también es “universal” porque es independiente de todo idioma, esta lengua equivale a una lengua universal. (Leibniz, 1982, p. 182).

Se confunde aquí entre escritura y oralidad al afirmar que es comparable con la lengua china y japonesa. ¿Acaso ellas no tienen también habla, y para estas lenguas, como (para) las occidentales, no son de naturaleza diferentes el lenguaje oral y de su escritura?

Un ejemplo permitirá una mayor claridad en el carácter vacío de los significantes y de cómo los términos propuestos ahora son suficientes para remitirse a los significados:

Del nombre que actualmente le damos al oro no podemos deducir cuáles son sus propiedades. Pero “el nombre que se le imponga en esta lengua al oro será la clave de todos los conocimientos que se puedan obtener humanamente, es decir, racional y según el orden correspondiente al asunto, puesto que del examen de ese nombre surgirá incluso qué experiencias hay que emprender racionalmente para ampliar nuestro conocimiento del oro” (cita GP VII, 13). Las cosas podrán tener varios nombres, pero tendrán uno que será clave de los demás: “el que exprese la descomposición completa de la idea de elementos simples”. (Leibniz, 1982, p. 183)4 .

También la proposición tiene un particular tratamiento en los textos de Leibniz sobre su propuesta de lenguaje:

Esforzándome en construir de este modo los predicamentos de los términos compuestos, o sea, de las proposiciones. Como me consagré con bastante intensidad a ese estudio, vine a parar forzosamente a esa admirable idea porque pude descubrir cierto alfabeto de los pensamientos humanos y que mediante la combinación de las letras de ese alfabeto y el análisis de las palabras formadas de esas letras podrían descubrirse y juzgarse, respectivamente, todas las cosas. (Leibniz, 1982, p. 195).

Uno de los elementos importantes de su propuesta, es la composición de la proposición, que se efectúa por la combinación de letras y la combinación de estas en palabras, y estas, a su vez, en las proposiciones. Por otro lado, también se habla de la economización del modelo mediante la utilización de los números:

4 El concepto como estructura formal del lenguaje lógico-matemático (Not. Edit.).

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…es preciso avanzar más allá de las palabras. Con todo, como debido a la admirable conexión de las cosas pequeñas es muy difícil asignar números característicos a aquellas cosas diferentes de otras, por eso inventé, si es que no me equivoco, un elegante recurso con el que se puede mostrar que es lícito comprobar los razonamientos mediante números. En efecto, supongo que se asignan aquellos números característicos tan admirables y después de observar una cierta propiedad general de ellos, adopto entre tanto tales números, cualesquiera que sean, congruentes con esa propiedad y luego de aplicarlos demuestro y presento inmediatamente con admirable razón todas las reglas de la lógica mediante números, de modo que se pueda conocer si algunas argumentaciones son buenas por su forma. Pero finalmente, se podrá juzgar, sin esfuerzo alguno del espíritu o peligro o error, si los argumentos son buenos o si concluyen por la fuerza de la materia cuando los propios números característicos de las cosas sean considerados verdaderos. (Leibniz, 1982, p. 201)5 .

Sin embargo, de este pasaje quedan muchas dudas respecto a la definición de argumentación, porque aparentemente son los procesos para establecer las relaciones verdaderas, entre las ideas en los números, con las cosas. Eso sí, queda claro que se trata de una estructura lógica. Para ir más allá de las palabras usa los números congruentes con una propiedad y luego construye todas las reglas de la lógica, para poder determinar la forma adecuada de las argumentaciones.

Las explicaciones que Leibniz presenta de su propuesta de lengua no son suficientes para entender el modo como se construyen las categorías en rasgos y su funcionamiento en las unidades equivalentes a las palabras y a sus posibles estructuras proposicionales, una explicación, bastante esclarecedora, es la de Umberto Eco.

5 Leibniz había redactado en 1678 una Lingua Generalis (en couturat, 1903) en la que, después de haber descompuesto lo que es susceptible de ser conocido en las ideas simples y de haber asignado a estas lenguas primitivas un número, proponía transcribir los números mediante consonantes y las unidades decimales mediante vocales de la siguiente manera:

Tómese en cuenta que Leibniz parte del criterio de la validez de la figura como condición de verdad (Not.Edit.).

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Peña Ramírez Alfonso Luis 1

B

Unidad

A 2

C

Decenas

E 3

D

Centenas

I 4

F

Millares

O 5 6 7

G H L

Decenas de millares

U 8

M 9

N

Para expresar, por ejemplo, la cifra 81374 se escribe mubodilefa, pero puesto que la vocal adjunta al número especifica inmediatamente su rango, el orden no importa y la misma cifra puede expresarse como Bodifalemu. (Eco, 1994, p. 228)

Según esta explicación de Eco, no habría cómo entender el valor significativo de las combinaciones posibles si no se tiene primero el inventario de los rasgos semánticos y universales que constituyen todo lo susceptible de ser conocido. Rasgos que captaran las mínimas ideas o unidades de sentido que pudieran dar unidades mayores y, estas a su vez, otras mayores, algo similar a los rasgos semánticos o semas y los sememas que planteara el estructuralismo con J. Greimas.

Sin embargo, y a pesar de la falta de mayor información de la propuesta de Leibniz, Eco (1994) afirma que a la propuesta le faltarían complementos importantes:

Indudablemente, si hubiese que diseñar el proyecto que Leibniz apenas apuntó a lo largo de toda su vida, se debería hablar de un inmenso edificio filosófico-lingüístico, que contemplaba cuatro momentos fundamentales: (i) la distinción de un sistema de primitivos, organizados en un alfabeto del pensamiento o enciclopedia general; (ii) la elaboración de una gramática ideal, de la que su latín simplificado era ejemplo, inspirado probablemente, por las simplificaciones gramaticales propuestas por Dalgarno; (iii) eventualmente, una serie de reglas para hacer pronunciables los caracteres; (iv) la elaboración de un léxico de caracteres reales, sobre los que se pudiese ejercitar un cálculo capaz de llevar al hablante a formular automáticamente proposiciones verdaderas. (p. 229).

No obstante, de este ordenamiento de lo que sería la propuesta de Leibniz, Eco agrega algunasaclaraciones:

El argumento de Leibniz, en este punto, es que –aunque consideráramos un conjunto de enunciados tan astronómico (y si quisiéramos podríamos seguir aumentando su número ad libitum)– no podrían ser pensados y comprendidos

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por la humanidad y, en cualquier caso, excederían un número de enunciados verdaderos o falsos que la humanidad puede producir o entender. Por esto, paradójicamente, el número de enunciados pronunciados sería siempre finito y llegaría un momento en que la humanidad empezaría a producir de nuevo los mismos enunciados, lo cual permite a Leibniz apuntar el tema de la apocatásis, es decir, de una reintegración universal (podríamos decir de un eterno retorno). (1994, pp. 231)

De otro lado llama la atención el resumen de la propuesta de Leibniz que hace Rutherford, la cual resulta mucho más simplificada que la de Eco, con los siguientes partes:

The resolution of all concepts into a set of unanalyzable primitive concepts6 , the elements of the alphabet of human thoughts”, The devising of signs or characters suitable for representing each of these primitive concepts The formulation of rules for the combination of these characters which exactly parallelthe logicalrelation among the corresponding concepts. (Rutherford, 1995, p. 230).

Por falta de espacio y tiempo no se estableció la relación entre Leibniz y Wittgenstein por la similitud entre su sistema de representación lógica de las proposiciones y la estructura lógica en la lengua artificial de Leibniz, que Eco aclara:

6 Para Leibniz existe una analogía entre el orden del mundo, o de la verdad, y el orden gramatical de los símbolos en el lenguaje. Son muchos los que han identificado esta postura con picture theory of language del primer Wittgenstein, para quien la proposición debe asumir una forma similar a los hechos que refleja (Tractatus, 2.2 y 4121). Leibniz es sin duda el primero que reconoce que el valor de su lenguaje filosófico debería ser una función de su estructura formal y no de sus términos, y que la sintaxis, a la que él llama habitudo o estructura de la proposición, era más importante que la semántica. (Eco, 1994, p. 239)

Entendida como sistema axiomático de fundamentación de la ciencia, siguiendo la línea de Euclides, Peano, entre otros (Not. Edit.).

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Peña Ramírez Alfonso s Lui 3. ARGUMENTACIÓN DE INVALIDACIÓN DE LALENGUA ARTIFICIAL

Las carencias de la propuesta el mismo Leibniz las reconoció: “se requiere solamente que se constituya la característica que persigo, en cuanto pueda satisfacer la gramática de la lengua tan admirable y el diccionario de la mayor parte de palabras más usadas, o, lo que es lo mismo, que se consideren los números característicos de todas las ideas (Leibniz, 1982, p. 198). Una vez establecido: “el número característico de la mayor parte de las nociones, la humanidad poseerá un órgano de nuevo cuño que acrecentará el poder de la mente mucho más que lo que los lentes aumentan el poder del ojo y que será tanto mayor que los microscopios o los telescopios cuanto más excelente es la razón que la vista (Leibniz, p. 198). Modelo que, efectivamente, requiere avances, pero debía que ser un lenguaje totalmente neutral con respecto a los usuarios y válido solamente para el conocimiento objetivo y natural, por tanto, externo a cualquier imaginario o perspectiva valorativa. Un lenguaje completamente formal.

Como se comentó antes, con la construcción de una lengua universal se está separando el lenguaje del pensamiento y de las cosas que puede designar; queda así, el lenguaje reducido a ser designador de algo “que le es, en principio, ajeno: las cosas o la afección del alma (los conceptos o el pensamiento, podríamos decir)” (Crelier, 2013, p. 18); lo cual lo reduce a ser un simple instrumento mediador en la comunicación, si es que así se puede realizar. Con una visión instrumentalista, del lenguaje en el siglo XVII y XVIII y el surgimiento de las academias en España y Francia, se propone no solo mejorar y modificar la lengua, sino también construir una nueva, utilizando “las propiedades formales adecuadas para los propósitos cognoscitivos de las modernas ciencias de la naturaleza” (Crelier, 2013, p. 18). Se intenta establecer vocabularios especializados y precisos para la designación de los nuevos descubrimientos y descartar cualquier alegoría o vaguedad, sustituyéndolas por un lenguaje trasparente, unívoco y reconocible universalmente.

En general, en la modernidad se intentó, como en el caso de Leibniz7 , construir una lengua universal, es decir:

7 Puede decirse que, Leibniz es un precursor del positivismo y sus extensiones (Not. Edit.).

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“artificial, comunicable y comprensible con el objeto de aplicarlo a todas las lenguas naturales, ya sean habladas o escritas. Asumiendo la disparidad entre estas últimas y el ideal perseguido, se busca, sin embargo, que los caracteres de la lengua ideal puedan expresarse en todas las lenguas naturales”. (Crelier, 2013, pp. 19-20).

Es aparentemente un intento de encontrar una “lengua de más fácil manejo”, lo cual podría ser válido para una inmensa minoría culta europea que en ese momento tenían que cambiar fácilmente entre varias lenguas nacionales que acababan de surgir como el italiano, el español, el francés y una lengua generalizada que se había impuesto desde el imperio romano: el latín. Estas diferencias entre lenguas nacionales eran causales de la división y las guerras y por ello se justificaba una lengua que uniera a los pueblos, y a pesar de que poseyera “una gran diversidad de medios de expresión, diferentes entre una lengua y otra, la lengua perfecta debe encarnarse en un conjunto común de estos medios” (p. 20). Así, se introduce también “un tópico usual en este proyecto y de particular presencia en la filosofía anglosajona desde el siglo XVII: el de que una lengua perfecta obrará como “terapéutica” que cure las enfermedades propias de la filosofía, la cual tiene tendencias a elaborar toda clase de sofismas (p. 21).

Este resumen de los pasos, que constituiría el planteamiento de una lengua artificial, no aborda muchos de los aspectos del lenguaje, que según Olaso quedarían pendientes:

a) Proposiciones que emplean ideas matemáticas y b) proposiciones relacionales. Veamos un caso de proposiciones de primer tipo: “hay tres hombres”. Russell sostuvo que estas proposiciones no consisten en la aserción de un predicado a un sujeto, sino en la aserción de varios sujetos. Con respecto a b) es preciso distinguir proposiciones de la forma sujeto-predicado como “Juan es pálido” y proposiciones de forma relacional como “Juan es más pálido que Pedro”. Leibniz hizo numerosos intentos por reducir las segundas a las primeras, pero sus fracasos fueron notorios”. (Leibniz, 1982, p. 185).

Sin embargo, y según la interpretación dada por Cassirer (1971) a la propuesta, también resulta muy general y recargada a un solo aspecto: la característica universal.

El plan de la característica universal no se limita a un campo aislado, sino que quiere abarcar todas las especies y grupos de signos, desde los simples signos fonéticos y verbales hasta los signos numéricos del algebra y los símbolos del análisis matemático y lógico. Se dirige tanto a aquellas formas de manifestación que parecen

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Peña Ramírez Alfonso Luis proceder meramente de un “instinto” natural que brota involuntariamente, como también a aquellas que tienen su origen en una libre y autoconsciente creación del espíritu8 . No obstante, con ello la peculiaridad específica del lenguaje como lenguaje de sonidos y palabras no está apreciada y aclarada sino, en última instancia, más bien aparece eliminada. Si el objetivo de la Característica universal estuviera logrado, si cada idea simple estuviera expresada mediante un simple signo sensible y cada representación compleja mediante una correspondiente combinación de tales signos, toda particularidad y accidentalidad de los lenguajes aislados se volvería a disolver en un único lenguaje fundamental universal. (p. 81).

Estos aspectos generales del lenguaje han sido investigados en términos de rasgos o categorías que se reiteran en todo tipo de expresión. Entre otras tantas propuestas, Pardo y Ramírez (1981) en la Universidad Nacional de Colombia y, utilizando los desarrollos de la semántica, Schaff (1971); Alstón (1964); Harman (1971); Kempson (1977), Kretzman (1964); varios de ellos, investigando en Stanford la Inteligencia Artificial. Siguiéndolos, hacemos una propuesta similar para representar la estructura semántica de las proposiciones, y que permitieron suponer que en lo relativo a las unidades del análisis semántico, tales unidades deben ser organizadas en por lo menos las siguientes categorías:

1.

2.

3.

4.

5.

6. Objetos o entidades(E). Acciones (Acc). Atributos o propiedades de los objetos (AO). Atributos o propiedades de las acciones (AA). El tiempo (T). La localización (Loc).

El siguiente paso en la determinación de los componentes de la teoría semántica de una lengua consistirá en la precisión y formalización de las relaciones que se pueden dar entre las diferentes categorías semánticas, como reflejo de relaciones objetivas entre los diferentes aspectos de la realidad de los cuales se habla. Así, con respecto a la relación entre categoría Entidad y categoría Acción, es necesario indicar, por ejemplo, que una entidad actúa, que una entidad es objeto de transformación o resultado de una acción; que una

8 Implícitamente se encuentra la metafísica moderna como sostén de la posibilidad de la universalización del lenguaje (Not edit.).

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entidad posee una determinad propiedad, etc. Así las cosas, tendríamos un inventario de reglas para combinar categorías semánticas (sintaxis de la semántica). (Ramírez, L & Pardo, J, 1981, pp. 181-182)

Nuestra propia experiencia con esta investigación nos demostró que con las categorías y las reglas no podíamos agotar la explicación de todos los enunciados reales. La misma impresión dan los demás intentos de presentar tales modelos, incluso modelos de explicación teórica como los planteados por Noam Chomsky, cuando se tuvo que mantener el postulado de la universalidad con la afirmación de que no se trataba de dar cuenta de las producciones reales del lenguaje sino de un modelo de oración que no incluyera las variantes de las situaciones, ni las imperfecciones lingüísticas de cualquier tipo de los interlocutores.

Por lo anterior, tiene razón quien considera que es:

difícil para quien sostiene esta postura, querer inducir a todos los hombres a ver el universo inmovilizado en una rejilla compuesta de géneros y especies construidos de una vez para siempre, que no tengan en cuenta las particularidades, los puntos de vista, el carácter de cada lengua. (Eco, 1994, p. 229)

En ese mismo sentido se contrapone la actitud de Locke por parte de Eco:

Locke fija unas normas para combatir estos abusos, y estas normas no tienen nada que ver con la temática de las lenguas filosóficas, porque Locke no se preocupa de proponer nuevas estructuras léxicas y sintácticas, sino de aconsejar una especie de sentido común filosófico, de constante control del lenguaje natural. No está pensando en una reforma del sistema de la lengua sino en un atento control del proceso comunicativo. (Eco, 1994, p.244).

Las diferentes explicaciones e interpretaciones del modelo de una lengua universal no han tenido un resultado que les permita permanecer en las discusiones del tema del lenguaje porque sus dimensiones y los usos han trasladado el interés de los investigadores a otros aspectos más reales del lenguaje con la pragmática, las teorías de la comunicación y la semiótica; incluso con grandes aportes de la filosofía: Wittgenstein, Apel, Habermas, Peirce, Searle, Rorty.

La refutación de la propuesta de una lengua artificial por parte de Leibniz, entre otros, tiene muchas aristas. Entre otras están las presentadas por Rutherford basándose en las críticas de Cassirer, quien mantiene que:

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Peña Ramírez Alfonso Luis (I) That at a conceptual level Leibniz draws a fundamental distinction between the character of naturaland artificial languages like his universal characteristic is. (II) That it is Leibniz ultimate aim to advocate the replacement of the former by the latter, insofar as the universal characteristic is specifically designed to fulfill the most significant function of language. (Rutherford, 1995, p. 48).

Sin embargo, Rutherford intenta demostrar que no tiene razón en el primer caso, porque la lengua artificial se construye a partir de las lenguas naturales, pero sí puede tener razón en el segundo caso porque, efectivamente se aspira a reemplazar la lengua natural por la lengua artificial.

Eco también está en desacuerdo con la lengua artificial:

Está claro que, si se fijara una fase específica, una lengua filosófica solamente podría reflejar uno de los estados genéticos del lenguaje, y conservaría los límites de este estado, los mismos límites que han inducido, en cambio, a la humanidad a desarrollar un estado posterior y más articulado. Una vez que se ha establecido que pensamiento y lenguaje tienen un origen que se va desentrañando en el tiempo (y no solamente en el tiempo remoto y pre histórico del que hablan todas las teorías sobre el nacimiento del lenguaje, sino también en el tiempo del devenir de nuestra historia presente), cualquier intento de pensar en una lengua filosófica está destinado al fracaso. (Eco, 1994, pp. 244-245).

A MODO DE CONCLUSIÓN

El intento de reducir el lenguaje a la representación pura de la realidad fue la característica sobresaliente en todo el desarrollo de la modernidad, tanto, que el lenguaje escrito conceptual era el medio para entrar al mundo de la ciencia y para salirse de las impurezas e imprecisiones de la cotidianidad en el lenguaje ordinario o natural.

En conclusión, los lenguajes universales, incluyendo el planteado por Leibniz, no han tenido éxito debido al desconocimiento de la naturaleza del lenguaje, particularmente por las siguientes razones:

Afirmar o crear un lenguaje artificial que unifique al mundo es desconocer: que la ciencia es inestable, permanentemente cambiante; las categorías y las proposiciones de las ciencias no son estables ni idénticas para los mismos científicos.

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Igual sucede con los saberes de la filosofía, ni siquiera es posible pensar que los conceptos y sus usos de algún gran filósofo o científico son estáticos: ¿cuánto no se ha discutido por el sentido que Aristóteles le había dado al concepto de ser?, y ¿cuántas interpretaciones no se les ha dado a conceptos como ser, ente, devenir, etc.? Entonces, el lenguaje no se reduce a palabras ni a sus combinatorias ni a sus cualidades sintagmáticas. El lenguaje es acción cuyos sentidos se adquieren en las mismas situaciones y mundos de la vida específicos, aunque algunos rasgos semánticos se mantienen en las definiciones, pero los rasgos pueden ser reiterados y los rasgos semánticos aleatorios son susceptibles de cambios debido a los propósitos cambiantes que animan la producción de sus enunciados. Nótese el uso metafórico o alegórico en los usos del lenguaje, muy frecuente el primero en el discurso de la ciencia, con lo cual se desplaza cualquier permanencia de rasgos. Como el lenguaje se manifiesta en discursos, la producción de un artículo científico, una conferencia o una clase de ciencia o filosofía metafísica, su sentido no depende de los significados asignados en los diccionarios o las enciclopedias, sino de lo que quiere hacer y decir el científico, el profesor o el filósofo, pero también, a quien va dirigido el discurso: el par científico, los estudiantes o los colegas filósofos. Esta fue la razón por la cual la teoría del lenguaje abandonó su carácter representativo e introdujo primero una dimensión intersubjetiva con la cual aparece la dimensión ética del discurso, y luego el reconocimiento de que el lenguaje se realiza en actos de habla, introduciendo la dimensión pragmática. De todos estos avances en la explicación del lenguaje se descubre la diversidad de ámbitos de uso del lenguaje, llegando a que la ciencia hace parte de los acuerdos, hallazgos científicos con los cuales se orientan los contenidos de los discursos y con los cuales interactúan las personas en la comunidad. La condición del lenguaje de hoy a comienzos del siglo XXI por su manifestación antiunificadora, con gran énfasis en la alteridad y el diálogo impide cualquier intento de unificación. Por eso la Lingüística, como ciencia propia de la modernidad en sus postulados de la unificación de la racionalidad, ha fracasado y los lingüistas hemos tenido que reconocer otra realidad dellenguaje.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cassier, E. (1971). Filosofía de las formas simbólicas. México: FCE. Crelier, A. (2013). Introducción a la filosofía hermenéutica del lenguaje. Buenos

Aires: Biblos.

Eco, U. (1994). La búsqueda de la lengua perfecta. Barcelona: Grijalbo y Mondadori

S.A.

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Olaso, E. (Ed) Madrid: Ediciones Machado. Ramírez, L. & Pardo, J. F. (1981). Lecciones de Lingüística General y Lingüística

Española. En, Revista colombiana de Lingüística. 1 (3). Bogotá: Círculo lingüístico de Bogotá. Rutherford, D. (1995). Philosophy and language in Leibniz. En, N. Jolley (Editor),

The Cambridge Companion to Leibniz. Cambridge University press.

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