SEPARATA 01: COMPLICIDAD. (español)

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Arquitectura. Arquitetura. Sistema. Sistema. Política. Politica. Economia. Economia. Educación. Educação. Colonialidad. Colonialidade. Modernidad. Modernidade. Humanidad Humanidade Supremacía. Supremacia. Ecología. Ecologia. Legitimidad. Legitimidade. Identidad. Identidade. Lenguaje. Linguagem.


(arquitecturas) autogestionar desprivatizar cooperar educar descolonizar sociabilizar (multiespecies) interseccionar regenerar visibilizar reconocer comunicar

(arquiteturas) autogestionar desprivatizar cooperar educar descolonizar sociabilizar (multiespécies) interseccionar regenerar visibilizar reconhecer comunicar




COMPLICIDAD.


Cumplicid A arquitetura pode servir a muitos objetivos. Desde permitir a existência de pessoas sob condições de desenvolvimento plenas, ou seja, com acesso a saneamento básico, à educação, à saúde, ao lazer e, claro, à cidade. Esta mesma arquitetura pode fazer desta cidade um lugar que facilite e influencie esse acesso, ao mesmo tempo que ela pode pode impedir isso. Desde a invasão do “Novo Mundo”, a arquitetura foi amplamente utilizada para aprisionar os povos que aqui já estavam e os que cruelmente para cá foram trazidos. Afinal, o que ela é se não a solidificação das idéias imateriais das pessoas? Diferente de um livro, a arquitetura altera o espaço no qual nos desenvolvemos, sendo assim, é uma ferramenta muito mais eficiente para mudança, seja ela para bem ou para mal. Em outras palavras, a arquitetura, e por derivação, os arquitetos são cúmplices do que é feito. Do que é trazido para a realidade material. Quando no século XVIII, no estado de Minas Gerais, encontraram ouro, não mediram esforços para erguer um sem número de construções que simbolizavam o poder e o aprisionamento escravagista em terras tão distantes da capital. Desde igrejas barrocas, com seu caráter sui generis, às casas representativas do governo colonial, interessado em taxar, mais eficientemente, o metal extraído. Isso nos mostra o quanto a arquitetura está pronta para ser cúmplice do que quer que o poder e o acúmulo desejarem. Porém, seríamos omissos em não dizer que,


dades como toda ferramenta, suas capacidades se dirigem para onde o usuário a dirigir. O que vemos e apontamos é a cúmplicidade para com as idéias de controle total e homogeneidade vindas dos governos europeus. Quando nas mãos não centralizadoras, nas mãos da população, vemos como as possibilidades voltam a ser quase ilimitadas. Da mesma forma que podemos construir muros, podemos construir pontes. A monocultura, não como forma de produção agrária, que por si só já é destrutiva, mas como limitante social, ou seja, uma única cultura, é algo extremamente danoso para o desenvolvimento humano. Impedir outras formas de habitar e viver, homologando com nossos projetos uma única existência aceitável é optarmos por continuarmos sendo cúmplices de uma barbárie que perdura há séculos e que a arquitetura laureou.

Ainda hoje vemos como os povos escravizados pelo colonialismo, os negros e os povos originários, são postos como secundários. Até 1988 a constituição brasileira nem reconhecia os povos originários como pessoas capazes de tomar suas próprias escolhas, por exemplo. Ainda hoje vemos os palácios de poder e cortes de justiça reluzentes à luz do sol, enquanto largamos os povos trabalhadores e “malignamente” inseridos em nossas cidades às sobras e margens da arquitetura e urbanismo. Não mais podemos nos deter de projetar para todas as pessoas, pois será apenas assim que reorganizarmos nossas cidades como algo heterogêneo, algo plural. Se fizermos o inverso, seguiremos sendo os arautos de maus tempos e cúmplices das barbaridades capitalistas e imperialistas que suprimem o humano no “ser”.

Federação Nacional de Estudantes de Arquitetura e Urbanismo do Brasil.


Convertir en cosa La complicidad es uno de esos conceptos que cargan con un halo de idealización al mismo tiempo que de ilegalidad o inmoralidad. Es algo que en lo abstracto puede ser visto moralmente como bueno y deseable al estar amparado en valores como la confianza, la lealtad, la fidelidad, la solidaridad… pero que en lo concreto podría devenir en delito o pecado. Esto significa que puede tomar formas contrapuestas según el contexto en el que tenga lugar, sobre todo, para este caso, que es necesaria tanto para sostener y perpetuar las relaciones de poder, dominación, control y explotación, como para resistirlas, pervertirlas y desmontarlas. La arquitectura, al igual que otros productos de la acción humana, no está desprovista de lo político, y tampoco está al margen o afuera de las relaciones de poder. Al contrario, lejos de ser una disciplina, una práctica y un producto neutral, la verdad es que la arquitectura es una especie de síntesis de visiones de mundo que se posicionan y sitúan ante la realidad, y que la producen y la reproducen, sea de manera intencionada o no. En otras palabras, las arquitecturas, y los proyectos de mundo, son resultados de complejas complicidades,

a la arquitectura


ya que es necesario el acuerdo y la coordinación entre distintas partes, no solo para construir la narrativa de que la Arquitectura es apolítica, inocua, aséptica, neutral, sino porque sobre todo es necesario creerla, difundirla y repetirla hasta que se consolide. Esto es, legitimarla (de arquitectura a Arquitectura). Pero en este proceso de legitimación lo que sucede es la reificación de las arquitecturas. O sea, de todas las formas imaginables de arquitectura, no solo por considerar una o pocas formas como las legítimas, sino al abstraerlas y despojarlas de muchas de sus cualidades como productos humanos resultado de decisiones y relaciones cargadas de significado, dejando así un simple cascarón. La reificación (es decir, convertir en cosa, cosificar) se manifiesta casi de manera omnipresente en el capitalismo, y para sostener esta acción-efecto es necesaria la complicidad. Ello se acompaña del fetichismo de la mercancía, es decir, de reducir las relaciones de producción a relaciones entre cosas, y a su producto. Al ser la arquitectura una mercancía, esta se encuentra sujeta a las mismas lógicas, y no reconocerlo es negar también el papel que la profesión desempeña en relación con el poder. La reificación lo que provoca es que la transparencia

que podría existir se opaque. Que en lugar de poder conocer aquello que está detrás de lo que consumimos (lo que lo hizo posible), no podamos ver más allá de la fachada que se construyó. Es reducir la arquitectura al resultado, siendo cognoscible solamente su imagen, su etiqueta, su autoría. Esto, paradójicamente lleva de lo concreto y lo cualitativo a lo abstracto y cuantitativo. Todo esto lo que produce es que la mayoría de las personas quienes han producido esas arquitecturas, o quienes las usan, se conviertan en agentes pasivos. En ese sentido la reificación funciona como olvido del reconocimiento, como ocultamiento de las diferencias y las desigualdades. Como mecanismo de control y dominación. Ir más allá del objeto arquitectónico, o de los dogmas de la disciplina de la arquitectura supone reconocer los procesos, lxs sujetxs, y en general las relaciones que producen esa realidad que experimentamos para así proyectar desde otras formas de complicidad.

Coordinadora Latinoamericana de Estudiantes de Arquitectura.





Por: Abril Aguilar Alejandro Alcázar Ana Paola Mejía Richard Albino

COMPLICIDADES

Entrevista a



ARQUITECTURA Y POLÍTICA

Alejandro: Con “Ocupar” lo que perseguimos es una especie de crítica hacia el habitar1, y partimos de una premisa muy básica, la cual reconocemos a su vez como un hecho, y esta es que la arquitectura no es neutral. En ese sentido, no es apolítica y tampoco se puede pretender despolitizarla. Más bien, todo lo contrario, es bastante política, pero pese a eso es muy común que la gente intente encubrir o negar esa dimensión política de la arquitectura. Pretender que sea como una especie de ciencia objetiva y neutral. A nosotros eso no nos calza, entonces quisiéramos empezar con una pregunta que no es tan simple: ¿cuáles podrían ser las razones de tal encubrimiento y negación de la dimensión política de la Ver el zine Ocupar, Editorial arquitectura, y qué CLEA, 2021, https://issuu.com/ cleaeditorial/docs/ocupar_issuu podríamos decir que se (español) o https://issuu.com/ cleaeditorial/docs/ocupar__ pretende con ello? issuu___portugu_s_ (portugués) 1


16 Cruz: Tiene ciertas gamas. Por una parte puede tratarse de ignorancia; mucha gente ni siquiera piensa en arquitectura. Es como una palabra que se ha profesionalizado y se ha convertido en un tipo de disciplina que muchas veces no nos permite utilizarla como un lente para entender el entorno. Como se ha transformado, como vivimos, como somos fragmentados, como se relaciona esa fabricación de las identidades. Por otra parte, hay algo perverso, que es asumir que no tiene que ver con política. Y cuando hablamos de política hablamos de relaciones de poder y de cómo nos relacionamos unos a los otros y al entorno. En el sentido de la arquitectura es mucho más fácil cuando uno se dedica a hablar de belleza, de cómo la luz entra por la ventana, y cómo nos hacen sentir los espacios. Ignorar todas las repercusiones que tiene cada cosa es caer en esa perversidad. Particularmente en el caso de América no se puede estudiar la arquitectura sin mirar el legado colonial de nuestra historia. Porque la arquitectura no llegó con el colonialismo; había arquitectura ya en Abya Yala. En América las infraestructuras que tenemos en su mayoría son el legado muy violento de esa recreación de una identidad europea que llega a nosotros a través de unos regímenes violentos que en primera instancia esclavizan a todos los indígenas, y luego traen a millones de personas africanas y las forzan a construir nuestras ciudades, a construir nuestras infraestructuras. Es difícil pensar cómo separar ese legado violento que prácticamente nos llega porque en nuestras tierras se puede cultivar algo que genera valor económico para esos poderes europeos. Es como un régimen de lo delicioso. Tienes azúcar, tienes café, cacao, alimentos, eventualmente tabaco, goma, y esas cuestiones que generan valor. Y hay una infraestructura y una arquitectura que se genera a partir de ese momento, de ahí es donde viene todo el legado que llamamos “moderno” de nuestras ciudades y nuestra arquitectura.


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Todo lo que tenemos es legado de esa violencia, y es muy difícil entender cómo la arquitectura hoy cuando entendemos todas las luchas de los pueblos originarios de América, tiene que ver muchas veces con identidad en relación a su entorno y el Estado-nación trata de imponer una serie de reglas e infraestructuras que son violentas y que van en contra de esas identidades y esas maneras de vivir que son ancestrales, más antiguas que la colonización. Es imposible separar todas esas características eWntre lo que nos trae ese legado, y también el sistema-mundo establecido como un ejercicio de poder y control. Un colectivo2, al que invitamos para una actividad, hablaba de cómo muchos pueblos del campo, pueblos indígenas, y mayormente mujeres, no pueden construir con sus materiales autóctonos porque no pasan la regulación.

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Aquí se refiere a Comunal: taller de

arquitectura. Para leer una entrevista a ellas se puede consultar Revista CLEA N°3: Descolonización de espacios, Editorial CLEA, 2020, https://issuu.com/ cleaeditorial/docs/03_revista_clea

La regulación de arquitectura y de construcción está controlada por una industria capitalista, es decir, estas personas ni siquiera pueden construir lo que les hace sentido. Por ello, podemos hablar de los cuerpos que regulan —las autoridades— nuestra capacidad para construir, de modo que sea entendible la violencia que se genera en unas infraestructuras que son producto de la relación capitalismo-patriarcado-arquitectura. La arquitectura está en las escuelas, en las calles, en los hogares donde vivimos, en donde nos educamos, es omnipresente, y a su misma vez está muy ausente en las discusiones políticas. Damos por sentado que el entorno es así porque sí, y a muchos arquitectos les incomoda ese tipo de discusión porque los pone en un eje político que no les conviene. Mantenerse en el anonimato de una manera ambigua, que uno pueda codearse con el poder sin tener ningún tipo de responsabilidad es algo peligroso, y a su vez, conveniente. Por ejemplo Albert Speer, y otros arquitectos, podemos ver la destrucción del medio ambiente, la violencia en contra de la gente generada por la arquitectura, que se potencia y se entiende a través de relaciones económicas. No hay capitalismo sin arquitectura. La mayor cantidad de dinero se mueve a través de los bienes raíces y del desarrollo, siendo cómplices la construcción y la arquitectura.



Alejandro: Por lo que decís es que cuando hablamos de “habitar” y “ocupar” —como una suerte de dualidad, que en realidad es más una relación de lo que está arriba y de lo que está abajo, o de lo que está en la periferia y de lo que está en el centro— intentamos abordar la relación desde una lógica o una lectura estructural.

OCUPAR HABITAR

Abril: Ahora bien, hablar sobre “habitar” suele ser algo casi que natural cuando de arquitectura y urbanismo se trata. Sin embargo, consideramos necesario cuestionar esos discursos que se fijan y solidifican, ya que pensamos que sirven para encubrir. En ese sentido hay que superar la narrativa del habitar, y para ello hemos decidido hablar de “ocupar” en referencia a una posición en la estructura que no es desde el privilegio y lo hegemónico, que es donde ubicamos al habitar. Así, ¿cómo creen que esa relación entre habitar y ocupar se manifiesta en el espacio?


20 Cruz: El problema de “habitar”, de utilizar esos términos en maneras universalmente abstractas es que no son ni abstractas ni universales. Cuando los cánones de filosofía nos hablan de “habitar”, es en un momento muy problemático en el que uno somos más que otros. Y, ¿a quién se le permite en realidad habitar? Y también, ¿a quién se le permite ocupar? “Ocupar” - “ocupación” tiene un poder como el movimiento español “Okupa”, como de tomar algo, pero también, “ocupar” también puede entenderse como colonización. Te ocupa un sistema socioeconómico. Creo que hay que ser muy conscientes de cómo nos relacionamos con los términos y quiénes los pueden utilizar. ¿Cuáles son los sujetos en el centro de estos argumentos? Lo que es interesante entre esas dos palabras es que una parece ser mucho más pasiva que la otra, en el sentido de “habitar” es como que estás ahí y ya habitas, se da por sentado. Por otro lado, “ocupar”, es una acción más politizada. Antes de que se habite o se ocupe, existe una relación de poder que tiene que ejecutarse para que podamos “ocupar” o “habitar” libremente. Porque al final no se trata solamente de “habitar”, se trata de vivir bien, de vivir con dignidad, de vivir en solidaridad. En ese sentido, tenemos que entender por qué no podemos habitar o vivir bien. ¿Por qué no podemos vivir bien? ¿Qué es lo que ocupamos? ¿Lo tenemos que reocupar, en el sentido de que se nos ha sido robado? ¿O estamos invadiendo algo? No creo que se deban utilizar esos términos de manera abstracta. Tenemos que hablar de espacios particulares, de momentos particulares, de territorialidades, de relaciones al entorno, de relaciones a la historia, de las personas, de los pueblos, de la gente. Se ocupa, como una movida colonizadora, Ver Eve Tuck y K. Wayne “Decolonization is not si bien “todas las personas estamos Yang, a metaphor”, Decolonization: Indigeneity, & colonizadas” puede ser un enunciado Society 1, n° Education 1 (2012): 1-40, verdadero, pero es engañosamente https://clas.osu.edu/sites/ clas.osu.edu/files/Tuck%20 abarcador y vago, de él se infiere que and%20Yang%202012%20 Decolonization%20is%20 3 “ninguno de nosotros es colono” . not%20a%20metaphor.pdf 3


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El argumento de Tuck y Yang es que si vamos a descolonizar, no haríamos al 99% más rico, sino que haríamos al 99% más pobre, en el sentido de que lo que genera valor en un mercado capitalista es el problema. Por ejemplo, la revolución esclavista de Haití. Esta era una de las colonias más ricas de Francia, hasta el momento en el que se independizó. Y ahora mismo es uno de los países más pobres en el hemisferio, aún teniendo las mismas facilidades, la misma gente, los mismos recursos. Lo que les daba valor en un sistema de extracción era la esclavitud, y el producto que era poseído por Francia. En ese sentido, si vamos a ocupar ciudades que ya han sido ocupadas de los pueblos originarios, entonces no estamos haciendo el ejercicio liberador de última hora, hay que realizar un ejercicio de mirada crítica a la historia, y entender en dónde estamos, qué nos pertenece y qué debe ser devuelto a la gente y a las ecologías. Creo que ahí está una pregunta clave que tenemos que hacernos. Tenemos que eliminar esos sistemas de extracción, de abuso y de violencia, que no nos permiten vivir bien, y además, tenemos que buscar otros modelos, no ser más colonizadores que los colonizadores sino encontrar alternativas a lo establecido. ¿Cuál es nuestra relación con el entorno y la gente? Hay una pregunta que Achille Mbembe plantea: ¿quiénes son los dueños del planeta? y, ¿qué hacemos con la gente que no tiene acceso a ese reclamo de ser dueños del planeta (que es la mayor parte del mundo)? Es muy absurdo pensar que puede haber uno o varios dueños del planeta, entonces, hay que replantear y reformular nuestra relación con los espacios, en el sentido de que no deba existir la concepción de dueño. Alguien puede encargarse de vivir ahí y de relacionarse con el entorno, en balance y en armonía con las demás ecologías y con las demás personas, pero no puede ser suyo en términos de aparato de extracción, abuso capitalista y legado colonial.

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Alejandro: Cuando nosotros hablamos de ocupar, hay una suerte también de ironía en esta acción, porque entendemos que al igual que el habitar, puede ser algo que tanto la ONU como los movimientos de base, lo digan. Ocupar puede entenderse como un ejército llegando a una ciudad a invadirla, o puede ser un habitante de calle tratando de sobrevivir, entonces esas dos acciones que parecen entrar en conflicto entre sí al mismo tiempo, como que parecen están al alcance de todos pero no tanto así. Judith Butler tiene una frase que viene al caso, y es “que hay que vivir vidas vivibles”. No se trata simplemente de vivir por vivir, lo cual sería sobrevivir. Enlazado con un poco de lo que dijiste al final es que viene la siguiente pregunta. Abril: Así como se ubica al habitar en la cima y en el centro, al ocupar se le ubica en la base y en la periferia. A partir de esas contraposiciones, tanto estructurales como espaciales, ¿qué se puede hacer desde la arquitectura para transgredir y superar esas lógicas de control, dominio, y explotación a partir de las cuales nos relacionamos?


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Cruz: Creo que es muy difícil. Hay un tipo de ejercicio de empoderamiento, de democratización, de acceso, de salud, que la arquitectura puede proveer. Por ejemplo, no hay acceso a la salud sin acceso a la vivienda, o sea, hay cosas que la arquitectura nos puede ofrecer. Por otra parte, la arquitectura está al centro de todos los sistemas de explotación que existen. Parto de ahí para expresar que hace falta más humanidad, más dignidad, más solidaridad y menos arquitectura. Uno puede decir que ya hay suficientes edificios en el mundo, hay tanto bien inmueble vacío que se utiliza para la especulación y para generar valor capital, y cabe preguntarse cuánto más aguanta el planeta, los sistemas ecológicos, cuánto más soportan de desarrollo, de ese llamado “progreso”, ese sueño optimista de que podemos crecer de manera infinita. Las personas profesionales de arquitectura quizás no seamos tan importantes, y tal vez hacemos más contribuciones como seres humanos o deberíamos, como arquitectos, tener la capacidad de repensar cómo nos relacionamos con el entorno y los unos con los otros, más allá de diseñar edificios y ciudades o continuando los sistemas de extracción y el sistema de especulación capital. Si miramos la disciplina de arquitectura como la construcción de edificios, es una mirada obsoleta. Si pensamos al arquitecto como alguien que puede repensar otras formas de relacionarse, menos invasivas, iniciaría con desmantelar los espacios que han sido diseñados para excluir, asimismo, des-ocuparnos de una profesión que ha sido cómplice del despilfarro del desarrollo y de ese sueño/pesadilla de progreso. Creo que sí podemos hacer las dos cosas: ocupar y desocupar. Ahí hay un balance que nos presenta un mejor mañana. La educación que se recibe en la escuela de arquitectura genera un tipo de identidad que reproduce la lógica de desarrollo y modernidad optimista, como un ciclo vicioso. Para poder hacer ese balance, entre ocupar y desocupar, hay que apostar por una educación que haga a la comunidad de estudiantes de arquitectura más sensibles y conscientes con las distintas crisis que ocurren en el mundo, que se cuestionen el tipo de profesional de arquitectura que quieren ser, si ser parte del despilfarro y especulación capitalista o realizar prácticas arquitectónicas no excluyentes, evitando borraduras en la historia. Parte del problema para llegar a ese balance es que el capitalismo no solamente

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especula sobre el valor de los edificios, de la tierra y los recursos, también el capitalismo genera una profesión en donde se entrena a la gente para que el empleo dentro de la disciplina continúe con la extracción, con la producción de infraestructura y para que la especulación se perpetúe. Se puede ver con la pandemia de la Covid-19 y la necropolítica, en donde alguien decide quien vive y quien muere; asimismo funciona la arquitectura, al destruir el medio ambiente por construir edificios o ciudades de forma invasiva. Por esas razones es que invito a buscar otras maneras de pensar la arquitectura y qué podemos hacer como profesionales de la arquitectura, qué podemos hacer como personas que pueden pensar críticamente sobre el medio ambiente y las infraestructuras que construimos y que imaginamos.


RAZA-GÉNERO -CLASE

Ana Paola: Con lo anterior, nos crean en la universidad para ser profesionales de la arquitectura con una visión demasiado individualista, pero hay que entender que un arquitecto no funciona solo en el mundo, sino realmente con un grupo multidisciplinario. Kimberlé Crenshaw habla sobre la urgencia de la intersección4, situada esta intersección en temas de derecho y justicia social, que bueno no estamos muy alejados con la justicia espacial. Ella también hablaba de esta triada de clase, raza y género, que pues está sumada a otras condiciones como el sexo, la etnia, el origen, el credo, etc. que dan pie a que por varias décadas se hable sobre la necesidad de entender el mundo desde la interseccionalidad. Entonces ¿cómo podemos interpretar la interseccionalidad en Ver Kimberlé Crenshaw, La urgencia de la la arquitectura, si lo que interseccionalidad, TED women 2016, octubre de buscamos es justicia 2016, video, 18:40, https:// www.ted.com/talks/kimberle_ espacial, o bien, justicia crenshaw_the_urgency_of_ intersectionality?language=es en el término en general? 4


26 Cruz: Losproblemasqueproduceelcapitalismosoninterseccionales, ya que no solo afecta económicamente, afecta como mujer, afecta como persona, pueblo, familia, individuo, profesional… Hay tantas capas en esas luchas. Para comprender esto es fundamental conocer la teoría crítica, en el sentido de entender, desprender o buscar la emancipación humana de las cosas que nos oprimen; eso es prácticamente una teoría interseccional. No se puede entender cómo la arquitectura nos agobia, nos oprime, nos excluye, nos fragmenta, sin tener sobre la mesa la perspectiva de género, de sexo, de raza, de clase, asi como tener claro que no es lo mismo hablar de un feminismo liberal blanco americano, que hablar de mujeres negras e indígenas en América. Hay distintas experiencias para poder entender cómo todos esos sistemas de opresión funcionan. Hay varias personas que trabajan la interseccionalidad, Silvia Rivera Cusicanqui por ejemplo. Varias personas pensadoras en América lo trabajan, también es importante estudiar personas teóricas, feministas, trans, etc., que trabajen la clase en conjunto con el marxismo ortodoxo, es decir, reconocer labores como la labor doméstica, labor emocional, labor de cuidado, que son labores afectadas por este sistema de opresión, marginalización, explotación y arquitectura. Encontramos que la arquitectura aparece nuevamente como una fábrica de identidades, en el sentido de que las relaciones de clase-raza-género casi no existen si no tenemos arquitectura. Desde cómo vivimos en las ciudades, en la fragmentación urbana, rural, y cómo los edificios nos hacen construir identidades para poder utilizarlos. Está todo regulado a través de infraestructuras físicas, de un legado material arquitectónico que está en todas partes. Algo que es fundamental para nosotros y que tiene que estar en el centro de todos los esfuerzos es descolonizar, es decir, arquitecturas emancipadoras o arquitecturas de liberación.


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La arquitectura tradicionalmente fue una disciplina elitista, controlada por unos pocos con recursos, con cierta manera de ver el mundo, con cierto trasfondo cultural, social, económico, político. La mayor parte del mundo, a pesar de tener una relación muy estrecha con la arquitectura —porque viven ahí, porque se relacionan ahí todos los días—, “no pueden hacerla”, no tienen acceso a ese conocimiento canónico que está establecido. Es muy difícil hablar de clase-raza-género si hay varios hombres cisgénero privlegiados escribiendo la teoría y diciendo cómo se tiene que practicar. Ahí radica otro problema, no importa cuan bondoso, generoso o imaginativo puedan ser, si las experiencias de marginalización, esas experiencias también de vivir bien de otras maneras, no las vive un hombre cisgénero. Así que la interseccionalidad, para ser real, debe reivindicar a todas las personas de los márgenes o que han sido invisibilizadas, deben estar al centro de lo que hacemos, de esas personas nacen los discursos de ecologías, justicia ecológica, antiracismo, transfeminismo, teologías de la liberación, sistemas anticapitalistas, imaginarios anticapitalistas; todo estos deben ser temas tratados en una mesa redonda donde no sólo estén hombres cisgéneros privilegiados, sino que estén todas esas experiencias, ambiciones y críticas, para que puedan ser tomadas en cuenta. Aunque, no en la mayoría de los casos, existen espacios de fuga o maestros que te permiten esa fuga, es decir, que se salen de la norma y te mencionan este tema como una nueva posible norma, que desmantela lo establecido preguntándonos cómo entender dónde estamos, a dónde vamos y de dónde venimos.


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Ana Paola: Existen todavía esos profesores o personas que te dan ese punto de fuga de salirte de esto, como que está normalizado. Algo que mencionabas era sobre los hombres cisgénero, blancos, elitistas, etc., lo cual recuerda a cuando Fanon dice que “todo lo que no es blanco es de mala fama o no está bien visto”, y que el sistema-mundo actual y la división del trabajo que este supone se organiza en la medida de esta lógica, es decir, es ya organizada de manera racista. ¿Cuál sería tu propuesta para desafiar a esta estructura que oprime a las personas racializadas en sus modos de ser?


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Cruz: Dependiendo de dónde estemos. Yo que estoy en Estados Unidos y es más facil porque ahí la historia todo el mundo la sabe: hay blancos y negros. En Latinoamérica es más complejo y más problemático. Cuando pienso en Latinoamérica lo hago desde Sudamérica a Norteamérica sin olvidar el Caribe, y más que abordar el racismo me interesa plantear el tema del supremacismo blanco; creo que es más específico. Lo que nos ha llegado desde Europa es un supremacismo, una idea de blanquitud. Algo que también tenemos que entender es que no hace falta gente blanca para tener supremacismo blanco: blancos son los que tienen acceso al poder, quienes están más europeizados. En algunos lugares lo más bajo que se puede ser es el indio, pero en otros, donde hay negros, ser negro es lo peor. La gente negra va a decir que son indios que es lo menos malo. Eso pasa mucho en el Caribe, por ejemplo, en República Dominicana “negro” no aparece en el censo porque nadie quiere ser negro. Dicen que los haitianos son negros y que ahí toda la población es indígena. Hay un tipo de herencia, de los indígenas, que es una oposición completa a la negritud, y esto tiene repercusiones materiales, físicas, económicas, psicológicas. Nos hace falta como comunidad latinoamericana —de una manera y dentro de nuestras comunidades— confrontarnos a ese legado, y es complicado porque muchas veces ni siquiera tenemos el andamiaje intelectual o histórico para poder entenderlo. Los documentos históricos tampoco ayudan mucho. Por ejemplo, en Brasil hace 20 años era como 0.5% de la población negra y ahora anda por los cincuenta y pico, porque el debate público ha cambiado y la gente ya se puede identificar con orgullo que tienen herencia negra. Eso cambia completamente el discurso. También nos permite establecer nuevas relaciones de poder. Si estamos hablando de democracias, ¿quién nos representa? Si estamos hablando de maneras de vivir, de arquitectura ¿cómo vivimos?, ¿en qué espacios nos sentimos seguros? Esa es una cuestión en todas las ciudades de Latinoamérica, en Estados Unidos, en Europa. ¿En qué lugares se puede sentir uno seguro? ¿En qué lugar una mujer india o una mujer negra se puede sentir segura en Latinoamérica?

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VALOR DE USO VALOR DE CAMBIO

Richard: Partiendo del valor de uso y de cambio, se nos ha obligado a decir que todo lo que observamos tiene que tener un precio y hay cosas que no deberían tener porque no son mercancía, y hay otras cosas que simplemente no tienen valor. Dicho esto, el espacio, desde hace mucho tiempo atrás, ha devenido en mercancía. Es por esto que las lógicas del cuido, tanto de seres humanos como no humanos, así como de todo lo que hace posible la existencia en este planeta, han pasado a un segundo plano. Si bien son necesarias lecturas interseccionales, también lo son aquellas que vayan más allá de lo simplemente humano. ¿Hacia dónde debemos apuntar si lo que no queremos es seguir produciendo ecocidios?


32 Cruz: El sistema neoliberal que tenemos es un sistema que solamente funciona a través de la extracción, la explotación humana y ecológica. El capitalismo es un crecimiento infinito, de ahí que me surja la pregunta ¿qué otras maneras hay de vivir? En el caso de Latinoamérica hay muchos ejemplos de pueblos originarios que tienen otros sistemas de economía, de cuido, de relación interpersonal, ecológica, etc. El problema es que el sistema neoliberal capitalista se impone. En el momento en el que decides no hacerlo, te invaden el país y te matan, es casi irresistible a la fuerza. Por ello es que hay que desarticular al sistema capitalista y buscar otros modos de existencia a través de la solidaridad, pero también a través de un tipo de concientización en contra de la violencia que genera el sistema capitalista. Una violencia que termina en feminicidios, en explotaciones, en desapariciones, en la destrucción del medio ambiente, en la desaparición de ecologías. Si lo miramos desde el punto de vista de la arquitectura, ¿qué podemos hacer como arquitectos en ese sentido? Quizá nuestro trabajo sea solamente repensar y tratar de colaborar con otras disciplinas que nos permita repensar cómo vivimos. ¿Qué otros sistemas existen que no sean capitalismo-neoliberalismo? No se puede pensar en un capitalismo ecológico, bajo el capitalismo todo es mercancía. Estamos en el punto en el que o eres una mercancía con valor (bienes raíces, cuerpos que son parte de los sistemas hegemónicos) o eres una mercancía sin valor, pero sigues siendo una mercancía. Reconocer la autonomía de otros sistemas —de otros modos de vivir— es fundamental. No tenemos que inventar cosas nuevas: ya existen, y viven bien a pesar de sistemas que son violentos. No solamente generan una violencia cotidiana, también es una violencia institucional a través de la policía que siempre está protegiendo esos espacios


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“públicos” (que nunca son públicos en realidad), y a través de los sistemas militares, de todo lo que proteja el concepto de propiedad privada. ¿Qué nos queda? Reconocer autonomías y proveer espacios para tener otros modos de vivir. No creo que sea solo uno, creo que hay muchísimos, y es imperativo dar espacio a esas otras maneras de vivir que han sido violentamente marginalizadas y desaparecidas.

Richard: En relación a esto, para tratar de compensar toda esa destrucción que se viene dando, se escucha mucho la palabra sostenibilidad o sostenible en estos tiempos. En ocasiones es un discurso que se ha difundido ampliamente por todo lado, incluso en la arquitectura lo utilizamos mucho. Entonces, ¿Son estas narrativas que se deben seguir utilizando o, por el contrario, debemos cuestionar el posicionarse aún desde las lógicas del mercado privilegiando el valor de cambio? Cruz: El cambio se ha convertido en una mercancía también. No creo que se trate sólo de las palabras, aunque la sostenibilidad también es un eslogan, un sello que le permite crear productos al capitalismo. Hace falta otros modelos y conceptos. Los conceptos vacíos que son adoptados, por ejemplo, la


imagen del avión militar americano con un misil que decía Black Lives Matter y que tenía la bandera trans ¿qué tipo de progresismo es este? Predica un discurso pero practica lo contrario. Así es el capitalismo. Es vicioso y listo, en el sentido que se apodera de todos los conceptos y los convierten en una mercancía, les resta el contenido, los esteriliza y los vende. Tenemos que ser conscientes de eso. A nosotros a veces nos parece mejor hacer una provocación que hacer un proyecto. Hacer una ironía contra el sistema, pero también hay que tener cuidado de que no se convierta en mercancía. Es una batalla constante, como el gato y el ratón. El gato es el capitalismo y el ratón termina haciendo lo que el gato diga. Hay que repensarlo todo, desde la educación primaria hasta la educación superior y la práctica. Buscar otras maneras de popularizar conceptos —que el capitalismo ha convertido en mercancías— para que en la práctica sean subversivos. Una apertura radical en la disciplina para que esa gente que ha sido históricamente marginalizada y oprimida pueda estar en el centro. Hay una cita de Wittgenstein del Tratado lógico-filosófico que dice “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Es real, no se puede pensar más allá de lo que el lenguaje te permite y nuestro lenguaje es un lenguaje colonizador, que nos llegó a través de los mismos vehículos que trajeron a la trata esclavista del transatlántico. Ese es el lenguaje que tenemos. Entonces, ¿qué mundos podemos imaginar con estos lenguajes? Nos hacen falta todos esos otros lenguajes que han sido marginalizados. Estoy seguro que existen otros conceptos de cómo existir, de cómo vivir, de cómo relacionarnos, no sólo nosotros como humanos sino también con lo vivo y lo no vivo. Esas formas de lenguaje y conocimiento existen, pero no son de fácil acceso y es entendible que no lo sean. Mediante esos otros lenguajes hay otras maneras de pensar el mundo, otros mundos posibles, no podemos pensar otros mundos a través de de las mismas estructuras y las mismas personas. Creo que ahí va esa dialéctica, el deseo de pensar y nuestra incapacidad de pensar. Porque sólo tenemos las mismas estructuras de conocimiento, el mismo lenguaje, el mismo aparato mediático y el mismo aparato institucional, etc. Si va a haber un cambio radical, democratización radical, apertura radical de esta disciplina, entonces podremos traer otros lenguajes que nos permitan imaginar otros mundos y que quizás sean en realidad sostenibles, aunque no sea la palabra que describa el problema.


DESCOLONIZAR

Alejandro: Quisiera apuntar sobre lo que mencionas de que surgen cosas que son contestatarias, que intentan ir contra las lógicas hegemónicas del sistema, y eventualmente terminan siendo, en términos situacionistas, asimiladas por el sistema. El ecologismo en los 60 y 70, era un movimiento bastante contestatario, y quizá por ello ahora, para bien, hay marcas que te hacen cepillos de dientes de bambú y toda la cosa. Sin embargo, no sabemos bien de dónde proviene ese bambú, como es la mano de obra que extrajo ese bambú, cuáles fueron los medios a través de los cuales se le dio forma a ese bambú, o sea, cuál es el verdadero impacto que tiene ese producto, pero bueno, se reduce a que es de bambú y se degrada.


36 Entonces, caemos en una situación en la que casi cada paso que damos tenemos que adelantarnos a cómo el mismo sistema lo puede tomar a su favor y terminar convirtiéndonos en uno más sin querer serlo. Eso, al menos a quienes intentamos construir desde otras visiones, otras miradas, nos lleva a una suerte de estrés para evitar quedar en las apariencias. Y sobre las palabras, cada lengua es una forma distinta de estructurar el mundo. Y en ese sentido yo creo que la educación, llamémosle la academia no sólo universitaria sino en todas sus etapas, carga con una responsabilidad bastante grande sobre ese tema, porque por ejemplo, cuando hablamos de género en español no faltará quien diga “es que la RAE dice que es así”, entonces nos limitamos de una vez a que no podemos inventar palabras, no podemos torcer algún significado, porque hay una academia que además es colonialista y monárquica y nos dice la forma correcta de hablar.


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Sobre la educación, la formación (“la disciplina” casi como militar) de la arquitectura y este habitus que nos forma de como ser arquitecto o arquitecta, lo cierto es que muchos de los modelos que siguen las academias en el sur global, principalmente nosotros que estamos en Latinoamérica (incluyendo al Caribe), son modelos europeos que ya están bastante caducados desde el siglo pasado (Bauhaus y demás), o bien, apuntamos a modelos de universidades estadounidenses o británicas, que siempre se mantienen en la cúspide de los rankings. Entonces las academias persiguen esos modelos ignorando que arrastran una serie de lastres que son capitalistas, patriarcales, colonialistas. ¿Qué alternativas considerás vos que ya existen y a las cuales podemos acudir?, o bien, ¿cómo podríamos más bien empezar a construir otras alternativas de manera colectiva, que apunten a esa educación en la cual aprendemos y educamos para nuevas narrativas, nuevos mundos?


38 Cruz: En la cúspide están el capitalismo y el colonialismo. Los Chicago Boys estudiaron en Estados Unidos, y muchas de las clases administrativas que han liderado en Latinoamérica tienen una relación muy estrecha con Europa y con Estados Unidos; es parte de ese legado colonial. Me parece que es muy importante algo que Silvia Rivera Cusicanqui menciona en una entrevista 5 donde se refería a las universidades de Latinoamérica:dondeestasreproducen Ver Silvia Rivera, Revista de la Universidad “Utopía ch’ixi” un modelo eurocéntrico-elitista que con Silvia Rivera Cusicanqui, UNAM, 02 de noviembre conviertenlosdiscursosypensamientos TV de 2018, video, 30:06, https://www.youtube.com/ generados en Latinoamérica por watch?v=pHJkCqe2gAk gente marginalizada en una mercancía y así venderlas al resto del mundo. 5

Tenemos una lucha diaria con todas las instituciones académicas ya que no tienen el control del conocimiento, porque lo que han hecho prácticamente es crear una escasez de conocimiento que los pone en posiciones de poder para crear jerarquías y elitismos. No hay pensamiento crítico liberador. No importa cuántos intelectuales emancipadores decoloniales, anticoloniales o poscoloniales contrates, si la institución ha sido construida a través de la ocupación de la tierra indígena y de la esclavitud. Así se han construido varios institutos y universidades. Si partimos de esa premisa hay que preguntarse ¿qué otras metodologías, menos invasivas, existen para producir conocimiento y no entrar en el extractivismo epistemológico? Hace unos días fui parte de un simposio en Cornell University, donde estaba un artista de Suiza hablando sobre crear una universidad en el Amazonas con la intención de invitar a Lacaton y Vassal, de Francia, en colaboración con la ETH Zürich. Escuchando eso me pregunté ¿cómo se les ocurrió hacer una universidad indígena con europeos? ¡Parece sospechoso eso! No entiendo cuál es la obsesión de la


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gente. Tal vez sea buscar aceptación, o sentirse parte del suprematismo blanco aunque no lo sean, o por proximidad para sentirse superiores. Hay que desmantelar ese aparato, sino estaremos destinados a repetir el ser colonizados mentalmente en el futuro. No hemos aprendido aún a entender que el conocimiento que tenemos en nuestras raíces es bueno, y que se puede aprender, y que hay que protegerlo, y que hay que proveer recursos para que se siga reproduciendo, se siga empoderando. Si ves películas de Hollywood, es una propaganda constante, no te deja descansar. Todo lo que hay alrededor tuyo, desde la música hasta la televisión, da muestra de ese sueño de querer formar parte del imperio, y nosotros no somos inmunes a esa propaganda pero debemos estar alerta sobre lo que consumimos y no dejar de lado las críticas. Reconocer el poder asimétrico maquillado de esa propaganda es un esfuerzo grupal en donde debemos ser menos despectivos y más didácticos sobre esto. Se trata de ser honestos y críticos.

Alejandro: Sobre lo último que mencionas, estas críticas que realiza Cusicanqui a casi que todo el grupo modernidad-colonialidad le sucede, que en su mayoría son hombres. Recuerdo una crítica a Mignolo en la que ponían en evidencia que incluso desde esos círculos hay extractivismo epistemológico. Como que es difícil mantener distancia de esas prácticas en donde un académico no lucre utilizando como base saberes y conocimientos de comunidades indígenas. Se publican libros sin dar crédito sobre la persona que dio las ideas y luego son


40 reconocidos en Estados Unidos o Europa como reivindicadores de la condición latinoamericana e indígena. Por otra parte, revisando Instagram terminé en el perfil de una personas de Suiza que hablaban de descolonización. A lo cual me pregunté ¿qué estarán diciendo sobre eso? Resultó ser un círculo de lectura en donde leían a Fanon y también leían pensadores mexicanos, y entre todo eso había una afirmación que me resultó problemática: “también hay colonialidad en Suiza”. Específicamente colonialidad, lo cual sería distintos a acciones colonizadoras. Intentando investigar a qué apelaban, porque no era claro en la página de ellos, no encontré mucho, y quizá porque tal vez está totalmente invisibilizado ese pasado por alguna suerte de “colonialidad” interna en Suiza. Sin embargo, aquí lo que está en juego es que a pesar de que Suiza no fue una potencia colonial como sí lo fueron Francia, los Países Bajos, Portugal, España, o Inglaterra, esta sí se benefició de las lógicas coloniales, como el tener mano de obra esclava, disfrutar de recursos y materias primas que se


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extrajeron de América, etc. Así que la inquietud podría estar en que, siguiendo las lógicas de asimilación del capitalismo, puede haber una especie de moda sobre este tema, que podría ser una mirada exotizante, tal como “mirá que interesante, estamos leyendo a sudafricanos, estamos leyendo a un indio, estamos leyendo a una boliviana”. O de pronto existe un verdadero sentido intelectual-moral de volver a ver hacia el otro continente (América) y reflexionar sobre esas huellas del pasado-presente. Cruz: Estas tres semanas que han pasado hemos estado haciendo un taller en una escuela de diseño posindustrial en Basel, Suiza. Todos nuestros estudiantes son europeos, algunos suizos, algunos franceses o alemanes, y la discusión era que todas las universidades están en crisis porque los estudiantes están diciendo “no, me estás enseñando estos cánones eurocéntricos” y aún en Europa se están quejando porque no somos el centro del mundo. Lo que me parece muy interesante es que hay un cuestionamiento en Europa, al hablar sobre la huella colonial, ¿cuál es la huella colonial de Suiza? Desde el chocolate suizo, que se lo han robado de algún otro lugar, de África mayormente, toda la economía, esos bancos que se aprovechan de dictaduras y de sistemas opresivos y de guerras. Por otro lado, hay algo que se relaciona a lo que comentas, que también es parte de ese texto de “La descolonización no es una metáfora”. Tienen algo que le llaman settler moves to innocence: gestos a la inocencia de los colonizadores. Es como hacerse el inocente, y dentro de esos gestos hay uno particularmente, la natividad colonial, y es una tendencia que lleva muchos años. Elizabeth Warren lo hizo aquí y mucha gente blanca también, que siempre tienen que buscar una tatarabuela que era nativa para justificar que también son parte de esos pueblos que han sido oprimidos, pero casi siempre es para establecer un tipo de mitología.

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42 Ese tipo de gesto a la inocencia del colonizador tiene una estrategia que los hace sentir menos abrumados sobre su condición de privilegio y de poder. Ellos le llaman “gestos a la inocencia de los colonizadores”, y enumeran seis puntos (nativismo de colonos, fantasías de adopción, equivocación colonial, concientización, marcar en riesgo / marcar con asterisco los pueblos indígenas, y reocupación y colonización urbana). También hacen una crítica a Fanon porque a veces utiliza lenguaje poético para hablar de la descolonización pero la descolonización no es algo metafórico, es algo real. Comienza con la devolución de las tierras y de ahí parte todo. Si no estás devolviendo las tierras (de ahí la discusión cuando preguntaban sobre ocupar) la descolonización no es posible. Todos los países de Latinoamérica son todos países colonizadores, por eso es que todos tienen como lengua principal español o francés o portugués, por eso es que en muchos países en Latinoamérica también muchos pueblos originarios no se identifican con los Estados-Nación. Hay muchísimos pueblos originarios que tienen sus propias banderas, hablan sus propias lenguas, no se trata solamente de Estados Unidos y Canadá cuando hablamos de pueblos colonizadores. Todos nuestros países son de cierta manera colonizadores también. Si en realidad pensamos en descolonización pues entonces no existirían esos países tampoco porque todos han sido parte de ese proceso colonizador. Primero tienes a España o a Portugal, luego tienes virreinatos en los países más grandes como México, Perú o Argentina, países que tenían recursos que eran muy valiosos para España, y que les “faltaba” un tipo de administración cercana a esos recursos. Luego tienes familias y gente que son herencia de ese poder y hoy en día casi puedes establecer conexiones con los líderes contemporáneos y esas familias de dinero


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en muchos países.Así, no es algo nuevo tampoco, es una cosa muy violenta y muy antigua que se mantiene, a veces mucho más obvia y otras veces un poco más diluida, pero sigue siendo canónica a través de esos sistemas de poder y de control de los recursos. Retomando los gestos a la inocencia de los colonizadores uno de ellos es el nativismo colonial, la otra es la fantasía de adopción, la equivocación colonial, la concientización, bajo riesgo y asterisco, y dicen que los pueblos marginales, originarios en este caso, gente negra y en muchos casos las mujeres también, en general, solamente aparecen en los estudios como bajo riesgo o como asterisco. En inglés hace más sentido, es “at risk or as asterisk” y solamente aparecen los pueblos originarios como asterisco porque no es nunca parte del discurso central, es siempre un asterisco o está en riesgo. Están esas dos partes, y la otra es reocupación y prácticamente como asentamientos urbanos en el sentido de que en nuestro deseo de descolonizarnos lo que hacemos es recolonizarnos. Vamos y ocupamos de nuevo lo que ya estaba ocupado, vamos a retomar lo que ha sido tomado pero seguimos perpetuando estos sistemas de riqueza, de control de propiedad privada, etc.

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44 Alejandro: Ver el zine Descolonizar Entre los zine que hemos espacios, Editorial CLEA, 2020, https://issuu.com/cleaeditorial/ publicado hay uno docs/ocupar_issuu (en español) o https://issuu.com/cleaeditorial/ llamado “Descolonizar docs/ocupar__issuu___ portugu_s_ (en portugués). 6 espacios” ,y ahí tratamos la cuestión de la colonialidad. Algunas de las cosas que vos decías las hemos tratado ahí, y ha pasado que cuando escribíamos y escogíamos las palabras, particularmente la palabra “huella” la hemos usado para referirnos a la marca que deja algo, más que el proceso en sí mismo. Aprovechando que hemos conversado todo esto me parece, en mi entendimiento, que todo ello forma parte de eso que ustedes llaman “arquitecturas narrativas”, y es por eso que me gustaría que nos facilitaras una definición o que nos digás cómo entienden ustedes esto llamado “arquitecturas narrativas”? 6

Cruz: Bueno, para nosotros es muy específico, en el sentido de que no es una arquitectura que haga narraciones ni historias, sino que es una arquitectura que, a través de una narrativa, exponga o revele la ideología detrás de la arquitectura, mediante la ironía, o un tipo de cinismo así de antiguo como Diógenes. En el sentido de que, en vez de proponer un edificio para resolver un problema, utilizas todas tus estrategias de representación y de presentación en Arquitectura para construir historias que demuestren cuáles son los problemas ideológicos de la arquitectura. Es como lo que debe existir en la mayoría de los proyectos. Que cuando un desarrollador


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venga y te diga “mira, vamos a construir un aeropuerto en Ciudad de México o en este lago aquí”, en vez de proponer el aeropuerto, haces una historia que diga cuán ridículo es ese proyecto. Y, a la larga, te das cuenta de que es una ridiculez y que no lo hagas y te arrepientas. De ahí, creo que eso tiene mucho poder, que no es solamente decir que no. Es como un acto muy violento en contra de los poderes hegemónicos. Me parece que en muchas ocasiones no tenemos las herramientas, o tenemos las herramientas, pero no sabes cómo utilizarlas como herramienta de lucha, como herramienta de resistencia, como herramienta de oposición a los discursos, a las posiciones hegemónicas, al mercado capital, a lo que se considera normal. Puedes decir “sí soy arquitecto, puedo hacer dibujos y puedo hacer imágenes y puedo visualizar lo que quieres, pero lo que quieres es estúpido y racista y sexista y va en contra de todos los principios que tenemos como sociedad, así que lo que te puedo ofrecer es este proyecto”. Está diciendo que es una mala idea. Ahí va la arquitectura narrativa. Es como un tipo de reacción en contra de esos discursos hegemónicos. Hemos hecho muchos talleres recientemente; hicimos uno en Chihuahua con los estudiantes de ahí, y han hecho una serie de proyectos que exponían, por ejemplo, la violencia machista de los monumentos en la ciudad. Por ejemplo, todos esos monumentos, como los de Zapata y todo esos que asesinaron indígenas y que fueron súper machos, es en ese sentido. Han hecho también muchas imágenes feministas que trataban de subvertir esos discursos sobre los héroes de la revolución, que siempre han erradicado otros tipos de luchas dentro del país. Creo que esta es una opción que tenemos como diseñadores, pero tampoco quiere decir que la hagamos todo el tiempo, porque sino pierde su poder. Esta fue utilizada en el siglo XX pero era a través de discursos, de cierta manera, simplistas y eurocéntricos, en el sentido de que los que tenían el privilegio de poder hacer ese tipo de proyectos eran arquitectos mayormente hombres en Europa. Creo que ahora podemos reposeer esas estrategias, y a través de esos lentes interseccionales y de todos esos discursos de emancipación, de resistencia y de liberación, inyectar otro tipo de ironía y de humor. Apuntar esos cañones a otras miras, a otros puntos. Tratar de desmantelar la disciplina, no solamente a través de la oposición sino a través de ironía y a través de la subversión.

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ARQUITECTURAS NARRATIVAS

Alejandro: Siguiendo con las “arquitecturas narrativas”, pienso que en este momento es necesario profundizar la crisis, no en el sentido de pasarla aún peor, sino de hacer crítica más incisiva para más bien superarla. Y es ahí donde creo necesario considerar la dimensión performática de las narrativas, porque podemos construir narrativas que simplemente nos cuentan algo pero que no nos invitan a hacer algo. Es decir, nos quedamos inmóviles y simplemente las contemplamos. Y creo que esas son las narrativas que no debemos perseguir, al menos desde este lado del mundo. Sino que debemos perseguir esas narrativas que nos invitan al acto performático. Que nos hagan actuar, transformar, poner la narrativa en acción. O incluso, que la narrativa en sí sea la acción misma. Creo que ahí es donde cabe muchísimo construir narrativas no necesariamente desde


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las palabras, sino también desde las imágenes. Algo a lo que nos enfrentamos nosotros cuando intentamos llevar a cabo un proyecto editorial, que en su mayoría es escrito, es que la academia de arquitectura por una parte no forma o no promueve la lectura, y por otra parte tampoco lo hace con la escritura. En otros campos más bien es todo lo contrario. Y la gente vive esa limitación, ya que quieren comunicar algo y las ideas escritas no son la vía, y ahí la imagen se vuelve ese medio. Es un lenguaje de diálogo entre imágenes que tienen esta suerte de irreverencia, ya que están basadas en otras imágenes (de Koolhaas o de Archigram, por ejemplo) y de alguna manera insertan ahí algo nuevo para producir imágenes con narrativas totalmente diferentes.


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Cruz: Sí. Algunas vienen tomando las pinturas del Hudson River School que era particularmente la propaganda del Manifest Destiny (Doctrina del Destino Manifiesto), y eran como la narrativa de la ocupación de los territorios de los nativos en los Estados Unidos. A la misma vez que decían pues hemos llegado nosotros inmigrantes europeos, como una cultura superior a todos estos salvajes y vamos a tomarle la naturaleza. Porque ellos ni siquiera saben cómo utilizar la naturaleza, está ahí toda sin desarrollar y hemos tomado todas esas imágenes y hemos insertado arquitecturas militaristas. En el sentido en que la original era muy militar pero en la narrativa de la historia americana se presentan como una cosa no violenta. Como una representación casi apolítica de la naturaleza y es todo lo contrario, era violenta porque ellos desaparecían a los indígenas en las pinturas. Ellos se encargaban de reconstruir la naturaleza como algo que no había sido, que no tenían ningún tipo de interacción con los humanos que la ocupaban. Y para nosotros ha sido ese gesto de reocupar esos paisajes violentos. Cuando uno los ve estos paisajes tienen una luz muy romántica. Son arquitecturas románticas que hablan de lo sublime, y esa luz muy cristiana es la luz de Dios, y en ese sentido muy perversa. La mayoría de los talleres que hemos hecho en Chihuahua, o acá en Estados Unidos, en Arkansas (también un territorio parte del camino de las lágrimas, Trail of Tears), ha sido a través de invitar a los estudiantes a buscar paisajes románticos del lugar donde están para entender cómo esas imágenes han sido construidas para erradicar los pueblos originarios. Y a través de esas imágenes se ha buscado recomponerlas, y al insertar arquitecturas antiguas, contemporáneas, ficticias, podemos establecer una nueva conversación mediante la representación de los paisajes como un aparato violento. Parte de eso, de esas estrategias coloniales. Eso es un


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ejemplo de cómo utilizarlos, porque al principio el libro que publicamos el año pasado, del “Manifiesto químico de la arquitectura narrativa”, habla de el siglo XX mayormente. Empieza con Le Corbusier y habla de cómo él entendió que la arquitectura no es solamente edificios que a través de la proliferación urbana, sino que a través de herramientas de representación, y a través de las publicaciones construyó una ideología del modernismo y esa ideología no se puede combatir con arquitectura, con edificios. Y todas las personas que vinieron en las próximas generaciones, como el Team X, o los modernistas en las américas que trataron de oponerse a Le Corbusier, terminaron reciclándolo. Es como una repetición ad infinitum. Estamos divisando prácticamente su vehículo para continuar una conversación y no es hasta que llegue una generación de arquitectos que se proponen hacer una burla irónica que finalmente podemos hablar de ideología, y lo que nosotros proponemos es pues sí bien lo hicieron en los 70 pero qué pasa si tenemos esas narrativas ahora a través de los lentes indígenas, o los lentes trans o negras o feministas. ¿Qué tipo de discursos de arquitectura podemos generar? ¿Qué tipo de críticas, de ironías, y de subversiones podemos generar si utilizamos esos discursos y hacemos narrativas a través de esos lentes? De ahí viene ese tipo de estrategia. Aquí son unos ejemplos simples, sobre paisajes que hablan de los pueblos originarios, de la ocupación, de la colonización, en el caso mío viniendo de Puerto Rico. Pero es como una invitación a repensar. ¿Es posible hacer ese tipo de estrategias? ¿Es posible tener discusiones sobre la ideología , sobre esas estructuras egocéntricas, ese legado colonial a través de lo que hacemos como arquitectos? No como accidente, no como que hiciste un edificio y pues sí mira tiene unos arcos que me recuerdan a esto y lo otro, ¡No! Eso ya es extracción. Podemos hacer algo en plano de representación antes de llegar al edificio. Podemos tener una discusión honesta sobre esos procesos y de ahí viene lo que pensamos que la arquitectura narrativa puede hacer como discurso crítico.

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Alejandro: A propósito de todo esto de las palabras y las lenguas, las personas pensadoras decoloniales le dieron nombre a algo que ya se hizo mucho tiempo antes, que son prácticas de resistencia al orden colonial. En ese entonces nadie decía que fueran acciones descoloniales, y pienso que estas arquitecturas narrativas entran en esa lógica, de nombrar algo que ya se hizo hace tiempo pero que nadie le puso un nombre o se le nombró distinto. Esto es otra salida para no practicar la arquitectura en su forma tradicional, lo cual sería el diseño para la construcción de objetos arquitectónicos. Estoy de acuerdo en que a veces no es necesaria la arquitectura para muchas cosas, ya que no siempre se puede solucionar lo político desde la técnica o lo técnico. Pongo de ejemplo una situación: llegamos a una comunidad y vemos una aparente problemática de acumulación de basura, entonces decimos “hagamos un recipiente para echar la basura”, pero el problema no es ese, sino que otras comunidades ven a esta comunidad como un basurero, entonces primero tenemos que trabajar identidades e imaginarios antes de hacer el basurero que sería la solución técnica.


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Abril: Tengo curiosidad sobre algo, y ya lo dijiste antes, pero al momento de diseñar, ¡todo lo que afecta el diseñar! ¿Alguna vez te lo cuestionaste? Porque como ya lo habías mencionado, pienso que a veces lo mejor es dejar de construir. Cruz: Todos los días, y es muy contradictorio, porque si un día alguien me dice, hay un proyecto para hacer una escuela en algún lugar, terminas aceptando; pero a lo largo te preguntas: ¿hace falta otro edificio para esto? Pero quiero diseñar también, es como llevar toda tu vida entrenando para diseñar algo y te das cuenta que no es la mejor solución. Es muy conflictivo en ese sentido. Yo tengo varias teorías, y pienso que los estudios grandes no deberían existir, ya que en un sistema que no sea capitalista no hacen sentido. Los arquitectos que miramos y estudiamos y pensamos que son muy importantes, me parece que con dos edificios que construyen es más que suficiente, pero siguen y es como un tipo de avaricia que no tiene fin. Es como que haces dos y quieres uno más grande, quieres el más alto y así sucesivamente. ¿Se puede hacer algo diferente? ¿Se puede hacer algo donde puedas diseñar un edificio y que sea suficiente? ¿Nos podemos dedicar a otras cosas que no solo sea construir? ¿Se puede pensar la arquitectura donde no sea un negocio de por vida? Pero cuando llegue la ocasión que lo amerite y tenga un significado social, colectivo, de relevancia, entonces hacer algo, mientras tanto buscar otras formas de operar en el mundo, de existir. Es ahí donde me encuentro ahora mismo, en el sentido de si hago uno o dos proyectos en mi vida que puedan contribuir a mejorar el entorno. a la gente, a la ecología, estaría bien y no haría falta más. Entonces mis energías las gasto haciendo otras cosas o discutiendo cómo desmantelar esto. Quizá enseñando o de repente siendo una persona con humanidad, dignidad, tratando a los demás con dignidad y humanidad, es ahí donde me pregunto, ¿podemos ser humanos y a la vez arquitectos?


52 Esto es muy difícil de contestar muchas veces, ya que se puede pensar que cuando te conviertes en un arquitecto te conviertes en una máquina y ves el mundo como potencial de hacer más edificios. No me interesa todo eso y no creo que complete mi vida. No creo que me haga falta algo para sentirme satisfecho, realizado para sentirme más o menos que alguien, sino desde el punto de tratar de contribuir para hacer un mundo mejor. A veces esto podría implicar trabajar con edificios y a veces no, a pesar de eso seguiré siendo un arquitecto. Entonces pienso que esa debe ser la pregunta que nos tenemos que hacer y no creo que mucha gente se la esté haciendo. Esto me pasa mucho con los estudiantes cuando hago este tipo de preguntas y mencionan que quieren trabajar para alguien que hace edificios. Ahí les digo: ¿a eso se reduce la vida? ¿Tienes que dar tu tiempo en intercambio de remuneración-capital para hacer cosas que ni siquiera te llenan de satisfacción como ser humano o que te hagan feliz?

Abril: Y esas cosas no están a nuestro alcance muchas veces ya que el sistema empuja hacia esos lugares, esos proyectos de vida, esas visiones de mundo… Cruz: El 99% de las veces no están a mi alcance. Para mí es aún más complicado. Yo doy clases en universidades donde nunca estudiaría. El año pasado daba clases en Camden donde cuesta aproximadamente $76 000 al año y ahora en verano vamos a dar clases en Columbia University, que es la universidad más cara del país. Esto se lo menciono a mis estudiantes, que yo no podría estudiar aquí. Que no tiene sentido porque enseño lo mismo gratis si estudias en Summit. Entonces va todo desde la educación hasta lo que hacemos que es un tipo de alineación de lo que producimos, de cómo vivimos, estando todo fragmentado y compartimentalizado,


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convirtiéndose en una máquina de proveer servicios al capitalismo y a eso se reduce todo lo que hacemos. No importa si estás o no, igual funciona, y si funciona igual entonces hay un problema. Quiere decir que en realidad eres irrelevante, donde no importa si te mueres o si vives. Entonces pienso que si se puede existir de otra manera como arquitectos, haciendo otras cosas, podemos generar pensamientos y herramientas que nos permitan ver el mundo de otra manera que no sea así. Lo que pregunta Abril es la pregunta más fundamental y me pasa todos los días, donde me pregunto, ¿qué hacemos? ¿por qué lo hacemos? Especialmente como educador, ya que una cosa es lo que hacemos como práctica en forma de diseñadores porque tratamos de ser provocadores. Aunque últimamente se ve todo más institucional, porque con todas las provocaciones nos invitan a insultar a las universidades, a que vaya y los insulte a la cara, entonces quiere decir que no nos está funcionando y tengo que cambiar la estrategia. Sin embargo, como educador pienso que hay una posibilidad de estimular a que gente joven se pueda hacer estas preguntas, no cuando tenga 50 años sino cuando tengan 20 años y que eso cambie vidas, pero que también cambie la forma de hacer y de pensar la arquitectura, porque tienes mucha gente joven que de momento se están cuestionando sobre, ¿qué hacemos? esto no hace sentido. Aquí Black Lives Matter es como el coctel del otro mundo, porque lo que se podía tapar con la mano antes, ahora no se puede. Las relaciones asimétricas de poder, de recursos, ya se destapó. Esa violencia super institucional que es super agresiva, ya es evidente. La gente joven ya no le cree a los profesores, como cuando dicen que “la arquitectura es apolítica, no te preocupes”. Ya nadie se cree ese cuento. Mayormente la gente muy joven ya no les cree. Creo que ahí está la posibilidad de preguntarnos ¿qué hacemos? ¿Cuál sería nuestra contribución en el futuro? ¿Cómo queremos practicar para poder vivir mejor? Esa creo que deben ser las preguntas más fundamentales.

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EQUIPO E

Créditos Los y las autoras han garantizado que los textos y materiales asociados a los mismos son originales y no infringen derechos de autor. Las opiniones expresadas por autores y autoras son de su propia responsabilidad, y no reflejan necesariamente la postura de la Editorial CLEA ni de CLEA en general. Se autoriza la reproducción total o parcial de los contenidos publicados, siempre y cuando se cite la fuente completa de la publicación.

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EDITORIAL Portada

Textos editoriales

Juliana Barreto | Brasil

Alejandro Alcázar | Costa Rica Víctor Massao | Brasil

Colaboración en diseño de portada Alejandro Alcázar | Costa Rica Ana Paola Mejía | Nicaragua

Diseño de contenido Ana Paola Mejía | Nicaragua

Colaboración en diseño de contenido Alejandro Alcázar | Costa Rica

Revisión de textos y transcripciones Abril Aguilar | México Adriana Rojas | Perú Alejandro Alcázar | Costa Rica Ana Paola Mejía | Nicaragua Marcia Milussich | Perú Pietro Chiri Zapata | Perú Richard Albino | Perú

Traducción de textos Juliana Barreto | Brasil







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