México D. F. Otoño de 2010. Año 9 Número 33
El escritor propone una nueva lectura de la historia y el lector la revive
Pedro Ángel Palou Atención a clientes: 01 800 001 5337 / www.clublectores.com
Pedro Án
E
n una tarde calurosa y soleada en la Ciudad de México nos encontramos con Pedro Ángel Palou para compartir con nuestros lectores, maestros y público en general las inquietudes y fuentes de inspiración de un talentoso escritor mexicano que muestra la historia de México de una manera diferente.
El escritor propone una nueva lectura de la historia y el lector la revive por Virginia Krasniansky
Pedro Ángel Palou Pedro Ángel, ¿qué hay de referente histórico, propiamente dicho, en un narrador como tú, que provocas y mueves emociones en tus historias, y en tus libros? -Bueno, hay muchísimo, creo que la mayor parte de mis libros son “ficción documental”; así lo he tratado de definir. El cineasta acepta y es muy claro, cuando está haciendo un documental, hacer ficción documental y eso es un género en sí mismo. En literatura también podemos hablar de una ficción documental. Se trata de una ficción que imagina y que parte de un rastreo histórico, de una investigación histórica. Marguerite Yourcenar, escritora belga -que escribía en francés y fue la primera mujer en ingresar a la Academia Francesa de la Lengua-, dice que la única manera de escribir una novela con base histórica es sumergirse en la documentación y bañarla con las aguas contemporáneas. Así convergen dos discursos: uno del pasado documentado, preciso y otro del presente. Por ejemplo, sabemos que no podemos ser el personaje de la Revolución mexicana, pero podemos leer la Revolución mexicana bañada con las imágenes del presente, en este caso, el año 2010. Eso nos permite, en literatura, saber que la literatura
no es la verdad de las mentiras, como dice Mario Vargas Llosa, sino que al crear una novela; ésta se convierte en una nueva verdad de la verdad. Sabemos mucho más del Siglo de Oro de España por su novelistas que por sus historiadores o que por los documentos muertos de los archivos. Cada vez que volvemos a un, libro éste revive los momentos que relata en su páginas; por ejemplo, El Buscón, de Quevedo. revive en el pícaro la España de esa época y nos permite reconocer su sensibilidad con mucha más profundidad. El héroe está construido por la historia; en cambio, el novelista es un juez de instrucción del alma humana, preocupado por las constantes psicológicas que son el poder, la traición, el amor, la amistad, y eso lo puede hacer con los personajes de una novela. ¿Tú crees que ésta puede ser una manera diferente de aprender y conocer la historia, y así recordar, festejar, y/o conmemorar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución desde una mirada de escritor o novelista? --Pues sí.Todos los mexicanos nos hemos formado con el libro de texto gratuito y según la historia oficial. Durante muchos años la historia fue propiedad del
Estado. Existe en este momento una renovación de la novela histórica. El lector mexicano se ha acercado a la historia porque se han vuelto a contar de manera diferente las mismas historias y en este año la efervescencia es mayor. Puede haber cinco novelas de La Corregidora porque todas son miradas diferentes dependiendo de los autores. Pueden contarse muchas versiones de Sor Juana porque es más humana cada vez; se revive al personaje porque es el lector quien lo revive, no el escritor. El escritor propone una nueva lectura de la historia y el lector la revive. Entonces, es el lector el que pide a los escritores mostrar otra cara de los personajes. En tu obra hay tres personajes emblemáticos: Cuauhtémoc, Zapata y Morelos. ¿Cómo han influido ellos en ti? -Muchísimo, y citando otra vez a Marguerite Yourcenar, hay una especie de magia simpática necesaria si uno va a escribir novela histórica porque hay muchos tipos de novela histórica. Yo los divido en dos grandes tipos. La novela histórica que se ocupa de una época de la historia en donde los personajes centrales no necesariamente son héroes sino seres humanos que viven los acontecimientos históricos; y la de aquellos novelistas como Robert Graves, Marguerite Yourcenar, Gore Vidal, que se preocupan por enfocar esa historia desde la óptica de un personaje muy relevante en ese momento histórico. Por ejemplo, Adriano, en Yourcenar; Jesús, en Robert Graves, etc. Este último tipo de acercamiento a la
novela histórica presenta dos grandes problemas: el primero de carácter estrictamente técnico narrativo. La historia de ese personaje todos la saben; saben que se murió etc., etc. Entonces, ¿cómo generar suspenso si el lector ya sabe la manera en que termina la historia?, ¿cómo hace el autor para crear otra vez una ilusión, para crear una historia de suspenso? Yo, como autor, re-presento nuevamente esos hechos y el personaje creado es querible u odiable para el lector o sea está cerca o lejos de su sentimiento, y no es el hecho histórico el que determina el acercamiento al personaje. El segundo problema es si los personajes escogen al novelista o el novelista escoge a los personajes. El escritor intenta que al lector le pase lo mismo: que el lector encuentre en el personaje la fascinación del narrador. ¿Qué mensaje puedes dar a los maestros y al público en general para promover la lectura? -Yo fui más de ocho años maestro de escuela secundaria, luego de preparatoria y, por último, en la Universidad. Los jóvenes nos muestran y nos demuestran cómo son las cosas. Durante muchos mucho tiempo el maestro creyó que podía inculcar el gusto por la lectura con frases hechas y huecas, como “el que lee es mejor persona”; eso no
Pedro Ángel Palou Morelos morir es nada La vida y muerte de Morelos narrada por una de sus mujeres. Un retrato despiadado y conmovedor, fidedigno espejo de una época turbulenta, cuando apenas se dibujaba el rostro de México. 269 págs. Nº 231083 188 puntos
Pedro Ángel Palou Cuauhtémoc La defensa del quinto sol Novela histórica que recrea el momento de la caída de la Gran Tenochtitlan desde el punto de vista del sirviente del último emperador azteca, Cuauhtémoc. 210 págs. Nº 231098 168 puntos
es cierto, necesariamente. Había una maestra de primaria que decía el que lee será mejor profesionista, y así muchos otros ejemplos... Como demostró el maestro Felipe Garrido, hay dos tipos de lectura: la lectura por placer y la lectura por obligación. En México se ha confundido la lectura por placer y es esa la que hay que promover. El verdadero maestro puede hacer campañas para promover la lectura u organizar una campaña por los derechos de los lectores. La escuela debe tener un espacio para leer, un tiempo para leer. Indicar qué leer no es no hacer nada. Hay que leer cuando hay libros cerca. Los niños juegan futbol porque tienen una pelota cerca. Hay que promover las bibliotecas de aula y las bibliotecas escolares. el libro debe estar cerca del niño. Y hay que enseñar a usar las bibliotecas. También existen muchos formatos de libros que promuevan la lectura. El niño hoy día lee porque la computadora y las nuevas tecnologías permiten leer de una manera diferente. La nueva generación es una generación lectora y que va a escribir; mi generación es una generación que habló. Tenemos que promover todo tipo de lectura, incluso la de los audiolibros, por ejemplo.
Pedro Ángel Palou El dinero del diablo Este libro ha sido galardonado como finalista del Premio iberoamericano de narrativa Planeta- Casamérica 2009. Es una novela trepidante que bucea en la historia oculta del Vaticano. 277 págs. Nº 231113 198 puntos
Pedro Ángel Palou Zapata Esta es la historia de un hombre, no la de un héroe de cartón. Por primera vez se novela íntegra la vida de Emiliano Zapata y se le presenta al lector el complejo caleidoscopio de sus hazañas, sus dudas y sus batallas. Páginas cortadas a machete y otras más con cincel, como talladas en la dura piedra de los montes de Morelos. 233 págs. Nº 231064 218 puntos
Pedro Ángel Palou Pobre patria mía La novela de Porfirio Díaz Con rigor de historiador y genio de gran novelista, Pedro Ángel Palou se adentra en la mente del desterrado patriarca, Porfirio Díaz, y le da una nueva voz en la novela del dictador en el siglo del bicentenario. 185 págs. Nº 231128 178 puntos
Otoño 2010 Legal
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Club de Lectores Revista trimestral Año 9 Núm. 33 Septiembre 2010
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Información y textos Virginia Krasniansky
Director Ignacio Uribe Ferrari
Corrección de estilo Sara Giambruno Miguel Echenique Virginia Krasniansky
Director Administrativo Miguel Echenique
Diseño y formación Pedro Zúñiga Montes
Coordinadora del fondo editorial Virginia Krasniansky
Fotos Pedro Ángel Palou Pedro Zúñiga Montes
Gerente de operaciones Esmeralda Ríos 2
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Editor responsable Nelson Uribe de Barros
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Club de Lectores Nº 33 Editorial
El haikú, diecisiete sílabas para devolverle a la naturaleza su amor E
l maestro Octavio Paz en 1955 aceptó el reto de su amigo japonés, Eikichi Hayashiya, de emprender juntos la traducción de Oku no Hosomichi (La senda de Oku). Este es uno de los cinco diarios de viaje del poeta japonés Matsuo Basho, nacido en 1644 en el poblado de Ueno, cerca de Tokio. Él, hizo del haikú una forma poética; no sólo estaba acercando su prosa al lector de lengua castellana, sino que iba a incidir profundamente en la cultura de Occidente, siendo ese libro la primera traducción de Basho a una lengua occidental.
Y dado que lo pequeño no sólo es único sino esencial, qué mejor que acercar desde temprano a nuestros hijos –como ocurre, desde luego, en Japón– a esta forma de decir la vida que, aunque breve, es por cierto muy exigente en forma y contenido. Al igual que una postal del mar en el atardecer, el haikú es “plano”: no rima, no interpreta, no “piensa”. Da cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. Basho nos ayuda, “es simplemente lo que está sucediendo ante nuestros ojos en este lugar, en este momento”. Tablada propone:
Es primera
la colina sin nombre
entre la niebla
He aquí un haikú. Una estrofa de tres versos, que suman en total 17 sílabas. Cinco-siete-cinco. Como dice la joven economista mexicana, traductora de japonés y poeta del haikú, Cristina Rascón Castro: “cinco siete cinco es el sonido de una mano, pueden cruzar pájaros negros, un mar inmóvil, recuerdos hecho palabra, vocablos, naturaleza, y el poeta que está y no está, que mira y no”. Con su traducción de Oku no Hosomichi, el Nobel de Literatura Octavio Paz quiso seguir la senda de otro gran poeta mexicano, Juan José Tablada, quien a comienzos del siglo XX viajó a Japón para traer en su maleta y en su alma esta forma de vida y de escritura, asimilada a la cultura mexicana. Dice Octavio Paz al presentar a Basho en La senda de Oku, obra reeditada en 2007 por el Fondo de Cultura Económica en una bellísima edición: “La colina, los árboles, el cielo y su rincón de nubes, las rocas. . . . De pronto nos detenemos en una piedra cualquiera de la que no podemos apartar la vista y entonces conversamos, por un instante sin medida, con las cosas que nos rodean. En este libro de Basho no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, las nubes, unas cortesanas, una niña, otros peregrinos. No pasa nada, excepto la vida y la muerte”.
El pequeño mono me mira… ¡Quisiera decirme algo que se le olvida!
Y Octavio Paz lo secunda:
Hecho de aire,
entre pinos y rocas
brota el poema.
“Dibujos verbales”, dice Paz del haikú de Basho. Un instante de vida, los pies de una niña que casi rozan el cielo cuando se hamaca en un columpio; toda la eternidad del mundo en el breve instante en que un colibrí besa la flor. ¡Y qué mejor que un niño o una niña para dar cuenta de ese aleteo vital, inagotable y súbito que nos sorprende a la vuelta de la esquina, sin la necesidad de recurrir a artificios o maquillajes del pensamiento o del lenguaje que truncan la senda del hombre y la poesía. Irene Selser Periodista, editora y escritora. Su más reciente libro es La senda del castaño, La pluma del zanate Ediciones, México 2010. Correo electrónico: iselser@yahoo.com.
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Carlos Monsivais (1938-2010) ¿Qué Vamos a hacer sin ti, Monsi...?* ¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Tú eres el enfrentamiento más lúcido al autoritarismo presidencial, el enfrentamiento más lúcido a las actitudes absurdas cuando no corruptas de las dos cámaras, el enfrentamiento más lúcido a los abusos del poder, la denuncia más ingeniosa y persuasiva de las actitudes y del lenguaje de los políticos, tú nos has hecho brindar contigo y sonreír con tu “Por mi madre bohemios”, que tiene tantos años de vida. Tú eres el enfrentamiento a nuestra clase política y a nuestra clase empresarial, tú confrontas decisiones y declaraciones tramposas e irreales y te indigna que nuestros tiempos sean los de la impunidad. Tu mensaje esencial es el de la pérdida de majestad del poder presidencial, tu mensaje esencial en 1985, durante los dos terremotos, fue enseñarnos que a la hora de la desgracia podíamos organizarnos solos y hacerlo con más nobleza y más eficacia que ninguna instancia en dar como lo hicimos, si corríamos nosotros la suerte de todos, si corríamos a buscar picos y palas a la tlapalería, tu mensaje fue ennoblecernos y hacer que creyéramos en nosotros mismos, porque tú eres la nobleza misma, el compromiso mismo, la defensa de los derechos humanos, la indignación y el llanto en Acteal, la frase que alguna vez exclamaste tú que jamás, jamás decías groserías: “¡Ahora sí que no tienen madre!” ¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? ¿Cómo vamos a entendernos? ¿Cómo vamos a comenzar el día sin tus llamadas telefónicas? ¿Cómo sin tu risa entrañable?A todos nos dabas algo temprano en la madrugada y amanecíamos con tus consejos, tus críticas, tu bárbara e inconmensurable información. Ya a las siete habías leído todos los periódicos pero también, Monsi, habías leído todos los poemas, habías analizado todas las noticias, pero también habías escrito tu “Nuevo catecismo para indios remisos”, ya a las ocho de la mañana tenías una idea muy clara de hacia dónde se encaminaba el gobierno, qué nueva felonía nos esperaba pero sonreías porque habías salvado con un solo telefonazo a un gato o a un perro o a un toro o a un niño o a una mujer o a un muchacho desbalagado en esta vida entre el Metro Portales y el Villa de Cortés. ¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi, cómo vamos a seguir? Nunca entendimos cómo pudiste estar en tres o cuatro lados al mismo tiempo. Tu don de la ubicuidad abarcaba la pintura, la poesía, el
* La Jornada 21/06/2010 (www.jornada.unam.mx).
humor, la crítica, la lucha por la justicia, el amor a los demás. Tu don de ubicuidad y tu capacidad creativa –incomprensible para mí– te hizo recoger lo más bello de México para fundar museos y hacer libros, porque antes que el del El Estanquillo, que todos llamamos MonCarlos Monsivais siváis, hiciste otras colecciones, otros museos, investigaste en otros archivos, recuperaste a Leopoldo Méndez y a todo el Taller de Arte Popular, luchaste con ellos contra el fascismo como luchaste al lado de los moneros, de Gabriel Vargas y “La Familia Burrón”, de Rius, de El Fisgón, de Hernández, de Rocha, de Ahumada, de Naranjo, que ahorita ha de estar mirando incrédulo la pared de enfrente, en su restirador. Si la sociedad que se organiza, si el cine mexicano, si la trivia, el pudor y la liviandad, si los movimientos sociales son tus grandes temas, el Movimiento Estudiantil del 68 es el que nos atañe a todos, es la punta de flecha del cambio que tú buscas, el de la protesta popular y el de la resistencia civil. Luchaste como nadie contra la desinformación, viajaste por todo el país, ibas de Oaxaca a Hermosillo, la frontera para ti, Tijuana, Ciudad Juárez, Laredo, fueron ciudades que te brindaron algunas de tus grandes emociones y tus grandes preocupaciones. Fuiste consulta obligada, fuiste pilar del Proceso de don Julio Scherer García y fuiste un observador muy atento de la la lucha contra el narcotráfico y un defensor absoluto del Estado laico. En cambio, te sorprendió y te alegró que los mexicanos demostraran en el Zócalo su respeto por sí mismos y su posibilidad de nacer de nuevo y ser otros al posar desnudos frente a Spencer Tunick… ¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi? Tus causas serán nuestras causas, tu defensa de las minorías, nuestra defensa, no seremos estatuas de sal, somos, eso sí, tus amores perdidos, pero tú siempre serás el gran amor que enaltece y que todos buscamos en la vida. Elena Poniatowska