Club de Lectores 11 - Primavera 2005

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Mariano Azuela (1873-1952)

Escribió su primera novela, María Luisa, publicada en 1907, siendo aún estudiante. Siguieron Los fracasados (1908) y Mala yerba (1909), de ambiente campesino. Esta última se continuaría en otra novela, Esa sangre, publicada póstumamente en 1956. En su prólogo a Mala yerba, José María González de Mendoza dice de Mariano Azuela: Pasada la cincuentena le sorprendió la notoriedad. Nunca la buscó, pues se limitaba a hacer cortísimas ediciones de sus novelas, cuyos ejemplares regalaba a sus amigos. Justamente apreciadas por quienes las conocían, tan pronto como llegaron hasta el público obtuvieron general aplauso. Una polémica literaria en la prensa de México, a principios de 1925, movió la atención hacia Los de abajo, que Azuela había publicado en 1916 como folletín de un periódico fundado por compatriotas en El Paso, Texas, y reimpreso en 1920, en esta capital. Dos nuevas ediciones mexicanas y tres en España, amén de las publicaciones fraudulentas hechas en diversos países de habla española, consagraron la reputación del escritor, cuya obra ha sido editada en inglés –en los Estados Unidos y en Inglaterra–, francés, alemán, portugués y checo; se ha publicado además, en diarios y revistas, en ruso, japonés y servio. Azuela es hoy el más conocido, urbi et orbi, de los novelistas mexicanos. Tiene ya numerosos epígonos, y no es aventurado afirmar que el éxito de su libro estimuló la producción de relatos inspirados en la Revolución Mexicana.1

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Al triunfar Madero, fue nombrado jefe político de Lagos de Moreno, cargo al que renunció cuando todavía era presidente provisional León de la Barra. Desilusionado de la nueva política, publicó Andrés Pérez, maderista (1911). A la muerte de Madero, y perseguido por sus enemigos, se incorporó a las fuerzas villistas de Julián Medina. A raíz de sus experiencias militares, escribió Los de abajo (1915), novela del primer momento de la revolución. En ella predominan el caos, la cólera y el afán de venganza. Citamos nuevamente a González de Mendoza. En su artículo Mariano Azuela y lo mexicano, el analista describe el surgimiento de la novela de la revolución. El hecho capital de su vida fue su incorporación al movimiento que transformaría la estructura política, social y económica de nuestro país. Ya había mostrado los males consecutivos a la dependencia económica de la mujer, en María Luisa y en Sin amor; en Los fracasados, como la ruindad de ciertas vidas apaga en torno suyo toda llama de ideal Mala yerba era la pintura de la hacienda y del peón, opresora aquélla, sin esperanzas éste. Pero con Andrés Pérez, maderista inició sus cuadros y escenas de la Revolución Mexicana. Aspiraba el novelista a describir, mediante personajes representativos, aspectos de la transformación que ante sus ojos se iba efectuando. Pronto lo arrebataría el huracán. Vivió la dura vida de los campamentos, vio a los guerrilleros, vio a los advenedizos y a los parásitos que, pescadores en río revuelto, tendieron las redes y echaron los anzuelos. Y el vendaval le arrojó al exilio. En El Paso escribió y publicó el sexto libro, su primera obra maestra: Los de abajo, fruto de su talento de escritor ya maduro y de su amarga experiencia de hombre de buena fe herido por la

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Mariano Azuela áspera realidad. La novela de acción revolucionaria nació así en nuestras letras.1

Arturo Azuela, novelista, periodista, catedrático, autor comprometido con la historia y con su tiempo, recibió en su hogar a Club de Lectores, y nos brindó una amable conversación acerca de su trayectoria, sus proyectos, y los libros.

En 1917, Mariano Azuela se estableció en la Ciudad de México, siguió ejerciendo como médico y continuó su trabajo literario con más disciplina. Entre sus novelas destacan: La malhora (1923), El desquite (1925) y La luciérnaga (1932). Quizás la última, estilísticamente, sea la más radical, pues fue escrita con gran esmero y es un estudio psicológico agudo de los personajes. Otras obras suyas son: Los caciques (1917), Las tribulaciones de una familia decente, Las moscas, y Domitilo quiere ser diputado (1918), San Gabriel de Valdivia (1938), Nueva Burguesía (1941), La mujer domada (1946), el volumen de crítica Cien años de novela mexicana (1947), Sendas perdidas (1949) y La maldición (1955). Estas dos últimas constituyen su comentario final acerca de la Revolución. Se le otorgó el Premio Nacional de Literatura (1942) y el Premio Nacional de Artes y Ciencias (1949). Fue miembro fundador de El Colegio Nacional (1943). Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores.

México D.F. Primavera de 2005. Año 3 Número 11

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1º de enero de 1873; murió en la Ciudad de México el 1º de marzo de 1952. Fue uno de los creadores de la novela de la Revolución Mexicana e incursionó en el cuento, el ensayo crítico, la biografía y el teatro. En 1899 se tituló en medicina en Guadalajara.

ARTURO AZUELA CUARENTA AÑOS DE PERIODISMO Nuevo número de atención a clientes: 01 800 001 LEER www.clublectores.com

SURGIMIENTO DE SU VOCACIÓN LITERARIA Afortunadamente, nací entre libros, vivo entre libros y me voy a morir entre libros. Toda la parte de arriba, todo lo que usted ve aquí, los armarios de esta casa, pues es una biblioteca que me ha costado mucho trabajo formar. Pero yo nací en Santa María la Ribera. Estoy orgulloso de haber nacido en la calle del Álamo, que hoy se llama Mariano Azuela. Y en la casa donde nací, como era muy grande, había tres viviendas; en una de ellas estaba mi abuelo, Mariano Azuela; en otra estábamos nosotros, que éramos 8. Vivíamos en la casa del centro; en otra, que era la casa del fondo, estaban mi tío y sus hijos. Y mi padre era un magnífico lector. De modo que había tres bibliotecas: la biblioteca de mi abuelo, la de mi padre y la de mi tío. Pero muy especialmente la biblioteca de mi padre. Desde muy niño, hizo que los libros fueran mis compañeros de toda la vida. Sin embargo, quiero decirle que yo no me orienté primero hacia la literatura. Fui un lector muy desordenado. Mi aspiración era ser violinista. Ahí tengo mi violín; toco de vez en cuando, pero ya no con el mismo entusiasmo de aquellos años. LOS LIBROS EN SU VIDA Mark Twain, Salgari, Julio Verne y un libro muy bonito, cursilón, que nos gustaba mucho en ese tiempo: Corazón, Diario de un niño. ¡La literatura infantil de la época! Pero a mí me llamaban mucho la atención las biografías de músicos. Leí muchas biografías de músicos: de Mozart, de Händel, de Bach, la biografía de


ARTURO AZUELA

La lectura empieza en el hogar, entre la infancia y la adolescencia

Edición exclusiva de Club de Lectores

Colecciones

Colección Jorge Ibargüengoitia

Jorge Ibargüengoitia El escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia es considerado internacionalmente como el maestro de la ironía en la literatura latinoamericana. México y la vida cotidiana están retratados en su obra con impecable maestría. Las vetas del humor negro y la aguda mordacidad hacen que su lectura sea grata y gozosa, y que el lector se convierta en su cómplice.

CUARENTA AÑOS DE PERIODISMO PERIODISMO Por Susana Garduño

LA CASA DE LAS MIL VÍRGENES Azuela nos hace partícipes del mundo urbano de Santa María la Ribera, uno de los barrios más tradicionales de Ciudad de México. Un grupo de hombres y mujeres se refugian en una casa abandonada y comparten problemas, angustias, sueños y esperanzas. 304 págs.

Nº 226007 130 puntos

ALAMEDA DE SANTA MARÍA Con esta obra, Arturo Azuela cierra su tetralogía dedicada al barrio de Santa María la Ribera de la Ciudad de México. En ella se enlazan tres mundos alrededor del gran Kiosko Morisco que preside los acontecimientos, en los que una mujer amante del esoterismo y un viejo cargado de espectros deambulan por el barrio. 200 págs.

N° 226017 95 puntos

Paganini, El arco mágico, la de Beethoven, que me impresionó mucho. Viví en tres ambientes: el de mi casa, que era el de una familia que se iba “adecentando”,“aburguesando”; el ambiente del barrio, un barrio fuerte, porque, afortunadamente, fui educado en escuelas oficiales, y un tercero, el ambiente de los Altos de Jalisco, porque nos llevaban de vacaciones largos meses del año a Lagos de Moreno. Entonces, mi oído, sin darse cuenta, fue registrando esos tres lenguajes, más el lenguaje de los libros y el lenguaje musical. Desde entonces fui un lector desordenado, desaforado. Cuando me di cuenta de que no podía ser violinista, me propuse –¡hágame usted el favor!– ser ingeniero. Y ya estaba yo muy entusiasmado con cursos de matemáticas. Que fueron mi salvación las matemáticas: un mundo de enseñanza e investigación, viajes, ¡en fin! Y aunque di con las matemáticas, siempre fui un lector. Además de las matemáticas, tomé la carrera de historia y me dediqué a la historia de la ciencia. Tengo textos publicados sobre historia de la ciencia. Pero ya le digo, los libros me han acompañado toda la vida; han sido para mí fundamentales, no solamente como un goce o como un conocimiento del idioma, como un juego, sino un conocimiento de la historia y de uno mismo. Porque yo voy desde la historia hasta el psicoanálisis, de los laberintos del lenguaje hasta cuestiones sociológicas. No hay día que yo no tenga en mis lecturas, desde El Quijote hasta las ciencias de la probabilidad cuántica. ARTURO AZUELA, PERIODISTA Voy a festejar en el año 2005 mis cuarenta años de periodismo. En 1965 me acerqué por primera vez al

periodismo para hacer divulgación de la ciencia. Pero en el ambiente del periodismo me encontré con muy buenos escritores, o a quienes iban a ser muy buenos escritores. Primero traté directamente a Edmundo Valadés, que era el jefe editorial de Novedades, cuando escribí por primera vez artículos de divulgación científica. Entonces comencé a ordenar mis lecturas: la novela de la revolución, el realismo mágico, lo real maravilloso, que la antinovela... Ya en esa etapa empecé a orientar mis lecturas literarias. Como dije antes, viví, afortunadamente, rodeado de libros, por mis familiares; pero también del barrio bajo, del barrio duro y del lenguaje de los Altos de Jalisco. Todos estos lenguajes se recopilan en mi primera novela, que publiqué en el 74, hace ya más de 30 años, que ofrece ya un menú a los lectores de lo que voy a ser como escritor. ¿Por qué se considera afortunado de haber sido educado en escuelas públicas? Eran las mejores escuelas en mi época. Uno tenía la oportunidad de convivir con personas de las más diferentes clases sociales, al menos en mi tiempo. Estaba el hijo de la tortillera, del carpintero, de algunos doctores, de abogados, de toreros... Convivíamos niños de muy diferentes orígenes, tanto provincianos como de la ciudad. Esa es una gran educación, una gran formación, ¡que no se olvida nunca!, que la trae uno arraigada en el alma, en la circulación. Cuando le referimos el comentario escuchado por Club de Lectores de que la época en que dirigió la Facultad de Filosofía y Letras, según ex alumnos que la vivieron, fue un periodo dorado de gran ambiente académico, respondió con una sonrisa sorprendida. ¡Ah! ¡Yo no lo sabía! Pero eso era lo que yo buscaba, que se respirara un ambiente académico y al mismo tiempo universitario, que significa tolerancia, aceptar la discrepancia, el diálogo, el respeto a las elecciones. Por eso me costó tantos problemas, porque a las autoridades centrales no les gustaba la manera como yo dirigía. Soy un espíritu democrático y me tocó una época muy difícil, muy vertical. Pero estoy muy contento con lo que hice. Estoy muy orgulloso de haber sido funcionario. Pero soy muy mal político, porque me llevo los problemas a la almohada. Y sufro, y no puedo estar comiendo sapos y culebras. Pero siempre, en todos los trabajos que tuve: La Casa del Lago, la dirección de la

LA LEY DE HERODES N° 102005 139 puntos OFERTA 90 puntos DOS CRÍMENES N° 102001 149 puntos OFERTA 90 puntos ESTAS RUINAS QUE VES N° 102006 139 puntos OFERTA 90 puntos INSTRUCCIONES PARA VIVIR EN MÉXICO N° 102007 149 puntos OFERTA 90 puntos PIEZAS Y CUENTOS PARA NIÑOS N°102014 139 puntos OFERTA 90 puntos

MISTERIOS DE LA VIDA DIARIA N° 102009 119 puntos OFERTA 90 puntos VIAJES EN LA AMÉRICA IGNOTA N° 102010 139 puntos OFERTA 90 puntos LOS RELÁMPAGOS DE AGOSTO N° 102002 139 puntos OFERTA 90 puntos IDEAS EN VENTA N° 102011 119 puntos OFERTA 90 puntos ¿OLVIDA USTED SU EQUIPAJE? N° 102013 139 puntos OFERTA 90 puntos

MATEN AL LEÓN N° 102012 139 puntos OFERTA 90 puntos SÁLVESE QUIEN PUEDA N° 102008 139 puntos OFERTA 90 puntos LAS MUERTAS N° 102004 139 puntos OFERTA 90 puntos LOS PASOS DE LÓPEZ N° 102003 149 puntos OFERTA 90 puntos

La colección Jorge Ibargüengoitia es un patrimonio cultural único para usted y su familia. Reúne las siguientes características: • Catorce tomos decorados con pinturas creadas con la técnica de la acuarela que destacan la elegancia de la edición. • Una sobrecubierta protectora con elegante acabado mate. • Encuadernado de lujo con pasta dura, acabada también con delicado mate, que reproduce el diseño de la sobrecubierta. • Doble sistema de encuadernación: pegado y cosido, que hará perdurar sus libros como un legado familiar. Esta edición única, además de su impecable elegancia y alta calidad editorial, ha sido diseñada para convertirse en un tesoro literario que permanezca en su familia por largo tiempo.


Revista de la Universidad, el Sistema de Universidad Abierta, en Bellas Artes, en Literatura, la Facultad de Filosofía y Letras –que fue para mí una cumbre–, en todos ellos traté de ser un buen funcionario. Siempre de puertas abiertas. Traté de ofrecerles lo mejor a los jóvenes. Luego está la otra cara de la moneda, los políticos profesionales, que lo acosan a uno, que lo calumnian. ¡Es muy duro! Pero yo no lo lamento. Ya viví esa etapa; ahora está muy lejos de mí. Está cerrada. Ahora estoy dedicado plenamente a mis lecturas, mis libros, mis cosas. La literatura me ha salvado, no solamente de la política, sino también de mis malestares físicos. Ahorita ya estoy del otro lado. Hace poco hice una lista de semblanzas de profesores y de universitarios destacados, que pienso publicar próximamente. ¿DIFERENCIAS ENTRE LOS JÓVENES DE ENTONCES Y LOS DE AHORA? Los jóvenes de ahora tienen más libertad, menos prejuicios. Pero, al mismo tiempo, siento que rompen un poco el ritmo. Me refiero no sólo a los jóvenes mexicanos. Ahora que estoy enseñando en España veo que los jóvenes –¡qué barbaridad!–, a los 20 ó 21 años ya lo saben todo, ya lo han vivido todo, no sé hasta qué punto eso significa romper el ritmo de la naturaleza. ¿O así debe ser? Tengo un poco la duda. No sé; soy muy relativista. En aquellos años los jóvenes no rompían tantos tabúes. Además, estábamos apenas en los prolegómenos para llegar a este proceso democrático. También era muy difícil para ellos, y muchos de aquellos jóvenes han fortalecido la vida democrática del país. SU NOVELA ALAMEDA DE SANTA MARÍA Tengo novelas clásicas y otras que son totalmente de vanguardia. Soy un espíritu clásico. Y Alameda de Santa María es totalmente clásica. Además de ser una síntesis histórica de los casi 150 años del barrio, contiene un personaje que es tres en uno, una trinidad. Él y sus dos espectros van recorriendo el barrio y a través de él se hace la semblanza histórica. También aparece una mujer cuarentona que está muy metida en el mundo del

esoterismo y representa más lo que está aconteciendo ahora en Santa María. En ella me preocupé mucho por la estructura. Contiene tres momentos: el amanecer, el mediodía, el atardecer, y luego un epílogo, donde, fíjese que le di al clavo. Está publicado antes de que sucediera, pero en ese epílogo yo profetizo que el quiosco de Santa María iba a ser renovado. Recuerdo que paseé por ahí cuando estaban haciendo la renovación y pensé, “pero, ¿qué está pasando aquí? ¡Esto lo escribí yo!” Y fui invitado a la reinauguración del quiosco. Es una de las grandes satisfacciones que he tenido. OTRAS NOVELAS Tengo otras novelas de vanguardia con elementos muy novedosos. Para citarle tres: El matemático es una novela en la cual el lenguaje matemático es muy importante, que ha tenido mucha aceptación en las escuelas científicas, tecnológicas, de ingenieros. El Politécnico publica una edición preciosa. Está dirigida a esos jóvenes. Otra, con la que me he hecho amigo de la gente del conservatorio, es Estuche para dos violines, con tema musical, pero es de avanzada, de vanguardia. Y Extravíos y maravillas, donde también se juega mucho con elementos históricos, y contiene un planteamiento muy novedoso, o varios, sobre los navegantes portugueses, el descubrimiento de América y la invasión de este continente. Ahorita estoy escribiendo la historia de una mujer; espero que ahora sí me salga un personaje femenino, porque me salen muy bien las viejitas; pero un personaje femenino... Incluso he recibido reclamos de amigas que me dicen que por qué no hago personajes femeninos, que nada más viejitas, que no sé qué. Historia de un pasaporte es la historia de una periodista; espero que esta vez me salga bien.

CONSEJOS PARA LOS FORMADORES Estoy convencido de que todo empieza en el hogar. Hay que hablar con los padres, los tíos, los hermanos mayores. El lector se hace fundamentalmente entre la infancia y la adolescencia. Hay casos extraordinarios y rarísimos de personas que ya adultas empiezan a leer; pero la lectura empieza en el hogar, entre la infancia y la adolescencia. Por eso es importante que se fomente la lectura en el hogar. ¡Cuando menos una lectura infantil, ahora que se están produciendo tantos buenos libros de literatura infantil! En las escuelas tiene que haber pláticas con las asociaciones de padres de familia para que estimulen la lectura en el hogar, y simultáneamente se fomente la lectura en la escuela. Y también hacer lectura en voz alta. Es importantísima la lectura en voz alta. Mucha gente no sabe leer, no sabe detenerse, lo que es la puntuación, ¡el ritmo de la lectura! Es fundamental la lectura de buenos poemas para niños, prosa y fábulas. Una de mis prioridades es hacer que los jóvenes lean, pero no puede ser con una vara. LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS Y LA LECTURA En realidad, actualmente se está leyendo más que nunca, frente a la pantalla de la computadora, en el correo electrónico, la internet; pero la lectura de libros es un placer infinito; los libros dan una intimidad con la lectura que no da la imagen, ni tampoco otros medios. Por cierto, las mujeres leen más que los hombres. Tengo más lectoras que lectores... ¡Por eso tengo más enemigas! (Ríe con nosotros). Eso es por lo que debo tratar mejor un personaje femenino; a ver si ahora, en Historia de un pasaporte, me sale mejor. A ver si ya puedo ir entendiendo los intersticios del alma femenina.

Las mujeres leen más que los hombres


LEGAL

El Club de Lectores constituye un sistema para la consecución de fines culturales donde se anima a descubrir y compartir el gusto por la lectura, facilitando la adquisición de buenos libros con la intención de formar e incrementar el acervo de las bibliotecas familiares. El Club de Lectores trata de acercarse, particularmente, a personas o comunidades que en razón de su situación social, física o cultural no pueden acudir a otras instancias.

Programa Nacional Hacia un País de Lectores La consolidación de nuestra democracia, a través del ejercicio cabal de la ciudadanía, exige la formación de ciudadanos en el sentido completo de la palabra: personas capaces no sólo de elegir a sus gobernantes sino de participar en la toma de decisiones que afectan a la vida colectiva. Para la formación integral del ciudadano, para su capacidad de decisión, para el desarrollo cultural del individuo y el de los grupos sociales, la lectura es una condición indispensable: una lectura libre, autónoma, ejercida como forma de vida, como afición placentera y satisfacción personal, como manera de encuentro con los otros […] […] Este Programa es el conjunto de esfuerzos que el gobierno de la República propone a la sociedad para incorporar la lectura en la vida de todos los mexicanos: en el hogar, la escuela, la universidad, los espacios culturales, los lugares públicos, y los centros de distribución y acceso a los libros y a otros materiales de lectura. Considera, asimismo, la unión y la colaboración de todos los actores y esferas de la sociedad como condición básica para lograr su objetivo: autores, editores, impresores, libreros, bibliotecarios, promotores voluntarios, maestros, padres de familia, organizaciones sociales y privadas, medios de comunicación y ciudadanos en general. También el firme compromiso y la colaboración de los órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal. De ahí que, como política de Estado, habremos todos de garantizar un esfuerzo colectivo sin precedentes para desarrollar nuestras capacidades y consolidar nuestro proyecto democrático; esto es, hacer de México un país de lectores. Fuente: Programa Nacional Hacia un País de Lectores, Presidencia de la República. 2

Primavera 2005

Bienvenido al Club de Lectores En Club de Lectores trabajamos para procurarle una gran variedad de libros cuyas características —así como nuestras promociones— se dan a conocer en nuestra revista trimestral y en nuestra página web www.clublectores.com Una vez que seleccione los libros de su agrado comuníquese al 01 800 001 5337 o ingrese a www.clublectores.com y utilice sus puntos para adquirirlos y recibirlos en el siguiente envío mensual. Al solicitar el canje, le sugerimos confirmar la equivalencia en puntos y la existencia de los libros elegidos, ya que éstas pueden variar sin previo aviso debido a cambios de políticas en las distintas editoriales que proveen a Club de Lectores. Asimismo, la presentación de los libros que usted reciba puede ser diferente de la que se muestra en esta revista, debido al frecuente lanzamiento de nuevas ediciones. Todo lo ofrecido en esta revista será válido únicamente del 1º de marzo de 2005 al 31 de a mayo de 2005. Para cualquier aclaración, o para realizar su canje de puntos, también puede recurrir a la sección "Use sus puntos" en www.clublectores.com Agradecemos su confianza y esperamos que disfrute de las excepcionales facilidades que Club de Lectores ofrece para hacer de la lectura una actividad de deleite familiar.

Club de Lectores Revista trimestral Año 3 Núm. 11 Marzo 2005 Director Ignacio Uribe Ferrari Información y textos Susana Garduño Soto Coordinación del fondo editorial Virginia Krasniansky Corrección de estilo Virginia Krasniansky Manuel Munguía

Diseño, formación y fotografía digital Pedro Zúñiga Montes Fotos Arturo Azuela: Laura Alejandra Alcaraz Editor responsable Nelson Uribe de Barros El contenido de las colaboraciones es responsabilidad exclusiva de sus autores.

©Club de Lectores es una publicación trimestral editada por Edilar S.A. de C.V. con domicilio en Blvd. Manuel Ávila Camacho 1994, Desp. 403, Torre Ejecutiva Satélite, Tlalnepantla, Edo. de México, C.P. 54055. Teléfonos (01) 55 53 61 96 11, larga distancia sin costo 01 800 001 5337. Fax (01) 55 53 62 08 51. Correo Electrónico: club@clublectores.com, dirección en Internet: www.clublectores.com. Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2002-090919153500-102. Número de Certificado de Licitud de Título: 12203. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8858. RFC: EDI000424HP8. Editor Responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Edilar, S.A. de C.V. Impresión: Pressur Corporation S.A. Zona Franca Colonia Suiza, Ruta 53, Km. 120.500, Nueva Helvecia - Departamento Colonia. Uruguay Teléfonos: 00 598 55 476 70 / 71 • informes@pressur.com


EDITORIAL

Lectura clandestina Los espacios domésticos más recordados de mi infancia se reducen a la palabra escondite: cavernosos roperos donde mis abuelas guardaban vestidos pasados de moda entre los que soportaba hasta el límite las emanaciones de la naftalina; sótanos que debajo de las camas de la familia se perpetuaban llenos de basura que habiendo perdido su identidad me atrapaba en el empeño por averiguar sus orígenes; mi cama, donde podía prolongar el sueño en plena vigilia, más, si me cubría hasta la cabeza, simulando una oquedad que se me figuraba redonda, oscura y caliente como un útero. Recuerdo esos espacios domésticos porque acunaron mi incipiente incursión en el mundo de los malos pensamientos. Les debo el bagaje de ficciones creadas al margen de lo hablado y por ello de lo permitido, que hoy me acompañan; el placer imaginado y el nutrimento de mis textos. Pero había también un momento en el que aquellos pensamientos, cada vez más amarrados a mi carne, florecían. Era el tiempo de la siesta. Hablo de las siestas veraniegas de las ciudades de provincia en las que la vida aún se suspende para hibernar en el calor, de aquel tiempo propicio para el ensimismamiento. Recuerdo el silencio, los ronquidos que me daban la pauta de que los otros dormían, y el canto de las cigarras que me tentaban a abandonar las buenas costumbres para hundirme en un mar de placer. En aquellos espacios y aquel tiempo refundaba diariamente mis anhelos más íntimos. En aquellos espacios y aquel tiempo tuve mi primera lectura clandestina. Mi madre, aficionada a los periódicos, nos proveía de narraciones clásicas, revistas culturales, enciclopedias y colecciones acompañadas por objetos extraordinarios, como un librero en forma de casita. Mi padre acumulaba sobre su mesa de luz narraciones policiacas que acostumbraba devorar mientras descansaba (hambre heredada que aún suelo calmar). También compraba cada

semana el Intervalo, el Tony y el Dartagnan, revistas de historietas en sepia por las cuales los hermanos podíamos librar batallas campales. Si leer era en mi casa solariega una práctica vista con muy buenos ojos y hasta aplaudida, ¿en qué hendidura podía realizarse la trasgresión? Tal vez –pienso ahora– en la lectura de libros que no llegaban a nuestras manos a través de los proveedores familiares, sino por atajos insospechados, condición que los volvía objetos prohibidos. Era un cuarto penumbroso y fresco que sitúo en una de aquellas siestas memorables de un día hábil, ya que mis padres no aparecen en la escena; era su dormitorio, de eso estoy segura porque exploro uno de los cajones superiores del tocador donde mi madre solía guardar llaves, fotografías y medicamentos. No sé qué busco, pero cubierta por objetos diversos descubro una imagen desdibujada por la media luz: pinceladas poco definidas de un verde oscuro con una mancha blanca en medio, alrededor de la cual se erigen unos hombres con sombreros. Si esa fue la imagen –que ahora entreveo impresionista, casi abstracta, supongo que la mancha blanca cubría un cadáver y los hombres ensombrerados eran detectives o delincuentes. Esa novela policiaca que mi padre por alguna razón insospechada pretendía esconder me cautivó por las ofrendas de su portada; entonces hice lo que nunca había hecho: me aseguré que no hubiera “moros en la costa”, agarré el libro, encendí una lámpara, me eché sobre la cama (el

lugar más cercano al cajón que no despertaba sospechas) y comencé a leer. Durante varios días viví una vida clandestina y turbadora: tenía que encontrar el momento propicio para retirar el libro del cajón, esconderlo vertiginosamente entre las sábanas o debajo de la almohada cuando alguien entraba al cuarto, colocarlo exactamente como lo había encontrado y callar. Y tuve además que aprender a vivir atrapada entre la compulsión por continuar la lectura y la certeza de que abandonarla era mi única salvación. A aquella experiencia temprana le debo mucho de lo que para mí significa un libro como objeto material: a la idea de objeto permitido y accesible tuve que incorporar la de objeto prohibido; y obtenerlo pese al riesgo de un castigo severo representó para aquella púber que fui un ritual secreto de iniciación. A esa historia anónima le debo los primeros desnudos femeninos y las primeras relaciones carnales que construí en la ficción, y la sospecha de que entre el sexo y la muerte había algún vínculo. Leer un libro prohibido que mi padre leía me permitió conocer sus rincones más oscuros, su fuente de placer, su condición de hombre; pero me permitió ir más lejos aún: descubrir también mis rincones más oscuros, mi fuente de placer y mi condición de mujer. Desde entonces, ¿cómo no seguir leyendo? Zoraida Vásquez Beveraggi

Club de Lectores Nº 11

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Mariano Azuela (1873-1952)

Escribió su primera novela, María Luisa, publicada en 1907, siendo aún estudiante. Siguieron Los fracasados (1908) y Mala yerba (1909), de ambiente campesino. Esta última se continuaría en otra novela, Esa sangre, publicada póstumamente en 1956. En su prólogo a Mala yerba, José María González de Mendoza dice de Mariano Azuela: Pasada la cincuentena le sorprendió la notoriedad. Nunca la buscó, pues se limitaba a hacer cortísimas ediciones de sus novelas, cuyos ejemplares regalaba a sus amigos. Justamente apreciadas por quienes las conocían, tan pronto como llegaron hasta el público obtuvieron general aplauso. Una polémica literaria en la prensa de México, a principios de 1925, movió la atención hacia Los de abajo, que Azuela había publicado en 1916 como folletín de un periódico fundado por compatriotas en El Paso, Texas, y reimpreso en 1920, en esta capital. Dos nuevas ediciones mexicanas y tres en España, amén de las publicaciones fraudulentas hechas en diversos países de habla española, consagraron la reputación del escritor, cuya obra ha sido editada en inglés –en los Estados Unidos y en Inglaterra–, francés, alemán, portugués y checo; se ha publicado además, en diarios y revistas, en ruso, japonés y servio. Azuela es hoy el más conocido, urbi et orbi, de los novelistas mexicanos. Tiene ya numerosos epígonos, y no es aventurado afirmar que el éxito de su libro estimuló la producción de relatos inspirados en la Revolución Mexicana.1

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Al triunfar Madero, fue nombrado jefe político de Lagos de Moreno, cargo al que renunció cuando todavía era presidente provisional León de la Barra. Desilusionado de la nueva política, publicó Andrés Pérez, maderista (1911). A la muerte de Madero, y perseguido por sus enemigos, se incorporó a las fuerzas villistas de Julián Medina. A raíz de sus experiencias militares, escribió Los de abajo (1915), novela del primer momento de la revolución. En ella predominan el caos, la cólera y el afán de venganza. Citamos nuevamente a González de Mendoza. En su artículo Mariano Azuela y lo mexicano, el analista describe el surgimiento de la novela de la revolución. El hecho capital de su vida fue su incorporación al movimiento que transformaría la estructura política, social y económica de nuestro país. Ya había mostrado los males consecutivos a la dependencia económica de la mujer, en María Luisa y en Sin amor; en Los fracasados, como la ruindad de ciertas vidas apaga en torno suyo toda llama de ideal Mala yerba era la pintura de la hacienda y del peón, opresora aquélla, sin esperanzas éste. Pero con Andrés Pérez, maderista inició sus cuadros y escenas de la Revolución Mexicana. Aspiraba el novelista a describir, mediante personajes representativos, aspectos de la transformación que ante sus ojos se iba efectuando. Pronto lo arrebataría el huracán. Vivió la dura vida de los campamentos, vio a los guerrilleros, vio a los advenedizos y a los parásitos que, pescadores en río revuelto, tendieron las redes y echaron los anzuelos. Y el vendaval le arrojó al exilio. En El Paso escribió y publicó el sexto libro, su primera obra maestra: Los de abajo, fruto de su talento de escritor ya maduro y de su amarga experiencia de hombre de buena fe herido por la

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Mariano Azuela áspera realidad. La novela de acción revolucionaria nació así en nuestras letras.1

Arturo Azuela, novelista, periodista, catedrático, autor comprometido con la historia y con su tiempo, recibió en su hogar a Club de Lectores, y nos brindó una amable conversación acerca de su trayectoria, sus proyectos, y los libros.

En 1917, Mariano Azuela se estableció en la Ciudad de México, siguió ejerciendo como médico y continuó su trabajo literario con más disciplina. Entre sus novelas destacan: La malhora (1923), El desquite (1925) y La luciérnaga (1932). Quizás la última, estilísticamente, sea la más radical, pues fue escrita con gran esmero y es un estudio psicológico agudo de los personajes. Otras obras suyas son: Los caciques (1917), Las tribulaciones de una familia decente, Las moscas, y Domitilo quiere ser diputado (1918), San Gabriel de Valdivia (1938), Nueva Burguesía (1941), La mujer domada (1946), el volumen de crítica Cien años de novela mexicana (1947), Sendas perdidas (1949) y La maldición (1955). Estas dos últimas constituyen su comentario final acerca de la Revolución. Se le otorgó el Premio Nacional de Literatura (1942) y el Premio Nacional de Artes y Ciencias (1949). Fue miembro fundador de El Colegio Nacional (1943). Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores.

México D.F. Primavera de 2005. Año 3 Número 11

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1º de enero de 1873; murió en la Ciudad de México el 1º de marzo de 1952. Fue uno de los creadores de la novela de la Revolución Mexicana e incursionó en el cuento, el ensayo crítico, la biografía y el teatro. En 1899 se tituló en medicina en Guadalajara.

ARTURO AZUELA CUARENTA AÑOS DE PERIODISMO Nuevo número de atención a clientes: 01 800 001 LEER www.clublectores.com

SURGIMIENTO DE SU VOCACIÓN LITERARIA Afortunadamente, nací entre libros, vivo entre libros y me voy a morir entre libros. Toda la parte de arriba, todo lo que usted ve aquí, los armarios de esta casa, pues es una biblioteca que me ha costado mucho trabajo formar. Pero yo nací en Santa María la Ribera. Estoy orgulloso de haber nacido en la calle del Álamo, que hoy se llama Mariano Azuela. Y en la casa donde nací, como era muy grande, había tres viviendas; en una de ellas estaba mi abuelo, Mariano Azuela; en otra estábamos nosotros, que éramos 8. Vivíamos en la casa del centro; en otra, que era la casa del fondo, estaban mi tío y sus hijos. Y mi padre era un magnífico lector. De modo que había tres bibliotecas: la biblioteca de mi abuelo, la de mi padre y la de mi tío. Pero muy especialmente la biblioteca de mi padre. Desde muy niño, hizo que los libros fueran mis compañeros de toda la vida. Sin embargo, quiero decirle que yo no me orienté primero hacia la literatura. Fui un lector muy desordenado. Mi aspiración era ser violinista. Ahí tengo mi violín; toco de vez en cuando, pero ya no con el mismo entusiasmo de aquellos años. LOS LIBROS EN SU VIDA Mark Twain, Salgari, Julio Verne y un libro muy bonito, cursilón, que nos gustaba mucho en ese tiempo: Corazón, Diario de un niño. ¡La literatura infantil de la época! Pero a mí me llamaban mucho la atención las biografías de músicos. Leí muchas biografías de músicos: de Mozart, de Händel, de Bach, la biografía de


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