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Todo puede pasar

Isis Urías Huerta, 13 años Municipio: Cd. Obregón, Instituto Cumbre del Noroeste

Había una vez una niña llamada Jena, tiene 15 años, castaña, chaparra y morena. Ella siempre ha sido muy soñadora y con mucha imaginación, y le encanta leer. —Diciembre 2019, narra Jena

—¡No puedo creer que ya se va a acabar el año! le digo con entusiasmo. —¡Ya lo sé!, hace dos segundos era enero, me responde sorprendida —¡sí, ya lo sé!

Todos estarán preguntándose: ¿quiénes son ellas?

Yo soy Jena, vivo en ciudad Obregón Sonora, con la que estoy hablando, es mi mejor amiga Padme, es como la hermana que nunca voy a tener, ahora mismo estamos yendo a la biblioteca, porque yo ya me acabé los libros que había sacado hace un mes. Sí, me gusta mucho leer. —¿Ya viste que salió un nuevo virus de china? me pregunta Padme viendo su teléfono. —No, y ¿de qué es? —Es como gripa, pero da más fuerte… y te puedes morir —¡Ush! que feo. —Si, lo sé, ya casi llega aquí, porque ya está en Estados Unidos. —Entonces hay que cuidarnos. 1 mes después: Ya llegó el coronavirus a mi ciudad, no celebramos año nuevo, solo yo y mis padres. Muchas personas creen que el coronavirus es falso, entonces siguen saliendo, una de esas personas es Padme. Siempre sube videos de ella en la playa o en el cine

Mi Mundo en tieMpos de Covid: una perspeCtiva desde la Mirada de niñas, niños y jóvenes de sonora

con otras amigas, a mí no me dejan porque mi mamá es doctora, ella sabe que es verdad y que es muy grave. —Hola Pad, contesté con el apodo que le puse. —Hola Jena, ¿quieres salir?, me pregunta. —Ya sabes que no me dejan y no puedo, porque yo si creo en eso y a mí si me da miedo.

—¡Ay!, tú ya sabes que es mentira, vamos por favor. —No puedo, te extraño, me dice con voz triste. —No llores, ya casi se va a acabar esto y nos vamos a poder ver, le digo yo.

—Es que, ya te quiero ver. —Yo también, ya vamos a entrar a la escuela, se nos va a ir rápido y ya vamos a poder vernos, le digo tratando de animarla. —Está bien, dice con voz triste.

—Bueno, te dejó porque tengo que ir a cenar, chao te quiero. —Te quiero más, me dice para cortar la llamada. Dejo el teléfono en mi escritorio y bajo a la cocina para preguntarle a mi mamá en qué le ayudó. —Pon la mesa por favor, cariño, me dijo concentrada terminando de hacer la cena. —Okey. Terminé de poner la mesa y le hablé a mi papá para que bajara a cenar, nos sentamos todos y nos pusimos a comer. 3 meses después: Estamos teniendo clases en línea, aunque el coronavirus ya está bajando, estamos en semáforo amarillo en mi ciudad y, ahora ya me dejan salir, pero con cubrebocas.

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Ya pude ver a Padme, fue como hace una semana, un viernes. Iba saliendo de mi casa para ir a unas nieves donde me encontraría con Padme, me subí a mi coche y lo puse a andar. Cuando llegué a los helados, bajándome de mi coche cuando escuché un gritó. —¡Jena!, sí, esa era mi mejor amiga gritándome desde la heladería. —¡Padme!, grité yo, para cerrar mi auto y correr a abrazarla.

Nos abrazamos y nos agarramos los brazos para caminar a la heladería. —¿Cómo te ha ido en el tiempo que no nos vimos?, preguntó Padme entusiasmada. —Pues bien, pero si te extrañé mucho,respondo abrazándola.

Entramos a la heladería y nos separamos, nos echamos gel en las manos y fuimos a pedir. —Un helado de chocolate por favor, pido yo. —¿Y tú?, le pregunto a Padme. —Lo mismo está bien, responde sacando su billetera. —Okey, son 50 pesos —responde el cajero.

Cada quien pagó sus cosas, nos sentamos afuera y nos pusimos a platicar. Se nos pasó la tarde ahí.

—Bueno, me tengo que ir, ya es tarde y me esperan para cenar, dijo Padme para pararse.

—Si, yo también,contesté caminando hacía nuestros autos cada una.

—Nos ponemos de acuerdo por mensaje para salir otra vez.

—Si, yo te aviso.

Y nos despedimos. Llegué a mi casa, me quite los zapatos y me lavé las manos, cené y me dormí.

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2 meses después: Con Padme nos veíamos todos los viernes, salíamos al cine o hacíamos pijamadas, luego dejamos de vernos pues nos empezamos a sentir mal, primero ella tenía fiebre y a mí me dolía la garganta.

Yo solo entraba a las clases en línea, hacía las tareas y me dormía porque me empecé a sentir más mal, Padme también, pero ella estaba más mal en la escuela, casi no subía las tareas y siempre me las pedía. —¿Cómo te sientes? —le pregunté a Padme, después de contestar la llamada. —Pues más mal, contesta con la voz mormada.

—¿Y tú?, pregunta.

—Pues, yo un poco mejor. —Que bueno espero yo mejorar también, contesta esperanzada. —Si, yo también lo espero. —Bueno, te dejó que voy a dormir, contesta ella bostezando. —Okey, chao, te quiero. —Yo también te quiero, contestó para colgar.

Me puse a leer un libro que había dejado a medias y me quedé dormida. 2 semanas después: Padme está hospitalizada porque tiene Covid y no puede respirar bien, yo también tengo Covid pero no estoy tan bien, ni tan mal, aunque a veces si me siento muy mal. Nos llamamos todos los días por video llamada para poder hablar y estudiar juntas. —Bueno, respondí la llamada de la mamá de Padme. —Hola hija, contestó, sonaba apagada.

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—¡Ah! Hola tía, ¿Cómo está Padme?, pregunté. —Por eso te llamé hija. —Oh, dígame ¿qué pasó? —Hija, estoy muy triste por avisarte esto por teléfono, pero… Padme falleció. Y en ese momento todo mi mundo se vino abajo. —¿C-cómo? ¡¿cuándo?!, no, esto no puede ser real, contesté con un hilo de voz. —Si hija, lo lamento mucho, ya sé que eran muy cercanas, hoy en la mañana batallaba mucho para respirar, los aparatos casi no la ayudaban, dijo con un tono de voz triste. —P-pero en la mañana estaba hablando conmigo bien, no se escuchaba ma, dije llorando.

—Lo lamento mucho hija, los datos del funeral te los voy a decir por mensaje, y colgó.

Dejé mi teléfono a la mesa y me levanté de mi cama, bajé las escaleras para encontrarme con mi mamá, estaba viendo el celular con una cara triste, cuando me vio abrió los brazos en un gesto para que la abrazara y eso hice. Me quedé toda la tarde llorando en los brazos de mi mamá, me sentía muy mal y muy triste.

Hoy es el día del funeral de Padme, me levanté de mi siesta, me duché y me cambié, fui a la sala para esperar que mis padres bajaran. Cuando bajaron, yo me levanté del sillón y me subí al carro, todo el camino estuvo en silencio.

Cuando llegamos nos bajamos, nos quedamos lo más alejado de las personas, porque yo seguía estando enferma, vi a pocas personas conocidas, nos pasamos la tarde ahí. Cuando nos íbamos a ir, me quedé un momento sentada en su tumba para despedirme. —Hola Pad, dije jugando con mis dedos —No sabes cuánto te voy a extrañar, seguí con lágrimas en mis ojos que empezaban a salir.

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—Voy a tratar de venir a platicarte como me va yendo, espero que tu estés bien, que estés feliz allá arriba, ya me tengo que ir, te quiero mucho, me paré y me fui. 1 año después: El coronavirus se acabó, ya paso un año de la muerte de Padme, yo sigo un poco triste por eso, todo este tiempo estuve mal por eso, me asignaron un psicólogo para que pudiera superarlo y ya estoy mejor.

Duré una semana hospitalizada por Covid, pasé al segundo año de prepa y ahora siempre que salimos tenemos que usar cubrebocas y gel antibacterial para que no haya un rebrote, y eso es todo.

Eva Samantha Álvarez Dautt

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