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Abrahán recibe buenas noticias

Cuando

Abrán alcanzó los 99 años, el Señor se le apareció y le dijo:

—Yo soy el Dios Poderoso. Camina fielmente conmigo. Vive de una manera que me agrade.

También dijo:

—Recuerda mi promesa. Serás el padre de una gran nación, y los que te sucedan vivirán en esta tierra.

Entonces, el Señor cambió el nombre de Abrán por el de Abrahán y el de Saraí por el de Sara.

Abrahán y Sara eran muy ancianos y no tenían hijos. Abrahán confiaba en el Señor, pero no sabía cómo el Señor iba a cumplir su promesa.

En un día muy caluroso, Abrahán estaba descansando bajo los grandes árboles que había delante de su tienda. De repente, vio a tres hombres que venían hacia él. Abrahán se levantó rápidamente y saludó a los hombres. Les invitó a descansar a la sombra de los árboles. Fue a buscar agua para que se lavaran los pies.

Luego se dirigió a su esposa Sara.

—Haz pan para nuestros invitados —le dijo. Seguidamente, ordenó a un criado que preparara carne para los invitados. También trajo mantequilla y leche.

Mientras los hombres comían, le preguntaron a Abraham:

—¿Dónde está tu mujer?

—En la tienda —respondió Abraham.

Entonces, uno de ellos dijo:

—El año que viene por estas fechas, tu mujer Sara tendrá un niño.

Sara pudo oír a los hombres desde la tienda. Se rio suavemente:

—¡Soy demasiado vieja para tener hijos! —pensó.

Dos de los hombres eran ángeles, y el otro era el Señor.

El Señor sabía lo que Sara estaba pensando, y les dijo: —Recuerden que el Señor es el Dios Todopoderoso. Él puede hacer cualquier cosa. Usted y su mujer tendrán un bebé cuando yo vuelva el año que viene.

Sara se asustó cuando se dio cuenta de quiénes eran sus visitantes. Les dijo:

—¡No me reía!

Pero el Señor le dijo:

—¡Sí que te reías!

Sara no sabía qué decir. Ella en realidad, sin duda alguna, quería un bebé suyo. ¿Podría ser cierta la promesa de Dios?

Génesis 17 y 18

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