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Isaac y Rebeca

Undía, Abrahán le dijo a su sirviente:

—Quiero que vayas con mi familia y encuentres entre ellos una esposa para mi hijo Isaac. No te preocupes por encontrar a la mujer adecuada. El Señor te ayudará a encontrarla.

El sirviente tomó diez camellos y cargó en ellos muchos regalos. Viajó durante muchos días hasta llegar a la ciudad donde vivía Najor, el hermano de Abrahán. Llegó al atardecer y se detuvo en el pozo que había a las afueras de la ciudad. Era la hora de que las mujeres fueran a buscar agua. El sirviente oró:

—Señor, ayúdame a encontrar a la mujer adecuada. Voy a pedir agua a una joven. Sabré que es la adecuada si me da agua y también da agua a los camellos. Por favor, responde a mi oración.

En ese momento llegó Rebeca con un cántaro a buscar agua. Era muy hermosa.

Cuando su cántaro estuvo lleno de agua, el sirviente de Abrahán le dijo:

—Por favor, dame de beber un poco de agua.

—Por supuesto —le contestó ella. Así, le dio agua a él y también a los camellos. El sirviente le dio a Rebeca un anillo y dos brazaletes de oro y le preguntó:

—¿De quién eres hija? ¿Podemos hospedarnos esta noche en casa de tu padre?

Rebeca respondió:

—Soy hija de Betuel y nieta de Najor. Tenemos sitio de sobra para ti y tus camellos.

El sirviente susurró:

—Gracias, Señor, por llevarme con la familia y la joven adecuadas.

Y así, el sirviente se quedó con Rebeca y su familia. Ellos alimentaron a sus camellos y luego le dieron de comer.

Dijo el sirviente:

—Antes de comer, quisiera contarles por qué estoy aquí. Mi señor Abrahán me pidió que buscara esposa para su hijo Isaac entre su familia. Luego les habló de Abrahán y de su vida en Canaán. También les contó cómo el Señor le había ayudado a encontrar a Rebeca. Les pidió que enviaran a Rebeca con él para que fuera la esposa de Isaac.

El padre y el hermano de Rebeca sabían que el Señor había elegido a Rebeca, y se alegraron de que se fuera con el sirviente. Rebeca también estaba feliz de ir con él.

Y así, el sirviente llevó a Rebeca y a sus sirvientes de vuelta a Abrahán.

Cuando estaban cerca de la casa de Abrahán, vieron a un hombre que caminaba por sus campos. Cuando el sirviente le dijo a Rebeca que era Isaac, ella se cubrió el rostro con su velo. Luego bajó de su camello y saludó a Isaac.

Isaac y Rebeca se casaron. Ella se convirtió en su esposa y él la amó.

Isaac y Rebeca tuvieron dos hijos, Esaú y Jacob. Eran gemelos, y Esaú era el mayor de los dos.

Génesis 24

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