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Jacob y la escalinata al cielo
Cuando Isaac era muy viejo, supo que había llegado el momento de dar a su hijo mayor su bendición especial. Pidió a Esaú que fuera a cazar y le cocinara el venado que cazara.
Rebeca los oyó hablar. Le dijo a Jacob:
—Trae dos cabritos. Cocinaré la carne para que se la lleves a tu padre y te hagas pasar por Esaú.
Jacob dijo:
—¡Mi padre sabrá que no soy Esaú!
Rebeca le dijo:
—Tu padre es viejo y ciego. Si te pones la ropa de Esaú y te cubres las manos con pieles de animales, no se dará cuenta de nada.
Jacob quería ser el líder de la familia. Llevó la carne a su padre. Isaac estaba confundido, pero Jacob le dijo que él era Esaú. Extendió las manos para que Isaac las tocara. Su ropa olía como la de Esaú. Fue entonces que Isaac bendijo a su hijo menor y le prometió que sería el jefe de la familia.
Cuando Esaú se enteró de lo que había hecho Jacob, se puso furioso y triste. Isaac y Rebeca se dieron cuenta de que sería mejor que Jacob se marchara por un tiempo. Lo enviaron con la familia de Rebeca, que vivía lejos.
Jacob tuvo que abandonar su casa. El primer día de viaje caminó hasta que se hizo de noche. Tuvo que dormir al raso y utilizó una piedra como almohada.
Estaba cansado y pronto se durmió. Entonces tuvo un sueño maravilloso. Vio una escalinata que subía hasta el cielo. Los ángeles subían y bajaban por la escalinata, y el Señor estaba de pie junto a ella.
El Señor le habló a Jacob y le dijo:
—Yo soy el Señor Dios. Un día esta tierra te pertenecerá a ti, a tus hijos y a sus hijos. Ellos llenarán la tierra. Y bendeciré al mundo porque tu familia cree en mí. Yo estoy contigo. Velaré por ti dondequiera que vayas. Y te traeré de vuelta a esta tierra.
Cuando Jacob despertó, se dijo:
—El Señor está en este lugar, y yo ni siquiera lo sabía.
Luego derramó aceite de oliva sobre la piedra en la que había apoyado la cabeza. Llamó a aquel lugar Betel, que significa “casa del Señor”.
Entonces Jacob oró al Señor:
—Por favor, vela por mí dondequiera que vaya y hazme volver a este lugar. Así te serviré siempre. Te daré la décima parte de todo lo que posea.
A continuación, Jacob siguió su camino. Vivió con la familia de su madre durante muchos, muchos años. Más tarde, los hermanos hicieron las paces entre sí.
Génesis 25, 27 y 28