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Salomón, el rey sabio
Salomón, hijo de David, se convirtió en el tercer rey de Israel cuando aún era joven. El consejo que David le dio fue:
—Sé fuerte y valiente. Obedece al Señor en todo lo que hagas.
Salomón siguió el consejo de su padre. Fue a Gabaón a ofrecer sacrificios al Señor. Allí el Señor se le apareció a Salomón en sueños.
El Señor le dijo:
—Pídeme lo que desees que te dé.
Salomón le dijo:
—Señor, Dios mío, soy joven. No sé cómo ser rey. No sé cómo gobernar a tu pueblo. Por favor, dame sabiduría para hacer mi trabajo. Muéstrame cómo hacer lo correcto.
Al Señor le agradó la petición de Salomón. Dijo:
—No pediste una larga vida ni riquezas. No pediste la muerte de tus enemigos. En cambio, quieres hacer lo que es justo. Quieres ser un juez justo para el pueblo. Te daré un corazón sabio y comprensivo. Y también te daré riquezas. La gente te tendrá mucho respeto. Pero recuerda vivir como yo quiero que vivas. Obedece siempre mis leyes.
El rey Salomón se hizo famoso por su sabiduría. Escribió muchos proverbios y canciones. Lo sabía todo sobre las plantas, los animales, los pájaros, los reptiles y los peces. Todos los demás reyes enviaron a su pueblo a escucharle.
Salomón también construyó el templo de Jerusalén. Era un edificio espléndido con muchos adornos de oro. Cuando concluyó la construcción del templo, hubo una gran reunión del pueblo.El rey Salomón oró:
—Señor, eres nuestro Dios. Te construimos este templo para que sea tu hogar, aunque sabemos que no vives en edificios. Tú eres todopoderoso. Incluso el cielo es demasiado pequeño para ti. Por favor, escucha nuestras oraciones en este templo y perdona nuestros pecados. Enséñanos a obedecerte.
La reina de Saba se enteró de que el rey Salomón era muy sabio y servía al Señor. Así que fue a visitarlo. Llevó consigo muchos sirvientes y muchos regalos. Le preguntó a Salomón todo lo que quería saber, y él respondió a todas sus preguntas. Vio el templo, el palacio de Salomón y sus posesiones. Le regaló oro, especias y joyas. Le dijo:
—En mi país nos hablaron de usted. Ahora veo que incluso es más sabio y rico de lo que se decía. Alabado sea el Señor, su Dios.
Se dio cuenta de que la sabiduría y la riqueza de Salomón eran dones de Dios.
1 Reyes 2 A 4, 7, 8 Y 10