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Los sabios visitan a Jesús

Algún tiempo después del nacimiento de Jesús, tres hombres llegaron a Jerusalén. Empezaron a hacer preguntas.

—Somos sabios de Oriente —dijeron. —Desde nuestros hogares, vimos en el cielo la estrella de su nuevo rey. ¿Dónde está? Queremos adorarlo.

El rey Herodes oyó hablar de estos hombres. Estaba molesto. ¡Él era el rey! ¿Por qué hablaban de un nuevo rey?

El rey Herodes mandó llamar a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley.

—¿Qué es esto que oigo acerca de un nuevo rey? —preguntó. —¿Es el Mesías? ¿El que va a liberar al pueblo judío?

Los jefes de los sacerdotes y los maestros le dijeron que Miqueas, un profeta judío de antaño, había escrito sobre un nuevo rey. Iba a ser el Mesías, el elegido de Dios. Iba a nacer en Belén.

El rey Herodes les dijo a los sabios:

—Vayan a Belén. El nuevo rey está allí. Vayan a buscarlo, y luego vuelvan y háblenme de él.

Así pues, los sabios salieron de Jerusalén. La estrella iba delante de ellos y se detuvo sobre el lugar donde estaban Jesús y sus padres. Sus corazones se alegraron al ver la estrella.

Habían encontrado a Jesús y a sus padres. Los sabios se postraron y adoraron a Jesús. Luego le entregaron los tesoros que habían traído.

Le dieron oro, incienso y mirra, regalos especiales que solo se daban a los reyes. El incienso era un perfume raro y perfumado, y la mirra era el aceite de la unción.

Los sabios sabían que Jesús era un niño especial. Sabían que Dios mismo había enviado a este niño para que naciera en Belén. Lo había elegido para que se convirtiera en el Señor y Rey de su pueblo.

Aquella noche, Dios habló a los sabios en sueños. Les dijo que no volvieran a Herodes, porque Herodes quería hacer daño a Jesús. Así que regresaron a su país por otro camino.

Entonces el ángel del Señor habló a José en sueños. Le dijo a José que llevara a María y a Jesús a Egipto, porque el rey Herodes quería matar a Jesús. José y su familia partieron al día siguiente. Vivieron en Egipto hasta que murió el rey Herodes.

Entonces, el ángel del Señor volvió a hablar a José. Le dijo que podía volver a la tierra de Israel.

José y su familia no volvieron a Belén. Vivieron en Nazaret, una pequeña aldea de Galilea, lejos de Jerusalén.

De este modo, Dios mantuvo a Jesús y a su familia a salvo de cualquier daño.

Mateo 2

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