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Jesús es el buen pastor

Jesús disfrutaba contando historias. Un día contó una historia sobre una oveja que se perdió.

Jesús dijo:

—Los pastores tienen que cuidar bien de sus ovejas. ¿Qué ocurre cuando un pastor tiene 100 ovejas y descubre que una de ellas no está con las demás? El pastor deja las 99 ovejas en un lugar seguro y va a buscar a su oveja perdida. No deja de buscar hasta que encuentra la oveja. No importa lo lejos que tenga que ir el pastor. Seguirá buscando a sus ovejas incluso después de que se ponga el sol y se haga de noche.

Cuando el pastor encuentra a su oveja, se pone muy contento. Levanta la oveja y la lleva a casa sobre sus hombros.

Luego va a ver a todos sus amigos y vecinos y les dice: “¡Alegrémonos todos! Mi oveja se había perdido, pero la he encontrado y la he llevado a casa”.

En otra ocasión, Jesús habló de los pastores que no se preocupaban por sus ovejas. Cuando un animal salvaje ataca a las ovejas, estos malos pastores huyen. Dejan que las ovejas se cuiden solas.

—Yo no soy así —dijo Jesús. —Soy como un buen pastor. Un buen pastor conoce los nombres de sus ovejas.

Cuando las llama por su nombre, le siguen. Saben que las llevará a buenos pastos y al agua. Las ovejas saben que las protegerá de los ladrones y de los animales salvajes. Un buen pastor da a sus ovejas una vida muy buena. Un buen pastor nunca dejará a sus ovejas. Morirá por sus ovejas. Así lo haré yo. Yo soy el buen pastor, y tengo ovejas en todo el mundo. Todas ellas escuchan mi voz. Las amo a todas. Y moriré por todas ellas.

Algunos no entendieron lo que Jesús decía. No se dieron cuenta de que les estaba diciendo que era el Salvador y que iba a morir en la cruz.

Lo haría para que sus seguidores pudieran volver a ser amigos de Dios y estar con Él para siempre.

Lucas 15:1–7 Juan 10:11–18

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