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u PUERTO RICO Y SU HISTORIA :- »

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CUENTOS CLASICOS e

CUENTOS CLASICOS e

(SECTIFICACION OMITIDA POR BRAU Y ACOSTA) KS

PARA EL D%. CAYETANO COLL Y TOSTE

Consigna Fray Iñigo Abbad en'el capítulo XIX de su :storía ge>gráfica, civil natural de la Isla de Puerto KRico, como hecho histórico, lo siguiente:

«En 1678 el Conde de £:'rén, comandante ¿nglés, aromó 22 bajeles y con un cuerpo de tropas de desembarco se presentó á la vista de la ciudad (San Juan), amenazando su destrucción si no se rendía; pero la plaza hizo su deber y antes:de que le dejasen pisar la tierra sobrevino un huracán tan violento que dió con toda la escuadra nglesa sobre la isleta Aves, en donde se hizo pedazos con la mayor parte de las tripulaciones y tropa, quedando prisioneros de guerra los que se salvaron del naufragio.»

Interesante sería averiguar en qué fuente de información obtuvo nuestro venerable historiador el dato contenido en el párrafo transcrito, que tantas inexactitudes encierra, y en las cuales no parece haber parado mientes el sejur Acosta en las valiosísimis Nof s con que enriqueciera la última edición Ce dicha Mistoria (Puerto Rico, 1866); ni las menc'ona el señor Brau en su obra titulada ?«er/o Rico y su historia (Valencia, 1834), consagrada á luminosas investigaciones críticas, si bien en su 7/istoría de Puerto Rico (New York, 1304), edición escolar, relata los hechos históricos ciiéndose á los documentos que tenía delante y prescindiendo, con búen acuerdo, de la inverosímil versión de Fray Iñigo, pero sin aprovechar la oCasión para rectificar, en té-minos explícitos, el manifi =sto error en que incurriera éste.

Casi todos los demás historiadores que con postecioridad á Fray Iñigo se-han ocupado en confeccionar historias de Puerto Rico, ya en inglés ó castellano, especialmente destinadas a| consumo de nuestras escuelas públicas, han venido repitiendo esa inexactitud, y creo llegado el momento de que se suWsane un error de tanta trascendencia.

En primer lugar,'no ha existido en la nobleza de Inglaterra ningú1 Conde de Estrén, ni figura en la historia de aquella gación comindante alguno con ese nombre

Por otra parte, en la época á que se contrae el citado episodio histórico, España é Inglaterra se hallaban en flena faz, razón por la cual no es probable que esta última nación enviara á Puerto Rico escuadra alguna con propósito hostil

La única escuadra que por aquellos tiempos apareció en estos mares fué la enviada por Luis XIV, bajo el mando del vice-almirante francés,. Conde d Estré:s (menconado por Brau en su Historia), quién traía la misión de arrojar de las Antillas á los holandeses, con los cuales se hallaba Francia en guerra, habiendo sido su aliada España, hasta que en 1674, Carlos II hizo la paz con Holanda, sin que por ello se interrumpiesen las relaciones de amistad entre España y Francia.

Después de recuperar á Cayena, de que se habfan apoderaco los holandeses, dirigióse d'Estrées á Tabago, en persecución de la escuadra holandesa, surta en el puerto de dicha isla. De la reñidísima acción que sobrevino allí resultó la casi total destrucción de ambas escua- dras, y d'Estrées, gravemente herido, hubo de regresar á Europa en junio de 1677, volviendo á América hacia fines del mismo año, resuelto á terminar la obra suspendida. En diciembre 7 ancló frente á la isla de Tabago, de la cual se apoderó, sin encontrar mayor resistencia, poniendo luego proa en dirección á Curazao, última posesión que á los holandeses quedaba en las Antillas.

Peco debido á la terquedad y falta de experiencia marítima de d'Estrées, los barcos que formaban su escuadra vinieron á estrellarre en una noche de mayo de 1678, contra las rocas de las ¿s7as Aves, tal como lo consigna>Brau en su citada 77zstoria. Sólo un barco de guerra, una urca de carga, dos brulotes y el barco hospital de la tropa lograron escapar del naufragio. Sirvieron estos para recoger los tripulantes, con el auxilio del célebre filibustero Grammont, quie1 se pres:ató poar allí muy oportunamente. Coa todo, perdiéronse unos 300 hombres en aquel naufragio.

A pesar de tan deplorable catástrofe, el vencedor de Tabago fué nombrado tres años después del tratado de Nimega, en 1681, mariscal de Francia, siendo el primer marino francés á quien se invistiera con esa. dignidad militar.

No cabe duda de que en el susodicho párrafo, transcrito de la MWistoría de Fray Iñigo, ha habido un curioso trastrueque de sucesos históricos, aplicándose á Puerto Rico, mutatis mutandis, la catástrofe ocurrida á la escuadra del Conde d'Estrées en elNtra_vecto entre Tabago y Curazao.

La prueba de ello, prescindiendo del parecido entre ambos nombres, resulta en la notable coincidencia de que el naufragio descrito por Fray Iñigo como ocurrido frente á San Juan, tiene lugar en el mismo año (1678) que el de la escuadra francesa del Conde d'Estrées, y en la otra concidencia, más significativa aún, de que lasupuesta escuadra inglesa del Conde de Estrén (evidete * metátesis de Estrées) se estreila precisamente sobre una ¿sleta llamada dves que, sabido es, no e«iste ni ha existido nunca en aguas de Puerto Rico, mientras que hay en efecto un grupo de islotes eu las inmediaciones de Curazao conocido con el nombre de 7slas de las Aves. Contra éstas, como se ha visto, fué á dar la escuadra del Conde d'Estrées (que no de Estrén) en donde se hizo pedazos con la mayor parte de su tripulaciones y tropas; ocurriendo, pues, tal catástrofe muy cerca de la isla hoólandesa, según queda demostrado, y no frente á San Juan de Puerto Rico, como crédulamente consigna, con fantásticas variantes, el bueno de Fray Iñigo.

Este quid pro quo histórico que acabo de señalar en la //7istoria geográfica, civil y matural de la ¿sla de Puerto Riíco, por Fray Iñigo Abbad y Lasierra, quid fro quo tácitamente aceptado por nuestros historiógrafos viene hasta cierto punto á corroborar la tesis de Max Nordau, quien enkú;último libro, Znterpretación de la Mistoria, sostiene que todo trabajo histórico, escrito como ha venido escribiéndose hasta ahora, no es, en resumidas cuentas, sino un cúmulo de falsedades cuya lectura, las más de las veces, á casi nada provechoso conduce, pues ninguna idea exacta dan de la realidad de los sucesos.

F. J. Amr.

Contra los mosquitos

Un método económico y práctico para acabar con los mosquitos que infestan ciertas re giones, es el adoptado en New jJersey, cuyos marismas saladas producían un go por ciento de todos los mosquitos

Su desaparición es hoy completa, habiendo bastado excavar zanjas en el terreno, hecha con maquinaria á propósito, desaguándolo de este modo; pero cunservándose en ellas agua bastante para que pudieran vivir los pececillos que allí abundan y devoran con fruición las larvas de mosquitos.

Cuando se encontraban sitios demasiado esponjosos eran rellenados con arena extermi- nándose así la plaga, y se dice de una marisma pequeña cerca de un punto de veraneo que en una sola estación incubó 96,000,000 de mosquitos, haciendo que todo el mundo desertase del sitio. Rellenada con arena, exigiendo apenas un gasto de $35-00, no se ve ahera un solo mosquito

Ha fallecido en esta capital el doctor don José A. Gomez Valencia, que ejerció su profesión por largos años en la isla.

Enviamos á sus numerosos deudos nuestra expresión de condolencia.

Fregoli Y Sus Directores De Orquesta

LEOPOLDO FREGCL!

Atentos siempre á dar alguna nota saliente, publicamos hov una plana con todos los retratos de Leopordo Frégol en su graciosísimo númnero <Los directores de orquesta.>

En la actualidad está Leopoldo Frégoli actuando en Niza: un gran éxito, un suceso enor.ne ha obtenido en aque!

Casino Municipal: seguro es que ova-| ciones como las que le han tributado en el Circo de Price, de Madrid, soní las que más tista italiano. le gustan al genial ar-

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