Alejandro Ramírez: forjador de la Hacienda Pública de Puerto Rico (1987)

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LEJANDRO R:AMIRE

ORJADOR DE LA HACIEADA 'UBLICA DE PUERTO RICO

'

ALEJANDRO RAMIR EZ

F orjador de la Hacienda Pública de Puerto Rico

Luis E. González Vales

INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA

San Juan d e Puert o Rico

1987

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Instit u to de C ul t u ra P u er t o rriqu e ñ a

ISBN: 0-86581-411 -2

Depósito Lega l : B. 25.1 78-1 98 7 Printed in Spain Impreso en España Impreso en los talleres de Artes Gráficas

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Avda.
BARCELONA
Editorial Vosgos, S A
Mare de Déu de Montserrat, 8 - 08024

Alejandro Ramírez encarna una actitud diferente a la mayoría ele los gobernantes y funcionarios que la metrópoli española envió a las Indias. Su ámbito ele acción es la región del Caribe y sus servicios transcurren en la Capitanía General ele Guatemala y las isl as el e Puerto Rico y Cuba e n e l arco antillano.

La carrera administrativa ele este insigne español abarca el período comprendido e ntre la última década del siglo XVIII y los prim e ros ve intiún años d e la centuria pasada. Le corresponde actuar en la época qu e Salvador de Madariaga ha denominado el «ocaso d e l Imp er io Español ».

Una pr e mi sa s irvió ele n orte a Ramírez en su gestión oficial y fue la el e, seg ún sus propi as palabras, buscar en todo momento e l « bi e n público ». Ejemplarizó con s u acción lo mejor qu e España podía ofrece rn os como servidor público. Su labor en los tres lu ga r es e n qu e s i rv ió es tu vo ori e ntada por esas cualidades qu e caract e rizaron a los administradores «ilustrados ».

Ramírez se distingui ó siempre por su ficleliclad a la Corona y su lealt a d a España por e ncima ele tocio Fue esta cualid a d , reconocida por todos , la que le permitió servir bien a los int e r ese s de la metrópoli s in impo r tar los va i venes ele la política p e nin s ular. Los go bi ern o s constitucionales, a l igual que el absolutismo fernanclino, r eco no ciero n e n e l Int e nd e nte al fiel servidor el e la Corona. Por eso le di s tin g ui ero n , !e mántuvi e ron e n e l servicio públic o y r eco mp ensa r o n s u labo r con m erec idos asce nsos.

Lo s qu e critic<>ron la .:.apaciclacl el e Ramír ez para a justars e a lo s cambios ele gob ie rn o e n la m et r ópo li cat a lo gá ndol e d e oportunismo políti co, no en t e ndi ero n la razón el e ser ele este gra n espa ñol. Pedirle a Ramírez qu e t omar<i partido en la política peninsular es no compren d er s u sen t1do del deber, no a unos gob i e rno s que res ult a b an acc id e nt es en l a hi s to ria, s ino a Españ<>. que para él siempre est u vo por e n cima el e l as c ont ing e nci as hi stóricas .

Lo verda d eramen t e interesante el e l a obra y la f ig u ra el e Al ejandro Ramírez fue que sin dejar de ser español fue un bu en americano. Su compenetración con los problemas peculiares ele l as regiones donde sirvió; su d efensa de los mejores intereses de Gua-

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temala, Puerto Rico y Cuba 1:-: convirtieron en una de esas raras figuras que, a pesar de ser representantes del poder metropolitano, alcanzó el reconocimiento y la gratitud de todos. Llama poderos ament e la at e nción que hoy, al celebrar el bicentenario de su natalicio, su memoria despierte en las gen e raciones presentes un sentido de admiración por la obra que realizó en favor d e estos pu e blos americanos quien fue insigne hijo de 2spaña .

Al escudriñar los documentos y pape l es que nos hablan del Intendente, llama l a atención el hecho de qu e los bocetos biogr á ficos que han llegado hasta nuestros días son extremad a ment e parcos e n cuanto a noticias relativas a la v ida p e rsonal y famili a r de R a mí: ·ez.

Ale jandro Ramírez y Blanco nació en l a Villa d e Al ae jo ·, en Cas till a la Vieja, « de una familia honrad a», el 25 d e f e brero de 1777 Jo sé A ntonio Saco, e n un art '. eulo public a do e n la revista La A m ér ica, e ditada en Madrid en 1863, com e t e e l e rror ele ubic a r la cun a de Ramír e z e n la provincia d e Avil a , cuando en r ealidad fo r ma p a rt e de Vall a dolid.

R a mírez hizo sus p r imeros estudios en Valladolid bajo la prote c c ió n d e l c a nóni g o D. Manu e l Mé nd ez A los t re ce años le ocurre a l jo ve n Al e j a ndro un incid e nt e qu e , insi g nifican te en s í, d e t e rmino e l c u rs o futu ro d e s u v id a. Ap resa do por h a b er es t ad o a d e shor a s d e la n och e e n l a call e , l e toca p a s a r una noch e e n l a c ár c e l. Sobr ecog id o p o r e l t er ror qu e l e cau sa lo qu e o ye a un fan far rón qu e le toca po r comp a ñ e ro y , por ver gü e nz a , e l jove n a b a ndon a V:.ill ado lid y se e nc am in a a l a Co r t e . Su ni e to, e l Mar qu és de Vill a Urru ti a, recoge e l incident e e n e sta fo r ma:

«A la t empra n a edad d e tr e c e a ños h a ll á ndo se en Va ll a dolid r e come n dado a u no d e los cur as b e n efi ci a d os d e a qu e ll a c iud a d p a r a sus estudios p reparator ios , h ub o de enc o n t rar s e e n la ca ll e p asa d a la h ora de q u eda (como e n t onc es se ll a m a b a e l to qu e de ·cam p ana a las d e la noche, para q u e to d o s se re ti rase n a ca sas ), y tropezo con u na ronda q ue lo ll evó a L' ll c u erpo de 15 u ard 1a, dond e es t aba deten id o u n ma l hec h or; y c o m o el m u chacho ll ?rase s u ma la suerte, el facineroso trató de conso lar le en estos termi n as : "Chiqui ll o , no seas tonto, n i 11 -:'res p or t r.n poca cosa; lo más que puede sucedertc es que te den u na docena de azotes Y te envíe n a la e scuela, a mí me han dado una vez doscientos por las ca ll es, y fu i a Ccuta; pude escaparme, y ahí me tienes tan gor do y p r eparado para cualqu ier. cosa que 'se ofrezca." Estas pa labras en boca de un descarado ma l hechor, como lo parecía aquel hom b re, proc'.ujeron al muchacho un efecto contrario a l que se había rropuesto el malvado, y en vez de tranc:uilizarle, le causaron un indecible temor y tal vergüenza por lo ocurrido, que , apenas puesto en libertad a la mañana siguiente, tomó la resolución de huir

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de Valladolid, lo cual puso por obra, medi a n t e el favor de un arriero que ofreció llevarlo a Madrid.»

En la capital española trabajó como copista en la librería de D. Antonio A!"ribás. Es allí donde conocerá a su futuro protector, Don Jacobo de Villa Urrutia, Corregidor de Alcalá, quien atraído por la primorosa caligrafía y el aspecto ingenuo del joven Ramírez, se decidió a llevárselo consigo e instalarlo en su propia casa.

La relación que se estableció entre Villa Urrutia y Ramírez, a partir de ese momento, fue por demás duradera. Don Jacobo «al ir descubriendo las cualiclacles ele aquel ser tan menudo y débil de cuerpo como vigoroso de alma» sustituyó al cura de Valladolid en la noble tarea de ayudar y orientar la educación del futuro I ntendente. Gracias a e sta protección que Villa Urrutia le brindó pudo Ramírez e ducarse. La afinidad que se desarrolló entre ambos culminaría, al correr de los años, con el matrimonio de Alejandro con María de las Mercedes Villa Urrutia, hija de Don Jacobo.

L a primera tarea d e Alejandro en casa de V illa Urrutia fue copiar la Colección ele Cortes, compilada por Assó y De Manuel. El ambiente ideológico en la casa de su protector era liberal, y e l Corregidor era íntimo a migo de profesores liberales de la Universidad ele Alcalá . Fue, pues, en este medio culto y r efo rmi s t a que moldeó su car á cter el futuro hacendista.

Las t e rtulias e n casa ele su protector, más estudios r ealizados en la Universidad d e Hena r es, a sí como lecturas realizadas por pr opia iniciativa, irán forjando e l ideario de Ramírez. Entre l os españ ol e s contemporáneos, fue Gaspa r Melchor de J ov ellano s el que más influ y ó e n e l pensamiento ele Ale ja ndro, a ta l extrem o que al seleccionar un tem a para e l Diario Económico d e Puert o Rico es co ge una frase del mencionado pensador, re cogid a en su El o gi o de Ca rlos III:

«Ci en cia s útil es, princ1p1os económ icos, espíritu general de ilustrac ión: e n es tos m e dio s se c ifra la fel icid a d de un e stado . . . »

A los catorce añ os inicia Ramírez s us ave n turas l iterarias, al publicar su primera obra, Respues tas de Sanchico Panza, que apare ce en Alca lá e n 1791 y se reed it a poste r iorm e nte en 18 76, como par t e del Refra n ero genera l esp ai'íol por José M. Sbarbi. Al aludir a la mencionada pub li cación, s u nie to , e l Marqués ele Villa Urrutia, nos dice que la obra se publicó ba j o e l anagrama de Ramón Alex o ele Zjclra y que ele esa primera e dición só lo se conservan, para el momento en que e scribía s us Pa liqu es, dos ejemplares. «E s curioso e interesante el considerar como discurría en estilo llano y liso sob'(e la goberna ción ele las ínsulas el niño predestinado a

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gobernar la hacienda pública y a labrar la prosperidad económica de las de Puerto Rico y Cuba». La obrita en cuestión consta de dos cartas, en las cuales Sanchico Panza contesta a otras tantas que le remitiera su padre desde la Insula Barataria. Sbarbi , al publicarlas en su Refranero ge11eral, reproduce la portada de la edición original y en el prólogo que acompaña las mismas nos dice que el «verdadero autor» es don Alejandro Ramírez. El anagrama, si se duplican las letras 11 y r y se sustituye -según la ortografía moderna- la j por la x nos da el nombre del autor. Incluye la mencionada nota unos cortos datos biográficos aludiendo en la misma al incidente ele la cárcel a que nos referimos anteriormente.

En su esbozo ele la personalidad ele don Alejandro, Sbarbi lo catalog a como «uno de esos hombres que deben su elevada posición, en gran part e , a su estudio, desvelo, laboriosidad y comportamiento í-ecto y justificado». Aludiendo al contenido d e las cartas, nos señala que no carece de mérito en cuanto a la esencia, ni de travesura en cuanto a la forma.

Las cartas están concebidas con gracia y agilidad. Constituyen un a bi en trabada combinación de refranes populares castellanos, los cu a les el jov en Alejandro utiliza para ela borar sus respuestas al Gob e rnador ele la Insula ele Barataria. En e l «mandil» ele la carta primera y en la «advertencia preliminar» Ramírez al ud e al hallazgo de un manuscrito cervantino que incluye tanto las cartas de Sancho corno las respuestas d e Sanchico. Se trata, desde luego, de un recurso literario para introducir el tema .

El autor imaginario ele las cartas , Sanchico, aconseja a su padre, el gobernador, pidiéndole que no s e afane demasiado y que, por sobre todas las cosas, ac túe con prudencia y cuide ele su persona. Alude Ramírez a la naturaleza pasajera de los honor es y distinciones, advirtiendo que la gloria y los honores son cosas efímeras. Contienen l as cartas, además, reflexiones sobr e l a amistad. El joven traslad a a su padre el consejo ele la mujer de Sancho de que se cuide ele tener muchos amigos «con pretexto de amistad muchos hacen falsedad». En una crítica a su madre se queja el joven que desde que su progenitora supo que era «gobernadora», por la carta que le envió la duquesa, no ha querido trabajar más argum e ntando que «la mujer del que gobierna no hace más que tend er l a pierna».

Las cartas llaman la atención por la profundidad de pensamiento. No debe perderse de vista que Rarnírez las compone a un a tierna edad, mas en se acusa una g r,.,p madurez. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que los principios básicos que en ellas se recogen ."ueron para Ramírez guías que orientaron, con el correr de los años, su vida pública. En el 6

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desempeño de las diversas encomiendas que le fueron hechas, el Intendente vivió a la altura de esos principios. El propio Ramírez lo confirma con más elocuencia cuando pocos meses antes de morir se ve precisado a defender su honradez ante ataques injustificados con unas reflexiones que reflejan su altura moral.

«Digno sería de universal excreción, sin valerme de otros títulos, si fuese verdad, si me hubiese enriquecido mi empleo. Invoco en mi defensa a cuantos me conocen, a cuantos se han acercado a tratarme Largos 25 años hace que soy funcionario público, siem· pre en destinos tentadores y ocasionados para lo que se llama hacer fortuna. ¿Habré tenido proposiciones? Jamás las he buscado. Re husando las que se me han ofrecido, aun con visas de justas y legítimas, he preferido la plaza de tonto a la de codicioso , sin tener en esto mérito alguno, por serme genial y natural el despejo, la indiferen cia y aun la indolencia pecuniaria, hasta rayar en el abandono de mis cuidados domésticos.»

En 1792 Jacobo de Villa Urrutia es nombrado Oidor de la Audiencia de Guatemala. Don Jacobo trata de convencer a Ramírez para que lo acompañe a su nuevo destino, insistiendo en que «SU porvenir estaba en América». Dice el Marqués de Villa Urrutia en la obra antes citada que «la indecisión del joven, tras de pensarlo mucho, hízole preferir quedarse en Alcalá en casa de Don Pedro Herrera, Tesorero de la Magistral, Contador de Rentas Dec imales de la Di gn idad de Toledo, gran literato que poseía una preciosa biblioteca que sirvió de cebo para atraer al mozo». No obstante, la separación fue relativamente corta, ya que el 15 de octubre de 1794 Ramírez obtiene permiso para ir a Guate· mala. Parte en viaje para su nuevo destino en 1795 y se detiene en La Habana, donde pasa algún tiempo porque se enfermó. Ade· más, no h a bía recibido aún la carta de recomendación y el dinero necesario para su traslado a su destino final. Tan penosa fue su situación que nos cuenta su nieto que Ramírez tuvo que vender el equipaje. Finalmente, y en una goleta de guerra, deja Ramírez La Habana con destino al pueblo de Trujillo, para de allí seguir por tierrct a la ciudad de Guatemala, llegando a su destino en mayo de 1796

Ast, a los 19 años, inici a Ramírez lo que sería una brillante carrera adm inistr ativa que, al momento en que le sorprende prematuramente la muerte, se vería coronada con el nombramiento de Intendente ele Nueva España.

Su nieto, al describirlo, nos dice que era de mediana estatura, pero bien formado; talle no muy airoso ni elegante, pero de agradable porte y cortés ademán; rostro regular y de una expresión

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viva en la ccnversac1on y fuera de ella, de semblante contemplativo, a ver.es absorto y taciturno, a veces distraído. Como era miope, solía inclinarse hacia adelante, y hablaba ladeando frecuen- temente la cabeza sobre el hombro. Su tono de voz era suave y más bien bajo.

En Guatemala serán múltiples y variadas las encomiendas desempeñadas por Ramírez. Su primer destino es el de la Contaduría de Consolidación. Y, a partir de 1797, se desempeñará en la Real Casa de la Moneda de Guatemala, cuando apenas contaba veinte años de edad.

El 24 de febrero de 1798 fue designado Ramírez para ocupar 1a Secretaría del Real Consulado de Comercio de Guatemala. Su labor en esta nueva gestión, como en las anteriores, fue excepcional. Respondiendo a la confianza en él depositada, procedió a organizar los archivos de la dependencia, redactó varias de sus orc).enanzas, dando pruebas de sus conocimientos en el campo de la economía política. Sostuvo abundante correspondencia con otros cuerpos similares en el área antillana y derivó de ella beneficiosos conocimientos.

A comienzos del siglo XIX, viajó por las Antillas extranjeras y se perfeccionó en el inglés y el francés. Estudió la organización y las costumbres de las islas por él visitadas y coleccionó instrumentos y maquinarias así como · especímenes de plantas de gran variedad . Desgraciadamente, parte de ese material se perdió en un naufragio. A su regreso, no obstante, introdujo en Guatemala innumerables es pecímenes de semillas y plantas, las cuales acom· pañó con recomendaciones sobre su cultivo, observaciones sobre sus poderes medicinales y otros posibles usos. Entre las plantas introducidas en Guatemala estaban dos variedades de caña, la otahití y la barbón, las cuales en poco tiempo doblaron la producción de azú car en el país. También se atri buye al esfuerzo de Ramírez el desarrollo de cultivo de la yerba de Guinea, la que re sultó sumamente benéfica para la industria ganadera.

A través de los cargos que desempeñó Ramírez se atrajo la amistad y el aprecio de los «ilustrad os de Guatemala». Son del Presidente González Mollinedo las palabras sigui en t es : «E s general el buen concepto que merece». Más adelante, el propio González decía al Rey que era «Sujeto propio para ser ocupado en una secretaría del universal».

A la edad de veinticinco años, el 5 de a'gc;;to de 1802, :Rarnírez fue nombrado Secretario de la Presic!encia y de la Capitanía General de Guatemala. En parte por las obligacio.:ies inherentes al cargo y, en parte por la confianza que le otorgó González Mollinedo, desempeñó Ramírez numerosas comisiones oficiales. Entre las

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tareas por él desempeñadas merecen destacarse la preparación de un Reglamento de la Vacuna, aprobado en R.O. del 8 de septiembre de 1805; el Reglamento para la Población y Gobierno de la Costa de los Mosquitos; otro sobre el Repartimiento de Tierras a las Compañías Fijas de la Misma Costa, aprobado en R.O. de noviembre de 1804. También merecen destacarse otros trabajos sobre asuntos propiamente económicos, como el que intenta evitar los fraudes en el tráfico del Río de San Juan de Nicaragua, aprobado en R.O. del 30 de agosto de 1805; la Instrucción sobre Libertad de Tráfico Interior de Ganados y su Fomento, aprobado en R.O. del 5 de marzo de 1807, y otros sobre el cultivo del añil. Además de fos trabajos mencionados, se le encomendó la redacción de algunos edictos sobre contrabandos, policía de granos y un censo de la población que fue aprobado en 1804. En todos ellos es fácil seguir la línea reformista que animaba al futuro intendente del Caribe.

Aparte de sus funciones oficiales, Ramírez colaboró como redactor de la Gaceta de Guatemala. El desempeño de estas funciones le valió su nombramiento de socio asistente de la Sociedad Económica, librándole de toda contribución por uniformidad de votos. Cuando la Sociedad se hizo cargo de la publicación de la Gaceta, Ramírez pasó a formar parte de la junta de gobierno del periódico, en calidad ele vocal.

Políticamente hablando, Ramírez es mucho más conservador que su protector Villa Urrutia. En todo momento se mantuvo leal a España y al régimen allí imperante. Los Ayuntamientos de Comayagua, Sansoriate y Granada lo eligieron su Diputado a Cortes, pero Ramírez prefirió declinar el honor y continuar sirviendo desde su posición ele Secretario.

Entre los años ele 1810-1811 prende la insurrección ele Nicaragua, propagándose ele allí a San Salvador y a Guatemala. Ramírez fue comisionado para bregar con esta situación, logrando atajar el _ mal en sus comienzos.

En atención a sus vastos conocimientos y a sus logros científicos, Ramírez fue electo -el 16 de enero de 1801- miembro de la Sociedad Filosófica de Filadelfia. El nombramiento vino acompañado ele una petición para que enviara una información estadística y económica sobre la provincia de Guatemala. Don Alejandro respondió prontamente a esta petición.

Sin embargo, la salud ele Ramírez había desmejorado notablemente y el Consejo de Regencia optó por trasladarlo a Puerto Rico para que se hiciese cargo ele la Intendencia de la Isla. El nombramiento fue generalmente acogido ccn júbilo y «todas las corporaciones, indistintamente, al .señor Ramírez por su nombramiento ».

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Güell y Rente, en su boceto b iográfico s o bre R amírez , señala que fue un día de duelo p a ra Guatema l a e l día señalado para su partida. Antes de partir Don Alejandro fundó una biblioteca para «dejar un r ecuerdo más de sus virtudes patrióticas ». E s interesante, por revelador del carácter de Ramírez, detenernos brevemente a e xaminar las cartas cursadas e ntre é ste y D o n R a món Power, Diputado por P uerto Rico , V icepresidente de l as Cor tes y hombre responsable del nombramiento de aquél para- la In tendencia de Puerto Rico . En su carta a R amírez, dice P o w er:

«C omo sólo me había propuesto la fe licidad de Puerto Rico , soli cité con el ma yor ahínco una persona cap a z de llen a r los import a ntes car gos de aquel empleo (la In tendencia) y bi e n info r mado de que r esidía en V S las m á s re com endables cualid a d e s, lo expr esé así al Consejo de Reg encia, que t ambién se hallaba convencido de lo mismo, por los inform e s que existen e n los mini s te r ios de Guerra y H aci e nd a. H e te nido pu e s la satisfacción d e q ue se hay a provisto dicha I ntendencia tan di g nam ent e como s e a petec ía, po r cu yo fav orabl e resultado congratulo a V . S. al mi s mo ti e mpo q ue m e fe licito r e presentándome desde ho y los be n efic ios qu e re cibirá muy p ronto mi p atria baj o e l b e n é fico influjo d e los ta lentos Y li beral es ide as q ue t anto brillan e n V. S .»

A e sto contestó R amírez:

"U n int e ndente nombrado s in p ret e nd e rlo ni pe ns a rl o, sin c ono cim ie nto s n i ar r imos , y lo que e s m á s , s in te ner e n la c o rte un m a rave dí , es u n fe nó me no qu e sólo pre s enta la n atur a l e xp lic a ci ó n de l re la to de V S y de s u a r d ie nt e y de sint e r e s a do patri ot is mo, d e q u e a ún e n e st e tiem po d e n obl e e xalta ción s e verá n m u y pocos e je mplos. Por aho ra de bo ú nicament e re i ter a r q u e el cargo c on q ue s e m e ha h onrado es s up er ior a m is alc an c es, pero n o a la vo· !un tad pa t r ió t ica, r es ign a d a y a c tiva de q u e me siento an im ad o para su desem p eñ o. »

El nomb ra m ien t o de Ramírez com o Inten d en t e de Puer t o Ri co es del 14 de e n ero de 1812, pero su p a rtida de Guatemala _ ií o se producirá hasta fi n es de ese año.

E l v ia j e por tierra con su famil ia h a sta Campeche f u e, por demás, a c c identa d o . Al arribar a ese destino, l as dificultades y lo s p eligros de l a naveaación lo forzaron a dejar su familia, pasa ndo a L; Habana , a do nde arribó el 11 de nov i embre de 1812. Allí, en La Ha b ana, ha b rá Ram í r e z de jurar su cargo ante el Capitán General Juan Ruiz de Apodaca. El 14 de diciembre de 1812 juraba Ramírez «defender y cons e rvar la religión católica, apo s tólica y

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romana, guardar y hacer guardar la Constitución d e la M onarquía y comportarse bien y fi e lm ente», et c.

Es tando en Cuba re c ibe Ramírez la notici a de la muerte de su esposa Doña Marí a Ferrándi z, quién recién había dado a luz su qu into hijo, •1íctima del vómito qu e p or primera vez azotaba aq uellas costas de México. La estadía de Ramírez en La Habana fue ele 38 días, los cuales em plea en asuntos rela c ionad os con su nuevo cargo. El prop io Ra mírez, al i n formar al Mini stro de Haci e nda sobre su estancia en la Anti lla hermana, di ce:

«En lo s días de forzosa detención en La Habana me ocupé en as unt os de es ta isla que solicité para instruirme en aquella Intenden cia de Ejército, Tribunal de Cuenta s y otras oficinas. Algunas luces y papeles adquirí; de paso tu ve conferencias para aclarar nego cio s atrasados y fa cilitar el cumplim ien to de R. O , especialmente sobre situados y reintegros entre las dos tesorerías. Descubrí un a deuda de 30,000 pesos , pe ndientes en Filadelfia hace siete años y adelanté of icios y diligencias que podrán conducir a su pronta re caudación y seguri d ad. Recorrí algunas leguas del campo de La Hab ana , exa minando ingenios y ca fetales, para comprarlos, y adoptar aquí las mejoras que convengan para el cultivo , máquinas y adelan tami entos de estos y otros ramos . Pedí y obtuve la incorporación a aquella Sociedad Económi c a , su correspondencia con la que aquí debe establecerse y sus a c tas y memorias, por l as luces q u e p u eda n prestarme. En una ' palabra, no creo haber perd id o ni emp leado mal los 38 días que estuve esperando embarcarme. »

Ramfrez arri b a a Puerto Rico el 11 de febrero de 1813 y dos día s más tarde asume la dirección de la Intendencia. El sistema de inte ndent es se había originado en Francia. Al a scender los Bar b ones al trono español comenzó una serie de reformas en el s ist e m a adm inist rativo, encaminadas a mejorar decisiva m ente fa marcha de los asu n tos de estado . Las reformas sufren un período ele prueba en la Madre Patria antes de ser transplanta d as a las provincias americanas. En 1718 el sistema de intendentes, que ya existía en Francia desde lbs tiempos de Richeleu, se introduce en España. En sus comienzos. el régimen no tuvo éxito , por lo que se eliminó hasta que en 1749 se estableció en forma permanente. A partir de esta fecha se hicieron esfuerzos continuados para extender el sistema en América.

Los resultados que se lograron en España fueron más que halagadores. El sistema, además, tenía la ventaja ele que permitía una mayor centralización ele la política fiscal, (l'.Ie era entonces la tendencia del gobierno español. No es ha: 1764 que se llevan a

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cabo en La Habana los primeros intentos para extender el sistema a América, usándose entonces como modelo la Ordenanza Española ele 1749. La primera ordenanza para América elata del 31 de octubre de 1764 y resulta corta en comparación con la s promulgadas posteriormente. Consistía ele sesenta artículos, a los cuales se les agregaron dieciocho más que cubrían mat e rias administrativas y veinte relacionados con la tesorería, lo cual suma un total de noventa y ocho artículos.

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El sistema implantado era similar al de la metrópoli. El Intendente de La Habana tenía jurisdicción sobre los Departamentos del Tesoro y de Guerra, al igual que el Intendente de Castilla. Al principio se suscitó una serie ele duelas respecto a sus deberes, los cuales no estaban claramente precisados, pero los Reales Decretos de 1766 y 1767 los hicieron más explícitos. El contenido ele la ordenanza, en lo que respecta a las obligaciones de los Departamentos de Guerra y del Tesoro, es semejante al ele la Ordenanza de 1786 para Nueva España, aunque más corto y menos explícito. Los Departamentos de Policía y Justicia no se mencionaban, pues e l Intendente cubano no tenía jurisdicción en estos asuntos.

El docum en to españo l de 1749 constaba d e c i ento cuarenta Y seis artículos, qu e eran menos que los de la Ordena nza ele 1786. La difer e ncia fundamental radicaba en la disposición por la cual lo s intendentes españoles t e nían ing ere ncia sobre cuatro departam e ntos, a saber: T esoro, Guerra, Policía y Justicia, mientras que los cubanos, como hemos visto ya, sólo controlaban dos. Periódicamente se emitían Reales Decretos para completar las instn1cciones contenidas en la Ordenanza Española. Esta práctica hizo posible la eliminación de defectos que se descubrían en el sistema, redundando así en una mayor flexibilidad.

El Intendente podía recibir y solicitar instrucciones reales por vía directa. Todos los asuntos ele importancia y todas las medidas por el Intendente en el ejercicio el e sus funciones los mformaba é l directamente al rey. En e ste sistema se prescindía d e l Capitán General. El Int endente de L.a Habana presidía el Tribunal de Cuentas y en 1755 supervisó las finanzas de las Islas de Sotav e nto y de Luisic.na.

El gran reformador Carlos III decidió realizar cambios important es en el s istema de gobierno de las colon:§ls. En vista del éxito lo grado en e l experimento cubano, er. rey decidió extender gradualmente_ la institución a otras partes .:te América. Las emprenchclas tenían un dobl e piopósi to: mejorar las en las colonias y aumentar las entradas del tesoro nac10nal. Un q:imercio libre, unido a un sistema fiscal eficiente y bien organizado significaría un incremento en las rentas reales.

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Para obtener información de primera fuente sobre la situació n americana, Carlos envía a José Gálvez en calidad de Visitador General. Este funcionario real desempeñó un papel importantísimo en el programa de reformas propulsado por el monarca. Nombrado Intendente de! Ejército, Gálvez fue a México con el propósito de establecer allí el sistema de intendencia y, a la vez, instruir a los funcionarios que ocuparían los cargos por crearse. En su informe, señala que los mejicanos eran tan ignorantes que llamaban superint e ndentes a subalternos administrativos. Gálvez discutió con el Virrey el plan para las intendencias de Nueva España y lo aprobó el 15 ele enero ele 1768. El informe ele Gálvez es un documento interesantísimo y lleno de atinadas sugerencias. El Visitador opinaba que el sistema ele intendencias había traído tantos beneficios a España, que debía implantarse en las posesiones de la Corona a la mayor brevedad. Por otro lado, no fueron pocos los americanos que se opusieron a un sistema que tendía a hacer la administración de las provincias similar a la de la Madre Patria. Preferían estos opositores la perpetuación del viejo sistema . Otros adoptaron una actitud muy pesimista, pues pensaban que nada de lo que se hiciese cambiaría las condiciones imperantes. Gálvez creía firmemente que la única manera de poner fin a la corrupción de los oficiales r ea les y los alcaldes mayores era mediante el establecimi e nto ele la intend e ncia. El Int e ndente podría relevar al Virrey de muchas de sus funciones administrativas. Se hací a imposible que el Virrey pudiese atender la inmensa carga administrativa, e specialmente cuando no contaba con subalternos preparados. Los funcionarios públicos se preocupaban más por hacerse pronto ricos que por desemteñar sus cargos adecuadamente. El aumento poblacional fue otro factor que multiplicó los probl emas administrativos. A pesar de que los r eye s habían adoptado la práctica de mandar visitadores, éstos no venían con la bastante frecuencia para asegurar un funcionamiento eficiente de la maquinaria de gobierno.

Los cambios sugeridos simplificarán grandemente la labor administrativa, pues los oficiales enviados de la Península no necesitaban aprender un sistema nu evo distinto al usado en la metrópoli. Este· uniformidad de procedimientos facilitaba las funcione s gubernativas.

Una de las dificultad es del sistema imperante se debía a la compensación inadecuada a los oficiales, quienes por eso malversaban los fondos reales. El plan del Visitador, en consecuencia, prov eía para el esta blecimiento de una escala de sueldos para el Intendente y sus subalternos. El salario ele aquél debía guardar relación con las necesidades que la dignidad del cargo imponían.

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Algunos protestaron de los nuevos gastos que conllevaría este pla n , pero la práctica se encargó ele probar que con oficiales bien rem unerados y con un sistema de recaudación eficiente aumentaban los ingresos del tesoro. Además, los alcaldes mayores dejarían de apoderarse de los fondos reales y la energía y el celo ele los nuevo s oficiales estarían encaminadas a poner fin a la marcha descenden t e de las entradas de l Tesoro.

Otra de las medidas en el plan Visitador consolidab a varios puestos con miras a economizar en sueldos. Se abolirían los puestos de corregidores y alcaldes mayores. Estos serían reemplazados por los subdel e gados de Real Hacienda, nombrados por el Inten· dente para ayuda r y facilitar la recolección de impuestos. La administración de l a justicia real en las Cortes d e primera instanci a recaería en los alcaldes ordinarios qu e , además, ayudarían en la recolección de impuestos .

Estas reformas planteaban el problema de las funciones de los a lcald e s mayor e s. Gálvez propuso que se les extendieran nomb ra · mientas temporeros como subdelegados hasta que los intendente s e stuvieran en posición d e nombra r sus propios f uncionarios. Para e vit a r la corrupción, los alcaldes mayores recibirían de un cuatro a un cinco por ciento de los tributos recaudados en ex ceso de las c a ntidad es r e cauda das ant e riormente. Esto tuvo el doble efecto d e a ctua r como incentivo pa ra aumentar l a s rentas del Tesoro y , ad e más, permitió a los alcaldes mayores finalizar su t é rmino .

En el caso d e países como Méjico, qu e aún conservaban una pobl a ción indí ge na consider a bl e, r e comienda Gálvez que sólo es · oa ñ ol e s ocuparan e l car go d e subd e legados. E n caso de no haber s u f icient es p e n i nsulares pa ra llena r toci a s la s plazas se sugi r ió qu e lo s admini s trado re s d e los monopolios de tabaco y barajas fuer an tamb ié n subd e le ga dos .

Para resolv e r el problem a de los repartimientos mediante los cu a l e s s e l e s prov e ía a los indios a li m e nto s y útiles d e labran za y en cu yo n eg oci o l os a lcald e s m ayo re s s e habían lucrado desme · s u ra d a m e n te, ide ó G álve z u n sis t ema mediant e el cu a l los indio s podí a n ad qu ir i r su s p ro v isio ne s y ape ros di r ectament e . de los c o · m erci a nt es espa ño les qu e sup lían a l os a lcaldes m ay ores Sin lug ar a duela s, e st a p rá ctic a baj aría el cos t o de los implementos y- de l a c omi da , pues se e limin aba al inte rm ed i a ri o.

Lo s in te nd e nt e s debe r ían regirs e po r l a Ordenanz a Españo la d e 174 9, excep t o en a qu e ll a s s ec cio nes qu e s e r ef erí an a l forn en· t o de las i n d u str ias, las cu ales e s taban pro hib i d as en l a s colon ia s . Tendrían, como sus ig u a les en España , ju ri sd icció n sobre los De· partamentos de Ha c ienda, Guerra, Ju s ti c ia y P o licía.

El Rey apro b ó el plan con la salvedad de que s e tomara el ticm·

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d e ej e mpl a r d e l prim e r p a pe l m o neda q u e c irculó e n Pu e rt o Ri co e n e l a ño d e 18 13 La m o neda estaba impr es a e n e l r eve r·s u d e l pap e l se ll ado O ri g in a l corte sía d e l Le d o. Fran c isco Pa rr a To r o.

po necesario en la selección de personas adecuadas para desempeñar los puestos. Se adoptaron medidas preliminares para poner a funcionar provisionalmente el plan. A través del Visitador :;e introdujo el sistema en todos los virreynatos. En el mismo año de 1768, el 8 de septiembre, el Rey procedió a nombrar un Intendente del Ejército para Venezuela con sede en ·Caracas.

En 1782 Carlos III promulgó la Ordenanza de Intendentes de Buenos Aires. Esta proveía para el establecimiento de intendencias en todo el vh-reynato en La Plata La Ordenanza constaba de doscientos setenta y seis artículos. Aunque semejante a la de 1786 para Nueva España, aquélla era más corta. Doscientos diecinueve artículos son iguales a los de la Ordenanza Mejicana. El documento comienza con un preámbulo donde se exponen los propósitos del sistema. Los primeros once artículos tratan del sistema de intendencia general; los artículos del doce al cincuenta y tres tratan del Departamento de Justicia; los artículos del cincuenta y tres al setenta y uno se refieren al Departamento de Policía y Administración; los artículos setenta y dos a doscientos veinte tratan del Departamento de Hacienda y los restantes, hasta el doscientos setenta y cinco, se ocupan del Departamento de Guerra. El último artículo insta a todos los oficiales coloniales a que obedezcan la ordenanza que tiene fuerza de ley y constituye el código político de las colonias. Todas aquellas leyes que confligiesen con esta ordenanza quedaban anuladas.

Despu és de establecerse el sistema de intendentes en Buenos Aires, se extendió a Perú en 1785 y a Chile en 1786. Hacia 1790 se había implantado en toda la América. De Nueva España se introdujo en 1784 a las Islas Filipinas. Las tres intendencias que se establecieron en América Central por el 1790 coincidieron con las Capitanías Generales de Chiapas o Guatemala, Honduras y el Salvador. En 1803 se planeó el establecimiento de una intendencia en Puerto Rico, pero no se estableció hasta 1811. Alejandro Ramírez por entonces S e cr e tario de la Presidencia de Guatemala, fue nombrado Int e ndente, con un salario de 4,600 pesos. Debía Ramírez regirse por la Ordenanza de Nueva España, fomentar el comercio y la agricultura isleña y mejorar la administración.

La Int ende nci a -separada de la Capitanía General- quedó esta blecida e n Pu er to Rico en virtud de la Real Ordenanza del 28 de novi em br e d e 1811. Esta orden invalidaba el artículo 3 de la Qrdenanza de 1803 que señalaba que: «El gobernador de Puerto Rico sería a d emás e l Intendente de esta provincia y como tal se go bernará por esta orden anza».

El propósito de esta Real Orden , según se expresa en su intro· ducción, era «C on el impo rtante objeto de fomentar la prosperi-

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Grabado del edificio del Cabildo de San Juan, sede de las reuniones de la Primera D iputacion Provincial.

..

dad de esa isla». Disponía, además, el decreto el nombramiento de un asesor y administradores para los puertos de Mayagüez, Aguadilla, Cabo Rojo, Ponce y Fajardo. Se continuaría el cobro de los impuestos que pagaban los propietarios de tierras, en reconocimiento de la repartición hecha a principios de la colonización.

El derecho de alcabala se continuaría cobrando, pues era la única fuente de ingresos del Tesoro. Se pagarían los derechos de saca, pero reajustados a lo mismo que se cobraba en La Habana . Se ponía fin al abasto forzoso. Este, jmlto con la provisión de harinas, se d e jaría a una libre competencia cuatro meses después de la publicación de la Orden. Así se daba tiempo a los abastecedores para adquirir existencias suficientes , asegurando suministros adecuados. Se autorizó, además, el libre comercio de ganado con las islas vecinas. No obstante, existía un impuesto mínimo que variaba según el tipo de ganado y era más bajo para el exportador nati vo que para el extranjero. Esta era la única condición que se exigía para dedicarse a este comercio .

Se les pagaría a los soldados milicianos que prestaran servicios por ocho días seguidos en cárceles, vigías y demás puestos de defensa a razón de dos reales diarios. Los ayutamientos debían ocuparse de procurar los fondos necesarios para cubrir los gastos, informando a la Corona sobre las medidas a tomarse.

Finalmente, con miras a plantear y fijar un método instructivo y sólido e n la administración de esta isla, auxiliar su industria, poner en práctica todas l as mejoras posibles , hacer florecer su trabajo y agric ultura y propagar los c onocimi e ntos útiles , e l mismo Intendente deberá crear y organizar una Sociedad Económica de Amigos del País, bajo las reglas y estatutos con que fueron establecidas l as de Españ a, tomando en cuenta las modificacione s que ex ijan las diferencias locales . Una copia de estas reglas debía ser sometida a l Re y para su a probación. En tanto lle ga ba esa aprobació n, cualquier problema que surgiese se resolvería en beneficio de lo s naturales. Hasta aquí e l resumen de los puntos esenc iales notados en esa Real Orden.

La Intendencia contaría con tres secciones o departamentos:

(1) la sección a dministrativa, compuesta por un jefe de contadores, un tesorero genera l y un administrador general. Sus funciones incluían el mantener una contabi lid a d de los fondos, la elaboración de presupuestos de gastos y recolección de impuestos.;

(2) ción del interve nto r, que estaba a cargo de todas las mvest1gac10nes y tasaciones de propiedades; (3) sección jurídica, que estaría integrada por un asesor legal del intendente y un procurador que se encargaría de llevar la acusación c ont ra los v iol adores de los reglamentos

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Puerto Rico era campo fértil para la realización de reformas económicas. La isla carecía de un sistema organizado de finanzas . Esto se debía en parte a que se había dependido del Situado mejicano para obtener fondos que cubrieran los gastos gubernamentales Los impuestos que se recolectaban eran exiguos y cubrían únicamente una mínima parte de los gastos; además, no se había sentido la necesidad de establecer un sistema económico permanente . Esta condición parasitaria se hacía más grave por los peli gros inh ere ntes a un sistema en el cual todos los poderes económicos estaban en manos del gobernador. En resumen, la economía se encontraba e n un estado rudimentario y sin control suficiente.

Pedro Tomás de Córdoba , en sus Memorias, ofrece abundante información estadís tic a sobre diversos aspectos de la administración pública Córdoba escr ibe sus Memorias e n la cuarta década del sig lo XIX. Int enta pre sen tar un contraste entre un Puerto Rico floreciente y el caos reinante en el resto de la América Hispana, por en tonces e n pl e na lucha por su independencia. Las estadísticas son , sin e mbargo , útiles para demostrar el progreso alcanzado por Puerto Rico en virtud de las reformas iniciadas por R a mírez .

Al hace r s e cargo de la Int e nd encia de Pu er to Rico tiene Alejandro Ramírez que enfrentarse a dos problemas f undam entales. El primero, de naturaleza m e diata , cons istía en balancear e l presupuesto y conseguir lo s fondos n ecesar ios p ara las operaciones del go bi erno . El segundo era un probl ema a largo plazo, pues comprendí a un a r eforma total de la s finanzas d e l a Isla Y además el de sentar la s bases para e l fut uro desarrollo de l a economía isleña .

Dos eran las principales críticas al sistema ex ist ente: una , al gran número de impuestos y otra , al sistem a qu e se empleaba p ara l a recolección de estos impuestos , por e l cual se dejab a en manos d e individuos que reci bían un porcentaje de las s1:1mas recaudadas y qu e , a l mismo tiempo , se entrega b a n a un a sene de prácticas ilegales y ar bit rar i as.

Entre lo s impuestos esta bl ecidos pueden menc10nars e el impuesto po r las t i e rras , l a alcabala , l a est ola , las primicias , de destilación o saca , el abasto forzoso, lo s diezmos, y otros que resultaría pro lij o enumerar Sólo para dar una idea d e l grado de desorganización de las finanzas insulares basta notar qu e, aunque se pagaban diezmos y primicias , éstas no se usaban para sufragar los gastos d e l a iglesia y se requería a los contribuyentes p agar sumas adicionales para cubrirlos. Otro ejemplo: A pes ar de existir un Decreto Real d e l 22 de abril de 1804 , mediante el cual el café, el a lgodón y e l az úc ar producidos en nuevos ingenios estaban excentos d e p ago de diezmos y alcabalas, pasaron varios años antes de que l a medida se pusiera en práctica

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En vista de esta situación, Ramírez se embarcó en un programa de refcrmas económicas enderezadas a mejorar las condiciones financieras de la Isla y aumentar los fondos del Tesoro Real. Mediante Decreto de las Cortes del 13 de s.eptiembre de 1813 quedó establecido un sistema de tributación directa. Este sistema abolía todas las contribuciones impuestas sobre el consumidor; suprimía las aduanas interiores, administraciones, oficinas y resguardos destinados a la recaudación de las mismas. Los productos podían circular libremente sin tener que pagar impuestos por transportes de un mercado a otro. Este decreto, además, prohibía el cobro de contribuciones por individuos particulares. Estas se basarían en un cálculo de la riqueza del pueblo, provincia e individuo, clasificándose los recursos territoriales, industriales y comerciales. Estas provisiones deberían entrar en efecto a más tardar en abril de 1814. Se precisaban severas penalidades para los violadores de estas disposiciones, de manera que los que no tenían ·efectivo a mano estaban obligados a vender parte de sus propiedades para satisfacer los impuestos.

Al regresar Fernando VII al trono español procedió a abolir este sistema. El soberano dejó sin efecto las provisiones del Decreto del 13 de septiembre, mediante la promulgación de un Real Decreto el 15 de junio de 1814. Este decreto instruía al Intendente y a los subdelegados a que se rigieran por las leyes y reglamentos vigentes antes de 1808.

La práctica de encomendar a particulares la recolección de las rentas reales se descontinuó definitivamente. Obedeciendo el Decreto de junio de 1814 el Intendente procedió, de acuerdo con los artículos 117-122 y 14 4 de la Ordenanza de Intendentes de Nueva España, a establecer un sistema de encabezamientos. Los tributos a imponerse ah ora se basarían en los recursos agrícolas y la productividad del suelo. Se efectuó un censo para determinar el valor de la producción agrícola de la Isla. El primer censo en 1812 arrojó un valor de 3,784,153 pesos. En 1813 la Diputación Provincial, de muy corta duración, después de examinar este informe, concluyó que no era muy exacto y procedió a modificarlo. La información de este nuevo c álcul o debería basarse en la experiencia práctica y en informes de fuentes confiables de cada comunidad. Este proyecto nunca llegó a terminarse y para el encabezamiento de abril de 1814 se acordó tomar l a mitad de la cantidad antes mencionada, o sea, 1,892,076 pesos como base de la tributación.

El gobierno em itió instrucciones a los ayuntamientos para que hici era n el estudio basado en una fórmula preparada por e l propio gobierno y que garantiza ría uniformidad y exactitud. El total de

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Fotografia de ejemplar de bi ll ete de tres pesos que circuló en Puerto R ico e n e l año de 1814. Original cortesía de l Lic. Fra nc isco Parra Toro.

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los valores de los productos agríc olas de la Isla , excluyendo los informes de Arecibo y Moca que lle ga ron tarde, fue de 1,490,021 pesos 4 reales, lo cual demostraba que el c á lculo usado de base para los encabezamientos anteriores era bastante acertado . El Intendente mandó una circular en donde se explicaban los procedimientos a seguirse e n el encabezamiento de 1815. La canti· dad a pagarse en 1815 no se pudo fijar, pues el encabezamiento del año anterior no había sido pagado en su totalidad . Los pagos podían hacerse en plata, en papel moneda o en productos. El papel moneda se aceptaría por su valor en el momento de pagarse el encabezam iento. Como veremos más adelante , el valor fluctuaba. El e ncabezamiento reemplazaría los diezmos; los impuestos sobre saca y otros. La cantidad a pagarse por cada contribuyente sería, por lo menos, de uno o dos pesos. Los oficiales receptores tuvieron que depositar fianzas como garantía y recibían un seis por ciento del total recolectado. Se pidió la cooperación de todos, pues los fondos del Tesoro Real eran muy escasos. El Intendente llamó la atención hacia el hecho de que los gastos del gobierno se habían reducido a un mínimo y que las cantidades impuestas eran justas. El sistema de encabezamientos produjo los resultados esperados. Los gas tos de administración se redujeron y las cantidades recaudadas aumentaron considerablemente. Los ayuntamientos se viero n libres de la fiscalización constante de sus actos y movimientos, goza ndo del preci a do derecho a disponer de sus propiedades sin tener que dar cuentas a nadie ni ser mol es tados con in ves tigacio n e s judiciales. Gracias a la publicidad dada a los diferentes informes de l a Real Hacienda los abusos se mantuvieron en un mínimo y los ciudadanos podían hacer reclamaciones cuando creían que se habían vio lado sus derechos

El nuevo impuesto fue aplicado a todos sin excepción y la ca ntidad a pa garse estaba en proporción con las entradas del contribu ye nt e. El din ero recaudado se empleó para cubrir los gastos del go bi erno, para gastos de la g u arn ición y para los sa l ar ios , que anteriormen t e se h abían pagado con fondos del Situado . Bajo este sistema casi se duplicaron los ingresos, que antes se obtenían de la a lcabala y e l diezmo. Hacia 1814 es ta suma h abía alcanzad o la cantidad de 122 ,000 pesos

A pesar del a um ento e n ingresos se necesitaban más fondos, por lo que R amírez se vio precisado a poner e n efecto üna serie. ?e impuestos ya olvidados y que no se cobraban . En una r e umon de l a Junta de Real Hacienda, e l 19 de noviembre de 1814, se aprobaron los siguientes impu estos: (1) sobre todos los productos vendidos o subastados, except o a quellos prescritos en la Real Orden del 30 de agosto de 1778; (2) uno de c uatro por cient o en

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Pu e rto Ric o. S o n lo s m ás a ntigu os qu e h e m o s podido e x a minar. Origina l corte s

d e Bill e te s d e l a Re a l Lot e ría d e Pu e rt.o Ri c o d e l prim e r so rteo d e 1830 premiados y cobrado s en

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el total de ventas anuales de cada comerciante;

(3) uno de dos por ciento sobre el algodón, café, azúcar y sus derivados, a ser pagado por los extranjeros que hacían negocios con Puerto Rico; y

(4) uno de cuatro por ciento sobre todos los demás productos, pagadero en el momento de extraerlos de la Isla. Se requirió una licencia de 40 pesos por año para operar tiendas de misceláneas. Las bodegas se clasificaron en tres categorías y pagaban de 24 a 60 pesos anuales en la capital y demás puertos habilitados. Las tiendas de los pueblos del interior pagaban un peso mensual. Un impuesto de dos reales por fanega se pagaría por las sales extraídas en la Isla. Aquellas destinadas a la exportación pagarían otros dos reales. El tabaco de las provincias españolas pagaría un impuesto igual al que pagaba el nativo de primera clase. El de Virginia y el extranjero pagaría el doble de lo que pagaba el nativo. Al ron se le impuso un tributo de dos maravedíes por cuartillo de aloja y de doce maravedíes por el de aguardiente, ron caña.

Ramírez procedió a instituir dos nuevos impuestos: uno a pagarse por los dueños de casa de alquiler y otro a pagarse por los dueños de esclavos, según los que se poseían. Se especificó que los caseros no podían aumentar el canon de arrendamiento, en virtud de la creación de este impuesto. Los dueños de las casas que rentaban menos de 100 pesos al año tenían que pagar el impuesto de una sola vez . Aquellos cuyas rentas anuales excedían a 100 pesos podían pagarlos en dos plazos Este impuesto se pagaría en el mismo tipo de moneda en que el inquilino pagaba el alquiler. Si las casas se desocupaban durante parte del año se le hacía un reajuste al dueño.

El impuesto sobre los esclavos debía satisfacerse inmediatament e. Los dueños se veían obligados a pagar un peso por ca da esclav o varón mayor de 14 años dedicado a la labranza de la tierra y dos pesos por cada esclavo doméstico. Las mujeres, los tullidos o enfermos y los varones menores de 14 años quedaban excentos, a l igual que los negros bozales que se habían traído e n el último año. Los negros nativos de las islas vecinas, cuya introducción esta ba prohibida por Real Cédula del 22 de abril de 1804 , pagarían dos pesos . Para establecer esta tributación se hizo un censo de esc la vos .

Durante este p e ríodo, y como resultado de la guerra de independencia e n Venezuela, muchos leales a los españoles abandonaron a quella región y se refugiaron en Puerto Rico . Estos inmigrantes d e jaron atrás gran parte de sus bi e nes, de modo que el gobierno se vio precisado a crear un impuesto destinado a proveer fondos a estos españoles para establecerse en la Isla . Se impusieron tributos adicionales al cacao, algodón , cueros curtidos y a l añil, des-

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tinados a la exportación. Este nuevo impuesto contó con la aprobación del Capitán General y se impuso en cumplimiento a la orden del 22 de noviembre de 1812 del Consejo de Regencia. Los ingresos allegados por este concepto se a un fondo independiente que se distribuía mensualmente entre los emigrados. Como una medida de emergencia, para aliviar la escasez de moneda en metálico, Ramírez propuso al Capitán General que se permitiera la circulación en la Isla de la moneda macuquina . Esta moneda era de plata, pero carecía de cordoncillo y muchos inmigrantes venezolanos la había traído en grandes cantidades. El gobernador aprobó la recomendación y publicó una orden al efecto el 18 de junio de 1813. La medida tenía carácter provisional mas, sin embargo, esta moneda no se retiró de circulación hasta 1857. Debido a la descontinuación del Situado mejicano, el gobernador Meléndez autorizó la emisión de papel moneda el 31 de agosto de 1812, con miras a satisfacer las necesidades del gobierno Originalmente se imprimieron 80,000 pesos en papel moneda. Cuando ·Ramírez se hizo cargo de la Intendencia la cantidad en circulación habría crecido hasta alcanzar la cifra de 350.000 pesos. Poco tiempo después esta cantidad había aumentado a 500,000 pesos. El resultado fue la desvalorización del papel moneda y la inflación . Lo s especuJadores comenzaron a traficar con el papel moneda y hubo ocasiones en que se cotizó a 300 por uno.

Dos medidas inmediatas propulsó el Intendente Ramírez para amortizar el papel moneda en circulación. Creó un nuevo impuesto sobre el comercio extranjero pagad e ro en las aduanas en papel moneda . Este nuevo impuesto debía producir de 4 a 5 mil pesos mensuales. La otra medida consistió en establecer una Real Lotería que produciría alrededor de 3 a 4 mil pesos de ganancias por sorteo. Todos los fondos así obtenidos serían retirados de circulación y destruidos. Además de estas dos medidas , Ramírez solicitó d e los comerciantes de la Isla un préstamo de ochenta a cien mil pesos e n papel moneda para se r destruido inmediatamente. Este préstamo estaría garantizado por el gobierno y los prestatarios recibirían intereses al seis por ciento. El efecto de estas medidas sería poner freno a la inflación, ya que Ramírez confiaba retirar de circulación un promedio de 100,000 pesos anuales, logra ndo de este modo a mortizar la cantidad de 500,QOO pesos en un período de cinco años .

La situación se hizo más grave aún al descubrirse que estaban circulando en la Isla billetes falsos, en particular los que correspondían a la denominación de dos reales, que era la más dante. Como medida p ara resolver este problema, Ramírez dec1d10 hacer una nueva emisión de papeletas de dos reales , y prescribió

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un término para que se efectuara el canje de las papeletas v1eJas por las de nueva serie . Este mismo procedimiento se siguió con los billetes de ocho reales y de cuatro pesos .

El 6 de agosto de 1814 el gobernador Meléndez publicó una orden relacionada con el proceso de amortización del papel moneda, y prescribiendo las cotizaciones a r eg ir para el cambio de papel moneda a plata, com e nzando con el año 1815 . Este año la relación era de un 25 por ciento , en 1816 d e 20 por ciento, en 1817 de 15 por ciento , en 1818 de 10 por ciento y, finalmente, de 5 por ciento en 1819. Los alcaldes recibieron instrucciones de verificar que el papel moneda circulaba libremente en los pueblos , y qu e el cambio se efectuara de acuerdo con las cotizaciones oficiales . Los violadores de estas medidas sufrirían la confiscación de sus propiedades, una multa de 200 pesos o servicio obligatorio en el ejército o en obras públicas . Cualquier alcalde a quien se encontrara culpable de violar estas instrucciones estaría sujeto a una multa de 200 pesos o cualquier otro castigo que el Capitán General considerara apropiado.

Después de la publicación de esta orden, Ramírez emitió in strucciones al efecto de que se aceptaba el pago de impuestos en c ualqui er tipo de moneda. El único impuesto a pagarse en pap e l moneda, destinado a la amortización de éste, lo creaba la Circular del 18 de julio de 1814 Se proveyó, además, para la creación de un sistema para mantener una contabilidad estr icta del papel moneda circulando y para la publicación regular de listas indicando los números de ser ies de los billetes retirados de circulación .

Se ordenó la creación de una entidad denominada Caja de Amortización, que se e ncargaría de todo lo relacionado con el proceso de amortización de las papeletas Este comité estaba compu est o por el doctor Aniceto Ruiz, Pío Ibarreche y José Aranzam e ndi . Todas estas medida s del Int e ndente contaron con la aprobación del go bernador Meléndez, que emitió una orden publicada e l 25 de octubre de 1814, en donde concedía a éstas, fuerza de ley . El 3 d e di ciem bre de 1814 se efect uó un a ceremonia pública para quemar íos prim eros diez mil pesos e n ser amortizados. El Diar i o del 15 de dici e mbre contiene una descripción detallada del suceso. Corno mencionarnos anteriormente, la R ea l Loterí a era otra de las fuentes d e fondos destinados a la ;i mortización . Esta se estableció siguiendo e l patrón de las ya exis[entes en España, Méjico y Cuba. Ramírez publicó una circular el 19 de julio de 1814 , especificando el procedimiento a seguirse . Se emitirían números por va lor de diez mil pesos. Los sorteos se efect uarían en ceremonias públicas en la Plaza Mayor de San Juan . El primer sorteo tuvo lugar e l prim ero de septiembre de 1814

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De acuerdo con la reglamentación promulgada al efecto, se habrían de vender billetes por un monto de diez mil pesos en papel moneda en cada sorteo. El precio de un billete completo era de ocho reales, mientras que el medio y el cuarto billete se expandían a cuatro y dos reales, respectivamente. Se estableció un total de 74 premios con un valor total de 6,000 pesos.

Como un incentivo para estimular a los habitantes de la Isla a probar su suerte en la Lotería, el primer premio de mil pesos se pagaría en plata fuerte, mientras los demás premios se pagarían en moneda papel. En adición al premio antes mencionado, establecían uno de mil pesos en moneda papel, dos de quinientos pesos, diez de cien, veinte de cincuenta y cuarenta de veinticinco, todos éstos también a pagarse en moneda papel. Esta distribución de premios era igual a l a establecida para la Real Lotería de La Habana.

El reglamento promulgado disponía que si alguno perdiese el billete que hubiese comprado, «lo avisará al colector de quien compró, y éste al contador para que tome razón del ncmbre del sujeto, su domicilio, y el número que contenía el billete para providenciar si resultase premiado lo que corresponda a su beneficio y su precaución de todo fraude».

Todos los beneficios que se obtuviesen de cada sorteo se aplicarían a la amortización del papel moneda, dándose noticia al público de los ingresos y gastos habidos en cada caso.

Varias semanas más tarde recogen las páginas del Diario la noticia de que el primer sorteo de la recién creada Lotería se habría de celebrar el 1.0 de septiembre de 1814. La nota es interesante, pues nos indica los nombres de los primeros agentes vendedores de nuestra lotería. Los billetes habrían de venderse en las tiendas de don Miguel Torréns, don Miguel Rubira y don Juan Plá y, además, podrían adquirirse en la casa de don Vicente Rengel, frente al almacén de Artillería. En estos lugares, y a partir del día 3 de agosto, se pusieron a la venta los billetes para ese primer sorteo.

La acogida dispensada a la nueva institución no fue muy buena. La venta inicial de billetes fue lenta y el intendente Ramírez, al indicar que el primer sorteo se celebraría en la fecha acordada, el 1.0 de septiembre, expresaba la espenmza de que en los días que restaban hasta la celebración del sorteo se aumentase la venta, la cual continuaría hasta el día mismo del sorteo. De acuerdo con lo dispuesto, todos los diez mil números -estuviesen vendidos o no- entrarían en la suerte y se pagarían los setenta Y cuatro premios ofrecidos Se disponía que la Lotería no se bene-

28 L.__ - - -- - =Jo...

DIAR.10 DE PUERTO lllCO.

LUNES 8 DE .AGOSTO DE 1814.

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PÜF.RTO-RICO 6 DE AGOSTO DE t 814. 1Jando fa,t1b!icado en esta Plaza par el Sr. tk

lJcsae H · ésbblccitnknto dt:l rnbnedtt en Septiembre de l.8'12, encuya ep0ca5e hizo saber con las urgc'1tes cauSal que movieron a su circu.. lacion; el Gobkmo ha mirado con toda circunspcccion y la perdida que en distint:.a5 t:a ido te n1e·n.to, y la de muchoa sobre c:1 de conso1'.idar '" ,r Jos _progresos . tan grave mal, que ha dt di.a ·en d1a con insufnble dalio <le los e_mplead°' y de tbcla la hla. Varios han siclo los pla .. proput'stos en tan ddic'lda materia; tTatandose de •u , se han incfic;;t'*" o po¡que la Codida ha la ley tÍraru& i los que vive11 dt'} papel moneda y de otro medió de tenc:rlo 9u(' dár al 'prcdo que venderlo. de los art1culos de primera fK'CCc1dad,. . l\Sl del C1so alimentó como de la decencia •. No ha baa.

ia<:)o q"e en epocas f'iaya co.

lll{l 'S..ic10na\ 500.0nO ·p<"sós tk papcl em1t1d01S y que se hayan d.Jdo mu estreM de rerrut1f C:lúcfalt's t>ar.i ·su' amothi;kron, tan recomenElada·Sy que por 80.000 que dehcn á estas caxas las de la. Habana sé ha impuesto responsabili9ad á. a'qud 1ntcndente: habi_endC>!IC repetido otra ·Real orden l. \1e. sko t;n de Abril ultimo para que sé emiien á esta Ter.otodos aux.iliós Én la acturtl estr("'Chez 9

! pat-.t fi:ur una rt:gla iguaJd.i&d y ju$ticr.i t:"irtrc la Real Jlacicnda, sus y actttdores, d Gobierno de acuer.. COti IA lntendenéia. tr.Hó y Acordó. dt: haber oide l. t8dM 6

r:-um. 7. 0 0 1"_0MO D.
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ficiaría si los números no vendidos salían premiados. Todo debía ser beneficio público, sin duda, para estimular a los vecinos a jugar a la misma.

¿Cómo fue ese primer· sorteo y quiénes resultaron ganadores? El Dim·io nos brinda información valiosa al respecto, lo que nos permite reconstruir ese momento. Es el 1.0 de septiembre de 1814 y en la Plaza Mayor, frente a las Casas Consistoriales, se ha erigido un tablao, en el cual se han colocado «dos globos o máquinas cóncabas giratorias con su puertecilla y cerradura con llave». En una de ellas se han colocado los bolos correspondientes a los diez mil números del sorteo y en la otra los setenta y cuatro premios. Junto al tablado se ha puesto una tabla en la cual aparecen los números expendidos en la ciudad y los pueblos y los existentes. La venta de billetes continuó hasta las doce en el puesto establecido en la misma plaza.

A eso de media tarde comenzaron a congregarse los vecinos y curiosos para presenciar este singular acto que estaba señalado para efectuarse entre las cuatro y las cinco de la tarde. Cerca de la hora señalada hicieron acto de presencia en el lugar el señor Intendente, Don Alejandro Ramírez; el señor Fiscal y Asesor de Real Hacienda, Don José Ramírez de Arellano; Don Fernando Fernández, Regidor del Muy Noble Ayuntamiento de la Capital; el empleado que iba a ejercer de contador del ramo y el Escribano de la Intendencia.

De entre los concurrentes al acto se seleccionaron al azar dos niños para sacar los números y los premios y otros dos para menear los globos, lo que hacían al son de una campanilla. Al salir un número premiado el jovencito procedía a anunciarlo al público, repitiendo tres veces en alta voz el número y el premio que le correspondía. Mientras tanto, el Escri'xmo iba preparando la pri· mera lista de premios de la historia de nuestra Lotería. Terminado el sorteo, copia manuscrita de la lista quedó fijada en el tablado para conocimiento de todos. Concluido el sorteo los vecinos se agruparon en torno a la lista para cotejar sus premios y luego, poco a poco, unos alegres y otros decepcionados, se fueron reti· randa del lugar. ·

El Diario de ese clía, jueves, ·l.0 de septiembre, publicó la primera lista d e números pre111iados. Por ella sabemos que resultó agraciado con e l ele mil pesos de plata fuerte el 6692, mientras que e l premio de mil pesos y los dos de quinientos, todos en moneda papel, correspondieron a los números 3640, · 2850 Y 6366, respectivamente. De acuerdo con esa lista, el número más bajo premiado resu lt ó ser el 266, que resu ltó con premio de veinticinco pesos, mientras que el más alto fue el 9967 con igual. premio.

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La mayoría de los premios correspondieron a los números entre 1000 y 1999; el 3000 y 3999 con diez premios cada uno y los números entre el 6000 y el 6999 con doce premios. En este primer sorteo sólo salieron premiadas cinco centenas, a saber el 266, el 319, .el 520, el 582, y el 628.

Varios días más tarde, el Diario trae la noticia de que los premios que correspondieron al público montaron a mil trescientos sesenta y dos pesos cuatro reales. Los billetes correspondieron a los pueblos de Manatí, Aguadilla, Guayanilla y la Capital, entre otros. Como los billetes agraciados con los dos p rimero s premios resultaron entre los no vendidos, se instituyeron, por vez primera, premios de aproximación montantes a cien pesos cada uno en el mismo tipo de moneda para los números 6691 y 6692 y 3639 y 3641. También se dieron premios de cincuenta pesos a los que se aproximaron a los premios de quinientos. Para hacer más atractivo el próximo sorteo se destinaron para premios dos mil pesos en plata fuerte y se aumentaron los demás en proporción.

¿Quiénes fueron los agraciados con los premios principales en _ ese primer sorteo? Gracias a la meticulosidad con que Ram írez manejaba los asuntos de la Real Hacienda, es posible saber hoy día los nombres de una gran parte de los premiados. El Diario del miércoles, 14 de septiembre de 1814, ofrece una lista de los billetes pagados hasta esa fecha. De ahí extractamos lo siguiente: El premio más alto cobrado fue de 500 pesos en plata, correspondiente el mismo a Don Francisco Soler. La persona que más billetes premi a dos presentó fue Don Xavier Cantabria, quien cobró tr es premios incluyendo uno de los de aproximación al primer pr emio . También esa primera lista reveló que el primer militar premiado fue el Capitán Don Juan Valero, cuyo premio por concepto de medio billete montó a 12 pesos y 3 reales. De los agentes vendedores el único premiado fu e Don Juan Plá, quien logró un premio de cien pesos. Por último, de los ve inticu atro individuos premiados nueve parecen ser de las clases humild es. Basamos esta observación en e l hecho de que sólo e stos nombres, al ser consignados, no van acompafiados del título de Don o Doña .

Para facilitar el cobro d e billete s premiados a las personas de la Isl a, Ramírez dispuso que las Aduanas y Receptorías pagaran los premios evitando así que los agraciados tuvieran que hacer un viaje a l a Capital. Sólo en casos dudosos, en cuanto a la l egit imidad del bill ete o al premio que l e corresponda, deberán pasar los agraciados a San Juan para cobrar los mismos .

El seg undo sorteo se señaló para e l l.º de octubre. Basado en la experiencia ya tenida, Ramírez introdujo un a serie de cambios para el mismo. El número de premios se redujo a cincuenta y

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ocho aún cuando el monto total de los premios se aumentó a siete mil pesos. Entre los cambios más significativos se señalan la creación de nuevos premios de 500 y 400 -pesos en plata fuerte y dos doscientos en moneda papel. El de premios de cincuenta se aum en tó a veinticuatro, pero los premios de veinticinco se redujeron de cuarenta a dieciséis.

La celebración del segundo sorteo de la Real Lotería quedó programada para el 1.0 de octubre de ese año de 1814. De acuerdo con la información que se ofrece en el Diario, los resultados parecen haber sido muy poco satisfactorios. En este caso se expendió un total de 2,393 billetes enteros, 2,613 medios y 2,836 cuartos, alcanzando el total de fondos recaudados por concepto de las ventas la cantidad de 4,443 pesos 6 reales.

En esta ocasión el primer premio correspondió al 2617, número que quedó entre los no expendidos. La mayoría de los billetes premiados correspondieron a residentes de la Capital, recibiendo estos premios por valor de 2,825 pesos, entre los cuales se incluía el recién establecido de 400 pesos en plata fuerte -siendo agraciado con el mismo Don Faustino Landrón- quien llevaba el billete entero. La mitad del premio de mil pesos en papel moneda correspondió a la Compañía de Borriqueros. Tres de los premios correspondieron a Gabriel Cabrera, mientras que la segunda lista de personas premiadas r egi stró el nombre del primer eclesiástico agraciado con la su erte , a saber, el Presbítero Don Juan Vicéns, quien ganó cien pesos con el número 6696. Resulta curioso consignar que en la lista de premios pagados aparece la siguiente entrada: «a un amer ic an o, cuyo nombre no se ha e ntendido por un billete entero 50 pesos ». Se trata, pues, del primer norteamericano que gana un premio en nuestra Lotería pero, por desgracia, su identidad quedó sumida en el anonimato.

De aquí en adelante la información del Diario, referente a este asunto, se va tornando más escasa. En los números que restan hasta la extinción del periódico, sólo encontramos tres referencias adicionales que co rresp ond en a las notas ins er tad as en los e j emplares d e l martes, 18 de octubre; sábado, 5 de noviembre; viernes, 2 de diciembre; y martes, 6 de diciembre de 1814, respectivamente. Las informaciones refericias contienen datos sobre el tercer y cuarto sorteos cele b rados los días 4 de noviembre y 3 de diciembre, respectivamente, y cons'isten en las listas de billetes premiados en es os dos sorteos.

Se desprende de los documentos referidos que los resultac'os del e stablecimiento de la Lotería no fueron tan halagadores comn podía haberse anticipado por sus promotores. Al consignar los premios pagados luego del segundo sor teo en el informe de los

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mm1stros de la Real H acienda , Don Jua n Patiñ o y Do n J os é de Bacen e r, se indica que en e l segundo sorteo «Sa t isfechos t odos l o s premios y los gastos.. . quedan a beneficio d e la Loter ía, y p a ra la amortización de l pape l moneda ochocientos diez pesos y cinc o y medio reales ». Para e l cua r to sorteo se señal a que e l mismo se efectua rá el sábado , 3 de diciembre, pero se añade más ade l ante qu e «atendiendo al escaso ex pendio de billetes, y a l cambio actu al del pape l moneda a la plata se diferir á e l sorteo si en e l dí a señalado no se han expedido a lo menos cuatro m il pesos en billetes». En cuanto a los premios para ese cuarto sor t eo se retendría el primer premio d e mil pesos en plata, e l cua l -según e l a viso Y considerando la tasa, de cambio prevaleciente- equival ía a 3 ,000 pesos e n pape l moneda. Los mil pesos res t an t es se dividiría n en pr e mio s menore s de l a misma especie, es decir , pape l moned a Coincid e con la estad ía de Ramírez e n Pue r to Rico e l establ ecimiento de l primer r é gimen constituciona l , conforme a lo d i spuesto en la Constitución de 1812. Uno de los organismos que s e crean es l a Diputación Provincial. Cumplido e l proceso prepar atorio y celebradas las elecciones, la Primera Diputación celebró su sesión inaugural el 5 de mayo de 1813 a las 9 : 30 de la mañana e n la Sal a Capitular de la Ciudad de San Juan. Alejandro Ramírez , como Intendent e , era miembro d e est e cue r po y participó acti vam e nt e e n l a s sesiones celebradas durante los años 18 13 y 18 14 .

Al e j a nd ro Ramír ez proveyó un liderato indiscutible. Salva ndo l a s di fere nci as, pod ría mos deci r que funcionó como un líde r p arlam e n t a ri o modern o . Su crite r io , aunqu e no si e mpre prevaleci ó, rec ib ió la m á s pond e r a d a consid e ració n p o r p a rt e d e los d em á s d i p u t ad os, incluso d el gob e rnado r. E l a po y o dado p o r l a Di put ación a la s medida s fisc a l es d el I nt end e nt e f u e absolu t o y d e mostr ó la c on fia nz a qu e d e sp e rtó R am írez en su s compa ñ e ros.

Las pr im er a s notici as d e la re s ta uració n de Fern ando V II , co mo m o narca a bsoluto d e Es p a ñ a, fuero n r ecib i d as e n P ue r to R ico po r el g ob erna do r Me lé nd ez el 30 de j u nio de 18 14. Melén de z p roc e d ió a emitir una o rden re s ta bl e c ie n do el régimen abs olu ti s ta. a co mpañánd o la de un Re a l Decr e to d e 4 d e mayo , que abolí a l a Co n :> titución. En u n e s fu erzo en c ami n a d o a ai sl ar la I s la de l a agitación i ndependentis t a en el res t o d e l a s co l o nia s españ o las, a a s e gu rar e l respaldo de lo s pu ert o rr i q u eñ os y para fome n tar el d es arr o llo ec o nómi co de la I s la, Fe rn ando VII firma u na o r d en , el 10 de octubr e de 1814, pi d ie n do al Ayuntamiento de la Capital un in fo rme con recomendac io nes para el me jo r de s arrollo de la agricultura , industria y comercio, además de cual q uier o tras medida s necesarias para el bienesta r de lo s nativo s .

E l 9 de enero de 181 S se reunió el Cabildo de San Juan para

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considerar las recomendaciones de la Corona ¡ nombró una comisión integrada por Juan A. Mejiá, José Maisonet González y Pedro Irizarry para que se encargaran de la preparación del informe.

La comisión rindió un informe poco después. El Cabildo nombró a Manuel Hernáiz para que fuera a España a entregar el documento al Rey en la Corte el 23 de abril de 1815. Como resultado de este informe se publicó, el 10 de agosto de 1815, un Real Decreto destinado a fomentar el comercio, la industria y la agricutu.ra isleña. Me refiero, claro está: a la Cédula de Gracias.

La Cédula de Gracias satisfizo muchas de las principales demandas económicas de los liberales, según aparecí2n expresadas en las instrucciones a Power, tales como comercio Übre con España y los extranjeros, la introducción de equipo agrícola y otras, pues en la confección del informe presentado por Hernáiz, Pedro Irizarry -uno de los autores principales de las Instrticcionesdesempeñó un papel importante. Sin embargo, debe darse crédito a Fernando VII y sus ministros, no sólo por la amplitud de reformas económicas y demográficas, sino también porque permitieron un comercio casi libre, cosa que no hicieron las Cortes en el gobierno constitucional.

La historia económica de Puerto Rico toma un nuevo giro con el estabiecimiento de la Intendencia y con el nombramiento de Ramírez como primer Intendente. Por más de tres siglos la Isla estuvo viviendo una existencia parasitaria. La colonia dependía, casi exclusivamente, del Situado mejicano. Sin salida para sus productos, los puertorriqueños se habían contentado con producir solamente lo necesario para suplir las demandas del mercado local. La Isla era fértil y se producía una gran variedad de productos con poco o casi ningún esfuerzo. Como la población era exigu 1 nunca hubo escasez de alimentos. El contrabando era casi la única forma de comercio conocida por los isleños.

La suspensión del Situado fue un rudo golpe para la economía de la Isla. A la larga, sin embargo, resultó beneficiosa pues obligó a los puertorriqueños a sostenerse -económicamente hablandosobre sus propios pies. Ante la alternativa de un desastre completo o aunar esfuerzos para mejorar las condiciones económicas Y proveer los fondos necesarics para el funcionamiento del gobierno, no es difícil ver que esta última sería la decisión. Puerto Rico tuvo la suerte ele contar en aquellos momentos con un administrador del calibre de Ramírez para sentar las bases del futuro d esarro llo de la economía isleña.

Ya mencionamos antes el hecho de que Ramírez tuvo que enfrentarse, al hacerse cargo de nuestra Intendencia, a dos problemas fundamentales. Uno era de naturaleza inmediata -el pro-

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blema de proveer los fondos necesarios. para las operaciones gubernamentales. El otro, de largo alcance, incluía la organización de los recursos agrícolas, industriales y comerciales de la Isla, de manera que proveyeran para el desarrollo futuro de la colonia. Por eso es oportuno que al analizar los resultados de la labor del Intendente, tengamos en cuenta estos problemas. El establecimiento de la Intendencia por sí fue un paso de avance en e l desarrollo económico de Puerto Rico. Ha s ta 1811 el manejo de las finanzas había estado en manos del Capitán General. Resultaba que muy a menudo estos oficiales no tenían la preparación necesaria ni las cualificaciones para actuar como administradores del Tesoro Real. Sus intereses eran, principalmente, militares y muchos estaban tan interesados en aumentar sus riquezas personal e s lo más pronto posible que desatendieron la administración de la cosa fiscal y no hicieron casi nada para promover el adelanto de la Isla. Con el establecimiento de la Intendencia el manejo de las finanzas pasó a mano:> de funcionarios civiles de la Corona. Las más de las veces estos servidores reales tenían los conocimientos necesarios, además de la experiencia, para resolver los problemas del presupuesto y para ver que el Real Tesoro operaba ele acuerdo con lo prescrito por las leyes. El estaülecimi ento de la Intend e ncia, pues, ayudó a poner fin a las irregularidade s en e l manejo de los fondos.

Se creó un sistema de oficiales subordinados y responsable al Intendente. Así se atendió al mejoramiento general de la administración. Con una organización más eficiente y con los instrumentos adecuados para la fiscalización, previstos por la misma organización ele la Intendencia, se redujeron grandemente los costos de op eració n de gobierno. La reducción de los costos, unida a un mejor y más eficiente sistema para la recolección de impu es tos, e ncaminó la administración hacia mejor e s rumbos.

La habilitación de otros puertos de la Isla, por mandato del Intendente, tuvo tambi én efec tos beneficiosos. Hasta el momento, e l con trabando había siclo un fenómeno corriente privando ; por lo tanto, :il Tes'oro ele una fuente substancial de ingresos. Ramírez estableció un sistema de aduanas eficiente en cada puerto y, como resultado de ellG, las rentas reales aumentaron en un año de 70,000 a 242,842 pesos.

A pesar d e que la separación de la Intendencia de la Capitanía General fue una reforma favorable, muchos individuos se opusieron a e lla . Pedro Tomás ele Córdoba, en sus Memorias al Rey en 1818 se expresó en l os siguientes términos:

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«N o son las innovaciones las que p roducen la s me joras en los s istemas Acaso los establecidos, rectificados o li mpios de alguno s abusos, hijos indispensables del transcurso de lo s tiem pos, son los mejores y adaptables en las circunstancias . Q u ed e en b uena hora separada la Inte ndencia d e l gobierno; e nti e nda excl usivamente de aquel negocio un je fe particular, de con o cimiento, tale nto, pr áctica y probidad en tan interesante y vasto ramo; pero te nga personas cercanas; como lo e stablece la Ordenanza de Nueva Espa ña, que le ay uden a plan tear s us idea s, que afirmen el establecim iento de lo be ne fi cioso, e scla rez can la s materias y afiancen un sistema e stable, fá cil, productivo, e conómico; y e ntonc es se verá n los p rogresos de Puerto Rico, se re anima rán en él la industri a , florec erá la agricult ura , el comercio extenderá s us miras y bajo to cios los aspectos llega rá con má s rapide z a l es tado flo reciente de que es s u s c eptible aquel herm oso e interesa nt e estab lecimient o. »

Poste riormente, en s u Mem oria sobr e t odos los ramos de la Admi ni stració n de la Isl a de Puert o Rico , publicada en 1838, Córd oba de clara que l a creación d e la In tendencia vi no en un momento poco oportuno y q u e l o que hiz o fue e mpeo rar la situación e conómi c a de la I sla.

Por otro lad o, las reforma s e mprendidas por Ramírez para resolver el problema inmediato de lo s fo ndos necesar ios para las operacion es de gobierno, f ueron parcialmente satisfactorias. L os fondos deriv ados de los imp uestos r ecolectados aumentaron notablemente. Para ilustrar esto basta citar aq uí las entradas p or concepto de l a alcabala. El añ o 17 65 produjo 1,2 00 pesos, mientras que en 1817 había aumentad o a 138,504 pe so s, cifra que continu ó aumentando en l os años subsiguiente s. A pesar de es tos aumentos los fondos nunca fueron bastantes. Otro de los pro blem as inm in entes fue la a mortización del papel mo ned a en t o nc es en circulación

A pesar ele q ue los pla nes trazados por el I ntendente establecía n u n período de cinco años para la am or tización tota l, e n ab ril de 1816, previo a su partida de Puerto Rico , Ramírez había lo grad o amortizar Ja t otalidad de los 50 0 ,0 00 pes os.

Al discutir los efect os de sus reformas en el desarroll o ele la a gricultura, la industria y el comercio, debem os refer irnos a la promulgación de la Cédula d e Gracias como línea d i visoria . .Consideraré pri me ramente l os resultados logrados hasta 1814 y lueg o los e fectos de Ja Cédula.

Al finalizar el primer período el valor total de la propiedad insular se fijó en 1,490,021 pesos. Como resultado de las medidas tomadas por las Corte s y el I ntendente, notamos un aumento sustancial en la producción agríc ola . Había 5,765 a cr es dedicados al cultivo de caña de azúcar.

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La producción de rabaco alcanzó un total de 11,234 quintales y la de café a 44,461.

Durante este pe·ríodo se introdujo en Puerto Rico una nueva variedad de caña, la otahiti, cuyo rendimiento era mayor que el de la nativa. Se generalizó el uso de fertilizantes. Los productos principales eran el azúcar, el café y el t abaco. La agricultura se modernizó y, gracias a l as provisiones de l as Cortes relacionadas con la distribución de terrenos baldíos, muchas de las grandes fincas fueron subdivididas. Esto ayudó a crear un nuevo grupo de pequeños terratenientes y aumentó el valor de la t ierra.

Lo s recursos industriales de la Isla estaban representados por la industria azucarera. El azúcar y sus principales derivados - mieles y ron- tenían gran demanda en los mercados mundiales debido a circunstancias propias como las medidas protectoras dictadas por las Leyes de I ndias, el desarrollo del comercio extranjero a partir de 1778, el aumento en el precio del azúcar registrado en el mercado europeo debido a la destrucción de las plantaciones de az úcar en la colonia francesa de Haití, además de la gran demanda q ue tenía por parte de los Estados Unidos, tanto para consumo doméstico como para re-exportación.

En otras áreas el desarrollo industrial no fu e tan grande debido a la fa lta de legislación proteccionista. La e scasez d e factorías y ta lleres apenas alcanzaban a suplir las demanda s del mercado loca l.

La ganadería favorecida por la Ley Power, se desarrolló ba stan te. El ganado se exportaba !egal mente o de contrabando a las isla s vecinas, particularmente Saint Th omas y Saint Croix. Las m ulas era n muy apetecidas por su alta calidad y fortaleza que les permitía desempeñar tareas p esadas.

El movimiento marítimo, al final del período, alcanzó la cifra de 484, 648 pesos. A pesar de que esto repre sentaba un aumento s obre las cifras de p rincipio de siglo, no dejaba de ser un aumento limitado . Este hecho se debía a que el gobierno de Madrid se mostraba reacio a modificar e l status económico de la I sla.

Los ingresos del Tesoro Real habían aumentado a 587,616 pe sos an u ales o aproximadamente ocho ve ces más que l os de princip1o de siglo. Este progreso notable se debió a la s reforma s introducidas por Ramírez.

Veamo s ah ora a lgunos de estos mismos aspectos después de la pro mulgación de la Céd ula ele Gracias, tomando como base el perío do de 1815 a 18 19. Al final de e ste período el valor de la propiedad había subido a 16,472,304 pesos. Esta cifra era catorce veces mayor que la del período anterior y se debió, principalmente, a la gran demanda por los produ c tos tropicales en los mercados europeo s y estadounidenses .

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La agricultura se había desarrollado rápidam e nte y se evidenció una tendencia hacia la especialización en tr e s cosechas principales: caña de azúcar, café y tabaco. El sistema de haciendas o plantaciones se hab.ía generalizado en la Isla.

Los r e cursos industriales consistían, principalmente, en una s erie de ing e nios dedicados a la producción de ron y azúcar. Estos producían alred e dor de 15,000,000 de libras de azúcar, un aumento de 1,300,000 libras sobre el total del período anterior.

La producción de café alcanzó una cifra de 6,000,000 de libras, o sea, dos millones y medio más que el período anterior. La producción ele algodón aumentó a 3,500,000 libras ·

El comercio también aumentó. Después de las guerras Napoleó nicas el intercambio comercial entre Puerto Rico y otros países montó a 2,270,0GO pesos, de los cuales 1,096,083 pesos r e presentaban exportaciones. La Isla exportaba 3,776,400 libras de azúcar, con un valor de 561,808 pesos; 1,355,100 libras ele tabaco, con un valor d e 67,755 pesos y 25,440 libras de algodón, con un valor de 45,782 pesos.

La estadía de Ramírez en Puerto Rico fue corta por demás. Ap e na s rebasó los tres años. No obstante, su huella trasc e ndió e influyó en e l desarrollo de la economía de Pu e rto Rico durante todo e l sig io XIX. El rey, al notificarle el e su d es ignación como Intendente d e Cuba, sintetizó con palabras admirables el valor e importancia ele la obra el e Ramírez cuando dijo:

«Üs confiero la Int e nd e ncia d e la H a bana en consid e ración a vuestros particulares m é rito s y servicios, a vu es tra acendrada a d hes ió n a mi Real Perso na, y al estado flor ec ie nte en qu e por vuestros co n oc imi e ntos, celo y activid a d habéi s pu esto la Agricultura, Comerc io y la s Rentas d e Mi Real Haci e nda en la isla de P u erto Rico.»

El 23 d e junio abandonó Ramírez nu es tras playas rumbo a la a n tilla hermana a bo rd o de la fr aga ta de guerra Josefa Ramona, acompaña d o de su madre política y de sus cinco hijos hu érfa nos. El convoy de ocho buques, proce d en t es de Cá diz y ele San Juan, arr ib ó a L a Habana el 1.0 d e julio de 1816. Junto a l nuevo Intendente llegó el nuevo Gobe rnado r y Capit án General de Cuba Don José Cicnfuegos. Dos días m ás tarde Don Ale j andro se pose.sion a b a de su n u evo cargo de Intendente de la isla d e Cuba, iniciando así la última etapa de su vida y de un a distinguid a c ar r era al s er vicio de la Corona españo la. Al igual que su estadía en Puerto R ico, los cinco años de su ges tión e n Cuba serían t rascen d entales, como veremos, para e l futuro desarrollo d e la Antilla mayor.

El cubano José Antonio Saco res um e , en la Revista de administración de la isla de Cuba, editada en los añ os 1887-1888, la situa-

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ción que encontró Ramírez al hacerse cargo de su nuevo puesto. «E l país había permanecido estacionari o, si se comparan sus progresos en población, comercio y cultura con los realizados por otros americanos en e l mismo tiempo. El nuevo Intendente tenía ante sí una tarea semejante a la que se confrontó en Puerto Rico, pero dentro de un campo de acción más vasto y con circunstancias más complejas.»

En el desempeño ele sus deberes, Ramírez tendrá un gran aliado en la persona del Gobernador y Capitán General Cienfuegos. Este último se distinguió por ser un gobernador activo, desinteresado y modesto. No obstante, no faltarían a Don Alejandro «poderosos, ardientes y tenaces enemigos». Formaban este núcleo los que se oponían a tocia reforma. Dentro y fuera de Cuba surgirían voces en defensa del status quo político, las restricciones al comercio, la insegura posesión de los terrenos, el estanco del tabaco, la trata de negros y el contrabando. Estos grupos no escatimaron el usar todas las armas a su alcance para dar al traste con la obra de Ramírez.

La lucha que se escenificará durante l os cinco años de su incumbencia irá haciendo mella en Ramírez, espíritu «sensible, puro, incorruptible» . En ella sucumbió el hombre, pero como veremos, a l caer ya en Cuba habían desaparecido los odiosos privilegios de la Factoría ele tabaco, había libertad de comercio, la propiedad se asentaba sobre bases firmes y el tráfico negrero, conforme al Tratado el e 1817, quedaba condenado para siempre por las leyes. Desde los primeros momentos el Gobernador y el Intendente dieron prueba de unidad de miras en el enfoque de lo s asuntos públicos. La primera decisión de importancia se produce el 9 de agost o de 1816, cuando de común acuerdo se convino en que Ramírez ejerciera la jurisdicción como Superintendente de la Hacienda Real en las dos Floridas. Este acuerdo recibió, el 3 de septiem bre de 1817, la aprobación real.

La práctica ele expedir certificaciones de crédito por pensiones adeudadas y no pagadas a los emigrados de Santo Domingo, por créditos contra la Marina y e n ocasiones por servicios prestados a la Hacienda de la Metrópoli, fue prontamente suspendida por Ramírez, quien exigió a la Hacienda que cobrase sus créditos en efectivo y satisfaciese sus deudas en igual especie. Decía sobre esto el Intendente que las certificaciones de crédito «eran como los vales para operaciones lucrativas entre agiotistas, o más bien, eran como el ruinoso papel moneda de Puerto Rico, con todos sus abusos y daños »

Uno de los asuntos fundamentales con que se confrontó Ramírez, al hace;·se cargo de la Intendencia de La Habana fue el de las

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ti e rras. Estudiado e l problema y terminado el expediente correspondiente, el Int e ndente propone a la Junta d e Hacienda, el 27 de novi e mbre de 1816, una serie de medidas para encarar la situación . Las medidas propuestas que fomentan la pequeña propied ad , la colonización y la inmigración blanca crean una «clara situación jurídica respecto a los terr e nos ». Bajo el programa que Fri e dland e r llama de la «Cuba pequeña », propulsado por Ramír e z, s e inicia la r epartición de las grandes haciendas comunales benefic iando con e sta medida a los pequeños campesinos dedicad o s mucho s d e e llos al cultivo de frutos menore s . Las medidas impuls ada s promovieron un florecimiento de la a g ricultura en la Antill a m ay o r .

P oc o ti e mpo después recibió Ramírez órden e s de España de prohibir l a entrada a Cub a de productos d e algodón que no provin i e s e n d e Fi lipin a s. E l I ntendent e s e negó a poner en vigor la p ro h i bi c ión por ent e nd e r que la medida tendría efectos nociv o s a la e c onomía. Lu e go de una serie de comunicaciones en que ex plicab a s u s ra zon e s pa ra t al oposición, el g obi e rno revocó l a or d e n m e di a nt e Rea l D e creto del 17 d e diciembr e de 1819.

Para R amírez l a lib e rta d d e comercio era es e ncial para el des arrollo e conóm ico de l a col on i a S e opuso v igoro s am e nte a toda medid a r est r i c t iva, abo li ó lo s t r ibuto s s ob re las maderas nativas as í corn o l o s q u e p e sa b an sob re los e quipos ag rícolas e les. Fu e don Ale j a ndro q ui en dio cumplimi en t o a l D e c r e to de 10 de fe br ero el e 1818, q u e a b r i ó al com e rcio ex tr a njero todo s los p u e r tos hab ilitados d e la Is l a T a mbi én l e cor res pondió habilita r m ucho s q ue no lo e stab a n; s upr i m ir e l m ono p ol io del t a baco. Gra ci as a la ini c iativ a de l Inte nd e nt e, s e fund a ron las ciudades d e Cien fu ego s , N ue vi tas, Gua nt á n a mo , Ja gua y M ari e l. Un a s er i e de me did a s ec onóm ic as pro pici aron u n may o r de s a rrollo d e l a región de M atanz a s . Co n el a poy o d el Consul a do participó activamente en la redac ció n d e me didas pa ra errad ic ar l a pirat ería , r e orga niz ó la in d u s t ri a d el taba c o y rem o v i ó un a s er i e de fu ncio n arios super flu os, re o rga ni z ó l a p o l icí a rural, r e d uj o el tam añ o de las fi n ca s p ara el p as tor eo d e o ve j as y esta b le ci ó num e ros a s escuelas. Fue Ra mí rez r e spon s a bl e d el e s ta b lec im i e nt o d e cu r sos d e ec o nomí a y q uímica baj o los a u spic ios ele l a real S o cie d ad Económ ica de Amigos d el Pa ís . Fun d ó un J arcl í n Botánico , u n M u s e o ele Anat o mía y vari os hospita l es. Fue e l ecto m i emb ro d e la Real Aca d emia el e His tor ia.

Con toda probabilicla cl , Al ejan dro Ramír ez fue el único españ o l que tuvo durante su vi d a de fu ncionario d e l a Corona la ocasión ele estar e str e chament e vinc u lado co n t r es Sociedad e s de Amigos d e l Paí s . Como hemos v i sto ante rio rme nt e, fue uno de los

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socios fundadores de la de Guatemala y más aún colaboró en !a publicación de la Gaceta de Guatemala. Trasladado il Fuerte Rico recibió como parte de su encomienda la tarea de fundar una Sociedad Económica en la pequeña Antilla, redactando sus primeros estatutos. Mas fue como Director de la Sociedad Económica ele Amigos del País de La Habana donde más se distinguió el Intendente.

A pesar de sus grandes logros en beneficio de Cuba no dejó de tener Ramírez numerosos opositores que objetaban sus medidas liberalizadoras de la economía cubana. Desde las pc,íginas del periódico El Tío Bartola se desató una inténsa campaña contra Ramírez. No faltó, sin embargo, quien saliera a defenderle y Don José ele Arango publicó un razonado folleto en defensa del Intendente.

El mismo Ramírez dio a la luz la « Exposición del Intendente de Ejército al público de La Habana» con cuantos documentos eran necesarios para esclarecer los hechos. No obstante, los ataques a su persona fueron minando su salud al punto que el día 18 de mayo de 1821, como a las nueve de la mañana, sufría un ataque de apoplejía que días más tarde le produciría la muerte. El día 20 el e mayo, a las cinco y media de la mañana, falleció el Intendente Ramírez.

Alejandro Ramírez había desempeñado por cinco años la Int e nd e ncia el e La Habana y en el momento de ocurrir su muerte, la Corona, en pago ele sus servicios, lo había promovido a la Intendencia de Nueva España. Tenía Ramírez al morir apenas 44 años. Su niero, el Marqués de Villa Urrutia, nos dice:

«Murió el Intendente D. Alejandro Ramírez tan pobre y honrado como lo era cuand.:> a un nifio salió de su casa de· Alaejos para gan ar s u sustento y ayudar a sus padres con el sudor de su frente, cobijadora de una poderosa inteligencia, con la que corría parejas una voluntad dispu esta a cualquiera necesario esfuerzo y sacrificio. hijo ele s u s obras, que le dieron el alto renombre que alcanzó por su vastísima cultura, su incansable laboriosidad, su int<ichablc conducta, s u acrisolada probidad.»

Al morir dejaba a s u familia en una pobreza extrema, siendo menester qu e su viuda, Doña Mercedes de Villa Urrutia, con quien casara en La Habana en 1816 , recibiera un a pensiór. real para su subsistencia y para la educación el e sus hijos.

Ramírez fue un o ele esos excepcionales servidores de la Corona , magnífico administrador. De una mente privilegiada, comprendió cabalmente los problemas económicos fundamentales de las colonias e implantó un sinnúmero de medidas y soluciones que fueron efectivz.s y de gran consecuencia. Es con sobrada razón que su memoria es gratamente recordada, doscientos años después de su natalicio en Guatemala, Puerto Rico y Cuba .

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CRONOLOGIA MINIMA

1777 - Febrero 25 - Nace en Alaejos, provincia de Valladolid.

1791 - Publica en Alcalá, Respuestas de Sanclzico Pa11za, etc.

1793 -Abril 23- Es nombrado Agregado Sup ernumerario de la Contaduría de Rentas Decimales de Alcalá de Henares.

1794 - Octubre 15 - Obtiene real licencia para ir a Guatemala .

1795 - A últimos de año, desembarca en La Habana, de paso para aquel país.

1796 - Mayo - Llega a Guatemala.

1797 - Febrero 25 - Obtiene empleo en la Real Casa de la Moneda.

1798 - Febrero 24 - Lo eligen Secretario del Real Consulado.

1799 - Febrero 22 - Lo nombran Socio Asistente de la Real Sociedad Patriótica, relevándole de la pensión ordinaria Y vocal nato de la Junta creada para la Gaceta Literaria.

1802 -Agosto 5 - Desempeña la Secretaría de Cámara Y de Gobierno de la Presidencia y Capitanía General. ..

1805 - Se casa con Doña María Josefa Ferráncliz y Escobar, hIJa del Teniente Coronel Don Antonio y de Josefa Antonia.

ISC-6 - Mayo 20 - Contador Interino de la Junta Superior de Consolidación.

1812 - Enero 14 - Es nombrado Intendente de Puerto Rico. Noviembre 11 - Llega a La Habana, procedente de Campeche, deja a su f, milia . Diciembre f4 - Jura el cargo ante el Capitán General Rui z de Apodaca. '

1813 - Febrero 13 -Toma posesión ele la Intendencia de Puerto Rico .

1815 - Julio 6 - Se le comunica el nombramiento de Intendente de Ejército de La Habana y Sup er int endente Subdelegado q e la Hacienda Nacional de la isla de Cuba, acordado e n 29 de julio del año anterior.

1816 - Junio 23 - Sale de Puerto Pico para Cuba en la fragata de g uerra Josefa Ramona, con su señora madre política Y su s cinco hijos .

Julio 1- Llega a La Habana, y toma posesión el día 3.

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Luis González Vales nació el 11 de mayo de 1930 en Río Piedras. En 1952 recibió el título de Bachiller en Artes, concentración en historia, de la Universidad de Puerto Rico. La Universidad de Columbia le otorga el grado de Maestro en Artes en 1957. Del 1967 al 1983 ocupó el cargo de Secretario Ejecutivo del Consejo de Educación Superior. Es Catedrático de Historia de la Universidad de Puerto Rico y, desde el 1985, Rector del Puerto Rico Junior College. Ha publicado numerosos trabajos en diversas revistas y publicaciones del país, así como los libros, Al e jandro Ramíre z : La vida d e un Intendente liberal y, en dos volúmenes, el Diario Económico de Puerto Rico, reproducción facsimilar del periódico que publicó aquí el Intendente Ramírez.

Esta serie, LIBROS DEL PUEBLO, es publicada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña

Núm. 14 Junio de 1987

Este Folleto, Alejandro Ramirez, acabóse de imprimir el día 24 de Junio de 1987, para el Instituto de Cultura Puertorriqueña con un tiraje de 10.000 ejemplares.

Este folleto forma parte de la serie Libros del Pueblo que publica el Instituto de Cultura Puertorriqueña. La serie, de un carácter aún más difusivo que la Serie Popular del Instituto, se reparte gratuitamente, en forma de folletos, monografías sobre temas de interés general y trabajos de literatos puertorriqueños del pasado y del presente. Los folletos ayudarán al lector a iniciarse en la lectura de las mejores obras literarias de Puerto Rico y a adquirir conocimien- . tos de la historia, las artes y las ciencias.

·- Las personas interesadas en adquirir ejemplares de estos folletos podrán solicitarlos en la Oficina de Información y Prensa del Instituto de Cultura Puertorriqueña en San Juan, Puerto Rico o en el Centro Cultural de su pueblo.

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