Manifiesto Azul 20

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MANIFIESTO AZUL fanzine de literatura e inquietudes varias invierno 2020

numero 20

Somos eternos

Nos componemos de átomos que existen en el universo desde hace miles de millones de años. Vivimos esperando que todas nuestras historias, nuestros seres queridos, las emociones y recuerdos que nos conforman tengan algún sentido, pero cuando muramos volveremos a ser partículas; el préstamo cósmico que nos dio la vida será devuelto a las estrellas. No somos especiales sino que somos mucho más: somos eternos.

depósito legal: MU-3094-2008


editorial

Bienvenid@ a febrero, bienvenid@ a este azulado mes que te reconcilia con el mundo de las letras (dejemos, hasta mañana, las cifras guardadas en un cajón). Como siempre, incumplidor, faltón con su cita anual, el fanzine de los iletrados, en colectivo, llega a tus manos manchadas de vida laboral. Este que estás empezando a deglutir por su editorial es uno de esos fanzines que te calará si lo dejas. Mejor, es un consejo, léelo sin paraguas, libre de prejuicios, empapado del desconcierto que surge al arrojarte a este mundo que parece ansioso de la protección parental, en forma de PIN, o de PUK. Punki, en realidad. Y es que este recopilatorio de palabras, emociones e imágenes tiene mucho de punki. O al menos ese es el intento iletrado, en colectivo, apostando por lo no convencional. Créenos si te decimos que lo que aquí tienes, reposado ahora, tranquilo en tus manos, es probable que te estalle en algún momento. Déjalo estar así. Será mejor que te provoque, que te impacte, que te explote como bomba de humo en mitad de un pub a las 5 de la madrugada cuando menos lo esperes. Solo así serás capaz de llegar al cambio. Solo así serás capaz de pensar en colectivo, iletrados como todos y cada uno de los que hemos decidido estrenar este mes de febrero aquí, juntos, dándole otra oportunidad a la palabra. Ofreciendo lo que somos a un humilde cuadernillo azul que ahora sí, gracias a ti, tiene una nueva vida por delante. Todo es sencillo a partir de ahora: leer, mirar, pensar, disfrutar, cambiar tal vez.


DISFRAZ PARA UN HERIDO Te sentaba como un guante aquel disfraz de lady drama trasnochada y te movías en el fango como pez en el agua. Convertías en bella dramaturgia el devenir caótico de nuestra existencia. Todo eso lo vi más tarde, cuando cambié mi papel protagonista por el de sencillo espectador. A veces yo también visto de traje, me disfrazo de impecable, cada día, para esconder mi suciedad, este desastre que es vivir a contracorriente, el desaliño natural de mis entretelas. A veces yo también visto de traje. Me aprieto bien el nudo de la corbata con la intención de ahogar el aullido que esconde mi garganta afónica de placeres y plenitud, afónica de tanto gritarme hacia adentro la inmundicia es el estado natural de las cosas y a ti te sostiene más tu intemperie que tu orgullo.

ÁLVARO BELLIDO

poesía

A veces, yo también visto de traje, pero no me consigo engañar. Tampoco pretendo confundiros: Por dentro estoy igual de sucio que el resto. Igual de herido que el resto. Casi tan muerto como lo que fuimos.


poesía

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA Todas las cosas tienen su reloj interno. Tu horno, tu móvil, tu gato, pequeños Chernobyl en movimiento, accidentes apuntando a no ser. Hay una cuenta atrás en cada parte del cuerpo, una malévola programación incrustada en la entraña. Quién sabe, quizá tu pecho explotó antes que el sexo, mi hígado mucho después de la última copa.

Mundo a destiempo, apagándose en el momento menos oportuno, pequeños universos se adentran en la oscuridad con la certeza de estar solos.

JOSÉ LORENTE


"Mientras está vivo, el amor está siempre al borde de la derrota" Zygmunt Bauman

Soy un ser que arrastra decepción en el deshielo. Soy aquel que se arrastra en muchedumbres que vomitan trenes antes de que salga el sol. Soy un yo desubicado. Soy Madrid en mis costados, y en todas las caras indiferentes, absortas y muertas. Soy la que no se contenta con la falta de abrazos y la que ya no da dinero a los mendigos. Soy un ser que anhela y hiere, que se oculta tras los matojos de una sombra inacabada. No hay cielo, ni tiempo. El empuje y los ejes que conmutan tu recuerdo y mi espalda. El pinchazo y la decepción que supura entre las grúas del cansancio. Soy un yo desubicado, lleno de ratos y vacíos que no sabe su origen, ni su lenguaje. Un ser perdido entre el asfalto y la pantalla, que se descompone en mil pedazos y sólo es real cuando comparte y finalmente se encuentra.

FLORA JORDÁN


OSCURECE Estás pleno de fuerza y desbordante, o muy viejo y cansado en ocasiones. ¿Cuál es la situación, falsa o real?... Maldita condición la del humano que ve bajar el río de su vida, a veces, maravilla de colores, con pájaros trinando y aromas de azahar, y en otras, con sus aguas enlutadas por reflejos de góndolas oscuras que portan su pesar. El hombre va del cero al infinito en el tiempo que el pájaro salta de una rama. Y algún día, descubres asombrado que el talante del cielo depende de la risa de tu amor, de su mirada tierna o de desprecio; que el aire que respiras, se alimenta de sus cambios de humor que no comprendes, y que te alzan con vigor al arco iris o te hunden en las simas de un abismo. Cuando va oscureciendo, te das cuenta. Los mayores placeres de la vida siguen siendo los mismos que hubo siempre : La mueca agradecida del pobre que socorres. Oler tierra mojada tras la lluvia. Tener un niño en brazos y acunarlo. Contemplarte en los ojos de quien amas. Recibir los abrazos de tus nietos. Sentarte frente al mar y ver la vida, cómo llega y se marcha eternamente...   JOSÉ ÁNGEL CASTILLO VICENTE


VARIACIONES DE UNA HISTORIA

Entre temblor y sudor, en la noche pude vislumbrar una mirada. Me dirigió a un pozo de agua sin Heráclito, ni gobierno, sus tres formas presentes: líquido, vapor y hielo un magistral experimento. Todavía conservo la arritmia de la insoportable inmediatez, de la extrema lucidez que habitaba en sus pupilas, sus manos humildes abiertas de quien pide limosna y te ofrece la vida portaban puñados de momentos que iban a regir mi vida. Siguió tras el tacto en el agua un escalofrío del aire a mi sudor, me ayudó a desenmascarar al Tiempo, después, me despertó.   ANA DURÁN

poesía


poesía

INTERIM

¿Qué hago aquí esparciendo semillas como una abeja sin flor a la que regresar? Los espejos de la memoria proyectan una sucesión caótica de rostros, nombres, vidas. El revisor pica la ida, y se amontonan billetes de vuelta caducados en mi maleta. Nunca escojo los cántaros, pero me juego la cabeza en el camino por cimentar ilusiones ajenas. Mientras tanto, he de hacer sendero con los pies desnudos sobre la lluvia de agua y lava que vomita el volcán submarino de septiembre.

ALICIA PÁRRAGA


MALOS TIEMPOS El cielo se ha llenado de una algodonosa gasa sucia, como la mortaja de la tierra. Todo son gritos de angustia. Los pájaros graznan acuciados, los perros aúllan... Los peces aletean rápidos; huyen en todas direcciones con los ojos más salientes que nunca... No hay sima, cueva o agujero donde no se refugie un animal. Todos los seres vivos imploran piedad. En la lejanía el círculo de escarcha blanca, sobre la oscuridad, acompaña la noche. Las aguas se esconden en los abismos profundos. La vegetación se enmaraña agarrándose a la tierra, hundiendo sus raíces profundamente en ella. Sólo los humanos no han sabido leer los signos y siguen con sus vidas, inocentes y ciegos.

TERESA VICENTE


EL AUTOBÚS El trayecto lo agotas con tus canciones favoritas y el deseo de que salga el sol La vida, ríes, no es más que esperar siempre que salga el sol También es este trayecto rodeado de extraños hacia el mismo lugar Sin roces, miradas o apenas consciencia del otro Pero vais hacia el mismo lugar Y tú te encuentras apretada con las piernas entumecidas por el estrecho asiento de delante evitando el brazo ajeno pegada la frente al cristal para sentir la vibración del deslizamiento Y se te cae la baba en ese medio sueño medio pesadilla del duermevela constante de un autobús Y piensas que nunca pisarás con tus propios pies la tierra que estás atravesando Que nunca respirarás el aire de esas montañas que se descubren entre la niebla Que el ronquido de la mujer de delante lo escucha su marido cada noche y ahora tú Que sientes la presión de las piernas de alguien sobre tu espalda como un leve contacto franqueado y ni siquiera le has visto el rostro Que quizás te encuentres con alguno de esos cuerpos en una calle remota de Madrid pero no sabrás que estuvo aquí Y entonces, en ese discurrir del pensamiento


ves que el ajeno tiene una antología de poesía española del XX Y la coges con agrado, sin permiso Y leéis juntos a Lorca y a Salinas Y termináis buscando a Walt Whitman y resulta que es australiano, que vive en Granada y toca la guitarra Y se pasa una hora como un instante Y sorprendentemente ha salido el sol.

MARÍA MARTÍNEZ VALERO

Parece que la luna nos mira, has dicho. Y es cierto que la noche abre sus canales ocultos y nos anega en aquello que por tanto tiempo sólo tuvimos en sorbos. Lo que buscamos cavando en profundos pozos y nunca apareció hoy lo cubre todo hasta el cielo, cada paso es alimento. Y no hicimos nada esta vez. ¿La razón? No lo sé, pero regocijémonos en esta abundancia.

poesía

VILAR-BOU


RADIO RELOJ, CINCO DE LA MAÑANA… Radio Reloj, cinco de la mañana… Un trombón frunce el ceño al final de la calle, y la ciudad se arruga. —Recuerdo, como al filo de una muerte, esquinas que ahora guarda una postal— Desde la Plaza, el Ché y Camilo miran a lo lejos, yo te encuentro a mi lado. Radio Reloj… —Me da miedo olvidar tu rostro— Te alejas en silencio a mis espaldas, modesto como un músico. La noche de La Habana se desmonta, ya es hora de partir.

MARÍA SÁNCHEZ-SAORÍN


CARPE VITAM Si algún día no amanezco en mi aliento ni en mi pulso, si mi sangre, detenida, no recorre mis arterias, si mi muerte, por sorpresa, cede el paso a los recuerdos y de pronto soy más buena, soy más bella, soy más todo, y de pronto estoy más viva, más presente en tu memoria y te duele que no puedas ni llamarme ni decirme cualquier cosa que te ocurra, o saber de mi existencia, de mis penas y alegrías, mis proyectos y mis dudas, ese día no hará falta que lo hagas ni que llores por lo que pudo haber sido cuando aún serlo podía. Pero ahora, que aún respiro, y te escucho cuando hablas, ríe si quieres conmigo, o acompáñame en el llanto, comparte tus emociones con las mías y hazme de tus desventuras cómplice. Si eres mi amigo de veras fueran cualesquiera fueran los motivos que existieron, no permitas que sean muro mis defectos y los tuyos, ni razón de desencuentro, pues que la Parca los borra de un plumazo sin esfuerzo, y ten presente que entonces, cuando llegue, no hay retorno, ni valen las madremías. Que si bello es vivir siempre en el recuerdo de otros aún más bello es que te abracen y te digan que te quieren cuando es posible sentirlo y entender las diferencias, y tomar unas cervezas sin viajar al Paraíso. Por si acaso el Paraíso no supiera de cervezas.

CHARO GUARINO

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poesía

5 ESTAMPAS (para el álbum de Ana)

I Tuve que pensarlo. ¡Qué suelta! Sin notar que aquella libertad no era sólo una elección. Con los años me lo dijo, me dijo que su madre se exasperaba al verla tan suelta y a sus -hermanas tan apretás, Anica, ¿que no podrías tú ir más ceñida? ¡Ay! Quién apretó la arena de la playa en sus manos, quién sujetó el mar. (Tan cerca) II Espliego y lavanda. Zapatos bajos, de colegiala. Falda de vuelo, ojos que apaciguan a las cucharillas del café de la mañana. Quién diría que llevas detrás una casa, dos hijos, la lista de la compra y unas llamadas pendientes. (Ocho y media de la mañana) III Dispone el lienzo embastado con la ayuda del caballete y mira el mar. El mar es azul en el paisaje pero en el lienzo aún es blanco, y tal vez permanezca así. Sus ojos, aguamarina, se extienden sobre el tapiz, ponen, quitan, como pinceladas. Tamiza la arena entre los dedos. Encuentra unas caracolas rotas, que desecha porque tienen la nostalgia de un marinero sordo. Pone la radio y escucha el mar, luego alguien busca una sintonía. Va subiendo el sol que abre cuchillas de claridad bajo su sombrero de paja. Sonríe. Tal vez recoge después el lienzo, o no, lo deja, tal vez ya formando parte del paisaje.


(Las siete llaves) IV El amor es como una cuerda, cuando se rompe no hay manera de anudarla sin que se note. Lección dos: la meridiana luz de los ojos de Ana no miente. Tres: tampoco juzga. (Recado de escribir) V De pronto te das cuenta de que tu vida ha ido paralela sutilmente a la suya. Miras atrás y ves los años de instituto. Hojeas el anuario de la adolescencia. Tus amigos de Sangonera, tus noches en el jardín del cementerio. La rebeldía que en los dos se ha manifestado de forma extraña, casi desapercibida, de lo raros que sois. Por eso ahora voy diciendo que me fui a Barcelona, que pasé unos años (tal vez como en Nada) que volví, que estudié filología en los libros, que tuve pocos amigos pero buenos. (Una sorpresa)

ANTONIO AGUILAR


LA DECEPCIÓN Lentamente la tarde se desvanece. Otro día que acaba. Llega la noche con su misericordia entre los brazos. Un día más y siempre un día menos. Mientras la luz se torna suave penumbra busco una excusa que justifique el día que declina y se acaba. Una caricia, una mirada leve, una palabra. Un gesto simple. No encuentro nada. Me inclino sobre el folio. La decepción escribe este poema un instante después de que la noche me acoja entre sus brazos.

RAMÓN BASCUÑANA DESPUÉS DEL INCENDIO Los mapas que alquilamos coquetean con el fuego prendiendo caminos -uno tras otrohasta desembocar en un callejón sin salida. Aprendemos sobre la marcha que avanzar al margen de la senda es la herencia del lobo. Este poema es de tinta y papel porque el mordisco de la ceniza siempre viene después del incendio.

ÍCARO CARRILLO


NO, NO, NO, NO ¡Qué difícil saber adónde hiere un no!

Pedro Salinas

Aunque no te lo reconoceré hasta dentro de unos años, Maite, me alegra que por fin hayas aprendido a decir que no. Ahora espero que, con el tiempo, aprendas la importancia de mantenerlo (aunque no te lo reconoceré hasta dentro de unos años) Pero, sobre todo, espero que aprendas también (y espero poder ayudarte con ello) a descubrir que un no cierra muchas puertas, a veces inimaginables, y que nunca debes subestimar el poder de un, igualmente negativo, tal vez.

TOMÁS GARCÍA PURRIÑOS

poesía


poesía

RECOVECO MARINO Se diría Andrómeda sin cadenas enclaustrada en aquella gruta marina pero quizás las cadenas sí estuvieran Las cadenas del yo Las cadenas del tú Las cadenas de lo ajeno Y tan libre para salir, tan esclava para quedarse. Y tan libre para quedarse, tan esclava para salir.

DAVID GARCÍA DÁVILA

Antes había un mar dentro de mí. El pecho me oleaba de ideas como un océano sereno de luces y reflejos lunares. Sacaba cubos de agua sin notar la mengua. Ahora tengo un pozo seco del que brotan Pocas gotas cada día. Y no sé. Y no sé si el pozo se ha secado o, Como al hombre que vuelve a la casa de su infancia, Le ha crecido el cubo Y el mar se le ha hecho pequeño.

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ RUBIO


LOS DÍAS Si recorres, de nuevo, este cuerpo, verás ciertos ademanes de lo de antes: inseguridad y lava; otoño y veneno. Son los vestigios que, a veces con violencia y, otras, como el niño en la playa, aplazan la huida. Pero algo de lo que fui sigue creciendo. Lo hace igual que florecen algunas plantas en invierno —lo hacen, amor, por estar vivas. No repudio de esos días. Nada más lejos: participo de ellos. Porque así hemos estado conviviendo: días de diamantes y círculos de agua: indestructibles pero efímeros. Son estos los mismos vestidos, aunque ahora saben darse otro significado. La mierda y las flores me habitan. No pertenezco a los hombres y, sin embargo, qué opacidad en la tarde; qué brazo tan retorcido; qué carencia de existir.

PEDRO TERUEL


CALABARRILLA “Alguien baila en el fondo

de la piscina de la urbanización abandonada, abraza a un maniquí.”

(Raúl Quinto, La lengua rota)

Un joven topa con un conducto de hormigón, vacila y estaciona mirando al cartel de Solvia. Recorre la burbuja en sandalias, desdibuja las líneas de la vida con la reja que pone puertas al monte. “Un dúplex blanco iba aquí”. El mirador ahora forma parte de los 9 dígitos de un banco. El poniente desesperado ve arrolladas sus formas primeras. Nos han desahuciado.


ANABEL ÚBEDA LA GRAN MASTURBADORA O VENECIA SIN TI

ALBERTO CARIDE

poesía

Venecia es plena sin ti, apenas te filtras en el recuerdo (algunas noches de lluvia) como en El enigma del deseo: en forma de rocas que restan ahí más como bodegón que como melancolía calcárea. Por eso, me hago en francés el amor con ambas manos, recordando la humedad de los canales, recordando también las góndolas que lanzamos juntos en la Acequia Nueva, los barquitos que hundimos a los pies de la Noria de Candelón. Después, me rodeo de saltamontes y te olvido, poso húmeda para ningún pintor aún con mi piel sofocada y mi cuerpo atardece volátil como la trementina, aromático como la miera.


poesía

SED

Toda mi vida ha sido una sed. Lo desconocía. Una noche llegó tu cuerpo, solícito, a hablarme de esa ansiedad inútil que habitaba en mis recuerdos. Puso en marcha un mecanismo misterioso de imposible nombramiento y una pesada cadena de fuego arrebató nuestras muñecas. Ninguno de los dos, inocentes, éramos conscientes de que hay códigos que pueden sustituir al lenguaje, los números, las imágenes. Tendida estoy bajo otro cuerpo Que me explica el mundo en su vaivén y me hace más animal y más pulso porque todo me sobra, el planeta gira, la luna brilla y la marea sube a nuestro ritmo, somos uno y todo somos. Podría morir ahora porque ya sé Que en la oscuridad del silencio hay caricias que pueden justificar toda una vida.

LANA


VIVOS ON

MUERTOS OFF

En ocasiones veo vivos y siento la necesidad de contarlo Decir, por ejemplo, que he visto una mirada como bala perdida atravesando el sueño de primera hora de un señor aún sin despertar O cómo una bala comiéndose una mirada triste helaba un corazón ajeno Porque en ocasiones, cuando nadie me pregunta, ando absorto en mi deseo de invisibilidad infinita] Y en ese deambular por el barro, también yo veo vivos que están muy muertos Seguro los habrás visto porque son esos que se dicen muy vivos, y vivaces, en una storie de Instagram O aún peor: los que se alumbran egocéntricamente felices e ilusionados con su cámara del revés o con su palo selfie recién comprado en el bazar Shanghái] empaquetado por un pequeño, apenas recién muerto Porque en ocasiones, sí, veo vivos online tratando, conversando, provocando a muertos offline] Seres de carne y hueso proyectados en un tuit inconcluso de más de 169 caracteres Emoticonos que visten rostros torturados por la rutina] Porque sí, a veces pasa, y pasa siempre en este tiempo de modernidad líquida] que los vivos modernos del online son, en suma, muertos del clásico offline

ALVARO PINTADO


El hombre que no podía dejar de leer — …nunca encontré comida que me gustara. Si la hubiera encontrado, habría comido hasta la saciedad como todo el mundo—.

Un artista del hambre Franz Kafka

Cuando avisaron a sus padres después del insólito diagnóstico de aquella mañana se armó un revuelo tremendo en la calle. El recuerdo que tengo de aquel día es la cara desencajada de su abuela hablando con mi madre en la puerta de casa. Esa misma tarde se marcharon del pueblo apresuradamente. La abuela murió al verano siguiente y ellos no volvieron. No fue hasta muchos años después cuando lo volví a ver. Ahora sé que mis quince años de entonces no podían entender la magnitud de aquella extraña, única, patología. La primera vez que me lo encontré me llevé una enorme sorpresa. Estaba de vacaciones con mi familia en un minúsculo pueblo de la Costa Brava. La tarde de la que hablo volvía de pescar y lo vi en uno de los bares del muelle, o más bien he de decir que fue él quien me vio, pues yo no le reconocí. Al entrar advertí que el tipo me saludaba y me quedé mirándolo extrañado. Estaba fumando. Hojeaba unos periódicos detrás de un café. Se levantó y se acercó a mí, que estaba en la barra pidiendo una cerveza. Su rostro mostraba una vejez prematura a pesar de conservar la mezcla de sonrisa pícara y misteriosa que me resultaba vagamente familiar y que yo no había olvidado del todo. Tendría quizá unos cuarenta años y el salto temporal que me produjo calcular esa cifra mentalmente me aturdió. —¿Sabes quién soy, Jesús? —me dijo sonriendo.


—Sí, sí que lo sé —le contesté—, claro que lo sé. Los amigos de la infancia no se olvidan —Le pregunté por qué nunca había vuelto al pueblo. —Mi vida se convirtió en una pesadilla —me dijo—. A mí mismo me costó entenderlo durante un tiempo —y se quedó callado con una especie de disculpa en los ojos. —Fue Guille quien me explicó lo que te ocurría —le dije—, la razón por la que no podías dejar de leer, pero no lo entendí, jamás lo entendí. —Aquel desorden mental no me permitía vivir una vida corriente — me contestó—. Cualquier tarea cotidiana exigía un esfuerzo terrible, inimaginable. Me contó que un día, tras un partido de fútbol, lo encontraron tirado en el suelo del vestuario casi sin poder respirar y lo ingresaron en coma en un hospital. El médico dijo que se había salvado de milagro. Después de ese incidente empezó a notar que le costaba dormir y empeoró drásticamente. Ninguno de los especialistas que le veía daba con un tratamiento apropiado. Le dijeron que cualquier descuido podía ser fatal y le podía provocar un edema cerebral, que debía extremar las precauciones. Él se avergonzaba de todo aquello y quería ocultarlo, pero con el paso de los años acabó aceptando su condición.

narrativas

Mencionó que se había casado y divorciado dos veces y que tenía dos hijos, uno de cada mujer, pero que ellos —los hijos— no habían heredado el problema (como él lo llamaba). Estuvimos bebiendo y charlando toda la tarde y quedamos para comer al día siguiente en el mismo lugar, sin embargo él no apareció. De nuevo salió de mi vida de la misma forma en que había entrado: sin dejar rastro. No me sorprendí demasiado y con el tiempo incluso llegué a olvidar aquella sorprendente casualidad.


narrativas

La segunda y no menos extraordinaria coincidencia tardó en llegar unos cuantos años y fue en la isla de Formentera a finales de un septiembre muy caluroso. En aquella ocasión lo encontré al atardecer, sentado en la terraza de un bar llamado Naziria, donde tocaba un trío de jazz que hacía versiones de viejos temas de Coltrane. Tenía el pelo largo y un aspecto magnífico, lo cual me sorprendió. Esta vez llevaba una carpeta con un cuento de Borges. Me dijo que era el cuento de la semana en el mismo sentido que puede serlo una canción o un disco en las radios. Pagó lo que habíamos tomado y me pidió que le acompañara paseando hasta el faro. Sentí que no habían pasado los años. La noche caía y mirábamos el mar en silencio. Me preguntaba si habría olvidado nuestro pacto. Entonces se volvió hacia mí de un modo arrogante y me dijo con desprecio que lo había leído todo, que por eso se quitaba la vida. Me dijo que leer lo había sido todo, pero que ya no podía dormir ni comer. El problema se había agravado y estaba harto de leer y leer compulsivamente. No soportaba más el hecho de devorar páginas impresas durante horas interminables. Recuerdo su risa histriónica y las últimas palabras que pronunció en tono enigmático con absoluta certeza: “multiplico los ademanes para joder a Funes”. Fui la última persona que lo vio con vida antes de que perdiese el juicio y se arrojase por aquellos acantilados. Al fin creo comprender la razón por la cual eligió un desenlace violento de forma voluntaria, y también por qué me utilizó como testigo o depositario de su historia y, por ende, de su padecimiento. Tengo la completa certidumbre de saber que mentiría si afirmara que nuestros tropiezos fueron enteramente fortuitos. Hace tanto de aquello... Nunca conté lo que ocurrió aquella noche a nadie. Hoy convierto el secreto en ficción. No necesito motivo. Mejor no pregunten. Tan solo me queda la vaga sospecha de saber que tal vez ninguna de las personas que lo conocieron o trataron creyó sinceramente que su trastorno era cierto. Quedan los fantasmas. Jamás tuve amigos como los de la infancia. JAVIER MURCIA PINTO


CAMBIO DE FORMA Después de muchos años sin regresar al pueblo, sintió sobre su cabeza (una ruina alopécica sobre la que se divisaba una finísima pelusilla), una punzada dolorosa que —se conocía bien a sus ochenta años—, acabaría convirtiéndose a lo largo del día, en una jaqueca persistente. Se sorprendió al ver el cine convertido en un museo dedicado a un artista local que no conocía y pensó que ya pasaría por la casa familiar más tarde; las despedidas siempre le habían resultado decepcionantes. Accedió a la primera sala adecentada de calateas y de gatos adormecidos en obsidianas, lo que le supuso una grata impresión: recuerdos de infancia que ya creía olvidados y que de pronto se instalaron de nuevo en su memoria. Al avanzar por los distintos espacios, los cuadros y esculturas le retrotraían a distintos episodios de su vida a la vez que le invadía la sensación de ir atravesando puertas cada vez más pequeñas. No había nadie más de visita y al tener que agacharse para pasar a otra estancia cayó en la cuenta de que ni siquiera en la entrada se había encontrado con alguien. Todo se transformó en diminutivo: las habitaciones, las puertas, él mismo fue perdiendo su ropa hasta convertirse en la nada en un espacio oscuro en el que pareció flotar. El dolor había remitido. De todos es sabido que lo que duelen son los pensamientos, eliminados en esta fenomenología por aquel morir, dormir, tal vez, soñar. Un punto de luz apareció ante sus ojos y un grito y un tsunami lo empujaron hacia aquella abertura, donde unas manos desconocidas sujetaron su cabeza arrastrándolo al exterior. Y, fue entonces, tras un pequeño azote y con el mundo al revés, cuando rompió a llorar como un bebé recién nacido.

RUBÉN SANTIAGO


LA LECCIÓN DEL GRIEGO A lo largo de su travesía por el Mediterráneo, don Juan acabó poniendo pie en las costas del mar Egeo para dejar memoria amarga de sí. Tras una noche de burlas y muertes pidió a Ciuti que lo dejase a solas en la playa. Deambuló por la arena poseído por una vaga melancolía. Avanzó por la orilla del mar hasta que arribó a un sendero que subía a un rocoso peñasco de hermosas vistas. Del pecho, viéndose abrigado por el secreto, le comenzó a manar un canto recio pero de una dulzura pura e inocente. Su melodía inundaba las ondas y el mar, sereno, atendía solícito su voz como de campana revestida de algodón. De pronto, en mitad del mar, oteó una nave. Una oscura embarcación se acercaba al risco en el que el cantaba. En la distancia veía a la tripulación afanada por dirigir el navío en línea recta hasta su posición. Cuando estuvieron más cerca don Juan pudo comprobar con espanto la horrible marinería que tripulaba el barco. Unas criaturas de abominable plumaje negro y cabeza de mujer. En el palo mayor, una de esas cosas, la de aspecto más sabio y anciano, daba alaridos en griego. El resto, como si tuvieran las orejas tapadas con cera, continuaban con su trabajo diligentemente y se mantuvieron navegando en círculos cerca de don Juan hasta que cesó su canto. Las sirenas habían aprendido la lección de Ulises.

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ RUBIO


LA COSECHA DE PAPAS

narrativas

No me puedo levantar. Tiemblo de frío, aunque mi cuerpo está caliente por la fiebre. El agotamiento que tengo desde hace semanas no me pasa y cada día estoy más débil. José desea que vaya al campo a cosechar, pero hoy ya no tengo fuerzas. -María, me dice, anda, muévete… cómo vamos a terminar de llenar los sacos de papas para vender si estás ociosa… y ya sabes que vienen a recogerlos más tarde. No puedo hacerlo todo, aún si llamo a mis hermanos a ayudar. Eres muy holgazana. ¡Levántate! ¡Ya no me sirves! Pero no es verdad. Trabajo duro como me lo pide hasta cuando me manda a sus hermanos al colchón, al atardecer, y no puedo descansar en toda la noche. Pero dice que me quiere. Desea tener un hijo y llamarlo Jesús para así formar una sagrada familia, pero tomo hierbas para no tenerlo porque si no, ¿cómo lo voy a ayudar en el campo? Felizmente él no lo sabe. -Las mujeres que pertenecen a una familia trabajan para ellos en el campo de día y abren las piernas en las noches, -repite siempre José. ¿Será así como la mía, la vida de otras mujeres? Cavar, abrir surcos, sembrar, limpiar acequias, cosechar, llenar bolsas, vender, cocinar la sopa, preparar los quesos, limpiar, lavar, satisfacer a los hombres de la familia. Las plantaciones vecinas están muy lejanas y, aparte de los mercaderes, nunca tenemos visitantes. De día mastico hojas de coca y de noche fumo marihuana para poder resistir. Quizás por eso a veces no pienso bien y no sé qué contestarle a José o a sus hermanos. Nunca antes me he resistido a hacer las labores que me consignan, porque no me pegan y me alimento bien. Pero hoy estoy mal. Tiemblo tanto que las tablas retumban sobre el catre. Veo desde el rincón que ha llegado una persona a la puerta de la cabaña. No sé si es un mercader que viene a recoger las papas, pero debe ser un médico. Me examina, me observa, me hace preguntas. Que, si he tenido hijos, o enfermedades o sangrados. Si me lleva al


narrativas

hospital podré curarme pronto. Está averiada, dice el visitante. No puedo darte más monedas. Veo que José guarda el dinero en una caja y es mucho más de lo que le pagan por las papas. Entre los dos me cargan al camión y me acomodan entre las bolsas llenas de tubérculos de la cosecha de la semana. No han podido llenar más bolsas sin mi ayuda así es que yo formo parte de la transacción. Me llevarán a un hospital que no sé si queda muy lejos y lo llaman prostíbulo. Espero que sea mejor que mi colchón y que me cuiden bien. -Prepárate a abrir las piernas y a sacar la lengua, -me dice el doctor, mientras yo tiemblo como una hoja por la fiebre y me acurruco en el fondo cubriéndome con una bolsa de yute que ha quedado vacía. ADRIANA ALARCO DE ZADRA


LA ESCUELA RURAL Después de aquella mala racha, Victoria necesitaba un cambio de aires. “Una escuela rural es perfecta para ti”, le había aconsejado su amiga Esther, “un año para olvidarte de tus problemas y volver a disfrutar dando clases”. Así que en julio eligió la plaza más recóndita que la Consejería de Educación ofertaba para el curso siguiente y el primer día de septiembre se presentó en aquella remota aldea. Los pocos habitantes del pueblo la acogieron con esa mezcla de admiración y recelo que suelen provocar las gentes de la capital. El alcalde, muy solícito desde la llegada de Victoria, le entregó las llaves de la escuela y de la pequeña casa aledaña que tenía asignada. “¿Y el conserje?”, preguntó ingenua la maestra, “No tenemos. Bastante que hemos conseguido que venga usted, que mis buenos viajes a la Diputación me ha costado. Antes era otra cosa; cuando yo era un crío teníamos el colegio lleno. Incluso después de aquella desgracia conseguimos reconstruir la escuela”. El alcalde le señalaba una vieja fotografía que colgaba de la pared del aula en la que aparecía una joven maestra, de la misma edad que Victoria, junto a una docena de niños. “Todos muertos en un incendio. Eran los críos del aula de párvulos y ardieron todos, incluida la profesora, la pobre doña Verónica. Los mayores estábamos en el campo de fútbol y cuando llegamos no pudimos hacer nada. Uno de ellos era mi primo Hilario. Una desgracia, ya le digo”. Un escalofrío recorrió la espalda de Victoria. Las clases y la vida en el pueblo transcurrieron con la calma propia de un sitio donde nunca pasa nada. Los paseos por la montaña cercana y la calidez de sus pocos alumnos consiguieron que las heridas de Victoria cicatrizaran. De vez en cuando llamaba a Esther y le agradecía el consejo y fantaseaba con quedarse allí para siempre. Sin embargo, en enero las


cosas cambiaron. La tranquilidad del pueblo se tornó en tormenta y la mayoría de los padres decidieron cambiar a sus hijos al colegio del pueblo de al lado. Victoria sabía que ella no era la culpable, todos los progenitores le agradecieron su labor durante el otoño, sino que un problema con el alcalde (nunca supo si por una recalificación o por el resultado de las últimas elecciones) había hecho que se quedara sin alumnos. Bueno, con uno sólo: el pequeño Ignacio. Consultó con la Consejería de Educación, que la mantuvo en su puesto hasta el final del curso. El alcalde tenía buenos contactos en la capital e Ignacio era su sobrino, así que no querían que el chico se quedara sin


maestra. Victoria se concentró entonces en enseñarle todo lo posible a aquel extraño niño que durante los primeros meses de clase había destacado por su timidez. La maestra no conseguía que el chico se abriera y a menudo se preguntaba qué pensaba tras aquel gesto impávido y desconfiado. Además, hacía cosas extrañas: cuando ella se daba la vuelta y se ponía a escribir en la vieja pizarra, el chico le tiraba bolas de papel. Ella le recriminaba, con una severidad impostada, la acción, pero Ignacio, serio como siempre, le respondía que él no había sido. Victoria miraba el aula vacía y no conseguía entender cómo aquel niño podía mentirle con tanta frialdad. Un día de febrero en el que la nieve había dejado el pueblo incomunicado, Victoria encendió la vieja estufa del colegio con la leña que le había traído el alcalde y comenzó la clase con un dictado. Como Ignacio era su único alumno le dio tiempo de sobra para repasar el texto y así corregir los posibles fallos. Unos minutos después, el chico se levantó y le entregó varios folios. La extrañeza de Victoria aumentó al comprobar que en cada hoja Ignacio había copiado el mismo dictado con una letra distinta. “¿Esto qué es?” le preguntó hundiendo sus ojos en las frías pupilas del chico. “Mi dictado y el de mis compañeros” respondió con seriedad el niño. Victoria no logró percibir ningún rastro de humanidad en las facciones de Ignacio. Confusa y mareada, la maestra se levantó pero sólo pudo dar dos pasos antes de caer desmayada junto a la pizarra. Lo último que Victoria percibió fue el olor denso del humo y los gritos de doce niños pidiendo auxilio.

narrativas

BASILIO PUJANTE


transiciones

DORA Un microdrama de Borja Moreno MartĂ­nez Personae: Leonela Rotger. Teo DiviĂş. Dora Lorente.


1º Escena: Cena de presentación. Salón comedor de la casa de Teo (22), este se encuentra sentado en el sofá leyendo un libro. Teo nunca ha sido un hombre de muchas palabras, piensa que un simple gesto o, incluso, una sonrisa pueden decir más que una declaración con verborrea. Está un poco nervioso. Sabe lo que le espera. Su madre está en camino a conocer a su prometida, Dora. A los pocos segundos suena el timbre, es ella, Leonela (58), una mujer de armas tomar que roza la crueldad patológica. Teo se levanta a abrir la puerta.

Leonela: (Seria) Ya era hora. Pensaba que me ibas a tener toda la noche

en la puerta.

Leonela, irrumpiendo como siempre, entra arrebatadora en el salón comedor y, al ver que no está Dora, llama la atención a su hijo.

Leonela: (Entrometida) ¿Dónde está Dora? Teo: No lo sé. Aún no habrá salido de trabajar. Leonela: Un hombre que no sabe dónde está su mujer... ¿Así pretendes

independizarte? Si no sabes si sale o deja de salir de trabajar. Teo: Mamá, por favor, no empieces. (Pausa) Llevo independizado cinco años, no es nada nuevo. Leonela hace caso omiso. Mira a Teo de arriba a abajo.

Leonela: (Preocupada) ¿Estás enfermo? Teo: (Extrañado) No, que yo sepa. Leonela: Pues no me extrañaría, estás esquelético. Teo: Mamá, que exagerada. ¿Nos sentamos en eso que llega Dora? (Señala el sofá)


Sí, mejor será sentarnos. No vaya a salirme ahora una variz por la impuntualidad de tu prometida. Leonela:

Teo empieza a desesperarse. Saca su teléfono móvil del bolsillo, se aleja un poco de su madre y llama a Dora. Leonela, mientras tanto, saca de su bolso un periódico y comienza a leer.

Teo: (Cabreado) ¡Joder! Siempre igual... Dora, estoy un poco harto de ha-

blar siempre con tu contestador. Haz el favor de venir ya. Mi madre se está impacientando y yo también. (Cuelga) Teo regresa al sofá, junto a su madre. Esta empieza a leer en voz alta.

Bueno, mamá, ¿cómo te encuentras? Hace tiempo que no hablamos de algo que no sean mis meteduras de pata. (Sonríe) Leonela: (Cambia de tema) “Tres terremotos asolan Italia”... (Continúa leyendo) “Las recientes nevadas, unidas a los repentinos terremotos del pasado día, provocan un alud en la región de Los Abruzos, sepultando un hotel y dejando 29 muertos y 11 heridos.”. (Reflexiona) Hay que ver qué semana más mala está teniendo Italia. Hoy ellos, mañana cualquiera. Teo: (Curioso) ¿Ahora lees el periódico? Leonela: (Sin alzar la mirada del periódico) No seas ignorante. Siempre he leído el periódico, pero si te lo preguntas, como buen entrometido que eres, se lo he comprado a tu tío Alfredo, que lo está pasando muy mal en casa. Ya sabes, lo de la mujer... Pobre, con lo joven que es. Teo: (Frío) No sabía que pudieras sentir compasión. Leonela: (Levanta la mirada del periódico) Pena por él, no compasión. Son sentimientos bastante diferentes. (Agacha la mirada y sigue leyendo) Qué interesante: “La bombilla más duradera de la historia cumple 115 años. Su luz, tenue, pero perenne, no ha dejado de proyectar sombra, incluso sobreviviendo a las dos guerras mundiales. Se encuentra en el pequeño parque de bomberos de una ciudad cercana a Londres.”. Teo:


Teo: (Sin saber qué decir) Muy interesante. Esa bombilla que lo sopor-

Leonela se levanta del sofá y se acomoda en la mesa. Leonela: ¿No te vas a sentar?

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ta todo. (Se ríe) Cómo se nota que no te ha conocido, sino se hubiera fundido hace años. Leonela: (Continúa mirando el periódico) A ver si esto te hace tanta gracia: “Una mujer es violada varias veces por semana sin ella ser consciente. La policía nacional cuenta este caso que perturba a la provincia de Alicante. Dicha mujer, cuya identidad no ha sido revelada, es asaltada y violada asiduamente al salir del trabajo, en su coche o hasta en su propia casa, despertándose desorientada y ensuciada por los jugos de las brutales violaciones. Se desconoce el nombre y el aspecto del agresor.” ¿No te ríes ahora, hijo? Teo: (Cambia de tema) Si quieres vamos cenando nosotros. Leonela: Menuda cena de presentación, sin la “presentada”. Teo: Bueno, no tengo hambre. Se me ha cerrado el estómago. Leonela: Con razón estás tísico, a la primera de cambio dejas de comer. Teo: (Ofendido) ¡Joder! ¡Siempre igual! ¿Es que nada va a cambiar? Mamá, a ver si te entra en la cabeza, me voy a casar con Dora, no tengo cinco años, sino veintidós. Vivo solo, estudio y trabajo, ¡no te pido dinero y siempre estás jodiéndome la vida! Leonela: (Sorprendida por su carácter, vuelve a juzgarlo) Bueno... Eso de que estudias... Teo: Te crees que todos somos perfectos, y no. Estudio filosofía, y a mucha honra. Vale, sí, no soy un alumno de diez ni voy a sacarme la carrera en cuatro años, a lo mejor en seis, pero es mi vida y no tienes derecho a juzgarme y a meterte con ella. Leonela: (Sonriendo) Estás completamente equivocado. Soy tu madre. Tengo todo el derecho a meterme donde quiera. (Pausa) Ahora, por favor, pon la mesa. Tengo hambre y no voy a seguir esperando a la maleducada de tu prometida. Teo: (Vuelve a su carácter introvertido) Ya está puesta.


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Teo, en silencio, acata la orden disfrazada de interrogante. Leonela: Pero antes sirve la comida. Teo sirve la comida, que ya estaba preparada en la mesa: una ensalada, que corona el centro de la mesa; una sopa caliente, que él sirve; y una botella de vino. Comen callados, Leonela contemplando a su hijo y él sin alzar la vista del plato de sopa.

Leonela: Estoy empezando a creer que es un fantasma y te has inven-

tado a esa tal Dora. Teo: Qué tonterías dices, por Dios. Leonela: No hay ni una sola foto de los dos juntos. Teo: Así que ahora investigas mi casa como un perro policía. No le gustan las fotografías. Leonela: (Incisiva) Claro, tampoco es fotogénica, ¿verdad? Teo: Para tener tanta vista que ciega estás. ¿Quieres que te traiga sus compresas del baño? Leonela: No seas soez. Estamos en la mesa. Teo: No, estamos en un interrogatorio. Leonela: ¿Eso crees? Teo: (Contundente) Eso es. Leonela: Bueno. Pues, si así es, comencemos con las preguntas. Teo: Cuanto antes comencemos, antes acabaremos. Leonela: ¿Cómo es? Teo: (Pausado y dudoso) Es... Una mujer muy trabajadora. Morena, con media melena. Tiene mi edad... Leonela: (Irónica) Que bien conoces a tu futura esposa. Teo: (Introvertido) Trabaja mucho. Leonela: Eso ya lo has dicho. Teo: (Esforzándose por hablar de Dora) Su nombre es precioso. ¿Sabes qué significa? Leonela guarda silencio.


Los nombres son muy importantes. Pueden decir mucho de una persona. Por eso, tú te llamas Leonela. Teo:

Leonela lo mira con recelo.

Dora proviene del griego, de la palabra “doros” que significa regalo. Ella es mi propio regalo. Leonela: Si es tan fantástica y perfecta como dices, no creo que te merezcas ese regalo. Teo: (Justificándose) ¡Yo me merezco cosas! ¡Me merezco ser feliz! Leonela: (Fría) Una mujer no es una cosa. Créeme, la perfección no está a tu alcance. Teo: (Muy alterado y rozando la agresividad) ¡No! ¡Vete! ¡Déjame! No me extraña que papá se muriera, todo era poco con tal de no soportarte. Leonela: (Calmada y serena) Teo, francamente, no lo entiendo. Un estudiante de filosofía debería saber lo que es ético y moral y lo que no, saber diferenciar entre el bien y el mal. Esa actitud, querido, no es la correcta. Teo:

Teo y Leonela se contemplan en un ambiente de crispación donde los problemas familiares y los caracteres de cada uno afloran de una manera descabellada.


2º Escena: Recogida

Teo entra en escena, se ha perfumado. Está en mitad de la calle, esperando a que Dora salga de trabajar para regresar a casa. Hace una hora que ha desalojado a su madre y, en ese tiempo, ha podido acercarse a la gasolinera más cercana para comprarle a su prometida el mejor de los horteras ramos de flores. Teo está nervioso y camina de un lado a otro. Dora entra en escena.

Teo: (Saluda emocionado) ¡Dora! ¡Cariño! Dora recorre la escena lenta y sin hacerle caso.

¡Cariño! Te he comprado un ramo de flores. No te enfades anda. Ya sé que es un poco cutre, pero en la gasolinera no tenían nada más. Te lo compensaré. Mi madre se ha quedado con muchas ganas de conocerte. Teo:

Dora continúa obviándolo.

Teo: (Cambia su rostro, impulsivo y gritando) ¡Dora! ¡Mírame! ¿Necesi-

tas que te lo explique por las malas? Dora: (Empieza a llorar) ¡No me llames así! (Con rencor, llorosa y rotunda) ¡Ese no es mi nombre!


Luces de policía en todos los rincones. Sombras azules y rojas se apoderan de la situación. Entran, a gritos y armados, tres agentes de la policía dominando la escena.

Policía Policía Policía Policía Policía

1: ¡Arriba las manos! 2: ¡Deténgase! 3: ¡No se siga acercando! 1: ¡De rodillas! 2: ¡Las manos en la espalda!

El Policía 2 esposa y detiene a Teo.

Teo: (Desconcertado y a chillidos) Dora, ¿qué está sucediendo? Policía 3: ¡No le hable! Policía 1: (A Dora) No se preocupe señorita, ya está a salvo. Policía 2: Este monstruo no volverá a poner las manos encima

a ninguna mujer.

TELÓN

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MICROGRAMA © Pablo De Aguilar (Texto) © Ewal Carrión (Micrograma) Completa el Micrograma y siguiendo el mismo orden de las referencias obtendrás un fragmento de una novela. Las flechas indican el sentido de escritura. Entre corchetes se informa de los signos de puntuación que acompañan al texto final una vez resuelto el Micrograma. La palabra Novela entre paréntesis indica título de novela o relato del autor.

HORIZONTAL 2. DIFÍCIL DE COMPRENDER. [ , ] 3. VARIEDAD DE MANZANA. 5. DOMINIO DE NIVEL SUPERIOR GEOGRÁFICO PARA ESPAÑA. 9. PALPITACIÓN VIOLENTA DEL CORAZÓN 10. DENTRO DE ALGO. 11. SE UTILIZA ANTE EL NOMBRE DE PILA O EL APELLIDO DE UNA PERSONA CONOCIDA. 16. CUÉNTAME COSAS … NO ME IMPORTE OLVIDAR. (NOVELA) 17. MODIFICA UNA COSA. 18. DENOTA PROPIEDAD. 19. HECHO DE VIVIR EL SER HUMANO. [ . ] 24. VER REFERENCIA 16.


27. AYUDA O ASISTENCIA QUE SE PRESTA A ALGUIEN. 29. ALGUNO. 30. MENOR DE LO NORMAL. 31. ITRIO. 32. LEVANTE. 34. VOCAL CENTRAL Y ABIERTA. 35. SE UTILIZA ANTE EL NOMBRE DE PILA O EL APELLIDO DE UNA PERSONA CONOCIDA. 38. LLEVARLA CONSIGO HACIA UN LUGAR DIFERENTE. [ . ] 39. INDICA INDETERMINACIÓN AL REFERIRSE A PERSONAS O COSAS. 40. PERSONA QUE OCUPA UN ALTO CARGO EN UNA EMPRES. 41. VER REFERENCIA 7. 46. QUE SE MUEVE. [ . ] 51. VER REFERENCIA 16. 53. PUNTO CARDINAL. 57. DE LAS FINANZAS O RELACIONADO CON ELLAS. [.]

VERTICAL 1. DA MOTIVOS PARA CREER U OPINAR ALGO. 4. ABREVIATURA DE PUNTO CARDINAL. 6. INDICA LA OPERACIÓN ARITMÉTICA DE SUMA. 7. LO … ESTÁ POR VENIR. (NOVELA) 8. NOMBRE DE CONSONANTE. 12. DISTINTO, PERO DEL MISMO TIPO. 13. QUE ES EXCESIVO. 14. EL ISTMO … RELOJ DE ARENA. (NOVELA)


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15. CONJUNTO DE TODAS LAS COSAS QUE EXISTEN Y DE LA HUMANIDAD. 20. INDICA CUALQUIER PERSONA. 21. PARTE DE ALGUNAS PLANTAS. 22. INDICA EL CONTENIDO DE UN RECIPIENTE. 23. ÁRBOL FRUTAL CON CORTEZA DE COLOR ROJO OSCURO. 25. FUERZA O INTENSIDAD DE UNA PASIÓN O DESEO. 26. NOTA DE LA ESCALA MUSICAL. 28. NOMBRE DE CONSONANTE. 33. PASA A ESTAR FUERA. 36. ASFALTO. 37. EN LA NOTACIÓN ALFABÉTICA, REPRESENTA LA NOTA LA. 42. INTERPRETA UN ESCRITO. 43. … PELÍCANOS VEN EL NORTE. (NOVELA) 44. NOTICIAS O COMUNICACIONES. 45. LA SINAGOGA … AGUA. (NOVELA) 47. ALGUNO. 48. ABUSO O ACCIÓN INJUSTA QUE SE COMETE CONTRA UNA PERSONA. [ . ] 49. 13:00 H. 50. CONVENIO, NEGOCIO. 52. RESPUESTA NEGATIVA. 54. EFECTÚA UNA ACCIÓN. [ . ] 55. CANTIDAD REDUCIDA E INDETERMINADA. 56. SITUACIÓN DIFÍCIL DE UNA PERSONA O UNA COSA.


dímelo en la calle

“te vuic imbesil” te quiero imbécil Sueca. València EXIT Calle D. Vicente Zaragoza. València


HA echo lo que A podio” Calle de la Fuensanta. Los Alcázares. Murcia

Nuestros uteros no son urnas para vuestra “democracia” Benimaclet. València


ChERNóBYl como estado de ánimo por Toni Rivas Tengo para mí que lo más interesante dentro del inabarcable mundo de las series se encuentra ahora mismo en las producciones de una temporada, las mini-series. En estos casos, la trama no deriva en poco logrados alargamientos artificiales trufados de personajes insertos con más o menos fortuna o de historias secundarias que más parecen injertos. Producciones como Sharp Objects, The Night Of, When They See Us (por no quedarme solo en HBO), por el contrario, se contentan con una simple temporada para contarnos una historia que se abre y cierra de modo coherente al tiempo que sumerge al espectador en las complejidades del mundo judicial o de un universo familiar. Todo ello lo logra con soberana maestría la conmovedora, atroz e inquietante Chernobil (2019). Conmueve tanto el sacrificio al que, mayormente a sabiendas, padecen la población, los operarios de la central, así como los reclutados para las tareas de limpieza y depuración, como los gestos de grandeza moral del doctor Legasov (Jared Harris), del camarada Shcherbina (Stellan Skarsgård) o del colectivo científico personificado en Uliana Jomyuk (Emily Watson).


Resulta atroz el retrato de la mediocridad burocrática del vasto e implacable régimen de la Unión Soviética, cuya incompetencia, miseria moral y mendacidad al servicio de una propaganda a todas luces innecesaria conducen al terrible desastre de la famosa planta nuclear. Atroz es también el tinte posapocalíptico con el que se dibuja el paisaje del desastre. La cinematografía del director Johan Renck transmite no solo el terrible daño físico y ecológico sino también la transmutación del lugar en un espacio casi alienígena de muerte y destrucción. Tal atmosfera, combinada unas adecuadas explicaciones de orden científico, se convierte lógicamente en una inquietante advertencia. En un último diálogo memorable con Legasov, el camarada Shcherbina, rememora el sangriento pasado del pueblo de Chernóbil mientras siente el aliento de su ineluctable muerte cercana: los pogromos, la deportación forzosa de los polacos, los asesinatos nazis… tras tales atrocidades, la población regreso a un suelo bañado de sangre, pero a nadie le importaba, pues “nadie pensaba que les pudiera ocurrir a ellos. Y aquí estamos.” Y es ahí donde, a mi modo de ver, se encierra la inquietante parábola de Chernóbil: no habitamos el mundo perverso y descabellado de la supuesta utopía socialista, estos nuestros tiempos, no son los lúgubres años de la moribunda Unión Soviética, pero, ¿permaneceremos ciegos ante los obvios síntomas de nuestra autodestrucción?

TELEFUNKEN


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manel marĂ­ ( 17/08/1975 - 31/01/2018 )


Luchador incansable desde su etapa universitaria por la defensa de la cultura catalana en València, donde llegó (y donde residiría ya siempre) para cursar sus estudios de Sociología, el joven ibicenco Manel Marí forjó en su breve vida un sólido legado poético distinguido por galardones como el premio Alfons, el Magnànim de poesía o el premio Ramón Llull del Gobierno balear, otorgado a título póstumo por toda su carrera. Su actividad poética fue intensa, participando en multitud de certámenes, eventos o recitales literarios y estableciendo el taller Poesia per la revolta en Ca Revolta, asociación socio-cultural en pleno casco histórico de la capital valenciana. Además tuvo tiempo de inventar, gracias a su preocupación por el ritmo y la musicalidad de su escritura, una composición métrica que propone la reversión en catalán del soneto de verso blanco anglosajón, el sobrut, al ubicar la rima en el interior del verso. Se menciona a Vinyoli, un cierto estilo narrativo o su socarrón coloquialismo cuando se habla de su poesía. Desde la primera lectura de sus escritos se intuye lo que dicen las personas que le conocieron: su carisma inagotable y su conversación atenta y magnética. Su voz colma a la poesía catalana del siglo XXI de un mensaje baudeleriano, una verdad trascendente que hace de la vida cotidiana, de nuestro origen o de nuestra intimidad más animal en la intempérie actual, un enigma abrumadoramente diverso y confuso pero al mismo tiempo controvertidamente bello. Quede este eco embriagado como modesto homenaje.

Juan Manuel Sánchez


DESHÀBITAT És ara que habitem la gravetat i els hams i la condescendència del fat de tota víctima, d'anar assentint a l'heura que decreix des del pit i delicadament ferma el cos a la inèrcia. Més amb el cop de peu que no amb la passa cal que mirem d'entendre que ja no som d'on som, llençar les mans més lluny de pàtries i d'exilis, prendre un grapat de terra i esbargir-la per l'aire per habitar-la el temps que la ullada permeti, i capgirar l'atzar amb el menyspreu dels vincles, i jugar-se la cara pel darrer gest de força: la bufetada al temps i al greuge necessari, l'enderroc de l'espai que ens càpiga a les mans.

(Del libro Deshàbitat, en Grans Èxits. Palma: Moll, 2010, p. 31)


DESHÁBITAT Es ahora que habitamos los anzuelos y la gravedad y la condescendencia del destino de toda víctima, de ir dándose a la hiedra que decrece desde el tronco y delicadamente ajusta el cuerpo a la inercia. Más con las patadas que con la huida hace falta entender que ya no somos de donde somos, depositar las manos muy lejos de patrias y de exilios, coger un puñado de tierra y por los aires, esparcirlo para así habitarla el tiempo que nos permita esa mirada, y desviar el azar menospreciando los vínculos, y jugarse la cara en una última demostración de fuerza: la bofetada al tiempo y a la ofensa necesaria, el escombro del espacio que en las manos nos quepa.

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IN VINO VERITAS al company Josep Porcar amb qui he compartit vi i cervesa i viseversa. ...amar i beure és veritat, i tot l´altre mentida.

Omar Jayyam

Amb tot el que he begut potser ja va sent l'hora que ho aneu fent vosaltres, lectors, no us penseu pas que l'encert vertical dirà gaires més coses que aquesta tombarella que academitza el cercle, no vull pas la raó, i encara menys la meva, però és cert que em recluta de ple un neguit de corbes, d'esmenar una esperança de coartades sòbries: la raó rectilínia, la veritat més alta, no us la podreu mai creure, disculpeu, ni borratxos. Si a penes si podem saber que som qui som, que més enllà del ventre nominal de la mare tenim poques certeses, tret de les voluntàries –aquelles que ens convenen per pura sanitat, com l'absència dels déus, que vés tu a saber si..., com que no hi ha un infern, que pensa que si no...–, la certesa és el crim que endormisca l'estrèpit, que apaivaga l'instint cabdal de la recerca; tot, amb tanta certesa, ja hauria esdevingut un fet reproductiu del més alt conformisme, no ja el geocentrisme, que, al capdavall, n'hi ha, ni tan sols el fruir de la carn i el peix cru: la certesa impedeix de somiar altres òrbites i aquest deler mestís dels àpats i del foc, la certesa convoca les raons cap endins com el bacteri audita els glòbuls blancs ineptes. Beveu, beveu, lectors, abans d'escrutar l'ànim amb què el vi inventaria verins i altres pregàries, no deixeu que l'estat ben mirat de la raça us estalviï el pols accelerat del dubte, és ara que hi ha el corc que us esmena les pàtries


IN VINO VERITAS al compañero Josep Porcar con el que he compartido vino y cerveza y viceversa. ...amar y beber es verdad, y todo los demás mentira.

Omar Jayyam

Con todo lo que he bebido, ya va siendo hora de que lo hagáis vosotros, lectores, no os penséis que el acierto vertical dirá muchas más cosas que esta voltereta que academiza el círculo, no quiero tener la razón, ni siquiera la mía, pero es ciero que me recluta de lleno una desazón curva, de enmendar una esperanza de las sobrias coartadas: la razón rectilínea, la verdad más alta, nunca os la vais a poder creer, disculpad, ni borrachos. Si apenas podemos saber que somos quienes somos, que más allá del vientre nominal de la madre tenemos pocas certezas, y tiro de las voluntarias – de aquellas que nos convienen por pura sanidad, como la ausencia del los dioses, qué vas a saber tú si..., como que no hay un infierno, que piensa que si no...–, la certeza es el crimen que adormece el estrépito, que apacigua el instinto cabal de la búsqueda; todo, con tanta certeza, ya se habría convertido en un hecho reproductivo del más alto conformismo, no ya el geocentrismo, que, al final, ni existe, ni tan solo el placer de la carne y el pescado crudo: la certeza impide soñar con otras órbitas y este anhelo mestizo de los almuerzos y del fuego, la certeza convoca a las razones hacia dentro como bacteria que examina los glóbulos blancos ineptos. Bebed, bebed, lectores, antes de escrutar el ánimo con que el vino inventaría venenos y otras plegarias, no dejéis que el estado bien mirado de la raza os reduzca la calima acelerada de la duda, es hora de que llegue el parásito que os corrige las pátrias


que heu de pensar d'on sou, i d'on voldríeu ser i d'on ja heu palesat que no us volen pas d'ells, i així tindreu l'empenta necessària i tan útil per tibar les fronteres cap a l'abast dels braços. Amb tot el que he begut potser ja va sent l'hora que ho aneu fent vosaltres, lectors, que sigui el vi qui restauri el llindar del que voleu sentir o d'allò que voldríeu dir en un moment de febre, reclameu que un espasme sincer us esmeni els dogmes sense embolcalls amables. Collons, planteu-hi cara al seny fossilitzat! Beveu, i destruïu-lo! (Del libro Tavernàries. Alzira: Bromera, 2016, p. 26-27)

JO SÓC LA VEU Jo sóc la veu que han fet la veu d’uns altres desteixint balbucejos, remors i altres consignes, i si em tremola el llavi com li tremola a uns altres és per haver admès l’eco d’un esperit-diable que ha corsecat el coll amb tanta i tanta cendra. Sóc la veu i la cendra, i ja m’hi fot no poder encomanar cap altre encant més alt, tanmateix puc jurar que encara em vibra amb força el puny quan s’afaiçona pel nervi i per l’espasme, vull dir, no he mort del tot, no he diluït encara la veu entre les veus, la cendra entre les cendres, i mastego encenalls per escopir l’incendi: jo sóc la veu d’uns altres que frisa per cremar-se i per cremar els ignífugs fragments de morals fetes. (Del libro Tavernàries. Alzira: Bromera, 2016, p. 25)


que tenéis que pensar de dónde sois, y de dónde queréis ser y de dónde ya habéis comprobado que no quieren que seáis, y así tendréis un objetivo necesario y útil para estirar las fronteras hasta lo que den abasto los brazos. Con todo lo que he bebido, ya vaya siendo hora de que bebáis, lectores, que sea el vino el que restaure el umbral desde el que queréis escuchar o decir lo que os plazca en un momento de fiebre, reclamad que un espasmo sincero os corrija los dogmas sin envoltorios amables. Cojones, plantadle cara a la razón fosilizada! Bebed, y destruidla!

YO SOY LA VOZ

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Yo soy la voz que han hecho otros con su voz destejiendo balbuceos, rumores y otras consignas, y si me tiembla el labio como le tiembla a otros es por haber admitido el eco de un espíritu-diablo que me resecó la garganta con tanta y tanta ceniza. Soy la voz y la ceniza, y ya me jode no poder encomendar ningún encanto más alto, aunque puedo jurar que aún me vibra con fuerza el puño cuando es esculpido por el nervio y el espasmo, quiero decir, no he muerto del todo, no he diluido aún la voz entre las voces, la ceniza entre las cenizas, y mastico astillas para escupir el incendio: yo soy la voz de otros que se afana por quemarse y quemar los ignífugos pedazos de las morales hechas.


despensamelódica melódica despensa

FKA Twings

Lugares no transitados

por REGINOREY Parece que hay consenso es escoger MAGDALENE de FKA twigs como uno de los discos más importantes de 2019. Es cierto que es un gran álbum, pero ¿qué lo hace tan especial? O mejor dicho,

¿qué la hace tan especial?

La primera canción que escuché de Tahliah (su nombre de nacimiento) fue “Water me” a través de un videoclip en el que aparece su cara en primerísimo plano mientras se mueve a modo de metrónomo. Más tarde me rendí ante su primer disco, llamado “LP1”, en el que canciones como “Closer” y sobre todo “Video Girl” conseguían pegarse a uno y no permitían dejar de pensar en otra cosa que no fueran sus ritmos retorcidos y sus sonidos en fuga.


Fue a partir de ver el vídeo que Spike Jonze hizo para Apple en el que Tahliah salía bailando cuando entendí qué es lo que hacía a su música tan peculiar. Resulta que FKA twigs es hija de madre y padre bailarines y ella, desde pequeña, tuvo como medio de expresión artística también la danza. Por lo visto, como no tenía bastante con el baile, decidió dar un paso más y empezó a componer. Quizá esto explique de dónde sale una música tan difícil de describir. Al contrario que la mayoría (tal vez únicamente se salve Kate Bush) sus coreografías no salen de la música, más bien al contrario, de su expresión corporal, desde ahí van saliendo las notas que van componiendo sus canciones. “LP1” es de 2014, un año después apareció un EP llamado “M3LL155X” y a continuación, el silencio durante casi cinco años. Gracias a Young Turks, el sello discográfico que publica sus discos y que es conocido por mimar a sus artistas (a unos jovencí-


simos The XX les dejaron hacer con tranquilidad su primer álbum y recordad lo bueno que es), reaparece con “MAGDALENE”, donde todo lo anterior es mejorado. Las letras tratan de superación, de enfermedad, de desamor y de ser una persona incomprendida (casi nada). La joya de la corona aparece al final, en “Cellophane”, la canción que cierra el trabajo. En el videoclip de dicha canción, dirigido por Andrew Thomas Huang, la artista aparece haciendo un pole dance mientras sube al cielo, baja al infierno y lucha con sus demonios. La unión perfecta de todo lo que significa la música de FKA twigs. Una artista que llega al mismo sitio donde están los más grandes pero por un camino diferente, no tan transitado, eso es lo que la hace tan especial.

Vídeos citados: https://www.youtube.com/watch?v=kFtMl-uipA8 https://www.youtube.com/watch?v=2jhTiLuGezI https://www.youtube.com/watch?v=k70OczvX45k https://www.youtube.com/watch?v=YkLjqFpBh84

Video Girl

Water me


vĂ­deo que Spike Jonze hizo para Apple

Cellophane

despensa melĂłdica


recomendaziones

CRÓNICAS DE LOS CAZALET O EL ARTE DE CONTAR HISTORIAS

por Mari Cruz Gallego Ruiz

Dice José María Guelbenzu, en un artículo publicado en El País a propósito de Crónicas de Los Cazalet, que nada gusta tanto a los ingleses como que les cuenten su modo de vida. En esta tradición narrativa, que se remonta a los orígenes de la novela inglesa en el siglo XVIII, se inscriben los cinco volúmenes que componen la obra de Elizabeth Jane Howard (1923 -2014): Los años ligeros, Tiempo de espera, Confusión, Un tiempo nuevo y Todo cambia, publicados en España por Siruela. Las Crónicas de


los Cazalet relatan, en estas cinco novelas, las peripecias de una familia inglesa en los convulsos años que van, desde el periodo de Entreguerras, al estallido de la Pri mera Guerra Mundial. La autora recrea en sus páginas la decadencia de un modo de vida, el de la clase social alta, que ve cómo un mundo nuevo, inmerso en uno de los mayores desastres de la humanidad, acaba con su indolente y placentera rutina diaria. A lo largo de los cinco volúmenes, asistimos al retrato de tres generaciones de una adinerada familia, los Cazalet, y su evolución a lo largo de los años: la historia comienza en un plácido verano en su residencia vacacional, Home Place, donde los días transcurren tranquilos; los mayores dedican su tiempo a los quehaceres diarios, los jóvenes empiezan a vislumbrar el inicio de la adolescencia y los niños disfrutan, inocentemente, de sus travesuras y juegos. De fondo, y como si hubiera ocurrido en un tiempo ajeno a ellos, resuenan todavía los ecos y las cicatrices de la Primera Guerra Mundial. Las páginas transcurren despacio, deteniéndose en intrascendentes momentos cotidianos,


retratando así la vida íntima de las tres generaciones. Este mundo de tranquila rutina se verá alterado, como ya se intuye al final del primer volumen, con el estallido de la guerra y con la evolución vital de cada uno de los personajes. La autora refleja, de este modo, la desaparición de un espejismo: el de unas vidas que intentan transcurrir ajenas al vaivén de

los tiempos. Junto a este tema que envuelve la narración, la obra esconde en sus páginas toda una comedia humana reflejada en cada uno de los habitantes de sus páginas: el amor, el desengaño, el aprendizaje, la homosexualidad escondida, los tabúes sociales y el horror de la guerra y la muerte.


Estamos ante un modo de narrar alejado de la tendencia novelística por excelencia de los últimos años: la autoficción, que aunque ha dado espléndidos títulos y ha contribuido al avance de un género que necesitaba algo de oxígeno, hoy ya se ha convertido casi en una fórmula estereotipada de la que los lectores más avezados empiezan a sentir hartazgo. Frente a esto, la apuesta de Siruela con Elizabeth Jane Howard y sus Crónicas de los Cazalet recupera el origen genuino de la novela: el arte de contar historias.

recomendaziones

Elizabeth Jane Howard, madrastra de Martin Amis y que intentó primero ser actriz y modelo, publicó la primera novela de la serie en 1990 y enseguida se convirtió en un éxito de público y crítica. Pronto, la BBC, fiel retratista visual de la narrativa inglesa, adquirió los derechos para recrear en radio y televisión los dos primeros volúmenes. En España, la autora ha sido casi una desconocida hasta que Siruela publicó el primer libro de la serie en 2017 y ha finalizado, este último año 2019, con el último de los cinco que componen la crónica.



© JAVIER MENA

ilustrados


© JAVIER MENA


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