Pabellón General Psiquiátrico - Katy Parra

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Nº 37 PABELLÓN GENERAL PSIQUIÁTRICO ©Katy Parra Ilustrado por Cristina Franco Roda menganitadecual.com Editado por Colectivo Iletrados colectivoiletrados.blogspot.com.es

Murcia, junio de 2019


A LA TERCERA VA LA TORCIDA

Sospecho que nací en tercera persona, por eso nunca supe decir “¡Aquí estoy yo!”. Di vueltas de peonza como si fuera “ella” y me subí a la Parra con las uñas para no entorpecer cuando la envidia ahogara con el ego a su recluso y circulé sin cálculo, como un maldito cero en mitad del vacío. Así llegó el desahucio de aquella pobre idiota, en una noche negra y deshumanizada. Desheredé a mis gatos y a mis padres, deshonré a los amigos, rehabité la tristeza con premura y deshice los planes del creador. A veces pienso enmigo y la presiento mirándose al espejo con su exhibicionismo de tercera, aplicándose el mérito de seguir respirando.


INCIDENCIA MORAL Quien haya visto a Dios, que levante la mano y diga que no es cabra ni conejo, ni toro ni libélula, ni hormiga ni caimán; que atestigüe que es hombre, que nos aporte pruebas de que existe y es hombre, de que es justo y es hombre, y que todo lo hizo como lo haría un hombre; nunca como lo haría un perro o un lagarto sino con la conciencia brutal que alberga al hombre para que sus hijastros se parezcan a Él, para que no haya dudas de que el hombre es capaz de crear y matar con la misma pasión que jura o que maldice. Quien haya visto a Dios que levante su mano y diga la verdad: ¿Qué dios resistiría la vergüenza de ser el artesano de tantos asesinos?


CANCIONES PARA UN LUNES SIN RECREO Esta danza no sabe a dónde conducir su clave ni su imperio. Apenas reconoce que es lunes y hace frío, que noviembre ha llegado como una amante oscura y despeinada, igual que aquellos lunes de abandono en los que nos quedábamos a solas con Bob Dylan, a base de café e Ibuprofeno, aprendiendo a llorar sin que nadie nos viera, guardando para el martes la urgencia de estar vivos.


CONCLUSIONES DRAMÁTICAS SOBRE LA ETERNIDAD Lo deseé con fuerza hasta los siete años. Suponía que alguien, los mismos que inventaron la aspirina o la televisión, hallarían, tal vez, la fórmula precisa de la inmortalidad. Poco después, la vida, se proclamó enemiga de mis sueños. Me expulsaron de clase por defender a gritos a un gato callejero con el que compartía los abrazos y las cosas que importan y suspendí segundo de primaria. Aquel gato murió con los ojos abiertos. Unos hijos de puta lo mataron. Descubrí que la muerte no era reversible. Fue la primera vez que lloré por amor.


LAS MOSCAS EN DICIEMBRE

En diciembre las moscas no son lo que parecen, huyen de su virtud como rameras, sobrevolando el mundo, en cueros y sin brújula . Dan tumbos por la calle, tropiezan sin querer con las persianas, encienden las farolas con orín. Están desorientadas y aletean sin rumbo, igual que si escaparan de una fosa común. Defienden su contienda sin fusil, sin arsénico, sin otra pretensión que ganar la batalla o inaugurar el circo en donde viven. Esas hijas de puta no saben cohabitar con el invierno -¡y mira que les dije que fueran obedientes!-. Las moscas en diciembre, por sistema, se hacen compatibles con la cerveza tibia y la desgana que inunda el cenicero de alquitrán. No quieren coincidir con la ternura que deja el beso helado. Errantes como diosas desdiosadas, transitan al albur de una boca a otra boca, para guardar intacto ese sabor a mierda que deja el abandono.


INVENTARIO Muchas noches de besos para adentro -calcinados los labios por la esperame dedico a hacer números, a ordenar los espejos y las ensoñaciones. Presagios de alegría que acabaron fugándose con otro, brevísimos instantes de locura que nada más nacer se suicidaron por falta de sustento, caricias abortadas ante el desinterés del receptor. Todo lo que guardé -por si el amor un díase fue descomponiendo. La estupidez y el miedo acabaron haciendo de las suyas.


CREDO URGENTE Creo a ciegas, en el gato que duerme una media diaria de dieciocho horas, en la tierna sonrisa de los niños -si están bien educados-, en la buena intención del camarero, en la amistad sincera de algunos adversarios, en la docilidad y la solvencia de todos mis amantes, en la desilusión de mis progenitores, en la fragilidad de la palabra “siempre”, en el amor sin tregua de mis hijos, en la ópera, en Dios -cuando está de mi parte-, y en ti, que estás leyendo, que respiras, que también tienes gato o un perro que te saca a pasear. En ti, que te has dejado


la piel por ser aquello que esperaban, que adoras a tus hijos, que nunca te fiaste de la palabra “siempre” porque da escalofríos. Si has llegado hasta aquí, quédate, por favor. Tenemos en común este minuto, esta breve manzana que es la vida. Muérdela tú primero.


DE PLOMO

Hay una eternidad que no concluye: la del labio indeciso, incapaz de atender al otro labio y la bala que invierte su níquel y su lengua por escasez de ganas o de pólvora. Allá donde vayamos, el tedio y la desidia dispararán a ciegas los besos que no dimos, el tiempo que pasamos buscando la diana, su centro, su canción, su plomo irreversible.


EL ÚLTIMO TANGO No puedo ahora frenar la rotación inmensa del abrazo para medir su órbita.

CLAUDIO RODRÍGUEZ

¿Qué quieres que te cuente del amor alguien que nunca ha escrito en el poema mariposa o abril? Yo sólo puedo hablarte de los escorpiones o de las garrapatas, de la cara de imbécil que tiene mi vecino, de lo triste que a veces me resulta escuchar a Coltrane sin otra compañía que mis gatos o del abrigo excepcional de los violines cuando tiemblan y dudan de su música. Sin embargo, no puedo hablarte del amor. Ese altivo juglar no me quiso en sus filas y ahora estoy aquí como un intruso, escribiéndote a ti que estás leyendo y mirando el reloj para escaparte de toda esta indigencia, que tal vez sabes algo de este tipo y de sus maniobras, que también –es posible- te haya dado plantón; a ti, que desconoces mi lado más siniestro,


el tabaco que fumo o a qué hora inservible maldigo las canciones y me arrastro hasta mi habitación sin dignidad para seguir bebiendo esta indolencia. ¿Qué quieres que te cuente del amor quien no pudo medir su abrazo ni su órbita?


PABELLÓN GENERAL PSIQUIATRÍCO

Hoy sólo quiero hablar el idioma de los pájaros, asirme a la voz de sus orígenes y recorrer los pasillos deformes, desde el acceso principal hasta el Pabellón General Psiquiátrico, donde reposa el hombre ajustando las cuentas con su alma. Hoy quiero destronar a la cigarra y liberarla de todas las hormigas, para escuchar su canto sin destino y ser un participio de su enojo, pisoteando infiernos y devorando sombras. Tal vez no venga nadie. Las entradas de urgencia se cierran a las cinco.


Esta plaquette con poemas de Katy Parra se reparte de forma gratuita en el ciclo de recitales poéticos y musicales “Mursiya Poética” durante los meses de mayo y junio de 2019 en el Huertolab de Santa Eulalia, Murcia.


Katy Parra (Totana, 1964). coordina desde 1998 talleres de poesía para niños y adultos y es cofundadora de los Grupos Literarios Espartaria, Jitanjáfora y Di-Versos y, a través de estos grupos, ha organizado varios Encuentros Nacionales de Poesía desde el año 2000. Ha colaborado activamente en prensa, radio y en múltiples antologías de ámbito nacional e internacional. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés e italiano. También ha participado en intercambios culturales con poetas franceses, chilenos, mexicanos y británicos. En 2015 fue invitada por el Instituto Cervantes para presentar su obra en la universidad de Leeds, Gran Bretaña. En 2008 fue galardonada con el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández de la Comunidad Valenciana con su obra Coma Idílico, editada por Hiperión. En ese mismo año Visor editó su poemario Por si los pájaros que mereció el Premio de Poesía en Lengua Castellana Viaje del Parnaso. Sus publicaciones más recientes son la antología Delirium tremens (Raspabook, 2015) Licencia para bailar (Valparaíso, 2016) y la novela Memorias de un gato de buena familia (Micromegas, 2016).


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