La Mancha 111

Page 1

1


Índice Francisco Issa

2

Editorial CIUDAD: individuo fractal Acera de mis amores Menú del asfalto Soy del barrio, del barrio soy Campo ciudad ¿Cuándo los ascensores se convirtieron en Jeeps? Partículas de aerosol Conflictos de la Memoria De cara al río Premio Arguedas Poder popular y espacio urbano ¡Déjeme aquí, por favor! sin título POESÍA Waraira Repano, Coquivacoa De Miguel a Mickey A mis hermanos refugiados Entre sombras Impunidad de la acera De la calle como templo al centro comercial como casa Una tarde caraqueña Antropología del amor tarifado Maracaibo tranca El arte público y los ciudadanos El impacto social del automóvil Pensar lo urbano desde-el-lugar Libia e Irak : Crónica de la misma partitura Soberanía alimentaria: hacer germinados en casa A ROSA LUXEMBURGO Y KARL LIEBKNECHT !TROTZ ALLEDEN¡ Reflexiones de la contradicción, laberinto humano Caracas, la colectiva ¡Camionetica Express!

Página

2 3 4y5 6 7 8y9 9 10 10 11 12 y 13 13 15 15 16 y 17 18 18 19 19 20 20 21 22 23 24 25 26 y 27 27 28 y 29 29 30 y 31 31 32 3


L

ISSN: 1690-2718 Depósito Legal: pp200201cs565 Tlf: (0212) 578 07 30 0416 825 40 75 Apartado Postal: 17362 zp. 1015-A Ipostel Parque Central Caracas Venezuela lamanchax@yahoo.com lamanchax@gmail.com http://www.lamanchaweb.blogspot.com

Consejo Editorial Oscar Sotillo Meneses Janette Rodríguez Herrera Francisco Issa Zambrano Gastón Fortis Silva

Colaboradores Nelson Oyarzábal Alejo Siso José Javier León Juan Sanoja Oscar Rodríguez Pérez Beatriz Aiffil Josefina Raa César Valera Hernán Jesús Soto Pedro Patiño José Gregorio Bolívar José Polo Acuña Bárbara Pérez Alessandra Coronel Darío Tello Medina Pablo Martínez Alejandra Segovia Martín Guerra Marianela Yanes Miguel Ángel Viloria Pablo Aquiles Fortis Coribell Nava María Verónica Meléndez Eduardo Mármol Sandra Cardozo-Cuñarro Rafa Gómez Co-responsables Juan Carlos Sotillo Nicanor Cifuentes Gil Maracaibo-Edo. Zulia Leila Medina Jouseline Rodríguez César Santana

Gran Caracas

Solangel Morales Hely Uzcátegui Moisés Mirele Los Teques-Edo. Miranda Oscar Fernández La Victoria-Edo. Aragua Marco Aurelio Rodríguez Catia La Mar Edo. Vargas

lamanchax@gmail.com Corrección Colectiva

Agradecimientos

A l@s que entienden que la tortura, no es un método justificable. (ni contra lxs humanos ni contra los animales) LA MANCHA no se hace responsable de los comentarios emitídos por sus colaboradores.

Janette Rodríguez Herrera

4

CIUDAD: individuo fractal

M

e asusta –creo que como a todos- cuando tengo que escribir algo sobre lo que, se supone, no sé y más cuando ese tener que viene de la necesidad de expresar algo que no nos dejaba dormir, que aparecía como grito callado, tras los ojos, dialogando incesante. De chino antiguo, no sé, por ejemplo. De chino moderno, tampoco. De mi ciudad vieja, sé poco, pero recuerdo algo. Pero de mi ciudad nueva, la que habito y me arma, sé más, mucho más, y es del saber experiencial, del que patea y suda sus brocales sinusoidales, o que ve y huele sus aguas correr calle abajo, o serpentea la acera alfombrada de bisuterías horizontales o verticalizadas, que agradan u ofenden ojos, pies y narices. Porque de la ciudad, cualquiera que sea su nombre y sitio, sabe el que la vive, el que cada mañana abandona su refugio personal para mimetizarse humana o deshumanamente en los capilares y venas, donde glóbulos verdes, rojos, amarillos, negros, blancos, azules, son los que la hacen viva (si no, basta salir un jueves o viernes santo para verla anémica, grisácea, pálida a la ciudad, sin sus humanocitos deambulantes.) Así, cada amanecer nos da la posibilidad de llamarnos ciudadanos, de ser ciudad. Y es porque esa ciudad, ese indómito animal creado por hombres y mujeres afanados o desenfadados, es imagen y semejanza del entramado complejo que nos define y, para arreciar el aguacero de enredos, somos, cada uno y una de nosotros, herederos de ese ámbito (urbano) que nos acoge. Se ha dicho bastante sobre cómo la ciudad responde a las estructuras del poder dominante, del por qué ser cartesianamente cuadriculada es sinónimo de ciudad organizada, moderna (nunca mejor usado este adjetivo.) Ser cuadriculada debe ser –imagino a las ciudades dialogando entre sí- un motivo de orgullo para un conglomerado humano que ose llamarse ciudad. Pero, ¿acaso es la cuadrícula de las calles y aquella profusión de ángulos rectos en las casas y edificios

Juan Carlos Sotillo Meneses

lo más natural que se nos pudo ocurrir para dar sensación de poder efectivo? No hace falta que dos calles se crucen en una esquina “de noventa grados” para podernos ubicar en el plano cartesiano del cual la ciudad moderna pretende ser remedo. Las coordenadas curvilíneas existen, con tanto derecho como las otras. ¿Qué tal las “coordenadas naturales” como “allá, bajo la mata de mango” o “en la segunda curva del río”? Se podría decir que son coordenadas perecederas, que el árbol muere, que el río genera meandros extra. Podría ser cierto, pero estoy seguro de que existen olivos más viejos –por cientos de años- que la introducción de las coordenadas que llevan el nombre de Descartes. O que el río Guaire y el río Valle se confunden, desde hace bastante tiempo también, por los lados de Bello Monte, en Caracas. Tampoco es cierto que la cuadrícula optimice recorridos o que una casa cuadrada es más resistente o fuerte que una casa curva. Con casi total seguridad, la hipotenusa es más corta que la suma de los catetos y una casa redonda o parabólica soporta cargas muy superiores al paralelepípedo cartesiano. Entonces ¿por qué tanto ángulo recto, por qué tanta rejilla uniforme es signo y sensación de ordenamiento o de inteligencia? Sin duda habrá que revisar los orígenes de esto en la noción de modernidad: aquel cambio de épocas que podemos adjudicar a la frase “pienso, luego, existo”, de la herencia a veces más parecida a un lastre que tal vertiente cultural ha dejado en nosotros y en la construcción que hacemos de nuestro imaginario. Y la ciudad crece, desde su centro cuadriculado, dotando de otra escala de entendimiento a lo que de esta ciudad más grande pueda decirse. Los habitantes –que no siempre ciudadanos– de esta ciudad grande acuden diariamente a rendir culto al hecho que justifica la existencia misma de la ciudad. Ese culto se dibuja desde el peregrinar a las entrañas citadinas para trabajar, para llevar o buscar papeles, para comprar, para vender. Hemos hecho de la ciudad una especie de

Pabellón de Venezuela para la Exposición Universal de Hannover 2000, (el segundo más visitado), actualmente en Barquisimeto-estado Lara. Diseñado por el Arquitecto Fruto Vivas.

ueve rgo de los n la lo a te n e r s a recur calles. Hemo sido un tem s a la h n e d a í d ll a iu c r a do po esta maraña e cha ha anda d n a s o M ij a h L s e o u , som años q nes urbanas uchas otras io m c e la u e q r n e u d A o . s surgid urbanos, la o mos Caraca n a y m a s ll o e in u s q e camp de cemento de espacios mo esa idea o n e C . n ie to v ia s d e e n m ión in colaboracio ntante pacio de acc s e o tr s os la atorme e u im n ib s c e r e d l el p a d o ciu rfumes, n os es natura e n p , s a ll lo e e a d o a d c idad abitua vieja acer leza, la veloc nos hemos h a r e u tu q a r n o p la d n a ia co urbanid o, la distanc d s. ia ic v e ir a l s sentimiento lo e ruido, e d a m una e tr cación ex emos hecho h d a d iu c itados y la simplifi la bían sido ed dedicado a a o h r e a y m e ú u n q te s una riale En es lgunos mate os e hicimos a iv e h d c r n a ió s c o a tr il s comp amos nue no que se ha is a v b e r r u , d lo a e id d r s uctor con anterio biando en lo se hilo cond e m a e c g o n c a e h r s e a u s ndo has co selección q ha ido muta áginas. Muc , p a s z a le tr a s r e u tu a n su n so tejido en ad, como es ue darán pa q d s iu e c n la io , c s la o e ñ r e otras últimos a ovimiento d s espacios y m o e tr s o e o ir d s a a r e e era d o y ha gen a única man mantenga viv L . e s u a q tr o ia r a o y m de me a otras s en un afán e un ejercicio n r e io c c a la h e r s e s e s y la iten la urb ue nos perm s sentimiento q lo s , s to o n d e r m e u le c e s los los re . antener vivo m e d o e la historia d ic r ir é n e v e e quim d l vidas en e sueños, desd s s a lo tr s e e d u s e n d r a a traz endid ay que la gener de ser apreh e d u a p id d c a lo d e v iu c La y la iolenta s, desde la v ria que llega ia to lg is h ta s la o n e d s la e habitamos l huracán u e q e s d e s r e e d s , s e o y L do. la destru re, transforman la ir u muchedumb g e la s e a r d a s p o e n e ia s o d p s y gerentes xégetas coti o e c s ti o lí m o o p s e s d e la anes las urb terpretamos , de los desm in is s n p li ié a b c m o p ta a pero de los iudad ás las cosas, e y crea la c m iv v n a e c u li q p r m je o que c la mu sus amores. el hombre y n d o c ia , c s n e e d iv a v id e eces sobr es, con sus n r b m tu s o c s con su

entelequia pero que más bien nos justifica a nosotros, no necesariamente a ella misma, como seres. Sin la ciudad parece que careciéramos del más elemental sentido de la vida: ¿qué vida contemporánea se justifica sin un trabajo, sin una diligencia que hacer, sin la posibilidad de buscar, ver y comprar? Tal vez individualmente pensemos que somos libres de decidir si queremos vivir la vida de tal o cual forma, pero volviendo al cambio de escala, de individuo a conglomerado de individuos, a sociedad, nos damos cuenta de que esa aparente libertad individual es –ha sido- una farsa (al menos en esa nueva escala de visión) y que la masa es bastante predecible y controlable en cuanto a gran parte de sus maneras de actuar y de interactuar con su entorno. La ciudad, en esa escala de acción, de algún modo doma, controla, cualquier comportamiento colectivo “indeseado”. De tal manera, la ciudad es nuestro particular monstruo, nuestra creación, y esa creación nos controla a su vez. Entenderla y entendernos conlleva el entender la relación como un problema multiescalar, donde individuos y agregados de individuos interactúan, crean, destruyen, arman y desarman cientos y miles de hechos, desde los más aparentemente insignificantes hasta aquellos que cambian los rumbos de la historia. La ciudad es yo, tú, él y ella, formando un todo pluricelular complejo, multiescalar, amado y odiado, hermoso y aborrecible, todo a la vez, de comportamiento sinuoso, a veces esquivo, otras frontal. Es decir, la ciudad es como un “nosotros” pero en grande, en esa fractalidad particularmente hermosa y aterradora, que al querer ver la ciudad con un microscopio, nos hallamos a nosotros mismos, observándonos. Así, es la ciudad, al parecer, nuestro destino como especie. Y espero que no sea nuestra última cuadrícula… (Y yo que pensaba que de ciudad no podía decir mucho. En dos horas amanecerá, la urbe me llama de nuevo. Sus sirenas habitan los relojes, de esquinas cuadriculadas)

5


6

cían correr los disfraces que ocultaban a las gentes y a las gentes que ocultaban sus disfraces. También hubo fiesta cuando el Morocho Hernández ganó el campeonato mundial welter junior de boxeo. Tus esquinas fueron una sola transmisión radial y Delio Amado León se la pasó narrando las veces que nuestro boxeador falló la potente derecha, hasta que la decisión de los jueces dijo que ganó el Morocho. ¿Cómo pudo ser posible que alguien que falló todos sus golpes haya ganado el combate? «Es que si le hubiera pegado al gringo Eddy Perkins sólo uno de sus golpes, el Morocho hubiese sido acusado de asesinato», —dijo un obrero mientras se saboreaba un arroz a la cubana. Los aficionados salieron a la calle por la madrugada y algunos fueron llevados a la DIGEPOL, acusados por su alegría, de agitadores comunistas. La primera cola sobre tus calles, mi querida Caracas, fue por la compra del perro caliente. ¿Cómo era posible que una salchicha, metida en un pequeño pan, atrajera tanta atención? Las bocas abiertas no dejaban de mirar las destrezas que iniciaban a desarrollar señores con batas blancas: ¿Qué ciencia puede haber en echar tres salsas sobre una salchicha empanizada llena de cebolla y ensalada y luego zamparte un vaso de gaseosa marrón? Se las tragaban, Caracas y aún se la tragan de a dos, tres y hasta cuatro perros por persona. ¿Luego vino la mamá o la hermana mayor? Nunca supe el parentesco, pero de que eran parientes lejanos, lo eran. Llegó la hamburguesa con su tolete de carne y su salsero embadurnador para redondearnos la mentira culinaria, mientras nuestra auténtica

Acera de mis amores Oscar Rodríguez Pérez

arepita nos miraba desde las vidrieras con nostalgia. ¿Qué hacíamos aquel sábado sorpresivo cuando decidiste bailar despelucada, con las pestañas postizas alicaídas, el rimmel rodado, como si fueras La Lupe? ¿Nos preparábamos para la fiesta sabatina? ¿Hacíamos el amor con alguna amante? ¿Mirábamos tranquilamente la televisión? Era el mes de julio, Caracas y cumplías cuatrocientos años. ¿No sería que te alegraste demasiado por ese significativo onomástico? ¿Te pasaste de tragos urbanos? ¿Estaba ebria porque te visitó Eddy Palmieri para estrenar su canción Muñeca? El bigotón Fideas Danilo acababa de bautizar la palabra salsa con su programa radial de los mediodías, donde ponían las charangas de Tito Rodriguez y los malandros viejos de los primeros barrios decían que servía para «menear el esqueleto».

Estoy seguro que te reías de los pelúos, Caracas. En principio los miraste con curiosidad, como se miran las reliquias que parecen nuevas y luego te fuiste de risa por sus ropas coloridas, el cabello largo de sus muchachos, el desenfado de sus muchachas, sus canciones en inglés a guitarra tristona y el olor a marihuana. «Jipes les llaman, pero yo creo que son masones por las canciones de cementerio» —solían decir las señoras recién llegadas de Los Andes. Hicieron varias reuniones musicales seguidas muy de cerca por la policía. No faltó quien los acusara de comunistas por el parecido de algunos con el Che Guevara. «¿Ese chivúo del dibujo sombreado es jipi o los jipis son guerrilleros, como es la cosa?» —se preguntaban los brutos de la DIGEPOL. Acusaron a los jipis de no bañarse, de querer amar a todo el mundo, de no pegarles a

los niños, de compartir la tierra y todo lo demás, de querer ser felices por sobre todas cosas. Rabioso por deseos tan indeseables, el presidente Caldera ordenó su encarcelamiento y corte inmediato de cabello, así fueran mujeres. ¡Cuántas cosas has visto, Caracas! Cuando eliminaron a la DIGEPOL, fue porque los guerrilleros en armas cayeron derrotados y entonces llenaron tus calles de jaulas de policías metropolitanos a quienes llamábamos casco blanco. Inventaron miles de planes policiales para que el pueblo besara tus calles en forma de injusticias. Pegamos el pecho de tus paredes y la cédula de identidad contra la indignidad. Las huellas de la Guardia Nacional fueron la triste dactiloscopia del abuso y la arbitrariedad. Hacer fiesta popular era tan o más peligroso que ahora. Fue allí donde tus calles se llenaron de rayas con tiza blanca

para señalar los cuerpos de los caídos. La urbanidad se disfrazaba de muerte acostumbrada. El riesgo de la fiesta siempre se corre en tus calles, Caracas, pero aún nos atrevemos a tomar cocuy de penca con el pretexto de bautizar a los chamos. Nadie se la caló cuando el paquetazo fue anunciado, cuando abriste tus puertas a las anchas del jolgorio de los descamisados. Tus calles se llenaron de revancha, osadía y temeridad. «Que toque de queda un coño» —gritó mucha gente, mientras subían las santamarías del acaparamiento y del oprobio. La justicia recorrió las calles en la rebelión de la gente y gritó en el grito mismo del pueblo, la extrema crudeza de su acción. ¿Viste cómo la impunidad se escondió en las instituciones temblando de miedo? Cuando la calle se viste de fiesta popular, las alimañas corren a sus madrigueras. Jamás se vio

la calle tan limpia de engaños. La verdad flotaba en sonrisas, sorpresas y perplejidad. Cuando llegó la metralla a cobrar sus muertos en los pechos del pueblo, ya el olvido había huido como el alma de un diablo asustado, el recuerdo se habría de instalar en el dolor y la memoria se incrustaría en tus paredes urbanas para traer, cada tanto, aquella estupenda proeza. Las semanas santas te quedas sola y entonces puedo conversarte estas confidencias en forma de visiones. Acabo de ver a Alonso Andrea de Ledezma con su estampa de viejo soldado, partir por el camino de los españoles para combatir a las huestes del pirata Preston. Boves entró en un burdel de Curamichate para llevarse alguna de las muchachas al ejército popular. El general Miranda quien jugaba ajedrez en la Plaza del Venezolano, preguntó por el horrible pedazo de hierro enterrado en la acera

Oscar Sotillo Meneses

H

ola Caracas. ¿Será la palabra “Hola”, digna de un saludo para ti? Me abstraigo de tus calles y te pienso entrando el mes de abril y recuerdo a dos cantores: el cubano Silvio Rodríguez y el venezolano Gilberto Gutiérrez —altos panas— que pensaron abril como espacio ideal para amores. Cualquier mes es ideal para mi amor por ti, Caracas. Nublada por las tardes cuando te preparabas a recibir la salida de los trabajadores de las fábricas. Te recuerdo desde la amada Catia, en las Lomas de Urdaneta y un niño desde una ventana, miraba el aviso luminoso de la tienda Admiral en la avenida Sucre: «Mira – Admira – Admiral» y se repetía en sus ojos y en su corazón y en sus saberes la semiótica que le llegaba como un ave anunciadora de mensajes cifrados. A toda hora había un autobús al frente del cuartel Urdaneta y las señoras que iban a las citas médicas de las cinco de la mañana en el seguro social llegaban a cuenta gotas, embarazadas, parturientas, convalecientes y se iban sentadas disfrutando un transporte que te recorría, Caracas, en todo tu costado. Te vistieron de metralla cuando los comunistas decían en el secreto de los ascensores del bloque: «Rómulo cae mañana» y las más viejecitas se respondían: «Si no hubieran tumbado a mi general Pérez Jiménez, esto no estuviera pasando». Luego se corrió el rumor en tus calles que torturaron, mataron y desaparecieron gente que fue llevada a los calabozos de la DIGEPOL. En tus paredes se miraba la frase: «Rómulo, asesino». Pero te vestías de fiesta cuando el carnaval todavía era de adultos. Las carrozas paralizaban las avenidas principales y las guerras de caramelos ha-

y alguien respondió: «Lo hizo un tal Farruco». El general Bolívar bailaba un merengue venezolano con Manuela en la retreta del domingo y luego se tomaron un jugo de mango en la tienda de chinos. El indio Guaicaipuro llegó del cerro Guaraira lleno de collares y niños, para jugar en el salón de lectura de la plaza, donde una muchacha llamada Rosaura nos aprende con sus saberes y su amor por la vida. Cargando su guitarra, Julio Jaramillo baja por la avenida Baralt buscando una taguara adonde cantar boleros. Fabricio Ojeda cruza la esquina de Marcos Parra rumbo al Capitolio con su rostro de dignidad guerrillera. Vestido con el uniforme beisbolero, El Chico Carrasquel lanza pelotas a un grupo de niños que se agolpan en la esquina de Gradillas. Hoy te abrazo Caracas, con el profundo amor del viento que no deja de pasar por tus añoranzas.

7


Menú

del asfalto

Juan Sanoja La Mancha 19, julio 2005

César Valera La Mancha 2, mayo de 2003

E l maestro Eddie Palmieri atravesaba el puente «Raúl Leoni» el mismo

Bueno, pero el día sigue su curso y con él, aunque no sea ésta nuestra intención entramos en la carrera frenética en que todo el mundo anda en esta ciudad. Nos sorprende el mediodía y como de costumbre si no “tenemos” tiempo para volver a casa y almorzar decentemente, y si además, como pasa con la mayoría no tenemos dinero para meter los pies bajo la mesa en un buen restaurante, entonces nos toca, lo que ya viene siendo la cultura caraqueña, revisar el menú del asfalto, esto incluye el famoso perro caliente, que tuvo que viajar de lejanas regiones para convertirse en la pequeña montaña de sabores en que lo convirtieron los perreros venezolanos, también conocido como el asquerocito. Si te metes unos cuatro, que a razón de dos mordiscos por perro pasan temblando, quedas abombado, esto y un refresquito y de vuelta al trabajo con cara de que te comiste un churrasco. Pero en los mismos carritos de “perrocalientes” la selección es amplia y compleja entre el choripán, el chuletón, la hamburguesa (en todas sus variantes), el pepito de carne o pollo, el jumbo e in-

8

Oscar Sotillo Meneses

L

evantarse a las cinco de la madrugada, tomar una ducha fría o en el mejor de los casos tibia, vestirse con la mayor velocidad posible, tragarse un café con leche o un guayoyo (y un cigarrillo si se trata de fumadores), despedirse colectivamente de los demás miembros de la familia que recorren la casa más o menos en la misma actitud que mostramos. Y una vez vestidos y exhalando fragancias de champú, jabón, perfume y ropa limpia, salir a la calle oliendo a caraqueño rumbo a la chamba, la universidad o el colegio (que son los destinos más frecuentes). Y es aquí, justamente donde comienza todo el asunto de la gastronomía de la acera. En el desayuno es a mi parecer que el puesto indiscutible de reina mañanera le pertenece a la empanada criolla, que con sus distintos rellenos nos hace más fácil la jornada: carne “mechá”, dominó (caraotas negras con queso blanco rallado), chorizo, pollo, jamón y queso, carne molida, cazón, calamares, etc. Acompañadas de un juguito natural con un lejano sabor a la fruta que le dio origen, un segundo café, o ambas cosas (es mi caso), y aderezadas (la empanadas) con salsas de múltiples colores y sabores (salsas por cierto, que se repiten en casi todo el resto de las comidas callejeras) incluyendo uno que otro picantito que ante el menor descuido te sacará las almorranas en el transcurso del día. Si eres de abundante comer con tres o cuatro de éstas podrás rodar toda la mañana. Sin embargo no puedo omitir nuestra bien ponderada arepa (otra delicia), producida en la actualidad a precios un poco más cercanos a nuestra deforme economía, en carritos callejeros. También podríamos nombrar el cachito de jamón, el pastelito andino, aunque no estamos en Chile; la empanada chilena, la cachapa de budare con queso e’ mano y hasta un pancito dulce con chicha (cuando se está mamando, es lo mejor del mundo).

cluso falafel (hay quienes lo preparan). algunos para el almuerzo prefieren otro kit de empanada y jugo (chauvinistas que piensan que todo lo que proviene de afuera es de papel o plástico), dieta que tarde o temprano le pone los mojones amarillos y duros. Sin embargo recorriendo el ancho y ajeno mundo de la acera podemos tropezarnos con una parrilla compuesta de ingredientes picados microscópicamente, servida en plato de cartón que en ocasiones pasa a formar parte (el plato, digo) del bolo alimenticio, o también un suculento pollo frito que trae de contorno una ensaladita de repollo y zanahoria y unas arepitas que tienen, a juzgar por la dureza, de dos a tres años de haber pasado por un caldero lleno de aceite de una edad similar, estas cosas hacen del caraqueño de bajos recursos, poseedor de un estómago que causa envidia a cualquier santón bebedor de las aguas del Ganges. El hermoso ocaso caraqueño da paso a la noche y con ésta al tercer “golpe”, completándose así el ciclo de “papas”. Más o menos peligrosa, la ciudad no deja de ofrecer lugares donde sentirnos libres después del trabajo, muchos de estos lugares son, por supuesto, bares donde por costumbre gastamos más de lo que tenemos y de donde salimos medio “prendidos” convencidos de que al borracho y a los inocentes los ayuda Dios (yo te aviso). De todas formas siempre es recomendable comer algo antes de irse a casa, y para una cena, entrada ya la madrugada las opciones son varias. Podemos rematar el día con un buen par de arepas y una cerveza fría sin embargo esto sería en una arepera. Pero sin

salir de la acera se puede encontrar desde arroz chino atendido por su propio dueño; una chinita que como por arte de magia saca de una cava de anime, envases de arroz, tallarines, lumpias, shopsueis y hasta costillitas de cochino. Un buen hervido nunca cae mal y menos después de tomarse unas copas. Lo podemos adquirir en algunas esquinas donde sin importar la hora siempre está caliente en un termo. Los perreros hacen por las noches una pequeña fortuna ya que los asquerocitos son vistos como favoritos. Pero lo que verdaderamente constituye hacer turismo de riesgo en la gastronomía de la calle son los mundialmente famosos “pinchos”, que no son otra cosa que brochetas asadas al carbón en un anafre, armadas con trozos de carne de reputación históricamente cuestionada y coronadas con un trozo de hallaquita o yuca. Para comer esto, hay que ser auténticamente caraqueño y tener una cultura noctámbula bien ejercida (a cualquier visitante extranjero, con sólo probar un trozo, podría causarle la muerte o una buena temporada hospitalaria). En los últimos tiempos he visto agregarse al menú del asfalto un insólito plato que consiste exclusivamente en morcilla frita. En una olla gigante ponen a freír unos cuarenta y siete metros ininterrumpidos de morcilla, que a solicitud del comensal, el dependiente pica y sirve en un papelito que ni contiene el calor ni absorbe la grasa, aparte de algunos bocadillos menores y más inofensivos. Creo que registramos sin temor a equivocarnos lo que podríamos llamar la antidieta del Mediterráneo. En todo caso si tu estómago resiste: ¡Buen provecho!

que fuera bautizado por los adecos en homenaje a uno de los representantes de los «años del miedo», como lo denominara algún escritor de la década de los sesenta, el citado puente comunica el norte con el sur y el sur con el norte de la insigne parroquia San Agustín, donde afortunadamente los gloriosos habitantes de la misma irreverentemente le cambiaron el nombre por el puente San Agustín o el puente La Yerbera ya que éste también comunica con la antigua hacienda La Yerbera (hoy Residencia La Yerbera) o el Estadium San Agustín, partiendo de una ley natural denominada usos y costumbres. Eddie Palmieri esta vez nos visitaba en plena década de los años ochenta (la etapa mala), ya que el maestro fue abandonado por algún empresario o vetado por el gobierno de aquel entonces alegando incumplimiento de contrato, eso es lo que dicen total, fue, que el gran creador se acercó a nuestra parroquia donde muy gustosamente se le dio alojamiento, como también se hizo una colecta para la adquisición del pasaje de regreso a su tierra natal. Para el lector que no conozca el personaje, a continuación te resumo más o menos en orden cronológico algunos de tos temas más resaltantes: «Presente y pasado», «El Molestoso», «Mozambique», «Sujétate la lengua», «Lo que traigo es sabroso», «Muñeca». «Echando pa’ lante», «Azúcar pa’ ti» y «Busca lo tuyo» entre otros. Por el mismo puente vi pasar al cantante Lalo Rodríguez, Santos Colón y a mi gran amigo Pete Rodríguez «El Conde». Muchos dicen que nuestra parroquia es «peligrosísima»; al «Pavo Fran» lo vi atravesando el puente de la mano de su señora esposa una vez que a nuestro amigo le avanzara la invidencia. La gente del Barrio siempre está ahí, o «El Alma del Barrio», como denominara Joe Cuba a uno de sus L.P. En San Agustín la vida es un vacilón, se sufre, pero se goza, como también se lucha y se defiende el proceso revolucionario bolivariano, con nuestros propios códigos, basados en nuestra creación cultural cotidiana enmarcada en nuestro ritmo, estilo y tumbao, el cual sencillamente pasea por el mundo, lamentablemente tratando

otros. Bailes de tambor redondo se efectuaban en los años cincuenta y sesenta, canturías y desafíos de improvisadores, velorios de Cruz de Mayo y la Virgen del Carmen, la quema de Judas y los templetes de carnaval. En el Barrio El Manguito su gente se destacaba por la cadencia dancística, el baile... cómo «boncha» esa gente, como también grandes músicos, el Timbalero «Chacho», José Alberto «Caraotica» el bongosero y su hermano el cantante Larri Francia, Carlos Francia director de sinfónicas, etc. La Ceiba goza con sus señeros y su carismática gente, actualmente el señor Enrique el popular «Pescue» y su «Tasquita» (Centro Social San Agustín), dando la hora en las noches de la bohemia con la música «de ayer, de hoy y de siempre» donde confluimos todos los parroquianos dando votos porque las autoridades tomen en cuenta este tipo de iniciativas socioculturales y cese la matraca de los policías de la jefatura civil y otros.

de ser usurpado por algunos piratas y proletarios del sentido, como es el caso de un tal Noel o Joel, la verdad es que no sé como se llama el tipo que pretende capitalizar todo nuestro caudal de sentimiento. José Fajardo, el de el «kikirikí» estuvo en el pasaje doce al lado de la Botellería de Luciano en la casa del pana Randy, Daniel Santos vivió en el Barrio La Charneca, allí dejó un hijo, el gran Dioni López el de la Sonora Matancera y «luces de Nueva York» habitó el Barrio El Mamón, Tito Rodríguez, Cheo Feliciano, Tite Curet Alonso «Allá en el Barrio Marín, mi gente de Venezuela», Los Papines y un gran etc. de creadores llegaron y llegan de todas partes del mundo a nuestro territorio subversivo cultural liberado. SAN AGUSTÍN POR DENTRO Los Juglares llegaron «deI Barrio El Mamón. Los Decimistas, provenientes de los Valles del Tuy y el estado Aragua: Petra Blanco de Sanof (mi madre), Luis Rivas (Ten Ten), Neptalí Cedeño (Guaro), Felipe Reyes entre

El Barrio Marín, «De ese Barrio» surgió el ritmo San Agustín gracias a Ricardo y Jesús Quintero, a Juan Ramón Castro, a Felipe Rengifo, a Alexis Ramírez, a Hugo Herrera, a los Gaitétricos, a los Dementes, a los Súper Crema y a todos nuestros creadores desaparecidos físicamente en el río Orinoco actualmente siendo desvirtuados irrespetuosamente por algunos que andan pasando pena al pretender imitar tanta profundidad sencilla... En el Barrio Hornos de Cal la gente rumbea, toma curda, pero lucha; el «Zurdo» el papá de Goyo tocaba el Tres, a Nelson Castellano lo asesinaron en la masacre de Yumare; en el Barrio La Charneca vivió el legendario Carlos Gutiérrez el creador del herraje de la tumbadora y demás instrumentos de percusión. Jesús Guzmán «El zurdo» destacado músico del mencionado Barrio nos deleita con su coral infantil «Voces del Sur». Nuestra parroquia en las partes altas como en su boulevard donde se encuentran la profesora Aleyda Hernández con su Escuela de Danzas y su hermano Jinmy ef popular «Chipi» con la Escuela de Baloncesto, los pasajes, sus torres y los sectores del norte, como La

Yerbera y Parque Central disfrutan con su gente. Para finalizar el presente relato quisiera enviar un saludo en reconocimiento al gran creador integrante de la Orquesta Filarmónica Nacional oriundo de nuestra parroquia, mi gran amigo el profesor René Álvarez y a la vez dedico la siguiente décima a la memoria del artista creador fallecido, el internacional Carlos Orta... dijo bien...

Yo soy de San Agustín Cuna de grandes soneros Y de nobles caballeros Y de músicos sin fin En ese barrio Marín Donde nacen los juglares Con melodiosos cantares Que repiten trovadores Junto con los tocadores Allá se alivian pesares Nuestros barrios se componen por músicos a granel Allá se puede escoger Porque toditos le ponen Hay unos que cantan sones Otros hacen poesía Muchos tocan la fulía Y hasta música barroca Y cuando descargar toca Allá no existe porfía Los niños nacen bailando Y tocando un instrumento Y como el soplo del viento Tristeza van alejando Siempre hay un coro sonando O música en una esquina Canta también la vecina Gozando toda mi gente Y ponemos en ambiente Todo lo que se aproxima Ya termino mi recuento Y como demostración Escuchen esta canción Hecha con el sentimiento Espero en todo momento Mis queridos compañeros Aplaudo a los que se fueron Que nos hacen tanta falta Por ellos mi barrio canta Con sentimiento sincero

9


Coribell Nava

L

a forma de ordenamiento como campo y ciudad nace con la occidentalidad. Todavía hasta la edad media, campo y ciudad constituían una unidad orgánica, aunque el aspecto geográfico las pudiera hacer distinguibles. Así, nace el campo subordinado, en cuanto a su función proveedora de los medios de vida a la ciudad. No obstante en sus albores, por albergar a la mayoría de la población, su importancia económica y social era muy superior a la ciudad[1], lo cual transcurrió de esta manera hasta un poco más allá de la edad media. Tras el nacimiento del modo de producción capitalista, se lleva a cabo la última gran división social del trabajo[2] y al mismo tiempo el nuevo ordenamiento de los elementos que conforman la producción generadora de plusvalía. La tierra, deja de ser el criterio central de riqueza en tanto pasa a ser un factor productivo más y esta nueva concepción conforma un ordenamiento territorial relacionado con la función cumplida en la producción. El nuevo orden económico, social y político en ciernes, desarrolla la industria naciente en las ciudades, de manera que lo urbano comienza a constituirse como referente de desarrollo y progreso, mientras que el campo queda relegado y al margen de la ciudad. La dinámica rural iba quedándose poco a poco rezagada con respecto a lo urbano y esto cambió su anterior situación privilegiada. Para finales del siglo XVII las nacientes relaciones capitalistas habían establecido un dominio de la ciudad sobre el campo, trayendo consigo intensos movimientos migratorios. Un siglo más tarde, el desarrollo de las fuerzas productivas desemboca en la revolución industrial. Pero esta revolución no comenzaría sino hasta la estabilización de una revolución anterior: la revolución agrícola de la alta edad media. Se pasó de un excedente anual del 25 por ciento (por producción familiar) a un 50 porciento y en algunos países europeos a un 100 porciento, lo cual permitió sustentar una mayor población[3] y producir la riqueza necesaria para alimentar la futura naciente industria. Se pasa de la práctica del trueque agrícola a la transacción comercial con monedas como forma dominante de intercambio y de acumulación de riquezas. De esta manera, la ciudad establece una relación más bien parasitaria con el campo del cual extrae riquezas y mano de obra. El proceso de urbanización se hacía a expensas del campo. A medida que avanza la industria, la extracción de recursos agrícolas permitía a su vez la aparición de nuevos productos, expandiendo el mercado[4]. La

10

Oscar Sotillo Meneses suerte estaba echada para el campo; su papel era convertirse en almacén de existencias para la ciudad, y proporcionar a través del intercambio comercial, la riqueza a la naciente nueva clase social, la burguesía. La escisión entre los que trabajan la tierra y los propietarios de la tierra proporcionaba sus mejores frutos. En la medida que avanzó el proceso de urbanización la necesidad de servicios e infraestructura era creciente: escuelas, hospitales, sistemas de circulación de agua potable y de aguas residuales eran, entre otros, los requerimientos más apremiantes. Pero a pesar de su importancia, el campo no vivió esta intensa dotación de infraestructura, por lo que la diferencia entre el campo y la ciudad fue acentuándose. No obstante, la ciencia y la técnica se hicieron presentes, induciendo el paso de la agricultura de barbecho o rotativo a los cultivos intensivos, además de un conjunto de nuevas técnicas que permitieron a finales del siglo XVII la disminución de la población campesina, el aumento de la capacidad de acumulación de capital y la reducción del número de propietarios de la tierra. Así se formó el gran ejército proletario y se concentró la riqueza en pocas manos. La unidad campo-ciudad termina por romperse, su relación se hace casi antagónica. El empobrecimiento del campo implicó la riqueza de la ciudad, este fue el legado del pujante modo de producción naciente. El señor capitalista, no sólo saqueó el campo para constituir su hegemonía, sino que además aseguró la subordinación y sometimiento de este espacio productivo a la ciudad a través de la propiedad privada y el valor de cambio. Hoy la ruralidad es vista con desprecio, es sinónimo de atraso. Los países agrícolas son considerados pobres, y de hecho lo son. La concentración de la tierra en manos de los latifundistas, deja a la gran masa de

la población de estos países en situación de extrema pobreza o en una relación feudal con el terrateniente. Se les considera también países tecnológicamente atrasados, pues no participan del movimiento de transformación de conocimientos en productos tangibles. La sociedad queda así dividida en un sector tradicional (agrícola) y un sector moderno (industrial), de manera que el gran proyecto de desarrollo capitalista consiste en abandonar el campo para asumir la industria, lo que provocó y todavía provoca hambruna en los países periféricos[5]. La puesta en acción de la teoría de la modernización de Rostow[6] implica asumir como criterio para el crecimiento económico la superación de la agricultura y la conformación de algunos pocos sectores industriales, desplazando la unidad campo-ciudad a una nueva unidad industria-ciudad. Para ello es necesario un aumento inicial de la productividad agrícola que garantiza la generación del capital que será invertido en la industrialización. Se rompe así la relación orgánica campo-ciudad en cuanto a su función abastecedora de uno de los medios de vida más importantes: la alimentación. Para la burguesía la tierra es un medio más de plusvalía y vía de acumulación de capital, la función alimenticia es secundaria y consecuencia del intercambio. Esta concepción del desarrollo ha llevado a los países periferia a vivir una terrible paradoja. En la medida que se industrializa, el hambre aumenta, “la FAO estima hoy día que la región produce mucho más de lo necesario para alimentar a su población, concretamente un 41 por ciento más que la necesidad básica de toda su población”[7]. Pero este excedente no da de comer a la población latinoamericana, provee de alimentos a la nueva urbe parasitaria, los países hegemónicos. De esta forma entramos en una situación de doble dependencia: agroalimentaria y tecnológica.

Producimos algunos alimentos de calidad y en cantidades suficientes, para abastecer a nuestra población, pero esa producción no es para la satisfacción de necesidades internas, sino para la generación de capital, obligándonos a importar la mayoría de los alimentos que consumimos. Por otro lado, gracias a la apropiación del conocimiento productivo a través del derecho producido a la medida de las necesidades de la hegemonía técnico-económica, somos incapaces de acortar la brecha tecnológica. El entrampamiento es total, el sometimiento, la dominación y la explotación se vive en la periferia de manera brutal. Por ello, las respuestas no pueden ser eufemísticas, ni reformistas. Ninguna institución o parainstitución del Estado capitalista actual, puede ni podrá revertir esta relación de explotación. La intervención y la participación son elementos necesarios, pero no suficientes para alcanzar la transformación efectiva. Una sociedad verdaderamente libre deberá superar esta relación dialéctica entre campo y ciudad. Toda relación de explotación, sometimiento o dominación deberá desaparecer para alcanzar la libertad de una nueva economía, un nuevo arte, una nueva ciencia, una nueva filosofía, cuyo objetivo principal sea el de alcanzar el bien común y no la acumulación de capital, aún cuando se diga que esta acumulación es para financiar programas sociales. Esta es la visión del humanismo como teoría del sujeto sometido[8]. El desarrollo de categorías tales como capitalismo con rostro humano, transcapitalismo, entre otras, no son más que la decadencia del sistema, son sus signos más evidentes de agotamiento, por eso el hombre capitalista se disfrazará de muchas maneras, hasta que por fin seamos capaces de ver completamente al trasluz de todas sus mascaras la fealdad filogenética que porta. Así pues, que inclinarse a hacia cualquiera

de las dos tendencias, la que postula que todos debemos vivir en la ciudad o la que postula que debe volverse al campo, significa continuar atado al proyecto civilizatorio occidental, implica cumplir con la tarea colonizadora. ¿Qué hacer?, lo único que nos permite hacer este momento histórico: luchar por que la propiedad de los medios de producción pasen a manos del proletariado, lo demás es reforma. En un futuro, tal vez lejano, tanto el campo como la ciudad serán absorbidos por una nueva unidad: la verdadera comunidad, que integrará y superá ambas, una unidad que funcionará como el espacio vital donde las capacidades humanas se desplieguen a plenitud, donde pueda producirse y reproducirse la vida y la especie sin condicionamientos, ni ataduras, sin explotación, ni dominación. Sólo la superación de las relaciones societarias a través del advenimiento de la comunidad hará posible la nueva sociedad libre del futuro. [1] Groppo, Paolo (1997). Desde la ciudad al territorio: La nueva problemática periurbana (Primera parte) boletín Reforma Agraria, Colonización y Cooperativas (FAO). http://www.fao.org/sd/LTdirect/LR972/w6728t03.htm [2] Podemos identificar cuatro grandes divisiones sociales del trabajo: 1. Entre el hombre que tenía la tarea de cazar y recolectar el alimento, así como defender el grupo y la mujer que se quedaba para realizar la labor de fabricar enseres, cocinar y criar a los hijos; 2. Entre tribus cazadoras y tribus pastoriles, estas últimas tenían más carne, más leche y más pieles que podían intercambiar; 3. Entre agricultores y artesanos que fabricaban productos, sobre todo los relacionados con la guerra, cuyo valor era superior a muchos de los productos agrícolas; 4. Entre los productores y los que intercambian mercancías (mercaderes), es decir, aquellos que no participan de manera directa en la producción y sólo se ocupan de la generación de valor de cambio. Engels, Federico (1884). El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado [3] Groppo, Paolo (1997). [4] En este sentido el algodón, jugó un papel fundamental, pues como es bien sabido, el telar operado con vapor fue uno de los primeros avances que permitió la expansión del mercado de las telas. [5] Hoy pudiéramos entender a partir del proyecto globalizador instaurado, que la relación entre países centro y periféricos se asemeja a la relación campo-ciudad que se produjo en el naciente capitalismo. La periferia sería el campo proveedor de capital, explotado y dominado por los países centro-hegemónicos que representan la nueva gran urbe, que contiene en su seno a la civitas burguesa, explotadora, expoliadora y dominadora. Esto es lo que constituye la actual división del trabajo. [6] Rostow, W. (1959). The stages of economics growth. The economic history review, new series. Vol. 12. Nº 1. [7] Graziano, José; Director Regional de la FAO. Artículo de prensa aparecido el 15 de Octubre de 2007: Según la FAO América Latina cuenta con los recursos necesarios para erradicar el hambre. http://www.adnmundo.com/contenidos/politica/ fao_america_latina_hambre_150710.html [8] El humanismo como teoría del sujeto sometido, es una categoría usada por Michel Foucault en algunos de sus textos, del cual podemos mencionar Microfisica del Poder. En una entrevista realizada por el filósofo Paolo Caruso en mayo de 1967, incluso llego a calificar al humanismo como algo fofo.

¿Cuándo los ascensores se convirtieron en Jeeps? José Gregorio Bolívar La Mancha 4, octubre de 2003

N

o recordamos el momento exacto en que algunos quesos europeos quedaron fuera de la nevera, o en qué momento empezamos a escuchar esas leyendas que rodaban acerca de una señora a la que le habían arrebatado las bolsas del mercado. Las minitecas reinaban a sus anchas, alguien dijo que eran marines culturales, pero nadie le hizo caso. Todo continuaba casi igual a no ser por algunos inconformes que nunca perdieron la fe. La izquierda estaba demolida en tantos procesos electorales hasta que aceptó los ministerios de un presidente del Opus Dei. Las revoluciones eran cosas del pasado, acciones románticas que habían devenido en desgracias o en nuevas derrotas. Los ascensores llevaban a la clase media a sus lindos apartamentos que comenzaban a llenarse de cachivaches viejos que no se podían cambiar este año ni mucho menos el que viene. Comenzaba la época de oro de las cerraduras, las alarmas, los circuitos cerrados, los bastones de seguridad, las barreras. La calle ahora era peligrosa, desaparecieron los bombillos de los postes y hasta los postes mismos, las plazas se convirtieron en meaderos públicos y en hotel de indigentes que se multiplicaban como milagros bíblicos. Había que invertir en seguridad, había que defenderse de tanto crimen, de tanta pobreza. Mientras todo esto sucedía, la televisión venezolana había llegado al clímax de su creación: un mundo irreal hecho a su medida, un idílico edén lleno de ejecutivos empaltozados, de mujercitas flacas y bellas, de felices ignorantes mayamizados, de elefantes cabalgados por misses que eran casi el único orgullo patrio y de políticos de sonrisas enigmáticas. En los cerros la gente hacía tremendas colas para montarse a sudar en los pocos jeeps destartalados que los llevarían al rancho, por supuesto que el paraíso televisivo no incluía paredes de zinc y cartón piedra ni cuartos con una sola cama don-

Oscar Sotillo Meneses

de dormían tres generaciones de caraqueños. Cinco o seis familias heredaban sin mucho esfuerzo las riquezas negadas al ochenta por ciento de los venezolanos, y los que comenzaban a caer por el despeñadero de conformarse con dos bistecs a la semana en vez de los siete reglamentarios de antes, dejaban de verse reflejados en la televisión, ya no se parecían a los protagonistas de las películas, los pobres seguían creciendo, ya no había güisqui 18 años para las fiestas de quince años y Margarita cada vez quedaba más lejos. Los grandes complejos residenciales que orgullosos se erigían en el valle de Caracas comenzaban a caer a pedazos sobre sus habitantes y nadie sabía qué o quién debía hacerse responsable de esto. Las cerraduras, las rejas y las alcabalas privadas seguían naciendo como señal de seguridad, se cerraron los puentes y las ventanas, el otro era peligroso, había que tenerlo a distancia, había que blindar la casa, el pequeño refugio que quedaba, la pequeña isla que nos hacía sentir aun clase media. Los ascensores comenzaron a fallar no se sabe por culpa de quién o de qué, desaparecie ron las cámaras de seguridad, los espejos y los ventiladores y en vez de tres ahora funciona uno que hay que esperar por los siglos de los siglos. La televisión convierte la desgracia en un show de la miseria, esa cola de pobres sudando la espera del jeep comienza a parecerse dramáticamente a la cola de la clase media que espera el ascensor para ir a sitios cada vez más parecidos. La gente de San Agustín rumbo al metro atraviesa Parque Central y contemplan confundidos la cola de sudorosos clase media que los evitan con la vista y preguntan en voz alta, para ser escuchados: ¿para qué será esa cola? Por el cuello de los clase media baja una gota de sudor incómoda que no tiene respuesta.

11


San tan a Cés ar

Partículas de María Verónica Meléndez

A

medida que se diversifican las manifestaciones de nuestro quehacer cotidiano en la ciudad, lo que se conoce como la cultura urbana, aumenta asimismo el interés de diferentes sectores en atender este fenómeno desde distintas perspectivas. Concebir una ciudad es entenderla como la ocupación de un territorio, en donde inter-actúan distintos grupos que tienen ciertos códigos que parecen ser una constante en todas partes del mundo y que son expresiones de mitos y ritos de cada cultura. La conciencia moderna ha propiciado fenómenos propios de las ciudades, como éste,

nuestro discurso consistente en deseos, pareceres, opiniones, incluso el humor, sino que cuando se habla del graffiti se habla del “control de un espacio”. Entre esas marcas de territorio podemos encontrar referencias sexuales, políticas, estéticas, como manera de enunciar el modo de vida (identidad) y de pensamiento. El autor refiere que mientras en Europa el desarrollo del graffiti tuvo motivaciones políticas y/o económicas, en Nueva York, por ejemplo, surgieron como medios de expresión de guetos. En el caso de América Latina se han fusionado ambas motivaciones, en este caso con un nuevo ingrediente: la sátira. La burla, el cinismo, la crítica al gobierno, insulto abierto, ironía política han sido nuestras marcas características. Siguiendo con los planteamientos del autor, encontramos que otra de las características de estos escritos es que desafían los lenguajes institucionalizados cuando los altera. Ya de por si el grafitear es un acto irreverente, lo cual se refleja en el propio código con el que se expresa, en este caso la lengua. Lo interesante de todo es que este fenómeno ha venido conquistando nuevos dominios; además de dejar un registro escritural en nuestras paredes de nuestra idiosincrasia, también así deja una huella estética y de allí a que haya una tendencia en considerarlo hoy como una categoría de la pintura. En este caso no se trata únicamente de

que conocemos como el graffiti, término que viene del italiano graffiti, plural de graffito, que quiere decir “marca hecha rayando un muro”. Los investigadores que han estudiado este fenómeno han indagado que el graffiti como otra forma de comunicación tiene origen posiblemente en las cavernas, pasando por las paredes de la Roma del Imperio, hasta llegar a nuestra era moderna. Tan extendido se ha vuelto su uso, que de unos años para acá se le viene considerando como una expresión artística, de la llamada cultura urbana. Néstor García Canclini en Culturas híbridas explica que los graffitis son una “escritura territorial de la ciudad”. No se trata sólo de un querer hacer público

rayar paredes, se trata de intervenirlas estéticamente, la esencia del gaffiti es la irreverencia, lo lúdico, la sorpresa, la belleza. El graffiti implica lo inmediato, lo efímero, y si la fundación de una ciudad representa una ocupación, el taggear, colocar la firma del autor, implica el acto de apropiación de ese territorio. Llámese pared, santamaría, puerta, cualquier superficie virgen es buena y encontrarla es uno de los objetivos del graffitero, ingeniárselas con un nuevo espacio. El tag es la firma de la persona o grupo (crew) creador del graffiti. Como una de las características de esta actividad es el anonimato así como la rapidez, el tag lo que permite es que el artista deje su huella en forma rápida y creativa. La herramienta: el aerosol, el vehículo: la patineta, el mensaje: el hip hop. El graffiti es la parte visual del hip hop, el cuarto elemento. Ambos trasmiten un mensaje desde un sitio de enunciación que es lo urbano; están insertos dentro de una cultura subterránea, y esto es uno de los argumentos de quienes coinciden en afirmar que el graffiti nació en Nueva York, específicamente en el metro, su blanco ad hoc. Los otros tres elementos del hip hop son: el DJing, crear música con discos de vinilo, usando diversas técnicas; el MCing, que significa cantar o decir letras con rima, y el breakdance, el baile propio de este estilo. Sin ignorar las implicaciones éticas, estéticas, morales, urbanísticas o de cualquier índole concerniente, la de comunicar es una de las necesidades más humanas que hay, y así como cualquier sistema de signos es susceptible de interpretación, una arqueología de los graffitis en nuestra ciudad sería una muy interesante y nutritiva lectura de lo que somos.

Priches, etare significó, en el idioma de los Ma“De cara al río”. Los indios del valle llamaban a uno de sus Caciques más importantes “Abaguaire”, por aquellos años en que Diego de Lozada acampó en la confluencia de los ríos Valle y Guaire y que marcó el comienzo de la desaparición de los originarios habitantes de Caracas: los Toromaynas, los Caracas, Meregotos o Cumanagotos, quienes para 1700, ya habían desaparecido producto el trabajo forzado y de las enfermedades. Hasta hace unas pocas décadas los habitantes de este valle vivimos de cara al río Guaire sin ninguna vergüenza, sin ningún asco y seguimos vinculados culturalmente a él, aunque ahora intentemos infructuosamente darle la espalda por ya no ser el río ancho y cristalino que a los antiguos habitantes proveía de agua, alimento y espacio para acechar al invasor. Siempre ha existido un vínculo de los habitantes de nuestra ciudad con el río; aún hoy en nuestros días, que lo vemos como algo sucio y repugnante. Esos vínculos que nos empeñamos en negar se manifestaban de diversas maneras. Tenemos personajes como Juan Pérez “El cargador” quien en los años 30 ofrecía sus servicios para pasar montados en sus hombros -“a cabrito”- a personas de una orilla a otra del río, por Bs. 0.50 (un real). Las crónicas policiales: “encontrado cadáver en el río Guaire”; “lanzaron el cadáver al Guaire después de descuartizarlo”, como lo hizo recientemente la llamada viuda negra de Catia. Los Guarimpeiros que recuperan tesoros de sus sucias aguas. Otros han tenido una visión utópica del Guaire, como Ramiro Nava, llamado el Julio Verne maracucho, quien le presentó al gobierno de Gómez el proyecto de “La Venecia de Caracas”, consistente en un gran lago artificial lleno de agua que se

De cara al Editorial La Mancha 6, marzo de 2004

Janette Rodríguez Herrera traería del Mar Caribe a través del Canal de Tacagua. Este lago estaría conectado por el Guaire con otros cuatro lagos más, entre ellos uno en El Valle y otro en Las Adjuntas. A nuestros poetas, músicos y pintores el río les ha servido y sirve de inspiración y de marco conceptual para sus propuestas estéticas. Tenemos el movimiento poético de los años 80, “Guaire”, que adoptó este nombre para implicar una apuesta por un entorno urbano específico, con uno de los

“Tras cualesquiera de las disposiciones que pueda adoptar la sociedad y la organización de los poderes encontraremos siempre presente, gobernando entre bastidores, a la “teatrocracia” Georges Balandier

Conflictos de la

“Quizá ningún fenómeno histórico haya sido ignorado tan concienzudamente por los historiadores como la muchedumbre” George Rudé

José Polo Acuña y Bárbara Pérez La Mancha 2, mayo de 2003

Ltasarespuestas llamada “crisis” venezolana ha generado variopinde diferentes sectores sociales en Caracas, quienes perciben los “sucesos” y los re-contextualizan de diversas maneras. Una de las respuestas se ha dado en la apropiación de los espacios y los lugares públicos de la ciudad, sitios donde tradicionalmente el “poder político” es inmortalizado y su personalidad se llena de esplendor, lugares donde los monumentos resisten el asalto del tiempo y su principal aliado, el olvido. Los monumentos son, entonces, espacios de la memoria, lugares que recuerdan los mitos políticos fundacionales y la epifanía, dones del pasado sin discusión y fuente del consenso. Pero las plazas y los monumentos no son sólo espacios de consenso sino también de disenso y puestas en escena de conflictos de la memoria, conflictos de tradiciones.

12

Esta última función social de las plazas y los monumentos, es la que más se ha observado en la Caracas de los últimos tres años. La Plaza Bolívar y la Plaza Francia, dos lugares públicos y dos monumentos a la memoria, se han convertido en espacios ocupados y dinamizados por heterogéneos sectores sociales, que han puesto en escena, en ellos, un proceso ritual donde se muestran dos formas de concebir la sociedad venezolana actual, correspondientes a su vez a dos identidades colectivas que se han forjado a través del tiempo. Ambos espacios son políticos por naturaleza y sus ocupantes ejercen la “soberanía” sobre los mismos, generando una “territorialidad simbólica”; esto lo podemos corroborar observando las personas que a diario permanecen en ambas plazas, vistiendo camisetas,

ríos más contaminados del país. Simbolizaba el nombre Guaire, para estos poetas, la empatía y la identificación plena con la ciudad, con sus miserias y podredumbres. De los que le cantaron y le cantan la mayoría lo hace de manera despectiva, otros lo han hecho con cariño, como la canción del cantor de Caracas, Billo Frómeta, “Mi viejo Guaire”: “… y siempre sueño que voy remando en mi botecito Guaire querido, Guaire querido”. Desorden público con

“Somos peces del Guaire” haciendo la analogía de nosotros, habitantes de esta ciudad agobiante y desordenada, atrapados como peces en el río Guaire; si es que quedaran peces allí. Tenemos al violonchelista Paul Dessen con su Suite “Botellas al Guaire”; al pianista de Jazz Olegario Díaz, cuyo CD grabado en 1992 tiene por título “Casi en el Guaire”; a Ese Valerio con “Canto al Guaire” y muchos otros. En estos tiempos de enfrentamiento ideológico y político el Guaire también ha servido como referencia, cuando por ejemplo unos escuálidos lo navegaron en canoas en protesta contra Chávez, como lo reseñó CNN: “…dos valientes opositores estaban navegando el Guaire en un bote, en protesta al régimen castrocomunista de Chávez”; a lo que un bolivariano replicó muy acertadamente que realmente estos Mojonautas no eran ningunos héroes ya que no tenía nada de valiente estar en el medio que le es propio a cada quien, como no es necesariamente valiente un pez por nadar en el agua o una abeja por entrar en su panal. Seguimos de cara al río Guaire, la sangre que fluye de oeste a este paralela a esa otra arteria principal de la ciudad. Cada día lo bordeamos por la autopista, lo cruzamos por diferentes puentes y aunque tratemos de negarlo y apartarlo existe un vínculo histórico y cultural con este río, del cual nos nutrimos cada día en sus crónicas, imágenes y canciones. En esta Caracas Bolivariana esperamos en un futuro próximo la recuperación y saneamiento real del Guaire, no al estilo de un gobernador de la IV que construyó paseos a su orilla y puso letreros que decían “cuida lo recuperado”, sino como el revolucionario sistema aplicado recientemente al lago de Maracaibo.

unas de colores de la bandera venezolana y otras con mensajes de textos alusivos a una u otra corriente política, o letreros, pancartas, pasacalles e imágenes que hacen referencia a situaciones, momentos e intereses de la agitación política. Esta territorialidad ha coincidido, con algunas excepciones, con espacios marcados por el estrato socio-económico, mostrando, entre otras cosas, que los diversos grupos sociales se apropian de manera diferente y desigual de la herencia cultural. Desde este punto de vista el patrimonio, concebido como producto y capital cultural representado en las Plazas Públicas y en los Monumentos, es en realidad un proceso social, que algunas veces “unifica” pero otras separa, convirtiéndose en espacios de lucha material y simbólica entre los diversos sectores sociales; ellos se convierten en

“teatros” en los que la sociedad “oficial” se reproduce, y en los que al contrario, la protesta popular se manifiesta, es decir, que la topografía simbólica de una ciudad es también una topografía social y política. La Plaza Francia, ubicada en el Este de la ciudad, ha sido catalogada como “Plaza de la Libertad”, “territorio libre” y espacio de socialización de la llamada “sociedad civil”, espacio que reúne a los diferentes “factores democráticos” de Venezuela. La Plaza Bolívar contiene la llamada “Esquina Caliente”, lugar donde lo popular está a la orden del día; sitio donde se dan cita personas que en su mayoría pertenecen a sectores sociales populares. En otro ámbito, que discutiremos en otro espacio y ocasión, los dos lugares remiten a dos tradiciones diferentes que reproducen lo que ha sido una constante del pensamiento lati-

noamericano después del proceso de independencia: lo propio (autóctono) y lo de afuera (extranjero). En la Plaza Bolívar se ubican los héroes criollos fundadores del “mito político” de la Nación; en la Plaza Francia se evocan los derechos del hombre y del ciudadano, cuyos orígenes vienen precisamente de la Revolución Francesa. Pero, además, estos espacios ponen en escena el drama del reconocimiento y la lucha por hacerse reconocer, por construir, destruir o preservar memorias colectivas. En este sentido, la Plaza Bolívar y la Plaza Francia se convierten en lugares simbólicos donde se presentan conflictos de la memoria, donde se desmontan, se inventan o se defienden tradiciones; por tanto, el proceso de “construcción” de las memorias colectivas que se evidencian en las plazas y los monumentos es un proceso

dinámico y cargado de conflictos sociales, mostrando que el patrimonio arquitectónico es un producto cultural que es agenciado por voces colectivas, algunas de ellas silenciadas durante mucho tiempo por la imposición hegemónica de sectores sociales dominantes. De esta manera, estas reflexiones muestran que se puede ir más allá en el análisis de los acontecimientos y procesos políticos de Venezuela, y no caer en el juego de las “imágenes” y “contraimágenes” creadas precisamente para generar confusión y tender un velo sobre la “verdad” de los procesos históricos. Por ello, para cualquier investigador social que combine el compromiso con el distanciamiento, se hará imperativo, en estos casos, atar los cabos que van de la representación del poder al poder de la representación.

13


ENVIADO DESDE LIMA, PERÚ

Poder popular y espacio urbano José Javier León La Mancha 25, enero de 2006

D

urante el mes de enero de este año la directiva del Gremio de Escritores del Perú tuvo el acierto feliz de organizar una serie de homenajes a José María Arguedas los días miércoles del mes, siendo tan exitoso que en febrero se continuó con lo mismo. Fue en una de estas fechas en las que un miembro del público planteó -ante la crítica que uno de los expositores realizaba a la obra literaria de Mario Vargas Llosa- su desacuerdo y además señaló que Vargas Llosa era un escritor galardonado muchísimas veces y preguntó luego ¿qué premio había obtenido Arguedas para pretender que su obra fuera tan o más importante que la de Vargas? Preguntas como esta, además de equivocadas en su perspectiva, encierran en su génesis un problema muy grande, el creer que los premios validan a los premiados. Y necesariamente no es así. Claro que hay muchísimos artistas, científicos, profesionales, trabajadores y deportistas galardonados que merecen muchísimo más que el laurel o laureles que se les otorga, por el valor crucial de su obra en el campo que esta se haya desarrollado. Pero eso no asegura de ninguna manera que ineludiblemente el ganador sea auténticamente eficiente en lo que hace o más talentoso u original que otros. Sería, además de pueril un criterio estrecho. En la actualidad por citar un ejemplo, existen organizaciones privadas y/o públicas que crean condecoraciones con nombre propio, es decir compran premios o los establecen de acuerdo a su conveniencia, sin un jurado calificador, sin un concurso, sin opiniones calificadas y muchas veces falsificando la realidad. En esta sociedad actual en donde la sinceridad es una práctica cada vez más difícil de hallar en la vida pública de las instituciones, se observa esto tanto en premios desconocidos, conformados para una situación precisa, como por ejemplo hacer sobresalir a alguien que no tiene méritos propios, para - como dice la canción “de un fondo de botella, hacer un rubí”; hasta en las famosísimas primas, como el Nobel. ¿Quién puede tomar en serio el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a un obsecuente interventor de las soberanías nacionales como Barack Obama? Lo que anida en el fondo de esta concepción, es que el valor de un trabajo se debe sustentar en la manifestación pública de concordancia. De ser esta una

14

T

sociedad colectivista aquello sería maravillosa, pero viviendo en una sociedad fragmentada, en donde la educación se elitiza paulatinamente, y en donde cada vez más lo formal se impone sobre lo real, esta visión se torna falsa y embaucadora. No obstante, y para responder al defensor de Vargas Llosa; José María Arguedas si fue premiado muchas veces, en una época en donde no existían tantos concursos como ahora, y en donde los premios no se compraban ni se imponían como muchos de ahora. Arguedas recibió tres premios internacionales: En 1935, el Segundo Premio en el Concurso Internacional de “Revista Americana” de Buenos Aires, por el libro “Agua”; en 1955, el Premio por el Concurso de Cuento del diario “El Nacional” de México, por la narración “La muerte de los hermanos Arango”; en 1963, el Certificado de mérito de la Fundación William Faulkner de Estados Unidos por la novela “Los ríos profundos”. Y obtuvo cuatro distinciones nacionales: En 1958, el Premio Fomento a la Cultura “Javier Prado”, por su Tesis “La evolución de las comunidades indígenas”, para obtener el bachillerato en Etnología; en 1959, el Premio Fomento a la Cultura “Ricardo Palma” por la novela “Los ríos profundos”; 1962, el Premio Fomento a la Cultura “Ricardo Palma” por la novela “El Sexto” y en 1968, el Premio “Garcilaso de la Vega”, patrocinado por la Beneficencia Pública de Lima, para el “escritor peruano de género narrativo, poético, dramático o de ensayo, cuya obra constituya por su trascendencia, continuidad y ejemplaridad, una contribución objetivamente valiosa al arte y a las letras del Perú”[1]. Obtuvo también una beca de la UNESCO en 1958, para efectuar investigaciones en España y en Francia en el lapso de siete meses, producto de los cuales surge su tesis para lograr el doctorado, titulada “Las comunidades de España y del Perú” de 1963. Por su extraordinaria labor como docente y difusor cultural recibió las Palmas Magisteriales en el grado de Comendador en julio de 1964 y una Resolución Suprema firmada por la presidencia de la República en agosto de 1964, reconociendo los “servicios prestados a favor de la cultura nacional”. Estas dos preseas se le asignaron durante el gobierno de Fernando Belaúnde, lo que no impediría que José María Arguedas renunciara in-

mediatamente después –en agosto- a la dirección de la Casa de la Cultura del Perú, por los impedimentos que causaba el grupo parlamentario aprista en lo referente a los temas de rescate cultural del país; así como criticara duramente la firma del Acta de Talara, que entregaba el país al capital norteamericano en setiembre de 1968, en carta a Francisco Igartúa, de la revista “Oiga”[2]. Hay que señalar también que perdió un concurso en 1953, el Premio Fomento a la Cultura “Ricardo Palma”, por la obra “Diamantes y pedernales”, que fue – creemos – injustamente declarado desierto. Luego de esta decepción Arguedas pensó no presentarse más a ningún concurso. Felizmente desechó esta opción. Es justamente “Diamantes y pedernales” una novela pequeña que ha merecido un estudio de antropología de la música el año 2007 por Chalena Vásquez[3]. Esta misma obra hizo rectificar al maestro Antonio Cornejo Polar un primer juicio equivocado respecto a ella. Dijo en 1977 Cornejo: “En mi libro sobre la obra narrativa de José María Arguedas dejé sin estudiar Diamantes y pedernales, una breve novela que apareció en 1954. Pensé entonces que dentro del conjunto global de la obra de Arguedas, Diamantes y pedernales era un texto menor, de “importancia discutible”. Aunque sin duda alguna la comparación con las otras novelas no le es favorable, pienso ahora que Diamantes y pederna-

les tiene mucha mayor significación de la que originalmente pude captar.”[4]. Esta extraordinaria narración hace sobresalir el tema de la discriminación racial y de género como manifestación de la desigualdad social, pero introduce además el maravilloso elemento de la expresión musical como principal canal comunicativo. El personaje indio y músico pretende además a una mujer imposible para sus ansias. Ya imaginamos el criterio del jurado para declarar desierto este concurso. Y tal vez para comparar novelas o cualquier producto artístico haya que establecer criterios, pues cada obra responde a momentos creativos y de evolución en la personalidad del autor, sujeta a las transformaciones del contexto social y político, diferentes. Él mismo fue jurado en un sinnúmero de certámenes, siendo tal vez los más difundidos, el Concurso Folklórico de 1967 en Puno, y el Premio “Casa de las Américas” de Cuba, en 1968. Siempre tuvo como criterio de selección aquellas obras que mostraran una manifestación personal pero al mismo tiempo general del alma humana, que trabajando con los elementos mestizos, es decir con aportes culturales heterogéneos, desarrollaran su proceso creativo “viviéndolos y manejándolos con sabiduría e inspiración máximas”[5]. Y así como creemos que confrontar obras merece un tratamiento delicado y tal vez toda una teoría de la estética, pensamos también que comparar ingenua o sim-

plemente a Arguedas con Vargas Llosa no tiene sentido, pues ambos responden a realidades diversas, pues tanto ética como conceptualmente la literatura y la ciencia fueron utilizadas y desarrolladas de formas diametralmente opuestas por los dos escritores. Arguedas escribió para rebelar y revelar en hermosa paronimia revolucionaria. Vargas Llosa lo hace para someter y desfigurar. Que si el autor de “La ciudad y los perros” ha obtenido más premios. Sí, es cierto, pero hay que decir que aunque no se tomaran en consideración las advertencias reseñadas al iniciar este escrito, y todo se convirtiera en un tema de competencia, entonces diremos que los premios a José María Arguedas por su obra incluyen reconocimientos por su trabajo en disciplinas tan diversas como la literatura, la antropología, la etnología, la pedagogía, el fomento a la cultura como folklorista y promotor cultural; así como el inmenso y eterno recuerdo de los hombres y las mujeres del Perú, agradecidos por su labor en defensa de las manifestaciones culturales de nuestros pueblos atávicamente abusados por los que hasta ahora y por ahora ejercen el poder. Mayor galardón no habría soñado Arguedas. Sólo por eso, Vargas Llosa está derrotado aún antes de morir, con la pluma todavía en ristre, por el olvido al que el pueblo lo someterá por siempre. ¿Adivinamos el futuro? Claro que no. Lo dirá la historia. Y la historia es el pueblo vivo.

Notas [1] Todos estos datos se pueden ampliar revisando el trabajo de Mildred Merino de Zela, José María Arguedas, vida y obra / Bibliografía. En: José María Arguedas veinte años después: Huellas y horizonte (1969 – 1989). Escuela de Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Ikono Ediciones. Lima – Perú, 1991. Págs. 97 – 144. [2]En la Biografía de José María Arguedas Altamirano, escrita por el profesor universitario Humberto Collado Román (Editorial San Marcos, Lima – Perú, 2005) se ubica esta carta equivocadamente en octubre del año 1968, resultando Arguedas crítico al golpe de Estado del General Juan Velasco Alvarado. Inclusive se le amonesta por no haberse expresado sobre “la muerte de los miembros del MIR por parte del Ejército. Pudo haberlo opinado favorable o desfavorablemente, pero no lo hizo.” (Pág. 115), dice el biógrafo. Sin embargo nada dice del Discurso pronunciado ante los estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería en un homenaje a Javier Heraud, miembro del ELN, asesinado en 1963, en donde Arguedas dice: “Hasta el día de hoy, quienes tienen la responsabilidad del gobierno y del destino del Perú no han permitido sino un sólo campo de acción para quienes anhelan la justicia verdadera, es decir, el camino abierto hacia la igualdad económica y social que a la igualdad de la naturaleza humana corresponde: ése es el camino de la rebelión, el del acoso y el de la muerte.” Este texto fue publicado por primera vez en el número 53 del periódico “El caballo rojo”, en mayo de 1981 y vuelto a editar el año 2008 en “Unión Libre”, boletín del Gremio de Escritores del Perú. Claro que podría argumentarse que estas palabras fueron compuestas por un hecho ocurrido antes del gobierno de Belaúnde. Leamos ahora que dice Arguedas de este último y de los apristas, en artículo publicado en la revista “Oiga” el 05 de diciembre de 1969, pero escrito en julio: “El local del monstruoso partido que se hizo representar por los presidentes de las dos Cámaras en el Acta de Talara; el partido elector y socio de Prado; el que torpedeó, en desembozada alianza con la oligarquía y el imperialismo, los primeros intentos de reforma de Belaúnde a quien después incorporaron también en la “gran” alianza (…)” (El ejército peruano. Tomado de: ARGUEDAS, José María. ¡kachkaniraqmi! ¡Sigo siendo! Textos Esenciales (Compilación y notas: PINILLA, Carmen María). Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima – Perú, 2004. Págs. 581 - 584.). [3]Revisar este texto en: http://www.lailatina. com.ve/index.php/opinion/1412-antropologia-de-la-musica-en-la-obra-literaria-dearguedas. [4]CORNEJO POLAR, Antonio. Los universos narrativos de José María Arguedas. Editorial Horizonte. Lima – Perú, 1977. Pág. 138. [5]ARGUEDAS, José María. La cultura: Un patrimonio difícil de colonizar. En: ¡kachkaniraqmi! ¡Sigo siendo! Textos Esenciales (Compilación y notas: PINILLA, Carmen María). Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima–Perú, 2004. Pág. 553.).

al vez no esté abordando un tema de actualidad, sin embargo me parece que más de uno lo ha pensado y de seguro ha reflexionado sobre ello en distintos espacios y de distintas maneras. Hablo de la imagen de la política en la ciudad, específicamente del paisaje urbano político o politizado. Para hacerlo necesariamente me remito a mi condición de habitante de la ciudad de Maracaibo, aunque el viaje a otras ciudades me confirma en la apreciación. Esto es, que poco se respeta al ciudadano de la condición y la convicción política que sea, cuando se trata de obligarlo a mirar, sentir y participar de un espacio colectivo, común, de todos. Me refiero a una suerte de propaganda política permanente (no hablo de la necesaria y sabrosa propaganda en víspera de elecciones) que informa a los ciudadanos que tal plaza, tal calle, tal corredor vial fue restaurada, asfaltada y acondicionado, respectivamente, por el alcalde o gobernador de turno. Y el problema comienza cuando tales refacciones se ofrecen a la opinión pública, desde la valla o la placa, como hechas por tal alcalde o gobernador, como si de las personas mismas se tratase. Las más de las veces no aparece el nombre solo, sino el rostro sonriente del funcionario público que, con mi voto o no, ocupa ese cargo para que haga no otra cosa sino lo que tiene que hacer, esto es, atender a los problemas y asuntos propios de su cargo. Pero incluso esto de “atender los problemas” es parte del asunto, porque ciertamente heredamos de la cuarta república una retórica de la administración y el funcionario públicos, que deviene en actitudes perversas o deformadoras de la real política, esto es, de la construcción de ciudadanía y acción ciudadana como tal. Cierto es que la revolución bolivariana está llamada a construir una nueva retórica y en definitiva, una nueva forma de asumir la política. En esto juega un papel preponderante el poder popular, que se debe expresar en la acción de, por ejemplo, los Consejos Locales, en los que el alcalde tiene participación, aunque como un actor más y no precisamente el más importante. De modo que en el marco de la participación del pueblo y de las comunidades organizadas en la toma de decisiones y en el control y la administración de sus recursos, la valla, la placa, la imagen del alcalde o gobernador anunciando su acción de gobierno casi como un favor o regalo, es propio de un proceder que debe desaparecer de nuestro horizonte revolucionario. El personalismo en puntos tan sensibles como el del paisaje urbano es casi una ofensa al ciudadano que, de una u otra manera, bien porque allí vive, o simplemente porque paga sus impuestos, tiene derecho a una ciudad limpia, a calles bien asfaltadas, a plazas y parques para sus hijos. Que un alcalde tenga eso entre sus planes de gobierno, es lo menos que se le puede pedir. Pero hoy además se le exige que impulse y estimule la organización popular, facilitando y propiciando espacios y mecanismos antiburocráticos que permitan a las comunidades asumir de manera expedita su co-responsabilidad en el marco de un plan de co-gobierno participativo y protagónico. Lo cierto es que tales figuras, alcaldes, gobernadores, son estructuras heredadas de la democracia representativa, que no calzan con todas sus letras en el marco de la nueva constitución social y política de la Venezuela Bolivariana, al menos, no como se nos pretende hacer creer, a todos, simpatizantes o no del gobierno local, desde la proliferación casi insultante de vallas, placas y pancartas. Son particularmente indeseables esas que se empotran en muros o podios permanentes. Y molestan porque nos siguen hablando de un país de corta memoria, sin planes de largo aliento, sin una verdadera propuesta para el futuro. Algo que no está ni cerca del espíritu de nuestra Constitución (perfectible, pero nacida para siempre), en la que nos dimos un proyecto de país, que está sirviendo incluso de modelo a otros pueblos. El paisaje urbano, insisto, es algo sensible, es lo que vemos todos los días, nos pertenece a todos, y tenemos derecho a mirarlo de manera limpia, sin coacciones, sin recelos. El paisaje urbano, vamos a decirlo, permanece, pero los gobiernos pasan. Los adecos y copeyanos nos acostumbraron a un país a su medida, y por eso necesitaban refrendarlo, y hasta muchos barrios, calles y avenidas, llevan sus nombres. Nuestro presidente se pronunció en su momento ante el afán de los ocupantes de tierras de bautizar con su nombre barrios nacientes, precisamente porque no es así como debe ser reconocido su esfuerzo por darle dignidad y poder a los pobres. Esa estrategia era y es cuartorrepublicana, aparte de un mal gusto supino. Las calles y plazas son para el uso y el disfrute de todos, la ciudadanía no tiene color de partido, y el poder popular trasciende las coyunturas políticas electorales. Va más allá. Nos exige más. Si consolidamos el poder popular, saldremos del marco venático de las elecciones. Ganará la Constitución y profundizaremos la democracia. Y el personalismo de los alcaldes y gobernadores (o el sueño de una eternidad mal entendida y a juro, que no sobrevive por demás, a la administración siguiente), la consideraremos con toda razón extemporánea y anacrónica.

15


Décimas

M e dispongo a comentar La penuria cotidiana

Que de noche o de mañana Sin remedio hay que enfrentar Si en Caracas va a tomar Un carrito e´pasajeros Tienes que tener primero Mas paciencia que el carrizo O contar con un echizo Del bueno, pa´ser sincero Ya sudado usted se enfrenta A un tumulto delirante Esperar falta bastante Póngase a ver, saque cuenta No es el hades lo que enfrenta Es tan simple y llanamente Que asfixiado entre la gente O como sardina en lata El chofer puya la pata Y el bicho arranca de frente No contento con volar A todo lo que da el carro Las cornetas del cacharro Pronto van a reventar Un sujeto que al cantar semeja un chivo en degüello Se extraña un priva resuella Un arpa con buen bordón Lo que suena es reguetón Con su patético sello Cuando el catanare frena Todo el mundo pega un leco El chofer esquiva un hueco Y aun le falta a la faena Ya uno va tragando arena Cuando sube un vendedor Pilas, dulces, !Qué calor¡ Alguien grita !Dale, dale¡ Y yo grito sin modales ¡Déjeme aquí, por favor!

16

S

i supiera con exactitud lo que siento por esta ciudad, es probable que no intentara escribir estas líneas. Pero intento porque en el ejercicio de escribirlas me convenzo de encontrar implícito el otro ejercicio todavía más complejo; observar la ciudad, pensarla, recordarla y rescatarla finalmente para traducirla en muchas o pocas palabras con sentido o sin él, no es lo que importa. Importa la permanencia, la ciudad con más de cuatrocientos años, el caótico crecimiento de sus últimas décadas, y por supuesto, cómo hemos logrado darle vida a cada metro cuadrado de piedra, pavimento, cable, armatoste metálico, madera, vidrio, plástico, tela y cualquier otro material con que la hemos construido. A esta altura ya parece todo lo dicho antes un tremendo disparate, pero como les decía, debo insistir en mi precario ejercicio, tal vez producto de la terquedad resulte alguna idea coherente. ¡Sigamos…! Caracas, que es una de las capitales de América del sur que conserva un nombre aborigen (claro si le quitamos el insolente “Santiago de León”), ha venido cambiando con los años, de aquella modesta ciudad colonial asentada en el centro del valle han surgido kilómetros y más kilómetros de Caracas que ha invadido los cerros, contaminado los ríos y quebradas y la hemos superpoblado hasta llegar a lo que llamamos hoy “la gran Caracas”. La ciudad que vieron mis abuelas mutó para dar paso a la ciudad en la que habitarían mis padres, y al igual que un inmenso animal en crecimiento acelerado, ante los ojos atónitos de éstos, la ciudad se transformó en otra cosa para recibirnos a mis hermanos y a mí, y mudará seguramente su escamosa piel para que mis hijos logren habitarla prescindiendo de mis complejos, temores y sobresaltos. En fin sigue siendo esta atormentada ciudad una inmensa mesa de laboratorio donde todo el que ha querido y podido, ha realizado los más extravagantes experimentos urbanísticos. Al respecto creo que hay más o menos un consenso, en establecer en el primer gobierno de Guzmán Blanco que comenzara en el ahora aparentemente lejano 1870. Decía, en establecer en aquel mandato de Guzmán Blanco el comienzo de la vorágine urbanista de cambios, modernización y progreso desarrollista que alcanza hasta nuestros días. Y aunque nuestro ilustre aprendiz de europeo derribó algunas cosas para levantar otras,

sin título Gastón Fortis Silva

debemos reconocerle que muchas de sus iniciativas estaban bien intencionadas e incluso resultaron menos nocivas que las de la segunda mitad del siglo XX. Mucho se ha dicho siempre que los venezolanos en general tenemos una memoria arquitectónica pobre, que preservamos poco como resultado de invertir igualmente poco en nuestro patrimonio, y en particular de los caraqueños que hemos sido victimas y victimarios del espantoso proceso de “deforestación” (si cabe

la expresión) arquitectónica y urbanística, qué no se ha dicho y faltará por decir! En los próximos días, meses o años comenzaremos a ver cómo cambia el rostro de nuestra ciudad, esta vez nos toca a nosotros, la izquierda llegada al poder que sólo había podido participar en la construcción de la ciudad desde la resistencia y la exclusión, engrosando la periferia más pobre, aceptando los modestos desarrollos urbanísticos de la cuarta república para la clase media baja y baja, espacios donde más de una vez el sentido de lo humano, o mejor dicho, el elevado sentido humano estaba completamente ausente, pero se ponía de manifiesto los más bajos sentimientos de los gobiernos de derecha, traducidos en hacinamiento, materiales de construcción de baja calidad, espacios recreativos pocos o ninguno (muchas veces una cancha deportiva era todo el espacio de recreación y “contacto” con la naturaleza), techos de baja altura y cuartos diminutos en los que esperaban que vivieran familias promedio de cuatro integrantes con un solo cuarto de baño. Pero como ese promedio nunca se calculó con base en la realidad muchos apartamentos populares terminaron siendo “latas” para nosotros “familias sardinas”. Ahora nos toca el turno, menuda responsabilidad! Y en una ciudad donde parques, jardines, plazas y aceras, no parecen ser el músculo fuerte, donde no resulta muy amigable al momento de caminarla, donde no predominan los grandes bulevares o los paseos que logren hacer conexión entre distintos sectores de la ciudad, tampoco podemos decir que esta controvertida urbe le da la bienvenida a disciplinas más ecológicas y sensatas como la de desplazarse en bicicleta (claro que con una gasolina tan obscenamente barata quien le deja a las piernas el trabajo que puede hacer el motor). No cabe entonces la pregunta revolucionaria: ¿Por qué seguir construyendo en Caracas más y más viviendas, que demandaran de la ciudad más servicios, más inversión, más fuentes de empleo, más seguridad etc., etc.? ¿No es más sensato recuperar espacios para hacer de esta ciudad un hermoso punto en nuestro mapa que provoque visitar y no el espantoso infierno del que todos en algún momento quieren huir? Estimados camaradas: con una sencilla revisión cartográfica caemos en cuenta que Venezuela no cabe en Caracas. Entonces, ¿por qué seguir con ese necio empeño?

17


DE PRONTO la ciudad ha puesto la frente en el suelo, con la garganta trémula desenvaina sus voces… chiitas, sunitas Los ojos tristes vuelven a la ceniza... De pronto… la calma se reproduce lejana entre el desierto presa y muerta inmarcesible como doblando su compañía la ciudad al mediodía tiene alas de libélula, parece hecha de luz y de conservas y a veces cuando un niño llora estalla en pólvora y con ojos de sierva Me encuentra ese objeto que antes creí perdido como si las estatuas partieran sus fríos ¿Seré algún día más libre que ahora? como si la basura cerrara su puerta calle abajo… extinguida misericordiosa De pronto los ojos tristes vuelven a la ceniza nube sin agua ventana sin luces cerrando sus párpados la medalla de la sombra ¿Cuántas alas tiene la libélula?

DESPUÉS DE TANTO ANDAR Dios es sólo una sombra que anda que no anda hay pisadas desiertas en la tierra que no habito pisadas con senderos eclipsados y vientre preñado de fogones Después de tanto caminar el cielo es un cíclope que no despierta y yo miro el pavimento como si este tuviera palabras A veces los momentos me desangran el alma como un rompecabezas sobre el suelo Todo lo demás se fue con los poemas viejos La noche no es más que una miga de pan por caer que un susurro al oído de una estrella triste Alguien dice de pronto que esto se puso color de hormiga y las hormigas se llevan por el abismo los escombros de luna que ha caído al suelo Vienes al encuentro tuyo y de los míos de los hombres que se desconocen insomnes de bosques y tragedia y yo les miro y los espero desde este lado del mundo con ojos de mesa servida.

TUS OJOS Tengo los ojos muertos, sin vida, gracias a la partida de los tuyos, tus ojos, quienes eran los que día a día cargaban con su luz incandescente, los míos.

Vivir y persistir, son dos palabras que repito sin cesar. Mientras borracho pienso, si verdaderamente vale la pena pensar en ti.

He de seguir, persistente, intentando resolver,

el enigma que transmiten tus pupilas a mis ojos.

Francisco Issa

Francisco Issa

Tus ojos son a mis ojos igual que tu cargador es a tu cel. Así de básico de repente me pongo.

¿Qué he de hacer si tengo el corazón roto?

18

19


Juan Sotillo La Mancha 8, julio de 2004

Waraira Repano, Coquivacoa

Todo empezó en la sorpresa... porque la vida es traviesa cuando se teje el azar». Permíteme, Silvio, tomar prestadas tus letras para dar el primer paso de esta hoja; más bien, un palimpsesto de ese Ángel para un final. Aunque más bien, en éste mi caso, demonio para un comienzo. Porque los demonios buenos (porque existen) habitan los rincones de esta ciudad, las calles con sus casitas de juguete apiñadas en juegos que parecen desafiar las dimensiones físicas del espacio urbano e, incluso, cartesiano. Pero se tiene más memoria, se tiene escrito aun en tierra, entre calles para caminarles por el medio, la memoria de lo que fue esta ciudad. Cómo lamento, Dios o dios, que la que me dio cobijo antes, hasta hace unos ocho meses, no me hubiera regalado imágenes de su historia, a no ser por copias en papel sepia añejo o blanco y negro desleído. Porque mi vieja ciudad está desprovista de memoria, porque ya los demonios se fueron de sus calles, ya no hay lloronas ni mujeres plañideras, ya no hay sino rescoldos que casi se extinguen. Muy poco sobrevive allá delante del Waraira Repano. Pero aquí, cerca del gran Coquivacoa subsiste algo pintoresco, de colores hirientes pero que hace sonreír. Aquí, por el mismo centro tan vilipendiado, habita la memoria viva. Y dentro de esas memorias hay gente, viven, la viven, la hacen, la aman, la sienten, porque es de ellos y ellos de ella emanaron. Negarla sería como cambiarse el apellido. Pero, vamos a estar claros, no toda es maravilla, pero de eso no hablare-

Francisco Issa

«

mos ahora. Sólo vamos a ver lo que nos interesa. Como en todo, como siempre. Siempre hay de lo uno y de lo otro, nada más decidimos los que queremos ver. Vamos a hacerlo así para no complicarnos... ¿sencillo, no? Gracias. Es, de verdad, existe, esa ciudad que no quiere dejar de ser Macondo, aunque siempre hay los que se empeñan en hacerla crecer antes de tiempo. No se imaginan que se ve tan patético como las niñitas que sus madres se empeñan en disfrazar de señoras, cuando el candor y la gracia está, justamente, en su «niñitud» (perdón vates). La diferencia entre esta-mi-ciudad y laotra-mi-ciudad es (intentemos una explicación) que ésta sí tiene para dónde crecer, la otra no. Caracas se quedó acunada, eternamente, entre su Ávila y el barranco que la lleva al Tuy. É sta, Maracaibo, tiene como único límite, el gran lago de Coquivacoa que, más que límite, le da infinitud. Cada una con sus locuras, con sus grandes dolores, ya lo sé, pero vamos a obviarlo, por ahora, ya lo advertí antes. Quisiera, antes de terminar, decir que este breve paseo o, más bien, este breve recuerdo, no es, jamás, una crónica completa. Y, para los posibles detractores, no reniego del pasado que me acogió hasta no hace mucho, no dejo una para hacerme de otra, nada de eso. Ni siquiera soy de la una ni de la otra, en cuanto a mi génesis. Sólo son memorias de un viaje que decidió darme sorpresas, que habita mi azar porque, incluso, el azar es algo que se decide, lo que pasa es que no sabemos, casi nunca, cómo.

A mis hermanos refugiados

Miguel Guédez

refugiado por excelencia

Amigos, amigas, recuerden que no

pobres de espíritu, compran amistavinimos al mundo para gobernarlo, des, sus hijos los crían otros y todas ni para construir con bloques lo que sus relaciones son por un vano intenecesitamos para ser libres. No sere- rés comercial. mos más libres con una casa propia que con una prestada, porque nues- Recuerden que no hay héroes inditro verdadero hogar está en lo que viduales que valgan cuando se debe llevamos en nuestro corazón, está en luchar en conjunto. Vale la pena inlas risas de nuestros amigos y en la tentarlo, atreverse a dar la lucha que de los niños. ¿Acaso no es esa la ver- nunca se ha dado, pero no la lucha dadera felicidad? ¿Acaso los abrazos contra un enemigo, sino la lucha fraternos y el poder mirarse a los ojos contra nosotros mismos, y saber recomo si nos viéramos el alma, acaso conocer el tiempo perdido, y recordar que una herencia no es la casa esto no es la felicidad? que dejaremos para nuestros hijos, Recuerden que a los ricos no se les sino los besos que les dimos y la alecaen sus inmensas casas, casi fortale- gría que fuimos capaces de comparzas podríamos decir, pero ellos son tir con ellos.

El futuro lo construiremos, sí, nuestros hogares volverán a levantarse, sí, pero pregúntense, cuando vuelvan a pisar algo que llamen hogar, ¿si acaso el tiempo que nos ha tocado vivir en los refugios lo hemos perdido, y si las amistades, las vivencias, los sinsabores y las alegrías, no fueron nuestro hogar también? ¿Si acaso el verdadero hogar no es una casa invisible que viaja con nosotros a donde vayamos, anidado en el corazón?

En los arreboles crepusculares, pululan atolon-

Consta en historiales legados por un frailecillo, que en 1553 se alzó el negro Miguel. Dicen que una veta de oro brilló por allá por los lados del río Buría (LaraYaracuy) en tiempos en que otro fraile, el Bartolomé, ponía el grito en el cielo por el trato inhumano que se daba a los indígenas. Los señores encargaron esclavos negros y en el lote llegó Miguel brillando con más fuerza que el oro codiciado. ¡Ah, negro pa’ levantisco! No sólo se alzó sino que liberó un territorio, fundó un reino libre, se proclamó rey y reina a su Giomar. Se le unió un enjambre de aguerridos Jiraharas y negros rebeldes que muy pronto hizo temblar a los conquistadores. Miguel se convirtió en azote del colonialismo y puso en jaque el negocio de los buscadores de dorados. Hasta que llegó como refuerzo de los invasores, Diego de Losada…

20

Pero con la muerte de nuestro Miguel arreciaron los guerreros de Guaicaipuro, Arichuna, Sorocaima, Baruta, los cimarrones de Andresote, Guillermo Ribas, José Caridad Gonzales, José Leonardo Chirino, el Ejército Infernal de Boves, los lanceros de Páez, los patriotas de Bolívar, los federalistas de Zamora, el pueblo sublevado del 58, la guerrilla de los 60, 70 y 80, los revoltosos del 27F, los insurgentes del 4F, la resistencia del 13 de abril… Sin embargo un hecho aparentemente insignificante ocurre en 2011. A más de 400 años de la hazaña del rey Miguel aparece Miguelito, o sea, Mickey. En pareja con la bicha Minnie, la caricatura que fue al principio se hace ahora tangible justo en el puesto que es. ¿Que y por qué me quejo? Por mi culpa. ¿Que y por qué me culpo? Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.

dradas imágenes que viajan fugazmente a través de los laberintos incandescentes de la mente. Místicas remembranzas coexisten en el interior de una anatomía maltrecha, enarbolando banderas de infancia. Constructoras de castillos fangosos, soldados hilescos, e inyectadoras súper héroes, buscan desesperadamente respuestas en los intersticios subcutáneos de la conciencia. Es el resultado de la repregunta. La débilmente estacionaria lucidez forzada a permanecer en sitios inanimados cargados de múltiples pensamientos de origen caótico, deambula confinada por las habitaciones de un lugar cuasi-imaginario, líricamente soñado pero realmente imposible; porque el sueño se encuentra preso en la lejanía de la ausencia, la ilusión habita en el asilo de la soledad, y el amor se halla recluido en la casa de las sombras. En este solitario lugar un monstruo cajonezco

Nos sale trago largo tarareando a las espais guerls: Oh, miki iur so fain iur so fain iu blou mai maind jei miki jei miki. O sea: Oh Miguelito, eres ¡taaan fino…!!! Eres tan chévere que haces volar mi imaginación. Nadie más apropiado para la cultura que un tipo que haga ¡volar la mente...!!! Muchachas, a encargar sus falditas de chir liders, los varones agarren sus pelotas y a ponerse los guachicones que lo que viene no es joropo, ni sangueo, ni tambor, sino pop del bueno. Del vacío. Es eso o la insurgencia popular. Decidan. Mickey se posicionó como vasallo del neocolonialismo y pondrá en jaque la transformación cultural (que tampoco es que iba viento en popa). Hasta que llegue el pueblo y mande a parar. ¿Somos pueblo o no somos? Es la hora del pueblo legislador.

Oscar Fernández

fabricante de mundos subterráneos, pretende controlar la ilusión, el sueño y el amor de un hombre zombi- zombi hombre. Recurrentes pesadillas cohabitan vulnerablemente en los intrincados dominios de la psiquis. Son la luz y la oscuridad sumidas en la irrisoria metáfora de la coexistencia cajonezca las que pretenden proyectarse cibernéticamente para ejercer así su autocrática influencia engendradora de zombis. Consciencia y no consciencia se enfrentan en una encarnizada lucha por alcanzar el dominio de un cuerpo cuasi-inerte cuasi-carente de voluntad. Es éste el gran encuentro pugilístico del siglo: “impulsos neuronales Vs rayos catódicos”. La violenta sensibilidad alcanzada a consecuencia de la inducción transhipnótica generada a través de la acción onírica que ejercen las llamadas ondas alfa en el subconsciente humano, manifiestan la difícil situación que enfrenta un hombre al ver televisión.

Pablo Fortis

21


Alejandra Segovia La Mancha 5, diciembre de 2003

22

Oscar Fernández

T

ienen como escenario de acción las aceras y bulevares más concurridos de Caracas. Necesitan de dos a cuatro metros cuadrados para montar sus timbiriches que ofrecen las más variadas gastronomías como arepas, cachapas, morcilla, pinchos de carne, perros calientes y hamburguesas, pernil, hervidos en tobos plásticos, arroz chino y hallacas. En cuanto a la oferta comercial en otros rubros el mayor dominio lo ejercen los dueños de los puestos de ropa y zapatos donde se consiguen todas las tallas y colores que a usted se le ocurra pues si no, la tiene el de al lado. Sí (para eso trabajan en comunidad), de esta manera muchos trabajadores informales comparten información con el ladrón de la cuadra para mantener viva la agitación propia de las impunes aceras caraqueñas. Los productos que ofrecen se caracterizan por ser falsos y de mala calidad pero a pesar de saberlo la gente compra igual, debido al precio más bajo. Recordemos que es una actividad ilegal que no paga impuestos y sí disfruta del espacio urbano de los que vivimos en Caracas. La observación de esta epidemia de BUHONEROS que azota la ciudad capitalina tiene sus puntos neurálgicos en alrededores de la periferia que presentan altos índices de consumo, como Petare y Catia. En el centro de la capital las áreas más afectadas por estos comerciantes ilegales son: Capitolio y alrededor de la Plaza Bolívar, los paseos peatonales del Bulevar Panteón y la Cuadra Bolivariana (alrededor de la Casa Natal del Libertador). La venta de CD´s, libros y DVD´s piratas es otra de las actividades preferidas por estos infractores buhoneriles quienes además de ensuciar el espacio público, infringen a su vez la ley de Propiedad intelectual, que establece la protección de los derechos de los autores de obras literarias, artísticas y científicas. Debido al éxito obtenido en la Décima edición del Encuentro Buhoneril Latinoamericano y del Caribe 2002, este año se decidió nombrar como padrino oficial de la Primera Feria Buhoneril Mundial que se

celebrará nueves meses consecutivos en esta ciudad al edil capitalino Freddy Bernal, quien ha contribuido en gran medida con el auge de esta actividad comercial al permitir la toma de los más disímiles espacios públicos caraqueños. Invitamos pues a todos los habitantes de la ciudad a participar activamente en esta Primera Feria, donde se darán talleres sobre “Improvisación de puestos con tubos metálicos” para ser usados como peluquerías, merenderos o garito de juegos de azar, según le interese al participante. Estaremos acompañados por invitados de todo el Tercer Mundo quienes vendrán a aprender de nuestros compatriotas y extranjeros expertos en la práctica buhoneril, las técnicas más efectivas para evadir responsabilidades colectivas y dañar el patrimonio cultural tal y como se evidencia en las instalaciones del Centro Simón Bolívar y Plaza Caracas, especialmente. En esta ocasión los lemas aprobados por estos inquietos trabajadores informales son: “Ni un huequito para pasar, llegue a la esquina y qué pasa pues!!!! o “Cuidado me tumba el cable, mire donde camina”. Inscripciones abiertas hasta el 10 de diciembre , apúrense pues ya se nos acaban los cupos, requisitos indispensables: saber manejar carretilla, comprar mercancía contrabandeada y ensuciar siempre el puesto al final de la jornada de trabajo.

Canción de guerra de los diletantes caraqueños en los años ochenta

C

aracas siempre ha sido una ciudad extraña, dejas de mirarla un mes y ya es otra. Alguna calle ha cambiado, algún centro comercial es nuevo, algún cine ha cerrado o una avenida es desaparecida. Quizás ahí reside su fortaleza. Amamos un territorio enajenado, con su luz desparramada en nuestros ojos y su clima de cabañuelas en mayo, un Ávila que a veces grita improperios contra esta naturaleza humana y la neurosis provocada por un tránsito inclemente. Pero nunca Caracas había sido tan ajena. Nunca como ahora se parece menos a la cantada por poetas, músicos, pintores. ¡Cómo duele patearla! ¡Cómo duele olerla! ¡Sentirla! La atrapó el abandono. La atrapó la piratería, los extractores de sueños. Somos prisioneros de esta ciudad olvidada. Estamos presos en nuestras casas. Sólo salimos, en carros herméticamente sellados, hasta los estacionamientos de los centros comerciales, donde caminamos y caminamos ahogados, autómatas, transeúntes autómatas. Comprar es el valor más cercano a la felicidad, porque la calle no se transita sin amargura. Un ladrón, un pedigüeño, un niño que lame su hambre haciendo de ella un espectáculo. Todos dramatizando personajes aprendidos en las cuevas del Guaire, en los puentes de las autopistas, en las peleas de bandas de piedreros. Un disparo, otro, una madrugada solitaria, hedionda de zamuros, carroñeros. Todos con el miedo a la sorpresa de un arma en el pecho. Entra, corre, llámame cuando llegues, es tarde, no podemos salir, no hay farra, no hay noche, todo en el encierro, sólo en la casa, con las rejas, con la alarma, con la cerca electrificada, con el balancín de seguridad en la calle de nadie, sólo si hay vigilancia, quién me mira el carro, quién me mira la vida, quién me mira las ganas. Las noches de mi vida eran de amaneceres. De conversaciones eternas y de dominó nocturno. Las noches de mi vida eran de enamorados caminando Sabana Grande, riendo por lo aprendido. El peligro se olía, pero te escapabas, eras amoroso guerrero. Las calles de mi vida tenían arte en las puertas de la Plaza Venezuela. Cruz Diez, Alejandro Otero y sus “Aspas solares”. ¿En cuál tienda de mafia terminó tu imaginación de siglos, Alejandro? ¿Qué latero la vendió por tres lochas a los ilegales de la Fila de Mariches? ¿Dónde se perdieron las mágicas cuerdas de tus penetrables, Soto? Te gustaba la autopista para que el cinetismo fuese escuela de choferes que a lo mejor ni te miraban. ¿Dónde están las aceras amables del centro? ¿Los mosaicos antaños? ¿La Creación vista por César Rengifo allá en las torres? ¿De qué se trata? ¿A quién le importa? La oscuridad es un asunto más complejo. La luz es un asunto más complejo. Reverón lo sabía y lo dijo en sus maravillosas telas. El mal olor viene detrás de mí desde que abandoné el metro. ¿Hay que escaparse, hay que atacarlo? Alguien debería tener la respuesta.

En octubre, los caraqueños experimentamos la sensación de estar sumergidos en una película envolvente que produce un olor particular, algunos de nosotros, un grupo muy pequeño, nos dejamos atrapar por esa experiencia. Levantamos la mirada buscando en lo más profundo al otro, a ése, al que reconocemos solidario con la realidad que nos invade, y que afectado decide mantener el estado de alteración, aun tratando de ocultarlo, por lo que eso implica, no puede lograrlo, y año tras año la experiencia se repite y cada vez que viene al cuerpo es como si fuera la primera. Son contactos que todavía no he podido descifrar, contactos con ojos cómplices que ven como sintiendo igual, conectándonos en una conspiración íntima, que nunca, ninguno de los que en ella participamos, llegamos a veces a entender si es real o si nuevamente es producto de la fantasía que al encontrarnos bajo el influjo de la experiencia misma, padecemos.

La lluvia es protagonista de este proceso perturbador que se genera en los cuerpos. En el ir y venir diario. Cuando se sienta alguna persona a mi lado lo puedo reconocer inmediatamente, cuando forma parte del clan de los que vivenciamos el mundo a través de nuestros poros, comienza a suceder sin que lo pueda impedir, comienzo a despedir esa presencia envolvente que perfuma la atmósfera alterando los sentidos de muchos, sin que ellos puedan evitarlo tampoco. Levanto la mirada y observo los cuerpos que comienzan a sudar, se ven las gotas de sudor rodando por la piel tostada que poco a poco se sonroja, los vellos se erizan sin poder tocar su propia piel que arde, los labios se hinchan y se separan como queriendo comunicarle a todos lo que está pasando con sus sentidos saturados de tanta tarde, luz y calor.

Janette Rodíguez Herrera

Impunidad de la acera

Nosotros los viejos marinos haremos un buque de guerra para beber y beber en el fondo del mar, porque ya no se puede beber en la tierra

23


Francisco Issa

Antropología del amor tarifado Nelson Oyarzábal La Mancha 1, diciembre de 2002

V

ivir en el corazón de una zona rodeada de nidos de amor tarifado como lo es Sabana Grande, me ha inclinado, sin querer queriendo, a registrar unos suculentos testimonios de las más variopintas y curiosas situaciones, que se producen en el antes y después del acto de amar, es decir, en la propia entrada y salida de esos cálidos refugios de pasión, mal llamados moteles. Escenas salpicadas en algunos casos de tragedia, en otros de humor y a veces de picardía, colman el repertorio de observaciones realizadas en vivo y desde el propio lugar de los acontecimientos. Pelar el ojo, con cara de yo no fui, ha sido la clave para obtener una información fresca, de primera mano, y, sobre todo, ni señalado de metiche por mis estimados e incautos informantes. Ocho años de habituales recorrido por este envidiable vecindario me han estimulado a publicar las tendencias más representativas de este trabajo de campo, con el aval de la Caribbean Motel Foundation, institución sin fines de lucro con amplio interés en investigaciones de este tipo en la región. “La riqueza y complejidad de los datos” -como diría un sociólogo recién

24

graduado- sirven para armar una primera y bien redonda aproximación que muestra estilos y sucesos más frecuentes en el momento de enfrentar esos incómodos, culposos y hasta infinitos intervalos de tiempo. Para una mejor interpretación de los casos observados se han establecido tres géneros: Género A: Tragedia. Género B: Especialidad o Hobby. Género C: Miscelánea. Hecha esta presentación y sin más preámbulo no queda otra que lanzar al ruedo nuestros primeros hallazgos:

teniendo senda nave ésta le falla en la propia entrada del recinto, trancando el paso del hotel y de los transeúntes... para coger palco. Los superculillúos: inspirados en estrategias machistas, mandan a la mujer adelante para luego encontrarse en recepción para evitar todo tipo de sospecha. Los arrugaos: aquellos que no se quitan la ropa ipso facto y después exponen las notorias evidencias. Se les recomienda llevar plancha portátil.

Género A: Tragedia Indecisas: pertenecientes al género femenino, se debaten entre la manipulación y el conflicto deshojando la margarita en plena puerta... ¿Lo hago, no lo hago?... Bellos durmientes: aquellos que se quedan dormidos y salen al día siguiente con una cara de tragedia de espanto y brinco porque sabe que lo que les espera no es terrón de azúcar. Los comeflores: son aquellos que no saben cuánto dinero tienen o que desconocen el aumento de tarifa teniendo que meter retroceso sin haber hecho naíta e’ na. El pavoso: dícese de aquel portento que

Género B: Especialidad o hobby Los oficinistas: agobiados por el cumplimiento de su horario y demás limitaciones no les queda otra que sacrificar el almuerzo para echar uno y volver al trabajo. También se les conoce como los polvorete o dieta mágica. Son más abundantes de lo que se cree. Estudiantes de letras: se reconocen a leguas por la cantidad de libros de poesía que cargan, los cuales serán disparados antes y después del primer y único round. La cara de la chica a la salida es todo un poema. Maratonistas: se acordaron en el mo-

mento de salir que alguna vez tuvieron afición por esta especialidad y sin más deciden practicarla en el propio instante de la partida, dejando a la acompañante en el aparato. Los golosos: como si intuyeran que viene una crisis de desabastecimiento o un nuevo sacudón, entran pertrechados con sendas bolsas con cuarticos de jugo y leche, agua mineral, cervezas, cachitos, pizzas, arroz chino. En días lejanos a la quincena se observan canillas y chucherías. Los excursionistas: entran con morrales y ropa deportiva para montar el propio campamento y despintar a sus allegados. Regresan a casa y dicen que la pasaron muy bien en “Sabas Nieves”. Los clandestinos: No dejan huellas de ningún tipo, hasta en los retrovisores tienen vidrios ahumados. Los fanáticos: no sabemos exactamente si se quedaron sin entradas o si se trata de un plan preconcebido para despistar al enemigo. Entran con gorras, franelas, estandartes y banderas magallaneras. Lo cierto es que salen contentos como si el equipo hubiera dado las nueve arepas. Los acróbatas: utilizan la calle y no la acera para caminar y en menos de lo que canta un gallo hacen un brusco y forzado desplazamiento y de sopetón se introducen en el recinto. Género C: Misceláneas Nostálgicos: matrimonio aburrido que para salirse de la rutina y recordar los viejos tiempos decide reencontrarse con el pasado y echarse en catre alquilado a ver que pasa. Falsetes: esos que llegan amapuchaítos y acaramelaos y salen como que ni se conocieran. Los oportunistas: aprovechando los días de Carnaval entran muy campantes, lanzando papelillos por todo el recorrido: él disfrazado de Zorro y ella de Batichica. Se cuenta y no se cree. Los vampiros: por diversas y puntuales razones huyen antes de que salga el sol. Añoran un amanecer, sólo lo conocen a través de postales. Los propios: especie en extinción, salen y entran felices y tomados de la mano. Los conchúos: entran y salen en carros identificados de dependencias oficiales como si nada. Están en la mirilla de los jefes del alto gobierno. Los indiferentes: reciben este nombre aquello individuos que a escasos metros de la meta se encuentran con un conocido, y no les queda otra que saludar como quien no quiere la cosa. Si se te prende la chispa con un nuevo caso observado, no seas pichirre, anímate a compartir tu comentario para incluirlo en esta curiosa investigación interactiva. Garantizamos absoluta confidencialidad. Hasta la próxima.

Maracaibo tranca Eduardo Mármol

T

oda la tarde la había pasado entre papeles y funcionarios de apostilla que mandaban a hacer silencio a sus víctimas con una frecuencia cardiaca. Salió del rectorado viejo de LUZ pensando en los engorrosos trámites de los cuños caraqueños del ministerio de relaciones interiores de Venezuela y del consulado cubano. Su primera intención era tomar la autopista1 por la avenida Delicias, pero el temor a las colas lo hizo dudar y cruzó a la derecha, una esquina después del viejo edificio de donde había salido, buscando la vía de Mayo. Cruzaba el sector del Paraíso donde antaño vivieron familias muy acomodadas de la burguesía maracucha. En cada esquina la posibilidad de chocar eran pasmosamente considerables. Las rayas blancas del pare estaban amarillentas de lluvia, tierra y maldiciones de conductores que habían perdido allí la forma de sus naves o la figura de sus familiares y amigos. En la esquina del centro comercial Indio Mara con 5 de Julio la tranca comenzó a darse. El semáforo estaba malo y nadie recordaba cuándo fue que estuvo bueno. Un optra azul turquí que venía de Bella Vista hacia el Cuartel Libertador, ocupó el centro de la calle impidiendo el paso de un camión del aseo urbano que venía de Delicias. El cucaracho que estaba en el pare vio una rendija donde todavía podía escurrirse, avanzó decidido pero fue interceptado por una triblazer que venía del Cuartel. El nudo ya estaba hecho, y el cucaracho se encontraba en el centro pensando en cómo llamar al señor Spock. Era un nudo variopinto que se iba formando con un predominio de los vehículos último modelo o por lo menos de ediciones recientes con una que otra chatarra ambulante como el viejo Volkswagen verde cuyo conductor fue aficionado a la serie Viaje a las Estrellas; el camión del aseo urbano conducido por una bola humana que tenía por cabeza un globo gordo, y llevaba sobre ella una minúscula gorra roja; el viejo ford 350 de estacas repleto de desperdicios de repollos semi podridos, lechuga y otros vegetales, en cuyo interior estaba al volante un anciano que todavía tenía fuerzas para ser tosco. Tenía una desordenada cabellera blanca, a su lado iba un muchacho desaliñado y despreocupado del mundo. Había chocado al Volkswagen por atrás sin que su conductor se diera por enterado. Detrás del 350 estaba un camionetón, cuya marca no era todavía conocida por el tripulante del Cucaracho. Tenía los vidrios ahumados como la mayoría de los carros involucrados en el nudo. En todas las direcciones se iban sumando, automóviles lujosos y entaparados en la oscuridad de sus vidrieras. El avance de cada uno de los carros dependía de que alguien cediera el paso, pero nadie estaba dispuesto a hacerlo; y fue entonces cuando comenzaron a sonar las cornetas. Cada claxón tenía un sonido diferente, uno más desafinado que otros. Nadie podía pensar más allá de la estridencia. Nadie se bajaba, no se veían más caras que la del gordo cabeza de globo con su minúscula gorrita roja, la del viejo del 350, la del conductor del Cucaracho que tenía una cara de tesis, y la de un muchacho con cuerpo de pan y coca cola, que conducía un destarlado bus de la ruta 6 que estaba atascado a ocho vehículos en dirección al sur. La vieja unidad de transporte público estaba salida de su ruta, y quizás estaba en busca de la gasolinera que estaba a cuadra y media.

Oscar Sotillo Meneses

Los cuatro estaban en medio del torbellino, bajados de sus viejas chatarras sin verle el rostro a nadie. Fue la bola humana que comenzó a rodar hacia un BMW color vino tinto que estaba con el motor encendido como todos los automóviles lujosos. El calor de Maracaibo, a las 4:30 de la tarde con amenaza de lluvia, sobrepasaba los 40 grados a la sombra, lo que hacia presumir que detrás de todos los vidrios ahumados, había un aire acondicionado funcionando a marcha forzosa. El empleado del aseo, se quitó la gorrita roja, y comenzó a agitarla del lado del conductor; sintió que se ahogaba en el congestionamiento arterial de su cuerpo consumidor de chatarra. Comenzó a agitar los brazos sin obtener una respuesta. De pronto se paró en seco, respiró hondo, levantó su puño derecho y tocó con cierta rudeza el vidrio con los nudillos. Lentamente la ventanilla se abrió y el sargento García se consiguió con la boca fría y acerada de un revólver calibre 38 Smith and Wesson Special. –– ¡Maldito! ¿Me vais a romper el vidrio desgraciao? El gordo sólo miraba la boca del arma sin reparar de dónde salía la voz que continuaba insultante llamándolo perro sucio, bola e grasa. El sargento García retrocedió sin quitarle la mirada al revólver. El vidrio volvió a subirse, y se escuchó nuevamente el sonido chillón de las cornetas. El nudo crecía: por el lado norte llegaba al Cuartel Libertador, por el oeste enlazaba con la Limpia, por el este estaba arribando a las inmediaciones del Milagro y por el sureste ocupaba ya la plaza Reina Guillermina. El ruido de la bocinas derruía los muros y los colores de los autos, y las 4 caras visibles del nudo se miraban entablando un diálogo de silencio para designar un nuevo candidato a tocar otro vidrio. El anciano de la cabeza blanca avanzó decidido hacia un Peugeot rojo 407 que estaba tres carros detrás del camión del aseo. Levantó los brazos en señal de auxilio, se aproximó al parabrisa y lo frotó suavemente. Otra vez el silencio como contestación. Le dio la vuelta al carro y se detuvo en el lado del pasajero. De un tirón abrió la puerta que estaba sin seguro y se encontró apuntado a la cara por un fusil de guerra de los mismos que usó el imperialismo

norteamericano para invadir a Irak. Sólo acertaba a mirar aterrorizado al cañón mientras oía una voz que le gritaba: –– ¡Te voy a arrancar la cabeza, viejo trimardito! Cuando las bocinas volvieron a sonar, inmediatamente después que el viejo regresara temblando, el muchacho que le servía de ayudante le recordó al conductor del 350 que a las 6:00 de la tarde tenía que pagarle la deuda a los paracos de la cuadra. ––No sé cómo coño les voy a pagar si estoy atrapado en esta remardición. ––Verga viejo, entonces te matan. ––Ojalá me maten pa salí de esta verga. Los habitantes del trancón despertaban a sus deudas: el conductor del bus de la ruta 6 tenía tres meses que no pagaba su vacuna, y esa tarde pensaba saldar sus cuentas con su banda favorita. La bola humana tenía que pagar los intereses de un millón de bolos que prestó para metérselo a un caballo que le habían dado como seguro ganador, pero que partió mal y llegó detrás de la ambulancia. También debía cancelar esa tarde, y si no lo hacía debía por lo menos, entregar su gorrita roja. El conductor del Cucaracho no tenía deudas monetarias pero debía enviar su adelanto de tesis de maestría a los cubanos en la universidad de la Habana. La súper tranca rebasaba el espacio de LUZ y llegaba a la plaza de toros en sentido norte. Tocaba la autopista 1 hacia el sur; había inmovilizado la avenida el Milagro por el poniente, y por el oeste se acercaba al abandonado Country Club. La ciudad estaba detenida: al noroeste la curva estaba paralizada entre vallenatos y reggaetones que amainaba el rumor de un espacio campal a punto de explotar. Más hacia el norte en el sambil, había un desespero inmóvil, miles de carros con los vidrios ahumados trancándose el uno al otro. En sentido contrario, al sur, el kilómetro 4 había colapsado y se había convertido en un cementerio de gandolas, carritos de tráfico, buses, y un buen número de carrazos con los vidrios ahumados. Hacia el sureste había una trifulca en el callejón de los pobres, y los tarantines eran un amasijo de hierros retorcidos; el mercado de las pulgas era un campo de batalla, y en el lago se revivían tiempos del puerto muerto.

25


El arte público y los ciudadanos Oscar Sotillo Meneses

H ace unos años, varias de las obras de arte público que forman parte de la

Oscar Sotillo Meneses

fisonomía caraqueña, fueron destruidas, saqueadas o mutiladas. La esfera de Soto en la autopista del este, el Abra solar de Alejandro Otero ubicada en la Plaza Venezuela y el homenaje a Andrés Bello de Carlos Cruz Diez igualmente ubicada en la Plaza Venezuela, fueron algunas de las piezas destruidas y que hoy han sido recuperadas. Estas obras forman parte del paisaje caraqueño desde hace ya décadas y poco a poco fueron abandonadas junto a los espacios que las alber-

26

gan y posteriormente fueron físicamente desmanteladas. En esa oportunidad nos preguntábamos por qué la ciudad de Caracas abandonaba y destruía piezas patrimoniales de valor cultural. La respuesta a esta pregunta no es fácil. Pudiéramos decir simplemente que una comparsa de ciudadanos ignorantes e insensibles bandalizaron estas obras de arte. Pudiéramos decir también que las autoridades con jurisdicción sobre estas piezas se olvidaron de ellas (Alcaldías, fundaciones, museos, etc.) Y para seguir especulando pudiéramos concluir también que algún sistema misterioso colapsó. Vamos a explicar esto mejor. Como parte de algunas políticas públicas y/o privadas, desde las primeras décadas del siglo veinte los gobiernos y algunos poderes económicos comenzaron a instalar piezas de arte en sitios públicos, algunas como monumentos alusivos a grandes hechos de la historia (Monumento a Carabobo) y otros con mensajes menos específicos para el ciudadano que los contempla (Fisicromías de Carlos Cruz Diez),pero que

eran y siguen siendo objeto de la más alta estima dentro del sistema de valores artísticos de las clases dominantes que manejaban el poder. El ciudadano de a pie fue testigo de un cambio paulatino y sistemático de su paisaje vital, observaba cómo su espacio visual cotidiano se llenaba de “obras de arte” que no significaban nada dentro de su sistema de valores y de su imaginario. Los poderes económicos y políticos consideraban que estas obras contribuían al ornato (¡!!!) de la ciudad e iluminaban al transeúnte trayendo a la calle un poco de esos valores artísticos cocinados en los cenáculos de las élites. Este sistema populista de las artes era expresión de los modelos políticos abrazados por las clases dominantes que gobernaron en Venezuela. El artista, un ser iluminado y solitario bañaba de sensibilidad y “buen gusto” al ciudadano común. Este sistema colapsó junto con el modelo social que le dio vida. Los excluidos comenzaban a emanciparse y a buscar códigos artísticos que expresaran sus luchas, sus puntos de

vista, sus valores. Las obras de arte público para ser consideradas patrimonio deben contar con la legitimidad que el pueblo les da, “estos objetos de intención estética” se deben a los ciudadanos que los hacen suyos en su transitar diario. Los grandes artistas del pueblo son queridos y respetados porque ese pueblo se siente parte integral de su obra y siente que esa obra es parte de su vida, de su historia. No pretendemos justificar la destrucción de algunas obras de arte del patrimonio caraqueño, por el contrarios creemos que el buscar explicaciones al abandono y destrucción de las que han sido víctimas nos hace reflexionar acerca de su naturaleza y acerca de la relación entre el ciudadano y el arte, entre los caraqueños y la ciudad como patrimonio y como lugar donde transcurre la vida. Igualmente esta reflexión nos hace consciente de cómo la ciudad es la suma de sus habitantes y debe responder a las necesidades de estos y debe estar construida con los aportes de todos los que en ella vivimos.

TEXTO ANÓNIMO PUBLICADO EN BRIEGA/ NODO 50

El impacto social del automóvil

E

l automóvil representa uno de los más fuertes símbolos del progreso y, como suele suceder con muchos otros alcances técnicos, las consecuencias “lógicas” inherentes a su invento han tenido un impacto más adverso que benéfico. Ello, fundamentalmente, por dos motivos: el de los efectos en su “proceso de producción” y por los efectos “como producto en sí”, ya terminado. En el “proceso de producción” del automóvil, el efecto pernicioso más claro es el modelo aplicado, a principios del siglo XX, en la fabricación de los autos Ford. El fordismo maximizará la mano de obra, las herramientas y las máquinas para la elaboración de automóviles, implementando la producción en cadena: “violencia calculada, sistemáticamente aplicada contra el trabajo de los hombres, ese sueño original del capital en busca del “movimiento perpetuo” de la fábrica. La producción de flujo continuo, “piedra angular” de todos los sistemas de organización del trabajo, como dirá cincuenta años después el sociólogo Emery, nace en América, como era de esperar. Economización de “tiempos y movimientos” que tiene sus oscuros antecedentes en el demencial afán del norteamericano Frederick W. Taylor, por arrebatarle al obrero la capacidad de administrar su tiempo dentro de la fábrica para la producción, a través de la división sistemática de las labores, la organización racional del trabajo y, muy en especial, la utilización del cronómetro. Así, “al acabar con el control obrero sobre los modos operatorios, al sustituir los ‘secretos’ profesionales por un trabajo reducido a la repetición de gestos parcelarios -en pocas palabras, al asegurar la expropiación del saber obrero y su confiscación por la dirección de la empresa- el cronómetro es, ante todo, un instrumento político de dominación sobre el trabajo. Tecnología y táctica pormenorizada del control de los cuerpos en el trabajo, el taylorismo -como se le conoce a éste- va a transformarse en un verdadero ‘conjunto de gestos’ de producción, en un código formalizado del ejercicio del trabajo industrial, con la organización científica del trabajo. Como instrumento esencial de ese proceso de reducción del saber obrero de fabricación a la serie de sus gestos elementales, el cronómetro es, por la misma razón, mucho más que eso”. Modelo de producción que poco a poco comenzará a ser aplicado en la industria en general, pero que también trascenderá vigorosamente en espacio y tiempo, ya que además de verlo aparecer de forma renovada décadas después, dejará de ser un modelo exclusivo de occidente, como es el caso del toyotismo (de la industria japonesa Toyota). A consecuencia de la crisis de 1973, la in-

dustria automotriz mundial bajó considerablemente su producción, pero no así esta armadora japonesa que de manera excepcional perfeccionaba la tradicional forma de producción en cadenafordista e implementaba nuevos métodos de productividad como el trabajo en cuadrilla, la gestión por incentivos, el “involucramiento” de los trabajadores, el famoso “just-in-time” (justo a tiempo), etc., colocándose en la única empresa multinacional con los mejores resultados de productividad, situación que la llevó a ubicarse, en 2007, en el fabricante número uno a nivel mundial, por arriba incluso de General Motors. El toyotismo En “Americanismo y fordismo”, artículo publicado en 1929, Gramsci aseguraba: “la industria Ford exige a sus obreros una discriminación, una aptitud que las demás industrias todavía no piden, una aptitud de un género nuevo, una forma de desgaste de la fuerza de trabajo y una cantidad de fuerzas usadas en el mismo tiempo medio, más penosas y más extenuantes que en otras partes, y que el salario no basta para compensar en todos los obreros, para reconstituir en las condiciones de la sociedad existente”. Sin embargo, en el incremento de la explotación el toyotismo irá aún más lejos, y un claro y repudiable reflejo de ello será el karoshi, muerte súbita (en al que sobreviene una hemorragia cerebral o insuficiencia cardiaca o respiratoria) ocasionada por la exhaustiva carga de trabajo. Nefastas condiciones laborales que de manera no muy distinta se han presentado en otras empresas automotrices del mundo incluyendo a Francia, el país de los Derechos Humanos: en menos de seis meses, entre 2006 y 2007, se presentaron tres casos de suicidios en Technocentre -una planta que la empresa Renault tiene en Guyancourt, un suburbio al suroeste de París- a causa de la fuerte presión laboral. “Como producto en sí”, el automóvil ha tenido un fuerte impacto social y ecológico. El estatus social que proporciona poseer uno

-sobre todo cuando se trata del último modelo- ha llevado, como consecuencia de su gran demanda, a una excesiva producción, con devastadores resultados medioambientales. El crítico cultural norteamericano Mark Dery asegura que “lo más preciado para un norteamericano son los automóviles, pero en especial los autos o camionetas Sport Utility Vehicle (SUV)”. Situación que, por moda, se ha ido expandiendo a otros países, sobre todo de América Latina; en donde ya de por sí el peatón ha quedado relegado y excluido del constante reordenamiento espacial urbano, que da mayor prioridad a la (re)construcción de vías de circulación vehicular. Por éstas y otras razones, el automóvil ha ocupado un lugar clave en el proceso de desgaste de la estructura social urbana. “En el segundo lustro de los años noventa se calculaba que había unos 500 millones de automóviles en el mundo. Han erosionado la calidad de los espacios públicos y han impulsado la extensión suburbana. Justo como el ascensor hizo posible el rascacielos, el automóvil ha propiciado que los ciudadanos vivan lejos de los centros citadinos. El automóvil ha hecho viable el concepto de la fragmentación de las actividades de cada día en compartimentos, separando oficinas, tiendas y casas. Y cuanto más ampliamente se dispersan las ciudades, más antieconómica viene a ser la expansión de sus sistemas de trasporte público, y mayor es la dependencia del coche de los ciudadanos. Alrededor del mundo las ciudades están siendo transformadas para facilitar el mundo del automóvil, aun cuando es el automóvil -más que la industria- lo que genera la mayor cantidad de contaminación del aire, la misma contaminación de la que huyen los moradores suburbanos… paradójicamente, desde la perspectiva del individuo, el automóvil sigue siendo el producto tecnológico más liberador y más deseado. Es barato porque se

manufactura masivamente y porque está subsidiado; es práctico porque las ciudades no han sido planeadas para depender del transporte público, y es un ícono cultural irresistible que brinda glamour y estatus”. Transporte público ahora En las principales ciudades europeas un gran porcentaje de personas utiliza el transporte público, muy por arriba de lo que sucede en los países latinoamericanos e incluso, en EE UU, donde existe el caso paradigmático de “Los Ángeles, la primera metrópolis en el mundo construida decisivamente en la época del mayor crecimiento del automóvil. El resultado fue la descentralización del consumo y la cultura y la atrofia constante del centro de la ciudad”. Y aunque es verdad que la eficiencia del sistema de transporte en las primeras ciudades es también superior, habría que agregar que el uso cultural de la bicicleta o la afición por caminar han contribuido en la inhibición del uso del automóvil. Sin embargo, los grandes esfuerzos que se hacen a nivel mundial para crear una conciencia ecológica seguirán siendo insuficientes, pues la fascinación y la gran dependencia al automóvil irán siempre a una velocidad mayor. Así que “la verdad es que nadie tiene alternativa. No se es libre de tener o no un automóvil porque el universo suburbano está diseñado en función del coche y, cada vez más, también el universo urbano. Por ello, la solución revolucionaria ideal que consiste en eliminar el automóvil en beneficio de la bicicleta, el tranvía, el autobús o el taxi sin chofer ni siquiera es viable en las ciudades suburbanas como Los Ángeles, Detroit, Houston, Trappes o incluso Bruselas, construidas por y para el automóvil”. Tal parece que el espíritu desafiante del Movimiento Futurista va tomando una forma por demás reveladora.

27


Pensar lo urbano desde-el-lugar Comunicación y agricultura urbana José Javier León

P

ensar desde-el-lugar como nos lo enseña Arturo Escobar (2000 y 2003) nos lleva a una crítica de la ciudad que la descubre como parte sustancial del capitalismo, y a reconocer en la división campo-ciudad sobre la que se funda la separación, una estrategia que propicia la desterritorialización y la desmemoria, operaciones básicas sobre las que se levanta la barbarie capitalista. La crítica también, nos revela la “periferia” actual como producto de los éxodos, migraciones y desplazamientos a los centros urbanos. Nos toca pues, desactivar la oposición entre la ciudad y el campo: “Con esto hemos llegado -diría Engels (1977)- al centro mismo del problema” “…que, sólo podrá ser resuelto si la sociedad experimenta una transformación lo bastante profunda para que pueda emprender la superación de esta oposición, llevada al extremo en la sociedad capitalista de nuestros días (…) Querer resolver esta última conservando las grandes ciudades modernas es un absurdo. Estas grandes ciudades modernas sólo serán eliminadas con la abolición del modo de producción capitalista” (pp. 47-48) La solución que ofreció en 1872 sigue vigente, y la cito en extenso porque lo amerita:

“La eliminación de la oposición entre la ciudad y el campo no es más utópica que la eliminación del antagonismo entre capitalista y asalariados, y se convierte cada día más en una exigencia práctica de la producción

28

Oscar Sotillo Meneses

industrial y de la producción agrícola. Nadie la reclamó con más energía que Liebig en sus obras sobre la química agrícola en las cuales pide como cosa fundamental, constantemente, que el hombre devuelva a la tierra lo que recibe de ella, y en las que demuestra que sólo la existencia de ciudades, sobre todo de las grandes ciudades, es obstáculo para ello (…) Dando por realizada la abolición del modo de producción capitalista, sólo la distribución lo más uniforme posible de la población por todo el país y una estrecha asociación de las producciones industrial y agrícola, con la extensión de los medios de comunicación que se hará necesaria, podrán liberar a la población rural del aislamiento y el embrutecimiento en los que vegeta, situación que no ha cambiado casi desde hace milenios” (p. 85).

Devolver a la tierra lo que se recibe de ella, estrechar la asociación agrícola-industrial, distribuir uniformemente en el territorio nacional la población y (para ello) extender los medios de comunicación. He aquí el programa que debemos abarcar. Pero eso implica –lo cual es obvio, pero solemos pasar sobre el asunto con una ligereza que desdice de todo rigor- una idea de poder distinta a la concebida y desarrollada por, en y desde las ciudades. Para decirlo en pocas palabras: nuestra idea de poder es citadina. Por nuestro lado, no nos oponemos per se al campo, aunque existe en buena medida una visión esencialista y en el peor de los casos romántica que, en el mejor,

deja corto el alcance de algunos proyectos de “soberanía alimentaria”. Eso me temo, sucede con el plan “Todas las manos a la siembra”. El mismo no contempla entre sus objetivos declarados la “agricultura urbana”, lo que me hace suponer que adolece de un análisis concreto de la realidad, sobre todo de las tendencias urbanísticas más evidentes. Algunas cifras revelan que, “… la población urbana en países en desarrollo se duplicará hasta alcanzar 4,000 millones de habitantes en 2025, lo que representaría cerca de 90% del crecimiento demográfico mundial. Por contraste, el crecimiento de la población rural será lento y cesará al llegar a 3,000 millones. Respecto a América Latina, la población urbana seguirá una tendencia similar al finalizar el año 2010 hasta alcanzar los 500 millones de personas, manteniéndose relativamente estable la población rural en más de 100 millones (United Nations, 1998). Además, la noción “campo” que se emplea en el Dossier presentado por Carlos Lanz (2008) proviene de su oposición a la ciudad, y como tal queda inscrita –y paralizada- en el paradigma de la vieja discusión que, como vimos, Engels ya había superado. Un poco más lejos llega el Henri Lefebvre de La revolución urbana (1976). En efecto, entre los elementos definitorios del espacio urbano está el hecho “de que cualquier punto pueda ser tomado como centro” (p. 122), lo que al tiempo que disuelve la controversia centro-periferia y similares, facilita y promueve la idea de “red (de intercambio, de comunicación)”: La definición del fenómeno urbano implica considerar también las yuxtaposiciones y superposiciones de redes, el encuentro y la reunión de estas redes, constituidas unas en función del territorio, otras en función de la industria y otras, finalmente, en función de los demás centros de la malla urbana” (pp.127-128) En ese sentido, anunciaba que ya comenzaban a quedar atrás los viejos mitos e ideologías, “los unos procedentes de las regiones agrarias de la historia y de la conciencia; los otros de una exagerada extensión de las representaciones de la empresa” (p. 170). Me pregunto, ¿qué tanto han quedado atrás? Las contradicciones, dice, ya no se sitúan entre la ciudad y el campo: “…la explotación agrícola (la ‘finca’) y la empresa (constituida desde la época de la manufactura) sufren la prueba, se transforman, se insertan bajo nuevas formas en el tejido urbano. Esto define una creación (poiesis) en segundo grado, si-

tuándose la producción agrícola e industrial en un primer grado” (p. 180) Esta creación se opone a los principios de la empresa, pero es una opción utópica “(una no-cosa distinta) que lo pone todo en duda y que constituye, también ella, un interrogante” (p. 182) Lo urbano es “reapropiación por parte del ser humano de sus condiciones en el tiempo, en el espacio, en los objetos (…) Crear la unidad espacio-temporal es, en efecto, una definición posible, entre otras, de lo urbano y de la sociedad urbana” (p. 184) Y, adelantándose a una discusión que a veces queremos dejar atrás por ruidosa, Lefebvre ya decía en la década de los ’70: Políticamente no puede concebirse está perceptiva sin auto-gestión que abarque desde la producción y las empresas hasta las unidades territoriales. Difícil abanico. El término ‘políticamente’ es ambiguo, porque la auto-gestión generalizada implica el empobrecimiento del Estado y el final de lo político como tal” (p. 184) Vemos lo que significa abrir la puerta y no entrar. Hoy con mayor tranquilidad entendemos que a lo que se refería Lefebvre era precisamente una forma radical (porque va a la raíz) de la política: el “poder popular”. Remataba Lefebvre, sin abogar por el Estado sino arrojándose a la utopía: “Lo estatal sólo puede impedir la formación de lo urbano. Al Estado le incumbe dominar el fenómeno urbano, no para llevarlo hacia su realización, sino para hacerle retroceder: hacia las instituciones que, a través del intercambio y el mercado extienden a la sociedad entera los tipos de organización y de gestión procedentes de la empresa (instituciones elaboradas durante el crecimiento) en las que prevalecen los objetivos cuantitativos (cuantificables). En cuanto a lo urbano, sólo puede constituirse y servir ‘el habitar’ derribando el orden estatal y la estrategia que organiza de manera opresora y homogeneizante el espacio globalmente, absorbiendo en consecuencia los niveles subordinados, lo urbano y el habitar” (pp. 184-185) No quiero terminar sin antes aludir a un problema de perspectiva histórica de vastísimas consecuencias. No lo voy a desarrollar sino sólo a mencionar. Tiene que ver con las últimas líneas de la cita de Engels, en las que alude al “embrutecimiento” y a la vida “vegetativa” de los campesinos. Como creo que ese prejuicio no ha sido del todo superado, y como además es cotidianamente alimentado por los medios de comunicación (sobreexponiendo la vida urbana -ociosa y escindida

de la producción- como modelo, canon y horizonte único), está implícito en los valores definiendo lo que deslinda y separa la “buena vida” (desarrollo, progreso, industrialización, movilidad de la población y urbanización) de la “mala vida” (tradición, vida rural, relaciones patriarcales, el peso de la familia en la vida social); y, como existe una ideología urbana muy activa, haré mano de Orlando Fals Borda (2008), quien apunta sobre el tema: “Algunos dirán que estas son las gentes más pasivas, la retaguardia del cambio social e histórico, pero se equivocan. Porque en todas las revoluciones de entidad que hemos tenido (ejemplo, Colombia), estos pueblos originarios han sido vanguardias y apoyos eficaces de las luchas sociales. (…) concluyo que los indígenas, negros, campesinos, artesanos y colonos pioneros aludidos aquí han sido pobres y explotados sólo en lo económico, más no como fuerza humana, cultural y política: allí está su reserva” (p. 32) Lo que está en el fondo del comentario de Engels es, pues, la idea del “progresismo capitalista” que también la sostendría Lenin, prácticamente con los mismos argumentos. Edgardo Lander (2008) la cuestiona en los siguientes términos: “El capitalismo es históricamente progresista precisamente en la medida en que empuja a la sociedad rusa en la dirección de la organización de la producción sobre principios racionales y sobre la aplicación de la ciencia (…) La propuesta socialista no es así una alternativa radical al desarrollo capitalista, sino la continuidad histórica de las principales tendencias de éste” (pp. 265-266) Con este texto he buscado provocar la unión de dos universos opuestos desde una perspectiva capitalcentrista, se entiende, pero confluyentes cuando de lo que se trata es de construir una economía sustentable y soberana, emancipada de la oferta y demanda del mercado. La comunicación es vital y estratégica en todo proyecto que dependa de la participación ciudadana, máxime si el proyecto conlleva la construcción de una economía no-capitalista. El capitalismo, como sabemos, promueve la incomunicación, el egoísmo, la desconfianza y la competencia. La llamada comunicación de masas, por su parte, tiene la tarea de contribuir a la fabricación de la alienación que garantiza la “productividad” y la “gobernabilidad”, reduciendo a los ciudadanos a meros electores, cuando no a “idiotas” . Como alternativa, la comunicación para el bien común (León, 2009) postula una nueva ratio que define un tiempo/espacio para la construcción de la emancipación, la superación de la separaciones practicadas por la razón moderna entre conocimiento y realidad, territorio, memoria y palabra, que avance hacia el establecimiento de (man)comunidades de producción de conocimiento, ciencia y tecnología, generando una comunicación para la vinculación y articulación de proyectos

de vida que respondan a una nueva racionalidad productiva. En otras palabras, hablo de la interconexión y articulación de los proyectos del Plan de Desarrollo en el marco de la construcción dialéctica y necesariamente dialógica, de la autonomía de las comunidades y la soberanía de la Nación. Bibliografía y referencias -ESCOBAR, Arturo (2003) “Mundos y conocimientos de otro modo. El programa de investigación de modernidad/colonialidad latinoamericano”. En: Tabula Rasa, enero-diciembre, número 001. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Bogotá Colombia. Pp. 51-83 -ESCOBAR, Arturo (2000) “El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesarrollo?” En: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) -CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio. p. 246. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ lander/escobar.rtf -FALS Borda, Orlando (2008) El socialismo raizal y la Gran Colombia bolivariana. Investigación acción-participativa. Caracas, Venezuela: El Perro y La Rana -GRUPO DE AGRICULTURA URBANA. Oficina Regional FAO para América Latina y el Caribe. “Agricultura Urbana y Periurbana en América Latina y el Caribe: Avances y actividades de FAO”. En: http:// www.rlc.fao.org/es/agricultura/pubs.htm -LANDER, Edgardo (2008) Contribución a la crítica del marxismo realmente existente: verdad, ciencia y tecnología. Caracas, Venezuela: El Perro y La Rana -LANZ, Carlos (2008) Dossier sobre el Programa Todas las manos a la siembra. Venezuela, Enero de 2008. Se puede consultar en http://www. aporrea.org/media/2008/02/dossier_sobre_el_ programa_todas_las_manos_a_la_siembra.pdf -LEFEBVRE, Henri (1976) La revolución urbana. Madrid: Alianza Editorial -LEÓN, José Javier (2009) “Comunicación para el bien común”. Bases conceptuales de un modelo de comunicación para el desarrollo de una economía social. Se puede leer en: http://comunicacionubvmisionsucre.blogspot.com/2009/06/ comunicacion-para-el-bien-comun.html -OVEJERO, Félix (2008) “Idiotas o ciudadanos”. En: http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/noticias/2232_fovejero.pdf -SUSZ K., Pedro (2005) La diversidad asediada. Escritos sobre culturas y mundialización. La Paz, Bolivia: Plural -TREMINIO Ch., Reynaldo (2004) Experiencias en agricultura urbana y Peri-urbana en América Latina y el caribe. Necesidades de Políticas e Involucramiento Institucional. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. En: http://www. rlc.fao.org/es/agricultura/aup/pdf/expe.pdf -VARSAVSKY, Oscar (2007) Ciencia, política y cientificismo. Caracas, Venezuela: Ediciones Ministerio del Poder Popular Para Ciencia Y Tecnología. Monte Ávila Editores Notas 1 El Proyecto -leemos en el Dossier- implicó la “acción concurrente de los diversos ministerios que lo constituyen, para contribuir con la seguridad alimentaria, elevar el nivel de empleo, mejorar el ingreso de la familia campesina, detener el éxodo rural, a través del impulso de la pequeña y mediana producción campesina, promoción del conuco, los fundos zamoranos universitarios, los huertos familiares y escolares. En este caso concreto, implica el aprovechamiento de las tierras ociosas, agua, mano de obra desocupada, igualmente, la reivindicación de los saberes populares en la tradición conuquera (pp. 8-9)

Libia e Irak : Crónica de la misma partitura Hernán Jesús Soto

L

as armas de destrucción masiva no aparecieron por ninguna parte. Luego, la farsa mostró su verdadera rostro: el exterminio de la cultura mesopotámica, más de medio millón de vidas perdidas víctimas del uranio empobrecido. El fósforo blanco como arma letal utilizado contra el pueblo iraquí, demostró quiénes, a nombre de la libertad, hacen del terrorismo una práctica cotidiana. Diría Pablito Milanes en sol sostenido: “la vida no vale nada”. El verdadero interés se encuentra bajo el subsuelo de las tierras de ALADINO, el petróleo dulce que abunda en cantidades inmensas. La voracidad imperial se quitó la careta. Los verdaderos criminales de guerra, a escala masiva, tienen su recinto oloroso a estiércol envenenado, en la Casa Blanca. No había caído la primera bomba cuando algún gendarme del aparato industrial-militar se frotaba las manos contabilizando el puñado de dólares. Hipocresía a raudales. Fariseos de nuevo cuño. Payasos que ensayan la muerte antes de la Muerte. Así están las cosas en este mundo. Lobos disfrazados de corderos. Caperucita transmutada en Lobo Feroz: “Para comerte mejor”. Sí, se quieren comer todo el petróleo del planeta de un solo mordisco. Irak y Libia son víctimas de la misma tragedia terrorista. Se quieren aprovechar de una confrontación de tribus que tiene siglos para justificar una invasión cuyo único propósito es la posesión de los mayores yacimientos que hay en suelo africano. Lo demás es cuento de camino. El presunto “dictador”, “los derechos humanos” de los libios son pretextos perfectos para ir por la energía fósil que se encuentra en esas tierras. Ayer fue Irak, hoy es Libia, mañana “la joya de la corona”: Venezuela. Cualquier pretexto inventarán. La voracidad que quiere acabar con el planeta no tiene límites. Como aquella novela brasileña: “Vale Todo”. Repetir mil veces una mentira para transformarla en “verdad” es la consigna. Esa es la conducta enferma de los amos del planeta.

2 “Idiotas en cualquiera de las acepciones de la palabra: en la griega, la que se aplica al ciudadano vuelto hacia sí mismo, que ignora a los demás, lo público; o en las más recientes, la originariamente francesa, como ignaro, como desinformado, o, la más común, como trastornado, como incoherente” (Ovejero, 2008)

29


A ROSA LUXEMBURGO Y KARL LIEBKNECHT

Soberanía alimentaria: hacer germinados en casa

!TROTZ ALLEDEN¡

Alejo R. Siso Escuela Social Rodrigueana

¿Qué son los germinados? Los germinados son los brotes de las semillas luego de un proceso físico-químico que la va transformando en una planta, durante este despertar de la semilla, ésta desarrolla todo su potencial nutritivo, siendo realmente saludable y beneficioso para nuestro cuerpo y para las funciones del organismo.

Janette Rodríguez Herrera

¿Por qué hacer germinados? Bien es sabido que nuestras vidas están impregnadas de mitos alimentarios que nos perjudican, comidas chatarras, alto consumo de carnes, hábitos alimenticios totalmente apartados de un conocimiento verdadero de las propiedades nutricionales y las funciones curativas, digestivas o regenerativas de las frutas y las semillas, vivimos una desastrosa alimentación signada por excesos de grasas, descontrol total y abusos con nosotros mismos y el ambiente, nos maltratamos diariamente, sometemos a nuestro organismo a las más duras pruebas, y lo peor de todo es que nuestro cuerpo se convierte gracias al capitalismo, en un depósito de basuras, productos y bagazos, en toda clase de justificativos para el negocio de cuanto comerciante de la salud, de los alimentos y de las comidas surgen en esa lógica descabellada de mercadear con nuestras necesidades primarias. Por la mala alimentación surgen las dolencias, nos enfermamos, somos el objeto de hospitales y clínicas, somos objetos de quienes comercian con esos triglicéridos, esos problemas de urea, de diabetes, esos problemas de las arterias, de los tejidos, y hasta del cáncer cuando ese descontrol que llevamos deriva en la degeneración de tejidos y de células.

30

Pedro Patiño Red Bolivariana

Conclusiones generales

Como hemos visto, con metodologías sencillas, con pocos recursos, y aún estando limitados de espacio en los predios urbanos, es posible generar alimentos, es posible autoabastecernos de alguna forma. Este ejemplo nos muestra que también existe la posibilidad de alcanzar soberanía alimentaria, de irnos paulatinamente acostumbrando al sabor de alimentos que han sido desplazados por la industria y el comercio por intereses ajenos, que en nada les importa nuestra salud y nuestro bienestar, solamente le importan los negocios. Esta alternativa nos permite liberarnos un poco más de los intermediarios de la alimentación, nos permite liberarnos de los supermercados, y sobre todo nos permite cuidarnos y querernos más. A través de una alimentación de este tipo, pudiésemos tratar miles de problemas sociales relacionadas con los hábitos alimenticios enajenados, ello nos muestra satisfactoriamente que como pueblo pudiéramos tratar nuestros problemas de obesidad o cualquier síntoma degenerativo, si conociéramos las bondades y las virtudes que nos ofrecen los alimentos naturales. Esta experiencia de alimentarnos bien, de alimentarnos desde el concepto de lo natural, lo que verdaderamente aporta nutrientes y nos cura, rompe ineludiblemente con los comerciantes de la salud, con las farmacias y las clínicas, que necesitan enfermos para lucrarse. Es gracias a la suprema ignorancia y a un ritmo de vida agitado, que ni siquiera permite pensar y reflexionar, sumado a una campaña consumista, lo que nos confunde y nos esconde lo esencial.

Aun resuena en el mundo el

Germinados listos y envasados para comer Otro de los motivos que impulsan la necesidad de cultivar germinados, es la circunstancia de que en este mundo, como consecuencia de un libre mercado corporativo y transnacional, se monopolizan y se privatiza la tierra y la producción de alimentos, se destinan grandes cantidades de hectáreas para producir biocombustibles con maíz por ejemplo, que luego serán destinados a los carros, grandes extensiones de terreno para la ganadería extensiva. Otro de los factores que influye en los precios cada vez más altos de los alimentos, lo genera también los hábitos de consumo, la especulación de los comerciantes, el juego del acaparamiento de los privados para crear malestar en la población. Frente a esta compleja realidad, lo más inteligente sería que cada quien desde sus posibilidades cotidianas, desde un patio de la casa o un reducido espacio de apartamento, se dedique a cultivar germinados, a sembrar alimentos, de tal forma que a la hora de una dificultad mayor, en el momento en que se desate un sabotaje económico o una carencia de alimentos premeditada por el hampa empresarial, la gente sencilla como uno, pueda recurrir al autoabastecimiento, y que las comunidades como núcleo organizado en torno a manera alternativas de garantizar por sí mismas la alimentación, puedan entonces estar preparadas ante cualquier eventualidad. La crisis del capitalismo y sus estructuras nos obliga desde abajo, a crear posibilidades que no se piensan desde arriba, ya sea porque tienen otros conceptos, que si la macroeconomía, todavía se delega, se confía y se cree en los supermercados y centros comerciales, pero nadie se pregunta, qué haría la gente si éstos de-

jaran de satisfacer los deseos consumistas, y el conductismo acomodaticio a la cual han llevado a las multitudes, cómo quedaría la gente a la hora de que éstos colapsen o estén desabastecidos por la histeria individual y el pánico que se generaría a partir de las carencias masivas de los alimentos en los anaqueles, más aún como sociedad todavía no estamos preparados para afrontar un sitio o cerco militar en caso de una invasión imperialista, las ciudades no producen nada, a no ser que amplifiquen la delincuencia, los problemas, los vicios y los artificios, todo lo demás viene directamente del campo, y suple a la ciudad, que tan solo es supremamente comercial y parasitaria, siendo los ámbitos más representativos los sectores de servicios, de oficina y de burocracia, o la centralización del poder propiamente dicho. Para nada es un secreto que sin la producción agrícola las ciudades colapsarían, no pudieran sostenerse, se desataría el hambre, y la actitud más básica y primitiva saldría a flote, que sería nada más y nada menos que la ley de la sobrevivencia y el sálvese quien pueda, ahora bien, como gentes pensante podemos adelantarnos a un escenario parecido, ¿Cómo? Bueno, una de las formas es aprovechar cada espacio disponible, cada patio, cada terreno baldío o público para sembrar, para producir alimentos. Desde el ámbito cotidiano como gente y pueblo a pié quizá en lo inmediato no tengamos la capacidad para enfrentar a los terratenientes o a los hacendados, esa tarea, por sus magnitudes le corresponde al Estado, pero entre nuestras posibilidades reales y cotidianas sí tenemos la oportunidad de aprovechar los espacios y los terrenos más cercanos y disponibles, para el beneficio de todos, más aún, en los espacios de nuestras casas pudiéramos producir bastante con adecuadas metodologías, en un cuarto o espacio pequeño se pudieran generar bastantes germinados, en algunos lugares quizá se pudieran levantar cosechas, y en otros

preparar estanques para la acuaponia y la acuicultura, lo que nos prepararía de antemano ante a una futura crisis mucho más difícil e incierta, ya que el poder global está en manos de una mafia de locos de la cual nadie está a salvo.

agua, hay que dejarlas remojar, colocando por cada medida de semillas, aproximadamente el doble o el triple de agua en volumen. Pondremos un ejemplo con las semillas de lentejas que comúnmente conocemos:

Germinados de linaza: Uno de los germinados más difíciles para mi fueron los brotes de linaza, son un poco incomodas a la hora de germinar sin embargo notemos los beneficios que nos trae al alimentarnos de ella: Contienen vitamina F que son fundamentales para el metabolismo, lo cual, por consiguiente, es excelente para el buen funcionamiento del páncreas, se recomienda su germinación en bandejas de tierra, ya que el remojo hace que la semilla suelte una especie de gel, que impide su germinación. Es anticoagulante, es un estimulador sexual, es antioxidante, actúa beneficiosamente sobre los tejidos.

Primero dejar las semillas sumergidas en agua y preparar la cama para luego esparcir las semillas

Germinado de mostaza: Se deja previamente en remojo durante 4 o 6 horas, este brote de semillas se considera más bien como un condimento, agregando en poca cantidad a la comida que vallamos a compañar, se recomienda para los problemas del estómago, gastritis, enteritis… Entre sus propiedades nutritivas encontramos la vitamina C, teniendo un sabor leve a picante. Se aconseja en trastornos del sistema digestivo, normaliza los estados inflamatorios. ¿Cómo hacer germinados? Existen variados métodos para hacer germinados, dependiendo también de las disponibilidades, yo elegí por ejemplo, optar por hacerlos en bandejas de plásticos y colocarles una cama de servilletas, pero, previamente antes de hacer cualquier cosa, se dejan remojar las semillas por 6 u 8 horas (dependiendo de la semilla, existen algunas que no necesitan pasar por el remojo), o hasta que uno vea que se abombaron y absorbieron el

Una vez que se cumplen estos procedimientos, nos dedicamos a colocar las cajas con la cama preparada de las semillas, y ubicarlas en un lugar oscuro y fresco dentro de la casa, abrimos orificios en la caja para que las semillas respiren. A los dos días notamos cómo comienzan a germinar las semillas una vez que las regamos lo suficiente como para que la cama quede húmeda, (sin exceso de agua) de tal manera que ya van apareciendo los brotes. Entre las características terapéuticas del germinado de lentejas tenemos: es recomendable cuando hacemos un prolongado esfuerzo intelectual, así como también es adecuada en aquellas personas nerviosas, las lentejas poseen al momento de germina una riqueza de proteínas, hierro y vitamina C. Otras de las semillas con las cuales experimenté esta experiencia de cultivar germinados, han sido primeramente: mostaza, frijolitos chinos y linaza, también probé con la semilla de centeno, pero con este método dicha semilla no brotó. Como al cuarto o al quinto día ya se puede notar plenamente el brote de los germinados de lentejas listos para acompañar una arepa, una sopa o una tortilla. Fuente Consultada: Para hacer este breve ensayo, sobre cómo desde la cotidianidad cualquiera puede buscar alternativas y formas más saludables de alimentarse, y más aún, cómo empezar a hacerlo en casa, consulté el libro “Germinados” Luisa Martin, 2da. Edición, 2005.

grito de !Trotza lleden¡, es decir; avanzar, siempre avanzar. Aun cuando las dificultades y peligros sobrepasen lo imaginable, y esa era la resolución firme y combativa de la Rosa Roja insepulta y su compañero Karl Liebknecht. Rosa de Luxemburgo, camarada heroica de la Europa contestataria, pequeña, frágil físicamente, con problemas para caminar debido a un impedimento físico en su cadera, aun así, Rosa no se dejó amilanar, y logró colocar su nombre en los más alto del podio de un revolucionario verdadero. Aun se escucha su voz cuando dijo a Lenin, “ Camarada respeto su decisión ( Lenin y Trotski habían resuelto dispararle a un grupo de exaltados), pero recuerde siempre la libertad será para quien discrepe de mí”. Así era Rosa Luxemburgo. Vaya este 15 de enero de 2011, un homenaje pequeño pero sincero a Rosa y su compañero Liebknecht que murió junto con ella en esa noche fatídica. Un grupo de científicos andaba en la búsqueda del cuerpo de Rosa, ella fue arrojada a un rio helado, nunca su cuerpo fue encontrado, pero su legado esta allí, corresponde a las nuevas generaciones de hombres y mujeres interpretar su pensamiento, adaptarlo al cambio de época al cual pertenecemos.. Gloria a la Rosa Roja, Gloria a Karl Liebknecht... TROTZ ALLEDEN....

31


Reflexiones de la contradicción

laberinto humano Sandra Cardozo-Cuñarro

32

ta. Desde el punto de vista histórico, parece probable que el nacimiento de la ciudadestado y la esfera pública ocurriera a expensas de la esfera privada de la familia. La araña del azar danza sin detenerse, el azar como juego de espejos, mueve sus patas, abre/cierra espacios, volúmenes, seres…. Ya el centro de Maracaibo ha sido históricamente cada vez menos “centro”,.. Las actividades mismas que desprenden muchas veces de él se han enredado en las redimensiones contingentes de sus esencialidades como comunidad de comunidades. Como toda ciudad, Maracaibo es una hermosa y terrible metáfora tiempo/espacial, muy viva que dialoga consigo misma, en especial desde que su mirada, sus ojos, el Lago de Maracaibo le fue censurada, cerrada, rota…. Interactúan las voces, que vienen siendo cosmos u órdenes en otredad de direcciones, y al dialogar entre ellos, crean este caos cotidiano en el que el sol ensueña evanescencias, pues a discreción muerte y vida campean sin cuartel. De modo que la paradoja que es la ciudad “moderna”, “rescata” la posibilidad del individuo, por una parte, si se puede decir así…mientras su tradicional competitividad que en medio de todo busca ser unívoca o tender a ello, sumerge al individuo tanto en sí mismo como en comunidad en otredades siempre inesperadas. Una otredad cambiante, proporcional, contradictoria en sus dimensiones. La victoria de la igualdad en la modernidad es sólo el reconocimiento legal y político del hecho de que esa sociedad ha conquistado la esfera pública. “Esta igualdad moderna, basada en el conformismo inherente a la sociedad y únicamente posible porque la conducta ha reemplazado a la acción como la

principal forma de relación humana, es en todo aspecto diferente a la igualdad de la antigüedad y en especial, a la de las ciudades estado griegas. Pertenecer a los pocos “iguales” significaba la autorización de vivir entre pares, pero la esfera pública, la polis, estaba calada de un espíritu agonal, donde todo individuo tenía que distinguirse constantemente de los demás, demostrar con acciones únicas o logros que era el mejor. Dicho con otras palabras, la esfera estaba reservada a la individualidad, se trataba del único lugar donde los hombres podían mostrar real e invariablemente quiénes eran. En consideración a esta oportunidad, y al margen del afecto a un cuerpo político que se la posibilitaba, cada individuo deseaba más o menos compartir la carga de la jurisdicción, defensa y administración de los asuntos públicos.” (Arendt, 52) Mientras el afán de nuestras memorias colectivas mediante nuestra ética relación con el cosmos, lucha por realizarnos en los espacios míticos de nuestra terredad y relaciones con la naturaleza, esto desde nuestra primordial naturaleza, la humana….por otra parte este “monstruo” diría Rubén Darío dialogando con Withman, esta araña del caos cuya semilla es el capitalismo, nos clasifica y nos desaparece. La metáfora de otredad citadina, extrema oposiciones el reino de la luz y la sombra en el espacio público, pues así es el de todos y/o el de nadie, quien menos tiene acostumbra entonces “ser” menos luz, menos sombra. Volvemos al vacío. Continuando con esta paradoja, no hablo, no me refiero a quien tiene menos dinero. Particularmente este asunto trasciende tal mito un tanto simplista. Entre “los que no tienen”, hay quienes tienen más dádivas sociales cuyos códigos les abren caminos en dimensiones hacia las que

el poder de su humanidad decrece, pues se hace un poder unipolar, depredador. Así que en la ciudad, como espacio del cambio, de lo nuevo, las riquezas, no siempre materiales, son de una relatividad que pende del azar…y de la suerte. De manera que la continua redimensión de lo nuevo que manejamos y nos maneja, puede tener, tanto el poder de hacernos germinar como individuos, como diametralmente tiene el de “desaparecernos”. Maracaibo: es todo y es vacío. El azar y el mito confluyen, para partir simultáneamente a la velocidad de la “urbe”, donde el movimiento es un temible lenguaje, en el que pragmáticamente nos vamos haciendo ecos de negación…de nacimiento…de muerte…de fantasma… En la polis de hoy, en la ciudad, los extremos ya no son asideros, son ligeras estaciones o puntos de partida para recomenzar. Para iniciar un diálogo o varios, tal vez para iniciar la muerte, el gran viaje, el gran cambio, un ritual que nos vuelva a la tierra aún enlazados en un reino sin reina y sin rey, de las contradicciones, aún atrapados en grandes paradojas y enriqueciendo otras… La ciudad nos invita a abrir nuestro juego, a guardarnos “los sueños en la manga”, a tenerlos allí para lanzarlos, en cada vez más quijotescos amaneceres, cuando nuestra paradoja es un trabajo contingente de conciencia. Allí en alguna de las sendas hacia nuestra terredad más humana, nos en “causamos” juntos, para que la conciencia de este todo, que es nada, sea un trabajo de hormiga en las metáforas vivas, las metáforas del espacio social. Se trata del espacio más auténtico, en el que cada uno tiene la posibilidad de crear creándose, en y con el otro. Entonces asumimos el espejo, y mi espejo eres tú, y la otra y el otro…el espejo un nosotros indi-

Bibliografía Arendt, Hanna (1996) “La condición humana”, Paidos, Buenos Aires.

H ace poco conversábamos, justamente, acerca de la nocturnidad caraqueña y de cómo la “bohemia”, la vida nocturna que conocimos en los 80, desapareció de lo que fue nuestro coto. Se pusieron en el tapete nociones como la de “desplazamiento”, “evolución”, “pauperización”. El Tigre sugirió que el Ateneo se había desplazado para el Trasnocho y hubo un consenso más o menos general en el asesinato del Boulevar; pero, a mí, me parece más importante que el “dónde”, el “quiénes” de esa mistificada, anhelada y nunca bien ponderada Caracas. En algún momento, se volvió corriente ir al Boulevar “a ver a quién se ve” y, efectivamente el recorrido de seis cuadras que separaba al Cine Broadway del Radio City (Puro Manhattan) podía tardar de tres a cuatro horas (Si obviábamos los desvíos hacia la Solano o la Casanova hacia sitios más cerrados físicamente, pero igualmente abiertos a la charla fácil, que no necesariamente superficial), hasta que posábamos nuestras palmeados homóplatos contra espaldar de la última silla de la jornada o, nuestras posaderas en el taburete correspondiente, para seguir deshilvanando esperanzas, proyectos, anécdotas y un larguísimo etc.; cuyos pormenores ya habían rozado a un buen número de panas, en un reguero de amenidades que venezolanizaron ese enclave europeísta que fundaron españoles y argentinos en el entonces, futuro corazón de la ciudad. Todavía no se había acuñado el término GCU (“Gente Como Uno”), cuando íbamos religiosamente a desayunar la crema de apio con gallina que todavía ilumina las mañanas de domingo del “Jaime Vivas”, con la seguridad de compartir el espacio con caras familiares, a lo menos. Una atmósfera maravillosa y libertaria nos estimulaba el alma cuando reconocíamos en los acentos y decires, en la mesa de al lado, a Etarras o a “Compas”; que andaban por nuestro país como andaban Miranda y Bolívar por las Europas aquellas, buscando adhesiones para nuestra causa. Pero creo firmemente que los espacios más agradables y más productivos, son aquellos en los que se junta gente de TODOS los tipos. Eso era lo especial de esas taguaras que nos improntaron tanto. Nunca hubo un portero decidiendo quién “es” y quién “no”. No recuerdo que nadie mirara feo a nadie por vestir de tal o cual forma o por pronunciarse a favor de tal o cual idea. En aquellos espacios no recuerdo haber visto esos carteles cohartantes que rezaban: “Prohibido hablar de política y de religión”. Cuando compartimos los espacios con las personas que decimos no entender: Ahí es cuando crecemos, tratando de reexpresar nuestras ideas ante los que no usan los mismos códigos. Ahí mejoramos, redactando nuestros pensamientos ante los que no sobreentienden nuestras verdades inmanentes. Ahí escuchamos y reconocemos nuestros prejuicios, cuando tratamos de defenderlos. Reconocernos en las esquinas compartidas sin presencia, en

Janette Rodríguez Herrera

eflexionar en torno a “la ciudad”, es un salto al vacío. El laberinto en el que cabe el vacío, más aún, el laberinto en el que cabe el “no lugar”. Como muchas ciudades Maracaibo es espacio de espacios, donde infinidad de otredades circulan, emergen, pragmáticamente en la creatividad de cada realidad con su respiración abren al sol allí en el encandilarse en sus volúmenes. Por decirlo así, es en la “polis” en la que nace la noción de individuo. Al decir de Hanna Arendt: “No es mera opinión o teoría de Aristóteles, sino simple hecho histórico que la fundación de la “polis” fue precedida por la destrucción de todas las unidades organizadas que se basaban en el parentesco, tales como la phratria y la phylé. De todas las actividades necesarias y presentes en las comunidades humanas, sólo dos se consideraron políticas y aptas para constituir lo que Aristóteles llamó bios políticos, es decir, la acción (praxis) y el discurso (lexis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos …” (Arendt, 39) Se trata de una metáfora creada a través de espacios que va cambiando, hasta que “lo nuevo” (Heidegger) “renace”. Nace el “modo” que a la vez provoca un quiebre para hacer posible cada renacer. Quiebre que profundiza la complejidad de lo humano, cuando este proceso acepta o crea, la existencia de la contradicción y de “la duda”, entonces el espejo y cristal entre dioses y hombres es cada vez menos dual, menos nítido, sus relatividades adquieren velocidades insospechadas. La presencia del otro es la constante de la ciudad: “… El hombre que trabajara, fabricara y construyera un mundo habitado únicamente por él seguiría siendo un fabricador, aunque no homo faber, habría perdido su específica cualidad humana y más bien sería un dios, ciertamente no el Creador, pero sí un demiurgo divino tal como Platón lo describe en uno de sus mitos. Sólo la acción es prerrogativa exclusiva del hombre: ni una bestia ni un dios son capaces de ella, y sólo ésta depende por entero de la constante presencia de los demás.” (Arendt. 38) Es la Modernidad el “otro” nacimiento de “lo nuevo” que nos germina y “refleja”, es caos en el que todos caben…caben atravesados por varias paradojas. Caos en el que la igualdad es el espejo roto, es un cristal que se diversifica, históricamente, en paralelo con la linealidad del progreso iluminis-

Francisco Issa

R

vidual y nuestro, único. “Así, la propiedad moderna perdió su carácter mundano y se localizó en la propia persona, es decir, en lo que un individuo sólo puede perder con su vida. Históricamente, el supuesto de Locke de que la labor del cuerpo de uno es el origen de la propiedad, resulta más que dudoso, pero si tenemos en cuenta el hecho de que ya vivimos bajo condiciones en las que nuestra propiedad más segura es nuestra habilidad y fuerza de trabajo, es más que probable que esto llegará a ser verdad. Porque, la riqueza, tras convertirse en interés público, ha crecido en tales proporciones que es casi ingobernable por la propiedad privada. Es como si la esfera pública se hubiera vengado de quienes intentaron usarla para sus intereses privados. Sin embargo, la mayor amenaza no es la abolición de la propiedad de la riqueza, sino la abolición de la propiedad privada en el sentido de tangible y mundano lugar de uno mismo” (Arendt, 75) La conciencia marxista de lo social se hace nuestra belleza, nuestra ética, nuestro ser, aún en este reino abismal de las contradicciones, el pragma del summun bonum puede ser verosímil. Pues, recordemos, se trata de que lo social sea espacialidad esencial de nuestros movimientos cotidianos, en la que el ejercicio de vernos en el otro es nuestra lucha milimétrica contra cualquier molino, contra nosotros mismos si es preciso. Pero creativamente y en las instancias de nuestras reflexiones, trascendiendo actitudes dogmáticas. Los personajes de la historia nos muestran cómo este espejo no lo han tejido sólo los héroes, sino que, por el contrario lo han creado los hombres y las mujeres de todos los días, cuyas asombrosas pistas nos han confrontado con la re-escritura del misterio, cuestionando la verdad “comprobable” y la mirada teleológica de la vida, despojadora de los más inverosímiles secretos. Mucho más ética me resulta este tipo de postura, de mirada crítica-creadora, que nos abre una lectura diferente de los “hechos” en la cual se reivindica lo cotidiano, pues la gran zancadilla a la metafísica unívoca y su trascendencia, es que buena parte del devenir citadino de Venezuela ha sido maravillosamente diversificado por alucinaciones, espejismos y mitos en reflexividad.

los cielos sonrientes y las esquinas oscuras. Compartir las tragedias y los triunfos que nos obviaron. Ahí podemos escuchar la música que le gusta a otra gente y saber por qué les gusta. Podemos entender la frase de Facundo: “”Nosotros” somos “Ellos” y ... lo de afuera continua lo de adentro”. Ahí podemos entender que somos únicos, especiales e indispensables; exactamente igual que todos los demás. Es ahí que, definitivamente, le salen a la vida plumas de pavoreal. No hablo de conceder sin más y, mucho menos, de rendirnos sin luchar. Creo que la expectativa de Gastón, cuando me instó a que escribiera sobre nuestra injustamene malquerida ciudad, era que hiciera un recuento de la Caracas nocturna y musical. Prefiero hablar de la Caracas que quiero encontrar la próxima vez que quiera sentir que no estoy sólo en una trampa de cemento y salga a compartir con mis conciudadanos, con mis compañeros de viaje.

33


E

mamá me lo daba desde que estaba chiquita y no me he muerto. Tas loca, debes tener ese hígado jodío Lo mejor en farmacias, pide tu descuento especial, que allí te lo van a dar sin problemas… ¿Al subir o al bajar? Pagar al subir Tome pues ¿No tienes más sencillo? ¿Cuánto es pues? Dame quiniento. ¿No eran trescientos? Eran treciento, dame quiniento. A mí lo que me da rabia es eso de no saber lo que sientes. Si tú me pagas con eso, yo ya no te doy más desto amor… ¡Mira cómo le quitaron la cadena a esa! Ay, chico, pobrecita Bueno, pero a quién se le ocurre ponerse algo de oro pa vení pacá, esa vaina es pantallería O sea, que uno se tiene que venir desnudo pal Centro… No, pero tú sabes cómo es todo, eso es masoquismo, en el fondo lo que quieres es que te arrastren… Y es que rosario viene de rosas, es una cadena de rosas que ofrecemos a María... Dios bendiga esta unidad. La cIa ique está aquí. La

cIa siempre ha estado aquí. Sí, pero ahora hay más presencia, y ta poniendo bombas. La CIA está en todas partes, es como Dios, está mosca, el chofer mismo puede ser uno de ellos, es como la serie aquella de los invasores, andan camuflados, parecen gente normal… Silencio-Santa Mónica. Córrase hacia atrás. No se admiten vendedores ni personas pidiendo colaboración. So yu zink yur gona hit mi, bat no am gona hit yu bad… Asiento preferencial. Ceda este puesto a ancianos, mujeres embarazadas, minusválidos… ¡Qué ladilla, pana! No entiendo, replay, replay… Son uno delicioso bombone sultío, uno pol 200 y tre pol la cómoda suma de 500… Vine a cobrá y nada, un cartel que dice que no han llegado los reales. Bueno, así están las cosas, ni a los viejitos los respetan. Y tengo que seguir viniendo. Las tres lochas que me quedan las tengo que guardá pal pasaje y pa la

lotería porque con eso me defiendo, ayer por ejemplo pegué el 69. Hoy me jugué el 00. Macanoaquí, vale… Todol mundo ta pelando bola… Ayúdenos a mantener limpia esta unidad. ¡Parada, men! Yo todavía no entiendo qué coño tiene que ver Cristo con unos bombones surtidos ¡Déeeeejalooooo! El lunes van al paro las camioneticas. Usted me perdona compadre, pero eso es saboteo. Saboteo no, es que la vida ta muy cara y los tipos tienen que comé y comprá repuestos… Sí, pero me va a decí que no pueden llegacuerdos… Chagracia, peldonen la moletia, que pasen guenatalde y que dio lo bendiga a todo. ¡Gracia varón!

Oscar Sotillo Meneses

l Paraíso-Silencio-Panteón. Pague su pasaje al subir. Quítese de la puerta. Se acaba de bajá uno, chamo. Déjame vendé chófel, no hemo hecho nada en toel día. Bueno, sin grosería y den paso. Yo no soy grosero, men. ¿De dónde saca tú eso? Ta bien pue, dale, dale, dale… Dale palante. Na talde dama y callero. No venimo a fatidialo ni a quitales mucho tiempo. Agarren la mercancía que no se cobra pol tocá. Buenas tardes, señor. ¡Patrá, patrá, patrá! Usted va por debajo o por arriba. ¡Sigo derecho, señora! ¡No, no me sirve! déjame por aquí, mijito. Hay que buscar su Noqueador y ponerse a ganar de verdad verdad. En la quinta recomendamos el ejemplar Sweet Lady, número 10, Sweet Lady... Esa suegra tuya será muy abogada, pero es bien chimba. Lo que pasa es que apenas tiene 3 años de graduada… No, pero es que cuando yo la conocí tenía una pinta que, perdóname. Y cuando habló… Señor ¿pasa por la Cortesuprema? Señor ¿pasa por la Cortesuprema? Señor ¿pasa p? ¡Seeeeeeee! Sin compromiso... princesa... sin compromiso... sin compromiso… mi corazón… No saques la cabeza Yo no la estoy sacando Mete la mano también La tengo metida, mami Te estoy viendo, Rubén Santiago, voy a cerrar la ventana… Chuuupi, chupichupichuuuupiiii, palacalor… ¿Cómo que lo tibie? ¿No se daña? No, cuando se derrita te lo tomas Estás loca, chica, yo creí que me hablabas del jarabe pero eso es un ungüento, y dice bien clarito que no se debe ingerir, «USO EXTERNO». Aaay, a mí mi

34

35


36


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.