Barras porteñas

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barras de buenos aires

ENFRENTE: Una muchacha muy concentrada en el trago que le preparó el bartender de Green Bamboo. DE IZQUIERDA A DERECHA: Carteles de neón en la entrada de Mundo Bizarro y uno de los martinis en su carta; Al VIP de 878 sólo se entra con una tarjeta magnética.

en busca del trago perfecto

tour de bares

Nuestra cronista no se privó de nada: probó las últimas creaciones de los barman porteños. Aquí revela cuáles son las mejores barras de la ciudad y los tragos que hay probar (o que mejor sería esquivar). texto: constanza coll | fotos: enrico fantoni

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“badhir usa una pajita como pipeta para probar unas gotas del fondo del vaso”. IZQUIERDA: 196 bombitas se prenden y apagan al ritmo de la música en el techo de Isabel.

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os onzas de vodka, media de licor de cassis y una de maracuyá con jengibre. El bartender se mueve rápido, como un mago que no quiere compartir sus secretos: un poco de esto, un poco de aquello, una batida enérgica para estallar los hielos y sirve un Old fashion (trago corto de whisky, en palabras menos cancheras). Completa con un splash de soda y un bouquet de frutos rojos. Es Cruz 3.0, el trago estrella de Isabel (Uriarte 1664, tel.: 4834-6969), primera parada de este tour en busca del mejor cóctel porteño. Misión sacrificada si las hay: sólo en la carta de este bar hay 60 recetas para probar. “La idea es orientar al cliente en su elección, que nos cuente las bebidas que le gustan, si en ese momento prefiere tomar algo fresco, dulce, seco, etcétera, y prepararle alguna de nuestras recetas en función de eso”, detalla el encargado de la barra. Con una casaca blanca, cinturón de tachas y una cresta que lo hace por lo menos 15 centímetro más alto, Santiago Giovanelli es un representante fiel de la estética del lugar: sillones estilo art-decó hechos con raíz de piopo y tapizados en terciopelo azul, mesitas redondas de caoba y ébano con tachas cromadas, una barra de espejo y bronce de siete metros de largo y un techo que, a la tercera copa, se vuelve un foco de atención ineludible: 196 bombitas con una especie de pantalla dorada se prenden y apagan al ritmo de la música. Sí, tercera copa, no me dejaron ir sin probar el Reina Isabel y el John Collins

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de la casa. En total, gasté 6 isabelinas, unas fichas como de póker que se compran en la entrada y hacen de moneda local (1 isabelina = $ 20), para que adentro uno no tenga que andar manejando plata y haciendo cuentas. Al fondo, el típico patio de casa chorizo es el smoking point del bar. Ahora hay tres chicas altas, platinadas, charlando en ruso o aledaños mientras terminan su copa de champagne. Apagan los cigarrillos en la chimenea y flotan hacia adentro. “Es uno de los toques deluxe de Isabel, el fuego siempre está prendido, hasta en verano”, quiere impresionarme uno de los mozos. Pero lo que de verdad me sorprendió y resultó el gran desafío de la noche fue, sin exagerar, hacer pis. ¿A quién se le ocurre hacer baños totalmente espejados en un lugar al que se va a consumir alcohol? Desde encontrar la puerta, que es un espejo entre otros paneles de espejo, hasta identificar el carteli-ti-ti-to de dama­o caballero y el inodoro que no es un reflejo de inodoro, ir al baño es una experiencia casi lisérgica. Si este mareo inicial era un cartel de “PARE” en rojo, no fue lo suficientemente grande. Justo al lado de Isabel, las puertas gigantes y doradas de Casa Cruz (tel.: 4833-1112, casacruz-restaurant.com) prometen inyectarle una dosis suculenta de glamour a la noche. Pienso en si estoy lo suficientemente bien vestida y, al entrar, me doy cuenta de que no. Mucho tapado de piel, corbata de seda, brillantes y tacos altos: la crema de Buenos Aires salió a tomar unas copas. “Jet set, buena música, tragos exclusivos de finales del siglo XIX y

principios del XX”, resume el periodista Rodolfo Reich, autor del libro “Coctelería argentina” y uno de los tres expertos en el tema que consulté para que me orientaran en esta búsqueda del mejor trago. La barra circular es el centro de la escena en Casa Cruz, toda de caoba y con las bebidas bien iluminadas sobre un estante flotante de vidrio. Sebastián Tiseira me da vuelta la tortilla y de repente soy yo la que está siendo entrevistada. Que si me gustan los cítricos o las frutas más dulces, que si tomo tragos fuertes o soy feliz con un daikiri. Eligió para mí un Allegra, hecho con Grey Goose l’orange, cointreau, jugo de lima y un pincho de arándanos que saca de una bolsa con inscripciones en chino. Un dato de color es que los tragos acá se llaman como las personas que los inspiraron, así que, mientras lo tomo, de a sorbitos para que dure, me pongo a pensar en cómo sería esta tal Allegra que ahora me cuesta unos saladitos $ 55. No hay banquetas para sentarse, sino unos sillones Chesterfield bien mullidos; las alfombras son de animal print, la vajilla de porcelana francesa y al final del salón me entretiene ver al sommelier que se trepa a una escalera para buscar una de las 1.700 botellas que guarda la cava vidriada. El trago de postre fue un Dani on the rocks, preparado con Tanqueray, Hesperidina, maracuyá, frambuesa y un twist de limón. Las ocho cuadras hasta Santa Fe pasaron volando, y eso que empecé a caminar para el otro lado. Un Alikal doble acción, doble alivio y a la mañana-mediodía siguiente ya estoy escribiendo. Una maravilla.


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EN EL SENTIDO DE LAS AGUJAS DEL RELOJ: La barra retro de Mundo Bizarro Badhir sirve su afamado Gyn Up en copa de Martini; Isla Fuerte es el preferido de Green Bamboo.

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“Aloe Martini suena a remedio casero pero DE IZQUIERDA A DERECHA: Hasta el outfit de las mozas brilla en Isabel; el exquisito Cruz 3.0; se respira un aire muy cosmopolita en el vietnamita Green Bamboo.

Hasta la madrugada

Por suerte hubo que esperar al sábado para el segundo round, un par de días es más que suficiente para poner el cuentakilómetros en cero. Las cuentas no son lo mío, pero si cada gramo de alcohol tiene 7 kilocalorías vacías (porque no aportan ningún mineral o vitamina) y cada cóctel de los que estamos hablando tiene alrededor de 20 gramos… bueno, son noches complicadas para mi hígado. “Lo primero que hay que pedir en un bar es agua, para ir tomando entre trago y trago, hace toda la diferencia al otro día”, me aconseja Maite Elorga, encargada de 878 (tel.: 4773-1098, 878bar.com.ar). Abierto 364 días al año y con una asistencia siempre perfecta, inaudita para jugar a ser un bar clandestino en épocas de ley seca (no busquen el cartel en la puerta), 878 sacó tres votos de tres entre los especialistas consultados. “El mejor speak easy de la ciudad”, dijo Inés de los Santos, autora del libro “Barras y bares de Buenos Aires”. Rodolfo Reich elogió a sus bartenders: “Son todos muy profesionales, en mi caso, voy por Badhir Maluf”. El elegido está concentradísimo atrás de la barra, con unos tiradores blancos sobre camisa negra, 100

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midiendo y mezclando pócimas con la precisión de un científico. Antes de entregar la copa, usa una pajita como pipeta para probar unas gotas del fondo del vaso: “La lima de hoy no es la de ayer, por eso es importante ir chequeando el balance de la acidez y el cuerpo del cóctel mientras lo vas preparando. Hay muchos sibaritas entre los habitués ‘del Ocho’”. Este nivel de exigencia aplicado al Refresco Nº 1 (con sake, lima, maracuyá y hierba buena, por $ 32) merece las cinco estrellas del recorrido hasta acá. Antes de volver a casa, unos amigos que me acompañan en esta intensa búsqueda del mejor trago insisten en hacer una última parada en Mundo Bizarro (Serrano 1222, tel.: 4773-1967, www.mundobizarrobar. com). Como un búnker de paredes color sangre y sin ventanas, este bar bien podría estar en ciudades como Londres o Nueva York. Con Pablo Piñata comandando la barra, los tragos multicolores combinan perfectamente con las caricaturas eróticas de Bettie Page, las cabezas de ciervos embalsamadas en la pared y los carteles de neón. Adentro es de noche las 24 horas pero afuera, ya empezaron a cantar los pájaros. Taxi urgente a la cama.

En plan romántico

Para los que estén buscando el tragohechizo-de-amor que conquiste finalmente al alma gemela de turno, en Green Bamboo encontré las recetas y el clima más propicio

(Costa Rica 5802, tel.: 4775-7050, greenbamboo.com.ar). El rojo domina la escena, la poca luz disimula cualquier imperfección de la que no estemos orgullosos y las mesas ratonas con silloncitos vintage o almohadones alrededor ayudan a relajar la noche. Si a este combo le sumamos el trago que lleva el nombre de la casa, con gin, Tanqueray, un dash de cointreau, limón, jengibre y menta, la pesca está 100% asegurada. El bar queda en el muy cool Palermo Hollywood y los precios de los drinks, como para no desentonar, rondan los $ 35. Vamos por el segundo de la noche: con Smirnoff triple sec, fruta de la pasión y lima, Isla Fuerte lidera el top-ten de pedidos en este restaurante de inspiración vietnamita. “Es un lugar muy lindo para ir de a dos, los tragos son ricos y tienen cositas para picar”, dijo Inés de los Santos, la única dama con verdadero renombre entre los bartenders argentinos. Otro de nuestros maestros cocteleros, Tato Giovannoni, insistió, y con mucha razón, en los “appetizers picantotes”. Si me preguntan a mí, la mejor opción es pedir distintas entradas en bandeja de bambú y comer con las manos, potencia sabores y uno no se siente tan torpe como con los palitos chinos. Es imperdible hacer un recorrido por los mil objetos que decoran la barra, calaveras, chucherías chinas y otros souvenires que trajeron los tres dueños del restó de distintas visitas a la parte oriental del


Texas

acompaña perfecto al sushi”. planeta. El mejor de todos es un Buda de la riqueza rechoncho y semidesnudo que se mata de risa con los ojos entreabiertos. Borracho total. El moño de la velada fue un Cay Chum: vodka, lima, sake y uvas frescas. Un afrodisíaco infalible.

Solos, ¿por qué no?

Siempre me resultó un poco deprimente la escena del que se sienta a tomar solo en una barra, un ritual digno de un recién divorciado o una mujer abandonada. Demasiadas películas. Igual que la primera vez que entré a una sala de cine sin otra compañía que la de un balde extragrande de pochoclos, me tomé esta experiencia como un desafío personal. Siguiendo los consejos de nuestros tres consultados, salí de la redacción un lunes y me fui caminando hasta el Gran Bar Danzón (Libertad 1161, tel.: 4811-1108, granbardanzon.com.ar). Llegué antes de las 20 y ya había varios personajes que empinaban su segundo trago de la noche, improvisando charlas con totales desconocidos que, en general, eran hombres de unos 40 años. A estas horas tempranas, la gente prefiere sentarse en la barra, de cemento alisado y con miles de puntitos de luz que iluminan los tragos desde abajo. Pido un Singapur Express, el trago que hoy recomienda una de las pizarras, con gin, licor de cerezas pasado por barricas de madera y jugo exprimido de naranja. Si bien en la carta dominan los clásicos, hay algunas creaciones más

osadas, con frutas exóticas y licores extranjeros, que dejó el paso de grandes bartenders por el Danzón. “Sabemos ofrecer cócteles para todos los gustos, por eso hay personas que vienen todas las semanas desde la apertura, hace once años”, dice Ludovico De Biaggi, muy orgulloso de ser el jefe de esta barra. La verdad es que me gustó vivir el anonimato de los que saben tomarse un recreo de la rutina, una o dos horitas antes de la cena, para disfrutar de su soledad junto a una copita de Martini. Así que de acá me fui directo para Tô (Costa Rica 6000, tel.: 4772-8569, torestaurant.com), otro restó que supo conquistar los paladares más exquisitos, muy frecuentado por las estrellas del cine y la tevé local. Tanto en la comida como en los cócteles, Tô propone una mezcla “frapanesa”, combinando el exotismo de los ingredientes japoneses con la finura de las preparaciones francesas. Nacido en Costa de Marfil, con pasaporte canadiense y títulos universitarios de Londres y China, Toufic Reda armó una barra chica pero de botellas importadas y ediciones limitadas que no se consiguen en ningún otro lugar del país. Probé uno de sus favoritos, Aloe Martini, con Belvedere vodka, sake, lima, miel y jugo de Aloe Vera ($ 44). Sí, suena a remedio casero, pero acompaña muy bien los platos con sushi que desfilan por la barra giratoria. Con base japonesa, toques del romanticismo francés y unos firuletes porteños, los nombres de

Receta del Gyn up Uno de los tragos más pedidos en 878, diseñado por su afamado bartender Badhir Maluf (29), es el Gyn Up (FOTO). El truco: no agitar demasiado. Ingredientes: * Piel de media mandarina * Jugo de media lima * ¼ onza de almíbar (partes iguales de azúcar y agua) * 2 onzas de gin * ½ onza de Cynar (bitter de alcaucil) * ½ onza de jugo de manzana Procedimiento:

Machacar en el fondo de una coctelera la piel de media mandarina junto al jugo de lima y un golpe de almíbar. Agregar los demás ingredientes, abundante hielo y agitar. Doble colar (por el filtro de la coctelera y un tamiz fino) y servir en una copa de Martini previamente enfriada.

los tragos cuentan historias, como el Ah moi Jannot, que es un pequeño homenaje de Toufic al hombre que lo cuidaba y le preparaba cócteles frutales cuando era chico: vodka, jugo de zanahoria, maracuyá y unas gotas de salsa agripicante ($ 28). Empecé este recorrido de barras con la sincera intención de encontrar el mejor trago, asesorándome con los que más saben del tema y dispuesta a probar lo que fuera necesario para cerrar la nota con la receta más especial y deliciosa. Misión imposible: después del cóctel número 37, lo único que se es que hay demasiados tragos perfectos. LP Octubre 2010

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