El mar sin tiempo en Belice

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EL MAR SIN TIEMPO DE BELICE ste es un viaje a vela, sí. Apto para navegantes, claro. Pero también para amantes del mar, la naturaleza y las rutinas de a bordo. Porque un barco como Mango, un velero francés de 37,8 pies de eslora, se puede alquilar con o sin tripulación, en distintos lugares del mundo. Belice prometía mucha y muy diversa vida marina, más de 450 cayos e islotes a pocos kilómetros de la costa, vientos frescos alisios, clima y ambiente caribeño, y cierto halo de misterio e incluso excentricidad, porque, en verdad, ¿cuántos argentinos viajan a Belice? Lo que sigue es el diario de a bordo de una semana en Mango.

E

LA ZARPADA. EL VIENTO EN LA CARA Es nuestra primera noche a bordo de Mango. Serán 7 en total. La pasamos en la marina de The Moorings, una compañía de alquiler de barcos con sedes en todos los mares y portal de referencia cada vez que fantaseamos con algún viaje a vela lejos del Río de la Plata. Las autoridades beliceñas se demoraron en la entrega del carnet que va a habilitar a Juan, el capitán, a decidir sobre el barco durante esta semana, así que nos toca salir a primera hora del segundo día. Mientras, aprovechamos para abastecer las alacenas, la heladera y el freezer con todo lo que creemos que vamos a precisar durante nuestra estadía: según Diego, quien nos dio una larga charla sobre el área a navegar y las características particulares de este velero, hay muy poca infraestructura en las islas del sur de Belice. Brindamos por eso. Aprovechamos también para repasar la maniobra, revisar la carta náutica y armar un itinerario tentativo, sin correr demasiado pero intentando no perdernos ningún fondeadero clave. Nos vamos a dormir ansiosos.

52 > CLASE

DIARIO

DE A BORDO DE

MANGO,

UN VELERO FRANCÉS QUE VIAJA ENTRE CAYOS E ISLOTES, RESERVAS DE VIDA MARINA Y BAHÍAS DESIERTAS, EN LA SEGUNDA BARRERA DE CORAL MÁS GRANDE DEL MUNDO.

Txt: Constanza Coll DÍA 2. MUNDOS SUBMARINOS El carnet llegó a las 7 de la mañana. Y Mango desplegó sus velas mayor y genoa exactamente 10 minutos después. En la carta dibujamos una línea recta de 12 millas náuticas hasta nuestro primer destino: Lagoon Caye. Pero, como es costumbre, el viento soplaba exactamente de dónde queremos ir, así que para llegar tuvimos que tirar bordes, 45º hacia un lado y hacia el otro, lo que triplicó la distancia, el tiempo y el esfuerzo requerido. Pero, como de navegar se trata, el viaje se disfruta y la meta se alcanza como quien gana una regata, aunque no se esté corriendo a ningún lado, contra ninguna otra persona. Llegamos a Lagoon Caye con el sol en lo más alto, tiramos el ancla y buceamos para chequear que hubiera agarrado bien en el fondo de arena. Nadamos un buen rato con las máscaras y los esnórqueles. Difícil precisar cuánto. El tiempo en el agua pasa tan distinto a como pasa en tierra... ¿15 minutos? ¿45? ¿Media hora? Fue suficiente para empezar a descubrir los mundos submarinos de Belice: por acá pasa la segunda barrera de coral más grande del mundo, que se extiende 1.000 kilómetros por las costas de México, Belice, Guatemala y Honduras.

DÍA 3. CAFÉ CON HISTORIA Amanecimos en Pelican Cays, un grupo de islotes, la mayoría deshabitados y cubiertos de manglares, a media hora de navegación desde Lagoon: Pelican grande, Pelican pequeño, Pelican mini. Todos son Pelican, salvo por Hideaway Cay, bautizado así por sus dueños cuando lo compraron en 2004. “Vinimos a Belice por primera vez en nuestra luna de miel. Pasaron más de 13 años hasta que conseguimos un préstamo offshore para comprar este pedacito de paraíso en el medio de la nada”, nos contó Kim mientras bebíamos un café con leche en el salón del restaurante. Desde entonces, junto a su marido Dustin y su hija Byama, de 4 años, construyeron su casa, una cabaña que alquilan a turistas y un gran comedor donde reciben a los tripulantes de veleros y catamaranes, a quienes ofrecen la pesca del día: langosta, snapper, gropuer y conk, entre los más frecuentes. “Algunos son barcos de alquiler, pero la mayoría llegan de Gran Bretaña, Francia, España, Canadá, los Estados Unidos. Todos los caminos conducen a Belice o, al menos, pasan por acá”. DIA 4. NADAR CON COCODRILOS Todas los días, a las 9, escuchamos el pronóstico meteorológico en el canal 74 de la radio. Dejamos lo que sea que estemos haciendo y nos disponemos a traducir e interpretar, más allá de toda interferencia, cómo va a estar el clima. En inglés caribeño, el locutor anunció ráfagas de entre 30 y 35 nudos, y tormentas con mucha lluvia para el sur de Belice. En cuanto terminó el parte, desplegamos la carta para buscar un buen refugio donde pasar la noche. “Twin Cays”, habíamos subrayado durante la clase de Diego. “Buen fondeadero para todo tipo de vientos”, habíamos anotado al costado. Twin Cays parece


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