Uruguay unplugged

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El viaje perfecto uruguay

Un recorrido por la costa uruguaya hasta Brasil. Fortalezas centenarias y restaurantes en casas de familia, el gran bosque de los ombĂşes y el espĂ­ritu rochense en cada retrato. texto Constanza coll | fotos gustavo bosco

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El viaje perfecto uruguay

Las casas de colores se asoman al mar entre las piedras de Punta del Diablo.

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El viaje perfecto uruguay

El mapa de tu viaje

Rocha de punta a punta. Del restaurante de Mallmann en Garzón hasta el gran free shop que es la ciudad del Chuy, pasando por bañados, lagunas, estancias, playas de pescadores y mucho personaje local. MONTE DE OMBúES Bosque milenario 3

PUNTA DEL DIABLO. Buenas playas y safari 4

CHUY Viaje en el tiempo 5

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Río Branco

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CERRO LARGO Tupambaé Caminamos del Faro a Playa Grande, visitamos la fortaleza de Santa Teresa y la Reserva de Potrerillos en la Laguna Negra.

TREINTA Y TRES

o A tlánt ico

R8

Pasamos la noche en el Fortín de San Miguel y descubrimos la Laguna dulce de Merín en el límite con Brasil. Además: shopping en el Chuy.

Navegamos el Arroyo Valizas hasta este bosque con árboles antiquísimos. Conocemos al guardaparque del área, gran personaje, Carlos Gambarotta.

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Treinta y Tres

an

Cebollati

O

Lascano

Fuerte Santa Teresa

O

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ROCHA

CABO POLONIO Noches en vela 2

Aiguá

R9

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1 LA PEDRERA Principio gastronómico

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Un clásico en la hoja de ruta de la costa rochense. Esta reserva natural de dunas es, desde hace décadas, el paraíso hippie del Uruguay.

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50 kilometros Punta del Este 52

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Después de una visita fugaz al pueblo de Garzón, recorremos las playas de La Paloma y La Pedrera. Visitamos la Laguna de Rocha y a sus pescadores.

ILUSTRACIÓN: FERNANDO SAN MARTÍN

an Océ

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Brasil

URUGUAY

N


El viaje perfecto uruguay

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garzón - LA PEDRERA

Principio gastronónico KILÓMETROS DE VIAJE: 30 0

100

200

300

400

500

Laguna de Rocha - La Pedrera

En la radio suena el Mambo de la Ruta 9 y la tormenta empieza a quedar atrás. Es uno de los hits veraniegos de la banda Pa´ntrar en calor, hijos de murgueros, militantes y presos políticos de la última dictadura que le cantan a Rocha. Vamos en un auto que alquilamos en Punta del Este para escapar de esa vida-vidriera y recorrer la costa del Uruguay hasta el Chuy, límite con Brasil. “Aquí ya no importa el dinero”, arranca el mambo, y nos adelanta algo del espíritu rochense. Tenemos siete días por delante. Justo antes de entrar al departamento de Rocha, en el kilómetro 177 de la Ruta 9, se abre un camino de tierra que atraviesa veinte minutos de campos y estancias hasta el pueblo de Garzón. Un cartel tipo pasacalles, de metal oxidado y letras mayúsculas, nos da la bienvenida. “Francis es un buen vecino, con él nos volvimos famosos; tapas de diarios… hasta

ARRIBA. Un barcito muy colonial frente a las piedras de la Pedrera; DERECHA. La esquina de Francis Mallmann en el pueblo de Garzón.

Tinelli se dio una vuelta por Garzón”, dice Teresa haciéndole caritas al fotógrafo, acodada en el mostrador de su almacén. Francis es Mallmann, el virtuoso chef argentino/ uruguayo que hace ocho años abrió un restaurante-hostería en Garzón. Teresa pasó 71 años en estas pocas cuadras a la redonda, donde todos se conocen con todos y ahora llegan bon vivants del primer mundo. Menudita y risueña, esta abuela sabe vender de todo y cualquier cosa, desde plantines y galletitas de lata hasta viejos cajones de Coca Cola: “Los

europeos compran un montón de porquerías ¡y con dólares!”. La esquina Mallmann es de ladrillo a la vista, techo de chapa, ventanas altas y paredes de leña. Adentro hay cuadros enmarcados con postes de alambrados, muebles pesados, cocinas de campo antiguas y limones como centros de mesa. Después de Mallmann abrieron unas boutiques muy cancheras de ropa y diseño, la política se acordó de las calles en Garzón y el mercado inmobiliario se infló como una piñata de cumpleaños. El pueblo Abril 2011

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CLOCKWISE FROM RIGHT The Boland, meaning ‘upland’, is rich with vineyards; grapes at the Solms-Delta estate; tasting Cape Jazz Shiraz; Stefan Gerber of the De Morgenzon estate; vineyards and gardens at De Morgenzon

descorcha. Después de la caminata obligada por las calles de tierra y la vieja estación de tren, compramos una suculenta pasta flora frente a la plaza, para entretener el resto del viaje. Un poco más adelante en la Ruta 9, la Laguna de Rocha fue declarada reserva de biosfera por la Unesco en 1976 y ahora –treinta y cinco años después- ingresó al sistema nacional de áreas protegidas. Uruguay está amaneciendo. Cigüeñas, flamencos, cisnes, teros reales y patitas rojas son algunas de las aves que me ayuda a descubrir Daniel Sosa con un par de binoculares. “Soy el guardián de la zona, alguien tiene que proteger a todo este bichaje de los cuatriciclos que se meten por cualquier lado y de alguna gente que todavía no aprendió a cuidar”, dice con las manos firmes en la cintura. Está prohibido construir junto a este espejo de agua de 7.200 hectáreas, pero los pescadores llegaron antes. Figurita repetida en Rocha. Ellos son los que organizan excursiones en barco por la laguna hasta una zona de bañados donde viven nutrias, carpinchos, zorros y lobitos de río. A la vuelta del paseo, Estela y José Luis venden pejerrey fresco a los turistas. Hacen un buen equipo, él corta cabezas y arranca tripas, ella descama y limpia con agua. Se mueven rápido y sin pensar, usan cuchillos enormes, tienen panzas prominentes y no sacan los ojos del pescado ni por pestañear. - ¿Viven por acá? - De toda la vida. Somos una comunidad de pescadores, cada cual con lo suyo y nos 54

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DE IZQ. A DER.: La playa de La Balconada en La Paloma; Teresa acodada en el mostrador de su almacén en Garzón; hay guardavidas en toda la costa de la Pedrera.

ayudamos entre todos. Este es nuestro espacio de trabajo –dice Estela girando el cuchillo en el aire-, acá tenemos una buena mesada, algunas herramientas y conexión de Internet. A cinco pasos de la producción pescadera en serie, un chico de doce años chequea facebook en la netbook cero km que le dio el gobierno. De acá a La Pedrera son quince minutos de coche, llegamos para la cena. Este es el spot más canchero de Rocha, con casas

alternativa

glamping Pueblo Barrancas condensa lo mejor del espíritu rochense. Con caminitos de piedra y madera que bajan a la playa, buena comida al aire libre y mucho verde, es una alternativa que combina vida de camping con buenas camas, duchas de agua caliente, minibar, lavandería y Wi-Fi. Jorge Tiscornia viajó por el mundo y trajo una alternativa de hospedaje eco-friendly-de-lujo al Uruguay. Dormir en una tienda, de caña y tela con claraboya en el techo y tul sobre la cama, cuesta US$ 110 en temporada alta. Cenar en Pueblo Bar, deck circular con una pileta en el centro, cuesta alrededor de US$ 30 (Ruta 10 - Km 227,5, San Sebastián de la Pedrera, Tel.: (598) 447 92236, www.pueblobarrancas.com.

estilo colonial, una rambla que sube y baja entre la Playa del Barco y el Desplayado, mucho surfista desteñido “por la parafina” y un centrito que se despierta de noche. Hay una iglesia, un camping arbolado, barcitos con mesas afuera y, justo al lado de la comisaría, Yuyo Brothers, un negocio que vende todo lo que tiene que ver con la marihuana, menos marihuana. Juan Pablo es el dueño y recontra jura no haber elegido apropósito este local: “Ya nos hicieron varios procedimiento de rutina, vienen por denuncias de apología, yo siempre les digo lo mismo: acá tenemos las recetas, los cubiertos y los platos, pero salimos a comer afuera”. Y hablando de comer afuera, vamos por los famosos raviolones de jabalí que hacen en Don Rómulo. Jorge Simeone salvó-vidas “pila de veranos” en las playas de Rocha y ahora amasa las mejores pastas que probé jamás. En el jardín tiene una huerta orgánica y, más al fondo, el taller con un harem de máquinas que adora, como la amasadora eléctrica y la pastalinda. Las compró muy de a poco, dice que vive el día a día con lo que tiene en el bolsillo y lo que puede guardar en una lata. Son más de las doce de un lunes y la principal ya fue a dormir salvo por un taller al fondo, casi en la costanera: “Es la mejor hora para pintar”, se ríe Martín Arteaga. Raza galán, bohemio de ojos claros y con la ropa manchada de colores, pinta un pescado de cemento gigante que –apuesto lo que sea- vamos a volver a ver en alguna fachada de La Pedrera. Arteaga está de moda.


The Perfect Trip SOUTH AFRICA 2

CABO POLONIO

Noches en vela KILÓMETROS DE VIAJE: 100 0

100

200

300

400

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Two hours and 45 minutes by car from Franschhoek

Para llegar a Cabo Polonio hay que treparse a unos monster trucks que cruzan siete kilómetros de dunas y bosques hasta el área de reserva natural. Me animo a viajar en la parte de arriba, como un carajo en 4x4, y voy descubriendo las banderas en las casas entre las montañas de arena. Somos unas 40 personas entre rioplatenses, italianos, franceses, brasileros y alemanes, de los que puedo reconocer, todos frenéticos como subidos a una montaña rusa. En el Cabo no hay luz eléctrica salvo por el faro y la escuela, no se ven cables, no anda Internet ni se venden helados en la playa. “Paz y amor, sobre todo amor”, se ríe Adriana hablando de la noche en el Polonio. Montevideana de 38 años, se cansó de la ciudad y trajo sus masajes zen-shiatsu a la Playa Sur: “Tenemos paneles solares y molinos de viento, en este lugar la energía es muy pura y la gente lo siente, se va totalmente transformada”. La hora de mimitos shiatsu cuesta US$ 50.

No se puede construir más, las casas que están son de pescadores que llegaron en los setenta y armaron su rancho donde les dio la gana, por eso no hay plazas ni calles y los pocos vehículos autorizados a entrar son de los vecinos. En todo el Polonio hay un solo policía, y se la pasa tomando sol. La gente anda como recién despertada de la siesta, le cuesta sacudirse la fiaca con tanta hamaca paraguaya, copita de tannat y best-seller. Pero a la hora del atardecer, vale el esfuerzo de subir los mil escalones del faro por la vista 360°. El cerro Buena Vista es la parte más alta de las dunas, donde termina el Cabo y empieza Valizas, el mismo límite que alguna vez separó el virreinato del Río de la Plata de la colonia portuguesa. Valizas supo conservar su esencia relajada, pescadora, mochilera. Tiene una capilla donde nunca se da misa, una feria de artesanos, calles de tierra con buena sombra y los mejores helados de Rocha. Datazo: En Punto G -dicen que se llama así porque los nombres de los dueños

El Faro del Polonio se inauguró en 1881 y fue declarado monumento histórico en 1976.

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La hamaca es un must de la costa rochense. ARRIBA. La playa Sur del Cabo al atarder. ENFRENTE. Uno de los camiones que entran al Polonio.

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empiezan con “g” pero todos saben que tiene que ver con algo sexual- los helados son artesanales de verdad y hay gustos exclusivos, increíbles, como la mousse de butiá o la crema de miel, naranja y jengibre. El cucurucho vale unos merecidos US$ 3. Al lado de este pueblo hay un balneario mucho más grande, como un Villa Gesell para los porteños, donde los habitantes de la ciudad de Castillos tienen su casa de fin de semana. La postal más típica de Aguas Dulces es de sus palafitos, casas construidas sobre palotes que hace algunos años formaban fila en la playa y que el mar se fue llevando con cada crecida. El Cacho Cola perdió una de esas: “Fue muy triste, las olas agarraron mi casa como a un racimo de uvas y se la llevaron en un par de horas”. Ahora Cacho tiene una posada, El Cuento del Gainford, anda en bicicleta para todos lados y ayuda en un comedor para gurises pobres: “Esto es el primer

mundo, en las grandes ciudades se perdieron los códigos, los seres humanos han dejado de quererse. Yo me dedico a vivir y a estar bien con los que me rodean”. Tupamaro igual que el Pepe, Cacho Cola fue preso político de la última dictadura militar y ahora es concejal de Rocha.


El Viaje Perfecto 3

uruguay

oMBÚES

Bosque milenario

KILÓMETROS DE VIAJE: 150 0

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200

300

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En lancha por el Arroyo Valizas.

Por el arroyo que desemboca en Valizas se llega al Monte de Ombúes, unos veinte kilómetros de árboles ahuecados, gigantes, de hasta 500 años. Casi una fantasía de Tim Burton. El monte está dividido por el arroyo y, de este primer lado, los ombúes son de los Olivera, descendientes del general español que reconquistó dos veces el Fuerte de Santa Teresa. El guía de esta parte se llama Diego, un baqueano de 40 años, ojos azules y pasado bolichero. Antes de cruzarme al otro lado del arroyo, el lado público del Monte, me advierte sobre el guardaparque: “No te salgas del sendero, el Juca es un verdadero defensor de la naturaleza. Vive solo en una casita entre los árboles y casi no sale. Lo reconocés por su andar, va como flotando, parece un piel roja”. Juan Carlos Gambarotta tiene la barba blanca y espesa hasta la base del cuello, usa ropa camuflada, sombrero tipo indiana y pies descalzos. Es una leyenda viva: fue el primer guardaparque de la República Oriental del Uruguay y vicepresidente de la Asociación Internacional de Guardaparques. Parafraseando al artista uruguayo Torres García, dice que su primer norte fue el sur. Arrancó en Bariloche. “Argentina me regaló esta vida, me dio una beca para estudiar y hasta obra social. Entonces recorrí la Patagonia y también el nordeste, los esteros, la selva. Ahora tengo 50 años y hace veinte que juego a ser guardaparque”, cuenta y sigue: “Antes era mochilero, adicto a los viajes; desde chico sentía la necesidad fisiológica de caminar el mundo, me quemaba la sangre. Siempre sin plata, ¿no? Me las arreglaba con cualquier changa, he comido desde hormigas hasta cruceras del amazonas y en Perú estuve preso tres noches. ‘Por mochilero y por huevón’, me dijeron; yo andaba con mucho pelo y Latinoamérica estaba minada de milicos. Diego es guía del paseo por el Arroyo Valizas hasta el bosque.

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PUNTA DEL DIABLO

Los pescadores se mezclan con los turistas en la playa del centro de Punta del Diablo.

Buenas playas y zafari

KILÓMETROS DE VIAJE: 200 0

100

200

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A una hora de auto desde la Pedrera

Punta del Diablo no es lo que era, lo dicen todos, ese pueblito de pescadores con ranchos de madera, playas solitarias y centrito artesanal. Ahora los micros llegan de a cientos en verano, las casas trepan alto compitiendo por la mejor vista y las barcazas y redes de los pescadores “ensucian” la playa del centro. Mucha sombrilla. Pero no sirve de nada revolcarse en la memoria de lo que alguna vez fue;

además, es mi primera vez en Punta del Diablo. Y está genial. Hay mucha playa para caminar. Desde el faro y la casona de la viuda -un personaje local mitad leyenda mitad real- son casi treinta minutos a paso rápido hasta las rocas donde arranca la bahía de los pescadores. Acá sí hay más tránsito, chicos jugando a las paletas, barquitos en medio del paso, sillas, pareos, reposeras, Abril 2011

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Muchas familias argentinas eligen las playas de Uruguay por ser 100% seguras.

mediomundos, tejos y la publicidad de un recital de la Triple Nelson que se repite una y otra y otra vez a todo lo que da. Escapo. Dejo por ahí las ojotas y la mochila –desafiando a algún raterito que quiebre la ley de inseguridad cero que prometen las campañas uruguayas- y sigo camino a la Punta del Rivero. Subo, subo, subo y descubro una playa donde las personas se cuentan con los dedos de las manos, el topless es natural, no hay chiringuitos ni caminos por los que llegar en auto. A la vuelta, una hora más tarde, mis cosas siguen en el mismo metro cuadrado de arena. Saliendo de Punta del Diablo, de vuelta en la Ruta 9, la casa de Eli es una especie de 58

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fortaleza de

santa teresa Este parque queda justo frente a la entrada de la reserva Potrerillos. Son 90 hectáreas custodiadas por militares, todo muy ordenado y prolijo, con una zona inmensa de camping (poner la carpa cuesta US$ 5 por persona), cabañas para alquilar, cuatro playas divinas, jardín botánico con peceras, pajareras y el Fuerte de Santa Teresa, construido a mediados del siglo XVIII. La entrada cuesta US$ 1.


El viaje perfecto 5

uruguay

LAGUNA DE MERIN - CHUY

Viaje en el tiempo KILÓMETROS DE VIAJE: 250 0

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200

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De Punta del Diablo hasta el Chuy, límite con Brasil.

ARRIBA. El antiguo salón comedor del hotel Fortín de San Miguel.

La Laguna de Merín alcanza tres departamentos uruguayos y un buen pedazo de Río Grande do Sul. Con más de 3.750 kilómetros cuadrados de agua dulce y una playa ancha de arena blanca y finita, muchos vienen a pasar el día y hasta se quedan un par de noches en carpa. El campamento es otra “late” en Rocha. Hay algunas vacas y caballos de estancia, chicos con el agua a la cintura y un loco que metió el coche hasta la orilla para lavarlo. El resto es cielo y silencio. Hicimos noche en el Fortín de San Miguel, un hotel de piedra y galerías frescas, ventanales al jardín, camas barrocas y lámparas antiguas. Como marcar “1700” en la máquina del tiempo y despertarse con

un camisón de puntilla hasta el piso. Desde acá son diez kilómetros a la ciudad de Chuy, paraíso fiscal. Un boulevard marca el límite entre Brasil y Uruguay: de un lado los trapitos negocian las tips en castellano, del otro los precios están en reales y se escucha la radio en portugués. Pero la plata vale en cualquier moneda y todos se llevan bolsas con perfumes franceses, whisky escocés, máquinas japonesas y relojes suizos. De precios ni hablar, el cambio argentino no nos hace ningún favor, la fiesta del Chuy es para uruguayos y, sobre todo, brasileros. En este boulevard hay uno de los pocos semáforos que tiene el departamento de Rocha. El tránsito de shop addicts es un anticipo de aeropuerto, de Buenos Aires.

El sol cae detrás de los palmares que recorren la Ruta 9 de Uruguay.

paladar cubano. El piso es de cemento alisado y las paredes de caña y salpiqué, hay planchas antiguas y libros de cocina regional en los estantes, telas separando el comedor del resto de la casa. El Camarón Alegre abre cuando Elizabeth se levanta y cierra cuando se va a dormir: “Les advierto que cocino platos que engordan –dice juntando las manos en la punta de la panza-, este es un restaurante kilómetro cero, todos los ingredientes se cosecharon, criaron o pescaron 30 kilómetros a la redonda”. En la cocina, a la vista y sin vergüenzas, hay cacerolas gigantes, vapores con olor a mar y ruidos de domingo. Leandro tiene 15 años y ayuda a su mamá con las salsas.

Raisa, que estudia turismo en Maldonado y se delinea los ojos con celeste, prefiere encargarse de amasar las pastas. Ella sirve la entrada, ensalada lujuria, con espinacas del jardín, mango, lomo ahumado de jabalí y queso de cabra (US$ 10). A veces sus hijos quieren cambiar alguna receta y Eli se enoja, dice que este es su proyecto, su vida, que ellos se consigan su propio sueño. Quedó viuda hace diez años, es una matrona que dan ganas de abrazar y confesar el pecado que sea, la tía amorosa que te mima con todo lo que puede. El principal son dos crepes de cangrejo con una salsa suave de camarones (US$ 15) y de postre, Eli invita con licor casero de butiá. Para poder entrar a la Laguna Negra hay

que coordinar con el Pelado, otro personaje de renombre en Punta del Diablo. Si preguntás por él, enseguida te pasan el dato. Vamos a los saltos en su jeep. Hay que abrir, pasar y cerrar varias tranqueras de estancias privadas hasta llegar al agua, oscura, casi negra, por eso el nombre. En la reserva de Potrerillos hay bañados, palmeras, mucha vegetación y un desfile incansable de animales. Esta vez tocaron jabalíes, carpinchos, ñandúes, cobayos, ciervos y miles de pájaros. César es el guardaparque del área. Tiene ojos azules, usa boina y habla cerrado. En las cuatro horas que dura la recorrida no deja de tomar una mezcla de yerbas y yuyos que LP prepara en un colmillo de toro. Abril 2011

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