Revista El Clarión nº 54 - 1 mayo 2020

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Confederación Intersindical

ESTADO DE ALARMA: REFLEXIONES SOBRE LOS LÍMITES DEL TELETRABAJO EN PRIMARIA

Madrid

En su resolución del 10 de marzo sobre instrucciones de funcionamiento de los centros, las Viceconsejerías de Política Educativa y Organización Educativa de la Comunidad de Madrid establecían, ante la suspensión de las clases presenciales, unas pautas generales para la enseñanza en línea. En STEM advertimos desde un principio que la no distinción entre los tramos educativos de Primaria y Secundaria, traería consigo una problemática específica para los docentes y

alumnado de Primaria, así como para sus familias, pues veíamos que la resolución ignoraba las características específicas de este alumnado, por dos motivos fundamentales: El alumnado de Primaria, por norma general y por cuestiones meramente psicoevolutivas, no tiene la suficiente autonomía como responsabilizarse de su propio aprendizaje sin una tutorización, en el contexto de su grupo-clase, de su profesorado de referencia, y especialmente de su tutor o tutora. No todo el alumnado de nuestros centros tiene acceso a los medios que permiten un seguimiento óptimo de las tareas en línea, ni todas las familias pueden ejercer la necesaria tutorización

DEJAD A LOS PROFESIONALES DOCENTES HACER SU TRABAJO Mucho hemos oído estos días hablar a unos y otros –Ministerio, CCAA, expertos, pedagogos, padres, tertulianos con conocimiento de causa y tertulianos de tres al cuarto y numerosos políticos- sobre cómo, qué, cuándo y a quién evaluar este extraño curso que nos ha tocado vivir. Sin embargo, más allá de las aportaciones que hayamos podido hacer a través del Consejo Escolar del Estado –órgano consultivo y con demasiada frecuencia destacado su carácter no vinculante-, la única voz que no se ha dejado oír ha sido la de los verdaderos protagonistas con capacidad de decisión en este proceso, los docentes, por medio de sus legítimos representantes. Comprendemos la situación y la presión con la que trabajan, y ya en

varias ocasiones hemos expuesto nuestra comprensión ante las presiones que deben soportar nuestros gestores en esta extraordinaria situación que todos vivimos. Pero la empatía que hemos demostrado no recibe una respuesta en la misma sintonía de estos dirigentes hacia el profesorado de Melilla al que en buena parte representamos, sobre sus preocupaciones, intereses, inquietudes, aportaciones, sugerencias, etc. La Ministra y el Secretario de Estado de Educación han destacado la gran labor que están realizando los profesores y profesoras en estos momentos de incertidumbre social, dando respuesta inmediata y efectiva a las necesidades del alumnado, incorporando nuevas metodologías didácticas y recursos educativos para

de estas tareas, y más en este contexto. El día 11 de marzo nos pusimos en contacto con la Consejería, que nos respondió el día 12 reconociendo implícitamente esta situación. En el último párrafo de su misiva, el Consejero nos decía: “Por último, para aquellas familias que no cuenten con medios telemáticos para poder seguir las tareas pueden ponerse en contacto con su centro educativo para que puedan establecer la forma de trabajo más adecuada a sus posibilidades”. La Consejería se lavaba las manos en lo referente a eso que llamamos eufemísticamente “alumnado de familias no normalizadas” mayoritario en muchos centros, e incluso en la mayoría de centros de ciertos distritos de la capital, y que nos encontramos en cualquier aula de cualquier centro público: alumnado en riesgo de exclusión social, de familias de clase trabajadora precarizada, alumnos y alumnas cuyos padres y madres tienen que trabajar y les dejan a cargo de familiares, a menudo con sus abuelos... Paralelamente, nos encontrábamos, con que las direcciones de ciertos centros iban incluso más allá de lo que les pedía la Consejería, y parecían más interesados en ponerse medallas y fingir una apariencia de normalidad, imposible en esta situación, que en pensar en las necesidades reales del alumnado. Ante la ausencia de directrices, algunos

hacer que la continuidad del curso fuese una realidad. Una realidad que no es perfecta pero que tampoco lo era antes de que llegara a nuestras vidas esta pandemia que nos mantiene confinados. Pues bien, ¿no sería ahora el momento de que sean lo profesionales de la Educación, los expertos, los especialistas, los escuchados? ¿No sería el momento idóneo para que los maestros y maestras de Melilla, que conocen la evolución de cada uno de sus alumnos, actúen como hasta ahora han hecho, realizando su trabajo, con total autonomía y conocimiento profesional? Sí. Este sería el momento perfecto para que las autoridades escuchasen

Melilla


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