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Prólogo

Hace un año empecé a correr. Una noche en casa, una amiga me dijo que su sueño era correr una carrea. Ella encontraba un cierto paralelismo entre no poder hacerlo y no avanzar con su vida en otros aspectos. Había quedado viuda muy joven, con tres hijos. Algo me impulsó esa noche, a decirle que ese año correríamos juntas. Y así fue. De hecho aquel año corrimos tres carreras y no una.

Compartimos la idea con nuestros amigos. El sueño de uno se convirtió en el de dos, después en el de ocho y ahora en el de nueve que conformamos un grupo maravilloso. Nos convertimos en una red que siempre está preparada para sostener e impulsar.

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Todos estamos recorriendo un camino a nivel personal, superando barreras de toda índole.

A mí, correr afuera me impulsó a correr hacia mi interior, y así fue como a mis cuarenta y tres años correr no es lo único que estoy haciendo por primera vez. También por primera vez decidí escribir un libro.

¿Por qué ahora?

Esta pregunta giró en mi cabeza mucho tiempo hasta que descubrí la respuesta: hoy mi hija mayor tiene la misma edad que tenía yo cuando vine a vivir a Argentina.

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