Gracias al eco encontrado en el movimiento #metoo, ahora conocemos los rostros y los nombres de los criminales que hasta hace poco se escondían detrás de sus “destacadas” carreras profesionales, pero lo más aplaudible del movimiento no sólo ha sido exponer al criminal, sino el llamado a la unidad y la cadena de reacciones que ha logrado entre tantas víctimas del abuso.
El caso más reciente es el de Lawrence Nassar, médico que valiéndose de su posición en el equipo olímpico del país, abusara sexualmente de decenas de atletas, en su mayoría menores de edad. Condenado a un máximo de 175 años de prisión después de 156 testimonios en su contra. Por suerte, este episodio no termina con su condena, la investigación permanecerá hasta determinar quiénes lo protegían o quiénes estaban enterados de estos actos, ya que es difícil aceptar que después de treinta años de ejercer su carrera, nadie haya encontrado alguna actividad sospechosa en sus Recordemos que al enmudecer nos convertimos en cómpli