Contratiempo 10 • Febrero 2004

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mirada cómplice Delia Negro El Universo “Cuatripogaláctico” de Patricia Acosta

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tiempo de sobra José Ángel Navejas Cambio de tiempo Bernardo Navia Veinte años sin Julio Cortázar

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n los últimos meses, se ha dado una serie de denuncias de carácter sexual en contra de estrellas del espectáculo y de otras personas de la comunidad afroamericana. El basquetbolista Kobe Bryant fue acusado de violación en una corte de Colorado. Esta acusación resulta sumamente controversial por el hecho de que la “mujer violada”, de origen anglosajón, se presentó inesperadamente en la habitación del deportista; posteriormente ella levantó la denuncia sin mostrar ninguna prueba de que hubiera uso de violencia. Más recientemente, en California, Michael Jackson fue acusado de pedofilia en un caso que también levanta muchas dudas; la acusación proviene de la familia de un jovencito que recibió ayuda financiera por parte del cantante para cubrir los gastos de su tratamiento, ya que padece de leucemia. Más allá del sensacionalismo –o de la verdad o falsedad– de este par de acusaciones, llama la atención el doble rasero que existe tanto en los medios como en las instancias gubernamentales que tienen que ver con estos asuntos. Porque hace un par de años se levantaron denuncias mucho más serias en el estado de Massachussets en contra de decenas de prelados que habían abusado sexualmente de menores y se cuidó en lo posible de proteger la privacidad de los acusados. ¿Quién recuerda haber visto el rostro de más de tres sacerdotes en la televisión o en la prensa? ¿Quién recuerda el nombre de alguno de ellos o bien los pormenores de algún caso? ¿Dónde están todos los sacerdotes a los que se les llegó a comprobar su culpabilidad? Podríamos pensar que los casos de Kobe Bryant y de Michael Jackson responden solamente a la gran popularidad de ambos. Sin embargo, la tercera semana de enero el programa televisivo Nightline dedicó su edición al caso del joven Marcus Dixon, de 18 años y de raza negra, acusado en el estado de Georgia de violar a una jovencita blanca de casi 16 años en la misma high school a la que ambos asisten. Lo curioso es que la supuesta violación se llevó a cabo en una de las aulas del plantel en horas laborales, es decir, cuando todavía había personal trabajando. La jovencita bien pudo haber gritado para pedir auxilio, mas no lo hizo, cosa que llevó al jurado a decidir entre la palabra de una y la del otro. Los agravantes que presentó la fiscal Leigh E. Patterson en contra de Dixon fueron un par de llamadas de atención que el joven había recibido anteriormente en la high school, y ya en una entrevista al The New York Times la misma fiscal dio como único argumento su fe de que la muchacha había sido violada. Aquí cabe preguntarse qué tanto se tomaron en cuenta los aspectos positivos de la vida escolar de Dixon (considerado un buen estudiante y el mejor jugador del equipo de fútbol americano) así como su propia versión del caso; según el acusado, ella estuvo de acuerdo en tener relaciones sexuales en la escuela y no en casa de Dixon, como él lo propuso, ya que la joven temía que los vieran juntos porque su padre era abiertamente racista y sería capaz de matarlos. Marcus Dixon fue declarado culpable y sentenciado a diez años de prisión. Por la manera en que han sido tratados estos casos, pareciera que las agresiones hacia los derechos civiles de Kobe Bryant, Michael Jackson y Marcus Dixon son también hacia la comunidad afroamericana. El gobierno y los medios de comunicación deberían poner más cuidado en el tratatamiento que dan a este tipo de casos; no hay que olvidar que en las épocas que precedieron al Movimiento de los Derechos Civiles, muchos afroamericanos fueron linchados bajo la sospecha de ser violadores. La presente edición de contratiempo está dedicada al mes de la herencia afroamericana. Debido a que la ciudad de Chicago sigue profundamente segregada, resulta difícil que una comunidad se entere de lo que sucede en la otra, sobre todo en lo concerniente a la cultura y a la política; esto a pesar de que compartimos las mismas carencias en las fábricas, en las escuelas y en los barrios.

Así como los casos de Bryant, Jackson y Dixon reciben poca atención crítica en los medios hispanos, entre la prensa afroamericana se sabe poco sobre la problemática de los inmigrantes, generándose así una serie de prejuicios en una y otra comunidad. Cabe recordar el fenómeno político que se dio en 1983 entre ambas comunidades y que llevó a Harold Washington a la alcaldía de Chicago. A 36 años de la muerte del líder del Movimiento de los Derechos Civiles Martin Luther King Jr., hay un logro innegable que se puede palpar en la sociedad estadounidense: la conciencia del racismo. Como lo señala Keeanga-Yamahtta Taylor en su artículo incluido en esta edición, “el impacto de ese Movimiento perdura en el sentido de que sigue transformando las actitudes y las percepciones que tienen millones de personas hacia los afroamericanos”. Sin embargo, las propuestas fundamentales del reverendo King siguen siendo un sueño. Nos referimos a los retrocesos que ha habido primordialmente en el ámbito educativo para las familias de bajos recursos, que curiosamente están concentradas en las comunidades negras y latinas. Si bien es cierto que las mejores escuelas públicas de Illinois se encuentran en Chicago, también es cierto que muchas de las escuelas de los barrios negros y latinos están bajo observación por hallarse por debajo del rendimiento estándar. Aunados a la falta de una buena educación, se encuentran los problemas de vivienda, de salud, de desempleo o bien de trabajos mal remunerados. Todos ellos son factores que orillan a muchos jóvenes a delinquir. Por eso no es casual que la raza negra represente el 13 por ciento de la población del país y el 50 por ciento de la cifra total de reos en los sistemas carcelarios estadounidenses. El hecho de que en la actualidad haya más afroamericanos en las cárceles que en las universidades, es un indicador de que el Estado y la sociedad rinden homenaje a un hombre pero siguen alejados de sus ideales. Se hace necesario substancializar y revitalizar el legado de Martin Luther King Jr.


n las ventanas que adornan el frente de una casa ubicada cerca de las calles 26 y Pulaski, siguen pegados tres viejos afiches. El de la fracasada candidatura de Rudy Lozano a concejal del Distrito 22; el de la triunfante campaña a la alcaldía, que dice: “Perfore el 8 por Harold Washington”; y el tercero, que anuncia la misa fúnebre de Lozano. En esta casa pasó Rudy sus últimos años con su esposa y sus tres hijos. Fue aquí que él y otros líderes de Pilsen celebraron algunas de las reuniones en que se plantearon las estrategias para conseguir el voto latino, que con el tiempo catapultaría a Washington a la alcaldía, y fue aquí donde lo hirieron de muerte a los 32 años. De 1983 a la fecha, este lugar se ha ido convirtiendo en un altar a Rudy: al entrar, lo primero que aprecia el visitante es el retrato de la familia Lozano al lado del alcalde Washington; al otro lado, un cajón lleno de las fotos, los afiches y los paneles que se expusieron al inaugurarse la biblioteca Rudy Lozano. Y en la cocina aún cuelga la letra de una canción en su honor que se cantó en el entierro. Si la familia Lozano vive rodeada de los recuerdos de 1983, no es solamente por ser éste el año en que se quedaron sin Rudy, sino también por ser ése un año que prometía la posibilidad de acabar con la maquinaria política que, comandada por los irlandeses de la ciudad, había llevado la batuta por décadas; fue el año en el que un hombre afroamericano pudo llegar a ser alcalde de Chicago gracias a la ayuda de un camarada latino para realizar sus funciones dedicando más tiempo a los activistas comunitarios que a los tantos empresarios acostumbrados a negociar el poder. Gozaba de su mayor auge entonces el movimiento independiente al que Rudy había llevado a toda la familia casi literalmente a rastras. “Imagínate que de bebé me llevaban a las marchas”, dice Rudy Jr. “Hay una foto en la que me veo yo, de tres años, marchando con un afiche en mano.” En noviembre de 2002, el Departamento de Asuntos Culturales de la Ciudad colocó enfrente de la casa una placa de siete pies de altura con varias fotografías y una breve biografía de Rudy; fue el primer latino homenajeado con una placa reservada para los hijos notables de Chicago. En la ceremonia de develación, Emma –hermana menor de Rudy y politizada por él como todo el que se cruzaba en su camino–, evocó los días de gloria del movimiento independiente. “Este próximo año, debemos reunir a todos los que trabajaron juntos para elegir a Washington”, dijo. “Volvamos a formar la coalición que fuimos alguna vez...”. Se interrumpen sus palabras y sus ojos se quedan viendo algo que sólo ella ve. Sin embargo, el 2003 vino y se fue sin materializarse una nueva coalición entre las poblaciones negra y latina. ¿Significa esto que la maquinaria política ha acabado con el movimiento independiente en Chicago, que la ciudad no cuenta con dirigentes del calibre de Rudy o Washington? El movilizar lo llevaba Rudy en la sangre. Su padre era obrero metalúrgico y “cuando estaba en huelga solamente hablaba de que ‘tenías que luchar por tus derechos, había que luchar contra la opresión, mantenerse unidos’”, dice Emma. “Sin lugar a dudas, nos criamos como izquierdistas.” Por eso no fue una sorpresa que en 1970, a los 19 años, Rudy encabezara una huelga en la escuela secundaria Harrison, de La Villita, para protestar la falta de empleados latinos en la escuela, cuya mayoría era hispana. A partir de ahí, organizó protestas similares en la Universidad de Illinois a principio de los 70, y formó la filial local de CASA (Centro de Acción Social

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Autónomo) en 1974 para ayudar a los obreros indocumentados y para motivar a la comunidad –que en ese entonces era muy apolítica– a participar en las elecciones. En 1979 se afilió al Sindicato de Obreras de la Industria de la Confección (ILGW, por sus siglas en inglés), donde fue un pionero al sindicalizar a los trabajadores indocumentados en Chicago. Hasta ese momento, el único representante latino electo en Chicago había sido William Emilio Rodríguez, un socialista que desempeñó el cargo de concejal en la década de 1910. Cuando el censo de 1980 reveló que los latinos constituían el 14 por ciento de la población, la maquinaria política que los había excluido tan despiadadamente pensó en cambiar de estrategia. Así, cuando la alcaldesa Jane Byrne fue blanco de ataques por instituir un plan de zonificación que reduciría el número de distritos mayoritariamente afroamericanos y dejaría a la población latina sin uno solo, su respuesta a la crítica fue ubicar a un concejal de raza blanca en un empleo municipal de alto rango y sustituirlo por un abogado de apellido Martínez que trabajaba en el bufete del también concejal Ed Burke. Rudy y otros latinos independientes sabían que esto no auguraba nada bueno. Por eso se negaron a aceptar aquel falso intento de guardar las apariencias. En 1980 se acercaron a Washington –que entonces era miembro del Congreso– y a otros líderes afroamericanos para juntos concebir una estrategia que permitiera la primera postulación de un candidato que no fuera de raza blanca a la superinten-

dencia del sistema escolar de Chicago. Algunas organizaciones latinas como Pilsen Neighbors, exigían que el superintendente fuera latino, pero Rudy estaba de acuerdo en que el cargo lo ocupara un afroamericano. “De la facción latina, Rudy era la persona que estaba más dispuesta a ceder un poco en la negociación”, dice el actual congresista Danny Davis, quien entonces fuera un novel concejal. Para Rudy y algunos líderes de CASA, como Jesús “Chuy” García, los sueños no se limitaban al cargo de superintendente. Lo que visualizaban era una alianza política a largo plazo entre las pujantes poblaciones afroamericana y latina. Esto que en retrospectiva quizás parezca enteramente natural, era en esa época un concepto radical: nadie había tratado de forjar una coalición de este tipo, ni aquí ni en ningún otro rincón del país. Washington y otros afroamericanos le dieron una buena acogida a la idea, pero otros líderes negros sentían que la alianza con políticos latinos novatos podía perjudicar la causa de sus propias comunidades, que tanto habían sufrido. “Solíamos discutir acaloradamente el porqué debían trabajar juntas las poblaciones negra y latina”, dice Davis, quien ganó el puesto de concejal en 1979. Finalmente, los independientes negociaron un plan para aunar esfuerzos en los distritos electorales en los que ambas poblaciones constituyeran una mayoría: si el distrito era en su mayor parte latino, patrocinarían la candidatura de un latino al senado estatal y un candidato afroamericano a representante estatal, y viceversa.

Rudy Lozano y Harold Washington. Foto tomada de Mexican Chicago. Cortesía del Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas


En poco tiempo, Rudy y Washington se convirtieron no solamente en aliados en la política, sino también amigos, y cuando se empezó a hablar de la candidatura de Washington para alcalde, Rudy fue de los primeros en secundar la idea. En 1981, el activista Slim Coleman celebró un banquete con el fin de convencer a Washington de que se postulara. Washington asintió con una sola condición: que los partidarios a su postulación inscribieran por lo menos a 50,000 votantes que lo apoyaran. Rudy, su esposa Lupe, Chuy y otros dirigentes de CASA se dieron de inmediato a la tarea de hacer campaña en los barrios, usando como consigna el hecho de que Washington era un conocido defensor de los derechos del inmigrante. Pronto quedó satisfecha la condición de Washington, gracias en gran parte a la campaña de Rudy y compañía; sin embargo, cuando llegó el momento de las elecciones primarias del 22 de febrero de 1983, el político afroamericano recibió un escaso 15 por ciento del voto latino. Rudy había lanzado al mismo tiempo su candidatura para concejal del Distrito 22 contra el alemán Frank Sternberg, miembro de la maquinaria política demócrata que tenía el control de este distrito, de mayoría latina. Ni siquiera su propia campaña lo hizo perder de vista la contienda por la alcadía; él y otros dirigentes independientes se esforzaron por traer a los latinos a las urnas durante los comicios generales, recalcando la necesidad de crear una coalición negro-latina. Rudy se había entregado completamente a la campaña de Washington. Dice Davis: “Rudy simplemente se había percatado de que estos dos grupos tenían problemas y necesidades similares, y caminos paralelos en ciertos momentos de su historia. Rudy no veía que la situación estuviera definida por la raza, sino que tenía un punto de vista muy propio: se trataba de gente que había sido marginada y que se necesitaba mutuamente. Para él, el proceso que seguirían con Harold Washington era algo natural”. Con frecuencia se olvida el hecho de que Rudy también se empeñó en integrar a la población blanca progresista a esta coalición. Chuy se aventura a explicar: “Como él provenía del movimiento obrero, en la comunidad veía clases, no razas. Esto lo ayudó a superar barreras que vencían a otros activistas. Desenvolverse en un terreno multirracial era crucial para el triunfo del movimiento independiente, puesto que lo de ‘un voto por persona’ no era algo que se traducía a la situación del latino, debido a la falta de papeles migratorios de muchas personas”. La labor realizada por Rudy y otros independientes al forjar la coalición se vio premiada el 29 de abril del 1983, día en que un 62 por ciento de los votantes latinos inscritos se presentó a las urnas; de esta cifra récord, el 82 por ciento votó por Washington. Fue el voto latino el que le aseguró la victoria, y Washington estaba consciente de ello. Rudy, por su parte, se quedó corto: tan sólo por 17 votos no logró conquistar el escaño ocupado por Sternberg (“Pudimos haber interpuesto una demanda”, dice Chuy. “Pero éramos algo inexpertos en ese entonces.”). Pronto se empezó a hablar de que Washington recompensaría los esfuerzos de Rudy con el puesto de vicealcalde. No se sabe en verdad si se le ofreció ese puesto o no. Su esposa Lupe dice que el empleo nunca se le propuso, que ella sepa, aunque de haber ocurrido Rudy no lo habría aceptado. “Él no habría querido ser vicealcalde”, dice Lupe. “A él le interesaba más el puesto de committeeman de su distrito.” Emma, por su parte, dice que sí le ofrecieron el cargo y Rudy no lo aceptó. “Él consideraba

dice Gutiérrez, quien emprendió una exitosa campaña de “reelección”, logrando que Washington mantuviera un frágil control en el Concilio Municipal. Washington murió en 1987. Y en los días posteriores a su muerte estalló otra dura contienda, al final de la cual la maquinaria política demócrata instaló como alcalde a un concejal afroamericano que podían controlar, Eugene Sawyer. De ahí en adelante se impondría la estrategia de “divide y triunfarás”: “La maquinaria no trató de eliminar a todos los políticos negros y latinos”, dice Danny Davis. “Lo que trató de eliminar fue a los negros y latinos con una visión política independiente. Sin ellos, ya no existiría una Jesús García y Harold Washington. Foto tomada de Mexican Chicago. Cortesía del Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas coalición de la qué preocuparse. En poco tiempo, el número de antiprogresistas fue mayor que el de los progreque lo suyo era estar en la comunidad, movilizando.” sistas, a tal punto que llegaron a destituir a Chuy. Eso fue Las cosas así, Rudy se lanzó a la contienda por el muy doloroso.” puesto de committeeman del Distrito 22. Pero el 8 de junio Pero Chuy García, por su parte, habla con estoicismo de 1983, se desplomó en la cocina de su casa, frente a su de los hechos que ocurrieron tras la muerte de Washinghijo de dos años, con una bala en la cabeza y dos en el ton. “Retrocedimos. La comunidad negra se dividió en pecho. Washington presionó a la policía para que endos facciones: una que apoyaba a Tim Evans, un político contraran al asesino, y pronto arrestaron a un joven progresista, y la otra a Sawyer. La comunidad latina salió pandillero de nombre Gregory Escobar. Hasta el día perjudicada. La coalición de disolvió, y se creó un vacío de hoy, su familia y sus colegas creen que fue uno de sus que la maquinaria pudo llenar.” muchos enemigos quien lo mandó a matar; pero eso ya es tema de otro artículo. Chuy se hizo cargo de llenar el va*** cío de liderazgo al ganar el puesto de committeeman. El día de hoy, el alcalde Daley gobierna rodeado de un En los años que siguieron, nadie pudo forjar una coacolectivo de concejales negros, blancos y latinos, porque lición con el talento de Rudy, por lo que con el tiempo, casi todos votan por lo que él vote. Y así Chicago sigue la coalición negro-latina empezó a tambalear. Harold siendo la ciudad más segregada del país; la única diferenWashington, más que ningún otro alcalde, nombró a cia es que en lugar de existir una división entre blancos y más latinos a los cargos importantes y canalizó más negros, la nueva división se da al interior de los blancos, dinero para los contratistas de esta comunidad; pero los negros y los latinos. algunos líderes latinos se quejaban de que no estaba Los que conocieron a Rudy se siguen preguntando haciendo lo suficiente. Algunos concejales negros tamqué habría pasado de haber sobrevivido él a Washington. bién reprendían al alcalde por quitarle trabajo y contratos “Quizás podrían haber evitado que la maquinaria volviea su propia gente. Desde el primer día, los partidarios de ra a acaparar el poder”, dice Lupe. “Como mínimo, creo Washington y algunos miembros de la vieja guardia, que las razas no estarían tan divididas en la ciudad.” como Ed Vrdolyak, Ed Burke y Richard Mell, se enfrasChuy está seguro de que Rudy habría jugado un gran caron en una feroz batalla por el control del ayuntamienpapel en la política de Chicago. “Pero no creo que hubieto. De los 16 concejales afroamericanos, no todos estaban ra podido mantener unida a la coalición.” Emma parece de acuerdo con la política progresista de Washington. coincidir con García: “Me gustaría creer que la unidad “Muchos de ellos no formaban parte de la coalición de negro-latina se habría mantenido, pero no estoy segura. Washington”, dice Luis Gutiérrez. “Pero se sentían obliLa misma comunidad negra está dividida”. Agrega que gados a apoyarlo para complacer a sus electores.” La mano es solamente por falta de líderes, sino que es una quinaria política demócrata entonces buscó dividir a la cuestión que también tiene que ver con los tiempos en población negra y latina tratando de convencer a los que que vivimos. “Esos tiempos –de fines de los setenta a consideraba más maleables de postularse contra los más 1983– fueron únicos, muy especiales.” independientes. Danny Davis le hace eco. “Antes de poder armar una La coalición resistió por un tiempo. En 1984, Chuy locoalición, tiene que haber gente que quiera ser parte de gró ganar el puesto de concejal del Distrito 22 que tanto una. Son las condiciones y las circunstancias las que prohabía anhelado Rudy, y lo hizo favorecido contundenteducen líderes. La comunidad necesitaba a un Rudy Lozamente por los votos de la comunidad negra de su distrito. no en ese momento. La comunidad necesitaba a un HaJuan Soliz ganó las elecciones del Distrito 25 también con rold Washington en ese momento. Aparecieron justo en el la ayuda de los votantes negros, aunque de ahí en ademomento en que podían dar respuesta a la difícil situalante este nuevo concejal decidió unir su suerte a la de ción de su comunidad. La gente tiene que sentir que exisVrdolyak. te la posibilidad del cambio, y ahí debe aparecer alguien En 1986, cuando el control del Concilio Municipal que lo alimente y cristalice.” dependía de lo que sucediera en el Distrito 26, Richard ¿Es que hoy en día no hay las esperanzas que había en Mell y su organización apoyaron a Manuel Torres, un aquellos años? “Quizás haya las suficientes para encender voluntario o ‘capitán’ de una subdivisión electoral usanla flama”, dice Davis. “Pero tendría que venir alguien que do como campaña lo poco que había hecho Washington realmente la convierta en fuego.” por los latinos. Su adversario era el entonces activista _____________________________________________________________ Luis Gutiérrez. Este último ganó por 20 votos; en pocas semanas, Torres y sus partidarios se las ingeniaron para Sergio Barreto. Reportero independiente. Publica generalmente en el que se hiciera una segunda votación gracias a que habían Chicago Reader. “descubierto” votos en algunas urnas sin sellar. “Eso deTraducción: Moira Pujols mostró a qué extremo llegaba el poder de la maquinaria”,

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n el año 2000, George W. Bush inició su campaña presentándose como el candidato de la unificación y llegó a definirse como un “conservador compasivo”. Sin embargo, desde que era gobernador de Texas hasta sus días en la Casa Blanca, pasando por su campaña presidencial, Bush ha manipulado el concepto de “raza” tanto para llevar a cabo su proyecto político como para consolidar su visión cristiana de derecha. En Texas, Bush fue responsable de la ejecución de casi 150 presos, la mayoría eran negros y latinos. Llama la atención que durante su campaña haya hecho un paréntesis para ir a Texas y supervisar la ejecución de Gary Graham (también conocido como Shaka Sankofa), de origen afroamericano y sentenciado a la pena de muerte a la edad de 17 años. En su paso por Carolina del Sur, Bush no quiso condenar el uso de la bandera confederada, símbolo de los valores de los supremacistas blancos. En este estado, dio un discurso en la controversial Bob Jones University, que hasta la fecha se opone oficialmente a las relaciones amorosas interraciales; Bush no se atrevió a críticar esta política universitaria y, en cambio, sí aceptó el grado académico honorífico que dicha institución le ofreció. Durante la elección, Bush obtuvo el 10 por ciento del voto afroamericano, una cifra muy baja en comparación con los candidatos republicanos del pasado. Y cuando surgió el escándalo electoral en la Florida, quedó claro que los “errores” en el padrón electoral –57 mil nombres, en su mayoría de ciudadanos negros no aparecieron en el padrón– constituía un esfuerzo más para mermar los derechos de los votantes afroamericanos e inmigrantes. En los últimos veinte años las diferentes administraciones se han dedicado a atacar los logros obtenidos por el movimiento de los Derechos Civiles de los años sesenta; no olvidemos que Bill Clinton también hizo un paréntesis en su campaña de 1992 para retornar a Arkansas y supervisar la ejecución de un afroamericano que sufría de retraso mental. Bush, en vez de dejar atrás estas prácticas, las ha recrudecido; y esto ha dado como resultado que la comunidad negra tenga cada vez menos acceso a trabajos bien remunerados, a buenas escuelas, a viviendas en condiciones dignas, a programas de Acción Afirmativa y a otros programas que tienen como fin aminorar el racismo. Curiosamente la administración Bush también ha representado un cambio en la práctica del racismo, ya que en su equipo de trabajo se encuentran los dos afroamericanos que han ocupado las posiciones administrativas de más alto rango en la historia de este país: la Consejera de Seguridad Nacional Condolezza Rice y el Secretario de Estado Colin Powell. Uno se siente tentado a afirmar que estos dos funcionarios son solamente títeres del poder ejecutivo; pero recordemos que durante los preparativos de la guerra contra Irak tanto Rice como Powell fueron figuras clave que se utilizaron para buscar el apoyo tanto al interior del país como en el extranjero. Ellos dos no son las únicas figuras prominentes de un fenómeno mayor; en la actualidad, hay afroamericanos que son también directores generales de American Express, Merrill Lynch y America On Line. Son sólo ejemplos de que un sector muy reducido de la comunidad negra se beneficia del poder político y económico a gran escala. Esta situación lleva a preguntarnos: ¿bajo qué condiciones debemos luchar contra el racismo en nuestros días?, ¿quiénes son los aliados de esta lucha?, ¿cuál es la posibilidad de crear un movimiento amplio que enfrente la política del presidente Bush?

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cana no tiene seguro de salud. Y hoy, las mujeres negras –que componen el 6 por ciento de la población– integran el 68 por ciento de los nuevos casos de SIDA. 63 por ciento de los contagios infantiles de esta enfermedad se dan entre los niños negros. Entre los jóvenes que delinquen por primera vez, los afroamericanos tienen 6 veces más posibilidades de ser enviados a prisión que los jóvenes blancos. Y en los delitos relacionados con la venta de drogas, la relación es de 48 a uno. Todas estas cifras no son tomadas en cuenta por el hecho de que los afroamericanos siguen teniendo muy poca representación política. En la historia del senado norteamericano, por ejemplo, sólo ha habido cuatros senadores negros; en estos momentos no hay ninguno. Sólo ha habido dos gobernadores afroamericanos, pero hoy tampoco se cuenta con ninguno.

¿Ha cambiado en algo la situación? Rosa Parks en la delegación de policía.

La situación de la América Negra Las estadísticas son el barómetro más claro para medir y determinar la calidad de vida de la sociedad estadounidense, y éstas muestran que los afroamericanos continúan a la zaga de los blancos en casi todos los campos. En 1999, el ingreso promedio de los afroamericanos era de 31,778 dólares, mucho menor que el ingreso promedio de los blancos, que era de 51,244 dólares. En 1995, el promedio de inversión de una familia blanca era de 18,000 dólares mientras que el de las familias negras era de 200 dólares. En 2001, el 30 por ciento de los niños negros y latinos vivía en la pobreza. Y para julio de 2003, The New York Times reportaba: El desempleo entre los afroamericanos se ha incrementado a un ritmo mayor que en cualquier período posterior a la década de los ochenta… Casi 2.6 millones de empleos han desaparecido durante los últimos 28 meses.

Dos estudios recientes muestran los obstáculos de tipo racial que enfrentan los solicitantes de empleo afroamericanos. Uno de ellos, de la Universidad de Chicago, descubrió que los solicitantes con nombres “típicos” de la comunidad negra (como LaKisha o Jamal) tenían dos veces menos posibilidades de que los llamaran para una entrevista de trabajo, en comparación con los solicitantes de nombres que corresponden a la comunidad blanca. El otro estudio llegó a la conclusión de que incluso los solicitantes blancos con récord criminal tenían más posibilidades de conseguir empleo que los afroamericanos que no tenían récord criminal. Veintitrés por ciento de la población afroameri-

Sería un error afirmar que la situación de los afroamericanos sigue igual que en los años que precedieron al Movimiento de los Derechos Civiles. Sin embargo, muchos de los logros legislativos que se obtuvieron en los años sesenta –desde la acción afirmativa hasta las medidas contra la segregación– viven hoy una constante amenaza. El impacto de ese Movimiento perdura en el sentido de que sigue transformando las actitudes y las percepciones que tienen millones de personas hacia los afroamericanos. La Kaiser Family Foundation y el Washington Post condujeron una encuesta llamada “Raza y etnicidad en 2001: Actitudes, percepciones y experiencias.” Una de las conclusiones del estudio indica que hoy en día la población blanca muestra mayor interés hacia la realidad de los afroamericanos que hace cuatro décadas; también señala que hay ahora un mayor contacto entre ambas razas y que un 55 por ciento de la población blanca considera que el gobierno federal debe garantizar el acceso igualitario a los servicios de salud. Señala además que para el 69 por ciento de dicha población el gobierno es responsable de que las minorías reciban “en las cortes y en los departamentos de policía un trato similar al que reciben los blancos”. De acuerdo a los autores del estudio The Forgotten Majority, Ruy Teixeira y Joel Rogers, “la lista continúa, pero cada cambio parece tener la misma dirección: mayor tolerancia, menor racismo”. Pero las conclusiones de estos estudios no son evidencia de que el racismo haya dejado de existir en los Estados Unidos; sólo nos deja claro que las percepciones de la población se han modificado considerablemente gracias al Movimiento de los Derechos Civiles y el acceso a puestos de elección popular.


¿Quiénes se benefician del racismo? Aunque las estadísticas muestren que las actitudes de la mayoría de la población blanca se han modificado en los últimos 35 años, aún sigue intacta la idea –particularmentre entre la izquierda– de que todos los blancos se benefician de la opresión racial que viven los afroamericanos. Muchos intelectuales de izquierda argumentan que todos los blancos se benefician del hecho mismo de ser blancos. Hay incluso académicos, como el notable historiador David Roediger, que le nombran a este beneficio “el privilegio blanco”. El título del libro de Roediger, The Wages of Whiteness, confirma la idea de que el ser blanco en los Estados Unidos tiene sus “ventajas”, sin importar la clase ni la conciencia social. A nadie sorprende el hecho de que muchos blancos tengan ideas racistas. Pero sí sería revelador explicar por qué muchas personas que no son blancas también las tienen. Karl Marx escribió que las ideas prevalecientes de cualquier sociedad eran las ideas de la clase gobernante: están en los medios de comunicación, en los libros de texto, en los planes de estudio, etc. Por ejemplo, en un referéndum racista y anti-inmigrante realizado en California en 1994, el 50 por ciento de los electores negros votó a favor. Con este referéndum se pretendía negarles a los trabajadores indocumentados el acceso a servicios básicos como atención médica de emergencia y ayuda pública. Probablemente, la mayoría de los afroamericanos asumió que los inmigrantes latinos les estaban quitando recursos gubernamentales y pensó que al votar a favor de la Proposición 187 mejoraría su propia condición económica. Desgraciadamente, dicha Proposición sirvió para generar un clima todavía más racista, ya que dos años después, en otro referéndum, se aprobó una ley en contra de la Acción Afirmativa en California. Hay una diferencia crucial entre las ideas y la realidad: muchos trabajadores blancos creen que tienen más oportunidades, pero la realidad que enfrentan es completamente diferente. Como señala Manning Marable en su libro The Great Wells of Democracy: “…en números sin precedentes, millones de ciudadanos blancos están enfrentando el desempleo, la pobreza y el hambre. El 50 por ciento de la población estadounidense vive en la pobreza; de este porcentaje, casi 18 millones son blancos. Uno de cada tres hogares blancos donde el sostén es una mujer, es pobre. De 1979 a 1991 el índice de pobreza casi se duplicó en las familias blancas en la que el sostén principal es un individuo entre los 24 y 35 años. Casi el 50 por ciento de las familias que recibe ayuda pública es blanca. En 1991, 12.6 millones de blancos recibieron servicios de Medicare… Para muchos de ellos, el Sueño Americano se ha vuelto una pesadilla”. En los últimos 25 años, el descenso de los salarios y de los niveles de vida ha afectado no sólo a los trabajadores blancos, sino a todos los trabajadores. Es parte de una ofensiva patronal que tiene como objetivo desbalancear aún más el equilibrio entre las clases sociales en beneficio de las élites económicas. La década de los ochenta ya se conoce como la década del saqueo; en ésta, los trabajadores de todas las razas perdieron poder adquisitivo al tiempo que los ricos se volvieron más ricos. El comentarista político Kevin Phillips considera que los años ochenta “vieron un surgimiento sin paralelo de ricos que no se había visto desde finales del siglo XIX, es decir, desde la era de los Vanderbilt, de los Morgan y de los Rockefeller”. Phillips también asegura que la década de los noventa produjo una mayor concentración de riqueza en pocas manos: “para el año 2000 ya se podía hablar de la existencia de una plutocracia; porque era prematuro equiparar la década anterior con el sistema plutocrático de los años veinte”. No es casual que los ataques a los niveles de vida de los trabajadores coincidan con el ataque a los logros de las luchas antirracistas de los años sesenta. Sin embargo, los ataques a los logros del Movimiento de los Derechos Civiles no comenzó en la década de los ochenta, sino cuando el demócrata Jimmy Carter estaba en la presidencia. Bajo su administración, la Corte Suprema dio un fallo en contra de la Acción Afirmativa iniciando con ello los ataques a los logros del Movimiento de los Derechos Civiles. Pero fue hasta la presidencia del demócrata Bill Clinton –a quien la escritora Toni Morrison considera el primer presidente negro– que se consolidaron los ataques que habían promovido Ronald Reagan y George Bush padre. Recordemos que al tiempo que perfeccionaba su política de “inclusión”, promoviendo un diálogo nacional sobre la raza y armando un gabinete que representara “las razas de América”, la administración Clinton ordenó el fin de docenas de programas de Acción Afirmativa. Clinton mantuvo –y defendió ante sus críticos– un código penal racista que sin lugar a dudas discriminaba a los adictos al crack de origen afroamericano. Clinton también presionó al grupo de congresistas negros para que lo ayudaran a eliminar de la Ley Penal de 1994 ciertas medidas anti-discriminatorias a la hora de dictarse la pena de muerte. Pero la más importante política social de esa administración fue su reforma a los

“servicios de ayuda pública”, que a lo largo de seis décadas había garantizado a las familias pobres un mínimo de ayuda pública. El esclavo y abolicionista Frederick Douglass fue más tajante al escribir a fines del siglo XIX, en condiciones mucho más violentas y racialmente más polarizadas que hoy en día: “La hostilidad entre los negros y los blancos del sur se puede explicar fácilmente; ambos son saqueados por los mismos saqueadores, y la hostilidad entre los blancos pobres y los negros pobres ha sido incitada. Los saqueadores los dividen para después conquistarlos”. Dada la alta concentración de riqueza en manos de unos cuantos, y dada la austeridad que impera entre las mayorías, la pregunta que se deben plantear los trabajadores blancos y negros es la siguiente: ¿cómo podemos luchar para reclamar lo que nos corresponde?, ¿podrán los trabajadores blancos y negros luchar bajo la bandera de una misma clase? La cuestión no es si los trabajadores adoptan ideas racistas o retrógradas –aspecto relacionado con la conciencia–, sino si esas ideas pueden ser transformadas. La Historia nos muestra de un modo categórico que las ideas racistas y retrógradas sí se pueden modificar.

Para una mayor comprensión de la política afroamericana Cualquier estrategia que tenga como fin la confrontación del racismo hoy en día, debe comenzar por comprender la naturaleza misma del racismo y el papel que juega en la sociedad. Asimismo, es importante comprender a las instituciones que contribuyen a crear esa atmósfera política que facilita el racismo. Finalizamos este artículo señalando algunos puntos cruciales a tomarse en cuenta: · Contrario a lo que afirman los conservadores y sus imitadores demócratas, el racismo aún existe en los Estados Unidos, restándoles oportunidades a los afroamericanos y a otras minorías. · El racismo actual curiosamente coincide con un innegable cambio en la actitud de la sociedad estadounidense gracias a logros del Movimiento de los Derechos Civiles. · Aunque todos los afroamericanos se hayan beneficiado con los logros obtenidos en las décadas de los sesenta y setenta, los que realmente salieron ganando han sido algunos sectores de la clase media negra, los mismos que se han ido integrando al sistema político y económico así como a sus instituciones políticas más importantes, especialmente el Partido Demócrata. · Debido a que un segmento significativo de la población negra se mantiene al margen de la vida política, la lucha contra el racismo ha retrocedido. Por esta razón el ataque de las últimas administraciones, tanto de Clinton como de Bush hijo, no ha encontrado una resistencia organizada. · Los logros más significativos para las minorías raciales provienen de las luchas que afectan a la sociedad como un todo, incluyendo a vastos sectores de la comunidad blanca. · Por último, comprender las particularidades del racismo en el siglo XXI es el primer paso para crear una estrategia que confronte y genere un movimiento que no sólo detenga los ataques racistas, sino que ofrezca cambios sustanciales en el futuro. Este artículo se ha enfocado primordialmente en la lucha contra el racismo que libra la comunidad afroamericana. Obviamente, es necesario ahondar la discusión para abarcar también las condiciones de los latinos y –dada la actual guerra contra el terrorismo– las de los árabes y musulmanes en los Estados Unidos. Sin embargo, la víctima histórica del racismo en este país es la población negra. __________________________________________________________________________________________ Keeanga-Yamahtta Taylor. Coolaboradora de la revista International Socialist Organization. Traducción: Raúl Dorantes

Guzmán. y Pulaski. Foto: José entre las calles Roosevelt Mural en el West Side


unque es reconocido por ser un visionario en su vida profesional, la vida íntima de Thomas Jefferson recientemente ha dado mucho de qué hablar. La historia registra que el tercer presidente de los Estados Unidos poseía esclavos y mantenía relaciones en forma clandestina con una esclava, la hoy tristemente célebre Sally Hemmings. La vida de Jefferson es el tema del último libro de Garry Wills, historiador de Northwestern University. El libro se titula “Negro President” Jefferson and the Slave Power. Studs Terkel, colaborador de Chicago Public Radio, conversó con Wills. GARRY WILLS: He admirado a Thomas Jefferson toda la vida, y todavía lo admiro, aunque después de haber escrito este libro, algunas personas podrían cuestionarme. Hace 25 años publiqué un libro en que lo elogiaba como filósofo de la Ilustración. Hace un año publiqué otro libro en que el analizo su vena artística. Pero nunca he dedicado todo un libro a una parte que deshonra su filosofía política: la protección y expansión de la esclavitud mediante la llamada “Cláusula de los 3/5” de la Constitución. STUDS TERKEL: Garry, pienso que Jefferson podría ser tu presidente favorito porque es casi un hombre del Renacimiento. Aun así eres lo suficientemente franco como para dedicarle un libro a esa “parte deshonrosa”, a ese otro aspecto tan terrible que tenía. Escuchemos primero la parte buena: las elecciones de 1800 y su significado: Thomas Jefferson contra John Adams. WILLS: La administración Adams estaba entablada en una especie de guerra contra Francia y temía que los estadounidenses no les fueran tan leales en esa pugna. Así que pasaron una ley que establecía que los inmigrantes podían ser deportados y los ciudadanos encarcelados por sedición si criticaban al gobierno. Y Jefferson, aunque era el vicepresidente de Adams, se opuso a esa ley con tanta vehemencia que redactó, secretamente, las Resoluciones de Virginia. Ahí declaró que esas leyes eran anticonstitucionales, y que el Sur debía bloquearlas usando su autoridad conjunta como estados. Solicitaron ayuda a otros estados, y aunque eso no llegó a suceder, el asunto fue lo suficientemente grave como para que Adams no fuera elegido. TERKEL: Hoy tenemos la aprobación de la Ley Patriótica. ¿Hay alguna analogía en esto? WILLS: La idea de que haya un francés o un comunista o incluso un terrorista debajo de la cama, por supuesto, nos sirve para armar hoy una analogía. Un enemigo externo le ayuda a la autoridad a generar miedo. Esto sucede en casi todas las guerras y las “cuasi-guerras”, y es lo que está sucediendo con nuestra guerra contra el terrorismo. Terkel: Hoy pensamos en Jefferson y la guerra contra el terrorismo. Y también estamos hablando de Jefferson como el arquitecto que construyó la hermosa Universidad de Virgina en Monticello. Pero en esta misma universidad se destruyeron los trabajos antiesclavistas de muchos estudiantes. Wills: Quería que la universidad se construyera en el Sur porque muchos de sus jóvenes se iban de Virginia a Harvard, Princeton y Yale. En Virginia no había una buena universidad en esos tiempos. Jefferson quería a gente que pudiera defender el sistema esclavista. Le dijo a la Legislatura que tenían que terminar rápidamente la universidad para que sus jóvenes se quedaran “en casa” y no se fueran al Norte a contagiarse de “restriccionismo”. Se refería a la idea de que el gobierno podía restringir la expansión de la esclavitud hacia los territorios, y Jefferson se oponía violentamente a tal idea. TERKEL: Cuéntanos sobre la Cláusula de los 3/5 y su relación con el presente. WILLS: Cuando el Sur fue a la Convención Constitucional de Filadelfia, contaba con un 40 por ciento de delegados y el Norte con un 60 por ciento. No confiaban en que el Norte pudiera proteger sus intereses. Así que si se contaban a los esclavos como parte de la

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población representada, la división debía ser más o menos de 50/50. A lo que los norteños se opusieron, pues consideraban inmoral recompensar a los sureños por tener esclavos. Por su parte, los sureños respondieron que no asistirían si el Norte no estaba de acuerdo con sus condiciones. Los norteños, conscientes de que se necesitaba la unión para poder legislar, propusieron tomar en cuenta a la mitad de la población de esclavos. El Sur dijo que eso no era suficiente, que debía ser por lo menos 3/4. Negociaron y llegaron a un acuerdo entre la mitad y los tres cuartos. De esa manera se llegó a la Cláusula de los 3/5 de la Constitución. TERKEL: ¿Es decir que un grupo de gente que era considerada propiedad, sin ningún tipo de derechos humanos, se usó para obtener 3/5 de su representación? ¿Explica esto el poder que tenía el Sur? WILLS: Sí, el Sur adquirió mucho poder como resultado de esto. El historiador Richard Brown dice que entre la inauguración de George Washington y el inicio de la Guerra Civil, el Sur fue el centro del quehacer político estadounidense. Y se trata de la etapa más importante de nuestra historia política. El Sur siempre tenía 1/3 más de los votos que se merecía en el Congreso. De esa manera pudieron bloquear todo esfuerzo que se hacía por evitar la expansión de la esclavitud. Incluso fueron capaces de amordazar al Congreso, al punto de que ni siquiera podía discutirse el tema. TERKEL: Me parece, además, que el Sur ganó la Guerra Civil en términos políticos y económicos. WILLS: Correcto. Porque al final de la esclavitud los negros eran considerados en el conteo, pero ellos no podían sacar ningún tipo de ventaja. Hay que señalar que oponerse a la esclavitud no significaba ser opositor del racismo. Estamos hablando de los norteños. Muchos de los abolicionistas decían que la esclavitud no era buena, pero que eso no implicaba que los negros fueran iguales a ellos. No significaba que pudieran votar, que pudieran tener matrimonios mixtos o que tuvieran los mismos derechos que los blancos. Significaba simplemente que no podían ser considerados como propiedad. El Sur argüía, con mucha sagacidad, que la esclavitud era una institución que había existido en todas las culturas occidentales. En Grecia, Roma y en la Europa Medieval. Pero en los Estados Unidos la situación era distinta. Porque en los otros lugares los esclavos se ganaban mediante la conquista: cuando se conquistaba un pueblo sus habitantes eran esclavizados. Pero los esclavos eran iguales e incluso mejores que sus conquistadores. Los romanos conquistaron a los griegos, pero muchos de los griegos eran mejor educados que los romanos, así que fueron destinados a la enseñanza. Pero en los Estados Unidos había esclavitud y había racismo, que se alimentaban y fortalecían mutuamente. Por la Guerra Civil nos deshicimos de la esclavitud pero no del racismo. De modo que las líneas de choque que se establecieron durante el sistema esclavista han continuado hasta los tiempos modernos, y el poder del Sur es todavía sólido y tremendo. El Sur sabía exactamente lo que quería del gobierno federal y votaba en bloque, mientras que el Norte siempre estaba dividido por cuestiones de clase, de sección y de religión. Por ejemplo, el Sur votó, con suma inteligencia, por mantener a las mismas personas en el Congreso, de manera que obtuvieran derechos de antigüedad. Y mediante ese derecho se ejerció presión en el Congreso hasta bien entrado el siglo XX. Incluso F.D. Roosevelt fue contenido cuando intentó montar una plataforma contra el linchamiento en la Convención Democrática de 1936. Por años, los demócratas del Norte postulaban a un candidato presidencial junto con uno vicepresidencial sureño. De esa manera, los del Sur amordazaron por largo tiempo toda crítica a las prácticas de linchamiento y de discriminación.

WILLS: De todos modos íbamos a expandirnos hacia el Oeste. Pero coincidió que Napoleón vino con una oferta, que resultó ser una ganga: una vasta extensión de tierra a un precio ridículamente bajo. Timothy Pickering, que era el opositor de Jefferson en el Congreso dijo: “Sí, vamos a tener más tierras, pero también habrán más plantaciones y con ellas más esclavos y más cláusulas de los 3/5. Esto significa que el razonamiento original de mantener el equilibrio entre el Norte y el Sur ya no se aplica. Deberíamos entonces enmendar la Constitución y eliminar la Cláusula de los 3/5. O, si no quieren hacer la enmienda, no expandamos la Cláusula a los nuevos territorios”. Pickering fue bloqueado, claro, por un Congreso en que el Sur tenía la mayoría del voto. En 1803, Pickering llegó a decir que si los Estados Unidos se estaba transformando en un país esclavista, entonces el Norte debía considerar el retirarse de la Unión. TERKEL: Pickering es mi héroe. WILLS: También el mío. Sin embargo, sus aliados del Norte le dijeron que en ese momento no podían separarse de la Unión porque no tenían el apoyo popular. Y Pickering, en cuanto a cualquier expansión de la esclavitud, continuó siendo la antítesis de Jefferson en el Congreso. A menudo se le da el crédito a Jefferson de haber sido el primero en decir que no debía haber esclavos en los nuevos territorios. Lo dijo en uno de sus artículos, pero luego se retractó. Fue Timothy Pickering quien desde el principio dijo que no debía haber esclavos en los nuevos territorios. TERKEL: Pickering ha sido subestimado y ninguneado en la historia de los Estados Unidos. A menudo se le considera un norteño mediocre, pero la realidad es que fue uno de los héroes de su tiempo. También era simpatizante de la Revolución Haitiana. WILLS: Era un hombre rígido y puritano, de Salem, Massachussetts. Fue Secretario de Guerra con Washington, Secretario de Estado con Adams. Pero antes de eso, cuando era el Director de Correos de la Armada, empleaba a negros para trabajar como redactores y carteros. Y luego pasó al Senado y al Congreso, y fue entonces que comenzó a oponerse a Jefferson. Con respecto a Haití, cuando era Secretario de Guerra, Pickering envió flotas en apoyo a Toussaint Louverture y su rebelión. En cuanto Jefferson tomó posesión, cortó relaciones diplomáticas con Toussaint y le dijo a Napoleón que si quería, los Estados Unidos lo ayudarían a aplastar la rebelión. Así que tenemos a Jefferson, el campeón de nuestra Independencia, convirtiéndose en enemigo acérrimo de la independencia haitiana. En aquel entonces Haití era la colonia más rica de Francia; suministraba la mitad del café, del azúcar y del ron a todo el mundo. Pero tenía una densa concentración de esclavos. Durante la guerra de independencia, los haitianos expulsaron de la plantaciones a los dueños blancos. Rápidamente, el presidente Jefferson dijo que se debería ayudar a los dueños para prevenir el influjo de rebeldes negros a los Estados Unidos. Pero como dije anteriormente, no sólo era Jefferson. El sistema esclavista estaba en todas partes; si querías tener una carrera en la política, no podías externar una sola crítica en contra de la esclavitud. Una cosa más: Pickering apoyó la Ley de Sedición, y por ello muchos historiadores no lo han perdonado. ______________________________________________________ Reproducido con autorización de WBEZ, 91.5 F.M. Traducción: Ricardo Armijo

TERKEL: Retrocedamos un poco. Tenemos a Jefferson, a quien has dedicado cuatro libros acerca de sus triunfos. Sin embargo, era un defensor apasionado de la esclavitud, llegando a ponerse virulento a la hora de atacar a los detractores de la Cláusula de los 3/5. WILLS: Pero él no era el único. La defensa de la esclavitud era un deber absoluto en el Sur. Y no se aplica sólo a Jefferson, sino también a Washington, Madison, Monroe y Jackson. Todos ellos defendieron el sistema esclavista. TERKEL: ¿Cuántos presidentes antes de la Guerra Civil tuvieron esclavos? WILLS: Diez de ellos y dos después de la Guerra: Andrew Jackson y Ulysses Grant. Y 18 de los 31 miembros de la Corte Suprema de ese entonces tenían esclavos, y no estamos hablando de simples simpatizantes sino de gente que verdaderamente tuvo esclavos. Los esclavistas controlaban el puesto de chairman del Congreso y el Comité de Medios y Arbitrios, que era el más poderoso del Congreso. TERKEL: Jefferson estaba encantado cuando los Estados Unidos compró Lousiana, porque esa compra representaba un mayor número de esclavos y un número mayor de congresistas gracias a la Cláusula de los 3/5. Esclavos trabajando en la Plantación de Pope cerca de Hilton Head, Carolina del Sur. Foto tomada de The Civil War.

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arias ciudades en los Estados Unidos se disputan el título de “Capital del blues”, pero se podría decir que todo se reduce a un duelo entre Memphis y Chicago. Memphis cuenta con la histórica y próspera Beale Street, de donde surgió el legendario B.B. King y su inseparable guitarra eléctrica Lucille. Pero mucha gente considera que Chicago le lleva ventaja a Memphis por el papel central que jugó en la evolución de este estilo musical; me refiero a la evolución que vivió el blues, desde su estado crudo y rural –traído por las olas de afroamericanos que dejaron la delta del río Mississippi después de la Primera Guerra Mundial con el objetivo de irse a las ciudades del Norte– hasta su encarnación eléctrica más sofisticada y estilizada conocida como “Chicago blues”. La edad de oro de los Chicago blues, que se da aproximadamente entre finales de la década de 1940 y la década de 1960, produjo algunas de las figuras más célebres del género, tales como Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Little Walter, Willie Dixon y Magic Sam. Aunque todos han fallecido, su influencia y su espíritu sobreviven en la Ciudad de los Vientos en la persona de Buddy Guy. Muchos conocedores ya consideran que Buddy Guy ha igualado, si no es que superado, la reputación de B.B. King como el guitarrista de blues más formidable de su era. Guy llegó a Chicago de Luisiana en 1957 y recorrió la escena de los clubes del West Side y el South Side de la ciudad, perfeccionando su técnica, literalmente, a los pies de los precursores arriba mencionados. Su extensa discografía incluye varias casas como Chess, Vanguard, Alligator y Silvertone. Para la década de 1970, se había dado a conocer por sus colaboraciones con el armonista Junior Wells, quien falleciera en 1998. El actual rey de la escena del Chicago blues también tiene su propio castillo, Buddy Guy's Legends, que se encuentra en el 754 al sur de la Wabash y que compró invirtiendo todos sus ahorros 14 años atrás. Este club es sin lugar a dudas el club de blues más exitoso de la ciudad, pues se ha convertido en una imprescindible parada para todos los fanáticos que nos visitan desde todos los rincones del mundo. En estos momentos, Guy está por finalizar su temporada post-navideña anual: un maratón de 16 presentaciones durante tres semanas que se ha convertido en una tradición. Cuando no está de gira, es posible encontrar a Guy en su club, incluso cuando alguien más está tocando: es el caballero sentado en un extremo de la barra de madera, justo a un lado de la puerta. “Yo me siento aquí y trato de darle las gracias a la mayor cantidad de gente posible”, dice Guy, de 67 años, con una voz suave, una Heineken en la mano y un leve acento de Luisiana. “Si no me estuvieras entrevistando, estaría sentado, respondiendo las preguntas de la gente. Si llegara a tener mucha fama, no lo podría hacer”. Y aunque por lo regular Guy se encuentra en el local, su presencia no es simbólica. Él describe a su equipo de personal como “el mejor grupo que podría tener”. Junto con ellos, administra el Buddy

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Guy's Legends, que cuenta con una capacidad para 400 personas en el floreciente distrito del South Loop. “Honestamente, yo no recuerdo haber tenido ni siquiera un pleito aquí, a pesar de que estamos vendiendo ese líquido que te hace actuar raro”, dice Guy con un guiño mientras se ríe y señala el surtido de botellas de licor detrás del bar. “Todo parece estar bajo control. Todo el mundo está contento y divirtiéndose y disfrutando de la noche.” Claro que ocasionalmente se topa con pequeños obstáculos. En mayo de 2003, el club fue clausurado unos días por el gobierno de la ciudad cuando se descubrió alguna evidencia de que había ratones, pero el problema fue prontamente corregido y el club pudo

Buddy Guy. Foto tomada de NETA online. Foto: Brian Blouser.

reabrir sus puertas. Y en 1999, el Columbia College compró el edificio y Guy anunció que se mudaría a unas pocas cuadras de ahí, pero la fecha de reubicación no se ha dado todavía. Antes de abrir el Legends, Guy ya conocía bien el teje y maneje de los clubes. Por 13 años administró el reverenciado Checkerboard Lounge en el South Side, que por cierto cerró recientemente. En la ciudad se abren muchos bares con el apoyo de amigos seguidores del blues, pero si entre dichos amigos se cuenta con estrellas de la talla de Eric Clapton, The Rolling Stones y Stevie Ray Vaughan, el éxito del club parece no estar tan lejano. En el caso de Vaughan fue particularmente cierto porque Guy y el joven guitarrista de Austin, Texas, se admiraban mutuamente. “Stevie vino a la ciudad en ese entonces y me dijo que no tenía dónde tocar

conmigo”, explica Guy. Después de escuchar a otros músicos que se quejaban de lo mismo, en 1989 abrió su bar. Pensar que el South Loop iba a prosperar era un sueño. Fue entonces que llamó a su amigo Stevie Ray, cuya popularidad iba en ascenso. “Stevie fue el primero de los grandes”, recuerda Guy. “Él me dijo, ‘Dime dónde y cuándo’, así que lo traje y esa noche se llenó el lugar, y poco a poco hemos llegado a donde estamos hoy.” Casi un año después, Vaughan murió en un accidente de helicóptero minutos después de tocar en East Troy, Wisconsin, en una sesión improvisada junto a su hermano Jimmie Vaughan, Eric Clapton, Robert Cray y Buddy Guy. En la pared del Legends cuelga una inmensa fotografía de Stevie Ray tocando su guitarra durante ese último concierto. Otro momento clave para el Legends ocurrió en noviembre de 1994, cuando Clapton hizo a un lado su gira llamada “Nothing But the Blues” para tocar tres noches seguidas en el bar de Guy. Era la versión blues del paraíso. Hay que señalar que hace ocho años, Guy tuvo una ocurrencia, quizá como resultado directo de sus varios años de andar de un lugar a otro tocando a través de remotos y fríos lugares en los Estados Unidos y Canadá. Ya que ahora tenía un espacio que consideraba su hogar, se preguntó: ¿por qué no quedarme en Chicago durante el mes de enero e invitar a mis legiones de fanáticos al Legends? La idea pegó de inmediato y sus conciertos postnavideños se han hecho enormemente populares. “Mis amigos me dicen que soy el dueño de bar más ocurrente que han conocido, porque se me ocurrió armar estas tocadas en el mes más lento para los clubes… La gente acaba de pasar las fiestas y quiere relajarse y pagar sus cuentas y cosas por el estilo. Así que yo salgo al escenario a tratar de reanimarles un poco la cosa durante esos días.” Guy está convencido que todo artista genuino de blues, sin importar lo famoso que sea, nunca deja de sentir la necesidad de regresar a los clubes que lo ayudaron a madurar al inicio de su carrera. “A mí no me importa cuán famoso nos hagamos y cuán grandes sean los lugares donde tocamos”, dice él. “En última instancia, todos estos artistas te dirán que prefieren tocar en donde empezaron porque los clubes de blues los traes en la sangre. Yo empecé en los clubes; Muddy [Waters] y Little Walter y todos ellos, empezaron también en los clubes. Cuando yo llegué a Chicago, ya había unos clubes de blues buenísimos. La mayoría ha desaparecido. Alguien tenía que mantener la tradición con vida, así que pensé que era mi deber hacerlo. Digo yo: si no tienes clubes, ¿por dónde vas a empezar?" ___________________________________________ Wayne Hearn. Periodista y escritor estadounidense especialista en blues. Radica en Chicago. Traducción: José del Valle


has opened its department of Spanish editorial services. We offer: n qué tono está la canción? –Le pregunté a Johnny gritándole al oído para que me oyera por encima del estruendo de la batería, del bajo y de los demás instrumentos, –¡Para tocar blues no necesitas saber el tono!, ¡¡sólo toca!! Había conocido a Johnny unos días antes, en su casa, en pleno South Side, que es como el Congo Belga en el sur de Chicago. Buddy Scott –al que podría llamar mi padrino del blues en Chicago– le había dado mi teléfono porque estaba buscando guitarrista para un bolo el domingo siguiente en un conocido club del Norte: Blues on Halsted. Con un auto prestado y moribundo (el auto, no yo), me fui hasta el South Side, viendo cómo la fisonomía de los transeúntes se transformaba lentamente de blanca a negra, pasando por toda la gama intermedia. Encontrar la casa fue una odisea. No se puede andar preguntando un domicilio por esos barrios porque tu color de piel ya es una declaración de principios. Así que tras dar varias vueltas encontré la casa y llamé al timbre, aferrado a mi guitarra, como si fuera un pasaporte en tierra extraña. Me abrió la puerta la mujer de Johnny, una señora alta y delgada, de unos cincuenta, secándose el pelo con una toalla y medio cigarrillo encendido atrapado entre sus labios. Me hizo pasar a una salita de espera anexa al comedor, mientras iba a advertir a su marido de mi llegada. Me quedé sentadito junto a un perro de porcelana que formaba parte de la decoración surrealista de la sala; lo más destacado sin duda era la fotografía, colgada en la pared, de la pareja recién casada dentro de una copa medio llena de coñac, un truco fotográfico demoledor en su mensaje. A pocos metros unos niños luchaban por el control remoto de una televisión de dimensiones sobrenaturales, mientras a lo lejos escuchaba la tos seca de Johnny, que se acababa de despertar. Eran las cuatro de la tarde. Bajamos al sótano de la casa y entre el ruido de la lavadora y la ropa tendida, empezaron a llegar los demás músicos. Me hicieron un montón de preguntas acerca de mis influencias, que por qué había venido a Chicago desde Barcelona si allá se escuchaba el blues. Supongo que les resultaba exótico que un muchacho de unos veinticinco, con aspecto de haber sufrido más bien poco, recorriera diez mil kilómetros dejando atrás a su familia y a sus amigos para tocar una música de la que a duras penas entendía sus letras. Repasamos el repertorio por encima, y cuando terminamos el bajista me dijo con satisfacción: –El blues no lo viniste a buscar, ya lo traías desde Barcelona. –Parece que estás contratado –apostilló Johnny. Actuamos ese domingo. Éramos diez músicos en un escenario diminuto. Un servidor era el único blanco, y además extranjero. Hacía un calor de mil demonios, pues estábamos en pleno agosto. La banda sonaba sensacional, a pesar de que yo no me sabía la mitad de las canciones y de que los nervios de mi debut me tenían paralizado. El público, siempre muy receptivo, aplaudió como loco. Me hicieron bajar del escenario durante

uno de mis solos mientras la gente bailaba alrededor. Johnny cantó como nunca y no dejó de maltratarme ni un segundo durante todo el concierto. Sin dejarme esconder detrás de mi guitarra me gritaba: play the blues man, play the blues. Tal vez no fue un buen concierto para mí, desde el punto de vista técnico, pero fue una de mis mejores lecciones acerca de la quintaesencia del blues, más espiritual que técnica, por supuesto. Esa noche, pues, quemé mis inseguridades en el fuego de los poderosos sonidos de esta música directa y visceral frente a una multitud que presenciaba el aquelarre moviéndose convulsa, como victimas de alguna suerte de exorcismo. Ese fue mi bautismo en el blues. Fue en el verano del 91. Johnny Sayles –cantante que grabó con diferentes artistas de gran influencia para mí– murió poco tiempo después. También se fueron Buddy Scott, Lefty Dizz, The Professor, etc., gente con la que compartí escenario; y aunque no llegaron a ser tan famosos como Muddy Waters, Howlin’ Wolf o Elmore James, sí formaron parte de la cadena de artistas que mantiene el estilo vivo a través de los años, que siguen contando historias. Porque si algo le queda al blues de sus raíces africanas, es con toda seguridad su tradición oral, lo que exige dos cosas: una buena historia que contar y una audiencia a quien contarla, formando así un círculo mágico. Personalmente, después de casi quince años en la escena, me siento como de la familia, colgado en la pared, dentro de una copa de coñac medio llena y mirando a un perro de porcelana. ____________________________________ Eduardo García. Barcelona, España. Blusista/Escritor radicado en Chicago desde 1990.

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Eduardo García.

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pesar de ser el primer país latinoamericano que lograra su independencia, Haití aún carga con lastres propios de la época del esclavismo: pobreza extrema, represión sistemática, asesinatos impunes, etc. Además, en sus doscientos años de vida independiente, no ha dejado de tener gobiernos abiertamente autoritarios. En este contexto la elección de Jean Bertrand Aristide representó una esperanza, pero desafortunadamente los hechos de violencia ocurridos recientemente nos llevan a preguntarnos si el actual presidente ha caído también en las prácticas de sus antecesores. Pues casi a diario leemos en la prensa que en la presente administración se incurre en la represión para silenciar a los jóvenes universitarios que se manifiestan en las calles. Para comprender lo que sucede hoy en día en Haití, es importante obsevar el papel que juega la religión en el quehacer político de esa sociedad. En la siguiente entrevista, el escritor Max Dominique reflexiona sobre la manera en que se entrecruzan el catolicismo y el vudú con la política. ¿Cómo se presenta hoy día la confluencia de la política, la religión y la cultura en la sociedad haitiana? En la historia de Haití siempre ha estado presente una confluencia de las prácticas religiosas y el poder político. Por ejemplo, para las guerras de independencia se habla de la función que tuvo el vudú, especialmente después de la famosa ceremonia de Bois Caiman. En ese momento hacía falta una fuerza interior para que los esclavos se liberaran. La encontraron en el vudú. Para ese entonces se sabe de grupos de sacerdotes católicos (sobre todo franciscanos) que apoyaron las luchas de los esclavos. Es muy difícil separar la religión y la política, pero hace falta hacerlo, especialmente porque ahora podemos caer en una especie de poder religioso, poder mítico, ya que, por ejemplo, tenemos un ex sacerdote como presidente. Aristide, como muchos de nuestros presidentes anteriores, se sirve de la religión para mantener su poder. En los años ochenta la influencia de la teología de la liberación fue muy fuerte en Haití, especialmente con la aparición de las comunidades de base. Vinieron sacerdotes de Brasil a explicar el sistema de las comunidades de base, de una iglesia donde el mensaje de la fe está muy ligado a la vida cotidiana de la gente con sus conflictos y con su relación con las fuerzas de represión. Desde entonces, la Iglesia católica fue una punta de lanza de combate del pueblo haitiano. Los acontecimientos políticos del año 1986 fueron una victoria de un pueblo acompañado y cohesionando por la Iglesia de base, por la Iglesia popular. Después de la caída formal de la dictadura de Duvalier, la jerarquía católica (que con su Radio Soleil jugó un papel importante en defensa del pueblo) se alineó al lado de los gobiernos militares y la Iglesia de base no aceptó esta línea al considerar que esos gobiernos eran un duvalierismo sin Duvalier. Las prácticas del duvalierismo estuvieron presentes en los gobiernos de Namphi y Manigat. Todos los gobiernos que vinieron después del de Prósper Avrie fueron gobiernos con el poder de las Fuerzas Armadas duvalieristas, que no fueron destruidas, con alta presencia de tontons macutes, esta vez con otros nombres como atachés. Fue la misma realidad con otra denominación. Actualmente el pueblo de Haití se da cuenta de que el Estado no ha cambiado y que para mantenerse en el poder el gobierno de Lavalás cae en la misma práctica que los neoduvalieristas. Desde el primer gobierno de Aristide había señales de esta desviación. Estas señales se hicieron presentes cada vez más después del regreso del gobierno constitucional, hasta el punto que hoy día caímos en un estado de anarquía. ¿Existe cierta tendencia del Estado a utilizar la religión de manera fundamentalista? Bueno, la cosa no es tan simple. Por ejemplo, cuando usted observa la religión popular que es el vudú –y claro que es una religión con sus sacerdotes, sus templos, sus ritos y todo eso–, pero también es una cultura que

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Ceremonia de vudú en Plaine du Nord, Haití. Foto: Daniel Kedar.

pertenece al espacio mítico de todo haitiano, lo mismo para los de la burguesía que para el pueblo. Pero cultura que ha penetrado a las ciudades por medio del lumpenproletariado, por medio de los lazos entre burguesía y pueblo y por medio de la migración. François Duvalier se apoderó del imaginario haitiano para mantener su poder, al establecer relaciones privilegiadas con los houngants (sacerdotes de la religión vudú) que practicaban no solamente la religión vudú pura, sino también maleficios de la magia. Entonces los acontecimientos del año 1986 fueron una búsqueda de todas las huellas de los aspectos mágicos del gobierno de Duvalier y fue una persecución a ese tipo de vudú. Por eso el vudú tiene su brazo armado que está relacionado con las sociedades sagradas, que también cometen crímenes rituales. ¿Ésa es la parte del vudú vinculada con Duvalier y su dictadura? Duvalier estudió especialmente las sociedades sagradas con su colaborador Lorimer Denis y escribió sobre el rito Petro, que es un rito más duro que el rito Congo o el rito Nagu, los grandes ritos de la religión que vienen de Dahomé. Actualmente podemos encontrar muchos santuarios en las llanuras de Gonaive. Aristide, quien conoce muy bien a la Iglesia católica, se apoderó de todas las fuerzas populares de esta Iglesia. Pero como los que practican el vudú son también católicos y protestantes –ya que el vudú es la religión popular debajo de todas las otras prácticas religiosas–, por extensión Aristide también tiende a apoderarse del vudú. ¿Aristide ha tenido una real apropiación del vudú? Contrario a la religión cristiana, con el vudú sería más difícil confirmarlo. Pero, al igual que en las iglesias, el vudú esta dividido entre los que apoyan a la dictadura –a la dictadura en formación, porque es claro que es una dictadura con una represión muy salvaje, muy dura– y los que no la apoyan. ¿Y qué ha pasado con el vudú, los houngants, con relación a Aristide? Aristide fue visto al principio como un adversario de los houngants, pero rápidamente éste estableció lazos amistosos, pues no creo que ningún presidente pueda durar algún tiempo en el poder si no pacta con los houngants. Max, ¿dónde residen las fuerzas de esperanza del pueblo haitiano en los ámbitos espiritual, cultural y material, que podrían redimirlo?

La religión ofrece al pueblo haitiano mucha fuerza interior, no solamente para resistir –especialmente la línea de la teología de la liberación–. Laënnec Hurbon, uno de nuestros intelectuales más importantes, escribió un libro sobre la transición política hacia la democracia. A raíz de esta publicación yo escribí un artículo sobre la función de la teología de la liberación durante todo este período, en el que reseñaba que ahora los católicos están más abiertos al vudú. Se habla de un vudú cristiano, porque el vudú practica el sincretismo, lo cual es también una forma de sobrevivir. El vudú se apodera de las creencias católicas y las incorpora en su sistema, pero cambia totalmente lo original. Es un poco lo mismo a lo sucedido con Santiago de Compostela –un primer mártir de la Iglesia cristiana por su lucha contra los moros–, quien fue un guerrero. Santiago de Compostela fue adoptado por el vudú y tiene parte de los dioses de la guerra con Ogou Ferraille, Ogou Badagris... Ahora la fuerza que ataca mucho el vudú es el protestantismo. ¿No lo asimila? No lo asimila, lo enfrenta fuertemente. ¿Y cómo está el protestantismo en Haití? El protestantismo en Haití se está expandiendo cada día más. ¿Es el protestantismo una amenaza para el vudú haitiano? No solamente para el vudú haitiano, sino también para la religión católica porque los protestantes ahora son más de un millón en Haití. ¿Cómo se explica eso? Por una profusión de sectas americanas que vienen sobre todo de los Estados Unidos, las cuales son muy agresivas contra el catolicismo y el vudú; sobre todo los Adventistas y los Testigos de Jehová. En este entorno que tú nos describes, ¿cuál es la situación de la literatura, de los intelectuales? Yo, como crítico literario, siempre trato de poner las relaciones de la literatura con el mundo, con la sociedad, con la realidad. Pienso que siempre hay una conexión entre todos los aspectos. Ahora se habla más de literatura como un texto cerrado sobre sí mismo. Yo no entro en esto porque yo pienso que los escritores escriben con su sangre, escriben con su carne y escriben relacionados con su ambiente y su época. Mucha gente me ha reprochado el hecho de vivir la literatura como si fuera un mundo real cuando la literatura es sólo ficción. La crítica literaria me parece un arma para el avance de las luchas populares, una forma de luchar.

__________________________________________ Esta entrevista fue realizada el15 de febrero de 2003. El viaje a Haití fue facilitado por Helvetas-R.D. como parte de una iniciativa de intercambio cultural auspiciada por la revista Xinesquema.


deshoras

Poesía en

tránsito ste número de deshoras está dedicado a la poesía dominicana. Como ocurre al tratar de definir cualquier poética nacional, las complejidades con las que nos atravesamos demandan un trato más detenido y extenso que no puede realizarse en este espacio. No obstante, lo que sí puede decirse de la producción poética presentada en esta entrega de deshoras es que refleja un tránsito. Hay un tránsito,

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pues, y no sólo el físico entre Santo Domingo y Nueva York. Al leer la prosa de José Mármol, por ejemplo, nos encontramos con la abdicación de la fe. Lo mismo ocurre en los versos de Julia Álvarez. En ambos la carne se impone al espíritu: este desprendimiento, este tránsito podría bien ser el famoso salto que Kierkegaard demandaba de los creyentes, pero a la inversa. Lo que descubrimos en estos poemas es el vacío, y hacia él se transita. En los casos respectivos de Enriquillo Sánchez, Miriam Ventura y Martha Rivera el desplazamiento es distinto: en los dos primeros el desprendimiento es de personas concretas, mientras que en el último es de la vida misma. Otro tema recurrente es el del mar, pero ése es un mar que el lector debe navegar.


Enriquillo Sánchez

Patricia Acosta: Alma y sus ventanas, óleo sobre lienzo, 2000

Un poema arisela baila. Traza en el limo del viento unas rayas de tafeta helada, mientras la brisa engulle higos, higos maduros como sus ojos o higos maduros como sus hidras unánimes e intactas. Yo no sé. Nadie conoce sus razones. Póstuma, tal vez, póstuma como toda razón, una muchacha que baila es una muchacha que muere o dibuja. Estábamos juntos en un undoso orégano inicial. Deseamos un cuerpo en la noche –aquí, aquí el fosco grafito marinero– y apenas pronunciamos el agua y su quinina, el agua y sus álgebras. Somos enemigos. La noche es enemiga: come cuerpos y divinidades y se desliza en las habitaciones de la música con una vocal de golondrina. Nos garabateamos. Ella tiembla en mi pecho. Ella es la nodriza de la noche. Y toca aldabas. Duerme. Ahora duerme. De puntillas, esbelta en el fragor de una lu-

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na que nombran los espejos agrios y mendaces, rota en su cáscara de nocturna sandía clamorosa, vigía lábil, niña bisiesta del oleaje que los gatos adivinan, trigo antes que el trigo pregonara, íntegra a lo mejor porque la lluvia –la lluvia, el pan, los trenes– averiguaron su casa un día de cendales o noticias, ella duerme. Duerme hacia los peces y duerme hacia sí misma (como si durmiera hacia mi lengua). Está escrita. Está escrita con limón agrio en los geranios de mi peroné que otro mancilla sin nobles argumentos. La memoria cesa. El poema propone la abolición de la memoria. Marisela es eterna. Un rayo dispone la eternidad como si dispusiera una mesa de comensales armados con los rostros del honor. Yo no tengo memoria ni fardos memoriosos. Tengo –aquí, en la página, en el centauro breve de la página, didáctica,

con ese claro escozor didáctico de la primavera– una muchacha a la que digo Marisela. Baila. Puede bailar o tronar o estallar en astillas que las olas proclamarían con su cetáceo furtivo, a dulces dentelladas lentas y cabales. La tomo de la mano para olvidar quién soy, yo que me pido prestadas las palabras para inquirir los huecos preclaros que alguna vez habito. El inquilino es el otro. Yo pido prestada a Marisela, donde quiera que alce la voz o eduque la nieve, asunto quizá de su cintura. Está en la noche, en las consejas, en el mar. Está en las dunas. Delira. Delira en enero. Crece como un silencio de almeja o de incienso, pobres y rudos los leños para hacer el fuego que presume, ciega, la escritura. Está descalza. Está siempre descalza. Se parece a la palabra goleta o a la palabra cedro. Ahora partirá. En breve partirá. Es ésta la

eternidad y es éste su relámpago ágrafo. Los dioses no auspician nuevas catedrales a la orilla de la sal porque los dioses temen la suerte de sus vástagos. Marisela se desnuda en mi boca como una fruta podrida. Sabe a caña o a caimito o a ámbar o a champeche. Sabe a gloria, mientras tocan a rebato las campanas de azúcar y de lluvia, domingueras. Viva el alba. Yo arribaré a la ciudad prohibida. Ha concluido mi lengua. Marisela dice adiós desde los mástiles sagrados.

__________________________________________ Enriquillo Sánchez: Santo Domingo. Sus poemarios incluyen Pájaro dentro de la lluvia, Convicto y confeso y Memoria del azar. Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío 1985, Nicaragua.


Martha Rivera

Por caminos de Periclis Yanopulos Bellísima en su sueño se tendió la mar… Odysseas Elytis …la mar en torno y hasta el sol, muerte entre las muertes Costas Cariotakis

Más lejos del mar cuando más cerca (porque lejos del movimiento y de la sombra están los cuerpos que contemplan sus espejos). Lejos de esa cifra de estrellas filosas, caracoles de cristal, peces blancos y dorados, algas pequeñas que se ensartan a los corales oscuros y monumentales, (mar que inventamos para creernos salvados de lo que somos). Entregado mi cuerpo al abandono de los barcos cerca de las olas que chocan en mi carne y descienden lentamente (sin memoria, sin olvido), olas que limpian mis pupilas de otros rostros, aguas espesas y negras.

Esta lúgubre manía de vivir He de volver, del fondo a lo intangible, párpado seco, lengua del silencio. Caricia, seno, forma, han de volver. Herida negra que duele a la palabra. He de volver y conmigo el cuerpo que me es, y conmigo el corazón de perro que me llora, he de volver desdiciendo mis huellas. Ya la nada no piensa en mi existencia (ese abismo donde ella se niega y yo me oculto)

Yo, el cadáver azul, amanecido el pecho en el insomnio del faro, escuchando el sonido de un mar que me bebe rota una estatua contra la pelvis (lámpara frágil que oscila entre el ser y el no ser) párpados lívidos cosidos a la faz. Yo, el cadáver azul, soy río y he descubierto, al fin, que el mar es siempre ajeno.

______________________________________________________________________________ Martha Rivera: Santo Domingo, autora de Transparencias de mi espejo y Geometría del vértigo.

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mirada cómplice

Patricia Acosta: Germinando, técnica mixta, 2003

E l u niver so “ c u a tripogaláctico” d e P atricia Acos ta Delia Negroo n la producción pictórica de esta joven mexicana, se destaca un solo lenguaje, un solo camino para expresar las emociones. Su plástica es un dinámico y vertiginoso diálogo con el mundo que la rodea y también con el universo mismo. La artista, a través del camino de la abstracción, intenta encontrar y encontrarse, ver y verse en su propio cosmos; intenta trascender más allá de las formas, del color, de lo cotidiano, y por este camino se concreta en una exploración de lo subyacente. Esta búsqueda la conduce a un lenguaje expresivo de acelerado movimiento, a una vorágine onírica, que concreta la imagen y la diluye en el mismo instante pictórico. Acosta parece comprobar como una necesidad personal e intangible, que como individuos, somos parte del universo; y que así como nosotros pertenecemos a él, todo él también nos pertenece. Los vectores de su trabajo son el movimiento rítmico-ondulante de su pincelada de colores vibrantes, y su constante y ansiosa inquietud de exploración e investigación. La evasiva meta que la pintora pretende alcanzar, es mirar más allá de la superficie de las cosas; pero la ironía y la parodia, la formación y la deformación, la construcción y la “des-construcción”, la conducen por un lenguaje plástico abstracto, la llevan a una síntesis casi total de las formas y la introducen en lo netamente emocional. Según Acosta, las emociones se expresan en forma líquida: sangre, sudor, lágrimas, amor; y es el agua misma, lo líquido por excelencia, el principio de todas las cosas. Su trabajo transita entre la pintura y la escultura, pasando por muchas otras técnicas expresivas; técnicas que son el producto resultante de su

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Patricia Acosta: Ósmosis de Camila, óleo sobre lienzo, 1999

búsqueda para encontrar una respuesta a la eterna interrogante del hombre: su propia existencia. La obra Alma y sus ventanas, excelente ejemplo de su lenguaje expresivo y comunicativo, nos hace trascender de lo cotidiano: es el concepto abstracto de alma o es Alma en persona, es la transparencia o es la nebulosa del vítreo material, es la forma o es la geometrización de lo abstracto. No lo sabemos. Ella no encontró la respuesta... nosotros tampoco podremos encontrarla. Esa dualidad semilíquida de los orígenes del universo y de su propio universo, aparece hasta en los títulos de sus obras; imágenes que se concretan y se diluyen: Danza onírica, Ducha con peces, Ósmosis de Camila, Cantando bajo la Luna. Fiel a sus propios orígenes, Acosta responde como el ser mexicano que lleva adentro. Según Carlos Fuentes la tierra mexicana tiene sus propios “orígenes”; sin embargo otras regiones del planeta tienen solamente sus “comienzos”. Y por este mismo camino de formación y deformación, la artista va más allá y llega a modificar o inventar palabras para encontrar un título a sus obras: Zinéxtasis, Lluvia acídica, Dingolondango, Cuatripogaláctica. El lenguaje formal no le brinda las palabras capaces de expresar esa idea de lo inasible, esa idea que se le escapa del lienzo y de su producción artística. Es en su Autorretrato, en esa imagen de “encuentros líquidos” donde ella misma se concreta, es la imagen que se forma y se deforma, que se solidifica y se diluye, es la imagen que es materia y es emoción. Y éste es el puente cosmogaláctico o “cuatripogaláctico” que Acosta usa para comunicarse con su público; público que sufre y disfruta la misma y diaria problemática de respuestas inasibles y de preguntas incontables. ____________________________________________________________________________________________________________________________ Delia Negro: Profesora de español del Instituto Cervantes de Chicago. La exposición de Patricia Acosta abre el viernes 13 de febrero a las 6:30. Cierra el 5 de marzo. Galería La Llorona 1474 W. Webster (773) 281-8460

Patricia Acosta: Maraña, óleo sobre lienzo, 2000

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Miriam Ventura

Apartamento contiguo Bastaban cinco toques en la puerta para que el León se reconociera débil transferible, no tenía más que un pie para precisar la muerte dulce agonía de sus tardes oblicuas / confusas / asexuadas / cinco toques abrían a la nostalgia de un amante del pasado vista en sepia su mente rendida a los toques el León aun olía el lugar sin nombre en el cuerpo de mujer él, curador protozoario delinearía su vellos a un pasado postmágicos... tangibles esos toques regalaban dos veces por semana una muerte asammoha de la cual el León entraba y salía como algodón de empachado del hueco líbido de los que no reconocen sexo en Dios Esos toques en la puerta dimensionaban la sangre Puerta como abismo, acciones femeninas un cuerpo de mujer dispuesto donde el León taimaba como propio [mayensta] los exclusivos olores de sus amantes... posesión y mimesis de los hombres de su vida Bastaban cinco toques para el León sediento Un solo paso en un cuerpo en una puerta, deidad de lejana advertencia en su rostro un pequeño globo explotó el seis de marzo en un edificio de los sures. Se correrían para siempre las cortinas... Último toque jugueteando en los oídos del apartamento contiguo toques dos veces por semanas en la puerta del León... agitándole la sangre.

____________________________________________________________________________________ Miriam Ventura: Santo Domingo, periodista radicada en Nueva York. Autora de Poemas de la noche, Trópico del otoño y Claves para fantasmas.

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Patricia Acosta: Tirlangas, óleo sobre madera, 1998

Ay Muma... Ay Muma... He perdido un alfiler dorado Todo tesoro todo en el bloque se desborda Las niñas que me ayudan le llaman imperdible he perdido el alfiler dorado ¡ay! Muma no más cartas para Nueva York En la ronda del recreo he perdido mi alfiler dorado... Demasiado dorado para sobrevivir Lo perdí cuando apareció con la inscripción de un nombre a cuesta Éramos mucho para la abuela que había comprado una muerte Que tenía la muerte en el alma En su Palmar Todos lloramos en sus ojos, sospecho que también yo antes de los amoríos de papá y mamá Le habían vendido una muerte en los aserraderos Ismos y prismas. Ellos también perdieron su alfiler dorado


José Mármol

Patricia Acosta: Semilla negra, piroxilina sobre aluminio, 2002 Patricia Acosta: Sin títlo, óleo sobre madera, 2002

Deus ex machina Arroja tú los dados, Señor, te ha llegado el turno y es invierno. Arrinconado está el tridente, una piel de ceniza cubrió las cordilleras. Señor, he aquí el canto de la luz a ti debida, en la quietud del mar y discreción tan pura de la noche infinita. He aquí a tu hijo Elfuego, ardiendo con su tacto la superficie toda y al agua seduciendo con su lengua dorada. Ved aquí, Señor, su hermanastra Elalba, hierofanta líquida, posesa de las formas. Ellos narran en su tremendo idioma las celebraciones, la obediencia y el pecado. Arrójanos tú esta vez, Señor, la semilla y el varón de la especie más sana. No lo anuncies al azar, porque deviene llanto y se alza con el tibio rumor del pavimento, y otra vez se nos pierde, nos castiga, nos repudia. Que nadie sino tú, oh Señor, esgrima esta vez el cuchillo del jifero; madure un acorde cuando la vida cese y la lluvia limpie, sorpresiva, las caderas uncidas de los copulantes. Arroja tú los dados, Señor, te ha llegado el turno de lo ineluctable. Despídelos sin miedo de tu anchurosa mano, porque a los ocho lados la suerte nada espera, y hacia la muchedumbre y el desastre apunta el cielo. Arrójalos tú, Señor, te ha llegado el turno y es ardiente verano.

Retrato de mujer En tu boca tiembla un pájaro tirado a lo sediento. En tus dedos, templos altos de luz andan despiertos. Habla con tu voz aquel ángel seducido por una magia, un cuerpo, un vocablo insospechado. Nada por tus párpados un pez bello y fugaz, y en la negra chorrera de tu cabello tieso, un celaje de carne con alas suena y brilla. No mis ojos te dibujan, no mi trazo maculado. No mi arte la perfila; es el agua desbordante que me asalta con mirarte, untadas por imanes lascivos ambas manos, y no importa que estés muda porque hablas con tocarme. Hay entre tus pechos matices imposibles, bosques y bahías, cañaverales limpios, mojadas poblaciones, algas finas, robles, yerba. Me asomo al intocable destello de tus manos y temo que mirándome se desnude tu voz, y como San Francisco de Asís hable a las aves, y se descalce y pese mucho menos que el aire. Mujer que lleva entera una bestia por ternura. Mujer que me desalmas con tan sólo nombrarme; mas no importa si estás muda porque cantas cuando miras. En tu vientre acuna un mar con veleros erguidos, en tu pelo un surtidor de la noche se desgrana, en tu boca de nubes y pájaros me pierdo, y no importa si estás muda porque cantas cuando amas.

________________________________________________________________________ José Mármol: Santo Domingo, autor de La invención del día y Lengua del paraíso.

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Julia Álvarez

La Gracia Un suave llamado a la puerta. Gladys, acabada la limpieza viene a mi aposento vacío de juguetes, donde estaré todo este largo día de verano. El sol de la tarde se desliza por las persianas entrecerradas encarcelando el piso con cien rejas pequeñas. Estiro el brazo subiéndolo y bajándolo como si una lanzadera invisible enredara mi carne joven. Estoy descubriendo mi cuerpo. Soy responsable de sus pecados. Me quedo en la cama escuchando los gritos alegres que vienen del patio, mis hermanas y primos juegan con alegría inocente. Entonces Gladys llega para descansar un rato, se sienta en el borde de mi cama y su cara morena brilla con el sudor del trabajo pesado. Tiene mojada la ropa bajo las axilas. Hemos perdido la Gracia, así dice el sacerdote. El sudor de la frente, el pecado, el dolor, el castigo, la muerte. Comienzo a aceptar mi legado sospechando que seguiré cayendo en la tentación. Gladys mira el estante vacío donde sólo hay libros escolares y baratijas inútiles. ¿Puedo? pregunta, dando vuelta al pisapapeles de vidrio. Adentro, un ciervo pequeñito come pasto, solitario, en un bosque de minúsculos arbolitos. Gladys sacude el pisapapeles cientos de motas de polvo revolotean hacia la tierra congelada y fría.

El ciervo mueve el hocico buscando algo que no encuentra. Entonces, como si todos los granos de un reloj de arena hubieran arrojado el futuro dentro del pasado, la nieve se posa en los árboles, en el lomo del ciervo, en su desplegada cornamenta y en el mismo suelo... Cuán sereno vemos reposar el mundo. Antes de que nadie venga a hollar su blancura virginal o que los gritos del patio traigan a la memoria las horas vacías que me esperan o que desde la cocina llamen a Gladys a lavar el arroz, nos sentamos aliviadas escudriñando este Edén pequeño y plácido, pensando que al final nuestros pecados, como dice el cura, serán perdonados. Y Gladys me mira, sonriendo. Agito de nuevo la escena nevada con una sacudida punitoria y la tormenta comienza otra vez.

________________________________ Julia Álvarez: Nueva York, Su obra incluye The other side/El otro lado, ¡Yo! y En el tiempo de las mariposas. Es profesora de inglés en el Middlbury College, en Vermont. “Grace” from The Gladys Poems in THE OTHER SIDE/EL OTRO LADO. Copyright © 1995 by Julia Alvarez. Published by Dutton, an imprint of Dutton/ Signet, a division of U.S. Penguin Group. By permission of Susan Bergholz Literary Services, New York. All rights reserved. Traducción: Leda Schiavo

Patricia Acosta: Zinextasis, acrílico sobre lienzo, 2002

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El plan de inmigración propuesto por el presidente Bush el pasado 7 de enero ha resultado controversial en todos los niveles. Denostado por algunos senadores republicanos antes de siquiera comprenderlo, y calificado de ambiguo e insuficiente por diversas agrupaciones de inmigrantes, el plan se prestó ante todo a conjeturas políticas dado el periodo electoral que se avecina. Recogemos aquí varias opiniones significativas. El debate aún está en proceso.

El error más grande

¿Qué hacer con los inmigrantes ‘sin papeles’? Blanca Sánchez Alonso Electoralista, insuficiente, injusta, inconcreta, creará trabajadores de segunda clase... La propuesta del presidente Bush de legalizar a más de ocho millones de inmigrantes sin papeles no ha gustado a casi nadie. Es lógico que así sea. Dejando de lado exabruptos como el del senador republicano que ha dicho que será como recompensar al que imprime billetes de banco en el garaje de su casa, el plan del Gobierno Bush crea inquietudes bastante serias entre los especialistas. No se trata de una amnistía, similar a la que el presidente Reagan puso en marcha en 1986 y legalizó a casi tres millones de inmigrantes (es curioso que los presidentes republicanos sean, aparentemente, los más sensibles al problema de la inmigración ilegal). El plan Bush plantea conceder a los ilegales la regularización, pero sólo temporalmente: tres años renovables una sola vez. Durante este periodo de tiempo el trabajador extranjero podrá ir y volver a su país y gozará de los mismo derechos que los trabajadores norteamericanos. Pero al final tendrá que volver a su país. No han faltado las voces que han señalado las similitudes con el programa de braceros mexicanos vigente desde el final de la II Guerra Mundial hasta mediados de los sesenta y que tuvo más sombras que luces. Cualquier especialista en migraciones sabe que los programas llamados de guest workers, o trabajadores invitados temporalmente, plantean un problema insalvable para el país de acogida. Al final, los “invitados” no se quieren marchar. No hay más que recordar el origen de la mayoría de los trabajadores turcos en Alemania, invitados que nunca se fueron. ¿Cómo hacer que se vayan cuando termina el periodo legal? Se puede cargar la responsabilidad sobre el empresario, estableciendo un sistema de pagos y penalizaciones si el trabajador no vuelve a su país de origen, pero la mayor parte de los empresarios poco pueden hacer si los trabajadores deciden dejar la legalidad y volver a la sombra. Otra posibilidad es poner la presión en el propio trabajador, detrayendo de su salario una cantidad que cobrará en su país de origen al regreso. Éste fue el sistema seguido con los braceros mexicanos y muchos de ellos se vieron estafados, pues nunca disfrutaron de su dinero retenido. En ambos casos, el Gobierno debe dedicar más fondos y personal a la búsqueda y expulsión de indocumentados cuando expira su permiso. La experiencia histórica enseña que ningún sistema es eficaz. Los permisos temporales no solucionan el problema de

la inmigración ilegal. A corto plazo reducen el número de trabajadores irregulares si éstos ven ventajas en salir a la luz y disfrutar de ciertos derechos, pero la bolsa de sin papeles vuelve a aparecer cuando éstos deciden no marcharse. Si además, tal y como contempla el plan Bush, se les permite traer a sus familias durante su estancia como temporales, el fracaso en conseguir su retorno está asegurado. Sin embargo, dentro de la vaguedad (calculada, sospecho) de la propuesta de Bush se habla de la posibilidad de que estos trabajadores temporales obtengan finalmente la ansiada green card americana, la residencia permanente. De confirmarse, estaríamos ante una amnistía de ilegales retardada y encubierta para no encrespar los ánimos de las bases más conservadoras del Partido Republicano y de los sindicatos. Legalizar a millones de irregulares va a crear, asimismo, un problema añadido a la ya saturada Administración norteamericana encargada de gestionar los permisos de inmigración. Requerirá más presupuesto y más personal y, además, el proceso debería ser rápido, pues el solo anuncio de la propuesta del Gobierno hace que cada día aumente la bolsa de ilegales. Sin embargo, no todo es negativo en la propuesta inmigratoria de Bush. Puede ser un buen sistema para aquellos inmigrantes que simplemente busquen una estancia temporal. Aumentará el salario de los trabajadores extranjeros legalizados (en California se calcula que un inmigrante legal gana en torno a un 40% más que un ilegal). Permitirá los viajes de ida y vuelta entre el país de origen y destino, es decir, básicamente entre México y Estados Unidos con la probable (esperemos) reducción de la mortalidad al cruzar la frontera, tráfico de ilegales y actividades ilícitas de los coyotes. Y finalmente, el plan de Bush tiene la virtud de poner encima de la mesa electoral el problema de los inmigrantes sin papeles. Si llega a ponerse en práctica tendrá una forma muy distinta de la propuesta original, pues es previsible que el Congreso lo modifique sustancialmente, pero a partir de este momento republicanos y demócratas van a tener que sentarse a negociar qué hacer con los inmigrantes irregulares. Al contrario que en Europa, donde en tiempo de elecciones los candidatos suelen ofrecer mano dura con la inmigración ilegal y donde el perfil xenófobo de muchas propuestas tiene tirón electoral, el presidente Bush ha lanzado al ruedo político una propuesta (con todos sus problemas) impensable en cualquier campaña electoral europea: regularizar a los inmigrantes indocumentados. En el periodo electoral que se avecina, a muchos nos gustaría saber qué piensan nuestros candidatos que hay que hacer con los inmigrantes sin papeles que trabajan en España. ___________________________________________________ Blanca Sánchez Alonso es profesora de la Universidad San Pablo-CEU. Actualmente es visitante en el Institute for the Study of International Migration de la Universidad de Georgetown. El presente artículo se publicó en El País en la sección Internacional del 27 de enero de 2004.

El error más grande de la propuesta es que no garantiza que a las masas de trabajadores indocumentados y sus parientes se les permitirá regularizar su estatus y disfrutar en igualdad de derechos con otros no ciudadanos , y/o eventualmente alcanzar la ciudadanía y con esto la completa igualdad. En tanto los inmigrantes esperan la dudosa proposición de que se les permitirá regularizar su estatus, se ven forzados a depender de la buena voluntad de su empleador, el que firmó los papeles asegurando que había un trabajo disponible para ellos que ningún ciudadano americano quería. Esto da a los empleadores una gran herramienta antisindical, y así, servirá para mantener los salarios bajos y las malas condiciones laborales. En segundo lugar, sin ninguna garantía, el inmigrante tiene que entregarse a las autoridades de los Estados Unidos, y confiar que ellas no usarán este contacto como base para el arresto y la deportación. Dada la experiencia reciente del programa de “registro” para los nacionales de países musulmanes, darle esa confianza a la administración sería un desatino.

Emile Schepers Activista de Centro sin Fronteras


La postura de SEIU Nosotros (SEIU) creemos que un sistema de inmigración que funcione (…) debe incluir los siguientes principios: Recompensar el trabajo Los inmigrantes que ya están en este país, que trabajan duro y pagan impuestos, deberían recibir un estatus legal permanente y volverse ciudadanos sin años de costoso y complicado proceso burocrático. Proveer reglas con sentido común para trabajadores y empleados A los trabajadores inmigrantes no se les debería impedir la búsqueda de salarios decentes, atención médica y respeto en el trabajo debido a su estatus migratorio, ni los empleadores deberían enfrentar sanciones por emplearlos. Cualquier programa de “trabajo temporal” debe considerarse sólo si los inmigrantes que ya trabajan en los Estados Unidos son legalizados, y dicho programa debe otorgarle al trabajador protecciones contra la explotación. Mantener a las familias unidas A los trabajadores inmigrantes debe permitírseles la permanencia con sus familias en este país mientras buscan legalizar su estatus. Los trabajos pendientes que separan a las familias deben ser saldados y el proceso debe ser conducido de una manera humana y justa. Derechos civiles y justicia para todos Independientemente de su estatus, debemos garantizar los derechos y libertades para todos los inmigrantes.

Eliseo Medina Vicepresidente Ejecutivo del Sindicato Internacional de Empleados de Servicio (SEIU)

La amnistía en el aire Raúl Dorantes Son las 6:15. La gente desciende por la breve rampa del sótano de la Iglesia de San Pío. Acá abajo, entre los miembros del panel comienzan a esgrimirse las críticas a la propuesta de inmigración que presentara el presidente Bush el pasado 7 de enero, así como los argumentos a favor de la legalización. Por un lado, hay consenso de que esta propuesta ha vuelto a poner la problemática de millones de inmigrantes en el escenario político nacional. “Pero lo que nos ofrece no es suficiente”, sostiene tempranera y contundentemente Karen Popowski de la Polish-American Association. “Los inmigrantes que vienen de los países que vivieron el comunismo, tienen miedo de salir si la ley no les ofrece garantías, hay una desconfianza casi natural hacia el Estado.” Por otro lado, el congresista Luis Gutiérrez, organizador del evento, afirma que hay ocho millones de plazas en restaurantes y fábricas que los residentes y los ciudadanos desdeñan. También alude al hecho de que los indocumentados hacen los peores trabajos. Y al decir “peores” se refiere obviamente a que se trata de trabajos con salarios mal remunerados o que se realizan en condiciones inseguras o insalubres. Porque el trabajo en sí no es ni peor ni mejor; son, como sabemos, las políticas laborales y migratorias las que crean “trabajos peores”. A las 6:30, media docena de cámaras de televisión obstaculiza la visibilidad entre las casi trescientas personas de la audiencia y las ocho del panel. Algunos de los que están en éste se disponen a responder preguntas y a recabar información de casos “típicos”. La idea, según entendemos, es mostrar un panorama de diferentes problemáticas de las familias inmigrantes y llevarlas a los órganos legislativos o incluso a la Casa Blanca, pues entre las ocho sillas del frente se encuentra Roberto Posadas, director de Latino Coalition, de filiación republicana y simpatizante de la propuesta del presidente Bush. Posadas de entrada aconseja a la audiencia esperar: “Y no hagan caso de lo que dicen los medios. Muchas propuestas no se convierten en ley y a ésta todavía se le van a hacer muchos cambios”. Siguen entrando por la rampa, y si se trata de una fila de más de tres el viento se cuela y nos sacude. Este lunes ha sido uno de los días más fríos del invierno y en el sótano se resiente. Por eso, muchos no se han despojado de sus guantes, su bufanda y su gorra. El congresista Gutiérrez vuelve a agradecer a las familias por haberse animado a venir y, de paso, les recuerda que esta iglesia por décadas ha servido como centro para el diálogo. Y sí, a las 6:40 se abren los micrófonos y van pasando inmigrantes de diferentes edades con casos en verdad variados: a) Un ciudadano estadounidense que sirvió cuatro años en los Marines, casado con una mujer indocumentada que hoy vive la amenaza de la deportación; b) Un dueño de casa con una hipoteca a treinta años que no se arriesgaría a solicitar un permiso de trabajo de tres años, pues no le garantiza la residencia permanente; c) Un estudiante universitario sin papeles que no podrá continuar su carrera a menos que se apruebe el Dream Act, porque la propuesta de Bush no contempla casos como el suyo; d) Una niña ciudadana que pide garantías para que su padre, en caso de que solicite el permiso temporal, no sea deportado al término de éste. Y mientras la exposición de

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casos continúa, los miembros del panel responden que aún no hay respuestas, ya que lo de Bush en pocas palabras se reduce a media docena de ideas vagas de lo que podría ser más bien un programa de trabajadores huéspedes, es decir, una réplica del Programa Bracero que se puso en marcha en la década de los cuarenta. De todos ellos, el único optimista es Roberto Posadas; para él, la respuesta positiva de cada uno de estos casos ya la tiene George Bush en la cabeza y tarde o temprano va a convertirla en ley. Joshua Hoyt, de la Coalición de Illinois para los Inmigrantes y Refugiados le responde que el presidente Bush sólo está jugando a la política, “he only shows the cowboy hat, but never shares the beef”. Y señala también que, por cortejar el voto latino, en este año de elecciones ofertas como ésta se van a seguir oyendo. La incomodidad ante la falta de respuestas, por primera vez recorre las hileras de sillas de San Pío. Posadas insiste en que es mejor esperar, pero un joven de la última hilera se rebela: “¡Amnistía!” Y de inmediato el auditorio por entero lo secunda: “¡Amnistía! ¡Amnistía!”. A esta hora algunas personas ya suben por la rampa, y cada vez son menos los que bajan. Acá, uno de los panelistas señala que, ante el limbo legislativo, no se puede esperar y que siempre queda como opción el movi-

lizarse; recuerda, además, que hoy 19 de enero es el día para rememorar la lucha por los Derechos Civiles que lideró Martin Luther King. A las 7:15, alguien distribuye copias de la propuesta de ley del mismo congresista Gutiérrez. Es a ojos vistas más sensata que la del presidente: a) legalización inmediata a los inmigrantes que tengan por lo menos cinco años viviendo en los Estados Unidos; b) legalización condicional a los que tengan aquí menos de cinco años. Y mientras este foro de preguntas sin respuesta está por llegar a su fin, nos preparamos para asistir el viernes 25 a otro similar en Casa Aztlán. Y entre un foro y otro, el senador demócrata Tom Daschle y el republicano Chuck Hagel habrán de presentar su propuesta migratoria. Y el chairman de la Cámara de Representantes Dennis Haster habrá de desechar la propuesta presidencial y, sobre todo, la bipartidista por el hecho de contemplar una amnistía. Bush, a pesar de no ofrecerla, ya puso en el aire la posibilidad de que se lleve a cabo. Ya son la 7:30. Por ahora no hay respuestas. En el sótano de San Pío algunos niños lloran y sus padres los llevan a la parte de atrás. El párroco toma el micrófono, la gente toda se levanta y repiten con él una oración.


La Frontera. Foto: Alex Webb.

A siglo y medio de firmado el Tratado de Guadalupe Hidalgo, en el que México cedió más de la mitad de su territorio a Estados Unidos, conviene hacer una revisión histórica de este suceso y el contexto en que se dio. El 2 de febrero de 1848 se conformó algo más que una frontera geográfica, y la comprensión de este hecho arroja luz sobre las relaciones actuales de ambos países. Presentamos un par de textos alusivos a esta fecha.

Documentando a los indocumentados Dagoberto Gilb Aquellos que crecimos y vivimos en la frontera desértica del sur de los Estados Unidos, hemos escuchado muchas historias brutales sobre los hombres y mujeres que recorrieron un largo camino para cruzar la frontera y fueron detenidos muy cerca de su objetivo. Historias que hablan de traición, robo, violación y muerte. Éste es el lado más cruel y horroroso de una historia más abarcadora que algunos describen como una invasión de gente extranjera, específicamente de México, catalogada con adjetivos que dependen del momento y del hablante: mojados, ilegales, extranjeros, indocumentados, inmigrantes. Algunas veces incluso la palabra “mexicano” puede sonar como un insulto o una grosería. Todos los países tienen fronteras, y todos las conocen bien. México, por ejemplo, tiene una frontera sureña que le preocupa. Proteger los trabajos de sus ciudadanos es una de las funciones intrínsecas de toda nación. Francia, supuestamente un país liberal en materia intelectual, es una de las naciones que ha impuesto las más severas restricciones a los inmigrantes que buscan empleo. Sin embargo, no toda frontera es natural. La mayoría de ellas son producto de circunstancias históricas. En El Paso, Texas, lo que hoy se conoce como el Chamizal National Memorial es en realidad un territorio donde el Río Grande serpentea de norte a sur en su desbocado curso hacia el Golfo de México. El parque y su monumento simbolizan la cooperación entre los dos países que comparten esa línea fronteriza, las banderas de ambos ondean agitadas por un viento ligero en una y otra orilla del río respectivamente. Yo acabo de regresar de Andalucía –cuyo nombre deriva de la palabra árabe Al Andalus. Mucho de lo que es considerado

como espectacular desde un punto de vista arquitectónico en esta región sureña de España, es herencia de la cultura que allí llegó desde el sur. Las fuentes en los jardines, el amor y la veneración del agua, las líneas de naranjos que se entrecruzan en los patios y las plazas, la idea misma de un patio central, todo esto es herencia de los moros. Igual los arcos y suelos del palacio de la Alhambra en Granada, las asombrosas columnas interiores en la Mezquita de Córdoba, las murallas y torres del Alcázar en Sevilla y la compleja Giralda de la catedral de esta ciudad, que fue alminar antes de convertirse en campanario cristiano. Los radiantes azulejos, las decoraciones de los compartimentos de estas maravillas arquitectónicas, la cerámica de estilo español con que remodelamos nuestros baños y cocinas: todo esto también es de origen árabe. Los moros arribaron en el año 711 y en el 929 ya habían establecido a Córdoba como capital de Andalucía, después de haber arrebatado toda esa región a los visigodos, quienes a su vez lo habían tomado de los romanos,

presentes allí desde la segunda centuria. No fue sino hasta el año 1492, cuando los reyes católicos Fernando e Isabel derrotaron a Granada, último bastión de los moros, que el poder político árabe entró en su ocaso definitivo. Los moros habían estado allí por ocho siglos. Han pasado un poco más de 150 años desde que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que traspasó la propiedad y el poder político de un extenso territorio de México a los Estados Unidos. Ese territorio incluye lo que conocemos como suroeste –Arizona y Nuevo México–, así como California, Nevada, Colorado y Texas. Durante los dos siglos previos, antes de la llegada de los colonos, del incidente por los impuestos al té y de la historia mítica de Paul Revere, la lengua principal de estas tierras era el español. Palabras de este idioma nombran a las montañas, a los ríos y a las ciudades. La arquitectura española todavía domina y da su identidad al paisaje cultural. Lo más apreciado del oeste –desde la variedad cromática de su arte, que parece alimentarse de los arco iris, hasta la comida, las especias, los chiles y las tortillas; desde la costumbre de cabalgar a lomo de caballo, hasta la barbacoa– es fundamentalmente mexicano. La gente que cruza la frontera política, evidentemente no cruza una frontera cultural. El idioma hablado en las comunidades que acogen a estos inmigrantes no es, digamos, como el idioma alemán para un inmigrante turco. Los mexicanos se dirigen a las primeras comunidades históricas de una ciudad, ubicadas a menudo a corta distancia de las iglesias más antiguas, donde muchas generaciones vivieron antes de que el mundo anglohablante extendiera sus dominios. La gente que lo arriesga todo para cruzar la frontera lo hace para trabajar, para ganar dinero y mantener a sus familias acosadas por la pobreza. Realizan los trabajos más duros por los salarios más bajos y, una vez que consiguen empleo, muestran su agradecimiento y orgullo adhiriéndose a un patriotismo romantizado que glorifica a los Estados Unidos. Hace aproximadamente veinte años trabajé como carpintero en un proyecto de vivienda en lo que todavía era un desierto de El Paso. Incluso para los estándares de El Paso, el salario no era bueno –o tal vez quien me contrató no quería pagar más. El muchacho con quien me tocó trabajar tenía allí dos hermanos, que a su vez trabajaban juntos. Ellos eran de un pequeño

pueblo ubicado entre Juárez y Chihuahua, y ésta era su primera vez en este lado de la frontera. Recuerdo que una vez, durante la jornada, hablamos sobre la posibilidad de una redada del Servicio de Inmigración en nuestro trabajo. Como me caía bien, le aconsejé que dijera, en caso de ser interrogado, que era de El Paso, no de los Estados Unidos. Si quieres aparentar ser de la localidad, tienes que hablar como los lugareños. Los del Servicio de Inmigración saben muy bien que en estas circunstancias la gente se pone nerviosa (con excepción de los empleadores), y que eso la lleva a cometer errores. Así que le enseñé a mi compañero frases que pudiesen hacerlo pasar como un chicano bilingüe. Y cuando la migra vino un día en una van verde, muchos trabajadores se dispersaron y fueron perseguidos, otros se quedaron y respondieron las preguntas de un oficial que apurado recorría el lugar. Desde cierta distancia vi a mi compañero respondiendo a las preguntas, y luego al oficial dejándolo libre. Mi compañero me sonrió. Pero en lugar de caminar en sentido contrario, siguió al oficial, que se dirigía hacia los otros hermanos. Estos últimos no pasaron el examen. Antes de que se subiera a la van lo alcancé para hablarle: no quería quedarse aquí sin sus hermanos. Lo que esos hermanos traían al trabajo cada día era un líquido llamado Jamaica, una bebida roja y brillante hecha con flores secas de hibisco, a la cual ellos nunca ponían demasiada azúcar como era costumbre en otros lugares. Traían ese líquido en un envase plástico de cinco galones, completamente lleno y con hielo. Muchas veces durante el día bebí del pequeño grifo que sobresalía en un costado de la galonera. Era duro trabajar bajo el intenso calor del desierto. Antes de esa experiencia, nunca había tomado esa bebida, es más, ni siquiera había escuchado de ella. Pero me encantó. Y no sólo porque siempre estaba fría, sino también porque hizo que empezara a amar mi trabajo. Tanto así que cuando faltaba jamaica, me sentía afortunado al terminar la jornada.

___________________________ Dagoberto Gilb es autor de Woodcuts of Women y The Magic of Blood, entre otros. Sus ensayos se han publicado en The New Yorker, Harper’s y The Best American Essays. El presente texto es parte de su libro más reciente: Gritos. Traducción: Marco Escalante

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Juan Mora-Torres, The Making of the Mexican Border: The State, Capitalism and Society in Nuevo León, 1848-1910. (Austin: University of Texas Press, 2001). 384 pp.

El debate sobre la interpretación histórica es tan viejo como la Conquista de México. Fue entonces cuando los mismos aztecas comenzaron a registrar sus logros y su versión de la conquista. Son pues los vencedores quienes escriben la historia, y sus historias los han ubicado en la cima de las montañas de la conquista, como aquellos que trajeron la luz a las gentes más oscuras de la Tierra, y como aquellos que han salvado a los paganos de sí mismos. En breve: nosotros como lectores en la esfera pública nos quedamos con una interpretación, y esa interpretación tradicionalmente ha excluido a la mayoría de la población, las masas, aquellos sin voz ni voto. Los vencedores seleccionan la evidencia, delimitan las preguntas y luego las escriben a través de su propios filtros históricos y socioeconómicos. Así, tras haber releido The Making of the Mexican Border, sólo puedo ofrecer UNA interpretación de este multifacético manuscrito, interpretación que ciertamente no le hará justicia a la totalidad del libro... O a cualquier libro para ese efecto. Esta interpretación, no obstante, hará un esfuerzo por cubrir los temas mayores de la monografía, y ubicará, pues, su mirada en los asuntos que más nos interesan hoy: la frontera México-Estados Unidos y la migración mexicana hacia los Estados Unidos. El libro en sí se divide en siete capítulos, cada uno de los cuales podría sostenerse por sí mismo como un artículo periodístico. Pero al leer el libro una vez más, quedé sorprendido por el uso que el autor hace de la literatura, la poesía y la música norteña. Fue un esfuerzo por incorporar no sólo lo artístico con lo académico, sino también un esfuerzo por discutir la estética de la gente común y su música. La influencia intelectual de muchos autores clave es también aparente en el texto. Por supuesto, la estrategia conceptual que Mora-Torres emplea es la noción de Friedrich Katz de frontier to border. Pero el famoso ensayo de Frederick Jackson Turner, de 1893, “The Significance of the Frontier in American History” es homenajeado en el título del primer capítulo “The significance of 1848”. Pero sobre todo, una de las principales influencias intelectuales de este libro, además de la propia experiencia de Juan como inmigrante mexicano que luchó para estudiar su carrera en la típica forma de la clase trabajadora, es el impacto del marxismo inglés a la E. J. Hobsbawm, Raymond Williams y E.P Thompson. El capítulo 3 del libro, titulado “City and Countryside, 1890-1910”, recuerda a “The Country and the City” de Williams. Williams estaba intere-

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sado en las experiencias cotidianas de la clase trabajadora y luchó por llevar ese imaginario fuera de lo que ahora reconocemos como “alta cultura”. Su cuarto capítulo “Nuevo León and the Making of the Border Labor Market, 1890-1910”, para mí, es una obvia referencia al estudio seminal de E.P. Thompson “The Making of the English Working Class”, un estudio que cambió para siempre la manera en que la historia del trabajo fue escrita e interpretada. Finalmente, y para hacer una observación más, el capítulo final de Juan “A Tale of Two Porfirian Firms” insinua un escenario de la más famosa novela de Charles Dickens “A Tale of Two Cities”, narrativa situada un año antes de la Revolución Americana y varios años antes de la Revolución Francesa. Este capítulo final, por consiguiente, concluye antes de la erupción de la Revolución Mexicana en Monterrey. Como libro académico, que utiliza material primario y secundario para interpretar la historia y la construcción de la frontera mexicana a través de la mirada de los regiomontanos, The Making of the Mexican Border es un estudio que examina el surgimiento de la élite económica del México norteño, el significado de la frontera después de 1848, y la proletarización del campesinado de la región. Argumenta convincentemente que el establecimiento en 1848 de los lindes entre Estados Unidos y México es un parteaguas en todos los sentidos de la palabra. La formación de esta línea divisoria “democratizó” a pueblos sin voto –campesinos mexicanos, indios americanos, y esclavos fugitivos afroamericanos– en ambos lados de la frontera al darles acceso a armas de fuego, libertad y más amplias oportunidades de buscar mejores salarios. Adicionalmente, el establecimiento de esta frontera proveyó las estructuras que permitieron el surgimiento de Monterrey, el centro industrial más importante del norte, también conocido

como “el Chicago de México”. La intersección de todas estas facetas se entreteje en una narrativa que toca temas como la construcción del Estado, el capitalismo y la lucha de clases en los años previos a la irrupción de la Revolución Mexicana de 1910. Las “otras” preguntas que el estudio de Juan Mora-Torres suscita tienen que ver con temas que continuamente se debaten entre varios investigadores de la historia de México y sus fronteras. Desde un principio a uno se le ocurre la pregunta de por qué no hubo revolución en esta ciudad norteña clave. Menciono esto porque la literatura sobre la revolución tradicionalmente ha equiparado la inversión de capital y el desarrollo con el ascenso de movimientos sociales en las áreas más afectadas por esta imposición. Para eso basta con ver a México en los años anteriores a 1910, un país donde los extranjeros poseían más del 25 por ciento de la superficie de la tierra. El mismo ejemplo se puede ver en el caso de China e Irán durante los mismos periodos. La diferencia, de acuerdo a Mora-Torres, es la casi ausencia de campesinado con tierra y una “iluminada” clase comercial que fue forzada a competir por peones a sueldo. En escencia –y aquí sólo puedo hablar por lo que he leido– a diferencia de los desplazados de Chihuahua que describe Katz, el proletariado de Monterrey no tuvo razones para rebelarse, especialmente dado el hecho de que disfrutaban los más altos salarios en México. Para esta respuesta, tendremos que ir más allá de 1910 para ver lo que resultó durante y después de la Revolución. Otro aspecto del estudio es la proletarización de los norteños y la cuestión de la violencia a lo largo de la frontera. Esta construcción de la clase trabajadora mexicana, sin embargo, no puede ser discutida sin hacer referencia a la proximidad con los Estados Unidos. Mientras los campesinos se volvieron trabajadores industriales, los altos salarios en Monterrey atrayeron a otros migrantes de la república mexicana. Simultáneamente, los mexicanos de éstas áreas, a los que se sumaron mexicanos del norte y otros, fueron haciendo camino a través de la frontera a fin de obtener salarios aún más altos en Texas, Arizona

y tan lejos como Montana. Para abreviar: la historia de la frontera es también la historia de la mano de obra mexicana y de cómo la mano de obra en sí se “mexicanizó”. Pero si la frontera “democratizó” a esos peones de hacienda, la frontera también “democratizó la violencia” para usar una frase del autor. Debido a que ni Estados Unidos ni México tuvieron la capacidad de gobernar sus fronteras, el nivel de violencia a ambos lados de la frontera dio origen a movimientos separatistas, bandidaje social, atracos, y el surgimiento de un altamente competitivo mercado negro. Esta “democratización de la violencia” está viva hoy, en tanto los mismos inmigrantes se han vuelto víctimas de vigilantes fronterizos, supremacistas blancos, polleros, coyotes, ladrones comunes, contrabandistas y cárteles de droga. Pero a un nivel más contemporáneo, el tópico de la inmigración mexicana a los Estados Unidos ha levantado cabeza en la carrera presidencial de Estados Unidos este año. George W. Bush ha entregado otra propuesta de inmigración ante la Casa de Representantes a fin de obtener el favor de la “minoría” más grande del país para que los latinos vean cuan “compasiva” puede ser su administración. Pero estemos o no de acuerdo con esta versión reciclada del Programa Bracero hay otra obviedad que no puede ser disputada, y es el hecho de que esta legislación propuesta apunta claramente a inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos y que la mano de obra mexicana barata es un componente indispensable de la economía de Estados Unidos. Esta economía, como The Making of the Mexican Border establece, tiene sus orígenes en 1848, y la incesante migración de mexicanos al “centro” del poder ha continuado imbatible hasta el día de hoy.

________________________ José Ángel Hernández estudia su doctorado en Historia en la Universidad de Chicago. Traducción: Julio Rangel


Guillermo Anderson: Canto de raíz garífuna Jochy Herrera Ví rajarse las paredes / ví pasar las dictaduras / ví quemarse la montaña /... / ví en los rostros la amargura. Soy de piedra soy de adobe / de agua de río y madera. Mi país lleva por nombre Tierra de la dulce espera…

Eran los alrededores de 1665 cuando las potencias militares y económicas europeas de la época se disputaban las colonias del Caribe. La devastación de los aborígenes y una España militarmente debilitada, facilitaron la expansión del poderío británico y francés en la región. La naciente agricultura en las Antillas menores se concentró en Martinica, Barbados, Granada, Dominica y Santa Lucía, tierras ideales para el cultivo de la caña de azúcar sostenido por esclavos traídos del África occidental. En este escenario se inicia la historia garífuna, la etnia africana más importante de Centroamérica; barcos británicos de esclavos zozobran en las costas de la isla de San Vicente, y ya libres, éstos se radican en su agreste territorio poblado por indígenas arahucanos (caribes) provenientes de América del Sur. La convivencia pacífica de ambos grupos, añadida a la presencia de esclavos libertos llegados de otras colonias, crea una población de caribes negros, hoy conocidos como garífunas. Motivados por el interés estratégico en la zona, y su conflicto bélico con Francia, los ingleses expulsan a los caribes negros de San Vicente, trasladándolos a la isla de Roatan en la costa atlántica hondureña. Dispersos por países vecinos, estos sobreviven las difíciles condiciones encontradas al momento de su arribo, conservando costumbres hoy prevalecientes aún entre aquellos que en tiempos modernos emigraron a New York o Los Ángeles. La presencia étnica africana en Centroamérica merece atención, no sólo como noble ejemplo de bravura en la defensa de su identidad, sino también por la negación histórica a la que como grupo han sido sometidos por las oligarquías dominantes en los últimos tres siglos. Aquí radica la importancia del trabajo de Guillermo Anderson, artista cuya trayectoria ha trazado un camino de respeto, crítica y rescate del espíritu y culturas hondureños, y del garífuna en particular. Ello en un país, que al igual que sus vecinos, ha vivido la ignominia de la pobreza sostenida por gobiernos bananeros que lo hicieron y rehicieron para su beneficio y el de sus socios. El haber crecido en la zona, le permitió al artista participar de un mundo musical que cantaba soca y calipso en inglés, escuchaba blues provenientes de Jamaica traído por marinos, música country de

bucaneros de piel quemada y boleros de mestizos enamorados salpicados de punta al ritmo de tambores garífunas. Es ese el sabor de Ceibana y Guillermo Anderson, grupo ya conocido en Chicago luego de varias apariciones en esta ciudad. Costa y calor, magia del mar, reino que invitas al pelícano a jugar, dame tu luz, baña a mi ser, dame las fuerzas que me incitan a querer…

Las canciones de Guillermo Anderson contienen una musicalidad marítima que abraza la flora y fauna local en un rescate ambientalista. Él nos confiesa su origen de cantautor nacido en la Nueva Canción Latinoamericana, característica evidente en la exigencia social de sus textos. Ellos incorporan a la mujer y los niños en un discurso invadido por la magia metafórica de frases y narraciones que reflejan el trabajo comunitario: ¡Ay! cómo me llena esa fuerza que tenés, que me convence que el mundo esta al revés, mujer de la patria mía, yo sigo creyendo en vos.

“Los polos que conforman la temática de mis canciones son una especie de malabarismo con el que uno juega y que incluye el entretener. A la gente quisiéramos darle información, sentido de identidad y crearles inquietudes. En nuestros países, atreverse a salir a escena con sonidos, instrumentos y elementos nacionales ya es bastante. El mercado lo invaden los enlatados y es un atrevimiento cantar algo que trascienda el 'mueve la cadera mami’.” Que como muchos dice usted lo mismo: aquí las cosas no van a cambiar. Pero hay algo en el alma que es más fuerte, y un paso que no quiere echarse atrás. Yo sigo exigiendo un país mejor.

Al cuestionarle los motivos detrás de su trabajo, el artista describe la desolada escena cultural de Honduras, agravada por la reciente abolición del Ministerio de Cultura a instancias del Fondo Monetario

Internacional: “No hay propuestas nuevas, y las que aparecen son malas copias de lo que imponen de afuera, somos un país pequeño y no voy acompañado de una generación de cantautores… somos pocos los que hacemos trabajo artístico alternativo; mi educación y habilidad me convierten automáticamente en un privilegiado, y como ente responsable me satisface poner mis reflexiones al servicio de la gente; sería un frustrado si no viviera en mi país a pesar de las dificultades”. –¿Cómo se compara el proceso social y económico de los diferentes grupos indígenas al de los garífunas? –A pesar de las ventajas económicas que la geografía da a unos, los procesos hoy día son muy similares. Para los garífunas, vivir en la costa les facilitó el intercambio y la emigración; su integración a la marina generó una economía que combinada a la agricultura, les dio cierta independencia de los gobiernos, movilidad que las etnias del interior no gozaron. Sin embargo, sus necesidades son las mismas que el resto de la población, resultado de la crisis generada por las grandes compañías pesqueras, el desempleo y la deficiente asistencia social. Inclusive, los esfuerzos de organización y apoyo comunitario en cierto grado provienen de la diáspora garífuna de New York. La música de Guillermo Anderson atrapa la energía de los elementos garífunas, distinguiéndola de lo que es afroantillano o afrocubano, pero simultáneamente, niega “la pureza” de lo garífuna como cultura; pues dada su historia migratoria, considera que este pueblo disfruta de un “cosmopolitanismo caribeño” influenciado por múltiples ritmos. –¿Hay entonces características particulares en la música garífuna? –Desde un punto de vista occidental, su fuerza está en la percusión; armónicamente, su canto no es “afinado”, es más que nada una

expresión colectiva donde las frases invitan a ser cantadas en grupo con énfasis en la emoción y no en la afinación. Cada ritmo juega un papel determinado: el jungujungu es para las mujeres, se baila toda la noche, en los funerales se baila punta y las parrandas se entonan en misas y novenarios. …en mi país rumor de mar...está el olor a café en la tardecita, y aquí esta el África en canción vida y tambores, leyenda negra, cayuco lleno de flores.

–¿Cómo se manifiesta el racismo en Honduras? –Como en el resto de Latinoamérica, cobra distintas formas en relación con la historia, región o población. Si le preguntas al hondureño blanco o mestizo, te dirán que no hay racismo. Para nuestros países el concepto de racismo es similar al de esclavitud, apartheid, Estados Unidos antes de los derechos civiles… nuestro racismo es un legado de la Colonia que se manifiesta en actitudes de superioridad basadas en el color de la piel u origen étnico, en el hecho de que no se refieran al individuo como persona sino como miembro de tal o cual raza y en la poca representación de las etnias en los gobiernos. –¿Cómo ves el futuro de tu país? –No es lo mismo estar mal, exigir y luchar, que estar mal y no hacer nada. Nuestro trabajo es de hormiga, pero un trabajo de verdad que incita cambios. Hay gente que se da de corazón, el problema es que los corruptos, los violentos y la música enlatada toman el espacio en los medios creando la ilusión de que estamos solos. Creo que al decir futuro decimos nosotros, y el futuro de un país es el compromiso adquirido con él y con uno mismo. No pierdo la esperanza a pesar de tanto tratado injusto y tanto Fondo Monetario.

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El Mastuerzo y su receta del guacarrock Joel Soto El objetivo de Francisco Barrios, mejor conocido como El Mastuerzo, desde principios de su carrera musical, ha sido rescatar de cierta forma la cultura más popular de México, los mejicanismos y costumbres expresadas en canciones, incluyendo, por supuesto, la temática de demanda política social que preocupan y afectan al ciudadano común. –¿Cómo es que te inicias en la música? –Pues desde muy chiquitito, desde que nací, llegué a este mundo con un violín atravesado. –Y a francisco Barrios le gana la risa. Luego nos dice, ya un poco más sensato: En realidad empecé de manera profesional, por llamarle de alguna manera, con un grupo que se llamó Los Nacos, un grupo de canción política que surge como una brigada cultural del CNH, el movimiento de huelga de la UNAM de 1968, y yo me integro a este grupo del 76 al 82. –¿Por qué el nombre de Los Nacos? –Fue una banda que se llamó así porque de alguna manera intentaba reivindicar el concepto de lo naco. Naco generalmente se le llama a cierta gente o actitudes, de manera peyorativa, discriminatoria, racista, clasista, etcétera. Entonces el grupo pretendía un poco reivindicar esta expresión, este vocablo, que básicamente tiene un contenido alto de racismo, de segregación. Esta banda es encargada de difundir una serie de eventos que se estaban viviendo en términos de la represión policiaca y sobre el movimiento estudiantil. Este grupo estaba caracterizado básicamente por hacer parodias, es decir, tomar otras canciones, muy famosas algunas de ellas, y cambiarles la letra, para introducir elementos de información noticiosa. Después de Los Nacos, el Mastuerzo perteneció a Botellita de Jerez, que se caracterizó, junto a otras bandas, por impulsar y darle una forma propia al rock mexicano, abarcando distintos terrenos musicales, buscando recuperar y difundir parte de la cultura popular mexicana a través de sus distintos sones y por medio de la palabra. –¿Como describirías la experiencia con Botellita de Jerez? –Híjole, pues fue un viaje muy largo, de un poco más de catorce años, y pues fue una experiencia importante en la medida que fuimos de alguna manera descubriendo lo que hoy conocemos como rock mexicano junto con otras bandas, encontrando salidas a nuestras necesidades de expresión como roqueros, como roleros, como hacedores de canción. Hubo varias etapas con Botellita de Jerez, la primera del 86 al 88 en la que fuimos un trío conformado por Sergio Arau, El Uyuyuy; Armando Vega Gil, El Cucurrucucú y Francisco Barrios, El Mastuerzo, o sea yo. Durante estos primeros cinco años fue la edición de los tres primeros discos de Botellita. La segunda etapa fue mucho más larga, consistió básicamente en rehacer el discurso de Botellita en distintos terrenos musicales, allanar de una manera más cínica la cumbia y los ritmos afrocaribeños y populares. De alguna manera regresar a nuestras raíces, realizar lo que nos habíamos planteado desde el principio, que era la necesidad de recuperar cierta parte de la cultura popular mexicana y de alguna manera empatarnos universalmente con todos los pueblos, con todas las culturas, reivindicar todo este tipo de valores a través de formas culturales como el lenguaje. –¿Entonces todo esto tiene que ver con el guacarrock? –Sí, tiene que ver precisamente con eso a lo que llamamos en una época guacarrock, que no es otra cosa que la mezcla perfecta entre el aguacate y el rock, es decir, un poco mezclar a Jimmy Hendrix con José Alfredo Jiménez, o Janis Joplin con Lola Beltrán, y así sucesivamente. Después de Los Nacos y de Botellita de Jerez, El Mastuerzo decide emprender su aventura como solista. Ha lanzado hasta la fecha dos discos en los que realza los sonidos acústicos como una forma de encontrarse y difundirse más a sí mismo y ya no a una banda. –¿Cuáles serían las similitudes entre Prohibido y Podrido? –Pues la similitud está en que los dos son mi trabajo como solista. Prohibido, el primero, es un disco básicamente acústico, con invitaciones de muchos amigos a conformar un grupo musical que pudiera darle cierto sentido a las rolas que preparé para ese disco. Y el segundo disco que es el Podrido también es muy acústico, pero tiene la fuerza de grabación de una banda bien armada. –¿Existe alguna posibilidad de ver a Botellita de Jerez otra vez juntos? –Sí, justamente ahora Sergio Arau está terminando una película que le ha costado un buen de tiempo, de trabajo, se llama Un día sin mexicanos y justo nos invitó a hacer una o dos canciones para ella. Es una película que habla precisamente de toda la realidad que viven las personas que andan emigrando de aquí, de México, y se estrenará el cinco de mayo.

_________________________________________ El Mastuerzo se presenta el viernes 20 de febrero en el Apollo’s 2000. Información: (773) 247-0200. Paco Barrios, El Mastuerzo y Margarito

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Tómas Tómasson (Raimondo Bidebent) y Natalie Dessay (Lucia Ashton) en Lucia di Lammermoor puesta en escena en Lyric Opera of Chicago, 2004. Foto: Dan Rest/ Lyric Opera of Chicago.

Una noche en la ópera: Lucia Di Lammermoor Richard Bueno Hudson Éxito apoteósico de la Lyric Opera de Chicago, con el estreno de Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti: Drama trágico en tres actos, con libreto de Salvatore Cammarano, basado en una novela de Sir Walter Scott, y considerada como una obra exponencial del más puro romanticismo operístico. Fue el 24 de enero una noche completa y brillante desde todos los flancos. Desde el foso, un Jesús López Cobos pletórico de energía supo guiar a orquesta y cantantes en todo momento. López Cobos está considerado como uno de los mayores expertos en esta obra, de hecho, en esta ocasión se trataba de su propia versión revisada y sin los cortes de rigor. La gran triunfadora de la noche fue la soprano francesa Natalie Dessay, en el papel de Lucia. La Dessay ofreció, de principio a fin, una muestra de savoir-faire escénico difícil de olvidar. Con una entrega total al papel, supo mostrarnos una heroína totalmente arrebatada por la locura. El impresionante dominio de su voz halló parangón solamente con el majestuoso dominio de su frágil cuerpo. No tuvo que recurrir a acartonados movimientos para esculpir cada una de sus intervenciones. Su voz, su cuerpo y su mirada transmitían esa vesania, esa enajenación al respetable, quien no podía sino irrumpir en contagiosas oleadas de bravos. Su canto estuvo acompañado en todo momento de contorsiones reveladoras de su estado mental, llegando incluso a cantar la cadencia del aria de la locura –sin flauta– tumbada, sin que afectase un ápice a su línea melódica. Sus pianos llegaban a desaparecer en el aire del teatro, donde se producía un silencio sepulcral como muestra de respeto del público, hasta que el primer tímido bravo se multiplicaba inconteniblemente por todo el teatro. La exhibición de coloratura, la pirotecnia vocal, la profusa ornamentación de los da capo, la elegancia de sus trinos, la agilidad y la precisión en las florituras hicieron que el teatro se estremeciera hasta lograr que el telón subiera y bajara repetidas veces mientras Lucia, muerta en las escaleras, era agasajada de bravos. Marcelo Álvarez, en su debut con la Lyric tuvo que ganarse al público nota a nota, al librar una batalla canora con su rival de reparto, Lucia, quien dejó el listón muy alto. Marcelo Álvarez, en el papel de Edgardo, demostró que es capaz de ello, y de mucho más. La lección de canto e interpretación que dio será difícil de olvidar en mucho tiempo. Fue especialmente memorable en el célebre sexteto y stretta final del segundo acto, cuando, arrastrando a coro, solistas e incluso orquesta a una velocidad de vértigo, logró crear una avalancha de voces que incrementó el clima de tensión hasta límites insospechados. Esto es una labor dificilísima, si pensamos que a partir de ahí tiene el papel protagonista hasta el final y que ha de pasar por el durísimo dúo con el correcto barítono británico, Ashley Holand, y llegar fresco a una de las arias más bonitas del bel canto, “Fra poco a me ricovero”, la cual cantó con generosidad tímbrica, gusto exquisito, fraseo elegante y emotivo y una afinación perfecta. En resumen, velada emocionante donde las haya, a la que se podrá seguir asistiendo hasta el 28 de febrero.


Coetzee y el lugar de la literatura Jorge Frisancho El escritor sudafricano J. M. Coetzee, ganador del Premio Nóbel de Literatura en el año 2003, ha desarrollado en los últimos tiempos un hábito peculiar. Cuandoquiera que lo invitan a dar una conferencia o participar en un simposio, Coetzee se presenta y lee un texto de ficción. Con frecuencia el texto narra las aventuras de un escritor famoso invitado a dar una conferencia o participar en un simposio (sobre un tema que a veces se relaciona, y a veces no, con el que convoca al propio Coetzee); con frecuencia también las experiencias narradas son frustrantes e insatisfactorias, pues las ideas del protagonista resultan ser tentativas, socavadas por la duda, imposibles de articular con completa claridad, y el público queda sin recibir la comunicación efectiva y cautivante que se suele esperar de charlas de este tipo. Elizabeth Costello (2003), la publicación más reciente de Coetzee, reúne en forma de libro algunas de estas piezas. El personaje ficticio de Elizabeth Costello, una famosa escritora australiana que ya pasa de la cincuentena y que viaja por el mundo para dar discursos y recibir premios, es el que con más frecuencia le ha servido a Coetzee en esta empresa, y aquí la vemos brillar en toda su plenitud. Aunque en muchos pasajes del libro pueden ser leídos como elaboraciones sobre temas filosóficos o literarios (los siete capítulos, o “lecciones”, tienen títulos como “El realismo”, “La novela en África”, “El problema del mal”, etc.), el conjunto compone con magistral eficacia un estudio psicológico repleto de sutilezas y de agudas observaciones. Costello, una escritora cuyo poder creativo está ya en declive pero cuyo apasionado compromiso con el pensamiento sólo se ha incrementado con los años, aparece ante nosotros no como un mecanismo literario diseñado para la transmisión de posturas ideológicas (un altavoz para las opiniones de su autor), sino como un complejo ser humano en proceso de transición: se trata de una mujer que ha habitado el centro de la cultura occidental moderna, y que ahora percibe –lo percibe en la piel tanto como en la mente– la disolución de las certezas que la animaban, la imposibilidad de pensar bajo los presupuestos de siempre, y la necesidad de hablar en un idioma distinto. Es precisamente esta inseguridad intelectual, este ya no saber, lo que distingue a Elizabeth Costello como personaje de ficción, y a Elizabeth Costello, el libro que ella protagoniza, como –entre otras cosas– un drama psicológico. La publicación de la novela causó un cierto escándalo en los círculos literarios en lengua inglesa, debido principalmente a algunas de las ideas que Coetzee pone en boca de su personaje. Particular revuelo provocó su comparación del tratamiento que la sociedad industrial da a los animales de consumo (vacas, pollos, etc.) y el tratamiento que los nazis le dieron a sus víctimas en el holocausto del pueblo judío. Iguales respuestas negativas suscitó la idea, expresada por Costello en su conferencia sobre el problema del mal, de que ciertas imágenes son malignas y no deben ser escritas (la idea, es decir, de que la literatura tiene la obligación moral de censurarse a sí misma). Menos atención se prestó al hecho de que Coetzee hace llegar a Costello a tales conclusiones no para expresar su propia ideología, sino para mostrar el estado de descentrada orfandad en el que se encuentra el pensamiento moral en el mundo contemporáneo, y la dificultad de articular un discurso coherente desde posiciones radicales. Las ideas de Costello son extrañas, exageradas, casi histéricas, pero lo son porque se aferran –y este aferrarse es legítimo– a la voluntad de crítica en un contexto en el que ya no hay referentes claros para su ejercicio, un contexto en el que la crítica misma está institucionalizada (y, por eso mismo, domesticada). Haber escrito desde las grietas y los reveses del Ulysses la autoriza para observar el mundo y comentar sobre él desde un lugar específico; encontrarse en ese lugar hace su mirada inestable y nerviosa, poniéndole trampas a cada paso, pues el impulso crítico ha terminado por girar sobre su propia sombra para

cuestionarse sobre todo a sí mismo. Al mismo tiempo, la experiencia de esta incertidumbre es en Elizabeth Costello algo profundamente personal, algo que depende del personaje mismo y de su historia antes que de principios generales y sistemáticos. Tal incertidumbre no es un postulado filosófico. Es la forma de una mente específica, producto de una vida específica. Elizabeth ha ido perdiendo la poca confianza que alguna vez tuvo en el poder de las palabras, en el curso de la historia, en la noción de verdad (y en esto se parece a los pensadores postmodernos), pero en su lugar no le ha crecido otra cosa que una tremenda ambivalencia. Es de ahí, de ese estado de dubitación permanente, que nacen en el fondo sus ficciones, y conforme avanza hacia la vejez ella misma lo ve con tremenda claridad. En última instancia, ese estado de desconcierto intelectual corresponde a su naturaleza de escritora, a diferencia, por ejemplo, de la naturaleza de un filósofo. Escribir, parece decirnos, es dudar. Escribir es andar a ciegas. Coetzee no se ha caracterizado nunca por su interés en las formas

de activismo que se asocian a la idea del escritor o intelectual como figura pública. Se trata de uno de esos autores que rara vez conceden entrevistas o dan declaraciones, y en términos generales su trabajo se ha mantenido al margen del comentario de actualidad, incluso en los momentos más álgidos de la transición política en su país natal. Aún cuando se trata de recibir premios, Coetzee prefiere ausentarse: las dos veces que le otorgaron el prestigioso Booker Prize, no asistió a la ceremonia (al Nóbel sí fue, y dio un discurso titulado “He and His Man” en el que asume la voz de Robinson Crusoe y reflexiona sobre las relaciones entre éste y Daniel Defoe, su autor).

A pesar de ello, tanto sus novelas como sus ensayos han buscado

J. M. Coetzee recibe el Premio Nóbel del Rey en el Stockholm Concert Hall. Foto: Hans Mehlin, Nobel e-Museum.

insistentemente lidiar con temas de fondo de la vida social. Waiting for the Barbarians (1982), por ejemplo, explora en un plano casi abstracto el componente de violencia que se halla en los fundamentos de todo orden político, y termina ofreciendo una corrosiva crítica de los aparatos estatales en la que se deja intuir, sin declararse jamás, cierta nostalgia histórica por los flujos anarquizantes y descentrados de las sociedades nómadas. Life & Times of Michael K. (1983) retrata la vida de un inocente en una sociedad insidiosamente totalitaria, y encuentra su clímax en la expansión de la conciencia de su protagonista, su hallazgo de la libertad –temporal, inconcluso– en un pedazo de terruño al margen de los aparatos de control social. En The Age of Iron (1990), una anciana sudafricana blanca es confrontada con la violencia y la dureza de la vida que les toca a los jóvenes negros de su país en los años finales del apartheid, y descubre en sí misma, mientras se acerca a la muerte, insospechadas reservas de comprensión, aunque no necesariamente de solidaridad. Disgrace (1999), quizá el libro mejor conocido de Coetzee, tiene en su centro un episodio de violencia extrema e inexplicada con marcados ingredientes raciales, cuya víctima (una joven blanca) se rehúsa sin embargo a interpretar lo sucedido en esos términos y a actuar en base a tal interpretación. Y así sucesivamente. Las historias que cuenta este autor desafían nuestras expectativas, condenan a la confusión las cómodas certidumbres de la época, y nos obligan a mirar las situaciones de crisis que retratan sin las anteojeras que nos dan nuestros acostumbrados preconceptos morales y políticos.

Lo notable en esta trayectoria no es tanto la voluntad de Coetzee de incorporar a su escritura asuntos difíciles y ásperos, sino la forma elíptica, tangencial y compleja en que lo hace. Ninguna de sus novelas “trata” sobre los temas mencionados; ellos están ahí como están en la realidad, formando parte de un entramado múltiple que en ninguna instancia puede ser reducido a un tópico o dos, un entramado que por el contrario se expande en direcciones varias y asume formas sin fijeza, cambiantes, móviles. No son novelas de ideas en el sentido convencional, aunque sí relatos en los que los tamices ideológicos de la experiencia son un tema constante. Tampoco se trata de novelas de tesis –de aquellas que buscan afianzar y promover una versión determinada de lo real–, aunque no se amilanen ante la cercanía de nociones abstractas ni se apoquen, como hemos visto, a la hora de negociar argumentos de índole filosófica o moral. Las obras de Coetzee instalan su significado en un espacio intermedio, un espacio de ambivalencia e indefinición, un espacio de significados múltiples e inestables en el que acciones y experiencias están siempre definidos por una irreducible complejidad. Esa complejidad de lo real es, a fin de cuentas, el núcleo de su mensaje. Lo cual nos trae de regreso al tema con el que empezamos. Con Elizabeth Costello, Coetzee ha recuperado ese aspecto fundamental de su obra, y lo ha relanzado como una forma de explorar, primero, su posición personal como escritor en el espacio público, y a través de ella la posición del trabajo literario entre los demás modos expresivos que circulan en tal lugar. Y lo que quiere decirnos es, paradójicamente, muy claro. El impecable gesto de ofrecer ficción ahí donde se esperan disertaciones, argumentos, opiniones e ideas, revela ya que de lo que se trata es de colocar a este género de escritura –y con él a la práctica literaria en su conjunto– en el centro de nuestras conversaciones colectivas, y reivindicar su habilidad fundamental. La habilidad de contener multiplicidades y ambivalencias. La habilidad de darle forma temporal a lo que no la tiene. La habilidad de revelar, por un instante apenas, los flujos y movimientos de lo real. Este es en última instancia, aunque formulado de la manera oblicua e indirecta que caracteriza a Coetzee, un poderoso alegato por la dignidad de la literatura y su profundo, irremplazable contenido humano.

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Reprimenda publicitaria en el Super Bowl Tracy Kurowski El filósofo italiano Antonio Gramsci escribió hace más de setenta y cinco años, en la línea del concepto marxista de que la realidad material moldea nuestras vidas, que debemos examinar también las ideologías que afectan los juicios y las acciones. Sus escritos fueron considerados tal amenaza para los fascistas de Mussolini que en 1926 lo arrestaron y lo condenaron a diez años de prisión, donde finalmente murió. La razón de tan dura condena que alegó el juez encargado del juicio fue que tenían que evitar que su mente siguiera pensando. Sin embargo, la manipulación de las creencias de la gente para influir en la política sobrevivió y prosperó, irónicamente, en las tácticas utilizadas por la derecha gracias a la Fundación Heritage y el Instituto CATO, entre otras. Invirtieron millones de dólares anualmente para publicar libros, informes de comisiones y contratar a académicos para diseminar una agenda conservadora que promoviera la privatización, la fusión de medios de comunicación y la economía neoliberal. Una de las publicaciones más famosas de este movimiento fue un libro de 1994 titulado The Bell Curve, escrito por dos individuos de la Fundación Heritage. Es una oda al racismo que concluye que la inteligencia es un rasgo hereditario vinculado a la raza. Rechazado por la mayoría, su publicación marcó el principio del fin de las políticas de acción afirmativa de todo el país. Aunque en desventaja por falta de fondos, la izquierda logró la difusión de ideas al estilo de los think thank a través de la llegada y el uso muy extendido de la Internet. Organizaciones como Truth Out, Alternet, NARAL, ACLU y muchas otras, ahora hacen campaña en la Red y son capaces, con un costo mínimo, de ponerse en contacto con millones de personas y cabildear con los políticos con presupuestos bajos. Después de todo, fue el uso de la Internet lo que en 1999 llevó a cientos de miles de personas a Seattle a encender la chispa del movimiento antiglobalización en los Estados Unidos. Masiva por diseño, la promoción por Internet ha probado ser una fuerza extremamente eficiente para realzar un movimiento de masas en los Estados Unidos. En diciembre de 2003, nueve meses después de que Bush y compañía comenzaran su guerra y ocupación de Iraq y al cabo de tres años de la administración más desafortunada e ilegítima de la historia de los Estados Unidos, el grupo de apoyo sustentado por Internet, MoveOn.org, según la vieja costumbre estadounidense organizó un concurso para producir el mejor comercial anti Bush. La idea de Bush en 30 segundos fue enorme. Más de 1,500 personas y grupos presentaron anuncios que fueron incluidos en la página web de MoveOn, en la que el público se podía registrar y participar en la votación. Se utilizaron logaritmos para seleccionar aleatoriamente los comerciales que los espectadores después calificaban en una escala del uno al diez (un sistema de votación, uno no puede pasar por alto, más justo y representativo que el que usan los estadounidenses para elegir a su presidente y a la mayoría de sus funcionarios). Los comerciales eran tan diversos como las personas que los presentaron. Algunas películas profesionales cuya producción costó miles de dólares estaban en marcado contraste con los avisos hechos en casa con una computadora y una cámara de video baratas. Videos musicales de hip hop

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cuestionaban la guerra y el déficit de trillones de dólares. Dibujos animados y caricaturas jocosas se reían y caricaturizaban al presidente. Comerciales burlescos hechos exclusivamente para televisión nos pedían que compráramos una administración que realmente no necesitamos. Divertidos, serios, emotivos, alarmistas o ridículos, los comerciales de Bush en 30 segundos reflejaron las numerosas y variadas quejas contra la administración a la que Michael Moore le gusta referirse como “los ocupantes de la Casa Blanca”. El concurso de MoveOn generó casi 3 millones de votos. Los 15 finalistas fueron mostrados en un acontecimiento que tuvo lugar el 12 de enero de 2004 en la ciudad de Nueva Cork. Invitados famosos contra la guerra como Martin Sheen, Moby, John Sayles, Jack Black, Janeane Garafalo y Michael Stipe eligieron el anuncio ganador, Juego de niños, producido por Charlie Fisher, el hijo republicano de un republicano hasta que Bush subió al poder. El comercial muestra a niños pequeños haciendo trabajos duros o terriblemente pesados. Al final aparece un texto que nos pregunta: “¿A que no sabes quién va a pagar el déficit de 1 trillón de dólares de Bush?” Esta opinión, sin embargo, no podía cobrar impulso durante mucho tiempo sin que pusiera en alerta el radar de la extrema derecha y sus operarios. El Secretario General del partido Republicano Nacional, Ed Gillespie, acusó a MoveOn de “patrocinar” comerciales que comparaban a G. W. Bush con Adolfo Hitler. Además afirmó falsamente que MoveOn se estaba gastando 7 millones de dólares para mostrar los avisos de Bush como Hitler en la televisión. Es verdad que dos avisos comparaban a los epónimos líderes, pero no fue MoveOn quien los patrocinó sino que fueron miembros del público general quienes hicieron la comparación. También fue el público general el que los descalificó con su votación. Gillespie hizo su acusación en Fox News Sunday y mandó comunicados de prensa y llamó a periodistas de todo el país. A pesar de que MoveOn se disculpó por el malentendido y empleó mucho tiempo valioso en dar explicaciones, el Secretario General del Partido Republicano Nacional no se ha retractado de sus declaraciones engañosas. Más aún, todavía están sacando provecho del incidente al poner los avisos en su página web cuando la propia MoveOn hace tiempo que los ha quitado (aunque los primeros 250 avisos se pueden seguir viendo en http://www.bushin30seconds.org). MoveOn tenía previsto mostrar el comercial ganador durante el pasatiempo número uno de los Estados Unidos y donde se sienta precedente en el ámbito publicitario: el Super Bowl. Los comerciales actualmente famosos se muestran por primera vez en estos codiciados descansos y son vistos por más de 100 millones de telespectadores. El año pasado el Super Bowl incluso mostró un comercial patrocinado por la Casa Blanca que vinculaba a los drogadictos con los partidarios del terrorismo. Sin embargo, la CBS en manos de Viacom se negó a poner el aviso de MoveOn alegando que no querían mostrar anuncios controversiales. La vocera de CBS Dana, McClintock, declaró: “Nuestra política está en contra de aceptar la promoción publicitaria”, aunque nadie ha podido diferenciar todavía la promoción de la publicidad. MoveOn planea circunvalar el apagón de Viacom vendiendo el aviso a afiliadas locales y ya han empezado una campaña de escritura de cartas para intentar influir en los dirigentes de Viacom. Pero lo más probable es que durante el Super Bowl no veamos nada parecido a una opinión pública, excepto el habitual ra-ra. Y mientras las ondas de difusión pública estén controladas por medios de comunicación privados monopólicos, el público permanecerá en el universo digital de la Internet. Así será hasta que la Internet también caiga en manos de los gigantes mediáticos.

_______________________________________________ Tracy Kurowski es editora de la revista ¿Hasta Cuándo? Traducción: Verónica Esteban


Infowar

Filmar el disentimiento Kari Lydersen Imágenes del presidente Bush y el vicepresidente Cheney explotando…. hombres sin techo con pancartas que dicen “Todo va bien”… un pingüino de peluche que ataca a un muñeco con la forma del presidente… nubes de humo tóxico que salen de una fundición de Pilsen a las 4 de la mañana… un joven niño palestino protegiendo con sus brazos a sus hermanas en un maltrecho campo de refugiados… multitudes de trabajadores por día inmigrantes marchan por un barrio de Albany Park exigiendo que la ciudad les dé un centro de trabajo… éstas son algunas de las imágenes de un festival de cine verdaderamente masivo celebrado el 16 y 17 de enero para recaudar fondos para el Chicago Indymedia y el periódico bilingüe independiente Hasta Cuándo. El festival de cine presentó el trabajo de Chicago Indymedia y otros colectivos e individuos locales, así como algunos trabajos de todo el país, incluidos algunos participantes del concurso de MoveOn.org de avisos de 30 segundos anti Bush con la idea de mostrar el ganador durante el Super Bowl. Las siguientes son reseñas de algunos de los trabajos del festival, que tuvo lugar en Women in the Director's Chair en Uptown y en el restaurante Décima Musa de Pilsen (entre los patrocinadores estaban Polvo Art Studio, Ritual Multimedia, el Nicaragua Solidarity Committee, Chicago Media Action y Labor Beat / Labor Express).

Infowar “¡Díganos! ¡Díganos! ¡Díganos!” corea la voz áspera y demoníaca del DJ con aspecto trastornado, con lentes oscuros y saco blanco, detrás de un caos de música electrónica e imágenes de explosiones, tanques, helicópteros, cadáveres y un mosaico de latidos regulares con logos de corporaciones: Shell, Exxon, GE, NBC, CBS, CNN. El telón de fondo de gran parte del video es la manifestación contra la guerra que tuvo lugar en el centro de Chicago el pasado mes de febrero, en la que pancartas con rostros inquietantemente reales de Dick Cheney, George W. Bush y otros aparecen con fuentes de sangre chorreando por la cabeza, mirando impúdicamente a la cámara. Superpuesto en la parte superior de este mosaico aparecen las mentiras que la administración de Bush nos ha ido contando: “Los franceses han estado negociando con Sadam durante 12 años”… “Los manifestantes contra la guerra son víctimas de una ‘propaganda de seguidores’”… “Las ensordecedoras aeronaves iraquíes por control remoto son capaces de distribuir armas químicas y biológicas”. El efecto final del video de un minuto de duración producido por el artista de Pilsen “SEMA4” es una representación auditiva y visual de la paranoia, la confusión e incluso la locura de una sociedad en la que los poderes corporativos y políticos nos venden mentiras insolentes para justificar unas brutales políticas de interior y exterior… que la gente compra. Aterradoramente, después de incontables imágenes rápidas de la guerra de Iraq y de otros conflictos, una voz pronuncia que “la guerra es el estado natural del hombre”.

Polución en H. Kramer Cuando el activista de Pilsen Dorian Breuer presenció nubes de humo denso saliendo de los alrededores de la planta fundidora H. Kramer &

Company (en el 1315-1359 al Oeste de la calle 21) y percibió un olor mortífero a las 4 de la mañana de un crítico día de junio, agarró su videocámara y salió a la calle. La polución de H. Kramer no es nueva para los residentes de Pilsen, la mayoría de los vecinos están acostumbrados al humo de la planta fundidora, al de la estación de electricidad Fisk y al de otras industrias que llenan sus calles, departamentos y pulmones. Desde la perspectiva de Thomas Yun, coproductor del video junto con Breuer, la mayoría de los residentes dan por hecho esta contaminación. “La gente se ha parado a pensar sobre el medio ambiente en el que vive”, dice. “Nos creemos lo que nos cuentan y no queremos pensar en ello.” Esa noche Breuer decidió llegar al fondo de la cuestión H. Kramer, como está documentado en el video, visualmente llamativo, políticamente inquietante e irónicamente humorístico. Después de grabar las nubes de humo, entró en la planta y continuó grabando subrepticiamente mientras hablaba con un capataz. El capataz defendía que las emisiones eran sólo vapor, a pesar de que las nubes eran claramente opacas y mortíferas. En el video Breuer también entrevista a policías que responden a sus preguntas acerca del humo. Dicen que la planta habitualmente despide emisiones fuertes por la noche, cuando es menos probable que los residentes se quejen y añaden que no se puede hacer mucho al respecto. H. Kramer funde chatarra y desechos de metal, separa los diferentes componentes y los convierte en lingotes de latón que luego vende a sus clientes, incluida la Armada de los Estados Unidos. Breuer envió estas imágenes al Departamento de Medio Ambiente de la Ciudad y se entrevistó con el vicepresidente de H. Kramer, Randy Weil, quien escuchó sus inquietudes y apuntó que la compañía cumple con las regulaciones federales. La posdata del video notifica que el Departamento de Medioambiente nunca hizo nada acerca de las quejas de Breuer y sus pruebas de video. Breuer y Yun actualmente están trabajando en una versión ampliada de la película, que hablará no sólo de la H. Kramer sino también de la estación Fisk, una planta de carbón que le vende energía a Com-Ed, y otras industrias pesadas de la zona. Como miembro de los verdes de Pilsen, Breuer participó en la inclusión de un referéndum en las papeletas del año pasado para preguntar a los residentes de dos distritos si apoyaban la ordenanza Aire Limpio que obliga a Fisk a reducir sus emisiones en un 90%. El referéndum no vinculante fue apoyado aplastantemente, con sólo 20 votos negativos de los 210 contados. Breuer afirmó que a pesar de que fueron puerta por puerta para organizar el referéndum, los residentes parecían más preocupados por la H. Kramer que por la Fisk. “Creo que la gente piensa que

Polución en H. Kramer

porque el humo de Fisk está tan alto, no los afecta”, dice. “Estaban más preocupados por el humo de H. Kramer, que huele muy mal y está a la altura de sus departamentos. Pero realmente todo el pasillo es terrible. Es posible que la gente no pueda oler la fábrica a 10 cuadras, pero eso no significa que no afecte el aire que respira.” “La polución en H. Kramer” ya se ha mostrado en CAN-TV, está recogida en la página web de Indymedia y ha sido puesta en pantalla en el festival de cine. La nueva versión será presentada en el festival de cine Chicago Underground y en otros concursos. Yun ve el video desde una perspectiva filosófica más amplia, así como parte de un esfuerzo de organización de la comunidad. Le gustaría que fuera una llamada de atención para que la gente sea consciente de que debe estar al tanto de su medio ambiente y exija condiciones de vida saludables. “Fisk es un enorme símbolo fálico en medio del cielo, todo el mundo lo ve pero nadie piensa en él”, dice. “La gente necesita pensar en el aire que estamos respirando.”

Los comerciales de MoveOn.org Cuando la organización activista cibernética MoveOn.org solicitó videos de 30 segundos que criticaran a Bush, se recibieron 1,000 propuestas desde divertidísimas, surrealistas o gravemente serias. Las participaciones están recogidas en su página web, pero el video ganador no fue mostrado en el Super Bowl, como estaba originalmente previsto. La CBS decidió que su contenido era demasiado controversial. Los seguidores de MoveOn.org enviaron más de 340,000 correos electrónicos y llamadas telefónicas a la CBS condenando este acto de censura, de acuerdo con un reciente comunicado de MoveOn.org, que declara: “Claramente muchísimos de nosotros creemos que la negativa de CBS de mostrar nuestro aviso Voter Fund es errónea, cuando al mismo tiempo permiten a la Casa Blanca de Bush presentar un aviso propio de promoción. Se está escribiendo acerca de esto en columnas y páginas editoriales. Y el lunes, el comisionado de FCC Michael Copps hizo una declaración al respecto. Estas personas entienden que este asunto no se trata sólo de nuestro aviso Voter Fund –se censuró también un aviso de People for the Ethical Treatment of Animals. En el fondo de la cuestión está la libertad de expresión. Las enormes compañías

como CBS que controlan el acceso a las ondas de difusión públicas deben mostrar puntos de vista opuestos. Entre las propuestas mostradas en el festival de cine había un aviso titulado “Los grandes éxitos de Bush”, una conferencia de prensa en animación en la que los periodistas hacían a Bush las preguntas difíciles que no contesta y un anuncio de un juego llamado “Dominador Global”. En Dominador Global, que imita un anuncio de T.V. de un juego de mesa malo, un ansioso niño pequeño usa un muñeco de plástico con forma de Bush para pisotear tierras extranjeras en nombre de la lucha contra el terrorismo. Cuando un lujoso pingüino hace frente a Bush, una voz en off dice: “parece que los liberados te están causando algunos problemas”. Cuando él dice “Huh-oh oh, aquí vienen los medios de comunicación” (en forma de una figura femenina con un lápiz de tamaño real), Bush “se esconde detrás de la bandera” literalmente. En un aviso más serio, se toca la canción “Which Side Are You On” con imágenes de hombres sin techo llevando unas pancartas de cartón. Pero en vez de decir “Trabajaremos por comida” reflejan los tópicos que tanto le gusta pronunciar a la administración: “América está segura”, “La economía está mejorando” y al final “Todo va bien”. El aviso de los grandes éxitos de Bush hace una parodia de esas exhortaciones que aparecen avanzada la noche para comprar las 100 mejores canciones de amor, pero en este caso las canciones incluyen títulos como “¿Qué tiene que ver eso con el petróleo?” o “Reducción de impuestos para los ricos”. “Son un instrumento de organización realmente genial”, dice Thomas Yun, quien como miembro de un colectivo llamado Octopussy participó en la creación de una propuesta en la que aparecía un muñeco descoyuntado de Bush siendo atacado por un gato. “No es sorprendente que CBS declinara mostrarlo. CBS pertenece a Westinghouse, que es un proveedor militar. Siga usted los peldaños de la escalera.” ______________________________________ Kari Lydersen es periodista independiente. Traducción: Verónica Esteban

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Cambio de tiempo José Ángel Navejas El 24 de octubre del año pasado los diarios británicos comentaban el arribo del Concorde proveniente de Nueva York al aeropuerto Heathrow de Londres. Sería la última vez que las alas del gran pájaro supersónico se batieran bajo el cielo gris de la capital inglesa, y de cualquier parte del mundo. Un evento histórico. O por lo menos así aparentaba creerlo el millar de afortunados que atiborraron las gradas construidas por el aeropuerto específicamente para presenciar el descenso del avión. La BBC reportaba, también, a un desalentado espectador londinense declarando: “hoy es un día triste, pero debemos recordarlo con alegría”, mientras se sostenía, trepado en la misma escalera desde donde había presenciado el vuelo del Concorde en 25 ocasiones diferentes. Una de las pasajeras ilustres del vuelo, la actriz Joan Collins, compartía la misma opinión: “hoy es un día para brindar y llorar”. Y es que la ocasión no era para menos. Después de todo, el Concorde representaba un logro de proporciones colosales: duplicada la velocidad del sonido, el rincón más remoto del mundo quedaba, literalmente, a la vuelta de la esquina. El ocaso del Concorde, símbolo supremo del transporte de nuestra época, llega, irónicamente, 100 años después de que el primitivo avión de los hermanos Wright alzara el vuelo por vez primera. La grandeza del logro de los Wright consiste en descifrar el enigma del cielo: el cálculo matemático se impone ante la especulación metafísica. La aventura de los Wright es, en realidad, un asalto directo al cielo. El sacro vientre del que proveníamos y al cual podríamos retornar sólo a costa de la vida misma, sufre de pronto una puñalada letal y queda expuesto, a nuestra merced. Pero la incursión de los Wright en el espacio no sólo violenta lo sagrado, sino también la concepción humana del tiempo. Nuestra relación con el mundo que habitamos se vuelve, a partir de los Wright, una cuestión más íntima. El mundo es más nuestro. Seguimos enamorados del cielo, sí, pero sólo como medio, no como destino. Afirmamos el presente a costa del futuro. Y cuando nuestros planes inmediatos, cuando las necesidades que nuestra época nos ha impuesto se ven de repente frustadas, entonces, entre trago y sollozo, sentimos con Joan Collins que el deceso de todo lo que disminuye las latitudes del mundo (el Concorde) es prematuro, “trágico”. Este tipo de “inconvenientes” tienen, en efecto, algo de trágico. Después de todo, librados de la noción del tiempo como futuro, sentimos que el mundo debería desplegarse instantáneamente ante nuestra presencia. Retoños de una violenta y explosiva era tecnológica, heredamos de ella precisamente eso: una fuerza voraz y expansiva, pero al mismo tiempo breve, precoz. Ante la pérdida de algo que atesoramos, ya no acudimos al rito elaborado; en vez, “brindamos y lloramos”, y en seguida nos olvidamos del motivo de nuestro malestar. El desapego pronto e indiferente de las cosas que apreciamos es, en nuestra vida contemporánea, una de las consecuencias más graves que los avances tecnológicos han traído consigo. Hoy lamentamos el deceso prematuro del Concorde, pero mañana celebraremos los viajes turísticos a la Luna, la vida colonial en Marte. Transferimos nuestro afecto de una cosa a otra como si al hacerlo lidiáramos no con nuestra facultad de amar, sino con fondos bancarios. La inmediatez de nuestro vecindario cibérnetico ha abolido la trascendencia del hombre, y con eso nuestros vínculos emotivos a largo plazo han quedado también disueltos. A diferencia de épocas anteriores, las relaciones duraderas no son ya prerrogativa del hombre contemporáneo. Hace apenas un poco más de un siglo –y a pesar del mensaje de los célebres asesinos de Dios que entonces resonaba en las grandes urbes– al hombre le era todavía factible aspirar al futuro, es decir, al cielo; siendo su relación con el mundo pasajera, poseía en el cielo un lugar de reposo, un hogar verdadero. Ese era su fin, y se esmeraba en alcanzarlo, creía en la absolución, tenía en Dios y su cielo un consuelo a los males de este mundo. En breve, la fe en la vida ultraterrena era el conjuro que resolvía de una vez y para siempre el enigma de su razón de ser en el universo. La moraleja que debe sacarse de esta fábula no es el abominable cuento del destino de salvos y condenados, sino la capacidad humana para establecer un pacto estable y duradero con el cosmos. No obstante, la instantaneidad del mundo actual nos deja, como al hombre cuatrocentista, al borde de una crisis. Pero a diferencia de lo que a ellos les sucediera, nuestra nueva concepción del tiempo no pretende mostrarnos un universo más amplio, su orden sistemático ni las leyes que lo rigen. El titánico alcance de la actualidad se explica, paradójicamente, a través de la cercanía, del momento. Hemos erigido nuestra civilización sobre cimientos instantáneos, casi inconexos. De ahí que nos resulte tan difícil tener fe en el futuro remoto y fantástico de nuestros ancestros. Afirmamos el presente, nos embriagamos en el instante para olvidar la eternidad que hemos perdido. Aparentemente se equivocaba Nietzsche en sus cálculos al profetizar que, después de la muerte de Dios, su fantasma seguiría acechándonos por siglos. El boom de los avances tecnológicos de nuestra era ha logrado derribar, en cuestión de décadas, el cielo que le tomó varias centurias construir a las mentes más lúcidas que existieran entre la caída de Roma y el Renacimiento. Aniquilado el cielo, el vacío ya no existe como posibilidad sino como realidad. Y, mientras las supersticiones de nuestros ancestros se desvanecen en el horizonte, nosotros nos consumimos en una relación orgásmica con el mundo. Preferimos, como el Satanás de John Milton, gobernar nuestro propio infierno que servir en un cielo ajeno.

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Veinte años sin Julio Cortázar Bernardo Navia Al principio creí que el miedo me producía la idea de imaginar conejitos blancos siendo vomitados por alguien en un departamento de la calle Suipacha; allá, en Buenos Aires; o la crianza de las mancuspias, o el sufrir de cefalea. Más tarde entendí que el miedo me lo producía el darme cuenta que en esto, a lo que llamamos tan inocentemente realidad, hay intersticios por los que se cuelan los estatutos y el orden de una lógica extraña, ajena a los parámetros de ‘este lado’. Era ésta una expresión favorita de Julio Cortázar, quien fue uno de los primeros en señalarme lo baladí que resulta apostar toda nuestra ‘conciencia lógica’ al orden establecido en este lado. Porque basta tan sólo cruzar el umbral de una puerta, o doblar una esquina para encontrarse con ‘lo otro’. Aquella instancia ajena a este orden cotidiano nuestro. Instancia que hace, por ejemplo, que una pareja de hermanos abandone su casa, que ya ha sido tomada, no importa por quién o quiénes. Eso sí, sin antes cerrar con llave, no fuera a ser cosa que a algún desventurado se le fuera ocurrir entrar; a esa hora y con la casa tomada. Es así entonces que esta realidad perderá todo su carácter de imbatible lógica cartesiana para doblegarse –y por qué no– a la otra lógica; a la que impulsa al conductor de un ómnibus a abalanzarse sobre una pareja que no se le ha ocurrido comprar flores, y eso que el ómnibus pasaría por el cementerio; y es en este reflejo invertido en el que Cortázar propone que ese ómnibus podría, además, llevarnos a un sitio que no deseamos o que no queremos saber que deseamos. Si ya no son incuestionables los parámetros del tiempo y el espacio, tampoco resulta ilógico (valga la redundancia) que un lector ávido de llegar al final de una novela que lee, cómodamente sentado en su sillón de terciopelo verde, vaya a darse cuenta (o tal vez no) que la última línea de su libro es también la de su última hora. Y así, este protagonista nos estará reflejando a todos; a usted también, lector de estas páginas de contratiempo. No creo que sea errado afirmar que para Julio Cortázar el orden de este lado sea un reflejo invertido del orden que impera del otro lado. De aquel que permite –por qué no– a un soñado moteca soñar un accidente inverosímil en un tiempo y en una ciudad aún más inverosímiles. La realidad, pues, no es simple. Este mismo texto, las baldosas de la acera, la ciudad, tienen otra faz. Una sombra que proyecta (o que merodea y acecha, tal como lo hace un tigre en una casa; o tal como lo hace Alina Reyes en su diario) que proyecta, digo, la realidad, esa que se vive de este lado. Cuando comenzamos a vivir la del otro lado; cuando los intersticios de este lado nuestro dejan pasar ‘lo otro’ entonces no es de extrañarnos que aparezca una Circe con letales animalitos disfrazados; o no es de extrañar que sea posible entrever la profundidad real de las puertas del Cielo que nos es común a todos. Y en este aniversario se me ocurre pensar que sí estamos todos supeditados a los caprichosos designios de estos intersticios que se empeñan en aparecer cuando menos se los espera; y es a través de éstos que el otro orden impone su aplastante y ajena lógica, entonces ¿sorprende, por ejemplo, que la patética existencia de Rocamadour haya acabado rodeada de lejanías, oscuridad y conversaciones de un grupo de no menos desafortunados perseguidores que se empeñaban en ignorar al pequeño cadáver en su cuna? A Julio Cortázar le tocó ser una suerte de pájaro agorero: contar las cosas que, colándose por los intersticios, alteran el orden de este lado. Contar, hablar, narrar un bestiario o unas vidas que repetían un juego de rayuela es, precisamente, lo que las urbes, enclavadas en este lado, se empeñan en catalogar de fantástico. Por qué, me pregunto entonces, tengo siempre la sensación de que a Julio Cortázar le palmoteó en el hombro la muerte (así, de la forma que sólo ella sabe) porque él, perseguidor como era, estaba muy cerca de tocar, de explicar aquello que se las arregla para colarse hasta este lado, ya sea en la forma de un tigre, de una mendiga en Europa o de un pececito soñado perfecto por la testarudez de un adolescente. Me pregunto de cuánto alcanzó Julio Cortázar a darse cuenta antes de irse. Los cómo, los por qué se agolpan en mi imaginada conversación con el escritor. Adivino, tal vez, su respuesta: “qué le vas a hacer, ñato…”.


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