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Editorial Raúl Dorantes y Febronio Zatarain Pepe Vargas y sus veinte años de viaje por el cine Jorge Frisancho Tres películas peruanas Érika Buchancow Tres de la Argentina Jochy Herrera Cine haitiano: Crónicas de un retorno al futuro Febronio Zatarain Cine mexicano: Preocupado más por la efectividad que por el arte contratiempo Panorama del festival
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deshoras León Leiva Gallardo El pordiosero y el dios Patricia de Souza Electra en la ciudad Jorge Hernández Los árboles Javier Campos Las ciudades en llamas Caridad Clemente Aparicio Doscientas flores tempranas
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mirada cómplice Luis Cardoza y Aragón Gunther Gerzso
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tiempo extra Fernanda Solórzano Fuera de competencia: Entrevista con Arturo Ripstein Ismael Serrano Carta de Madrid Iván Torrijos Desnudo de un mundo artificial: Un ojo en el techo me vigila Kari Lydersen Bolivia mira hacia el futuro... ¿pero se ve? Jorge Frisancho Periscopio electoral: ¿Bush II? Francisco Piña El otro México Luis F. Soto “La frontera me abrió el cuerpo y el rock la cabeza”: Entrevista con Jaime López Julio Rangel Nueva fotografía documental mexicana Delia Negro Latino Art Beat en el Instituto Cervantes Josefina de Abad Desde el desván: Don Samuel, el profeta Paty Caselín Naturaleza sangre, nuevo disco de Fito Páez Alonso Arreola Carta de México: Razones para quejarse
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tiempo de sobra Leda Schiavo El día de San Patricio Humberto Uribe La bomba
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The International Latino Cultural Center, que organiza el presente Festival de Cine, se encuentra sin duda entre las tres organizaciones culturales más importantes de la zona metropolitana de Chicago. A lo largo de veinte años ha logrado establecer la mejor muestra de cine iberoamericano en nuestro continente. Un síntoma de que dicho festival ya forma parte de la ciudad es que los murmullos sobre su próxima edición se empiezan a oír desde principios de marzo, esto a pesar de que el comité organizador empieza la campaña publicitaria a fines del mismo mes. Por eso no nos sorprendería que en este XX aniversario el número de asistentes se acerque a los 50,000, es decir, casi un veinticinco por ciento más que en 2003. Pero los méritos no se limitan a lo cuantitativo. Un festival como éste, obviamente, depende en mucho de la calidad del cine que se esté haciendo en América Latina y en la península Ibérica. En estos veinte años, los espectadores más asiduos han sido testigos de que el cine iberoamericano va de menos a más. Tanto de la calidad de este cine como de la crítica local, depende la mejoría del criterio cinematográfico de la comunidad latina de Chicago. Este criterio, aunque lentamente, ha ido madurando. Y decimos lentamente porque un festival de estas características nada a contracorriente: por un lado existen en la ciudad decenas de salas que exhiben a diario las películas producidas en Hollywood; por el otro, se tiene que competir con la programación –tanto en inglés como en castellano– de la televisión. Aunque en el festival haya películas que responden al corte hollywoodense, también hay muchas (posiblemente la mayoría) que reflejan las inquietudes propias de los cineastas. Y es acertado y congruente mostrar toda esta gama, ya que el festival no pretende ser una muestra de cine alternativo sino un abanico del cine que se está produciendo en la Península, en Latinoamérica y en el mundo latino de los Estados Unidos. Un aspecto que va ligado al inmigrante es la identidad. El que emigra, aunque no lo quiera, se hace la pregunta fundamental: quién soy. La respuesta a esta pregunta se encuentra en cada aspecto de la vida cultural de un pueblo, en nuestro caso del pueblo latinoamericano. No es aventurado afirmar que de todas las disciplinas artísticas, en la última década esta búqueda ha tomado como cauce primordialmente las vertientes del cine. En los años veinte, treinta y cuarenta, la pintura y la poesía parecieron ser la mejor manera de expresar la identidad latinoamericana. De ahí la relevancia de los Muralistas Mexicanos, de Roberto Matta, de Wifredo Lam y de Joaquín Torres-García, entre otros, en el ámbito de la plástica; y de Vicente Huidobro, César Vallejo y Pablo Neruda, en el de la poesía. En los cincuenta, sesenta y setenta, la narrativa latinoamericana consolidó lo que la plástica y la poesía ya habían vislumbrado; quién no recuerda las Leyendas de Guatemala, un fragmento de Pedro Páramo, Los funerales de la Mamá Grande o La guerra del fin del mundo. Ya en la segunda mitad de los ochenta, esta búsqueda no se concentró en ninguna manifestación en particular; hubo obras, pero no movimientos artísticos de gran peso. A mediados de los noventa –según hemos podido captar a través del Festival– el cine se convierte en el cauce principal de aquella pregunta, y surgen obras imprescindibles de diversos directores latinoamericanos; entre ellos sobresale Arturo Ripstein con obras como Principio y fin y Profundo carmesí. A la par de Ripstein, se empieza a percibir un movimiento cinematográfico en la Argentina: películas como Pizza, birra y faso, Felicidades, Sólo por hoy, Garage Olimpo y El polaquito. No está por demás decir que el cine de autor que viene de la Argentina se ha ido consolidando cada vez más. En la edición del 2002 la gran sorpresa fue Chile con Un taxi para tres, La fiebre del loco y Negocio redondo. Ahora, en 2004, otro país sudamericano se une a este movimiento: Perú. De allá nos llegan a la presente muestra Polvo enamorado, Doble juego y especialmente la película de Francisco Lombardi Ojos que no ven. Y también a esta edición nos llega del Ecuador una opera prima cargada de esperanza; nos referimos a Un titán en el ring, de la joven Viviana Cordero, que con un presupuesto de ciento diez mil dólares realizó una de las mejores películas producidas en América Latina en 2003. Cordero nos recalca que para hacer una obra cinematográfica que deje huella es imprescindible, antes que nada, la pasión. No nos queda más que esperar con agrado el inicio de la XX edición.
El 23 de octubre de 1980, la portada del Chicago Tribune, anunciaba que el entonces presidente Ronald Reagan se hallaba en Cancún participando en un encuentro con los países en desarrollo. En otra columna, el diario daba a conocer la propuesta de la alcaldesa de Chicago, Jane Byrne, para reconfigurar el mapa de los cincuenta distritos locales. Esta propuesta se daba en gran parte por la presión de líderes comunitarios latinos que buscaban representación política en el concilio municipal para el casi medio millón de mexicanos y puertorriqueños que residían en la ciudad. Por último, en esa edición del Tribune se pronosticaba algo de nieve en el transcurso de la mañana. En la madrugada de ese mismo 23 de octubre, Pepe Vargas llegó al aeropuerto O’Hare procedente de Los Ángeles. Como no conocía a nadie en la ciudad, le pidió al taxista que lo llevara a un hotel económico; y éste lo llevó al Best Western ubicado en las calles Ohio y Fairbanks. A las once de la mañana, luego de haber descansado, Pepe miró por la ventana los copos de nieve que poco a poco iban blanqueando las calles de la ciudad. Era de algún modo su bienvenida. Como todo inmigrante, buscó trabajo al día siguiente. Y tuvo suerte, porque casi de inmediato lo contrataron como busboy en el restaurante Don's Fishmarket. Ahí ya laboraban catorce mexicanos, que al principio no aceptaron que un colombiano tomara una posición que bien podría cubrir alguien de su pueblo. Es sabido que por lo general en cada restaurante y en cada factoría los trabajadores provienen de un mismo pueblo o región, aspecto que no es exclusivo ni de los mexicanos ni de la comunidad latina. Casi a la par del trabajo, Pepe se matriculó en el Truman College para continuar con sus estudios de inglés, que había iniciado un año atrás en la ciudad de Los Ángeles. A pesar de que ya había obtenido el título de abogado en la Universidad Nacional de la Plata, Pepe tenía mucho interés en obtener un bachelor’s degree; por eso buscó la manera de que su horario de trabajo se concentrara los fines de semana. De estos meses, lo que más recuerda fue la noticia de que John Lennon había sido asesinado. Ese día muchos de los maestros y de los alumnos del Truman College se sumaron a la concentración espontánea que se había formado en la pequeña colina que se halla muy cerca del lago a la altura de la calle Montrose. Y a los dos años de que Pepe comenzara a trabajar como busboy, el restaurante cerró y tuvo que probar suerte como taxista. También por esta época ya estaba matriculado en el Columbia College, concentrado primordialmente en materias relacionadas con los medios de comunicación, aspecto que lo fue acercando al cine. Para 1985, en el Saint Augustine College surge la idea de organizar un festival de cine latinoamericano más que todo como parte del programa de reclutamiento. Había veinte mil dólares donados por la Chicago Community Trust y el Illinois Art Council para organizar dos festivales. Armando Afanador, quien tuvo la idea del
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festival, invitó a Pepe Vargas a participar en la organización, a lo que éste accedió. Su contribución en este primer festival fue la sugerencia de que los filmes estuvieran subtitulados en inglés, de esa manera también se tomaba en cuenta a los angloparlantes interesados en el cine iberoamericano. Se proyectaron en este primer festival catorce largometrajes en una pared que sirvió como pantalla. El film más sobresaliente fue Cría cuervos, del español Carlos Saura. La asistencia al festival fue de quinientas personas. Cabe mencionar que el auditorio donde dio inicio el festival era parte de los estudios de filmación Essanay en los que el legendario Charles Chaplin realizó cortos como His New Job, A King’s Ransom y A Night Out entre otros. Cualquiera que haya estado en dicho auditorio habrá sentido la historia cinematográfica que aún brota de sus altos muros. No podía haber un mejor espacio en Chicago para emprender esta aventura del cine iberoamericano. En 1986, la administración del Saint Augustine
La Mesa, muy cerca de Bogotá el 30 de junio de 1950; es el tercero de una familia de tres varones y dos mujeres. Su padre tenía una frutería que le daba para mantener modestamente a la familia. Pepe quería estudiar, por eso a la edad de quince años se muda a la capital donde ya vivía su hermano mayor quien le ayudaría a establecerse. De 1967 a 1969, gracias a que se metió a la venta de artesanías, conoció gran parte de su país. De estos tres años lo que más resalta en su memoria son los retenes militares que parecían una sombra del conflicto que se libraba en las montañas de Colombia. Al terminar su educación media, decidió probar suerte en la Argentina. Primero ingresó a la Escuela de Ingeniería Aeronáutica, pero no le satisfizo del todo y se cambió a la Facultad de Derecho, de la que se graduó en 1975. En la primera mitad de los setenta, más que descubrir la Argentina, descubre América del Sur. No hay que olvidar que en esta época las universidades de Buenos Aires o La Plata eran las que más atraían a los jóvenes suramericanos;
Celia Cruz en la entrega del Premio Gloria. Foto: Cortesía del International Latino Cultural Center of Chicago
College le pidió a Pepe Vargas que se encargara de la organización del segundo festival. En éste, el número de largometrajes subió a diecinueve; y el de asistentes, a tres mil. Aunque se recuperaron cuatro mil dólares, la institución perdió interés en seguir organizando el festival, ya que no había funcionado como herramienta para reclutar alumnos. Pero Pepe ya estaba prendido, y comenzó a buscar otros medios de financiamiento para continuar y mejorar lo que ya se había iniciado en el Chaplin Hall del Saint Augustine. Pepe Vargas nació en un pequeño pueblo llamado
y Pepe formaba parte de esa juventud. En este periodo también viaja a Bolivia, Paraguay, Perú y, por un largo periodo, a Chile. Es importante señalar que en todos estos viajes se quedaba con familiares de amigos que había hecho en la Universidad. Dicho aspecto le permitió un mayor acercamiento con la realidad cultural y política de cada uno de estos países. Como colombiano y como abogado interesado en el derecho laboral, la Argentina de mediados de los setenta era el terreno menos óptimo dado que se vivía bajo una dictadura militar que se fue caracterizando cada vez más por la represión y el asesinato
Edward James Olmos en un evento del International Latino Cultural Center of Chicago
de estudiantes, activistas y líderes sindicales. Por eso Pepe optó por negociar con el capitán de un barco de bandera panameña para que lo dejara en la ciudad de Barranquilla. El retorno a la patria fue un verdadero desencuentro: fueron dos años en los que anduvo deambulando como maestro de una universidad a otra. Colombia para entonces estaba recibiendo exiliados de Chile, Uruguay, Brasil y la Argentina, y Pepe curiosamente empezó a juntarse con gente de estos países como si fuera un exiliado más. Colombia había dejado de ser su lugar de residencia. Como viajero, le llamaban la atención México y después Europa. El 15 de diciembre de 1978 toma un avión en la ciudad de San Andrés, Colombia, rumbo a Tegucigalpa. Y después, en autobuses, cruzaría el Salvador y Guatemala; recuerda que la guerra civil era cruenta en ambos países, pero curiosamente el mayor contratiempo lo tuvo en la frontera sur de México: a pesar de ya tener la visa de turista, fue extorsionado por las autoridades migratorias. Ya a fines de enero de 1979, se encontraba en la ciudad de México. Durante un año Pepe se dedica a la venta de pulseras y collares de cobre y casualmente participa en actividades docentes y políticas tanto en la Universidad Nacional como en la Universidad Metropolitana. Como no tenía visa de trabajo, se vio obligado a ir a Centroamérica varias veces para renovar su visa de turista. En una de esas salidas, conoció a Juan Perales, argentino que residía en Los Ángeles y que lo invitó a visitar esa ciudad estadounidense. Al principio, dicha invitación no le atrajo porque, como ya se dijo, a Pepe le interesaba cruzar el océano Atlántico. Pero al no concretarse una oferta de trabajo en la ciudad de México debido a trámites de carácter burocrático, aceptó probar suerte en Los Ángeles y tomó un avión con destino a Tijuana. Hasta este punto, Pepe Vargas había recorrido América Latina desde Puerto Mont, Chile, hasta la frontera norte de México; es decir, en el transcurso de diez años había palpado el ser latinoamericano en su propia geografía política; ahora el destino lo ponía frente a la otra Latinoamérica, la que se halla fuera de su tierra. En 1987, el festival de cine había quedado a la deriva; Pepe decide tomar el timón. Su primer movimiento fue acudir al Columbia College, y éste le permitió usar su domicilio para lo que ya se había bautizado como Chicago Latino Film Festival. En este mismo año, la alcaldía de la ciudad se disponía a celebrar el ciento cincuenta aniversario de su fundación. Y Pepe Vargas le propuso al comité organizador realizar el Tercer Festival dentro del marco de actividades de la conmemoración. Para entonces Chicago ya contaba con cuatro concejales latinos: dos puertorriqueños y dos mexicanos; en la ciudad, la comunidad latina ya tenía voz y voto, ya se nos tomaba en
cuenta. Quizás por eso el comité organizador apoyó a Pepe Vargas con diez mil dólares, lo que fue un gran impulso, ya que era el costo de cada uno de los dos festivales anteriores. Pero el proyecto de Pepe era más amplio y el presupuesto se había triplicado. Por una parte, buscó patrocinadores, de los que sobresalen AT & T y American Airlines, y por el otro apostó a la ayuda de trabajadores voluntarios. Este Tercer Festival ya se organizó en las instalaciones del Columbia College y se exhibieron un total de treinta y seis filmes, entre cortos y largometrajes. El año anterior el Festival Internacional de Cine de Chicago no le había dado cabida a Frida, de Paul Leduc, película que de inmediato incluyó Pepe Vargas en el programa del Tercer Festival. Como para entonces la “fridomanía” ya había emprendido el vuelo, este film se proyectó en el 3 Penny Cinema, y tuvieron que organizarse dos funciones extras (una incluso a la una de la mañana) para que ningún espectador interesado se quedara sin verla. Un elemento que sin duda ayudó fue la presencia de la actriz Ofelia Medina, que había hecho el papel de la pintora mexicana. A esta tercera edición asistieron sorpresivamente siete mil personas para ver filmes de veinte países, y el dinero recaudado por concepto de entradas sirvió como un nuevo punto de partida. Sin duda, el haber estado en una gran parte de los países latinoamericanos, le permitió a Pepe ver a Latinoamérica con una lente bolivariana. Esta visión no es nueva: va de la época de Simón Bolívar a la de José Martí y va también de los tiempos de José Vasconcelos a los de Eduardo Galeano. Lo novedoso es que una visión de este tipo se esté consolidando cada vez más entre los latinoamericanos que vivimos al norte del río Bravo, y el Festival es una concreción más de dicha visión. A los críticos y cineastas que participan en el Festival no deja de llamarles la atención que un evento cinematográfico de estas características haya enraizado mejor en una ciudad estadounidense como Chicago, que en ciudades latinoamericanas como La Habana, Guadalajara o Mar del Plata. Hoy en día es innegable que el Chicago Latino Film Festival es el número uno en su género en las Américas. Para el mexicano, el puertorriqueño, el salvadoreño o el colombiano que vive en los Estados Unidos no le es tan difícil palpar que gran parte de la patria reside en la lengua, y que por ende la península Ibérica –es decir, el portugués y el español– es también parte de América Latina. Cuando Pepe vivió en los Ángeles su sueño de cruzar el Atlántico no dejó de perseguirlo. Pero una vez en Chicago ese sueño comenzó a desvanecerse: aquí, curiosamente, se fue reencontrando con Latinoamérica. El sentimiento de Pepe no es un caso aislado: pertenece a un grupo de inmigrantes latinoamericanos que han llegado a Chicago desde principios de los ochenta; un grupo
de universitario y de profesionistas expulsados de sus respectivos países por el creciente desempleo y los bajos salarios provocados por la crisis económica latinoamericana. ¿Por qué Chicago y no otra ciudad estadounidense con gran presencia latinoamericana? Si bien en Miami encontramos inmigrantes de Nicaragua y Argentina, lo que más resalta es la patria cubana; en el sur de los Estados Unidos, pero sobre todo en Los Ángeles, podrá haber muchos centroamericanos, mas lo que se impone es la cultura mexicana y chicana. En Chicago, a pesar de la presencia dominante de los inmigrantes mexicanos, se palpa Latinoamérica en las escuelas de inglés, en los campos de fútbol, en las exposiciones de arte y por supuesto en las salas de cine del Festival. No es casual que desde América Latina se vea a Miami y a los Ángeles como satélites de Cuba y de México respectivamente; pero eso no sucede con Chicago. En el 2004, se celebra la vigésima edición del Chicago Latino Film Festival. En estos veinte años han pasado infinidad de directores de los que sobresalen Luis García Berlanga, Humberto Solás, Jacobo Morales y Arturo Ripstein, o bien personalidades como Edward James Olmos y la recién fallecida Celia Cruz. Este festival permite al latinoamericano común que vive en Chicago ver y aprender más de cine iberoamericano que al latinoamericano común de Lima, Bogotá o San Juan. Los reconocimientos que ha recibido Pepe Vargas, son innegablemente reconocimientos al Festival. En 1999 fue galardonado por la organización Lawyers for the Creative Arts, y en 2003 el Chicago Tribune lo ha puesto entre las diez personalidades más importantes de la ciudad. Pero de todos los reconocimientos, los que más motivan a Pepe son aquellos que vienen de la gente que se le acerca después de haber visto una película o asistido a un concierto o a una obra de teatro. Porque desde hace un lustro, el espectro de su labor cultural se ha ampliado; ahora el colectivo que dirige Pepe está promoviendo todo tipo de manifestación artística de Iberoamérica. Eso ha creado la necesidad de establecer en un futuro no lejano un complejo cultural que incluya desde un multicinema y un teatro hasta un auditorio y una sala de exhibiciones de artes plásticas.
Pepe Vargas. Foto: Cortesía del International Latino Cultural Center of Chicago
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De tres películas peruanas en el Festival de Cine Latino de Chicago 2004, dos hacen referencia explícita a los sucesos que rodearon la caída del presidente Alberto Fujimori en el año 2000. Esto no es fortuito. La caída de Fujimori fue, entre otras cosas, un complejo espectáculo audiovisual. Su detonador fue la aparición (que continúa) de una serie de videos grabados secretamente por Vladimiro Montesinos, asesor y socio del ex-presidente peruano, en los que se ve a connotados personajes recibiendo pagos ilegales. Al mismo tiempo, los momentos culminantes del drama fueron propalados en detalle por la televisión. La política peruana, por lo menos durante aquellos meses, fue literalmente un asunto de imágenes, y se presta de modo casi natural a su conversión en materia fílmica. Doble juego (2004), escrita y dirigida por Chicho Durant, establece temprano una conexión con los momentos finales del fujimorato, mediante un breve texto introductorio que nos sitúa en “Lima, a finales del año 2000” y se refiere al período como “un tiempo de mentira y corrupción”. La trama, sin embargo, evita ahondar en el marco político para concentrarse en cambio en la vida privada de sus protagonistas. El argumento gira en torno a las desventuras de Rafo, un joven cineasta con aspiraciones artísticas que se esfuerza por mantener la independencia con respecto a su adinerada familia, sin conseguirlo. En su búsqueda de medios para financiar una existencia de clase media –lo motivan el deseo de comprar un piano para su novia y la necesidad de conseguir fondos para la realización de una película–, Rafo decide vender su automóvil, una pieza de colección. Así entra en contacto con quien parece ser un millonario español cuya empresa brinda servicios a la filial limeña de Telefónica de España (la referencia no es gratuita: Telefónica es uno de los más visibles beneficiarios de la política de privatización de activos del Estado emprendida por Fujimori, y su presencia en Lima, como en otras ciudades de Sudamérica, es hoy ubicua). Pronto nos damos cuenta, sin embargo, de que el español es en realidad un timador, y lo vemos construir en torno a Rafo un elaboradísimo engaño. Éste involucra un número de personajes menores fácilmente manipulables: todos ellos están a la búsqueda de oportunidades y beneficios personales, y es ese deseo el que le brinda al estafador su mejor oportunidad. Al final de un ajetreado día, el español se ha hecho con los últimos mil dólares del joven cineasta, y ha dejado en ascuas a todos los demás. Doble juego tiene una clara intención alegórica. Los personajes quieren ser tipos sociales definidos (las distintas clases medias, los pobres urbanos, la pequeña burguesía, etc.), y sus actitudes, centradas en el
Ojos que no ven (2003), Francisco Lombardi
provecho propio y la desestimación del ajeno, reflejan aquel espíritu generalizado de “corrupción y mentira” al que el texto inicial hace alusión. La historia de este momento privado pretende revelar la desarticulación ética que atraviesa el Perú. Durant, sin embargo, no se anima nunca a llevar tal intuición a sus últimas consecuencias. Salvo el estafador que los esquilma, todos los personajes de la película parecen tener motivos legítimos y buenas intenciones, y es difícil mirarlos con otra cosa que simpatía. A pesar de sus propósitos declarados, la película no funciona como crítica social, aunque sí funcione, por momentos, como pequeño relato costumbrista. Parte del problema es estructural. Doble juego se habría beneficiado de un punto de vista más unívoco que se enfocara en la mecánica de la estafa, quizás a la manera de los compactos thrillers de Sidney Lumet o de Nueve reinas, cinta del argentino Fabián Bielinsky, vista en una versión reciente del festival. Alternativamente, una narración más coral, con puntos de vista múltiples pero imbricados entre sí, le habría dado quizá las connotaciones que el párrafo inicial promete. Durant parece haber querido situarse en un punto intermedio, otorgándole a Rafo control del relato en momentos clave (por ejemplo, mediante el uso de su voz en off al principio y al final del filme). Esa estrategia diluye las tensiones de la trama y le quita fuerza a los significados, ahogándolos en una media tinta de la que, pese a los esfuerzos del director por tender puentes hacia el contexto social más amplio, no conseguirán ya escapar. Mejor controlada, y en última instancia más satisfactoria, es Ojos que no ven (2003), cinta de Francisco Lombardi sobre un guión de Giovanna Pollarolo. Ojos que no ven comparte con Doble juego el deseo de investigar las dinámicas de la vida social y política
Doble juego (2003), Chicho Durant,
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desde la textura de los espacios privados, el ensamblaje narrativo en base a historias paralelas que se intersecan, y –quizás más significativamente– el impulso alegórico. Aquí la alegoría es menos genérica, más de detalle (dos enfermos graves, el “público” peruano, miran el derrumbe del gobierno en la televisión y lo comentan; a un periodista televisivo, la “cara” informativa del régimen, le sale una fea verruga en la mejilla), pero no menos presente. Lombardi y Pollarolo hacen un uso mucho más explícito que Durant del contexto político, puntuando su relato con apariciones televisadas de la situación del país en los últimos días del régimen y saltando de ese registro a otros intermitentemente. Este simple mecanismo sirve para colocar a los espectadores en la situación en la que estuvo en aquellos momentos el desconcertado público televidente del Perú. Además, la historia que cuentan se teje en parte en los pasillos del corrupto poder fujimorista, y en parte en sus trastiendas y sus bajos fondos, enfocándose de un lado en un funcionario cuya tarea es la de repartir dineros mal habidos y de otro en miembros de uno de los escuadrones de la muerte que operaron bajo el mando de Montesinos. Ojos que no ven funciona sobre todo como un muestrario de superficies, y logra por momentos evocar con eficacia la sordidez y la violencia de ciertos rincones de la vida peruana. Un sobrio pero efectivo manejo del video digital (colores saturados y de gran contraste, y una cierta borradura de la profundidad de campo) y un uso económico de recursos musicales contribuyen a hacer de este filme uno de los más interesantes –e inteligentes– en la ya larga carrera de Lombardi. El problema se presenta en el intento de darle mayor profundidad a los personajes. En este renglón los resultados son mixtos. El contraintuitivo
Polvo enamorado (2003) Luis Barrios
retrato de uno de los miembros del escuadrón de la muerte, por ejemplo, nos obliga a descubrir en él inesperados rasgos de humanidad y complejiza con solvencia el esquema moral del relato. De otra parte, el melodrama psico-sexual que caracteriza al funcionario del gobierno (quien, además de corrupto, es un violador de menores) es en última instancia contraproducente –por fácil y sensacionalista–, aunque sea central a la trama. Lombardi se ha convertido sin duda en uno de los más importantes cineastas de América Latina, habiendo hallado un tono de sobriedad sin efectismos para una imaginación cinematográfica de raigambre más literaria que visual. El suyo es un cine convencional, de timbres clásicos, y Ojos que no ven, su decimoprimera realización, confirma tanto sus aciertos como sus limitaciones: los primeros son cada vez mayores que las segundas. La tercera película peruana en el festival es Polvo enamorado (2003), debut en largometraje de Luis Barrios. Esta película, también con guión de Giovanna Pollarolo, parece estar menos interesada que las dos anteriores en la exploración de la realidad social, y más en abordar temas morales como el pecado, la fe religiosa, el deseo sexual y la posibilidad de redención. Barrios presenta estos temas de manera casi abstracta, sin ubicar sus raíces en contexto alguno. La influencia más notable aquí es quizá la de Robert Bresson, y este dato basta para diferenciar a Barrios del grueso de directores peruanos recientes. El argumento es simple. Es la historia de Natalia, una joven de vocación religiosa casada sin embargo con un hombre mucho mayor, cuya parte del trato consiste en respetar el deseo de la muchacha de permanecer virgen. Situación ésta última que cambia con la llegada al pueblo de un nuevo párroco, Santiago, hombre joven y de ideas modernas que de inmediato, sin proponérselo, cautiva a la ex-novicia. Natalia y Santiago se convierten pronto en amantes, y su pecaminoso encuentro desata una tragedia. Barrios maneja estos elementos con soltura y economía. Su ya señalada vocación por las abstracciones, sin embargo, le impide finalmente dar concreción a las ideas con las que trafica (la escasa verosimilitud de su premisa central, más bien decimonónica, tampoco colabora con ese intento). La religiosidad de los personajes no deja nunca de ser un mero gesto, y sus ímpetus carnales permanecen inexplicados; la conexión entre fe y deseo es implícita en las referencias que el guión incluye a la poesía mística de Juan de la Cruz y Teresa de Ávila (y en menor medida a Francisco de Quevedo, de quien Barrios toma su título), pero nunca llega a hacerse tangible. En última instancia, es difícil saber cuál exactamente es el pecado de Natalia y Santiago, y el castigo que ambos reciben al final –casi, en realidad, un martirologio– llega hasta nosotros carente de mayor motivación. Se trata, de cualquier forma, de una interesante primera entrega, un filme ambicioso en su temática y eficiente en su manejo formal. Polvo enamorado merece ser vista y augura, si los dioses del financiamiento cinematográfico así lo dictaminan, una carrera con importantes logros para su neófito director.
India Pravile, “PyME” (Sitiados) y El polaquito son películas imprescindibles en esta ocasión en que el cine latino pasa por Chicago y que nos trae (o nos lleva) para allá por un rato, paseándonos por nuestras calles repletas de grafitti a través de los juegos de cámara, el sonido de un fuelle en la parte emotiva o en la puteada amistosa. Así, al pan pan y al vino vino, cine argentino. India Pravile, bajo guión y dirección de Mario Sábato, nos deleita con un elenco de la vieja guardia; actores de etiqueta como Lito Cruz, Carlos Moreno, Carola Reyna, Cacho Espíndola y Diego Capusotto (rey de la juventud argentina y conocido por el programa televisivo Todo por dos pesos). También nos sorprende con las figuras y las participaciones breves de ciertos actores como Jorge Luz, Gogó Andreú y Tino Pascali, entre otros, los cuales son sello argentino con marca registrada, que vivieron el cine nacional de antes. India Pravile se presenta como una comedia empapada de humor negro. Nos cuenta la historia de Enrique Quiroga, director de cine RE (retiro efectivo) –así es como se autocalifica en una parte del largometraje–, quien ronda con la idea de estrolarse (suicidarse), escapándole a los fantasmas de su ser invadido por el resentimiento, la frustración y el odio que emana hacia los que ahora hacen películas con cámaras digitales. Es a su nieto Martín a quien explaya su bronca hacia los videoclips. Paseando por los parques con Bicho (su perro) imagina cómo será su suicidio y cómo será la reacción de todos los que lo rodean. Y deseando que así lo revivan en un momento piensa: “‘Que nada llame al asco, que mi muerte no escandalice, que llegue silenciosa, furtiva, inadvertida’. Alfonsina y el mar, lástima el frío”. Pero Enrique es un hombre que tiene su llama encendida. Junto a Quirno, un amigo que le quedó de antes, comparte tragos de Mariposa Cousenier, evocando la juventud, la pesada, la del rock; son ambos de la generación de “La Cueva”. Enrique le plantea su idea de suicidarse, y Quirno con pizca de comicidad lanza una pregunta que queda en el aire: “¿Pero no será que nosotros dos estamos muertos y nadie se dio cuenta?”, y sonríe convencido en ser parte del palo, de los que hacen rock y cine, los de antes, los de en serio. Quirno nostalgia el ayer y con la esperanza de alcanzar el sueño de estar cansado después de haber tocado rock seis horas seguidas arriba de un escenario. Además de contar con el apoyo de Quirno para suicidarse, Enrique involucra también a su nieto Martín, de catorce años. Abuelo y nieto buscan estrategias y lugares que
Doble Juego, Chicho Durant, Perú, 2003, 98 m sábado 17 de abril, 7:00 P.M., Biograph #2 lunes 19 de abril, 7:00 P.M., Biograph #1 Polvo enamorado, Luis Barrios, Perú, 2003, 106 m martes 20 de abril, 9:30 P.M., Biograph #1 viernes 23 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema Ojos que no ven, Francisco Lombardi, Perú, 2003, 149 m lunes 26 de abril, 9:30 P.M., Biograph #1 miércoles 28 de abril, 8:45 P.M., Biograph #2
India Pravile, Mario Sábato
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PyMe, Alejandro Malowicki
se merezcan su muerte, como en un cementerio abandonado, en un cruce de calles (Segurola y Baltazár Garzón) o en la plaza por la noche. Opta al fin por ninguno de ellos, y ve el rídiculo de morir en cualquiera de esos pasajes insignificantes tanto para él como para los que lo recordarán. En fin, la película nos atrapa, nos fuerza a comprender a este personaje que vive quejándose, que maltrata a sus familiares bajo su pozo depresivo, que nos contagia con su lado agradable y también con su lado despreciable y fastidioso con el que eleva ese dramatismo porteño. Es muy importante el logro que se da mediante la música, en este caso los tangos de Daniel Binelli que son como una cortina melodramática, bien combinada con los toques emotivos que se presentan en la pantalla, envolviendo al espectador con este lamento de varón. Mario Sábato nos sorprende ante un final en el que se puede comprobar la idea de Enrique, cuando furioso le grita a su esposa: “Odio Hallmark y todas las películas de hondo contenido humano”. A mi parecer es una obra de arte que merece ser contemplada desde una butaca, pero nada de masticar pochoclo crocante que distraiga los sentidos. “PyME” (Sitiados), bajo guión y dirección de Alejandro Malowicki, es otro largometraje que nos presenta un contexto que caracteriza no sólo a la Argentina sino también a todo el resto de los países hispanos; me refiero a la crisis por las que atraviesan las Pequeñas y Medianas Empresas –de aquí las siglas (PyME)– debido a la globalización económica en que vivimos. En sí, la película relata y desarrolla los conflictos que se encaran entre los empleados, los obreros, el propietario de la fábrica Pablo y su hijo Gustavo, quienes hacen lo posible por mantener la empresa en función. Esta fábrica ha sido heredada de generación en generación, y todos tratan de no recurrir a la escapatoria más accesible y conveniente presentada por los bancos (en este caso, la quiebra y cierre de la misma) bajo la amenaza de no saldar las deudas a tiempo. Pero Benito, el sindicalista y obrero, es el soporte para todos sus compañeros y al que recurren con la esperanza ahogada de recibir sus salarios atrasados; es Benito el que también presiona a Pablo con la toma de la fábrica y la convocatoria a una huelga por parte de todo el personal. PyME nos expresa la faceta cruda de la subsistencia, el estar al borde de la desesperación y aún así mantener la esperanza que pende desde un hilo y que amenaza con romperse en cualquier momento para ver la nada. Este filme nos vuelca ese sentimiento de estar con una mano atrás y otra adelante.
Es interesante hacer hincapié de cómo se presenta el arranque de la película, donde nos muestra en forma de documental imágenes de hechos y momentos históricos: desde el gobierno de facto o Proceso Militar del 76 hasta la etapa menemista, en la cual gran parte de la industria estatal deja de pertenecer al Estado para ser privatizada, provocando la desocupación, el aumento de la delincuencia, la monopolización de empresas, la indignación e impotencia de todo argentino, y provocando también la alteración demográfica, la emigración –que es una nueva fuga de cerebros–, la escapatoria de subsistir en cualquier parte del mundo en busca de cualquier oportunidad. La filmación consta de un elenco no reconocido por la TV. Son más conocidos en el mundo del teatro o de participaciones en la pantalla televisiva a nivel de colaboradores secundarios. También los que componen el elenco artístico son los mismos obreros de la fábrica en la cual ha sido rodada, o sea en las instalaciones de la empresa IMPA Coop. Ltda. y es la misma que participa como productora asociada. En cuanto a la parte del montaje, se crea como una monótona penumbra, sufriendo en ocasiones la falta de nitidez: es como una sombra constante, y el sonido se capta pero carece de elaboración. “PyME” ha sido considerada de “interés” por el Jurado de Pre-calificación del gobierno, haciéndose merecedora de los beneficios (créditos y subsidios) que la Ley de Cine otorga a los productores. El largometraje nos deja bien en claro el concepto politizado que busca revelar, donde reina la privatización y devora la globalización, borrando en su camino la clase media, la del obrero y la de las PyMES.
a El Rengo (Roy Serrano), quien asume el rol de explotador, cafisho y capo de la zona en la que los chicos de la calle y las prostitutas trabajan. El Vieja (Fernando Roa) es otro personaje, lleno de resentimientos, que usa a Polaquito de compinche para sus delitos y aspira a ser el chorro número uno, sin miedo a la ley. Pero Polaquito es un chico que tiene sentido común a la par de una inocencia casi extrema; por eso nos deja boquiabiertos que tremendo personaje pueda gestarse en medio de un ambiente tan turbio, cuando, por ejemplo, nos muestra su lucha por el amor de la Pelu (Marina Glezer), otra chica de la calle que ejerce la prostitución y con quien el protagonista mantiene un idilio. Por la Pelu, Polaquito apuesta y cree en la posibilidad y en la esperanza de un cambio. En un momento Polaquito le propone a la Pelu: “Tengamos el pibe en Brasil, que sea de otro lado, si este país está para la mierda”. La película cumple con sus logros auditivos y visuales, consta con una producción relativamente buena, pero lo que sí hay que destacar es que la esencia del concepto de la historia está muy bien llevada. Comparte escenario con otros títulos nacionales que captan y evocan este mismo carácter; me refiero a Pizza, Birra y Faso, Mundo Grúa y Bolivía; esta películas nos revelan la aguda crisis socioeconómica de la Argentina, la generación de los pibes chorros, los que a través de himnos futboleros y cumbias han ido creando otro léxico, otro estereotipo social: el idioma local impuesto en códigos, que hace apología a la violencia, la droga, la denigración hacia la mujer y la vida que se lleva en la villa miseria. Una vez más se puede concluir que en todas sus formas y detalles, el cine argentino despliega la acidez de sus gobiernos y su ley de causa y efecto. De la media docena de filmes que participan en este XX Festival de Cine Latino, debo reconocer, sin lugar a dudas, que El Polaquito es una obra que merece llevarse todos los Martín Fierro (léase los Oscar).
India Pravile, Mario Sábato, Argentina, 2003, 97 m sábado 17 de abril, 830 P.M., 3 Penny Cinema martes 20 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema El Polaquito, Juan Carlos Desanzo, Argentina/España, 2003, 93 m miércoles 21 de abril, 8:45 P.M., Biograph #2 sábado 24 de abril, 6:30 P.M., 3 Penny Cinema PyME, Alejandro Malowicki, Argentina, 2003, 96 m viernes 23 de abril, 11:00 P.M., Biograph #3 martes 27 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema
El Polaquito, filme producido y dirigido por Juan Carlos Desanzo, nos sumerge en una historia basada en un hecho real: la vida de Polaquito, un chico que se gana la vida deambulando por los vagones de los trenes de la terminal Constitución cantando “Naranjo en Flor”, clásico tango popularizado por Roberto “Polaco” Goyeneche, de donde deriva el apodo del protagonista. Polaquito (Abel Ayala) tiene que rendirle cuentas El Polaquito, Juan Carlos Desanzo
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Bastaría dar un vistazo a la prensa norteamericana de las últimas semanas para sorprendernos ante la proliferación de noticias referentes a esta nación caribeña: Primero de enero del 2004, bicentenario de la independencia de la primera colonia del continente; el golpe de estado número 32 termina con el segundo gobierno del primer presidente elegido democráticamente en toda la historia haitiana; Jean-Bertrand Aristide denuncia que ha sido “secuestrado” por fuerzas presuntamente norteamericanas; se rumora el uso de fondos provenientes del tráfico de drogas para apoyar la rebelión anti-Aristide; el depuesto mandatario regresa a Jamaica desde su traslado/exilio al África Central; Colin Powell advierte al gobierno jamaiquino de las posibles consecuencias negativas en caso de dar asilo a Aristide; Nigeria anuncia su decisión de acoger el presidente. La convulsionada y compleja historia reciente de este país, permea, sostiene y justifica los tres filmes que se proyectarán en el festival. Desde sus inicios, en los años sesenta, el cine haitiano ha intentado ser espejo de la realidad y su entorno, hecho que se hace evidente en los múltiples documentales producidos durante las últimas décadas sobre todo desde el exilio. Profit and Nothing But!, es un corto que explora los paralelos socioeconómicos del capitalismo moderno en naciones que se hallan en ambos extremos del desarrollo: Estados Unidos y Haití. A través de breves y yuxtapuestas entrevistas a trabajadores de ambos países, Raoul Peck estudia las diferentes expresiones y comportamiento del capital. Valiéndose de comentarios de economistas y sociólogos, las reglas del mercado son analizadas al conectar, por ejemplo, la contaminación ambiental de los países pobres del Caribe provocada por el uso del plástico barato, y la venta del mismo desperdicio que realizan los desamparados de las grandes urbes norteamericanas. Si las riquezas de Bill Gates equivalen al Producto Nacional Bruto haitiano de los próximos treinta años, entonces, basado en las cifras, Haití es un país inexistente. ¿Pero acaso no habrá pagado Haití ya su deuda externa con la plusvalía y expatriación de capitales al extranjero? En Man by the Shore, una vez más Raoul Peck nos transporta a su tierra natal durante los años tempranos de la década del sesenta (nefasta era de consolidación de la dinastía de Francois DuvalierPapa Doc) donde la tortura y la brutalidad sin ley eran modus vivendi y modus operandi del aparato estatal. Janvier dirige la banda de Tontons Macoutes, que aterroriza al pueblo y a la familia de Sarah, la pequeña protagonista, a quien le persigue la memoria de sus padres exiliados. Ella es protegida por su abuela en un cautiverio convertido en diario del horror, motivando rebeldía, insomnio y fantasías a una niña que ha dejado de serlo. En el ático que le sirve de escondite, ella juega con pistolas de adultos, se hace preguntas que nadie le responde y en su cumpleaños desea olvidar tanto los momentos de felicidad como los de dolor. Sarah es una heroína simplemente porque sobrevive la violencia. Desde el principio del filme respiramos la terrible desesperanza de lo trágico; escenas austeras y de poética simpleza muestran los tentáculos del fascismo presentes por doquier: en la clase media de donde proviene la protagonista, en el cura del pueblo bendiciendo la dictadura, en el jefe de la policía local que ejecuta las órdenes de las bandas paramilitares, en la radio que repetidamente glorifica al régimen, etc. A pesar de haber sido realizada diez años atrás, la película se
mantiene vigente, permitiéndonos no olvidar el reino del terror que prevaleció en la reciente historia latinoamericana. Sin duda, el mejor de los filmes exhibidos es el documental The Agronomist, excelente trabajo del conocido director Jonathan Demme. Con realizaciones tan variadas como Philadelphia (1993) y The Silence of the Lambs (1991), una vez mas Demme muestra su capacidad creativa al rescatar la vida del activista y periodista Jean Dominique, asesinado en Port-Au Prince por fuerzas aún no identificadas en abril de 2000. Durante 25 años, Dominique dirigió la
The Agronomist, Jonathan Demme
única emisora radial independiente del país, Radio Haití-Inter, consolidándose como foro social y como fuente de periodismo crítico. Al transmitir en creole, Radio Haití renegó de la élite al rechazar el francés como idioma nacional. Simultáneamente, al recrear temas del vudú en la vida de la población, la emisora documenta el papel de esa práctica religiosa en el quehacer social y político. Producto de su objetividad y certera crítica, la estación es el blanco de atentados y múltiples suspensiones que terminan con el asesinato de su fundador. Demme utiliza instrumentos interesantes para dar fuerza visual al personaje de Dominique: su elocuencia verbal mostrada a través de conversaciones filmadas en los últimos años de su vida, entrevistas a su esposa y miembros de familia, la incorporación de cortos filmados por el mismo Dominique (quien fue pionero de la cinematografía haitiana con Beauty Pagent, de 1961, y fundador de la primera cinemateca nacional). Pero más que inmortalizar al personaje, la fuerza del filme radica en su recreación de la historia contemporánea de un país en busca de futuro: las imágenes nos transportan a la ocupaciones militares estadounidenses de 1915 y 1994, a la dinastía de Papa-Doc y Baby-Doc y su historia de terror, a la caída del régimen y al legendario trabajo político del movimiento Lavalas, que culmina en la elección de Aristide a la presiden-
cia. Se nos muestran peliagudas escenas de la perenne y arriesgada migración en bote a un Miami que promueve la libertad pero que selectivamente retorna los sobrevivientes de la travesía. Aunque solapadamente, Demme explora el papel de las fuerzas de inteligencia norteamericanas en cada período del Haití reciente, incluyendo el sangriento golpe de Estado a Aristide en septiembre de 1991 y los múltiples gobiernos militares que le sucedieron. A pesar de que éste y otros tópicos de la convulsionada política nacional son enfocados con menos rigor, el material presentado es de suficiente fortaleza para ayudarnos a comprender el importante rol que la radio pudiese jugar en países como Haití, un precedente raramente encontrado en el pasado latinoamericano. Colofón: en su edición del pasado 21 de marzo, The New york Times describe la primera aparición pública en la ciudad de Gonaïves, de Gérard Latortue, flamante Primer Ministro haitiano: “con vestimenta casual, el señor Latortue llegó a esta ciudad a bordo de dos helicópteros estadounidenses Black Hawk... parte del contingente de 2,800 tropas multinacionales (presentes a partir de la salida de Aristide )... Latortue felicitó a los rebeldes catalogándolos de ‘freedom fighters’. Entre ellos se encontraba a su lado uno de sus líderes, Jean-Pierre Baptiste, quien escapó de la cárcel en agosto del 2003, donde servía cadena perpetua por su participación en una masacre contra simpatizantes de Aristide en 1984. El también líder rebelde Guy Philippe, quien es considerado por las autoridades estadounidenses sospechoso de traficar drogas, expresó en una entrevista antes de la llegada de Latortue que pondría sus huestes bajo las órdenes del Primer Ministro para dedicarse a otras tareas en organizaciones no gubernamentales”. Gonaïves parecería ser el eje sostenedor de la rueda de la historia haitiana: allí se originó la revuelta esclava que derrotó las fuerzas invasoras de Napoleón en el 1804, la rebelión que depuso la dinastía de Jean-Claude Duvalier, y la más reciente que empujó a Aristide al exilio el 29 de febrero del 2004. Se nos ocurre pensar que por ese vecindario andará también el espíritu de Jean Dominique, aguardando el próximo giro en la historia de su tierra.
The Agronomist, Jonathan Demme, USA, 2003, 91 m doming 18 de abril, 6:00 P.M., Biograph #2 miércoles 21 de abril, 9:00 P.M., 3 Penny Cinema Profit and Nothing But!, Raoul Peck, Haití, 2001, 52 m jueves 22 de abril, 7:00 P.M., Facets domingo 25 de abril, 4:00 P.M., Facets Man by the Shore, Raoul Peck, Haití, 1993, 103 m viernes 23 de abril, 9:00 P.M., Facets sábado 24 de abril, 9:00 P.M., Facets
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A pesar de que México es el país que más largometrajes exhibe en el presente Festival, todos ellos, a excepción de uno, dejan el sabor de que el director realmente no se preocupó por hacer cine; es decir, el director, en el proceso de filmación, nunca se convirtió en cineasta. El director cumple (a veces medianamente) con su trabajo; en cambio, el cineasta se compromete con él (con su trabajo y con él mismo). Empecemos por la excepción. El filme Recuerdos (Marcela Arteaga, 2003), es un híbrido entre el documental y la ficción sobre algunos republicanos y algunos judíos que sobrevivieron la Guerra Civil española y al nazismo. Marcela Arteaga combina las palabras y los rostros de los ancianos entrevistados con una serie de imágenes: una silla vacía frente al mar, un hombre que camina en la niebla sobre un lago congelado y al fondo se distingue la silueta de un bosque, un conglomerado de rascacielos del que nos alejamos por el mar y en los que se distinguen las Torres Gemelas, un niño acostado sobre un piso de ladrillo deteriorado y sobre un espejo, una niña a la entrada de algo que fue una casa y lo que fuera el marco de la puerta ahora lo es de una silla que miramos al fondo. Estas y otras imágenes de la película están hermanadas por un concepto: desolación. La tregua (Alfonso Rosas Priego, 2002) es la puesta en pantalla de la novela homónima del escritor uruguayo Mario Benedetti. La adaptación no es mala, pero no alcanza la virtuosidad y el carácter muy propio que sí lograron, por ejemplo, Felipe Cazals con El apando, de José Revueltas, o Arturo Ripstein con El lugar sin límites, de José Donoso. Alex Lora, esclavo del rocanrol (Luis Kelly, 2003) y Seres humanos (Jorge Aguilera, 2003) son en verdad un chasco. La primera, más que hacer un tributo a uno de los abuelos del rock en español, lo denigra. Kelly no pudo ir más allá de las “malas palabras” del Alex dejando así en el espectador la idea de que un concierto del TRI se reduce a un chorizo de vulgaridades. La película no nos dice nada del Three Souls in my Mind que tocó en Avándaro, o del Lora que a lo largo de veinte años estuvo vetado por completo de la radio, la televisión y de las revistas musicales y que, a pesar de ello, canciones como “Oye cantinero”, “Abuso de autoridad” o “ADO” son ya clásicos de la música popular mexicana. La segunda película, Seres humanos, es un intento por emular los filmes psicológicos de Ingmar Bergman (Sonata en otoño, Persona, etc.), pero se queda en la vaguedad y el esnobismo. Amar te duele (Fernando Sariñana, 2002), Zurdo (Carlos Salces, 2003) y Asesino en serio (Antonio Urrutia, 2003), son filmes que llaman la atención porque sus directores y productores están preocupados más que todo por hacer un cine efectivo, un cine que sólo entretenga; aspecto que en buena medida sí logran los tres filmes. En Amar te duele se reproduce de nuevo un intento por llevar el drama de Romeo y Julieta o el de West Side Story al Distrito Federal: un joven “naco” y una muchacha “fresa” se enamoran, pero sus mundos sociales se oponen a su idilio. Sariñana vuelve a quedarse en el territorio de lo artesanal, ya que esta película, al igual que sus anteriores (Todo el poder y Hasta morir, por ejemplo), tiene buena hechura pero no se sale de la fórmula. En Zurdo, se nos cuenta la historia de un niño zurdo que es tan bueno para las canicas que hace que toda su comunidad se involucre en un agarre que tendrá con un caniquero de otro pueblo. El filme está montado a la manera de Spielberg; pues muchas escenas nos remiten a la filmografía espielbergiana, sobre todo a los Indiana Jones; aunque hay que recalcar que en la escenografía y el vestuario se alejan de este cieneasta paradigmático y toman como puntos de referencia a filmes como Delicatessen y Batman. De las tres películas que intentan robarle mercado al cine hollywoodense, la más interesante es Asesino en serio, ya que las armas
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de las que se vale las toma del teatro de carpa y del cine cómico mexicano. Antonio Urrutia hace una comedia sexual al estilo de La Pulquería y Picardía mexicana, pero con la diferencia de que el trabajo fílmico y de actuación es mucho más profesional. La trama es simple: varias mujeres han sido encontradas muertas, todas ellas en la misma posición y con el rostro lleno de placer. El teniente Marciano trata de encontrar al asesino yendo del anfiteatro y del mundo de la prostitución a la casa de un antropólogo que se acababa de suicidar y a una iglesia que tiene como párroco a un español. Combinando estos cuatro territorios lleva al espectador a situaciones humorísticas con tintes sexuales sin escatimar en ningún momento los desnudos femeninos. Tanto el hecho de que México cuente con una de las industrias televisivas más sólidas de América Latina como su cercanía con los Estados Unidos, acaso hagan que a muchos de sus cineastas les cueste trabajo deshacerse de la idea de que hacer cine, es hacerlo a la manera de Hollywood. Si ésa es la intención de estas películas, los productores y los directores deben adquirir conciencia de que el mercado angloparlante quedará fuera de su radio comercial, ya que el público estadounidense prefiere entretenerse (consumir basura) en su propio idioma. Lo más seguro es que estas películas acaben limitándose al mercado hispanohablante, que por cierto no está nada mal. Los buenos directores que han salido de Hollywood en los últimos veinte años se pueden contar con los dedos de la mano. Partiendo de esta premisa no creo que sea nada benéfico para el cine latinoamericano el surgimiento de un Hollywood hispano. Creo que la brecha que el cine mexicano debe seguir es la que abrieron Y tu mamá también y Amores perros. Ambas son películas comerciales en español que tuvieron un gran éxito de taquilla en el mundo angloparlante. Si bien es cierto que los directores Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón están marcados por el “cine best seller”, también es cierto que ambos se preocupan por poner en la pantalla sus propias obsesiones y preocupaciones elevando así su cine al rango de artístico (este mismo fenómeno se presentó en el cine chino de la pasada década: se trataba de un cine comercial permeado por el sello de cada uno de los cineastas). Pareciera, pues, que hay una especie de condena sobre el cine comercial no hollywoodense. Pero no es para que nos pongamos tristes, ya que esta condena puede beneficiar a corto y a largo plazo al cine latinoamericano, porque toda producción comercial, si quiere llegar
La tregua, Alfonso Rosas Priego
a tener éxito en los Estados Unidos (esto es, en el mundo), además de entretener, deberá encerrar un misterio: el misterio que vuelve a una película una obra de arte.
Recuerdos, Marcela Arteaga, México, 2003, 86 m domingo 25 de abril, 9: 00 P.M., Facets miércoles 28 de abril, 7:00 P.M., Facets Alex Lora, esclavo del rocanrol, Luis Kelly, México, 2003, 120 m jueves 22 de abril, 8:30 P.M., Biograph # 1 sábado 24 de abril, 11:00 P.M., Biograph # 1 Seres Humanos, Jorge Aguilera, México, 2003, 80 m miércoles 21 de abril, 6:30 P.M., Biograph # 2 viernes 23 de abril, 9:15 P.M., Biograph # 3 Zurdo, Carlos Salces, México, 2003, 106 m sábado 24 de abril, 4:00 P.M., Biograph # 1 domingo 25 de abril, 6:30 P.M., Biograph # 2 Amar te duele, Fernando Sariñana, México, 2002, 105 m sábado 24 de abril, 8:45 P.M., Biograph # 1 martes 27 de abril, 7:00 P.M., Biograph # 3 La tregua, Alfonso Rosas Priego, México, 2002, 112 m sábado 17 de abril, 5:00 P.M., Biograph # 1 lunes 19 de abril, 9:30 P.M., Biograph # 1 Asesino en serio, Antonio Urrutia, México, 2003, 86 m viernes 23 de abril, 6:00 P.M., Biograph # 1
De los sesenta largometrajes que se van a presentar en el XX Festival de Cine Latino de Chicago, el equipo de contratiempo tuvo la posibilidad de ver alrededor de cuarenta. En este espacio, le damos preferencia a la publicación de aquellos comentarios que recomiendan un filme específico. Para complementar o contraponer algunos puntos de vista, hemos incluido más de una reseña de varias de las películas. Cabe aclarar que, además de los largometrajes, el Festival también exhibirá cortos y videos, trabajos sin duda valiosos pero que no pudimos cubrir. Las películas se van a proyectar en las salas del Biograph Theater (2433 N. Lincoln), del 3 Penny Cinema (2424 N. Lincoln) y de Facets Multimedia (1517 W. Fullerton). El teléfono de información del Festival es (312) 431-1330.
sábado 17 de abril La luz prodigiosa Película dirigida por Miguel Hermoso, estuvo nominada a los Premios Goya 2003 de la Academia del Cine Español en cuatro de sus categorías. El argumento gira en torno a la vida del gran poeta granadino Federico García Lorca, ofreciendo una nueva e inesperada versión acerca de la muerte del poeta a manos del ejército español. La novedad de esta historia de ficción, basada en la premiada novela de Fernando Marías, consiste en desarrollar la hipótesis de que Lorca sobrevivió al fusilamiento al que fue sometido en Víznar en agosto de 1936. Dado por muerto por sus ejecutores, García Lorca es recogido al día siguiente por un pastor, Joaquín, que le devuelve a la vida. El hipotético Lorca se encuentra en un estado de shock, sin conocer su verdadera identidad, y será alojado por el pastor en un asilo para que cuiden de él. Cuarenta años más tarde, Joaquín, personaje magistralmente interpretado por Alfredo Landa, tras haber vivido en el norte de España vuelve a Granada, y se topará con un mendigo al que cree reconocer, y que no será otro que aquel fusilado que en su día había rescatado. Mostrando curiosidad por este personaje de la calle granadina, apodado como Galápago, Joaquín emprenderá un proceso de investigación encaminado a conocer la verdadera identidad del mendigo. Con la ayuda de una amiga, el viejo pastor irá engarzando una serie de hechos que les llevarán a pensar que se trata de García Lorca, aunque sea un Lorca pobre y desmemoriado. La trama de la película gira en torno a la duda acerca de la verosimilitud de su teoría. Un acierto de esta cinta es contar con un estupendo elenco de actores, entre los que destacan los nominados a los Premios Goya, Alfredo Landa y José Luís Gómez, y el actor italiano Nino Manfredi, junto con una dirección artística que convierte la luz granadina en uno de los personajes estrella de la película. La banda sonora, compuesta por el gran Morricone, acompaña y sintoniza perfectamente con las imágenes de esa ciudad, cuna de grandes pasiones, que responde al nombre de Granada. La luz prodigiosa es una película, que rinde homenaje y admiración hacia esa hermosa ciudad, amada hasta la inmortalidad por Lorca. (Enrique Rodríguez Nuño) La luz prodigiosa, Miguel Hermoso, España, 2002, 103 m sábado 17 de abril 8:00 P.M., Biograph #1 lunes 19 de abril, 7:00 P.M., Biograph # 3
Un titán en el ring En Ecuador, a principios de los noventa era impensable ver un largometraje nacional; hacerlo representaba un suicidio económico. Esto, aunque lentamente, ha venido cambiando; el año pasa-
do participaron en el Festival Latino de Chicago un corto y dos largometrajes hechos en Ecuador que habían recibido muy buenas críticas. Un titán en el ring es un síntoma de que el cine ecuatoriano va por buen camino. La directora Viviana Cordero señaló en una entrevista que el cineasta no debe regirse por lo que esté de moda, “sino por lo que está dentro de uno”; la austeridad (110,000 dólares de presupuesto) y la buena hechura de la película corroboran la sinceridad de sus palabras. San Ramón de Mulaló, un pueblito perdido en los Andes es el punto de encuentro y de confrontación de una mujer solitaria y moralista que funge como maestra de la escuela del pueblo, de un cura progresista e idealista, de la impúdica Zoila y de Don Zata, un viejo narcotraficante. La lucha libre se vuelve el principal medio de distracción de este pueblo recóndito; alrededor del ring se despilfarra el escaso dinero en apuestas y licor. La Bestia Loca, hombre bonachón y quijotesco, a pesar de tan horrendo nombre, es la estrella oficial de este circo. Luego aparece el Argonauta, misterioso luchador enmascarado que logra derrotar a La Bestia Loca; indignado éste decide desenmascararlo. Un titán en el ring hurga en la psicología de personajes sacados de la realidad profunda y olvidada de un rincón de nuestra América mestiza, de un mundo social que sobrevive entre el alcohol, el machismo recalcitrante y la pobreza. Viviana Cordero, de una manera magistral, logra mover nuestros sentidos y nuestras emociones llevándonos en ciertos momentos a sentirnos parte del elenco. (Javier Maigua) Un titán en el ring, Viviana Cordero, Ecuador, 2002, 111 m sábado 17 de abril, 6:00 P.M., 3 Penny Cinema lunes 19 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema
un indio americano, quien le irá mostrando cómo resistir, combatir y comportarse como un verdadero guerrero. Ramón decide ser invisible. Existe un paralelo interesante que la película ha sabido exponer muy bien: junto al aprendizaje de la vida y a la madurez que experimenta Ramón (se las ha de haber con las vicisitudes propias de la escuela; con profesores tanto fascistas como republicanos; con los estrictos códigos adolescentes de la amistad; y con las primeras aventuras amorosas) junto a esto, digo, aparece una España que también ha iniciado su camino de aprendizaje y madurez, política en su caso, pues la acción del filme transcurre cuando muere Franco. Las actuaciones de los personajes convencen y logran comunicar el sentido del filme: los hijos de España (Ramón y sus amigos) crecen y maduran tal como lo hace la propia nación. (Bernardo Navia)
Eres mi héroe El viaje iniciático en el que se embarca Ramón requiere de grandes aliados, tarea ardua para un hijo único que cuenta solamente con una vida en transición a la adolescencia, un país en transición a la democracia y un amigo imaginario. Para ello decide forjar e intentar seguir tres grandes reglas, que él denominará de oro, y que serán las únicas que le ayudarán a ser “invisible” y sobrevivir con éxito: “No chivarse, no pelear, y no llorar”. El amigo imaginario sirve de compañía y de voz de la conciencia a Ramón, adolescente trashumante que no logra echar raíces en ningún lugar debido a las vicisitudes familiares que
lunes 19 de abril Eres mi héroe Ramón (Manuel Lozano), un solitario adolescente, batalla duramente por conquistar su espacio y encontrarle un sentido a su vida. Acosado en la escuela (lugar que él considera un campo de batalla) por muchachos más grandes que él, no puede refugiarse en su hogar: por razones de trabajo de su padre se muda de lugar constantemente, obligándolo a afrontar siempre nuevas escuelas y amigos y barrios lo que crea una distancia entre Ramón y sus padres; el primero entonces se vuelve hacia su amigo imaginario:
Un titán en el ring, Viviana Cordero
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hacen de su padre un perpetuo nómada laboral. El lugar de destino parece ser esta vez Sevilla; una Sevilla maravillosamente reconstruida de forma digital para recrear la ciudad en los años 70, purgada de todos los toques de modernidad que le dieron ese glamour que trajeron consigo la revolución urbanística y la Expo del 92. En la película se pueden ver dos vidas: la de un país, España, y la de un adolescente, Ramón, que maduran, evolucionan, se enfrentan a cambios, afrontan retos y comparten entornos geográficos y temporales. Este paralelismo tiene un hilo conductor en forma de catálogo de imágenes e iconos de la España de los setenta: bolsas de Galerías Preciados, pintadas callejeras, personajes políticos, irrefrenables y enérgicas diásporas –en desbandada– de “rojos” perseguidos por “grises”, cajas de Juegos Reunidos, ubicuos 124, películas de vaqueros en blanco y negro, todo ello envuelto en un maravilloso celofán musical con temas como “El peso del mundo”, “Acalorado”, “Eres tú” o “Señora azul” que sirven, no sólo de ornamento ambiental, sino como leit motiv, o incluso como barómetro de los sentimientos de los personajes. Una entretenida película que reconstruye muy bien un lugar y una época, y que narra, en clave de comedia sentimental el despertar a la vida de un niño en la Sevilla de 1976. (Richard Bueno Hudson) Eres mi héroe, Antonio Cuadri, España, 2002,103 m lunes 19 de abril, 6:00 P.M., Pipers Alley miércoles 21 de abril, 7:00 P.M., Biograph #3
Paraíso El transitar de la vida cotidiana en la provincia de Guantánamo, Cuba, deviene un poema a la plenitud de cada instante en este documental que sigue al grupo de hip-hop Madera Limpia en su proceso de composición y arreglo de canciones. Músicos y amigos hablan y discurren de todo y nada mientras la espléndida fotografía abre una ventana panorámica sobre la rutina provinciana, bajo el leit motiv del chofer del auto que repite como un mantra: ¿tienes gasolina? Cabe aclarar que pese a sus estéticos encuadres, la exhuberancia geográfica y la desbordante cachondería de sus personajes, la película no incurre en la idealización de una Cuba feliz pese a sus carencias, sino que sobrevuela, como en la secuencia inicial, que muestra a los habitantes del pueblo en la intimidad de sus habitaciones, con cierto desapego sobre el vivir de cada día. Como se lee en la cita de Trungpa Rinpoche que abre el filme: “El principio de las cosas no debe buscarse en el pasado sino en el aquí y ahora, en cada momento”. Madera Limpia no recurre a samplers o tornamesas para elaborar su música, sino, como su nombre lo indica, a palos recogidos en la playa, combinados con tres marímbula y bongoes, para construir un son sobre el que sus cantantes rapean. Es interesante ver cómo la música callejera de la juventud negra en Estados Unidos se aclimata en todas partes y regresa renovada de esas transfusiones. El año pasado pudimos ver en el Festival Resistencia: el hip-hop en Colombia, un testimonio también vital de dicha música en los barrios bajos colombianos. Este año toca asomarse a la fotogénica Cuba, en un documental cargado de poesía. (Julio Rangel)
Paraíso Paraíso no se limita a contar la historia de una banda de jóvenes que experimentan con el hip-hop y la música tradicional cubana. El film de Alina Teodoresch es un retrato vivo del día a día
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cubano, visto a través de los ojos de algunos de los artistas musicales más creativos de Guantánamo. Utilizando personajes del barrio e hilvanando relatos, opiniones y pensamientos sobre la vida, el trabajo, la música y el sexo, el documental es un tapiz emocional de la Cuba contemporánea. “Mi prioridad en la vida es vivir. Mientras viva puedo tener ilusiones, sueños de tener lo que me falta, y lo que me falta es todo. Mientras viva puedo hacerlo”, afirma Yasel, líder del grupo guantanamero Madera Limpia, Paraíso, Alina Teodoresch responsable de la fusión de ritmos orientales cubanos como el changüí con las tendencias más progresivas del hip-hop. Al mismo tiempo que Yasel nos expresa su deseo de vivir a pesar de la escasez de recursos, Rafael conduce un Chevrolet 1957 cuyo motor apenas puede sobrellevar la carga de cinco décadas de uso. Su travesía por las pintorescas calles de Guantánamo en busca de gasolina se convierte en léit motiv y metáfora de la vida cotidiana en la isla, donde cada día presenta un nuevo obstáculo que hay que vencer para seguir adelante. No obstante, cuando “se acaba la gasolina” se mata un lechón y se forma la rumba, como se lleva haciendo en Cuba desde los tiempos de España. La falta de recursos ha impulsado la creatividad de Madera Limpia, quienes utilizan instrumentos acústicos, como los tambores batá, la cáscara y el trés para cantarle al aburrimiento, al amor y a la infidelidad, entre otros temas. “Nuestra música la tienes que bailar, cantar y sentirla, para poder escucharla”, comenta Puro, quien es virtuoso del trés y el integrante de más experiencia en el grupo. Uno de los aspectos más brillantes del documental es la capacidad de Teodoresch para trazar un boceto inclusivo y equilibrado de la juventud guantanamera. En lugar de limitarse a explorar el punto de vista musical y masculino, Paraíso no deja de reflejar la complejidad de las relaciones amorosas desde la perspectiva femenina. Según queda expresado en entrevistas y conversaciones con las compañeras de los integrantes de Madera Limpia, los hombres cubanos de hoy comparten muchas tradiciones culturales y musicales con sus antepasados, constituyendo el machismo uno de los rasgos más marcados de ese legado. Grabada en Mini DV y Super 8 y transferida a formato de 35 milímetros, Paraíso combina tomas a colores con fotografía en blanco y negro y se caracteriza por un estilo audaz donde se entrelazan historias y entrevistas personales que responden a diferentes estilos cinematográficos. A pesar de ser esencialmente un documental, no cae en la monotonía o el carácter estrictamente educativo que a veces se apodera de producciones similares. El movimiento de la cámara, la honestidad del pietaje filmado en la calle, y el uso inteligente de música y sonido componen un panorama fidedigno del entorno social de los personajes. (Omar Torres) Paraíso, Alina Teodoresch, Cuba-Alemania-Rumania, 2003, 96 m lunes 19 de abril, 9:00 P.M., Biograph #2 jueves 22 ed abril, 9:00 P.M., Biograph #2
miércoles 21 de abril El polaquito El polaquito, de Juan Carlos Desanzo, se instala con firmeza dentro de la tradición de cintas como Los Olvidados, de Luis Buñuel y Pixote, de Hector Babenco; pero, al mismo tiempo, realiza innovaciones dentro de esa tendencia. Como parte de la tradición, El polaquito retoma la imagen del mundo de los menores de edad que viven como marginales. Uno de los componentes de tal representación es la violencia y maltrato asumido por los personajes con “naturalidad” y resignación. En muchos casos, la violencia para ellos no es un trauma, es parte del diario
vivir. Como una de las características de ese mundo, surge la muerte prematura, al igual que se recrea en Los olvidados y en Pixote. Habría que agregar otro componente: las familias a las que pertenecen los personajes no existen o son completamente disfuncionales, y en términos más amplios, se puede afirmar que es toda la sociedad en su conjunto la que le da la espalda a estos menores. A diferencia de Los Olvidados y de Pixote, la película de Desanzo es también una historia de amor, un primer amor –el del Polaquito y Pelu, una adolescente que trabaja de prostituta–. Ese sentimiento no deja de estar cargado de inocencia y puerilidad, pese a que surge en un ambiente marcado por la corrupción. Y es este sentimiento lo que le permite al protagonista tener ciertos instantes de felicidad y poder elaborar una imagen de futuro en un lugar diferente, pero es también –cuando la Pelu es herida– lo que le causa mayor dolor. El Polaquito se resigna a la violencia del ambiente, pero no acepta que hagan sufrir al amor de su vida. De allí, que es violado en lugar de ella, de allí que toma medidas radicales cuando sabe que la Pelu ha sido forzada a abortar. El otro componente que es novedad en esta película es la explotación de los menores de edad. Esta explotación es representada como un negocio organizado, y con vínculos no sólo en el mundo estrictamente marginal. (José Castro Urioste) El Polaquito, Juan Carlos Desanzo, Argentina/España, 2003, 93 m miércoles 21 de abril, 8:45 P.M., Biograph #2 sábado 24 de abril, 6:30 P.M., 3 Penny Cinema
Durval Discos, Anna Muylaert
jueves 22 de abril Durval Discos El tedio y la nostalgia por una época pasada, mantiene a Durval y a su madre atrapados entre su casa y la tiendita de trasfondo en donde venden discos de larga duración, como trofeos de músicapop de los idos años 70 del Brasil. La vida de ambos cambiará radicalmente cuando llega a vivir entre ellos una niñita, Célia (quien ha sido abandonada por una empleada doméstica que Durval ha contratado). Poco tiempo bastará para que él y su madre se den cuenta que la niña no es lo que parece. Ese poco tiempo, sin embargo, bastará para que la presencia de la niña traiga nuevos aires e ímpetus de renovación a la vida de ambos. El humor negro, la morbidez y la presencia de lo absurdo están muy bien justificados por una convincente actuación. Una película muy bien narrada en donde se puede apreciar una, de tantas, simbologías: hasta que su vida no se vio refrescada por la presencia de Celia, toda la acción ocurre en interiores. Cuando salen a la calle a disfrutar de un paseo por el gran São Paulo (cuya gigantesca presencia contrasta muy bien con el intenso secreto que se cierne sobre Durval y su madre solamente) el espectador se da cuenta que esto ocurre solamente cuando madre e hijo son felices; la sensación claustrofóbica acaba cuando los dos personajes han encontrado el rumbo en sus vacías vidas y tanto la esperanza como la ilusión vuelven a aletear entre ellos. (Bernardo Navia) Durval Discos, Anna Muylaert , Brasil, 2002, 96 m Jueves 22 de abril, 6:30 P.M., Biograph #2 sábado 24 de abril, 9:00 P.M., Biograph #3
Mulher policía (La mujer policía) Tania es una joven viuda que vive en una región al norte de Portugal que trabaja en una modesta empresa. Rato, su hijo de nueve años, debido a la ausencia de su padre fallecido y a la ocupación de su madre, anda con malas compañías y se mete en problemas con la ley. Corre el riesgo de ser enviado a un centro de rehabilitación. Para no perder a su hijo, Tania decide huir con él de Lisboa, donde ella había residido antes de casarse. En el trayecto Tania va redescubriendo todo el amor que siente por su hijo, lo cual los lleva a una cohesión afectiva cada vez más fuerte. Pero en ese viaje tendrá que enfrentarse a muchas vicisitudes y experimentar la crudeza con que a veces suele tratar el destino. Las excelentes tomas del ambiente rural son la constante; aspecto que le ha permitido ganar el premio a la mejor fotografía en diversos festivales. La actuación es excelente, y el silencio es una herramienta de la que hace muy buen uso el director. El filme pone al descubierto la desnudez del cuerpo y las miserias humanas y materiales de los personajes que en algunos pasajes conjugan la soledad, la injusticia, el pudor y el dolor en una sola faceta. Sin embargo, hay momentos en que el filme decrece ya que ingresa en una laguna de escenas superfluas. De todos modos, el filme es recomendable. (Javier Maigua) Mulher policía (La mujer policía), Joaquim Sapinho, Portugal, 2002, 84 m jueves 22 de abril, 7:00 P.M., Biograph #3 domingo 25 de abril, 9:00 P.M., 3 Penny Cinema
viernes 23 de abril Amor en concreto Una misma noche, una misma ciudad (Caracas), una misma calle (Avenida Libertador) hace coincidir, por un momento, la vida de cuatro personajes: Carlos, un taxista argentino que se jacta de saber el secreto de la vida: el amor; Claudia, una doctora que se siente atrapada por su matrimonio; Héctor, quien dice estar listo para dejar a su novia y romper de paso con la monotonía en la que ha caído su vida; y Tony, un impetuoso joven que cree haberse enamorado de un travestido. La actuación de los personajes en esta película no es buena y no alcanza a convencer del factor en común que parece unirlos a todos: la búsqueda del amor en la que puede ser una odiosa ciudad, con una sola realidad: el concreto. El espectador queda con la impresión de que no existe el espacio para la sinceridad, la honestidad, el amor y la inocencia en una gigantesca urbe latinoamericana que bien puede representar a todas; lo que le da un tono pesimista al filme. La presencia del taxista y su fallida búsqueda del amor por veinte años quizá intenta demostrar esta carencia, pero este personaje pudo muy bien haberlo logrado mejor. En la película, por una parte, la actuación es débil; y, por la otra, no se justifica el tono de búsqueda que comparten los personajes. (Bernardo Navia) Amor en concreto, Franco de Peña, Venezuela/Francia/Alemania, 2003, 102 m viernes 23 de abril, 9:00 P.M., Biograph #2 domingo 25 de abril, 9:30 P.M., Biograph #3
PyME PyME se inicia con la secuencia de un comercial que indica que los productos extranjeros (sillas específicamente) son mejores que los nacionales. De ahí vemos a un ministro de economía de Argentina –no vale la pena mencionar su nombre– señalando el ingreso a una nueva era económica: el neoliberalismo. Alejandro Malowicki, director y guionista de PyME, usa estas dos secuencias iniciales para indicar el marco de su película. Es que PyME expresa precisamente eso: las consecuencias suicidas que tuvo la política neoliberal en la Argentina, y por extensión, en toda América Latina. Malowicki sitúa la acción de la película en una pequeña empresa (de sillas) que se haya totalmente acorralada por las deudas y el mercado, a la cual, a pesar de las intenciones del propietario, no le quedará otra alternativa que declararse en quiebra. Dentro de este microcosmos se insertan las relaciones entre los obreros –que no han recibido varios pagos, y algunos pueden perder la jubilación– y los patrones que no tienen cómo cumplir sus obligaciones. Pese a estas tensiones, se refleja también una relación de familiaridad entre obreros y patrones. El salto a la secuencia final de PyME puede resultar abrupto, pero no deja de ser comprensible. La escena se ubica varios años después: la fábrica ha sido cerrada, el dueño y uno de los obreros
más antiguos han fallecido. Se reúnen el hijo del dueño y el ex-líder del sindicato con el propósito de empezar una nueva empresa, una cooperativa en esta ocasión. PyME, en todo caso, si bien es cierto que critica el presente de la sociedad argentina, no deja de tener esperanza en un futuro que podría forjarse a partir de la alianza horizontal entre la clase media y la trabajadora. (José Castro Urioste) PyME, Alejandro Malowicki, Argentina, 2003, 96 m Viernes 23 de abril, 11:00 P.M., Biograph #3 martes 27 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema Testamento, Uli Stelzner y Thomas Walther
Testamento La biografía como narrativa histórica, o cómo a través de un hombre asoman las multitudes. El abogado guatemalteco Alfonso Bauer Paiz, a sus 83 años, mira en retrospectiva su carrera y por esa mirada memoriosa asistimos a las luchas de los pueblos latinoamericanos en el siglo XX. Bauer atestiguó la llamada Revolución de Octubre, en 1944, que derrocó al dictador Jorge Ubico y apuntaló al coronel del ejército Jacobo Arbenz. Como es sabido, esta revolución fue truncada por la intervención de los Estados Unidos vía la entonces recién creada Agencia Central de Inteligencia (CIA) que básicamente intervino para proteger los intereses de compañías de capital norteamericano, a saber, la United Fruit Company (UFC), de la “amenaza roja” en 1954. Con este golpe se inauguró una serie de intervenciones de la CIA en Latinoamérica durante el resto de la Guerra Fría. Cabe añadir que la UFC era propietaria de los medios de transporte y de las vías de acceso, incluyendo los puertos, en aquella región centroamericana.
se pregunta si no es ésa un poco la historia de la disidencia en América Latina. (Julio Rangel) Testamento, Uli Stelzner y Thomas Walther, Alemania/Guatemala, 2003, 95 m viernes 23 de abril, 9:00 P.M., 3 Penny Cinema domingo 25 de abril, 7:00 P.M., 3 Penny Cinema
sábado 24 de abril Invisible Evidence
La violencia, el odio, el miedo, la corrupción forman parte de este mundo hacia el cual se dirige Marcel, un joven periodista americano, que comienza la búsqueda de Jorge, su colega. En su búsqueda encontrará una variada gama de personajes: un lustrabotas que le salva la vida; un sacerdote acosado por las sombras fantasmales de las fuerzas del bien y del mal; un cínico y calculador compañero de trabajo; y Verónica, la hermana de Jorge, quien le mostrará a Marcel el amor, la esperanza y el desespero. Las actuaciones son forzadas. No logra convencer el sacerdote del porqué los persuasivos poderes de la religión lo hacen enloquecer; la relación amorosa entre Marcel y Verónica parece nacer de la nada; el fin último de ella no obedece a la tónica general del filme: la búsqueda de Marcel por la verdad (tanto material como espiritual). La última reflexión de Marcel (el secreto significado de la vida es igual a la evidencia secreta) hace a uno preguntarse: ¿evidencia de qué? ¿Por qué el “significado de la vida” en circunstancias de que se encuentra el espectador ante la presencia constante de la muerte? ¿Es que no hay salida a la violencia, al Mulher Policia, Joaquim Sapinho egoísmo, a la muerte intencional en esta Latinoamérica nuestra, tal como lo expresara uno de los personajes del filme? Finalmente (pero nunca Bauer conoció por ese tiempo a un joven Ernesto Guevara, menos válido), si toda la acción transcurre en Guatemala, ¿por de paso por Guatemala. Después del golpe, ambos fueron a dar qué los personajes hablan en inglés? (Bernardo Navia) a México. En el DF, Bauer hospedó a Guevara, entonces perseguido por la policía federal mexicana. La trayectoria de Alfonso Invisible Evidence, Alejandro Castillo, Guatemala, 2003,102 m Bauer incluye una estadía en Chile, cuando el golpe a Salvador sábado 24 de abril, 10:30 P.M., Biograph #2 lunes 26 de abril, 6:30 P.M., Biograph #2 Allende a cargo de un grupo militar fuertemente respaldado por el gobierno estadounidense, que no veía con buenos ojos que Allende nacionalizara la industria del cobre, entre otras cosas. De alguna manera este trayecto documental por la vida de La pelota vasca, la piel contra la piedra Bauer es una bitácora de las diversas luchas que debieron librar Entre lo mejor del festival, este documental es una vigorosa los proyectos de gobierno de izquierda tanto como los moviinvitación al diálogo en torno al problema del separatismo vasco. mientos indígenas y campesinos a lo largo del siglo XX. El traPor medio de un atinado collage de voces, ubica y le da diyecto incluye, por supuesto, escalas en Cuba y la Nicaragua sanmensión histórica al conflicto de Euskal Herria. El resultado es dinista, con excelente material documental. una cinta de gran agilidad, que clasifica y agrupa la diversidad El perfil de Bauer es bastante completo, y se le ve hablar de de intervenciones en torno a puntos temáticos, y con base en el los ritos masónicos, hacer jogging y nadar con un afán a veces continuo intercambio de voces construye párrafos completos perexhibicionista (después de todo, ¿cuántos octogenarios pueden fectamente articulados. hacer eso?). Pero el tono general es cálido y siempre interesante. La pelota vasca nos lleva por el intrincado asunto de la idenLo vemos a sus ochenta años contender para diputado y finaltidad de la Vasconia, esa región entre España y Francia, poseedomente ganar el puesto. Es patético e indignante verlo en el ra, presuntamente, de la lengua más antigua de Europa, y cuyos Congreso pidiendo la palabra a gritos y siendo ignorado. Uno
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domingo 25 de abril Mulher policía (Ver reseña del viernes 23 de abril)
Testamento (Ver reseña del viernes 23 de abril)
lunes 26 de abril …En fin, el mar
La Pelota Vasca, Julio Medem
habitantes son, según argumenta uno de los entrevistados, “los últimos indígenas” de dicho continente. La cinta muestra el trayecto que sigue la organización separatista ETA en su proceso de radicalización, sus tempranos acercamientos con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y su posterior ruptura con ellos. “El PNV” dice el escritor Antonio Elorza, “siempre fue un partido ultracatólico. ETA es laico pero produce una nueva religión: el nacionalismo.” Elorza, como varios de los participantes en el documental, ha sido amenazado por ETA. De hecho, también en sus tempranos días, un gran número de clérigos y feligreses diocesanos simpatizaron con ETA, como puntualiza el sacerdote Iñaki Villota. La Iglesia le facilitó a la agrupación sacristías y casas de retiro para sus mítines, hasta que el endurecimiento de los separatistas se volvió demasiado comprometedor. La cinta provocó polémica en España, donde los ataques de ETA han marcado una profunda herida en la vida civil. El documental resultó perturbador para muchos, ya que incluye el punto de vista de simpatizantes de ETA, y muestra cómo, en la época de la transición postfranquista, la lentitud para desmontar los cuerpos represivos del Estado favoreció la radicalización del nacionalismo vasco (se dice en la película que entre marzo de 1976 y marzo de 1978 la policía mató a 38 personas en diferentes manifestaciones). Resulta interesante el contrapunto armado entre las palabras de la viuda de un policía vasco que cuenta cómo le explicó a su hijo el porqué mataron a su papá y las palabras de los familiares de miembros de la ETA que viajan a la prisión de Huelva a visitarlos. Entre la búsqueda de la preservación de la lengua y la cultura vasca y el proceso de adoctrinamiento de los jóvenes vascos para ese efecto, media una diversidad de posturas que va de la expresión artística que indaga en la identidad de su pueblo hasta el dogma del feroz rechazo al castellanohablante. La película resulta valiosa y valiente al mostrar la amplia gama de matices que dan complejidad a este hecho, y es peculiarmente oportuna ahora que muchos grupos quieren hacer ver al terrorismo como una erupción maligna en sí misma, sin historia. (Julio Rangel)
La pelota vasca, la piel contra la piedra La, hasta ahora, última aportación al género cinematográfico de Julio Medem, es una película-documental que ofrece una amplia visión sobre la conflictiva situación existente en torno al nacionalismo vasco, utilizando la técnica de la entrevista, cerca de setenta aparecen en la cinta, con diferentes puntos de vista y con diferentes implicaciones emocionales acerca del conflicto vasco, estando siempre presentes los efectos sangrientos ocasionados por la banda terrorista ETA. En el documental, Medem contrapone las diferentes opiniones de los entrevistados en un intento de mostrar una equidistancia, no siempre conseguida, hacia las distintas posturas expresadas ante temas tan delicados como son la identidad nacional, la lucha armada, los efectos de los atentados cometidos por ETA, o la libertad de expresión. Este equilibrio buscado por el director, expresado directamente por él, podría haber resultado más real si se recogiesen las opiniones de todos los partidos políticos implicados en la gobernabilidad del territorio vasco, ya que los representantes del Partido Popular no aparecen, junto con las de destacados miembros del mundo de la cultura, y de asociaciones de víctimas del terrorismo, que
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tampoco aparecen, y que podrían haber completado y enriquecido el contenido de las declaraciones de los que sí figuran en la película. Pese a las ausencias mencionadas, el documental proporciona al espectador la oportunidad de observar de cerca la problemática vasca, con la amplitud que otorga la contemplación de la realidad con una perspectiva adecuada, resultando interesante, cuando no emocionante, escuchar a personas que viven las veinticuatro horas del día rodeadas de guardaespaldas, o que han sufrido pérdidas afectivas o físicas causadas por el terrorismo, opinar acerca del nacionalismo, y de la búsqueda del diálogo y del consenso, a la vez que se puede contemplar la extrema lejanía existente entre los puntos de vista expresados por políticos y ciudadanos vascos nacionalistas, de aquellos expresados por políticos y ciudadanos vascos no nacionalistas. El esfuerzo realizado por Medem para conseguir una gran diversidad de opiniones queda patente cuando se ven desfilar por la pantalla representantes de los diferentes estamentos que conforman una población. El estreno de la película en España estuvo rodeado de una gran polémica, con un aluvión de opiniones enfrentadas entre sus detractores, que llegaron incluso a proponer que se prohibiese su difusión, y sus defensores, favorables a que se distribuyese por todos los cines, estando o no de acuerdo con la visión ofrecida por el director. Finalmente, la película se estrenó en el Festival de San Sebastián, y llegó a estar nominada a los Premios Goya de la Academia del Cine Española en la categoría de “mejor documental”. Lo cierto es que La pelota vasca ha sido objeto de multitud de críticas, tanto hacia su contenido, unas favorables por su valentía, y por el intento de mostrar una realidad social, otras desfavorables por su falta de objetividad y por tratar por igual a víctimas y a miembros de la banda ETA, como hacia su calidad como película, recibiendo tantos elogios como denostaciones por el montaje de las entrevistas y por la visión del pueblo vasco mostrada por el director. El documental está estructurado de tal forma que se van intercalando entrevistas actuales, con escenas de la Guerra Civil Española, y con documentales rodados a mediados del siglo pasado, en los que se pueden ver diferentes costumbres propias de los vascos, en un intento de conseguir una perspectiva histórica de la idiosincrasia del pueblo vasco. Un ejemplo se puede apreciar en varias escenas rodadas por Orson Wells en una de sus visitas a España. Se trata de una interesante película en la que, con independencia de la opinión que cada uno tenga u obtenga tras su visionado, se podrá observar el amor que siente Medem por su tierra y por la libertad de expresión, en algo que se podría resumir como un ejercicio de reflexión del director hacia un conflicto tan arraigado como es el existente en torno al pueblo vasco. (Enrique Rodríguez Nuño)
El viaje a Cuba de Tony, un exitoso y joven corredor de la bolsa neoyorquina, que originalmente obedecía a la intención de encontrar a los familiares de los náufragos de una balsa que encontró en una playa de Miami, se convierte en un viaje personal en busca de sus propios orígenes, personalidad e identidad. Tony es de origen cubano pero nunca le ha prestado atención a este hecho hasta que el hallazgo de esa balsa (con el nombre “Mariana” grabado en ella) despierta en él un muy insistente deseo por reencontrar su pasado. Tal aventura lo lleva no sólo a conocer en persona a Mariana (ella había sobrevivido al naufragio) sino también a conocer una Cuba que no aparece retratada en las fotografías de ningún libro. Una Cuba que sobrevive de milagro, cuyos habitantes han desarrollado un talento especial para sobrevivir. “¿Cómo pueden ser tan felices careciendo de tanto?”, se pregunta Tony. Una Cuba en donde es tan posible encontrar a un taxista argentino, fanático de los tangos, como es posible encontrar a un océano (convertido en un personaje más) que puede tanto limitar como abrir puertas. Un mar que funge como centinela eterno de la gente (de los que llegan y de los que lo surcan para irse). Este viaje, tanto geográfico como interior, le hará conocer a Tony también el amor y a una gran parte de él mismo que siempre le fue ajena. (Bernardo Navia) …En fin, el mar, Jorge Dyszel, Argentina-Cuba, 2003, 95 m lunes 26 de abril, 7:00 P.M., Biograph #3 miércoles 28 de abril, 6:30 P.M., Biograph #2
martes 27 de abril Pelota Vasca (Ver reseña del sábado 24 de abril)
PyME (Ver reseña del viernes 23 de abril)
miércoles 28 de abril …En fin, el mar (Ver reseña del lunes 26 de abril)
La pelota vasca, la piel contra la piedra, Julio Medem, España, 2003, 115 m sábado 24 de abril, 6:00 P.M., Biograph #1 martes 27 de abril, 9:30 P.M., Biograph #3
...En fin, el mar, Jorge Dyszel
deshoras
En esta entrega de deshoras le echamos un vistazo a sucesos que toman lugar en las ciudades. Los textos que presentamos en conjunto ofrecen una visión global de lo que ocurre en las grandes urbes, desde las atrocidades perpetradas en Madrid hasta el melancólico deseo de unos árboles por formar parte del ajetreo citadino. La ciudad como melancolía se hace evidente también en el descenso de Júpiter al plano humano donde, a pesar del menosprecio que recibe al inicio, descubre a final de cuentas la virtud que hace del humano un ente divino. Otros de los textos aquí presentados nos hablan de un sueño frustrado y de la necesidad de continuar desplazándonos en esa red laberíntica de las ciudades.
León Leiva Gallardo El pordiosero y el dios ¿Qué buscan los viajeros del mundo? ¿Acaso son dioses venidos a menos, convertidos, disfrazados de príncipes o de pordioseros?
Se dice que por esos pueblos olvidados a las faldas de los montes itálicos habitados de etruscos, latinos y romanos –se dice, a modo de leyenda ejemplar, y se cuenta, una de las tantas e inquietantes anécdotas que disvarían las cuitas de los dioses venidos a menos...–, que una vez Júpiter aburrido de ser dios, aburrido de la ambrosía y de la lira de Orfeo, en fin, aburrido de la magnificencia del poder divino, el Capitolino mismo, decidió viajar al mundo de los hombres. Sólo que, para evitar que lo descubrieran y para conocer bien el mundanal oficio de los mortales, recurrió a transformarse en pordiosero. Deambuló Júpiter entonces por el mundo de los vivos pidiendo agua, un bocado, un mendrugo de compasión. El venido a menos no logró respuesta alguna de las gentes pudientes, ya que éstas ni siquiera aparecían en su descomedido camino. De las gentes medianas apenas recibió un no medianamente desbocado. Entonces, siguió caminando el pordiosero, alejándose del poblado y atravesando sus límites. Hasta que una tarde lerda y soporosa después de mendigar tanto y de poner a tanto humano en prueba llegó, ya cansado, casi desahuciado, a una humilde casa de las fueranías. La sombra del dios se acercó al umbral de la austeridad. Así fue cómo las entonces convertidas y huesudas protuberancias de su puño tocaron, por primera vez, el portón de la miseria. Primero no hubo respuesta. El pordiosero adoptó postura y no lo dudo más, tocó de nuevo con lo que le quedaba de fuerza, pues un ave agorera volaba avisándole que ya había llegado al punto de la inanidad. Aún no hubo respuesta. Entonces, comenzó a dudar de todo, incluso hasta de su propia divinidad. El venido a menos decidió darse por vencido. Pero justo cuando iba a dar el primer paso hacia el lugar de los abismos, notó que la enmohecida aldaba de la puerta se abría lentamente, detenida un tanto por el peso del tiempo. A su encuentro salió una pareja de ancianos. Los labios secos del pordiosero lograron despedir las palabras. Les pidió agua y un pedazo de pan. Los ancianos lo quedaron viendo y lograron reconocer el sufrimiento en Gunther Gerzso: Autorretrato (1945), óleo sobre lienzo, 21 x 13 in Colección de Gene Cady Gerzso, ciudad de México su mirada. Lo hicieron pasar y le dieron lo último que les quedaba de comer y beber. Al verlo tan debilitado, también le cedieron su propio lecho, para que aquel hombre solitario recobrara las ganas de vivir. Los ancianos lo velaron en vida, anticipando de esa manera la difícil recuperación. Es decir, le ofrendaron el único poder divino que tiene un hombre o una mujer. Le ofrendaron amor. Al día siguiente el desconocido, ya algo repuesto, les confesó el secreto que casi lo había derrotado, y en recompensa por aquel acto de nobleza, les dijo que habría de concederles un deseo. Lo que ellos pidieran se les concedería. La humana y comprobada nobleza de los ancianos respondió por ellos. Lo único que deseaban era nunca separarse, siempre estar juntos. Querían estar juntos aún después de la muerte. Entonces, Júpiter, después de hablar en estricta privacidad con cada uno de ellos, les concedió ese único deseo. Pero con una inquebrantable condición. Si uno de ellos llegaba a revelar el secreto (de la intervención divina) a otra persona, e inclusive a identificarlo entre ellos mismos, no sólo dejarían de estar juntos y se separarían para siempre, sino que aquel que lo revelara se iba a convertir en Olvido y el otro, por el mero hecho de saberlo, quedaría solo en la forma de Esperanza. En su largo viaje de regreso al lugar de los dioses, Júpiter pensó, casi en voz alta, y cayó en cuenta de que había visto dos caras que, sin ser exclusivas, alumbraban al hombre y a la mujer. Conoció la soledad y el amor. Las dos máscaras, pensó Júpiter de la manera en que los dioses se explican las cosas, las dos máscaras ocupan el mismo rincón del alma. La soledad es la máscara de un dios venido a menos, el amor es la máscara del mortal que llega a ser semidiós. Entre estas dos máscaras, como el limbo entre el infierno y el paraíso, se encuentra la necesidad, la gran prueba con que el destino somete a todos los seres humanos. La misma necesidad que llevó a los ancianos al destierro del desposeído, donde conocieron, también, dos versiones de la nobleza. Ninguno de los dos ancianos reveló lo que no se debía revelar, lo del pordiosero y el dios. Esto a sabiendas de que al hacerlo les hubiese procurado el caritas de los adivinadores. Años después, cuando los ancianos Baucis y Filemón llegaron a sus últimos esfuerzos de vida, se tomaron de la mano y se fueron a los campos donde ahora se pueden divisar joviales, robustos y sempiternamente juntos en la forma del tilo y la encina. También se dice que su humilde cabaña quedó transformada en templo, y ante su puerta quedaron ellos convertidos: Filemón en encina, el árbol sagrado de Júpiter. Baucis en Tilo, como seña de tierna fidelidad. De esta manera, de hechura joviana, también nace la ensombrecida persona de la doble máscara: el olvido y la esperanza. La sombra que acecha a aquéllos que traicionan el secreto que les revela el Amor, el único dios menor que, a veces, viaja a poner a prueba a algunas escogidas almas. En cuanto al pueblo ingrato que una vez existió en la antigua Frigia, y no dio hospedaje al desolado viajero, por completo desapareció bajo las aguas iracundas del Júpiter vengativo. Pues sus habitantes ignoraban que hubiese también un dios de los viajeros, un dios de los forasteros que tarde o temprano se ven en la necesidad de pedir alojamiento.1 1
Esta leyenda también define a Júpiter como el dios de la hospitalidad del viajero.
León Leiva Gallardo. Escritor hondureño residente en Chicago.
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Patricia de Souza Electra en la ciudad (Fragmento) Según la autora, Magdalena, Jacob y Soledad forman como un tríptico. Son tres posturas frente al mundo, tres maneras de actuar. Lo que los une es esa búsqueda por tomar posesión de sus vidas, esa manera de permanecer cerca pese al nomadismo contemporáneo y una cierta reconstitución de las ciudades. Las ciudades cambian, las personas permanecen Algo firme que nos sostenga. La importancia de una ciudad, su historia, su pasado y la importancia de algunas biografías, los rostros que aparecen en una foto, sin que nadie vivo los reconozca, la imagen fija de la fotografía. Nos alejamos, nos vamos de las ciudades para volver a regresar. Y las ciudades cambian, se transforman junto con la gente que las habita. Ya no estaremos para verlas desaparecer. Nos encontraremos, en una esquina, con una casa totalmente transformada. Magdalena no regresa a la misma ciudad, está cambiada, son otras las construcciones y otras las manos que le han dado forma. Octavio la verá moverse con su vestido de flores, bajo una fina lluvia de verano. Soledad seguirá atada a Jacob para toda la vida. Un estado sin retorno, Armando la sigue, incapaz de separarse. El movimiento continúa, la vida se mueve. No vivir en el hueco oscuro de la soledad, sin mirar alrededor, no tener en cuenta las construcciones ni el aire viciado de la ciudad. Cerrar los ojos, no mirar, imaginarse en otra parte, servirse de una imagen viva, agarrarse de ella como de un cometa de colores brillantes, olvidar los espacios, los armarios, los closets, el piso de loseta o de parquet, el color de los muros, los marcos de las ventanas, las manijas y sus mecanismos de funcionamiento, la viva frialdad de la cubierta de la camioneta que corre disparada con su cuerpo dentro, en esa ciudad que se ha transformado. No ver más que cuerpos que se mueven y respiran atrapados en esas ciudades. París, Lima, Londres, Madrid, mobilización del territorio, la naturaleza integrada a la ciudad, la elección, el vacío, el tiempo continuo. La unidad clásica, la densidad, el centro único, la separación con la naturaleza, que se hacen ahora múltiples: espacios comerciales, plataformas, urbanizaciones, centros culturales, lugares de esparcimiento, piscinas, gimnasios, solariums, bibliotecas. Los tiempos sociales son disparejos, tampoco hay unidad en los encuentros, son furtivos, virtuales, la proximidad física la da el internet y los teléfonos celulares. Parecemos menos solos hablando por la calle, no nos vemos sino lo deseamos, elegimos con más exigencias el lugar, el espacio, el tiempo. Alzar un teléfono, llamar. La ciudad desaparece. Vivir encerrada en los ciber-cafés, conectarse con medio mundo, la cabeza es esa cavidad donde todas esas ciudades se encienden y se apagan a la vez, el espacio más alienable, el más libre. Avanzar, por pequeños golpes hasta la médula, hasta lo esencial. Una frase de Octavio queda en la memoria de Magdalena: cuando te vayas, te imaginaré caminando sobre la arena del desierto de Lima. Cuando el avión tocó tierra, la gente aplaudió, hurras al piloto por un aterrizaje impecable. Octavio: Me acerco, te veo Magdalena cobijada bajo las faldas de tu madre. Mnnnnn Mnnnnn, Octavio se desplaza por los espacios de su departamento tarareando la canción de Leonard Cohen que escuchaba Magdalena. La dejaría volar, estaba claro. In vino veritas Soit.
Gunther Gerzso: Aparición (1960), óleo sobre masonite, 31 1/2 x 19 3/4 in Colección de Gene Cady Gerzso, ciudad de México
Patricia de Souza. Escritora peruana, residente en Francia. Es autora de las novelas La mentira de un fauno, Cuando llegue la noche, El último cuerpo de Úrsula, Stabat Mater.
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mirada cómplice Luis Cardoza y Aragón Gunther Gerzso Gunther Gerzso hace años, ha ido creando una obra original. Se le conoce poco. Ha mostrado conjuntos que afianzan la riqueza de su voz: propia, fría y precisa. En el abstraccionismo en México ninguno es dueño de un acento más personal. Un maestro. Por su rigor y por su tensión, la obra de Gunther Gerzso es excepcional: es la personalidad más destacada de nuestra pintura de radicales trasposiciones o decididamente no figurativa. Cuadros de ricas texturas o lisos, en que el acento está en el concertado ajuste de los planos, en el equilibrio de las áreas, los ritmos, la unidad melodiosa del color, o en contrastes de texturas con superficies pulidas, fundando así un orden admirable por sus valores pictóricos. El tema se ha transfigurado: queda la emoción, el estilo de sentir, la realidad interior que sólo puede nacer de la realidad exterior, y nos la hace sensible con su deslumbramiento. Nos da conciencia de nuestra primitiva vinculación profunda con el mundo. Sus virtudes son muy personales y evidentes, la arquitectura de su visión, su sentido de la vida y del arte y el talento para revelarlo: cuando vemos un cuadro de Gerzso sabemos que es de Gerzso. Hay un testimonio sin contenido preciso, libérrimo y denso, como en toda gran poesía, por la gobernada pasión interior: nos transmite lo esencial, con referencia o no a lo que nos rodea. La emoción que causan sus fermentaciones y cargamentos de imágenes rebasa la puramente estética. Esta pintura pertenece a una gran corriente contemporánea, mas no se borra en ella, no se opaca ni se amengua. Tiene cauce propio. A veces, se creen percibir sublimaciones de cerámicas nuestras, de no sé qué visiones con sabor arqueológico y con un vuelo que la hurta a toda preocupación de enraizamiento forzoso. En el prefacio a un catálogo de Gerszo señala Wolfgang Paalen “una fusión de glorias antiguas y nuevas promesas”. La serie pétrea y visceral en que evoca su Yucatán, orfeón de verdes y laberintos fluviales, contrasta con la serie en que evoca y crea su Grecia, con su soledad armoniosa, su luz calcárea, su trágica blancura erosionada. Su antología es sorprendente. Siempre da forma poética a la zozobra y a la sensación, más allá de la objetividad. Gerzso ha creado un mundo de visionario cuyo acento más íntimo se escucha en cualquier sitio y es poéticamente válido para cualquier hombre. Obra de transparencia intimadamente, en la cual siempre veremos más lejos dentro de ella y dentro de nosotros. Se impone la fidelidad a su exigencia encarnada en signos propios, que ha ido formando lúcidamente a tientas, hasta crear esas estrofas magistrales de llanuras desérticas y trémulas geometrías heridas.
Gunther Gerzso: Escenografía para Hamlet de William Shakes
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Gunther Gerzso: Plano rojo (1963), óleo sobre masonite, 23 5/8 x 36 1/4 in The Vergel Foundation, Nueva York
He deseado reunir algunos sumandos de la totalidad de Gerzso, para tratar de explicarme en qué y por qué su pintura irrevocable se impone. Nunca se estanca su forma, nunca es monótona, aunque reparo en que quizá quiere cambiar de infierno y le inquieta un vuelco por otras sendas. Porque si ha ido ahora más al fondo, siento en él un tímido violento con la terrible audacia de los tímidos, que con su pintura conquista la libertad, destroza la camisa de fuerza, y no saciado con lo que posee, codicia tal vez las afirmaciones de una carne cenital, como nostálgico de las antípodas soleadas que transitó Bonnard. Un creador con su insatisfacción sólo ha colmado sus días con hermosas treguas momentáneas. Intenté determinar cuál es el lenguaje de Gerzso, lo característico de su realidad formal. Vivir su obra. No me precio de haberlo alcanzado. No di mi afectividad frente a ella: sólo retuve lo más concreto y plástico. Me rehusé a interpretar. Prescindí de aventuradas conjeturas subjetivas. No quise mostrarme, sino mostrar. Me limité a la contemplación de formas. A manejar datos objetivos. A esclarecer, más que a persuadir. La pintura de Gerzso me hace pensar sólo en pintura. Frecuentemente, el pintor afirma en las interpretaciones lo que pretende quien escribe. Tampoco agota a una pintura el análisis técnico y el formal. El arte no es construcción lógica. Gerzso no es enemigo de la opulencia; sí de lo patético, gesticulante y verboso. Sus impulsos dionisiacos los expresa clásicamente. Su obra enciende nuestra emoción: sabe concebir composiciones que viven con la vida inconfundible de una plástica personal que descuella por su intensidad, limpidez y equilibrio. Por la dignidad de su oficio. He deseado caminar por la vasta obra de Gunther Gerzso con toda libertad, sin intención didáctica, sin teoría, sin explicaciones, aparte de unas cuantas, superfluas acaso, como quien recorre una floresta. Quien no sienta su tensión, tampoco sentirá la sencillez del ágata o del fuego. Sencillez que es plenitud. La obra de Gerzso es de aquellas que me han parecido más refractarias a las palabras, móvil mayor para entusiasmarme porque, precisamente, nada tiene que ver con la literatura. Para la sencillez de Gerzso huelgan las palabras. Contemplemos su obra. Enfrentémonos con el aire.
Texto tomado de Pintura contemporánea de México de Luis Cardoza y Aragón, Era, 1988, 232 págs. Imágenes cortesía del Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas. La exposición Risking the Abstract: Mexican Modernism and the Art of Gunther Gerzso cierra el 27 de junio. Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas 1852 W. 19th Street, Chicago, IL 60608 (312) 738-1503
Shakespeare (1935–1940), gouache, acuarela y lápiz sobre papel, 20 x 26 in The Thomas R. Ireland Collection, Estados Unidos
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Jorge Hernández
Los árboles Árboles somos y en la calzada estamos, el viento canta en nuestras hojas las consume y las desecha; no hay dolor, sólo cansancio de ver el tiempo pasándose los semáforos en rojo, de preguntarnos qué defecto tienen nuestras hojas que caen cada año; cansancio de todo. Si tuviera un corazón, no digo de leopardo, águila, oso, uno de pollo, que venga el gato a morderme ¡pobres sus dientes! mi piel los desharía; venga la paloma a cagarme el pelo, ¡la estrangulo! mis ramas están hechas para eso, y para más... Si yo tuviera un corazón, rojo, rojito y apurado, yo y mis amigos, bailando cada noche recorreríamos las calles; pero no, árboles somos, prisioneros de la naturaleza, mingitorios de perro. El tiempo voltea, desde lejos nos saluda y se lleva de la mano a las estrellas.
Jorge Hernández. Escritor regiomontano. Vive en Chicago.
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Gunther Gerzso: Ciudad maya (1958), óleo sobre lienzo, 37 x 31 in Cortesía de Mariana Pérez Amor y Alejandra Reygadas de Yturbe, Galería de Arte Mexicano,ciudad de México
Javier Campos Las ciudades en llamas 1. Bailé con una mujer de fuego En las colinas brumosas del valle de California Me contó una historia Donde yo tenía que ser el actor de sus sueños En la pantalla gigante sólo aparecieron sombras ardientes Por los paisajes grises nadie vio correr A la actriz enloquecida de amor Ni nadie se dio cuenta del galán vestido de blanco Nadie tampoco pensó que ese film aún no existía La realidad de esa película era un pozo oscuro Pero los espectadores querían el beso final En algún lugar de esa ciudad imaginada Teníamos que encontrarnos El director nos buscaba para detener esta absurda filmación Bombardeó las imaginarias calles Los cuartos de hotel, los parques y las autopistas Quedó una cámara de filmación dando vueltas en el cosmos Yo y la actriz fuimos astronautas perdidos Abrazados en alguna parte de las galaxias En la pantalla nunca aparecieron los protagonistas Sólo un cartel mohoso sobre los edificios Anunciando el estreno mundial que nunca llegó Dos actores de una historia soñada Dos estrellas perdidas de Hollywood 3. Hace calor en el valle de California a las cinco de la tarde Es un sueño en llamas Es una bandera en brasas que baja de las montañas Desde la ventana de un bar una mujer contempla Pasar ondas de calor Los trenes llenos de automóviles
Gunther Gerzso: Paisaje nocturno (1999), óleo sobre masonite, 23 5/8 x 32 in Colección privada, Cortesía de Galería López Quiroga, ciudad de México
Apoyada en su mentón Huele esta tierra caliente Detrás de ella Yo bebo Una jarra de cerveza fría Yo sueño con la miel ardiente de esa muchacha Ella se queda mirando cómo trabajan de rodillas Los indocumentados Parecen seres escondidos entre los árboles frutales La muchacha sale volando por la ventana Como una gran abeja somnolienta Sobre los sembrados Que arden de tantas fresas maduras
Javier Campos. Escritor chileno. Es autor de los poemarios Las últimas fotografías, Las cartas olvidadas del astronauta, La ciudad en llamas. Se desempeña como profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Fairfield en Connecticut. 21
Caridad Clemente Aparicio Doscientas flores tempranas A las víctimas del 11-M en Madrid, in memoriam
Cae la nieve apacible sobre Chicago. La lluvia cae feliz en los campos de cualquier parte. En Madrid caen pétalos de carne y hueso cual granizo. Esparcidas por el suelo doscientas historias en miles de pedazos. La ventisca de arena abate la razón y las palabras caen en el desierto. Cae el amor cotidiano herido de odio ajeno. Caen lágrimas, gritos, espanto, pasiones, votos, confianzas… Cae la nieve, cae la lluvia, Caen las flores tempranas, caen los cuerpos, caen las almas La vida cae... y todos, todos caemos.
Caridad Clemente Aparicio. Escritora española residente en Chicago. Tiene el cargo de Jefa de Estudios en el Instituto Cervantes de Chicago.
Gunther Gerzso: Hacia el infinito (1950), óleo sobre tabla, 28 x 19 3/4 in Instituto de Arte de Chicago, donado por Muriel Kallis Newman, 1980.284
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Fuera de
competencia: Entrevista con
Arturo Ripstein Fernanda Solórzano El pasado mes de enero, la revista mexicana Letras Libres publicó una entrevista que se le hizo al reconocido cineasta Arturo Ripstein en el Marco del Festival de Cine de San Sebastián. Por la agudeza de sus comentarios tanto del cine latinoamericano y de la creación cinematográfica en sí, en contraposición con el cine “best seller”, hemos decidido incluirla en esta edición. “Me gustan los sobrevivientes. Los personajes marginales. Las situaciones y las escenas donde mis criaturas están al final de sus fuerzas. Y siguen y siguen y siguen.” Así arranca el diario de rodaje de Profundo Carmesí, firmado por Arturo Ripstein y publicado en 1996 en la revista española de cine Nosferatu. El director hace, sin proponérselo, un autorretrato relámpago. Es sobreviviente de un pasado largo –casi cuatro décadas de trayectoria, y cuarenta películas hasta el día de hoy– y marginal, sobre todo, de unos años para acá, en el contexto del llamado renacimiento del cine mexicano. Mientras dos o tres películas acapararon la atención de los medios, pocos mencionaban el ritmo galopante con el que Ripstein ha filmado desde 1966. Del esbozo que el cineasta hace de sus criaturas preferidas, el rasgo que no comparte es el que las define sin fuerzas. La entrevista que sigue tuvo lugar en San Sebastián, sede del Festival en el que Ripstein suele alternar en papel de invitado, participante y jurado. Esta última es la función que cumplió el pasado septiembre, cuando en su edición 51 el Festival inauguró el concurso Horizontes Latinos, y designó al director mexicano como presidente del jurado que habría de premiar la mejor película de procedencia latinoamericana. La tiranía del cine best seller, las trampas del éxito instantáneo, y el futuro ejercicio del cine como una actividad clandestina son los temas que a continuación revelan, más que una visión escéptica, el sitio en donde Ripstein ubica el último reducto de su voluntad creativa. Fernanda Solórzano: En últimas fechas, revistas, publicaciones y, como este caso, festivales, han puesto la mirada en un ente denominado “cine latinoamericano”. ¿Existen, desde su opinión, denominadores comunes más allá de algo tan obvio como el continente de procedencia? ¿Hay un corpus al que se le pueda llamar “cine latinoamericano”? Arturo Ripstein: Solamente desde un punto de vista reduccionista, como sucede con la literatura latinoamericana. Somos docena y media de países unidos por la misma lengua; pero un individuo en uno de
estos países podría pensar que se parece más a un francés que a un peruano. Más allá de la rigurosa geografía, no creo que Latinoamérica exista como concepto cinematográfico. Es muy difícil decir que entre todos los países conformamos un cine con un determinado parámetro o un sentido en común de las cosas. Cada vez más, las películas se parecen al modelo hegemónico; no todas, pero sí aquellas que ahora se seleccionan como las importantes, o aquellas que determinan los rumbos. Ésas sí tienen algo semejante: todas se parecen al cine comercial gringo. Y sin embargo se les aglutina bajo una etiqueta común. ¿Equivale esto a perpetuar un cliché impuesto por la mirada de fuera? Por supuesto. Siempre hemos sido ciudadanos de segunda y hemos adquirido sentido gracias a la etiqueta que nos imponen fuera. Cuando yo era un joven cineasta, me di cuenta de que éramos consi derados en términos distintos con respecto a los directores de otros países. Recuerdo que pensaba: “Aquí primero te piden el pasaporte y después el talento.” Primero tienes que ser de un cierto país y luego demostrar que puedes hacer algo bien. Existía también otro cliché, y era que los espectadores europeos esperaban que hiciéramos un cine donde detrás de una palmera saliera un barbudo con una ametralladora. Ahora las cosas son distintas: se espera que salgan coches volando de las ventanas, o que se hagan comedias románticas para complacer al público. El lugar común se ha continuado a través de una tendencia a complacer al público. Además de que el cine latinoamericano se percibe como un todo, hoy en día, encima de eso, se percibe como un todo rebosante de salud. ¿Diría que este fenómeno –y en concreto el llamado boom del cine mexicano– es una creación mediática? Es muy posible. De unos años para acá se da un fenómeno muy peculiar –quizá yo antes no lo había notado–, que es el fenómeno del éxito instantáneo. Lo que existía anteriormente era el reconocimiento, que bien podía ser inmediato. Por ejemplo, ocurría que en el Festival de Cannes de mil novecientos cincuenta y tantos se proyectaba la película de un extraño señor japonés de apellido Kurosawa, y esta película llamaba mucho la atención. Pero entre algo como aquello y el éxito como se entiende hoy hay una enorme diferencia. ¿Cuánto tiempo le tomó a González Iñárritu ser González Iñárritu? En el arte, tal y como se concebía antes, la consagración llegaba por goteo: lentamente, subiendo un escalón y luego otro y luego otro. Lo que se espera –el éxito instantáneo– es muy difícil de sostener. En primer lugar, es difícil por la perdurabilidad de lo que la noción misma de éxito significa. En segundo, porque puede ser mediático. Lo que ahora una revista como Screen International llama “The A-list” puede convertirse en determina-
do momento en el sostén de la carrera de un director, pero eso con el tiempo se termina. Lo que ha ocurrido con el cine latinoamericano –y específicamente con el cine mexicano– es que tres o cuatro películas han sido muy destacadas y han tenido lo que no habían tenido las películas anteriores a ellas: distribución mundial por parte de las grandes compañías. No creo que esto sea sostenible: el cine mexicano no está hecho de tres películas exitosas. Si recurrimos a promedios entonces sí resulta asombroso que un país que produce diez películas al año tenga tres destacadísimas. Significa que es exitoso el 30% de la producción, y no hay un solo país en el mundo que pueda decir lo mismo. Es muy peligroso verlo de esta manera. Por no hablar de que estas películas no representaron los estándares en ningún sentido: no obedecieron a reglas de financiamiento ni de producción. No. El éxito en estos casos no es la regla: es la excepción. Nosotros estamos buscando la excepción como norma, y hacer eso es muy complejo. Su caso es ilustrativo: usted es el director que ha filmado en México con más constancia, y a la vez se le deja fuera de recuentos sobre el exitosísimo cine mexicano contemporáneo. Llega un momento en la vida en donde uno se queda fuera, sobre todo si la competencia es contra el éxito. Yo nunca he tenido éxito: lo que he tenido es constancia. He sido contumaz. He continuado haciendo mi trabajo lentamente. Nunca he tenido éxito instantáneo: nunca se me dio, nunca supe cómo se hacía, nunca lo pude controlar, y nunca tuve la menor idea de cómo hacer algo ligeramente formulaico. He tenido muy buena suerte, pero ha sido gracias a hacer mi trabajo. A estar constantemente en la brega. Cuando habla de un punto de quiebre en el significado de la palabra éxito, o de sus diferencias con la noción de reconocimiento, se refiere a un “antes” y a un “después”. ¿Dónde ubica cronológicamente esta fragmentación? Me cuesta trabajo, pero no fue hace mucho tiempo. Todavía hace diez años los festivales representaban, tanto para los directores como para el público, una garantía de que las películas ahí premiadas serían vistas en otros lugares. Ahora no sucede así. Las garantías que ofrecía un festival quedan eliminadas ante esta nueva opción de lo instantáneo: sólo destaca lo publicitado, lo vendible, lo consumible. Aquí entra también la noción de expectativa –o, mejor dicho, de su eliminación. Ante la perspectiva de que llegaría al país una película determinada, uno solía pensar: “Va a exhibirse algo que me va a gustar mucho”. Ahora es a la inversa. La gente piensa: “Ya está [exhibida] la película, y a lo mejor me va a gustar”. Ése también es un rasgo de la instantaneidad: la eliminación de toda expectativa. La expectativa es un factor que depende del público. ¿Podría decirse que la anulación de la expectativa es ya una condición del espectador contemporáneo, y que influye no sólo en desear o no la llegada de una cinta, sino en su manera de verla? Sí. Al punto de que si tú, como director, le pides al público que haga un esfuerzo, lo único que logras es intimidarlo y provocar que reaccione con ira. Cuando escuchas la propuesta cultural de que México se convierta en un país de lectores, piensas que primero tendría que definirse qué entendemos por cultura, y qué sentido tendría desarrollarla. Muy bien: vamos a entrenar a los niños para que se acostumbren a leer. ¿Y qué van a leer? Hay niños que actualmente leen cómics o cuentos de hadas para terminar en... ¿Isabel Allende? ¿Tiene esto realmente sentido? Lo mismo sucede en el cine. Estamos regresando a lo subterráneo, a la periferia, a la clandestinidad de la cultura.
En relación con estas dos ideas, la anulación de la expectativa y la cultura como ejercicio en la clandestinidad, ¿cómo explica su relación con el público mexicano? ¿Por qué tiene más reconocimiento en el extranjero que en México? No sé a qué se deba. Yo nunca he intentado hacer películas en contra del público, ni muchísimo menos. Lo que es cierto es que hay una gran diferencia entre el público que consume lo que se le da, y un público que pueda optar por la diferencia. Yo siempre he estado del lado de la diferencia. Nunca he estado en el mainstream y nunca he intentado hacer películas para complacer, pero nunca he dejado de lado al público. Nunca he hecho películas donde antes piense: “Voy a hacer algo que no se entienda.”
En cuanto a producción estatal, este año estamos prácticamente en cero. Todas las películas que se están produciendo en México son hechas al margen del apoyo oficial. ¿Cuál sería una solución posible? No tengo la menor idea. Una solución inmediata sería buscar una reglamentación para el apoyo del cine mexicano. [Esta entrevista fue realizada antes de darse a conocer la propuesta de la shcp de desincorporar los organismos estatales de apoyo a la industria del cine.] Pareciera que no hay confianza por parte del gobierno mexicano en capitalizar una industria del cine.
¿Cree que ya existe un prejuicio en su contra? No creo que haya un prejuicio: lo que hay es una respuesta pequeña a mi cine. Si en México un escritor como Carlos Fuentes sigue teniendo ediciones de cuatro mil ejemplares, ¿por qué voy a tener yo más lectores que Fuentes o que Octavio Paz, que siguen siendo opciones de una elite? Paz no es un best seller, ¿por qué habría de serlo yo? La periferia, la clandestinidad, o la oposición entre un cine best seller o un cine que “pida un esfuerzo” del espectador se desprenden necesariamente de una norma, que, según mencionaba, es el cine de hegemonía. Sí. El cine norteamericano es la verdadera weapon of mass destruction. Ha logrado convencer al público no sólo de que es el mejor cine posible, sino de que es el único. Pero en el cine norteamericano también existe la periferia... Los auténticos marginales en Estados Unidos son directores de una o dos películas que después desaparecen en el magma. El Festival de Sundance planteaba grandes esperanzas, y Robert Redford [su director] acabó transformando el cine americano independiente en la industria del cine americano independiente. Ahora los jóvenes hacen películas de bajo costo que son una audición frente a los grandes estudios. El cine independiente norteamericano ya no toma ningún riesgo, porque está en juego su pasaporte a Hollywood. Hay tres películas presentes en este Festival relacionadas con México de una u otra manera: dos lo mencionan como su país de procedencia –Sin ton ni Sonia, de Carlos Sama, y Nicotina, de Hugo Rodríguez– y la otra es de un director mexicano: 21 gramos, de Alejandro González Iñárritu. 21 gramos no es una película mexicana. Es como decir que Frida es una película mexicana por el hecho de que se filmó en México, o que Titanic es una película mexicana porque se filmó en México. ¿Es el idioma lo que determina la nacionalidad de una película? Exacto: la lengua y la conciencia. No el dinero, ni la nacionalidad del director, ni los temas. En lo absoluto. Si el día de mañana el joven cineasta X de México hace una película en inglés, la película será norteamericana. Eso
Arturo Ripstein durante el rodaje de La reina de la noche
es indiscutible. Uno como director ya está en otro contexto. Si usted hiciera hoy una película en otro idioma ¿ésta dejaría de ser una película mexicana? No podría evitarlo. Una vez hice una película en inglés [Foxtrot, 1975], y la película ya es una película norteamericana. Yo lo sabía perfectamente desde entonces. ¿Y el peso de su bagaje no determinaría cierta identidad? ¿No defendería este aspecto? No, en absoluto. Adivino que González Iñárritu tampoco va a jactarse de que la suya es una película mexicana, pero hecha con capital norteamericano, filmada en Estados Unidos, con actores gringos y en inglés. Sería francamente lamentable que por esas razones se dijera que es una película mexicana. Quizá un cierto grupo encargado de la promoción de la película es el que está tratando de decir que lo es, pero 21 gramos ciertamente no es una película mexicana. Tampoco podríamos decir que Harry Potter III es una película mexicana por el hecho de que la hizo un mexicano [Alfonso Cuarón]. Las películas, como es la norma en los festivales, suelen identificarse con su país de origen y casi automáticamente adquieren una identidad nacional. ¿Sería mejor que desde su origen se despojaran del gentilicio? Ése es el ideal. Cuando yo era un joven aspirante a cineasta y veía una película de Fellini, no veía una película italiana. Veía una película de Fellini. Lo que importaba entonces era quién la hacía, no de dónde venía. Ahora, claro, con la división socioeconómica y política del mundo, unas películas son mexicanas, rusas o francesas. Pero esto tampoco es problema: lo que importa es lo que resulta. Más allá de ser húngara o polaca, una película es buena o es mala. Y, sin embargo, se agrupan en secciones como Horizontes Latinos, cuyo jurado preside usted en este momento. Desde esta posición, ¿qué virtudes considera que deben premiarse en una película latinoamericana?
El único propósito de un jurado es tratar de premiar la mejor película posible. No va a ser la más representativa, la más emblemática ni la más determinante en un sentido extracinematográfico. Vamos a premiar aquella película que en el acuerdo final sea la que más nos haya gustado. [Resultó ser la película Cautiva, del director argentino Gastón Birabén, sobre una adolescente “recuperada” por la familia de su madre, desaparecida en los años de la dictadura.] ¿Encuentra en el público cierta inclinación a buscar “lo latino” en las películas producidas en Latinoamérica? Ya no. Ya hay una diferencia entre lo que mencionaba antes sobre el guerrillero detrás de la palmera y el cine que se hace ahora. En el conjunto de las películas latinoamericanas que hemos visto en esta competencia, ya hay muchas que podrían ser de cualquier otra parte. El asunto de las identidades culturales puede ser una enorme ventaja y un obstáculo terrible. La ventaja es que inevitablemente provenimos de un lugar y de un momento determinados: no podemos contarnos a nosotros mismos de otro modo. Pero esto es inherente al acontecimiento; no es una circunstancia añadida. Por supuesto que las películas latinoamericanas parecen filmadas en nuestros países –sobre todo las que tocan temas más específicos y locales–, pero esto de ninguna manera las limita. Al contrario: puede universalizarlas instantáneamente.
No creo que sea una cuestión de confianza: creo que se trata de un desinterés absoluto. El gobierno y la cultura –cuando el cine puede considerarse cultura– no están en la misma tesitura. Lo ha demostrado el gobierno con su negligencia: nos han dejado siempre de lado. Los medios que actualmente promueven la idea de un boom del cine en español mencionan que, cuando hay un exceso de producción –como es el caso de Argentina o de España–, suele haber un descenso en la calidad de las películas. Al contrario, se dice que cuando hay pocos recursos, el talento y la creatividad se potencian. ¿Le parece cierta esta ecuación? No necesariamente. En México hay pocos recursos y hay pocas películas buenas. En cambio, mientras más películas se hagan, también hay más posibilidades de que surja una buena entre ellas. Al cine se le ponen requerimientos muy complejos: nadie exige que cada año haya una sinfonía importante ni un libro de poesía importante, pero todo el mundo exige que el cine tenga una o dos películas importantes al año. Esto se cumple ocasionalmente, pero no porque haya o no dinero. Se cumple porque hay autores que tienen la enjundia para lograrlo.
Otro problema inherente a aglutinar las película dentro de una etiqueta como “lo latinoamericano” es que, a lo largo de Latinoamérica, las industrias son muy distintas. Argentina, por ejemplo, en medio de su crisis brutal, produce una película tras otra. En México la situación económica es menos severa y, sin embargo, la producción –por lo menos la apoyada por el gobierno– es alarmantemente baja... Cartel de Profundo carmesí (1996)
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Ismael Serrano. Foto: Tamara González
Carta de Madrid Ismael Serrano Viejo amigo: Ya te he hablado de Vallekas, ¿verdad? De aquel barrio al sur de Madrid, de cómo eran sus casas bajas, sus chabolas construidas por emigrantes venidos del hambre y llenos de futuro, levantadas de noche, a escondidas, por todos los vecinos. De sus calles sin asfaltar donde tantos lucharon por la libertad que no tenían. Allí se enamoraron mis padres cuando volvían a casa con los pies llenos de barro y el alma perdiéndose en los regueros de lluvia que corrían entre las casas. Te he hablado de su lucha, ¿verdad? De sus puertas abiertas y de mi abuela sentada en la calle, soñando fortuna para mis tíos, llorando la huerta que quedaba tan lejos. Del Pozo del Tío Raimundo, tierra rebelde, del canto huérfano que nos hiela. También sabes, te lo he dicho muchas veces, que allí aprendí la importancia de la memoria, la necesidad de soñar mundos mejores. Allí entendí que la tragedia ajena era la mía, que la poesía es un arma cargada de futuro. Ya sé. Te lo dije otras veces. Ahora Vallekas, mi patria, mi infancia, es zona cero. Estallaron las bombas. Deja que te cuente. La noticia me pilló lejos de casa. Estaba en Barcelona. Me había quedado hasta tarde leyendo poemas de Marzal y García Montero. Soñaba con Alicia, supongo, regando las flores de Lavapiés. Con mi perro acurrucado en el lugar de la cama que dejo vacío. Entonces sonó el teléfono y conocí la tragedia. Llamé a la familia y supe que todos estaban bien. Después vi en televisión el horror de la catástrofe y entendí como nunca los versos de Neruda, “sucede que a veces me canso de ser hombre”. Atocha, Sta. Eugenia, el Pozo eran zonas cero. Primero vino el llanto y el dolor. Luego la indignación. Acebes, el ministro del Interior, nos dijo que había sido ETA. Si los que velan por tu seguridad te mienten ante una tragedia de tal magnitud todo está podrido. Y lo estaba. Acebes dijo que era ETA y que quien se cuestionase su autoría era un miserable. Supongo que se refería a él mismo cuando ahora le escucho hablar de Al-Qaeda como responsable de la masacre. A lo largo de los siguientes días fuimos mentidos sistemáticamente por el gobierno del PP. En busca de rentabilidad electoral negaron la participación del integrismo islámico en el atentado. Negaron cualquier vinculación de este atentado con nuestra participación en las políticas belicistas de Bush y sus secuaces. Manipularon todos los
medios informativos a su alcance para evitar que la gente supiera la verdad. Hoy sabemos que hubo conatos de enfrentamiento por parte de muchos trabajadores de las televisiones públicas que no soportaban la vergüenza de participar de aquella burda manipulación. El PP pretendía retrasar la información, ocultándola, para que no nos llegara antes de las elecciones. No era la primera vez que el PP y los medios de comunicación públicos mentían. Hay sentencias de jueces que condenan a Radio Televisión Española por manipular la información en los días de la huelga general. Por no hablar de las armas de destrucción masiva. Pero esto ya te lo había contado, ¿no? Los años de gobierno de la derecha han sido duros y muchas veces nos hemos encontrado en la calle protestando por sus políticas, ¿recuerdas? La LOU, la huelga general, la LOCE, el “No a la guerra”. No a la guerra. Tú lo gritaste. Es perverso pensar que la gente que salió a condenar la participación de España en la guerra haya sido víctima del odio de los que la padecen, víctima de este terrible atentado. Nada justifica el horror de la matanza del 11 de marzo como nada justifica la guerra en Irak. El odio engendra más odio. Nosotros exigimos a los políticos alternativas pacíficas y diplomáticas para resolver los conflictos entre los pueblos. Ahora recuerdo al hermano de George W. Bush cuando prometía en ese español tejano que tanto domina Aznar beneficios inimaginables para España por nuestro apoyo a la guerra. Porque de eso se trataba, de los beneficios que supondría el reparto del botín. Porque después de la guerra el mundo no es más seguro, los iraquíes no son más libres y no existen armas de destrucción masiva. Ya te he hablado de que la historia no ha terminado, ¿verdad? Está viva y con más violencia que nunca. ¿Qué mundo estamos construyendo? Un mundo en el que vivimos aislados unos de otros, donde se nos generan necesidades artificiales, en el que se levantan fronteras insalvables para los seres humanos pero frágiles para el capital especulativo. Donde se criminaliza la disidencia. Donde se levantan muros de vergüenza. Donde se niega el diálogo entre los pueblos y se trata de imponer un pensamiento único que uniformice las almas y los discursos (así se ha tratado de hacer con el tema del atentado y del terrorismo en este país). Donde se trata de imponer a través de la propaganda más burda y de la manipulación más obscena un consenso incuestionable, que nos dice que las cosas van bien (que España va bien) y que no existen alternativas a este modelo de sociedad y de mercado. (Y existen ¡ya lo creo!. Ya te hable de Portoalegre. Y de la Tasa Tobin. Y de la desaparición de los paraísos fiscales y del FMI. De la condonación de la deuda externa. De las políticas de cooperación y desarrollo. Te acordarás.) En cualquier caso no todo está perdido. Recibí tu mensaje. Mi teléfono móvil tronó para decirme dónde era la cita. Y te encontré: en Génova, luego en Sol, luego en Atocha. Exigiendo la información que merecía nuestra jornada de reflexión, exigiendo la verdad antes de votar. Las movilizaciones en contra de la guerra dejaron esta brasa que tú soplaste a golpe de mensaje telefónico para avivar la llama dormida. Y ahora saben que no están a salvo del control del pueblo, como tú sabes que no estás solo (ya te lo he dicho cien veces). Al día siguiente llenamos las urnas con la rabia acumulada después de tantos años de gobierno de derechas autoritario y excluyente. Llenamos las urnas de diálogo y de tolerancia. Y los que vienen ahora tendrán que saber administrar nuestra esperanza, porque hemos demostrado que no nos controlan, que estamos alertas. Por la gente del Pozo (ese barrio del que te hablé, ¿recuerdas?), de Atocha, de Sta. Eugenia. Por los trabajadores, obreros, estudiantes que viajaban esa mañana en aquellos trenes de cercanías. Y demostraremos con nuestro quehacer cotidiano que otro mundo es posible. ¿No te lo había dicho? Otro mundo es posible. Pásalo. Ismael Serrano es cantautor español. Su disco más reciente es Principio de incertidumbre (2003).
Desnudo de un mundo artificial Un ojo en el techo me vigila Iván Torrijos Me sentí invadido, lloraba desesperado sin comprender lo que pasaba. El agua cayó en mi rostro mezclándose con mis lágrimas, todo era confuso, creo que sentí miedo... lo dicen las fotos. Mi bautizo fue el primer encuentro con la religión católica de mi familia, luego me confirmaron, ingresé al colegio de monjas y más tarde probé por primera vez el cuerpo y la sangre de Cristo en mi primera comunión. Aún recuerdo el colegio, cómo olvidar aquella mañana cuando la capilla fue hurtada por ratas moribundas que, en busca de comida, accedieron al impresionante contenedor de oro que guardaba cautelosamente varias hostias consagradas. La escuela entera fue sometida a un día completo de rezo y ayuno. Mi colegio fue cómplice también de mis propios secretos, yo era diferente y no sabía, porque nadie me dio a escoger. Me espantaba escuchar a la madre Martha decir: “El infierno es para los niños que no se comportan como niños”. En casa, lo escuché de mamá, mientras hablaba con sus amigas: ¿Se imaginan? ¡Un niño “rarito”, un castigo del Cielo! Mi refugio fueron por tanto las noches calladas, las mañanas de angustia y las conversaciones secretas con la única familia que parecía entenderme en aquel entonces: la divina. Les imploraba cambiar, ser “normal”. Ahora han pasado los años y muchas cosas me hicieron comprender que yo estaba bien, los otros están mal. En la actualidad mi vida religiosa ya no existe como antes. Aún está la fe, pero se acabaron los rezos, las letanías. Me cansé de serle fiel a una religión que me hacía sentir extraño. Me fastidié de los sermones que en cada iglesia visitada parecían mas bien lavados cerebrales. No me lo tomes a mal, pero la verdad es que no me sentía identificado con ellos. Imagínate, en una de las visitas del Papa Juan Pablo II a México hice hasta lo imposible para recibir su bendición de cerca, dormí a la luz de la luna bajo las estrellas de techo, soportando el frío y, años mas tarde, incluso recientemente tuve noticias de ese mismo Papa, eran sus últimas declaraciones contra la homosexualidad, en las que se invitaba a todo gobierno a evitar leyes y beneficios en favor de la comunidad GLBT. El resultado en la sociedad: fobia, odio y rechazo. Muchos religiosos se preocupan más por los que aún no nacen que por los olvidados que ya respiran. También niegan el uso del condón y las campañas para prevenir el VIH/SIDA; se invierten millones en la abstinencia haciendo a un lado la verdadera educación sexual, –la que puede prevenir de por vida–. Jurar amor eterno ante el altar puede resultar cuestionable. Mi madre vive angustiada creyendo que Dios esta disgustado con ella por haber dejado la vida de abuso que llevaba al lado de mi padre biológico y por haberse enamorado nuevamente de otro hombre. Yo le digo que es mi ídola y no me cree. Religiones y gobiernos se esmeran en preservar el matrimonio como símbolo primario de lo que llamamos civilización; una civilización que irónicamente se aterra del amor que va más allá del cuadro heterosexual pero que parece consentir la violencia y los abusos de poder. El fanatismo de la Iglesia puede ser temible. Ojalá me entiendas, no intento quebrantar los buenos valores, sólo quiero exponer el cómo las ideologías nos hacen ver a muchos como malignos cuando simplemente, somos seres humanos, como cualquier otro. Pd. El hombre del ojo en el techo se ha vuelto mi amigo. ______________________________________________________________________ Preguntas o comentarios a: ivanukor@yahoo.com Si deseas mas información sobre la comunidad latina GLBT sintoniza el programa Homofrecuencia, se transmite todos los lunes de 8 a 10 de la noche en Radio Arte 90.5 FM, Chicago. También puedes escucharlo en vivo a través de la internet en la pagina: www.radioarte.org.
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Bolivia mira hacia el futuro... ¿pero se ve? Kari Lydersen Es una tarde soleada a finales de febrero, justo después de que las celebraciones del Carnaval arrasaran la ciudad, en la Plaza Eduardo Abaroa en La Paz, Bolivia. Hace cinco meses, manifestaciones, huelgas y violencia sacudían la ciudad y el resto del país en un levantamiento que provocó la renuncia y la partida del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Hoy, las cosas están relativamente calmadas en Bolivia. Pero aún existen severas diferencias entre los ricos y los pobres, y los debilitantes efectos de la globalización y la corrupción al igual que las divisiones internas, no dejan de sentirse. Los ciudadanos incluso dicen que esperan más problemas y cambios políticos drásticos en un futuro cercano. Las extremas desigualdades raciales y de clase del país son crudamente evidentes en la plaza. Un poodle con un suéter rojo brinca juguetonamente sobre pequeños muros mientras persigue a un niño en pantalones de camuflaje. Una elegante y delgada muchacha de tez clara, que lleva jeans acampanados y descoloridos como lo dicta la moda de los Estados Unidos, pasea tranquilamente con su pequeño cachorrito. Hay niños que dan vueltas en sus pequeños carros motorizados; una pequeña niña rompe a llorar cuando su padre la levanta del carrito para concederle a la hermana su turno. Sin embargo, en un mundo paralelo a esta escena de sana diversión y placentero ocio hay muchas otras personas que luchan por ganarse la vida. Mujeres indígenas con sus bebés en la espalda en la calle venden salteñas (pequeñas empanadas rellenas de pollo) y chucherías. Niños pequeños y muchachos jóvenes vestidos con ropa oscura y con las caras cubiertas con máscaras de esquiar para verse amenazantes caminan por la plaza con cajas de madera para brillar zapatos. Algunos simplemente señalan a los pies de los transeúntes antes de que su oferta implícita sea aceptada o denegada. Un niño de 13 años con la cara descubierta y una mirada moderadamente dura rebosa su confianza nerviosa y coqueta al pedirme un beso y que le compre un helado o un refresco. Cuando le pregunto si puedo entrevistarlo por el precio que cobra por brillar zapatos (1 boliviano, o como 15 centavos en los EE.UU.), inmediatamente cambia de actitud y asume seriedad. Su nombre es Luis Gabriel Quispe
Guzmán. “La gente es pobre, aquí no hay trabajo”, dice él. Lleva brillando zapatos desde que tiene seis años y se gana alrededor de 15 bolivianos (menos de $2 dólares) al día. Sus primos Christian, de 8 años, y Enrique, de 10, también brillan zapatos. Se sientan juntos para protegerse mutuamente en la calle frente a la plaza junto a la entrada de un café al que acuden principalmente bolivianos adinerados y turistas. Al lado se encuentra la oficina de un cirujano plástico. Recostado de una pared cercana hay un lustrabotas mayor, con la cara completamente cubierta de una tela gris excepto por los dos huecos que recortó para poder ver. Christian y Enrique han trabajado como lustrabotas durante los fines de semana desde que sus familias se mudaron hace cuatro años del pueblo en el campo de Warisata a El Alto. Asisten a la escuela durante la semana. Enrique quiere ser abogado “para defender a nuestra gente, porque no tenemos quién nos defienda”. Christian dice que quiere ser policía, pero cuando Enrique le dice que los policías son malos cambia de parecer para ser jugador de fútbol profesional. Christian y Enrique tienen ojos brillantes y semblantes amigables, con las caras descubiertas. El pequeño Christian, con su sonrisa mellada parece tener un problema crónico con la nariz porque no para de moquear. Cuando un niño aún más pequeño de 6 años se sienta junto a ellos y sale con que él también es de El Alto, Christian nos mueve a otro lugar y advierte que ese niño quería tratar de robarse mi café. “Ése es un sinvergüenza”, dice él. “Su hermano es un ratero”, lo cual quiere decir que es un pillo o un estafador. Como la mayoría de la gente del país, las familias enteras de estos niños se emplean en la economía subterránea. El padre de Christian lava carros y su hermano también brilla zapatos. La madre de Enrique vende verduras y su padre “está en el cementerio donde se lo
Bolivia despierta. Foto: Kari Lydersen
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Minero. Foto: Kari Lydersen
están comiendo las hormigas”. Cuando les pregunto por qué los lustrabotas se cubren los rostros, los niños me dan una respuesta que contradice el siniestra efecto que producen las máscaras. “Porque nos da vergüenza”, dice Enrique y señala que Christian muchas veces se cubre la cara. “No quieren que los maestros de sus escuelas los vean”. Alvaro García Linera, un profesor de sociología de la Universidad Mayor de San Andrés, dice que al igual que los lustrabotas y sus familias, un 68% de la población de Bolivia se emplea en la economía subterránea. Eso representa un aumento del 50% desde 1980, me indicó durante una entrevista que le hice en su apartamento en el centro, forrado de tomos de Marx, Engels y Gramsci. García continúa recitando otras estadísticas que destacan cómo han empeorado las cosas para el boliviano promedio a medida que el país intenta insertarse en la economía global. Señala que el desempleo oficial, por lo regular considerado como una estadística manipulada, ha triplicado de un 4% en 1980 a un 12% hoy en día. Figuras extraoficiales de la Iglesia creen que la cifra se acerca más a un 40%. García dice que el salario promedio en 1980 era de $950 dólares y que hoy es de $830. “El proceso de globalización e integración (al mercado mundial) han tenido un fuerte impacto en la economía tradicional local”, señala. “Especialmente en los sectores obreros con poca capacidad de competir y con una tecnología obsoleta. Nos lanzaron
al mercado abierto antes de desarrollar la competitividad que exige ese mercado”. Destacó que un enorme porcentaje de la población, particularmente indígena, ha podido sobrevivir a través de los años gracias a microeconomías tradicionales que se basan en la agricultura y trabajos a pequeña escala y en el libre acceso a los recursos naturales. Pero ahora sus productos, ya sean agrícolas o no, no pueden competir en el mercado, e incluso las compañías extranjeras están privatizando sus recursos naturales. “3.8 millones de campesinos subsisten en economías de familia y comunitarias tradicionales”, dice García. “Pero ahora se ven asediados por la inversión extranjera y la privatización”. Cuando se pregunta qué se espera que suceda en los próximos meses y años, muchos mencionan la posibilidad de una guerra civil. “Pueden suceder tres cosas”, dice García mientras dibuja una gráfica en forma de arco iris para ilustrar las posibilidades. “Podríamos regresar al régimen antiguo, por medio de un violento golpe de estado, y éste se convertiría en un régimen autoritario sostenido por la violencia. O podríamos implementar reformas moderadas apoyadas por el pueblo. O podríamos tener una revolución dirigida por fuerzas de izquierda como Evo Morales (un líder de sembradores de coca que por poco gana la presidencia en 2002) y Felipe Quispe (el líder indígena)”. Él ubica al actual presidente Carlos de Mesa justo en el centro del arco iris entre la izquierda y la derecha, y añade
Periscopio electoral
¿Bush II? Jorge Frisancho
Botellas. Foto: Kari Lydersen
que ése es el rumbo que el país lleva actualmente. Pero podría girar en cualquiera de las dos direcciones y anticipa que todo va a terminar siendo un rotundo fracaso. Esto se debe a que los varios intereses que compiten entre sí en el país, y que estuvieron en su mayoría unidos durante las manifestaciones de protesta en octubre, ultimadamente tienen líderes diferentes y metas diferentes. “Los movimientos sociales son una parte poderosa de la democracia”, añade García. “Usualmente tienes a un movimiento social atacando al antiguo régimen, luego tienes un periodo de transición y después un nuevo régimen. Nos encontramos en el periodo de transición y tenemos la esperanza de pronto tener un nuevo régimen. Pero como estamos fragmentados, tenemos una crisis.” Félix Salazar González, un estudiante de pedagogía y escritor de la ciudad tropical de Santa Cruz, cree que las profundas divisiones en el país son el desafío y la amenza principales que enfrenta Bolivia. “No somos una nación, somos varias naciones. Hablamos 200 lenguas”, señala Salazar, de 55 años. Salazar ha publicado varias novelas sobre jóvenes desamparados, el crimen organizado y la corrupción en el país, incluyendo el libro Yo cazador acerca de un niño indígena desplazado a la ciudad que sueña con la tierra natal que nunca ha visto. “La situación ahora es peor que nunca y no creo que vaya a mejorar”, añade. “Estamos divididos y los intereses económicos externos explotan esas divisiones para aumentar su poder.” Como sucede en muchos países de América Latina, uno de los efectos de los aprietos económicos y los desplazamientos producidos por la privatización y la globalización ha sido la migración dentro del país y hacia el exterior. Con lo difícil que es la vida en las ciudades, aún así miles de campesinos e indígenas están dejando atrás sus tierras natales para tratar de sobrevivir en las ciudades. El Alto, una ciudad obrera ubicada en una meseta sobre La Paz, fue el caldero en el que los levantamientos de octubre se originaron. Este centro urbano consiste mayormente de exmineros, campesinos e indígenas que fueron desplazados de sus hogares. Esta migración ha provocado la pérdida de lenguas y culturas indígenas en la medida en que los jóvenes indígenas que se mudan a las ciudades “se sienten avergonzados de su origen, comienzan a imitar la cultura occidental, forman pandillas imitando estilos que ven en la televisión, bailan rock en las discotecas y casi nunca o nunca participan en sus festivales indígenas”, señala un
reciente libro sobre los levantamientos de indígenas bolivianos llamado Ya es otro tiempo el presente. “La globalización ha tenido unas enormes consecuencias sociales”, dice Elizabeth Peredo, una psicóloga social que trabaja con Fundación Solon, un grupo ubicado en La Paz que se opone a la globalización. “La gente se muda a las ciudades en busca de trabajo aunque el trabajo en las ciudades es escaso. La gente subsiste vendiendo limones, aunque sólo vendan cuatro limones por diez bolivianos (cerca de $1.30 en EE.UU.) Apenas lo suficiente para comer. Pero al otro día salen a vender limones.” Cuando se dan cuenta de que no pueden ganarse la vida en la ciudad, miles de bolivianos emigran a otros países, principalmente Argentina y los Estados Unidos. La gran población de bolivianos en Argentina confronta xenofobia, explotación laboral y discriminación, mientras aquellos que viajan miles de millas y pagan miles de dólares para entrar ilegalmente a los EE.UU. se topan con los típicos desafíos de todo trabajador indocumentado: trabajos que pagan poco y no ofrecen seguridad de empleo, la constante amenaza de ser deportados y la separación de sus familias. Hay cerca de 500,000 bolivianos en los EE.UU. La mayoría de ellos vive en el área de Arlington, Virginia, y Washington, D.C., al igual que en Los Ángeles, Chicago y Nueva York. La mayoría de bolivianos inmigrantes en los EE.UU. son campesinos que siempre sueña con regresar a Bolivia pero casi nunca lo logran. Como en otros países latinoamericanos, la inmigración ha cambiado la naturaleza de la vida rural boliviana. “A las mujeres se les obliga a hacer los trabajos que antes eran considerados para hombres porque ya no quedan hombres”, añade Peredo. Sin embargo señala que una de las cosas que NO se ha dado como resultado de la globalización y el debilitamiento de la economía es una ola de crimen, como ha ocurrido en otros países. “La gente no recurre a la delincuencia aquí. Puedes caminar por las calles sin miedo, no como en Colombia o en Perú”, destaca ella. “Incluso en esta cultura globalizada en que la gente busca el lujo y todas las cosas materiales, nosotros mantenemos nuestra humanidad y valores morales. Eso es una forma de resistencia en contra de la globalización”.
Kari Lydersen es periodista independiente. Traducción: José del Valle
La estrategia reeleccionista de George W. Bush se basa en buena parte en las supuestas lecciones aprendidas por el partido Republicano hace doce años. En 1992, el padre del actual mandatario tuvo que ceder el puesto luego de un solo periodo, a pesar de haber sido elegido originalmente con una mayoría popular relativamente amplia y a pesar también de haber gozado, luego de la victoria de los Estados Unidos en la Guerra del Golfo el año previo, de cifras de aprobación sin precedentes. En el análisis que los Republicanos hicieron entonces, la derrota de Bush padre se debió a tres factores interconectados. El primero fue la poca atención que el presidente y sus estrategas le prestaron siempre a la base más firme del partido, la extrema derecha religiosa, que no se movilizó como hubiera podido hacerlo a la hora de votar. El segundo fue el haber aumentado los impuestos, rompiendo una promesa explícita hecha al movimiento conservador y afectando directamente el bolsillo de los votantes de clase media. El tercero fue el haber permitido que los Demócratas caracterizaran al régimen, en un momento de aguda recesión, como uno desconectado de las realidades económicas del país. Bill Clinton derrotó al primer presidente Bush con un eslogan no oficial que lo dice todo con sucinta claridad: “It’s the economy, stupid”. La sintonía de Bush hijo con la extrema derecha religiosa es clara, y la Casa Blanca no ha perdido ocasión de reafirmarla. Al mismo tiempo, el recorte de impuestos es la política económica más consistente de la actual administración, y está siendo ya uno de los temas principales de su campaña. En cuanto a la concentración en otros temas económicos, en realidad es poco lo que la actual administración puede usar como propaganda: Bush hijo ha visto desaparecer casi tres millones de puesto de trabajo durante su mandato, la economía está otra vez en recesión y el déficit fiscal alcanza este año los 500,000 millones de dólares. Pero claramente la Casa Blanca espera poder cambiar el tema de aquí a noviembre, enfocándose en la guerra contra el terrorismo. El problema con esta estrategia es evidente: 2004 no es 1992. Es cierto que movilizar a la base Republicana es importante para lograr la reelección, pero hacerlo tiene un precio alto: la retórica ultraderechista de la Casa Blanca mantiene viva la extrema polarización del electorado. Bush hijo llegó a la presidencia con menos votos que su oponente, y en los tres años y medio transcurridos desde entonces ha hecho muy poco por cerrar la brecha. Por el contrario, su estilo de gobierno ha contribuido a ahondarla. De manera similar, el tema de los impuestos ha perdido el papel central que tuvo en el pasado reciente, y la triste realidad de la economía lo opaca como instrumento de propaganda. De hecho, la insistencia del régimen en reducir los impuestos de las corporaciones y los ciudadanos más ricos es un arma eficaz en manos de la oposición. El dato faltante en la estrategia diseñada por Bush hijo y sus asesores, y la principal diferencia entre las elecciones de 1992 y las de 2004, es la presencia de una base Demócrata activa y bien organizada, capaz por primera vez en varios decenios de equilibrar el impacto de su contraparte Republicana. Es evidente que los asesores políticos de Bush hijo no contaban con los niveles de movilización Demócrata que se han visto en meses recientes (sin indicios de amainar), y es evidente también que no estaban ni están preparados para enfrentarlos. Fallo curioso, pues en buena medida han sido ellos mismos los que han atizado, con insistencia, el fuego de la oposición. No es casual por eso que la campaña reeleccionista de Bush hijo se haya visto rápidamente puesta en posición defensiva. Desde sus primeros movimientos tácticos propiamente electorales, en el mes de febrero, no ha podido hacer otra cosa que reaccionar a la iniciativa de sus rivales, y conforme avanzan las semanas se ve más y más entrampada en una situación que no puede controlar. Es verdad que falta mucho aún para noviembre, pero como están las cosas es altamente factible que la frase “Bush II” termine significando no un segundo término para el actual mandatario sino una repetición de lo que le sucedió a su padre, Bush I, en 1992. Jorge Frisancho es poeta y periodista. Es autor del poemario Estudio sobre un cuerpo.
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El otro México Francisco Piña ________________________________ Sam Quiñones, True Tales from Another Mexico, University of New Mexico Press, 2002, 336 pp.
Sam Quiñones es un periodista que fue a dar a México casi por azar porque bien hubiera podido terminar en Laos, Vietnam o Camboya; mas no fue así. En 1994 arribó a Cuernavaca con una beca de quinientos dólares. Iba con toda la intención de aprender bien español para utilizarlo como herramienta en su oficio de reportero. Había llegado a esa ciudad morelense muy apesadumbrado de Seattle, y es que en aquellas tierras siempre nubladas extrañaba la integración racial a la que él se había acostumbrado en California. En Califas “era reportero de nota roja. Me encantaba mi trabajo. Cubría homicidios, drogas, prostitución y pandillas. Todo era fascinante”. Sin embargo se dio cuenta que no comprendía dos partes importantes de la población del valle de Stockton donde laboraba: los hispanohablantes y los asiáticos. Como ya hablaba un poco de francés e italiano, el español le resultó menos difícil de aprender que el vietnamita. Cuando terminó el curso de español en Cuernavaca, decidió sacarle la vuelta al hundimiento emocional que le esperaba otra vez en la siempre nublada Seattle y decidió buscar trabajo en México. Sólo regresó a Seattle a vender sus libros, su coche y cuanto cachivache poseía. Ante la supuesta bonanza que traería el Tratado de Libre Comercio, el Excelsior comenzó a publicar la revista en inglés Mexico Inside. Ahí se acomodó como reportero y durante nueve meses entregó puntualmente sus rigurosas notas de doce pulgadas. Cuando la polvareda que había levantado el Nafta se asentó, la revista cerró sus puertas. En aquel momento, Quiñones decidió seguir por la libre. Se hizo frilancero y la libertad lo favoreció. Comenzó a viajar por la república olfateando historias, “iba adonde yo quería ir y no adonde me dijeran mis jefes”. Poco a poco fue descubriendo el otro lado de la moneda. Para Quiñones hay dos Méxicos. Uno es el vertical donde ha habido mucha obediencia y sumisión a lo que fue el emperador, el virrey, el caudillo, el cacique. “Y la fachada moderna de esa tendencia histórica es el PRI”, que en su opinión ha estrangulado, sofocado y hasta matado las mejores tendencias de actuar que tiene la sociedad civil, o sea, el otro México. Este otro es muy arriesgado y aventurado, como los inmigrantes, y ha sido desdeñado por las elites y los medios de comunicación. No es casual que Quiñones haya llegado a la conclusión de que el periodismo en México sea un terreno casi inhóspito. “Quizás tan sólo se cubra un diez por ciento de lo que se puede cubrir. Tanto la prensa como la radio y la televisión se enfocan principalmente en los políticos, los intelectuales, los famosos, los espectáculos y los deportes.” El olfato de Quiñones lo llevó hasta Tocumbo, Michoacán, “la villa más rica de México”, como le llamaba el maestro Luis González y González. Buscando el origen de las mil y un paleterías La Michoacana, el cronista encontró una pequeña gema que resume, en gran medida, un modelo alternativo al capitalismo salvaje. Se sabe que Rafael Malfavón fue el primero en abrir una paletería en la plaza de aquella villa Michoacana, pero se ignora a ciencia cierta si fue Agustín Andrade o Ignacio Alcázar el que tras migrar a la capital en busca de trabajo abrió la primera paletería. Lo que sí es cierto es que ambos hicieron florecer el negocio al margen de las instituciones gubernamentales o comerciales. Sus trabajadores eran del 28
mismo lugar y con el tiempo el patrón les traspasaba o les financiaba su propio negocio a réditos del uno o el dos por ciento. Los nuevos dueños hacían lo mismo con sus trabajadores y al paso de los años hasta el de efe se abarrotó de paleterías. Un emprendedor comenzó a abrir mercado al interior de la república y aplicó el mismo modelo; se calcula que hoy en día hay entre ocho y quince mil paleterías por toda la república. Tocumbo no fue el único pueblo favorecido por esta economía alternativa sino también los habitantes de pueblos circunvecinos. Paralelo al mar de historias que Quiñones encontraba a su paso, Monumento a la paleta en Tocumbo. Foto: Sam Quiñones México vivía y sigue viviendo muchos camTrue Tales from Another Mexico bios, que “no eran cambios que poofrece en ciertas historias cómo dicha dría cubrir CNN, sino era más bien utopía comienza a realizarse contra la un trabajo para la prensa escrita. La voluntad de los mismos gobernantes televisión no cubre bien los cambios y las injustas leyes migratorias. Conslentos, ellos necesitan un impacto viciente o inconscientemente, Quiñones sual y los cambios de México son ha captado la integración cultural y graduales. México es un país que económica de los inmigrantes en se revela muy lentamente”. ambos lados de la frontera. “¿Dónde Consciente de los cambios que se termina Estados Unidos y comienza vivían y los que faltaban por venir, México? Y por otro lado: ¿Dónde Quiñones decidió quedarse en Méxitermina México y comienza Estados co tres años. A la par que perfeccioUnidos? ¿Dónde está la frontera? naba su español, fue incursionando en Políticamente sabemos, la línea la narrativa periodística más extensa. es muy clara, pero es muy fluida Pero como no hay fecha que no se también. Eso es la globalización. cumpla ni promesa que no se queLa influencia de Estados Unidos, brante, se dio cuenta que el país iba económica y culturalmente es por el mismo camino que el bloque enorme. Lo que ahorita estoy soviético de los años ochenta, y un escribiendo tiene que ver con la cambio histórico apenas comenzaba influencia cultural y demográfia cristalizarse. Así se fue quedando ca de los mexicanos acá. Está hasta las elecciones del 2000 pues en la 26 en Chicago y está en quería presenciar el cambio. Hasta South West Kansas donde anla fecha todavía mantiene un departates del ochenta había pocos mento en el Distrito Federal. “Trato mexicanos.” de cruzar fronteras. El problema es El México en Estados Unidos que en el periodismo todavía hay lo encontramos en The Ballad muchas fronteras, muchos límites. of Chalino Sánchez y el Estados Quiero sentirme tan cómodo en Unidos en México lo leemos en Kansas como en Los Ángeles, en West Side Kansas Street. En las Tijuana como en Zacatecas o México. dos crónicas, ambas culturas se Quiero ser tan internacionalmente ubicado u orientado como los mismos inmigrantes”. Claro, no es lo mismo viajar con pasaporte que con pollero, pero la metáfora sienta bien en sus crónicas y no hace más que reafirmar la utópica posibilidad de que algún día la integración comercial del continente también incluya a los trabajadores y su libre tránsito por el mismo.
trenzan en una sola. De Chalino poco o nada supimos hasta su muerte, aunque su música siempre anda de crussing en los autos de los jóvenes de aquí y de allá. Chalino fue un fenómeno que escapó al mundo inventado por la mercadotecnia. “Yo no canto, yo ladro”, como él mismo decía; sin embargo, tocó un nervio muy grande de la población inmigrante al incluir muchas de sus vivencias en los corridos. Y respecto a la pandilla WSKS de Zamora, Sam Quiñones nos narra la forma en que esos jóvenes no van más allá de sentirse cool con un tanto de tíner, cemento y mezcal ante la escasez de empleos, vivienda digna y oportunidades educativas. A diferencia de las pandillas de los Estados Unidos, en la Avenida Juárez de Zamora, la muerte no se ha vuelto una estadística en ascenso gracias a la inexistencia de las armas de fuego. La libertad, el oído y la paciencia, hacen de este libro una gran obra. Quiñones se detiene en una historia el tiempo que la historia pida. Generalmente se acerca a la nota por curiosidad, con una o más preguntas y trata de responder desde más de un ángulo. Bien sabe que en las mejores historias periodísticas hay una historia de interés humano y también existe una tendencia sociológica o antropológica. Pero los personajes que el periodista retrata en sus crónicas no son santos ni estampas folclóricas. Opta por el ser humano un poco manchado, con tendencias contradictorias y que batallan con su propio corazón. Bien lo decía Borges que “la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres”.
“La frontera me abrió el cuerpo y el rock la cabeza” Entrevista con JaimeLópez Luis F. soto A Wendy, por los discos.
No muchos roqueros saben quién es Jaime López, pero –si no todos– la mayoría ha escuchado una de sus canciones, que podría ser como una tarjeta de presentación: “Chilanga banda” que en 1996 Café Tacuba convirtiera en éxito radial. Sin embargo, pocos músicos y compositores de su tiempo merecen una atención más firme y trato más cuidadoso a la hora de escuchar su propuesta, en la que igual se encuentran endecasílabos perfectamente medidos y rapeados que rocanroles, pegajosas cumbias o el sabor norteño de la música de cantina que se escucha en el norte. Y es que López tocó y fue tocado por corrientes musicales en transición, en las que otros se detuvieron y de las que no sólo evitó el anquilosamiento, sino salió enriquecido. Sin hielos que romper en entrevista vía telefónica, Jaime nos habla de su vida, sus preocupaciones y vagancias musicales. La canción política de Jaime López se ha caracterizado por andar en un plan más antropológico en la cultura urbana y sin sermonear. ¿Cómo logras este sentido de crítica? Pues no proponiéndomelo. Luego uno es el que anda generando miedos, para uno mismo y para los demás y lo peor de todo es que los sostienes con discursos. Yo nunca he tenido muy claro el rollo urbe, de alguna manera vine a dar aquí al DF ya algo crecidito, aunque muchos dicen que a los 16 años no, yo cuando llegué ya estaba muy echadito a perder gracias a la frontera. Digamos que yo a la ciudad de México la seguía viendo como una ciudad fronteriza. Todo lo que me llamaba la atención era lo mismo que me llamaba la atención de Juárez o de Nogales y de alguna manera estar en el DF me hizo apreciar esos lugares que ya para entonces para mí eran distantes. Más que una visión de urbe tengo una visión fronteriza de la ciudad, de la gente, de las cosas. ¿Que distancia guardas de la trova panfletaria? Bueno, más bien ellos son los que guardan distancia conmigo. Mira, esa gente es excluyente, no incluyente por sistema. Viví esos ambientes cuando las peñas empezaban, yo era una especie de prófugo de otras cosas y fui a dar a Coyoacan y conocí en el 73 a muchos exiliados de Chile, mucha gente de Sudamérica y con mucha gente me llevé muy bien. Los problemas empiezan cuando se comienzan a generar sectas, es cuando
eso se va volviendo discurso y por añadidura panfleto y por añadidura propaganda. Me ha tocado ver a nivel vernáculo, cómo ha afectado a mucha gente esa especie de “estrellato alternativo”, gente que se puede dar el lujo de hacer actos de solidaridad porque gana muy bien. Hay mucho exhibicionismo al respecto, esa es la distancia que yo guardaría porque, primero, me acepto psicológicamente, como buen enfermo, como un exhibicionista, hasta como un snob, pero precisamente el dedicarme a esto me ha hecho consciente de que soy un profesional del exhibicionismo. Me preocupa cuando esta gente de trova es nada más exhibicionista en sus actos solidarios, no sé si quieren que le pongan su nombre a una calle o andarse pavoneando en vida diciendo “yo salvé al mundo”. Y para colmo, creo que la mayoría no son muy buenos en lo que hacen. Digo, todavía se la puedes pasar a Serrat o a Silvio Rodríguez que han logrado por lo menos 20 canciones buenas. Entonces ellos sí se pueden dar el lujo de cantar en el zócalo gratis porque les pagó muy bien la compañía que los trajo y tiran su limosna por ahí y diluyen los esfuerzos que a mucha gente sí nos toca enfrentar aquí en el tan cacareado subdesarrollo. El problema es que uno no tiene la misma fuerza pública que ellos y muchas veces si te opones caes en lo mismo, estas haciendo un antimanifiesto que al final de cuentas es manifiesto, con la desventaja de que mucha gente vernácula te malincha. Entonces al hacer manifiesto, sectas y subsecuentes instancias lo único que están haciendo son filtros de poder para que estés o no incluido.
ver con la música norteña, que para mí era como nuestro rocanrol, es lo que a mi me gustaba, entonces el rock me dijo “este es el folclor de los folclores, el cantar de los cantares”. Es permitido, siempre y cuando lo conozcas, revolver lo que se te ocurra y no revolverlo si no lo conoces. Entonces tú ves en los Beatles y Dylan igual esa heterodoxia, algunos son más clavados con un sólo género, yo apenas empiezo a descubrir lo que podría ser mi género, más allá del masculino, desde luego. A pesar de que has incursionado en varios géneros musicales populares no mucha gente sabe de tu obra, ¿No crees que eso mismo te hace de alguna forma elitista y tu música sólo es para conocedores? No. Esto tiene que ver más con la historia de la música popular en los últimos 30 ó 40 años, creo que nos hemos vuelto más ignorantes que conocedores. Yo no tengo la culpa de que muchas veces la gente ignore lo que le antecedió, yo he tratado de ver lo me antecedió y por eso he hecho esos experimentos. Me gusta el rock y toda esa perspectiva, y yo incluyo todos esos géneros dentro del rock y de alguna manera trato de resolverlos con una voz personal. Si yo hago una cumbia, es una cumbia hecha por un rocanrolero, si hago un corrido, es un corrido hecho por un rocanrolero. El problema es que el ambiente en México ha sido muy cerrado inversamente a lo que sucedió en el resto del mundo que era muy abierto en lo experimental. Aquí si no eras un rocanrolero con todos los clichés del rock, o eras cumbiero o eras jazzista. En 1985 en las peñas a mí me decían: “Tu música es muy intelectualoide y no la entiende el pueblo”. Yo siempre decía, “po’s si yo vengo del pueblo”, y estaba seguro de que la gente sí podía entender lo que yo hacía, lo que pasaba es que no estaba en una instancia masiva. Diez años después llegó un productor, me descubrió, cantaba yo prácticamente lo mismo y la gente se pudo enterar a nivel más masivo y se rompió ese criterio.
“Por mi raza hablará el Piporro” Nacido en Matamoros, Tamaulipas, su infancia en la frontera lo marcó y 34 años de vivir en el DF y otras ciudades lo definen como un fuereño forever. “Yo creo que soy de Matamoros, creo que soy de Juárez, creo que soy de Nogales, creo que soy del DF aunque si voy a cualquiera de esos lugares me ven como un fuereño, sin embargo esos lugares me pertenecen.” Para usar dos ejemplos significativos de cómo conviven en Jaime estas dos culturas. Por un lado, “El mequetrefe” nos muestra una inmersión en lo urbano a ritmo tropical y “Del calor a lo frío” en acordes norteños nos habla de cómo registra los diferentes espacios geográficos y lingüísticos de México. Tú trabajaste con el Piporro, ¿Cómo influyó en ti músicalmente? Para mí el Piporro siempre significó realmente la lengua nacional. Los árabes de alguna manera en su cultura tan del desierto dicen que lo único que puedes llevar siempre es la lengua y el Piporro para mí era como mi Corán. La manera de hablar del Piporro no es sólo localista, es una manera muy ingeniosa de tomar algo muy local y hacerlo, creo yo, universal. Ya si lo ponen como un ente meramente pintoresco, pues allá cada quien. A la obra de Ramón López (Velarde) la caracterizó su fascinación por las esdrújulas, ¿A ti de dónde te viene el gusto por las aliteraciones? Pues mira, yo pongo al Piporro como la lengua nacional, pero detrás del Piporro hay muchos piporros. Afortunadamente de chavo viví en ambientes de un lenguaje muy dinámico. A lo mejor yo lo que hago al aterrizarlo es matarlo un poco. Muchas de las aliteraciones son la musicalidad propia. Remueves algo que está ahí dentro. Yo insisto, si viviste con un montón de gente y en un montón de ambientes a veces aunque te aísles y estés encerrado salen las multitudes.
A ti se te conoce por ser heterodoxo en todos los géneros musicales ¿Qué puedes decir al respecto? Como te dije, nací en la frontera y al menos en el tiempo que nací eran muy heterodoxos ahora se han vuelto más homogéneos incluso hay muchos clichés de la frontera, pero a mi la frontera me abrió el cuerpo y el rock me abrió la cabeza. Te puedo decir que la primera vez que oí rock, no es porque se haya puesto de moda “La Bamba” después, pero yo fui de los primeros admiradores de Ritchie Valens y para mi la mejor versión sin despreciar la folclórica es la de Valens porque conlleva muchas cosas, es la primera canción que entró en el hit parade y sin rubros de “rock en español” ni nada. Ése es el rock que yo oí. Claro, me gustaba más el rock negro o que tuviera que ver con cierta rítmica. Posteriormente todo lo que tuviera que Jaime López: “50 años: La edad del rock ‘n roll”
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Sitio de los ocho muertos, Ciudad Juárez, Chihuahua, 2003. Foto: Eniac Martínez
Nueva fotografía documental mexicana Julio Rangel Con sus diversos tonos y registros, el fotoperiodismo a menudo constituye en la prensa un eje en torno al cual se dispone la palabra escrita. La contundencia de la imagen es cada vez más el elemento privilegiado en el periodismo, pues como resulta obvio, a diferencia del reportaje y el artículo, que requieren más tiempo y participación del lector, el impacto fotográfico es inmediato y sintético, más acorde con el apresuramiento de la vida cotidiana. Pero no debe interpretarse esto como una diatriba más en contra de la imagen y en favor de la palabra escrita, pues el problema es complejo y no merece la condena fácil y maniquea. El fotoperiodismo se ha ido soltando de la ilustración literal de la nota informativa para tomar su propio vuelo y el fotógrafo se ha ganado un espacio como cronista que deambula haciendo de la mirada un acto creativo y del azar una puerta a la exploración de la cultura. La exposición Testimonio: Documento social fotográfico contemporáneo montada en el Museum of Contemporary Photography del
Columbia College reúne en la obra de nueve fotógrafos diversas formas de registrar el entorno. Algunos agrupan sus fotos en torno a temas, a manera de ensayos, como en el caso de Eniac Martínez y Marcela Taboada. El primero, con su serie Mixtecos: Norte/Sur, sigue la saga migratoria de los indígenas de la Mixteca. Sus fotos, editadas en forma horizontal (salvo una vertical) semejan rendijas, mirillas que nos permiten asomarnos a la cotidianidad de estos pueblos que Martínez retrata con elegancia, enfatizando las texturas. En la ficha escribe Martínez: “Los mixtecos, descendientes de una de las grandes culturas del México antiguo, hoy construyen pirámides de tomates y naranjas en los campos del norte de San Diego”. Taboada, por su parte, en Women of Clay documenta las duras jornadas de las mujeres de San Miguel Amatitlán, Oaxaca, quienes, con ayuda financiera del Vaticano comenzaron a construir sus propias casas de arcilla, a pesar de las burlas de los hombres del pueblo, quienes consideran que levantar muros y hacer ladrillos no es tarea para mujeres. Como
Sin título, de la serie Mujeres de barro, 2002. Foto: Marcela Taboada
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en muchas otras poblaciones rurales de México, la mayoría de los hombres de este lugar está ausente gran parte del año, pues la falta de oportunidades los empuja al consabido país del norte. Las fotos de esta serie son vasos comunicantes de áspera belleza y atmósfera tangible. Un entorno terregoso mimetiza los rostros campesinos dándoles una hiperrealidad inquietante. Francisco Mata Rosas destaca por cierto
y de juego con la luz y el espacio que celebra el instante, con tantos significados como lectores. Quizá la obra más inscrita en el fotoperiodismo clásico sea la de Jaime Baillares, que acompaña a la policía a capturar un dealer de droga o toma a dos mujeres a punto de cruzar el Río Bravo, una de las cuales muestra retadoramente las bragas a la cámara. Si bien su trabajo se apega al registro directo
Palabra de Dios, Iztapalapa, Ciudad de México, 1998. Foto: Francisco Mata Rosas
aire tragicómico con que recoge a las masas y su festividad chocarrera en la piscina atiborrada o en el estadio, y por esa imagen del Cristo de la Pasión de Iztapalapa, a quien un “asistente” le sostiene un magnavoz, que eleva las palabras del crucificado al cielo, en una foto rica en significados y tremendamente humorística. Está también el inolvidable gesto del niño de la calle a quien le levantan la máscara del expresidente Salinas de Gortari. Su mirada, más expresiva que las cifras oficiales sobre el desempleo y la pobreza, nos sigue y se vuelve uno de los momentos más memorables de nuestro recorrido. Mata Rosas escribe en su cédula de presentación: “Es tentador decir que cada acto fotográfico es un acto documental. Pero no es verdad. En lo que podemos estar de acuerdo es en que cada foto puede ser leida desde una perspectiva documental”. De allí esa doble condición de cohabitante del texto con un orden narrativo definido (documento)
de los hechos, Baillares cede a la ironía al titular una de sus fotos “Torero en la plaza”. En ella un hombre, supuestamente alcohólico habitual, yace muerto sobre los adoquines de una plaza. Un hombre se acerca con una manta roja para cubrir el cadáver. La composición de la foto, la manera en que el hombre sostiene la manta y la posición del muerto, hacen pensar en un pase de toreo. La exposición abre un amplio abanico de estilos y vale la pena ser visitada.
Testimonio: Documental social fotográfico mexicano contemporáneo. Fotos de Yolanda Andrade, Alberto Ibañez, Jorge López Vela, Eniac Martínez, Francisco Mata Rosas, Marcela Taboada, Antonio Turok, Jaime Vayarez y Enrique Villaseñor. Museum of Contemporary Photography del Columbia College Chicago, 600 S. Michigan Ave. Tel. (312) 663-5554. Hasta el 28 de abril.
Latino Art Beat
Desde el desván
en el Instituto Cervantes
Don Samuel, el profeta
Delia Negro Una audaz y atractiva escultura nos da la bienvenida en la entrada del John Hancock. Un bronce patinado en verde atrae nuestra atención y al acercarnos comprobamos que estamos frente a una obra del famoso artista catalán Joan Miró. “Personaje” es el título de la misma y pareciera que como tal, sentara su protocolar presencia. En ella aflora esa pesadez y seguridad que le otorga el conocimiento de su propia importancia, en la historia del arte y en el material que modela las figuras de los grandes personajes. Esta imagen de manto envolvente de cultura peninsular nos acompaña en nuestro trayecto hasta el piso 29, sede del Instituto Cervantes de Chicago, nuestro objetivo en esta noche de viernes, para asistir a la apertura de la exposición montada por Latino Art Beat. Ya con nuestra pupila preparada por la imagen surrealista, cubista y dadaísta de Joan Miró, ingresamos en un mundo mágico, vibrante de color y de intensas emociones, que sugieren mucho más de lo que dicen. Jardines imaginarios rastreando paisajes de Salvador Dalí, búsqueda de referentes naturales en una lectura poco habitual de la realidad, representación de los sueños y búsqueda de identidad, nos conducen a otro surrealismo, ya no peninsular, sino latinoamericano, a lo auténtico y a lo autóctono del paisaje de Hispanoamérica y de su gente. La exposición presenta más de 50 obras ganadoras del certamen organizado por Latino Art Beat, titulado What Hispanic Heritage & Culture Means to Me. Esta organización creada en 1998 y dirigida por Don Rossi Nuccio, estimula el talento artístico de estudiantes latinos de enseñanza secundaria y les otorga becas para desarrollar sus aptitudes en el mundo del arte. Dibujos, esculturas, pinturas, fotografías, así como arte de nuevas tecnologías son exhibidos en estas salas, mostrando la capacidad y competencia de estos jóvenes artistas. Varias instituciones de carácter académi-
Josefina de Abad
El picnic, Elvis Luna
co apoyan esta iniciativa, junto a la promoción oficial del Alcalde Richard Daley y a la empresa General Motors, que figura como una de las instituciones privadas que aporta ayuda económica a esta organización. Este feliz emprendimiento supera día a día el objetivo trazado desde sus inicios, “celebrando la Juventud, el Arte y la Cultura Hispana” y haciendo reflexionar a los participantes sobre sus orígenes culturales.Y es que no hay nada más importante para la formación intelectual y moral de cualquier ser humano, que tener una idea clara de las raíces de la cultura a la cual se pertenece. Perfilar las señas de identidad de nuestros orígenes, es darnos cuenta que somos parte de un Todo que está vivo en cada uno de nosotros; es aprender a amar ese pasado y es enorgullecerse de lo propio. Latino Art Beat no solamente forma individuos en el arte y los afirma en su cultura, sino que da oportunidades a esos jóvenes para que orienten su motivación e interés, lejos de la calle y en la superación de sí mismos. Aumentar la autoestima y valorar la propia cultura dentro de un marco oficial, otorga a los estudiantes mayor credibilidad e integración en la sociedad que los acoge. En las salas de exposición nos encontramos con varios de esos jóvenes creadores, tímidos en su actitud de principiantes en el arte y en la vida, pero firmes en la definición y explicación de sus trabajos y de sus pensamientos. Acompañados de sus familias orgullosas de transmitir lo suyo, celebran sus logros, su herencia hispana y las oportunidades académicas que se les abren a partir de ahora, en el campo del arte.
Bajo el subtítulo de Spain’s Influence in Latin American Art encontramos una Eva propia de los sueños dalinianos, expresión plástica de Mauricio Sandoval. Seguimos Jugando con la cultura y encontramos símbolos de arte sacro o celebraciones indígenas en un magnífico mestizaje de las ideas. Así vamos descubriendo una profunda significación, un juego libre de pensamientos y un fluir espontáneo de las formas, del color y del lenguaje estético. Memorias de mi tía Alicia de Chat Travieso, es una excelente síntesis estética de los recuerdos familiares; también la familia como unidad social es el tema de Elvis Luna, en la ordenada, prolija y delicada explosión de color de El picnic. Mom’s Departure from Mexico obra de Freddy Bustamante, transmite una maravillosa y profunda expresión del desarraigo.Y otros temas como la libertad o la presencia de la mujer en la sociedad se manifiestan en admiradores de Siqueiros o de Sandra Cisneros, hasta llegar a La Momia verdadero lenguaje de realismo mágico expresivo y estético, que se compone con la narración de una visita al Art Institute de Chicago y su correspondiente ilustración. Spains Influence in Latin American Art, era uno de los títulos de la convocatoria al certamen. El resultado final es un arte producto del mestizaje cultural, mestizaje que lo ha fortalecido y le ha puesto su sello de identidad en lo más profundo del hombre del “Nuevo Mundo”. Es un hijo que ya no necesita el manto envolvente del personaje de Miró, porque es un hijo que se ha encontrado a sí mismo, que ha encontrado el estilo de su propia expresión; pero ese manto está en sus orígenes, es parte de su cultura, acompaña su pupila en la contemplación del mundo que lo rodea y es parte del Todo, es una presencia permanente. Nuestra lengua es factor de orgullo para todos los que la hablamos y su multiculturalidad nos une y nos enriquece y es la esencia misma de nuestro crecimiento. Apoyemos estos emprendimientos que afirman la cultura, que forman a nuestros jóvenes y que perfeccionan y desarrollan su expresión artística, contribuyendo a la formación de un nuevo individuo. Pero apoyemos también a las instituciones que hacen posible estos logros, porque sin ellas nuestro trabajo sería en vano.
Delia Negro es profesora de español del Instituto Cervantes de Chicago.
En estos días en que los Estados Unidos se encuentra más que nunca contaminado por un adictivo maniqueísmo y por una infantil aversión al debate; en estos momentos en que el país sigue ciegamente una sola dirección ideológica, consecuencia –en gran parte– de la escasez de discusión sobre el 11 se septiembre y quienes no muy sutilmente lo han usufructado y luego proyectado en una visión apocalíptica de la historia a través de los canales de difusión masiva y en la actividad política; en estos fastidiosamente uniformes momentos, reaparece con aplanadora claridad la imponente figura de Samuel Huntington. The Hispanic Challenge es el nuevo ensayo en el que el profesor de Harvard continúa desarrollando –ahora a través de un caso-estudio la tesis expuesta en su Clash of Civilizations, el texto que suministra el edificio semántico de la actual contienda entre Occidente (entiéndase EE UU) y el mundo del Islam. Dada la poderosa influencia del celebrado profesor en la articulación de la política exterior norteamericana, sería oportuno iniciar una amplia discusión y una seria investigación acerca del que podría tranformarse en el ensayo con más proyecciones en el futuro accionar de los Estados Unidos. Mi conclusión se basa en la innegable esfera de influencia ejercida por nuestro autor y, a la vez, por la presencia evidente pero hasta hoy muda e inefectiva, de la comunidad hispano-americana , objeto central de la tesis de Huntington. Es necesario confrontar esta tesis sofrenando la tremenda tentación a la sátira o a desestimarla como una generalización fundada en una desganada exposición de una raquítica compilación de datos enlazada por un incoherente repertorio de lugares comunes. No debemos perder nunca de vista que el ensayo no tiene como destinatarios a los “hispanos” sino a los míticos “americanos anglos.” Si un libro tan raquítico pero atractivo como The Clash of Civilizations ha podido respaldar aquí y en Europa la creciente animosidad entre culturas tan populosas como la occidental y la musulmana, imaginemos la futura confrontación que augura la mesiánica conclusión de este ensayo: “There is no Americano dream. There is only the American dream created by an Anglo-Protestant society. Mexican Americans will share in that dream and in that society only if they dream in English”. Desde el próximo contratiempo, entonces, reveremos los puntos axiales de este escrito tratando de definir su concepto de identidad, ejercitando a la vez ,el impostergable discurso de nuestra propia identidad en el macro y el microcosmos americano.
Josefina de Abad escritora argentina. Coordinadora de español y literatura del Colegio San Agustín.
Mom’s Departure from Mexico, Freddy Bustamante
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Naturaleza sangre,
Carta de México:
nuevo disco de Fito Páez
Razones para quejarse
Paty Caselín Definitivamente, toda una leyenda del rock en español, hijo de Charly Garcia y Nito Mestre –como lo llamara Luca Prodán–, Fito Páez es considerado uno de los exponentes más importantes del género. Con catorce álbumes de canciones inéditas y dos de grandes éxitos, Páez ha trascendido no sólo por su trabajo artístico, sino también porque en cada uno de sus álbumes ha reflejado temas que muchas veces no cualquier artista tocaría en una canción. Desde los 13 años, Páez comenzó su carrera artística en una banda llamada Staff. A sus 19 años, durante una presentación de Baglietto, para quien abrió en el teatro Coliseo, Charly García fue al camerino para saludarlo, dando así de alguna u otra forma el reconocimiento por su buena actuación. Títulos como Yo te amé en Nicaragua, Tercer Mundo, La Rueda Mágica, Hay dos días en la vida, Ciudad de Pobres Corazones, El amor después del amor, (tema que por cierto lo llevó a ser el disco más vendido de la historia del rock argentino) son algunas de las canciones que la gente hasta hoy tararea en un bar o son temas que incluso otros artistas tocan en sus álbumes. Se puede mencionar su gran éxito al ser el único extranjero al que se le dio el permiso para presentarse en Cuba en la Plaza de la Revolución, y acompañado por Silvio Rodríguez, visitó a Fidel en su residencia. Fito Páez, ha trabajado con grandes artistas como Fabulosos Cadillacs, IIIya Kuryaki & The Valderramas, Joaquín Sabina (con el cual cancelaría su gira por América y España, por razones que hasta la fecha la gente sólo supone). “Naturaleza Sangre”, su nuevo disco, refleja una tranquilidad, un actitud más positiva, –o tal vez sea resignación con-
Alonso Arreola sigo mismo–. Temas como “Los restos de nuestro amor” que parece decir “hoy te tengo, mañana no, pero no importa, parte de tu sangre siempre en mí se quedará”. Hasta cierto punto este álbum es un reflejo de un Páez más romántico. “Urgente amar”, otro de los títulos, habla acerca de la mujer y el amor. Un Fito tranquilo y más romántico, eso es el lo que Naturaleza Sangre presenta. Es un buen disco, con letras que tienen mucho que decir, que te remontan de repente a tu vida o a tus pensamientos. Una identificación con la realidad contemporánea, es importante amar, ser mas espiritual, agradecer cada una de las cosas que nos rodean, ¿dónde esta el ser? Una pregunta que la humanidad no se hace debido a que no se cree en nada. Acompañado por Charly García, Luis Alberto Spinetta, Gabriel Carambola, y muchos más que ayudan de alguna u otra forma a la realización de este último disco, Fito presenta una propuesta un tanto diferente, mezclando esa característica ochentera, en dos que tres rolas, muy de Fito y de sus ritmos que por siempre lo han identificado. Una buena oportunidad para descubrir, por medio de su música, otra parte de Páez, un ser más relajado y menos enojado con el mundo, que por medio de ese lenguaje poético transporta al que lo escucha con un lenguaje digerible, sin tanta negatividad ante las cosas que de repente nos atormentan y parecen irreparables. Con todo ese buen contenido del disco, también se puede recomendar y apreciar el buen diseño del álbum, con un rojo pasión, y una envoltura un tanto vanguardista que acompaña las letras con un pequeño librito con fotografías del roquero, en las cuales también vemos la luz, de la cual habla en algunos de sus temas.
Fito Páez se presenta en el House of Blues el 28 de Abril. Más informes (312) 923- 2000 o en el e-mail spanishrock@wluw.org
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Hace unos meses no encontraba mayor razón de queja que la de que la cultura en México –y en especial en el DF– estaba decayendo en forma dramática. Con una visión política cegada por las ideas macroeconómicas y cortes de presupuesto irresponsables y agigantados (al CONACULTA, por ejemplo); con la transformación de foros de alto perfil en simples escenarios dispuestos a cualquier representante del entretenimiento televisivo (La Academia y OV7 en el Zócalo, por citar dos de los más terribles); con el decaimiento de antros otrora indispensables para el rock y el jazz (finalmente Rockotitlán ha cerrado sus puertas); con la batalla entre las principales compañías de danza contemporánea para ganarse los favores del Estado (el Ballet Independiente ha desaparecido); con esto y más golpeando a nuestra realidad artística, decía, no encontraba hace meses mayores fuentes de sufrimiento que me quitaran el sueño por las noches. Sin embargo, varias cosas han sucedido en semanas recientes que mueven la desazón hacia otros rumbos. Primero tenemos los tremendos escándalos en el seno del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y en el de la Revolución Democrática (PRD), ambos generados a partir de una serie de videos ocultos grabados con premeditación y ventaja y distribuidos a los medios por informantes protegidos por el Partido Acción Nacional (PAN); filmaciones que, si bien dan muestra de asquerosas corruptelas políticas, también dejan ver que la lucha por la presidencia de México en el 2006 no será llevada a cabo ni con respeto, ni con limpieza. Pero bueno, desesperanzados como estamos con estas revelaciones que tanto afectan a personajes como Andrés Manuel López Obrador, actual Jefe de Gobierno capitalino y líder en la carrera a Los Pinos, nuestro coraje no se compara con el del pueblo español apenas golpeado por un terrorismo que, al momento de redactar estas líneas, no ha mostrado su identidad verdadera. Así las cosas, sumergidos ya no en una ciudad con problemas culturales, ni en un país con problemas políticos, ni en un mundo azotado por el fanatismo, lo que queda justamente es dejar de quejarse. De momento no podemos influir lo suficiente como para que ninguna de estas cosas cambien (la Democracia se esconde cuando más se le necesita); pero lo que sí podemos hacer es regresar al punto de partida de nuestra relación con la imaginación, con ideas artísticas y
creativas para desahogarnos y evadir estos intentos de fuga por los que de cuando en cuando opta la felicidad. Por ello es que debemos abrir el libro que tanto nos ha esperado sobre la mesa, poner a sonar el disco comprado ayer o hace 20 años, asistir a la obra de teatro cuyo título nos atrajo, ir al concierto de ese grupo que no conocemos, a la exposición que recomendaron en la revista… Hay que controlar nuestra adicción y apagar la televisión cuando sepamos lo necesario; detenernos por un instante a reflexionar que nuestros ratos de ocio pueden ser borrados por esa otra realidad que nos espera en la superficie de tantos objetos y en espacios disponibles al cruzar la puerta que da a la calle. En otras palabras, hay que recargar fuerzas para el impulso del espíritu. Afortunadamente las leyes físicas no se equivocan, y como a toda acción corresponde una reacción, en medio de tanta basura hemos comenzado a vislumbrar un panorama musical más interesante para lo que resta del año. Con las visitas a México –recientes o futuras– de Charlie Haden, Gonzalo Rubalcaba, Wynton Marsalis, Michael Manring, John Zorn, Bill Laswell, los Screaming Headless Torsos y con la organización de festivales de rock como el Vive Latino, el paisaje sonoro inicia una lenta recuperación que dará equilibrio, por un tiempo al menos, a esa balanza que tanto lleva inclinada con el peso de hombres ignorantes, corruptos o fundamentalistas. Lo sé. Estas líneas pueden parecer ingenuas. Pero, ¿no es la capacidad de sorpresa la que enaltece y da vitalidad al ser humano? ¿No es preferible participar del mundo que ser un simple testigo? ¡Que se vayan al carajo quienes toman el dinero ajeno en busca de llenar las urnas, los burócratas que obstaculizan el progreso del pensamiento, los imbéciles que detonan bombas ocultas a centímetros de un niño de siete años! Bienvenidos sean quienes componen una canción en la soledad de su habitación, quienes mueven su cuerpo en busca de conectarse con el mundo, quienes capturan una imagen para siempre sobre el lienzo, quienes viven día con día dedicados a cualquier actividad lejana a la destrucción de esa realidad inédita, tan capaz de surgir para cobijarnos del temporal. Así que: a no quejarse.
Alonso Arreola se ha dedicado al periodismo musical en Reforma, La Jornada, Rolling Stone, Time Out y Play Boy. Actualmente es bajista del grupo de rock La Barranca.
El día de San Patricio
Humberto Uribe
Leda Schiavo Cuando salí de casa, me di cuenta de que era un día especial. Vivo en la Wabash y el río de Chicago, y al pasar el puente para ir a tomar el bus, vi que el río estaba teñido de verde. Entonces recordé que hoy, porque es sábado de la segunda semana de marzo, se celebra el día de San Patricio con un desfile. Chicago está lleno de irlandeses, quienes son tradicionalistas, católicos y mayormente alcohólicos, que es lo mejor que tienen. Recordé que Oscar Wilde fue el primero en teñir un clavel de verde y usarlo en la solapa para sobresaltar a los británicos. Hoy los irlandeses de aquí desfilan con claveles verdes, sombreros verdes y, como dije, tiñen de verde el río. Hacen las cosas a lo grande, que es como hay que hacerlas. Yo venía para mi oficina de la Universidad de Illinois porque, como es sábado puedo estar sola y trabajar mejor que en mi casa, ya que tengo que terminar de escribir un artículo sobre Valle-Inclán. Traté de esquivar al vulgo municipal y espeso y subí al bus. La conductora era una negrita joven; después de un rato me di cuenta de que tenía uñas negras postizas con incrustaciones de diamantitos; se le curvaban al final, como todas esas uñas postizas, pero éstas eran particularmente siniestras. Pensé que era una buena persona, porque ayudó a bajar a otra mujer negra que venía en silla de ruedas y que viajaba sola. Los ómnibus de Chicago tienen una plataforma especial para subir y bajar sillas de ruedas, y los cordones de las aceras tienen un paso especial para que puedan circular los paralíticos o semi. La operación tomó casi diez minutos, porque la conductora era buena pero imbécil, por lo que después se verá. Por supuesto nadie protestó, porque aquí en ocasiones así no se protesta, por solidaridad. Para no ponerme nerviosa me puse a leer un artículo en gallego sobre ValleInclán, autor que también era gallego, escrito por un profesor gallego amigo mío. Me distraje. Cuando miré para afuera, vi que la negra estaba volviendo para atrás, a toda velocidad. Como había calles cerradas por el desfile de San Patricio, quiso encontrar de nuevo su ruta, y no pudo. Yo empecé a ponerme nerviosa. Además, leer en gallego me cuesta bastante trabajo y no puede uno pensar en otra cosa, exige concentración. Le pregunté a la negra que qué iba a hacer, porque ya habíamos llegado al punto de partida. Dijo que no tenía ni idea y empezó a gritar que qué hacía, que tenía que ir para el otro lado y no podía. Yo pensé en los colectiveros de Buenos Aires, que todo lo resuelven rápidamente antes de pensar, y que con tal de seguir para adelante pasan por encima de cualquier ser viviente o muriente. A veces uno extraña la cretinez de los compatriotas, y desde lejos, hasta ama a los colectiveros ansiosos. Pero la negra no, no era capaz ni de retomar la avenida ni de doblar para el lado que podía. No, seguía en línea recta para el otro lado, y eso que estaba colgada de un teléfono, porque aquí todos los autobuses tienen teléfono para que el conductor se comunique con la central. Pero los norteamericanos no están hechos a las crisis, la menor perturbación los deja inermes, arrancados de cuajo de la realidad. Para los latinoamearicanos, las crisis son lo habitual, y justamente por eso, algunos triunfan en este gran país del norte. Yo no, porque para mí lo único importante es la literatura. Pero tampoco me va mal. Ahora, por ejemplo, llegué a mi oficina y estoy escuchando radio Mitre, FM100 por la Internet, mientras escribo esto y sé que en Buenos Aires son las cuatro de la tarde y que la temperatura es de 24 grados. Y me siento conectada a esa otra realidad que es la mía, porque ya
La bomba
me dirá usted qué hago yo en esta ciudad. Saber la temperatura de Buenos Aires siempre me ha tranquilizado el corazón. Por el momento voy a seguir contando lo que me pasó después, que en realidad es lo interesante. Cuando por fin le hice entender a la conductora que yo iba en la otra dirección y que quería bajarme, se detuvo y pude ir a tomar el subterráneo. Bajé las escaleras y creí que el andén estaba desierto, lo cual siempre produce una cierta intranquilidad. Divisé con dificultad, detrás de una columna, a un ser humano casi doblado en dos, todo vestido de negro, con un bolso y una valija de esas con rueditas que se usan para llevar en la cabina de los aviones. Creí que, aunque estaba del otro lado, es decir del mío, iba al aeropuerto, que es adonde llega el subte si uno va en dirección contraria. Apoyándose sobre la maleta, leía pasando el dedo por los renglones a gran velocidad. Esto hubiera sido bastante normal si no fuera que al pasar el dedo por los renglones se producía un ruido sordo y casi musical. Pasé varias veces a su lado, caminando, ya que el subte no vino en mucho tiempo. Entonces me di cuenta de que era una mujer y de que en la parte de adelante del bolso tenía un lobo de peluche. Un lobo gris con las fauces rojas, abiertas. Me llamaba la atención la ansiedad con que la mujer leía, mientras pasaba las líneas y después las hojas, totalmente doblada en dos sobre su maleta. Como tenía anteojos negros, pensé que era ciega. Pero los ciegos tienen buen oído, pensé, tiene que escucharme pasar a su lado. No me escuchaba, ni se movió cuando el tren que iba en dirección al aeropuerto se detuvo. Mientras la observaba, vi que por el andén avanzaba a paso marcial un hombre flaco con un bate de béisbol en la mano. El bate y la cara de loco del flaco aumentaron mi inquietud, quise pensar que era un fanático del béisbol porque llevaba una chaqueta de los Cubs de Chicago, pero ningún deportista camina de esa manera amenazadora con cara de loco desesperado por un andén, meneando un bate. Para contrarrestar el miedo que me daba el loco, volví a mirar a la ciega. Debe de ser un sistema Braille sonoro, pensé, ése es el ruido de insecto que hace cuando pasa el dedo. Pero no pude ver de dónde salía el ruido. Ella leía como si nada y, cuando por fin llegó el tren, siguió leyendo sin subirse. O sea, que no iba en ninguna dirección. Sólo estaba allí, leyendo, sin que nada le importara. Pensé que era mi doble, el lado esperpéntico de mí, siempre leyendo y siempre arrastrando valijas insensatamente, de un país a otro, y los demás pasando de largo. Pensé que era el último día de mi vida, habiendo encontrado a mi doble en esa lóbrega estación de subte llamada Monroe y que el tipo del bate me desnucaría. Pero no, me subí al subte con pena de dejar a mi doble ahí y llegué, como ya le conté‚ antes, a mi oficina, donde sigo escuchando radio Mitre por Internet mientras escribo. Como puede ver, todo viaje se convierte en aventura espiritual si es el día de San Patricio. Aunque todo viaje es un viaje por afuera y por adentro, hay días especiales. Uno quisiera a veces que todos los días fueran normales y llegar a destino sin encontrar a los dobles siniestros de uno mismo reptando por las estaciones del subterráneo de Chicago.
Nos pusimos de acuerdo para ir a una discoteca llamada La bomba, que queda en la calle Sesenta con Carrera doce, cerca del parque de los hippies. Mi esposa trabaja y yo también; por eso tenemos que dejar a nuestros hijos al cuidado de la doméstica. Me pareció raro que mi esposa tuviera tiempo para ir a bailar porque, por lo regular, llegaba de su trabajo tarde y en ocasiones con olor a alcohol, según ella, porque mezclaba aguardiente con café, para mantenerse despierta en la oficina. Al llegar a La bomba, nos encontramos con su jefe, acompañado por su novia, muy bella por cierto. A él ya lo había visto en una reunión y desde que lo vi me pareció pedante. Entramos a la discoteca, la cual estaba semivacía porque era un día entre semana. Nos sentamos frente a la pista de baile; nos trajeron las bebidas y entre sonrisas fingidas salimos a bailar una de las canciones más famosas de Santana. A la siguiente canción, el jefe de mi esposa la sacó a bailar y yo hice lo mismo con su novia. De pronto ella sollozó y quiso decirme algo, tratando de contener el llanto. Me conmovía la mezcla de tristeza y belleza que reflejaba su rostro y no comprendía porque ella sufría de esa manera. El corazón se me oprimió cuando vi rodar una lágrima por su mejilla, hasta llegar a la comisura de sus labios, la que absorbió con la punta de la lengua. Yo me sentí culpable sin saber porqué. Sobre todo avergonzado con la gente que pudiera vernos. No tuve otro remedio que invitarla a sentarse y prestarle un pañuelo para que secara sus lágrimas.
Leda Schiavo es autora del poemario Con las debidas licencias.
Humberto Uribe es profesor de matemáticas en el Colegio San Agustín.
Mi esposa y su jefe seguían bailando muy animadamente. La joven, que cada vez se veía más bella, se fue tranquilizando poco a poco y la invité de nuevo a bailar una cumbia. Mientras bailábamos, yo me preguntaba cómo una mujer con tantos atributos físicos, se afligía de esa manera. Ella, espontáneamente me confió, mientras bailábamos, que su novio y mi esposa tenían algo, porque, con frecuencia los veía juntos y permanecían en la oficina más tiempo del reglamentario; que estaba casi segura que su novio se había enamorado de mi mujer, que lo más probable era que ella le correspondía y que, sin duda, nos estaban poniendo los cuernos. Sólo se me ocurrió decirle que todo era fruto de su imaginación, que la relación de ellos era meramente laboral. Ella no pareció muy convencida de lo que yo le dije y me sentí un poco incómodo. Después bailamos un bolero, guardando la respectiva distancia. Después, nos acercamos un poco más. Al final, ella recostó su cabeza en la mía y seguimos bailando, mientras que mi esposa se destornillaba de la risa con su jefe.
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contratiempo invita a los lectores a enviar comentarios y críticas. La correspondencia no deberá exceder 500 palabras. Toda carta deberá ser remitida con un número telefónico. Nos reservamos el derecho de editarlas. No se publican anónimos ni seudónimos.
otros temas de sentido social que tengan implicaciones significativas de los hispanohablantes.
Temas serios Señores de contratiempo: En relación a la editorial del número 11, nos gustaría mencionar algunos puntos para así abrir un debate o, mejor aún, un serio análisis sobre temas contingentes que incumben a nuestra comunidad. Pensamos que existen personas con criterio amplio y sólidos conocimientos que serían de enorme ayuda para entender la compleja problemática que nos afecta, y así traerlos a la vanguardia de la sociedad nuestra. Esto con la esperanza de que al exponer estos temas podamos llegar a tener un mayor nivel de conocimiento y concienciación. Creemos que el esparcimiento y la recreación fue un buen tema para iniciar un diálogo fructífero y enriquecedor. Es de esperar que este tipo de editoriales nos ayuden a mejorar nuestro conocimiento de esta sociedad estadounidense en la que vivimos. Creemos también que sería muy beneficioso incluir temas contingentes como el del sistema judicial del Condado de Cook, el del impacto de otorgar licencias de conducir sin el requisito de un número de seguro social y muchos
Atentamente, Vicente A. Guzmán Aleandro A. Gaitán Profesores de Saint Augustine College
Respuesta
Estimados señores: Agradecemos sus comentarios ya que nos permiten ampliar nuestra visión sobre aquellos asuntos que competen a la comunidad latina. La revista tiene varias secciones; y en la principal, tratamos de abordar un tema desde diversos puntos de vista; en dicha sección hemos discutido desde la Guerra de Irak y la educación bilingüe hasta el activismo comunitario y el mundo afroamericano. Queremos decirles también que nuestras páginas están abiertas para toda aquella persona que le interese escribir. Atentamente, El Consejo Editorial
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Frustración Estimados editores: Quiero comentarles lo mucho que significó para mí el trabajo de “El Cumpleaños; del Trébol al Aragón”, publicado en el número anterior de contratiempo. No cabe duda que a pesar del “glamour guapachoso” y de la festividad en la que, por momentos podemos desahogarnos en un antro, nunca nos escapamos de la soledad que sólo hemos sentido los que andamos por acá. Me reflejo en cualquier historia que hable de los que vivimos fuera de nuestro país. Cómo les podríamos explicar a los que nunca han vivido aquí lo que se siente estar lejos, lo que significa una tarjeta de teléfono. No se cómo explicarles a algunos de mis amigos que están en México que Estados Unidos no es un eterno Disneylandia, que en el país de las oportunidades no te encuentras un billete de dólar cada vez que levantas una piedra. Y es que en Chicago no sólo el aire es frío. Quién no ha sentido que vives en un lugar en donde a nadie le importa lo que dices ni quién eres. Quién no ha pasado por algún ritual del complot de bienvenida, algún maltrato o alguna frustración. Mi mayor frustración ha sido el idioma. Cuando voy a comprar algo, y estoy en la
fila pensando cómo se dice lo que quiero, qué palabra va primero, cómo se pronuncia, por qué no compré Inglés sin barreras; y al llegar al mostrador, mi mente está en blanco y ya no puedo decir nada ni en inglés ni en español. Y es ahí cuando sólo me consuela la fantasía de una venganza: “pero vas a ver méndigo gringo; cuando vayas a mi país, seré yo la que te grite que no te entiendo nada y te diré que por favor te hagas a un lado, que no estés deteniendo la fila”. Quién no se ha despertado un día pensando que no está aquí, que sigue en aquel mismo lugar del que vino. Claro, en este país no todo es triste ni malo, ni todos los americanos son malos, ni todos los inmigrantes somos buenos. Creo que a pesar de la nostalgia y la soledad que nos acompañan, los inmigrantes tenemos algo que nos hubiera hecho inmigrar de cualquier forma, que no es como generalmente se dice que nos venimos por falta de oportunidades en nuestros país de origen. Emigrar es también una manera de ser, una opción de vida. Atentamente Cecilia Hernández
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