mesa directiva Frances R. Aparicio, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Ana Luz Pérez Durán, Moira Pujols
directora ejecutiva Moira Pujols
consejo editorial Ignacio de Alba, Ricardo Armijo, José Castro Urioste, Raúl Dorantes, Ana Luz Pérez Durán, Juan Mora-Torres, Alejandro Pérez Cervantes, Julio Rangel, Febronio Zatarain
jefe de redacción Febronio Zatarain
corrección de pruebas Julio Rangel
diseño Francisco Piña
portada: Giovanni Matallana: giovanny@dynomitemedia.com
arte Visiones chicanas: Pintores americanos al borde, de la colección de Cheech y Pati Marin
fotografía José Guzmán, Alejandro Pérez Cervantes, Rosy Torres Vincent Valdez. Kill the Pachuco Bastard! (detalle). 2001. Óleo sobre tela, 72 x 48”. Colección: Cheech y Pati Marin.
© contratiempo NFP 773.769.2923 1434 West Thorndale Avenue Chicago, IL 60660 Para obtener más información sobre las distintas secciones de la revista, publicidad y clasificados, servicios editoriales o suscripciones, escríbanos a info@revistacontratiempo.com
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dossier Editorial Hacia un nuevo orden en la corte Sin amparo Crímenes en la base Sobre videojuegos, violencia y agresión virtual Ayuda para romper el círculo de abusos Creatividad para renunciar a la violencia El universo de un Latin King Suicidio improbable La banda del lápiz labial: Mujer, violencia y narcocorridos La tortura
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Elizabeth Gettelman Karen Houppert Jochy Herrera Colaboración anónimo Moira Pujols Cindy Martínez Juan D. Torres Ana Luz Pérez Durán Neris González
latiNidaD
Vida y obra de Marcos Raya
Los latinos de Cicero y Berwyn: Problemas que enfrenta la juventud
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Un reporte del Instituto de Estudios Latinos
deshoras Hoy pasaste frente al espejo vi esa luz que nos rodea Loop Guijarros El solitario Pensarse La mosca No cabe duda
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Itzel Muñoz José Díaz Érika Buchancow Luis Soto Daniel Patiño Rodolfo Grandioso Yolanda Avellaneda Juan José Cabrera
mirada cómplice Chicano Visions en el Museo de Bellas Artes Mexicanas
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Alex Wyman
tiempo extra
De venta en: Museo de Bellas Artes Mexicanas (1852 W. 19th St ) Librería Girón (1443 W. 18th St,) Barbara's Book Store (1218 S. Halsted) Raya’s Studio (2201 S. Halsted)
Memín Pinguín La última aventura de Memín El ojo y la navaja La sublimación de la violencia Pintura caleidoscópica o filigrana pictórica Short Eyes La marcha de los inmigrantes Unidos por la raza: Marcha por una reforma migratoria El padre George
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Carlos Monsiváis Raúl Dorantes y Febronio Zatarain Alejandro Pérez Cervantes Sara Herman Delia Negro Carlos Jaime José Guzmán Carlos Arango Eduardo González Viaña
entrega inmediata 32
Se ofrecen clases de español a nivel avanzado. Gramática y lectura de textos literarios (Paz, Neruda, Borges). Horario flexible. Maestro con experiencia. Llame al 773 503-4299.
tiempo de sobra Nacional ¿Emigar desdobla nuestra personalidad?
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León Leiva Gallardo Josefina Ratto
Horóscopos
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Doña Masas
La familiaridad de nuestra sociedad con la violencia en la era de los medios masivos de comunicación, no podía ser más estrecha. Mientras que en América Latina la corrupción institucional, la pobreza, la marginación indígena y el narcotráfico proveen escenarios de violencia cotidiana que deterioran la vida social y política, en esta “tierra de las oportunidades” acudimos diariamente al espectáculo de crímenes y tiroteos en escuelas, restaurantes, espacios públicos, y en el seno mismo de los hogares; manifestaciones todas ellas que convierten a los Estados Unidos en el país más violento del llamado “mundo desarrollado”. Debemos asumir, por principio, la violencia implícita en una sociedad en que la brecha económica se abre cada vez más, dejando a los grupos desprotegidos sin acceso a servicios básicos, y estableciendo una geografía urbana de segregación, caldo de cultivo para la violencia diaria. Esto, sin embargo, no quiere decir que la violencia sea privativa de los estratos sociales más desventajados. La tragedia de la secundaria Columbine sacudió a la clase media norteamericana y al establishment quizá tan profundamente como lo hizo el atentado de la ciudad de Oklahoma. Ello, no sólo porque ambos hechos ocurrieron en el corazón mismo del país, o porque fueron perpetrados por ciudadanos que no se avenían al estereotipo del terrorista moderno, sino más que nada porque fueron los peores atentados públicos jamás cometidos por ciudadanos norteamericanos en su propio país. Oklahoma City y Littleton, Colorado, ni siquiera están catalogadas como lugares con alto índice de criminalidad: en el año 2000 el estado de Colorado tuvo un índice de criminalidad que lo ubicó en el lugar 28 del país, mientras Oklahoma se colocaba en el 14. Tales hechos comprueban que la violencia va más allá de la clase social o etnia, y permea todas las esferas de la sociedad. En Chicago, según datos de la Oficina de Policía, en 2005 el crimen (incluidos asesinatos, asalto sexual y los diversos tipos de robo) registró un descenso de 7.7% en el período de enero a mayo con respecto al mismo período en 2004. En verdad no es un consuelo saber que en los primeros cinco meses del presente año hubo sólo 159 asesinatos, contra los 167 de la primera mitad de 2004, un descenso de 4.8%. Muchos elementos hay para preocuparse, entre ellos que aproximadamente tres cuartas partes implicaron un arma de fuego, lo cual nos remite a la necesidad de regular y penalizar el comercio y posesión de armas y municiones. Hoy en día, la violencia interpersonal entre los menores, tanto víctimas como victimarios, es un riesgo más constante que las infecciones, el cáncer o los defectos cardíacos congénitos: de cada 100 mil menores, 114 fallecen como resultado de homicidio, suicidio o agresión física. En este número de contratiempo exploramos diversas manifestaciones de la violencia, cuyos ámbitos de alguna manera se relacionan, abarcando el espacio privado —el agudo problema de la violencia doméstica— y el espacio público en los medios —el fenómeno del narcocorrido y el replanteamiento de la violencia como algo exclusivamente masculino—. Pese a los pretendidos avances en el reconocimiento a sus derechos, las mujeres enfrentan una lucha desigual, ya que la violencia hacia ellas es un fenómeno más común de lo que se piensa. Ante la ineficacia de un sistema judicial que las hace pasar por un laberinto burocrático y que muchas veces falla en su contra, alrededor de un 73% de las mujeres víctimas de violencia en los Estados Unidos no reportan su caso a las autoridades. Revisamos también ese fenómeno de mercado que apunta a niños y jóvenes, los video juegos, donde la violencia se vuelve cada vez más explícita. ¿Repercute la diaria exposición a estos juegos en el carácter de los infantes? ¿Fomenta este medio las actitudes violentas? Dichas interrogantes se abordan en páginas interiores. Por ahora resaltemos el hecho que este pasatiempo tan popular representa a los fabricantes un ingreso anual de más de diez mil millones de dólares. No cabe duda que, como entretenimiento o como noticia, la violencia vende.
Elizabeth Gettelman Según un estimado del Instituto Nacional de Justicia, el 73% de los incidentes de violencia doméstica no son objeto de denuncia, debido mayormente a la falta de confianza en el sistema por parte de las mujeres. Presentar denuncia implica lidiar con un sistema judicial que las obliga a prestar declaraciones en una diversidad de tribunales que las deja aturdidas y, sobre todo, vulnerables. Debido a esta circunstancia, se han establecido alrededor de 300 cortes de violencia doméstica en por lo menos 23 estados de la Unión Americana. Si bien la estructura de dichas cortes varía según los requisitos estatales y locales, todas ellas se atienen al modelo de “una familia, un juez”. Cada víctima cuenta con un defensor, y cada caso se asigna de manera exclusiva a un juez y a un equipo de fiscales, quienes se encargan de principio a fin de los cargos penales, órdenes de protección, y otros asuntos relativos a la custodia de menores y a los divorcios. Al reconocer que un obstáculo esencial a la aplicación de condenas, es el temor o los reparos de las víctimas a la hora de declarar en contra de sus maltratadores, dichas cortes introdujeron nuevas normas probatorias —una estrategia que resultó altamente exitosa (y despertó cierta polémica)—. Ante víctimas reacias a prestar declaración, las cortes a veces aplican excepciones a la regla contra el testimonio de oídas y admiten pruebas como llamadas a la policía o denuncias de incidentes domésticos, en lugar de una declaración. El estado de Nueva York, auténtico pionero de esta iniciativa, en la actualidad cuenta con 30 cortes de este tipo. La primera de ellas, la Brooklyn Felony Domestic Violence Court, se inauguró en 1996; ocho años después, según el Centro para la Innovación de las Cortes, “ni una sola víctima vinculada a un caso abierto fue asesinada”, se dobló el número de víctimas que cuentan con defensores hasta casi el 100%, y la tasa de sobreseimiento se redujo a la mitad. Las tasas de condena registraron un leve incremento mientras que se dispararon las declaraciones de culpabilidad, un indicio de que los fiscales lograron
presentar casos más sólidos, con el resultante aumento de alegaciones preacordadas. Los abogados defensores se quejan de que la protección de las víctimas se logró a costa de los derechos legales básicos de los inculpados, a quienes en algunas cortes no se permite formular preguntas a sus acusadores. El año pasado, en Crawford contra Washington, la Corte Suprema de EE.UU. dictó una resolución amplia sobre los testimonios de oídas que cimentó el derecho de un acusado a “carearse con los testigos de cargo”. Está por verse qué impacto tendrá el dictamen sobre Crawford en la flexibilidad probatoria introducida por las cortes de violencia doméstica. Sus partidarios aseveran que priorizar los derechos de las víctimas es un factor clave de su éxito. Según Beckie Masaki, directora del Refugio para Mujeres Asiáticas de San Francisco, en las cortes convencionales “los maltratadores pueden manipular el sistema penal y emplear esos recursos en contra de las mujeres maltratadas”. Si las cortes de violencia doméstica siguen propagándose, quizás también se incremente el número de mujeres que confían en el sistema.
Traducción: Susana Galilea Tomado de”No Safe Haven” serie de artículos sobre violencia doméstica aparecida en el número de julio/agosto de Mother Jones. Publicado con autorización. Para leer el resto de los artículos o para suscribirse, visite www.motherjones.com
Los Estados Unidos encara una prueba con respecto a su determinación de hacer frente a la violencia doméstica. En realidad, se trata de dos pruebas: por un lado, una causa judicial; por otro, un componente de la legislación federal. A su modo, cada una de ellas indicará si la lucha por garantizar la seguridad de las mujeres va en progreso o en retroceso. Esta lucha —iniciada en tiempos de la activista Carrie Nation— cobró un extraordinario impulso durante las últimas tres décadas. Al admitirse como una realidad y quedar definida, la violencia doméstica logró el reconocimiento legal y el amparo de programas que van desde la orientación psicológica hasta casas de refugio, líneas de asistencia telefónica, capacitación en el cumplimiento de la ley, y reforma judicial. Como resultado de ello, la incidencia general de mujeres maltratadas o asesinadas por sus parejas ha disminuido o se ha estabilizado. Aun así, hasta cuatro millones de mujeres sufren agresiones por parte de sus cónyuges o parejas cada año, y 1,200 son víctimas de asesinato. A todas luces, la lucha no ha terminado. Desde luego no ha terminado para Jessica Gonzales, quien en junio perdió su pleito —Castle Rock contra Gonzales— ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. En 1999, el marido de Gonzales —de quien se encontraba separada—, mientras las tres hijas del matrimonio jugaban frente a su casa, las secuestró y luego las mató. La tragedia podría haberse evitado si la policía de Castle Rock, Colorado, no se hubiera negado repetidamente a velar por el cumplimiento de la orden judicial de protección dictada a favor de Gonzales. Gonzales presentó una demanda por negligencia contra la población; al llegar su caso a la Suprema Corte, la administración Bush se decantó a favor de Castle Rock. Los alegatos constituían disecciones jurídicas de índole técnica, que dejaban al margen toda consideración sobre la hecatombe que un fallo judicial adverso podría desencadenar en la vida de muchas mujeres. Tras el dictamen de la Corte a favor de Castle Rock, los defensores de la causa temen un futuro en que las órdenes de alejamiento —una medida básica de protección que solicitan miles de mujeres cada año— carecerán de peso, dejando a las mujeres maltratadas aún más desprovistas de apoyo legal. Esa era la primera prueba. La segunda tendrá lugar cuando el Congreso delibere sobre la renovación de la Ley de Violencia contra la Mujer, que vence el 30 de septiembre tras 10 años de vigencia. Los partidarios de esta exitosa y popular ley esperan que se afiance mediante una infusión de fondos, aunque temen que se le retire el apoyo.
Traducción: Susana Galilea Tomado de”No Safe Haven” serie de artículos sobre violencia doméstica aparecida en el número de julio/agosto de Mother Jones. Publicado con autorización. Para leer el resto de los artículos o para suscribirse, visite www.motherjones.com Sin título. Foto: Andrea Simonato
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Karen Houppert
Weapons. Foto: José A. Warletta
El pasado mes de febrero, en el Fuerte Bragg, de Carolina del Norte, el aprendiz Richard Corcoran, de las fuerzas especiales del Ejército, se enojó con su esposa, Michele, de quien se encontraba separado. Se había enojado antes con ella, pero ésta sería la sexta y última vez que el Departamento del Sheriff del Condado de Cumberland fuera llamado para resolver un “disturbio doméstico” entre Corcoran y su esposa. A las 8:30 de la noche Corcoran llegó a la casa de su esposa Michele, de 30 años, y la siguió con un arma de fuego mientras ella intentaba huir a casa de un vecino. Además de Michele, hirió a un soldado del Fuerte Bragg que estaba en la casa; después, con la misma arma,se suicidó. Todo esto aconteció mientras su hija de siete años dormía en otro cuarto. Michele Corcoran es el décimo soldado, asignado al Fuerte Bragg, que ha cometido suicidio debido a violencia doméstica desde el año 2002. También en este Fuerte, en un periodo de seis semanas cuatro mujeres fueron asesinadas por sus esposos o ex-esposos. Según cifras del Ejército, en el Fuerte Bragg, entre 2002 y 2004, han habido 832 personas que han sido objeto de violencia doméstica. Sin embargo, el ataque de Corcoran sobresale. Pues no sólo acababa de asistir esa misma tarde a una terapia obligatoria —lo que pone en duda la eficacia de estas sesiones que el Ejército considera la piedra angular de su programa de tratamiento de violencia doméstica— sino que Corcoran tenía un pasado por el cual debió haber sido dado de baja del Ejército: a los 19 años había sido procesado por violación. El 1 de marzo de 1989, en la ciudad de Glen Ridge, Nueva Jersey, Corcoran y otros seis atletas de la secundaria atacaron con palos y un bate de beisbol a una retrasada mental. También la violaron. Los otros muchachos admitieron su culpabilidad, pero Corcoran se mantuvo en que él sólo había sido un espectador. Cuatro de los muchachos fueron juzgados y condenados al cabo de cinco meses. En 1994, y faltando tres días para la fecha del juicio de Corcoran, los padres de la víctima decidieron que lo más saludable para su hija era olvidarse del asunto. Debido a ello se cerró el caso contra Corcoran. Varios años después, Richard Corcoran se alistó en el Ejército. Entre los miembros del Ejército la violencia doméstica es un fenómeno que se da con frecuencia —o, como lo llaman ellos mismos “es un asunto de agresión conyugal”. Se cree que cuando los soldados vuelven de una zona de guerra —como Corcoran, que pasó ocho meses en Afganistán—, pueden ser violentos en el hogar debido a lo que se conoce como “estrés postraumático”. Pero esta postura no tiene fundamento. El Departamento de Defensa (DoD) no analiza los números de pre y post-despliegue en las zonas de guerra. El hecho es que los índices de violencia doméstica por parte de los miembros del Ejército han ido en aumento en los últimos años. Estos índices son de dos a cinco veces más altos que entre los civiles, dependiendo del estudio que se consulte. En la década pasada, los mandos militares observaron en silencio cómo los índices de violencia doméstica iban ascendiendo de 19 por cada 1,000 soldados en 1990, a 26 por cada 1,000 soldados en 1996. Después de que acusaran a tres soldados asignados en el Fuerte Campbell, en Kentucky, de matar a sus esposas o novias, el Congreso, alarmado por la situación, nombró un comité para que investigara e hiciera recomendaciones.
El año pasado, según las cifras del DoD, se reportaron 16,400 casos de violencia doméstica, 9,450 de ellos verificados. Estas cifras nos dan como resultado un índice de 14 casos por cada 1,000 parejas, comparado con tres por cada 1,000 civiles. Y hay que considerar que muchos soldados pasaron toda o una parte del año pasado desplegados en la zona de guerra, y por ello estuvieron separados físicamente de sus esposas. La dirigencia militar ha aceptado que se enfrenta a un problema pero señala que su población es desproporcionadamente joven y pobre; y que esta circunstancia hace que la violencia doméstica se dé con más frecuencia. (Con respecto a este punto, existe una gran diferencia de opiniones entre los expertos de si eso es así porque los jóvenes y los pobres —que tienen más probabilidades de entrar en contacto con el sistema gracias a los refugios, los servicios sociales y las cortes— están siendo contados en exceso). Mientras tanto, los abogados especializados en la violencia doméstica afirman que las cifras de militares que infringido la ley en este sentido son incluso más altas que las que proporciona el DoD. Si las esposas de los militares viven fuera de la base —como ocurre con el 60% de ellas— y llaman a la policía o a los refugios locales en busca de ayuda, existe la posibilidad que no se registren. Además, los militares definen la violencia doméstica de una manera no muy estricta: solamente cuentan los incidentes contra un cónyuge legal. Lo curioso es que la mitad del millón y medio de soldados alistados en el Ejército son solteros, divorciados, viven con una novia, o bien salen con mujeres de un modo ocasional o simplemente “no saben, no contestan”. Hace 20 años cuando el Ejército realizó su plan para prevenir los casos de violencia doméstica, era muy común que se les denomira “problemas de tipo conyugal” y los refirieran a los terapistas. Incluso hoy, a los militares que golpean a su pareja generalmente se les ordena asistir a una terapia colectiva para controlar este tipo de impulsos; también se les ordena asistir a sesiones de consejería. Estos dos tipos de terapia son considerados ampliamente ineficaces por la mayoría de los expertos civiles. “Estas tipos de terapia no han funcionado del todo, pues la violencia doméstica no es una enfermedad; es una actitud. Se trata de personas que creen que tienen el derecho de hacerles esto a sus esposas”, dice la abogada Juley Fulcher, quien ha trabajado a lo largo de muchos para la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica. Agrega que “el día que estos individuos empiecen a confrontar a su oficial en jefe porque están enojados y no pueden controlar su ira, entonces cuestionaremos esa teoría.” Según Deborah Tucker, directora del Centro Nacional de Violencia Doméstica y Sexual en Austin, Texas, y quien ha codirigido el Comité de las Fuerzas de Defensa en contra de la Violencia Doméstica, el Ejército ha avanzado en su intento
por solucionar este problema. En 2003 acordó adoptar 194 de las 200 recomendaciones del mencionado comité para mejorar los servicios que se dan a las víctimas y, asimismo, para que el agresor asuma su responsabilidad. No obstante, después de dos años siguen sin implementarse muchas de estas recomendaciones, circunstancia que la preocupa, aunque añade que “algunos consideran que se ha estado trabajando mucho más rápido de lo normal”. Mientras tanto, el Ejército se enfrenta a nuevos escándalos de acoso sexual entre sus filas, a violaciones en la Academia de la Fuerzas Aérea y a informes sobre los altos índices de asaltos sexuales en contra de sus soldados femeninos. Éstos son comportamientos que existen unidos a la violencia doméstica, explica Tucker. “Para suprimir este tipo de violencia tanto en el Ejército como en los Estados Unidos hace falta un cambio cultural que condene la violencia y la tipifique como un comportamiento criminal, y que no se la excuse debido al comportamiento de la víctima, al consumo de alcohol o de drogas, o bien a la presión bajo la que está el agresor o, incluso, a su grado de arrepentimiento una vez consumado el crimen”. Tucker insiste en que debe ser el alto mando militar el que abra el camino hacia el cambio; recomienda que se apliquen estos cambios desde los comandantes de las bases hasta los reclutadores que buscan gente en los centros comerciales locales. Demos una prueba de que la violecia doméstica seguirá sucediendo. Veamos la trayectoria de Richard Corcoran. Los reclutadores del Ejército pudieron haber señalado que el hecho de haber presenciado el asalto sexual sin hacer nada en aquel sótano, ese día de invierno, en Glen Ridge —de la misma manera en que muchos soldados de Abu Ghraib sólo “observaban”— iba en contra de los principios de honor e integridad del Ejército. Se puede considerar un anticipo de que este soldado carecía de respeto por la mujer, y quizás de la ley. Pero ¿es posible que el Ejército no supiera nada acerca de dicha violación? “Seguramente lo sabían”, dice el fiscal Roberto Laurino del condado de Essex, quien participó en el primer juicio de Glen Ridge. Por cierto, un reclutador se reunió con Laurino en esos días. “¿Conoce usted a este hombre? Dígame, ¿cuáles son sus antecedentes?”, Laurino recuerda haberle hecho estas preguntas. “Sí”, contestó el reclutador a Laurino. “Y ése es justo el tipo de individuo que queremos convertir en hombre”.
Traducción: Verónica Esteban Tomado de”No Safe Haven” serie de artículos sobre violencia doméstica aparecida en el número de julio/agosto de Mother Jones. Publicado con autorización. Para leer el resto de los artículos o para suscribirse, visite www.motherjones.com
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Jochy Herrera
Los juegos de los pueblos revelan mucho de lo que ellos son. Marshall McLuhan
La Academia Norteamericana de Pediatría calcula que los jóvenes menores de 18 años invierten un promedio de siete horas diarias en medios audiovisuales (videos, películas y computadoras); con la excepción del sueño, esta actividad ocupa la mayor parte de su tiempo fuera de la escuela. Al momento de completar la educación elemental la mayoría de los niños han visto ocho mil asesinatos en pantalla. Al comienzo del nuevo milenio, las estadísticas estadounidenses reportaban más de 3,220 adolescentes muertos anualmente, como resultado de heridas por armas de fuego (unas nueve muertes diarias); y que más de 150 mil han sido arrestados cada año por cometer crímenes violentos. Un estudio del Departamento de Educación reveló que durante el mismo periodo, el 6% de los maestros de las escuelas primarias han sido agredidos físicamente por sus estudiantes. Tras una encuesta realizada hace varios años, la oficina federal del Centro de Control de Enfermedades calculó que el 17% de los estudiantes de secundaria llevaban un arma a la escuela. Estos datos, más que alarmantes, reflejan la progresiva transformación de nuestra sociedad en una comunidad plagada de violencia injustificada e indiscriminada; violencia que hace estragos tanto en las víctimas como en los victimarios, y lo peor es que muchas veces las autoridades gubernamentales se mantienen indiferentes a ella a pesar de que la violencia penetra todos los estratos socioeconómicos y raciales. La industria La industria del videojuego ha sido una de las más prósperas, pues desde su aparición en los años setenta ha crecido de manera exorbitante; hoy en día el videojuego es el pasatiempo número dos, superado solamente por la televisión. Los simples e inocentes juegos pioneros de Pac Man y Atari han sido reemplazados por sofisticados programas interactivos que combinan animación computarizada y clips de figuras humanas en roles variados. Múltiples estudios revelan que los videojuegos preferidos tienden a ser los más violentos. En los Estados Unidos, el 92% de los niños son usuarios regulares (unos 66 millones, de los cuales 20 millones son menores de 12 años), y cada uno invierte un promedio de 13 horas semanales. Estos juegos los encontramos en el 54% de los hogares con niños, también en cafeterías, tiendas, centros comerciales, parques, locales de entretenimiento y antesalas de teatros. El lucrativo hobby representa un ingreso de más de diez mil millones de dólares por año para las principales compañías productoras (Sega, Nintendo, Sony PlayStation, Turbo Technologies y SNK). Después de la tragedia de la secundaria Columbine en 1999, el presidente Bill Clinton solicitó a la Federal Trade Commission (FTC) investigar si la industria de los medios promovía material violento a niños y adolescentes. Los resultados mostraron un patrón ilustrativo del agresivo mercadeo de películas y juegos violentos orientado a los niños del país. Después de estos resultados, ¿cómo es que se continúa con la producción y venta de videojuegos violentos tanto a nivel nacional como internacional? El Dr. David Walsh, autor de Selling Out America’s Children, lo responde: “El entretenimiento de carácter violento está dirigido a los niños porque es rentable. El que sea correcto o no, beneficioso o dañino no cuenta, la única pregunta es si venderá o no”. Psicología de los juegos Desde las investigaciones pioneras de Albert Bandura en 1965, psicólogos y estudiosos entienden que las expresiones agresivas de un menor son en parte influidas por las conductas observadas; mientras más agresivas sean éstas, mayor es la agresividad manifestada por ellos. Los niños aprenden a partir de la observación y la imitación, y no desde su perspectiva personal. Este concepto básico que explica el “aprendizaje social” fortalece los planteamientos expresados por los expertos: a) los niños que se exponen a la violencia repetidamente, es probable que la vean como un método efectivo para solucionar conflictos, b) la observación de actos violentos en un contexto fantástico conlleva una pérdida de la sensibilidad del individuo ante el sufrimiento en la vida real, c) la violencia presentada como entretenimiento crea la
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falsa percepción de que el mundo es un lugar peligroso y malintencionado, d) la violencia induce al miedo de ser víctima y a una conducta de desconfianza y autoprotección sobre todo si la violencia es exagerada, e) los jóvenes expuestos a mucha violencia muestran una mayor tendencia a conductas agresivas cuando son adultos, f) la fantasía del juego reemplaza el mundo real y al convertirse en la única fuente de gratificación emocional y de autoestima, conlleva a la adicción al juego, g) estadísticamente, el grado de correlación entre la violencia en los medios y el comportamiento agresivo es mayor que el que existe entre el sexo sin protección y la transmisión de VIH, h) los estudiantes expuestos a mayor cantidad de violencia obtienen calificaciones más bajas, participan en menos actividades extracurriculares, pelean en la escuela con mayor frecuencia y podrían padecer de trastornos conductuales, de aprendizaje y del sueño. ¡Sangre, sangre y más sangre! Las características de los actos violentos que aparecen en estos juegos merece una atención detallada, ya que no se trata de “simplemente matar” como parte de un pasa rato imaginario. Se trata de que el jugador planee, ejecute y sea premiado por una muerte grotesca, morbosa, repetitiva, al azar, indiscriminada, a veces cómica pero sobre todo, que mate sin ser juzgado o castigado. Bastarían algunos ejemplos de los juegos más vendidos: en Grand Theft Auto: San Andreas, el héroe jura vengar la muerte de su madre restau-
rando la gloria de la ganga del vecindario; gana puntos matando policías, violando, robando autos y hogares indiscriminadamente. Technocop muestra efectos especiales de cuerpos mutilados cuyas partes sangran y se contraen tras ser desmembrados por el jugador. En Carmageddon se atropellan peatones y ancianas para ir avanzando la puntuación hasta acumular un máximo de 33 mil muertes. El éxtasis de la violencia contra la mujer virtual aparece en Duke Nukem, donde Duke, el jugador, enfrenta mujeres desnudas atadas a postes que le ruegan las mate a gritos de kill me, kill me! En Grand Theft Auto 3, considerado el videojuego más popular de 2002 luego de vender 30 millones de copias, el jugador debe golpear o asesinar a una prostituta a fin de recobrar su dinero, luego de mantener relaciones sexuales con ella. ¿Controversia? Extensas investigaciones en el campo de la psicología y la sociología concluyen que de todos los factores determinantes de la conducta violenta juvenil, el más poderoso y frecuente es la exposición previa a la violencia. Antes de los ocho años de edad, somos incapaces de discriminar entre fantasía y realidad; la violencia en la pantalla nos es tan real como la que observamos en casa o en la comunidad. El salto de la niñez a la adolescencia requiere la solidificación de la capacidad de pensamiento abstracto y de control social individual. Este paso es fundamental en la preparación del individuo ante los desafíos de la vida adulta, y de ocurrir en un contexto de violencia, social o imaginada (distorsionada y magnificada por los medios) podría aca-
rrear consecuencias imprevisibles. Entendemos, por supuesto, que para que la exposición a estos juegos logre un impacto más allá de lo transitorio, es necesario que se dé una serie de factores. Entendemos también que en muchos casos hay elementos que predisponen a la violencia, resultado de circunstancias individuales no aplicables al grueso de los menores. Desafortunadamente, la industria de los videojuegos insiste en que éstos carecen de efectos perjudiciales y que por el contrario, son capaces de mejorar la destreza y concentración de los niños. Si bien es cierto que las habilidades visuales podrían ser estimuladas, no menos cierto es que su influencia dañina es abrumadora: a partir de los años cincuenta, más de 3,500 publicaciones y estudios científicos han demostrado una fuerte correlación entre el comportamiento violento y la exposición a la violencia en los medios. En dichos medios, esta conducta por lo general es examinada en el contexto equivocado y sin mostrar los costos y sufrimientos inducidos a la víctima; en los videojuegos se persigue una satisfacción temporal, un thrill inmediato sin enfrentar las consecuencias ni asumirlas. A pesar de la relativa juventud de los videojuegos y la computadora, recientes investigaciones indican que su sofisticación y su carácter repetitivo los hacen más capaces de promover conductas antisociales y agresivas que las imágenes televisivas tradicionales. Algunos sociólogos han sugerido una relación entre la criminalidad de índole violenta y la proliferación de armas de fuego en el país; como ejemplo citan las cifras de muertes que éstas causan cada año: dos en Nueva Zelanda, 15 en Japón, 30 en Inglaterra, 106 en Canadá, 213 en Alemania y 9,390 en los Estados Unidos. Otros consideran que la política belicista de la mayoría de los gobiernos estadounidenses recientes, ha dado como resultado el carácter social destructivo manifestado al interior de su sociedad: la incidencia de homicidios aumentó en un 42% después de la guerra de Vietnam; El caso de Timothy McVeigh (un veterano del Ejército condecorado por su participación en la Guerra del Golfo), culpable del atentado de Oklahoma City; los hechos acaecidos en Columbine, un pueblo en el que sus habitantes son profesionales blancos empleados por empresas militaristas como Lockhead-Martin, productora de misiles y equipos de guerra para el gobierno federal. Pero pareciera que las autoridades gubernamentales están conformes con este carácter destructivo que cada día prolifera más, pues en junio de 2004 la oficina de Goverment's Applications del Ejército anunció la formación de un estudio de videojuegos donde expertos de la industria crearán el software necesario para diseñar juegos donde se estará dando entrenamiento militar. Las agencias reguladoras y los políticos Australia, Japón, Suecia y Canadá han adoptado posturas más firmes que las estadounidenses frente a la proliferación de los juegos hiperviolentos al prohibir su promoción y venta. En los Estados Unidos la clasificación (rating) de los videojuegos curiosamente está a cargo de la misma industria que los fabrica: el Entertainment Software Review Board (ESRB), que se autocensura aplicando criterios secretos tanto para el público como para la Federal Trade Commission. Los miembros de dicho Board son elegidos por el brazo de cabildeo de la ESRB, The Interactive Digital Software Association. Varias organizaciones no profesionales están tomando cartas en este asunto: las más activas son Adults and Children Together Against Violence y el National Institute on Media and Family que el pasado noviembre presentó su reporte anual sobre la industria. En él se enfatiza no sólo la peligrosa proliferación de juegos hiperviolentos, sino la ineficacia del sistema de ratings en prevenir a los menores su acceso. Además, llamó la atención a un juego comer-
cializado hace apenas unos meses (JFK Reloaded); en donde el protagonista es el asesino del expresidente Kennedy. Posteriormente, las demandas para una mejor regulación se hicieron escuchar en el Senado en palabras de legisladores como Joe Lieberman: “El hecho de que el asesinato de Kennedy, que rompió nuestros corazones y alteró nuestra historia, sea el tema de un videojuego comercial es algo increíble, atroz y repugnante”. Los estados de Missouri, Indiana y Washington han intentado regular la venta de juegos violentos a menores pero han sido bloqueados por jueces federales bajo alegato de violación a las libertades públicas. La legislatura de Illinois hace apenas siete semanas aprobó mayoritariamente una propuesta similar a la de los estados mencionados, la cual se convertirá en ley en caso de ser firmada por el gobernador Rod Blagojevich. Colofón Es impráctico y fútil proponer medidas correctivas a la epidemia de videojuegos hiperviolentos sin considerar el contexto social donde la violencia ocurre. Limitar una forma de agresión y otra no, paliar con prohibiciones, legislar la venta y la promoción de este pasatiempo, son pequeñísimas medidas que fallarán a mediano y largo plazo. Tampoco consideramos que el simple uso de estos juegos sea la causa directa de la violencia atroz a la que hemos hecho referencia. Sin embargo, es importante impulsar una campaña de concientización al interior de la soicedad civil estadounidense que tenga como metas: 1) que la regulación de los videojuegos deje de estar en manos de la misma industria que los produce y sea entregada a las instituciones apropiadas; 2) tomar las medidas necesarias para mantener la violencia fuera de la agenda infantil en la televisión, en la música y en el cine; 3) que las difíciles condiciones socioeconómicas prevalecientes en una gran parte de la población sobre todo urbana, sean aliviadas con mejores escuelas y empleos, con centros comunitarios que provean formas de entretenimiento más constructivas y saludables, talleres y opciones para después de clase, y 4) que los padres tomen conciencia del problema manifestándolo desde ya con un boicot a la compra y alquiler de estos juegos.
Jochy Herrera es escritor dominicano. Reside en Chicago.
La violencia doméstica es una crisis en la que viven miles de familias en nuestra comunidad, que implica abuso físico, verbal, psicológico y sexual. Durante mucho tiempo me he preguntado si las mujeres latinas venimos cargando ancestralmente con una cultura de abusos. Creo que sí. Jamás se nos enseña cuáles son nuestros derechos —porque generalmente tenemos que conocer muy bien nuestras obligaciones— y, lo más grave, es que esto ocurre en nuestro entorno inmediato, el hogar. En algunos de nuestros países enviar a una hija a la universidad es casi imposible, por lo que resulta más fácil y redituable enseñarle los quehaceres domésticos para que pueda aportar dinero en forma rápida. Generalmente estas jóvenes provienen de las provincias, así que trabajan en la capital o viajan a los países limítrofes, lugares donde, en la mayoría de los casos, son abusadas. En este entorno cultural, estas jóvenes nunca aprendieron a decir no, y de esta manera se origina un círculo de abusos, en el que más tarde se ven involucrados los hijos. Los niños, por ser los más débiles en esta pirámide de abusos, es muy poco lo que pueden hacer para dejar de ser víctimas, por lo que son ellos los más afectados. Cuando estamos involucradas en una situación de abuso reconocemos como víctimas que contamos con elementos a nuestro alrededor para dejar de serlo; pero la decisión de usar esos elementos se vuelve tardía porque hay factores que se ven comprometidos, como el miedo al desamparo económico y a las represalias de parte del abusador. Aquí, en los Estados Unidos, muchas veces los vecinos o las propias víctimas llaman solicitando ayuda a la policía, que responde con cierta rapidez; a diferencia de nuestros países, donde se cree que si la mujer es víctima de algún tipo de abuso es porque se lo merece. Lamentablemente, cuando la policía llega al lugar, por lo general la víctima se niega a denunciar al victimario por temor. En nuestra comunidad, la violencia doméstica es pan de todos los días, creándose así un círculo patológico difícil de romper. Tres elementos que influyen en esta situación son el alcohol, las drogas y por supuesto la desinformación. Todo esto hace que a la víctima le resulte imposible romper el círculo sin la ayuda correspondiente. Muchas veces los vecinos y los parientes interceden, tratando de apoyar a la víctima, al llamar a la policía o brindarles refugio en sus casas, pero lamentablemente la víctima suele regresar con su victimario. El riesgo del regreso suele ser mortal; la víctima resulta gravemente herida y muchas veces pierde la vida. Las organizaciones de ayuda gratuita son de vital importancia en nuestra comunidad, pues cuentan con diferentes tipos de talleres y consejería. Allí, las mujeres no sólo aprenden a conocerse, sino también a respetarse y a reconstruir su autoestima. Cuentan también con consejería legal; allí aprenden cuáles son sus derechos y cuáles son las herramientas que deben usar para frenar el ciclo de abusos. He aquí tres organizaciones de ayuda:
Colaboración anónima
Latino Counseling Services 3225 N. Sheffield (773) 549-5886
Mujeres Latinas en Acción 1718 W. 17th St. (312) 226-1544
West Side Domestic Abuse 2741 Spaulding Ave. (773) 862-5408 Grand Theft Auto 3
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Moira Pujols
El tema de la violencia urbana es constante en la obra de Luis J. Rodríguez, sin duda uno de los escritores chicanos más importantes. Se dio a conocer con su obra Always Running: La Vida Loca, Gang Days in L.A. Luis, además, ha realizado un trabajo social quizá tan importante como su creación literaria. Entre otros proyectos, Luis y Trini, su esposa, crearon Tía Chucha Café Cultural en Sylmar, California, donde ahora residen. Luis ha trabajado con Mosaic Multicultural Foundation desde 1994 con Michael Meade. La fundación tiene como misión crear alianzas multiculturales para guiar a la juventud y a quienes en general encaran problemas raciales o relacionados con la violencia. En la siguiente entrevista el novelista y poeta nos habla del impacto que la violencia ha tenido en su obra y en su vida.
sí hay conflictos, porque a nuestras conferencias vienen desde profesionales hasta pandilleros, y para muchos es la primera vez que chocan. Se permite que griten y lloren, que se manifiesten las emociones y que se dé la poesía, la canción y la danza. Esto es básicamente lo que hacemos: despertamos su creatividad por medio de las artes y en especial por medio de la expresión oral, del lenguaje. Con este cimiento se puede llegar a formar la identidad individual y social del hombre.
Has dicho que escribir te salvó de una vida de violencia. Ya pasados los años, ¿ha cambiado tu perspectiva sobre la violencia? Mi concepto de la violencia es ahora más amplio. Sería fácil decir que fui presa de la violencia y que un buen día renuncié a ella, pero realmente ha sido la imaginación lo que me ha permitido hacerlo; ahora equiparo la violencia con la falta de imaginación. Salirte de la violencia no es algo difícil; necesitas salidas creativas, mantener un balance que te permita encausar esa energía. La violencia es una presión que se acumula, y muchas veces gira alrededor de cuestiones raciales. Pues sientes la división racial y tus propias limitaciones.
Pareciera que nuestros jóvenes están condenados a encontrar belleza en sus vidas a partir de la ira, tal y como te ocurrió a ti. Pero es que está bien que partan de la ira. Estos jóvenes están más que deseosos de acabar con sus sentimientos violentos. En nuestras conferencias dejamos que todo salga a flote, porque esa furia que llevan muy dentro es también una pena profunda. Es difícil, sobre todo para los hombres llegar a ese punto, pero si permitimos la expresión canalizada de esa violencia, y si se explora con la debida profundidad, aflora un verdadero júbilo. Y la alegría que sienten es profunda. Nosotros facilitamos ese proceso, creamos un microcosmos de lo que puede suceder en la comunidad.
¿Limitaciones percibidas o reales? Los blancos piensan que les tocan ciertos privilegios; se sienten con derecho a ciertas cosas, y los negros y los latinos sienten sus vidas limitadas. Por esto la cuestión interracial es lo que más engendra sentimientos de ira. En algún momento salen a flote y muchos no lo pueden aguantar. ¿Y se manifiesta esta ira en las relaciones interraciales en Los Ángeles? Los Ángeles es la ciudad más volátil del país. Es como la última estación del tren, la última oportunidad. Aquí tenemos la mayor concentración de todo: de mexicanos, de centroamericanos, de filipinos, de vietnamitas. Aquí llegan todos. El sistema carcelario de California adoptó por años una política de segregación racial de los prisioneros, para evitar que salieran a flote muchos conflictos, política que por cierto acaba de declarar inconstitucional la Corte Suprema este año… El sistema en California perpetúa la violencia porque te obliga a competir por los recursos y el poder. Meses atrás hacía unos talleres en la prisión de San Quintín cuando se dio una situación de lockdown; de repente encerraron en sus celdas a todos los prisioneros blancos, porque había ocurrido un incidente con uno de ellos. Si bien desde el punto de vista puramente de control estos métodos reconfortan a algunos, lo que realmente se logra es fomentar más problemas raciales. Los presos se ven obligados a jugarse el respeto, el poder y hasta su valor humano. Lo que pasa es que para las autoridades es más fácil segregar que entablar diálogos. Hace 30 años también tenían celdas para blancos, celdas para chicanos y celdas para negros en el Cook County. En tu trabajo con la fundación Mosaic te encuentras con muchos de estos jóvenes que son presa de conflictos de origen racial y de clase. ¿Son suficientes la educación y el poder de la palabra para ayudarlos? Son el cimiento. Pero tiene que haber más. Nosotros decidimos valernos de la poesía, la música, la danza, el tambor. Y del ritual: le es más fácil a la gente verter sus conflictos en un ritual. Hay libertad en el entorno que les ofrecemos, pero, claro, tenemos un convenio de que pase lo que pase no se acepta la violencia. Y 8
Pero, ¿dónde encontrarán ellos un espacio equivalente en la comunidad? La creatividad, las artes la expresión tienen que estar presentes en la comunidad. Tienen que existir más oportunidades para transformarse en alguien creativo. Cuando fundamos Tía Chucha Café Cultural, no existía otra cosa en nuestra comunidad; los jóvenes no tenían dónde pasar un rato, dónde pintar. Cuando hacían graffiti, era borrado inmediatamente. Pero aprender ha transformado a la comunidad, y eso que somos una semilla nada más. La gente está ávida de libros, de ideas, de diálogo. Para mí, esto es parte de la solución, echar raíces por medio de la expresión poética y artística. En la comunidad tenemos que contar con mentores que guíen y enseñen. Hay que darles cariño a los jóvenes e inculcar conciencia en ellos, y cuando pierdan el control que no lo haga la comunidad. La comunidad tiene que ser lo suficientemente sólida para sostenerlos. ¿Y cómo se sobrellevan esas crisis? En este país el sistema está demasiado centrado en la punidad. ¿Recuerdas a esa niña de cinco años que se portó mal en el aula y la
arrestaron? [En marzo de este año, en St. Petersburg, Florida, la policía arrestó una niña por tirar libros y cajas, y patear a su profesora cuando le quitaron unos dulces]. ¿Cómo es que un policía no puede hablar con esa niña? ¿Qué nos ha pasado? En tus escritos recientes sobre la Mara Salvatrucha has planteado que de los Estados Unidos se exporta la violencia pandilleril. Esa no es la opinión del ciudadano promedio, que piensa quizás lo contrario. En El Salvador la pobreza es tanta que los pobres se preocupan sólo por sobrevivir. En los Estados Unidos hay tantos recursos, que los pobres se sienten muy lejos de los ricos, y la única manera de hacerse sentir es por medio de las pandillas. En El Salvador, aún con el trauma de haber sufrido una guerra civil, nunca se había producido este tipo de pandillas. Éstas vinieron de Los Ángeles. En Los Ángeles, los jóvenes salvadoreños se enamoraron de los tatuajes, el vestuario, el habla, el paso… Los Estados Unidos ha contribuido a su proliferación, y ahora la policía los tiene en la mira como si este trauma de las pandillas hubiese venido de América Latina, cuando fue en Los Ángeles que se originó. Entonces, ¿por qué son ellos el blanco? Hay peores pandillas. Es porque son inmigrantes indocumentados. Son vulnerables porque no están bien organizados. No quiero decir que no sean violentos, pero la mayoría son muchachos tatuados que lo que quieren es inspirar miedo y nada más. Pero lo que va a lograr el gobierno es convertirlos en algo peor, como hicieron con Al Qaeda, que lo convirtieron en grupo terrorista mundial. Esta opinión tuya puede no gustar mucho… La gente se molesta cuando lo oye. Es como la guerra contra las drogas, que el problema acabó peor de como estaba; antes de empezar con esto, no se veían metanfetamina, éxtasis... Lo cierto es que esta política del gobierno creó toda una industria carcelaria y policíaca. Pareciera que el objetivo es crear un problema masivo para luego crear una solución igualmente masiva. Esta situación que pintas no parece dar mucho espacio a la búsqueda de conciliación, de paz. Para la paz no hay fondos. No les conviene disminuir la maquinaria militar que se ha creado. Moira Pujols es traductora e intérprete dominicana radicada en Chicago. Es directora ejecutiva de contratiempo.
Cindy Martínez
El pandillerismo no es un problema nuevo y siempre ha estado presente en la historia y en cada cultura. En el siglo XIX cuando los inmigrantes europeos llegaban a estas tierras con la ilusión de alcanzar una vida mejor, muchos de ellos se encontraron viviendo en barrios pobres en condiciones lamentables. Esto provocó que la juventud manifestara sus frustraciones y cólera a través de actos violentos en grupo, fue así como surgieron las primeras pandillas neoyorquinas. En Chicago, las pandillas tomaron otro rumbo. Basta recordar los viejos tiempos de Al Capone cuando las pandillas alrededor del crimen organizado tenían una fuerza y una estructura muy sofisticada. En ese tiempo Al Capone y sus partners in crime vendían protección y brindaban la oportunidad de gozar de los placeres prohibidos, como el alcohol, las drogas y los juegos de apuesta. Pero ese tipo de estructura no se dio de un día para otro. Al Capone tuvo que ganarse la confianza, el miedo y el afecto de quienes lo seguían. Y eso es precisamente lo que los líderes de cualquier pandilla han hecho a lo largo de la historia y lo siguen haciendo hoy en día. Tratar de comprender por qué un joven ingresa a las pandillas no es cosa del otro mundo. Muchísimos de los residentes de los barrios de Pilsen o La Villita conocen a alguien o tienen a algún familiar cercano o lejano que está involucrado en las pandillas. En estos barrios, se sobrevive con escasos recursos; los padres trabajan en uno, dos o tres lugares, y los hijos, en muchos casos, tienen que ayudar con la manutención del hogar desde temprana edad. Ante la destrucción del núcleo familiar por las nuevas condiciones que rigen a la sociedad, la juventud busca un hogar, una pila de amor y otra de dinero fácil, y a menudo todo eso lo encuentran en las pandillas; es por eso que se vuelven tan atractivas. Al menos así le pareció a Reymundo Sánchez, quien escribió su testimonio y lo redactó en los libros My Bloody Life: The Making of a Latin King y Once a King Always a King: The Unmaking of a Latin King. Sánchez narra el viaje turbulento que vivió dentro de una pandilla al quedar a la deriva familiar. Pero ¿de qué manera la pandilla se convirtió en su salvación y en su condena de muerte?
Pandilleros posan para el documental The Latin Kings. Foto: Maria Greenfield
Nación global: miembros de los Latin Kings muestran en Nueva York sus señas de identidad en todo el mundo.
Todos estamos buscando un lugar to call home y para Reymundo no fue fácil encontrarlo. Su niñez no fue una perita en dulce; siempre hubo una sombra que la tapara o una espina que no lo dejara andar en paz. Se quedó huérfano de padre y tiempo después de todo el mundo. El único recuerdo que Reymundo guarda de su tierra natal, Puerto Rico, es cuando su primo Alberto lo violó. Tiempo después del fallecimiento de su padre, su madre se volvió a casar y su padrastro decidió emigrar a los Estados Unidos. La familia se instaló en la Ciudad de los Vientos, y La Villita fue el primer barrio donde se acomodaron. Aunque Reymundo apenas contaba con siete años, pronto cayó en cuenta que el barrio era mexicano y que los puertorriqueños no eran aceptados del todo. De vez en cuando escuchaba a los vecinos gritar: “Arriba México, abajo Puerto Rico”, pero eso no impidió que Reymundo encontrara amistades en las calles porque en su hogar había comenzado a convertirse en un purgatorio, pues ya se había pasado de la violencia verbal al abuso físico. Poco a poquito Reymundo fue encontrando refugio en la escuela y en la calle hasta que un día el padrastro no regresó al hogar y por unos días Reymundo fue feliz, pero pronto su madre encontró otro novio y la familia se mudó a Humboldt Park. Rápidamente, Reymundo se enamora de su nuevo barrio. Se convierte en un estudiante
ejemplar y se dedica a jugar baseball en su tiempo libre. Hace amigos rápido: Jorge, Julio y Noel son los amigos que le enseñan el teje y desteje de Humboldt Park. Pero en el momento que nació su hermano Pedrito todo cambió. Comenzó a odiar las vacaciones porque no se podía escapar del infierno familiar. Ahora pasaba más y más tiempo en el parque y el clubhouse. Mientras que Reymundo y sus amigos jugaban baseball, los demás chavos y chavas se juntaban en el clubhouse a tomar, fumar y tirar party. “All the good looking girls hang out with these guys, I want to be like them” se decía Reymundo una y otra vez cuando miraba todo el mitote que los chavos armaban. En ese momento su mirada había encontrado otro objetivo ajeno a los libros y se había detenido en los sensuales cuerpos de las chicas. Reymundo ya no quería ser un espectador más del grupo sino formar parte de él. Como era de esperarse, la violencia familiar se volvió inaguantable y al padrastro se le ocurrió regresar a Puerto Rico, pero la cura resultó peor que la enfermedad ya que todos los días había pleitos en la casa. Ahora fue la madre quien decidió mandar a su hijo de regreso a Chicago. Reymundo llegó a vivir con el hijo de Pedro, quien además de vender drogas se la pasaba rodeado de junkies, prostitutas y homeless en Humboldt Park. Ahora Reymundo pasaba todo el tiempo en el clubhouse y en la calle. Sus noches eran una fies9
ta interminable, abundaban las drogas y la violencia, pero él ya no era la víctima. Humboldt Park perdió aquel toque mágico que tenía cuando los king brothers lo golpearon por un minuto ininterrumpidamente para que oficialmente pasara a formar parte de la familia. Sus nuevos brothers lo bautizaron como Lil Loco. Entonces contaba con 14 años y esa noche como muchas otras Lil Loco y sus brodercitos gritaron “Amor de Rey” hasta desgañitarse. Esa noche también aprendió la regla de oro: “antes de que los otros te disparen, dispárales tú primero”. Aprendió a hablar y a vestir como pandillero. La escuela dejó de ser un lugar de instrucción y se convirtió en un foro donde representaba a su pandilla. Poco a poco dejó de frecuentar la casa de su hermanastro y empezó a quedarse con María, quien le enseñó a “complacer a las mujeres”. Cada vez que hubo una oportunidad de confrontación con otras pandillas Lil Loco siempre estuvo trucha, pero corrió con suerte. Sus amigos no tanto ya que perdió a muchos bajo fuego enemigo. Su vida se mantuvo en constante peligro, siempre andaba corriendo, escondiéndose y tratando de demostrar su hermandad a la nación. La caída de Lil Loco comenzó cuando se fue a vivir con La Loca, una Latin Queen, de 28 años y miembro de la familia Kings desde los 13 años. Era madre de tres hijos de un jefe King quien se encontraba en la cárcel pagando una sentencia de cadena perpetua. A pesar de que La Loca vivía con Lil Loco, todavía servía de mula y cada fin de semana entregaba un cargamento de coca en la prisión y además tenía relaciones con otros Kings encarcelados para subir de rango. Aunque las visitas conyugales están prohibidas, La Loca se las ingeniaba con sobornos a las autoridades; pagaba con drogas o con dinero. Durante una de sus visitas, La Loca quedó embarazada y el jefe King comenzó a abrumar a Lil Loco porque no había podido prevenir que La Loca quedara embarazada: “What a pussy!”, le mandó decir. Lil Loco sacó una pistola y le disparó al mensajero en la rodi-
Antes que nada, Juan, debo decirte que cada día te extraño más. Hace ya casi un año…, el 12 de julio para ser exactos. Entonces no me di cuenta de mi nueva realidad; después
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lla. El jefe de los Latin Kings del norte declaró que no lo mataran, pero ordenó que lo golpearan durante tres minutos y además lo desterraron de los Latin Kings. Lil Loco trató de reinsertarse en la sociedad y comenzó a trabajar en una oficina donde por primera vez se le presentó un mundo diferente. Se alistaba para comenzar otro tipo de vida, pero La Loca no lo vio así y lo corrió de la casa y fue a dar a los brazos de Lilly. “Y a partir de ese momento me convertí en un adicto a la cocaína y a la marihuana”, y ya estando metido hasta las narices, también comenzó a venderla. Pero el gusto no le duró mucho, pues lo agarraron con un kilo de coca y se ganó el pase directo a la grande.
viajé a Houston para verte. Como bien sabrás, también allí estuvieron tu mamá y tu hermana. Los militares nos habían prohibido verte, pero por fortuna la administradora entendió nuestra necesidad y nos permitió abrir el cajón. Pudimos haber dicho “no”, pero dijimos que sí: queríamos verte. Al principio no pude reconocerte; miré la venda que te cubría el pelo y luego tus ojos moreteados, y me costó creer que eras tú. Bajé la mirada hasta tus brazos y empezaron a parecer tus rasgos; cuando llegué a tu mano y vi la cicatriz que te hiciste con aquella latita en la yema del dedo gordo, se vino la primera lágrima. Luego regresé a tu rostro y busqué la seña que te había dejado la varicela. Nos quedamos contigo un par de horas. También llegaron Elizabeth y Mo, al que considerabas tu mejor amigo. Cuando cerraron el cajón ya era más del mediodía. Han pasado muchas cosas, a la administradora de la funeraria la echaron al día siguiente. Nosotros cuando te vimos, nos dimos cuenta que te habían dado un balazo en la
Ahí, Reymundo se encontró con la religión, libros de superación personal y aprendió a controlar su cólera. Después de haber pasado un buen rato encarcelado, Reymundo salió con una meta: sobresalir en la vida. Su consejero le ayudó a encontrar trabajo y fue allí donde conoció a la mujer que cambiaría su vida. Se llamaba Marilyn García y fue ella quien le propuso que se fueran a vivir a Dallas, Texas. Como todo romance, el principio resultó como ellos lo habían anticipado, pero no pasó mucho tiempo antes de que las pesadillas le quitaran el sueño a Reymundo. Marilyn comenzó a tenerle miedo y atemorizada perdió el apetito sexual. Una noche que Reymundo no se aguantaba las ganas, golpeó a Marilyn y ella huyó de regreso a Chicago. A pesar de que se volvieron a encontrar, ya no hubo química. Así que Reymundo mejor se mudó a la Florida para recomenzar una vida normal y convertirse en un “ciudadano productivo” en esta sociedad, “whatever that means”. Los dos libros de memorias fueron escritos con buenas intenciones y no es difícil advertir que en partes hagan eco la exageración y la egolatría. El autor busca presentar la vida desde dentro del universo de la pandilla, pero no todos los pandilleros crecen en un ambiente similar al que Reymundo Sánchez creció. No fue sino hasta que alcanzó la madurez que Reymundo Sánchez aceptó que tenía problemas sicológicos. Pero ésa no es la norma, en muchos casos los pandilleros no han sido abusados y aun así se refugian en ese instinto que vive dentro de nosotros y que se manifiesta a través de la violencia y lo estimulan el abuso de las drogas y la sed de dinero inmediato. Cindy Martínez es estudiante de antropología en la Universidad de Illinois en Chicago.
nuca, por eso seguimos sin creer la versión del suicidio que insisten en darnos los de la base. Como queríamos saber lo que te pasó, empezamos a hacer cosas que nos permitieran llegar a la verdad. Tu hermana, por ejemplo, montó una página en el Internet con la idea de difundir tu caso y ponerse en contacto con familiares de otros soldados que hayan tenido un destino similar al tuyo. Yo, junto con Fernando Suárez, padre de un mexicano caído en Irak, hemos creado una organización en contra del reclutamiento en las escuelas, todo con el propósito de poner ante los ojos de los jóvenes otras alternativas de vida. Dentro de poco voy a Afganistán, gracias a un grupo de abogados europeos que quieren clarificar éste y otros casos parecidos al tuyo. Sé que será doloroso, pero necesitamos saber cómo te fuiste. Tu papá. Juan D. Torres
Ana Luz Pérez Durán También las mujeres pueden, eh... Y ésas no se andan con cuentos, Así es que, truchas carnales, Watch out!
Alguna vez encontré en Chicago a un hombre que decía haber conocido a la mismísima Camelia La Tejana. Según él, Camelia había vivido y trabajado en el Westside de San Antonio, Tejas, área de la ciudad donde históricamente reside la comunidad mexicana/mexicoamericana. Lo cierto es que Augustina Ramírez, alias Camelia La Tejana, nació en el vecino estado mexicano de Tamaulipas y efectivamente estuvo involucrada en el narcotráfico, según aseguró la misma Ramírez en una entrevista que le hiciera una revista mexicana. En aquella entrevista, La Tejana asegura que nunca hubo un tal Emilio Varela, a quien, de acuerdo con el famoso corrido, ella mató, pues no pudo soportar que la dejara por “la dueña de su vida” que, como dice la canción, vivía en San Francisco, California. Tampoco llevó ningún “cargamento de hierba mala” a Los Ángeles en las cuatro llantas del carro en cuestión.
Desde que Los Tigres del Norte, agrupación sinaloense de música norteña, lanzaron su ahora legendario álbum, Contrabando y traición en 1974, comenzó el auge de este género musical. Sin embargo, la historia del narcocorrido se remonta a los versos que les compusieron a contrabandistas y “bandidos” tales como Heraclio Bernal y Joaquín Murrieta, ambos, héroes del temprano “narcocorrido” decimonónico. Han sido Los Tigres y el desaparecido Chalino Sánchez, también del estado de Sinaloa, quienes realmente han aportado al florecimiento popular del narcocorrido. Este fenómeno, si se le puede llamar así, empezó con la popularización, como ya dije, de la Tejana. Desde Camelia la tejana a Teresa Mendoza, La reina del sur, las mujeres han entrado fuerte al violento mundo del narcotráfico, al menos en los corridos.
“El jefe de jefes” Una troca salió de Durango a las dos o tres [de la mañana. Dos muchachas muy chulas llevaban coca [pura y también marihuana pero se disfrazaron de monjas pa' poderla [llevar a Tijuana
“Se acordaba con bota de cocodrilo...y tequila cuando brindaba... era la reina del sur. “ Foto: Rosy Torres
El crimen, dicen jueces y fiscales, “es cosa de hombres”, esto según un estudio de la catedrática argentina Adriana Rossi. Además, éstos consideran que en el mundo criminal el único papel que le pertenece a la mujer es el de víctima, pues como nos explica Rossi, ni los ejecutores de la ley, ni la imaginación colectiva popular puede aceptar que una mujer sea la que instigue un crimen tan sofisticado como el narcotráfico, pues para fiscales, jueces y la muy importante imaginación popular, el crimen organizado son “estructuras de hombres para hombres.” El papel de la mujer en el crimen organizado tiene raíces profundas, ya que, como nos dice Rossi, éstas se aprovechan de que viven en un mundo de valores machistas que no les atribuye tendencias criminales. Como ejemplo, Rossi cita el caso de la mafia italiana, donde las mujeres, lejos de ser relegadas únicamente al papel de madre, esposa y amante, se encontraban en los niveles más altos de la pirámide mafiosa. Sin embargo, parece que éstos eran otros tiempos y otros entornos pues recientemente, tras el brote desaforado de violencia en la frontera MéxicoEstados Unidos, en la intensificación de la búsqueda del capo del cártel de Sinaloa, Joaquín Loera Guzmán alias “el Chapo”, las mujeres carecen de la protección que les ofrecía la discriminación positiva. Las mujeres del “Chapo”, según la revista Zeta de Tijuana, están sintiendo el dedo duro de la presión policíaca, pues de acuerdo al
semanario, varios parientes femeninos están en la “mira” de la Procuraduría General de la República mexicana (PGR). De acuerdo con la misma, ésta es la primera vez que se busca a mujeres parientes de un capo de la droga en ese país. Cabe mencionar que una sobrina del “Chapo” ya se encuentra en el centro de readaptación La Palma debido a delitos asociados con negocios ilícitos del capo sinaloense. Según investigadores y estudios de agencias no gubernamentales en Latinoamérica, las mujeres constituyen eslabones importantes de los cárteles que trafican la droga u operan otro tipo de negocio ilícito. Por ejemplo, de acuerdo con Gloria Achá, abogada de Acción Andina de Bolivia, organización que monitorea la situación que provoca el cultivo y tráfico de drogas en la región andina, el arraigamiento y encarcelamiento por causa de este negocio ha aumentado y parece no frenar. Igualmente en México, el número de mujeres en prisión por delitos asociados con narcotráfico ha aumentado en los últimos años. Muchas mujeres participan en la venta directa de drogas. Y allí es donde se ve el activo papel de la mujer en el narcotráfico, pues ellas, tanto como los hombres que participan en el narcomenudeo, son los sujetos más vulnerables de los cárteles de droga. Éstas y las jefas de bandas (en los niveles más bajos de los cárteles) suelen ser madres solteras que han entrado al mundo del narco por necesidad. Ellas no tienen ni llegan a tener nada en común con Teresa Mendoza, La reina del sur, al menos del modo que la cantan Los Tigres del Norte. Numerosos estudios también se han hecho sobre el uso de violencia entre las mujeres en este mundo. En el espectro delictivo organizado femenino, se destaca la brutal violencia que existe entre las mujeres y jóvenes, más notablemente en las pandillas. De la vida al corrido Me buscan por chacalosa, soy hija de un traficante conozco bien las movidas me crié entre la mafia [grande de la mejor mercancía me enseñó a vender mi [padre.
Dice la canción, “Yo soy el corrido/soy el alma de mi pueblo/ y es mi voz la de la calle/ hálleme donde me halle.” Ciertamente, en las calles del México (y Latinoamérica) moderno y en los lugares donde se encuentra la diáspora azteca, es palpable la presencia del narcotráfico a través del narcocorrido. Y hoy, el corrido cuenta las hazañas, ya no de Pancho Villa ni de su caballo “El siete leguas”, sino del Güero Palma y de políticos corruptos que se hacen de la vista gorda al narco. Si bien, como ya he dicho, las estadísticas recopiladas por diversas autoridades indican que las mujeres forman parte de este negocio, aún no está muy claro cuál es su participación a niveles más
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altos. Rossi destaca que existen mujeres en este negocio en rangos elevados, pero son protegidas por viejos privilegios, pues provienen de familias terratenientes o viejos poderes empresariales. En los narcocorridos se cuentan las historias, no de simples narcomenuderas, sino de mujeres peligrosas hechas por cuenta propia y que no se abrigan en viejos privilegios. Aquí se plantea una cuestión interesante sobre las mujeres y el poder en el mundo del narcotráfico: dado el poder de este negocio, el uso de la violencia es inevitable; entonces, en términos del uso de violencia ¿cómo se comparan las mujeres con los hombres en el narco? Quizás la nieta más famosa de Camelia la tejana sea Teresa Mendoza, más conocida como “La reina del sur”. Su “creador”, el escritor español Arturo Pérez Reverte, describe a la mejicana como una “pinche narca cabrona” sinaloense que, junto con una ex-compañera carcelaria, Pati O’ Farell, y no con su amante, don Santiago Fisterra, llegó a convertirse en la jefa de una poderosa red de narcotraficantes en Europa y África que establece las reglas. Ella es quizás el personaje más completo que tengamos en el narcocorrido, pues ignoramos las biografías de los narcos en la vida real y a Tere, un personaje de novela que llegó a inspirar un corrido, le conocemos hasta sus pensamientos más íntimos. Una de las características sobresalientes que resaltan a la mejicana de otros personajes femeninos en los corridos es que ella nunca se ensucia sus propias manos con sangre, es decir, no es violenta. Por otra parte está la canción “La Chacalosa”, compuesta e interpretada por la cantante Jenni Rivera. La letra dice:
Juana y Sor Presa: se alzaron el hábito a un tiempo y sacaron unas metralletas y mataron a los federales y se fueron en su camioneta. En Durango se buscan dos monjas que ya no han regresado al convento y una cosa sí les aseguro, que llegaron con el cargamento, por ahí dicen que están muy pesadas, y que viven allá en Sacramento... En un mundo donde parece no haber reglas, las mujeres narco creadas por Quintero parecen eso, personajes que sólo piensan en salir de un momento para tropezar en otro y lo hacen con tremenda violencia. Claro, no es decir que en estos corridos los hombres no destaquen atributos violentos, pero si comparamos la letra de Rivera y la de Quintero, la violencia es más explícita y fuerte en la pluma de Quintero. Hay mucho por estudiar en la manera en que se desenvuelve la mujer en el mundo del narcotráfico. Cabe recordar que los corridos tienden a captar solamente una dimensión de una persona, tal como los libros de historia. Los personajes que viven en los corridos son más grandes que la propia imaginación del pueblo y sus corridistas, pues ya lo dijo Elena Poniatowska, la canción es una, la vida es otra.
Ana Luz Pérez Durán, es escritora, nació en California y creció en San Antonio, Tejas. Cursó la universidad en Chicago, donde ahora reside.
Los amigos de mi padre me enseñaron a tirar me querían bien preparada, soy primera al disparar las cachas de mi pistola de buen oro han de brillar.
Lo destacable de esta letra es la percepción de una mujer de lo que se necesita para sobrevivir en un mundo mayormente masculino. Ella dice: “Estoy preparada para lo que cualquier cabrón o cabrona me tire”. La pluma poética de una mujer, como veremos, contrasta con la del hombre narcocorridista. El compositor por excelencia de narcocorridos con personajes centrales femeninos es Francisco Quintero. Quintero escribió, “También las mujeres pueden,” “Las monjitas” y “Las novias del traficante”. En sus letras se percibe un ambiente de desenfrenada violencia, un descontrol total: Se sentaron todas juntas en una mesa tomaban y se metían al baño y andaban reaceleradas yo las vi cuando salían con la carita polveadas... De pronto se oyen disparos unas mujeres caían las tres eran colombianas... Igualmente, en su corrido, “Las monjitas” dos muchachas se disfrazan de monjas para poder pasar la droga por Tijuana y al verse descubiertas por agentes federales, Sor
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“Mari olorosa ojos verdes / su colita es puro antojo.” Foto: Rosy Torres
Soy campesina. Nací en un cantón cerca de San Nicolás del Paso, en el departamento de San Vicente en la república de El Salvador. Ahí pasé mi niñez y parte de mi juventud, y ahí viví mis primeros amores. A los dieciocho años me metí de catequista. Mi mamá tenía una pequeña tienda y yo era la que la administraba; no conocía otra cosa y me casé muy joven. Aunque terminé la primaria, en mi familia no hubo un modelo de padres que estudiaran. Teníamos nuestra parcela y no teníamos que trabajar para los hacendados. Yo me encargaba de irles a vender refrescos a los campesinos en el sitio donde entregaban los productos del campo. Los hacendados tenían unas balanzas para pesar el algodón y el café. El campesino entregaba el equivalente a cien libras y el empleado lo anotaba como si hubiera recibido cincuenta, aprovechándose de que los campesinos no sabían leer. Un día le hice la observación al empleado que recibía los productos y él se sorprendió de que yo supiera leer. Pronto di cuenta de estos hechos al padre Rutillo Grande, y él me dijo que había descubierto algo muy grave. ¿Que vas hacer para ayudar a resolverlo? Me fui para mi casa y escribí sobre la importancia de aprender a leer y a escribir, y luego hablé sobre esto en la misa. Tres éramos los que sabíamos leer y nos repartimos la tarea de enseñar a leer, a contar y a poner la firma. En menos de un mes algunos campesinos ya sabían contar. El problema empezó cuando un campesino reclamó el precio justo por sus productos agrícolas. Vinieron las amenazas, después la represión. La Guardia Nacional nos advirtió que el que protestara iría preso. Yo no resistí la injusticia y dije que a los campesinos los estaban robando. Al primero que asesinó la Guardia Nacional fue al padre Rutillo Grande; fue emboscado y ametrallado el 24 de septiembre de 1977. En esta campaña terrorista asesinaron a muchos catequistas, y entre ellos aproximadamente a sesenta sacerdotes. De los catequistas de mi cantón sólo sobrevivimos dos. A los demás los torturaron y los desaparecieron. La Guardia Nacional trabajaba con un grupo llamado “Escuadrón de la Muerte”, entrenado en la Escuela de las Américas, y los paramilitares, que nosotros llamábamos de “orden”, eran campesinos armados que se encargaban de denunciar a los líderes de la comunidad. Cuando el movimiento de alfabetización se extendió a nivel nacional, los campesinos empezaron a reclamar un trato justo. Así la Guardia Nacional y el Ejército llevaron a cabo represiones, masacres y torturas durante cinco años. En todo este tiempo la administración de Ronald Reagan apoyó y armó al Ejército con armas sofisticadas. Al movimiento campesino se unieron obreros y estudiantes, que pronto fueron llamados subversivos. El lema de los militares era: “mata a un comunista y serás un buen patriota”. Después surgió otro escuadrón de la muerte: la Mano Blanca. Si una mano blanca aparecía en la puerta de tu casa, tenías que huir inmediatamente, porque si te quedabas no dejaban vivo ni el perro. Las torturas eran humillantes: te iban cortando las orejas, te sacaban las uñas, los dientes, los ojos… A mí me secuestró la Mano Blanca estando embarazada. Durante dos semanas me quemaron con brasas de cigarros en los brazos y en las piernas; me encapucharon y me dieron choques eléctricos; luego me sacaron las uñas, mientras se reían y me llamaban terrorista. El niño nació mientras me torturaban; y a los meses murió. Mi madre me contó que le dieron quince minutos para que lo enterrara en la oscuridad de la noche. Este ha sido el momento más crítico de mi vida. Este dolor no sale del cuerpo. Era común en este tiempo encontrar a diario de 15 a 25 cadáveres en las calles de mi cantón; incuso había basureros humanos. Uno de los más grandes se llamaba El Playón. El basurero en el que me encontraron se llamaba Amapulapa. Sólo las enseñanzas de la Biblia y de los teólogos de la liberación me permitieron resistir estos hechos macabros. Los sacerdotes tradicionales colaboraban con los terratenientes. Vino el surgimiento del FMLN, el asesinato de Monseñor Romero. A principios de los noventa se firmó la paz, y yo seguí haciendo trabajo social para descontaminar las tierras afectadas por la guerra. Trabajando en esto, en 1996 recibí un anónimo en el que se me decía que me iban a desaparecer si seguía dando educación ecológica. El temor de ser nuevamente torturada, me hizo venir a los Estados Unidos. Le pedí a algunos religiosos de Washington que me invitaran y a través de esa vía pude recibir acá un tratamiento para torturados. Pero la mejor terapia la viví en el año 2000, cuando un jurado de La Florida declaró culpables a varios generales salvadoreños por las torturas y masacres llevadas a cabos décadas atrás. Neris González
Un reporte del Instituto de Estudios Latinos Previas secciones de este reporte han descrito las características generales de los latinos en Berwyn y Cícero y las historias de estas dos comunidades. En esta sección se discutirán temas específicos relacionados con la comunidad latina en dichas municipalidades y se darán ejemplos del tipo de comentarios que se han escuchado acerca de éstas en entrevistas y grupos de enfoque.
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necesita aumentar el número de jóvenes que se matriculan en los colegios y que hay más asesoría sobre carreras profesionales para los jóvenes. La relación entre las escuelas y los padres de familia necesita ser fortalecida. Las escuelas necesitan más personal bilingüe y bicultural y los padres necesitan involu-
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crarse más en las escuelas. En ambos Berwyn y Cícero hay un acceso muy limitado a proveedores de cuidado de niños y la educación preescolar.
Conclusiones sobre los jóvenes: · La juventud latina necesita actividades recreativas para después de la escuela que
En nuestras conversaciones —entrevistas y grupos de enfoque— con residentes de las dos comunidades y con personas que han estudiado los temas que afectan a Berwyn y Cícero, les preguntamos sus opiniones sobre 13 temas: educación, salubridad, servicios sociales, viviendas, empleo, transportación, niños y juventud, inmigración, crimen y violencia, protección policiaca, negocios locales, representación y participación política, y representación comunitaria. También pedimos a los participantes que clasificaran estos temas en orden de importancia para ellos. Casi el 90% de los entrevistados en la comunidad de Cícero consideraron el tema de la educación como “muy importante”. Un poco más del 70% de ellos también respondieron que la representación y participación política era “muy importante”. La tabla es interesante por varias razones. Tanto en Berwyn como en Cícero, el tema de la educación sobrepasó cualquier otro en términos de importancia. En Cícero, siete temas —representación y participación política, niños y juventud, crimen y violencia, salubridad, inmigración, representación y participación comunitaria, protección policíaca— todos estos temas ocupan una segunda hilera en términos de importancia, con el 59 y 71% de los participantes considerándolos como temas de extrema importancia. En Berwyn, la clasificación de temas es diferente que en Cícero. Mientras la educación también es considerada por los residentes de Berwyn como un tema de gran importancia, el tema de la inmigración. Parece haber percepciones distintas entre los residentes de Berwyn y Cícero. Tanto los latinos como los no latinos respondieron que el tema de la educación era de gran importancia. Casi 84% de los latinos y 76% de los no latinos, consideraron que la educación era de “gran importancia”. Sin embargo, marcadas diferencias se destacaron entre los latinos y los no latinos respecto a otros temas. Más del 60% de los latinos calificaron de gran importancia los temas de representación y participación política, salubridad, niños y la juventud, imigración, y participación y representación comunitaria. De estos temas, sólo la imigración fue clasificada como “tema de gran importacia” por más del 60% de los participantes no latinos. Por otra parte, un 60% de los no latinos señalaron el tema de la protección policíaca como de “gran importancia”, pero sólo aproximadamente el 32% de los latinos consideró este tema como de “gran importancia”. La siguiente es la presentación de los temas más importantes que afectan a los latinos en Berwyn y Cícero. Cabe destacar que cada sección incluye un conjunto de conclusiones relacionadas con un tema en particular. Llegamos a estas conclusiones por medio de nuestras conversaciones con residentes y con personas que han seguido estos temas en la comunidad latina de Berwyn y Cícero, así como de nuestro propio análisis de datos empíricos, resultados de nuestra investigación del contexto histórico, político, económico y social de estas comunidades. Los niños, los jóvenes y la educación Conclusiones sobre la educacion K-12: · La población en edad escolar en Berwyn y Cícero ha crecido enormemente, con 16,00 niños que se agregaron a la población en la década de los noventa. · El sistema escolar lucha por hacer frente al gran número de nuevos estudiantes y sus necesidades relacionadas con la barrera del idioma y su estatus migratorio. · Hay una grave escasez de maestros y funcionarios administrativos latinos en las escuelas públicas, que sirvan de ejemplo y que se comuniquen eficientemente con los padres. · Hay un gran número de niños que se encuentran por debajo del promedio nacional y estatal en exámenes estandarizados, así como un alto nivel de deserció?n escolar entre la juventud. Se
Pequeño activista de Berwyn. Foto: José Guzmán
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“Estoy buscando empleo y no lo puedo encontrar.” Foto: José Guzmán
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sean revelantes a su experiencia cultural en las cuales se sientan bienvenidos. La actividad entre las pandillas es extensa y de gran preocupación para los padres. Hay un conflicto cultural entre los padres inmigrantes y sus hijos, ya “americanizados”. También, suele haber una división cultural entre adultos no-inmigrantes, como maestros y los jóvenes inmigrantes en la comunidad.
Conclusiones sobre la educación de los adultos: · Participantes en la entrevistas —latinos y no latinos— resaltaron la importancia de aprender el inglés. Sin embargo, hay una escasez de clases de inglés como segundo idioma. Éstas deberian estar disponibles en varias localidades. · La formación escolar formal entre muchos inmigrantes mexicanos es baja; un gran número ha tenido seis años o menos. Entonces, muchas veces es difícil que los padres ayuden a sus hijos con sus tareas escolares. Los temas de la juventud y la educación son muy importantes para la comunidad latina. Un alto porcentaje de esta comunidad tienen menos de 18 años. Para las familias latinas un nivel económico bajo, la educación representa una forma de salir de la pobreza, particularmente para sus hijos. La educación es la clave para la integración económica y social, y las necesidades de la juventud en las áreas de la educación, salubridad y recreación se deberían enfrentar para dirigir a esta población al éxito académico y la mobilidad social. Hay varios tipos de necesidades educativas en la comunidad latina. Para los niños en edad preescolar, hay una gran necesidad de guarderías accesibles y asequibles para los padres. Muchas veces estas guarderías deberían tener personal bilingüe o al menos sensible a la cultura latina y la necesidad de padres que se puedan comunicar adecuadamente con el personal de las guarderias. En escuelas K-12, los estudiantes latinos muchas veces tienen bajos resultados académicos, y bajos resultados en los exámenes estandarizados. Mientras que el 23% de todos los estudiantes de octavo grado en Illinois tienen un promedio por debajo del estándar en lectura, por ejemplo, el 54% del distrito 99 en Cícero calificaron por debajo del estándar. A través del estado, un 49% de estudiantes del octavo grado están por debajo del promedio en matemáticas, pero el 77% de estudiantes en el distrito 99 en Cícero están por debajo de ese promedio. También, los estudiantes latinos tienen un nivel alto de deserción escolar y un alto índice de embarazo de adolescentes. Para las personas adultas en la comunidad siempre surge la necesidad de regresar a la escuela para sacar su diploma de equivalencia a secundaria (GED). Las personas en la fuerza laboral se pueden beneficiar del entrenamiento ocupacional, ya sea que les ayude a conseguir un mejor trabajo o a que se mantengan competitivos en su propio trabajo y tengan la oportunidad de ser ascendidos. El lugar de trabajo moderno está introduciendo tecnologías de punta y métodos que demandan a los trabajadores, aun aquellos con los salarios más bajos, destrezas más avanzadas cuantitativa y analíticamente que en el pasado. En Berwyn, la cantidad de niños menores de 18 años creció hasta 5,467 o 62.9% entre 1980 y 2000. El crecimiento en Cíce-
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ro fue 10,486 o 54.7% en el mismo período. Esto representa un crecimiento extraordinario de 16,000 niños nuevos en las dos comunidades durante un período de diez años. Temas educativos De K-12 La poblacion no latina de Berwyn y Cícero es mayor que la población latina y tienden a votar mas. Para estos votantes más viejos, los gastos gubernamentales dedicados a la educación no suelen ser una prioridad, de hecho los votantes de Cícero han hecho declinar varios referendos para subir los impuestos que se destinarían a las escuelas durante la última década. Los padres latinos valoran la educación y los entrevistados latinos frecuetemente citaron la educación como una de las prioridades de la comunidad. Aun cuando algunos padres con niveles educativos bajos —combinado con una currícula moderna que hace uso de conceptos y métodos que no existían hace un par de décadas— significa que algunos padres podrían pasar por dificultades al ayudar a sus hijos con sus tareas a partir de cierto nivel. Algunos padres latinos, que son nuevos al sistema escolar, la comunidad, y posiblemente el país, quizás no estén listos para participar en la escuela de sus hijos, y mucho menos participarán agresivamente para buscar mejorías en su sistema escolar. También es verdad que los maestros son altamente respetados en México y los países latinoamericanos, y rara vez los confrontan. De tal manera el involucramiento o participación en la escuela no es una experiencia que compartan mucho padres de familia. Muchos niños latinos necesitan cierta asistencia para aprender inglés, y Cícero, de hecho, tiene el segundo programa más grande de educación bilingüe en Illinois. Muchas de las personas entrevistadas dijeron que las escuelas necesitaban mayor personal bilingüe y bicultural, que pudieran hablar español y se pudieran comunicar efectivamente con los niños y sus padres latinos. La palabra”bicultural” se refiere a las personas que entienden la cultura latina a un nivel profundo, que pueda ser latino o que haya vivido en una comunidad latina en los Estados Unidos o en el exterior. Tener una conciencia bicultural podría ayudar a las escuelas a comprender a los padres de familia. Un administrador de una escuela local expresó cierto desdén por la idea que algunos padres latinos podrían necesitar asistencia de guarderías para que pudieran asistir a clases nocturnas de inglés como segundo idioma. Pero la realidad de algunas familias latinas en el área de Cícero y Berwyn es que muchos padres tienen niños y no tienen manera de pagar la guardería. Quizá el proveer este sistema de guardería podría ayudar para establecer un programa efectivo de inglés como segundo idioma. Los jóvenes indocumentados confrontan problemas especiales. Se pueden graduar de la secundaria, e inclusive con honores, pero se pueden quedar en el proceso de asistir a una universidad porque no residen legalmente y por lo tanto no son elegibles para recibir ayuda o son elegibles para ingresar a escuelas que requieren un número de seguro social. Pandillas Muchas de las personas entrevistadas mencionaron la palabra pandillas cuando salió el tema de los jóvenes latinos. De alguna
manera la conexión es inevitable. La presencia de la cultura pandilleril es prominente en muchas comunidades de bajos ingresos, incluyendo algunos barrios latinos donde el graffiti a menudo puede hacer que se devalúe y donde los disparos y el crimen cometido por pandillas son tristemente el pan de los noticieros cotidianos. Pero en realidad, las pandillas han existido en Cícero y Berwyn desde hace muchos años. Las pandillas italianas y de otros países europeos existían antes de que llegaran los latinos, y algunas muertes relacionadas con las pandillas que no involucraban latinos ocurrieron en la década de 1970. Dicho lo anterior, la presencia de pandillas en Berwyn y Cícero se ha vuelto más notable en las últimas décadas. El graffiti es más común; de igual manera la violencia relacionada con las pandillas. Muchos jóvenes sienten atracción por las pandillas cuando no hay alternativas viables, como el empleo o actividades juveniles como los deportes o los clubes. Los padres latinos y otras personas que entrevistamos para este reporte estaban verdaderamente preocupados por las pandillas, y sentían que había muy pocas actividades para los jóvenes latinos. El pueblo de Cícero se ha puesto a la ofensiva contra las pandillas en los últimos años. Como ya se había descrito anteriormente, el gobierno recoge los carros de sospechosos de estar involucrados en pandillas, demanda a las pandillas por daños monetarios, y mantiene un estricto toque de queda. Algunos de los esfuerzos para controlar a los jóvenes son probablemente contraproductivos. Una ordenanza, por ejemplo, prohibe los aros de basquet ball en las banquetas o en los callejones. ¿Qué se debe hacer? Algunas sugerencias de los entrevistados de Berwyn: · Reclutar más maestros latinos · Dirigir mas fondos a la educación · Reducir el nivel de embarazos juveniles a través de la educación · Hacer un mejor trabajo con el entrenamiento de los maestros · Ofrecer más clases ESL · Crear programas que ayuden a los niños latinos a integrarse al sistema · Los servicios sociales son muy importantes · La alfabetización es lo más importante · Necesitamos un estrategia más sólida que enfrente la sobre población y la asistencia de educación preescolar · Crear escuelas de tiempo completo que estén abiertas por las tardes para que ofrezcan un variedad de servicios · Tener liderazgo bilingüe y bicultural · Proveer mayor educación vocacional · Crear mayor fuentes de empleo · Dar mayor orientación a los jóvenes que están dejando la escuela · Crear posiciones de padres-mentores asalariados para que ayuden en el salón de clases · Expandir los programas extracurriculares de recreación. Cícero · Necesitamos más espacio y salones de clase · Necesitamos mejores fondos para la educación · Necesitamos que sean más receptivos los oficiales electos · Necesitamos clases de educación para adultos · Reclutar más maestros latinos · Necesitamos más clases de ESL para los padres · Reunir a la gente para discutir nuestras necesidades · Crear programas extracurriculares, programas de verano, guarderías, y programas de prevención · Necesitamos servicio de guardería para los padres que están tomando clases para adultos · Necesitamos clases para aprender a ser buenos padres · Proveer a los padres la opción educativa para sus hijos a través de bonos · Tener liderazgo bilingüe y bicultural
El presente artículo es producto de una serie de informes de política e investigación del Instituto de Estudios Latinos en la Universidad de Notre Dame. Para ver el documento completo electrónicamente y con enlaces a otros sitios con mayor información, visite: www. nd.edu/~latino/ils_ publications.htm o llame al Instituto al (574) 631-4440 o escriba a latino@nd.edu. También puede visitar Chicago Fact Finder www.nd.edu/~chifacts. Traducción: Ana Luz Pérez Durán
En 2002 aparecieron tres números de la revista el coyote. Esta publicación fue sin duda un reflejo del nuevo perfil del inmigrante latinoamericano en los Estados Unidos, pues desde la primera entrega se incluyeron poemas y cuentos de hombres y de mujeres casi por igual. Una década atrás (en el tiempo en que se fundó Fe de erratas) hubiera sido difícil imaginar que una revista literaria marginal en español incluyera indistintamente a hombres y mujeres. También hubiera resultado difícil que proyectos literarios como el de Tres Américas o el de Fe de erratas aglutinaran a más de una docena de jóvenes menores de 25 años con una educación media o superior truncada. El siglo XXI latinoamericano en Chicago cada vez más parece caracterizarse por una migración joven de ambos sexos con estudios preparatorios o universitarios, que vienen con toda la disposición de integrarse al aparato productivo y, a la vez, dar vuelo a sus inquietudes tanto intelectuales como artísticas. De todos los nombres que se propusieron para esa revista, los jóvenes convinieron que el que mejor los representaba era “el coyote”. Pues todos eran inmigrantes y tenían conciencia de lo que representaba la palabra “coyote” en el contexto de la migración. El eslogan también daba cuenta de ese nuevo perfil del inmigrante: revista cultural e indocumentada. El Estado y los medios de comunicación (incluso los inmigrantes mismos), al hablar de los indocumentados los reducimos a entes netamente productivos y nos limitamos a usar términos como trabajador indocumentado, ilegal labor, jornaleros, migrant workers, etc. Los jóvenes de el coyote se rebelaron contra estas definiciones; nos dijeron que además de eso eran poesía y pintura indocumentada, que eran cuento y pensamiento indocumentado.
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN
ITZEL
MUÑOZ
Hoy pasaste frente al espejo y no te reflejaste. Tu esencia quedó prendida en los colmillos de un engendro. Tu cuerpo no transpira. Tus manos no te reconocen, prefieren descansar una sobre la otra. Tus pies no saben adónde ir, su camino se convirtió en laberinto. Tu nariz no entiende olores. Tu boca no degusta los sabores. Tus ojos no sonríen al amanecer. Ya no existen lunas llenas.
Itzel Muñoz es mexicana, la última década la ha pasado viviendo en Chicago y en México. Trabaja en bienes raíces.
JOSÉ
DÍAZ
vi esa luz que nos rodea ese frío silencioso que nos hace andar sin destino el milagro de estar vivos sin querer la muerte de ser uno mismo y me quedé parado callado sonriendo sin extrañar a nadie sin murmurar absurdos atados por las agujetas a mi estar sostenido por el olor a tierra con la mente detenida y alcé los hombros caminé hacia donde no hubiera frente para ser nadie angosto de existencia sujeto por la nada al infinito.
José Díaz es mexicano, tiene cinco años en Chicago. Estudia inglés en el Lakeview Learning Center
César Martínez. Hombre que le Gustan las Mujeres. 2000, Óleo sobre tela, 44 x %4”. Colección: Cheech y Pati Marin.
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Guijarros LUIS
David Botello. Wedding Photos—Hollenbeck Park. 1990. Óleo sobre tela, 47½ x 35¼”. Colección: Cheech y Pati Marin.
SOTO
a Maribel Núñez soto y Joel Soto. La noche es un inmenso mar donde flotan los sueños como barcos de papel; algunos se hunden y se vuelven perlas. Õ
No es posible que me recibas con arrogancia. He venido a buscarte desde lejos. Han sido veinticuatro años de distancia.
Loop ÉRICA
BUCHANCOW
Õ
Mis manos sudan los sonidos son estrepitosos y aquella luz me encandila
Tras la muerte del sol, se arrastró agonizante el día y sólo quedó una calle desolada donde transita el cansancio de la gente.
Mis huesos crujen en el alba fría de esta ciudad Mi mueca se parte y sus rasgos forman un picasso
Luis Soto es mexicano, tiene seis años en Chicago. Estudia inglés en el Lakeview Learning Center.
Mis piernas me pesan y mis huellas surcan ecos en el camino Las pupilas se dilatan y la tormenta se desata por las ojeras Al toque mi esófago deglute la tristeza mi ser se eleva cae y se va
Erica Buchancow es argentina, tiene cinco años en Chicago y estudia en el Truman College.
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CHICANO VISIONS EN EL
MUSEO
DE
BELLAS ARTES MEXICANAS
Jesse Treviño. Los Piscadores. 1985. Acrílico sobre tela, 82 x 48”. Colección: Juez Juan F. Vásquez.
ALEX
Las obras que se incluyen en esta exhibición fueron creadas por 25 artistas chicanos. De entrada distinguimos lo variado de su temática: amor, sexo, trabajo, fiesta, violencia, religión... Lo que sirve de vínculo a esta diversidad es, desde luego, la cultura chicana y en menor medida el dueño de la mayoría de las obras, el actor Cheech Marin. Más que buscar un hilo que conecte a todas las pinturas, convendría hablar de las obras que más llamaron mi atención y vincularlas con la experiencia chicana en la sociedad estadounidense. ¿Qué nos dicen estas pinturas sobre la experiencia chicana? Antes que nada, las dificultades de ser mexicano en una sociedad poco hospitalaria. Y eso lo vemos vívidamente en obras como Los piscadores, de Jesse Treviño, y The Arrest of the Paleteros, de Frank Romero. El primero presenta a un viejo piscador al lado de un niño; los dos cargan sacos llenos de algodón del tamaño de sus cuerpos, y vemos más trabajadores sin caras nítidas al fondo. El viejo muestra cierto estoicismo —un rostro endurecido por tantos años de trabajo en el campo— mientras el niño sonríe suavemente. El segundo cuadro sucede en una calle urbana de California: unos cuantos policías rodean apuntando con sus pistolas a tres vendedores que se hallan, al igual que sus clientes, con las manos arriba. El equipo SWAT, con armas más grandes, espera a un lado, mientras otro policía persigue a un vendedor de algodones de azúcar. Nada en la pintura sugiere que haya ocurrido un crimen para atraer no sólo a la policía regular sino hasta a los miembros del equipo SWAT. Más bien nos deja la idea que los paleteros no hicieron nada en absoluto, que esto es otro abuso de autoridad por parte de la policía de Los Ángeles en contra de las minorías. Kill the Pachuco Bastard, de Vincent Valdez, nos muestra la opresión de una manera más gráfica. Aquí, el conflicto entre chicanos y gringos se expresa con una
WYMAN fuerte dosis de violencia, y nos remite de inmediato a los disturbios de “Zoot Suit”, ocurridos en 1943. En un bar de California un grupo de Marines en uniforme pelean con varios pachucos y luego violan a las muchachas. La sangre de los pachucos cae a chorros, una muchacha grita mientras la golpean con un retrato de la Virgen; la risa de los Marines resalta en todo ese tumulto. Al fondo hay una muchacha vestida de azul con apariencia guadalupana que sostiene a un pachuco que se encuentra al borde de la muerte. La referencia es clara: pensamos en La Pietá, de Miguel Ángel, una visión divina en medio del desconsuelo y la tristeza. Pero no todo es sufrimiento para el chicano. Car Show, de John Valadez, hace que dirijamos los ojos hacia las piernas, los traseros y la piel blandita de las mujeres chicanas que asisten a una exhibición de carros. El mismo pintor nos invita a olvidar la destrucción causada por un incendio, cuyas rastros se pueden ver al fondo. Y también hace que entretengamos la mirada en el cuerpo de una muchacha de playera cortita que llena de agua una piscina mientras otra más baña un perro en Pool Party. Por su parte, Carmen Lomas Garza nos ofrece una escena pintoresca en Una Tarde, obra en la que una joven recibe en la ventana a su enamorado. En otro plano, su hermana juega con los flecos de una colcha y su mamá escucha la plática de los enamorados al tiempo que teje un suéter. Al frente, unos gatitos se amamantan de su madre, todo como para dar cierre a esta escena de tranquilidad doméstica. En otra pintura de Lomas Garza, llamada La Quinceañera, asistimos a un momento feliz en la vida de una niña que pasa a ser mujer. Dispersados en las escaleras de la iglesia, hay niños, ancianos, los catorce chambelanes y las catorce doncellas; unos se están arreglando, otros platican, otros coquetean y otros más simplemente hacen travesuras. En la parte trasera de un carro viejo, brillante y azul, descubrimos a la quinceañera con su papá. Mientras ella se pone la corona,
John Valadez. Car Show. 2001. Óleo sobre tela, 96¼ x 76. Colección Dennis Hopper.
La exposición Visiones chicanas: Pintores americanos al borde se exhibe en el el padre la mira con amor y orgullo. Los colores radiantes no nos dejan duda de que Museo de Bellas Artes Mexicanas se trata de un día especial. 1852 W. 19th St. Chicago, IL 60608 (312) 738-1503 Vemos una situación muy parecida en Fotos de Boda-Parque Hollenbeck, de David Botello. El pintor utiliza un estilo que nos remite al impresionismo de Claude Monet: pinceladas conspicuas que borronean los detalles, pero sin dejar de plasmar una imagen llena de actividad. Los novios y sus familiares se paran cerca del río Alex Wyman es candidato a doctor por la Universidad de Chicago. mientras el fotógrafo y otros parientes se preparan para posar ante la cámara. Enfrente vemos la espalda del vendedor de chicharrones, que espera a que terminen de tomar las fotos para ver si alguien quiere comprar. En el fondo aparece el highway lleno de camiones que echan su humo y que son ajenos a la escena feliz de abajo. Aunque esta escena comparte con La Quinceañera el tema de la familia en un día importante, la presencia del vendedor y de la carretera nos pone en contacto con un mundo que es ajeno a la celebración. En suma, Chicano Visions refleja una diversidad de realidades de los chicanos y mexicanos que viven en los Estados Unidos. Son realidades compuestas de dolor y sufrimiento, de opresión y lucha. No faltan los momentos de alegría y, claro está, de placer. Quizá la pintura Cielo e Infierno II, de Carmen Lomas Garza, sirva de metáfora para toda la exhibición. Mientras en la parte baja de la pintura los condenados —cuyos corazones han sido removidos— trabajan en el calor del infierno, arriba los salvos festejan, bailan y comen en la luz blanca del cielo. Esta pintura refleja no sólo los contrastes de la experiencia chicana sino de la sociedad en general: nuestro miedo a ser condenados se encuentra no muy lejos de nuestras esperanzas de salvación. También nos habla de un modo directo de la experiencia de vivir en la sociedad moderna, en la cual el goce del tiempo libre en la compañía de nuestros seres queridos es posible sólo por aguantar el duro y aburrido trabajo, que por cierto tiene un aspecto infernal.
Carmen Lomas Garza. Heaven and Hell II. 1991. Óleo sobre tela, 48 x36”. Colección del artista.
El solitario DANIEL
George Yepes. La pistola y el corazón. 2000. Óleo sobre tela, 60 x 81½”. Colección: Cheech y Pati Marin.
PATIÑO Crisóforo llegó en el atardecer de aquel fin de semana con su modular de marca asiática, alegremente, quizá pensando que con el simple hecho de gastarse una buena cantidad de dólares ya tenía la solución a los problemas de soledad en su mundo deprimente. Compró un doce de Budweiser, botanas, cigarros y una orden de tacos al pastor para así controlar aquel gruñido de tripas que le aquejaba y festejar este momento de fantasía digital en el departamento que alquilaba. Al realizar con movimientos torpes e inquietos las conexiones que se requerían (bocinas, antena, corriente eléctrica…), prosiguió a sentarse en un sillón de quién sabe cuántos años de antigüedad. Destapó una cerveza bien fría, que de un solo trago ingirió, al igual que otras más. Ya entusiasmado, apretó el botón de encendido y puso un disco de narcocorridos. Sentía la inspiración del Chalinilla con el cargamento pesado de la hierba, la alucinación de aquel Lupillo Rivera en su casita de polvo blanco. Y como era costumbre cada vez que se sentía eufórico, dio un grito de los que se escuchan en las barras y cantinas a cualquier momento provenientes de algún bronco pecho. Más tarde llegaron a su mente recuerdos de los años anteriores,
cuando se encontraba trabajando en compañía de su padre en el campo, unciendo la yunta de bueyes, sembrando el maíz, cosechando el chícharo y tomándose en la sombra de un árbol capulinero un jarro de pulque recién salido de la fermentación y procedente de los magueyes aledaños a la casa. El recuerdo lo hizo llorar. Empezó a blasfemar para sí mismo, y para desquitar aquel coraje que traía en la sangre, levantándose sorpresivamente, con desesperación y fuerza, soltó tremenda patada al modular aprovechando quizá el casquillo de sus botas vaqueras de piel de cocodrilo. Ocasionó un desorden al instante, por allá pedazos de plástico, por acá una humareda de circuitos quemados de aquel que fue considerado un tesoro digital. En la cruda del día siguiente, no soportó ver el modular destrozado. Y el arrepentimiento llegó al instante. Tenía que trabajar otros tres meses para comprarse otro soportando calorones dentro de la cocina de aquel restaurante griego.
Daniel Patiño es mexicano, ha vivido en Chicago siete años. Estudia en el Truman College.
Pensarse RODOLFO Y aquí estoy una vez más, sentado en un café, perdido en la ciudad. Un fugitivo sin nada que perder. Las palabras caen como lágrimas del pensamiento. Afuera el mundo gira, y yo inmóvil, anclado en la incertidumbre, harto de inventar sueños e historias que nunca comienzan. El cielo se burla de mí al mojar los vidrios. Con mi rostro agrietado busco en las miradas comprensión y afecto. Y en lugar de calor me encuentro con un témpano. Los veo pasar tan au20
sentes, pareciera que dos miradas tristes no se atrevieran a cruzarse. Soy un nadie más cuidándome de no perder el alma en los callejones, dónde las paredes esconden corazones de hierro. No sé si deba huir o perseguir. He llegado tan lejos, he vivido tantas vidas; tal vez sea un héroe, o un incansable aventurero, o simplemente un desdichado. Al final no hay diferencia, y sólo yo lo sabré. Puedo estar dentro del mendigo, del rico, del triste solita-
GRANDIOSO rio, del enamorado y del dichoso. Sé todo de ellos porque fui un poco de cada uno; tal vez fui demasiadas cosas. Desde entonces todo cambió; desperté y ya no pude volver a soñar. Dichosos los que duermen y no se dan cuenta, dichosos los que despertaron y pudieron escapar. Si pudiera ser niño de nuevo, sabio de la realidad y de la vid. Porque una vez fui niño, fui yo. Ésa es la experiencia que me da fuerzas para seguir y no me deja caer en las trampas
de los demás. Es la voz que me dice qué destino buscar. La vida me llevó por caminos oscuros. No debo detenerme ni perder la razón.
Rodolfo Grandioso es argentino, ha vivido en Chicago siete años. Trabaja de mecánico
Frank Romero. The Arrest of the Paleteros (diptych). 1996. Óleo sobre tela, 144 x 96”. Colección: Cheech y Pati Marin.
La mosca YOLANDA Amaneció caluroso, más de lo habitual para la época. Pero Rocío no tenía hambre, sólo deseaba beber algo fresco, y así lo hizo. Todo parecía hacerlo en cámara lenta. Abrió la heladera, sacó una jarra de jugo de naranja y se dispuso a servirse cuando de repente advirtió que no estaba sola. Dentro de la cocina revoloteaba, ansiosa, una mosca verdinegra y gorda que necesitaba beber de aquel néctar también. Rocío se puso muy nerviosa; de todos los insectos que conocía eran las moscas el objeto de su mayor desprecio. Trató de moverse lentamente hasta tomar un repasador, imaginándose el final de la historia, un cuerpecito inmundo, inerte, pegado al trapo; pero al momento que giró su
brazo para golpear a la mosca, ésta ya estaba preparada para huir. Rocío pensó en una manera más eficaz de matar al asqueroso insecto; pero lo único que tenía a la mano era el repasador. Pensó también en humedecerlo, pues de esa manera sentía que iba a ser mejor. Lo hizo y fue en busca de la mosca aguzando su mirada para dar con el objetivo . Y allí estaba, reposada, tranquila pero siempre alerta; ésa era su vida, después de todo no era la primera vez que intentaban alejarla de un sitio o matarla . Así que despegó y voló buscando asilo con desesperación. Primero se dirigió hacia el refrigerador esquivando los golpes casi certeros, y rápidamente llegó a la estufa. Estaba muy caliente. Tuvo que salir de ahí de inmedia-
AVELLANEDA to y de la ventana. Para su sorpresa , estaba frente a un callejón sin salida, un mosquitero. Cuando Rocío divisó a la mosca, planeó en pocos segundos su golpe. Retrocedió un paso, levantó los brazos a la altura de la mosca y estiró el trapo. El golpe fue certero y rápido. La mosca cayó pero no muerta sino como en agonía. Su cuerpecito temblaba, parecía haber perdido un ala, y el color verdinegro se había opacado como si se acercara su final. No podría volar más sobre los dulces. Sus seis patitas se agitaron en un espasmo, y justo ahí sonó el teléfono. Rocío desvió su atención hacia el sonoro aparato dejando de lado su primer problema. Entonces, un sacudón recorrió la peluda estructura y ¡ZAZ! A
volar. La elíptica cabecita se puso en funcionamiento y buscó algún orificio que le permitiera la escapatoria final mientras su opresora seguía ocupada en la llamada telefónica. Más alerta que nunca sobrevoló el cuarto y allí mismo, en la metálica red, descubrió la ínfima abertura, el orificio que la llevaría a tener la opción de elegir dónde morir, si con sus ventosas pegadas en un delicioso pastel o hundida en alguna inmundicia.
Yolanda Avellaneda es argentina, tiene cinco años en Chicago y estudia inglés en el Truman College
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No cabe duda JUAN JOSÉ
—Buenos días mi Sub, ¿cómo está? —No sé qué chingados tengan de buenos, ¿qué pasó?, ¿ya me tienes al responsable del encarguito ese? —No, mi jefe. Ya le dimos hasta con la cubeta, pero pues nomás no canta. —¿Ni ha querido firmar nada? —Pues no, tam... —Mira, Miguel, me estás fallando, ¿qué pasa contigo?, ¿te estás haciendo viejo o qué? —La neta, jefe, ¿no cree usted que ya nos manchamos con el chavo?, ¿por qué no buscamos otro cabrón más podrido pa’ cargarle el muertito? —Porque ya no hay tiempo. Acuérdate, nos dieron hasta mañana en la mañana para encontrar al culpable. Claro, eso no significa que en verdad tenga que serlo, tú sabes cómo es esto y de momento no hay otro candidato. Además, las órdenes vienen de muy arriba. —¿Y si lo traemos de otra delegación? —No, eso no nos conviene porque luego vienen las averiguaciones y no falta un pinche periodista que quiera jugar al Watergate, y esto debe de quedar en familia. Acuérdate de la polvareda que levantó el caso Buendía. —Sí, el feje Sahagún ya no se la acababa, y eso que cuando estaba Durazo teníamos carta abierta pa’... —Es la misma burra nomás que revolcada. Oye, por cierto, tú estabas en Investigaciones Previas para ese entonces, ¿no? —Sí, pero a raíz de ese desmadre le tuvieron que dar en la torre a la corporación; hicieron la gran faramalla de que nos cesaban a todos. —¿Y a ti a dónde te mandaron? —A mí, al Estado de Hidalgo. Tuve que empezar de nuevo, a buscarme cabrones pa’ hacerla de madrina y ya cuando el negocio no daba pa’ tragar le caía a los puestos de fayuca; por cualquier chingadera se las hacía de jamón y pa’ evitarse pedos se mochaban con un billete o con un buen aparato, y el aparato se los daba a uno de mis cabrones que lo llevaba a un negocio que se viera que tuviera plata, que tengo un apuro urgente, que se me murió mi abuelita, la onda era meterle el aparato, después yo llegaba con la nueve milímetros y mi madrina esposado, le enseñaba la charola y le soltaba la letanía de que acabo de 22
CABRERA
César Martínez. Beto con Cruz. 1993. Acuarela sobre tela, 17¾ x 21¾”. Colección: Cheech y Pati Marin.
agarrar a este pinche rata y dice que tú eres su cómplice, ¿dónde está el aparato que te trajo a esconder? —¿Tú estuviste en la matanza del río Tula? —Sí. —¿Y a cuántos te cargaste? —No a muchos, como a unos once. Fue muy sencillo. Nos llevaron desde temprano a esperar las camionetas donde llevaban a la paisaniza dizque pa’ hacer un plantón frente al Palacio Nacional. Estábamos afuerita de Tulancingo, a un lado del camino que bordea el río los bajaron a todos y nos los pusieron en fila india y a darle gusto al gatillo. —O sea que llevas buen récord, ¿no? —No, no han sido tantos…, cuatro más en el Estado de México y dos aquí en Investigaciones Previas. —Pues me extraña entonces que te me estés volviendo blandito, ¿o qué?, nada más falta que acabes en un monasterio expiando tus culpas. Mira Miguel, en este negocio no se puede uno tentar el corazón, si estás en el ajo le tienes que entrar al toro.
Quizá lo mejor sea que entres a la segunda fase. —¿Y eso qué es? —Son métodos que heredamos de los comunistas de allá de la URSS, o sepa la madre cómo se llamaba. Había un cabrón que era el primer policía de Stalin…. —¿Y ése quién es? —Perdería mucho tiempo explicándoselo a un güey como tú que ni siquiera sabe hacer bien su trabajo. El tipo tenía varios sistemas para arrancar confesiones, claro, los aplicaba sólo si el primero fallaba, pues no se trata de estar despedazando al occiso. Hay que destrozarlo psicológicamente y llegar a un arreglo… —Oiga mi jefe, ¿usted fue a la escuela? —Le rasqué hasta la prepa, hasta que me di cuenta que deja más plata ser chota que perder el tiempo entre librotes, y comencé de madrina con un primo que era judas, y con él aprendí, por ejemplo, que si el detenido no es del fuero común hay que madrearlo con cuidado para que no se le vean los golpes a la
hora de estar con el juez. —¿Por qué crees que me gané el puesto? Necesitaban un culpable y yo lo apañé. —El tranza o el valedor que se mete sabe muy bien a lo que le va tirando; él no es responsable de esto pero tampoco es un hermanita de la caridad, y aunque te suene a reverenda mamada, créeme que lo he hecho investigar y el tipo tiene sus horas de vuelo, y por ahí es por donde lo vamos a joder. —Okey, déjeme entonces darle otra calentadita y verá que hasta ranchero canta. —No, mi cabrón, ya vi que estás muy verde; ahora te voy a dar cátedra. —¿Qué pasó mi estimado? ¿Te trata mal mi gente? —Pues yo nomás siento lo tupido, lo duro ya es historia. —Pero te queda algo de humor, mi cabrón, y eso ya es ganancia para ambas partes. —Pedí que te suspendieran los tehuacanazos con chile porque te necesito en tus cinco… —Yo no fui mi jefe. —Ya lo sé, güey. Mira, el tiempo apremia y si te declaras culpable, en unos tres años a más tardar te echamos pa´ fuera. De lo contrario, si sigues montado en tu macho, te vamos a soltar pero frente al juez con todo tu historial de barrabasadas, que tú sabes que no son pocas, y que te van a llevar a pudrirte en la grandiosa, además bajo recomendación especial, y tú sabes de qué estoy hablando. —¿Y qué garantías tengo de que me va a cumplir? —Por el momento sólo las mías, y date de santos de que salvaste el pellejo y de que no habrá más calentadas, claro, mientras, sigas en plan de cooperación. Aquí está la declaración que vas a dar, te la tienes que aprender de memoria; y hasta tu familia será la pagana. Así que, ¿estamos? —Pos sí, ya qué. —Qué gusto da tratar con gente que agarra la onda, no cabe duda.
Juan José Cabrera es mexicano, tiene una década viviendo en Chicago. Estudia inglés en el Truman College.
por qué hacerlo si confían en el juicio instantáneo.
siváis Carlos Mon
En Londres, el 7 de julio, en medio de la tragedia causada por la monstruosidad terrorista, el presidente Vicente Fox da su “dictamen”: “Estamos ahora colocando en los timbres, en las estampillas a Memín Pinguín. Se trata de un personaje muy querido, muy amado, pero desafortunadamente Estados Unidos ha criticado que nosotros lo hayamos colocado en las estampillas. Nosotros nos sentimos muy orgullosos de Memín Pinguín”. ¿Alguien ha oído hablar del beso de la muerte? . ÕÕÕ Ver para descreer. El gobierno estadounidense, en su infatigable tarea de policía moral del planeta, desembarca en las playas de la minucia y descubre el Ku-KluxKlan filatélico, la emisión de cinco estampillas del Servicio Postal Mexicano, en homenaje al personaje Memín Pinguín (sin diéresis, porque es un diablillo, un pingo), y al cómic que lleva ese nombre. De inmediato, la condena desde los más altos niveles. Luego de una nota denunciativa de AP, el vocero de la Casa Blanca Scott McClellan afirma: “Aunque éste (la emisión de timbres con la caricatura de un negrito) sea un asunto interno de México... los estereotipos raciales siempre son ofensivos, sin importar su origen. El gobierno mexicano tiene que tomar esto en cuenta. Imágenes como ésta no tienen lugar en el mundo actual”. Luego, en una sesión informativa del Grupo de los Ocho, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Steve Hadley, hace su número antidiscriminatorio: “Nuestra posición es que no hay lugar para este tipo de cosas. Es enteramente inapropiado, y lo hemos dejado claro” (30 de junio de 2005). Desde su atalaya en The Washington Post, Darry Fears, reportero especializado en temas raciales, dicta sentencia: “(La crítica a los timbres postales) no expresa la ignorancia cultural de los estadounidenses. Más bien refleja la ignorancia de los mexicanos sobre los afroestadounidenses en Estados Unidos y el desdén que en México tienen por los afroamericanos. ¿Acaso le han preguntado a ellos qué sienten al ver la estampilla? Seguramente están muy ofendidos” (Proceso, 3 de julio de 2005). Ninguno de los críticos de los timbres ha leído el cómic, (algo indispensable en su razonamiento). Leer, lo saben los ultraconservadores, es prejuiciarse y no tienen
no quiere saber nada de la madre, la joven que él mancilló. El texto es más que previsible, inevitable:
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Memín Pinguín aparece en 1947, su título original es Almas de niño, el autor de la historieta por un largo tiempo es Alberto Cabrera, y se publica en Pepín, diario de novelas gráficas, una revista que a lo largo de dos décadas le proporciona a los recién alfabetizados un material “irresistible”, diversifica la fantasía entonces detenida en cuentos de hadas y relatos de apariciones, usa un lenguaje pretencioso y amplía el territorio del melodrama. Almas de niño tiene dos estímulos directos: el primero Corazón. Diario de un niño, del italiano Edmundo d`Amicis, el relato clásico de la infancia como entrecruce de las desgracias; el segundo, la serie estadounidense de cortometrajes Our Gang (La Pandilla), relatos de la vida feliz de unos niños que desafían la distancia de clases y razas, con todo y distribución de roles: el niño rico, el niño gordo, el negrito (se exige el diminutivo). Posteriormente, Yolanda Vargas Dulché, guionista exitosa del Pepín (“Ladronzuela”, por ejemplo) toma el relevo de la serie y, sin variar en demasía su sentido, le otorga calidades épicas al sufrimiento de los niños. (Catarsis a la hora del recreo). Carlangas, Memín, Ernestillo y Ricardo son los protagonistas del melodrama infantil a salvo del llanto (no hay asomo de tragedia, hay melodramas para que los niños se sientan a salvo de la mala suerte). Se independiza la revista, y de Memín Pinguín y del dibujo, de buena calidad, se encarga Sixto Valencia. Y si Memín es el héroe por sus travesuras y su habla “tropical”, la heroína es su madre. Eufrosina, La Chulapona , La Ma`linda , de imagen derivada de Aunt Jemima, la reina de los hot cakes. Y la imagen de Memín, más que derivar de Ebony, el amigo del héroe del prodigioso cómic El Spirit, de Will Eisner, la historieta más brillante del siglo XX, viene de los estereotipos del music hall y el cine mudo. Memín es un bailarín afectado de populismo y dandismo. Our Gang es una serie mediocrísima de claves humorísticas hoy ya ininteligibles. Memín Pinguín es en lo básico un melodrama “como del cine mexicano”, que desde su inicio se fundamenta en el dolor de observar cómo la pobreza (o la riqueza) destruyen a la familia, cómo las madres solteras dan la vida literalmente por la educación de sus hijos, cómo el hacerse cargo a diario de montones de ropa destruye a la madre lavandera, dejándole intacto sólo su buen corazón. Así por ejemplo, el episodio del domingo 31 de octubre de 1954, Carlos, va a casa de su padre, que recién apenas lo ha reconocido como hijo mientras
El racismo, entre otras características, es el cúmulo de acciones discriminatorias que el prejuicio justifica y exige, y es la operación que se esmera al elegir a los sujetos ridiculizables. Pero lo risible del personaje y de su etnia o sector es un adorno de su inferioridad, y ésto no pasa con Memín Pinguín, y si el dibujo subraya la apariencia de “negro bembón”, eso no lleva a racismo alguno. La razón de ser de la historieta son las peripecias de un grupo de niños, y el tema/problema central no es la epidermis “tatemada” sino la clase social. A Memín se le chotea pero no se le excluye, y los chistes son los inevitables. ¿De dónde vienen, entonces, las acusaciones de “racista”? Entre las explicaciones posibles están las siguientes: La ignorancia de los acusadores respecto al cómic Memín Pinguín. No se juzga un producto de las industrias culturales sino a sellos postales, y al actuar así los censores desprecian la carga de afecto y aprecio de generaciones de lectores, habitantes de la tierra frágil del melodrama, solidarios con Memín por su manejo de los sentimientos del buen hijo. La convicción muy generalizada del racismo de Vicente Fox, capaz de afirmar hace poco, que a los mexicanos se les destinan “trabajos que ni siquiera los negros aceptan”. La gana de transferir el racismo propio a la sociedad ajena. ÕÕÕ Los lectores de hace 60 años o del año pasado no habrían tolerado un cómic abiertamente racista. Las historietas en México han sido, profusamente, machistas, pero no racistas, en un país donde por negro se entiende al morenazo. El racismo profundo se dirige contra los indígenas que, de acuerdo con el “criollismo”, son el conjunto de seres previos a la civilización, negados para hablar castilla como-Dios-manda, y merecedores de representar de modo fidedigno al estereotipo de Calzonzin, la creación satírica de Rius en Los Supermachos. Memín Pinguín jamás fue, ni de lejos, un gran cómic, ¿pero cómo se iba a perder el gobierno de Estados Unidos la oportunidad de regañar a Fox?
Carlos Monsiváis es escritor. Autor de Escenas de pudor y liviandad y Los rituales del caos, entre otros títulos.
Raúl Dorantes y Febronio Zatarain A la memoria de Yolanda Vargas Dulché
Como lo han señalado ya varios caricaturistas e intelectuales mexicanos, de no haber sido por la errática declaración del presidente Vicente Fox —en el sentido de que los inmigrantes mexicanos hacen “el trabajo que ni siquiera los negros quieren hacer”— seguramente el nombre del negrito Memín Pinguín no hubiera llegado al púlpito de la Operación Push ni mucho menos a la sala de prensa de la Casa Blanca. Pero no hay mal que por bien no venga, pues Memín nos ha permitido reflexionar sobre la presencia del mundo africano en el imaginario de América Latina, y sobre cómo esta percepción se diferencia de la que se ha dado en la historia de los Estados Unidos. El antecedente más remoto de Memín Pinguín lo encontramos a fines del siglo XVI en la persona del peruano fray Martín de Porres, hijo de padre español y madre negra. A lo largo de la Colonia, sin duda el racismo fue pan de todos los días para todos los negros, mulatos e indígenas del subcontinente: el propio fray Martín no podía aspirar a ser sacerdote debido a su color. Pero es importante aclarar que la sociedad y su padre, Juan de Porres, con todos sus titubeos y prejuicios, lo reconocieron: su padre le dio el apellido, la gente no dejó de buscarlo para que le hiciera un milagro y el virrey mismo le besó la mano. Martín fue fraile, y como tal se entregó de lleno a los indios, negros y mulatos de Lima: “No hay gusto mayor que dar a los pobres”. Hay que aclarar que cuando fray Martín ya tenía su lugar en la historia de Lima, el Mayflower apenas estaba por encallar en el noreste de los Estados Unidos. Luego vienen las independencias de las Américas. La primera, como sabemos, se dio en 1776 en los Estados Unidos; en ésta, los negros no tuvieron ningún tipo de participación. Y se entiende, pues los mismos Padres Fundadores (George Washington y Thomas Jefferson incluidos) tenían plantaciones y por lo tanto poseían esclavos. La frase: “Todos los hombres nacen libres…” les negaba el rango de ser humano a los negros y, en segundo término, a los indígenas. Hoy se sabe que muchos blancos, entre ellos Jefferson y Washington, tuvieron en secreto a sus concubinas negras, pero nunca llegaron a reconocer a tales concubinas y mucho menos a alguno de sus hijos. Es curioso que de América Latina el primer país que logra su independencia de Europa sea Haití. Y que este primer territorio independiente haya sido la última parada que hiciera Simón Bolívar antes de su regreso definitivo a Venezuela con sus ideas libertadoras. El mismo Bolívar y otros independentistas, como los mexicanos José María Morelos y Vicente
Protesta en Miami para retirar la estampilla de Memín. Foto: Agencia AP
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Guerrero, tenían sangre negra; cabe señalar que este último fue el segundo presidente de México. Si bien las poblaciones de sangre negra e indígena fueron y siguen siendo discriminadas en América Latina, éstas participaron, aunque con cierta renuencia por parte de los criollos, en la construcción de las naciones y de los estados. No deja de ser inaudito que un indígena como Benito Juárez haya sido presidente de un país latinoamericano en pleno siglo XIX. En todo esto tiene mucho que ver la visión que tenían del hombre los misioneros franciscanos, dominicos y jesuitas. A pesar de su racismo, les preocupaba la salvación de un alma. Y esa idea de la “salvación” los obligaba a integrarlos a su parroquia y por ende a la vida social a las poblaciones indígena y negra. En cambio, la visión protestante, que predominó en las 13 colonias inglesas, no tuvo un carácter de integración: su preocupación tenía más que ver con la salvación de su propia alma y no con las almas de los otros. Por eso es explicable que no llegaran a considerar a un indígena o a un negro como a un semejante. Éstos eran simplemente parte del entorno. Es innegable que la sociedad latinoamericana, en sus más de quinientos años de historia, ha sido racista —como cualquier sociedad del mundo en mayor o en menor medida—. Pero también es innegable la presencia de la visión negra y de la visión indígena en la construcción de sus naciones y de su cultura. Este devenir histórico es muy distinto al devenir histórico estadounidense, pues en este último no encontramos una figura cultural, política o religiosa relevante hasta que surge el Movimiento de los Derechos Civiles. La cultura negra siempre se manejó en las sombras: incluso en la Guerra Civil a los negros se les cuestionaba el hecho de querer morir por la construcción de esta patria. Pero vayámonos ahora al siglo XX. En los años cuarenta, mientras en los Estados Unidos se seguía practicando el linchamiento, en México aparece la historieta de Memín Pinguín. Pero ¿quién es Memín Pinguín? Memín es un niño negro hiperactivo que vive en una vecindad de la ciudad de México; vive sólo con su mamá, quien se dedica a lavar ropa ajena. A Memín lo acompañan en sus aventuras tres amigos: Ernesto, Carlangas y Ricardo. De todos ellos, el más pobre es Memín. Y de todos ellos, el que genera más situaciones que encierran una pequeña enseñanza es Memín. En pocas palabras, Memín y su madre Eufrosina, si de razas se trata, siempre ponen muy por alto a la raza negra. Por eso, son incomprensibles los juicios que sobre la emisión de los timbres postales en homenaje a Memín han hecho recientemente los reverendos Jesse L. Jackson y Al Sharpton. Al parecer Jackson y Sharpton desconocen, o pretenden desconocer, la historia de la América Latina negra. Es importante recalcar que antes de que Rosa Parks se rehusara a abandonar la parte delantera de aquel autobús de Montgomery, Alabama, los Estados Unidos, en términos de tolerancia racial, estaba muy por debajo de México y de otros países de la América Latina; su actitud lo acercaba más a la Sudáfrica que puso tras las rejas a Nelson Mandela. Es a partir
de esta gran mujer y del movimiento liderado por el Dr. Martin Luther King Jr. que la sociedad estadounidense adquiere una conciencia de sus prejuicios étnicos que hasta ahora ninguna sociedad ha adquirido en el mundo entero. El error de Jackson y de Sharpton, hay que insistir, consiste en desconocer la historia del racismo en México, en América Latina y en el mundo. Esa ignorancia los ha llevado a frivolizar últimamente la lucha contra el racismo. Esta lucha no debería ser contra el personaje de una historieta, Memín, que es completamente ajeno a la problemática racial que se vive en este país. En el caso de Chicago, por ejemplo, los más afectados por el racismo son los niños negros y latinos, y ese racismo, cabe decir, tiene varios nombres y apellidos: educación, vivienda y alimentación. No dejamos de preguntarnos qué futuro tiene un adolescente afroamericano o latino que termina su noveno grado de escolaridad y sigue sin saber leer ni escribir, ¿O adónde van —nos preguntamos también— todas esas familias afroamericanas que están siendo desplazados de los proyectos habitacionales de la ciudad, como el Robert Taylor Homes o Cabrini Green? ¿O qué futuro les espera a esos niños y adolescentes que están mal alimentados debido a que el sistema de Welfare actual no se preocupa por capacitarlos para el trabajo, sino más bien para que se inserten en un círculo vicioso de parasitismo? Los reverendos Jesse L. Jackson y Al Sharpton deberían dejar en paz al inquieto Memín, y abordar los problemas que están afectando realmente a millones de niños afroamericanos. Pues mientras en los Estados Unidos no se aborden con seriedad los problemas de educación, vivienda y alimentación, sus cárceles se seguirán llenando de jóvenes negros y latinos.
Raúl Dorantes es profesor de español como segunda lengua en el Instituto Cervantes. Es parte del colectivo que produce contratiempo. Junto con Febronio Zatarain, escribió el libro inédito Y nos vinimos de mojados. Febronio Zatarain nació en Concordia, Sinaloa. Hizo estudios de sociología y literatura. Emigró a Estados Unidos en 1989, y desde entonces ha estado vinculado a proyectos de talleres literarios y de revistas culturales.
Alejandro Pérez Cervantes
Balas de Verdad Desde sus orígenes, con sus aportes y taras, el género negro subordinó cuestiones estilísticas a la intención fundamental de atrapar al lector desde las primera páginas, reincidiendo muchas veces en la denuncia social, más allá de la ejecución de un crimen, de la naturaleza de un culpable o un perseguidor: “El estrangulador es el sistema...”, resumía un desencantado Belascoarán Shayne en Días de combate (1976), de Paco Ignacio Taibo II. Sin embargo, dentro de los cenagosos terrenos de las definiciones y los géneros, ésta es una de las modalidades de la literatura que mejor tensiona la problemática entre realidad y ficción, y más aún cuando la narrativa policial vuelve al afán básico de contar bien una historia; de hecho, el mismo género ha ido rebasando sus propios linderos del estereotipo para ir siempre más allá: de un Ramón Díaz Eterovic en Chile con La ciudad está triste a un Mempo
Giardinelli con Luna Caliente en Argentina, existen enormes distancias en cuestiones estilísticas y de fondo, no es lo mismo un Manuel Vázquez Montalbán con Los mares del sur (1979), que un portentoso Ricardo Piglia con el inusitado reportaje en clave policíaca: Plata quemada. En América Latina el género ha ido de menos a más: luego de nombres como Paco Ignacio Taibo II (La serie Belascoarán, desde Días de combate (1976) hasta Adiós, Madrid (1993), La bicicleta de Leonardo, Retornamos como sombras, etc...) Luis Sepúlveda Diario de un killer sentimental, se suman autores que profundizan en el fenómeno de la violencia y la naturaleza inabarcable del enigma: en Uruguay Daniel Chavaría con Allá ellos; en El Salvador, Horacio Castellanos Moya con El arma en el hombre y Baile con serpientes o el nicaragüense Sergio Ramírez con Castigo divino, así como el cubano Leonardo Padura, por citar algunos. Así las cosas, como se creería, la negra semilla de lo
¿Qué le falta a la literatura policíaca para ser artística?, la pregunta fue lanzada con el giro inequívoco de una bala, sin margen de fáciles escapatorias, hombre de mucha escritura y pocas palabras, Juan Carlos Onetti sentenció: “No le falta, le sobra esa necesidad de tener atrapado al lector, la novela policial muy a menudo descuida otros elementos como son el cuidado del lenguaje, la concepción de una forma o el planteamiento de la condición humana.” El juicio de Borges no andaba tan lejos del uruguayo, a pesar de haber dejado la luz de sus pupilas en tantas y tantas pesquisas escritas por otros, el hacedor de los laberintos y los espejismos se lamentaba: “Un género ingenioso pero sin vida.” Poética y policía El presente texto no pretende responder a interrogaciones tan abismales, sino más bien sumarse a la infinita serie de preguntas en torno al fenómeno de la creación, una tentativa de mayéutica más allá de la nota roja, ¿Cómo se planta el narrador actual frente al fenómeno de la violencia? No ya la violencia de la lucha de clases que antaño fuera pasto de tantas teorías, mucho menos la violencia política que inundara las páginas latinoamericanas del pasado medio siglo con resultados muchas veces desafortunados, nos referimos a la violencia que muta su rostro, la violencia subjetiva, la violencia soterrada, la violencia atmosférica, la violencia detrás de los silencios o de las palabras, la del pensamiento único, la violencia de las mayorías, la violencia fruto de la omisión, la violencia derivada de la desesperanza, la violencia como proceso amoroso o la resultante de la ausencia de vida. ¿Aspira el narrador a guiñar de luces el abismo o a brillar torpemente a fuerza de vistosos golpes de efecto? Insistimos, ¿Cómo se sustrae el narrador de la vulgar puesta en escena de la violencia mediática, de la roja sangre sin consecuencias? la violencia vistosa y barata de los narcocorridos, la pantomima de las bravatas, de las mil explosiones de Hollywood tragando palomitas de maíz... El narrador policíaco debe entender la violencia más allá de la superficie, ir más allá de todo coloquialismo, y derrumbar las mil máscaras de caricatura tras las que muchas veces se esconde el horror. Roberto Bolaño, autor de una de las mejores novelas de los últimos tiempos, Los detectives salvajes, y la monumental 2666, sobre el holocausto fronterizo de Ciudad Juárez, especie de rara avis en el panorama de lo policíaco (llegó a escribir poesía policíaca) planteaba poco antes de su muerte, en julio de 2003: “La verdad es que lo que solemos llamar 'policíaco' recorre toda la literatura desde sus orígenes, Y NO ES OTRA COSA QUE LA BÚSQUEDA DEL ENIGMA y la posibilidad subsiguiente de descifrar ese enigma. Hasta la poesía religiosa es poesía policíaca, la poesía metafísica, la poesía simbolista...” Asumiendo como válida la anterior premisa, podríamos inferir que mientras autores canónicos del género como sir Arthur Conan Doyle o Gilbert Keith Chesterton tematizan en sus textos la búsqueda de este enigma de forma subliminal, su búsqueda poética, filosófica o teológica, los representantes de lo conocido como novela negra, tematizan o critican abiertamente la realidad visible y la importancia de dar con la verdad subjetiva, y lo que es más grave aún, vistos los tiempos que corren, la imposibilidad real de la justicia. El Tin Man en Oak Park. Foto: Alejandro Pérez
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policíaco no empieza con Bioy Casares y su Perjurio de la nieve (1944) (no olvidemos al enigmático y desapercibido Osvaldo Lamborghini que en las primeras décadas del siglo pasado se adentró en las descendentes espirales de la violencia en El Fiord), pero la fuerza del género tampoco termina con la maravillosa obra del brasileño Rubem Fonseca, (El gran arte), como veremos al final. Clanes y clones Dicho lo anterior, y ante la fragilidad de sostener los rasgos que sostienen la identidad de un género, podrían considerarse como obras policíacas la alucinada investigación sobre el mal consignada en el “Informe sobre ciegos”, de Sobre héroes y tumbas o la reconstrucción reporteril en clave de tragedia griega de Crónica de una muerte anunciada, del omnipresente García Márquez, o más recientemente, la multipremiada En busca de Klingsor, del mexicano Jorge Volpi, por no hablar de ese clásico desconocido que es Morirás lejos, escrito por José Emilio Pacheco en 1967, poeta recurrente a las pesquisas: Tenga para que se entretenga y La fiesta brava (1966). En resumen, las carencias más visibles del género negro en Latinoamérica han sido una visión unidimensional y sin
matices de sus personajes, la reincidencia en tópicos y temáticas que tienden a desgastarse, para ir dando paso a personajes con un perfil más nebuloso, a medio camino entre la pureza y la oscuridad: al parecer, la actualidad es la cocina propicia para la proliferación del antihéroe. Como ejemplo de lo anterior, en la narrativa mexicana —de la mano de Rafael Bernal— brilla el arquetipo de Filiberto García, quien en El complot mongol encarna a un verdugo villista vuelto pistolero a sueldo en pleno vórtice de la Guerra Fría con el agravante de un amor contrariado. O más recientemente, de 1995, el cínico Evaristo Reyes, que en El miedo a los animales, de un agudísimo Enrique Serna, personifica a un pérfido judicial con tendencias cultistas que se propone infructuosamente luchar contra los tortuosos engranajes de las mafias culturales.
¿Quién es Caín? ¿Quién es Abel? En México, paraíso de la impunidad y el equívoco, (“Puro Shakespeare”, describió Paz al clan Salinas...) el género negro goza de cabal salud: desde “Vida y milagros de Pancho Reyes, detective mexicano”, escrito en 1920 por un autor anónimo, pasando por el gran dramaturgo Rodolfo Usigli, con El gesticulador de 1937, o Ensayo de un crimen (1944), llevado de manera magistral al cine por Luis Buñuel con un irrepetible Ernesto Alonso y la etérea Miroslava. (Misterios del Arte: el día de su estreno, mientras en la pantalla el desaforado protagonista veía arder una réplica de su obsesión, los restos de la suicida nativa de Praga eran también consumidos por las llamas.) En otro tenor, la intriga política de alguna manera se consolida con La sombra del Caudillo, de Martín Luis Guzmán, le seguirían la ya referida El complot mongol, de 1969, para renovarse el género a principios de la siguiente década con Héroes convocados y Días de combate del ubicuo Taibo II. En esta corriente se irían sumando nombres como el de Rafael Ramírez Heredia (Al calor de Campeche), una desabrida La cabeza de la hidra, de Carlos Fuentes, o un joven y bizarro Juan Hernández Luna (Quizás otros labios) y el sinaloense Élmer Mendoza con Un asesino solitario (2000), además de Eduardo Antonio Parra con Nostalgia de la sombra (2002). Curiosamente, muchas de las mejores páginas escritas en los torcidos renglones de lo policíaco no han sido vertidas con ese Francisco Goya: El sueño de la razón produce monstruos. 1797-98. Aguafuerte, 21.6 x 15.2 cm. propósito; se encuen-
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tran en este inexplicable limbo de la crítica un puñado de los mejores narradores mexicanos contemporáneos: Jorge Ibargüengoitia (Dos crímenes, Las muertas), Francisco Hinojosa (Informe negro), Enrique Serna (El miedo a los animales) y Javier García-Galiano (Confesiones de Benito Souza, vendedor de muñecas). Apuntar al vacío Hablar del insoluble territorio de la violencia, a la manera de las figuras dibujadas con gis en el asfalto luego del tiroteo, será siempre una tentativa fallida, acotar lo inabarcable, explicar mediante la razón los monstruos que nos habitan. Sin embargo, en la hechura de este género se vislumbran patrones, tendencias, como lo es la reincidente aproximación al lenguaje coloquial, una fórmula que a partir de Élmer Mendoza con Un asesino solitario y la publicitada y pretenciosa Reina del Sur de Arturo Pérez-Reverte parece volverse una tendencia en las letras nacionales. Pero ahí no termina todo, como bien lo define el joven narrador mexicano José Luis Ramírez, quien en uno de sus textos resume sin proponérselo el oscuro espíritu que desde siempre anima el engranaje de lo policíaco: “¿Es eso el horror? Tener el arma y no el control, apuntar al vacío.” La linealidad de un género se desdibuja ante las nuevas voces y los nuevos motivos para el desconcierto que a diario escupe nuestra realidad: como las escabrosas y detalladas postales desde el infierno enviadas por Sergio González Rodríguez en Huesos en el desierto y la ya antes citada 2666 (“Sumergirse de cabeza en la mierda, y encima, abrir los ojos para poder contarlo”: Bolaño dix it...). En Latinoamérica, luego del fin de la utopía revolucionaria, la tendencia temática fue en pos de otros derroteros, el narcotráfico, los asesinos seriales o la posmodernidad alienante. Emparentados con la nueva narrativa norteamericana (American Psycho, de Bret Easton Ellis; Americana, de Don DeLillo; Perdita Durango de Barry Gifford) las voces que vienen del sur dejaron atrás los afanes psicologistas o antropólogicos para desbarrancarse hacia una retórica donde reina el brutal desencanto. Figura canónica de esta vía es el colombiano Fernando Vallejo, quien en su tetralogía titulada El río del tiempo, además de la publicitada La virgen de los sicarios aborda con una amargura que ya quisiera Cioran para sus peores días el devenir incesante de una violencia sin sentido. En la misma vena, otro colombiano, Mario Mendoza, ha sabido acercarse con tino, alejado del barroquismo del realismo mágico, a la sinrazón del asesino serial en Satanás. En Centroamérica, voces personalísimas, como la del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa (El cuchillo del mendigo, Ningún lugar sagrado, La orilla africana) han sabido abrirse paso a través de la densa maraña mercadológica. En la narrativa mexicana contemporánea son muchos los nuevos narradores que han enfilado su pluma hacia el agujero negro donde terminan los poderes de la razón. Autores como los regiomontanos David Toscana con Duelo por Miguel Pruneda, o más evidentemente Eduardo Antonio Parra con el volumen de cuentos Los límites de la noche y la novela Nostalgia de la sombra abordan las incontables aristas de la violencia urbana y la degradación colectiva. Fenómenos como la trasnacional del crimen recién han sido retratados en La Mara, del experimentado narrador Rafael Ramírez Heredia, y La Santa Muerte, del poeta y narrador Homero Aridjis. Pues bien, éstas son algunas de las miradas, oblicuas, parciales o totalizadoras, alucinadas o científicas otras; parpadeos o estertores, las que reunidas configuran una certeza: no es que la historia no tenga un final, es que el derrumbe es en cámara lenta.
Alejandro Pérez Cervantes es diseñador gráfico y escritor, originario de Saltillo, Coahuila. Actualmente reside en Chicago.
Obras del artista colombiano, Fernando Botero, sobre Abu Ghraib
Sara Herman Today’s terrorism is not the product of a traditional history of anarchism, nihilism, or fanaticism. It is instead the contemporary partner of globalization. Jean Baudrillard, “The violence of the global”
En una entrevista reciente, Fernando Botero —acaso el pintor latinoamericano con más éxito comercial— a propósito de la serie en la que expone los horrores cometidos por el Ejército norteamericano en la cárcel de Abu Ghraib, hace la siguiente aseveración: “La violencia en Colombia casi siempre es producto de la ignorancia, la falta de educación y la injusticia social. Lo de Abu Ghraib es un crimen cometido por la más grande Armada del mundo, olvidando la Convención de Ginebra sobre el trato a los prisioneros.” En los cuadros de la serie, aplaudida y reseñada por la prensa mundial, Botero plasma la violencia desde el punto de vista del espectador, pero no de cualquier espectador, sino del doliente, del que se siente de algún modo involucrado... Y he ahí su gran logro. La paradójica relación entre violencia y representación visual depende en gran medida del lugar en que se ubique quien la cuente. Botero lo hace en primera persona. Ya antes nos había mostrado el grado de violencia que se vive en su natal Colombia. Pero las imágenes de Abu Ghraib distan bastante de sus elocuentes estampas de la exhuberancia tropical y de sus carnes. Se trata de retratos mediatizados, tamizados por el “lujo” que se permiten los medios de comunicación. Son representaciones iracundas, rabiosas, acusadoras. Las imágenes de Botero pueden servir para darnos cuenta del estado de inmunidad en que vivimos al compartir a diario la jeringa de la prensa diaria, de esa televisión que explota sin cesar la imagen más amarilla. También nos puede servir para darnos cuenta de nuestra capacidad para racionalizar el acto de representación de la violencia, al grado de darle incluso un valor estético. Cuando enumeramos las cantidades de fotos, videos y pinturas que abordan históricamente la violencia, resaltan algunas imágenes que ya son marca de fábrica de un tiempo. Por ejemplo, la imagen de Kim Phu literalmente devorada por el napalm y flanqueada por varios infantes de la Marina que observan el pavor; el video que muestra los edificios de las
Torres Gemelas engullidos por el humo; o bien las recurrentes fotografías sobre la hambruna extrema en el África subsaha riana. Estas, y muchas otras imágenes, nos han “acostumbrado” a un mal sin nombre y sin culpables. Arropado en su propio traje de inmunidad, derivado de la fama, Botero tiene el poder de acusar y señalar con su robusto dedo a los culpables de tal horror. Bienaventurados los que como él pueden hacer esto. Ahora bien, institucionalizar u oficializar la imagen del terror también tiene su otro filo. Y me refiero, precisamente, a ese filo que nos inmuniza, en contraposición al filo crítico que sí nos acerca a un fenómeno repugnante y ante el que nos sentimos impotentes. Sentirse inmunizado por medio de la imagen tiene sus riesgos, pues llegamos a creer que el horror es algo normal. Pues consideramos que todo está hecho, que alguien más se va a encargar de darle solución a esos horrores. Y no es así. Todo está por hacer. La mirada estetizante —que no necesariamente tiene que ver con la edulcoración de la misma— puede también dispensar al proceso perceptivo del espanto necesario. Eso sucede cuando el sujeto violentado se convierte en objeto de mercado. Y es ahí precisamente donde debemos distinguir al ruido de las nueces. Es en este ámbito que radica la peligrosidad de ciertas imágenes reproductoras de la realidad. Las estrategias del mercadeo en la actualidad no difieren mucho de un producto a otro. El arte en su más “alto” escalafón de producciones no se salva de esta situación. Uno de los valores que conferimos a la creación artística es el poder magnífico —y magnánimo— de transformar sociedades, unir pueblos, concienciar a los individuos. La “funciones” del arte, definidas por tratados teóricos, le suponen un alcance que hasta ahora no se ha manifestado como tal. A pesar de eso, le seguimos pidiendo a la creación artística transformaciones que sería absurdo solicitar de otras áreas del conocimiento, como a la neurocirugía. Por eso, todos esperamos que Botero cambie el mundo. Y creemos ingenuamente que un hábil trazo de pincel o lápiz puede trasformar prácticas bélicas que ya nos son comunes y redundantes. Existe una relación dialéctica entre el poder y el discurso que se usa para respon-
der a los abusos y los horrores. A través de la historia, hemos sido testigos de la dependencia de estos discursos a los designios del poder. Algunos, mirando detenidamente las horrorosas imágenes de Abu Ghraib reincidimos en el disgusto y en la repugnancia que nos provocan estos actos, pero dichas respuestas están hasta cierto punto programadas. Por fortuna, existen aún algunos artistas que se resisten a los propósitos de control y se atreven a desafiar las nociones de “normalidad” y coexistencia pacífica, es decir ese laissez faire contemporáneo entre “creación artística” y “realidad”. Me refiero a los colombianos José Alejandro Restrepo, Jaime Ávila, Juan Manuel Echavarría y Doris Salcedo, al dominicano Jorge Pineda, a la mexicana Teresa Margolles, al brasileño Cildo Meireles y a la cubana Tania Bruguera. Estos artistas son algunos de los que todavía enuncian este estado de cosas y nos proponen alternas visiones de la violencia y acciones ante ella —o contra ella. Aluden a aquellos actos violentos menos nombrados y que se inscriben en la marginalización, la violencia de género, el abuso infantil y, sobre todo, la violencia impuesta por la “globalización”. La violencia es violencia sin importar el pincel con que se pinte, la cámara con que se capte o los elementos con que se construya. La violencia de la que nos hablan Botero y CNN es la forma más sublime de terrorismo. Sara Hermann es escritora dominicana.
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Delia Negro … no se puede mirar si no se tiene la conciencia de que ver es distinto que mirar; el que ve sigue, y el que mira se queda. La mirada es la filosofía de los ojos; la vista es un paisaje, la mirada revoluciona el paisaje, lo fija, lo lleva de un lado a otro, lo convierte en pensamiento, en metáfora, en historia. Juan Cruz (periodista y escritor español)
Es difícil definir la composición plástica de Alfredo Arreguín: pintura caleidoscópica, filigrana arquitectónica, naturaleza artesanal, bordado del follaje. Los críticos de arte lo han considerado uno de los mayores exponentes de la “pintura pattern”. Pero su producción nos lleva mucho más allá del patrón o del molde. Su mensaje es color, es sabor, es ritmo, es unión con la tierra, es identificarse con sus orígenes; es un mensaje colectivo. Junglas de colores y selvas de patrones repetidos provocan movimientos de la visión, que hacen fijar la mirada, y juegan con el espectador, invitándolo a ingresar en su ritmo de vida y color, mundo comprometido directamente con la naturaleza. No hay duda que la obra de Alfredo Arreguín tiene objetivos didácticos en sí misma. Su lenguaje plástico enseña a mirar. Sus lienzos no pueden verse simplemente, por lo contrario, deben mirarse con detención. Su Alfredo Arreguín: Azulejos, óleo sobre lienzo, 1982
Alfredo Arreguín: Frida’s Messengers, óleo sobre lienzo, 1990
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obra invita a quedarse en la mirada, en la contemplación, en la observación detallada de cada elemento, de cada color, de cada forma, de cada patrón, de cada repetición. Cada lienzo retiene al observador, lo incorpora a su problemática y lo hace partícipe de un acto de revisión de su comportamiento, en lo que concierne a la conservación de lo natural. Su mensaje es advertencia, añoranza y lamento sobre un mundo en desaparición. No es casualidad que el artista haya titulado varias de sus exposiciones “Viva la vida”, “Viva la naturaleza”. En un estilo único, que contempla la herencia de sus antepasados y se amplía con la observación de otras culturas, Arreguín se vuelve universal; y cada observador de su trabajo se siente identificado de alguna manera, tanto en la comunicación estética como en la conservacionista, con una expresión de admiración y preocupación milenaria por la naturaleza. El lenguaje del detalle y la articulación de la naturaleza y la imaginación, son el vehículo de comunicación del artista con el mundo que lo rodea. Su lienzo es un universo vegetal en el cual se descubren mariposas, pájaros, animales, flora y fauna, que destacan patrones de belleza y fragilidad del ecosistema. Pero también aparecen rostros, ojos y bocas de mujer, en una personificación de la Madre Tierra o de las Madonas de la Naturaleza. La excesiva elaboración plástica nos transporta a las habilidades manuales de los antepasados y sus artesanías, la repetición de oficios heredados en el uso del color, de las fibras, de la música y de la religión. La creatividad del artista está en saber integrar al hombre dentro de ese universo vegetal y arte-
sanal, como una pieza más de ese mundo en deterioro. Es entonces cuando el exceso se vuelve necesidad creativa y expresiva. En ese intrincado y húmedo espacio de color y movimiento, que nos revelan el origen mexicano e hispanoamericano de Arreguín, captamos sutilmente una organización muy cuidada y planificada del espacio pictórico, que nos remite inmediatamente a su patria de adopción, como la repetición de patrones de comportamiento ya incorporados en su expresión de mestizaje cultural. América, la América del Nuevo Mundo aflora en esta obra en su estado natural de abundancia; como en los tiempos de la conquista. La exageración de la naturaleza crea conciencia de conservación y de mensaje visionario, a la vez que nos evoca el estilo barroco propio de esos tiempos y que ha seguido caracterizando al continente americano. Algunos críticos han llamado al estilo de Arreguín “neo-barroco” con sabor hispanoamericano y han vinculado estas imágenes visuales directamente con el realismo mágico. Y es notorio cómo la prosa de García Márquez y de muchos otros escritores, parece encontrar su patrón exacto en cada rincón de esta pintura “pattern”; pero la imagen de Arreguín sabe trascender el molde y utilizarlo para expresar una América repetida en búsqueda de su propia identidad, camino que sigue también la literatura en “el laberinto de la soledad”.
Delia Negro es profesora de español en el Instituto Cervantes, en Chicago.
Desnudo de un mundo artificial Carlos Jaime
Hoy traigo sombrero y no gorra Iván Torrijos
Aderezada con pasajes de la vida del dramaturgo puertorriqueño Miguel Pinero (19461988), la obra Short Eyes cierra el 24 de julio su temporada en el teatro Aguijón. Dicha obra, dirigida por Ron OJ Parson, nos narra la experiencia de un pedófilo que se inserta en la violencia que se vive día con día en una prisión neoyorquina A los cuatro años, su familia se muda a Nueva York. Y a los ocho años, enfrenta el abandono del padre, por lo que tanto él como su madre se mudan a un sótano y sobreviven con la Ayuda Pública; así llegan a conocer el lado cruel de la discriminación. Miguel Pinero se inicia en la vida del crimen a corta edad, conoce el mundo de las pandillas y de las drogas, hasta que cae a la cárcel de Sing Sing por haber cometido un asalto a mano armada. Después toma un taller de dramaturgia e inicia su producción literaria con la escritura de Short Eyes. A la compañía Urbantheater Co. la integra un ensamble de artistas de diferentes etnias y culturas latinas, todos comprometidos con la creación y exploración de puestas en escena que reflejen algún aspecto de la vida urbana estadounidense. La relación que se da entre las pandillas dentro de una cárcel está sostenida por frágiles hilos. Las alianzas entre ellas se deben respetar, pero muchas veces se ven rotas por la traición. En Short Eyes, la tensión comienza cuando un nuevo interno revela que tiene inclinaciones sexuales por los menores. Estados de ánimos cruzados surgen desde el momento en que observamos que un preso se come un sándwich mientras otro se masturba; provocadora imagen que da la idea general de sentimientos encontrados entre los
prisioneros. Esa aparente camaradería entre los miembros de la pandilla puertoriqueña es interrumpida cuando uno de ellos decide no seguir solapando la conducta criminal de muchos de sus compañeros. Durante todo el primer acto, la obra tiene un ritmo bien planteado y bien desarrollado. Ya con la aparición del capitán Allard, la atmósfera se llena de energía gracias al trabajo de los actores. Pero, en general, la obra pierde el ritmo inicial. A pesar de que participan muchos actores, el desplazamiento en el escenario está bien solucionado. Lo mismo se puede decir del manejo de niveles en el escenario, así como la utilería, nada sobra y nada falta. Esta obra desenmascara algunos lados oscuros de la vida en las cárceles estadounidenses. Ron OJ Parson se graduó de la Universidad de Míchigan con la especialidad en Teatro Profesional; se mudó a Chicago en 1994, y desde entonces ha participado como actor y director en diferentes compañías de teatro, de las que se destacan el Victory Gardens, el Steppenwolf, Goodman, entre otros. Short Eyes es una obra sin grandes pretensiones que puede convertirse en uno de los mejores trabajos que se han puesto en escena en los ocho años de existencia del teatro Aguijón.
Carlos Jaime ha participado en los talleres literios organizados por contratiempo. Se dedica a la actuación y es de origen mexicano.
Recién llegado a Chicago caminé por la Michigan Avenue y me gustó, pues el ruido, las luces, la gente y sobre todo las tiendas siempre me han atraído; incluso recuerdo que todavía siendo adolescente un amigo en la Prepa me llevaba a los centros comerciales de moda y, aunque a duras penas completábamos para el pasaje, él me recordaba siempre que yo debía comportarme como de la high; hablar fresa era un punto importante. En esa época mis programas favoritos eran “Salvados por la campana” y “Beverly Hills 90210”. Claro, me gustaban los chavos y mi anhelo era poder estar algún día en aquellos lugares y situaciones tan emocionantes, tal vez manejando un coche que impactara, vistiendo ropas de fina costura, con un super galán al lado, un departamento y hasta un perro que pudiera vivir adentro, no como mi Paloma que se la pasaba de callejera. Siempre pensé que lo civilizado era fabuloso, hasta llegué a considerar que las visitas al pueblo de mi padre resultaban deprimentes porque había casas de adobe, en la mesa pocas veces se usaban cubiertos y la gente no utilizaba zapatos, sólo huaraches; de ahí que se les llamara los pata rajada, los indios o los bajados del cerro. Sí, cuesta trabajo despojarse de nuestra ignorancia, muchas veces ni la escuela nos ayuda; por eso, en la diversidad se sigue dando la discriminación; la sufre el homosexual y la padece el indígena. Y hablando de indígenas, ¿qué tan intolerantes son ellos? Nacer gay en cualquier ciudad grande de Estados Unidos aún significa enfrentar discriminación, abusos, restricción de beneficios, rechazo, asesinatos, etc. Paradójicamente, entre los indios americanos desde Alaska a Sudamérica existía una clasificación de género/sexo que no se limitaba a hombre y mujer, sino que había personas transgénero y homosexuales a quienes se les conocía como “los berdache”; se les consideraba superiores ya que de acuerdo a las creencias, podían comunicarse con los dioses de forma especial. Los europeos, cuando llegaron al Continente, destruyeron muchas de estas formas de vida por considerarlas un pecado. Hoy mismo, si nacieras homosexual en Juchitán, Oaxaca, tu familia, al darse cuenta, te vería como una bendición y hasta pachanga habría, ahí existe una sorprendente sociedad indígena zapoteca que acepta a los homosexuales y los integra a sus vidas de forma adecuada, pues se cree que tienen una conexión especial con Dios. Tampoco se te rechazaría si hubieras crecido como homosexual en la sierra Tarahumara. Un ejemplo más de sabiduría y reconocimiento de la diversidad sexual lo han mostrado también los indígenas del EZLN, en el sureste mexicano, quienes en un comunicado firmado el 23 de junio de este año expresaron: “Agradecemos a los homosexuales, lesbianas, transexuales, transgéneros quienes nos dieron algunas de las más hermosas lecciones de nobleza que hemos recibido, compartieron con nosotros su lucha por el respeto a la diferencia, sabiendo que ésta no es un defecto para ocultar”. Aunque en verdad creo que es de ellos, de los indígenas, de los que nosotros deberíamos aprender. Ellos desde sus comunidades, sin servicios de luz, agua, carreteras, escuelas, sin antros ni restaurantes de lujo, nos han enseñado a lo largo de la historia formas de actuar bastante maduras e inteligentes. Hoy que estoy aquí en los Estados Unidos observo las ironías de un país civilizado y de “libertades”. Soy honesto, confieso que aún estoy perdido y lucho por librarme totalmente de esos “ideales” que desde chico adquirí y que aún siguen acariciando mi interés y me mueven a hacer lo mismo, no sólo cuando prendo la televisión, sino cuando paso por un bar y observo a “gente bien” con sus presumibles cantidades de “amigos”, con sus abundantes bebidas y platos de comida que desperdician, cuando veo y quiero uno de esos perros de raza fina que parecen haber sido entrenados para que griten al mundo lo mucho que vale el dueño, cuando veo un cuerpo formidable y hace que me sienta gordo, cuando deseo tener un “iPod” y poder escucharlo sólo a él y a nadie más, cuando me doy cuenta que sin necesidad ni compromiso dejé mi casa, mi familia y amigos con tal de estar en esta tierra que supuestamente es cumplidora de sueños.
Iván Torrijos es técnico en Trabajo Social. Fue productor de Radio Arte durante dos años. Ahora es colaborador de la Revista Identity de Windy City Media Group. ivanukor@yahoo.com Escena de Short Eyes
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El ride de la amnistía. Foto: José Guzmán
de los cláxones, más y más bicicleteros ondeaban sus banderas, la gente salía de todas partes y optamos por bajarnos. Fuimos al súper Dominics, le preguntamos a un dependiente dónde estaba el baño, y nos indicó una cola de decenas de personas. Nos dimos cuenta de que no había manera y nos marchamos. Ahí mismo vimos a un grupo de niños que venían desde Berwyn que acababan de recoger sus pancartas hechas por los voluntarios. Las consignas eran contra los grupos antimigrantes, contra la violencia policíaca, contra el racismo, por la reunificación familiar, por una mejor educación, por el respeto a los derechos civiles, por una reforma migratoria, también no faltaron las que estaban en contra de la guerra en Irak. Junto con los carteles ondeaban orgullosamente las banderas de Puerto Rico, Guatemala, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, México, El Salvador, etc. Incluso había algunos perros vestidos con banderas. Como a las 9:15 las tres decenas de miles de personas que nos habíamos dado cita estábamos listos para marchar, pero todavía faltaba poco más de media hora. Para matar el tiempo, la gente empezó a gritar porras y consignas. En eso estábamos cuando apare-
se distribuyeran las aguas entre los manifestantes. Apenas nos acomodamos en un rinconcito y ya estaba Carlos Arango presentando a los oradores invitados. Por el tapanco desfiló el congresista Luis Gutiérrez, la dirigente comunitaria Emma Lozano y, por supuesto, Miguel Silva, El Chokolate y Rafael Pulido, El Pistolero, entre otros. Además de que mostraron su solidaridad, todos ellos reiteraron que estaban ahí luchando por una causa en común: por un lado la reforma migratoria y, por el otro, el repudio a la organización antimigrante Minuteman. En la marcha se respiraba un ambiente amigable y de curiosidad por saber cuántos éramos y quiénes éramos. Hubo un momento en que Emma Lozano pidió ayuda al público porque un niño se había perdido; toda la gente empezó a buscar a sus alrededores como si el hijo fuera suyo. No faltó el mariachi que entonara el ya clásico “México lindo y querido”. Incluso hubo participantes que llegaron a caballo y abundaban niños asoleados en las carriolas. Casi todo mundo llevaba un cartelón o una bandera. Hubo muchos trabajadores a los que les dieron el día para que participaran en este
José Guzmán El viernes no fui al trabajo porque no quería perderme la marcha contra la presencia de grupos antimigrantes en Chicago, como los Minuteman. Este evento sería una buena oportunidad para tomar fotos y, la verdad, prefería andar en el mitote que “ponchar tarjeta”, así que pasadas las siete de la mañana salí de mi casa vistiendo una camisa blanca como lo había pedido por la radio El Pistolero. Pasé a recoger a un amigo y como siempre no estaba listo, pero me aseguró que la marcha no comenzaría sino hasta las diez. Tomamos la calle Ashland rumbo al sur, donde comenzaría la marcha, pero mucho antes de llegar al sitio había un embotellamiento. Los que sí avanzaban con facilidad eran las largas filas de peatones con camisa blanca. A lo lejos sólo se escuchaba un constante aguacero de pitidos que poco a poco llegó hasta nosotros, los que conducíamos tocábamos el claxon en apoyo a los cientos de manifestantes aglutinados en las banquetas. Unos agradecían, otros ondeaban sus banderas, otros más se tapaban el sol con sus pancartas y uno que otro afianzaba de la mano a sus chiquillos. Y así nos fuimos tocando el claxon hasta las cuadras aledañas. No fue fácil porque las calles ya estaban saturadas de autos. Finalmente, tuvimos que tomar un camión porque habíamos quedado muy lejos de la calle 32. Obviamente había muchos pasajeros de camisa blanca. Cuando el camión llegó a la calle 35, el tráfico volvió a detenerse, regresó el bullicio
“¿Alguien quiere mi trabajo? Se lo cambio a quien guste. Limpio ventanas”. Foto: José Guzmán
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Sin palabras. Foto: José Guzmán
ció El Pistolero, el responsable de que ahí estuviéramos pues en las últimas dos semanas había estado convocando a través de su programa de radio. La gente se alborotó y comenzó a gritar: “La raza unida jamás será vencida”. La marcha arrancó. Yo buscaba los mejores ángulos para tomar fotos, ese punto lo encontré cruzando el puente. Desde ahí pude fotografiar el interminable río de participantes. Me metí al medio del cauce entre porras, consignas, banderas, cartelones, rostros agotados pero gritones: “No somos uno, no somos cien, pinche gobierno cuéntanos bien... Aquí estamos y no nos vamos, y si nos deportan, nos regresamos...”. Así entró la gente cantando consignas al Swaporama. La plataforma estaba rodeada de banderas y de carteles. Las decenas de miles de manifestantes teníamos sed, pero era fácil encontrar agua, pues muchos comerciantes se habían solidarizado con la marcha y habían proporcionado miles de botellas; otros, el transporte; y otros más, al personal para que
evento y hubo otros, como yo, que se lo tomaron. Algunos llegaron a última hora todavía con el uniforme puesto porque el patrón les había dado el día para que se presentaran con pancartas donde aparecía el nombre del negocio. En la marcha hubo de todo: pintores, mecánicos, cocineros, lavaplatos, albañiles, recamareras, soldadores, dependientes, yarderos y uno que otro malandrín sin oficio ni beneficio. Para ver y ser vistos mejor, algunos se treparon en los vagones de tren empalmados y en la cima hacían la ola una y otra vez para mejor salir en la foto. Llegó la hora de la despedida; desde el carro divisamos cómo esa gran mancha blanca se iba dispersando.
José Guzmán se graduó del departamento de filosofía de la Universidad de Illinois en Chicago.
Carlos Arango El primero de julio pasado se llevó a cabo la manifestación más grande de la comunidad latina en la ciudad de Chicago. Tuvo como demanda principal la aprobación de una reforma migratoria que termine de una vez por todas con la división de las familias. La marcha también sirvió para mostrar un firme rechazo a la aparición del grupo Minuteman en el estado de Illinois. Más de 40,000 personas vestidas de blanco y provenientes de Chicago y de los suburbios, marcharon por la avenida Ashland, desde la calle 31 hasta la 47. El mitin se celebró en el estacionamiento de un centro comercial, espacio que fue insuficiente para darles cabida a todos los manifestantes, pues mientras sobre el templete los oradores refrendaban su compromiso con el movimiento por los derechos de los inmigrantes, abajo los contingentes no dejaban de llegar. La marcha fue convocada inicialmente por Rafael Pulido, mejor conocido como “El Pistolero”, locutor de la emisora La Qué Buena, 105 FM; luego se le unieron el grupo Familia Unida, que encabeza Elvira Arellano, y el Centro Sin Fronteras, dirigido por la carismática Emma Lozano. Después se fueron integrando las federaciones de oriundos, Casa Aztlán, varios grupos de estudiantes y algunas parroquias locales. Asimismo, se unió también Miguel Silva, alias “El Chokolate”, famoso locutor de la emisora La Ley. Sin duda, el papel que jugaron estas dos personalidades de la radio motivó la gran participación de la comunidad. Los medios de comunicación demostraron que son pieza clave para encauzar las demandas más relevantes de su propia audiencia. En esta ocasión ayudaron a despertar
al “gigante dormido”, que vio en esta convocatoria la oportunidad de salir a defender sus derechos mancillados por los grupos anti-inmigrantes, y a demandar la aprobación de una amnistía para los 11 millones de indocumentados. Cabe decir que al llamado se unieron también algunos políticos locales, como el congresista Luis Gutiérrez, los senadores Martín Sandoval y Antonio Muñoz, los concejales Ricardo Muñoz, Jorge Cárdenas y Daniel Solís, así como la representante estatal Cinthia Soto. El centro del debate migratorio es hoy por hoy la unificación familiar. Muchas familias han sido separadas por leyes obsoletas, que siguen castigando sin clemencia a cientos de niños de ciudadanía estadounidense, pues se ven obligados a separarse de sus padres o bien a abandonar este país, que es su patria, para irse con sus padres. Esta campaña tomó como punto de partida los casos de Elvira Arellano y de la familia Benítez, casos que por cierto llamaron la atención del presidente Vicente Fox Quezada en su más reciente visita a Chicago. Pero el número de familias afectadas ha ido en aumento. Este año algunas familias han tenido que viajar a la Ciudad de México y a Washington con la idea de lograr un “perdón presidencial”, y de esa manera recuperar la reintegración de todos los miembros de la familia. Aunque la búsqueda del “perdón presidencial” ha sido hasta ahora una quimera, ha ayudado para dar a conocer el problema que continúa generando la política migratoria ac-
“No somos uno, ni somos cien...” Foto: José Guzmán
tual. Y en dicha búsqueda ya se empiezan a ver algunos frutos. Con el objetivo de reformar las leyes de inmigración que no corresponden a la realidad económica del país, los senadores Ted Kennedy (D-MA) y John McCain (R-AZ) presentaron recientemente un proyecto de ley conocido como “Acta de Seguridad de América y de una Migración Ordenada”. Este proyecto de ley abre la posibilidad de reformar las leyes de inmigración y de cambiar el estatus migratorio de 11 millones de trabajadores indocumentados que viven y trabajan en este país. Dicha “Acta de Seguridad de América y de una Migración Ordenada”, también fue presentada en la Cámara Baja por el congresista demócrata de Illinois Luis Gutiérrez y Jim Kolve, de Arizona. Debido a su carácter bipartidista, este proyecto de ley dista mucho de la posición que sostienen diversas organizaciones de la comunidad, pero sin duda está sirviendo para traer a la palestra varios puntos de la amplia problemática que enfrentan los inmigrantes. Dentro de este debate hoy se puede hablar de las causas que obligan a cientos de miles de trabajadores a abandonar sus países de origen para venir al Norte, pues aquí es donde los patrones requieren de su contribución laboral, y es aquí precisamente donde el gobierno les niega sus derechos humanos por medio de leyes absurdas y perversas como la Real ID. En la marcha “Unidos por la raza” se recogieron miles de firmas para solicitar a la delegación congresional de Illinois su apoyo al proyecto de ley Kennedy-McCain. El siguiente paso será organizar el movimiento a nivel nacional con el propósito de culminar con una movilización en Washington DC en 2006. Este sería un movimiento de derechos civiles que recogería las aspiraciones de la comunidad latina y que tendría además la perspectiva de crear coaliciones con otros grupos étnicos, con el movimiento obrero y con otros sectores de la sociedad civil. Así se podrían ir abriendo canales para postular y elegir candidatos que representen los intereses de la comunidad latina y de las diferentes comunidades inmigrantes. Habrá que insistir en la realización de campañas de naturalización y de registro de votantes, pues es una forma de ir cambiando las condiciones adversas que enfrentamos en este momento. Hay, claro, algunas victorias que hay que señalar, como la elección de Antonio Villaraigoza, en California. La siguiente batalla es lograr la amnistía para esos 11 millones de inmigrantes. Para seguir esta discusión, se llevará a cabo una conferencia el sábado 30 de julio en el Instituto Técnico del Oeste, calles 28 y Western, a partir de las 10.00 A.M.
Carlos Arango es director ejecutivo de Casa Aztlán,
Posicionado en las alturas. Foto: José Guzmán
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Eduardo González Viaña
Refutando a Febronio Sras. y Sres. De la Mesa Directiva y el Consejo Editorial de contratiempo
Hace un mes, los fieles de una de las iglesias católicas de Salem, Oregón, discutían a la hora del desayuno comunitario la posibilidad de hacer una colecta mensual cuyo monto sería aportado a un fondo de jubilación para su párroco, el noble y generoso padre George. Esa posibilidad quedó descartada el domingo pasado cuando se enteraron que, de realizarse, el total de esa colecta sería retenido para pagarles a los ávidos acreedores del Arzobispado de Oregon que se ha declarado en bancarrota. Todos los fondos de esa entidad están congelados, y eso incluye las colectas. Centenares de sacerdotes y de parroquias a lo largo de los Estados Unidos sufren el mismo problema. ¿Por qué? Por una terrible razón. Los costos por los juicios sobre abuso sexual han sobrepasado los mil millones de dólares hasta este momento, y no hay nada que detenga la fiebre judicial contra la Iglesia católica que se ha desencadenado desde 2002 . Cada semana, algún sujeto cuarentón, cincuentón o sexagenario “recuerda” súbitamente que, en su más tierna edad, el sacerdote de su pueblo lo tocó, lo miró o le hizo gestos obscenos. Algún abogado inescrupuloso lo impulsa después a “recordar” los detalles. Ambos compartirán por fin los 10 millones de dólares que se exigen en compensación. Entre las supuestas víctimas se encuentran centenares de convictos encarcelados, proxenetas, neuróticos y otros aficionados asiduos a la denuncia ante los tribunales. Ese deporte tiene gran éxito en un sistema judicial en el que no existen o son enervadas la presunción de inocencia y la prescripción. Como todos recuerdan, una de las acusaciones que inició esta fiebre fue la de una feligresa que acusaba al arzobispo de Los Ángeles de haber intentado seducirla. El titular apareció en la primera página de muchos periódicos “serios”. Está comprobado que el 92% de los compradores de diarios lee solamente los titulares. Era necesario llegar hasta la mitad de la noticia para saber que los hechos habían ocurrido supuestamente en 1970 y la denunciante lanzaba sus acusaciones desde el manicomio donde está internada desde hace muchos años por padecer de una aguda esquizofrenia. ¿Manipulación de la noticia?... Quizás. Abogados insaciables y periodistas sospechosos iniciaron esta campaña que tiene como blanco a la Iglesia católica. Todas las instituciones del país, incluida la presidencia y el Congreso y algunos importantes predicadores protestantes fueron denunciados antaño, pero no comenzó una campaña como ésta. ¿Por qué? Tal vez porque los votos del sacerdocio —pobreza, castidad y obediencia— chocan con los principios de una sociedad opulenta y permisiva. Y tal vez, también, por el visceral anticatolicismo de algunos grupos protestantes que califican de No Cristiano al catolicismo y de Anticristo al Papa. Eso es lo que proclama, entre sus principios académicos, la Universidad Bob Jones donde el actual presidente lanzó su candidatura antes de su primer ejercicio. Como se sabe, el Sr. Bush es el engreído de estos grupos y hace ostentación de su pertenencia a los mismos. Curiosamente, durante la última elección presidencial, decenas de obispos católicos hicieron causa común con sus viscerales enemigos protestantes y declararon excomulgado al católico que votara por el candidato demócrata John Kerry, un abogado católico que guarda su fe en el fondo de su conciencia y que distingue la frontera entre la Iglesia y el Estado. Desde Roma, el entonces Monseñor Ratzinger apoyó a los obispos bushistas. ¿Y qué ocurre hoy? Tres diócesis, las de Oregón, Arizona y Washington se han declarado en bancarrota. La fiebre judicial va en aumento. La Arquidiócesis de Boston está vendiendo sus templos. Muchos jóvenes aspirantes al sacerdocio se quedarán sin seminarios. ¿Y el padre George?... Quizás va a tener que buscarse otro empleo.
Eduardo González Viaña es del Perú y radica en Oregón. Su nuevo libro, American Dreams, puede ser ubicado en www.amazon.com.
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Queridos todos: Es con profundo pesar, aunque escasa sorpresa, que me veo obligado a desmentir ciertas afirmaciones de Febronio Zatarain. Las mismas fueron efectuadas en el número de junio de la revista contratiempo, por lo cual solicito la publicación de esta respuesta, con el mismo despliegue. Y paso a refutar. Es la enésima vez que Zatarain lanza un libelo contra Arena Cultural. Sus escritos al respecto, en diferentes revistas, se han caracterizado por ser tan virulentos como infundados, atribuyéndose además el carácter de censor o árbitro, vaya a saber uno por qué. 1. La identidad y la ética de Arena Cultural no se han establecido ayer. Son ya 52 ediciones, en las que se ha seguido invariablemente una línea de publicar lo mejor disponible en los ámbitos local, nacional e hispanoamericano. 2. La afirmación de que Arena se ha convertido en un boletín de la Association of American Pusblishers es tan injusta como ridícula. El número 52 de Arena constituye una edición especial con motivo del “Mes del Libro Latino”, como hemos hecho otras sobre Octavio Paz, Lorca, Cervantes o Neruda. El único papel de la AAP fue facilitarnos el acceso a sus miembros para así llegar a publicar una selección de varios autores hispanoamericanos de primer nivel. 3. Caprichosamente, Zatarain elige mencionar sólo a dos de esos autores, seguramente los dos que más le molestaban. O aquellos que creía más adecuados para fundar el cargo de “comercial” que lanza contra “Arena”: Isabel Allende y George López. Con su tradicional desprolijidad, Febronio se “olvida” de Esmeralda Santiago, se “olvida” de Denise Chávez, se “olvida” de Mirta Ojito, se “olvida” de Fernando Savater, se “olvida” de Antonio Orlando Rodríguez (narrador nuevo y residente en EE. UU., que es uno de los reclamos zatarainescos). 4. Reprocha la falta de “firma”. Con menos pereza hubiera visto un hermoso artículo de Erika Buchancow sobre Mirta Ojito, hubiera visto la larga entrevista a Antonio Orlando Rodríguez, hubiera advertido que el texto sobre George López lleva mi firma y hubiera registrado una crónica sobre el Coloquio de la lengua que se llevó a cabo en esos días. También se hubiera percatado de la existencia de otras “firmas”: las de los escritores que estábamos presentando a los lectores en Chicago, Nueva York y Los Ángeles, plazas a las que actual|mente accede Arena Cultural. 5. Descalificar como “comerciales” a Savater, Santiago, Ojito y Rodríguez no era tan fácil para Febronio. Pero en la lógica zatarainesca “lo que no me sirve a mis fines difamatorios, lo ignoro”. 6. Zatarain no debería desconocer que en la AAP participan desde las corporaciones hasta las editoriales universitarias y las pequeñas casas independientes. Y habría que ponerse a explicarle al niño Febronio que la buena disposición de todos los mayores sellos editoriales a contribuir con este número especial de Arena, no es pecado. Es buena y necesaria, y es prueba de que el mundo del libro en español en EE. UU. está entrando en una etapa diferente. La función de una revista cultural NO es la de abanicar el ego de presuntos “enfants terribles” como Febronio. En cambio la función de este tipo de revistas es —entre otras— la de ser un intermediario útil entre autores, editores y lectores. Y precisamente en esa dirección avanzamos con el número dedicado al “Mes del Libro Latino”. 7. Zatarain se permite calificar de “ofensivo” que Arena se
llame cultural y nos aplica el mote de “comerciales”. Lo ofensivo, según nosotros es que alguien como Febronio, que utiliza un espacio en un medio tan respetable como contratiempo, lo haga para volcar los síntomas de una disfunción biliar. De cualquier manera, una vez más hay que agradecerle al libelista por su miopía y su mezquindad. En eso ha sido francamente consistente. Arena, por su parte, será consecuente en seguir publicando los artículos o poemas de Febronio, no sus maledicencias. 8. En cuanto a los consejos que se permite ofrecernos al final de su diatriba, gracias. Hasta ahora hemos vivido sin la asesoría zatarainesca. Pensamos seguir del mismo modo. Cordialmente, Elbio R. Barilari Director de Arena Cultural
Respuesta del escritor Elbio: Después de haber visto el número 52 de Arena, mi opinión no se ha modificado. Sigo creyendo que tu publicación ha dejado de tener el carácter que tuvo en su primera época. La mayoría de los textos incluidos en este número de Arena siguen dando la impresión de ser inserciones pagadas. En esta edición encontramos fragmentos de libros que varias editoriales, como Alfaguara, Vintage Español y Harper Collins, quieren promocionar. Y los trabajos periodísticos, como la entrevista que haces al joven escritor Daniel Alarcón, son simplemente para apuntalar la promoción. Esta forma de hacer publicidad es llamada en inglés product placement, y está muy de moda porque es más efectiva que el comercial tradicional. En el mundo hispano de los Estados Unidos el mejor ejemplo es Don Francisco en su Sábado Gigante; él, dentro del tiempo de programación, anuncia o entona una cancioncita que tiene que ver con los productos de sus patrocinadores. De este número, uno de los pocos trabajos que podrían ser rescatables es la “entrevista con Carlos Tortolero”, pero está tan mal redactada que da la impresión que sólo se ha publicado con el fin de vender la contraportada al Mexican Fine Arts Center Museum. Es importante aclararte, Elbio, que yo no les falto al respeto a los escritores al criticar tu publicación. El que les falta al respeto eres tú, pues un escritor espera que se critique su obra honestamente, sin importar que estas críticas sean a favor o en contra, y más si vienen de una revista que se autodenomina cultural. Pero dejemos de intercambiar opiniones entre tú y yo. Sería fabuloso que a este debate se unieran las voces de los lectores tanto de contratiempo como de Arena cultural. Dejemos que ellos nos digan sus puntos de vista sobre la función que debería cumplir una revista cultural en español en una urbe estadounidense. Atentamente, Febronio Zatarain
Ficciones Estimados editores de contratiempo: Leí la ficción que escribió Bernardo Navia sobre la creación de Abrapalabra, me parece magnífica. Disculpas a Lucy y a Johanny. Jorge Hernández
Nacional
nuestra personalidad? Josefina Ratto
León Leiva Gallardo Quién ha dicho que todos los momentos del poeta son poéticos, por muy avizorado que lleve su plumilla y tinta china. Quién ha dicho que por eterizado, sensibilizado o sentimental que sea el escritor, por inercia tiene que caer en uno de sus escondidos mundos de intimidad elaborada. El poeta también disputa el civitas y el mundo entero. A veces la historia nos sorprende, sutil o sospechosamente —no siempre lo hace con el fogonazo de un proyectil— mas siempre cabal como es la historia en cualquier momento dado. Zozobraba yo en otra de mis fugas, en el Nacional, un nightclub del Downtown de Chicago, cuando de repente se me asomó el inmaculado viso de una joven de algunos veinticinco años. Yo estaba solo en el bar sorbiendo un Juanito Caminante, el lugar estaba atestado. Ella se acercó. No encontraba lugar para pedir una ronda a sus amigas. Era de belleza mediterránea, piel blanca vía láctea, el cabello negro, largo y rizo, los ojos grandes almendrados y oscuros, como si hubieran acabado de ver el fin del mundo. Inmediatamente ofrecí mi asiento para que pudiera pedir lo que quisiera. Sonrió y sin mucha vuelta se hizo paso a pedir algo en el bar. Mientras esperaba por su ronda, no me aguanté y le dije que su pelo me ponía nervioso. De nuevo me regaló otra sonrisa y se sintió en confianza. Comenzamos a platicar. Le pregunté si era de Israel, pues ya había detectado un acento semítico. Me dijo que era Palestina, de Jerusalén. Le conté que en Honduras había muchos árabes libaneses y palestinos, y por engraciarme más, según yo, con su corazón de arén, también le insinué que no sería raro que yo también tuviera sangre árabe, aunque fuera beriber. Esta vez los dos reímos mucho, ella de mi inventiva, yo de la cola alegre de perro saltarín. La plática continuó, hasta que llegó su orden y nos despedimos, no sin antes pedirle que me acompañara, cuando pudiera, a tomar aunque fuera otro Juanito Caminante. Me dijo que estaba con muchas amigas y que ella era la niña de la plata, que mejor fuera a su mesa a presentarme y que allá íbamos a seguir platicando. Por supuesto que no fui, tampoco iba a ser tan presentado. Quedé solo de nuevo en el bar y para acompañarme pedí un doble. Como siempre, caí en el mundo de los procesos personales. Por qué tenía que haberle preguntado si era de Israel, por qué le tuve que haber insinuado que era judía, y así por el estilo, hasta que mis culpas me llevaron a acordarme de los años de la Intifada, cuando Goliat se volvió David y David Goliat, cuando los palestinos tiraban piedras y los israelitas fogonazos de proyectil. Adónde estaba el viso inmaculado del amor en esos años de guerra. Adónde está el rostro del amor hoy en estos años de guerra. Mi soliloquio llegó a su fin cuando casi en voz alta me dije, qué lástima que se me fue mi palestina. No había terminado de decir lo anterior cuando se acercó otra muchacha, algo mayor, pero de parecido semblante semítico. Llevaba el cabello largo, rizado, y su piel canela y ojos café, con un mote de melancolía. Ha de ser otra árabe pensé en mis adentros de laguna embrollosa. Y parece que voy a ser el portero de la media noche, pensé de nuevo, no sin sentirme un ingenio de dulzura, ya casi eterizada. Antes de iniciar el mismo ritual, sin ni siquiera hablarle mucho, me levanté y le di paso a que pidiera e incluso a que se sentara mientras esperaba su orden. Pues había algo en su mirada de paloma con frío que me hacía pensar que buscaba compañía. Ella no estaba acompañada y no parecía tener la intención de buscar otro lugar adonde sentarse. Por un momento me dio la impresión que se iba a quedar con mi asiento. Pero a mí no me importaba. Yo no era oráculo de lugar sagrado. Yo era solamente una oreja
¿Emigrar desdobla
de cualquier antro. Algo entusiasmado ya por la plática anterior, y por el doble caminante, y después de haber detectado en su rostro su procedencia del Medio Oriente, le inicié una plática, ya con menos flirteo que la anterior. Como buen adelantado le pregunté si era de Palestina. Por supuesto que, con mirada severa, me contestó rotundamente que no. Que era de Jerusalén. Ah, de Jerusalén, seguí yo insistiéndole, pero sos palestina. No me contestó, esta vez frunciendo sus labios y su seño. Soy de Israel. ¡Júpiter Capitolino!, pensé yo en ese instante de ubicuidad, por qué será que al hombre le cuesta tan sólo cinco años aprender a hablar y el resto de su vida para aprender a callar. Había cometido el mismo error diametralmente opuesto. Para ameliorar lo cometido le inicié un plática apologética que decía que en mi país había muchos israelitas, pero que ya se habían asimilado y hasta nacionalizado. Pero esto no bastó para calmar su disgusto. A diferencia de la bella palestina, la israelita se quedó en mi asiento y se tomó su trago lentamente como esperando a que yo le siguiera pidiendo perdón por haberla insultado. Lo que hice yo fue pedir otro doble y con alguna que otra palabra seguía en el mismo lugar, pues, como saben, ahí estaba yo antes que iniciara el génesis el creador. Aunque yo quería que fuera ebria, nuestra plática fue más bien hebrea. Fue tanto que llegué hasta el colmo de decirle que no sería raro que yo tuviera sangre judía, aunque fuera yemenita, pues mi apellido Leiva llevaba la sombra del “marrano” sefardí, el converso judío español. A todo esto ella todavía no se inmutaba, ni tampoco se inmolaba. Y mi plática ya estaba llegando al colmo de la partida. Percance que daba la vida. La judía estaba a punto de darme una tunda, cuando apareció feliz, jubilante y tranquila, la palestina. Gracias Júpiter, pensé yo, por haberme sacado de estas honduras. Te vine a acompañar un rato, me dijo, la bella, mis amigas andan bailando. Yo la tomé de la mano y le di las gracias con tanta vehemencia que ella sospechó de mi gallardía. No se imaginaba que se las daba por que me venía a salvar de tan grande metida de patas. Pero la encrucijada aún no terminaba. La palestina se dio cuenta que ahora había alguien ocupando mi asiento y nos quedó viendo a los dos, como preguntando, acaso andan juntos. Yo no tuve otra alternativa más que presentarlas. Ella también es de Jerusalén dije refiriéndome, sin que lo sospecharan, a las dos a la misma vez. Inmediatamente comenzaron a hablar, creo, en árabe o en hebreo. La judía había cobrado soltura y la palestina había perdido dulzura. La despedida fue precisa y rápida. Las dos se dieron la mano como se la han dado tantas veces los mediadores de la paz. La israelí se fue sin despedirse de mí y la palestina me dijo que tal vez nos encontrábamos otro día. Mi resolución de abarcador fue pedir otro doble y quedarme solo, como siempre. Como siempre se queda el poetastro anacrónico que hace todo lo posible por ser poeta maldito. La historia me había dado una sorpresa deleitablemente amarga y me había recordado que también soy responsable. Una noche cualquiera se me volvió un tumulto de nacionalidades. La nación sigue fustigando hasta nuestra intimidad. La nación nos sigue llamando a que nos echemos a las calles y que hagamos parte del civitas. La nación me sorprendió en un lugar que no creo que por chance se llame Nacional.
Empezar de nuevo en otro país, desde nada. Exponernos a otra cultura, otro idioma, otros códigos, nuevos referentes. Vivir acá y allá al mismo tiempo. Tener nuestros amigos de toda la vida, nuestros espejos que retroalimentan, nuestra familia, nuestro autobús, esos chistes históricos que nadie que no pertenezca entiende, entendía. Inmigrar nos desdobla. La realidad nos empieza a reflejar de otra manera, nos ven diferentes, nos vemos diferentes, empezamos a ser diferentes. Vamos creando un nuevo personaje basado en una historia inmediata que va cambiando brutalmente en función del texto, del escenario y de los coprotagonistas en turno. Todo lo que parecía parte de nosotros, “lo natural”, entra en cuestionamiento. Hasta la más simple negociación se vuelve difícil porque la realidad es diferente a lo que vivimos, a lo que traemos. Cuestionar o quebrar nuestros principios e ideales en respuesta a ese espejo que distorsiona nuestras creencias más profundas. Entrar en la vulnerabilidad por no entender a ciencia cierta el código o el precio de ese código, y luego "transar". El precio es demasiado alto porque te desdoblas, te vuelves el otro. Es ponerse a prueba con uno mismo, es experimentar los propios límites, la capacidad de tolerancia a lo desconocido, un termómetro que trabaja en función de la aceptación o rechazo del nuevo y caótico espacio, prueba y error, error. Es un intento de apropiarse de ese espacio a sabiendas de que siempre será ajeno. Es un desafío a la capacidad de aceptar la frustración. Es cuando vemos que nos desdoblamos porque estamos en este espacio, pero llevamos dentro otro que creemos propio y está lejos. Es el enorme esfuerzo por aceptar y ser aceptado, por entender y ser entendido. De aceptar las diferencias aún cuando no sean entendidas las nuestras. Es un viaje al propio límite. Es negociar con uno mismo cada mañana, cada minuto. Cuando no encontramos el texto que se adapta a la acción, la nostalgia se transforma en un imán que nos empuja desesperadamente a nuestros orígenes, a lo que nos es familiar. Necesitamos volver a las raíces, volver al espejo que nos es amigo, volver a ser uno mismo, a verse como uno cree que es o creía que era, a mamar la leche como el bebé que alguna vez fuimos. Vivimos partidos con una pata acá y la otra ahogándose en lo cotidiano de casa, buscando cómplices de nuestro pasaporte para no sentirnos aliens, generando vínculos temporarios que nos cuesta interiorizar y que se posan en nuestra soledad, pero que no son parte de nosotros. Son parte de esta nueva identidad que estamos intentando construir y, como ignoramos su vigencia, preferimos no aferrarnos. Vivimos en la transitoriedad permanente... Entonces aparece este nuevo individuo que intenta dilucidar el nuevo código; se disfraza de local y pretende vivir como un local siendo visitante. Y la comparación es inevitable; el idealismo del otro yo, devastador. Los otros desconocen nuestra historia y su ignorancia nos desvirtualiza. Cada quien entra en una bolsa dependiendo de la región del mundo donde haya nacido. Así, si sos argentino, sos igual que un costarricense; los chinos son japoneses, tailandeses, ¿qué más da? Entras en la bolsa del Continente... Y al final empezás, aunque te cueste, a ver similitudes, y tu identidad crece. Antes tu barrio, tus amigos, tu club; hoy todo el continente Sudamericano y Centroamérica son tu barrio, tu historia...
León Leiva Gallardo es poeta hondureño. Vive en Chicago.
Josefina Ratto es argentina. Estudió arquitectura en su país y radica en Chicago.
CAFÉ
Antonio Martínez Recepción de apertura Sábado 16 de julio 7:30 P.M. a 9:30 P.M. Meztli Gallery 556 W. 18th St (312) 226-0754
Café Mestizo Miércoles: open mic Domingos: Jazz 2123 S. Ashland (312) 942-0095
Arturo meza y Zamandoque Viernes 22 de julio Restaurant La Justicia 3901 W. 26th St. (773) 522-0041
MÚSICA Mi Cafetal Trova cubana todos los viernes 8:30 P.M. 1519 W. 18th Street (312) 738-2883
LECTURAS El Quijote de la Mancha Maratón de lectura Del 26 de julio al 6 de agosto Décima Musa 1901 S. Loomis (312) 243-1556
Luis Badillo Viernes 15 de julio 7:00 P.M. Efebos internet café 1640 S. Blue Island Ave. Chicago, IL 60608 (312) 633-9212
DANZA
Batey Urbano Café teatro Jueves: open mic 2647 W. Division St. (773) 394-5206
ARTE Festival de arte de La Villita 9 y 23 de julio 6 y 27 de agosto 12:00 P.M. a 5:00 P.M. Manuel Pérez Plaza th 26 y Kolin (773) 542-9233
Rock
33 Collective Gallery Recepción viernes 15 de julio De 6:00 P.M. a 10:00 P.M. 1029 W. 35th St. (708) 837-4534
Hor scopos Doña Masas busca en la literatura respuestas de envergadura… ARIES: Cuando a los arianos les da por Rubén Darío y sus Prosas profanas, acaban con todo el tintero en su abuso de la pornografía gramatical. Está bella la mar, chula, pero los corales de los arrecifes no son cosas para chivitos con cuernos, así que anda y cómprate unos romances de Corín Tellado y suspira con el galán de las sienes plateadas, que eso es lo tuyo. TAURO: Desfigurados por el llanto que leer a Gustavo Adolfo Bécquer y sus Rimas de la llamada “estética del sentimiento” acontece, los toritos se sientan impacientes en sus balcones a esperar el regreso de las golondrinas. Pero como la pasión va añejada por siglos, lo que a su lado aterriza son unos pichones contaminados y desplumados que picotean con ansias de drogadicto. GÉMINIS: Al culto del exceso de Paz y Rulfo a la Octava potencia, engendrando aguas vertientes donde abundan las buenas Fuentes, a eso se dedican los gemelos. Amantes de los libros bien cuidados que los aceleran por
TEATRO Flamenco Passion Ensamble Español Spanish Dance Theater 15 y 16 de julio: 8: 00 P.M. 17 de julio: 3:00 P.M. North Shore Center 9501 Skokie Blvd., Skokie, IL (847) 673-6300
Malafacha, Nahuales y La Parka Viernes 15 de julio La Justicia Restaurant 3901 W. 26th St. (773) 522-0041
Amerikafka De Ken Prestininzi De jueves a sábado: 8:00 P.M. Cierra el 30 de julio Trap Door Theater: 1655 W. Cortland (773) 384-0494
Doll House De Rebecca Gilman Cierra el 24 de julio Goodman Theater 170 N. Dearborn St. (312) 443-3800
despiadados, husmean entre las páginas buscando leyes ciertas. Qué horror, cuando la incertidumbre es virtud y pan humano. Pedro, párate y ve, a lo Lázaro, a meditar a otra parte, que los milagros literatos son muy escasos.
mano. ¿Amor en la temporada del cólera? Échamelo, dicen las ecuánimes vírgenes, que eso se cura con dos cucharadas de Sal Andrews en un vasito de agua oxigenada, para aclarar gaseosos sentimientos turbios.
ar y a lanzar coces, estos lectores queman bibliografías enteras y se dedican al saqueo estomacal de voces contagiadas por la autoridad. Anarquistas, los caballitos con arco pero sin flechas…
CÁNCER: Amantes de Marx y Mao por consigna generacional obligatoria y no por lógica práctica, los cancerianos de izquierda se leen a Neruda parados en un solo pie, por aquello del equilibrio que demanda el arte comprometido. Luego, después de una conversación en la catedral, corren a desahogarse en la casa verde de un recuperado y politizado Vargas Llosa. Quién entiende tanta cangrejada, digo yo.
LIBRA: A los libra les gusta eso de maullar como alma en pena arrastrando cadenas por las casas de los espíritus, isabelinos y católicos aristogatos que son, al final del folletín. Después, como son románticos y estéticos, se leen a la Mistral, le dan vuelta a Vallejo y se autoflagelan con Borges. Luego, por joder, mandan emilios y telegramas confusos llenos de citas de Doña Bárbara y Martín Fierro. Who knew they had such range?
CAPRICORNIO: Roa Bastos y Martí se acuestan al lado del unicornio y amanecen releídos a la par. Así es, este animal mítico que pretende ser hijo de hombre con sus zapaticos rosas puestos en la literatura enfangada de las sublevaciones. Ni Chaquespeare le hace ná al rollo caprichoso de este carnero dichoso de chamuscar letras en un molcajete volcánico.
LEO: Cortázar es corteza dura de quebrar para estos analfayucas literarios, que se apasionan con los be$tseller$ de autores mentecatos que abundan en sus estantes. A ver, leónidas, desempolva las gafas del criterio y siéntate a leer. Mi mamá me ama; yo amo a mi mamá no cuenta a la hora del juicio intelectual del más allá. Y enderézate en la butaca, carajo, que pa´leer hay que tener porte.
ESCORPIÓN: Novelitas nobeluchas ansían los escarabajos constipados, porque son de clase baja pero elitistas. Ya tienen comprado el frac y los zapatos de tacón pa´l viaje a Estocolmo, pero mientras tanto, arañan obras magulladas por cien años de soliloquios y se dedican a copiar páginas enteras del Decamerone de Boccaccio como autocastigo por tanto ego inflado.
VIRGO: A las vírgenes sirenas salpicadas a tierra cuando sube la marea les encanta leer al revés Las aventuras del capitán Alatriste, para confundir a su rígido cerebro. Pérez-Reverte se esmera, y junto a él, el contingente colombiano que brilla con la estilográfica en
SAGITARIO: El mundo alucinante es lo que apasiona a estos caballos semi-o-cultos, huéspedes del palacio de las blanquísimas mofetas. Por eso sus bibliotecas se disuelven entre Arenas, sumergidos en cristalinos versos suplicados. Ah, pero cuando empiezan a pate-
ACUARIO: Onetti bucea con los acuarianos en pozos profundos. Y con Carpentier se alejan con pasos perdidos a escuchar el concierto barroco que cada hombreorquesta lleva dentro. Entonces, como al fin y al cabo todos somos unos simples hombres de maíz, se dan por vencidos con Asturias y duermen tranquilos en su charquito de mundo, a la salida del túnel de Sabato. PISCIS: Lezama Lima se interpreta con los piscianos elevados, que los menos desarrollados preferirían tertulias poéticas con Julia de Burgos y granizados de coco. Así que, al Paradiso, pececitos, que el infierno no ofrece nada bueno. Empaquen un almuerzo lezamiano, vino francés y al un, dos, tres… si te veo allí, a nadie se lo diré.
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