Contratiempo 32 • Enero 2006

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Texto p stumo de Ricardo Armijo Voto en el exterior


mesa directiva Frances R. Aparicio, Leon Fink, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Roberta Piedra, Moira Pujols, Josefina Ratto

3 Editorial

9 El escritor latinoamericano en los EE.UU. Entrevista con Isaac Goldenberg

dossier

10 A dos voces, dos territorios Entrevista con Eduardo González Viaña y Armando Romero José Castro Urioste

directora ejecutiva Moira Pujols

director editorial Raúl Dorantes

consejo editorial Ricardo Armijo, José Castro Urioste, Raúl Dorantes, Jorge Frisancho, Juan Mora-Torres, Francisco Piña, Julio Rangel, Febronio Zatarain

jefe de redacción Febronio Zatarain

4 Vida y aventuras del idioma español en los Estados Unidos Luis Leal 6 La latinidad en Chicago, el español, y las dinámicas del poder Frances R. Aparicio 12 En lengua propia: Literatura cubana en los Estados Unidos Jorge Febles

8 Escritura y escritos en español en Chicago John Barry

diseño Francisco Piña, José Díaz

asistente editorial y administrativo Carlos Jaime

latiNidaD

Condición actual de los latinos en Chicago Timothy Ready y Allert Brown-Gort

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distribución José Guzmán

arte Juan Chávez

portada Claudia Lozano-Alberú

fotografía José Guzmán, Luis F. Soto © contratiempo

16 La superposición de las Marías Fernando Olszanski 17 Hombrecito José Díaz

deshoras 21 Por un pinche chipote Mario Camarena

22 Para cenar Tanya Victoria

Las máquinas deseantes Paola Valera

Tregua Josefina Ratto

20 La cocina Jossiane Sánchez

NFP

773.769.2923 1434 W. Thorndale Ave. Chicago, IL 60660

mirada cómplice 18

Para obtener más información sobre las distintas secciones de la revista, publicidad y clasificados, servicios editoriales o suscripciones, escríbanos a info@revistacontratiempo.com

El arte urbano de Juan Chávez Kari Lydersen

tiempo extra 27 El ritual del actor ante la vida en Chicago Carlos Jaime

acepta textos para su publicación

23 El voto en el exterior: México y República Dominicana Arturo Santamaría Gómez

30 La música latina como testimonio de lo afro Catalina M. Johnson

28 La flauta de Mozart León Leiva Gallardo

24 Voto, migración y búsqueda de la ciudadanía Febronio Zatarain

Raúl Dorantes cartas@ revistacontratiempo.com Jorge Frisancho deshoras@ revistacontratiempo.com

31 Pablo Milanés y sus canciones de adolescencia Carlos Galilea

26 Voto en el extranjero y los dominicanos en EE.UU. Moira Pujols 27 El voto postal excluyó a la mayoría Carlos Arango

29 [.DESCARGA.]: El futuro es la fusión Francisco Piña

32 La trascendencia actual de Caravaggio Alejandro Escalona

José Castro Urioste tiempoextra@ revistacontratiempo.com

tiempo de sobra w w w.revistacontratiempo.com

33 El muro, la política y la libertad Héctor Raúl Solís Gadea

33 Momento Kodak Ricardo Armijo


Editorial s casi ya un lugar común mencionar que la identidad de un sujeto se construye por medio del decir (y por el acto de escribir), y en el caso específico de las comunidades latinas en los Estados Unidos ese decir implica obviamente el uso del español. Es por ello que este número de contratiempo busca indagar sobre el español desde distintos ángulos y en distintas esferas: se examina, por ejemplo, la historia de nuestra lengua en los Estados Unidos, las relaciones de poder que surgen a partir de su uso, su empleo en el teatro de este país, y finalmente, se le ha dado una especial atención a la literatura en español que se viene desarrollando en los Estados Unidos. En estos dos últimos casos, no se trata de un fenómeno homogéneo sino, muy por el contrario, de uno caracterizado por la diversidad, de un mosaico que implica no sólo el legado de las diferentes regiones de América Latina, sino también las distintas maneras en que la experiencia estadounidense es vivida y sentida. Es obvio que el lugar del español en la sociedad estadounidense se encuentra en proceso de cambio. En cierto periodo histórico, el español fue visto como una lengua circunscrita al espacio privado. Era la lengua de los padres, o de los abuelos, la lengua que se permitía hablar en casa, pero más allá de sus paredes existía el peligro de la sanción (abundan, como ejemplos, los testimonios de niños castigados por sus maestras por haberse comunicado en español en la escuela). Con el tiempo, y a medida en que hemos aumentado en número, nos fuimos convirtiendo para las grandes empresas en un mercado potencial. Hablar en español se ha ido valiendo un acto permisivo, siempre y cuando haya una oferta y la posibilidad de una compra. Tenemos la impresión que últimamente el uso del español en los Estados Unidos rebasa el espacio privado, rebasa el hecho de una mera relación mercantil. El español en este país busca insertarse en distintos espacios públicos —y esto depende de los que hablamos castellano— y esa realidad también lo está convirtiendo en un idioma por medio del cual se puede filosofar, reflexionar y hacer arte. En tal sentido, el hecho de hacer teatro, poesía y narrativa en español en los Estados Unidos se transforma en práctica cultural que es pionera en la búsqueda de llevar nuestra lengua más allá del espacio privado y de construir para ella un lugar en la esfera pública. Dado que en el dossier de este número se dedica una buena parte a examinar la literatura en español en este país, resulta permisivo realizar una breve mención a las posibles tendencias literarias que se desarrollan en Chicago. En primer lugar, habría una escritura transplantada, y con ella se hace mención a aquellos escritores que realizan su trabajo literario en los Estados Unidos como si estuvieran en sus países de origen: sus temas, el manejo del lenguaje y sus preocupaciones no han variado. En segundo lugar, habría un conjunto de textos en los que la experiencia norteamericana ya ha tenido su efecto. Sin embargo, este efecto se produce por medio de la ausencia del lugar de origen (visto en muchos casos con nostalgia, lo cual no existe en los textos de la primera tendencia), y

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en la inserción —a manera de un observador foráneo— de elementos del paisaje norteamericano (nombres de ciudades, calles, casas comerciales, etc.). Finalmente, en una tercera tendencia se encuentran los textos que van más allá de las fronteras nacionales. Son textos que incluyen a otros latinoamericanos, textos que se sitúan en un “acá” estadounidense, textos que desbordan (o dejan de lado) el retorno a la comunidad nacional de origen —lo cual se da por transplante como en la primera tendencia, o por nostalgia, como en la segunda—, textos, en última instancia, que se tejen como una escritura transnacional que indaga en las preocupaciones y la problemática de un sujeto latino que vive y elabora tanto su presente como su futuro en los Estados Unidos. Visto así, este número pretende retomar la relación “natural” —por decirlo de alguna manera— entre lengua y literatura. Si el decir construye nuestras identidades, el surgimiento y el desarrollo del teatro, la poesía y la narrativa en español en los Estados Unidos ha hecho que nuestra lengua empiece a ocupar un espacio que trasciende lo privado. En tal sentido, escribir en español en los Estados Unidos, sería, además de un reflejo de la realidad (de los 42.3 millones de hispanohablantes), un camino para que nuestra lengua ocupe el lugar que se merece en la esfera de lo público. Al cierre de esta edición, de manera sorpresiva, falleció uno de los fundadores de contratiempo:el nicaragüense Ricardo Armijo. Ricardo será recordado como uno de los pioneros de los talleres y de las revistas literarias en español no solamente en Chicago sino en todos los Estados Unidos. Su participación fue fundamental para que aparecieran 12 números de Fe de erratas y hasta el día de hoy ha sido un pilar para que contratiempo llegue a su edición número 32. Su generosidad y su amor por la literatura lo llevaron a ofrecer de manera desinteresada el sótano de su casa para que esta revista tuviese oficinas. En esas oficinas reiniciamos hace cuatro meses los talleres periodísticos y literarios de contratiempo. Sabemos que en el último año Ricardo tuvo muchísimo trabajo; sin embargo, se dio sus pequeños ratos para escribir el cuento “Cartas australes”, con el que ganó el pasado certamen John Barry.


Vida y aventuras del idioma español en los Estados Luis Leal

I o, señores, nací en España, hijo legítimo de Tomé Latino y Juana Godos. Después de la muerte de mi padre mi madre se enredó con algunos extranjeros indocumentados y así creció la familia, con un hermano, Zaide, y una hermana Judith. Bien mozuelo pasé en busca de aventuras a un Mundo Nuevo con un tal Cristóbal y los muchachos Pinzón. De unas islas a las cuales llegamos, algunos de mis hijos —que continuaron llegando hasta poblar todo un continente— decidieron irse al norte, los más ancianos con Ponce de León en busca de la juventud; otros con Hernando de Soto a una región al norte de un gran golfo, donde desembocaba un enorme río. Otros se fueron con Cortés hacia el oeste, donde se encontraron con una inteligente prima mía, si bien desconocida, llamada Maya, madre de Malintzin. De su tierra nos fuimos al hermoso valle de Anáhuac, donde conocí a otro pariente llamado Náhuatl, cuya lengua tuve que aprender.Tanto Maya como Náhuatl, con quienes trabé buena amistad y quienes me enseñaron muchas palabras que desconocía, ayudaron mucho a Cortés y sus compañeros para que pudieran comunicarse con los aztecas, los habitantes del hermoso valle cantado por uno de mis más adelantados discípulos, Alfonso Reyes. Otros de mis hijos se habían ido con Pánfilo de Narváez para explorar el norte de la costa del enorme golfo. Un huracán (esa palabra la aprendí en ls islas que Colón llamó Antillas) destruyó sus navíos y de todos los tripulantes solamente se salvaron cuatro, entre ellos Cabeza de Vaca, a quien le pedí escribir una relación del viaje que hizo, a pie acompañado de los otros tres sobrevivientes, desde ese golfo hasta una zona muy árida. Fue la primera vez que los nativos me oyeron en todas esas regiones. Como ustedes saben, hoy esas tierras, que los chicanos llaman Aztlán, pertenecen al grupo de colonias que muchos años después de que yo llegara se unieron y, por falta de imaginación para escoger un buen nombre, se llamaron “Estados Unidos”. Aunque los nuevos inquilinos han tratado de desalojarme, no lo han podido hacer. Desafortunadamente no predominé en este país; tengo que compartir esta extensa región con un señor a quien llaman Mister English, de quien ya tenía noticias en España. Cuando llegaron las nuevas —muy exageradas— de Cabeza de Vaca acerca de las riquezas de estas tierras, los habitantes de Anáhuac (para entonces ya se llamaba México la capital y Nueva España el país) se les despertó el deseo de enriquecerse y se unieron a las varias expediciones organizadas por los virreyes, habiendo sido la primera la de Fray Marcos de Niza, a quien en 1539 acompañé a una región tan parecída a Anáhuac que le dieron el nombre de “Nuevo México”. Me acuerdo que a

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Niza lo guió Estebanico, el moreno compañero de Cabeza de Vaca. Fue el primer afroamericano de los muchos que más tarde llegaron a estas tierras, y el primero que pisó estos Estados Unidos hablando español. Pobre, por aquellos rumbos feneció su vida. Otro hijo mío, Pedro Menéndez de Avilés, fundó San Agustín en la Florida en 1565 y desde entonces se me oye en ese pueblo. Después vine al Suroeste con Coronado, y en 1598 con Juan de Oñate. Fue entonces cuando conocí a Gaspar Pérez de Villagrá, a quien inspiré para que escribiera la Historia de la Nueva (así se decía entonces) México, poema épico en diez cantos que publicó en España en el pueblo donde nació mi mejor discípulo, el gran Cervantes. Yo fui quien le aconsejó a Gaspar que escribiera su obra en verso y que usara octavas reales, mi estrofa favorita en aquella época. Mucho más tarde, esto es, en 1769, que vine a California con Portolá, y en

1776 con Juan Bautista de Anza, esta vez acompañado de familias, las primeras que llegaron a esta hermosa región. I uiero contarles las principales aventuras y desventuras que me han ocurrido desde que pasé a ser habitante de este suelo. Transcurrieron los años, y yo muy contento gozando de la vida pastoril, del clima y de la naturaleza y riquezas de estas vastas regiones. Pero poco a poco, en el sureste, sufrí el primer descalabro en 1800, cuando mi patria cedió a Francia la Luisiana, que Napoleón había de vender a los Estados Unidos en 1803. El segundo fue la pérdida de la Florida en 1819, y la tercera la de Texas, regiones en las cuales comenzaron a dominar los súbditos de don Inglés. No esperaba que esos extranjeros continuaran hostigándome, pero ése fue mi destino. En 1836 los

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texanos se declararon independimercantiles, y también para entes de México, y en 1848 dejé el amor, que carecía de cultura, como mi de imperar en las regiones llamahermano el señor Francés o la señora das Nuevo México, Arizona, Alemana. Pero a otro hermano latino, llaCalifornia, el sur de Colorado y mado Italiano, tampoco le hacían caso, a Utah. Fueron golpes terribles, pesar de su rica cultura. Pasaron muchos pero no mortales. Sobreviví a años antes de que lograra convencer a los pesar de los contratiempos. Mis dómines de este territorio al cual di nomfieles adeptos me defendieron, bre, del valor cultural de mi pueblo, de su continuando la labor cultural inicirica literatura. Pasaron muchos años ta mada durante el siglo dieciocho por bién antes de que decidieran traducirme al distinguidos escritores como Fray Inglés, temerosos de que compitiera con Junípero Serra, Gerónimo sus literatos. Pero los tiempos han cambiaBoscana, Francisco Palou, do. Ahora se traduce a los principales Agustín Morfi, Miguel Constnasó y autores o se publican sus obras en tantos otros, que se valían de los español. Además, han logrado infiltrarse en numerosos periódicos en español las aulas, donde ya se lee a mis queridos para mantener viva discípulos. Ya no es posible estudiar el la lengua, como lo hizo el P. José cuento sin incluir a Jorge Luis Borges; la Antonio Martínez en Nuevo novela sin hablar de Gabriel García México en El Crepúscilo de la Márquez y Carlos Fuentes, la poesía sin Libertad y otros periódicos que incluir a Sor Juana Inés dirigió. Hacia fines del siglo de la Cruz y a Pablo Neruda, el ensayo sin diecinueve los latinos (así los llamencionar a Otavio Paz. Pero tampoco es man para recordar a mi padre) posible estudiar la literatura de este país en los Estados Unidos fueron sin incluir a autores como Rudolfo Anaya, estimulados a mantener su Rolando Hinojosa, Ana Castillo, Sandra lengua por escritores exiliados, Cisneros, Isabel Allende, Oscar Hijuelos y como uno de mis más queridos tantos otros a quienes ya se les comienza hijos, José Martí, quien con su a abrir las ventanas de la literatura en este poesía y sus ensayos puso en país, tanto en inglés como en español. alto la bandera del idioma ¿A qué se debe ese interés en los español. Y lo mismo hicieron escritores latinos en Norteamérica? Sin otros, y lo siguen haciendo. duda a que el número de latinos ha Escenas de la obra de teatro Al son que me toques, Lorca, en Quiero recordarles los nombres de aumentado considerablemente durante las Chicago. Foto: José Guzmán algunos hijos míos que han escrito últimas dos décadas. Si bien la estadística en español en los Estados Unidos, no es mi fuerte, me atrevo a incursionar en progresos que ha hecho el señor Francés como los cubanos Félix Varela y José su predio, pues es necesario que mis hijos en el Canadá, pero sí me parece que tenMaría Heredia, el mexicano Fray Servando estén al tanto del poder que los números dré más hijos, más adeptos. Ya hoy en las Teresa de Mier, el peruano Manuel Lorenles confieren. El 29 de marzo de 1999, el universidades y las escuelas los estudizo Vidaurre, el ecuatoriano Vivente Midwest Consorcium for Latino Research antes que me prefieren son más que todos Rocafuerte, el argentino Domino Faustino envió el siguiente correo electrónico, que los que optan estudiar otras lenguas. Sarmiento, y más tarde el dominicano truduzco de la lengua de mis primos: “Los Según las estadísticas que publicó un Pedro Henríquez Ureña latinos constituyen la segunda minoría en señor muy respetable sólo conocido por y el puertorriqueño José Balceiro, la chilelos Estados Unidos [...] Entre 1980 y 1990 sus iniciales M.L.A., en 1998 el número de na Gabriela Mistral, la puertorriqueña Julia la población latina aumentó el 53 por cienalumnos que me estudiaba fue 656,500, de Burgos, el español Federico de Onís, el to, o sea más de cinco veces el incremento o sea el 56% de todos los estudiantes de español/cubano Eugenio Florit, la puertorde la población total del país, que fue el otras lenguas que no son las de mi rival, riqueña Concha Meléndez, el mexicano nueve y medio por ciento. La mitad del Mister English. Y a pesar de ello, dicen que Andrés Iduarte, el argentino Enrique aumento entre los latinos se debe al crecno voy Anderson Imbert, el chileno Fernando imiento natural de la población, y la otra a sobrevivir en este país. ¡Vaya usted a Alegría. mitad a la llegada de nuevos inmigrantes”. creerlo! Pero se equivocan. En el mundo, Pero la lucha después de 1848, sobre ¿Y qué esperamos que ocurra en el después de la señora China, los señores todo en las escuelas, fue desigual. siglo Inglés e Indi, yo soy Algunos, como Francisco Ramírez en Los quien más hijos tiene Ángeles, hasta propusieron que —300 millones— se llegara a un acuerdo con el orgulloso además de los más señor Inglés, para que ambas lenguas de 42 millones que fueran aprendidas en las escuelas. Ese viven en los Estados sistema perduró en algunas regiones casi Unidos. Y hay quien hasta el presente. diga que ya mis hijos Se le dio el nombre de “educación bison casi 500 millones. lingüe”. En los últimos años, sin embargo, Tal vez los censos de la oposición me ha dado otro golpe pasanfin de siglo revelen do leyes que prohíben ese sistema de que es cierto. enseñanza. Y hasta han llegado Mientras tanto me a decir “Adiós al español”. Pero se equivoconformo con los 300 can. Sobreviviré mientras me sigan lleganmillones, que no es do más y más refuerzos de los países hisbicoca. panos, que por cientos de miles me traen ¿Por qué me preen andas. fieren tantas personas? Durante el III siglo diecinueve y uchos me preguntan que cuál será parte del veinte se mi destino en el siglo veintiuno. Yo, decía por esos lares que soy muy optimista, les conque yo solamente era testo que será muy halagüeño. No creo, útil para los negocios Contingente latino se manifiesta contra la guerra en Washington. Foto: José Díaz por supuesto, que pueda competir con los

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La latinidad en Chicago, el español, y las dinámicas del Frances R. Aparicio l Censo del 2000 indicó que los latinos constituyen el 26% de la población de Chicago. Los mexicanos representan un 70.4%, los puertorriqueños un 15%, los guatemaltecos un 1.8%, los ecuatorianos un 1.2%, y los cubanos un 1.1%. El hecho de que haya más guatemaltecos y ecuatorianos que cubanos, sugiere un cambio significativo en la manera en que conceptualizamos la población latina en los Estados Unidos. Generalmente, y desde la década de los 60, los latinos se han definido por los tres grandes grupos principales: los mexicanos, puertorriqueños y cubanos. Hoy en día, en Chicago, esa trinidad tradicional ya no existe, y lo que experimentamos ahora es un mosaico mucho más complejo de encuentros nacionales entre latinoamericanos, y nuevas formas de latinidad. Chicago no es la única ciudad que ha sufrido estos tipos de cambios demográficos. En Nueva York, por ejemplo, los mexicanos son ahora el tercer grupo mayoritario latino, algo que hace diez años no hubiéramos previsto. En general, los cambios demográficos de la población latina estadounidense han dado lugar no sólo a un incremento significativo, lo cual nos ha hecho ahora la minoría más grande del país, sino que también nos ha diversificado internamente, es decir, en términos nacionales. Esta diversificación ha dado lugar a nuevas realidades sociales y culturales en las cuales los latinoamericanos de diversos orígenes nacionales se encuentran, comparten espacios urbanos, se influyen mutuamente, se empiezan a conocer un poco más entre sí. Dichos procesos de transculturación mutua podrían denominarse “Latinidad”, un concepto que en el pasado no ha sido aceptado del todo dada sus limt iaciones homogeneizantes. Sin embargo, si en las décadas de los 70 y 80 dicho término se utilizaba más como signo de homogenización, hoy día debemos reclamarlo y reconstruirlo, en un tipo de recuperación semiótica y cultural que nos ayude a do-

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Dos generaciones en La Fiesta del Sol. Foto: José Guzmán 6

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cumentar estos nuevos espacios, procesos y momentos de constitución de identidades latinas. El concepto de latinidad se ha venido estudiando en varias acepciones: primero, como los momentos en que dos grupos latinos nacionales se juntan en solidaridad en alguna lucha política (Félix Padilla); segundo, como las experiencias compartidas entre dos o más grupos nacionales (Mérida Rúa), y tercero, como los procesos de transculturación mutua entre dos o más grupos nacionales (Aparicio). Hay momentos en los cuales un latino mexicano, por ejemplo, representa la cultura salvadoreña, o en los cuales un guatemalteco se hace pasar por mexicano. Estos momentos liminales se podrían denominar momentos de Latinidad. Hay un espacio o intento de transculturación del otro nacional y se transcienden, pues, las fronteras nacionales que han estructurado históricamente nuestras identidades en los espacios públicos. Asimismo, las dinámicas tradicionales del poder también sufren transformaciones, dando lugar a inversiones de poder o a formas más horizontales y múltiples del mismo. El poder se rearticula en modos más complejos cuando examinamos la globalización del español en el Chicago latino. Las comunidades Latinas en Chicago no sólo sirven para establecer estos encuentros “interlatinos”, sino que también constituyen “zonas de contacto” (Mary Pratt) entre los inmigrantes latinoamericanos, la élite y los latinos estadounidenses, es decir, los nacidos aquí en Estados Unidos o criados aquí la mayor parte de sus vidas. Aunque es obvio que las diferencias de clase social varían, pues hay inmigrantes latinoamericanos y mexicanos de clase obrera y pobres, en su mayoría quiero referirme a la división de clase entre la elite profesional latinoamericana en Chicago y la clase obrera y pobre de latinos estadounidenses. Aunque sólo he vivido en Chicago cinco años, no me tomó mucho tiempo el darme cuenta de algunas de estas dinámicas de poder que se dan entre los latinos y latinoamericanos a través de las actitudes y prácticas lingüísticas. En particular, he sido testigo de la subordinación y rechazo por parte de los profesionales latinoamericanos de los latinos estadounidenses por no hablar español bien o lo suficiente, o por hablar mezclando el inglés con el

español. Si las prácticas transnacionales entre dos comunidades o culturas no han disminuido el poder del Estado en cuanto a la autoridad y dominio sobre las fronteras nacionales y sobre el acceso a la ciudadanía, asimismo los encuentros entre los latinos de dos diferentes sectores socioeconómicos o de experiencias históricas diversas tampoco disminuyen o mejoran los prejuicios de clase o las posiciones sociales que heredamos de América Latina. Entonces, las diferencias de poder se re-estructuran, volviéndose más relacionales y constituidas por lo local; y a pesar del transnacionalismo, el poder mayor hegemónico y las dinámicas de poder producidas por la diferencia colonial se mantienen siempre tan vigorosas y fuertes como antes. Las diferencias de poder entre los latinos, basadas en las diferencias de clase y otras experiencias históricas, se pueden examinar a través de los construcciones sociales del español. En los párrafos siguientes, examinaré estos cambios de valor del español y del inglés entre los latinos estadounidenses y el proceso por el cual la presencia de la clase profesional latinoamericana ha complicado la noción histórica del español como lengua desposeída, como la lengua colonizada, silenciada y racializada por la presencia imperial y nacional del inglés en los Estados Unidos. En 1998, Rosaura Sánchez, la intelectual, linguista y profesora chicana, publicó un artículo titulado “Mapping the Spanish Language Along a Multiethnic and Multilingual Border. ” En el mismo, la autora prevé algunas de las complejidades que constituyen la política cultural del inglés y del español dentro de las comunidades latinas estadounidenses y para ellas. Dado los aumentos en la inmigración, la diversificación de la población latina estadounidense, el cambio hacia un número predominante de latinos nacidos en el extranjero (en el pasado, la mayor parte de los latinos en los EE.UU. eran nacidos aquí), y por supuesto, el poder de los medios de comunicación hispanos, como la radio, la televisión y el periodismo, el español se ha tornado en una lengua pública mucho más aceptable que en los 60 o 70. Su uso más visible, claro está, es en el sector de la publicidad y la mercadotecnia, ya que el español se ha vuelto un instrumento del capitalismo norteamericano utilizado para construir un mercado hispano y para dirigirse y


A los estudiantes latinos se les está castigando y repudiando por hablar español en el salón de clase. Foto: Luis F. Soto

comunicarse con el consumidor hispanohablante dentro de los Estados Unidos. Si durante las décadas de los 60, 70 y hasta los 80, con los ataques en contra de la educación bilingüe, el español y el espanglish han sido marginalizados como lenguas minoritarias, en la década de 1990 y a partir de 2000, el español se ha tornado en una lengua principal para la mercadotecnia y el capitalismo globalizante. Sin embargo, como apunta Rosaura Sánchez, “a pesar de la proliferación de la palabra escrita en la publicidad en español, las publicaciones de la investigación académica latina y la obra literaria y creativa en español siguen siendo problemáticas.” (121) La globalización no ha podido eliminar la brecha que existe entre la primacía del español como una lengua para el mercado, como un objeto de consumo en sí mismo —una lengua aprendida por los que no son latinos para el propósito de aumentar y mejorar su situación económica— y la lengua como un instrumento de expresión y reafirmación cultural. Aunque es verdad que los textos literarios de los latinos estadounidenses se están publicando ahora tanto en inglés como en español, estas traducciones no surgieron como resultado del reconocimiento del español como lengua literaria y para la expresión artística, sino más bien por los dictámenes de las grandes editoriales de Nueva York, quienes “descubrieron” un público lector hispanohablante a partir de los 90. Este público ideal, para el cual se traduce al español, siempre ha existido en los Estados Unidos, pero antes se había silenciado e ignorado por esas mismas editoriales. La visión global de un público lector en español ha sido necesariamente global, en el sentido de que estas editoriales están distribuyendo dichas traducciones a España y a países de América Latina. A pesar de este reconocimiento, la escritura en español en los Estados Unidos todavía no encuentra canales para su publicación ni canales de distribución masiva. Es decir, la escritura del español en los Estados Unidos se mantiene estructurada e influida por la noción de lo local y lo marginal. Sánchez, en su artículo,

do la presencia hegemónica de este poder dominante en los cambios políticos de instituciones como el Museo del Barrio en Nueva York. En Chicago, ciertos eventos culturales y artísticos en la ciudad están bajo el control de la élite profesional latinoamericana, aunque se anuncian con el término “latino” para atraer a un público mayor. Hace un par de años, formé parte de un proyecto colectivo para organizar una Feria del Libro Latino. En el proceso, lo que comenzó como un esfuerzo local para promover a los escritores latinos y latinas de la ciudad entre la juventud latina, particularmente los estudiantes de escuela superior, terminó siendo conceptualizado como un proyecto global e internacional en el que los cónsules y embajadores de ciertos países latinoamericanos invitarían a sus escritores más importantes, como José Donoso o Mario Vargas Llosa. Aunque este evento nunca se llevó a cabo, el proceso ejemplificó las diferencias de poder y las posicionalidades sociales que facilitan el que el sector profesional latinoamericano, con más visibilidad social y cultural y mucho más acceso a recursos económicos, definan el discurso público y las prioridades de estos eventos. Los periódicos en español en Chicago también están contratando a periodistas directamente de América Latina porque, según ellos, a nivel local los latinos de la ciudad no tienen la preparación adecuada para escribir en un español correcto y apropiado. El Distrito Escolar en Chicago, the Chicago Public Schools, lleva ya varios años reclutando maestros de España para enseñar español a nuestros estudiantes latinos y no-latinos. ¿No hay suficientes individuos hispanoparlantes en la ciudad que podrían ser preparados para estos puestos y vacantes? Sin embargo, a los estudiantes latinos en esas mismas escuelas se les está castigando y repudiando por hablar español en el salón de clase. Aunque esto suena contradictorio, no lo es. Sigue la lógica de los modos en que el español sólo se considera capital cultural cuando viene de España o de los sectores de clase alta latinoamericanos. De todos modos, el sector latino de clase obrera estadounidense en Chicago

hasta denuncia el hecho de que “la élite latina intelectual que escribe en inglés tiene muy poco que decirle a la comunidad inmigrante latina hispanoparlante o la comunidad de clase obrera latina de los barrios en las áreas metropolitanas.” (121) Además, comenta que “estos escritores están produciendo para la América angloparlante y dominante, y para los latinos asimilados y educados en la universidad.” (122) Esto sugiere, entonces, que dados los cambios demográficos y sociales dentro de la población latina, la literatura latina se podría considerar una expresión cultural hegemónica y dominante, en vez de definirse como una articulación de resistencia y oposición literaria, como se había formulado en los años 60 y 70. De hecho, la novela The Dirty Girls Social Club, de Alisa Valdés-Rodríguez, exhibe ese cambio hacia una identificación de los jóvenes latinos educados con la clase alta dominante. En términos del consumo, las seis protagonistas latinas no sólo ganan cada una más de $100,000 anuales (en contraste con el hecho de que sólo un 8% de las Latinas estadounidenses ganan más de $50,000 al año), sino que sus cuerpos constituyen los espacios a través de los cuales se anuncian los objetos de consumo. Es decir, la novela, como texto, es no sólo ficción, sino un gran anuncio comercial. A la vez, la presencia creciente de la elite profesional latinoamericana hispanoparlate ha dado lugar al silenciamiento y la invisibilidad parcial de las experiencias de los latinos estadounidenses de clase obrera (los cuales son tanto dominantes en español como en inglés). Arlene Dávila ya ha examinaBestsellers en español en USA. Foto: Luis F. Soto

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Escritura y escritos en español en John Barry

John Barry publicó dos antologías de cuentos en español de Chicago — Voces en el viento: Nuevas ficciones desde Chicago, y la edición póstuma de En el ojo del viento: Ficción latina del Heartland—, además de numerosos artículos. El siguiente texto es una versión abreviada de la presentación que John había preparado para la conven-

ara aquellos que conocen Chicago e incluso para los que viven aquí y están involucrados en las actividades culturales de la ciudad, la existencia de un número considerable de escritores que realiza su trabajo creativo en español puede ser una sorpresa. Los autores hispanohablantes han producido desde 1990 no sólo ficción sino también poesía y ensayo. Muchos de ellos trabajan en un relativo anonimato pero publican sus textos cuando tienen la oportunidad y han crecido lentamente en número. ¿Quiénes son, sobre qué escriben, cómo es su español y qué calidad literaria posee su trabajo? Respecto a quiénes son, podríamos empezar por decir de que ninguno de ellos nació en los Estados Unidos. Llegaron de Latinoamérica como adultos y por tanto su lengua nativa y su lengua de expresión literaria es el español. Algunos están en Chicago desde hace 20 o 30 años y otros llegaron al final de los 80 o principios de los 90; pero incluso los que han vivido aquí durante más de tres décadas prefieren escribir en español. Todos trabajan durante el día en algo que no es la literatura: son editores, maestros, diseñadores, profesores universitarios, periodistas, profesionales, hombres y mujeres de negocios, admi-

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nistradores, artistas, consultores y traductores, y otras actividades que les permite pagar las cuentas y tener tiempo para escribir, trabajar en revistas literarias y leer poesía y cuentos en cafés y bibliotecas. Para algunos escribir es más una necesidad o una obsesión que para otros, pero a lo largo de los años casi todos ellos han seguido escribiendo y publicando, han cambiado ocasionalmente de género, o han caído en periodos de silencio de los que han resurgido con renovadas energías y textos nuevos. Durante más de 80 años en Chicago ha habido una gran presencia hispana y el Censo del 2000 indicaba que el número de latinos de nuestra área era de casi de un millón y medio de personas, sin duda un conteo inferior al real, siguiendo la tradición de nuestro censo. Los inmigrantes latinos, principalmente originarios de México, empezaron a llegar a Chicago después de la Primera Guerra Mundial para trabajar en las fábricas de acero, en la industria de la carne y otros sectores que buscaban mano de obra barata. En los 80, la inmigración latina fue más heterogénea respecto a países de origen (de hecho los escritores que aquí nos ocupan provienen distintas regiones de América Latina), más diversa en términos de ocupación, más educada formalmente y con una mejor posición económica. La mayoría de estos escritores llegaron a partir de la década de 1980. Son individuos que tienen las mismas preocupaciones: un deseo, quizás una necesidad, de escribir y la consiguiente necesidad de publicar.Y escribir significa escribir en español, su lengua nativa. Primero se conocieron en talleres literarios a finales de los ochenta y poco después comenzaron a publicar revistas literarias y culturales en español. Estas revistas han tenido un papel esencial no sólo porque han acogido los textos de los escritores, sino porque han animado, apoyado, criticado y promocionado su literatura. Las primeras revistas —Cardinal (1983, un suplemento literario de El Colibrí), Tres Américas, Revista cultural (1990-1996), Fe de erratas (1992-1995) y Abrapalabra (1995)— enfatizaban implícita y explícitamente el deseo de mantener los vínculos con los países donde habían nacido los escritores, los textos acerca de donde venían, escritos en el español con el que habían crecido. Para 1997, con el primer ejemplar de Zorros y erizos, la urgencia de estar íntimamente conectados con sus países de origen era menos evidente y para 1999, con el lanzamiento de Arena Cultural (el suplemento cultural del periódico semanal La Raza) y el primer ejemplar de Tropel (junio 1999 a septiembre 2000), el enfoque estaba en las circunstancias presentes y la realidad en la que vivían los escritores y sus

comunidades, más que en la nostalgia de su madre patria. Estas dos tendencias, la primera en la que prevalecía la conexión y la nostalgia de las culturas en las que crecieron los escritores y la segunda, una representación de la experiencia migratoria, se reflejan en los lenguajes, espacios, temas, tramas y personajes de la propia literatura. Respecto a la espinosa cuestión de la calidad, yo he llegado a mis propias conclusiones sobre el valor literario de esta literatura, pero realmente les toca evaluarla a otros lectores, críticos y académicos, y el mercado también debe tener su voto en la evaluación. Sin embargo, existe otro nivel de significado de su trabajo que creo que es incuestionable. Las historias que contamos y el modo en que lo hacemos reflejan mucho de quiénes somos, cómo pensamos y cuál es nuestra percepción de la realidad. En este sentido la narrativa publicada en español aquí no es diferente. Sus espacios literarios son los barrios de Chicago o sus alrededores, o de otras ciudades, pueblos o campos de Latinoamérica, pero sin importar donde se desarrollan, nos encontramos con los sentimientos, experiencias, preocupaciones, fantasías, reacciones y opiniones de los escritores que viven aquí. Esto es cierto incluso si sus textos vuelven a los territorios de sus infancias ya que los espacios, los lenguajes y los incidentes ficcionalizados del pasado son filtrados por la experiencia migratoria del presente. Los textos son una ventana, o varias ventanas, al complejo y cambiante mundo de Chicago y su dinámica y heterogénea comunidad latina. No es una sorpresa que encontremos en su lenguaje un español que interactúa con el inglés: se adapta, se modifica, evoluciona y en ciertos casos lucha por mantener la misma forma que tenía cuando los escritores lo trajeron a Chicago. El español que utilizan estos escritores varía desde el idioma de las ciudades y pueblos de sus infancias — exento de influencias extranjeras— hasta un lenguaje influido y matizado por su contacto con el inglés. En las historias en las que el inglés o el uso local es más evidente, con frecuencia se utiliza la lengua de las casas, las calles y los barrios de la ciudad. En estos casos el español y el inglés están en contacto directo e interacción. Escribir en español tiende a aislar a los escritores respecto a sus homólogos en inglés y conlleva dificultades en la publicación, de mercadotecnia y de reconocimiento en general. Los escritores latinos que publican en inglés ya tienen un mercado —la literatura latina de los EE.UU. o la literatura chicana— y ya han tenido bastante éxito. Los escritores que escriben en español en Chicago no encajan fácilmente en


El escritor latinoamericano en los La fundación del Instituto de Escritores Latinoamericanos tiene ya casi tres décadas. En esta conversación con su fundador y director, el escritor peruano Isaac Goldemberg, se expresan los objetivos y planes del Instituto, así como el significado de la experiencia esta-

uándo y con qué propósito se fundó el Instituto de Escritores Latinoamericanos? El Instituto de Escritores Latinoamericanos se fundó en 1987 con el propósito de difundir la literatura latina y latinoamericana en los Estados Unidos. Nuestra primera sede estuvo en The City College of New York y en 1992 nos trasladamos a Hostos Community College, institución que también pertenece a The City University of New York.

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¿Qué beneficios obtienen los escritores por medio del Instituto? Los escritores se benefician de diversas formas: en primer lugar, les ofrecemos la oportunidad de dar a conocer sus trabajos de creación literaria y/o de crítica a través de LAWI Noticias, un boletín de noticias literarias, artísticas y culturales que llega a cerca de 25,000 buzones electrónicos, y a través de nuestra revista Hostos Review de la cual hemos publicado ya tres números: uno dedicado a México, otro a los novísimos escritores puertorriqueños y el más reciente a los escritores peruanos radicados en los Estados Unidos. Además, el Instituto cuenta con su propio sello editorial, The Latino Press, a través del cual hemos publicado ya una treintena de libros de autores latinoamericanos. El instituto funciona también como un centro de información de literatura latina y latinoamericana, lo cual quiere decir que constantemente estamos recomendando a nuestros escritores para participar en congresos, conferencias, lecturas, etc. o proporcionándoles información acerca de editoriales y revistas donde puedan publicar sus trabajos literarios. ¿Qué otros números tienen en preparación? Los dos próximos números estarán dedicados a la literatura dominicana y a la literatura y cultura judeolatinoamericana. El primero tiene como editores invitados a los escritores y críticos dominicanos Daisy Cocco De Filippis, de Hostos Community College, y a Franklin Gutiérrez, de York College, y el editor invitado para el segundo será Stephen Sadow, catedrático de Northeastern University, en Boston. Ambos números incluirán textos de escritores y críticos que residen tanto en los Estados Unidos como en América Latina y estarán listos para abril y diciembre del 2006, respectivamente. ¿Cómo establece relación el Instituto con los lectores en español radicados en los Estados Unidos y con aquéllos radicados fuera de Nueva York? Esta relación se da sobre todo a través de nuestro boletín, de nuestra revista y por contacto directo ya sea por correo electrónico o por teléfono. ¿Cuáles son los objetivos de Hostos Review/Revista Hostiana? ¿A qué lectores se dirige?

Isaac Goldenberg

Hostos Review nació hace dos años como una continuación de Brújula/Compass, revista de literatura que publicó el Instituto de Escritores Latinoamericanos de 1988 a 1997, en formato impreso, y del 2004 hasta hace unos meses en fomato virtual. Ahora bien, como el Instituto tiene como sede a Hostos Community College, le dimos el nombre de la Institución. La revista se creó con el propósito de tender puentes entre los intelectuales, los escritores y los artistas iberoamericanos que viven en los Estados Unidos y aquellos que residen en América Latina, España, Portugal y otros países del mundo. Otro de nuestros propósitos es generar espacios culturales libertarios para la creación. Y esta pretensión surge de un interés que a nuestro juicio resulta imperativo en la actualidad: la difusion de las culturas; esto es, los modos particulares de concebir la cultura en cualquiera de sus manifestaciones. Y pienso que Hostos Review está cumpliendo plenamente con esa función. Por eso la revista se dirige a todos los lectores interesados en la cultura iberoamericana, no sólo al lector académico, porque nuestro objetivo es ocuparnos no solamente de la literatura sino de la cultura en general y poder así abarcar otras manifestaciones artísticas y culturales como el cine, el arte, la filosofía, etc. Eso es justamente lo que logramos hacer con el número dedicado a la cultura y literatura de México, número que incluyó a escritores mexicanos que residen tanto en México como en los Estados Unidos. Lo mismo se hizo con el número dedicado a la novísima literatura puertorriqueña, que incluye textos de escritores que residen en Estados Unidos y en Puerto Rico. Debo decir que el número dedicado a México tuvo como editor invitado al poeta y catedrático peruano Miguel Angel Zapata, de Hofstra University, y que

para el número dedicado a la nueva literatura puertorriqueña los editores invitados fueron los escritores y catedráticos puertorriqueños Mayra SantosFebres, de la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, y Juan Flores, de Hunter College. El número dedicado a los escritores peruanos ha tenido como editor invitado al poeta peruano Roger Santiváñez, también catedrático de Temple University. Comenzamos con esos tres países precisamente por ser representativos de la literatura latina en los Estados Unidos y por conformar comunidades importantes dentro del país. Como director del Insituto y como escritor, ¿cómo cree usted, en términos generales, que la experiencia estadounidense afecta o no la obra de los escritores latinoamericanos? Pienso que en general la experiencia estadounidense ha sido positiva para los escritores latinoamericanos que residen en este país. En su mayoría estos escritores siguen publicando en sus países de origen, pero además han encontrado en Estados Unidos vías adicionales para publicar sus obras ya que en este país existe un alto número de publicaciones que se dedican a publicar literatura latinoamericana, tanto en español como en inglés. Por otra parte, el contacto que se da en los Estados Unidos entre escritores de diferentes nacionalidades contribuye a la riqueza de la literatura latina y latinoamericana. Pero hay que destacar que el fenómeno literario latinoamericano en este país no es nuevo. En los Estados Unidos existe desde hace muchos años una literatura latina de gran nivel, producida tanto en español como en inglés. Se trata de una literatura de tendencias múltiples y heterogéneas, y constituye un fenómeno tan rico en manifestaciones que no se puede hablar de una sola corriente estilística, ni de una sola temática. Cada contratiempo

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A dos voces, dos territorios la piel (1997). La rueda de Chicago, novela sobre la diáspora latinoamérica y especialmente colombiana, se publicó en 2004. Fue finalista en el concurso “Clarín” de Buenos Aires el 2000 y ganadora del Latino Book Award el 2005. A ambos escritores se les envió un cuestionario similar con el propósito de indagar sobre el impacto que podría tener la experiencia norteamericana en su trabajo literario.

Con Eduardo González Viaña ¿Cuándo y por qué llega a los Estados Unidos? He radicado en Europa unos 6 años entre España y Francia. Desde 1990, me hallo en los Estados Unidos. Me invitaron a ser Profesor Visitante de la Universidad de Berkeley, un honor que está reservado a quienes ellos consideran escritores sobresalientes de América Latina, y acepté. La invitación era por un semestre, pero año tras año me siguieron invitando. A los tres años, me presenté a un concurso de cátedra en Oregon y lo gané. Me siento muy feliz de vivir allí. Tengo mucho tiempo y tranquilidad para leer y escribir.Además, desde la montaña donde vivo, me empino a veces en las noches a ver si diviso allá a lo lejos las luces de la patria.

Eduardo González Viaña en la Librería Girón de Chicago. Foto: Luis F. Soto

José Castro Urioste

duardo González Viaña (Chepén, La Libertad, Perú) y Armando Romero (Calí, Colombia, 1944), son dos autores que iniciaron sus carreras literarias en sus países de origen y radican desde hace ya varios años en los Estados Unidos, donde han continuado su trabajo como escritores. Curiosamente, ambos son profesores en departamentos de Español de universidades norteamericanas. Entre otros libros de narrativa, Gónzalez Viaña ha publicado Batalla de Felipe en la casa de palomas (1969), Habla, Sampedro (1979), Sarita Colonia viene volando (1990). Este último fue considerado un “best-seller” en el Perú. El año 2000 Alfaguara publicó Los sueños de América, conjunto de relatos sobre los latinos en los Estados Unidos. La versión en inglés de este libro fue editada por Arte Público Press, y en las dos primeras semanas después de su lanzamiento se vendieron 20 mil ejemplares. Armando Romero ha publicado poesía, ensayo, y novela. En su amplia obra destaca: El nadaísmo (1988), A rienda suelta (1991), La piel por

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¿En qué medida la experiencia en los Estados Unidos ha afectado o no su trabajo literario? Mi tarea se ha hecho más internacional. No tengo solamente lectores peruanos sino de todas las nacionalidades que viven aquí o que me leen a través de mi “Correo de Salem”, una columna que aparece en unos veinte periódicos del continente. Sigo escribiendo en castellano, pero me traducen. Y, muchas veces, el intercambio con el traductor enriquece la versión original. El último número de Hostos review/ Revista hostiana está dedica a los escritores peruanos que viven en los Estados Unidos. Allí son publicados alrededor de setenta escritores. ¿Le parece a usted que se puede hablar de una literatura peruana en el exilio norteamericano? Si fuera así, qué características podría tener y cómo podría diferir de la literatura peruana que se desarrolla en Perú. No lo creo. Ni la creo necesaria. Formar un gettho de escritores peruanos en Estados Unidos no me parece una idea maravillosa.

¿Quién cree usted que son sus lectores? Me gustaría saberlo. Me encantaría que mis libros y mis artículos fueran una caja maravillosa que me permitiera ver a mis lectores. ¿Sabes por qué? … Porque siempre escribo pensando en qué dirá, qué pensará, qué soñará la persona para quien estoy escribiendo. Usted es también catedrático en una universidad norteamericana: ¿qué relación hay entre su trabajo creativo y su labor académica en los Estados Unidos? ¿Qué lugar tiene un escritor latinoamericano en un Departamento de Español? En el momento del concurso de cátedra, cuando vine a la entrevista, mi amigo Paco Carrillo, poeta y profesor universitario, me aconsejó ocultar mi vocación literaria. “Si ya lo dijiste, aclárales que es solamente un hobby”, me dijo. Me explicó que tenía que hacerlo así si quería ganar el concurso de cátedra. Es decir, mostrar solamente mis credenciales académicas y guardar bajo siete candados mis libros. Me indicó que los norteamericanos suelen ser unidimensionales, y no entienden muy bien que una persona pueda ser un especialista y a la vez escribir historias o luchar por la libertad y vivir una vida apasionada. Creo que Paco tenía razón. ¿Cree usted que el escritor latinoamericano radicado en este país debería, de preferencia, publicar en los Estados Unidos? ¿Le parece que hay una ausencia de un aparato editorial en español en Estados Unidos que corresponda al número de escritores latinoamericanos que viven aquí? Creo que los escritores debemos hacer que las editoriales se interesen más en nuestros textos y en producir colecciones en español. Ello estaría sobradamente justificado como negocio para ellos si sólo una porción de todos los latinos de aquí comprara nuestros libros. Yo estoy todo el tiempo cooperando con mis editores. Para que las editoriales tengan una buena razón de enviar mis libros a una región determinada, les ruego a los paisanos que pidan el libro en toda biblioteca del pueblo, de la escuela, de la universidad, y que me lean en clubes de libro. Con mucho gusto, conversaré por teléfono con lectores y, si recibo la invitación de alguna institución o club, iré en cualquier oportunidad a hacerles una visita Somos más de cuarenta millones en este país. Si leemos, podremos hacer sentir más nuestra presencia y lo-


grar que se nos dé la importancia que realmente tenemos en la construcción del sueño americano. ¿Cuál fue la génesis de Los sueños de América? ¿Representa un giro dentro de su obra literaria que difiere, por ejemplo, de Sarita Colonia viene volando? Si fuera así, por qué. Y si hubiera una continuidad, en qué consistiría tal continuidad. Me resulta difícil hablar en términos críticos sobre mi propia obra. Lo cierto es que inmediatamente después de ese libro, he escrito una novela sobre la inmigración: El corrido de Dante o Dante’s Song que debe aparecer dentro de unos meses en Arte Público en los dos idiomas. Aparte de ellos, acabo de terminar una novela cuyo personaje es César Vallejo. Continuidad o giro, lo cierto es que necesito el tiempo para seguir escribiendo. En textos que reflejan el mundo latino en los Estados Unidos, ¿cree usted que se deba optar por un español cargado de interferencias del inglés, o por un lenguaje ajeno a ellas? ¿Y por qué? No creo en ninguno de los miles de “spanglishes”. Lo digo porque no hay una sino centenares de variedades dialectales del castellano en cada uno de los pueblos o de las comunidades hispánicas que viven en los Estados Unidos. Por el contrario, si queremos expresarnos con verdad y corazón debemos vivir nuestra lengua y perseverar en ella. O sea, entender que cada vez que escribimos en nuestro idioma, siguen viviendo en nosotros nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros amigos, todo el color y el amor de la tierra lejana.

Con Armando Romero ¿Cuándo y por qué llega a los Estados Unidos? Mi presencia en USA se debe primero a la aventura y luego al amor, y así hablo de dos fechas: 1971, Chicago; 1979, Pittsburgh. Llegué a Chicago muy joven buscando aventura, conocer,vivir. Pero nunca vine como un inmigrante a quedarme. Mi viaje estaba planeado por un año y así fue. Quería escribir un libro, que no hice en ese momento, sino 30 años después. Regresé luego de siete años a Pittsburgh invitado a terminar mis estudios graduados en la Universidad. Pero no me impulsó a esto el amor por la academia sino el amor por una muchacha griega, quien no sólo me ha dado la felicidad en todos estos años, sino la maravilla del mundo griego, tierra y gente que adoro tanto como la mía allá en América Latina. ¿En qué medida la experiencia en los Estados Unidos ha afectado o no su trabajo literario? Tiempo y reflexión, sería la respuesta. A veces la distancia con respecto a América Latina ha sido muy saludable para mí. Yo he vivido, pasado largas temporadas en varios países de América Latina: Venezuela, México, Argentina, Chile, y en todos ellos amé y viví con pasión, pero nunca pude encontrar el sitio donde poner

el trasero para escribir, y poder tener esa ventana grande para ver nuestra realidad latinoamericana, y de vez en cuando saltar por ella y caer de centro en esa misma realidad. Y este sitio ha sido Estados Unidos. Ahora bien, desde el punto de vista interno, la escritura de Armando Romero, en Chicago mi novela La rueda de Chicago es prueba del impacto en mí de esta cultura, de este magnifico y difícil país. Poco a poco también lo he ido tocando en poesía, pero el proceso de visión de lo interno es lento, tú sabes. ¿Le parece a usted que se puede hablar de una literatura colombiana en el exilio, y básicamente en el exilio en este país? Si fuera así, ¿qué características podría tener y cómo podría diferir de la literatura colombiana que se desarrolla en Colombia? Los colombianos estamos condenados a ser colombianos dondequiera que estemos. Pocos se pueden escapar de ese cascarón. Yo escribo pensando que mis lectores están en Colombia y en América Latina. ¿Quién cree usted que son sus lectores? Aquellos que hacen de la literatura viaje y poesía. Nunca he vivido de mi literatura. No sé si esto es algo negativo, pero la verdad es que nunca pensé que podía vivir de las ventas de mis libros. Tal vez porque me considero más un poeta que un narrador. Entonces me he dado el lujo de escoger a mis lectores, no sacarlos indiscriminadamente de la masa con una literatura vulgar, light, o con el horror de la explotación del dolor y la miseria humanas para conseguir ventas, prestigio. No. Yo quiero a mis lectores y trato de darles lo mejor que creo hay dentro del hacer literario. En eso estoy del lado de Borges y no de Stephen King. Usted es también catedrático en una universidad norteamericana: ¿qué relación hay entre su trabajo creativo y su labor académica en los Estados Unidos? ¿Qué lugar tiene un escritor latinoamericano en un Departamento de Español? La academia me sirve para no morirme de hambre, y el trabajo creativo para no morirme espiritualmente. Un escritor en la academia puede ser muy positivo si sabe entender que eso no lo hace superior a sus

compañeros académicos, y éstos no lo ven con desdén. En mi caso personal he tenido suerte. También mucho depende de la universidad. ¿Cree usted que el escritor latinoamericano radicado en este país debería, de preferencia, publicar en los Estados Unidos? ¿Le parece que hay una ausencia de un aparato editorial en español en Estados Unidos que corresponda al número de escritores latinoamericanos que viven aquí? Sí, por supuesto. Es muy importante dar a conocer la obra de uno en este país. Pero no todo el mundo puede o quiere escribir directamente en inglés. Hay que llegar a una calidad de hablante nativo para eso, pienso. Entonces la traducción es algo que se hace necesario. Pero se publican pocas traducciones aquí. Alemania sola publica cinco veces más traducciones de literatura extranjera en un año que Estados Unidos ¿Cuál fue la génesis de su novela La rueda de Chicago? ¿Por qué Chicago? ¿Representa La rueda de Chicago un giro en su obra en relación a sus novelas anteriores como Un día entre las cruces o La piel por la piel? Si fuera así, por qué. Y si hubiera una continuidad, en qué consistiría tal continuidad. Chicago fue la primera ciudad que conocí de Estados Unidos. Recuerdo que llegué por avión, a O’Hare, una noche de junio en 1971. Y esa misma noche fui con un grupo de amigos a Theresa’s Lounge, el nunca olvidado bar de blues. Ya te imaginarás entonces por qué Chicago. Luego, gracias a mi juventud de entonces y a mi curiosidad barroca, me fui metiendo por sus intersticios. Noche a noche, día a día, entre el barullo del tren y los bares, los poemas salpicando la máquina de escribir, preparando la comida de Hungry Man, o saltando por encima de los cadáveres exquisitos de los poetas surrealistas, los estallidos del blues, la melena de los hippies o la rabia de los viejos beatniks, puertorriqueando por Division Street o mexicanizando Armitage abajo. Así fue mi vida de meses, en esa relación no matrimonial sino de amante que tuve con la ciudad. Y eso contratiempo

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En lengua propia: Literatura cubana en los Estados Jorge Febles

n Tongue Ties (New York: Palgrave MacMillan, 2003), Gustavo Pérez Firmat procura elucidar la manera en que la lengua propia o la ajena, la lengua con que se nace o esa otra asumida de manera voluntaria o involuntaria, definen al escritor emigrado. Ambas reflejan sus insoslayables nexos con una patria más imaginada que verídica según la distancia impuesta por los años, pero denotan asimismo esos factores culturales que lo enlazan irrevocablemente al país adoptivo. En el epílogo de Tongue Ties, Pérez Firmat se plantea su disyuntiva personal, explicando que, en su caso, el idioma materno constituye una problemática marca de identidad. Dada su voluntariosa cubanía, cualquier lapso expresivo en español incrementa su deterritorialización, pues pone de manifiesto tanto el alejamiento del suelo nativo como de la lengua en perpetuo estado de evolución que debió acompañarlo toda la vida. De hacerse omniabarcadora esta encrucijada se descubre la temeridad intrínseca en atreverse a escribir en castellano desde los Estados Unidos, como lo ha hecho y lo sigue haciendo una gama de escritores nacidos en Cuba. Dos son los libros que mejor han rastreado la evolución de la escritura cubana en español dentro de este país a partir del triunfo de la Revolución Cubana. Cuban-American Literature of Exile: From Person to Persona (Charlottesville y Londres: UP of Virgina, 1998), de Isabel Álvarez Borland, se centra exclusivamente en la producción de los cubanos o descendientes de cubanos radicados en los Estados Unidos, prodúzcase ésta en la lengua de Cervantes o en la de Shakespeare. En 2001, Carlos Espinosa Domínguez dio a luz El peregrino en comarca ajena (Boulder, Colorado: Society of Spanish and Spanish American Studies), ambicioso proyecto esclarecedor que se ocupa de cuanto han producido los cubanos fuera de su país durante las décadas de marras. Afirmándose en ambos estudios, se puede crear un inventario representativo y generalizar de manera asaz peregrina en torno a la literatura cubana o cubano-americana concebida en los Estados Unidos. A efectos de este comentario, urge hacerse eco de la dicotomía esbozada por Álvarez Borland con el objeto de categorizar a escritores que asumen el español como idioma literario en tierra ajena. En esencia, la crítica identifica un primer polo representado por una colectividad artística paradójicamente multigeneracional. Ésta aglutina a esos creadores formados en Cuba antes o inclusive después del triunfo revolucionario. Por consiguiente, los lazos que los unen no estriba en edades específicas ni siquiera en tendencias afines. El segundo contingente lo integran esos “uno-ymedio” disecados por Pérez Firmat en

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Life on the Hyphen. Habiendo nacido en la isla, llegaron a este país de niños o cuando más de adolescentes. Han articulado su vocación literaria en esta tierra, debatiéndose entre culturas e idiomas hasta el punto de que bien pueden urdir sus obras en inglés, en castellano, o hasta en esa mezcla heteróclita de lenguas que se asienta en la interconexión codal. Álvarez Borland describe también a un tercer grupo mucho menos encajonable. Consiste en esos escritores que, habiendo nacido en los Estados Unidos, se expresan con mayor comodidad en inglés. En sus obras, los vocablos y frases en español añaden tan sólo insignificantes pinceladas coloristas. A esta familia pertenecen Cristina García, Oscar Hijuelos, Andrea O’Reilly Herrera y Carolina García Aguilera, entre varios. Conforme a los postulados expuestos por Álvarez Borland, urge distinguir entre aquellos escritores que comenzaron a desarrollar su obra dentro de la propia isla. Éstos se vinculan a generaciones harto diversas, las cuales ejemplifican actitudes estéticas muchas veces contradictorias gracias a los modelos literarios de que se nutrieron y al momento concreto en que se iniciaron en las letras. Cabría así señalar a una serie de figuras establecidas que llegaron al exilio estadounidense para dar fin según los cánones a una obra en sus postrimerías. Basta con citar unos pocos nombres: Jorge Mañach, Carlos Montenegro, Rafael Esténger, Lydia Cabrera, Agustín Acosta, Enrique Labrador Ruiz y Lino Novás Calvo, eximio cuentista y traductor a quien Álvarez Borland consagra todo un capítulo por considerar sus Maneras de contar texto clave en la evolución del contradiscurso político dentro de la ficción exílica. Este núcleo inicial se complementa con escritores bastante más jóvenes que empezaban a destacarse dentro de las letras nacionales para 1959. Dicho grupo consta de figuras que siguieron desarrollando su obra en esta tierra, tales como Hilda Perera, Rita Geada, Raúl de Cárdenas, Pura del Prado, Julio Matas, Ana María Simo, Carlos M. Luis, Gladys Zaldívar, Manuel Cachán, Juana Rosa Pita, José Corrales y Matías Montes Huidobro. Según aclara Álvarez Borland, estas promociones de escritores formados en la isla se han remozado a lo largo de los años debido a la con-

stante inmigratoria. Belkys Cuza Malé y Vicente Echerri, por ejemplo, salieron de Cuba en los setenta, mientras que a los ex presos políticos Ángel Cuadra, Jorge Valls y Armando Valladares, así como al controvertido poeta Heberto Padilla no se les permitió exiliarse hasta los ochenta, y Daína Chaviano tomó el rumbo de Miami en 1991. En 1980, los acontecimientos de la embajada del Perú propiciaron el éxodo del Mariel, generando de pasada la renovación más dramática hasta el momento de la literatura cubana escrita en los Estados Unidos. Por el puerto habanero emigraron importantes escritores que, una vez llegados a este país, se entregaron con fervor a sus quehaceres literarios. Crearon revistas importantes como Mariel y Término, las cuales, junto con la Linden Lane Magazine de Padilla y Cuza Malé, difundieron tanto lo suyo como lo ajeno. Entre los escritores asociados directa o indirectamente con esta generación se cuentan Reinaldo García Ramos, Roberto Valero, Jesús J. Barquet, Carlota Caulfield, José Abreu Felippe, Carlos Victoria, Luis de la Paz y Reynaldo Arenas, suerte de emblema comunitario cuya monumental obra garantiza la pervivencia simbólica de su generación. Por último, toca mencionar a esos escritores criados en un ámbito bilingüe y bicultural que han persistido en hacer literatura en español. Apunto nombres casi al azar: José Kozer, Jorge Guitart, Lourdes Gil, Félix Cruz Álvarez, Lourdes Casal, Emilio Bejel, Eliana Rivero, Ricardo Pau Llosa, Roberto G. Fernández, Uva de Aragón, Héctor Santiago, Pedro R. Monge Rafuls, Elías Miguel Muñoz, Maricel Mayor Marsán, Iván Acosta, Omar Torres, Dolores Prida, Maya Islas y Gustavo Pérez Firmat. Ellos y muchos más han explorado en el idioma materno con variable éxito desde el ensayo hasta la poesía, desde la novela hasta el teatro. A manera de conclusión, podría argüirse que la temática de estos escritores transterritorializados estriba en cómo se contemplan a sí mismos y perciben su producción. A mí modo de ver, todo se resume en las expresiones “de allá” y “de acá,” en un escribir desde aquí sobre Cuba, ambientándose en Cuba, frente a un crear aquí para epígonos de aquí que comparten idénticos traumas de


Condición actual de los latinos en Chicago Timothy Ready y Allert Brown-Gort

En el número de diciembre, presentamos la primera parte del nuevo estudio del Instituto de Estudios Latinos de la Universidad de Notre Dame, en el cuál se analizaban las nuevas tendencias del crecimiento de la población latina del área metropolitana de Chicago. En esta segunda entrega, se presentan las características migratorias de esta comunidad así como los debates en torno a las medidas a tomar para que el futuro de la comunidad latina de Chicago sea más promisorio. La lectura del reporte completo es altamente recomendable para los especialistas e interesados en la comunidad latina. El reporte se puede consultar en la red en la página del Instituto.

Inmigración y naturalización Desde 1980, los inmigrantes latinos —especialmente los de origen mexicano— han contribuido considerablemente al crecimiento de la población latina del área metropolitana de Chicago. Dentro de este grupo inmigrante, el porcentaje de mexicanos que inmigraron a Chicago aumentó de 76% antes de 1980 a 92% después de 2000. Cuando se preguntó en un sondeo cuál fue la razón por la cual habían venido a Estados Unidos, aproximadamente dos tercios de los hombres y un tercio de las mujeres respondieron que fue por el trabajo. Y casi la mitad de ambos grupos también indicaron que lo había hecho porque tenían familiares en el área. Es importante señalar que a pesar del intenso debate sobre la migración latinoamericana, éstos inmigrantes sólo forman un poco más de la mitad de la nueva ola migratoria. Hoy en día, constituyen un porcentaje mucho más bajo que el de la década del ochenta. El área metropolitana de Chicago, como en todo el país, se ha convertido en el nuevo hogar para un gran número de inmigrantes de todo el mundo. Tomando en cuenta la gran cantidad de nuevos inmigrantes, es importante destacar que más de dos tercios, o sea el 67 por ciento de los latinos del área de Chicago, son ciudadanos estadounidenses. Y de esta población, 55% de los adultos son ciudadanos. Esta cifra incluye el 36% de ciudadanos nacidos en los Estados Unidos y 19% que se ha naturalizado. Cabe destacar que 31% de los inmigrantes latinos se han hecho ciudadanos estadounidenses. Cuando se compara con el resto de la población inmigrante de Chicago, los latinos no suelen naturalizarse como ciudadanos estadounidenses. Sólo el 31% de los inmigrantes latinos son ciudadanos, comparado con el 54% de los asiáticos y 58% de los

Jornaleros latinos en busca del pan de cada día, en Chicago. Foto: José Guzmán

europeos. Es importante señalar que el 66% de los latinos no nacidos en el país que llegaron antes de 1980 son ciudadanos naturalizados. Comparándolos con los que llegaron después de 1980 sólo un 21% se ha naturalizado; y de los que llegaron después de 1990 sólo un 13% lo ha hecho. Por otra parte, las cifras de naturalización varían bastante de país en país. Los sudamericanos y caribeños —excluyendo a los puertorriqueños, quienes son ciudadanos de nacimiento— tienen un índice de naturalización más alto que los inmigrantes de Centroamérica y México. Y quizá un factor determinante que explique esta tendencia sea la falta de documentos legales para viajar, como pasaporte y visa estadounidense. Dos estudios recientes del Pew Hispanic Center examinan las tendencias sobre la migración legal e ilegal. Se estima que en Illinois hay aproximadamente 400,000 inmigrantes indocumentados de todo el mundo y más del 90% de ellos viven en Chicago, y casi la mitad son latinos. Los estudios también determinan que más de la mitad de los inmi-

grantes mexicanos que llegaron recientemente son indocumentados y que en los últimos años han sobrepasado en número a los inmigrantes con documentos. Si esas cifras son correctas, entonces se estima que al menos 200,000 de los 740,00 latinos no nacidos en el país y avecindados en el área de Chicago son indocumentados. Sin embargo, cualquier estimación sobre el tamaño de esta población es solamente eso, una estimación. Con o sin documentación apropiada, más de 200,000 nuevos inmigrantes latinos —primordialmente provenientes de México— han convertido a Chicago en su nuevo hogar. La mayoría de estos inmigrantes son muy trabajadores a pesar que ganan los salarios más bajos. Sin estos trabajadores, muchos de los empresarios tendrían dificultades para mantener sus negocios rentables. De esta manera, muchos latinos del área han podido disfrutar de cierto auge económico y esto incluye a algunos que son indocumentados. Sin embargo, muchos que son indocumentados carecen de los derechos y garantías básicas y se ven contratiempo

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obligados a vivir como ciudadanos invisibles. Por consiguiente, éstos corren el riesgo de ser vulnerables a la explotación laboral y en otros entornos. Sus hijos, ciudadanos por nacimiento, crecen viendo a sus padres laborar jornadas extensas y en trabajos arduos a cambio del salario mínimo y, sobre todo, viven al margen de la sociedad. Debate y dirección política Ahora que la población latina del área de Chicago constituye el 20% de la población, sabemos que el aumento se ha dado primordialmente en los suburbios y es ahí donde ahora vive la mayoría de los latinos. La migración y la fecundidad han sido los factores más importantes de dicho crecimiento. Por otra parte, los latinos se convirtieron en el mayor grupo étnico del área. Seis de cada diez adultos latinos son inmigrantes, pero el 84% por ciento de los niños latinos han nacido en los Estados Unidos. Ahora bien, si no hubiera sido por la migración y la fecundidad entre la población inmigrante latina, la población de Chicago hubiera descendido. Casi todo el incremento en el terreno laboral, comercial e inmobiliario de los últimos años se debe a los latinos. Este grupo ha logrado —especialmente en la década de los noventa— avances en el área salarial y en la compra de casas. Sin embargo, desde el 2000 el ingreso promedio de la cabeza familiar latina ha disminuido, mientras por su parte se ha incrementado para la anglosajona. No queda duda que los latinos se han convertido en una parte importante de la sociedad y son un factor determinante en el progreso económico de Chicago. Por esa razón es sumamente importante que esta comunidad se integre plenamente en todos los niveles de la sociedad. La comunidad latina de Chicago ofrece más de una virtud que puede ayudar al desarrollo del área: es una comunidad joven, trabajadora y suele tener fuertes lazos familiares. Los latinos son buenos para emprender negocios, pues la información del censo demuestra que muchos de ellos se aventuran a abrir pequeños comercios. En gran medida, estos inmigrantes representan a los trabajadores del futuro, pues una de cada cinco personas que

Jóvenes latinos marchan en Chicago. Piden su regularización migratoría. Foto: José Guzmán 14 14

contratiempo latiNidaD

“Sus hijos, ciudadanos por nacimiento, crecen viendo a sus padres trabajr jornadas extensas y en trabajos arduos.” Foto: José Guzmán

reside en Chicago es de origen latino y cada uno de tres niños de la ciudad ta mbién lo es. Los fuertes lazos familiares que existen entre la comunidad latina ayudan a reducir considerablemente los niveles de pobreza entre la población aunque estos tengan los empleos con los salarios más bajos. Estas familias comparten sus recursos y así disfrutan de un nivel de vida más alto y, por ende, menos niños latinos viven bajo el nivel de pobreza. Aún así, esta comunidad enfrenta grandes retos. Además de tener que aprender inglés, los latinos generalmente tienen un nivel educativo más bajo y no suelen tener seguro médico. Asimismo suelen tener un conocimiento muy limitado de la manera como funcionan las instituciones locales y tienen pocos lazos que los ayuden a trascender las barreras del idioma y étnicas. Estos factores tornan difícillatarea de los padres al querer ayudar a sus hijos con su educación y por esta razón los padres realmente aprovechan los programas educativos que se brindan en el área de Chicago. Los inmigrantes latinos comparten muchas características con otros grupos de inmigrantes qué llegaron a este país a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Típicamente estos inmigrantes llegan jóvenes, sus ganas de trabajar remplazan el conocimiento limitado del idioma que tienen y su limitada educación formal. Sin embargo, previas generaciones de inmigrantes podían superarse trabajando arduamente. Desgraciadamente, esta fórmula no funciona con esta nueva generación de inmigrantes. Para sobresalir en esta economía se requiere un nivel más alto de destrezas técnicas, desafortunadamente se han tornado muy difíciles de adquirir en el lugar del empleo. Frecuentemente, las oportunidades para obtener esta capactación i requiere un nivel alto de comprensión del inglés y pocos inmigrantes adultos lo poseen. El hecho que haya un alto porcentaje de niños latinos ciudadanos de padres indocumentados representa otro gran reto para la sociedad en general. Esto se traduce a una serie de limitaciones que confronta esta comunidad y que limitarán muchas de las posibilidades que puedan

tener para superarse. Por supuesto que esto también repercute en los hijos, pues la condición migratoria de los padres impide que se involucren plenamente en la vida académica. Dirección política La prosperidad de Chicago depende en gran medida de la incorporación económica y social de la comunidad latina. Y para que esto se realice es necesario seguir una política diseñada para ayudar a los latinos a comprender sus puntos fuertes para que les sirvan a sobrellevar los retos que enfrentan. En un futuro, las políticas económicas deben concentrarse en la creación de negocios pequeños y el ofrecimiento de educación financiera básica para que de esta manera puedan asegurar el éxito a largo plazo. También se debe informar y educar sobre las posibilidades de convertirse en dueños de su propio hogar. De igual manera es importante que los latinos se capaciten para que puedan ascender en sus empleos o conseguir mejores oportunidades laborales. Se debe promover la educación para adultos y otros programas que ayuden a los latinos a desarrollarse profesionalmente. Es bien sabido que los niveles de educación entre esta comunidad son muy bajos si se les compara con el resto de la población de Chicago. Muchos inmigrantes completaron su educación antes de emigrar a los Estados Unidos y para muchos de ellos la educación en este país se limita a tomar clases de GED, de inglés y capacitación técnica para conseguir un mejor empleo. Mientras que muchos de estos programas son financiados por organizaciones comunitarias que sirven a la comunidad latina, la necesidad de la comunidad es mucho mayor que los recursos que pudieran proveer con estos servicios. El acceso a la salud es otro de los temas de relevancia para esta comunidad. Hay mayor probabilidad que los latinos que nacieron en los Estados Unidos no tengan seguro médico que los afro-americanos o los anglosajones. Y los inmigrantes latinos tienen una posibilidad mucho menor de tener seguro médico y esto también se aplica a los 70,000 niños


Hace cuatro meses, la revista contratiempo convocó a la creación de un taller literario quincenal. Ha habido una buena asistencia, y lo más importante es que no han dejado de presentarse y discutirse por lo menos tres o cuatro textos por sesión. En la presente entrega hemos seleccionado los mejores trabajos que se han discutido. Aunque no todos los autores son tan jóvenes, decidimos titularla “Jóvenes escritores de Chicago” porque, a excepción de José Díaz, todos están publicando textos de ficción por primera vez en esta ciudad. Es curiosa la composición de género de este taller. En 1992, cuando se publicó el primer Fe de erratas, resultado también de un taller, había seis hombres y una mujer. Diez años después, en el primer número de la revista El coyote había cuatro hombres y cuatro mujeres, todos ellos miembros de un taller del mismo nombre. Ahora, en esta selección del taller de contratiempo hay cuatro mujeres y tres hombres. Esta composición es un reflejo de los cambios que se han estado dando en los patrones migratorios en los últimos tres lustros, pues todos ellos son inmigrantes. Hoy en día, el emigrar se ha vuelto en Latinoamérica una opción tanto para un hombre como para una mujer. Otro punto. Los escritores inmigrantes de principios de los noventa apelaban en sus primeros textos al terruño que habían dejado en el sur. En los escritores inmigrantes de ahora hay un eco de nostalgia, pero diluida en el nuevo entorno (Chicago o California) o en entornos inventados por ellos mismos. Aprovechamos para invitar a los jóvenes que tengan inquietudes literarias o periodísticas a integrarse a estas tertulias quincenales.


Fernando Olszanski

La superposición de las Marías Escondido detrás de un libro y de un par de gafas de sol, miro de reojo todo lo que sucede en la piscina. No me preocupa que alguien pueda ver la dirección en la que observo, las gafas me protegen mientras no mueva la cabeza y delate hacia dónde estoy mirando. Hay muchas cosas para mirar. La piscina está en el centro del complejo donde vivo, rodeada de apartamentos y plantas artificiales que le dan aspecto de oasis patético. Me llama la atención la gente que se asoma en los balcones y tira las colillas de los cigarrillos donde no debería, los jubilados que discuten en voz alta las instancias de un juego de dominó, algún caballero que muestra cómo le cuelga la panza por encima del traje de baño, los niños que saltan, gritan, y salpican con agua a los demás, y por supuesto, alguna señorita que valga la pena mirar. Para eso vengo. Para descansar, tomar algo de sol, y ver en la gente que me rodea a los personajes de esa novela que tengo en la cabeza desde hace más de doce años. En realidad, a los personajes ya los tengo, porque surgieron de un hecho que viví en Buenos Aires, antes de mudarme a Los Ángeles y que me empujaron a abandonar todo. Los personajes son tres, yo soy uno, el otro se llama Julián, y su novia, María. Las circunstancias que los tres vivimos, son una novela sin ficción, demasiado real como para obviarla y dejarla en el olvido. Pero sé que escribirla sería como volver a vivir todo aquello, con los momentos de esperanza, y con la amargura final del exilio. Confieso que no sé cómo empezar esa novela, o no sé cómo escribirla, o no sé cómo terminarla. Porque me hubiese gustado que todo fuera diferente. El observar a la gente que me rodea me da pautas para disfrazar a los personajes. Busco gestos, tonos de voz, actitudes y formas de caminar. Cualquier cosa que encuentre en los demás y que despierte los pensamientos que temen surgir. Eso es lo que he hecho en los últimos doce años, observar; buscar no sé qué, en no sé quién, lo que no sé cómo diré. Aunque ahora me he dado cuenta de que, desde hace tres días, el observado soy yo. El primer día tan sólo cruzamos miradas de ¿quién será? El segundo, me saludó con un buen día y se sentó en la reposera a tomar sol, justo frente a mí con la piscina de 16

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por medio. Empecé a observarla porque ella me observaba, y porque sus ojos eran negros, y su cabello también, y era largo y espeso, y le llegaba hasta más allá de los hombros. Como a María. Sí, le vi también el cuerpo adolescente, pero firme, ese traje de baño de dos piezas, blanco y sugestivo, la gracia de sus muslos, la mirada con la cabeza baja, con los ojos escondidos entre los cabellos, pero intensa, muy intensa. Como la de María. Alguien la llamó ayer por el nombre, creo que la madre, así supe que se llamaba María Celeste. Ella contestó con fastidio mientras me miraba. Quizá supo que la estaba observando detrás de mis gafas negras, o quizá no supe esconder mi mirada o no quise hacerlo, porque estudiaba sus facciones, las cejas gruesas, la boca carnosa, la decisión de sus movimientos. Igual que María. Hoy, cuando llegué a la piscina, ella ya estaba nadando, y lo primero que vi, fue su cuerpo saliendo del agua, lentamente, sin sacudirse. Con el agua cayéndole por la cara y el cuerpo, recorriéndola de pies a cabeza, y sus ojos estudiándome a través de sus densos cabellos. Como María, la última noche que pasamos juntos, en aquel hotel de mala muerte. Estaba algo lejos como para saludarla, pero ambos nos dimos cuenta de la presencia del otro. Fue magnético. Ella se zambulle otra vez y nada despacio debajo del agua. Cada vez que se asoma a la superficie para respirar, balancea el cuerpo para sumergirse, dejando expuestas las caderas perfectas antes de entrar lentamente debajo del agua. Ya no me preocupa si me ven mirando. Sé que otros la ven ta mbién, porque es demasiado vistosa; imposible no asimilar sus movimientos de sirena. Aunque no la catalogaría como tal, porque las sirenas no tienen caderas, ni muslos, ni caminan tan seguras como lo hace esta María. Como lo hacía aquella María. El recordar a María me trae sentimientos encontrados; por un lado, me llena de vida repasar el único momento de mi triste existencia en que me sentí hombre en el sentido completo de la palabra, el momento en que una mujer puede moldear con sus propias manos dentro del pecho masculino, y darle sentido al caos interno. Pero al mismo tiempo, me hizo sentir tan miserable y tan ruin como es un traidor.

Por eso me fui de Buenos Aires, mientras otros son refugiados de alguna guerra de por ahí, o buscan un futuro en una economía diferente, yo vine a ocultarme, y a encontrar en el espejo una imagen diferente a la que encontraba en mi ciudad. Allí no podía verme a mí mismo, ni a mis padres, y menos a Julián, que después de todo es mi hermano. Quisiera decir que me fui por amor, o por honor, o por respeto. En el único término que puedo pensar es cobardía. María se me acerca y con esa desfachatez que tienen los adolescentes me pregunta si hablo español. Sé que se dio cuenta de ello por el libro que tengo en la mano, y le digo de donde soy y ella me dice con un inconfundible acento caribeño que es colombiana. Su voz es lejana en la memoria, pero poderosa y firme en el presente. Mis ojos la escuchan mientras viajan entre su rostro y las oscuras aureolas de sus pechos que contrastan con el blanco de su traje de baño y me señalan. No hay mucho que pueda decir sobre cómo empezó aquello con María, partiendo de que Julián la trajo a casa un día y así la empecé a ver seguido, hasta que un día pasó lo que pasó, y no dejó de pasar, hasta que Julián hizo una broma sobre nosotros dos. Y vi en las palabras de Julián algo más que una broma. Algo que sólo los hermanos pueden sentir. Porque sus ojos me miraron a mí, y no a ella. Entonces me fui. María me habla del sol, del calor, y de que quiere zambullirse en la piscina otra vez. Yo sonrío. María sonríe y me saco las gafas oscuras para ver su color real y su mirada sin límites. Tal vez estaba equivocado con respecto a la novela y a los personajes, tal vez la novela no había terminado, o no había empezado, o estaba en una transición; tal vez nunca me había ido de Buenos Aires y la pensé allá, o tal vez siempre había estado en Los Ángeles creando el espacio para vivirla en lugar de escribirla. Tal vez María nunca existió, o tal vez María siempre estuvo aquí esperando a que llegara. No sé cual de las Marías inventó a la otra. El sol de California arde en la piel, tal vez el agua no sea una mala idea. Me zambullo. Puedo sentir la diferencia de temperatura,


José Díaz

Hombrecito (fragmentos) Había una vez... ¡Sí! Había una vez un hombre pequeño, pequeñito, minúsculo, que vivía en una ciudad grande, gigante, inmensa. Este hombre era tan pequeñito que su alma sólo podía cargar con tres sentimientos, y cargaba los que más utilizaba, por economía, claro; con odio bajo el brazo, con tristeza como carta de presentación y con ese algo que no podía definir pegado a su cuerpo como una costra. Este hombre pequeño, pequeñito, minúsculo caminaba mucho y de prisa y hablaba mucho también; tenía la ilusión de ser un gran arquitecto. En sus construcciones la materia prima serían las palabras que, desde mas pequeño aún, recogía de aquí y de allá y de aún más allá; y desde que era más pequeñito todavía las quería utilizar. Pero por más que las acomodaba en orden alfabético, en tamaño, de mayor a menor cantidad de letras y a la inversa, de que utilizaba las más largas y estruendosas como pilares, siempre se le caían o pasaba algo y se derrumbaban. Otra vez juntaba las palabras y ponía otras más que se encontraba y después de un tiempo volvía a comenzar. Hombrecito, desde ahora así lo vamos a llamar, vestía una mascara antigases y un saco, unas cuatro tallas más grande que la suya y llevaba siempre las mangas arremangadas. Como ya había dicho anteriormente, hombrecito vivía en una ciudad, pero para ser más específicos vivía casi a las afueras de la ciudad, en una casa azul que era parecidísima a otras tantas miles de casas azules que había en la ciudad, y para ser más específicos en un cuarto amarillo, como otros miles de cuartos amarillos que había aquí y allá. Allí vivía encerrado en un cuarto amarillo, en el segundo piso de una casa azul, casi a las afueras de la ciudad. ¿Cómo llegó ahí? No lo sé. Eso nunca se dice en los cuentos de hadas A Hombrecito le gustaba subirse a las azoteas de cualquier casa o edificio y observar. Porque desde ahí podía contemplar el horizonte, la ciudad o las estrellas, dependiendo de su ánimo. Y siempre que tenía oportunidad, lo hacía. Estando en una casa cercana al centro de la ciudad, cuando se disponía a mirar el horizonte, o, más bien, las montañas que lo obstruían, se dio cuenta que no estaba solo. En lado opuesto de la calle había una mujer que al parecer estaba observando el cielo. Hombrecito se quedó intrigado por esta mujer y movió la mano para llamar su atención, pero ella no volteó y siguió ahí con su mirada enganchada al cielo. Entonces hombrecito ya no pudo observar el horizonte, quiero decir las montañas que lo obstruían, y se dedicó a observarla a ella y dar tan sólo vistazos al horizonte y a la gente que pasaba por la calle. Y de ahí en adelante todo fue tan rápido: la tarde se consumió en segundos y los días en botellas y cigarros; y sin saber como sucedió todo, un día estaban ya caminando por ahí contándose cosas como hace todo el mundo para conocerse. Pero en esas palabras no había promesas, ni suspiros, ni ensueños, no había nada de eso con que juegan los enamorados. A veces se dedicaban tardes enteras a acariciar sus corazones para sonreír al menos unos instantes. Lo hacían para pasar el tiempo, que sabían era largo. Un día, después de haber jugado un rato,

Juan Chávez: Gigante

como ambos eran muy pobres y para cambiar un poco la rutina, hicieron el amor pues no tenían dinero para comprarlo, y sabiendo que la alegría era instantánea y tenia fecha de caducidad, tranquilamente se durmieron. Cuando despertaron, se vistieron y se fueron cada quien por su lado, tristemente alegres, ligeramente atolondrados porque sabían que en estas historias de acá la felicidad no es para siempre. Se encontrarían más veces, sí, después, y también todo seria igual y no se engañarían, y se irían otra vez cada quien por su lado, sabiendo que el único engaño era “el para siempre”.

José Díaz: Poeta mexicano. Vive en Chicago desde hace cinco años. deshoras

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Juan Chávez: La Esperanza, instalación

Kari Lydersen

El arte urbano de Juan Chávez Para Juan Chávez, la ciudad de Chicago se ha convertido en lienzo y paleta. Asentado en la comunidad de Pilsen, este artista ha ganado notoriedad tanto local como nacional por sus murales en mosaico y sus instalaciones elaboradas con objetos y desperdicios que se encuentra en las calles. A Chávez le gusta recoger bloques sueltos de los edificios abandonados que se va encontrando en su andar por las veredas y vetas olvidadas de la ciudad, como son los callejones repletos de basura y las banquetas cuarteadas. Los tro-

Juan Chávez: W alk towards decomposition, instalación

zos de madera, la chatarra metálica, los juguetes descompuestos y olvidados, las herramientas oxidadas y polvorientas o las viejas películas que se ha encontrado en fábricas clausuradas, terminan convertidos en el forraje que cubre sus esculturas y collages. Estas esculturas muestran cambiantes y efímeros paisajes descarnados. Las obras de Chávez a menudo han sido trabajos anónimos e interactivos que de pronto aparecen en las vías públicas. Al final de la década del noventa, realizó varias instalaciones anónimas con el objetivo de llamar la atención del público y provocar su reacción; se trataba de una obra en contra de la brutalidad policíaca que realizó en la calle Division y en lo que en aquel entonces era un barrio que sufría el desplazamiento de sus residentes. Otra de las características que se vivía en dicha área era el rampante hostigamiento y la manera discriminatoria en que la policía detenía a los jóvenes por el color de su piel. También elaboró una escultura de tamaño real en la calle Lower Wacker Drive que evocaba a un indigente; ésta fue demolida por un peatón, quizá tanto la obra como el acto hayan sido una declaración espontánea de la manera en que la sociedad trata a los indigentes. Chávez, además de haber ganado notoriedad por su trabajo colectivo, como individuo ha recibido grandes elogios por su obra. En 2001 Chávez recibió la prestigiosa distinción Richard H. Driehaus Foundation Individual Art por su creación personal y en 2003 exhibió en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago. Desde mediados de la década del noventa, ha formado parte del Chicago Public Art Group y asimismo ha trabajado como maestro de jóvenes en el Hyde Park Art Center, Gallery 37, entre otros grupos. Chávez y Corinne Peterson fueron comisionados para realizar el mural Hopes and Dreams en la estación del tren Roosevelt de la línea roja. Recientemente, Chávez fue comisionado por la CTA para realizar el mural en la estación del tren Damen de la línea azul. En Vida simple, inaugurada en diciembre de 2004, elaborada con mosaicos brillosos y mate muestra algunos retratos de los residentes del barrio. Chávez intenta transmitir la diversidad y los contrastes todavía esperanzadores que imperan en el barrio. Árboles y rosas aluden a las sólidas raíces mexicanas; de igual modo ciertos paisajes familiares de las calles de Pilsen y las caritas sonrientes que en su conjunto representan la manera en que dichas raíces han sido replantadas y han vuelto a florecer. La obra de Chávez funde los trozos y los desechos de la vida urbana y su degradación de una manera vibrante; aun así, las nubes de madera y las cajitas de luz que usa en muchas de sus piezas parecen reafirmar la vida. Mientras ha exhibido por toda la ciudad, Chávez ha mantenido una presencia firme en Pilsen al participar en el evento anual Pilsen Open Studios.


Además, es en este barrio donde ha encontrado muchos de los materiales crudos con los cuales trabaja y es en las calles que rodean su estudio que ha encontrado la inspiración. En Pilsen vive rodeado de hallazgos extraordinarios e intrigantes que lo remiten a Chicago, México y más allá. Chávez a menudo colabora con otros artistas que se dedican a crear obra pública, como Chris Silva, Mike Genovese y Cody Hudson. En la primavera de 2005, la instalación que hicieron en conjunto, Tragic Beauty, la mostraron en la galería Open End Space y después la sacaron a la calle para que se integrara al ambiente urbano. Los artistas comentaron que habían usado materiales recogidos de las calles y lo hicieron para explorar “las dicotomías que existen en la vida cotidiana y que revelan la creación en la destrucción, la esperanza en la desesperanza y la belleza en la tragedia”. La obra de Chávez no carece de sentido político, pues alude a los acontecimientos contemporáneos y situaciones de desigualdad; pero en lugar de mandar un mensaje evidente, encuentra la política en el medio y el ciclo orgánico de la creación y deconstrucción. “Mi obra es política, no en el sentido que dicte un mensaje o una idea sino en la acción del hallazgo y la reformación de las cosas —dice Chávez en su declaración

del artista que tiene en el Chicago Public Art Group—.Camino por lugares poco transitados —por donde un día florecieron las fábricas, lugares donde las comunidades pronto serán desplazadas— y observo cómo la naturaleza se integra en la estructura de dichas comunidades... Mis proyectos de arte público son como tumores. Generalmente comienzan con una capa de texto como si fuera un afiche en la pared y después la imagen evoluciona y crece como el moho; la superficie estalla en las paredes hasta convertirse en una pieza tridimensional. Después que la pieza ha evolucionado, a menudo la regreso al ambiente urbano para que esta nueva mezcolanza de objetos llegue a ser parte del ciclo de deterioro y recombinación”.

La obra pública de Juan Chávez se exhibe en varias partes de la ciudad. Unos de sus trabajos más recientes se encuentran en la estación del tren azul en la estación Damen y otro en la biblioteca Toman, 2708 S. Pulaski.

Kari Lydersen. Periodista, regualrmente publica en The Washington Post y The Chicago Reader.

mirada cómplice

Juan Chávez: Vida simple, mural en mosaico localizado en la estación del tren Damen, línea azul. Foto: Luis F. Soto


Jossiane Sánchez

La cocina —Un poco de sal. Eso fue lo que gritó desde allá. El se encontraba en la cocina. Yo no conocía bien el territorio. Era la segunda vez que visitaba su departamento. La primera me había limitado a recorrerlo. Recuerdo que entonces yo tenía un poco de timidez: solamente me fumé un cigarro y me retiré. El lugar era pequeño, pero hablaba mucho de él. Tal vez me estoy aventurando con esta afirmación. O tal vez no. Las luces, la computadora, la cama, las cortinas, el librero y algunos cuadros parecían acomodados cuidadosamente, aunque todo podría ser sólo una ocurrencia mía. Podría ser que estaban ahí para tenerlas a la mano. Esta segunda vez anduve de curiosa y vi unas fotografías de su mamá, de sus hermanos y de él; su padre no se encontraba en ninguna de ellas y no me atreví a preguntar, que tal si estaba muerto. Creí que no era conveniente hostigar con preguntas que acaso incomodarían la estancia. No sabía si iba a estar por veinte minutos, una hora, o si simplemente iba a dejar correr el tiempo. Después de ver las fotografías, algunas revistas de cine y una que otra Playboy,la duda me empezó a carcomer. Me pregunté qué tanto estaría haciendo él allá en el fondo. Hasta entonces no me había atrevido a recorrer el pequeño pasillo que por lógica llevaba a la cocina. Mi apatía hacia la cocina surgió desde el momento en que llegué a Chicago. Antes no me importaba qué pudiera ocurrir en una simple cocina. Ni fu ni fa. Pero ya aquí mi tío Raúl me empezó a bombardear con que que cocinar es todo un ritual y que siempre dejas algo de ti en la comida. Cuando mi tío hablaba de esto, me

Juan Chávez: Velvent Clouds 20

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molestaba el tener que escucharlo. “¿Qué te han hecho en México?”, me preguntaba. “¿Comes polvo en vez de comida?” Y cuando hablaba del polvo se refería a un suplemento que en dos cucharadas soperas contiene carne, huevos, vegetales y frutas. Yo siempre me quedaba callada pensando: “si lo que tú haces sólo son unos simples huevos”. De vez en cuando sí trataba de razonar sus palabras. Pero no fue sino hasta esa noche que comprendí el ritual. Tres minutos después de que lo escuché a él decir “un poco de sal”, me atreví a cruzar ese pasillo que me conduciría finalmente a la cocina. Era pequeño, pero en ese momento pareció alargarse, como si yo fuera caminando por la Muralla China; nunca he ido a China, pero la he visto en Internet. En medio del pasillo colgaba un espejo donde me reflejé de cuerpo completo y a un lado se encontraba el baño. Tres pasos adelante el amarillo huevo de la pared deslumbró de pronto mis ojos. Pregunté: —¿Qué haces? Mi pregunta era realmente estúpida, pero de alguna forma tenía que empezar la conversación. — Tengo hambre —respondió mientras rebanaba una papa. Yo observé todo a mi alrededor. Había unos estantes cuadrados donde él guardaba arroz, latas de carne, frijoles y algunas especies. En la mesa vi dos saleros y tres plantas que a gritos pedían agua. Más allá había dos sillas rojas que no tenían nada que ver con el amarillo huevo, pero en fin... En la puerta del refrigerador se encontraba pegado un graffiti y unos imanes grandes; no sé bien de qué eran pero parecía propaganda de restaurantes o tiendas. Tomé una silla.

—¿Gustas agua o cerveza? No contesté porque mi atención se mantenía fija en la jaula para el perro que se encontraba en el rincón derecho. El tomó un vaso y sirvió un poco de jugo. La verdad es que en mi cabeza se empezaba a formar una maraña de ideas. ¿Cómo podía su perro dormir en la cocina? Eso no pasa en México. “Son ideas gringas”, pensé… Sacó un pedazo de carne, la mitad de una cebolla, una cabeza de ajo y un jalapeño verde. Luego volteó a verme y me dijo que le gustaba mucho el chile. De ahí se dispuso a picar la cebolla, un jitomate y todo… Mientras las papas se freían me preguntó si sabía cocinar… Un minuto de silencio fue mi respuesta. Después me repetí: “eres una estúpida, por qué no aprendiste a cocinar”. —No, no sé cocinar. No puso cara de asombro. Al contrario, se portó amable y dijo: — Ojalá te guste. Otro día te puedo hacer comida mexicana. Cuando dijo “comida mexicana”, me sentí peor.Yo soy mexicana y él es americano. Solamente dije: “está bien, gracias”. El olor se empezó a desprender del sartén. Inhalé y me apresuré a decir: “qué bien huele”. Mis pulmones, siempre llenos de humo de Marlboro, de repente se embriagaron del indescriptible olor. Parecía que estaba cayendo bajo los efectos del alcohol. Pero no era así, no había consumido ni una gota. El sirvió dos platos con carne y arroz. —Espero que te guste. Empezamos a comer y esa sensación extraña se agudizó aún más. Yo trataba de no prestarle atención y continuar con la plática. Pero mis pupilas de pronto se dilataron. Podía sentirlas. Mis músculos se fueron relajando y un cosquilleo fue recorriendo mi cuerpo. Carajo, estaba desvistiéndole con la mirada. Mis ojos parpadearon y traté de regresar a la realidad, pero fue peor. Ahora estaba totalmente desnudo y su trasero blanco y redondo reposaba sobre la silla roja. Tomé todo el jugo de un jalón, pero lo único que me provoqué fue una contracción de placer en el estómago. De mi boca salió un “ay”. —¿Estás bien? “Sí”, conteste. Su plato casi estaba vacío. Quiso tomar agua y tras un torpe movimiento la derramó. Entonces se limpió los labios, pero no se percató que el agua estaba haciendo un recorrido hasta el suelo. Su boca, su pecho y su estómago estaban de pronto humedecidos. Su pene se encontraba firme y extendido frente a mi boca. Traté de controlarme. Pero cada vez me sentía más caliente, y pensé que no podría dar el próximo bocado, que pronto le haría el amor sin piedad alguna. “Pero qué estás diciendo, Jossiane”. Entonces comí el último bocado y bendije la magia de cocinar. Jossiane Sánchez: Mexicana. Licenciada en Ciencias


Josefina Ratto

Tregua Tregua Saturnino, tregua. Recapacitemos. ¿Qué tal si por unos días suspendés las disonantes serenatas nocturnas y los vistosos mariachis?. Te recuerdo que mi apartamento está en el contrafrente y junto con mis vecinos no compartimos tu febril pasión telúrica. Basta de llenar el buzón con perfumadas cartas enardecidas que contaminan la entrada del edificio. Y por favor, no hables más de “nosotros”. No te confundas con aquella noche de frenético baile y el fin de fiesta en mi casa. De dónde sacaste que había algo más y que con una guitarra y tres sombreros ibas a mantener aquel estado de ceguera etílica que nos llevó a romper la caja de parlantes con tanto histérico zapateo en ese boliche infecto, a encerrarnos en el baño para tomar un sorbo de lo que vendría, a hacer el baile del vientre en la barra del bar mientras tus amigos me rociaban de cerveza y vos te ahogabas bebiendo de la cascada. Ese desordenado y violento streap tease en los doscientos metros a mi casa con atléticas escalas para seguir alimentando esa hoguera. A destrozar el viejo sofá por tanto salto acrobático, pintarnos el embriagador collage de chocolate y crema con coloridos detalles de fresas, disfrazarnos de sólida espuma blanca y regarnos con vigorosos aceites afrodisíacos. Me disgusta que te refieras a mí como tu escultural princesa sueca, que compares mis ojos con perlas de jade de la China, y sobre todo que hables de un irrefrenable y obsesivo amor a primera vista. Saturnino, no nos conocimos el miércoles. Mi piel es morena, tengo los ojos color negro rabioso, uso lentes hasta para dormir y por razones que saltan a la vista no soy y nunca podré ser la etérea diosa escandinava que describís en toda esa romántica y vulgar caterva epistolar. Saturnino, para tu información mi nombre no es Roxana, soy Elizabeth.

Josefina Ratto: Argentina. Es parte del consejo editorial de contratiempo.

Mario Camarena

Por un pinche chipote No puedo dormir, Chupamirto, porque policía le dijo: “otra vez que llames y no traigo una preocupación. Nomás cierro los sea cierto, no vamos ojos y veo la carita de la niña del elotero. a venir de en balde, ¿yu anderstan?”, y la ¿Te acuerdas Chupamirto?, la que atropegorda no sabía qué hacer y ni qué decir... llaron por la Dieciocho, a un lado del ParTe acuerdas, Chupamirto, que luego los que Zapata, que su papá ni se le quería compadres y el elotero le dijeron un monacercar, y la niña allí tirada le gritaba tonal de chingaderas a la gorda, que vieja “papito, papito ayúdame”, y él ni tan chismosa, entrometida, pos quién le dijo siquiera se le acercaba por miedo a que que llamara a la policía, “por poco y se la policía le hiciera cargos de algo, hasta llevan a mi compadre, nomás por un pinque aquella vieja gorda le dijo al elotero: che chipote”, y el pinche elotero, también, “acérquese, qué no es su hija, acérquese, al cabo ya le llamé a la policía”, y el elotero menos se quería acercar,te acuerdas que le echaba unos ojotes a la vieja gorda porque había llamado a la policía, y pos la niñita arrastrándose se acercó hasta el pinche elotero, y él se quitó el suéter y se lo puso en su cuerpecito. Pinche elotero, te acuerdas que le decía a la gorda que volviera a llamar a la policía y les dijera que ya estaba todo bien, que nada había pasado, y la niñita chorreando de sangre por la cabeza, que todo estaba bien, decía el elotero. La pobre niña voló como unos tres metros del trancazote que le pusieron. Te acuerdas, Chupamirto, que la gorda se le acercó al elotero y le dijo: “¿qué no le importa su hija?”, el pinche elotero se quedaba callado, sin decir nada, y en eso llega la policía, ellos sí venían requete enojados, y luego luego dijeron: “qué pasó aquí”, y nadie quería hablar, nomás se oían los quejidos de la niñita, “¿cuál es la niña que atropellaron?”, ytampoco nadie decía nada, Juan Chávez: Instalación en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago hasta que la gorda dijo: “ésa es la niña que atropellaron y ése es su padre”. Él allá estaba escondido decía: “sí ¿verdá?, compadre, por un pinen medio de todos sus compadres con la che chipote”. Ya después cuando la niña tapada, los compadres y las policía se fue, la niña se quería parar y se comadres haciéndole bolita, y le decían al iba de lado y daba el guamazo en el piso. elotero que se fuera por ahí, por el calleY los compadres decían: “es el susto, jón, que al cabo su niña está bien, y ya compadre, es el susto, ya se le pasará, cuando iba encaminado con la niña cargamire, déle poquito tequila, al cabo el tequida hacia el callejón, que lo llama la policía la es bueno pa’ todo”. y por poco la deja caer del susto. Entonces uno de los compadres le grita a la policía: “eviry tin is okey”, y la policía dijo: “¿eviry tin is okey?”, “yes, polís”, y la policía preguntó: “¿quién llamó?”, y todos, Mario Camarena: Mexicano. Está estudiando la hasta el elotero, señalaron a la gorda, y la maestría en literatura latinoamericana. deshoras

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Para cenar La mejor palabra para definir mi vida es “frivolidad”. Me casé hace un par de años, así a secas, sin pasiones, ni fervores, ni romanticismos. Me casé con el marido perfecto: guapo y forrado de dinero. Mis padres lo escogieron como los suyos a ellos. Y es que a los treinta y seis y soltera, los llené de dudas y temores. Entre mi marido y yo, nunca ha existido el intento de encendernos en la cama, mucho menos en otro lugar,otan siquiera salir a caminar. Quizás exista cariño… No, no lo creo. Es una situación difícil cuando nuestros lánguidos y aburridos cuerpos se confrontan en la cama. Me siento sucia. En su rostro agitado he llegado a ver no sólo el de actores y vecinos, sino hasta el de amigas de la infancia. Nunca se lo he confesado a nadie, por vergüenza, miedo, o simplemente por mi bagaje cultural. Hasta que una amiga me introdujo al mundo cibernético. Jamás lo hubiera hecho. Tuve una conexión inmediata y me alejé de todo. Así nació mi amor incondicional por los chats. Ahí es donde conocí gente menos plástica, con quien deliberadamente se puede conversar acerca de las frustraciones y complejos de la vida. No se cómo ni a qué hora apareció un hombre. Se hizo llamar “Tritón del mar”. Después de varios orgasmos en seco, y sin habernos visto las caras me invitó dos días a la playa: hotel de tres estrellas y autobús de primera. Era el escape de mi vida: treinta y ocho años de vivir para otros… Estos eran dos días sin pensar en el mañana, un lugar cerca de Puerto Escondido, en la Playa Conde. Mi esposo no me hizo muchas preguntas. Sólo se atrevió a hacer recomendaciones. “Cualquier cosa, 22

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Tanya Victoria

Paola Valera

Las máquinas deseantes

llamas… Viajar sola te ayudará a crecer… No le diré a tus padres, pero me parece que ya estás grandecita para hacer lo que quieras… ¿Cuánto dinero en efectivo necesitas…? No puedo llevarte, deberías irte en avión... bla bla bla” y un beso frío en los labios. Tritón y yo quedamos de encontrarnos en ese hotelito amarillento, descarapelado, limpio, como salido de un sueño. No había ningún huésped y sin pensarlo tanto me desnudé frente al mar. Tritón era un hombre hecho a mano, con cara mediterránea. Inútilmente, traté de cubrirme con la toalla. Se acostó a mi lado en la arena caliente, y sabiendo que me había perturbado con la mirada comenzó a deslizar sus manos en medio de mis muslos, así tan desnudos, tan extraños. Nos besamos en medio de una nube de arena que me volvió loca. No podía creer lo que estaba sucediendo. Mis piernas estaban temblorosas y mis ojos tan húmedos como mi cuerpo. Me pidió que me quedara ahí para siempre. Yo acepté de inmediato y nos metimos al mar. Bajo la luna llena, asombrosamente, pude nadar y respirar sin dificultad en medio del agua. Vi cómo sus piernas se llenaron de escamas convirtiéndose en una hermosa cola de pez. Llegamos al fondo, a ese lugar en el que habitaban otros tritones similares a él. También había sirenas. Una de ellas se acercó y me dijo al oído: “cada 28 días, con la luna llena, celebramos el rompimiento de esa barrera entre tu mundo y el nuestro, se escoge a uno para que salga a copular con la presa que esta noche cenaremos”.

Ayer, el cuarto nivel prefirió mantenerse en silencio. Estaba programado para que su memoria fuera renovada cada ¾ de segundo, tiempo exacto para que las esferas rojas que habían sido distribuidas anteriormente pudieran ser utilizadas. El día comenzaba con un olor intenso a plástico. Era la hora 001, tiempo de levantarse y conectarse al sistema: respiración, movimiento, alimentación, reposo, sexo y eliminación. Todo era revisado con regularidad en todos los niveles. Los del nivel siete eran los primeros en entrar, peculiares en su especie, obsesivos, refinados, calculadores y amantes de los números binarios. Manejaban entre ellos un vocabulario de señales que sólo ellos podían grabar.Añoraciones, esperanzas, sueños o cualquier pesadilla, podían ser captadas por ellos y ser divulgados a través de diferentes formas. Pero su preferencia eran las esferas verdes mezcladas con numerosas rojas. Esta combinación los hacía elevar su ego, haciéndoles creer que eran superiores en el sistema. En el año de la Era Eléctrica la velocidad cambió de rumbo y creó nuevos tratados. En el articulo 044 se revaluaba la distribución de las esferas de tiempo: Art 044. Las esferas de tiempo deben ser otorgadas a todos los niveles del sistema, la distribución de éstas dependerá del manejo en cada nivel así como del valor y del uso que de ellas se dé. 004-1 Las esferas de tiempo serán clasificadas de la siguiente forma: las verdes, que son las de mejor calidad, serán otorgadas a los niveles que ayuden a la construcción y mejoramiento del capital; las amarillas serán proporcionadas a todos los niveles que se preocupen por la manutención de los bienes y servicios

Tanya Victoria: Mexicana. Enseña español en una escuela

Juan Chávez

tanto de un nivel en particular como de todo el sistema; las naranja serán otorgadas a los niveles de alto capital para que puedan adquirir espacios en los cuales podrán cultivar la mente y el espíritu; las magenta serán entregadas a aquellos niveles que estén inactivos temporalmente; y finalmente, las rojas serán distribuidas obligatoriamente a todos los niveles, así todos tendrán el tiempo para la adquisición de bienes y servicios, que ayuda al progreso y al bienestar de todos. Así iniciaba el articulo de los 0233 siguientes. Los del nivel seis sabían de la existencia del artículo 044, y algunos se conectaban con la necesidad de no querer saberlo. Eran de los pocos, por no decir los únicos, que utilizaban todas las esferas de tiempo. Pasaban de colores verdosos a tiempos inactivos de magenta, jugaban con las naranja y se movían melódicamente con las rojas y con algunas pigmentaciones amarillas. Ellos tenían la virtud de pocos, pues se les permitía desconectarse en 3/9 de segundo y reinsertarse en nuevos sistemas. De esta manera podían controlar los sistemas en competencia. Así terminaba el día, entre esferas, niveles y sistemas. Entre sueños e imágenes. Entre sonidos y colores. Los últimos en salir eran los del tercer nivel. Ellos poseían una dinámica mas regular: permanecían detrás de los grandes espejos circulares que rodaban entre los diferentes niveles, ayudando a capturar imágenes y formas irreverentes que pudieran afectar el movimiento del sistema. Preferían en cambio renunciar a los tiempos verdosos para dedicarse al placer seductivo de las esferas naranja. El sistema se había cerrado con un visor totalmente negro.


El voto en el exterior: México y República Dominicana Arturo Santamaría Gómez I De los sistemas políticos de Europa y América que han aprobado el derecho al voto transterritorial, sólo el mexicano y el dominicano tomaron un periodo de tiempo muy amplio, entre una y dos décadas, para concretarlo desde que se levantó públicamente la demanda en 1988 en México, y a principios de los noventa en República Dominicana. Pero la diferencia política más importante de la legislación sobre el voto en el exterior de México y República Dominicana en relación a los países europeos y el resto de los americanos, es que ambos países experimentan dos de los flujos migratorios más grandes del continente, concentrados esencialmente en Estados Unidos, y por otro lado revelan que el voto transterritorial fue resultado de un largo movimiento político de los inmigrantes, y de un intenso y prolongado debate de la clase política y la opinión pública de ambos países dentro de sus territorios nacionales así como en Estados Unidos. No deja de ser paradójico que México y Dominicana, que junto con El Salvador, son los países con la mayor migración relativa a Estados Unidos, hayan sido dos de las últimas naciones latinoamericanas en aprobar el derecho al voto de sus ciudadanos en el extranjero. Mientras otras repúblicas con menor migración lo aprobaron sin que hubiese habido un movimiento político prolongado que lo exigiese, en la isla caribeña y en México fue necesario una intensa presión y un largo y complicado proceso político, intelectual y legal. En el caso mexicano, fue desde el movimiento de los inmigrantes que apoyaba desde Estados Unidos a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, que se inició la lucha de la diáspora mexicana por obtener el reconocimiento a sus derechos como ciudadanos del Estado Mexicano. De manera intermitente, primero limitado a un grupo de activistas identificado con la izquierda electoral mexicana y posteriormente extendido a un espectro ideológico, social y político muy amplio, el movimiento por el voto en el exterior fue ganando espacios en los clubes de oriundos y de otras organizaciones de inmigrantes, en los medios de comunicación de México y Estados Unidos, en los escenarios de discusión y análisis académico de los dos países, en la agenda de todos los partidos políticos mexicanos y en iniciativas de ley que se presentaban al Poder Legislativo.

Pesca de votos. Rogelio Naranjo, El Universal, Mexico City, www.caglecartoons.com

II Los dominicanos en el exterior, sin tener los antecedentes históricos tan remotos como los mexicanos, también realizaron un largo recorrido para poder votar en el extranjero. En los setenta y ochenta, ya había peticiones de algunos grupos empresariales de que se legislara la doble ciudadanía y se concediera el voto a los expatriados. Sin embargo, el primer ejercicio electoral en el exterior se cumplió por primera vez el 16 de junio de 2004. De manera semejante a México, en República Dominicana el Poder Legislativo aprobó el derecho al voto en el exterior en 1997, pero no estableció la legislación secundaria que lo permitiera sino hasta 2002, cuando se inició la cedulización en el exterior de poco más de 52 mil inmigrantes. El proceso electoral en el exterior constó de dos fases. La primera, consistió

en el empadronamiento y registro de electores y culminó en enero de 2003, con la inscripción de 52,440 dominicanos residentes en Canadá, España, Venezuela, Puerto Rico y los Estados Unidos, nación esta última en la que hubo 37,319 inscritos para votar de la totalidad del exterior. En Nueva York se cedularon 32,000 dominicanos y votaron 24,333. De hecho, el exilio dominicano en Estados Unidos, que se inició en 1965 con la invasión norteamericana a la isla, años después se planteó como uno de los objetivos de la democratización dominicana lograr el voto en el exterior. No fue necesario que votaran los inmigrantes para establecer la democracia en Dominicana, pero finalmente en 2004 obtuvieron el derecho para elegir a su presidente; en pos de tal propósito se confeccionó un padrón que incluía exclusivamente a los residentes en el exterior

para evitar la duplicidad o el doble registro. El voto en el exterior le costó a Dominicana alrededor de 19 millones de dólares en un plazo de dos años de trabajo, pero contó con apoyo financiero de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, el Instituto Nacional de Elecciones de Canadá y la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos. Entre los principales desafíos que les tocó vencer a los dominicanos del exterior, estuvo la resistencia de las fuerzas políticas del país para apoyar el voto extraterritorial; se temía, al igual que en México, que el voto de los inmigrantes pusiera en duda el frágil entramado democrático electoral dominicano. Entre otras medidas tomadas, para garantizar el éxito del programa, procuraron que las comunidades en el exterior eligieran a dos personas notables que estuvieran a cargo de la recepción de votos e instrumentaron un mecanismo para que los resultados electorales fueran transmitidos electrónicamente a la República Dominicana. Aunque el número de electores inscrito en el exterior no fue significativo, funcionarios de la Junta Electoral y miembros de la comunidad dominicana coincidieron en que el voto ausente abría una nueva era en la política de esa nación caribeña. “Sin temor a equivocarme, aquí en el exterior se van a decidir las elecciones en un futuro”, dijo Miguel Melenciano, director de la oficina de la Junta en Nueva York, hogar de la principal colonia dominicana calculada en cerca de un millón de personas. Nelson Peña, director del Desfile Dominicano de Nueva York y líder de una organización civil que encabezó la campaña para lograr el voto ausente, dijo que el sufragio en el extranjero garantizaba una mayor transparencia en el proceso democrático. Sostuvo que a diferencia de los votantes en República Dominicana, los electores en el exterior no dependían de un trabajo o de la ayuda del gobierno de turno a la hora de decidir por un candidato. “En el exterior es que se va a determinar el presidente y vicepresidente del país, porque es un voto no comprometido, totalmente independiente, que no se alquila ni se vende y ha sido un reclamo sentido de la población dominicana que reside en el exterior, que querían decidir con su voto la política dominicana”, expresó Melenciano, y agregó: “también ellos aspiran a que en el futuro se les otorgue un diputado exterior”. (Ricardo Zúñiga, Nuevo Herald, 9 de mayo, 2004) III Los tiempos políticos fueron menos favorables para los inmigrantes mexicanos que para los dominicanos, porque la aprobación


v o t o definitiva del voto en el exterior para los caribeños fue casi tres años antes de que se celebraran las elecciones y para los mexicanos menos de un año. Al margen de ello, la legislación mexicana ha sido marcadamente más restrictiva y tradicional hacia los inmigrantes que la dominicana. Los mexicanos fuera del territorio nacional, a diferencia de los dominicanos que tuvieron dos años, sólo tendrán un plazo de tres meses y medio para solicitar su boleta electoral; y no se les concedió ningún mecanismo para empadronarse en Estados Unidos, a través del IFE o de los consulados, como si lo pudieron hacer los isleños. Mientras la Ley de la Irrenunciabilidad a la Nacionalidad Mexicana, establece una clara diferencia entre nacionalidad y ciudadanía; es decir, mientras en México se concede el derecho de preservar la nacionalidad a aquellos que obtengan otra; por otra parte, se señala expresamente que su preservación no implica el mantenimiento de derechos políticos, entre los cuales están los de poder votar y ser votado en procesos electorales dentro del país. En contraste, la República Dominicana en 1994 estableció que sus migrantes podían gozar de la doble nacionalidad con inclusión de derechos políticos, siempre y cuando el país que adoptaran no lo prohibiera. La legislación dominicana tampoco prohibió las contribuciones financieras de sus migrantes a las campañas electorales, ni la realización de actos proselitistas en el extranjero de los candidatos a presidente y de sus partidos, como si lo estableció la mexicana. Es decir, los procesos de transterritorialización de las transiciones políticas mexicana y dominicana, han adquirido dimensiones distintas, determinadas por tradiciones históricas y contextos políticos con claras diferencias. Mientras la demanda del voto extraterritorial de los dominicanos fue una demanda que levantaron miembros prominentes del exilio político y de la inmigración económica en Estados Unidos, como el mismo Leonel Fernández, electo presidente de la República Dominicana en 2004, en el caso mexicano no hubo una comunidad en exilio político, ni casos de inmigrantes transformados en figuras políticas relevantes a su regreso al territorio nacional, sino fue resultado más bien de un movimiento mexicano transterritorial que incluyó manifestaciones callejeras en diferentes ciudades del mundo y México, cabildeo en las instituciones públicas, debates académicos y periodísticos y una intensa reflexión de los principales actores políticos del país. Tanto las comunidades mexicanas como dominicanas en Estados Unidos vieron cómo en las campañas de 1988, 1994 y 2000 (México), y 1992, 1996, 2000 y 2004 (República Dominicana) los candidatos a la presidencia de sus países visitaron varias ciudades estadounidenses. En sus visitas, no hubo candidato presidencial que negara su apoyo a que les concediera el derecho a los inmigrantes a votar en los procesos electorales de México y República Dominicana. Además de los candidatos presidenciales de ambos países, candidatos a gobernador, diputado, senador o alcalde, también de las dos 24

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naciones, hacían campaña en el seno de las comunidades de inmigrantes. Ya como autoridades electas las visitas se multiplicaban. Donde hubo una clara diferencia entre los casos mexicano y dominicano, desde que se iniciaron los procesos para lograr el voto en el exterior, fue en la contribución financiera de sus diásporas a las campañas electorales. Mientras que en el caso dominicano la contribución económica de sus inmigrantes en Estados Unidos ha sido muy significativa desde 1992, en el caso mexicano fue casi inexistente y, a partir de 2005, explícitamente prohibida. A pesar de lo anterior, los contextos históricos en los que se inscriben los dos movimientos por obtener el derecho a ejercer la ciudadanía política en el exterior son notablemente semejantes. Las legislaciones mexicana y dominicana que norman la participación electoral de las diásporas no establecen una relación directa entre los derechos políticos y la contribución económica ascendente de los emigrantes a sus países de origen, pero uno de los argumentos más constantemente esgrimidos por los promotores del voto transterritorial, tanto en el seno de las organizaciones de migrantes, en los círculos periodísticos y académicos, como en las discusiones partidarias y legislativas, fue la enorme importancia de las remesas de dólares en las cuentas nacionales de México y la República Dominicana. Para México es la segunda fuente de divisas y para la isla caribeña la primera. El notable aumento de la población inmigrante de México y República Dominicana en las dos últimas décadas del siglo XX y en los primeros cinco años del XXI, así como el peso de este hecho en las relaciones de Estados Unidos con las dos repúblicas latinoamericanas, reforzaron el argumento de que los inmigrantes debían ser tomados en cuenta en las definiciones políticas de los Estados Nacionales de ambos países para una nueva época. A pesar de que en el caso mexicano al parecer no tendrá los resultados esperados, el primer ejercicio del voto en el extranjero ha ampliado y fortalecido el espectro democrático del Estado mexicano porque incorporó a un amplio sector de su población a las posibilidades de ser ciudadanos transterritoriales. Por otra parte, por lo menos desde 1996 en adelante, las organizaciones sociales de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos empezaron a incorporar a su agenda objetivos políticos binacionales, dimensión anteriormente relegada o ignorada en sus planes y programas de acción. El escenario de una nación mexicana que desborda sus límites territoriales, tal y como ha sucedido desde el siglo XIX, por primera vez tiene una correspondencia política del Estado al legislarse el ejercicio ciudadano del voto en el exterior. Es decir, tanto la nación como el Estado mexicanos se transterritorializan simultáneamente en la era de la globalización y como parte de la transición democrática del sistema político mexicano.

Arturo Santamaría. Profesor de la Universidad de Sinaloa.

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Voto, migración y búsqueda de la ciudadanía Febronio Zatarain La ciudadanía, es decir, la búsqueda de una sociedad en la que cada individuo tenga derecho al trabajo, salud, educación, vivienda y a la libertad política y de expresión, es un ideal que a los mexicanos nos ha acompañado a lo largo de dos siglos. El momento en que la hemos vislumbrado con mayor claridad, fue en la segunda parte de la década de los 70. En ese periodo se logró establecer el salario mínimo con el mayor poder adquisitivo en nuestra historia; también se inició una reforma política que, aunque limitada, permitió que la Izquierda tuviera cabida en el juego electoral, además se avanzó en aspectos como el de la educación , el de salud y un poco en el de vivienda. Sin embargo, la corrupción en las direcciones políticas y burocráticas, así como la actitud usurera de la Banca, llevaron a México a una crisis económica que al parecer no ha tocado fondo. Antes de esta crisis —iniciada en 1982—, el Otro Lado como territorio laboral adquiría sentido primordialmente en las áreas rurales. En México, aquellos que habían obtenido un certificado de primaria podían progresar emigrando a alguna de las grandes urbes, pues en ellas era más factible obtener un trabajo que pagara el salario mínimo, se garantizaba un servicio médico gratuito y el mundo educativo se ampliaba. En realidad, el cruce del río Bravo se convertía en un atractivo para los jóvenes del campo que no habían tenido posibilidades de llegar a sexto grado; es decir, para aquellos que carecían de un derecho básico como el de la educación. Y si estos jóvenes emigraban, era para ir en busca de otro derecho ciudadano básico: el del trabajo. Desde hace 23 años México ha estado en una crisis económica permanente, y no

ha sufrido un verdadero colapso porque la expulsión de mano de obra a los Estados Unidos le ha servido como válvula de escape y ha sido una fuerza económica que le ha permitido mantenerse a flote. Si en 2000 fueron 400 mil mexicanos los que cruzaron la frontera, para 2006 se espera que sean más de 600 mil. Entre estos nuevos inmigrantes, encontraremos a muchos hombres y mujeres del medio rural y urbano que ya tuvieron acceso a la enseñanza media superior e incluso con una profesión, pues la única alternativa para la gran mayoría de los jóvenes, con carrera universitaria o no, se encuentra más allá de la frontera norte. Si la crisis económica no se ha podido detener es porque México, a pesar de que el PRI perdió la presidencia, no ha vivido un cambio sustancial, pues la administración de Fox ha sido una continuidad de lo que habían estado haciendo las tres administraciones que la precedieron. Los salarios de los trabajadores, la falta de apoyo al campo, el desempleo, la pobreza, la política de salud, la corrupción, el caciquismo político, etc., si no han empeorado por lo menos se encuentran en las mismas circunstancias que antes de 2000. Eso explica la bajísima participación en las elecciones federales de 2003 y en las recientes elecciones estatales. Esos lastres —que han propiciado que México tenga al cuarto hombre más rico del mundo y que a la vez el nivel de pobreza haya alcanzado el 81.75 %— han dado como resultado que la gran mayoría de los mexicanos que vive en México no relacione el voto con la solución de sus problemas sociales concretos. Los mexicanos que vivimos al norte del Bravo mucho menos vamos a relacionar este voto con la solución de nuestros problemas concretos. Para los inmigrados, aunque no seamos conscientes de ello, el Estado mexicano ha fracasado. El caos político, económico y social que impera en el territorio nacional sólo puede ser resuelto por los que viven allá. A los más de 15 millones de mexicanos que hemos emigrado nos toca enfrentar y resolver la circunstancia política en la que ahora vivimos; circunstancia que desde los atentados del 9/11 ha ido empeorando, pues la sociedad estadounidense se ha obstinado en confundir al que emigra para trabajar en sus campos y factorías con los terroristas islámicos. Son acciones que han ido desde la aprobación apresurada del Patriot Act, que ha provocado la deportación de cientos de indocumentados, hasta la aparición del ensayo de Samuel P. Huntington, titulado The Hispanic Challenge, en el que pone en tela de juicio los aportes culturales de la comunidad mexicana y la considera un peligro para el fundamento de esa sociedad: la


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lugar donde se les encuentre, y no sólo por los oficiales de Migración, sino por cualquier autoridad policiaca. Al parecer, la idea de Sullivan fue retomada por un grupo de representantes liderados por James Sensenbrenner, y la Cámara Baja aprobó el 16 de diciembre una ley que considera criminales no sólo a los 11 millones de indocumentados, sino a toda persona que les proporcione la mínima ayuda; además, contempla la construcción de un muro en la frontera sur de más de 700 millas. Esta jugada política deja muy debilitada la propuesta McCainKennedy, que es la única que contempla la residencia permanente para todo trabajador huésped después de seis años de estancia en los Estados Unidos.

“Sufragar” era la consigna en las elecciones simbólicas. Foto: Francsico Piña

ética protestante. Entre el reglamento político que representa el Patriot Act y el manifiesto de hermetismo cultural que postula Huntington, se ha dado un mosaico de acciones antiinmigrantes desde 9/11 hasta la actualidad. Mencionaré algunas acciones dadas en 2005. A mediados de año en ambas Cámaras Federales se aprobó una ley llamada “Real ID Act”, que prohíbe a los gobiernos estatales la emisión de licencias de manejar para los millones de indocumentados. En la actualidad, hay otra propuesta legislativa con la que se quiere negar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en los Estados Unidos de padres indocumentados. Este tipo de medidas legislativas se han promovido también en muchas Cámaras Locales. El estado que sobresale es Arizona, donde se aprobó la Ley 200, que niega todo tipo de servicio público a los indocumentados; también se aprobó una ley que establece la anulación de todo contrato con el Gobierno del Estado a cualquier compañía constructora a la que se le compruebe que ha tenido en su nómina por lo menos a un indocumentado. Es tan serio el clima antiinmigrante, que en abril el grupo de voluntarios Minuteman estuvo patrullando la frontera con México en el estado de Arizona para ayudar a la Patrulla Fronteriza a capturar indocumentados. Dicho grupo, fue halagado por Arnold

Schwarzenegger, gobernador de California; este inmigrante de origen austriaco además propuso el cierre de la frontera con México para combatir la inmigración indocumentada. El mayor triunfo de Minuteman se dio en los medios informativos de cable, pues los conductores de noticias Lou Dobbs, Bill O’ Reilly y Joe Scarborough de las cadenas CNN, FOX y NBC respectivamente, se han encargado de difamar a los indocumentados y de manipular toda noticia que se relacione con los mismos. Para los tres conductores los Minuteman son patriotas que están haciendo una gran labor por la seguridad nacional. Por eso no sorprende que el Minuteman Project en la actualidad tenga organizaciones de base en más de 12 estados y que uno de sus dirigentes, Robert Vázquez, sea candidato a representante federal con muchas posibilidades de ganar. Una declaración que dejó alarmada a la comunidad inmigrante fue la que hizo el presidente Bush el pasado 18 de octubre: “deportaremos a cada uno de los inmigrantes indocumentados”. Al día siguiente, el representante federal John Sullivan, inspirado por la declaración del Presidente, empezó a elaborar otro proyecto de ley que en uno de sus puntos contemplará, según sus palabras, la deportación masiva de todos los indocumentados; es decir, que a éstos se les pueda detener en las calles, en sus casas o en el

Ante este clima que enfrentamos los mexicanos en los Estados Unidos, en lo último que pensaríamos sería en participar en las presidenciales de 2006. Por eso, no sorprende que hasta el pasado 3 de enero de los 4.1 millones de inmigrantes con credencial de elector se hayan registrado poco más de 10 mil. Entonces, ¿a quiénes les interesa el voto de los mexicanos en el extranjero? The Pew Hispanic Center realizó hace unos meses una encuesta en la que les preguntaba a los inmigrantes si participarían en las elecciones mexicanas en caso de tener ese derecho. Obviamente, la mayoría respondió que sí, esto porque la pregunta no fue ubicada en el contexto político real. Una pregunta más ilustrativa podría ser: “Del siguiente enlistado, cuál considera usted de mayor prioridad: 1) licencia de manejar para todo indocumentado que lo solicite; 2) voto de los mexicanos en el extranjero; 3) mejor educación para sus hijos; 4) amnistía para los indocumentados”. Una encuesta con este tipo de preguntas nos ayudaría a entender las prioridades políticas y sociales de los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos. No tengo ninguna duda que la última prioridad sería el voto de los mexicanos en el exterior. Este derecho sólo es prioridad para un ciento de activistas comunitarios cuyo mayor sueño es volverse algún día diputados o senadores de la República. Y para que ese sueño se haga realidad se debe crear una sexta circunscripción electoral, que incluiría a los más de 20 millones de mexicanos que vivimos en los Estados Unidos. Para estos activistas, lo importante es que en México se aprueben leyes que les permitan llegar a ser legisladores. Lo curioso es que saben que, en la situación política actual, la elección de uno o diez diputados inmigrantes al Congreso mexicano no resolverá la problemática de los inmigrantes mexicanos, en particular la de los 6 millones que son indocumentados. Lo que quizás no sepan es que una campaña abierta y con la posibilidad de tener candidatos inmigrantes de diferentes partidos en las boletas electorales llevaría no sólo a la fragmentación, sino a la confrontación de la comunidad mexicana en su conjunto. La lucha por la Amnistía, en cambio, unificaría a todos los inmigrantes mexicanos, así como a los inmigrantes del mundo entero que viven en los Estados Unidos.

El inmigrante mexicano sabe que la lucha por su regularización migratoria, o por la de un familiar o la de un coterráneo, es su prioridad política. Por eso, no es casual que en julio pasado a una manifestación organizada en Chicago para denunciar al grupo Minuteman y para exigir una Amnistía para los indocumentados de todas las nacionalidades, asistieran más de 50 mil personas. La lucha por la ciudadanía es un fenómeno global. Y la ciudadanía es casi imposible conseguirla en cualquier país de Latinoamérica, de África, de Asia e incluso de Europa del este. Para la mayoría que reside en las regiones mencionadas, la ciudadanía los está esperando en Europa Occidental, en los Estados Unidos y, en menor medida, en Australia, Canadá y Japón. Si no fuera así, no habría millones de latinoamericanos pensando que su única alternativa de vida es cruzar a como dé lugar la frontera hacia los Estados Unidos; no habría tampoco millones de africanos dispuestos a subirse a una patera sobrecargada en las aguas del Mediterráneo para alcanzar territorio europeo. Esa verdad —la búsqueda de vivir dignamente— la gritan los 135 asiáticos que fueron interceptados en julio pasado en las aguas del Estrecho de Gibraltar, la gritan los 125 rumanos que fueron repatriados el pasado 22 de septiembre por el Grupo de los Cinco de Europa; la gritan los cientos de subsaharianos que hace unas semanas intentaron saltar las vallas provistas de cuchillas en Ceuta y Melilla; la gritan los 11 inmigrantes de diversas partes del mundo que murieron calcinados el 27 de octubre en una centro de detención de Amsterdam mientras esperaban ser deportados a sus lugares de origen; la gritan las dos señoras cubanas que murieron ahogadas el 7 de noviembre en su intento por llegar a la Florida; la gritan los 93 ecuatorianos que desaparecieron en las costas de Colombia el pasado agosto cuando se dirigían a Guatemala para luego cruzar México e internarse en los Estados Unidos; la gritan los 464 migrantes que murieron el pasado año fiscal en la frontera sur estadounidense en su búsqueda del sueño americano. Para el inmigrante del mundo entero, la lucha por su regularización migratoria es su prioridad política, porque ésta es lo único que lo acerca a la ciudadanía. En el contexto actual de los Estados Unidos, para los indocumentados adquiere más relevancia la lucha por una licencia de conducir que por cualquier otro derecho político o civil en el país de origen. Si a los legisladores y al presidente de la República Mexicana les importan nuestros derechos políticos y civiles, que empiecen por respetar los derechos humanos de nuestros hermanos centroamericanos y suramericanos que en su intento por llegar a los Estados Unidos tienen que pasar por territorio mexicano. Quizás entonces tengan la autoridad moral para exigir al gobierno estadounidense el respeto de los derechos humanos de sus connacionales.

Febronio Zatarain. Profesor de español. Autor de Faltas a la moral y Desesperada intención.

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Voto en el extranjero y los dominicanos en EE.UU. Moira Pujols Pese a que cuatro de cada diez dominicanos que residen en suelo estadounidense han nacido en el país (el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY calcula la cifra en 345,914), gran parte de la población sigue obsesionada con la vida política de la isla. En las esquinas de Washington Heights se dan debates políticos tan candentes y actualizados como en cualquier colmado en Santo Domingo. Los principales partidos políticos de la isla mantienen una presencia física y militante en las ciudades norteamericanas de mayor población dominicana, y Nueva York ha sido una escala obligatoria para todo candidato a la presidencia, primordialmente en pos de fondos para su campaña política. “Yo diría que la población dominicana es el grupo más politizado que se da en el exterior” opina José Abigail Cruz Infante, director ejecutivo del Programa del Voto Dominicano en el Exterior de la Junta Central Electoral en la República Dominicana. Lo interesante es que cuando dice politización, implica una preocupación por la política dominicana, no tanto por la estadounidense. En ciudades como Nueva York, dice, los dominicanos tienen acceso diario a los periódicos y a los canales de radio y televisión de la isla. “Están en permanente contacto con la realidad de su país. No solamente interactúan, sino que reclaman, solicitan y fijan posiciones. En suma, actúan como si vivieran en el país”. Si bien es cierto en el caso de muchos, también lo es que otros, sobre todo en Nueva York, donde reside el 53%, sí se van integrando a la vida política de su nuevo país, incluso postulándose ya frecuentemente en elecciones estatales y congresionales. Gracias a la reforma constitucional de 1997, el artículo 82 de la Ley Electoral No. 275-97 otorga a estos ciudadanos dominicanos, sin importar su condición migratoria en el país de residencia (indocumentados, residentes o ciudadanos naturalizados), el derecho al sufragio para elegir al presidente y vicepresidente dominicanos. Lejos de ser exclusivamente dominicano, el derecho al sufragio en el exterior es parte de una tendencia que hasta ahora recoge a por lo menos 13 países del continente americano, México incluido. Para las elecciones del 2004, año en que pudieron votar por primera vez, se inscribieron 52,440 —unos 32,00 en Nueva York—, y resultó ganador el actual presidente Leonel Fernández Reyna. Cruz Infante opina que es una 26

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conquista significativa la consecución del derecho al voto en el exterior, y este número de empadronados en los Estados Unidos, España, Venezuela, Canadá y Puerto Rico, es considerable. No todos coinciden, y el pleno de la Junta Central Electoral aprobó recientemente el cierre de las oficinas de empadronamiento en Venezuela y Canadá, por el bajo nivel de inscripciones y los costos de funcionamiento. Isis Duarte, de la organización no gubernamental Participación Ciudadana, en su texto Implicaciones Políticas y Electorales del Voto Dominicano en el Exterior, expresa que “la propuesta que parece interesarle más a la diáspora neoyorquina dominicana es que las autoridades electorales le den la categoría de provincia electoral. De ese modo, los erróneamente llamados “dominicanos ausentes” podrían elegir por lo menos un representante ante el Congreso Nacional (dominicano) que vele por sus intereses”. Cruz Infante coincide en que la “representatividad” de esta población en el extranjero es un problema que sólo se solucionaría con otra modificación constitucional. Y agrega que en un principio hubo falta de credibilidad en este experimento electoral y de promoción por parte de los partidos políticos, aunque éstos han dado un cambio radical y se han aunado al programa. Pero otra dificultad, quizás la más importante, es la realidad que viven las colonias de inmigrantes en general, y los indocumentados en particular, en los Estados Unidos y España, países donde residen la mayoría de los inmigrantes dominicanos. Cifras del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos (ahora el Bureau of Citizenship and Immigration Services) indican que entre el 1961 y 2000 se admitieron en calidad de inmigrantes 828,713 personas cuya última residencia permanente o el lugar de nacimiento fue la República Dominicana. El Censo de 2000 calcula la población en 765,000. Sin embargo, generalmente se entiende que cerca de un millón y medio reside en los Estados Unidos, si se incluye a los indocumentados. Con respecto a estos últimos, “ni en las oficinas de inmigración de Estados Unidos, ni en los consulados dominicanos pudimos encontrar cifras confiables, y al momento de empadronarse no se preguntó el estatus migratorio, ya que ése es un problema jurídico en el estado donde viven, no con la ley electoral dominicana”, explica el director. La participación de estos indocumentados en los comicios presidenciales dominicanos de 2004 se ve limitada no sólo porque temen registrarse, sino porque sus necesidades quizás encontrarán soluciones sólo

La Democracia. Angel Boligan, El Universal, Mexico City, www.caglecartoons.com

en la medida en que puedan presionar políticamente a las autoridades estadounidenses para “regularizar” su condición migratoria y mejorar de este modo su calidad de vida; ese apoyo no parece venir de las autoridades dominicanas. La situación económica en la isla es tal que cada año miles de dominicanos se embarcan en peligrosos viajes hacia Puerto Rico. Los inmigrantes dominicanos de hoy se han ido de la isla por razones económicas; no son los disidentes políticos de décadas anteriores que establecieron aquí las sedes de sus partidos con la idea de potenciar el cambio desde fuera. Aun así, la cantidad de empadronados parece superar proporcionalmente la de los mexicanos en los Estados Unidos. Cruz Infante afirma que el 70% de los empadronados en el exterior votó. En la isla, el abstencionismo es de un 15%. La combinación de que la inmigración dominicana tenga una historia relativamente breve y que, como inmigrante, el dominicano considere su experiencia en este país provisional, contribuye a que se identifique tanto con el acontecer cotidiano de la isla como con el propio en los Estados Unidos. Está por verse el comportamiento de la segunda generación cuando una masa crítica llegue a la edad del voto. Tendrán derecho a votar en las elecciones dominicanas, puesto que las leyes del país consideran ciudadanos a los hijos de dominicanos sin importar dónde hayan nacido. Pero ¿percibirá este grupo algún beneficio en influir

en la política de la isla? ¿Se identificarán con su problemática? Aunque es un movimiento naciente, algunas organizaciones como la Dominican American Nacional Roundtable (DANR), establecida por líderes domínico-americanos, han entrado al debate del estatus educativo, legal, social y político de los dominicanos en el país, y procuran una mayor participación de individuos en el proceso político local para atender estas prioridades. Igualmente, la organización de desarrollo comunitario de mayor alcance dentro de la comunidad dominicana en Nueva York, Alianza Dominicana, ha apoyado la Amnistía para los indocumentados, pero éste es un movimiento que curiosamente no ha tenido el relieve que ha tenido dentro de la mexicana. El gobierno dominicano en la isla tampoco ha hecho hincapié en el tema. Hasta el momento, las principales recompensas por las remesas y fondos para campañas políticas que proporcionan los inmigrantes dominicanos en los Estados Unidos han sido el derecho al voto en el extranjero y los recientemente formados consejos consultivos en distintas ciudades. Ambos esfuerzos mantienen fija la mirada del dominicano en la isla, por lo menos por el momento.

Moira Pujols. Escritora dominicana. Vive en Chicago. Actualmente es la directora ejecutiva de contratiempo.


voto

teatro

El voto postal

El ritual

excluyó a la mayoría

del actor ante la vida en Chicago

Carlos Arango Mientras el Banco de México estima que el ingreso de remesas familiares cerrara el 2005 con un ingreso de 21,000 millones de dólares, la administración Fox hasta ahora en su desempeño ha expulsado 2.5 millones de mexicanos a un ritmo de 400 mil personas por año. Por otra parte, hasta septiembre de este año, la Patrulla Fronteriza ha reportado 464 muertos en su intento de cruzar la frontera, un nuevo récord. Estos inmigrantes, que el presidente Fox llama héroes y que la Cámara de Representantes de los Estados Unidos —con la aprobación de la propuesta HR 4437— considera criminales, también fueron excluidos por el Congreso Mexicano que aprobó el voto postal para aquellos que tengan credencial de elector expedida en México y que se puedan registrar hasta el 15 de enero mediante un rebuscado proceso decidido por el Instituto Federal Electoral (IFE). Para poder obtener el derecho al voto hay que solicitarlo por correo registrado con costo de nueve dólares, esperar que le envíen su voto secreto y regresarlo en un sobre prepagado. Para muchos hay serias dudas de la secrecía de este voto postal. Lo que también se sabe de antemano es que el voto a distancia no hará ninguna diferencia en la elección de 2006, y con ello están satisfechos los del PRIAN, que temían un voto de castigo desde el exterior. Luis Carlos Ugalde, consejero Presidente del IFE reportó al Congreso de la Unión que había alrededor de cuatro millones de migrantes con tarjeta de elector. En su comparecencia en Chicago, Ugalde dijo que si comparábamos las listas de votantes se podía suponer que cuatro millones de ciudadanos mexicanos habían salido del país y estaban trabajando en Estados Unidos. Esas cifras no pueden ser sustentables con el número de registros que se han recibido hasta principios del mes en curso que apenas rebasaban los 10 mil. Primitivo Rodríguez, asesor del IFE y promotor de la ley mocha escribe lo siguiente: “el año 2006 será celebrado como el año en que votaron por vez primera los mexicanos y mexicanas en el extranjero. En esta celebración patria nadie hablará si votaron miles, decenas de miles o medio millón”, y lo escribe así tan sólo para justificar el fracaso de la campaña de información del IFE entre la comunidad mexicana en el exterior.

A los inmigrantes nos pusieron una trampa al otorgarnos un derecho que tiene los candados suficientes para que no lo podamos ejercer. Luis Ernesto Dérbez, Secretario de Relaciones Exteriores, dijo ante el Congreso de la Unión que la credencialización en el exterior no era posible porque Relaciones Exteriores carecía del personal para llevarla a cabo, y sobre el mismo tema Ugalde dijo que sería muy elevado el costo para emitir las credenciales de elector en el exterior. Pero, curiosamente, sí ha sido un gran negocio para Relaciones Exteriores la emisión de la Matrícula Consular que los mexicanos obtienen como identificación. El IFE, al mirar el fracaso anunciado, quiso culpar a los migrantes de no tener interés en las elecciones mexicanas, de no ser prioridad y en fin de justificar el discurso de todos los que se pronunciaron contra el voto extraterritorial; muchos de ellos incluso dijeron que este derecho podría hasta violar la soberanía nacional. Pero también, con complejo de culpa, el IFE ha comenzado a instrumentar unos módulos de inscripción express en la frontera y en las principales ciudades donde los migrantes que retornan para las vacaciones navideñas puedan obtener sus credenciales en tan sólo diez días. El Congreso también eliminó la posibilidad de campañas en el exterior y el IFE impidió que uno de los precandidatos, Andrés Manuel López Obrador, hiciera un viaje a California para participar en la celebración del Grito de Independencia y se reuniera con la comunidad mexicana. Hasta el momento se ignora cómo se podrán promover los programas de los candidatos en el exterior. A pesar de todas las limitaciones hay un hecho que es innegable: el voto extraterritorial es una realidad y es ya irreversible. La cuestión está en cómo quitarle los candados y hacerlo una realidad. Los años por venir serán parte de esa lucha, la lucha de los derechos políticos de los mexicanos que son forzados a salir del país. También deberíamos esperar que en el futuro las voces de los migrantes estén en todas las instituciones mexicanas para combatir la pobreza, el desempleo y la corrupción, que son los factores que generan el éxodo a los Estados Unidos, donde al parecer cada día nos quieren menos.

Carlos Arango. Director del centro Casa Aztlán, en Chicago.

Carlos Jaime “El teatro es el estado, el lugar, el punto en que se puede aprehender la anatomía humana y a través suyo sanar y dirigir la vida.” Antonin Artaud

El ya fallecido dramaturgo mexicano Oscar Liera partía de la premisa de que había que hacer un teatro que tuviera que ver con nuestro acontecer cotidiano. Y es así como empezó a crear una dramaturgia enraizada a su tierra; de ahí surgieron obras memorables como El Jinete de la Divina Providencia y El camino rojo a Sabaiba. Este tipo de teatro es un acicate para las directoras que tenemos en Chicago. Algunas empiezan a dirigir y otras ya tienen una trayectoria establecida: Rosario Vargas, Roma Díaz, Karla Galván, Laura Crotte, entre otras. Como gente de teatro, estoy

convencido que el teatro parido de la entraña de nuestro entorno debería expresar la forma de vida de sus gentes, con sus historias y mitos maravillosos, con sus formas de hablar y de interactuar, con la psicología emanada del choque que se da con la cultura norteamericana. Ante la ausencia de maestros como el señor Liera, en nuestra comunidad se ha tendido a retomar algunos textos de autores hispanos, como Emilio Carballido y Víctor Rascón Banda; o del clásico español, a veces demasiado concurrido, Federico García Lorca, o de Dino Armas, que elabora una dramaturgia enraizada en la vida costumbrista del Uruguay, y del colombiano Enrique Buenaventura. Es gratificante para los teatristas la respuesta del público cada vez que éste se ve reflejado en las historias que se cuentan. ¿Pero cómo podemos lograr esto? Me parece que por ahora la única compañía que cuenta con esa visión es

Carlos Jaime en Volver a decir el mar.

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teatro el Teatro Taríacuri, dirigido por Karla Galván, estudiante del Columbia Collage y de la escuela de actuación de Patricia Reyes Espíndola; Karla poco a poco se ha ido acercando a una forma y a un estilo que de algún modo refleja la forma de ser de los latinos en Chicago. Su primer intento por adaptar algunos textos a nuestra vida diaria en Chicago fue la puesta en escena de Abuelita de Batman. Es un primer paso, muy loable. ¿Pero dónde hay más? Insisto en que el teatro que se presenta a nuestra gente requiere de un planteamiento estético y semántico, en el que sus contenidos tengan la óptica para percibir nuestra realidad. Por eso, los directores tienen que construir un lenguaje propio que manifieste esa otra cara del poliedro que conforma la realidad, nuestra realidad. Aquí cabe preguntarse: ¿tenemos espacios suficientes para mostrar este tipo de trabajo, teatros para dar cabida a grupos de nuestra comunidad? No, no los hay. Y los pocos que tenemos han carecido de visión y enfoque para crear un panorama a futuro. Siempre he pensado que tenemos que ofrecer al público un trabajo teatral en un lugar conocido: un teatro. Es decir el espacio tiene que estar preparado como tal, cumpliendo los requisitos de norma establecidos por la alcaldía, y al mismo tiempo tenemos que darle al público —que en su mayoría presencia por primera vez una puesta en escena— una idea de lo que el teatro es en sí mismo: un lugar cómodo, adecuado y preparado. Pero desgraciadamente no hay muchos. Por las características climáticas y geografías de Chicago (cambios bruscos de temperatura, lluvias repentinas, ventiscas inoportunas) es a veces imposible pensar en un teatro como los que hemos visto en México o en los festivales internacionales de teatro callejero en Colombia y Venezuela. En esos países, los grupos teatrales se enfrentan con la necesidad de adaptar estacionamientos, viejas iglesias, explanadas de parques, salones de fiestas, callejones, galerías, etc. En nuestro caso se antoja interesante explorar esas alternativas de espacios, aunque la alcaldía demande muchos requisitos. Los creadores teatrales nos tenemos que enfrentar a la exploración constante de las posibilidades que tiene un ser humano en el escenario. Un ser humano preparado y entrenado para tal fin. Que su voz, su cuerpo, su gesto y su emoción se combinen con las del otro para dar como resultado una cantidad infinita de variables que se traduzcan en el hecho teatral. Ahora bien, ¿tenemos aquí en Chicago actores y actrices entrenados? Me he dado cuenta que existe mucha improvisación, en el sentido negativo del término. Muchas veces da mucha tristeza ver a “actores” sin la más mínima preparación. La frase “ser actor”, ha sido malinterpretada y muchas veces malentendida. Lo que sí puedo decir es que el actor tiene que ser pensante, propositivo, que cuestione su entorno, que juegue a imaginar de qué otra forma podrían ser las cosas, ¿Cuál es esa 28

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otra parte de la realidad que nos impulsa hacia la vida y la muerte? Que sean capaces de exponerse al ridículo en busca de la genialidad, que no teman al público, que quieran volar y lo intenten todos los días. Personas que estén llenos de amor y de odio, de humildad y soberbia, de pasión e instinto. ¿Dónde están? Hay que formarlos, guiarlos, sacudirlos, estremecerlos. Yo sé que no es sencillo. Se tienen que desarrollar habilidades no sólo en escena. Escribir, leer, pintar discutir y cuestionar cada paso de la dirección. Hay que leer y responder a esa lectura con un escrito propio; hay que aprender baile y proponer movimientos; es decir, hay que cargarse de conocimientos y aptitudes corporales y vocales. Los actores no son las marionetas del director, el actor tiene que tener vida y conciencia por sí mismo. Entre los actores existe la idea de que se debe hacer lo que el director dice. De esta manera se crea y recrea un lenguaje común, que luego, en el terreno de la improvisación y puesta en escena, propicia espontaneidad y trasgresión basadas en la confianza. De esta manera estableceremos un idioma, un lenguaje. Por otra parte, los actores tienen que lograr cierta persistencia. Ya lo decía la actriz y directora Sandra Márquez, de Teatro Vista: “el actor tiene que estar en una continuidad y constancia en su trabajo para que llegue a la madurez”. En los pocos años que llevo en este medio, me he enfrentado ante esta problemática: la falta de visión y coherencia frente estas condiciones particulares. Es triste ver las efusivas y repentinas llamaradas de grupos hispanos que aparecen para luego desaparecer ante la falta de nociones de cómo funcionar y trabajar como grupos teatrales y de cómo insertarse el medio estadounidense. No sé hasta qué punto sean responsables las instituciones (los Consulados, el Museo Mexicano, el International Latino Cultural Center o el Instituto Cervantes), pues no se ha vislumbrado un interés por echar un vistazo a ese aspecto de nuestra cultura, por continuar esa valiosa tradición teatral que traemos de nuestros países. Sería necesario entablar una serie de directrices en las cuales se tenga en mente el fortalecimiento de nuestra cultura teatral en los Estados Unidos: talleres de dramaturgia, seminarios de dirección y actuación, entre otras cosas. Éste ha sido como un acto sacramental, en el que me encuentro cara a cara conmigo mismo, y redefinir mi destino, ese destino que se encuentra en una tierra que se aferra a no ser la mía, pero que tengo que atraparla y abrazarla; como dice el personaje de Volver a decir el Mar, de Sergio Peregrina: “… la vida está llena de sol, y detrás del sol hay una sombra grande que se asoma a cada paso que damos, y cuando la veas hazle frente, sopórtala, llora con ella porque forma parte de ti también.”

Carlos Jaime es parte del taller literario de contratiempo.

ópera

Michael Schade (Tamino) en una escena de The Magic Flute en el Lyric Opera of Chicago. Foto: Dan Rest/Lyric Opera of Chicago, 2005.

La flauta de Mozart León Leiva Gallardo Primero lo lírico A veces se me antoja creer que la música en sus rudimentos (ritmo y onomatopeya) antecede al lenguaje oral, como el símbolo (el ideograma) antecede al lenguaje escrito. Desequilibrante sería encontrar remanentes que nos confirmaran que el hombre de CroMagnon imitaba el trinar de los pájaros para decir te amo; (de éstos todavía nos quedan algunos cuaternarios que lo silban); pero, por supuesto, todo esto suena más a delirio que a lirismo. Lirismo siendo en nuestros devenidos tiempos todo aquello que se aleja de la tan perecedera razón. Después lo dramático De lo que sí no hay duda es que del ditirambo (himno coral a Dioniso), gracias a Tespis, sucede la idea de agregar un actor al escenario, y hubo ahí el origen de lo dramático. Si originalmente el protagonista dialogaba con el coro, con la aparición del segundo actor, el deuteragonista, se crea el dialogo dramático. Con el tiempo, se le agregan hasta tres actores; de manera que, entre Esquilo y Sófocles, se consolida la tragedia: el poeta que creara mejor “hipócrita”, actor, hipocrités, se ganaba el vino y la cabra. Tragedia es el festival de la cabra. De seguro que cuando Cristo interviene diciendo: “¡Hipócritas! Ayunáis a son de trompeta para que os aplaudan y explotáis a las viudas y huérfanos!”, lo que quería

decir era “¡Actores! ¡Comediantes!”. El “hipócrita” es persona, máscara, careta, cara. Más detrás de todas estas personas predominaban los himnos al dios Dioniso. A lo que se nos atañe el escenario, según explicaba el finado José Antonio Jáuregui: “el teatro en dos mundos, el de la escena, en la que los hipócritas (actores) se colocan las personas (caretas), y el del público, en el que se sitúan los que no pueden intervenir sino escuchar en silencio religioso”. Luego la música No olvidemos que la ópera es una “obra en música”. En sus inicios los poetas y músicos de la corte de los Medici, pretendían rescatar y consagrar los orígenes de un arte todavía incorpóreo, por supuesto, remontándose en los clásicos griegos. Desde los inicios, a finales del siglo XVI (la primera ópera, Orfeo, se produce en 1597), hasta comienzos del XVIII, la ópera estaba dominada por estos preceptos clásicos y dirigida casi absolutamente por el autor del libreto, y no como sucede en los siglos a venir que fueron cediendo a la personalidad de los compositores y, con los avances mecánicos y tecnológicos y el deceso de los compositores, al manejo (póstumo) de los directores de escena. Para 1791, cuando sale a luz La flauta mágica de Mozart, la ópera ha sabido integrar importantes evoluciones, no todas para bien, y, ante la inminente influencia de los productores, este arte es más de entretenimiento popular que lugar de reflexión estética o filosófica. El genio musical de


ópera Mozart eleva el singspiel (obra musicalmente fragmentaria, en alemán, dirigido al pueblo) al mundo de lo etéreo, hasta el punto que La flauta mágica se considera una de las mejores óperas de todos los tiempos; cuestión que yo atribuyo más a razones (a) extrínsecas: el mito de Mozart, popularidad, facilidad; (b) intrínsecas: la música. En esta obra, y especialmente en la producción de Lyric Opera de Chicago, sobra lo teátrico, lo jocoso muy a lo Mozart quien fue uno de los pocos que se atrevió a yuxtaponer lo cómico con lo sagrado; también se impone lo ceremonioso (dizque la masonería de Mozart). Es decir, no hubo ni siquiera pretensión de atenuar (de la manera tan efectiva, restraint, en que los clásicos logran sus obras sinfónicas, incluso el mismo Mozart) el abismo entre el mundo pastoril, campestre, de Papageno, y el templo de la sabiduría de Isis y Osiris. Debo mencionar que la yuxtaposición es parte integral de la obra. Ya el gran crítico de la ópera D. Francis Tovey había mencionado lo audaz que era incorporar mundos extrapolarios. El pretexto siempre ha sido el mismo: Mozart. Delirios en el Lyric La flauta mágica, especialmente en esta producción, es una alegoría que representa los apetitos primitivos (Papageno); los deseos mundanos (Tamino y Pamina), los enamorados que aún no logran consumar su amor; el mal (La Reina de la Noche), y por último lo divino (Sarastro, el sacerdote de Isis y Osiris). Papageno es una suerte de bufón en un cuento de hadas, y en sus manos están la flauta y las campanitas mágicas con la que comunica (persuade o insinúa) lo que no puede lograr con su subdesarrollado lenguaje rupestre. El amor de Tamino, la música en su estado prístino y la flauta mágica de Papageno, son los instrumentos que la Reina de la Noche aprovecha para su propios fines, liberar a su hija de Monostatos (Ojo: originalmente un moro, pero en esta producción un demonio verde, ya se imaginan por qué) quien es súbdito de Sarastro. La Reina de la Noche también convence a Tamino de que Sarastro es un malvado. En fin, una intriga común pero en un mundo onírico donde las personas aún son meras caretas, donde lo psicológico, (sufren de poca caracterización), cede ante lo alegórico y donde incluso los mismos conceptos pueden diluirse en la entretenida música de Mozart. (A veces cerraba los ojos para no ver lo que estaba sucediendo en el escenario.) Pues sucede que para gozar la obra hay que ignorar un poco el libreto, a propósito, escrito por Emmanuel Schikaneder (según J. Zimmerman, el Papageno original) el amigo de la logia masónica de Mozart. No obstante lo anterior, la obra representa, a su manera, los preceptos estéticos que han sido constantes en la historia del arte occidental. Pero cabe mencionar que, esta producción, donde no se aprovecha de la comicidad y se rinde a lo cómico, donde se pretende lo sublime y se cede a lo ceremonioso, La flauta de Mozart es más

entretenimiento que sublime, con algunos motivos y subtextos que le dan una mera segunda dimensión a una trama simple y plana, aunque engañosa al punto de ser contradictoria. Por supuesto que sobresale la música (gracias a Sir Andrew Davis, experto en Mozart). La obertura es una obra maestra en sí. Luego el aria conocida como “de la venganza”, de la Reina de la Noche, con su formidable rango y expresión instrumental, la soprano Cornelia Gotz logra emitir cada nota con la limpidez de una flauta verdaderamente mágica. (Aparte), para cuestionar lo que muchos dicen de la perfecta correspondencia entre música y contenido en esta obra, una sentencia del aria los desmiente: La Reina de la Noche, la soprano, canta “La venganza del infierno arde en mi vientre”, pero la música expresa el airoso transpirar de los ángeles. A Mozart le importaba un bledo quién hablara, él sólo componía. El barítono Jonathan Lemalu, Papageno, no deja de impresionarnos con su soltura y potencia, la cual empaña con una textura de voz sedosa, no muy común en los barítonos, y, además, nos sorprende con su desarticulación corporal para hacer objeto de risas (o, quién sabe, burlas: primera vez que veo que un “actor” sale al auditorio entre los corredores de una casa de ópera). Pero en una obra donde aparecen animales míticos y ni tan míticos, donde el lirismo se lleva al extremo del delirio y donde lo dramático concede a lo teátrico, pues, todo es posible. Michael Schade, el tenor que hace de Tamino y Pamina, la soprano Erin Wall lucieron por su recato. La soprano sobresale porque en los tiempos de Mozart reinaban las divas y los barítonos. (El tenor reina después con el romanticismo del siglo XIX.) Vale mencionar que los efectos más mágico-delirantes en toda la obra fueron las sopranos, las Tres Damas de la Reina, Erica Strauss, Lauren McNeese y Meredith Arwady (ala Tres Brujas de Eastwick); y los Tres Jóvenes Espíritus, representados por niños a quienes se me hacía muy difícil no imaginármelos castrati en la Viena de Maria Therese. (Aparte) Que no repercuta en el performance de los niños, sino en la producción, y para ilustrar lo ridículo que puede llegar a ser todo arte en nuestros tiempos: en el gran finale, los Tres Jóvenes (espíritus del templo de Isis y Osiris) de repente aparecen con uniformes de los White Sox ondeando banderines de los mismos en el aire. Pero, por supuesto, que esta última fachantada le hubiera fascinado al atarantado de Mozart.

rock en español

[.DESCARGA.]: El futuro es la fusión Francisco Piña El rock en español finalmente ha comenzado a desplazarse cadenciosamente por distintas venas nocturnas de Chicago. El viaje no ha sido exprés, pues lo que ahora suena y resuena como un movimiento musical en la lengua de Rulfo, comenzó hace ya más de una década como una efímera llamarada que por momentos encendía y por otros permanecía apagada. A principios de la década del noventa el festival veraniego de Casa Aztlán incluyó en su programación a una de las primeras bandas de rock en español de Chicago, La Malinche. Poco tiempo después el restaurante Décima Musa, el café 500 Nations y el centro cultural Calles y Sueños también abrieron sus puertas a los incipientes y estridentes acordes de bandas como La Querida de Cortez, Bajos Recursos y Escándalo Social. La resonancia de sus instrumentos lograron hacer tal estruendo en el barrio de Pilsen que el eco se alcanzó a escuchar hasta La Villita. Ahí, el restaurante La Justicia hizo lo oportuno y le brindó un rinconcito a las bandas roqueras que comenzaban a multiplicarse. Desde entonces cada viernes tocan dos o tres grupos ante un público joven. Para algunos, La Justicia se convirtió en La Meca del rock en español y para otros en el Fillmore mexicano de la calle Veintiséis. Sin embargo, a pesar de que La Justicia ha albergado a más de una centena de agrupaciones, ahora la tendencia de las bandas ha sido comenzar a buscar otros lugares donde su música pueda tener cierta repercusión. Y una de las bandas a las que más les ha preocupado acercarse a otras audiencias ha sido Descarga. Esta agrupación nace en el 2000, aunque dos de sus integrantes, Héctor Iván

García y Everardo Rodríguez, ya andaban rockanrroleando juntos desde 1996. Descarga es una de las bandas que ha sobrevivido la escena en Chicago sin padecer el síndrome Beatle y se han mantenido como agrupación durante más de un lustro gracias a la amistad. No podría ser de otra manera pues cada miembro ha vivido experiencias distintas y no comparten los mismos gustos musicales. “Everardo viene del metal pesado —comenta Héctor Iván García—, Gerardo ha sido un freak del rock clásico, a Omar le gusta la escena alternativa de los noventa, como Nirvana, y a mí me gusta el rock alternativo y el punk-rock”. Por default, Descarga es una de las agrupaciones más veteranas de la escena local y eso ha hecho que la banda vaya cuajando cada vez más como proyecto musical. Cada uno ha seguido instruyéndose para tener algo más que ofrecer a la agrupación y al público; Héctor, por ejemplo, tomó clases de vocalización en el Old Town School of Folk Music y Everardo Rodríguez ha estado tomando clases de jazz. A diferencia de otros roqueros, los músicos de Descarga nacieron en Chicago y recurrieron al español como un discurso político. Mas no fue fácil, sobre todo, para el vocalista: “Comenzamos cantando en la lengua de nuestros padres —explica Héctor—, pero fue muy difícil para los que habíamos nacido aquí. Creíamos que no encajábamos en esta escena de música en español, pero no nos importó. Sólo queríamos hacerlo y si no gustaba ni modo. Y, efectivamente, cuando empezamos a tocar, nos gritaron ‘culeeeeerooooo, culeeeeerooooo’. Asimismo, cantar en español se convirtió en un acto político ya que estando en los Estados Unidos manifestábamos nuestras raíces públicamente al cantar en español”. Descarga ha dejado de ser aquella

La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart se presentará el 4, 8, 11, 14, 17 y 20 de enero en: Lyric Opera de Chicago 20 North Wacker Drive Chicago, IL 60606

León Leiva Gallardo. Escritor hondureño residente en Chicago.

Héctor Iván García y Omar Castro. Foto: Luis F. Soto tiempo extra

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rock en español

Tunning. Foto: Luis F. Soto

agrupación que daba brincos en el escenario sin ton ni son, y desde la última vez que Héctor aterrizó en la batería del percusionista ya ha pasado cierto tiempo. La rebeldía de la apariencia también ya es cosa del pasado y ahora se manifiesta de diferente manera: “En un principio cantábamos mensajes políticos, pero esas canciones fueron desperdigándose del repertorio. Ese tipo de letras era de la época en que asistía a la universidad, pues en el College casi todo tiene un carácter político. Ahora es diferente y para que uno haga la diferencia uno no tiene que teñirse el cabello de rojo. Hay otras maneras menos obvias de rebelarse. Por ejemplo, creo que ahora estamos viviendo un tiempo muy especial en la historia del rock en español en la ciudad y Descarga está abriendo puertas para las demás bandas en otros antros fuera del barrio”. En la lista de reconocidos centros nocturnos donde Descarga ha tocado figuran el Metro, Double Door, The Note, Elbo Room, Green Dolphin Street, Old Town School of Folk Music, entre otros. “Por mi parte —continúa Héctor— estoy haciendo lo que puedo para hacer la diferencia porque al final el cuerpo se cansa y ya no podré brincar ni aventarme en la audiencia. Ya viejo nadie me querrá ver ni oír. No podemos quedarnos con las manos cruzadas y esperar que alguien lo haga por nosotros. Hemos contribuido al movimiento mientras hemos podido. La televisión no daba cobertura a nuestros conciertos, entonces decidimos comenzar un programa en cable. En Chicago pocos daban cobertura a la escena en el internet, entonces creamos enchufate.net.” Cuando Descarga comenzó a tocar sus influencias eran más notables, la música punk y garage eran obvias, las distorsiones y los gritos estaban al orden del día. Lo hacían porque lo querían hacer y no porque pretendieran ocultar la ausencia de talento. No buscaban entretener a la audiencia sino manifestar su creatividad. Con el tiempo modificaron el sonido y se volvieron más innovadores. Integraron los distintos géneros con los que habían crecido y les gustaban y los completaron con los sonidos de su imaginario musical mexicano: Los Tigres del Norte, Juan Gabriel y Café Tacuba. 30

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Descarga intenta dejar una huella en la historia musical al crear un sonido nuevo y aunque ésa es toda una tarea han ido aprendiendo, para hacer la diferencia tienen que alejarse del show y ser más creativos. Descarga ha logrado complementar soberbiamente el ritmo, la letra y la interpretación de cada canción y así provocar emociones en los escuchas ya sea que entiendan o no la letra. Por otra parte, para Héctor la fusión es el futuro de la música. “Si me preguntas sobre música, te diría que todo ya se ha hecho y dicho. Lo único que ha evolucionado es la tecnología. La guitarra no se puede inventar porque ya fue hecha hace mucho tiempo, pero se puede mejorar a través de la tecnología. Sabemos que la guitarra tiene seis cuerdas y la gente la ha tocado desde hace mucho tiempo, pero el keyboard y las computadoras nos pueden llevar a otro nivel y es ahí donde reside el futuro de la música. Claro no hay que exagerar y sólo hay que emplearlo conforme lo vayas necesitando en tu proceso creativo.” En Diciembre se realizó el concurso La Banda Más Chida y Descarga quedó entre los cinco finalistas. Su participación fue sobresaliente, su sonido se ha solidificado y el desenvolvimiento de Héctor en el escenario sedujo a varias chicas que se desgañitaron la garganta cantando El Regalo: “Dime si lo quieres / porque si no lo quieres / sé que alguien sí lo quiere / y se lo voy a dar... Porque si tú / no quieres / mi regalo / no tienes / que aceptarlo”. Haber llegado a las finales fue loable porque pone de manifiesto el empeño y la experiencia de la banda. Han quedado atrás los años universitarios, pero eso no quiere decir que ya no haya razones para seguir siendo rebeldes. “Si el mundo sigue al paso que va —concluye Héctor—, no creo que vaya a haber algún momento donde no haya razón para rebelarse contra el sistema. Eso no quiere decir que uno siempre reaccionará de la misma manera. Yo no tengo planeado pasármela gritando toda la vida detrás del micrófono para que alguien escuche mi mensaje. A veces el silencio es más que suficiente.”

[.DESCARGA.] se presentará el 28 de enero en La Justicia 3901 W. 26th St. Chicago, IL 60623 www.descarga.us Francisco Piña. Verdulero originario de Tequisquiapan, México. En Chicago se convirtió en diseñador gráfico por accidente y en amanuense de sus caprichos y pasiones.

música

La música latina como testimonio de lo afro Catalina M. Johnson Susana Baca, diva de la música del mundo y principal exponente de la musicalidad afroperuana, se encuentra breves meses en la Universidad de Chicago, llevando a cabo una investigación comparativa auspiciada por la Fundación Rockefeller, ya que la parte de la investigación destinada a ser realizada en Nuevo Orleáns quedó interrumpida por Katrina. La oportunidad de conversar con Susana se da en un laberinto de oficinas en el tercer piso de la biblioteca de la Universidad de Chicago. Susana llena el pequeño espacio de la oficina con su belleza y presencia, y es un placer vertiginoso sentir el misterio de su voz aun cuando la utiliza como mero vehículo de palabras e ideas sobre la lucha de la comunidad afroperuana por crear presencia en su propio país. Habla del espacio que le faltaba a su pueblo y lo que impulsó sus primeras investigaciones. “Me preguntaba, ¿por qué no hemos logrado más espacio? ¿Por qué somos una población tan marginada, con esta suerte de discriminación solapada en nuestro propio país?” Inicia su búsqueda en una tarea de rescate de las memorias musicales de las canciones que le cantaba su madre cuando ella era niña en Chorrillos, en las afueras de Lima. “No soy investigadora. Soy curiosa.... todas esas preguntas que yo tenía desde niña... en mis libros ni una sola palabra que hablara de la población afroperuana. ¡Ni una! Estábamos ocultos.... descubrí para mi interior que era importantísimo para mí saber el aporte a la música y a la sociedad del pueblo afropueruano... y de joven me voy por toda la costa del Perú caminando, buscando material, canto y poesía.” A través de congresos sobre la diáspora africana y de eventos musicales, las investigaciones llevan a Susana a varios continentes en donde experimenta con otros la pertenencia de una historia y de una trayectoria común. Al ver en Ghana un barril con una madera de un lado y el otro lado hueco, donde se sienta un hombre a horcajadas a tocar la percusión, reconoce al abuelo del cajón peruano. En Sudáfrica baila un festejo peruano y se levanta una mujer espontáneamente a bailar con ella. “Sabíamos en ese dialogo de danza que lo mío le pertenecía a ella y lo de ella me pertenecía. Ese sentido de pertenencia lo vivo constantemente, y aún en mis pocos días en Nuevo Orleáns lo viví en los desafíos de danza, esa danza que es un lenguaje del cuerpo ante la música”

Y es precisamente la investigación del tejido musical que se crea en la interrelción percusiva y mélodica del golfo de México, entre el zydeco y el cajun de Louisiana, con la contradanza europea influyendo a la habanera y la habanera a su vez influyendo la música de Nuevo Orleáns, lo que la atrae a esta última ciudad. Susana aclara que el tejido musical afroperuano, sin embargo, se distingue de otros en su manera única de acentuar los ritmos, y el uso de la sincopa, ya que se comienza acentuando los tiempos débiles. Aunque la música afroperuana mantiene la poliritmia africana, también da testimonio de la cultura andina y la presencia de la cultura española, no sólo por vía directa de españoles sino a través de los africanos que ya habían vivido como esclavos en Andalucía y en Europa antes de ser traídos al Perú. Al igual que otros géneros musicales latinos, mantiene un equilibrio especial y único en los elementos de la ecuación África + Europa + pueblos americanos. De España toma la guitarra, y el idioma, incluyendo la preferencia por formas poéticas como la décima y la copla. Aprovecha cierta melancolía melódica que proviene de las expresiones musicales andinas y de algunas africanas, y al igual, refleja a ambas culturas en su espíritu animista y politeísta. Sin embargo, se caracteriza de manera definitiva e inimitable en el ritmo visceral y sensual que brota del África, y que se conserva en expresiones paralelas, simultáneas e inseparables de danza, canto y música. A la vez, como toda música latina, manifiesta otro especial latir y sentir que es regalo de África. Concluimos con Susana que en parte tiene que ser el resultado de la expresión tan íntima del espíritu que se da de una manera muy particular cuando la música preserva rituales y protege memorias como medio de resistencia. “Yo la siento (a la música de los esclavos) como la única vía de vivir, la única vía de poder sobrevivir y pasar. En el espíritu se que-


M ú s i c a daba guardado todo eso. Al ser la música una expresión del espíritu humano, los esclavos, de esa manera, se revelan como seres humanos. Hablamos más del cajón peruano, que hoy día los flamencos lo tocan en España, gracias al regalo africano que se sigue recibiendo aunque no sea de manera ni percibida ni apreciada. La risa de Susana no es menos melodiosa que su voz, y sonríe al comentar que le han dicho que el cajón es sevillano. Aclara el tema al recordar una animada fiesta que tiene lugar en Lima durante la década de los setenta y a la que asiste Paco de Lucia, gran guitarrista flamenco. En la reunión, que dura hasta el amanecer, Susana y otros cantan y toca el gran cajonero peruano Eusebio “Pititi” Sirio. Al final de la fiesta, se le regala el cajón a Paco de Lucia, que regresa a España a incorporarlo en la percusión de la rumba flamenca. Sin embargo, el regalo de la música no debe quedar en lo meramente cultural, según Susana. Ha fundado el Instituto del Negro Continuo con su marido Ricardo Pereira, quien también participa en la investigación Rockefeller por el lado de la comparación de los aportes a la sociedad de parte del afroperuano y del afroamericano. El instituto está en vías de transición a ser un gran centro cultural, con museo y biblioteca. Hasta ahora, tienen una biblioteca, una sala de sonido y archivos de música en Lima, y lo piensan a trasladar al poblado de Santa Barbara, a hora y media de la ciudad capital, en esa región del sur donde se vivió la explotación de la caña de azúcar y del algodón. El trabajo incluye colaboración con una asociación de mujeres y la creación de un comedor popular para alimentar al mediodía a los niños de señoras campesinas. Aparte de ser un lugar para cocinar o almacén para guardar alimentos, el sueño de Susana es incorporar al terreno juegos infantiles, y una sala de asamblea para pasar documentales y películas referentes al género, para atender en particular a los niños y a las mujeres, quienes considera son siempre los más postergados. “El trabajo de la música, no puede quedarse sólo en la música, irradia mucho más, irradia hacia un trabajo social, relaciones entre géneros, con la política, ya que somos todo eso junto.” Concluimos nuestra conversación hablando del próximo disco de Susana que se estrena en febrero de 2006. Ha elegido canciones como siempre, como expresión muy íntima y personal que va con su espíritu y lo que quiere expresar su espíritu, pero indica que en este nuevo disco también arriesga canciones en otros idiomas. Susana estará en Chicago en 2006 como parte de la gira musical del nuevo disco, y por lo tanto, afortunadamente no tendremos que esperar al azar de vientos huracanados para volver a presenciar su talento y la magia aterciopelada de su voz.

Catalina María Johnson, Ph.D. Locutora del programa Encanto Latino, de Chicago Public Radio.

Pablo Milanés y sus canciones de adolescencia Carlos Galilea Siempre será Pablito. Títulos como Para vivir, El breve espacio en que no estás o Años le han convertido en una referencia sentimental para varias generaciones. Y en una imagen de la Revolución Cubana, aunque él está muy por encima de consignas. Su nuevo disco se titula Como un campo de maíz. “Es algo que yo conservo desde niño”, dice en su habitación de un hotel de Madrid. “Los muchachos [sus músicos] inclusive me vacilan cuando vamos por ahí por las carreteras, ‘¡mira Pablo, un campo de maíz!’. Yo me quedo ensimismado, lloro a veces de emoción cuando son muy lindos, muy grandes. Es una imagen estética que tengo que es lo más precioso para mí. De cuando tenía cuatro años allá en Bayamo, en mi tierra, ya me fascinaban los campos de maíz. Aunque en Cuba no es política del estado sembrar maíz”. Pablo Milanés considera que lo que sentimos de niños nos marca para siempre: “Hay cosas de la infancia que estamos usando constantemente y que no lo sabemos. Cuando escribí Mis 22 años, que es la canción que se considera que rompió moldes dentro del filin, yo hice un viaje hacia mi mundo infantil, hacia aquellos tiempos en que me acostaba y escuchaba en los alrededores del barrio en que yo vivía en Bayamo, los bailes populares que se daban los fines de semana. Y nada más que escuchaba una serie de tonadas que me embargaban toda la noche hasta que me dormía. Esas tonadas tenían mucho de lo que yo hice después en música”. En Como un campo de maíz se ha atrevido a cantar algunas de sus primeras obras. Cinco canciones que permanecían guardadas en una gaveta. Le daba vergüenza grabarlas. “Sí”, afirma alargando la sílaba. “En la medida que pasaban los años me parecía que se iban poniendo viejas y tenía muchos prejuicios. Pero he descubierto dos cosas: una, la profundidad de lo que uno piensa que filosóficamente es, y en serio lo piensa, a los 17 años, cuando se abre a la vida y descubre una serie de cosas; y la ingenuidad de esa profundidad cuando uno al cabo de estos años ve cómo se apesadumbraba, cómo se quería morir por un acto que era un algo sencillo y que tú dices hoy en día ‘bueno, lo soluciono en dos minutos’. Y en aquella ocasión apelabas a la muerte, a la soledad, a la angustia...”, dice riendo. Las responsables de que las haya recuperado son sus hijas.

“Ellas las han cantado. Inclusive Haydée las ha grabado en el estudio para que yo las escuche. Yo las he consumido a nivel familiar, amistoso... pero son canciones que se mantenían en secreto. Cuando empecé a analizarlas ahora, después de 40 años, me doy cuenta de que aquellos muchachitos de 17 y 18 años teníamos una contemporaneidad que iba mucho más allá del tiempo. Una atemporalidad que se puede adaptar tanto a aquellos años como a estos”. Estas canciones permiten conocer una etapa del cubano que había permanecido en el limbo. “Porque son de 1962 y Mis 22 años, que es cuando se supone surge el germen de lo que va a ser la Nueva Trova según los musicólogos, la hago en 1965”. No hay signos de nostalgia en sus palabras. “Cada etapa la he vivido con plenitud y no me arrepiento de nada de lo que ha pasado. Pienso que aquellos tiempos fueron felices, que éstos también son felices. Eso es lo que a mí me mantiene con 62 años, joven, vital... que todavía puedo tener un diálogo con un joven de 20 años de tú a tú. Creo que fue hermoso, inclusive en algunas ocasiones, creo que fue más hermoso que ahora, pero ahora nos toca vivir esto y nos toca vivirlo con felicidad”. “El tiempo y la muerte”, repite. “Me sigue acojonando. Sigo diciendo como el poeta Nicanor Parra ‘la muerte es una puta caliente’ (silencio). Y me cago en su madre porque es inevitable”, dice con una carcajada nerviosa. “Como no creo en más nada desgraciadamente, deja ver si antes de morirme me incorporo a alguna religioncita de estas que me dé la posibilidad de la reencarnación, de la espiritualidad, de algo. En la que no me coman los gusanos como estoy creyendo”.

Si algo podría echar de menos es la capacidad de deslumbramiento de su juventud. “Nos tocó vivir una etapa maravillosa en el planeta. La de los años sesenta, de idealismo, de descubrimiento de nuevos géneros, de nuevas medidas de convivencia, de nuevas libertades para el ser humano como individuo, que trascendieron hasta hoy. El movimiento pacifista, los hippies, la canción protesta, los movimientos guerrilleros de liberación... Es admirable lo que se hizo. Y no lo digo por nostalgia porque vivo con felicidad y con plenitud. Ahora, la ingenuidad, el idealismo con que se vivió aquella etapa es irrecuperable”. “Veo un mundo lleno de ira, lleno de rencores. Más que nunca lleno de injusticias. Un mundo que va hacia el caos y hasta la naturaleza se lo está cobrando. Todas las leyes y cambios son a favor de los poderosos y los ricos. Es asombroso”, exclama. “Y los medios están haciendo un trabajo extraordinario dándote una imagen de riqueza a la que tú no perteneces. Los trabajadores, los oficinistas, los profesionales, están colaborando a hacer ese mundo. Sin embargo, no participan de él, y se sienten partícipes falsamente porque los medios se lo hacen creer”. “Es la confusión que ha traído la globalización. Todo se ha concentrado en la economía. Se ha mandado a la mierda la cultura, la justicia, la educación... Una serie de cosas elementales. Hasta que la ira de los excluidos ya no se aguante más y explote. Como ha sucedido en la periferia de París”. El trovador cubano no ha renunciado al compromiso —“la vida de un revolucionario es siempre pedir justicia, paz, dignidad... En ese sentido me siento un revolucionario. Y no tiene nada que ver con la politiquería o el fanatismo”—, pero su disco se centra en los sentimientos amorosos más íntimos. “Un paréntesis en mi obra. De abstraerme y dedicarme al fluir de mis sentimientos. Me parece que uno tiene derecho, de vez en cuando, aún cuando es un ser humano preocupado por todo lo que pasa en el mundo”. Quizá sea el disco de Pablo Milanés en el que más claramente se escuchan sus gustos musicales: el filin cubano, el jazz, Brasil y el barroco español de Luis de Milán o Juan de la Encina. “A eso se debe su espontaneidad. A retirarme, a ser yo mismo y no hacer concesiones”, explica. “Una vez le pregunté a un esquizofrénico ‘¿por qué te sientes mal?’. Me dice: ‘porque oigo voces que me dicen lo que tengo que hacer’. Y yo le digo ‘bueno, a mí esas voces no me ordenan nada, pero yo oigo hasta tres’. A veces tengo una canción en la cabeza, otra que estoy haciendo detrás y converso con alguien. Mi cerebro no descansa. Tal vez sea eso lo que me hace más joven o lo que me matará un día. Y yo se lo contaba a aquel hombre con ganas de decirle ‘no estás tan mal, yo estoy peor y ando trabajando en la calle’”.

Carlos Galilea trabaja en Madrid como crítico musical del periódico El País.

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a r t e

La trascendencia actual de Caravaggio Alejandro Escalona En una época en la que la derecha cristiana impulsa su visión creacionista del universo arremetiendo contra la teoría de la evolución de las especies, la obra del pintor barroco italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) nos recuerda que pensadores, científicos y artistas del siglo XVII —Galileo, Bruno, Vesalius, entre otros— trascendieron el fundamentalismo religioso contribuyendo al nacimiento del pensamiento moderno. Caravaggio se reveló contra el arte en boga de su tiempo que se caracterizaba por seguir los preceptos estéticos de la Iglesia católica de la Contrarreforma. Pintó lo que veía directamente sobre el lienzo sin bocetos preparatorios. A un arte decorativo y militante, Caravaggio contrapuso el naturalismo y un intenso claroscuro. Si el programa estético de los ideólogos contrarreformitas demandaba un arte alejado de la realidad, Caravaggio pintó a unos peregrinos de pies sucios que visitan a la Virgen María en una morada romana modesta. Si el arte debería estar exento de erotismo, Caravaggio pintó a un cupido adolescente desnudo y provocativo que camina sobre los símbolos del poder. La Iglesia demandaba imágenes decorosas que apuntalaran el mensaje ideológico de la Santa Sede. La palabra clave era decoro: la pintura como propaganda religiosa. Con Caravaggio, la realidad de las bulliciosas y violentas calles romanas irrumpe hasta en las escenas religiosas. Para ejecutar el cuadro de Santa Catarina de Alexandria, Caravaggio eligió como modelo a Fillide Melandroni, una famosa cortesana de la época y amante suya. El Papa de turno era Clemente VIII, que se caracterizó por su celo al dogma y por enviar a más de una treintena de personas a morir a manos de la Santa Inquisición. Al Papa inquisidor le gustaba el arte decoroso. Nada de apóstoles con apariencia de gente común y corriente ni de querubines cachondos ni santas con rostro de prostitutas reconocibles. Significativamente el pintor más cotizado del momento era Giuseppe Cesari cuya obra no podría estar más cercana a los preceptos estéticos del Vaticano. Cesari sabía cómo complacer al Santo Padre; terminó siendo el más manierista de los manieristas. Caravaggio trabajó en el estudio de Cesari durante algún tiempo, pero al parecer se sintió relegado a pintar trabajos menores para el emprendedor Cesari que no se daba abasto con tanta comisión. Caravaggio forma parte de un grupo de científicos, artistas y escritores de la Europa del siglo XVII que marcaron el rumbo hacia la modernidad. Galileo Galilei demostró que 32

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en realidad la Tierra sí se mueve a pesar de las amenazas de la Inquisición; Giordano Bruno —quemado en la hoguera y cuya ejecución pública Caravaggio probablemente presenció— se atrevió a ver al universo de manera diferente al dogma religioso; el anatomista Andreas Vesalius reveló en detalle el cuerpo humano; Shakespeare exploró la compleja naturaleza humana sentando las bases del teatro moderno; y Cervantes creó la novela haciendo dudar al lector hasta del mismo nombre del personaje principal y de quién había escrito el libro que tenía entre las manos. La trascendencia de Caravaggio consiste en que pintó lo que veía y no lo que el dogma religioso pretendía que todos vieran en lienzos, retablos y muros. Irónicamente su relevancia y actualidad —y creciente popularidad— coinciden una vez más con la lucha ideológica entre modernidad y dogma escenificada en la batalla campal que se ha desatado en los Estados Unidos entre darvinismo y creacionismo encarnado este último en la creencia en boga del denominado diseño inteligente. Caravaggio trascendió al dogma ofreciéndonos una obra que, cuatro siglos después, continúa sorprendiéndonos con su realismo crudo y erotismo desenfadado envueltos en un contraste luminoso dramático. “Sus pinturas son el resultado de una atención a lo real que ignora la cuidada geometría del arte del renacimiento tan escrupulosamente como excluye los dogmas de la religión”, señala el escritor Peter Robb en su libro biográfico M The Man who became Caravaggio. El lector tiene la fortuna de ver toda la obra de Caravaggio en Chicago. La exposición Caravaggio: Una mostra impossibile que se exhibe en el recién inaugurado Loyola University Museum of Art(LUMA), ubicado en el 820 N. Michigan Ave., incluye reproducciones digitales de tamaño original y de alta resolución de la obra completa del pintor barroco italiano. Patrocinada por Radio y Televisión Italiana (RAI), la exposición recibe el calificativo de “imposible”, según los organizadores, debido a que sería un reto insalvable intentar reunir todas las pinturas de Caravaggio bajo un mismo techo debido a que muchos museos e instituciones culturales son reacios a prestar obras de pintores famosos por los altos costos de transporte, seguro y vigilancia. La exposición Caravaggio: Una mostra impossibile está abierta al público hasta el 11 de febrero. El interés que despierta actualmente Caravaggio se debe en gran medida a su personalidad conflictiva y al erotismo controvertido de su obra. Sin embargo, ni su vida violenta ni su sexualidad habrían dejado por sí mismos una huella profunda en la historia del arte. Caravaggio revolucionó la pintura al

La Judith de Caravaggio.

plasmar la realidad de la Roma de finales del siglo XVI con su abundancia de vagos, pícaros, soldados de poca monta, prostitutas, gitanos. La vida en las calles romanas irrumpe en sus lienzos en la forma de escenas cotidianas en las que uno observa, por ejemplo, cómo una bella joven gitana despliega sus artes para enamorar a un joven aristócrata al tiempo que le roba un anillo pretendiendo leerle la palma de la mano. Ambos personajes son tan reales que parece como si el pintor los hubiera encontrado en la calle afuera de su estudio y los hubiera invitado a posar. Así fue. De acuerdo con la historiadora del arte Catherine Puglisi, a Caravaggio no le interesó el estilo en boga de “composición balanceada y simétrica definida por un espacio arquitectónico plausible”. Las figuras y la composición respondían a los frescos de Rafael en la Capilla Sixtina y se habían convertido en el modelo a seguir de la pintura histórica. La obra de Cesari muestra figuras humanas en poses refinadas que carecen de drama. “Los generalmente atractivos protagonistas y la multitud bien portada recrean la historia de los Evangelios con dignidad ceremonial que carece de expresión”, afirma Pugliese en su libro Caravaggio. En contraste, Caravaggio se concentra en el momento más dramático de la escena adelantándose a la fotografía documental de nuestro tiempo. Por ejemplo, la pintura El prendimiento de Cristo capta el dramatismo del momento en que Judas lo . La escena es un acercamiento total. No hay trasfondo ni paisaje. Sólo un puñado de personajes envueltos en la oscuridad iluminados por la luna y la lámpara de uno de ellos (autorretrato de Caravaggio). La intensidad del momento se conjuga en la expresión terrible de Judas que revela el dolor y desesperación del traidor. El realismo de la escena es electrificante. Se puede palpar el reflejo de la luna sobre la armadura de los soldados y hasta la ropa gastada de los involucrados. El dinamismo lo proyecta el movimiento de Judas que abraza a Jesús y los soldados que inician la detención extendiendo sus brazos para sujetarlo. Las reproducciones digi-

tales de la exposición Caravaggio: Una mostra impossibile muestran claramente el dramatismo y el intenso claroscuro de la obra de Caravaggio. El tenebrismo, ese profundo contraste entre luz y sombra, es otro elemento fundamental en su obra. Caravaggio es el maestro de la oscuridad. La luz ilumina lo esencial. La oscuridad envuelve el resto. No hay paisaje accesorio, ni monumentos paganos, ni nubes de querubines rozagantes, ni luz celestial. La oscuridad concentra la acción invitando al observador a ser partícipe del momento. Entramos a la habitación donde Judith decapita a Holofernes. Presenciamos no sólo la expresión de horror de Holofernes sino también la actitud decidida —combinación de asco y valor— de la heroína. Y como Abra, la sirviente de Judith, estamos a punto de ver rodar la cabeza del general asirio. La oscuridad de Caravaggio contraviene de esta manera los preceptos estéticos de los ideólogos contrarreformistas. “[La oscuridad] fijaba la mirada en el drama del cuerpo humano... Por lo tanto la oscuridad tenía sus limitaciones para transmitir gráficamente la gloria celestial y la jerarquía terrena”, señala Peter Robb. La obra de Caravaggio —como la de Cervantes y la de Shakespeare— continúa retándonos a ver el mundo bajo la perspectiva del pensamiento moderno que cuestiona preceptos, normas, cánones e ideologías. No es sorprendente la creciente popularidad de la obra de Caravaggio en una época en la que todavía el pensamiento oscurantista quisiera que los niños aprendan en las clases de ciencia que Dios creó al universo en seis días. Galileo demostró que no somos el centro del universo. Bruno nos retó a pensar en un universo infinito. Caravaggio nos mostró a Jesucristo y a los apóstoles —despeinados y con la ropa desgastada— caminando entre los hombres. El genio de Caravaggio fue imbuir un soplo de vida a la pintura cuando ésta se había convertido en ideología.

Alejandro Escalona. Es editor en jefe del diario Hoy, en Chicago.


M O M E N TO KODAK EL

M U R O,

L A POLÍTICA Y L A LIBER TA D Héctor Raúl Solís Gadea La pretensión de construir un doble muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México revela, como un hecho real indubitable, la actitud política de un sector importante de la sociedad y el gobierno estadounidense. Quien pone cerrojo a las puertas de su casa está dominado por un sentimiento elemental que no se lleva bien con el entendimiento racional y, menos, por supuesto, con el correcto significado de la política. Se sitúa en la perspectiva del temor al otro, el rechazo a la pluralidad y a la diferencia, el miedo, en fin, a lo que constituye eso que podemos llamar la irreductible ajenidad y contingencia del mundo real. Sólo me siento a gusto en un espacio clausurado a toda forma de contaminación exterior. Lo que está afuera, por definición, por su diferencia y otredad, es algo sucio; atenta contra mis certezas fundamentales. A toda costa, hay que preservar el hogar, proteger el sentimiento de lo familiar y lo conocido. Además, en todo caso nos asiste el derecho, somos un pueblo soberano que tiene una prerrogativa plena y absoluta sobre su territorio. La construcción del muro será un golpe de grandes consecuencias para un enorme sector del pueblo mexicano que seguramente dejará de emigrar a los Estados Unidos en busca de trabajo y con ello verá frustradas sus aspiraciones de construir futuro (empero, grandes grupos de población, sin duda, buscarán la manera de continuar el tránsito hacia el norte). También será un golpe a la relación de los dos países por cuanto transmite una señal de beligerancia que, por más que se diga lo contrario, dañará la esperanza en la construcción de una amistad sincera y basada en un espíritu de verdadera colaboración entre ambas naciones. Los muros no tienen otra función que no sea dividir y separar. Son, en primera y última instancia, un instrumento de control y de fuerza. Los muros son como las armas: de ellas sólo surge violencia y no les es consustancial el acuerdo ni la persuasión racional, tampoco la tolerancia y la convivencia armoniosa entre los diferentes. Son ajenos, pues, a la verdadera esencia de la política. Tal vez los saldos más negativos de la construcción del muro se produzcan adentro de los Estados Unidos. Justo en la propia sensibilidad democrática del pueblo estadounidense y su marco de convivencia se abrirá un abismo cuya profundidad es aún insondable. Cerrarse al exterior implica, simultáneamente, cerrarse hacia el interior, clausurar dimensiones propias de la subjetividad política y social que compone la riqueza de

un pueblo que, como el estadounidense, nació y se ha nutrido de la confluencia de muchas razas y nacionalidades. La decisión del muro encaja en lo que podría considerase como una aplicación concreta de la vieja teoría filosófica de los dos mundos: por una parte el mundo construido por las ideas puras que corresponden a una supuesta verdadera esencia de las cosas: lo inmaculado, lo que establece los cánones y a lo que se accede desde una conciencia prístina e incontaminada de la realidad histórica. Por la otra, la realidad concretatal y como realmente se nos aparece por doquier. Es decir, el mundo tal y como es en la práctica: deforme, inconexo, desfigurado y plural en su multiplicidad de matices y contradicciones, pero que nos constituye históricamente y con el cual somos de manera indisociable. Aquí la tesis de los dos mundos se materializa en el intento por conservar cerrada y hermética una frontera cuya porosidad es primordial para el funcionamiento de la economía de los Estados Unidos. Se expresa en el desprecio, en nombre del plano constituido por las formas perfectas, a la realidad del único mundo real: el que escupe a la cara pero que también ofrece oportunidades, y en el que, desde luego, se resuelven los problemas de la gente: las necesidades de productores y empresarios estadounidenses buscando mano de obra y de braceros mexicanos que precisan trabajo y esperanza. El mundo idealizado oprime pues al mundo de la práctica real y busca bloquearlo de todas las formas posibles: acallar las voces disidentes, cerrar la puerta a los distintos para preservar la pureza de la tribu. La idea de construir el muro, y de endurecer el trato a los inmigrantes indocumentados responde a una forma de ver la política como fabricación, como diseño de soluciones de forma técnica. En cambio, olvida otra que, en vez de tratar a los seres humanos como factores a controlar, los considera como personas con quienes podemos, y debemos, construir un mundo real en la tierra, un sentido de estar todos juntos, una forma de entendernos mediante la palabra y compartir alrededor de todo aquello que nos enlaza: la contigüidad de nuestra geografía, la complementariedad de nuestras necesidades económicas; en fin, nuestra lucha conjunta por preservar la dignidad humana. Nunca como ahora, en la reciente ola antiinmigrante, se había producido un atentado tan severo contra la libertad y contra la política del acuerdo y el entendimiento. Lo importante es comprender lo que ocurre y evaluar los riesgos que corremos. Dar a cada cosa el nombre que le corresponde; defender el último resquicio de libertad y política identificando las amenazas que se ciernen y que a todos, mexicanos y estadounidenses, nos podrían convertir en víctimas condenadas a iniciar una dolorosa búsqueda de una reconciliación que poco a poco se volverá necesaria.

Héctor Raúl Solís Gadea. Director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Guadalajara.

Ricardo Armijo Para JUVENA, totus suus ego sum

al contrario, es querer pertenecer a un sitio, un demostrarme a mí mismo que la vida es así, que en la cama donde yacemos y jugamos gabi, olga, tati, cata y yo está la vida según la concebimos nosotros y nadie más. tati y cata son gemelas y tienen cinco años; ríen y se voltean y chillan entre las sábanas domingueras. olga, la mayor y la más seria, en su lado de la cama, quiere ser grande y lee cuentos de walt disney, pero las gemelas no la dejan y le hacen cosquillas y le alborotan el pelo, que es la manera que tienen de invitarla a participar en el relajo. olga hace el libro a un lado, se pone de rodillas y flexiona los músculos como masámbula en el ring de los titanes. se lanza en pos de sus hermanas y entonces el tumulto de cuerpos torcidos y carcajadas se convierte en una hermosa tarántula de tres cabezas, seis ojos y doce patas que brinca de un lado a otro de la cama. yo abordo a gabi por detrás y ella salta pero no se abochorna, quedito me dice pero qué haces, no ves que ahí están las niñas, sos un. yo le susurro tranquila, que ni cuenta se van a dar, vení para acá. el aire que circula arriba de las sábanas se llena de chillidos y carcajadas infantiles; y en las cavernas que están debajo de ellas, dos desnudos tibios se acercan poquito a poco y se gesta otra búsqueda de las fisuras del volcán. el juego está en que ninguna de las niñas se dé cuenta del juego. como si hubiera adivinado mis pensamientos, olga levanta la cabeza y pregunta: ¿mamá, qué están haciendo? y gabi le dice nada, lo que pasa es que tu papá quiere que, y no termina la oración porque he hallado mi lugar en la tierra y entonces la palabra compenetración pierde la primera sílaba. mientras ingreso al fondo y su razón y gabi me recibe con su usual hospitalidad, le pregunto a olga oye mi amor, ¿qué cuento estabas leyendo? y olga contesta: el del príncipe, y le pregunto ¿cuál príncipe? y ella me dice pues el azul. ¿y es guapo? guapísimo. ¿y se parece a papá? casi, dice ella, pero papá es tartamudo y el príncipe es zurdo, ¿cierto, mamá? entonces él es mejor que yo, digo. antes de que olga responda, tati mete la cuchara y dice: no, papi, mejor no, diferente, él es de papel y tú no. gabi me dice, su voz cargada de cópula, para qué les metes plática, atiéndeme a mí, que me tienes loca. yo le digo que hablándoles a ellas es otra forma de hablarte a vos, cosita de horno, y que lo que estamos haciendo es una de las tantas maneras de decirles a ellas que son nuestra devoción y las más raras flores de nuestro jardín. alzo la voz y le digo a todas que hoy es domingo y que en domingo uno hace lo que le dé la regalada gana.

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Ché Café arte, lecturas 1058 W. Taylor St. (312) 850-4665

Arte Los Carpinteros: Inventar el Mundo Enero 21 a 2 de abril Chicago Cultural Center 77 E. Randolph Street 312-744-6630 Colectivo de artistas cubanos

Café efebos Viernes: Trova con Luis Badillo 2123 S. Blue Island (312) 633-9212

Décima Musa Jueves de trova con Ramón Marino 1901 S. Loomis (312) 243-1556 Kristoffer's Café Ajedrez y ricos postres 1733 S. Halsted (312) 829-4150 Mi Cafetal Miércoles: Trova cubana 1519 W. 18th St. (312) 738-2883 Batey Urbano Café teatro Jueves: Open Mic 2647 W. Division (773) 394-5206

Música Nahuales Underground 14 de enero Emergenza Fest The Note 1565 N Milwaukee Ave, Chicago (773) 489-0011

Teatro Teatro Luna presenta S-e-x-Oh! Dirigido por Coya Paz y Tanya Saracho Enero 6 a febrero 19 En Chicago Dramatists, 1105 W Chicago 312-878-Luna

Antenna con DJ Fuego 14 de enero Club Volkan 2501 S Kedzie, Chicago (773) 247-2400 Sammy Figueroa & his Latin Jazz Explosion con Ray Vega Viernes 6 de enero Héctor Silveira y Su Orquesta Sábado 21 de enero HotHouse 31 E Balbo Drive 312-362-9707

Lookingglass Theatre The Coast of Chicago Colección de crónicas sobre Pilsen 821 N. Michigan Avenue 312-337-0665

Delírio do Samba Brasil via Chicago presenta Sábado 7 de enero Logan Square Auditorium 2534 N. Kedzie Blvd 773-252-6179 Música afrolatina

Anuncia la serie de lectura de poesía Palabra Pura que se inaugurará el 15 de febrero de 2006 en Chicago. La serie es una colaboración del Guild Complex, contratiempo, el Instituto de Estudios Latinos de Notre Dame y el Centro Cultural Rafael Cintrón Ortiz de UIC. Palabra Pura presentará la diversidad de voces latinas dedicadas al quehacer literario en Chicago, al igual que poetas de todo el país. Las veladas comenzarán con un open mic, y los poetas podrán leer en español, inglés o una combinación de ambos. La serie tendrá lugar el tercer miércoles del mes a partir del 15 de febrero, en California Clipper, 1002 N. California, Chicago. Para mayor información consultar www.guildcomplex.com o (773) 227 6117., y contratiempo.


Si desea saber d贸nde se distribuye contratiempo, visite www.revistacontratiempo.com



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