contratiempo
MARZO 2013 • NÚMERO 102
DIRECTIVA Gerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey
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DIRECTORA EJECUTIVA Moira Pujols DIRECTOR EDITORIAL Gerardo Cárdenas DIRECTORA DE ARTE / PORTADA Olivia Liendo
ras la matanza de Newtown, Connecticut, en diciembre pasado Estados Unidos ha iniciado el que puede ser un proceso histórico de diálogo sobre la tenencia de armas y la reforma a las leyes respectivas. Qué tan lejos avance ese proceso, qué tanta voluntad política exista para llevarlo hasta sus últimas consecuencias, y de qué manera redunde en una cultura de paz a nivel nacional son preguntas sin responder, pero que seis autores abordan en el dossier de este ejemplar de marzo. El número 102 de contratiempo reitera el compromiso de la revista con los autores que escriben y publican en español en Chicago. Así, la sección Deshoras recoge textos de los ganadores del concurso de cuento y poesía que el año pasado llevó a cabo Northeastern Illinois University.
Sin excepción, todos los autores tienen una estrecha relación con contratiempo. En nuestro ejemplar de febrero ya habíamos dado espacio a piezas críticas sobre obras de otros autores locales (Febronio Zatarain y Víctor Cortés en novela; Rey Andújar en narrativa, y Jochy Herrera en ensayo). Los libros de estos autores se presentan también en Chicago en marzo, en otro testimonio del creciente movimiento literario en español en esta ciudad. Dos creadores debutan en contratiempo en marzo del 2013. En la sección de Mirada Cómplice, el artista gráfico latino Tim Arroyo; en la página 3 de la revista, la poeta mexicana Mariana Salinas, con textos seleccionados de su primer poemario, Derecho de amparo. Que ustedes lo disfruten.
CONSEJO EDITORIAL Catalina María Johnson, CHema Skandal!, Eduardo Estala Rojas, Esmeralda Morales-Guerrero, Febronio Zatarain, Gerardo Cárdenas, Ignacio Guevara, Jochy Herrera, Jorge F. Hernández, Jorge Frisancho, Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez, Marco Escalante, Marcopolo Soto, Olivia Liendo, Rafael Franco, René Rodríguez Soriano, Rey Emmanuel Andújar, Stephanie Manríquez, Tanya Victoria, Verónica Lucuy Alandia FOTOGRAFÍA Arturo Richardson Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro © contratiempo nfp 1702 South Halsted St., Chicago Il 60608 (312) 666 7466
TIEMPO EXTRA
8 Destino de inmigrante
3 Poemas de Mariana
mexicano en la cuerda floja María Inés Zamudio
Salinas: Tiempo Partido, Calidoscopio, Poética y Verso
9 El jarocho electrizante de 4 Conversación con
contratiempo is grateful for the past and present support of The Chicago Community Trust, the Richard Driehaus Foundation, the Field Foundation of Illinois, the Illinois Humanities Council, the Illinois Arts Council, the City of Chicago Department of Cultural Affairs, the International Connections Fund of the MacArthur Foundation and individual, institutional and corporate donors, and the contribution of writers, artists and volunteers who make our work possible
INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: info@contratiempo.net ENVÍO DE COLABORACIONES: Gerardo Cárdenas gcardenas@contratiempo.net ENVÍO DE ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS: Olivia Liendo olivialiendo@contratiempo.net VISÍTANOS EN: contratiempo.net issuu.com/contratiempo facebook.com/Contratiempo @revcontratiempo
Leopoldo Brizuela Una misma noche: De los vínculos entre literatura y memoria Gerardo Cárdenas 5 Remedios
(y sufrimientos) de antaño Jochy Herrera 6 Cet obscur
objet du désir María Catalina RincónChavarro
este lado de la frontera Catalina Maria Johnson 10 Pedro Páramo
en el Goodman Theatre Tanya Victoria 11 Contrafoto
Rafael Franco Sincronías CHema Skandal!
MIRADA CÓMPLICE 12 Arte e imaginación de
Tim Arroyo Esmeralda MoralesGuerrero
7 Los actos de la carne
(y su ontología) en el cine de Bigas Luna Vivian Sánchez
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16 Homicidios en
Estados Unidos: La otra cara de la narco violencia Alejandro Escalona
de armas Jorge Frisancho 18 Estados Unidos,
simulación y crimen Javier Sicilia 19 Newtown:
Los signos de falta de paz en Estados Unidos Mauricio Meschoulam
as fotografías de la sección de Deshoras fueron tomadas por el mexicano Jaime Garza / Jaik. Comunicador de carrera y Diseñador gráfico de profesión, tiene 25 años de experiencia en el ámbito de la publicidad y las artes gráficas. Su trabajo ha sido publicado en la revista Ombligo de Ciudad Juárez, Chihuahua; en la
22 Cuento: ecuatur [megan
van nerissing] Rey Andújar 24 Cuento: La Muda
Johanny Vázquez Paz 26 Cuento: Surcos
Susana Galilea Nin 27 Poesía: Castigo De Dios
Fragmento de Sagrada Familia de Johanny Vázquez Paz Poesía: Fragmento de Canto Adentro de Jorge Montiel
20 La paz necesaria
Regina Santiago Núñez
vas para un debate Gerardo Cárdenas
Gerardo Cárdenas
17 Obama y el control
DOSSIER 15 Paz y armas: perspecti-
DESHORAS 22 Introducción
21 México tomado:
Ester sin H Magali Tercero
Poesía: Chavín de huantar Fragmento de Historia del Perú de Santiago Weksler
revista Peregrino y sus letras de Arizona, EUA., en la revista electrónica Hojas Sueltas de Venezuela y en el periódico El Sol de México. Es representante en Nuevo León de la Agrupación Puerta Abierta Chile-México y Codirector del sello editorial independiente Noctis. En 2013 llevará a cabo una gira de exposiciones en México y otros países.
POESÍA
Poemas de Mariana Salinas Tiempo Partido Instante de andar a tientas moribundo, sosteniendo la barrera sin memoria. Lento levantarse de la tierra que amanece a ese yo tan carcomido de gusanos Dejarse perder en algún rincón de la cocina seguir andando como una loca de aquí para más allá entre los que amo y me aman y sin embargo y a pesar de todo los voy dejando me van dejando sin volver por ese canto que un día me engañó ser Eterna.
Calidoscopio Estallan contra mis costillas minúsculas “semillas de fuego”. Una me habita en secreto. Viento. Toda ritmo, subo, bajo, y vuelo. Me extravío en el laberinto del destino. Cuarenta dedos y cuatro manos suman mi desolación. Un enredo infausto. Se extienda la palabra hasta tu nombre.
Poética Penélope del instante tejo enredaderas de palabras mientras aguardo la densidad del tiempo: colibrí de la imagen.
Verso Rozar con el dedo el límite de la palabra silencio.
Todos los poemas se publican en Derecho de Amparo (DGE | Equilibrista, México, 2012), primer poemario de Mariana Salinas (Ciudad de México, 1976).
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CRÍTICA
CONVERSACIÓN CON LEOPOLDO BRIZUELA
Una misma noche: de los vínculos entre literatura y memoria Gerardo Cárdenas
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ndividual o colectivamente, no resistimos la tentación de editar nuestros recuerdos. La labor del historiador es escudriñar y diferenciar lo veraz de lo imaginado. A veces, el escritor lucha con esa disyuntiva entre lo necesariamente veraz, y las posibilidades del recuerdo reinventado o reimaginado. El argentino Leopoldo Brizuela (La Plata, 1963, y autor de tres novelas previas, un poemario, y un libro de relatos) ha logrado una sólida novela (Una misma noche, ganadora del Premio Alfaguara 2012) que es un viaje desde el recuerdo donde en sucesivas capas se van mezclando lo factual, lo reinventado y lo imaginado o soñado. Leonardo Bazán, protagonista de Una misma noche, es un escritor que ha crecido y vive en La Plata con su madre anciana. Un incidente, un asalto ocurrido en una casa vecina, funciona como catalizador de recuerdos que Bazán creía olvidados, relativos a la dictadura militar y a la guerra sucia. Bazán inicia así un viaje doble, entre la investigación del asalto ocurrido en 2010, y los sucesos de los años setenta: ambos han ocurrido en la misma calle, en el mismo conjunto de casas; varias de las personas involucradas son las mismas. En el curso de ese viaje, somos espectadores del debate interno de Argentina en torno a la dictadura, los desaparecidos, las Madres de la Plaza de Mayo, los juicios a los militares; la historia se agita entre sueños, recuerdos y realidades inacabadas. El autor conversó con contratiempo. Los capítulos son letras del alfabeto. ¿Por qué? La idea es que el personaje sentía que no podía contar lo que le había pasado esa noche, que no podía contarlo con las palabras habituales, pero que al hacerlo ahora está aprendiendo un nuevo lenguaje. Cada cosa que va viviendo es como la letra de un nuevo lenguaje. La estructura es también como una metáfora de la cifra, de lo que para mí es escribir, de ese intento, siempre frustrado por decir lo indecible. El silencio juega un papel muy importante en la novela. Varios personajes guardan distintos tipos de silencio. Quizás los silencios más fuertes son los del protagonista. Cada personaje tiene como una especie de secreto, donde no habla con nadie, pero también porque elige no hablar. El protagonista podría llegar antes a muchas conclusiones, pero no lo hace porque no quiere decir a nadie en qué está trabajando. Todos los personajes tienen un secreto, algo que no pueden decir. ¿Cómo ideaste al protagonista? ¿Hay algo autobiográfico?
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El personaje está inspirado en dos circunstancias reales: una es un asalto, hecho por la policía de la provincia de Buenos Aires, en connivencia con otros asaltantes, que ocurrió en 2007 en mi barrio. En 2004 leí una novela (El silencio de Kind, Marcela Solá, Planeta, 1999), que está protagonizada por una concertista de piano que tiene una hermana desaparecida, y vuelve al país para tocar delante de los jerarcas de la dictadura. Ahí recuerdo algo que viví muy parecido, el llamado Operativo Rastrillo, donde entraban en todas las casas. Fue en 1976, yo tenía 12 años, y estaba tocando el piano. Me parecía también que funcionaba plantear al escritor como un detective, que podría ser un buen detective investigando algo en lo que va la vida. Eso disparó una prosa muy distinta a la que suelo escribir, una especie de cuaderno de notas. Existe la tentación de creer que cuando se escribe sobre un periodo como la dictadura militar, la descripción tiene que ser increíblemente violenta. Tú generas una tensión tremenda, sin describir nada muy violento. No sé cómo lo hice. Es lo que más me llama la atención de la novela. A lo mejor porque focalicé en personajes que no son ni militantes, ni represores. Me llama la atención que en la gira que he hecho con el libro, mucha gente y muchos periodistas, me cuentan algo, algo que vivieron, episodios de mucho horror que se les queda para toda la vida, que nunca contaron, pero que sienten que ha llegado la hora de contarlas, y que solo cuando las cuentas ves la carga de horror que tienen. En la novela dices: ‘quizás sólo la literatura podría perdonar, la literatura es el lector futuro’. No conozco mucho del proceso en Argentina y no sé si el tema de los desaparecidos está resuelto o si sigue generando tanto debate interno que es necesario acudir a la literatura para seguir recuperando esa memoria. Yo creo que el personaje tiene la sensación de que cuando cuente lo que le pasó, nadie lo va a entender. Es una novela que él cuenta para sí mismo, para el lector futuro. No sé si el tema de los desaparecidos, pero el tema de la dictadura y del horror que se vivió, no digo que esté resuelto, pero sé que va a estar durante muchísimo tiempo y no podría ser de otra manera, por ejemplo, para mi generación: una persona que aún tiene miedo es porque pasó toda su etapa de formación bajo la dictadura. Una persona más joven, crecida en la democracia, hubiera actuado de otra forma. Creo que aún estará presente por mucho tiempo. Sobre todo porque fue mucho dolor.
Otro elemento muy interesante son las dificultades del personaje por distinguir entre la verdad y el recuerdo: su memoria va mejorando conforme se enfrenta a diversas cosas. ¿Será un proceso natural de la memoria auto-editarse, porque hay cosas que no quieres recordar? Quería hacer una novela donde un personaje pudiera recordar las cosas de distintas maneras. Es el germen de esta novela, donde el personaje va recordando siempre una escena, y siempre le va dando un sentido distinto, va recordando, se va auto-editando, y se va relacionando cada vez de manera distinta con el presente. Es esperanzador, porque el pasado deja de tener ese peso de condena, y pasa a ser un lugar donde puedes recrearlo para cambiar el presente. Los recuerdos que el protagonista tiene quieren salir a la superficie. Hay una imposibilidad de callar. Eso me recuerda un poco a las tragedias clásicas, a la idea de que cuando el personaje sabe un poco, recuerda un poco, ya no puede quedarse a medio camino. El personaje tiene esa compulsión, de que cueste lo que cueste, tiene que saber. Es saber, o la muerte. Es una compulsión trágica. Cuando uno ha callado algo tanto tiempo, después ya no sabe si lo que recordó es o no un sueño. Además, es importante, que el personaje tiene cuarenta y pico años, y hay una urgencia por recordar, porque los viejos se están muriendo, pronto ya no quedará nadie con quien cotejar los recuerdos, y eso es muy fuerte en la historia argentina porque se está muriendo ya esa generación. La madre es un personaje maravilloso. Poco a poco se convierte en un eje clave para el protagonista. ¿Cómo construiste al personaje? De todos estos personajes, es la que menos me costó, porque tomé cosas de mi madre, de mi tía, de mis vecinos, es decir, en ella hay muchos viejos. Fue como una reunión de anécdotas y de dichos. Me sorprende la cantidad de cosas que los lectores encuentran en ella. Se nota que en el fondo de la mente, y en el universo de la novela, empezó a cobrar otra dimensión que no me di cuenta que tenía.
Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano. Autor del libro de relatos A veces llovía en Chicago (Libros Magenta/Ediciones Vocesueltas, 2011). Es director editorial de contratiempo en Chicago.
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CRÍTICA
Remedios (y sufrimientos) de antaño Jochy Herrera
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a evolución histórica de la medicina puede trazarse como una línea, a veces recta y otras con curvas y retrocesos donde enfermedad y curación viajan paralelamente; digamos, desde las prácticas primitivas basadas en el animismo del chamán, los carniceros-cirujanos y la versión moderna del médico estudiado, el intento de aliviar los males que aquejan al enfermo siempre fue el resultado del asombro ante el sufrimiento ajeno y de la inventiva de aquellos en quienes la curiosidad provocó la búsqueda de soluciones a la “desmesura de la enfermedad”. Frase con la que define el padecimiento humano el anatomista y escritor mexicano Francisco González Crussí en su más reciente ensayo Remedios de Antaño. Episodios de la historia de la medicina (Fondo de Cultura Económica, México 2012). Este autor, quien con su vasta obra literaria nos ha acostumbrado a la exploración amistosa del cuerpo sano o enfermo, a sus órganos y sentidos, una vez más se lanza a un viaje por los vericuetos del quehacer de su profesión ilustrando, con un ya usual estilo narrativo cuasi-conversacional, tan variados tratamientos como el enema, la quinina, los derivados del cuerpo mismo (la orina o el polvo de momias), venenos, compuestos —triacas y mitridatos— y hasta la electricidad. Nótese que el doctor González Crussí no persigue aquí estudio alguno de los instrumentos de la llamada “medicina alternativa” ni de los tradicionales “remedios caseros”; tampoco pretende un análisis antropológico de los rituales de sanación practicados por nuestros antepasados. Desea sin embargo, y lo logra con elegante dejo de conocedor, presentar un recuento de terapias pretéritas que formaron parte de la medicina “oficial’ de los países líderes en este terreno a partir del siglo XIV hasta las postrimerías de las décadas decimonónicas. Vila-Matas ha dicho sobre el prólogo de un libro que en ocasiones éste juega una treta en perjuicio del autor o del lector en la medida en que su contenido de cierta forma esquematiza, dirige podría decirse, el suceder del texto; y describe el prólogo como un nacimiento que viene teñido de algo no natural, como “el fórceps que facilita un parto”. En el caso de Remedios de antaño ocurre justamente lo opuesto: el prefacio orienta al lector invitándolo a la aventura de sus páginas y además establece claramente sus propósitos, quizás el más relevante el de alertar contra la visión triunfalista, arrogante a mi parecer, que en muchas ocasiones caracteriza el ejercicio galénico moderno. Sin dejar de reconocer sus incomparables avances científi-
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cos, con frecuencia tal oficio deshumaniza el foco esencial de su mera existencia: el paciente. Convertido en un número de expediente o de habitación el enfermo-cliente de hoy se siente indefenso y vulnerable, afirma González Crussí, y sobre los tratamientos actuales sentencia que “algunos serán juzgados en el futuro con el mismo altivo desdén, befa y desestima con que hoy contemplamos los que se describen en este libro”. Esta obra explora, quizás sin intención explícita, el significado ontológico del cuerpo como receptáculo del ejercicio humano y como destino de intervenciones dirigidas a su alivio; es decir, ese cuerpo quejoso y los remedios de antaño que perseguían curarle, de por sí reflejaron épocas, costumbres y maneras de ver el mundo a través de las cuales hoy podemos “leer” el pensar de nuestros ancestros. Con ese cuerpo “anclaje del ser humano en el mundo”, en palabras del autor, residente “en la zona limítrofe entre la vida material y la vida espiritual”, las ciencias médicas no establecieron diálogo alguno resultado del desconocimiento de sus interioridades. Así, los choques eléctricos, los brebajes y las sangrías terapéuticas detallados extensamente en las 243 páginas de Remedios de antaño adjudican una identidad al ethos del ejercicio curativo occidental a través de los siglos: ellos revelan el pensar de los facultativos; el basamento de sus deducciones y su relación mercantil o mística con el paciente, las autoridades y la sociedad. Dos capítulos son de particular interés: el uso del cuerpo humano como medicamento, en particular el polvo de momias, y la electricidad como tratamiento. En el primero encontramos un fascinante recuento de cómo el “polvo de hombre”, obtenido tras raspar el cráneo de un cadáver o los huesos corporales momificados, constituyó una terapia usada contra todo tipo de enfermedad: para aliviar el vértigo, el gran mal, los dolores de cabeza y las pasiones del corazón; para mejorar la sangre y para curar las heridas. Sea por su implícito misticismo o por las encantaciones mágicas sugeridas por la idea de la momificación egipcia, dicho remedio alcanzó tal popularidad en la Europa del siglo XV que logró convertirse en una fructífera industria necrológica en Egipto y otros países que vendían la mercancía por libra en los mercados de Alemania y Escocia. A título de ejemplo, anotaciones históricas indican que sólo en el año 1586 arribaron a Inglaterra cargamentos ilícitos de hasta 600 libras de momias pulverizadas, tratamientos que hasta las más preclaras mentes de la época defendían
gracias a sus presuntas habilidades curativas atribuidas a una mezcla de bálsamos glutinosos de propiedades secretas, según declaró en una ocasión Francis Bacon. González Crussí, en referencia a las incontables muertes de seguro causadas por muchos remedios pasados, nos recuerda dos provocadoras frases de sendos personajes de la historia: Napoleón Bonaparte, quien definió la medicina de su tiempo como “una ciencia de asesinos”, y Bernard Shaw quien un siglo después declaró que “la reputación de un médico se erige sobre una base de cadáveres”. Espeluznantes pero acertadas afirmaciones que en el mejor de los casos deberán despertar en el médico contemporáneo una mayor simpatía hacia el enfermo, y sobre todo, la humildad necesaria que aquél debe abrazar ante la creciente tecnificación del ejercicio del más humano de los oficios hoy regido por el dios Mercado. Jochy Herrera, autor de Cuerpo [Accidente y Geografía], SANTUARIO, 2012; miembro del consejo editorial y la mesa directiva de contratiempo
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Remedios de antaño
CRÍTICA
Cet obscur objet du désir María Catalina Rincón-Chavarro
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ás que a hogueras, prohibiciones y desapariciones, el libro ha sido sometido a la precariedad de la libido humana. Infortunio que lo minimiza a fetiche ramplón: que la belleza de las hojas de arroz, que el olor inigualable de polvo y hongos que las páginas acumulan año tras año en estantes olvidados, que la cubierta dura, que la blanda, que la de cuero. La fetichización del libro, en definitiva, lo demanda y determina objeto y no contenido. He conocido casos lamentables. Uno no tan reciente: el típico coleccionista que alaba vulgarmente sus libros pero no ha terminado de leer el primero de su impresionante colección. Y, ¿qué importa el libro si de disfrute de lectura y adquisición de cultura se trata? Hace siglos, los textos venían en rollos de papiro. Éste es reemplazado por pergamino -en rollos llamados “volumen”- porque conservaba mejor el texto, y tenían la particularidad de imponer una lectura secuencial y continua en el lector porque lo que se escribía estaba ordenado de tal manera. Del volumen se pasa al códice que son pergaminos escritos, de un mismo tamaño, cosidos en uno de sus extremos. El pergamino es reemplazado por las hojas, los códices comienzan a hacerse más pequeños, se imprimen y numeran las hojas, se ponen índices y bueno, el resto es historia. Todo este proceso fue uno de pragmatismo y simplificación del formato para facilitar la lectura del texto. Proceso en el que nunca se puso en duda que el libro fuera texto. Pero ahora, cosa que comenzó desde hace más de treinta años, se escuchan quejas varias porque el libro está muriendo gracias a su digitalización. Al parecer hay mucha pena por esto pero poco se lee que en este “fenómeno” la continuidad del mismo proceso de simplificación de lectura. Toda esta polémica se resume a una cuestión de privilegios. La fotocopia, que no es el formato “ideal” de lectura, nunca es cuestionada por su formato mismo, como sí ha venido pasando con el libro digitalizado, que tampoco parece ser el formato ideal -según lo han estipulado algunos adoradores de libros. Los que leen en fotocopias en la universidad están en el camino probable de adquisición del libro. Los que leen en tabletas o en archivos .pdf en sus computadores parecen “no apreciar la literatura correctamente porque la literatura hay que leerla en libro impreso”. He leído muchas columnas de opinión de escritores colombianos que alaban casi que orgásmicamente sus libros. Grandes títulos por supuesto: que poseen la segunda edición de Ulises o El Quijote (el título es
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lo de menos, desde que sea un clásico, lo importante es el libro), que su lomo en cuero, que sus hojas manoseadas hasta el cansancio, que su olor particular, que blablablá. He escuchado a muchos lectores, que leen y que no leen, asegurar que es mejor leer literatura en libros porque sienten que así leen de verdad. Escuché a una joven escritora mexicana asegurar que alguien leyendo un libro era más “interesante” que alguien leyendo en una tableta porque en esta última no se sabía si estaba leyendo de verdad o no. Esta razón sí que no la entendí. Y todos estos delirios de la clase media privilegiada que puede escoger en qué formato leer y con qué palabras juzgar la lectura verdadera de la que no es, se le contrapone la realidad del texto y su dura y costosa distribución. Es más que sabido que en las universidades públicas en América Latina la fotocopia es la compañera fiel de los estudiantes -más que la cerveza y el porro. Pero esos estudiantes de letras, que son los aspirantes más fuertes al consumo de libros impresos, olvidan que gracias a las desprivilegiadas fotocopias aprendieron lo poco que pudieron. Es poco sabido que en Centro América no solo existen lectores ávidos sino también escritores impresionantes no solo por lo que escriben sino por su capacidad de apreciar la literatura. Para no ir muy lejos, la siempre muy aterrizada Claudia Hernández, salvadoreña, nos recuerda que a su país casi no llegan libros y que la única forma de poder actualizarse en lecturas es a través de los libros digitalizados, a los cuales, segura, no le costó ningún trabajo adaptarse. Seguro ella no se refiere necesariamente a las costosas tabletas, sino a los miles de archivos en .pdf que navegan en la red y a los que se tiene acceso mucho más fácilmente que a ediciones prestigiosamente caras. ¿Qué personaje contemporáneo acomodado no sueña con una biblioteca en la sala de
su casa para deslumbrar a las visitas con todo ese conocimiento -que seguramente no ha leído? ¿Qué estudiante de letras de universidad pública latinoamericana no anhela dejar de leer novelas en fotocopias y pasar al prestigioso (por costoso) libro? ¿Qué ser sensato no anhela encontrar un libro en buen estado en la biblioteca más cercana? Pero por la misma razón por la que vale la pena cuidar los libros (no rayarlos, no descuadernarlos), sobre todo los que son de uso público, es que vale la pena dejar de adorar al objeto y pasar a leerlo, vale la pena dejar de lado la insulsa polémica entre el libro de papel y el que no lo es. Al fin y al cabo lo que importa es lo que los libros contienen: el texto. En nuestro caso particular: la literatura. Porque parece que se olvida que el texto es texto y que su lectura no cambia ontológicamente por el formato en que se lea. Me pregunto si Cien años de soledad dejará de ser lo que es porque sea leída en un iPad, en un computador y no en una edición impresa en hojitas de arroz y con lomo de cuero.
Fotografía: Alan Cleaver
María Catalina Rincón-Chavarro es literata de la Universidad Nacional de Colombia. Tiene una Maestría en Literatura Hispanoamericana de Tulane University y es candidata doctoral en la misma universidad en Literatura Latinoamericana Contemporánea. Enseña español y escribe en su blog reflexiones culturales no académicas: http://losotrosnosotrosylodeallado.blogspot.com
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CINE
Los actos de la carne (y su ontología) en el cine de Bigas Luna Vivian Sánchez
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uan José Bigas Luna (Barcelona, 1946) es un excepcional guionista y director de cine. Su filmografía es primordialmente erótica y a lo largo de su carrera ha causado controversia por sus guiones y por el naturalismo y “touch” personal con el que aborda la sexualidad. El autor catalán es un artista polifacético, es diseñador y artista plástico, es por eso, y por esa rebeldía que brinda la libertad creativa, que no le da demasiada importancia a las presiones de productores y tampoco a las exigencias del público en el momento de realizar un nuevo film. Como un auténtico enfant terrible declara: cuando algo me fascina, hago una película con ello. Su lenguaje filmográfico es obsceno, provocador, cómico y no es de extrañar que se repitan tópicos dinamitados, obsesiones personales, fetiches y esperpento. El director dirige en un estado conceptual y de ensoñación, guiado por su estado de excitación por lo símbolos, los piensa, lo planea y estructura para contarnos una historia. Adoptando una postura irreverente y ensimismamiento casi onanista repetidamente muestra el sexo gráficamente. Una de sus obsesiones es la comida, sin duda, somos lo que somos por el clima que tenemos y por lo que comemos. Sus personajes mastican ajos naturales, succionan camarones y salchichas así como saborean y mordisquean senos y pezones. Se sientan a la mesa a beber vino, a consumir langosta, mariscos y típicos platillos españoles como la tortilla de patatas. En sus películas, el espectador es testigo del horror de una matanza de cerdos, de las piezas de carne congelada de caninos en un refrigerador, de dos hombres matándose a jamonazos (literalmente) con las pesadas piernas de jamón serrano. De súbito resurge el eros, ahora en el cuerpo lubricado y fálico de una anguila que sacia de caricias parecidas a lengüetazos a una mujer sexualmente obsesionada, Mina (Valeria Marini). El pez ha sido manipulado por el amante ex-convicto Furio (Jorge Perugorría), y una vez extraído de la entrepierna de la enfebrecida Mina, éste semental se abre paso para penetrarla, e iniciar la faena violenta de la que se ha vuelto adicta, en Bámbola (1996). La acción de comer y la de follar son el sello recurrente de Bigas Luna, (así como sus personajes estereotipados), y en su conjunto forman parte de secuencias y escenas claves en muchas de sus películas. Hay dos fijaciones que el director catalán ha intentado plasmar en su obra fílmica y plástica. Una es el lugar o línea en que se juntan lo normal (racional) y lo anormal (irracional) y la otra es que no puede
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haber construcción, si no hay destrucción, y el ejemplo más común y natural es precisamente el de engullir los alimentos y el proceso natural de destrucción que esto conlleva. Bigas Luna siente un amor devotísimo por los insectos y por los animales, a los cuales es perfectamente capaz de apreciarlos desde distintas aristas: como encantadoras mascotas, como objetos lúdicos-eróticos y como deliciosos manjares, eso sí, él está en contra de la tauromaquia. Confiesa que solo detesta a dos insectos y esos son la oruga y la mosca, la cual, para él representa el mal. En Jamón, Jamón (1992), el cineasta le brinda un homenaje poético al toro, (a quien llama el rey de la península ibérica), cuando dos de los personajes, Tomás (Tomás Martín) y Raúl (Javier Bardem) visitan de noche un corral de toros. Raúl completamente desnudo sujeta un auténtico capote de brega y va “toreando” de forma ilícita y demencial, mientras Tomás pide y espera su turno, menea las caderas y es ligeramente azotado por su propio pene semierecto. En un primer plano, en la penumbra surge el perfil de macho erótico de un Bardem de una sexualidad bestial. Siguiente imagen, el cuerno del toro platinado por la luz de la luna se confunde con un falo. Los gemidos de Bardem tiemblan de terror disimulado ante una posible muerte súbita, y se exaltan de un placer anticipado si se logra burlar a la muerte y al tauro con un solo y audaz movimiento. La afamada trilogía ibérica, conformada precisamente por Jamón, Jamón (1992), Huevos de Oro (1993) y La Teta y la Luna (1994), es para Bigas Luna un retrato de la realidad de su país, en estas películas expresa todo lo que odia y todo lo que ama de España. Su más reciente trilogía es acerca del éxito, donde las protagonistas interpretan actrices que alcanzan el estrellato en el séptimo arte. Yo soy la Juani (2006), Di Di Hollywood (2010) y Segundo Origen (2012). Entre estas dos trilogías hay una interesante lista de películas en las que Bigas Luna ha mantenido su estilo de cine de autor. Debo admitir que tal vez no sea ni el más brillante ni el más galardo-
nado, pero si el que se ha atrevido a desarrollar un film a partir de un concepto y el que no ha temido mostrar las debilidades, anormalidades, excentricidades del comportamiento sexual y lo “avergonzable” y admirable de su propia cultura. También existe una ontología erótica en la obra cinematográfica de Bigas Luna, en la que nos ha mostrado que los deseos y los placeres de la carne son las motivaciones irracionales que llevan a sus personajes a actuar. Además evidencia tener la misma visión que los griegos del período clásico, en los que no hay prejuicios en las clases de deseos, ni de actos, ni de placeres. El director no da oportunidad a sus personajes de cuestionarse por la fuerza con que se están dejando llevar por esos placeres y esos deseos, y esa es precisamente la diferencia con los griegos, para quienes tener el control de esa fuerza era en lo que radicaba la ética sexual. A nivel consciente o inconsciente en varios de los desenlaces de sus films, Bigas Luna, nos presente las consecuencias trágicas de la lujuria, de la ambición y de la obsesión. Bigas Luna es como el Diógenes del cine, con las escenas de sexo explícito en sus películas se autocomplace no en la plaza pública, sino en la oscuridad y privacidad de la sala de cine al causar controversia y provocar en el espectador sentimientos perturbadores, quizá excitación, indignación o desasosiego. Vivian Sánchez (Mexicali, B.C, México, 1978), es escritora freelance de ficción, poesía y ensayo
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Fotografía: Fermin Ventura
ACTUALIDAD
Destino de inmigrante mexicano en la cuerda floja María Inés Zamudio
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fines de enero, un juez de Chicago negó la petición de un fiscal de inmigración que hubiese “cerrado administrativamente” el procedimiento de deportación en contra de Sebastián Pineda, un inmigrante mexicano cuyo caso había sido cubierto por la revista The Chicago Reporter desde agosto del 2012. La decisión ignoró los esfuerzos del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de ejecutar una orden del 2011 de su director, John Morton, que urgía al uso de “discreción fiscal” de modo que los procesos de deportación se enfocasen más en criminales peligrosos, y menos en individuos que hubieran cometido delitos menores. Según la directiva de Morton, los inmigrantes que tuviesen fuertes lazos familiares en este país y no tuviesen serios antecedentes penales, podrían ver su deportación revertida. Todavía en la última semana de enero, Pineda, de 31 años, padre de dos hijos ya nacidos en los Estados Unidos, se sentía esperanzado: antes inclusive de su última audiencia, el fiscal había accedido a pedir un “cierre administrativo” que hubiese suspendido el proceso de deportación. Pero el juez de casos de inmigración Craig M. Zerbe no era de la misma opinión. “Es de una decisión arbitraria, y no estoy de acuerdo de ella”, dijo el juez al rechazar la moción del fiscal. Tras la audiencia, Pineda y su familia se reunión con personal del Congresista Luis Gutiérrez en su oficina de Chicago. “Nuestro sistema de inmigración no debe de funcionar de esta manera, ni tampoco la discreción fiscal”, dijo Gutiérrez en una declaración por escrito sobre el caso Pineda. “Voy a examinar este caso para ver si hay algo que los abogados o ICE puedan hacer para impedir la deportación de un trabajador que mantiene a su familia y a sus hijos, que son ciudadanos de los Estados Unidos”. Para ICE, el caso representa el más reciente fleco en la aplicación de la política de discreción fiscal, que fue anunciada en junio del 2011. La medida fue recibida inicialmente con oposición de parte de los agentes de deportación de ICE, cuyo sindicato se opuso al entrenamiento. Los esfuerzos de la agencia de limpiar el rezago en los casos pendientes antes las cortes también se han visto complicados por los retrasos en las revisiones de antecedentes criminales.
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Al finalizar el 2012, 13 mil 407 casos de deportación, incluyendo 228 de Chicago, habían sido cerrados o suspendidos, según una base de datos de la Universidad de Syracuse que hace seguimiento de las decisiones de las cortes de inmigración. Gail Montenegro, portavoz de ICE, dijo que la mayoría de los jueces de inmigración han aceptado las recomendaciones que los fiscales de la agencia han presentado. Pero, agregó, los jueces toman la decisión final en cada caso. “ICE revisó cuidadosamente el caso de Sebastián Pineda y determinó que cumplía con los requerimientos de la discreción fiscal”, dijo Montenegro en una declaración por escrito. “Sin embargo, la corte de inmigración es parte del Departamento de Justicia y puede tomar una decisión independiente, pese a las recomendaciones de ICE”. Kathryn Mattingly, portavoz de la Oficina Ejecutiva para Revisión Migratoria, una agencia que forma parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y supervisa a las cortes y jueces de inmigración del país, se rehusó a responder la petición del Chicago Reporter de comentar al respecto. Daniel M. Kowalski, un abogado de inmi-
gración radicado en Austin, Texas, y que dirige el Bender’s Immigration Bulletin, un boletín de temas legales, dijo que los jueces de inmigración a veces desconfían de los cierres administrativos porque el caso se mantiene en su corte, lo cual afecta sus porcentajes de resolución de casos. “Los jueces están bajo mucha presión de resolver casos”, dijo. En la audiencia de fines de enero, la familia de Pineda se mantenía ansiosamente a la espera afuera de la corte. Cuando salió de la misma, Pineda parecía anonadado. “No me esperaba esto”, dijo. Su esposa se puso a su lado, mientras él describía lo que había ocurrido. “Vamos a pelear el caso hasta el último día”, dijo la mujer. “Dios nos ayudará. Esto no es por nosotros: es por nuestros hijos”.
Fotografía : Lucio Villa
María Inés Zamudio es periodista de investigación de la revista Chicago Reporter. La versión original de presente artículo se publicó originalmente en el 2012 y se actualizó a fines de enero del 2013, y se reproduce con permiso de la publicación Original en: http://bit.ly/Pineda_Deportation
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MÚSICA
El jarocho electrizante de este lado de la frontera Catalina María Johnson
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A los ocho años de edad, me sentó mi papá en la batería a tocar cumbias y rancheras”, cuenta entre risas Héctor ‘Hecdog’ Pérez, reconocido productor y compositor nominado al premio Grammy 2013. Pérez, quien nació en Los Ángeles, es hijo de inmigrantes oriundos de Tecolotlán, Jalisco, México. Por teléfono desde su estudio en San Francisco, ciudad donde reside hoy día, está contando la historia de sus inicios en la música cuando su padre y tío quienes tenían un conjunto musical pusieron al pequeño Héctor a tocar porque el baterista de la banda se había regresado a México. Pérez siguió por varios años tocando con el conjunto familiar los fines de semana en quinceañeras y bodas y, el resto del tiempo –dice--, escuchaba sobre todo el hip hop que era la música predilecta de jóvenes chicanos en esa época. Pero la música que le valió el reconocimiento de la nominación al premio Grammy fue el son jarocho. Curiosamente, es un año histórico para el son jarocho. Por primera vez en los cincuenta y cinco años de historia de los premios, fueron candidatos al galardón no una sino dos grabaciones dentro del género: “Sembrando Flores” del grupo veracruzano Los Cojolites (co-producida por Pérez) y “Electro-Jarocho” de Sistema Bomb (proyecto propio de Pérez), en las categorías de Mejor Álbum Regional Mexicano y Mejor Álbum Urbano/Rock/Contemporáneo respectivamente. Su camino hacia la producción de electrojarocho comenzó con otro género, el rocanrol. Greg Landau, su colega productor, le había pedido apoyo para producir lo que sería el último álbum de Maldita Vecindad en el 2011. En ese álbum, Maldita Vecindad había invitado al grupo jarocho Los Cojolites a colaborar en una canción. Comenta Pérez que fue bastante complicado y todo un desafío lograr que una banda de rock-reggae-ska mexicano uniera su sonido con el sonido limpio, orgánico y folklórico de los veracruzanos. Para Pérez lo único que tenía posibilidad de unir esos dos planetas musicales era la electrónica, y ahí nació lo que él llama: “la semilla y el inicio de una gran locura”. Pérez decidió seguir explorando ese camino y componer una nueva versión del tema jarocho clásico “El Cascabel”, aún antes de que existiera el proyecto de Sistema Bomb. Para esa canción invitó al vocalista y trompetista de
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Fotografías cortesía: Héctor ‘Hecdog’ Pérez
Ozomatli, Asrud Sierra a cantar, y en la pieza colaboraron también Los Cojolites. De ahí nació el recurso de crear parejas entre maestros de son jarocho tradicional y otros músicos latinos no tradicionales. A continuación, Pérez juntó al roquero Roco Pachukote de Maldita Vecindad con Licho Oseguera y al hip hopero español/boliviano Héctor Guerra con Patricio Hidalgo. Pero por muy moderno que sea el sonido, “el corazón de cada canción es el son jarocho”, dice Pérez. Pérez dio al proyecto el nombre de “Sistema Bomb”, ya que no se trataba realmente de una banda, sino el concepto de un colectivo. El nombre lo eligió para denominar a un sistema formado por personas; además, le gustaba que la palabra tuviese acepciones tecnológicas y electrónicas de sistema de sonido. En cuanto a lo de bomba, los temas le recordaban una imagen que había visto de un hombre tan frustrado con lo que lo rodeaba, que la cabeza se le volvía bomba a punto de explotar. Esto concordaba con la visión musical de ElectroJarocho ya que las letras de las canciones, dice Pérez, “tratan de gente que observa lo que les rodea, y usan la canción para expresar su frustración de una manera productiva”. En nuestra entrevista, Pérez concedió que ganar el Grammy será difícil pero le entusiasma que la nominación le haya dado mayor visibilidad a sus nuevas versiones del son jarocho creadas para llevarlo a un público más joven. Pérez ya está grabando nuevos temas, y solicitando a través de las redes sociales que se vote sobre qué canción del repertorio tradicional del jarocho se podría mezclar en una nueva versión. Así nació casi inmediatamente una versión preliminar de “La Gallina” que ya compartió con los fans, y que servirá de patrón para la grabación definitiva. Esta metodología le encanta a Pérez, quien afirma con pasión: “en cierto sentido, todos somos Sistema Bomb, a todos nos toca participar y todos podemos celebrar, desde nuestra perspectiva, lo que es el son jarocho”. Catalina María Johnson, integrante del consejo editorial de contratiempo, es periodista y locutora/ productora de programas para estaciones de radio pública. Para mayor información sobre la música mencionada, visitar catalinamariajohnson.com
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TEATRO
Pedro Páramo en el Goodman Theatre Tanya Victoria
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i conversación con Henry Godínez, artista residente asociado al Goodman Theatre y curador del Festival de Teatro Latino, en torno a la presentación de Pedro Páramo, obra basada en la novela de Juan Rulfo, producida por Teatro Buendía de Cuba y comisionada por MCA, sucedió el mismo día de la toma de posesión del presidente Barack Obama. La emoción de vivir el cambio nos llevo disfrutar mucho más la plática del performance. ¿Cómo se aplica Pedro Páramo a los temas actuales de la sociedad? La madre de Juan Preciado es quien representa a los migrantes; pide a su hijo regresar a su pueblo y buscar a su padre. Dentro de los ecos y murmullos, la narrativa refleja los retos que las sociedades tenemos y enfrentamos, ilusiones y esperanzas frustradas, los personajes se sienten defraudados. La obsesión de poder ha llevado a los poderosos a matar a un pueblo, tal como Pedro páramo hizo con Comala. Cuando Flora Lautén, como directora, y Raquel Carrió, como dramaturga de Teatro Buendía vinieron al Festival de Teatro en Chicago, decidimos trabajar juntos. Visitamos el Museo Nacional de Arte Mexicano en Pilsen. Al entrar Flora nos dijo: éste es el proyecto que tenemos que hacer. Todos los que vivimos aquí tenemos una conexión con la narrativa de Juan Rulfo; en mi caso, nací en Cuba, vivo en Chicago, ahora regreso a trabajar con Cuba. Nuestro performance ha pasado por tres etapas: en mayo del año pasado, un taller de Northwestern con estudiantes y actores profesionales participaron en la presentación. Para la segunda etapa, en diciembre, viajamos a La Habana, donde pasamos tres semanas ensayando en el espacio de Teatro Buendía. Para la tercera etapa, a principios de marzo el elenco, de Cuba llega a Chicago. Este ha sido un proceso largo; para mí ha sido especial unir teatristas latinos en Chicago y teatristas cubanos, para concretar el sueño onírico de la obra de Juan Rulfo. Siendo una narrativa tan intensa, hasta asfixiante, ¿cómo es la escenografía? Utilizamos la tela que usan en Cuba para proteger el tabaco; la tela infinita es el viento, el agua, tenemos mucha música; la compañía Sones de México se ha encargado de preparar música de la Revolución Mexicana, música folklórica, y música cubana. ¡Es una belleza! El sello de Teatro Buendía es un espacio íntimo con imágenes poéticas.
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ver imágenes delirantes, la fuerza del gesto, la emoción que conmueve al grupo de Teatro Buendía. El odio y resentimiento, represión y la comedia salvaje— el espacio que crean Flora Lautén y Raquel Carrió en el escenario nos permite una catarsis, revivimos todos los fallos y la belleza del ser humano. Vivimos un momento importante para que los latinos en Estados Unidos ocupen ya su espacio en el dialogo cultural mundial. Flora y Raquel, maestras de teatro experimental contemporáneo son herederas de una rica tradición: eligen desarrollar las obras clásicas aprovechando métodos y prácticas sorprendentes y radicales. Con este performance en Chicago experimentaremos una historia eterna.
Es muy importante que la comunidad latina se vea reflejada en los niveles más altos. Contratiempo, como otros medios de comunicación, hacen una labor de suma importancia para que la gente se aproxime al teatro. Algunos eventos son gratuitos, los teatros están cerca del transporte público, hay descuentos para estudiantes. Obras como Pedro Páramo no pueden ser gratuitas, están al alcance de las posibilidades. Me gustaría ver más público latino. Le preguntamos a Yolanda Cesta Cursach, directora asociada de performance, cómo surge la idea de llevar la novela de Rulfo a escena. La idea de llevar la novela a escena nace con preguntas que se hacen mis contemporáneos: ¿Qué heredamos? ¿Cómo politizamos nuestras vidas? ¿Qué luchas se libraron antes de que naciéramos? ¿Puede una mirada crítica al pasado transformar el futuro? Así inicie el recorrido de literatura que ha fomentado Rulfo, su desarrollo ha enriquecido indiscutiblemente el imaginario conceptual y sensible de múltiples generaciones. Lo impactante llega en 2010, al
Henry Godínez Cortesía: Goodman Theatre
Usted habla del ejercicio constante y abierto que se elabora con practicantes en múltiples artes — espectadores, protagonistas, colaboradores. Flora y Raquel también trabajan de forma colaborativa. Flora y Raquel cuentan historias con un estilo que ha sido — en Cuba y mundialmente — elogiado por romper los límites del teatro convencional. Me interesa profundamente recuperar en Chicago la vitalidad de teatro en español, y que Chicago sea un núcleo de ese teatro. Que Flora y Raquel y su grupo en Cuba trabajen con actores y músicos residentes en Chicago es completamente intencional porque el realismo mágico transita en los bordes de lo real, la ficción y la metafísica, y a través de él se puede crear un encuentro entre nuestros dos países, como forma de revivir el pasado y modificar el futuro, el cruce entre la historia de ambos países y—muy importante—la historia privada de nosotros los latinos llevamos. La unión de artistas es un logro de todos. Empezando con la voluntad y esfuerzo de Flora y Raquel en Cuba, con el entusiasmo de Henry y Diane Claussen en Northwestern, y de mis colegas en MCA y Goodman. Funcionamos como un organismo, superando las barreras del lenguaje y los líos políticos, para apoyar un teatro visual y físico, y crear un arte accesible, desafiante y políticamente incisivo. Pedro Paramo se presenta del 23 al 31 de marzo en el Goodman Theatre, 170 N Dearborn Street Chicago, IL 60601. La obra está dirigida por Flora Lautén y Henry Godínez, adaptada por Raquel Carrió y musicalizada por Víctor Pichardo y Sones de México. Tanya Victoria, mexicana, reside en el área de Chicago
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CONTRAFOTO / SINCRONÍAS
CONTRAFOTO
Rafael Franco
CHema Skandal!
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- www.chemaskandal.com
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PHOTO SYNTHESIS
Arte e imaginación de Tim Arroyo Esmeralda Morales-Guerrero
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l pasado 8 de febrero Prospectus Gallery, en Pilsen, abrió sus puertas para inaugurar oficialmente la exhibición Photo Synthesis, donde se presenta el arte de Tim Arroyo. Esta muestra reúne aproximadamente 30 obras en las que se combina la fotografía, la edición digital y la textura para ofrecer imágenes con una lógica que reconoce principalmente al inconsciente. Debo confesar que fui a la muestra sólo sabiendo el nombre del artista y que se trataba de fotografía. Además de que me acompañaba la idea de que siendo en Pilsen quizá vería los mismos temas recurrentes: un montón de fotos de iglesias, indígenas, banderas, fridas, diegos, revolucionarios y vírgenes de Guadalupe. Para mi regocijo me encontré sumergida en una serie de imágenes orgánicas que son concebidas a partir de la unión de sus simetrías, o de cuerpos con diferentes proporciones que caminan al borde de lo extraño y lo sensual, y de bosques mágicos que contienen puertas que van al siguiente sueño. En la serie de flores caleidoscópicas se puede
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percibir claramente la experiencia que Tim tiene de manipular y rehacer formas a partir de una fotografía para crear líneas, simetrías y texturas únicas con un resultado fascinante en el que el reino de la flora y la fauna se tocan en algún punto. Los retratos tienen un efecto que remite al tipo de deconstrucción usada por Picasso, donde la tercera dimensión de las caras es puesta en un solo plano y podemos ver el frente y perfil en el mismo ángulo. Tim juega con este concepto partiendo de fotografías perfectamente bien tomadas y ejecutadas de tal manera que pareciera que son esculturas de porcelana. Tim me contó cómo las fotografías de los árboles con puertas fueron inspiradas a partir de sueños en los que encontraba caminos que se conectaban o modificaban en el transcurso de los mismos. Hay un halo de magia y misticismo en estas composiciones de bosquesárboles-puertas que provocan una sensación de querer averiguar que pasa detrás de ellas, y a dónde llevan. La combinación de técnicas bien ejecutadas en todas y cada una de estas obras reflejan el
profesionalismo y experiencia del artista y su compromiso con la calidad en su trabajo. En su biografía Tim afirma que su arte no tiene un estilo específico lo que le da la libertad de crear y experimentar con fotografía convencional y digital para interpretar e ilustrar visiones, emociones y sueños.
Tim Arroyo nació en Chicago; es diseñador gráfico, fotógrafo, artista, y miembro activo de la comunidad de Pilsen donde vive con su esposa y sus dos hijas. Es también profesor de imagen digital, ilustración y medios de impresión en el Harrington College of Design. Para saber más sobre Tim Arroyo, visitar su página Web: timarroyo.com. Photo Synthesis se exhibirá hasta el 29 de marzo en Prospectus Art Gallery, 120 W. 18th St., Chicago IL 60608 Esmeralda Morales-Guerrero, es diseñadora gráfica y miembro del consejo editorial de contratiempo
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Fotografías: Tim Arroyo
DOSSIER
HOMICIDIOS EN ESTADOS UNIDOS
La otra cara de la narcoviolencia Alejandro Escalona
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adiya Pendelton, de 15 años de edad, fue enterrada el 8 de febrero tras una misa de cuerpo presente a la que acudió la Primera Dama Michelle Obama y dignatarios de Chicago. Hadiya, estudiante modelo de preparatoria, fue asesinada en un tiroteo cerca de su escuela. La joven se convirtió en el trágico rostro de la violencia que azota Chicago, ciudad que se ha convertido en la capital del homicidio en Estados Unidos en medio del debate nacional sobre el derecho a portar armas y cómo detener la violencia. Dos pandilleros pertenecientes a los Gangsters Disciples fueron acusados de homicidio en el caso de Hadiya. El 80 por ciento de los homicidios en Chicago están relacionados con pandillas y drogas. En 2012, se registraron 506 homicidios en Chicago. Para mediados de enero de 2013, ya se habían registrado 26 homicidios de los cuales 22 habían sido con arma de fuego. El alcalde Rahm Emmanuel ha propuesto adoptar leyes más estrictas para controlar la posesión de armas. El debate se ha centrado en restringir el acceso a las armas, sobre todo de asalto, sin violar el derecho constitucional a portarlas. Sin embargo, poco se habla —en la ciudad y a nivel nacional— sobre la conexión entre violencia, drogas, pandillas, armas y los cárteles mexicanos: la otra cara de la narco violencia que ha cobrado miles de víctimas, desaparecidos y desplazados en México. En marzo de 2012, la niña de 5 años, Aliyah Shell, fue asesinada mientras jugaba con su familia frente a su casa en el barrio mexicano de La Villita. El gatillero, un joven de 15 años perteneciente a la pandilla de los Latin King, disparó contra el grupo con el objetivo de balear a un miembro de la pandilla rival de los Two Six. El asesinato de la pequeña Aliyah conmocionó a la ciudad como el de la joven Hadiya. Según fuentes de la Policía de Chicago, el asesino de Aliyah disparó un revolver calibre. 45 obtenido ilegalmente. El número de pandilleros en Chicago alcanza los 150,000 miembros pertenecientes a unas 70 pandillas que se dividen en 600 facciones. A nivel nacional, según el FBI, operan 33,000 pandillas con 1.4 millones miembros. Según las autoridades, muchos de estos grupos criminales operan de manera sofisticada. Usan la violencia para controlar los barrios con el fin de extender sus actividades criminales que incluyen tráfico de drogas y armas, fraude, extorsión, robo y prostitución. En su reporte anual “National Drug Threat 2010” (Amenaza Nacional del Narcotráfico), el Departamento de Justicia indica que la
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participación de las pandillas en el narcotráfico doméstico es cada vez más compleja. Desde 2001, según el reporte, muchas de las pandillas se han convertido en organizaciones criminales involucradas en la distribución a grande escala de narcóticos. Royden Ross, agente especial del FBI destacado en Chicago, confirmó que “las pandillas están involucradas en la venta de narcóticos y compran la droga a los cárteles mexicanos”. De acuerdo con Jack Riley, agente especial de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA) a cargo del Medio Oeste, la zona metropolitana de Chicago es el centro de distribución de narcóticos en la región central del país. Pandillas como los Latin Kings y los Santan Disciples se dedican a la distribución de droga. Los cárteles de Sinaloa, los Zetas, Juárez y Tijuana son los principales abastecedores de narcóticos en la región de los Grandes Lagos. Los narcos mexicanos se establecen por lo general en barrios donde viven inmigrantes latinos, lo que les permite almacenar droga, dinero en efectivo y armas pretendiendo llevar una vida normal. Operan en células bien organizadas y, en estados como Arizona, Texas y California, se ven involucrados en casos de secuestro y extorsión. Por lo general, replican las estructuras y la forma de operar de sus contrapartes en México. Y si bien no se ha registrado la violencia extrema que ocurre en México, sí ha habido casos en los que miembros de cárteles entran en conflicto con clientes, distribuidores u operarios desatando el tipo de violencia relacionada con el narco que a diario se observa en ciudades mexicanas. Las pandillas luchan por control de territorio para vender drogas al menudeo. El pasado 8 de
Entre Brighton Park y La Villita Foto: Señor Codo
febrero, un juez federal condenó a Vicente García, ex líder de los Latin Kings, a 40 años de prisión en Chicago. El caso arroja luz sobre cómo operan las pandillas, su involucramiento en la venta de narcóticos y la violencia que desatan. García tenía a su mando a unos 10,000 “soldados” y ordenó la muerte de un rival y decenas de tiroteos. También estaba a cargo de la venta de drogas en el barrio de La Villita. Los Latin Kings estuvieron involucrados en la mayoría de los 247 homicidios registrados en La Villita entre 2000 y 2007. En 2012, doce ciudades estadounidenses sumaron unos 3,200 homicidios; casi un cuarto de todos los asesinatos. Entre las urbes más violentas se cuentan, además de Chicago que encabeza la lista, Nueva York, Filadelfia, Los Ángeles, Detroit, Nueva Orleans, Oakland, Memphis, San Luis, Baltimore y Birmingham. Asimismo, la mayoría de las víctimas tenían un récord criminal. En Chicago, el año pasado, el 83% de los asesinados tenían antecedentes penales. A nivel nacional, casi el 80% de los homicidios estuvo relacionado con drogas y pandillas. Según David Kennedy, quien dirige el Centro para la Prevención y el Control del Crimen: “La mayoría de las víctimas de homicidio tenían récords criminales extensos. Esto es simplemente una realidad en el mundo criminal”. Los asesinatos masivos como el que ocurrió en la escuela Sandy Hook en Connecticut, donde murieron 20 niños y seis educadores —por terrible que éstos sean— en realidad son una anomalía. De hecho, desde el 14 de diciembre, cuando ocurrió la masacre en la primaria Sandy Hook, al pasado 9 de febrero, se registraron 1,686 homicidios con arma de fuego en el país. En base a las tendencias de años anteriores, se puede anticipar que la mayoría de esos homicidios estén relacionados con pandillas, armas y narcotráfico; sin olvidar el extenso brazo de los cárteles mexicanos de la droga. El debate nacional sobre la violencia se ha centrado en el acceso a las armas ignorando la realidad del crimen en las grandes urbes: drogas, armas, pandillas y narcos. Alejandro Escalona, periodista mexicano, reside en el área de Chicago
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DOSSIER
Obama y el control de armas Jorge Frisancho
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n el año 2010, la Campaña Brady para la Prevención de la Violencia con Armas de Fuego le dio al presidente Barack Obama una nota reprobatoria (“F” de fail). Es que Obama nunca hizo suyo el problema: ni como activista, ni como legislador estatal, ni como candidato ni como mandatario desde la Casa Blanca tomó jamás una posición clara en el asunto; incluso lo evitó en The Audacity of Hope, su declaración de principios políticos. Ahí, la única mención al control de armas es un breve pasaje en el que Obama da excusas por haberse ausentado de la legislatura estatal de Illinois (estaba de vacaciones en Hawai) cuando se discutía y votaba una ley de reforma, que fue derrotada. Es que el tema no le ha dado réditos políticos a nadie por varias décadas ya. La mera mención de las armas de fuego puede tener un costo negativo para un candidato Demócrata; el propio Obama lo descubrió en 2008, cuando, en medio de su primera campaña presidencial, explicó que los frustrados estadounidenses de áreas rurales “se aferran a sus armas y su religión”, sólo para verse obligado a pedir disculpas en repetidas ocasiones por tales “comentarios ofensivos”. Además, la agenda presidencial de corto y largo plazo ya venía bastante sobrecargada. En su primer mandato, Obama concentró sus esfuerzos reformistas en un tema electivo (la expansión de la cobertura de salud, con Obamacare) y otro más bien forzado por las circunstancias (la reforma financiera, con la Ley Dodd-Frank). Ambas leyes costaron largas y difíciles batallas con sus opositores en el Congreso, y en muchos sentidos debilitaron políticamente al presidente, ganándole la cerrada oposición de los Republicanos y también, debido a las concesiones necesarias en el proceso de convertir sus propuestas en ley, la decepción de muchos en el flanco izquierdo y progresista de su propia coalición. Los temas legislativos más obvios para su segundo mandato, tales como la reforma migratoria y la protección del medio ambiente, no pintan mucho más fáciles de navegar. Si se suma a ellos las difíciles negociaciones presupuestales que se avecinan, donde aún hay mucho pan por rebanar, añadir el control de armas no ha de haber aparecido como una buena jugada en el ajedrez político nacional. Y sin embargo, aquí estamos. A apenas un mes de iniciado oficialmente su segundo periodo, Barack Obama ha tomado este particular toro por las afiladas astas y se ha lanzado con bombos y platillos a una sorpresiva campaña
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sobre el control de las armas de fuego. ¿Qué cambió? La respuesta más inmediata, y más superficial, es que la masacre ocurrida en Newtown, Connecticut, el 14 de diciembre pasado alteró radicalmente el escenario. Ahí, en la escuela primaria Sandy Hook, un individuo con severos problemas mentales asesinó a 20 niños y seis de sus maestras utilizando un rifle de tipo militar cuya tenencia en manos civiles es enteramente legal en la actualidad. Más allá de la que parece ser su obvia sinceridad al promover hoy una reforma más que necesaria, sin duda Obama vio en esta situación la posibilidad, por un lado, de prolongar su momentum político y, por el otro, de darle a su segunda presidencia un carácter verdaderamente transformador. Si su primer gobierno estuvo definido por un tono conciliador y acomodaticio con respecto a los Republicanos y al Congreso, este segundo término empieza con una persistente agresividad. Revitalizado por el respaldo que obtuvo en noviembre, el presidente parece desafiar a los desconcertados Republicanos a que articulen, desde posiciones políticas que el electorado rechazó rotundamente, una oposición eficaz. Mayormente (por ahora), no pueden hacerlo. La iniciativa de Obama con respecto al control de armas encaja bastante bien en este modelo. Muchos de los cambios planteados por el presidente se habrán de manejar mediante decretos legislativos, sin pasar por el Congreso. De esta manera, la confrontación se está dando estrictamente en la esfera pública, como una cuestión de discurso, y su puesta en práctica no requerirá de debilitantes negociaciones y cabildeos. Quienes se oponen a esos cambios
Barack Obama Cortesía: transplanted mountaineer
deben hacerlo con argumentos, no con las tácticas parlamentarias que son su terreno natural. Las propuestas, por lo demás, son bastante comedidas. No hay en ellas nada radical y no es fácil oponérseles de forma razonable. Muchos de los 23 decretos legislativos lanzados por la Casa Blanca lidian con tibios asuntos de administración y gobierno (e.g., reforzar la coordinación entre agencias federales para el cumplimiento de normas ya existentes o proveer de entrenamiento a los agentes especializados) o de salud (e.g., mejoras a la atención psiquiátrica en el contexto de Obamacare). E incluso las medidas más “controversiales”, que sí requieren debate y aprobación en las dos cámaras, no hacen más que recapitular legislación que ya ha existido a nivel federal. Por ejemplo, la prohibición del uso civil de armas semiautomáticas de tipo militar, la limitación de las cacerinas disponibles al público a 10 balas, o la prohibición de municiones capaces de perforar los chalecos protectores usados por la policía: todas estas fueron leyes en los Estados Unidos entre 1994 y 2004, cuando otro Congreso dominado por los Republicanos las dejó expirar. El Congreso actual, donde la oposición domina pero está en retroceso, no podrá cerrarles el paso con la misma facilidad. Así, Obama ha encontrado al inicio de su segundo mandato un tema que le permite mantener activa su coalición de campaña y convertirla, quizá, en una coalición de gobierno, al tiempo que acorrala a sus opositores en una posición defensiva e intransigente sobre un tema de tremendo impacto emocional. Y también ha encontrado una manera de mover la legislación federal en la dirección de la cordura, algo que, dados los tiempos que corren, podría ser parte importante de su legado histórico. En ambos sentidos, el político y el histórico, tiene todas las de ganar. Jorge Frisancho, poeta peruano, es integrante del consejo editorial de contratiempo
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EE.UU., simulación y crimen Javier Sicilia
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o asombra que la masacre sucedida en Newtown, Connecticut –7 adultos, 20 niños—haya consternado al mundo y obligado a la reserva moral de los Estados Unidos a exigir un límite al comercio de armas. Lo desagradable es que esa reserva moral la haya permitido, a pesar de las dolorosas y terribles evidencias que la anunciaban. Hace poco, en agosto de 2012, El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) entró, al lado de varias organizaciones estadounidenses, al territorio de la Unión Americana. Durante el mes de su recorrido por la frontera con México y la costa Este, no dejó de recordar al gobierno estadounidense y a sus ciudadanos, una verdad profunda y evidente: primero, que el comercio de sus armas, en la absurda guerra contra las drogas, no sólo ha costado la vida de miles de personas en México, sino la vida de sus propios ciudadanos en las constantes masacres que se suscitan en su territorio; segundo, que era tiempo ya, y por lo mismo, de controlar las armas de exterminio. No sólo la prensa nacional de los Estados Unidos hizo el vacío al MPJD, sino que los propios partidos políticos y la misma ciudadanía estadounidense, que ciega había entrado en el entusiasmo electoral, decidieron eludir el asunto –uno de los cuatro temas que la Caravana llevaba en su agenda contra la guerra de las drogas−. Se trataba, en ese momento para ellos, de ganar las elecciones, y ganarlas significa hoy, en los Estados Unidos, guardar silencio ante los capitales del comercio legal –las armas y los bancos—que financian a los partidos con gran parte del dinero que obtienen del crimen. Los muertos de México no significaban ni significan nada –son los muertos del traspatio; los muertos que no cuentan; los muertos reducidos animalidad que maximiza, como en un rastro, las ganancias de los armeros, de los bancos y de los partidos–; las masacres de Tucson (8 de enero de 2011), de Denver (22 de julio de 2012), de Wisconsin (5 de agosto de 2012), habían sido borradas del imaginario social a fuerza de propaganda electoral y reducidas al olvido de las cifras. Mientras tanto, bajo el peso de ese silencio y de la mascarada electoral, las armas continuaban y continúan vendiéndose como dulces – más de 300 millones se han vendido en los EU– y al territorio mexicano entran, a través del mercado negro, un promedio de 2000 armas diarias, los muertos en México acumulándose y
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la masacre de Connecticut macerándose. Al final, como era de esperarse, la masacre estalló. La respuesta de Obama, ante el reclamó que hace mucho esperábamos de la reserva moral de la ciudadanía estadounidense, ha sido, por desgracia, la misma que le hemos escuchado y visto: el llanto y la ambigüedad –la misma que expresó a principios de 2011 frente a la matanza de Tucson–: Hay “que tomar medidas significativas para prevenir futuras tragedias”. Nunca definirá cuáles deben ser estas medidas y, en consecuencia, nunca las asumirá. Obama, un hombre que vive de la buena retórica, pero que en los hechos está arrodillado ante los capitales del crimen, apostará, con la complicidad de los medios, al olvido. No enfrentará a la Asociación Nacional del Rifle, cuyos capitales y la minoría de sus 4.5 millones de asociados, le han puesto a él y a México un Bushmaster AR 15 en la sien, la misma arma con la que Adam Lanza asesinó a los niños de Newtown. La respuesta de la Asociación Nacional del Rifle, que acompaña a la de Obama, es la de la estupidez obstinada: “Hay que discutir la posesión de armas de asalto”. Con las armas, es una evidencia absoluta desde la Ilíada, no hay nada que discutir. Su contundencia asesina es el rostro del autoritarismo frente al cual la única respuesta posible de una verdadera democracia es la limitación y el control. Ni Obama ni los demócratas, mucho menos la Asociación Nacional del Rifle y los conservadores, lo harán. Los únicos que podrían hacerlo es esa mayoría –el 54% de los estadounidenses– despertó tarde de su silenciosa complicidad con el crimen. Es ella la que, en el sentido verdadero de la democracia –el poder de la gente− y mediante el boicot, podría, como no dejó de decirlo el MPJD durante su Caravana por EU, obligar al gobierno estadounidense a tomar ese camino. El peligro es que esa misma sociedad, como lo hizo hasta ahora, abdique de su vocación democrática ante las promesas simuladas del Estado. Wilson Carey McWilliams lo dijo con profunda lucidez: “Cuando las instituciones fracasan, la suerte de la comunidad política depende de los hombres, y los hombres son débiles redes prontas a acomodarse a la injusticia, incluso a cometerla”. Esas débiles redes, sin embargo, pueden, si son capaces de mantener su dignidad moral unida, convertirse, como lo mostró Gandhi, en el motor de un profundo
cambio en las instituciones políticas. De cara al rostro de los niños destrozados de Connecticut, la indignación de la sociedad estadounidense, que decidió por fin romper la complicidad de su silencio, ¿será esta vez capaz de devolverle a su país lo que la simulación de sus políticos no ha sabido defender: la vida de los otros? Esta pregunta es, al menos, una hermosa esperanza. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la APPO, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, cambiar la estrategia de seguridad, resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón y promulgar la Ley de Víctimas. Javier Sicilia, poeta y activista mexicano, fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
Welcome to Connecticut Imagen cortesía: DonkeyHotey
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NEWTOWN
Los signos de falta de paz en EE.UU. Mauricio Meschoulam
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ace ya algunos años corrí el maratón de Chicago. Mi fascinación por esa ciudad fue tal, que tuve que regresar a correrlo un par de veces más. Para un habitante de un país como México, siempre es impactante verse rodeado de aquello que siempre fue una arquitectura de vanguardia y de semejante vitalidad comercial y económica. Las calles tapizadas de tiendas y restaurantes repletos, hoteles abarrotados, museos espectaculares, todos llenos, un desarrollo científico y tecnológico digno de envidiarse. En fin, veía yo una sociedad próspera en la que incluso la dueña de un pequeño puesto de palomitas con colas de horas, se podía enriquecer con un buen producto y mucho trabajo. Quizás al menos eran los signos del último siglo, el siglo estadounidense: Una nación envidiable, la más poderosa del planeta, poder que es reflejado no sólo en su ejército, el más grande y fuerte de todo el orbe o en su economía, la mayor del mundo, sino también en las mejores escuelas y universidades, los hospitales más avanzados, las empresas más desarrolladas. Poder que se traduce sobre todo, en la capacidad de producir modelos sociales y culturales que para bien o para mal, son imitados y replicados en casi todos los demás países del planeta. Detrás de esas circunstancias, sin embargo, el imperio va dando cada vez más señales de preocupación. La pobreza y la desigualdad, por ejemplo, se mantienen en aumento. La gravísima problemática de sus finanzas públicas, marcadas por el déficit y una insostenible deuda, limita la capacidad de maniobra del gobierno tanto en lo interno como en lo externo. El desempleo muestra pocas muestras de estar cediendo de manera contundente; marcadamente la desocupación juvenil obscurece los sueños de una muy importante parte de la juventud que mira con escepticismo su futuro y sus aspiraciones. Pero por encima de todo, Estados Unidos está lejos de ser una sociedad pacífica, y eso tiene repercusiones en todos los niveles. De acuerdo con el Índice Global de Paz, instrumento que mide una combinación de componentes relacionados con este concepto, los Estados Unidos son la nación número 88 de un total de 158 naciones medidas en materia de paz. Países como Ecuador, Bolivia, Brasil, o incluso Sierra Leona y Burkina Fasso, dos de las naciones más pobres del mundo, están mejor ubicados en ese índice que EE.UU. (México, por cierto, lamentablemente sigue escalando posiciones y hoy somos ya el país 135 de los 158 que componen el índice). Esto no se debe exclusivamente al comportamiento de Wash-
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ington en lo internacional, o al número de armas que año con año adquiere, sino a las circunstancias que atraviesa una gran cantidad de su población debido al nivel de violencia que prevalece en muchas de sus ciudades como son Nueva Orleans, Detroit, St. Louis, o Baltimore. Esta falta de paz que caracteriza a aquél que, al menos en nuestro imaginario, sería el país más avanzado del mundo, se debe también a incidentes como aquellos en los que un joven puede de pronto entrar en un cine o en una escuela y asesinar a seres humanos cuyo único pecado era encontrarse en ese sitio trabajando, estudiando, enseñando, o divirtiéndose con sus familias. Entender la paz como un concepto integral, supone asumir la realidad en su verdadera complejidad, con sus múltiples factores y dimensiones entretejidas, ubicando los elementos que la componen, los que la constituyen y la edifican, y detectar en dónde se encuentran los eslabones que están rompiendo la cadena social. Ello implica avanzar en la profundidad con la que se discute el control de armas y la legalidad al respecto. La paz se define desde su perspectiva negativa como la ausencia de violencia, pero desde su ángulo positivo como la armonía, cohesión, colaboración e integración de los factores que componen una colectividad. Hay que penetrar, por tanto, mucho más al respecto de qué lo que está ocurriendo con la sociedad estadounidense. Es decir, si se piensa que el tema de las armas es un problema meramente jurídico, entonces bastaría con aplicar algunas medidas en ese sentido para erradicar la posibilidad de que ocurran masacres como las de Newtown. Es más, hoy, existe una opinión pública favorable al respecto. Las encuestas conducidas en el mes de diciembre revelaron que 57% de estadounidenses considera que el control de armas es actualmente insuficiente en el país. Por otra parte, si esta fuera una cuestión exclusivamente de locura mental, o de un elevado grado de exposición a ciertos videojuegos o películas, entonces sería suficiente con dirigir determinadas políticas hacia esa problemática y asunto resuelto. Desafortunadamente, sin embargo, la cuestión es bastante más compleja que eso. El pro-
blema no es una película o un videojuego, sino la sociedad que los produce y los consume. Por consiguiente, las leyes o la situación de la salud mental en ese país, son sin duda importantes y forman parte de todo el sistema, pero hay más elementos que deben ser dirigidos, investigados y atendidos en el mediano y el largo plazo. Hay que llorar, en efecto, a los muertos de Newtown, a los de Denver, o a los de Columbine y tantos lugares más. También hay que empujar los cambios legales que favorezcan un mayor control de armas, o las políticas que puedan favorecer un entorno de mayor sanidad mental en el país. Pero al margen de todo aquello, los académicos, investigadores y diseñadores de políticas públicas, necesitan dedicar el suficiente esfuerzo -que no es poco- a comprender qué es lo que está sucediendo en Estados Unidos, no hoy, sino desde hace décadas, con los eslabones que cohesionan la sociedad, los factores que destruyen los vínculos armónicos y la posibilidad de ser no el país más avanzado o rico, sino una colectividad verdaderamente integrada y pacífica. Esa, no la de las armas, es la discusión real. Mauricio Meschoulam, catedrático y articulista mexicano. Internacionalista y profesor del departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana en México. Maestro en Estudios Humanísticos con especialización en historia. Candidato a Doctor en Políticas Públicas y Administración con especialización en Terrorismo, Mediación y Paz. Seguirlo por Twitter: @maurimm
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Bala de plata Foto: Ed Schipul
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La paz necesaria Regina Santiago Núñez Las víctimas de una guerra son las víctimas de todas las guerras. Para ellas, para todos, no habrá justicia sin paz
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ara quienes lo vieron ese miércoles 13 de febrero, será imposible olvidar el rostro de los padres de la niña Hadlya Pendleton durante el discurso del Estado de la Unión pronunciado por el Presidente Obama. Durante cuatro minutos, Obama sacudió la conciencia de quienes lo escuchábamos cuando se refirió a las víctimas de un uso de las armas que está cada vez más fuera de control. Pero es necesario asumir que no habrá verdadera justicia para Hadlya ni para ninguna de las víctimas de la violencia si no hay una transformación profunda que toque el alma de la sociedad. Es necesario asumir el compromiso de colocar la construcción de paz como tema de reflexión en todos los espacios, considerando que la paz va más allá de la ausencia de violencia; va más allá de las leyes sobre armas y tiene que ir más allá del debate político. La construcción de paz es una tarea que debe involucrar a los ciudadanos, no de uno sino de todos los países.
su nueva política de seguridad no sólo se basa en la persecución y el castigo, sino que pone especial énfasis en la prevención del delito La paz debe ser un anhelo ciudadano El 12 de febrero de 2012, cuando comenzaban las campañas de los candidatos se publicó un documento en el periódico El Universal, de México. El texto resumía en 10 puntos las reflexiones de un colectivo de académicos que se identificó como México con Paz. En el sumario de la nota publicada en el Observatorio de Medios OMCIM, vinculado con la Universidad Iberoamericana se anotaba:
La violencia de Chicago; la violencia en México y el mundo.
• México con Paz es un proyecto cuyo objetivo es colocar la construcción de paz como tema de reflexión en todos los espacios. • México con Paz es un llamado a incorporar la construcción de paz a nuestra vida pública y a nuestra vida cotidiana, no sólo como concepto, sino también como actitud ante la vida • México con Paz es una invitación a que se sumen los candidatos, los políticos en funciones, los periodistas, los académicos, los ciudadanos todos a un esfuerzo común. Pongamos pensamiento y acción en una causa que nos una.
Pensar en Hadlya Pendleton es pensar en esa niña de 15 años quien apenas una semana antes asistió a la toma de posesión del presidente Obama. Hadlya murió en una calle de Chicago cuando se refugiaba de la lluvia junto con otros jóvenes. La policía informó que su muerte se debió a la guerra entre pandillas que ha incrementado la violencia en las calles de la ciudad. Según datos del Departamento de Policía la cifra de homicidios rebasó los 500, por primera vez desde 2008. El 14 de febrero, la Comisión de Crimen de Chicago (CCC) y la Administración Federal Antidrogas (DEA) designaron a Joaquín el Chapo Guzmán el enemigo público número uno de la ciudad de Chicago. Justificaron la designación con el argumento de que Chicago es uno de los mayores destinos de heroína, cocaína, mariguana y otras drogas contrabandeadas por el cártel de Sinaloa. Al día siguiente, el Presidente de Colombia reconoció que las actividades del cártel de Sinaloa en su país son muy importantes y generan preocupación. El gobierno mexicano reiteró que persigue al cártel de Sinaloa con la misma fuerza que a otros cárteles, pero subrayó que
Las palabras del Presidente de Estados Unidos en su discurso del 13 de febrero me remitieron de inmediato a las propuestas de México con Paz; hacia la necesaria reflexión de que la paz no es únicamente ausencia de violencia, sino un fenómeno complejo que tiene que ver fundamentalmente con la esencia de la democracia. Como dice Mauricio Meschoulam –uno de los académicos que participan en el proyecto México con Paz- la construcción de paz tiene que ver con políticas públicas orientadas hacia el crecimiento con desarrollo económico sustentable y con desarrollo humano; con el bienestar, el empleo, la salud, la educación, el respeto a los Derechos Humanos, el combate a la corrupción y el fortalecimiento de la transparencia y rendición de cuentas. La construcción de paz también tiene que ver con el respeto al Estado de Derecho y una eficiente impartición de justicia, la cohesión social, la cultura de la coexistencia pacífica entre los distintos actores del país y el discurso de paz en nuestra narrativa cotidiana e histórica. El emotivo discurso de Obama colocó la muerte de Hadlya Pendleton junto a la muerte
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de 20 niños y seis adultos en la escuela primaria de Newtown, Connecticut forma parte de una estrategia política para colocar el tema de control de armas en el corazón y en la mente de los ciudadanos de Estados Unidos. Sin embargo, el problema trasciende las fronteras así como trasciende el debate político: mientras la violencia siga siendo el modelo para la solución de los conflictos el número de muertos seguirá en aumento. Coloquemos la construcción de paz en el centro de nuestros pensamientos. La justicia para las víctimas y para los familiares de las víctimas tiene que trascender los intereses partidistas. Será por el bien de ellos, de nosotros, de todos. Regina Santiago Núñez es académica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. Coordina el observatorio de medios OMCIM, proyecto vinculado a la UIA
Cuerpos contra la guerra Foto: Steven Depolo
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México tomado: Ester sin H Magali Tercero
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o primero que me impacta de México 2010. Diario de una madre mutilada (Ficticia, 2012, y Premio Bellas Artes de Testimonio Carlos Montemayor 2011) es su escritura: fina, lúcida, intensamente poética en su empeño por encontrar la esencia de un dolor que es un himno de amor y rabia. La autora, Ester Hernández López, es escritora y académica. Desde 2010 es Ester Sin H porque, como artista, quiso externar simbólicamente sus sentimientos y eliminó la única letra muda de su nombre para indicar que se sentía mutilada. Ester enseña poesía en Xalapa (Veracruz, México) y por eso el día de que la conozco, en abril del año pasado, la acompaño a su cubículo. Es muy querida. La saludan todos. Un alumno la atrae a un saloncito. Muestra dos papeles con notas manuscritas en caligrafía Palmer (eso parece). Están en los márgenes de un libro descubierto en la biblioteca del poeta veracruzano Jorge Cuesta (1903-1942). Entiendo, no me crean mucho porque estaba conmovida con la energía de esta madre despojada, que el estudiante es nieto, o sobrino-nieto, de Cuesta. “Aquí está la prueba de que Octavio Paz no leyó a Jung”, exclama el joven. Y Ester Sin H comparte conmigo la alegría del descubrimiento. Nunca relacioné a Paz con Jung pero, ahora que lo pienso, cuando mi hermano Luis y yo, adolescentes apenas, discutíamos el concepto paciano de la “realidad real” (nos dio por leer a Paz al morir mi madre), ingresábamos en un espacio hechizado. La realidad real, lectores, sí me suena a Jung, es decir a inconsciente colectivo. Ester me dijo que a su nieto no le gustó el título del libro pero que así se sentía ella: mutilada desde que asesinaron a su hija Irene Méndez durante el secuestro de su yerno Fouad Hakim, el 8 de junio de 2010. Comprendí. Mi padre se sentía como si le hubieran amputado un brazo cuando mi madre murió de infarto. Mi padre lloraba a sotto voce en la regadera. Comprendí. Mi madre ya nunca se sintió entera tras el asesinato de su padre cuando ella era una niña. Ester sin H describe sin cesar el asesinato de su hija como una muerte violenta (¡26 balazos!). Comenzó el libro dos días después de la ceremonia fúnebre. En un cuaderno de tapas negras. Desde entonces la ausencia de la H muda es un grito presente en su vida. Su primer correo me sobresaltó. Conocía el significado de esa H y lo
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relacioné con los miles y miles de mexicanos asesinados en el transcurso de la llamada guerra del narcotráfico del sexenio pasado. No quiero dejar de señalar la intuición periodística de la escritora. Su libro, una especie de crónica-poema para quienes busquen una etiqueta orientadora, está integrado no sólo por los epígrafes que dan tono literario a cada capítulo –“es un libro literario”, explica ella, sino por los datos históricos sobre el Veracruz violento de hoy. La palabra frontera aparece en varios momentos. Frontera del dolor como escudo contra el cinismo de las autoridades. Frontera como el mal violento que, pensaron muchos, cundía sólo en Ciudad Juárez. Frontera como algo presente en toda manifestación del mundo, como en este párrafo de Ester: “La frontera entre los dos países, casi infranqueable para aquellos que huyen de la miseria, se disuelve para los vendedores de armas y compradores de órganos y drogas. Como también pareciera volverse etérea la línea que separa el bien y el mal: los cardenales son amigos de los capos de la droga y, éstos, devotos de los santos”. Frontera, muerte violenta y casa tomada. Estas dos últimas palabras también son un eje del libro. Relata Ester: “Poco a poco nuestra casa fue tomada, como en el cuento de Cortázar, donde los hermanos que habitan la antigua casa escuchan ruidos en las habitaciones lejanas y cierran las puertas porque no quieren saber qué pasa”. Una muerte violenta enferma a familiares y a descendientes. Los muertos de la llamada guerra contra el narcotráfico están enfermando al México del futuro. Las próximas generaciones van a sufrir las consecuencias. Cuando pienso en la H que borró Ester de su nombre de pila, recuerdo a Nathaniel Hawthorne. El hizo lo contrario: agregó la “w” a su apellido para no ser identificado con sus antepasados. Uno de ellos, John Hawthorne, hijo de un puritano inglés, fue uno de los principales perseguidores de Salem hacia 1692, cuando fueron asesinadas tantas mujeres acusadas de brujería. Las emociones de un grupo familiar puede sólo pueden describirlas los escritores de la familia. Hawthorne, miembro de la quinta generación de Hathorne’s sin “W”, siguió padeciendo la historia de sus parientes. De eso trata su novela La casa de los siete tejados, de las consecuencias de los actos humanos. Está en el prefacio: “La gran verdad de la mala conducta
de una generación persiste a través de las generaciones sucesivas y, despojada de toda ventaja temporaria, se convierte en algo simplemente desastroso, imposible de reprimir”.
Magali Tercero es cronista y periodista cultural. Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010 por Culiacán, el lugar equivocado. Es autora de Cien freeways: DF y alrededores; de San Judas Tadeo, santería y narcotráfico; de Cuando llegaron los bárbaros (Planeta, 2011); y coautora con Teresa del Conde de Frida Kahlo. Una mirada crítica (Planeta, 2007). Es columnista de Laberinto, suplemento cultural de Milenio Diario, y colabora en Letras Libres, La Tempestad, Cultura Urbana y otras publicaciones
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México 2010. Diario de una madre mutilada Ester Hernández López
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Cinco autores de Chicago – cinco puntos de vista en tres cuentos y tres poemas. Del concurso de cuento y poesía organizado por Northeastern Illinois University han salido tres ganadores en cada categoría. Los cinco autores, ya que una autora ganó en el concurso de poesía, y fue segundo lugar en el de cuento, tienen una larga relación con contratiempo. Ganador del concurso de cuento, el dominicano Rey Emmanuel Andújar (Santo Domingo, 1977), plantea en “Ecuatur” una historia trágica de desamor que es, al mismo tiempo, una propuesta sobre el lenguaje como definidor y guía de la pasión. Andújar, por cierto, presenta en estos días en Chicago UGDU, libro de relatos ganador del Premio de Cuento de la Feria del Libro de Santo Domingo. La puertorriqueña Johanny Vázquez Paz, finalista en cuento con “La muda” parte también del lenguaje, pero plantea una opción distinta:
la ausencia del lenguaje hablado como rebeldía, como búsqueda de definición, como conquista de un espacio propio y una identidad para una mujer. Vázquez Paz (San Juan de Puerto Rico) ha visto su más reciente título, Querido voyeur (Ediciones Torremozas, 2012) escenificado en Chicago como performance. El tercer lugar del concurso de cuento correspondió a la española Susana Galilea Nin con “Surcos”, un breve relato que busca la respuesta a un enigma: el de la relación entre las cicatrices del cuerpo y las de la memoria. La carne, como mapa de los accidentes de la vida. Susana Galilea es traductora diplomada por la Universidad Autónoma de Barcelona, y ha residido en Nueva York y Chicago. El concurso de poesía fue ganado por Johanny Vázquez Paz con el poemario Sagrada Familia, un feroz reposicionamiento de la fe desde el punto de vista de una mujer; un canto que es angustia, al tiempo que reivindicación. El segun-
do lugar fue para el joven poeta mexicano Jorge Montiel, con Canto Adentro, una colección de versos que partiendo de la filosofía y la poesía prehispánicas refleja la búsqueda de identidad y pertenencia. El tercer puesto para el poeta y fotógrafo peruano Santiago Weksler, cuyo poemario Historia del Perú es un luminoso y ambicioso viaje a través de la historia peruana en versos de fuertes tonos y tintes, y lenguaje parco y explosivo.De cada poemario, publicamos aquí un breve fragmento.
ecuatur [megan van nerissing] Rey Andújar I Jamaica Plains, octubre, señor amigo, Voy a ir directamente al grano: la casa era de un amarillo quemado con columnas y detalles de cal, de carácter y energía coloniales. Escribo con tristeza y ruego perdone la espontaneidad de estas líneas. Usté me conoce pero no, así que voy a insistir en la distancia que impone el usteo. Como verá soy consciente de la debacle que se traduce en este tropiezo de destinos. Para los tiempos en que Megan y usté tuvieron el inconveniente fui testigo de la pasión que ella experimentaba por un chico portugués que nunca faltaba a clases y andaba de arriba para abajo con los libros de Emeterio de Goncalves. Qué digo tener los libros, los recitaba de corazón. Al mes de usté no aparecer el otro muchacho alzó la pata. Por esos días la profesora Van Nerissing anduvo con el moco inllevable, la moral apagada y ceño enfurecido. Durante algún café me enteré que el consejo de sus mejores amigos era que fuera a buscarlo, no al joven imitador de Goncalves sino a usté. Supuestamente ella tenía que montarse en el primer avión para aparecérsele y resolver; exigirle una conducta. Megan se mantuvo en sus trece de que no, que naca naca nacarile del oriente, que ella se respetaba mucho como mujer; que usté supuestamente hizo cosas demasiado hirientes y esa despedida fue la que le despertó el diablo de adentro. Admitió una pizca de aquel cariño
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que sentía por usté pero se justificó apuntando que la gente no puede poner un casamiento en pause y arrancar por las de Villadiego. Tengo que decirle que pasó lo que tenía que pasar: estábamos muy cerca, pasamos tantísimo tiempo juntos como acabaditos de coser y había una tesis de por medio. Y una novela. Según Megan usté como escritor del establishment decía que ese proyecto de ella –porque dizque usté nunca se dignó a llamarle novela– pintaba bien, que tenía momentos interesantes pero que carecía de coherencia y que si había una propuesta en todo ese desorden era imposible determinarla. Llegados a este punto ella siempre pedía la cuenta, se limpiaba alguna lágrima y decía que era envidia lo que usté le tenía y ella de pendeja se dejó mangonear de usté, que nunca coño se dio cuenta de nada se maldecía, y me invitaba a tomar el digestivo en un café de viejo. Según la van Nerissing, la tirria suya radicaba en que al contrario de ella, que se pasaba noches escribiendo entre café, videos de Pina Bausch y cigarretes, a usté la escritura se le daba a chorros amargos y esporádicos; las cosas no iban bien y usté la culpaba a ella y vivía ofendiéndola con chamaquitas-aspirantes a poetas. Le confieso que no me rescato lo corriente que es todo esto.
busqué por entre mares literalmente, por entre islas mucho más que literal, por bocas, por voces y gritos y alegrías y retratos. Sé que se acabó aunque tengo miedo de que si te escribo acerca de todo esto, de “nos”, tú vas a empezar a preocuparte, a pensar que soy una histérica, excesiva compulsiva. Aunque podría serlo. Hay un cielo encapotado para lloverse entero, me hace recordar el mejor verano nuestro, el hotel de la montaña. De noche y olvidándonos de todo fuimos a comprar pollo asado y a buscar un centro de llamadas para cumplir con tu madre durante su cumpleaños. Viste una procesión de un viejo muerto al que se le marcaba el sudario por la llovizna y lo lloraste como si ese muerto fuera tuyo. Y yo gringa, enamorada de ti y de tus pelotudeces. Llegué a tu cuerpo extranjera; ahora soy exiliada política de tu cuerpo. En Quito, ser gringa también es ser pálida amarillenta, un sobre vacío, ser gringa es ser female, es ser female single tourist, es la posibilidad de una remesa, es la oportunidad de reinventarse, es ser mujer sola, cosa que ahora como nunca entiendo y brego por controlar. ¿Mi estatus migratorio? Ahora soy gringa de tu cuerpo.
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Me gustaría ser creadora de cosas. El problema es que yo no quería crear sola, por eso te
Y cuando digo cerca me refiero a que nos acostamos con una pasión deportiva. Hacerle MARZO 2013
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el amor a esa mujer era encantamiento. Esa mujer excitada: la carcajada del gusto por dentro. Siempre tuvimos claro que ella estaba muy enamorada de usté y que lo nuestro terminaría de golpe cuando usté cumpliera la promesa y yo, por qué negarlo, estaba por ahí enchulado de otra mujer. Pero estar con ella era estar con ella… azulado y desnudo… la de merengues de salón que bailamos; merengues que prometían no acabarse.
VI PS. Me voy a arrepentir ahora mismo de lo que voy a decir: Ven a Quito. Ven. Tú misma me pediste, que de hablar te dejara, que por favor tratara, de no pensar en ti…
IV Octubre. Amaneciendo. Sentada en la acera veo un sol que aparece entre realengos, platanales y tractores. Algo hay de viento. Por encima del hombro montañas rompen la niebla, engañadas, creyendo que besan el cielo. Así vivo yo, mintiéndome. La belleza de Quito es de una naturaleza extraña, violenta. Podría hacer amigos todos los días, me consta. Pero no. Después de lo de Puerto Plata he perdido la fe en los seres humanos. Puede sonar un poco arrogante cuestionar la calidad del mundo, de la gente, lo sé. Ni siquiera en este edificio lleno de estudiantes puedo sentir el mínimo asunto de comunidad, de querer acercarme o ser acercada. That is not really something that can be fixed: esta es mi realidad, y ya. Hoy me iré sola hasta la ciudad. Pensaré en todo lo que “nos” gustaría. No tengo problema alguno en usar el “nos”; a veces me voy en estampida pensando en “Él”, en lo que “te” gustaría; los “yo” gatean y gatean mal. Total, ya sé que me gustará la ciudad en sí misma aunque todavía estoy en el estancamiento inicial de no saber dónde coño estoy; dónde queda tal cosa, tal lugar… al parecer ese es un problema harto común entre nosotros. I feel unhomed everywhere: fuera de lugar, sin teledoppler, con el gps jodido, extranjera, fake, pretender, faker. Unhomeliness. V La casa era de balcón largo, losas marrones antiguas y tarros de trinitarias y carandelias que flameaban exactamente a las dos de la tarde; lloviese, tronara o venteara esa flora prometía un olor a bondad. El cielo siempre el más azul y el ceviche puntualmente un gusto. Nos perdíamos por las calles empedradas quemándonos los dedos con el café y curando las quemaduras con anís del mono; las borrachinas que cogimos a las cinco de la tarde, temblando alerta bajo las mantas, secreteándonos chismes literarios de gente ya muerta. Volvíamos locas a las muchachas en las tiendas de discos. La tarde en que decidimos quedarnos a morir juntos en esta ciudad, la tarde en que nos engañamos con que yo olvidaría a la china por la que cacheteaba las banquetas y ella lo iba a mandar a usté y a su recuerdo de mordida caribe a la puta mierda, apareció un libro suyo… bueno, no un libro suyo sino una antología. Ella puso el dedo anular en las letras doradas, mientras me miraba y tocaba el nombre de usté perdurando en tapa dura. Leyó el relato de pie. Se fumó dos cigarrillos. NÚMERO 102
Esto es Bola de Nieve y voy a escucharlo borracha… voy a ir a una taberna en la ciudad y voy emborracharme frente a mucha cerveza y treinta cigarrillos y voy a tararearle esta canción a los camareros, borracha. Tú me acostumbraste. VII Mientras pagaba en la caja y pedía excusas a la señorita, Megan salió corriendo con el libro por entre adoquines. Evadió un ciclista y a un perro aunque fue una camioneta blanca la que le hizo el daño. Las ambulancias no llegaron nunca y acá hay una ley que prohíbe a los conductores levantar heridos. No me atreví a abrazarla, me perdí entre los curiosos. Sé que ella se desangraba ahí, con el nombre suyo entre los dedos. Regresé a la casa amarilla una vez más pero no me atreví a entrar. Allí quedaron los dos libreros, un equipo de música marca Emerson y de los discos vale la pena recordar a Daniel Santos con La muerte de linda; salvables también eran los de Van Morrison, los de NG la Banda y uno de Rita Indiana antes de los misterios llamado Miti Miti… Otro bueno era ese en el que Los Beatles están bien jóvenes en la portada con la timidez del que sabe que se está llevando al mundo por delante, agotados pero felices; a John Lennon le queda bien la barba y el pelo largo, es fácil ahora decir que algo en sus ojos estaba llamando la muerte. Quedaron en la repisa un globo de papel cubano, una pintura de mujeres rojiamarillas recogiendo agua del río, haitianas, una boligrafía de José Cestero: las espaldas de Quijote y Sancho cabalgando hacia la fachada de un McDonald’s en la calle el Conde del Santo Domingo Colonial. Allá arriba quedó todo eso y media azucena reseca. Una casa y una vida que era para usté, que viví de prestado y a la que no volveré. Espero le sirva de algo saber que usté no es el único con sentido de huida. Este que está aquí, llorando y cobarde, se largó en el
primer avión para Nueva York. Con el maldito regusto de su cuerpo abandonado, alimentando de sangre los adoquines, confirmo que cada viaje es una cicatriz y que en la complejidad del tiempo no existen coincidencias: hace poco conseguí una revista con un cuento suyo de nombre Ecuatur. Busqué de inmediato un café para dedicarme a la lectura pero no pasé de la dedicatoria, no pude dejar de pensar en aquella antología con su nombre manchado de ella. Para Megan van Nerissing, con quien tanto quería. Le escribo ahora que me atrevo a leerle. Quiero de alguna forma creer que provengo también de aquella mujer en donde cada verso es atolondre y cada beso una herida. contratiempo
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Fuga I, 2013 Encuentro I, 2012 Jaime Garza / Jaik
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LA MUDA Johanny Vázquez Paz
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l libro que fue a buscar aquella tarde en la librería se encontraba en el último piso de la tienda, escondido en una esquina solitaria donde colocaban los pocos libros en español que vendían. Bajaba por la escalera mecánica con una novela en la mano. Estudiaba palmo a palmo cada rincón de su pronta adquisición. Miraba la portada con un dibujo de una mujer recostada en un sofá. La contraportada tenía varias citas que proclamaban sus buenos atributos, usando adjetivos como épica, sugestiva, absorbente. Cuando ya había estudiado el exterior del libro y se preparaba para abrirlo, la escalera mecánica llegó a su final y arribó al segundo piso. Con sus ojos todavía en el libro, viró hacia la izquierda sin prestar atención y se adentró en el escalón movedizo que la llevaría hasta el primer piso. De repente un hombre se le cruzó en el camino. Paró movida por el instinto, y escuchó cuando éste le pedía disculpas. Le hizo un gesto con la cabeza, y siguió su camino con los ojos en el libro y la mente alejada de la realidad. En el año que llevaba en Chicago, Cucusa ya se había acostumbrado a no socializar mucho con la gente que se encontraba al salir de su casa. Al principio le parecía raro. Cuando entraba a un ascensor, la gente ni se daba los buenos días. Lo mismo pasaba en el tren o el autobús, aunque estuviera codo a codo, la gente no se hablaba. En su país era todo lo contrario, todo el mundo se saludaba en la calle. Antes pensaba que en su patria eran demasiado entrometidos, y anhelaba poder vivir sin que nadie estuviera pendiente a ella. Ahora que lo había conseguido, sentía el anonimato como una muerte prematura. Mientras bajaba las escaleras mecánicas de aquella librería, su mente estaba concentrada en descubrir el mundo literario al cual pronto se iba a adentrar. Un mundo en el cual sus personajes eran protagonistas y la importancia de sus vidas era tan inconmensurable que movía a anónimos extraños, como ella, a pagar por conocer sus penas y glorias. Estaba consciente de que nadie pagaría por saber los detalles aburridos de su vida. A nadie le interesaría conocer lo que ella sentía detrás de su patética timidez. Cucusa no se dio cuenta de que el hombre con quien había chocado le seguía hablando, pero pronto sintió cierto aire de tensión en su espalda y notó que el enojo de la voz que escuchaba estaba dirigido a su persona. El hombre era joven, con la tez oscura, y, por lo visto, fue ese contraste entre el tono de la piel de ambos lo que hizo que el joven pensara que ella lo ignoró por algún tipo de prejuicio
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racial. Le decía con sarcasmo que no tuviera miedo, que él no le iba a hacer nada. Cucusa se sintió avergonzada y sintió deseos de explicarle que ella era de una isla llena de habitantes como él, incluyendo a su tío Memo y a varios primos, y su esposo, tal vez no sea tan oscuro, pero blanco no es... Todavía abochornada, Cucusa no encontraba las palabras apropiadas para explicarle al joven lo que quería decirle. Todos los pensamientos que le llegaban a la mente se acumulaban apretados en español, y debía traducirlos antes de abrir la boca. Su primera reacción fue enseñarle el libro que tenía en la mano. El extraño miró la portada y se dio cuenta de que era en español, sonrió y le hizo entender que comprendía la razón de su silencio. Ella le devolvió la sonrisa y, entre muecas y movimientos de las manos, se entendieron hasta parecer casi amigos. Cuando salió de la librería exhaló aliviada el miedo que siempre cargaba en el pecho. No podía evitarlo, temía hablarle a la gente; han sido tantas las veces que ha sentido el hastío y la impaciencia de otros por no entender lo que ella decía. Cuando se pone nerviosa se le va la mente en blanco y no puede verbalizar lo que quiere decir en inglés. Ella que vive recopilando palabras en sus cuadernos, para luego buscar el
significado y aprendérselas hasta que sean parte de su léxico. Pero prefiere acumular palabras que pronunciarlas erróneamente. Ahora que se siente tan feliz al salir de la librería, la idea de la mudez por elección propia no le parece descabellada ni insólita, todo lo contrario, le parece el único camino hacia su felicidad perdida. Después del atraso del tren, Cucusa llegó a su casa a toda prisa a cocinarles la cena a su esposo Frank y a su hijo Frankie. Como siempre,
Esperanza, 2012 Jaime Garza / Jaik
MARZO 2013
DESHORAS
los dos habían ido a algún lugar después del trabajo y la escuela, y ninguno se tomó la molestia de llamarla para informárselo. Esta vez, en vez de molestarse, se alegró de comer en paz leyendo su novela nueva. La mañana siguiente preparaba el café y el desayuno cuando su esposo e hijo salieron sigilosos de sus dormitorios esperando el usual interrogatorio. Para sorpresa de ellos, Cucusa estaba feliz cantando una canción mientras hacía unos huevos y ponía el pan en la tostadora. Cuando ambos se excusaron de desayunar por falta de tiempo, ella contenta se despidió y siguió comiéndose su tostada. Tan pronto se fueron, Cucusa buscó su novela para seguir leyendo la historia de una mujer rica que tiene una familia llena de problemas, mientras ella moja el pan en la espuma del café convencida de haber descubierto la manera de evitar problemas en la suya. A partir de ese día sus días fueron más llevaderos. Cuando salía no hablaba ni emitía sonidos con su voz. Inventó un lenguaje de señas y muecas con el cual podía comunicarse con los extraños sin tener que torturar su voz pronunciando palabras foráneas. Luego fue a la biblioteca y sacó los libros que encontró sobre el lenguaje de señas. Practicó los movimientos en el espejo del baño hasta que se sintió más cómoda usando señas que palabras. En los lugares que frecuentaba ya era conocida como la muda. Las mismas personas que anteriormente perdían la cortesía por tener que bregar con alguien que no sabía inglés, ahora se desvivían por ayudarla, mirándola con una pena que contrastaba con la otra cara de desconfianza que ponían cuando escuchaban un acento diferente al suyo. Como era pelirroja y blanca todos asumían que era americana. Si no hablaba podía, por fin, sentirse bienvenida a este país al cual su esposo la exilió lejos de todo lo que le era familiar. En su casa descubrió que el silencio, contrario a lo que dicen los expertos, era la clave de un matrimonio duradero y de una relación cordial con su hijo. A duras penas intercambiaban frases durante el día. Cada uno era feliz haciendo lo que le gustaba hacer: Frank embelesado con sus juegos de béisbol, Frankie con sus videojuegos, y Cucusa extasiada leyendo sus novelas. Cualquier extraño que asomara la cabeza por la ventana pensaría que era una familia feliz. Al principio Cucusa se sintió sola, pero luego llenó su soledad con las voces de los personajes de sus novelas. Todo el día intercambiaba opiniones con el narrador y le discutía sus de-
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cisiones y las cosas que hacían los personajes. Cuando el enojo llegaba al borde del divorcio literario, castigaba la novela metiéndola en la gaveta de su mesita de noche. A Madame Bovary la tuvo castigada por dos semanas y le decía: -¿Cómo es posible que Rodolphe no ame a Emma después que ella abandonó a su marido?-. Cuando retomó la lectura y Emma se suicidó, le dio patadas al libro y lo condenó por vida al solitario y oscuro calabozo de su gaveta. Frank no notó al principio el cambio en el comportamiento de su esposa. Después de todo él nunca le prestaba atención. Mientras ella le reclamaba cosas para la casa, o lo mareaba con sus preocupaciones por Frankie o, peor aún, le contaba las historias incomprensibles de sus novelas, él se ponía a pensar en otras cosas. No soportaba esa manía de su mujer de agobiarlo con problemas. Creía que ella debía resolverlos, después de todo no trabajaba y se pasaba el día sin hacer nada, sólo leer y leer, como si eso ayudara a pagar las cuentas. Hasta que se escapó un viernes a un bar, conoció a una mujer y la invitó a un motel. Después de la acción, se quedó dormido y llegó de madrugada a la casa. Por el camino delineó estrategias para que su mujer no se diera cuenta de nada. Llegó sigilosamente hasta la cama, y se deshizo de cualquier evidencia al otro día. Pasó todo el día esperando el ataque, pero su esposa no le mencionó nada. Al cabo de las horas, empezó a seguirla por toda la casa, revisando los libros que leía, las palabras que escribía en su cuaderno. Parecía como si le hubieran cambiado a su mujer por otra. Toda conjetura parecía más creíble que pensar que su esposa se había vuelto comprensiva y llevadera de la noche a la mañana. Si le preguntaba si se sentía mal, ella le aseguraba que estaba bien. Y mirándola bien, Cucusa se veía serena y apacible haciendo las tareas de la casa y, cuando la observaba leyendo una de sus novelas, hasta parecía estar feliz. A veces Frank escuchaba unos murmullos que venían del cuarto donde Cucusa estaba. Una vez le preguntó con quién hablaba, y ella le contestó que estaba cantando. Pero Frank estaba seguro de que ella no cantaba, inclusive, creía que su esposa estaba discutiendo con alguien. Mientras más lo pensaba, más iban creciendo sus sospechas. Si Cucusa no le discutía como antes era porque tenía un amante, no podía haber otra explicación. Quería sorprenderla hablando por teléfono con el otro. Pero Cucusa nunca llegó a hablar con alguien por teléfono. Inclusive, aparentaba no tener interés alguno en contestarlo y no despegaba ni un dedo de su novela.
Frank pidió un día libre en el trabajo para espiar a su mujer. Se vistió con traje y corbata como siempre. Luego esperó en su carro hasta que la vio salir más bella e inalcanzable que nunca. La siguió hasta la estación del tren y los dos abordaron. Se movió de vagón para estar más cerca de ella. La vio sentada leyendo su libro, ensimismada en su mundo de ficciones. Cuando llegó el tren a su próxima parada, los dos salieron. Caminó dos cuadras y entró a una librería. Por supuesto, pensó, debe ser alguien conectado a esa obsesión de su mujer. La vio subir hasta el tercer piso por la escalera mecánica. Parecía conocer bien el lugar y saber adonde iba. Frank la espiaba manteniendo algo de distancia. Su esposa estaba concentrada mirando los libros que habían en los estantes, cuando un hombre se le acercó por la espalda y le puso la mano en el hombro. Parecía ser un empleado. Le entregó un libro a Cucusa. Frank no estaba seguro si fue por el libro o por el hombre que su esposa reaccionó emocionada. Ella estaba más expresiva que nunca, moviendo las manos animadamente. El hombre sonreía, mirándola con una mezcla de cariño y compasión, que más que darle celos a Frank, le hacían sentir envidia por esa mirada que una vez él le ofreció a la misma mujer. Los vio alejarse juntos, bajar las escaleras mecánicas, el hombre mirándola de aquella manera, Cucusa moviendo simpáticamente las manos al hablar. Se dirigieron a la caja registradora. El hombre se paró en el lado de los empleados del mostrador. Entonces vio la prueba que buscaba. Estaba seguro que lo vio agarrándole la mano a su esposa cuando ésta le entregó el libro para pagarlo. Agarró completamente su mano, como si no quisiera soltarla. Frank fue directo adonde su esposa, la haló por el hombro, le empezó a gritar descontrolado, despotricando insultos en español que nadie a su alrededor entendía, incluyendo Cucusa que no comprendía por qué su esposo le estaba gritando, enfrente de todas esas personas que antes la miraban con ojos de cariño, y no como ahora que la están mirando con esa expresión de hastío hacia estos extranjeros gritones que vienen a perturbar las maneras civilizadas de esta gran nación. Cuando por fin descifró que Frank estaba celoso del empleado de la librería sintió, más que miedo o rabia, cosquillas. La carcajada salió a encontrarse con los oídos de los testigos que, sorprendidos, escuchaban por primera vez a la muda emitir sonidos de su boca. Con las notas de su risa todavía vibrando en la librería, Cucusa salió feliz platicando con el nuevo amigo que tenía entre sus manos.
contratiempo
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DESHORAS
Surcos Susana Galilea Nin
“
¿Te gustan las cicatrices?”. La pregunta sobresaltó a Nora. Había procurado ser lo más discreta posible mientras, la vista oculta tras unas gruesas gafas de sol, admiraba el surco granate que recorría la pantorrilla de su compañero de banco. Caía la tarde, y a esa hora el parque se llenaba de toda suerte de artefactos sobre ruedas: bicicletas, patines y tablas de skateboard, cochecitos infantiles especialmente habilitados para acompañar las carreras de un joven papá o mamá. A Nora poco le atraía el espectáculo de esos seres jadeantes y sudorosos que pasaban frente a ella. Desde que se había sentado a su lado aquel tipo ataviado de unas bermudas con rayas amarillas, a Nora sólo le interesaba el tramo de piel delimitado por el tobillo y la rodilla del hombre, casi a la altura de la corva. Nora se había inclinado para ver la cicatriz de cerca, y en un vano intento de disimular se había puesto a rebuscar desganadamente en su bolso. Sabía que tarde o temprano tendría que contestar la pregunta de su vecino, pero temía levantar la mirada y que le decepcionara la visión de un rostro común y corriente, mejor o peor agraciado, pero que no estuviera a la altura de esa espléndida herida. Nora no sabía bien de dónde le venía su fascinación por las imperfecciones de la piel humana. De pequeña, mientras jugaba a ser una locomotora en el corredor de la casa familiar, en una distracción chocó contra la estufa de butano que presidía el fondo del pasillo. La quemadura que dejó la parrilla de la estufa en la muñeca derecha tardó semanas en curarse del todo, a pesar de la letanía de vendajes y pomadas, y durante años quedó la marca de una sombra en la piel quemada. Una sombra que Nora pensó, deseó, fuera para siempre. Con el tiempo aquella mancha fue perdiendo intensidad, hasta desaparecer del todo. Desapareció de la epidermis, pero no de la imaginación de Nora. Como uno de esos miembros fantasma que surgen donde antes había palpitado una extremidad amputada, Nora esperaba ver esa mancha cada vez que se miraba el dorso de la mano, y echaba de menos su intrigante presencia. Las cicatrices como testimonio, como artefacto, como mapa de lo vivido. Enemigas juradas de la perfección y de la ñoñería. Supervivientes de los desastres y de la brutalidad. A Nora le conmovían esas marcas de identidad que dejaban atrás los impactos, los descalabros, las intrusiones quirúrgicas en busca de alivio o remiendo. Sintió que su compañero de banco la observaba en silencio, quizás pensaría que no había oído su pregunta. Cómo contestarla, si ello suponía mirar a su vecino a la cara y arriesgarse a que se esfumara el encanto. Recordó la vez que se acostó con un individuo que caminaba sobre un par de piernas tullidas. El tipo era escultor y buscaba una modelo que posara en su estudio. Ella acababa de llegar a la ciudad con la carne tersa de los
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veinte años y con hambre de sacudir los sentidos. Aquella tarde no llegó a posar, la sesión de trabajo se transformó de inmediato en una sesión de descubrimiento. El hombre había quedado parapléjico a raíz de una polio infantil, se desplazaba ayudado de unas muletas con coderas y de una ferralla que le sujetaba ambas piernas. A Nora le intrigó la fuerza que aquel hombre debía de tener en el torso y en los brazos para poder valerse por sí mismo. Antes de tenderse en el colchón a ras de suelo, el escultor se entregó al ritual de liberar sus extremidades de aquella armazón que las sostenía y las apresaba. Al quedar desarmadas, las piernas se veían inmóviles y desvalidas sobre el improvisado lecho. Nora había acariciado despacio uno de esos muslos inertes con la estremecedora sensación de adentrarse en territorio indefinido. Le había preguntado al escultor si podía sentir el contacto de su mano sobre la piel. Él le había contestado que sí, y le había agradecido que se molestara en hacerle la pregunta. Ahora ella recordaba la mezcla de fascinación
Des-composición, 2012 Jaime Garza / Jaik
y de tristeza con la que había acometido la exploración de ese tramo de cuerpo maltrecho. No había vuelto a ver al escultor después de aquella ocasión, ni siquiera recordaba su nombre. Pensaba que el encuentro no había dejado huella hasta que, varias décadas más tarde, en la oscuridad de una gélida sala de cine, Nora sintió que le ardían las venas ante la visión de los híbridos de acero y de carne que poblaban las imágenes de aquella película. Quería encaramarse a la pantalla y cambiar de lugar con Rosanna Arquette para probarse uno de esos atuendos exquisitamente estrambóticos. Quería preguntarle al personaje que encarna James Spader qué era lo que le enloquecía de esos cuerpos encorsetados en duro acero, qué sentía al recorrer con la punta de los dedos esas cicatrices frescas que se estremecían como labios atrapados tras una reja reluciente. Quería suplantar a la esposa de Spader en la película, yacer de perfil en el lecho conyugal y dejarse embestir por detrás mientras él le susurra sus fantasías de cuerpos destrozados y recompuestos a base de ferralla y de inflexibles tuercas. Pensó en la oportunidad malgastada al dejar que el escultor se desprendiera de la armazón que le permitía manejarse sin ayuda. Trataba de imaginar cómo habría podido ser aquel encuentro de su pasado si, en lugar de primar la delicadeza y la cautela ante la carne entumecida, se hubiera impuesto la contundencia del metal, la rigidez helada del hierro. El chirrido de una bicicleta al frenar sacó a Nora de su ensoñación y la devolvió bruscamente al banco donde seguía sentada. Recordó la pregunta que momentos antes le había hecho su vecino. Instintivamente bajó la vista buscando esa pantorrilla que tanto la había trastocado, pero en su lugar sólo encontró arena y gravilla. El hombre de las bermudas con rayas amarillas se había marchado sin que Nora se percatara y sin dejar rastro, llevándose aquella turbadora herida amoratada. “¿Te gustan las cicatrices?”. Su pregunta había quedado flotando en el aire cálido y espeso de la noche urbana. Nora decidió regresar al mismo banco todas las tardes, a la misma hora, hasta tener oportunidad de contestarla. Copyright © 2012 Susana Galilea Nin
MARZO 2013
DESHORAS
Castigo De Dios Fragmento de Sagrada Familia de Johanny Vázquez Paz Ya mi madre me advirtió que me castigarías que esperarías el momento oportuno para usar tu látigo celestial y vengarte de todos mis pecados terrenales. Ya mi madre me explicó que éste es el castigo que mis problemas de hoy son el resultado de no sentir temor a Ti, de creerme intocable a la vendetta con que aplastas a los sordos de fe. Y si estas heridas abiertas supurando el pasado estas cicatrices tatuadas con tinta venenosa estas ampollas que en mis pies no sanan la sangre que vomita el corazón por las mañanas si todo esto es en represalia a lo que hice en el pasado por hacer lo que yo deseaba y no lo que Tú exigías entonces hoy te ruego que me exculpes; ahora puedes estar seguro que te temo a Ti y a tu rencor que no perdona.
Chavín de huantar Fragmento de Historia del Perú de Santiago Weksler soy granito y mis pies cantos de san pedro soy serpiente y el estro y el cielo
Fragmento de Canto Adentro de Jorge Montiel Muelle, 2012 Corrosión I, 2013 Romance, 2012 Jaime Garza / Jaik
oráculos soy aire y con mil ojos rugido
Aprendí a mentirme a desconocerme juez y víctima y cada vez que me decía voy a ser sincero qué cinismo la mentira era más sutil más labrada por eso ahora que busco mi canto el de ojos claros y brillantes no lo encuentro ni en la planta de mis pasos ni en los castillos de mis sueños ni en mi corazón anciano y sin memoria.
soy jaguar y mis venas truenos soy falo y mis ñustas diosas soy
La mentira se ha tragado mi canto verdadero.
NÚMERO 102
sobre un lecho muerto
contratiempo
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