Contratiempo 120 • Diciembre / Enero 2015

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CHICAGO, ILLINOIS, DICIEMBRE - ENERO 2015

Deshoras: La pérdida, de Jorge Frisancho

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Mirada cómplice: Pieces of us

Entrevista con Guillermo Arriaga


contratiempo DIRECTIVA Gerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey DIRECTORA EJECUTIVA Moira Pujols DIRECTOR EDITORIAL Gerardo Cárdenas DIRECTORA DE ARTE Olivia Liendo CONSEJO EDITORIAL Andrea Ojeda, Catalina María Johnson, Gerardo Cárdenas, Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez, Marcopolo Soto, Noelia Cruz, Olivia Liendo, Kim Potowski, Rafael Franco, Rey Emmanuel Andújar, Stephanie Manríquez, Verónica Lucuy Alandia

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n un abrir y cerrar de ojos hemos llegado a la primera quincena del siglo XXI. Uno de los factores sociales más importantes de estos primeros quince años ha sido la explosión de las redes sociales a través de Internet, en especial a través de Facebook, Twitter, YouTube e Instagram. El bombardeo de mensajes e imágenes a través de esas redes ha creado una saturación cuyos efectos sociales, políticos, económicos y culturales apenas empiezan a manifestarse y están lejos aún de ser comprendidos en su totalidad. En las páginas de nuestro dossier, y bajo la coordinación de nuestra Directora de Arte, Olivia Liendo, hacemos un intento por abarcar esa saturación y explorar sus manifestaciones. En Deshoras, tenemos el gusto de que vuelva a nuestras páginas el poeta peruano Jorge Frisancho. En la sección, ofrecemos fragmentos de su excelente poemario La pérdida ( y otros poemas), muchos de cuyos poemas fueron escritos en Chicago, antes de su regreso al Perú.

La poesía también se hace presente en las páginas de la sección Tiempo Extra, con el debut en contratiempo de la poeta guatemalteca Vania Vargas; recomendamos en especial, de esa sección, la entrevista al cineasta Guillermo Arriaga tras el estreno en Estados Unidos del proyecto Words with Gods, la reseña que del poemario Francisco de Alda Merini hace José de María Romero Barea, y el artículo sobre las batallas culturales en México en torno al libro 80 años: las batallas culturales del Fondo del periodista cultural mexicano Gerardo Ochoa Sandy. Dirigimos también la atención de los lectores hacia el trabajo que la poeta y artista puertorriqueña Noelia Cruz hace sobre la muestra colectiva Pieces of Us, que ocupa páginas centrales y donde se destaca la instalación en torno a los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en el estado mexicano de Guerrero, cuyo caso ha desatado una crisis política profunda en ese país. Esperamos que disfruten estos contenidos, y a nombre de todo el equipo que hace posible contratiempo les deseamos un muy feliz 2015.

COLABORADORES Arturo Richardson, CHema Skandal!, Febronio Zatarain, Ignacio Guevara, Jochy Herrera, Jorge Frisancho, Marco Escalante

La revista contratiempo es una publicación gratuita que se imprime y distribuye diez veces por año a la comunidad hispanohablante de Chicago contratiempo is grateful for the past and present support of The Chicago Community Trust, the Richard Driehaus Foundation, the Field Foundation of Illinois, the Illinois Humanities Council, the Illinois Arts Council, the City of Chicago Department of Cultural Affairs, the International Connections Fund of the MacArthur Foundation and individual, institutional and corporate donors, and the contribution of writers, artists and volunteers who make our work possible

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a ilustración de portada es una obra original para contratiempo de CHema Skandal!. El artista gráfico es originario de la Ciudad de México y actualmente reside en Chicago. Su trabajo ha sido publicado en diversos medios y formatos, desde fanzines hasta catálogos de museo y ha sido exhibido en varios continentes. Actualmente reparte su tiempo entre proyectos para diversos clientes así como personales y creativos varios, además de musicales y documentales. Prepara su primera gran exposición para el 2015 en Chicago, Illinois la cual se titula “Unmasked!”. Mayor información: www.chemaskandal.com

© contratiempo nfp 1900 South Carpenter, Chicago IL 60608. (312) 427 5450

INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: info@contratiempo.net ENVÍO DE COLABORACIONES: Gerardo Cárdenas gcardenas@contratiempo.net ENVÍO DE ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS: Olivia Liendo olivialiendo@contratiempo.net VISÍTANOS EN: contratiempo.net issuu.com/contratiempo facebook.com/ Contratiempo @revcontratiempo

TIEMPO EXTRA 3 Poemas de Vania Vargas 4 De fondos y batallas Gerardo Cárdenas 5 Francisco: resplandor y estiércol José de María Romero Barea 6 Words with gods Entrevista con Guillermo Arriaga y Lucas Akoskin Andrea Ojeda

8 The City Lost and Found Transformación de las ciudades Tanya Victoria

DOSSIER

9 Esa pinche eternidad Julio Rangel

15 Un mar de ventanas resplandecientes Julio Rangel

10 CONTRAFOTO Ignacio Guevara CONTRAFOTO 10 Arturo Richardson

14 La era de la hiperdocumentación Olivia Liendo

16 Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciados Nerea Dolara

MIRADA CÓMPLICE 12 Artelitas: Pieces of Us Noelia Cruz

18 #activismoconselfie Catalina María Johnson

19 Niños virales Luis Alejandro Ordóñez 20 Nuevos avatares de la tortuga Marco Escalante

DESHORAS 22 Gerardo Cárdenas 23 Poemas de Jorge Frisancho: La pérdida El eterno retorno Metapoética III Metapoética IV Metapoética V


POESÍA

Poemas de Vania Vargas Hay días en que me acuerdo de dios de las cosas que tengo pendientes de las veces que he creído encontrar el amor y que quizá tampoco me basten cuando vuelva a topármelos en una esquina cualquiera y por última vez los escuche cargar sus armas a la altura de mi vientre o de mi sien y no quede historia ni miedo solo esta soledad sobre el asfalto hecha mil pedazos Llegó el día en que me contaron que lo habían visto con su nueva novia Bien por él pensé No alcanzamos a verla bien me dijeron pero se miraba insignificante no tenía gracia Dos semanas más tarde me contaron que lo habían visto otra vez ahora más de cerca y estaban admirados Es me dijeron igualita a usted Adentro suena la Toca y fuga en D menor de Bach Afuera tres disparos / sobresalto y miedo El órgano continúa su marcha

Vania Vargas. Quetzaltenango, Guatemala, 1978. Poeta y narradora. Licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Autora de los libros de poesía Cuentos infantiles (Catafixia editorial, 2010), Quizá ese día tampoco sea hoy (Editorial Cultura 2010), y Los habitantes del aire (Editorial Cultura 2014). También es parte de Microfé: poesía guatemalteca contemporánea (Catafixia editorial, 2012) y El futuro empezó ayer, apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala (Catafixia editorial, 2013). Su trabajo narrativo se incluye en las antologías Brevísimos dinosaurios (CCE, Guatemala, 2009), y en Ni hermosa ni maldita, narrativa guatemalteca actual (Alfaguara 2012). Actualmente trabaja como correctora de estilo y como periodista cultural. Los poemas aquí seleccionados corresponden a: Quizá ese día tampoco sea hoy.

Pequeña muerte. Óleo sobre tabla, 20 x 30 cm José María Martínez http://josemamartinezh.blogspot.mx

Un hombre corre y dobla la esquina el otro se dobla sobre sí mismo dentro del auto Herido / toma su arma su mirada se clava en la nada y dispara Llegan los bomberos dispara ¿Qué ve? dispara La muerte sigue avanzando hacia él implacable NÚMERO 120

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CRÍTICA

De fondos y batallas Gerardo Cárdenas

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n Estados Unidos es impensable la gestión cultural desde el gobierno, sea federal o estatal. Solo algunos gobiernos municipales, y esto en ciudades grandes, apoyan de manera limitada a la cultura y lo hacen más como un soporte para el turismo que a partir de una política específica de ayuda a la literatura, las artes plásticas o la música. La gestión cultural en este país depende del funcionamiento y crecimiento de organizaciones privadas, y del apoyo financiero de organizaciones filantrópicas: unas y otras agrupadas bajo la higiénica figura del non profit o “sin fines de lucro”, representada fiscalmente como 501(c)3, una clasificación en la ley de impuestos federal que agrupa al inmenso sector de las ONG’s. Los fondos para apoyar actividades culturales requieren de una abierta, pareja y feroz puja de las organizaciones culturales ante las filantrópicas. Este es el principal filtro: los proyectos más sólidos o más astutos –que no necesariamente los de mayor calidad—ganan. Pero no existe el concepto de subsidio, porque estos fondos deben volver a disputarse con periodicidad determinada. El panorama es mucho más parejo, y conlleva una precisa rendición de cuentas no solo ante el fisco, sino ante el público ya que el ejercicio de estos fondos está abierto a la inspección general. Ningún sistema es perfecto. Siempre se podrá deplorar la ausencia de una “política cultural” oficial en EE.UU. Pero, por otro lado, son raros los casos de clientelismo, la sujeción a la teta de la beca oficial, o corrupción. Es por ello difícil, desde aquí, analizar la polémica que se ha desatado en México en torno a la gestión cultural a partir del 80 aniversario del Fondo de Cultura Económica, la mayor editorial de ese país y una de las más grandes de América Latina. Para aproximarse a esta nebulosa, es necesaria la perspectiva histórica. De ahí la importancia de un libro como 80 años: las batallas culturales del Fondo del periodista cultural y escritor mexicano Gerardo Ochoa Sandy. Irónicamente, el libro existe sólo en formato digital, publicado por la joven editorial Nieve de Chamoy. Independientemente del formato, el libro aporta una visión valiosísima: la de la historia, y ésta contada en las voces de quienes crean, fortalecen y dirigen el FCE con el paso del tiempo, comenzando con Daniel Cosío Villegas. No son voces en el vacío. Con cuidadosa contextualización y selección, Ochoa Sandy las rescata y las pone en el contexto de la historia del México pos-revolucionario, y de la inquietud de José Vasconcelos, Cosío Villegas y

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muchos otros por educar a un país malherido, pobre y analfabeta; por poner en manos de una joven sociedad los instrumentos de un futuro más promisorio. El único garante de esa misión gigantesca es el Estado, pero ahí mismo reside el mal que habrá de contaminar a la gestión cultural: esta se ve atrapada en los mismos juegos políticos que terminan por sepultar a los ideales de la Revolución. La misión nunca se cumple, y el debate queda permanentemente abierto. Baste este apunte que Ochoa Sandy hace sobre el legado de Cosío Villegas al frente del FCE para traer el debate al tiempo actual. Cosío Villegas … “colocó las bases de la relación entre las instituciones culturales y el Estado en México durante el siglo XX. La editorial nació con el apoyo del Estado pero defendió su derecho a definir su propia línea editorial, atenta a lo que requería México y Latinoamérica, sin subordinarse a los criterios de un Gobierno o una autoridad. El intelectual inspira el proyecto, el Estado lo vuelve institución, el editor lo guía. Los malentendidos y los equívocos, los forcejeos y los ajustes, las claudicaciones y las rupturas son las estaciones periódicas de esta relación. La meta final, siempre inconclusa, es una sola: la política de las instituciones culturales debe definirla comunidad cultural desde la perspectiva laica. La relación no necesariamente debía ser tortuosa. Lo confirma el capítulo del exilio español, una decisión de política exterior que benefició diversas facetas de la vida en México, el Fondo entre ellas”. Estamos en el siglo XXI. ¿De qué manera nos orienta este libro para arrojar luz sobre el actual debate? La historia narrada por Ochoa Sandy nos muestra a un FCE que lucha por mantener su identidad, no solo como ente editorial sino como abanderado de una visión latinoamericanista de la educación y la cultura en medio de tormentas políticas generadas por las tentaciones del poder presidencial para imprimir su sello personal o su autoridad, o de los vaivenes de las transiciones que vive México desde el 2000. El regreso del Partido Revolucionario Institucional al poder, y la controversia generada por el propio director del FCE, José Carreño Carlón, al utilizar al Fondo para apuntalar al presidente Enrique Peña Nieto, hacen urgente una reflexión que parta de su historia, de los motivos tanto políticos como culturales que lo hicieron posible. Es muy distinto el país en el que nació el FCE hace 80 años al México actual. Algo no ha cambiado: en el debate sobre la vida pública, la gestión cultural sigue jalonada por lo político. Se creó el FCE para acercar la lectura a un país que

Portada de 80 años: las batallas culturales del Fondo, por Gerardo Ochoa Sandy.

no leía. Ochenta años más tarde, el país sigue sin leer. Tanto el PRI como el conservador Partido Acción Nacional han ejercido la titularidad del gobierno, y desde ella han jalonado e intervenido en la política cultural. Desde el FCE se ha intentado, a veces con más éxito y otras con menos, apuntalar e impulsar la independencia de pensadores, escritores, gestores y editores. Ese objetivo final, que perseguían Cosío Villegas, Alejandro Orfila o José Luis Martínez, es factible solo desde una relectura y comprensión de la historia. La que narra Ochoa Sandy, rica en anécdotas, con la minuciosidad del periodista y del investigador, nos acerca a esa relectura a través de las batallas que gestaron y siguen marcando a una aventura editorial única en el mundo. Gerardo Cárdenas, periodista y escritor mexicano, es director editorial de contratiempo. DICIEMBRE 2014


CRÍTICA

Francisco: resplandor y estiércol José de María Romero Barea

Al igual que Saulo de Tarso/ fui desarzonado, / fui arrojado al suelo, / y milagrosamente me levanté desnudo. / Desde entonces, cada elemento terrenal/ alcanzó un resplandor incomparable” (p. 21). El mundo físico sirve de vehículo a Alda Merini (1931 - 2009) para expresar sus ideas. En su poemario Francisco. Canto de una criatura (Vaso Roto, Poesía, 2014), en lugar de símbolos abstractos, la poeta italiana se vale de los objetos cotidianos. Se nombra al ser humano y se incluye todo lo no humano: “Oh muerte, / a la que todos ven repugnante e infeliz, / eres la virgen extraordinaria/ que me liberará de este estiércol” (p. 63). En Francisco, la poeta se esfuerza por reconciliar la belleza y el sufrimiento, la vida y la muerte. Donde otros encuentran un principio unificador para sí mismos en la religión, la moral o la búsqueda de la verdad, Merini halla el suyo propio en la poesía: “Me siento abandonado/ por ti, Señor, / como

aquel que se hace esperar/ durante largo tiempo, / como el enamorado/ que hace vibrar/ las cuerdas de su silencio” (p. 97). El poemario Francisco es cristiano en imaginería y concepto. Se ocupa de la vida monástica de Francisco de Asís, su peregrinación, pobreza y muerte. Los poemas son plegarias cuyo único motivo es la búsqueda de Dios: “Ningún rostro/ era más bello que el tuyo/ ni más eternamente adolescente. / Era en sí un volcán de fuego, / Señor, / que no se apaga nunca, / casi echado del infierno / y ascendido directamente al cielo” (p. 119). Basado en los escritos de los místicos, el patrón esencial del libro es una inversión de la mística. Dios no es luz en la oscuridad; no es Padre, sino Hijo; no es Creador, sino Creado: “Mi relato de fe/ no es una narración/ ni tampoco un respiro humano; / tú me hablas a través de su boca, / yo silabeo un enigma/ que no puedo comprender. / Soy Francisco, / aquel que, arrullado por Dios, /

cura sus sábanas sucias/ con oscuros diamantes” (p. 155). Dios es la fuerza de la vida o la naturaleza, conciencia panteísta que no es consciente de su propia existencia. Resultado final en vez de causa primera, Merini no niega su existencia, pero insiste en que todas las posibilidades de vida merecen la misma consideración: “Oh niño solitario e infeliz, / que soy yo, / niño ultrajoso y ultrajado/ que tardó en creer en su Creador, / niño sin morada, / niño que danza como un juglar/ frente a tu cruz” (p. 175). El tema de Francisco es la vida interior de un poeta, su lucha por comprender y ser comprendido, y por encima de todo, los peligros que entraña esa lucha. Apoteosis de la poesía como religión, el poemario se ocupa del papel del poeta en la sociedad y sus dudas internas sobre la superioridad de su arte. Francisco es la búsqueda de un significado más profundo a través de la poesía. Alda Merini comenzó su carrera poética muy joven y pronto se ganó la atención y la admiración de escritores italianos como Giorgio Manganelli, Salvatore Quasimodo y Pier Paolo Pasolini. Su intenso, apasionado y místico estilo la define como una de las poetas más intensas en lengua italiana. En 1996, fue propuesta por la Académie Francaise para el Premio Nobel de Literatura. En 2007 ganó el premio Elsa Morante Ragazzi con Alda e Io - Favole escrito en colaboración con el fabulista Sabatino Scia. En castellano, Vaso Roto Ediciones ha editado Cuerpo de amor, Magnificat y La carne de los ángeles. La traducción de Francisco, a cargo de la poeta y filósofa mexicana Jeannette L. Clariond hace justicia a esta exaltación poética de la vida por encima de la religión. Crónica de la pérdida de una ilusión, la poeta italiana se aferra a los poderes creativos y transformadores del arte. Habiendo fracasado en su empeño por representar con precisión a Dios en su poesía, Merini intenta lo imposible: transformar la vida en arte.

José de María Romero Barea (Córdoba, España, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor, crítico y periodista cultural. NÚMERO 120

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Izq. inf. Alda Merini. Fragmento de la portada del libro Il suono dell’ombra. Editorial Mondadori. Der. sup. Portada de Francisco. Canto de una criatura. Vaso Roto, Poesía.


CINE

WORDS WITH GODS

Entrevista con Guillermo Arriaga y Lucas Akoskin Andrea Ojeda

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iertos temas no se tratan en la mesa: religión, sexo, política y drogas. Pero si no se habla de ellos, entonces la conversación se puede llevar a otro espacio como la pantalla. Esta fue la idea del escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga: la de captar estas conversaciones por la vía del cortometraje, en cuatro entregas temáticas. La primera entrega, que explora la relación entre cultura y religión, es una colección de nueve cortos, coordinada por Arriaga, curada por el escritor peruano y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, y musicalizada por Peter Gabriel. La colección, titulada Words With Gods, que explora cómo el ser humano se comunica con sus dioses en la espiritualidad aborigen, el catolicismo, el islam, el judaísmo, el budismo sintoísta, el cristianismo ortodoxo, la fe umbanda, el hinduismo y el ateísmo, fue uno de los platos fuertes del 50 Festival Internacional de Cine de Chicago a donde el propio Arriaga, y el productor Lucas Akoskin acudieron para la premiére americana. Contratiempo conversó con ambos. A destacar de Words with Gods que sus cortometrajes cuentan con la dirección de cineastas renombrados, ¿cierto? Guillermo Arriaga: Creo que tenemos a los mejores directores del mundo, sin lugar a dudas. Tenemos a un doble ganador de la Palma de Oro, como Emir Kusturica; a uno de los reyes del cine de terror, como es Hideo Nakata; a nominados al Óscar, como Héctor Babenco y Mira Nair; a ganadores de Venecia, como Álex de la Iglesia, etcétera. Y el director israelí Amos Gitai... GA: Amos Gitai ha ganado tres veces el premio del jurado en Cannes. Ahora en Venecia, él tenía otra película en competencia. De la Iglesia también. Amos Gitai es uno de los mejores directores del mundo hoy día. Muy interesante su pieza, con ese planosecuencia de una sola toma... Lucas Akoskin: ...con como 300 actores, con lluvia, animales, fuego, un coro. Todo sin cortar. ¿Cómo surge el concepto? GA: El concepto surge como necesidad de tener un compromiso como cineastas. Tenemos un compromiso de incidir de alguna manera, si bien no en las respuestas, sí en las preguntas. La gente se formula preguntas después de ver esta película, y esa, creo, es la función del arte. En sí este es un proyecto más ambicioso que se llama The Heartbeat of the World,

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que serán películas sobre los cuatro temas de los que no se debe hablar en la mesa: religión, sexo, política y sustancias. En Brasil me dijeron agrega el futbol (risas). Pero creo que debemos hablar de estos temas sin pelearnos. El lema de Words with Gods es: It’s time to know each other; es tiempo de conocernos, tiempo de saber quién es el otro. Y cuando la gente ve la película, te das cuenta de que las preocupaciones que se tienen en un lugar del mundo, son exactamente las mismas que yo tengo en otro lugar del mundo. Por ejemplo, el corto brasileño habla de cómo la religión ayuda a superar la muerte de un hijo, y el corto japonés habla de la necesidad de cómo una religión puede ayudar a aliviar la muerte de los seres queridos. Y así vamos viendo que somos más parecidos de lo que suponemos y así vamos abriendo una puerta al diálogo. De ahí surge la idea, de la necesidad de abrir puertas al diálogo para hacer un poco mejor este mundo. Esa es nuestra contribución como cineastas. Hay un abanico que cubre, no todas las religiones pero sí las mayores. Comentábamos antes que una de las visiones que no está ahí es la del protestantismo americano, especialmente la vertiente más actual que es más radical en su visión, pero que finalmente le ofrece mucha esperanza a un montón de gente. ¿Fue una decisión específica no ir por ahí, o no ir por el tema de la indiferencia, que no es lo mismo que el ateísmo? GA: Bueno, buscábamos primeramente directores que tuvieran un prestigio y luego, no todos los directores quieren hablar de la religión; no fue fácil. Por ejemplo, muchos directores protestantes que les decíamos, decían no. LA: O hubieron casos de directores que son 100% judíos, más que un rabino, y éstos decían no, yo no soy judío. O sea, sí se identifican con la religión, pero no es algo de lo que quieren hablar. Y todos los directores con los que hablaron obviamente se identifican con la religión de la que hablan... GA: Esa era una de las condiciones. O que fueran creyentes o que culturalmente fueran muy cercanos. Por ejemplo Héctor Babenco: él es judío, no practicante, pero lleva viviendo 50 años en Brasil, ha hecho documentales sobre umbanda y sus mejores amigos son umbanda. Conoce y sabe de lo que está hablando. No queremos visiones foráneas; no queremos un mexicano católico hablando de islam. Sí le propusimos a directores americanos hablar del protestantismo, pero dijeron: yo no lo voy a hacer. Tampoco puedes forzar a nadie.

Tratamos de buscar a alguien para hablar de religiones africanas, pero no se pudo. LA: Tuvimos también un dilema con Mira Nair que ella vive la mitad del año en Uganda y la otra mitad en India. Entonces, dependiendo de donde ella iba a estar, su película iba a hablar de África o de la India. Y las dos eran muy importantes, pero al final se dio que ella iba a estar en Mumbai y era mucho más fácil hacer la producción ahí. También buscamos gente relacionada con religiones más contemporáneas, como la cienciología, pero eso resultaba mucho más delicado, porque el que está adentro no puede hablar de lo que pasa y el que se fue tiene miedo de hablar de la iglesia, por sus muchas reglas al respecto. GA: Y también, volviendo al ejemplo de Babenco, me dice: vamos a hablar de estas nuevas iglesias que hay en Brasil Las mega-iglesias… GA: Exacto, pero ya hablamos de catolicismo, ya hablamos de cristianos ortodoxos, y no quisiera hacer un énfasis en el cristianismo. Hablar más de Jesucristo iba a ser una orientación más cargada hacia una sola vertiente. ¿Y conseguir un director cubano para hablar de la santería y las religiones africanas? GA: Pues no hay ahora un director cubano de la talla de lo que buscamos, directores que tuvieran un peso en la cinematografía mundial. Hay gente que me dice, ¿por qué no hablas de esto? Pues porque no hay un director que, yo por lo menos, le tenga un gran respeto y además pueda hablar de ello. LA: El más joven en carrera es Warwick Thornton, el australiano, que fue un desafío también, porque había que encontrar a alguien que fuera aborigen y que fuera reconocido mundialmente. Warwick ganó la Cámara de Oro en Cannes, y además es aborigen y vive en medio de una comunidad aborigen; quizás es el más joven del grupo, pero brinda una mirada muy honesta. Muchas de las historias son vistas desde el punto de vista de los hombres. Está la perspectiva de la mujer en la australiana, pero en general casi todos los personajes son hombres. ¿Pareciera que la religión es un tema más bien masculino? GA: Bueno, la verdad no nos pusimos a pensar en feminismo. Simplemente respetamos la perspectiva de cada director; no era una línea la igualdad de géneros, sino la perspectiva que cada quien tuviera. Invitamos a muchas mujeres a participar, pero algunas se nos rajaron a la mitad del concepto. Susanne Bier iba a dirigir

Fotografías cortesía de Words With Gods

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judaísmo y al final dijo que no. Andrea Arnold, en fin, buscamos muchas mujeres. LA: Y claro, hay que considerar que todos estos son directores que además tienen ya sus largometrajes en los que están trabajando y esto lo tenían que involucrar en una franja de tiempo que no afectara el resto de su trabajo, así que por eso también mucha gente con la que hablamos inicialmente no pudo participar. GA: Obviamente queremos mujeres en el proyecto, pero también, no hay muchas mujeres que tengan este peso que estamos hablando. Buscamos a Sofia Coppola, pero ella dijo: yo de religión no quiero hablar (risas). De hecho, la mayor parte de la gente me decía: a esto no, pero invítame a sexo (más risas). ¿Pueden los directores elegir su tema? LA: Pues más que nada se trata de disponibilidad de tiempo. Tenemos directores que iban a participar en Words with Gods que al final no pudieron, por contratos actuales, pero que van a participar en la siguiente. Las siguientes etapas, ¿cómo van? GA: Estamos buscando financiamiento para sexo. Que por cierto, quiero aclarar que sexo no es una película erótica. Vamos a hablar de temas que creemos son importantes que hablemos, por ejemplo el trato de blancas, el aborto, el matrimonio gay. LA: Para las cuales ya tenemos como la mitad de los directores, aunque aún no podemos revelar sus nombres. ¿Qué es lo que atrae, qué hace que estas grandes figuras les digan a ustedes: voy? GA: Primero que nada, muchos de ellos son amigos. Luego, afortunadamente, el trabajo previo ayuda a que crean en el proyecto; cuando yo les hablo, como colegas, cuando explicamos que aquí no tratamos de hacer proselitismo, entonces se interesan. LA: Y es el interés por contribuir al mundo, a la sociedad. GA: El primero en subir a bordo fue Emir Kusturica, quien cuando hablé con él me dijo: esto se tiene que hacer. Luego entonces, ya con su nombre ahí, resultó mucho más fácil convencer a los demás. Entonces son las cuatro películas... GA: Words with Gods es religión; Encounters, sexo; Polis, política; e Into the Bloodstream, sustancias. Andrea Ojeda, mexicana, es integrante del consejo editorial de contratiempo NÚMERO 120

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ARTE

THE CITY LOST AND FOUND

Transformación de las ciudades Tanya Victoria

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urante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, las ciudades estadounidenses sufrieron profundas transformaciones en un contexto de decadencia urbana y masivas protestas políticas; la incertidumbre, el ambiente de transformación social, política y cultural sacudieron a las grandes urbes – Nueva York, Chicago y Los Ángeles—, y fue precisamente durante esos momentos de tensión que artistas, cineastas, fotógrafos y activistas transformaron esas condiciones en oportunidades para reconsiderar las propuestas estéticas del momento. The City Lost and Found, que se presenta en el Art Institute del 26 de octubre de 2014 al 11 de enero de 2015, es la primera exposición que explora este periodo en que los artistas enfocan su estudio en la complejidad que viven las ciudades, la transformación de la transportación masiva, la arquitectura, el cine y el periodismo, en momentos clave de reivindicaciones sociales. Este proyecto reúne una amplísima gama de medios, reunidos de entre más de treinta colecciones y más de doscientas ilustraciones, diapositivas, collages y libros producidos entre 1960 y 1980. La muestra explora profundas interconexiones entre las prácticas artísticas y las realidades políticas y sociales a través de trabajos de artistas como Bruce Davison, fotógrafo nacido en Oak Park, quien hizo un estudio de la avenida Harlem, una de las principales arterias al oeste de Chicago, a lo largo de dos años entre 1966 y 1968. La exposición cuenta también con trabajos de Allan Kaprow, quien revolucionó las prácticas del performance al entender que el arte no se centra solamente en objetos estáticos, sino que se mueve y se siente a la manera de un expresionismo abstracto en acción. También se destacan las obras de Martha Rosler, ensayista y fotoperiodista, quien fue una de las autoras más influyentes del feminismo estadounidense y que investigó las estructuras ideológicas desde un enfoque cargado de ironía. Deben subrayarse también la presentación de trabajos del movimiento colectivo ASCO de Los Ángeles, California (ASCO viene precisamente de la palabra en español “asco”); la función principal de este movimiento fue dar una respuesta a las condiciones socioeconómicas y políticas que rodeaban a la comunidad chicana en el Este de Los Ángeles entre 1960 y 1980. Los cuatro miembros de ASCO –Harry Gamboa, Jr., Gronk, Patssi Valdez, y Willie Herrón— expresaron

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su disgusto, su asco ante el establishment, ya que las galerías de arte angelinas no tenían interés en la cultura chicana, y devaluaban al movimiento chicano como algo surgido exclusivamente de las pandillas y sin pertenencia al mundo del arte. The City Lost and Found ha sido montada por el Art Institute de Chicago y el Museo de Arte de la Universidad de Princeton,

y curada por Katherine A. Bussard, de Princeton, Alison Fisher, del Art Institute, y Greg Foster-Arroz, de Columbia College.

Tanya Victoria, mexicana, reside en el área de Chicago.

Romare Bearden, The Block II (detail), 1972. Collection of Walter O. and Linda J. Evans. De la exposición The City Lost and Found,

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TIEMPO DE SOBRA

Esa pinche eternidad Julio Rangel

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esde hace año y medio pienso en ese arco tenso que abre la espera del autobús. El autobús de la avenida 35, que viene del oeste profundo a culminar su ruta en el este, cerca del lago. Cruzar Bronzeville por la mañana, una vez dejados los pasajeros que transbordan en la línea roja (estadio de los White Sox, donde abordo yo el autobús) y en la verde (IIT). Transitar, pues, por el enclave afroamericano, con sus núcleos en torno al McDonald’s, su pequeño ecosistema de economía informal (venta discreta y ambulante de calcetas, discos y películas piratas). Pasar a zancadas vigorosas (o a paso ligero, cuando ya no te importa llegar tarde) frente a la ferretería Meyer, que en la década de los veinte –en la efervescencia del Jazz Age– fue un templo donde oficiaron Louis Armstrong y Ella

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Fitzgerald, entre otros; vórtice nocturno de la modernidad, hoy aparador de hornos y ventiladores que aun visitan jazzófilos de otras latitudes como peregrinos en busca de tierra santa. Y pasado el Martin Luther King Drive, en el strip mall, el ágora intenso del Donkin’ Donuts, donde las mesas se animan con fuertes e informados debates sobre política local, que al alcalde harían atragantar y a los funcionarios ruborizarían de vergüenza, si tal cosa conocieran. En Cottage Grove, la ansiada playa donde encuentra reposo el navío de la CTA, antes de volver a recorrer la avenida 35, ahora en sentido opuesto. Pero ese paréntesis de vida urbana solo se despliega una vez cumplida la espera del ingrato autobús, que tarda, dioses, lo suficiente para que Penélope deshaga los tejidos de la cordura, en el ejercicio de mirar en lontananza para distinguir la proa chata que ya viene. O no. O

la decisión de hacer a pie la geografía matinal del comercio cotidiano. El diálogo de banqueta a banqueta, entre los camiones que abastecen a los mini-marts. Despotricar por la larga espera (los férreos patrones de segregación, la geografía política de Chicago al desnudo) o practicar la paciencia, o sentir que la indignación es como esa arenilla de los huesos viejos, que mentar la madre no es fácil cuando no hay un destinatario individual sino un laberinto impersonal, un sistema. Una inercia como una pleamar. “Esa pinche eternidad” suspiras, y luego decides que es buen título para un poemario.

Ken Josephson, Chicago, 1969. Detail. The Art Institute of Chicago, Gift of the School of the Art Institute of Chicago

Julio Rangel, poeta mexicano, es integrante del consejo editorial de contratiempo.

De la exposición The City Lost and Found,

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CONTRAFOTO

CONTRAFOTO

Ignacio Guevara

Arturo Richardson

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EDICIONES VOCESUELTAS EDICIONES

VOCESUELTAS

Información: info@contratiempo.net

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Tantos recorridos, tantas historias de inmigración que encuentran en común una sola cosa: el idioma español. contratiempo ha creado Ediciones Vocesueltas para diseminar y promover la literatura escrita en español en Chicago. Estos proyectos de publicación conjunta con los autores han dado frutos desde el 2007, habiéndose publicado seis libros a la fecha. Debemos un agradecimiento especial a los autores publicados en Vocesueltas, cuyo ímpetu, talento y generosidad han hecho posible el establecimiento de este sello editorial.

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01 A veces llovía en Chicago. Por: Gerardo Cárdenas Precio US$12.95. 1a. edición (Marzo, 2011) . En español. ISBN: 978-09800042-67

03 Extrasístoles (y otros accidentes). Por: Jochy Herrera

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02 En la 18 a la 1. Por: Escritores de contratiempo en Chicago Precio US$14.99. 1a. edición (Septiembre, 2010). En español. ISBN: 978-09800042-5-0

Precio: US$ 19.99. 1ª. Edición (abril, 2009). En español. ISBN-13: 978-0-9800042-3-6

04 Jaleos y denuncias. Por: Stanislaw Jaroszek

05 Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago. Por: Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva Gallardo

06 Vocesueltas: Cuatro cuentistas de Chicago. Por: Raúl Dorantes, Bernardo Navia, Fernando Olszanski y om Ulloa

Precio: US$ 15. 1ª. Edición (mayo, 2008). En español. ISBN-13: 978-0-980004212

Precio: US$14. 1a. edición (Abril, 2010). En español. ISBN: 978-098000424-3

Precio: US$ 15. 1ª. Edición (agosto, 2007). En español. ISBN-13: 978-0-980004205

contratiempo nfp es una dinámica y multifacética organización sin fines de lucro que se ha convertido en el epicentro del periodismo cultural y la literatura inmigrante en Chicago. La misión de contratiempo nfp es promover los aportes culturales de la población latina hispanohablante en Estados Unidos. contratiempo es

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La revista contratiempo El taller de creación literaria Poesía en Abril Ediciones Vocesueltas Lectura, diálogo y performance

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Artelitas: Pieces of Us Noelia Cruz

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n La Villita, el colectivo Artelitas desarrolla un modelo artístico de autogestión comunitaria enfocado en la práctica, producción y diseminación de obras de arte que refleja la voz de artistas en los barrios de la ciudad. El colectivo compuesto por Adi Patrón, Amara Betty Martin, Sara Cortés, Rosa Huerta, Érica Sánchez y Alyssa Stone, surge como respuesta a la búsqueda de nichos culturales en los cuales se pudiese activar, promover y exponer arte desde un contexto comunitario incluyente. Como parte de estos encomiables esfuerzos culturales, la organización produce exhibiciones en las cuales incluyen el trabajo de decenas de artistas locales que mantienen además un espacio de diálogo abierto el primer jueves de cada mes a través de las ondas radiales de la estación comunitaria WLUW 88.7. El pasado viernes 14 de noviembre de 2014 Artelitas presentó la apertura de una exhibición colectiva titulada Pieces of us. La misma consistió en piezas a pequeña escala que no excedían las 10 pulgadas en tamaño. Este fue el parámetro curatorial que definió la colección. El evento incluyó el trabajo de los artistas locales Adi Patrón, Alfredo Díaz, Alyssa Stone, Amara Betty Martin, Briana Gaitán Soria, Christine Gutiérrez, Christopher N. Thomopoulos, Constance Kostrevski, Diana Solís, Eddie Morfín, Edgar González-Baeza, Edwin V. Franco, Elizabeth Ávila, Érica Eliza Sánchez, Fátima García, Frances Rubi Guillén, Francesca Vitali, Gabriel Yogi Roa, Iván Soto, Jaime Mendoza, Jenese Jackson, Jessica Miltron, Jonathan Andrade, Jorge Vargas, José Valdovinos, Laura Vergara, Luz Castillo, Manuel Matr Macías, Mynor Paredes, Natalie Malinowski, Orlando Cabrales, Pedro Gustavo Macedo, Russell Supersaijan Kaplan, Rosa Paulina Huerta, Sara Cortés, Tavo Martínez López, Thelma Uranga, Vanessa Sánchez y Victoria Martínez. Una instalación conformada por hojas de papel colgando en las paredes contenía imágenes en blanco y negro de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, en el estado

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mexicano de Guerrero. Éstas fotografías fueron complementadas con esculturas de metal y papel que representaban a cada una de las víctimas. “Es una pieza en colaboración entre Artelitas y amigos la cual decidimos dedicar a los 43 estudiantes”, expresó Paulina Huerta. Los trabajos expuestos incluyeron medios mixtos, manejo de fibras y materiales, pinturas dimensionales, dibujos, pinturas pequeñas y esculturas de papel. Como muestra de esta diversidad en los tratamientos de superficie, la artista mexicana Victoria Martínez presentó un colorido dibujo bordado sobre lienzo que contenía esculturas de fibras en tela complementadas con texturas de botones, pedrería e hilo. El título de su obra “Kiss me near the fence” sugiere una narrativa poética. Gracias a esta exhibición, el artista Jonathan Andrade pudo mostrar por primera vez su trabajo en una galería. Andrade presentó una pieza sobre la memoria, la soledad, el olvido y todo lo relegado en la transición hacia la edad adulta. La composición de esta obra en metal y madera consolida la pintura con la escultura. “Purity”, como se titula la obra, contiene dos árboles dimensionales creados con hilo de metal manipulado que sobresalen en extremos opuestos de un marco de madera. Los árboles enredan en los bordes del marco que alberga un columpio vacío en el centro. En la apertura de Pieces of Us el colorido espacio de la galería se mantuvo amenizado con música, sonrisas y un ambiente acogedor que presenció a una comunidad en camaradería apreciando arte.

Noelia Cruz, poeta y artista puertorriqueña, es integrante del consejo editorial de contratiempo. Fotografía: Noelia Cruz Instalación de Artelitas en tributo a los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, México

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La era de la hiperdocumentación

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n los años 90, en Silicon Valley estuvo de moda asistir a fiestas donde se visitaba MAE West, uno de los únicos dos centros que constituían Internet en aquel momento. Cuenta Po Broson en su libro El nudista del turno de la noche que al terminar el paseo la sensación más común era de decepción, las personas que veían ese amasijo de cables anaranjados no daban crédito de que aquello iba a ser la gran cosa nueva. Del mismo desencanto estuvo llena la primera experiencia de navegación de muchos usuarios de Internet. No había a dónde ir o por dónde empezar, porque Internet era todo y a la vez nada. Mucho ha cambiado desde entonces. En menos de 25 años internet, y los teléfonos celulares inteligentes, cada vez ocupan mayor espacio en nuestras vidas. Quizás uno de sus mayores impactos ha sido el facilitar documentarlo todo y hacerlo público, en lo que parecen ser caudales infinitos de información que se generan 24 horas al día, siete días a la semana. Cuántos pasos corremos diariamente, cuántos sitios visitamos, cuántas películas vemos a la semana, todo está a un clic de ser divulgado en Facebook, Twitter, Youtube, Instagram o Linkedin. Mark Zuckerberg, que creó la red social Facebook en 2004, dijo no hace mucho: “Las personas se han vuelto realmente cómodas no solo con compartir información de distinto tipo, sino también más abiertamente y con más personas. Es una norma social que ha evolucionado con el tiempo”.

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Es cierto. La esfera privada cada vez se reduce más. Mucho de lo que sucede en nuestras vidas, incluso lo más cotidiano, es inmediatamente susceptible a la divulgación global. En este dossier varios autores reflexionan sobre este fenómeno. Julio Rangel en Un mar de ventanas resplandecientes reflexiona sobre la “compulsión” de tratar de registrarlo todo durante el consumo cultural en contraposición a la natural erosión de la memoria. Nerea Dolara en Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciados escribe sobre los cambios que ya empezaron a verse en el cine a raíz de la constante relación del público con productos audiovisuales de todo tipo gracias a los teléfonos celulares, el iPad, el ordenador. En #activismoselfie Catalina María Johnson narra la historia del selfie para hablar de su utilidad social como herramienta de activismo social, por su rapidez y eficacia de divulgación. En Niños virales Luis Alejandro Ordóñez escribe sobre las redes sociales como el lugar para exhibir a los hijos y se pregunta sobre las consecuencias que puede traer eso en sus vidas. Finalmente, Marco Escalante en Nuevos avatares de la tortuga realiza una oda a la pausa, a la lentitud frente al frenetismo y automatización de la producción y el consumo que ha tocado también al escritor y al filósofo, en la manera en que documenta sus pasos. Olivia Liendo es periodista venezolana residenciada en Chicago y Directora de Arte de contratiempo.

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Un mar de ventanas resplandecientes Julio Rangel

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eptiembre de 2014, Vic Theatre. En el cosquilleo antes del concierto, en ese momento en que la audiencia sabe que las luces se apagarán pronto para dar comienzo a la música, una grabación toma el sistema de sonido. En ella, los miembros de King Crimson piden como favor muy especial no tomar video ni fotos del concierto. Si quieres tomar fotos, dice en tono de broma el bajista Tony Levin, tienes diez minutos para salir al lobby, tomar todas las fotos que quieras y volver aquí. La voz de Robert Fripp, guitarrista de la banda, nos conmina a usar ojos y oídos para registrar lo que sucede. “Abraza el momento”, repite durante su alocución. Curiosa petición, abrazar el momento. Desatender los artilugios de registro y entregarse a la experiencia bajo el riesgo (y quizá potenciada por lo mismo) de la erosión de la memoria. Una petición similar han hecho artistas como Kate Bush, Jeff Tweedy, Jack White y Prince, entre otros. La recomendación de Fripp se ajusta a su visión de la música como una cualidad que “entra en el mundo” y del performance como un acto irrepetible. De acuerdo a esta visión, la compulsión a registrarlo, el impulso mecánico de compartirlo (un tembloroso y cacofónico testimonio más en YouTube), interrumpe un proceso participativo que requiere presencia y atención. La idea ha sido recibida con escepticismo por un público acostumbrado a reivindicar sus derechos como consumidor: he pagado mi entrada y tengo derecho a un souvenir, nadie puede impedirme grabar un fragmento de esta experiencia y compartirla con mis amistades. Un reclamo similar obtuvo el historiador de arte Michael Savage cuando criticó la tendencia creciente a tomarse selfies junto a las obras de arte en los museos. Savage argumentaba que el museo y la galería de arte son de los pocos espacios donde una persona puede replegarse para ejercer la contemplación estética y reflexiva, y que la nueva tendencia constituye un acto disruptivo. Las críticas a su postura siguieron el mismo derrotero de los derechos constitucionales: no se puede impedir a una persona que no ha violado ley alguna comportarse de la manera en que le dé la gana. Un extremo de esta posición es convertir el espacio artístico en un espacio monacal,

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rígido y solemne. El extremo opuesto implica la frivolización, neutralizar el filo subversivo de un hecho artístico por vía de la repetición acrítica de los tics culturales en boga. El espectáculo en vivo como un acto de comunión o como mero entretenimiento, su condición paradójica de arte y mercancía, y los matices que caben entre ambos polos. La música —“misteriosa forma del tiempo”, la definió Borges— se despliega irrepetible. El show en directo es una potenciación del presente, una forma laica de exaltación dionisíaca, por decirlo así. Ese ritual que a menudo conlleva la idealización del rock star como el demiurgo que convoca el éxtasis en la masa de adoradores fue muy criticado en la década de los noventa por la cultura de los DJ, que rompían esa barrera jerárquica del escenario y buscaban una horizontalidad comunal. (Paradójicamente, hoy el mismo mecanismo de endiosamiento ha alcanzado al DJ, encumbrado como el epítome de lo cool.) La mitología del concierto de rock y su transición de espacio de rebeldía a evento corporativo tipo Lollapalooza va de la mano con la consolidación de la juventud como un grupo demográfico con poder adquisitivo (y, por definición, más inclinado hacia la cultura de los gadgets). El teléfono inteligente es una prótesis de la mirada que reemplaza la imperfección del recuerdo con el registro literal. En la novela Corazón tan blanco, Javier Marías pone en boca de su personaje principal lo siguiente, a propósito del videocasete: “Date cuenta de que un vídeo se mira impunemente, como la televisión. Nunca miramos a nadie en persona con tanto detenimiento ni con tanto descaro porque en cualquier otra circunstancia sabemos que el otro nos está mirando, o que puede descubrirnos si lo estamos mirando a escondidas. Es un invento infernal, ha acabado con la fugacidad de lo que sucede, con la posibilidad de engañarse y contarse después las cosas de manera distinta de cómo ocurrieron. Ha acabado con el recuerdo, que era imperfecto y manipulable, selectivo y variable. Ahora uno no puede recordar a su gusto lo que está registrado, cómo va uno a recordar lo que puede volverse a ver, tal cual, incluso a mayor lentitud de cómo se produjo.”

El habitante de las sociedades industrializadas es un consumidor que en un mercado competitivo ha aprendido a demandar rapidez, instantaneidad, como un derecho inalienable. Las demandas y expectativas que depositamos en la tecnología, la fetichización del diseño y el aura inteligente de las herramientas, conforman el escenario que redefine al ciudadano como consumidor. La imagen digital, de producción dócil a la mano y al impulso, favorece la compulsión de aprehender cada experiencia y de compartirla incansablemente. Todos los datos igualados en un mismo horizonte jerárquico. Hace pocos años, en una conferencia, escuché al semiólogo catalán Román Gubern afirmar tajante: “No se puede hablar de globalización cuando en Manhattan hay más teléfonos que en todo el continente africano.” Al margen de la vigencia estadística del dato, el argumento se sostiene. No se entienda esto como una diatriba apocalíptica. El teléfono inteligente es también una herramienta cívica. Si la fotografía ha sido, desde fines del siglo XIX, un instrumento de vigilancia del estado (Sontag habla del uso de cámaras fotográficas por parte de la policía en el sangriento asalto a la comuna de París), los dispositivos móviles de hoy han revertido, o por lo menos empatado, el ejercicio de la vigilancia, y el ciudadano registra la prepotencia policiaca, la alevosía de los instrumentos del poder. En cuestiones recreativas, el dilema entre vivir una experiencia o registrarla, sea para verla después, para compartirla o para validar que se estuvo allí, depende del individuo (puede ni siquiera ser un dilema y conciliar ambas cosas con mesura). Varios músicos y comediantes se han quejado de que desde el escenario solo perciben un mar de azuladas ventanas resplandecientes. Atareados fans anteponen una muralla de iPads y teléfonos para documentar un momento “inolvidable”. Tan inolvidable como la noche siguiente y la del día después.

Julio Rangel, escritor mexicano, es integrante del consejo editorial de contratiempo.

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Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciados Nerea Dolara

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n cada era de cambio se predice la muerte de lo anterior. Los libros, la radio, la televisión... el cine. Todos condenados a muerte una y otra vez por los profetas de la destrucción que nace de la evolución, de lo nuevo. Y estos tiempos no son diferentes. El cine –y todos sus compañeros mencionados– han sido sentenciados desde hace años, a manos de los nuevos medios, de lo digital. Los puristas defienden que ese fallecimiento se puede observar en la falta de entradas vendidas, en el cierre de grandes salas, en la accesibilidad de herramientas para

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cualquiera que quiera filmar una película. Es un tiempo transitorio, no hay duda, y el panorama del mundo cinematográfico se ha modificado en consecuencia. Porque ya no sólo se trata de la facilidad con que se puede adquirir una cámara y editar un vídeo, se trata de una constante relación con productos audiovisuales de todo tipo, en el móvil, el iPad, el ordenador... cada dispositivo que tenemos a disposición se ha convertido en una sala de proyecciones privada, en que subir contenido y almacenarlo o compartirlo vía las redes sociales, recientemente enamoradas

del video (Instagram, una app de fotografía, lo incorporó en junio de 2013) es rutinario. Esta dinámica produce una clara cercanía con el contenido que asusta a muchos e interesa a otros. Pausar, hablar, adelantar, repetir. Todo se ha convertido en una interacción válida con lo que se ve en cualquiera sea la pantalla. Puede que este cambio en relación con el audiovisual haya modificado también la imagen en sí misma del cine. Pero ¿qué imagen prevalecía? Ciertamente las películas de baja calidad de producción, de apariencia casera y con presupuestos ínfimos se han hecho accesibles

Diamond Flash, por Carlos Vermut

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y disponibles en Internet. Pero como todo lo que tiene que ver con el universo online, en ese océano inmenso de información hay horrores y joyas, todos por encontrar. Obviando el contenido de mala calidad, que es considerable (también lo había antes de Internet en el mundo de la serie b), los nuevos medios y las redes sociales se han convertido en los lugares en que estas pequeñas historias salen a la luz, mal iluminadas o con mal sonido, pero disfrutables y buenas. Tal es el caso, por ejemplo, del reciente ganador de la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián. Carlos Vermut dirigió su primer largometraje, al igual que sus primeros cortos, con financiación propia y privada (y reducida). Estrenó su primera película a través de Internet. “Diamond Flash” se convirtió en un fenómeno de culto a pesar de no haber llegado a las salas y le permitió a Vermut obtener financiamiento para realizar un segundo largometraje, con el que ganó el festival. En el caso del estilo, se puede citar el movimiento Mumblecore. A la vez el Mumblecore tiene influencias de la naturalidad de los videos que se producen a bajo costo y se reproducen en nuevos dispositivos; y es una respuesta a la artificialidad que domina muchas de las publicaciones online en redes sociales; una nueva ola del cine de autor que, además, renuncia a las líneas narrativas clásicas del cine de estudio y opta por una mayor soltura. También ha sido la plataforma para que muchas voces actuales del cine (Lynn Sheldon, los hermanos Duplass, Ry Rysso-Young o Andrew Bujalski) se dieran a conocer vía productos audiovisuales de calidad y económicos. Las redes sociales y los nuevos medios no sólo han influido en la forma en que se presenta una historia, también se introducen en las historias, ya sea como entes malignos (“Men, Women and Children”) o como herramientas para construirla (“Catfish”). Pero puede que una de las mayores influencias de los nuevos medios y dispositivos, y la cambiante manera de relacionarse con el contenido gracias a ellos, sea en el cine de NÚMERO 120

Sup. Men, Women and Children por Jason Reitman Inf. Catfish por Henry Joost y Ariel Schulman

altos presupuestos. Protegiéndose de lo que percibe como una amenaza insalvable el cine de estudio se ha refugiado en los efectos especiales, el 3D y el sonido surround. Ha optado por alejarse lo más posible de los productos de contenido creados por “personas comunes” y se ha convertido en una máquina de generar cada vez más películas que exigen una visita al cine si quieren verse en todo su esplendor. El espectáculo versus la cotidianidad. Es difícil señalar el camino que seguirá el mundo cinematográfico, siempre lo ha sido. En el presente el lenguaje del cine se reinventa y adapta y los espectadores participan de ello, unos cineastas graban en su casa y estrenan en Youtube, otros hacen películas pensadas exclusivamente para una gran pantalla. Se comparte, se reinventa, se descubre, se teme, se protege, se explora. Una eterna dicotomía de destrucción y nacimiento. En la palabras de Miriam Hansen, en su libro Babel and Babylon: Spectatorship in American Silent Film: “El crecimiento sin precedentes de la innovación tecnológica y la circulación han creado condiciones en que la conciencia es, más que nunca, inadecuada con respecto al desarrollo tecnológico y su poder para destruir cuerpos humanos, y corazones y mentes. Al mismo tiempo, los nuevos medios como el video y lo digital han expandido el arsenal formal y material para prácticas imaginativas y han abierto nuevos modos de espacio público que, desde ahora, encarnan una relación diferente, y potencialmente alternativa, con la tecnología”.

Nerea Dolara es periodista y guionista venezolana, residenciada en España. Ha sido editora de varias publicaciones internacionales como Harper’s Bazaar y Revista Vanidad y mantiene el blog de http://www.hermosofraude.com/ contratiempo

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#activismoconselfie Catalina María Johnson

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ace apenas doce años, según el diccionario Oxford, un australiano ebrio se cayó, se partió el labio y usando su teléfono, se tomó foto a sí mismo foto mostrando la herida, y la publicó en un foro en el internet. Dicho australiano describió su foto como una “selfie”; hoy se considera esa referencia el primer uso de la palabra. El primer autorretrato se dio en 1839, más se entiende por un verdadero selfie el que el autor difunda la foto a través de los medios sociales. A partir del 2013, la palabra selfie ya está presente en el Oxford English Dictionary. En cuanto a su uso en español, a fines de ese mismo año la Fundación del Español Urgente recomendó como preferencia el uso de “autorretrato” o “autofoto”; más meses después, con ligero tono de derrota, la misma fundación en respuesta al “uso abrumador de la voz inglesa en los medios”, sugiere el uso de la palabra con adaptación hispana, o sea, “selfi”, propuesta que tampoco parece recibido mayor acogida en los medios. En inglés, ya la palabra selfie da muestra productividad lingüística, habiendo generado varias variantes —“belfie” (la foto del posterior de uno) “helfie” (el cabello) y “drelfie” (foto de uno mismo en estado de ebriedad). Más quizás el impacto más importante del selfie es las posibilidades que genera como arma en los movimientos sociales, los cuales ya se habían ido alimentando de la comunicación por internet. Hasta recientemente, los medios sociales se usaban principalmente para movilizar a personas dispersas que se enteraban por estos mismo dónde, cuándo y cómo participar en algún acto de manifestación, protesta o solidaridad con un movimiento social o político. El propósito o tema central de esa información se identificaba con un hashtag común (palabra o serie de palabras precedidas por “#”). El selfie, identificado al igual con un hashtag relevante, ha creado un sinfín de posibilidades. Puede usarse en acto de rebelión ante actos prohibidos por gobiernos tiranos, como lo muestra la página de Facebook llamada “My Stealthy Freedom” que fue iniciada en Irán. En esta misma, mujeres de diversos países del Medio Oriente publican selfies en las que descubren sus bellas cabelleras y lanzan al aire al hiyab ocultador. De manera parecida, en Turquía, mujeres publicaron selfies riéndose a carcajadas después que un ministro diputado insinuó que las mujeres no debían reír en público. Por otro lado, el selfie nos está documentando y revelando situaciones a las que

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normalmente no tendríamos acceso. Jóvenes que cruzan la frontera aferrados a la parte superior de La Bestia (el tren de carga que cruza desde Guatemala hacia el norte, cruzando el país de México) usan selfies para ir documentando su viaje, publicando a la par mensajes de esperanza, frustración o tristeza, según sea el caso. Otra manera de usar el selfie ocurre cuando grandes números de personas se unen en solidaridad acompañando su selfie con un hashtag común. Este año, varios jóvenes libaneses organizaron una campaña de selfie con el hashtag “#notamartyr (nosoymartir) protestando la muerte de un joven en su país, asesinado en la explosión de un carro bomba. Minutos antes de morir, ese mismo joven, risueño, se había tomado un selfie. De manera parecida, más de un millón de personas publicó su selfie en el internet mostrando un rótulo del hashtag #BringBackOurGirls (devuelvenuestrasniñas) para insistir que Boko Haram, extremistas islámicos nigerianos, devolvieron sanas y salvas a más de doscientas jóvenes que habían secuestrado. Hasta la primera dama Michelle Obama se tomó una selfie con ese rótulo. Otros selfies se han publicado añadiendo en la foto un elemento que le da fuerza visual. Cuando el joven Trayvon Martin fue matado por George Zimmerman en lo que pareció ser acto de violencia premeditado, ya que el joven afroamericano llevaba puesta sudadera con capucha negra al ser matado, las personas en los selfies protestando la situación usaron el hashtag #iamtrayvon (yosoytrayvon) y se pusieron sudadera negra con capucha. En otro ejemplo, el verano del año actual, un tribunal egipcio condenó a encarcelamiento de 7 a 10 años a tres periodistas de Al Jazeera en inglés por el supuesto delito de apoyo a terroristas. La condena ha sido denunciado a nivel internacional por periodistas, políticos y otras personas quienes usando el hashtag #FreeAJStaff (libertadparapersonaldeAJ) se han tomado selfie con las bocas selladas con cinta adhesiva.

Sin embargo, queda la duda de que tomarse un selfie de protesta no sea más para muchos que un breve momento de activismo narcisista, cómodo, conveniente y superficial. Por una parte, como lo han observado ya varios críticos, Boko Haram hizo caso omiso de ese millón de selfies con el hashtag #devuelvenuestraniñas. Más aunque quizás no parezca generar ningún resultado tangible, de manera sencilla y poderosa, el selfie nos une como individuos a un movimiento mucho más grande que nosotros mismos, y lo permite a nivel global y de una manera sumamente eficaz y rápida. Con un click y un selfie, de una manera directa y personal mostramos indignación ante las injusticias que sufren otros compañeros y ciudadanos de este mundo en partes lejanas; intentamos comunicarles nuestra solidaridad con sus luchas, y al igual manifestamos la esperanza que al sumarse nuestro autorretrato al de muchos otros, ayude a que esas injusticias se vuelvan cosa del pasado.

My Stealthy Freedom tiene más de 700.000 seguidores en facebook

Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de contratiempo, escritora y locutora/ productora de Beat Latino, www.beatlatino.com, programación radial para estaciones de radio pública desde Mexico, D.F. a Berlin.

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Niños virales Luis Alejandro Ordóñez

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ntes, en otra época, existía cierta aprehensión a visitar padres entusiastas, porque sin saber muy bien cómo ni por qué, la visita solía convertirse en un espectáculo espontáneo de los niños de la casa. Bailes, declamaciones, lecciones de violín, obras de arte o, en su defecto, fotos y videos de los talentosos retoños, convertían esas visitas en un ejercicio de resistencia y autocontrol. Hoy en día, esa invitación indeseada que nadie sabía cómo rechazar ya no se hace, no es necesario hacerla, viene implícita y permanentemente aceptada con nuestras cuentas de redes sociales, sobre todo de Facebook. La primera sonrisa de Marianela, el primer cumpleaños de Benito, los disfraces de Analía, Ernesto, Sophie, Marcopolito y Tinita, el gol de Jaime, la parada de manos de Fiona, Ana María y su maqueta de la célula, Johnny comiendo helado con sus amiguitos, todo eso vi ayer en Facebook y más allá de mi total desinterés por cada uno de los eventos, siempre me pregunto por el efecto que pueda tener en los niños que alguien tan ajeno a ellos sepa todos esos detalles sobre sus vidas.

El uso más común

Produce algo de ternura recordar que hasta hace unos pocos años, a la red se le retrataba con aquel famoso chiste de The New Yorker donde un perro frente a la computadora le decía a otro: “En la Internet nadie sabe que eres un perro”. Hoy por hoy, la red parece saber hasta quién fuiste en una vida pasada. Y ese conocimiento está al alcance de cualquiera con buenas o malas intenciones. Por eso, pululan las recomendaciones de prudencia a la hora de compartir contenido en red, como por ejemplo, fotos de los hijos. Una de las recomendaciones iniciales suele ser que en la foto compartida no exista ningún detalle que identifique los lugares que el infante frecuenta, como el colegio al que asiste o la piscina donde practica nado sincronizado; ¡pero si se trata precisamente de eso!, de mostrarle a todos qué lindo se ve con su uniforme de segundo grado y qué bien hace ya la posición pierna de ballet doble. Los padres, según estos artículos, están poniendo en riesgo a sus hijos a diario y apenas por un puñado de Likes. Pero el riesgo al parecer bien vale la pena. Según un artículo publicado por The Guardian, titulado “Does sharing photos of your children on Facebook put them at risk?”, el 63% de las madres estadounidenses usa Facebook y de ellas, el 97% pone fotos de sus hijos en la NÚMERO 120

red, el 89% comparte estatus sobre sus hijos y el 46% publica videos. Básicamente, Facebook es el lugar para exhibir a los hijos. En las reuniones de antes, el niño podía negarse al espectáculo haciendo un berrinche o escondiéndose debajo de la cama hasta que la visita se fuera, pero hoy por hoy es probable que no haya terminado de realizar la actividad de turno cuando su foto, video o las palabras inspiradas en su performance ya estén circulando a velocidad de timeline.

Generación Truman o Generación Culkin

Con la anuencia de los perfiles de sus padres, los niños que viven en la era Facebook están creciendo como si vivieran en sus propias

Arriba. Fotografía: Mirasview

versiones digitales de El Show de Truman, todos bajo la atenta mirada de aquellos escogidos por el algoritmo y con la permanente posibilidad de volverse celebridades web. La mayoría, es cierto, correrá con la suerte de haber recibido los Like del olvido. Los más osados se escaparán como Truman, esperemos que no sin antes de reclamarles a sus padres el que hayan compartido hasta ESA fotografía. Pero otros, debido a lo cuchi o lo cómico o lo impresionante de lo compartido, pudieran quedar etiquetados de por vida, a lo Macaulay Culkin, que sigue siendo Mi pobre angelito haga lo que haga. Con el vértigo de esta era, esta práctica generalizada bien pudiera volverse cosa del pasado en apenas un rediseño de la interfaz de usuario. Pero por ahora, los niños de hoy son niños virales, cada una de sus fotos y sus actividades se reproducen decenas, centenares o miles de veces frente a infinidad de personas, y las consecuencias de esto en sus vidas, apenas están por verse.

Luis Alejandro Ordóñez es escritor y bloguero venezolano, vive en Chicago y es miembro del consejo editorial de contratiempo. Visítalo en su oficina: www.laoficinadeluis.com.

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Nuevos avatares de la tortuga Marco Escalante

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ablemos un poco de la lentitud. La tortuga de la paradoja de Zenón –que yo he querido imaginar como un temprano símbolo de la reflexión pausada, opuesta a la velocidad irracional de Aquiles – llegó tarde incluso a su propia historia: no la nombró Zenón, sino al parecer Simplicius, muchos siglos más tarde. Pero si pierde en los circuitos ilusorios del tiempo y el espacio, gana siempre en el del pensamiento: la tortuga, o la lentitud, encarna en el filósofo, y su laberinto, más que terrenal, es ontológico. He imaginado así a Descartes como paciente tortuga: liberándose primero de los saberes heredados de su casta, de los adquiridos en liceos después, para construir, casi desde cero, su propio método de conocimiento. Cuánta lentitud necesitó Descartes para instruir en torno a la conveniencia racional de la duda, esa maestra estática que los tiempos de revuelta física excomulgan: dejó de viajar, se alejó mentalmente de su entorno social, y se metió en su caparazón para pensar y existir de veras, para nacer de nuevo, ya no como un hombre apresurado y hambriento de mundo, sino como filósofo. Y ese otro René, el vizconde Chateaubriand, cuánta paciencia invirtió en la elaboración de sus interminables memorias –libro extenso no de páginas, sino de espíritu; no de historia, sino de eternidad. Lentos fueron los pasos del vizconde en las ruinas italianas, lentas sus cavilaciones en el pico del Mont Blanc –a la velocidad brutal de la revolución jacobina, Chateaubriand opuso esa pausa espiritual que sobrevive revoluciones e imperios. (Agobiado por la rutina veloz de París, Barthes se desprende de libros, gentes, sucesos efímeros, y lee, antes de dormir, las Memorias de ultratumba –“libro de verdad” le llama.) El romanticismo exacerbado, ese que Chateaubriand denosta en el prólogo de su René, fue una muestra involuntaria de la aceleración del espíritu. Romain Rolland, ya en el siglo XX, desdeña cordialmente los signos metafóricos de un alma apresurada –tormentas, montañas, dioses de estirpe romántica- y anuncia el retorno de un paisaje clásico –tranquilo, armonioso, casi inalterable- por donde transcurre a su gusto un espíritu empeñado en eso que Rolland llama “viaje interior”. No fue el único. Entre los mejores ensayos de Camus figura un nostálgico elogio de la lentitud –como virtud clásica, equilibrada y eleática que el hombre puede oponer al vértigo de la modernidad. Así de variada ha sido la reencarnación de la

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tortuga, cuyos avatares matemáticos han oscurecido injustamente los de índole moral. Todas estas lecciones, sin embargo, son utópicas en nuestros días. Hoy, más que nunca, el dios de occidente es la velocidad. Su apogeo general es comprensible: al capitalismo le conviene el repliegue del pensamiento crítico y la normalización de la inercia. Detenerse, pensar, cuestionar lo establecido, socava el movimiento frenético y automatizado de la producción y el consumo, el credo afirmativo del mercado (que en su estadio neoliberal, es un dogma que anatemiza la duda). En estos días, nada puede parar: el internet ya promete adelantarse a nuestros pensamientos, cada invento cibernético se convierte en antigualla en cuestión de meses, las epístolas son ya telegramas electrónicos, las fotos y los videos que pululan en las redes son el rastro apresurado de la inanidad y el vacío. La prisa está en todo. Una apología de la lentitud evocaría, en realidad, la imagen de una computadora congelada, o un tren que llega siempre tarde a su destino, o el torpe discurrir del correo tradicional; jamás la posibilidad de la paciente problematización de lo vivido, que es precisamente el principio de la filosofía –esa filosofía que San Agustín ennobleció sin que representara un problema el hecho de que sus cartas le llegaran con años de retraso (una de San Jerónimo le llegó después de casi dos lustros). Cavilo en este instante en la posible respuesta de San Agustín: sus palabras ya tendrían nueve años de experiencias nuevas, nueve años de profundidad… He allí el diálogo ideal que la lentitud enriquece: la primera palabra la escribe el adolescente, la última el hombre. Un gesto heroico para nuestros días presurosos: responder a un email de ayer en el año 2020. Mentiría si dijera que en todas estas cosas pensé en el momento de abrir una cuenta en el Facebook. Sin embargo, mi intención siempre fue clara: ya que el Facebook es un torrente incontenible de imágenes y textos, pensé en convertir mi espacio en una especie de periódico mural que funcionara también como un dique –un punto en que el furor se congela y abre paso a la cavilación y el asombro. En lugar de compartir noticias periodísticas, opiniones sin sustento o emociones efímeras, comencé a escribir textos breves, glosas marginales sobre cualquier tema –el sueño, el alma de los animales, la fotografía, el cine, los libros, los gatos. Poco a poco me

di cuenta que lo mío no era exactamente un periódico mural, sino un Walkbook. En el pasado, cuando no existía la tecnología digital, existía algo que podríamos llamar Walkbook: ese cuaderno de notas que no solamente utilizaba el escritor o el filósofo, sino también el hombre de ciencia en su pausada travesía por tierras ignotas. Uno piensa en Rousseau recolectando flores extrañas para su botánica espontánea, en el Darwin pasmado con los animales de la Patagonia, en el Gissing perdido en los caminos de Calabria. Todos ellos con su Walkbook, que educa también en la disciplina de la soledad. Mi Walkbook –cuyo formato se lo debo al Facebook, en parte- se fue convirtiendo en un libro sin que yo me diera cuenta. Aunque sus textos son breves, siempre procuré que la lectura de los mismos negara la prisa, que sus ideas detuvieran, por unos pocos instantes, la marea digital que acelera nuestros hábitos y nos funde en lo disperso. Siempre supe, además, que todo iba a ser un fracaso, que poquísimas personas iban a leerme, tal vez nadie. Pero la empresa fue grata, similar en su heroísmo a la costumbre de aquellos que siempre dejan el celular en su casa. Y además produjo un libro, que siempre, según mi esperanza, tiene algo de valor si lo trama e inspira la lentitud. Marco Escalante es escritor peruano.

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EL

taller El taller de contratiempo se reunirá nuevamente a partir de enero, ¡con un nuevo calendario y actividades para 2015! Síguenos en www.facebook.com/ eltallerdecontratiempo para ver por qué tendrás “Prohibido leer”...

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DESHORAS

L

a pérdida (y otros poemas), publicado por Paracaídas Editores en Lima en 2014, es el cuarto poemario de Jorge Frisancho (Barcelona, 1967) tras Reino de la necesidad (AsaltoAlCielo Editores, 1988), Estudios sobre un cuerpo (Editorial Colmillo Blanco, 1991, reeditado por Tranvías Editores en 2008), y Desequilibrios (Fondo Editorial de la PUCP, 2004), pero el primero tras su regreso a Lima luego de una larga estancia en Chicago, donde participó activamente en varias publicaciones y proyectos culturales, incluyendo contratiempo, de cuyo consejo editorial fue miembro. No es La pérdida un poema del retorno al Perú; más bien, en palabras del propio autor, es una preparación a la vuelta: “La mayoría de los poemas fueron escritos antes del retorno, en los años previos. Pero quizá no son solo previos en el tiempo, sino preparatorios; quizá el ánimo de los poemas, las sensaciones que evocan o construyen, están asociados con ese largo proceso de volver, que es algo que germina, que va creciendo por dentro aún mucho antes de que se den las condiciones o las circunstancias para hacerlo”. La mayoría de los poemas fueron escritos en Chicago, solo tres en Perú. De estos, “una elegía a mi madre, treinta años después de su muerte; el poema titulado “Lo que el cuerpo no dice todavía”, que es como una especie de reflexión sobre el proceso de escribir, componer y construir los demás poemas, su relación problemática con el lenguaje y con la materia a la que continuamente apelan; y la pequeña serie “Contra el escándalo

de tu ausencia”, que es un poema de amor y, creo, rompe un poco con el tono y el estilo de los demás textos del libro. Esa última secuencia es lo “nuevo”, quizá un anuncio de otras cosas. En todo caso, tiene un elemento autobiográfico que va en esa dirección, y fue escrito con esa conciencia”, dice Frisancho. Hay un tono profundamente íntimo en muchos poemas que están dirigidos a mujeres que jugaron un papel importante en la vida del poeta. Cabía preguntar si la pérdida es inevitablemente carnal. Frisancho responde: “no sé si… es inevitablemente carnal, pero sí creo que lo carnal es inevitablemente una pérdida. A veces en el corto plazo, siempre en el largo plazo, hay algo inasible, algo que se escapa y desaparece en el amor físico, y la terquedad

con que nos prendemos de él mucho más allá de lo que deberíamos es una de las raíces del sufrimiento personal. En algunos poemas del libro, al menos, he querido usar la evidencia de esas emociones como una metáfora… de una condición más general, la condición humana del deterioro, el fracaso, los desasimientos y las desarticulaciones del ego. No sé si lo he logrado, pero esa es la intención: la pérdida carnal no es la única, pero es la más clara y la más nuestra, porque en última instancia eso es lo que somos, carne y materia, y es en esa condición en la que estamos más solos”. Introducción, entrevista y selección de poemas a cargo de Gerardo Cárdenas

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La pérdida 1

Pero díganme que no es verdad que aquí desaparecen los furiosos fantasmas de la pertenencia (los ceremoniales del estar, lo que ya ha sido) y díganme que no es verdad que lo que se avecina en el hallazgo de la piel es esta pérdida de la piel que es siempre ajena en la memoria y que el tacto es solamente el tacto de su cicatriz en un reverberar de sombras que se poseían para creerse vivas contra las exigencias de la simulación y hacerse un húmedo refugio en el presente imperdonable de sus hartazgos y sus limitaciones

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(será quizás que de todo ese sonido tentamos solo el eco por su singularidad y el paciente deshacerse de lo que nos ataba al idioma tan tangible de la naturaleza y sus ardores y lo poblamos de palabras que se ciegan con indiferencia al tantear el instante de la separación en la memoria ahíta de equivocaciones y teorías, en la extensión irreparable de su pérdida, para hacerse de un presente sin latidos, sin hogueras con el voraz ahora de la ausencia que definen al desvanecerse)

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¿Qué causa el extravío en madrugadas andróginas y arteras que aúnan su resarcimiento en el danzar del apetito, y equivocan el paso de sus puntos cardinales, hijos de la diferencial, atropelladamente

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(despierto, sin hallarte sobrevengo a la fiereza de la piel que enmudece contra el cálculo de sus numeradores y propone, a salvo de la ausencia, una finalidad de personas plurales en el horizonte de su posesión, este tierno no estar en el espacio que nos denomina, este hábito procaz de nombrarnos las distancias y las horas)

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Pero díganme que no es verdad que el hálito se muda en esta sombra sin tensión, en este espejo delirante de deseos que nos hacen falsos mapas en la piel interminable, unívoca en su astro y no retienen de sí sino la iridiscencia del tránsito en que acaban al abandonarse, la costumbre de volver sobre los símiles de su materialidad, sobre una geometría de tantos infinitos irreconciliables, palabras que rezuman la sentencia de su desaparición, sobre estos mismos cuerpos que se queman en el páramo de lo material, heridos de silencio y reconocen sus deseos simultáneos sin tocarse en el terco través de su vocabulario, y se recuerdan

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Pero díganme que no es verdad que aquí se recuperan de la harta memoria solamente los tañidos implacables, de los cuerpos solamente la prevaricación, el tacto de las manos en el aire baldío de los cuartos impuros en su desasimiento, y no las llamaradas que hacíamos presentes en su música, haciéndose silencio

Y qué es lo que yerra al dirigirse en suma contra el doble luminoso de sus vagos abismos, habituado a llamarse entre tantos fuegos tentativos que deshacen su cínica memoria corporal Y qué se desorienta en el intenso vacío de la respiración con que despiertas sin hallarme?

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El eterno retorno

(en el bar-restaurante “La Zacatecana”, Chicago, septiembre de 2003)

Atávicos azores de la madrugada en el corazón semimafioso de “La Zacatecana”, frecuentado por obscenos operarios de la desmesura que en su borrachera repentinamente te tasan y barajan, ante tus ojos extraños, las posibilidades de la situación y evidencian un sincero desprenderse de las trapacerías de un mediocre aunque fundamental imaginario, a ocultas de profundas calles ilegales en este Chicago inconsolable. ¿Pero qué es lo que hacen entre tantos mexicanos estas limeñísimas arcadas, estas frágiles memorias musculares de otra noche al borde del desbarrancadero, con el ávido tequila en la boca del estómago y estas mismas palabras mordiéndote la comisura (estas mismas palabras pero eran otras, y tan intensamente que se te hace imposible ya reconocerlas, o si las reconoces se te hace ya imposible comprenderlas, y las miras partir el aire impávido con sus ambivalencias como en una danza de lentos navajazos y largamente anunciados patadones que sin embargo hieren, como han herido siempre, la masmédula y proponen soluciones a un problema que nadie ha sabido plantear)? ¿Pero qué es lo que hacen entre tantos mexicanos estas entrañables imágenes ajenas, desprovistas de su referencia y de su significación en un plano irreparable del idioma que nos condiciona, con sus reproches y sus negativas, a antiquísimas tristezas multinacionales y nos ofrece voraces silencios escalares, omnívoros en su perversidad? En innombrados lugares de un universo decadimensional, tercos dioses chichimecas juegan su partido de fulbito, adorados por masas que se prestan ágilmente al sacrificio de una acumulación ya no tan primitiva, pero devoradora, y se dejan parir por la boca del hambre en rituales que retornan, eternos, como tantas infinitas hecatombes: son ahora hombres vistiendo camisetas de equipos que jamás conoceré, hombres que entregados a oscuras profesiones (y aún a más oscuras emociones) se persiguen a sí mismos como fantasmas liberados de su soledad, y se encuentran en el fondo de un día inenarrable para celebrar el fin de algo que no termina y decirse unos a otros palabras sin significado literal; hombres tenaces como cernícalos en el horizonte, con rostros como gigantescas flores de saguaro, que para llegar al punto en el que se concentran minúsculos paraísos antimateriales, vadean siempre el río de su imaginación y se desprenden de deseos que les son ajenos, y sueñan denodadamente con volver. Pero para volver hay que bañarse en ese mismo río, y es esa carencia la que nos comunica: hombres que hacen cola en la puerta de las factorías, esperando impacientes la lectura de sus ácidos, implícitos genomas; hombres que pasan ante mí con su tortilla al hombro; hombres que pierden ahora el norte y los papeles, aún si no los poseyeron nunca, les repito: en el corazón punzocortante de “La Zacatecana”, donde ese mismo río al cabo se detiene y se transforma, en ardiente simulacro de la desolación, es esa carencia la que nos conmina a reproducir continuamente la partida, como quien busca con ansia en los bolsillos algo demasiado presente —las llaves, por ejemplo, de una ciega cerradura que estuvo abierta siempre, aunque no lo supimos— cuando esos tercos dioses se han vuelto traficantes de substancias preciosas en el lóbulo frontal, ángeles viscosos que se deshumanizan fieramente al recibir sus hipotéticos jornales, hombres que llegan hasta aquí desde lugares en exceso distantes de un centro que es tan sólo virtual, y que se desanudan sobre los sures innombrados de la artera ciudad. Es siempre la partida lo que reproducimos, les digo, en este suelo mendaz en el que se calcinan, ya babeantes, todos estos mexicanos inconmensurables, tercos hombres intrusos en su propia imaginación de mañanas mejores en el hemisferio que los falsifica y los niega; es siempre la partida lo que reproducimos: para el eterno retorno, lo único que cabe es esperar.

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Metapoética III (nocturno, en el Perú)

Que desprenda la noche sus portátiles vicios, sus vacíos de tanto melancólico peruano sorprendido en el acto de morderse la memoria Que desprenda sus dominios y sus motivaciones este mismo poema (tentativamente), y que escuche su música en silencio Para que este mismo sea el momento de la negativa y se cierren los ojos en la página como se cierra una herida

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Metapoética IV

(como sobre la sombra de la palabra) busco sin encontrar, escribo a solas Octavio Paz A solas como sobre la sombra de la palabra que se desanuda con impertinencia contra la página ausente; a solas en el espacio vacío; a solas Tienta tenazmente la hora en que respiras, déjala sumirse en los silencios que la niegan y búscales el sentido de través, debajo suyo al tránsito y a la quietud de la memoria en la piel, y viceversa Déjale estar, te digo, enfurecidos los segundos al día inabarcable A solas déjale estar al silencio su discreta vergüenza

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Metapoética V

(con la lengua en el fuego) Quise tantas palabras que se desgarraran como heridas abiertas, bocas, verbos; quise con los ojos ardiendo, como quien respira con la lengua en el fuego Pero hice solamente esta pupila de cristal, este idioma de espejos Y ahora solamente me consuela —pero en vano— la tenaz sinceridad de su silencio

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12.13.14 Contratiempo Bash . Food | Drink | Music | Poetry | Performance | Multimedia December 13th, 2014 7 pm

Segundo Ruiz Belvis Cultural Center 4046 W Armitage Ave, Chicago, IL 60639

With the participation of

Las Bompleneras Noelia Cruz Vásquez Proyecto Odisea LAS SELECTAS Visuals by Calixta And much more!

Honoring Juana Goergen For her educational, cultural and community work in Chicago

Special Guest Lourdes Duarte WGN-TV Anchor/Reporter

A PORTION of the proceeds will benefit Poesía en Abril, co-founded by Juana Goergen

master of ceremonY Jesús Echeverría FROM VocalO hors d’oeuvres BY Boustan ReSTAURANT

Tickets are $40 prior to the event and $50 at the door contratiempobash.eventbrite.com


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