Contratiempo 65 • Mayo 2009

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contratiempo

número 65

mayo 2009

Directiva Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Félix Masud-Piloto, Moira Pujols, Helen Valdez

Directora ejecutiva Moira Pujols

Director editorial Gerardo Cárdenas

Consejo editorial

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Gerardo Cárdenas, Raúl Dorantes, Rafael Franco, Jorge García, Catalina María Johnson, Esmeralda Morales-Guerrero, Ana Rechtman, Julio Rangel, Febronio Zatarain

Jefe de redacción Jorge García

Directora de arte Esmeralda Morales-Guerrero

Diseño gráfico

contenido

Marisa Bueno, Emily Herrera y Esmeralda Morales-Guerrero

contrafoto Elias Carmona

Correctores de estilo

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Editorial

dossier

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Nación bilingüe, Luis Alejandro Ordóñez

Jorge García y Laura Pujols

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Los estigmas sociales del latino, Jorge Majfud

Portada

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Estados Unidos: Crisol de un nuevo idioma. Entrevista con Claudio Ferrufiño-Coqueugniot, Fernando Olszanski

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Géneros sui generis: Momentos de la historia musical de los Estados Unidos latinos,

Catalina María Johnson

Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro.

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Latinoamericanos que llevan la batuta, Olivia Liendo

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Miami como capital cultural latina en Estados Unidos, Maricel Mayor Marsán

©

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Escritores de Miami, Introducción de Maricel Mayor Marsán

Judith Espino

contratiempo nfp

1702 South Halsted St., Chicago Il 60608 (312) 666 7466 Para obtener más información sobre las distintas secciones de la revista publicidad o suscripciones, escríbanos a: info@revistacontratiempo.com o visite nuestro sitio web: www.revistacontratiempo.com Para envío de colaboraciones:

Gerardo Cárdenas

deshoras mirada 14

La interacción y el color de Jorge Rojas, Esmeralda Morales-Guerrero

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Luna Negra transición entrevista con Michelle Manzanales, Ana Rechtman

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Sobre Desarraigos, Francisco Pamplona

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Las sirenas de Teresa Estrada, Benjamín Anaya

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Modus scribendi, Máquina de la escritura, Javier Perucho

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De Venezuela, con amor: “El Sistema” llega a Chicago, Catalina María Johnson

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Las personas sin seguro médico, Un gran problema y una solución parcial, Kenneth A. Vatz

tiempoextra

tiempodesobra

directoreditorial@revistacontratiempo.com

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con-Cubi-natos culinarios, om ulloa

Raúl Dorantes

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contrafoto, Elias Carmona

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Guerra contra el narcotráfico: ganar o no ganar, he ahí el dilema, Bernardo Navia

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Crónica de una pandemia migrante, Gerardo Cárdenas

tiempoextra@revistacontratiempo.com


Editorial L

a desigualdad económica y las asimétricas relaciones de producción mundiales explican por sí mismas la dirección en que se mueven los flujos migratorios mundiales. Los desplazamientos de Latinoamérica hacia los centros de poder hegemónico son perfectamente coherentes con las tendencias globalizadoras características de nuestros días. El más significativo es, obviamente, el flujo migratorio a esta nación. Su relevancia ha sido tal en las últimas décadas que ni el más conservador de los sociólogos pudiera refutar la llamada latinización de Estados Unidos. Si bien durante la mayor parte del siglo XX ciudades como México y Buenos Aires fungieron como capitales culturales latinoamericanas, hoy metrópolis como Miami, Nueva York y Los Ángeles han pasado a asumir esa función. Esto, más que una apreciación, es un hecho constatable en la vida artística y cultural, en su expresión lingüística; así como en la percepción de algo tan raigal e íntimo, y al mismo tiempo tan inherente a colectividades humanas, como la identidad. Aún a nivel nacional, en países con cierta estabilidad socio-económica y política, la identidad es un fenómeno complejo que se mueve entre las fuerzas conservadoras que pretenden perpetuar valores, tradiciones, creencias, símbolos, modos estereotipados de comportamiento; y las revolucionarias, que favorecen rupturas y dinámicas de cambio en la manera de construir una filiación común. Cuando se trata de interacciones multinacionales a mega escalas, como es la presencia de aproximadamente 45 millones de latinos en este país, los procesos transculturatorios afectan tanto al todo como a cada una de las partes implicadas. ¿Qué efectos está teniendo y tendrá en los próximos decenios el acusado sincretismo cultural que se opera en Estados Unidos? Controversial y apasionante es el dossier que propone la presente edición de contratiempo, por cuanto reúne un grupo de artículos cuyo denominador común es la indagación en algunas particularidades del tema. En “Los estigmas sociales del latino” el intelectual uruguayo Jorge Majfud desmitifica tabúes y prejuicios injustamente esgrimidos hacia un sector poblacional que constituye un considerable aporte

a la economía de esta nación y que no representa ninguna amenaza a la seguridad ciudadana, el de los inmigrantes latinoamericanos. “Nación bilingüe” del escritor venezolano Luis Alejandro Ordóñez aborda la identidad a partir del meridiano lingüístico y socava el cliché de “hispanic” como rótulo clasificatorio con el que se obvia el rico y diverso mosaico de los latinos según la idiosincrasia de sus países y regiones de origen.“Miami como capital cultural latina en Estados Unidos” de Maricel Mayor Marsán, directora de la Revista Literaria floridense Baquiana, fundamenta, con profusión de datos, el inusitado desarrollo económico y cultural de esa urbe en los últimos cincuenta años, que la ha hecho ostentar dicha condición. A través de “Latinoamericanos que llevan la batuta” la periodista venezolana Olivia Liendo enfatiza, no sólo la influencia de la música latinoamericana en el panorama musical contemporáneo norteamericano, sino la importante presencia de talentosos directores, intérpretes y compositores en las agrupaciones sinfónicas domésticas; en tanto que la musicóloga Catalina Maria Johnson aborda en “Géneros sui generis: Momentos de la historia musical de los Estados Unidos” cómo determinadas expresiones musicales genéricas surgidas en el último siglo acentúan la transición hacia unos Estados Unidos latinos. A propósito del tópico objeto de interés, Contratiempo entrevista al escritor boliviano Claudio Ferrufiño-Coqueuniot, cuya novela El exilio voluntario recibiera recientemente el importante premio literario Casa de Las Américas. Ferrufiño hace una válida reflexión acerca de esta nación como crisol en que se forja una nueva identidad latinoamericana y en la que el español se enriquece con variados matices y resonancias.

Hemos tomado una avenida que nos insinúa una arquitectura sugerente y singular, la de una gran nación que se forjó con inmigrantes y que tiene la capacidad de asumir el reto de renovarse ante este desafío a que está abocada en el siglo XXI. Mientras tanto, tenemos todo el derecho a hacernos conjeturas y preguntas tales como: ¿Qué tipo de nación bilingüe será Estados Unidos? ¿Cuál será la influencia de la latinización en la evolución mediata de la cultura y la identidad norteamericanas? ¿Cómo se retroalimentarán las diferentes aristas de nuestras identidades nacionales en esta intensa y enjundiosa interrelación cuyo escenario común es Estados Unidos? ¿Ha engendrado la latinización de Estados Unidos una más auténtica dimensión ontogenética de nuestra latinidad? Si este dossier de contratiempo sirve para atizar la llama de la polémica en torno al tema propuesto, entonces cumplirá su cometido.

En síntesis, la latinización de Estados Unidos es un proceso irreversible que no sólo constituye el termómetro de una integración identitaria latinoamericana cuyo metabolismo está siendo mucho más hondo que las sinapsis tradicionales de congregación de nuestros países; sino que está teniendo un impacto tal en la vida económica, política, social, cultural, artística, educativa y lingüística de este país que no es posible ignorar; y pautará previsibles y significativas tendencias de su desarrollo en las próximas décadas.

Ilustración: Esmeralda Morales-Guerrero


Nación bilingüe Luis Alejandro Ordóñez

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an pasado ya veinte años desde que en su visita a la ciudad de Nueva York, José María Cano diera cuenta de la desilusión que le produjeron los problemas para comunicarse: “más de dos millones de hispanos/y allí no habla nadie en cristiano”. Pero mucha agua ha corrido bajo los puentes de Manhattan y hoy en día la estrofa de la canción de Mecano, No hay marcha en Nueva York, se escucha bastante anacrónica. Porque la realidad parece exactamente al contrario: nadie que sólo hable español y camine por las calles de una gran ciudad de los Estados Unidos tendrá problemas para comunicarse. A la inmensa cantidad de hispanos que viven en el país se le suma un cada vez mayor número de angloparlantes que se han dado cuenta de que hablar español en la América del presente, es una necesidad que hay que satisfacer o una oportunidad que no hay que dejar pasar. En cualquier lugar, en una tienda, en el transporte público o simplemente caminando por ahí, se puede encontrar a algún estadounidense, o incluso a alguien de cualquier otra nacionalidad, que al notar que uno habla español quiere practicar el idioma. En mi caso, aunque lo que yo necesito es practicar el inglés, termino pasando días enteros sin necesidad de decir palabra alguna que no sea “en cristiano”—como dijo Cano en voz de Ana Torroja. Al principio la situación me tomaba por sorpresa, pero pronto me di cuenta de que ya es lo normal, e incluso suelo exagerar diciendo que en este país todo el mundo habla español. Exageración o no, para moverse por la ciudad de Chicago, que es en la que he vivido desde que llegué a este país, hace unos siete meses, ni siquiera hace falta encontrarse con alguno de los cientos de miles de hispanohablantes que la habitan. Con saber leer basta, porque por todas partes hay anuncios bilingües, incluso anuncios oficiales –sobre todo oficiales. Las autoridades locales, estatales y nacionales, porque no hay distingo si se trata de un letrero de la ciudad de Chicago, del estado de Illinois o del Gobierno Federal, parecen muy conscientes de los problemas de comunicación que tienen con la nación hispana y se han visto forzados a intentar resolverlos. Después de todo, la nación hispana crece y crece y no va a parar de hacerlo, tanto por el normal aumento de la población como por el hecho de que la exportación de personas de los países latinoamericanos hacia los Estados Unidos no se detiene; me atrevería a decir que esa exportación es incluso a prueba de recesión en este país. Estados Unidos está condenado a ser una nación bilingüe, si es que no lo es ya. Pero este hecho pareciera traer un nuevo reto a la comunidad hispana o latina, como se prefiera

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llamarla, del país, porque la búsqueda de identidad de lo latino ya es suficientemente complicada para además tenerla que hacer en dos idiomas. Siguiendo con el único caso de estudio que domino, yo llegué a los Estados Unidos con suficientes años como para sentir que no dejaré de ser lo que soy: un venezolano. Y sin embargo, ahora tengo que enfrentar y adaptar esa identidad a una más amplia que la arropa y la explica: aquí soy parte de esa nación hispana, la que en las planillas tiene que llenar el recuadro al lado de Hispanic. Pero cada vez que marco el recuadro no puedo dejar de preguntarme qué significa en realidad esto de ser Hispanic. Idioma y destino En Latinoamérica las identidades son de estados nacionales. Se es venezolano, colom-

biano, peruano, argentino, mexicano. Lo latinoamericano o iberoamericano se dejaba para el festival OTI de la canción o para las declaraciones de hermandad, siempre tan retóricas que se vuelven sospechosas. En mi actual trabajo, donde comparto con personas de unas diez distintas nacionalidades hispanoamericanas, una de las conversaciones más repetidas a la hora del almuerzo es la que se inicia con preguntas del tipo “¿cómo se dice esto en tu país?” y “¿es así en tu país?”. Mientras descubrimos y a veces nos sorprendemos por las semejanzas y diferencias, tenemos la tarea de construir nuestra identidad común, nuestra identidad Hispanic, una identidad que por momentos se me asemeja tanto al idioma que hablamos que al final luce inseparable de él, el idioma español que nos une y fortalece a pesar de, o quizás gracias a, los frecuentes “cómo se dice esto en tu país”.

“Mi Patria es el idioma portugués”, dijo Pessoa pensando en Portugal, una nación de marineros repartida por el mundo entero, que necesitaba buscar su identidad en el único vínculo visible desde más allá del horizonte: el idioma. El reto es el mismo para la nación hispana de los Estados Unidos. Porque aunque Estados Unidos sirve de encuentro de la nación hispana, el mar que la separa son las tan disímiles experiencias y trayectorias de inmigración. El mexicano que cruzó la frontera escondido en la parte trasera de un camión tiene que dialogar no sólo con el cubano que llegó en balsa a la costa de Florida, también tiene que hacerlo con el mexicano que después de terminar su MBA fue contratado por la empresa en la que realizó su pasantía, y con el venezolano que entró con su pasaporte estadounidense en regla porque nació en este país durante el postgrado que hizo su papá en la época en que Venezuela intentó comprarse el futuro pagándole los estudios en las mejores universidades del mundo a unos cuantos privilegiados. La dificultad de ese diálogo es tal que parece inabarcable y para colmo se hace más compleja al agregársele los hijos de latinos criados principal o únicamente en los Estados Unidos, los cuales han dado pie a esa clasificación que resulta incomprensible para muchos de los que llegamos aquí supuestamente hechos y derechos: el latino de segunda generación; un latino que se siente más capaz, más cómodo, más seguro, más satisfecho hablando en inglés y que quizás ni siquiera puede decir completa la frase más simple en el idioma de sus padres o de sus abuelos. En el resultado de este diálogo se juega el destino de la identidad y de la nación hispana. Porque si bien demográficamente pareciera que el Hispanic será en unos años el grupo más importante de este país, también es cierto que el significado de ser Hispanic sigue siendo un proceso en desarrollo. ¿Permaneceremos en una sola casilla o comenzarán a subdividirnos para poder explicarnos mejor? O peor, ¿terminaremos diluidos en una casilla más genérica? ¿Resultaremos un tipo de “gringos” para los latinoamericanos o mantendremos lo que nos une al viejo terruño? ¿Crecerán los hispanos que sólo hablan inglés o se logrará que cada vez valga más la pena hablar español en este país? Son preguntas para las que por ahora sólo el tiempo tiene respuesta, pero que también admiten intervención de todos para intentar que la respuesta sea la deseada. Preguntarnos y responder qué tipo de nación bilingüe queremos que sea Estados Unidos creo que es el reto más importante y ambicioso que tiene nación hispana. Luis Alejandro Ordóñez, escritor venezolano, reside en Chicago.

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Los estigmas sociales del latino

foto: www.dailymail.co.uk

Jorge Majfud

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ace algunos meses iba en un bus de la ciudad y delante de mí iba un hombre leyendo en el periódico Eco Latino uno de mis ensayos sobre los mitos de la inmigración. En ese ensayo, simplemente daba datos y razones que contradecían los discursos repetidos en los medios de comunicación. El hombre llevaba ropa de obrero, la piel quemada por el sol y las manos embrutecidas por algún trabajo extenuante. Los gestos cansados de un intocable latinoamericano. Lo observé leer, aparentemente con atención y de cabo a rabo. Pensé entonces (o quise pensar) que ese ensayo estaba justificado; no sólo porque pretendía decir una verdad —muy a pesar de mi frecuente escepticismo—, sino porque esa verdad tenía un valor ético: era la verdad de los oprimidos, de los desheredados, la reivindicación moral de un hombre o de una mujer violentados por las relaciones de producción mundiales; pero aún más violentados por los discursos moralizantes que, en sus casos más extremos los acusan de criminales, delincuentes y poco menos que terroristas —al mismo tiempo que se sirven de ellos, claro. Finalmente, el hombre sin nombre cerró el diario, se quedó mirando por la ventana y esperó su parada. Se bajó y siguió caminando con la cabeza gacha, tal vez pensativo, y se perdió de mi vista. Intenté imaginar lo que podía estar pensando. Traté de ponerme en su lugar y comprendí que era inútil. O casi imposible. En aquel ensayo observábamos las contradicciones del discurso que responsabiliza a los inmigrantes de afectar negativamente la economía de Europa y Estados Unidos —razón por la cual, cada tanto, se pretende legislar recortándoles derechos de salud y asistencia— con datos que indicaban precisamente lo contrario: los inmigrantes, aun aquellos trabajadores indocumentados, representan un sector importante en la producción económica y en el sustento del mismo Seguro Social. Existe la idea de que los inmigrantes son los responsables del aumento de los índices de criminalidad. Este mito cae con más fuerza en la cabeza de los inmigrantes latinos, y muchas veces es reproducido por los mismos latinos. Según los datos recogidos a finales del siglo XIX y principios del XX, la inmigración europea a Estados Unidos había elevado los índices de criminalidad, de violencia organi-

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zada y de comunidades desorganizadas. No obstante, el incremento de la inmigración —en su mayoría latina, en su mayoría indocumentada— no ha provocado un aumento en los índices de criminalidad sino todo lo contrario. Como lo demuestra el profesor Robert J. Sampson de la Universidad de Harvard, el incremento de la inmigración en los últimos veinte años se corresponde con una disminución proporcional de la criminalidad. El punto de inflexión de esta tendencia es el año 2000: es a partir de aquí que la inmigración comienza a disminuir y, también proporcionalmente, comienza a aumentar el índice de delincuencia. Luego de su exhaustivo estudio, Robert J. Sampson llegó a la conclusión obvia: “si queremos bajar los índices de criminalidad, cerrar las fronteras no es la respuesta”. La paradoja latina Los sociólogos norteamericanos han verificado que los latinos (aún en condiciones económicamente desventajosas, por no decir “extremas”) son menos propensos a la violencia que el resto de la población, por lo que han llamado a esa revelación “Latino paradox”. La misma expresión demuestra un prejuicio previo que asume que si alguien es latino debe ser violento, porque ese factor parecería ser intrínseco a la cultura, cuando no a la raza. Este mito probablemente está en gran parte alimentado por la violencia permanente que viven varios países latinoamericanos, especialmente azotados por el narcotráfico y por los fenómenos pandilleros como el de las maras —sin mencionar que ambos fenómenos son el resultado de un contexto global sin el cual no podrían existir—. No obstante, la violencia entre los inmigrantes latinos es la mitad que la alcanzada por las terceras generaciones de americanos. La dramática diferencia que existe entre grupos de “latinos” en diferentes contextos — políticos, sociales y económicos— demuestra que si bien nadie está determinado sólo por la infraestructura económica tampoco existe el determinismo cultural: si las maras son un fenómeno “latino” ese fenómeno no obliga a la abrumadora mayoría de miembros de esa región cultural a comportarse como pandilleros. No obstante, la publicidad y los discursos xenófobos se aferran a las excepciones y no a las reglas. ¿Por qué? Primero porque todo discurso ideológico sólo ve y muestra lo que le conviene; segundo, porque nuestra cultura visual está formada y deformada por el fenómeno de las excepciones y, por lo tanto, por las criminales simplificaciones: una cámara de televisión

—patético instrumento epistemológico, paradigma de la “verdad objetiva” y del control democrático— sólo puede enfocar excepciones. Una cámara de televisión no puede mostrar una verdad sinóptica general, abstracta, al menos que se refiera al estado del tiempo. Una conclusión abstracta de un conocido profesor de alguna universidad no puede entrar por los ojos ni puede ser representada de una forma divertida. Si hiciera el intento probablemente pasaría inadvertida por una población anestesiada por los “reality shows”, esas ficciones del capitalismo tardío que pretenden pasar por “hiperrealidad”. Y lo que es peor: no se puede cuestionar a una persona que está embriagada por el mito de la libertad individual y el orgullo del éxito económico. Esta contradicción entre el mito social y el resto de la realidad nunca es una casualidad y podríamos pensar que posee una funcionalidad específica en el control de unos estratos sociales sobre otros en desventaja económica e ideológica. De la misma forma, observábamos que la idea del “mexicano haragán”, durmiendo la siesta debajo de un enorme sombrero, se contradice de forma dramática con los inmigrantes mexicanos (y latinos en general) que representan el grupo social más sufrido y trabajador, para los cuales hay más obligaciones que derechos. Si los radicales que desfilan armados por las fronteras fuesen un poco más coherentes, deberían dejar de comer pollo, frutas y verduras; deberían evitar caminar por aceras limpias o conducir sobre caminos donde se ha empleado mano de obra indecente; la mayoría de ellos debería cambiar sus casas por alguna carpa levantada sin ayuda extranjera y a la hora de cobrar la jubilación deberían arrojar a la hoguera un buen porcentaje del cobro, ya que no es despreciable la cuota que procede de aquellos aportes no reclamados por los hombres invisibles que escaparon a la cacería humana. Estos tristes y orgullosos personajes no sólo ignoran su presente sino también su propia historia. Ignoran, o han olvidado, que incluso después de los atentados terroristas de 1919 cundió en Estados Unidos lo que se llamó “el susto rojo”, en referencia a la nueva amenaza comunista, lo que provocó una serie de razias y deportaciones de extranjeros. Desde entonces, el Congreso aprobó fuertes restricciones a la inmigración en 1921, 1924 y, finalmente, en 1929. Los años 20 fueron los años de la Ley Seca, del resurgimiento del Ku Klux Klan y del desprecio por los inmigrantes no anglosajones; fue la década de las radicalizaciones, en que John T. Scopes fue enjuiciado por enseñar la teoría de Charles Darwin; la década de la gran prosperidad que terminó en la crisis económica más dramática del mundo occidental moderno. Olvidan o recurren a su único argumento: no les interesa —aunque debería interesarles. Jorge Majfud es escritor uruguayo.

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stados Unidos: Crisol de un nuevo idioma Entrevista con Claudio Ferrufiño-Coqueugniot

foto: cortesía de Claudio Ferrufiño-Coqueugniot

Fernando Olszanski

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a novela El exilio voluntario de Claudio Ferrufiño-Coqueugniot acaba de ser galardona con el prestigioso premio Casa de las Américas. Según el acta de declaración del premio, habían participado 624 trabajos procedentes de toda América y España. El acta también describe a El exilio voluntario como una novela “centrada en una importante problemática latinoamericana, la de los desplazamientos que por distintas razones se producen desde nuestros países hacia los centros de poder hegemónico y las consecuencias que ello tiene”. Además, por ser una prosa “formalmente vertiginosa, narrada con enorme vitalidad y dominio del oficio”. En el año 2002, el autor ya había recibido la Segunda Mención del Premio de Novela de Casa de las Américas, por su obra El Señor don Rómulo. Ferrufiño-Coqueugniot nació en Cochabamba, Bolivia, en 1960, y desde 1989 reside en Denver, Colorado. Como todo inmigrante ha tenido que encontrar su lugar en este país trabajando como traductor, escritor de cuentos infantiles, estibador, albañil, panadero, repartidor de periódicos, especialista en frutas y verduras frescas, pequeño empresario y mucho más. En entrevista con contratiempo, el autor nos cuenta de su trabajo, de su impresión de los latinos que viven en este país y de la experiencia del migrante. Entre sus obras se encuentran Virginianos (1991), Años de mujer (1989), Diario en cinco y epílogo (1989), y una serie de artículos publicados en periódicos locales recopilados bajo el título de Ejercicios de memoria (1989). contratiempo: ¿Qué significa para un escritor que escribe en español en Estados Unidos, obtener un premio del calibre del Casa de las Américas? Claudio Ferrufiño-Coqueugniot: Mucho. Casa de las Américas fue siempre un premio emblemático para mi generación. Nació con nosotros y fue, durante muchas décadas, el espejo donde se miraba la literatura latinoamericana. Hoy hay muchos otros premios, algunos de mucha importancia también, con mayores remuneraciones pero que aún no alcanzan el aura de salvaguarda y de progreso que tenía y mantiene la Casa. No en vano esta edición del premio es la número 50. Largo tiempo. El hecho de ganarla, siendo escritor en lengua española viviendo en los Estados Unidos, es tanto importante como síntoma de una nueva realidad, la del país del norte como apéndice fundamental de la economía regional del sur, y, poco a poco, un nuevo foco y centro cultural nuestro. Ya hay expresiones latinas, como las músicas pachuca y tejana, largamente afianzadas como propias acá. Es el tiempo, luego de tan extendida e intensa migración, que nuestra lengua vaya produciendo obras de valor acá. Primero, como en mi caso, provenientes de una primera generación y luego ya como expresión singular de un nuevo grupo cultural de raíces hispánicas. CT: ¿De qué nos habla El exilio voluntario? CFC: Habla de la emigración de un boliviano, por azar en principio, que se ve después absorbido por el rodillo económico de los Estados Unidos y termina formando parte, como cualquier otro inmigrante, del fenómeno: la lucha por la supervivencia, la ubicuidad relacionada con su estatus migratorio, el dolor, el choque de culturas pero, también, la interrelación de dos culturas tan dispares. Es un proceso de pérdida y de aprendizaje; con el tiempo de recuperación, todavía de aprendizaje y de asimilación. Sin contar la nostalgia siempre presente en quien se va del lugar al que “pertenece”

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(entre comillas porque el personaje, de a poco, pertenece de igual manera a su nuevo entorno). Hay una cronología, marcada por acontecimientos esenciales de tipo histórico, que sugiere el avance de los años. Y un péndulo constante, en mente entre el allá y el acá. CT: Hablas de que el inmigrante pertenece a dos lugares, ¿pero no hay también una suerte de despertenencia a esos dos lugares? CFC: Creo, y ahí se tiene que hablar del origen social del personaje, que ambas cosas son posibles. Si bien la inmigración reúne, junta, a los inmigrantes, hay asuntos anteriores, de la tierra de origen que también los dividen. Un ejemplo claro son los argentinos, cuya presencia inmigrante es mínima cuando se habla de una unidad latinoamericana en la “nueva tierra”. Su herencia occidental se hace más visible aún cuando se confronta a la herencia indígena de la mayoría de los otros países. Eso los separa del resto, como también quizá a chilenos y brasileros por distintas razones. Sé que no me estoy refiriendo al punto preciso de tu pregunta, pero el asunto éste de pertenencia o no es muy complejo. Depende mucho también de la percepción local o universal que pueda tener el sujeto en cuestión. Algunos no pertenecen a ninguno, otros a los dos, mientras otros son ambivalentes y su personalidad diseña un movimiento pendular entre uno y otro. Educación, economía, idioma, y muchos otros factores pueden definir cada característica. CT: ¿Nos volvemos más latinoamericanos en este país? ¿En tu caso más boliviano? ¿Se logra más conciencia nacional o quizás transnacional aquí? CFC: Esta pregunta se relaciona a la anterior. En el momento en que el “otro”, el norteamericano en este caso, muestra una visión aglutinante, sin diferenciar matices culturales ni nada, del inmigrante latino, la lógica reacción es también la de la respuesta conjunta. En muchos momentos todos somos “mexicanos”, incluidos los españoles, mal les pese, pero luego no. He visto bolivianos en Virginia, en mis primeros años, que se desvivían por demostrar a sus patrones anglosajones que mexicanos no eran, en una brega que calificaría yo, viendo los resultados, de inservible. La pertenencia al idioma, que es nuestro factor de convergencia mayor y más importante, crea sin lugar a dudas una perspectiva más amplia. En ese sentido nos hacemos más latinoamericanos, mientras que, y al mismo tiempo, evaluamos y comparamos la herencia particular con la de los otros pueblos y nos sentimos a la vez más bolivianos, argentinos, ecuatorianos, panameños. ¿Que se crea una conciencia nacional? ¿Una transnacional? dependerá de la suma de diversos elementos. Ambas son posibles, sin necesariamente ser antagónicas. CT: ¿Crees que el futuro del español se juega en Estados Unidos? CFC: Estados Unidos es el crisol donde se forja un nuevo idioma. Tantas son las fuentes que la lengua se enriquece cada vez. Me sorprendo, como boliviano, de tener un amplio léxico mexicano, sin contar con herencias argentinas de mi madre, vocablos colombianos, peruanos, salvadoreños. Se está formando aquello que Valle Inclán vislumbró en su notable Tirano Banderas, una lengua de matices tan variados que es -o será- más rica que cualquiera de los castellanos locales. CT: ¿Cómo ves a los hispanos en Estados Unidos de cara al futuro? CFC: La aparición de una “élite” cultural muestra que los hispanos ya se afianzaron en su nuevo hogar. Sólo continúan tanteando, porque la geografía es vasta, pero sus manos son cada vez más íntimas con su alrededor. Las características difieren en cada campo: el literario, el cultural, el económico, el social, el étnico, el laboral, un espectro de gran amplitud. En lo literario creo que es el comienzo de algo que podrá ser muy rico, con los aportes de cada uno de nosotros que venimos de lugares tan distintos entre sí. Junot Díaz, aunque escriba en inglés, es un buen ejemplo de este nuevo “breed”. Fernando Olszanski, autor de la novela Rezos de mariguana mayo 2009


Géneros sui generis: Momentos de la historia musical de los Estados Unidos latinos Catalina María Johnson

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ace ya varias décadas, surgió entre semióticos y musicólogos la controversia de cómo definir lo que se denomina un “género musical”. En el mundo musical, el uso de etiquetas que ayuden a catalogar las recurrencias y semejanzas que los miembros de alguna comunidad consideren pertinentes para identificar eventos musicales es una realidad muy compleja, ya que depende del criterio de todos los participantes: músicos, productores, oyentes, difusores y distribuidores, al igual que las fuerzas históricas y culturales que le corresponden a cada momento en particular. En este país, en vías de integrar una identidad latina a la totalidad de lo que significa ser estadounidense, en el último siglo han surgido varios géneros sui generis (valga la redundancia). De alguna manera, cada uno de los siguientes géneros marca una transición en la población cuya historia narran musicalmente, y los comentamos por su significado para nuestra música como expresión de la transición cultural hacia unos Estados Unidos latinos. Tejano y conjunto: La polca y la rockola Al nacer el nuevo siglo, la diversión de tejanos mexicanos y mexicoamericanos que trabajaban en los ranchos y la agricultura la proporcionaban músicos itinerantes que viajaban frecuentemente con flauta, guitarra y tambor, entreteniendo a su público con canciones de origen tanto español como mexicano. Viajando en partes donde también vivían alemanes, polacos y checos, los músicos iban incorporando la polca, el vals y otros ritmos de estos países, creando híbridos musicales con géneros tradicionales mexicanos como el mariachi y el corrido. De entre esos trovadores viajeros destaca Lydia Mendoza, a quien se le llamó la “Golondrina de la Frontera”, y quien también fue una de las primeras cantantes que grabaron en español para la RCA en la década de los veinte. En la década de los treinta, se desarrolla una corriente de la música tejana que se llega a conocer como “conjunto”, firmemente centrada en el acordeón. En la siguiente década, en Alice, Texas, se funda Ideal Records, compañía disquera que se dedica a grabar exclusivamente artistas del género tejano. Uno de los socios era también dueño de compañía de rockolas, y en la ausencia de programación radial en español, con las rockolas distribuye las canciones del género tejano en restaurantes y cantinas con enorme éxito. A pesar de que en tiempos recientes en este país, nuevas corrientes musicales han dejado a un lado el género tejano, a su máximo exponente en el acordeón, Flaco Jiménez, hijo de acordeonista y nieto de un músico al cual le enseñó a tocar el acordeón un inmigrante alemán, se le ha recibido con gran aprecio en el mundo de la denominada world music. Dentro número 65

de ese ámbito, la polca que difundieron los tejanos mexicanos con sus rockolas, hoy literalmente le da la vuelta al mundo. Pachuco Boogie: El jazz de posguerra baila el mambo Las primeras generaciones de mexicoamericanos nacidos en Estados Unidos comenzaron a beneficiarse de las prestaciones para los veteranos después de servir la patria en la Segunda Guerra Mundial. Gracias en parte a la disponibilidad de una mejor educación y acceso a índices de prosperidad, surge una generación de jóvenes directores de orquesta populares en el sur de California y nacen los grandes salones de baile en Los Angeles, donde evoluciona el pachuco boogie, el nuevo sonido de la cultura chicana a fines de la década de los cuarenta. Surge este género dentro del denominado periodo del “zoot-suit”, llamado así porque estos jóvenes usaban trajes multicolores, de pantalones enormes, en rebelión no sólo a la cultura anglosajona, sino a la mexicana de sus padres. La música fue creada y distribuida a inmigrantes que querían definirse como participantes de una sofisticación urbana, sin apartarse completamente de su cultura tradicional, y se caracteriza por ser muy bailable, por la gran influencia del mambo y del rhythm and blues y por escandalizar a los mayores ya que en muchos sentidos, marcó la participación de jóvenes chicanos en el parto del rock and roll. Las grabaciones más famosas tenían un espíritu rebelde y libre, y versaban en un caló chicano y callejero. De este momento también surge la primera grabación rockanrolera de “La Bamba” de Ricardo Valenzuela (Ritchie Valens) en 1957. Hoy día se mantienen vivas similares tradiciones no sólo en grupos de Los Angeles como Los Lobos, sino en homenajes musicales a la época como las composiciones de “Chavez Ravine” de Ry Cooder, en las que participó uno de los pioneros del pachuco boogie, el fallecido Lalo Guerrero. Latin bugaloo: Hijo del mambo y tío de la salsa En las décadas de los cincuenta y sesenta, los jóvenes puertorriqueños en Nueva York, al igual sus contrapartes afroamericanas, escuchaban entre otros géneros, jump blues, rhythm and blues y doo wop. Pero también disfrutaban del mambo y el cha cha cha. Los conjuntos que tocaban en clubes nocturnos en los que coincidían clientela tanto latina como afroamericana buscaban un denominador común musical y casi sobre el escenario, nace el Latin bugaloo, híbrido del son montuno y la guajira de Cuba, la guaracha y el mambo, y de manera única, el rhythm and blues y el soul norteamericano. Ya existía una tradición anterior que fusionaba ritmos latinos al soul, pero no fue hasta 1966 que Ricardo Ray (también conocido como

Richie Ray), se adueña del boogaloo del rhythm and blues, le quita la primera “oo” y le añade ritmos latinos, denominándolo, el “bugaloo”. Ray crea el patrón clásico del bugaloo: el montuno en el centro, letra en inglés, y el formato de un coro y pregón simplificado. En 1966 se produce también el primer disco de Latin bugaloo que vende un millón de ejemplares, “Bang Bang” de Joe Cuba (artista quien también se le considera pionero de la salsa, fallecido hace unos meses). En ese mismo año, 1966, cierra el Salón de Baile Palladium de Nueva York, sede por décadas de las grandes orquestas de mambo, marcando el final de la era del mambo. En este país, el género del bugaloo fue efímero, durando escasos tres años antes de que los primeros ritmos salseros empezaran a dominar las carteleras latinas; pero en otros países donde emigró, como Colombia, el bugalú vive y pervive en las composiciones de grupos contemporáneos como “La 33”. The futuro Soy una víbora, con mis dos lenguas te voy a enamorar… Tu guacamole, mi aguacate, we can share… two tongues are better than one... “Bilingual Girl” del grupo Yerbabuena Algunos géneros perviven. Otros mueren y los resucitarán futuras generaciones. ¿En el 2025, año en el que se predice los latinos serán la minoría mayoritaria, cuál será la música de Estados Unidos Latinos? Seguramente incluirá fusiones globales como la de Ozomatli, que ya incorporan, por ejemplo, la tabla hindú. Podría incluir reinventos de lo tradicional, como ciertas variantes de la duranguense, o fusiones de material tradicional, como el sonido urbano de Pistolera de Nueva York, que incorpora los metales tipo “banda”. Sin duda alguna, mucha de nuestra música será bilingüe y rapera, como la de Kemo the Blaxican, manifestando el intercambio entre afroamericanos y latinos; pero seguramente también, no podemos ni imaginarnos sus posibilidades, ya que desconocemos qué culturas en colisión o transición requerirán de la música para poder contar su propia historia. Catalina María Johnson, Ph.D. es conductora y productora de programas de música latina para estaciones de radio pública. Para mayor información: www.beat-latino.com

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Latinoamericanos que llevan la batuta Olivia Liendo

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l duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: ‘El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies’. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto. Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos”. Así expresó Federico García Lorca su Teoría y juego del duende tratando de explicar lo inexplicable: qué es eso que a veces puede seducir a un público al punto de que los aplausos duelan en las palmas de las manos. Hace tiempo que Estados Unidos descubrió que la música latinoamericana tiene pasión de sobra, tiene duende. Géneros como el jazz, el rhythm and blues y hasta la música country han bebido de nuestra música. Directores, intérpretes y compositores latinoamericanos ocupan un lugar de primera fila en la actualidad musical de este país. Para confirmarlo abundan los ejemplos, como los dos recientes premios Oscar que obtuvo el argentino Gustavo Santaolalla por sus composiciones para bandas sonoras de las películas Brokeback Mountain y Babel, o que la pianista venezolana Gabriela Montero tocara junto a Yo-Yo Ma, Itzhak Perlman y Anthony Gill en la ceremonia de toma de posesión del presidente Barack Obama el pasado enero. La Asociación de la Industria de la Grabación de Estados Unidos incluso publicó que el envío de discos compactos de música latina a establecimientos comerciales de Estados Unidos ha aumentado desde 2005 de manera sostenida debido, en buena parte, al aumento en la demanda de reggaetón. Las orquestas Cuando se habla de la influencia latina en la música, de inmediato pensamos en los ritmos propios de la región, pero quizás donde más se sienta el poder que tienen los latinos en este país es en la música sinfónica. El caso de Gustavo Dudamel es uno de los más visibles. Nacido en Barquisimeto, Venezuela, hace 28 años, el músico será a partir de este verano el director principal de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, sucediendo al finlandés EsaPekka Salonen. El diario New York Times ha publicado que Dudamel es un “signo poderoso de vitalidad para refutar a aquellos que con rostros de tragedia proclaman la ancianidad de la música clásica”. Durante abril la orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, dirigida por Dudamel, realizó una gira por Estados Unidos que incluyó Houston, Washington D.C. y Chicago. Desde enero las entradas en los teatros ya estaban agotadas y había listas de espera para poder entrar a los ensayos gene-

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rales. “I’ll pay any price for a ticket / Compro entrada a cualquier precio” decía el cartel que la estadounidense Beth Adams levantaba a la entrada del auditorio Kennedy Center. Durante los conciertos, la agrupación sinfónica venezolana no sólo interpretó obras del repertorio universal como Daphnis & Chloe, de Maurice Ravel, La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, o La Sinfonía Nº 4 de Piotr Ilyitch Tchaikovsky. También tocó obras de artistas latinoamericanos como Santa Cruz de Pacairigua de Evencio Castellanos, o el Malambo de Alberto Ginastera. A la salida de los recitales en las tres ciudades, decenas de personas esperaban a las afueras de los camerinos para pedir autógrafos y las reseñas publicadas en los diarios estadounidenses no pudieron ser más laudatorias. “El gigantesco talento de Gustavo Dudamel, su bullente personalidad y su eufórica actitud en el podio conectan con el público de una manera rara vez vista desde los días del recordado Leonard Bernstein (…) Dudamel regresa a Chicago no tanto como una superestrella sino como una figura emblemática del sistema educativo musical de su tierra natal, único en su tipo, que se espera pueda servir de ejemplo para programas similares en Estados Unidos”, publicó el 5 de abril el Chicago Tribune. Otro caso emblemático es el de la mexicana Alondra Parra, quien dirige en Nueva York la Orquesta Filarmónica de las Américas, integrada por jóvenes músicos de todo el continente. “Con penetrantes gestos, la señora Parra obtiene conciertos de matices brillantes cuyos erizantes finales ponen a la audiencia a bailar”, dijo el New York Times. En Florida, el venezolano Eduardo Marturet desde 2006 es director titular de la Orquesta Sinfónica de Miami, que reúne en sus filas 80 músicos de 22 nacionalidades. “Marturet es un músico impresionante y tiene una habilidad para inspirar a los intérpretes e insuflar hasta el repertorio más familiar con nueva vida”, publicó en 2008 el Miami Herald. Una larga lista Al preguntarle a Mark Churchill, educador, violonchelista, decano y director artístico del New England Conservatory, el conservatorio más antiguo de Estados Unidos, qué otro latinoamericano habría que señalar con un alto perfil en la música estadounidense, se ríe a mandíbula batiente y responde: “¿Daniel Barenboim tiene suficiente alto perfil para ti?” Barenboim, nacido en Buenos Aires, es uno de los directores más aclamados del mundo y dirige con regularidad en Estados Unidos. Además de por su talento como director y pianista, Barenboim es conocido mundialmente por haber creado una orquesta conformada por músicos tanto israelíes como palestinos y de otras naciones árabes, y donde también hay varios músicos latinoamericanos.

Pero Churchill no se conforma con este ejemplo, saca una libreta y empieza a escribir nombres: “Andrés Cárdenes, cubano, concertino de la Sinfónica de Pittsburgh y profesor de la Universidad Carnegie Mellon; Leonardo Altino, brasileño violonchelista y profesor de la Universidad de Memphis; Irma Vallecillo, pianista y docente del New England Conservatory”. Churchill es vivo ejemplo del entusiasmo que despierta la música latinoamericana en Estados Unidos: pasa largas temporadas en América Latina cada año y ha estudiado portugués y español para ampliar sus conocimientos. Compositores Cuando se trata de enumerar compositores, el impacto es hasta más profundo. Basta ver el informe de la temporada 2007-2008 que publicó The League of American Orchestras para notar que la cantidad de estrenos de obras latinoamericanas contemporáneas es bastante alta en este país. Aunque la mayoría de los compositores son europeos, no estadounidenses como se podría pensar, en la lista aparecen obras nuevas de los argentinos Osvaldo Golijov y Alejandro Rutty, del uruguayo Miguel del Águila, del mexicano Carlos Sánchez-Gutiérrez y del venezolano Paul Desenne, entre otros. Pero en los repertorios de las orquestas también se ha abierto un espacio para artistas latinoamericanos consagrados, algunos ya fallecidos, que suenan con insistencia en los teatros. Los nombres más frecuentes en los programas de concierto son el cubano Leo Brouwer, el mexicano Daniel Catán, cuya opera Florencia en el Amazonas (1996) con un libreto basado en motivos de Gabriel García Márquez, fue la primera ópera en español comisionada por una compañía de ópera estadounidense; los también mexicanos Carlos Chávez -uno de los músicos más influyentes del siglo XX e incansable investigador de la música azteca y los instrumentos folclóricos-, Gabriela Ortiz, Manuel Ponce, Silvestre Revueltas, Agustín Lara; el argentino Alberto Ginastera; la cubana Tania León y el brasileño Heitor Villa-Lobos. Muy ciertas son las palabras de la directora uruguaya-estadounidense Gisele Ben-Dor: “Al escuchar a los compositores latinoamericanos van a encontrar tesoros. Sigan indagando, tal y como lo han hecho con los europeos. Yo pienso que necesitamos descubrir música que no conocemos, música nueva para nosotros, incluso aunque sea antigua”. Olivia Liendo, periodista venezolana, reside en Chicago.

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Miami como capital cultural latina en Estados Unidos Maricel Mayor Marsán

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undada en 1896, gracias al advenimiento de la línea del ferrocarril que Henry Flagler construía en aquel entonces en dirección a los cayos de la Florida y a la insistencia de algunos pobladores del área alrededor de la desembocadura del Río Miami, para que se estableciera una estación de trenes en las inmediaciones, Miami surgió como una ciudad de crecimiento letárgico y un quehacer limitado durante la primera mitad del siglo veinte. Sin atractivo comercial inmediato, más allá de unos pocos hoteles y casas de descanso para turistas del norte del país, que venían en busca del sol y de un buen clima, y pacientes con afecciones pulmonares, que venían a recuperarse de sus enfermedades o a pasar el invierno en la zona, el crecimiento de Miami, y de otras ciudades aledañas como Miami Beach, se vio marcado desde sus comienzos por el turismo y las fluctuaciones financieras a nivel nacional e internacional. En 1959, debido a los cambios políticos en Cuba, muchos cubanos comenzaron a llegar al sur de la Florida y se establecieron en el área, debido a la proximidad geográfica con la isla y a las similitudes en el clima. Después de cincuenta años y debido a la perpetuidad de las mismas condiciones políticas en Cuba, los cubanos siguen llegando y han convertido a Miami en la segunda ciudad con más cubanos en el mundo después de La Habana. De acuerdo con las cifras más recientes, se calcula que entre cubanos y descendientes de cubanos nacidos en el área del Condado Dade, hay cerca de dos millones y medio de habitantes de dicha nacionalidad. Es importante destacar que la ciudad ha recibido, durante y después de la segunda mitad del siglo veinte, una oleada constante de inversionistas y de personas de diversas nacionalidades, que han hecho de Miami su ciudad de residencia definitiva o temporal. Entre los grupos con mayor número de habitantes, después de los cubanos se destacan los nicaragüenses, los colombianos, los haitianos y los venezolanos. No obstante, es indispensable señalar que existe una visible presencia de todas las nacionalidades latino-americanas en el área, así como de otras partes del mundo. Y, por supuesto, hay que mencionar a las comunidades angloamericana y afroamericana establecidas en la ciudad desde sus comienzos que, aunque minoritarias en cuanto al porcentaje de estos grupos, en relación al alto porcentaje de hispanos, no dejan de ser importantes. Este factor ha contribuido a la riqueza étnica, social y multicultural de la misma. Con el paso del tiempo y con el extraordinario desarrollo comercial que ha experimentado Miami en las últimas cinco décadas, ésta ha dejado de ser la ciudad dormitorio de aquellos que trabajaban en Miami Beach, ciudad balnearia por excelencia, para convertirse en la ciudad más importante de la Florida; y el área metropolitana del Gran Miami, donde habitan alrededor de cinco millones y medio de habitantes, en la séptima más grande de los Estados Unidos y la cuarta más poblada, detrás de Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Más allá de la importancia indiscutible del despliegue bancario y financiero, de la actividad industrial, del comercio internacional, de poseer el puerto de cruceros más importante en los Estados Unidos y de que el Aeropuerto Internacional de Miami es el quinto más grande de la nación, Miami también ha experimentado un crecimiento cultural constante en las últimas décadas. Enfoque bilingüe El crecimiento urbano en Miami ha dado paso a la creación de un sistema público y privado de escuelas sin precedente en la Florida, así como al establecimiento de uno de los pocos distritos escolares en la nación que ofrece educación bilingüe opcional y de múltiples centros universitarios, donde cabe mencionar a las siguientes instituciones: Universidad de Miami, Barry University, Universidad Internacional de Florida, St. Thomas University, Florida Memorial College, Johnson & Wales University, Nova Southeastern University, Keiser University, Carlos Albizu University y, en particular, al Miami Dade College, con una docena de recintos esparcidos por toda la

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ciudad y con un número de estudiantes que asciende a más de 100,000 matrículas, que lo convierte en la institución más grande dentro de su categoría en los EE.UU. Debido a la industria turística, existen muchos sitios para el entretenimiento y predominan los eventos dirigidos al turismo. No obstante, las atracciones culturales, como museos, teatros y centros de artes escénicas, han ido en aumento. Entre los museos que se han habilitado se encuentran: el Museo Bass, el Museo Frost Art, el Museo Histórico del Sur de la Florida, el Museo Judío de Florida, el Museo Lowe Art de la Universidad de Miami, el Museo de Arte de Miami, el Museo de Niños de Miami, el Museo de Ciencias de Miami, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Vizcaya y el Museo Wolfsonian de la Universidad Internacional de Florida. Entre los teatros que ofrecen un calendario de presentaciones a lo largo de todo el año están: el Gusman Center for the Performing Arts, el Coconut Grove Playhouse, el Teatro Miracle, el Teatro Prometeo, el Teatro Jackie Gleason, el Teatro Manuel Artime, el Teatro Ring, el Centro de las Artes Escénicas Wertheim y el Teatro en Miami Studio. En el año 2006 se inauguró el Adrianne Arsht Center of the Performing Arts, con una capacidad que solamente supera el Lincoln Center de Nueva York, y que es la sede oficial de la Florida Grand Opera y del Miami City Ballet. La ciudad se ha convertido en la sede de grandes ferias internacionales de arte, como Art Basel y Arteaméricas, con la participación de muchos artistas plásticos de América Latina y de otras partes del mundo. También, le ha dado una gran acogida a una serie de eventos anuales donde se dan cita grupos y estilos musicales del más variado espectro, desde el hip-hop hasta la música techno, como el Winter Music Conference y el Ultra Music Festival. Es importante mencionar otras citas anuales de gran importancia como el Festival del Monólogo del Grupo Havanafama, el Festival de Cine de Miami, el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami del Teatro Avante, el Festival Internacional de Ballet y la Feria Internacional del Libro de Miami. La literatura goza de un buen momento en la ciudad y, en particular, la literatura en español, marca su paso ascendente con la llegada de escritores en cada nueva oleada de exiliados o inmigrantes de América Latina, que se suman a la nutrida lista de destacados escritores que residen en el área. Existen varias editoriales que se han dedicado por años a la publicación de libros en español, contribuyendo con el auge de la literatura hispana, como Ediciones Universal, la más antigua de todas y con un catálogo extenso, y Ediciones Baquiana, que funciona desde 1999 y tiene entre sus proyectos editoriales la responsabilidad de publicar la versión digital e impresa de la Revista Literaria Baquiana. Teniendo en consideración que casi 67 por ciento de la población es de origen hispano y considera al español como su primer idioma, no es de extrañar que las principales cadenas televisivas en español hayan establecido sus centrales, tales como Galavisión, Mega TV, Telemundo, Telefutura y Univisión. La prensa radial, que ocupa el duodécimo mercado más grande de los Estados Unidos, tiene una amplia presencia en español. La prensa escrita es variada, y se destacan dos periódicos de gran arraigo entre la población hispana: El Nuevo Herald y el Diario de las Américas. Varios países han abierto corporaciones culturales en la ciudad y cabe mencionar la extraordinaria labor, de apoyo y promoción de la cultura en español, por parte del Instituto Cultural de México en Miami y del Centro Cultural Español de Cooperación Iberoamericana de Miami. Maricel Mayor Marsán, directora de la Revista Literaria Baquiana.

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La interacci贸n y el color de

Jorge Rojas Texto de Esmeralda Morales-Guerrero

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3. 1. Color Study (Red Green), 2008. 40” X 30”. Óleo sobre lienzo. 2. Color Study (Black Blue), 2008. 40” X 30”. Óleo sobre lienzo. 3. Light Grid, 2007. 24” X 24” Óleo, acrílico y grafito sobre lienzo. 4. El Público participando en My Space, Guadalajara.

mirada cómplice

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esde los ojos del artista, todo puede deconstruirse y llegar al núcleo principal, la esencia misma de las cosas y descubrir lo que hace que nuestros sentidos gocen; y, a partir de esa nueva experiencia, crear un nuevo paradigma en escenarios comunes a veces desapercibidos.

estudios de color. Cuando el artista holandés creó el Neoplasticismo, declaró que el interés principal no era la reproducción de imágenes y objetos, sino la expresión absoluta que delinea la realidad. Y es justo esto lo que Rojas expresa en sus pinturas. Su obra Light Grid, es un claro ejemplo.

Jorge Rojas, originario del estado mexicano de Morelos, y residente en Nueva York desde principios de la década de los noventa, exhibió recientemente en la feria Chicago Arte Ahora, que reunió a más de 60 artistas latinoamericanos dedicados a la expresión en diversas áreas como pintura, escultura, diseño, moda y arte digital.

El trabajo Color Study (Red Green) es, una ventana a la experiencia de movimiento y textura creada con solo la combinación de color y repetición. Trazos armónicamente aleatorios que en su relación crean un escenario placentero. Pero además de la pintura su trabajo comprende escultura, y recientemente, a través de instalación multimedia, el artista investiga sistemas de comunicación y la influencia de la tecnología en las comunidades, estructuras sociales y la producción artística.

El trabajo de Rojas explora la creación y proceso involucrados en la producción artística. Como el mismo afirma: “Utilizo elementos tales como cera, sonido, espejos, pintura y materiales que encuentro y creo obras que descubren nuevos significados. La sencillez y lo natural, juegan un papel importante en mi trabajo”. La interacción pura de colores más allá de la forma y el contexto son el tema principal de las obras bidimensionales de Rojas. Su trabajo en pintura recuerda los primeros trabajos de Mondrian en sus

entre artista, obra y público pueda tomar lugar, y donde se construya un espacio de comunicación e interacción social. Esta es la premisa de piezas de arte multimedia como My Space, que se ha llevado a cabo en diferentes ciudades y que en mayo estará en el Museo de West Chicago, como parte del programa de residencia artística del mismo. Rojas es sin duda un versátil artista impulsor del arte participativo en la comunidad, elegante creador de un lenguaje sencillo que inspira y promueve comunicación y entendimiento. Para más información sobre la obra de Jorge Rojas: www.jorgerojasart.com Esmeralda Morales-Guerrero, mexicana, es directora de arte de contratiempo.

“Al examinar la relación que hay entre el artista, el observador y las obras de arte, exploro de qué manera nos comunicamos, cómo nos percibimos unos a otros y por qué adoptamos y jugamos ciertos roles en nuestras sociedades”, dice Rojas. Este genuino interés en la participación del observador en el arte lo ha llevado a crear ambientes en donde el encuentro

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Luna Negra en transición Entrevista con Michelle Manzanales Ana Rechtman

Foto de: Cheryl Mann

¿Cuánto tiempo llevas trabajando con Luna Negra? Llegué a Chicago y a Luna Negra en 2003. Soy originaria de Houston donde estudié danza y trabajé con varios grupos pequeños. Antes de venir a Chicago me puse en contacto con Eduardo Vilaro, así que cuando llegué me entrevistó y me ofreció ser aprendiz en la compañía. En ese momento Luna Negra contaba con pocos bailarines contratados a tiempo completo. Después me convertí en una de las bailarinas de la compañía y, hace tres años dejé de ser ejecutante para convertirme en la directora de ensayos de la compañía. Me encanta ser directora de ensayos, pues trabajo directamente con los bailarines. También he trabajado como coreógrafa para Luna Negra. Realicé la coreografía “Sugar in the Raw (Azúcar Cruda)”, que presentamos en 2007. Ahora estoy empezando a trabajar en una coreografía sobre Frida Kahlo. Espero tener pronto la oportunidad de viajar a México, visitar la Casa Azul y Coyoacán.

¿Cuáles son los principales retos que enfrentas cómo directora artística interina? Hacer que la compañía siga creciendo. Desde que llegué a Luna Negra el grupo no ha hecho más que crecer. Al principio no teníamos ni siquiera un salón fijo donde pudiéramos ensayar. Ahora contamos con un espacio para ensayar y con estas oficinas donde se concentra la dirección de la compañía. Es fantástico cómo ha crecido. También es importante el hecho de ser estable, tener un grupo estable de bailarines y mantener

un buen ambiente en el grupo se refleja en la calidad de los espectáculos. La compañía hoy cuenta con 12 bailarines, seis hombres y seis mujeres, y un aprendiz. Es importante conservar este grupo. Para seguir creciendo hay que garantizar, entre otras cosas, una buena calidad artística: tanto de los bailarines, como de las coreografías que escogemos. Creo que éste es mi mayor reto. Un reto más será organizar una gira por Europa. La compañía realiza espectáculos en todo Estados Unidos cada año. Hemos estado en algunos países de Latinoamérica y uno de nuestros objetivos ahora es realizar una gira por Europa. ¿Cuál es el proceso que realizan para encontrar al próximo director artístico? Se redactó una convocatoria. Claramente buscamos a alguien de origen latino. La convocatoria es internacional. ¿Vas a continuar con tu trabajo como directora de ensayos? Sí, espero que no sea muy difícil realizar los dos al mismo tiempo. Lo importante es que me gusta trabajar con el grupo de bailarines de Luna Negra. ¿Esperan crear una colaboración estrecha con el Ballet Hispánico de Nueva York? Con Eduardo Vilaro como director artístico del Ballet Hispánico tenemos una fuerte oportunidad de tener proyectos comunes. Todavía no tenemos planes concretos, pero estamos trabajando en ello. Eduardo Vilaro estará presente para la celebración del 10º aniversario de Luna Negra Dance Theatre a principios de octubre en el Harris Theatre de Millennium Park. Ana Rechtman: Mexicana. Doctora en matemáticas. Vive en Chicago.

Foto cortesía de Luna Negra

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as oficinas de la compañía de danza Luna Negra Dance Theater ocupan un loft en el Near North Side Sugar, Kirsten Shelton and de Chicago. Al entrar ya estoy Vanessa Valecillos impresionada. Y me pregunto cómo es que un grupo de danza que existe desde hace apenas 10 años pueda poseer estas oficinas. He venido a entrevistar a Michelle Manzanales, la directora de ensayos de la compañía, quien a partir de este verano será la directora artística interina. Luna Negra fue fundada por Eduardo Vilaro, quien ha sido el director artístico durante la última década. Eduardo Vilaro logró consolidar una compañía que actualmente cuenta con 12 bailarines, un equipo de promoción y administración, y un repertorio con más de 20 coreografías. Eduardo Vilaro dejará este verano Luna Negra para convertirse en el director artístico del Ballet Hispánico de Nueva York. Deja vacante su puesto, y durante el periodo que le tome a la compañía encontrar un nuevo director artístico, el puesto será ocupado por Michelle Manzanales.

Primero me gustaría decir que es un gran honor para mí que me hayan confiado la dirección artística de Luna Negra. La compañía busca darle una voz a los coreógrafos latinos. Así que como directora artística uno de mis trabajos será buscar coreógrafos que estén interesados en trabajar con nosotros. Por ejemplo, Eduardo Vilaro hizo un gran esfuerzo para adquirir los derechos de autor de la coreografía “There is a Time” (1956) del mexicano José Limón (1908-1972). También este año trabajamos con la coreógrafa Annabelle López Ochoa, de origen ColombianoBelga, que es la nueva representante de la danza contemporánea latina en Europa. La coreografía que presentamos fue “Nube Blanca (White Cloud)”. Para mí es muy importante continuar con la tradición de trabajar con diferentes coreógrafos. Asimismo estaré encargada de diseñar los programas de las presentaciones. Los espectáculos que dará la compañía durante este año ya están diseñados, pero tendré que empezar a trabajar en los siguientes. No sé durante cuánto tiempo realizaré este trabajo, así que pienso continuar con la línea trazada por Eduardo Vilaro y esperar a ver quién será el siguiente director. La compañía también realiza un trabajo de educación. Nuestra filosofía es que la danza es un herramienta para que los niños exploren su identidad y aprendan a expresarse de otra forma. Realizamos estancias y espectáculos en las escuelas. También diseñamos espectáculos para las familias y cursos intensivos durante el verano. Como directora artística me voy a encargar del diseño de estos programas.

¿En que consiste el trabajo del director artístico?

Michelle Manzanales. número 65

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Sobre Desarraigos Desarraigos, cuatro poetas latinoamericanos en Chicago Chicago. Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva Gallardo Ediciones Vocesueltas / Contratiempo. Chicago 2008, 240 pág.

Francisco Pamplona

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l pasado 2 de diciembre de 2008, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, presentamos el libro Desarraigos Raúl Bañuelos y yo, bajo la moderación de Héctor Raúl Solís Gadea, y la presencia y performance de Febronio Zatarain. Las palabras de Bañuelos fueron a las ramas y a las raíces de esa poesía que cuatro latinoamericanos residentes en Chicago proponen en el arribo de la primera década del siglo. El texto que sigue es una versión levemente modificada de la intervención que realicé en aquella ocasión. En otra entrega propuse la definición que dio Lezama Lima al poema: “Un espacio resistente entre la progresión de la metáfora y el cubrefuego de la imagen.” La poesía como lucha agónica con la que es preciso decir así como sale del pecho, de la mente, del espíritu, de la desesperación, como llaga que duele y no habrá de calmarse; a veces el poema llega delicadamente, a veces como presentimiento, en ocasiones de manera violenta, en la insospechada blancura que se teme, pero a la que se acaricia en cada sílaba. Si es verdad esta hipótesis de la poesía como agonía del ser que resistiendo toca otro espacio que a su vez resiste, entonces la verdadera poesía habla mejor, con mayor potencia, de la muerte desde la vida, del amor desde el abandono amoroso –ya sea odio, indiferencia, desamor–. Los materiales del poeta son escasos al momento de comenzar y recomenzar; pero el asalto de las palabras incita, provee, sostiene y sustenta. Así, el poeta toca lo que se le resiste y convoca a todos a seguirle. Este flautista que es el poeta, quiere seguidores hechizados pero no inconcientes; sale de la ciudad sitiada por lo absurdo, lo secundario, lo sucedáneo; rechaza el oropel y el boato de los tontos que ahí dentro de esa ciudad amurallada en lo superficial, se niegan a ver. El poeta siempre será expulsado; es un permanente exiliado de los otros, de los que no quieren pelear contra la banalidad porque les parece que el arma del poeta es poca cosa contra todo… Desarraigos se sostiene en una espiral, es una poesía que ha tocado el espacio que se le resiste; y las voces que ahí tienen su encuentro desmenuzan, cada una a su manera, la vida y la

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muerte, el amor y su maravilla, el abandono triste en la soledad que es toda desasosiego, y a veces, desamor y desapego. Como en “Tabaquería”, los poetas de Desarraigos nos saludan desde la ventana, esa ventana que da al mundo y que de manera trágica nos devuelve el bien y el mal, la luz y la sombra, el contento en la risa y la seriedad que apaga al ser. Saludan desde su ventana abierta al mundo, ese mundo en que la tabaquería representa Todo, y a la vez no tiene ningún significado. Como Pessoa, también Vallejo saludaba a su esqueleto y a las personas de su barrio; desde Desarraigos, estos poetas que habitan otra ciudad sin embargo suya, nos saludan; Desarraigos es una ventana. ¿De qué están desarraigados Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva Gallardo? ¿Adónde fueron que han desprendido sus raíces, y de ser árboles se han convertido en ciervos, leones, hojas que arrastra una tormenta? Si el título quiere prevenirnos de que son poetas de latinoamericanos que allá en Chicago están nostálgicos, es un título fallido, pues aquí los tenemos, entre las manos, ante nuestros ojos que buscan esa raíz que, arrancada, da vuelcos como piedra, o polvo, o estrella. Pero no nos confundamos sólo por la etimología, que siempre o casi siempre hay otra posible: ¿Para qué estar, para qué quedarse quietos si se puede ir y venir, plenamente, en el margen o a mitad del camino? En realidad, desarraigarse es estar en una encrucijada. Estar en la encrucijada requiere de una decisión y los poetas de Desarraigos la han tomado: ir hacia la escritura y correr los riesgos necesarios. Así, Jorge Hernández propone un lenguaje directo en un doble sentido: por su limpidez y porque habla sin tapujos a los objetos y a las situaciones; puede, sin recatos hablar de un amor en metamorfosis y su propio asombro transformado: Naufragios I y te miré como el náufrago mira su barco perdido sin remedio II quise aferrarme a ti pequeña astilla creyendo que eras un bote salvavidas III nunca supe si eras compañera de naufragio o una sirena extraviada (p. 11) La amada es una barco, después una astilla y finalmente encuentra su forma de sirena que no habrá de acompañarlo en ese viaje. Su naufragio, entre cómico y desolado es el de cualquier enamorado consciente. En su poema “Días de lluvia”, la

lluvia se convierte en mar allá afuera de la habitación y su cama será la nave en que navega contra el temporal: “entre la lluvia y yo hay una malquerencia”. Hernández es un mago, pues saca del sombrero palabras y conceptos que pronto serán otra cosa; para él, el poeta ejercita sobre el fuego y las letras que va plasmando son materia incandescente, mientras escribe y cuando lee lo escrito; dice en “Ejercicio sobre el fuego”: las letras crujen se levantan se mueven bailan de pronto hay una como feria en la hoja de pronto hay una hoguera en la mirada (p. 19) El prologuista de Desarraigos, el maestro Hugo Gutiérrez Vega, observa que los poemas de Febronio Zatarain utilizan una prudente ironía; también son desasosiego real, que viene desde el fondo del ser, el que se trata de imitar (Pessoa es un modelo) con voz propia, en una audacia sin límite. La voz de Febronio convoca a la reflexión por mímesis con su propia manera de expresar, y de ahí que nos proponga su soledad no como modelo (no en balde ha puesto como subtítulo a su Prosario “el libro de la antisuperación personal”) sino como invitación al viaje: Sigo aquí y estoy triste. Estoy triste pero satisfecho de seguir aquí. Estoy solo y triste, y nadie puede pararlo porque al salir a la calle soy invisible. No estoy muerto porque entonces, por compasión, sería mirado. Tampoco estoy vivo. Estoy triste y satisfecho porque no he perdido; he ganado. He ganado el no estar ni en la vida ni en la muerte. Estoy triste pero no es tristeza de lágrima; es tristeza de pared, de maleta vacía, de teléfono cortado. Y estoy satisfecho pero no de instinto, estoy satisfecho porque estoy satisfecho donde no se puede estar satisfecho. (pp.75-76) Esta poesía de la verdad, digámoslo así, encontrará en el camino adeptos fieles; caerán en la trampa que les ha puesto el poeta, pues sólo él tiene ese atrevimiento de confesar mintiendo: Me mudo a principios de noviembre. No funcionó con Ananda. En el fondo me alegra porque mi pereza había estado y quiere seguir retardando este momento. Hoy empiezo a buscar mi concha. Este diario que he iniciado exige situaciones en las que la posibilidad de ser perturbado se extinga. El destino se está portando a la altura, yo no puedo quedarme abajo. Soy un hombre con fortuna... Ha dejado de lloviznar y el viento juega con las hojas en las que ya el verde agoniza. Ahora me llama; voy a salir un rato. (Pp. 102-103). Poesía-verdad, testimonial de una forma de ser y de estar; de recordar a favor lo acontecido y de desasosegarse, no en el estupor sino en la decisión kármica.

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Juana Iris Goergen, con una poesía transparente, se hace cargo de las ilusas, compañeras suyas de vocación y asombro. Da la palabra a cada una (Delmira, Alfonsina, Gabriela… incluso a Silvia Plath); generosa, Juana Iris da su voz, pues el destino ya se hizo cargo de aquellas que creyeron, que jugaron, que arriesgaron todo; con total empatía, inquiere a Alfonsina a que aproveche el día y pone en su boca (la paradoja es mayúscula): Dame tu mano. Mírame, así, como hace tiempo. Mírame. Mírame amor, recuérdame quién soy. (“Alfonsina Storni: Carpe diem” P. 144)

sé que detrás de las cosas siempre están escondidas en espera las palabras al acecho podridas como el hálito de los que hablan poco los que ayunan los que oran los que hacen sortilegios de las sombras (“Palabras al acecho”, p. 198) De su tierra, Tegucigalpa, hará un responso y una lápida, un recuerdo y una vivencia tremenda, con la madurez de quien ha tocado fondo:

Nuestra Rosario, la Castellanos, la tonta de Chayo (Sabines dixit), no quería para sí el destino de otras ilusas, las de la ficción; no quería para sí el destino de Emma Bovary, ni de Ana Karenina. Juana Iris dialoga con las ilusas reales y les da un día más de amor, de poesía…, de vida. León Leiva Gallardo, el último desarraigado, teme y juega con las palabras; están al acecho; a punto de atrapar a quien tiene el deber de decir algo y lo hace con poder y con humildad; como subrayó Gutiérrez Vega, la poesía de Leiva es nocturna; yo agrego que no porque la haya escrito de noche o porque en ella sea la noche la protagonista: es nocturna por los temas, por el juego recóndito de lo que habrá de decir sin cortapisas:

ahora estoy supino en cuarto ajeno de nuevo diciembre me despoja de tus rastros tus pies descalzos apenas dejan un sudor en las baldosas la casa está vacía mis piernas se estiran al resplandor del alumbrado pero no salgo al balcón nunca salgo siempre espero siempre espero ver tus ojos llorosos aparecidos de regreso cual aves de mal agüero (“Ciudad adentro”, Pp. 219-220)

Desarraigos es un espléndido libro de poesía con cuatro lados; cada quien a su manera, ha visto la vida y nos llama a que entendamos esa variedad; ellos saben que no todo lo que escriben es la “pura vida”, sino una mera aproximación, de gran parecido, eso sí. Y si la poesía se parece a la vida, pero no es la vida, en esta encrucijada no hay sólo palabras qué decir sino vidas que contar, propias y ajenas, reales e inventadas. Al fuego que todo destruye se antepone un cubrefuego, que es en realidad un contra fuego, el que utilizan los guardabosques cuando las llamas intentan devorarlo todo. El poeta, es en ese sentido un guardabosque y su arraigo no puede ser otro que el decir, en donde se encuentre, en franco desafío a la muerte y al olvido. Su arraigo está en la metáfora que progresa, hacia ninguna parte, o hacia la parte que sólo el misterio de decir, de escribir, se revela en la última palabra del poema, cuando exhausto ha dejado de oponerse a estilógrafo, a la tecla… Francisco Pamplona: Profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Tiene publicado un libro de poemas : Aproximaciones.

Las sirenas de Teresa Estrada Benjamín Anaya Sirenas al ataque: Historia de las mujeres roqueras mexicanas (1956-2006) Editorial Océano, 2008. México, 460 pp.

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pesar de que el género rock no ha sido favorecido en México, pues siempre se le ha considerado, per se, como un producto comercial no susceptible de pertenecer a la cultura popular ni de representar en ella a un amplísimo sector de nuestros jóvenes —y no tan jóvenes—, el rock creado y desarrollado en México ha existido y existe, como da cuenta desde la perspectiva femenina, la interesantísima investigación que la Licenciada en Sociología de la unam, Teresa Estrada, ha dado a conocer con el sugerente título de Sirenas al ataque. El rock mexicano ha tenido que aprender a vivir en el ostracismo, pues todavía hoy, a cincuenta y dos años de su surgimiento (testimoniado), sigue siendo un tabú en el panorama del arte mexicano y más en el de la educación

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musical institucional, al considerársele sólo un espectáculo. No obstante, muchos y muchas de los y las protagonistas de ese medio musical, han tenido también en ocasiones una vida activa dentro de las instituciones superiores de música, y aun en las actividades del concertismo, la música de cámara y en la educación formal, como queda suficientemente documentado en el libro de Estrada. Aunque la investigación enuncie sólo algunos problemas musicológicos que esperemos se retomen más adelante en ese ámbito, las virtudes aportativas de este libro inician desde que la autora sitúa sociológicamente la presencia femenina en el rock mexicano, y la va descubriendo a través de profusas entrevistas, testimonios, crónicas y relatos personales. La abundante información que maneja la autora, además de darnos un panorama especializado sobre las múltiples actividades que las mujeres han tenido en el rock, como instrumentistas, compositoras, cantantes, coristas, promotoras, locutoras, representantes, inge-

nieras de audio, etc., nos brinda la oportunidad de valorarlas más allá del estigma erótico-visual y del paradigma femme fatale al que muchas de ellas están atadas por la prensa y el público masculinista, que no siempre alcanza a ver la otredad en este fenómeno cultural. La joven investigadora y roquera ha tenido también, como compositora, guitarrista y cantante, una experiencia personal que aflora al abordar los distintos subgéneros colaterales al rock; y con un lenguaje accesible pero serio, fluido y consistente a la vez, nos da cuenta de un universo musical que ha sido adverso para las mujeres roqueras de México, que como ella han tenido que sortear los prejuicios sociales de su actividad profesional. También han debido sobreponerse a los prejuicios culturales que hay sobre su acti-

vidad artística y los constantes embates de los medios de comunicación, que sólo pueden concebir a las roqueras como mujeres al borde del síndrome de Janis Joplin, es decir, en un descontrol psíquico-social muy conveniente para su posterior manufactura y explotación industrial. El hecho de que hoy aparezcan comercialmente una gran cantidad de mujeres pensadas desde el marketing de la industria del rock (o acomodadas a éste), reafirma la necia voluntad de muchas de las protagonistas de Sirenas al ataque, por merecer y notablemente ejercer el derecho de su existencia en la historia de la música popular. Benjamín Anaya: Mexicano. Director de la editorial La cuadrilla de la langosta.

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Modus scribendi

Máquina de la escritura Javier Perucho La ciudad como texto. La crónica urbana de Carlos Monsiváis, Jezreel Salazar (Premio Nacional Alfonso Reyes 2004) Universidad Autónoma de Nuevo León, 2006, 211 pp. Foto: Gabriela Bautista

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studiar a una celebridad viva es un acto digno de encomio, máxime cuando esa luminaria se llama Carlos Monsiváis, polígrafo que lo mismo escribe acerca de la época de oro del cine mexicano, el psicoanálisis, una crónica sobre los desnudos tumultuosos de Tunick, los orígenes de la chicanidad, los más recientes fenómenos del bandolerismo encarnado en las hordas de los maras o la violencia citadina ejercida impunemente por el narcotráfico. El siglo xix tampoco le ha sido ajeno. El coleccionismo o su amor por los gatos tampoco. Un museo aloja ahora mismo sus piezas de arte popular. Abro un diario de un sábado cualquiera y me encuentro un ensayo sobre los maras firmado por él; más tarde hojeo un suplemento y me encuentro con una pausada elegía al recientemente fallecido dramaturgo mexicano Juan José Gurrola; al día siguiente, aparece publicada su columna “Por mi madre, bohemios”; días después, en la televisión abierta lo escucho y me regodeo con sus palabras y sus gesticulaciones sobre uno de los asuntos públicos que carcomen a la república. Don Carlos siempre ha sido así: elocuente hasta en sus silencios, significativo incluso en sus modos gestuales. Habitualmente ha sido así: abrasivo en sus temas, expansivo en sus originales perspectivas para abordar los más variados asuntos de la vida pública o la república literaria. Es altamente probable que ningún tema de la mundanal vida se haya escapado a sus tratamientos, ya para divertirse, ya para aleccionarnos; ora para mofarse de la clase gobernante, o para exponer a los dinosaurios de la vieja izquierda. Qué le ha sido ajeno. Todo le es propio en sus pareceres culturales. Sin embargo, lo más asombroso de este talentoso escritor es la manera en que se actualiza, en que accede a la información más diversa, la forma en que su escritura, temas y fenómenos se rejuvenecen conforme se suceden en la actualidad. La piel de su escritura se renueva cada vez que la inasible realidad cambia. Así, ante la aparición de los fenómenos del pandillerismo, él actualiza su perspectiva de análisis para ofrecer nuevas pautas de crítica que expliquen el fenómeno, busquen sus orígenes sociales y ofrezcan una prospectiva inmediata. La ciudad como texto. La crónica urbana de Carlos Monsiváis me ha recordado ésa su peculiar naturaleza, me ha recordado también que para seguirle los pasos a don Carlos, es necesario haber fundado un Centro de Estudios Monsivaisianos,

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cuyo mayor prestigio intelectual se concentre en las tareas acumulativas de su acervo; es decir, en ubicar, almacenar, sistematizar y divulgar sus siempre inabarcables e incompletas obras por la naturaleza de su talento y oficio. En éste no tan ficticio Centro, uno de los primeros investigadores en lograr un asiento, es Jezreel Salazar, acucioso investigador de este fenómeno cultural llamado Carlos Monsiváis, pues se ha dado a la tarea de acumular toda la información relativa a la noción de urbe, las crónicas sobre la ciudad y los ensayos sobre la metrópoli que han salido de esa máquina de la escritura. Luego de formar un cúmulo considerable con todo ese Himalaya de papel, lo cernió a la hora del viento, entonces —y sólo entonces— ordenó los granos y arrojó las mazorcas. Con ello, en dos apartados y un texto liminar, conduce al lector por los vericuetos de una ciudadela. Escribo ciudadela porque es tanto lo escrito por Monsiváis sobre el tema de la ciudad en más de cincuenta años de vida y escritura, que si esparcimos sus cuartillas por la urbe ni un pasillo tendría accesible el peatón para vagar libremente entre tanto folio impreso. Tiene otro mérito el libro de Jezreel. La ciudad como texto es apenas el segundo libro disponible y accesible en las librerías mexicanas que abordan la naturaleza escurridiza del escritor, cronista, historiador literario, editorialista, fabulador y “moralista” Monsiváis. Situación que me alegra, me alienta que este libro sea de la autoría de un escritor mexicano de la nueva guardia, porque el primero en aparecer pertenece a la investigadora norteamericana Linda Egan, Carlos Monsiváis. Cultura y crónica en el México contemporáneo (México, fce, 2004). Aquí termina —o comienza, según se vea— la bibliografía crítica sobre este polígrafo nacido en el Distrito Federal en el remoto año de 1938. De allí se desprende uno más de los aciertos del libro: ante la ausencia de fuentes documentales, Salazar no se amilanó para enfrentar a esa máquina de las mil teclas. Entró a un lote baldío, aplanó sus protuberancias, aró el suelo y nos entregó un libro pleno de novedosos acercamientos, explicativo en más de un momento. Naturalmente, original en sus aportes, ya que se vale del análisis cultural para sostener sus interpretaciones y escolios a la obra de Monsiváis. La ciudad como texto es un ensayo amable en su escritura, claro en su exposición, elocuente

y administrado en el uso de sus citas, de las que, como lector suyo, demandaría a los editores una explicación a dos simples preguntas, ¿por qué suprimieron las notas a pie de página que nos aclararían las procedencias librescas de cada cita textual? ¿Por qué no agregaron para compensar tal ausencia una bibliografía final? Con ello el volumen no hubiera perdido su levedad; al contrario, hubiera ganado en precisión documental. Apenas hecho de menos ese corpus bibliográfico; sin embargo, los títulos más puntillosos y las crónicas urbanas más elocuentes de Monsiváis están registrados a lo ancho del libro, así como en un puntual apartado que consigna las crónicas dispersas. Infiero de mi lectura, que para ser el cronista oficial de la muy amada y terrible ciudad de México, hay que haber nacido en la persona de Carlos Monsiváis, quien prosigue una tradición fundada por Salvador Novo. Una tradición que es a la vez una postura política, pues al explorar los bajos fondos, transitar por las esferas de poder, circular entre las divas para después escribir su hagiografía, frecuentar a la aristocracia y a los hombres de poder para bocetar sus cataduras morales, establece los registros de una sociedad piramidal. El cronista mismo es otro peatón bajo la lluvia inclemente, pues viaja en taxi y compra sus boletos en el Metro para poder aporrear más tarde las teclas y escribir en el ocaso cómo se desenvuelve la vida en el México del nuevo régimen. Anoté “desenvuelve la vida” porque el tiempo verbal de la crónica se conjuga en tiempo presente. La crónica contemporánea habla del hoy, el aquí y el ahora, trata de una circunstancia perecedera que se escribe como se vive en el presente. Los hechos del pasado interesan a los historiadores; a los cronistas les interesa el registro del presente, no el tiempo fugaz del porvenir, menos aun el tiempo fosilizado del ayer. De ahí brota el interés que despierta Monsiváis en sus lectores contemporáneos y en sus primeros críticos: habla de ellos, por ellos y con ellos, al fin somos ciudadanos con voluntades y deseos que cohabitamos en la misma urbe. Javier Perucho: Profesor de de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

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De Venezuela, con amor: “El Sistema” llega a Chicago Catalina María Johnson El ritmo no es un fenómeno musical, es un fenómeno espiritual. El ritmo es el pulso interno del alma.

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l mes pasado, en el concierto de inauguración del Festival Youth in Music, organizado por la Orquesta Sinfónica de Chicago, Gustavo Dudamel dirigió la venezolana Orquesta Juvenil Simón Bolívar como parte de su participación en el Festival. Al primer ensayo pudieron asistir estudiantes de las escuelas de Chicago; y el salón enorme y elegante de Symphony Hall se encontraba a tope de jóvenes casi todos de escuela primaria, de todos los colores y sabores. Sobre el escenario, más de ciento cincuenta jóvenes músicos ensayaban con gran seriedad, siguiendo las instrucciones de Gustavo Dudamel. La música sublima, canaliza el pulso interno del alma y lo expresa de una manera armoniosa, sutil, invisible —y sin palabras— a otros seres humanos. Es una revelación. A través de ella, Dios nos revela algo inefable, algo que no puede ser comprendido por la razón sino por la intuición

La cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura.

Los alemanes en su prensa han denominado a Venezuela como “la mata de la música”.

Dudamel es producto de lo que se ha llegado a conocer como “El Sistema”. Hace 34 años, en Caracas, el Dr. José Antonio Abreu, científico con doctorado en economía petrolera, músico y compositor, convenció al gobierno venezolano de que apoyara económicamente un programa de educación musical clásica gratuita y que se ofreciera sobre todo en las zonas marginadas de Venezuela. Insistió el Dr. Abreu que el programa se incorporara no al Ministerio de Cultura, sino que se diseñara como parte del Ministerio de Desarrollo Social. La educación musical de “El Sistema” comienza con elementos fundamentales —como ritmo y melodía— cuando el niño tiene apenas dos años de edad, y continúa sobre el instrumento mismo tan pronto el niño tiene la capacidad de poder sostenerlo. Una parte esencial del proyecto son los conciertos en la comunidad que se organizan para lucir los talentos de los jóvenes músicos. En 1975, contaba Abreu con unicamente quince maestros en su plantel. Hoy, en la cuarta década desde sus inicios, “El Sistema” ha sobrevivido ocho cambios de gobierno y cuenta con más de 250,000 alumnos matriculados y 15,000 profesores. Se calcula que el diez por ciento de la población de Venezuela ha pasado por “El Sistema”; en otras palabras, se han beneficiado más de dos millones de venezolanos de una educación musical clásica gratuita. Existen varias decenas de orquestas preescolares, 90 orquestas infantiles, 130 orquestas juveniles y 30 orquestas sinfónicas profesionales adultas.

Revelemos a nuestros niños la belleza de la música y la música revelará a nuestros niños la belleza de la vida.

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El Dr. Abreu fue unos de los invitados de honor en las actividades de la inauguración del Festival. Es un hombre pequeño y delgado, ya de setenta años de edad, pero de una presencia enorme y cautivante en el escenario. Orador de gran elocuencia, está empecinado en lograr que la educación artística se incorpore a la carta magna del país, para que todo niño tenga derecho constitucional a una educación artística. Considera que a través de ella, al niño se le inculcan los más esenciales valores de la vida: orden, armonía, equilibrio, compañerismo y disciplina. Tuve la fortuna de entrevistar brevemente al Dr. Abreu y al maestro Dudamel. A la salida de la entrevista, apiñados junto a la puerta del cuarto en Orchestra Hall donde habíamos conversado, se encontraba un grupo de niños alrededor de 10 años de edad, con dos de sus maestras, esperando pacientemente en el pasillo para entregarles un regalo. Habían venido de Northbrook, Illinois, donde en su escuela de Montessori, habían visto en 2008 un reportaje sobre “El Sistema” que se había trasmitido en el programa televisivo 60 Minutos. Preocupados porque el reportaje indicaba que en ocasiones a los jóvenes músicos venezolanos les faltaba dinero para comprar instrumentos, el grupo de niños se había dado la tarea de recaudar fondos vendiendo pasteles, lavando coches y cuidando niños para recaudar dos mil quinientos doce

Fotos: cortesía del CSO y de Todd Rosenberg

Gustavo Dudamel sorprende en todos los sentidos. Luce una melena de largos rizos que parecen tener vida propia cuando se sacude al dirigir la orquesta. Se le considera uno de los directores sinfónicos más talentosos de todas las épocas, y es el más joven en todo el mundo que ocupe este tipo de puesto; a los veintiocho años fue nombrado director de la Filarmónica de Los Ángeles. Los estudiantes, al igual que yo, nos encontrábamos embelesados con sus manos. Las manos de Dudamel vuelan, se mecen, fluyen y tiemblan en el espacio y parecieran estar hablando un lenguaje de señas delicado y complicado. Sin saber cómo es el lenguaje, uno reconoce que esas manos están hablando en música, y que dominan el idioma a la perfección.

dólares y cinco centavos (repetían con insistencia y gran seriedad, la cantidad con todo y sus cinco centavos). Por medio de un asistente, lograron por fin que Dudamel y Abreu salieran a su encuentro. Estos se mostraron sumamente conmovidos con el regalo, y repetía el Dr. Abreu que en ninguna gira le había sucedido nada parecido. Unas horas más tarde, en la función de la Orquesta Juvenil Simón Bolivar, el programa fue de lo más clásico aun dentro de lo clásico. Los jóvenes artistas venezolanos tocaron piezas como la Cuarta Sinfonía de Tchaikovsky con brillante facilidad. La dirección de Dudamel los impulsaba a tocar con un frenesí casi urgente, como si hiciera falta mucha más música para sanar al mundo de tantos males. Pero fue en el encore en el que se dio el verdadero milagro, cuando presenciamos el mambo de West Side Story de Leonard Bernstein, durante cuya actuación los jóvenes músicos de la orquesta se pararon, se sentaron , le dieron vueltas a sus instrumentos en el aire y hasta pusieron los cellos a girar como trompos, sintonizando sus movimientos en una coreografía libre y alocada. En esa danza, los jóvenes no dejaron de tocar ni de reír. El público de Orchestra Hall, en todo su esplendor de trajes de noche y perlas, se pusó de pie aplaudiendo y moviendo los huesitos, y se unió a los jóvenes de la orquesta en una gran explosión de júbilo.

El ser auténtico lo revela el arte, como portador de belleza, que es bien y que es verdad. Si es capaz de evocar en niños estadounidenses la generosidad espontánea de compartir sus recursos con jóvenes artistas venezolanos, y pone a bailar el mambo al público de Symphony Hall, sin duda alguna, no hay meta que no alcancemos con la fuerza milagroso de la música. Nota: Todas las citas son del Dr. José Antonio Abreu, creador y fundador de “El Sistema”. El Festival Youth in Music continua con conciertos por toda la ciudad hasta el 16 de mayo. Para mayor información: www.cso.org/res/pdf/civicmusicians/CSO_ YouthBook.pdf En Pilsen, con un concierto en el Zócalo el 16 de mayo, se inauguran varios Mariachis Juveniles de escuelas del sur de la ciudad que incorporan ciertos elementos de “El Sistema”. Para mayor información: http://www.resurrectionproject.org Catalina María Johnson, Ph.D. es conductora y productora de programas de música latina para estaciones de radio pública. Para mayor información: www.beat-latino.com

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Las personas sin seguro médico Un gran problema y una solución parcial Kenneth A. Vatz

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s imposible abrir un periódico en esta época sin que uno se encuentre con un artículo sobre los defectos de nuestro sistema de salud. Ya en otro número de contratiempo (octubre de 2008) comparé de un modo general los planes de la reforma que proponían tanto Obama como McCain. En pocos meses las cosas han cambiado sustancialmente debido al fracaso de la economía y a la lentitud del Congreso. La idea de que las compañías privadas dejarían el control del sistema al gobierno ha generado fricción entre liberales, conservadores y los grupos de lobbyists que ejercen presión sobre los legisladores. Nadie, en realidad, representa las necesidades de los pacientes ni de la salud pública, o al menos nadie parece tener el poder político que tienen dichos cabildeadores. Debo aclarar, de antemano, que cualquier sistema que intente dar cobertura a toda la población costará tanto dinero que algún tipo de racionamiento será inevitable. Aunque la realidad es que ya tenemos un racionamiento de facto, pues la distribución de los recursos de la medicina depende no de las necesidades de la gente, sino de la capacidad de pago de cada persona. Este racionamiento afecta principalmente a los que reciben salarios bajos, a los desempleados y a los empleados de tiempo parcial, y además recae en números desproporcionados sobre las minorías étnicas, particularmente los inmigrantes recientes, de los que un gran porcentaje es indocumentado. La recesión actual —la peor desde la Gran Depresión de los años treinta— ha tomado como su primera víctima el cuidado médico de las personas que no tienen seguro. Para las personas mayores o pobres —ciudadanos y residentes legales— existen Medicare, Medicaid y recursos que varían debido a su grado de coberatura. Recientemente, el presidente Obama ha garantizado cuidado médico para los niños bajo el SCHIP, pero eso no incluye a los niños de los inmigrantes indocumentados. Por eso ningún grupo ha sido tan golpeado como los hispanos. Aun antes de la recesión, los hispanos tenían el índice más bajo de seguro médico. Según un reporte públicado en 2007 por el Gilead Outreach and Referral Center, www.gileadcenter.org, a lo largo y ancho del país el 28.8% de los hispanos no tenían seguro, en comparación con el 20.9% de los afroamericanos y el 12.2% de los blancos. En Chicago —cuya población es de 2.9 millones— el 26% es hispano, y 42% de ellos (es decir, 316,600 personas) no tenían seguro médico. Un estudio del Center for Urban Economic Development de la Universidad de Illinois mostró que en 2002 sólo el 25% de los trabajadores indocumentados con empleo estable contaban con cierto tipo de seguro; esto se debía a que su jefe no se los ofrecía o porque era demasiado caro. En 2007-2008 la situación empeoró, y el Departa-

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mento del Censo de los Estados Unidos estimó que en Illinois, 50.7% de hispanos no tiene ningún tipo de seguro médico. Y según el Center for Disease Control (CDC), los hispanos son dos veces más propensos (en comparación con toda la población) a morir de diabetes, y tienen en general los índices más altos de presión alta y obesidad. (Para un informe del CDC más detallado sobre las disparidades de la salud entre hispanos y la población en general, consulte www.cdc.gov. ¿Con qué opciones cuentan los residentes del área de Chicago? En lo que se refiere a los servicios de emergencia, el Hospital del Condado de Cook ha cumplido una función si no perfecta por lo menos encomiable. La sala de urgencias de dicho hospital acepta a toda la gente sin tomar en cuenta el estado legal ni la capacidad de pago de los pacientes. Asimismo, las clínicas del Hospital del Condado —ubicadas en diferentes barrios— ofrecen servicios a toda la población pero cuentan con capacidades muy limitadas. Tanto las clínicas como la sala de urgencias del Hospital del Condado tienen mala fama por sus esperas interminables —esto es una forma del susodicho racionamiento de facto. Afortunadamente, tenemos en el área metropolitana más de 100 clínicas, llamadas Centros de Salud Comunitaria, que se clasifican por el tipo de servicios ofrecidos. El Erie Family Health Center, por ejemplo, con cinco ubicaciones en Chicago, cuenta con un personal que incluye a casi 70 profesionales, y tiene acceso a muchas especialidades y a varios hospitales. Cobra por cada servicio y acepta seguro y Medicaid (aunque los inmigrantes indocumentados no tienen esa opción), sin que esto implique desatender a los pacientes que no pueden pagar. Para la comunidad latina hay un ejemplo casi único: la clínica CommunityHealth, 2611 W. Chicago Avenue, Chicago, www.communityhealth.org. Es la clínica gratuita más grande en Illinois y una de las más grandes del país. Nadie tiene que pagar nada. La elegibilidad es muy simple: hay que carecer de seguro médico y de Medicaid, y tener ingresos familiares menores al 250% del nivel de la pobreza. No importa dónde viva el paciente ni tampoco su estatus migratorio. Anualmente, el número de pacientes del CommunityHealth asciende a 7000 personas; aproximadamente el 60% son de origen hispano. En total, hay más de 600 voluntarios, entre los que se incluye a la mayoría de los asistentes, a todos los intérpretes de español y polaco, los farmacéuticos, los educadores de la salud y más de 300 médicos que vienen del sector privado, de seis universidades, y que ya son jubilados. Hay 22 especialidades con 115

doctores. Además hay 271 doctores de medicina general. Tiene un personal de tiempo completo, incluso tres enfermeros. La clínica tiene su propia farmacia, que depende de la generosidad de varias compañías farmacéuticas, y un laboratorio apoyado por Quest Labs. Se pueden hacer los exámenes ultrasonidos en la clínica, pero los pacientes que necesitan un RM o una tomografía tienen que ir al Hospital de Condado de Cook. Es lo mismo con ciertas especialidades, por ejemplo, en los casos de neurocirugía. La gente pobre —como Stella en la obra Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams— tiene que depender de la amabilidad de los desconocidos. La mayor parte del apoyo de esta clínica viene de contribuciones hechas por individuos, fundaciones y compañías. No hay reembolsos de Medicaid, Medicare y pagadores de terceros. Por eso, CommunityHealth funciona sin muchas de las restricciones y regulaciones de los ramos del gobierno, es decir, las que tienen que ver principalmente con la distribución del dinero. Hay otra característica muy importante de las clínicas gratuitas. En Illinois —como en 43 de los 50 estados en este país— no se aplican las leyes de la negligencia médica en dicho tipo de clínicas. Bajo la ley del “buen samaritano”, los médicos que trabajan sin fines de lucro en una clínica gratuita no son sujetos a demandas en caso de que se llegue a dar un error en su práctica, excepto si se trata de un acto deliberado. Sin este tipo de protección no funcionarían estas clínicas, pues los doctores y enfermeros —especialmente los jubilados— no tomarían el riesgo de una demanda. Estas clínicas resuelven muchas necesidades para una gran parte de la población que no tiene recursos. Y de esa manera beneficia a todo el sistema de salud pública. Hay que recordar que la sociedad en su conjunto lleva la carga y los costos de las enfermedades de cada uno de sus miembros. Tal vez sea discutible —desde el punto de vista político o filosófico— si una sociedad tiene la responsabilidad de ayudar a ciertas personas que han llegado ilegalmente a un país, o si tales personas deberían tener derechos equivalentes a los que tienen los ciudadanos. Lo que sí no es discutible es que si no gastamos en el cuidado médico para todos, a fin de cuentas todos vamos a gastar mucho más. No podemos permitirnos “el lujo” de combatir a los inmigrantes, sean documentados o no, en el campo de batalla de la salud. Kenneth A. Vatz es neurólogo del área de Chicago y voluntario de Community Health.

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con-Cubi-natos culinarios om ulloa

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h, el sándwich cubano… toda una institución patriótica que de pronto está de moda. hasta WholeFoods, cadena de supermercados de lujo de Estados Unidos ofrece una versión. claro que, nunca con ese sabor a “hecho en casa” que flota en la contaminada atmósfera de nuestra comunal mayambana… y muy a tono con los tiempos, digo, porque el sándwich cubano nos representa, a los cubanos que estamos dentro y fuera de la jaula, a las mil maravillas…. compuesto de capas de ingredientes variados, cada cual aporta lo que le ha sido asignado por la historia como miembro de la famosa elaboración, su propio sabor —que combinado con los otros, es pura delicia. si le falta uno de sus ingredientes clave, el sándwich cubano es una mierda. no es una opinión. esto ya ha sido comprobado… en nuestra comunal mayambana. por eso, todo cubano inteligente de verdad debiera saber a estas alturas que el sándwich cubano debe tener una generosa lasca de pierna de puerco asado. no se valen sustituciones: lechón ripiadito con cebollita… NO; gruesa y mantecosa pieza de puerco… NO; masitas de puerco… NO. sólo una generosa, pero no sobreabundante lasca de bien adobada pierna asada de puerco será la medida satisfactoria e ingrediente clave para colaborar con los otros ingredientes en el paladar del consumidor… o sea, cubanos de todas partes y extranjeros que, atraídos por la magnificencia de nuestro sándwich gourmet, le quieran meter diente. y claro, toda nueva cafetería cubana en el mercado libre al que aspiramos, querrá tener extranjeros clientes ansiosos por morder nuestra delicia, para que se olviden de las nalgas mulatas por un rato, digo.

a la esencial lasca de puerco le sigue la adecuada cantidad de jamón dulce. el jamón debe ser dulce, ni ahumado ni salado, porque entonces se pierde el equilibrio de sabores. en la elaboración del verdadero y auténtico sándwich cubano debe haber equilibrio. otra cosa muy importante es el grosor del jamón. no debe ser gordo, porque entonces equivale a un grito ensordecedor y prolongado en el paladar, obstaculizando que los demás ingredientes hablen, como debería ser, de manera pausada y con tono calmado ejercitando su sabor entre las papilas gustativas que abundan en nuestra amplia y hambrienta garganta cubana. una vez seleccionada la cantidad exacta de unas 4 ó 6 lascas de mediano grosor de jamón dulce, debemos añadir el queso. éste debe ser suizo, muy a tono con la neutralidad de este sándwich cubano perfecto. dos buenas lascas de queso suizo son esenciales, una para cada tapa de pan… ah, el pan… ¡ya lo huelo, recién horneado, paseándose por toda mayambana en tremenda bandeja de pueblo! como la lasca de pierna de puerco, el tipo de pan es importantísimo. más que lógico: el pan debe ser cubano. harina, levadura, agua y manteca, todas hechas en casa. nunca, enfatizo, se debe sustituir con pan italiano (que puede ser rico), ni francés (que es rico), ni español (que suele ser rico), ni estadounidense (que es demasiado rico) y mucho menos pan de centeno ruso (que nunca ha sido rico), ni tortillas mexicanas ni arepas venezolanas ni colombianas (que nada que ver, la verdad, con la historia de este ícono patrio). así que ya tenemos un buen pedazo de pan cubano, de unas 6 a 8 pulgadas de largo como máximo… medidas mágicas. como dije, está acabado de hacer… caliente y oloroso a esperanza, a posibilidad. entonces le untamos un poco de mantequilla a cada tapa, sin exagerar, que si no al morder el sándwich cubano, todo

lo que con tanto esmero hemos puesto dentro, resbala y cae. al piso y a la basura. después hacemos lo mismo con un poco de mostaza amarilla. un suave untar que coloree el pan sin teñirlo, que si no se vería casi amarillista… y ya se sabe… ése no es el objetivo… ¿cuál era, a ver si recuerdan? eso, equilibrio de sabores… muy bien. una vez bien untadito el pan, ponemos los ingredientes en orden… como si de un congreso se tratara… orden en la sala, damas y caballeros… y todos, tranquilos, respetan la orden… ¡qué maravilla, entonces a componer este sándwich cubano! una lasca de queso en la tapa de la derecha, seguida de las 2 ó 3 lascas de jamón y la mitad de la generosa lasca de pierna asada. en el mismísimo centro, 2 a 4 lasquitas de pepinillo encurtido. este último ingrediente es fundamental, va en el medio y juega con ambas tapas de ingredientes. de fuerte sabor agrio, contrarresta el sabor dulce del jamón a la vez que juega, como buen cómplice, con la naranja agria del adobo de la pierna asada. de otro lado, su textura crujiente por cruda acomoda a la perfección el queso derretido a punto de ebullición y las texturas intermedias, por ya cocidas, del jamón y la pierna. luego, con respeto y sin ser tentados por las exageraciones y las glotonerías propias de los cubanos, hacemos lo mismo con la tapa de la izquierda. le ponemos exactamente la misma cantidad de ingredientes, saltándonos el pepinillo del medio, que ya está bien ubicado por ser centrista y saber comprometerse con todos los sabores que componen la obra gastronómica. a este sándwich cubano perfecto no le hace falta nada más. el que le ponga mortadela o salami es un usurpador. y el que le ponga lechuga, tomate y mayonesa es un … comemierda. así de claro hay que decirlo, para que sepan que esta obra en vía de ser extraordinaria no se

puede arruinar, después del tiempo y trabajo que nos ha tomado perfeccionarla. ahora viene el tueste… esta obra contundente y sabrosa, hay que saberla tostar. si no, todo el cuidado anterior en busca del equilibrio perfecto pudo haber sido en vano. antes de hacerlo, se debe untar una caricia de mantequilla a la parte exterior de ambas tapas de pan. esto contribuye al tueste doradito y atractivo que queremos obtener. es el equivalente del engrase de la maquinaria, el lubricante del… bueno, ya me entienden. el sándwich cubano perfecto se pone en una plancha grill con tapa, en la que ambas superficies ya han sido precalentadas unos … 50 segundos a una temperatura elevada, de broiler o, en cubano, “en candela”. se coloca el sándwich cubano en el medio, se baja la tapa y se aprieta, pero no se sofoca… entonces se nos empieza a hacer la boca agua, a nosotros los cubanos hambrientos y a los extranjeros aventureros que quieren probar este nuevo sabor… juntos, esperamos unos 5 minutos, que sin el cero a la derecha es mucho mejor que un cero a la izquierda. ah, el aroma es pura excitación. uno se empieza a imaginar las posibilidades de este suculento sándwich cubano. lo empieza a saborear ya casi. rápido levantamos la tapa y ahí está… la perfección patriótica… equilibrado a la vista en su coloreada apariencia, cálido y humeante al olfato, sonoro y crujiente al oído, fuerte y resistente al tacto, un orgasmo gastronómico al gusto… de todos. om ulloa: Autora cubana radicada en Chicago. Visite su página http://sonoramatancera. blogspot.com/

contrafoto por Elias Carmona

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Guerra contra el narcotráfico: ganar o no ganar, he ahí el dilema Bernardo Navia

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as cifras no mienten: la confrontación de las bandas de los capos de la droga entre sí y contra el estado mexicano sigue dejando muertos en todo el país vecino. En lo que va de año, ya rebasa los 1,500. Desde que llegó Calderón al poder, 10,000. Los narcotraficantes. La violencia enfermiza en el norte de México. Hasta hace poco tiempo ciudades como El Paso o San Diego eran, increíblemente, remansos de paz en la región. Pero dejaron de serlo. Las políticas ‘antinarcotraficantes’, tanto de Felipe Calderón como de Barack Obama, han hecho que los capos de la droga pongan a sus familias a buen recaudo. Se llevaron a esos lugares (y a otros estados americanos: Texas, Nuevo México, por ejemplo) a su gente y sus prácticas violentas. En su edición electrónica del pasado miércoles 26 de marzo el periódico español El País apuntaba, con respecto a esta violencia: “Por si fuera poco, los jefes de la droga tenían al otro lado de la frontera, en EE UU, su El Dorado particular. Allí cambiaban la cocaína por dólares limpios y armas relucientes que introducían luego en México sin que la policía estadounidense hiciese prácticamente nada por impedirlo. Pero esto, según acaba de prometer solemnemente Obama, está a punto de cambiar”. Calderón se preguntaba si será esto posible mientras no se acabe la fórmula que combina a Estados Unidos, proveedor de armas y dinero (a lo largo de 3,000 kilómetros de frontera hay más de 1,000 armerías); y a México, proveedor de drogas y muertos. Hillary Clinton lo tiene claro: dijo que, detrás de la violencia que sufre México, está la “insaciable” demanda de drogas de los estadounidenses y la incapacidad de sus autoridades para frenar

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el tráfico de armas. “Nuestra incapacidad”, explicó, “para prevenir que las armas sean ilegalmente introducidas a través de la frontera para armar a estos criminales causa la muerte de policías, soldados y civiles”. Y añadió: “Siento rotundamente que tenemos una corresponsabilidad en la lucha que México mantiene contra las organizaciones de narcotraficantes”. Decapitados en plazas públicas, cadáveres desfigurados y abandonados en caminos y carreteras, la renuncia en masa del cuerpo policial y su comandante en Ciudad Juárez y otras delicatessen por el estilo han marcado estos últimos años el derrotero de la vida diaria en esa zona. Hoy en día Ciudad Juárez está sitiada por las fuerzas armadas (una opción que solicitó, a su vez, el gobernador de Texas) y ha vivido un período de relativa calma. Me pregunto, ¿es a esto a lo que tenemos que llegar? ¿Tenemos que gastar fondos, públicos y privados, para luchar contra algo que parece no tener fin? ¿Viviremos siempre en guerra contra organizaciones criminales que se sustentan gracias a una “insaciable” demanda de drogas de los estadounidenses? ¿Cuál es, amigo lector, la responsabilidad que nos compete a nosotros (a usted y a mí) en esta guerra? Vivimos más ahora que hace, por ejemplo, 100 años atrás. Es cierto. Hay obvios progresos tecnológicos, científicos e informativos. También es cierto. Pero, si como individuos, tenemos que acudir al uso de estupefacientes o a la violencia para crearnos el efecto de haber logrado algo; o si sufrimos tal enfermedad del espíritu que no nos importa lo que le hacemos a la sociedad, a los niños que nos siguen, a este planeta o a noso-

tros mismos, entonces todos esto “avances” de los que somos testigos no son más que una burla a gritos a nuestra cara de parte de nosotros mismos. Llevo años escuchando y leyendo el comercial de radio, prensa y televisión: “Son las 10 de la noche, ¿sabe usted dónde están sus hijos?” y creo ser sincero si digo que nunca me pareció tan válido ni oportuno como ahora. Por más sinceras y positivas que sean las iniciativas de gente como Calderón en México, Uribe en Colombia, Clinton u Obama no serán nada si nosotros no mostramos amor y respeto por los que nos siguen y su futuro. Si nuestro descuido, o si nuestra preocupación por asuntos de trabajo, economía, política, por ver la televisión o no perder la reunión con los amigos o por cualquier otra circunstancia que no debiera nunca valer más que nuestros hijos. Los antiguos creían en esta máxima: copia fastidium parit («La abundancia engendra el hastío»). Si acceder a una vida mejor ha llegado a significar la abundancia de objetos materiales o más comodidad bancaria, es nuestra responsabilidad entonces que el hastío de la abundancia no destruya a los nuestros, a nuestro futuro. El descuidar esa responsabilidad hace que esos mismos seres que hoy juegan tan alegres en los parques y en los patios; con caritas llenas de risa e inocencia, se conviertan mañana en los compradores “insaciables” de la droga. Entonces sí que habremos perdido esta guerra para siempre. Allá en México, o en Colombia; o aquí, en Chicago. Bernardo Navia es chileno. Profesor de español en la Universidad DePaul.

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Crónica de una pandemia migrante Foto: Susana Cárdenas Soto

Gerardo Cárdenas

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re-reflexión post-mortem: La naturaleza, o la experimentación genética, han encontrado al “migrante perfecto”: el virus H1N1. Sin papeles, trasgrede fronteras; no busca chamba, sino audiencia; es visible, pero inatrapable. El “ICE” no le hace ni lo que el viento a Juárez. No hay vacuna – y si la hay, alguien está guardándola para inflar el precio de las acciones farmacéuticas. No se reproduce aritmética, sino geométricamente. Es Juan Migrante versión Terminator; un bracero microscópico e inflado de esteroides que infecta hasta a colaboradores de Barack Obama. ¡Recórcholis, Batman! Meta-ironía pre-crónica: Lindo giro para los “creacionistas” que niegan la existencia de la evolución: los ataca un virus que ha mutado, es decir, que evoluciona para adaptarse al ambiente. Lo mismo que los dinosaurios que, según ellos, nunca existieron. O los antropoides que se bajaron de los árboles para fundar partidos políticos. Pregunta ociosa: si un creacionista es infectado por el virus H1N1 ¿mutará en agnóstico? Pandemia, Día 1, México: Camino por Paseo de la Reforma, rumbo a mi hotel. Asisto a una reunión de dirigentes migrantes mexicanos, organizada por el Instituto de los Mexi-

canos en el Exterior. La avenida está sola, salvo por las tiendas de campaña de los manifestantes de Antorcha Campesina. En mi habitación, ya tarde, me entero que hay alguna especie de emergencia sanitaria. Duermo. Pandemia, Día 2, México: Este país es un desmadre. En sólo seis horas se ha vuelto de cabeza. La orden de cierre de escuelas en el Distrito Federal se ha aplicado durante la noche, pero no todos los padres de familia o los estudiantes se han enterado. Eso sí, la ciudad ha amanecido llena de máscaras. La máscara iguala al pueblo – es la democracia del pánico. Ojos de perplejidad miran detrás de mascarillas blancas, azules o verde tila. En la Secretaría de Relaciones Exteriores, la reunión de migrantes se desinfla por minutos, arrastrada por el caos de la epidemia. Pandemia, Día 2 Noche, México: Algunos lugares han cerrado, pero en la Colonia Condesa la fiesta impera. Restaurantes y terrazas llenos. La gente joven se besa, se abraza, se da la mano, se habla de cerca. Las bebidas se comparten. La capacidad para el relajo cobrará algunas víctimas, pero salva a los mexicanos de la otra, más grave, epidemia – la de la depresión colectiva. Pandemia, Día 3, México: La cifra de muertos va en aumento. La ciudad ha cerrado. No hay tráfico. Las familias se guardan en casa.

Voy a casa de unos amigos. Íbamos a salir a comer, pero es mejor comer “intramuros”. Alguien sugiere ordenar unas tortas. Pero ¿cómo confiar en que el tortero va a tener puesta la mascarilla? Una epidemia es un elemento explosivo en un país de desconfiados. Solución: un rápido viaje a un supermercado a comprar carnes frías, y cada quien se hace su torta. Pandemia, Día 4, Aeropuerto: Viajo de vuelta a Chicago. Lleno en el aeropuerto Benito Juárez un impreso donde contesto si he tenido algún síntoma de la que aún es llamada “fiebre porcina”. ¿Y si contesto que sí a algunas preguntas, me van a meter apuradamente en una bolsa de plástico y llevar a algún lugar secreto hasta que se me pase el bicho? En la librería Gandhi del aeropuerto busco ansiosamente algún ejemplar de “Diario de la Guerra del Cerdo” de Bioy Casares. No lo hay. Subo al avión. Todos los pasajeros portan máscara. Y yo, que no tengo máscara ni casi cabellera para este round de lucha libre de la sospecha, recibo miradas de reprobación. Al llegar a Chicago caigo en la cuenta: el virus está viajando al norte con nosotros. Pandemia, Día 5, Chicago: Llueve. En el trabajo me han dicho que me quede en casa hasta que pase el periodo de incubación. Por si las moscas. El virus sube por Texas hacia el Medio Oeste, viene en decenas de vuelos diarios entre México y Estados Unidos. Pero nadie habla de cancelarlos. Los primeros casos se dan ya en Illinois. Rápidamente los medios describen la ecuación: virus + mexi-

canos = migrantes son una amenaza sanitaria. Un amigo desde México pone en su página de Facebook que Nostradamus predijo un presidente negro, y una pestilencia. Vamos bien. Pandemia, Día 6, Chicago: El New York Times escribe que compañías farmacéuticas han visto sus acciones dispararse – las que fabrican o experimentan con medicamentos antivirales: GlaxoSmithKline, Roche, Biota, Chugai, y en especial Kleiner Perkins Caulfied & Byers, contratista del Pentágono. En la Junta Directiva de esta última operan Colin Powell y Al Gore. El crimen no paga, pero las epidemias sí. Australia, China, Hong Kong y la Unión Europea ya han dicho que no quieren visitantes mexicanos. En Estados Unidos el problema es otro: los mexicanos tenemos los pies puestos en dos países. Pandemia, Día 7, Chicago: Al fin vuelvo al trabajo. Poco a poco, las máscaras aparecen en Chicago. Algunas escuelas cierran. La “fiebre porcina” ya no se llama así, algún grupo se aseguró de convencernos que ese término es insultante para los puercos. Moriremos infectados por el H1N1, pero moriremos limpios de palabras hirientes contra nuestros rotundos y gruñidores amigos porcino-americanos. Morituri te salutant, O Cesar! Gerardo Cárdenas es director editorial de contratiempo. Que se sepa, no tiene el H1N1.

Su opinión es importante Cartas:

Le invitamos a que nos haga conocer su opinión de la revista o de textos o autores en particular. Puede enviarnos sus cartas o comentarios de tres formas: • Escribiendo a nuestro director editorial al correo electrónico: cartas@revistacontratiempo.com • Contactándonos en la página: www.revistacontratiempo.com S

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• Por correo postal a 1702 South Halsted Street, Chicago, IL 60608 Favor de limitarlas a 200 palabras y permitirnos 30 días para responder. Le pedimos proporcionar su nombre completo, dirección y teléfono (sin nombre del remitente no serán publicadas), información que solicitamos sólo para fines de verificación del autor, y no se divulgará a terceros. Contratiempo se reserva el derecho de publicar esta correspondencia, resumirla o extractarla. No se devolverán los originales. Las cartas seleccionadas podrán publicarse o distribuirse en la versión impresa o electrónica de la revista. Se aceptan cartas en español e inglés.

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