número 74
abril 2010
Directiva Gerardo Cárdenas, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Félix Masud-Piloto, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez
Directora ejecutiva Moira Pujols
Director editorial Gerardo Cárdenas
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Consejo editorial Gerardo Cárdenas, Raúl Dorantes, Eduardo Estala Rojas, Rafael Franco, Jorge García, Jorge Hernández, Catalina María Johnson, Stephanie Manríquez, Esmeralda MoralesGuerrero, Alejandro Ordónez, Ana Rechtman, René Rodríquez Soriano, Febronio Zatarain
Directora de arte Esmeralda Morales-Guerrero
Diseño gráfico Erin Beckman, Esmeralda Morales-Guerrero
Fotografía Santiago Weksler
Correctores de estilo Jorge García y Laura Pujols
Portada Diana Solís Child with toys, 2007
Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro. ©
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Editorial
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Chicago: las voces y los versos, Jorge Luis García De la Fe
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Cuatro grandes poetas del exilio y la inmigración española en Estados Unidos:
Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Luis Cernuda, Víctor Fuentes
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Los animales humanos de García Ramos, Jesús J. Barquet
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Panorama, Rey Emmanuel Andújar
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Homenaje a Benedetti
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Diana Solís, pintora de fantasías, Joaquín Velasco Ramírez
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Refugio de letras, Ignacio Guevara
20 La política en Venezuela se lucha 140 caracteres por vez, Luis Alejandro Ordóñez 21 Currulao, cumbia, banda y chillwave del siglo XXI: SXSW 2010, Catalina María Johnson 22
Humor y Literatura: Entrevista con Ilán Stavans, Olivia Maciel
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Miguel Hernández + Joan Manuel Serrat = Serrat Hernández, Jochy Herrera
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El opio del pueblo, Bernardo Navia
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el pedido del nenúfar, om ulloa
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contrafoto, Rafael Franco-Steeves
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En torno al sufrimiento, Marco Escalante
editorial En su monumental Paideia, escrita entre 1933 y 1944, el ex catedrático alemán de la Universidad de Chicago, y especialista en estudios clásicos Werner Jaeger, escribió que la poesía tenía una función educativa: los griegos conferían a la palabra, el sonido y la armonía un carácter pedagógico en cuanto transmitían los valores fundamentales de la cultura y la historia. Pero en contra de lo que parecería como un concepto excesivamente racional y limitante, Jaeger apunta que para los griegos era fundamental que la poesía fluyera libre –al contrario que la ley, el otro elemento pedagógico fundamental– para poder formar el alma helénica. Esquilo, escribe Jaeger, llevó esta concepción al extremo al decir que si el poeta no mostraba a los jóvenes “lo más noble” del alma griega a través de sus palabras, merecía la muerte. No predica contratiempo la eliminación física de los poetas que no cumplan la misión pedagógica urgida por Jaeger, aunque hay que decir que quizás éste sentía la necesidad de recordar al mundo sumido en las tinieblas de la Segunda Guerra Mundial que había un llamado más alto para el lenguaje que los cantos bélicos. Pero sí plantea contratiempo dos cuestiones con relación a la poesía en español vista desde los Estados Unidos, y que de muchas maneras se dan de forma pedagógica. La primera cuestión es la conexión que se da entre la poesía de los países de origen de los poetas latinoamericanos de Chicago: la visión del desarraigo; y la segunda es la propia aportación poética de estos últimos, también desde el desarraigo pero como creación nueva que permite echar raíces en tierra extraña.
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El árbol de la vida, Diana Solís, 2009
Que este doble fenómeno se concentre en Chicago en torno al taller de poesía y cuento de contratiempo reafirma el trasfondo educativo, la Paideia Jaegeriana, que a lo largo de estos últimos años ha reunido a poetas mexicanos, argentinos, cubanos, chilenos, puertorriqueños, dominicanos, y de muchas otras nacionalidades y diásporas hispanohablantes, en torno al taller, a la propia revista y sus antecesoras, y a una serie de libros de reciente publicación. Es por ello que en abril, mes nacional de la poesía, contratiempo organiza por tercer año consecutivo su festival Poesía en abril, y es por ello que este ejemplar está dedicado en su dossier, y en su sección Deshoras, a hablar y reflexionar sobre la poesía. Invitamos al lector a detenerse especialmente en el meticuloso artículo del poeta cubano Jorge García, quien al tiempo que hace un recorrido a vista de pájaro por la creación poética en español en Chicago, también se detiene tiempo suficiente en ciertos autores y ciertos planteamientos como para quien lea este trabajo entienda que la conjunción de estos poetas a lo largo de un periodo específico no es accidente ni coincidencia. Del desarraigo como elemento central de la poesía en lengua española nos habla Jorge García, tanto como hace un cuarto de siglo nos hablaba Octavio Paz al reflexionar sobre la historia de la poesía mexicana, y al hablar precisamente sobre la tensión entre historia y poesía. Jorge García nos hace un trazo de una poesía en español de desarraigo, que irónicamente se arraiga en el Chicago de fines del siglo XX y principios del XXI. Paz, nos habla sobre el ejercicio poético como “tentativa por resolver la oposición entre historia y
poesía, en beneficio de la segunda. El poeta aspira siempre a substraerse de la tiranía de la historia, aun cuando se identifique con su sociedad y participe en lo que llaman la corriente de la época”. Esa reflexión de Paz nos permite saltar de Jorge García a Víctor Fuentes, quien nos lleva de la mano por cuatro desarraigos históricos: los de los poetas Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Luis Cernuda, quien abandonan la España de la Guerra Civil (curioso, por esos años Jaeger comienza a escribir su Paidiea) y pasa épocas diversas, y de creatividades disonantes, en Estados Unidos. De esas historias y desarraigos saltamos a la concreción de lo contemporáneo, en las reflexiones del cubano Jesús Barquet, quien nos presenta el bestiario poético de su compatriota Reinaldo García Ramos; o en la prolija recopilación de la poesía puertorriqueña actual ejecutada por Rey Emmanuel Andújar, y que debe leerse con cuidado y detenimiento. No acaba en las páginas del dossier el viaje del ejemplar de abril de contratiempo por el mundo de la poesía: varios escritores del taller conjuntaron trabajos para recordar al inolvidable Mario Benedetti. Y podemos extender el viaje inclusive a la sección de Tiempo Extra, donde Jochy Herrera nos recuerda que hace cien años nació el inmenso Miguel Hernández, y que el no menos inmenso Joan Manuel Serrat ha dedicado un nuevo disco a sus poemas de tierra, luz y sombras.
Chicago: las voces y los versos Jorge Luis García De la Fe “El viento muerde mi garganta y mi soledad”. Con las debidas licencias, Leda Schiavo.
L
os siguientes apuntes no abrigan la pretensión de sistematizar ni caracterizar académicamente la creación poética en español del Chicago de las últimas décadas. Quien los redacta se siente imposibilitado –por falta de información y perspectiva temporal– de hacer consideraciones crítico-literarias sustanciales acerca de un fenómeno que probablemente no haya alcanzado del todo su fase de consolidación. En su artículo Escribir, es decir, pensar en español en Chicago, Jochy Herrera (Seducir los sentidos, 2010) formula que en el primer ejemplar de contratiempo (mayo, 2003) se admite la existencia en Chicago “de una ‘forma’ de literatura local (con) una expresión (tan) propia que reúne las suficientes características de identidad como para distinguirse de la de escritores latinos del resto de Estados Unidos y el movimiento chicano”. Esta literatura chicaguense en español –“injustamente ignorada”– ha sido reconocida como una “literatura de exilio” (Mark Zimmerman, 1992) cultivada no sólo por mexicanos y puertorriqueños, sino también por centroamericanos, caribeños y sudamericanos que ejercen una activísima labor cultural. John Barry en Voces en el viento; nuevas ficciones desde Chicago (1999) adelantaba que entre sus rasgos ya perceptibles se distinguían “los estilos de los escritores tradicionales, de los eclécticos y hasta de los que experimentan con el lenguaje al incorporar el spanglish, el periodismo y el coloquio, el diario, la prosa o la poesía dentro de los géneros ‘tradicionales’ de ficción y ensayo”. La historia de la génesis y evolución del movimiento poético en Chicago se pierde en la neblina de las últimas tres décadas. La poetisa puertorriqueña Johanny Vásquez-Paz, que ha sido una de sus protagonistas, me remite a la existencia de una tradición de performances poéticos en diferentes instituciones como universidades, escuelas, librerías, iglesias, restaurantes y bares; la cual ha mermado lamentablemente en el último quinquenio. Según ella, a principios de los noventa el poeta chileno Lito Barraza, José David y otras personas aficionadas al género organizaron innumerables lecturas de poesía en honor a Pablo Neruda y otros grandes poetas en la librería El Yunque, el centro cultural Segundo Ruiz Belvis, el Teatro Aguijón, la librería Tres Américas, el restaurante El Ñandú, The Hot House, Calles y Sueños, el restaurante Empanadas Unlimited y la iglesia de San Pablo. Poetas como Susana Sandoval, José Bono, Miguel López Lemus, Miguel Ángel Ontiveros, Barraza y la propia Johanny formaron parte de dichas jornadas de poesía. Universidades como Northeastern, De Paul, la Universidad de Illinois en Chicago, National-Louis University; así como el Instituto Cervantes, La Décima Musa, Efebinas Café, San Agustín y otros recintos han sido, y continúan siendo, recurrentes escenarios de lecturas poéticas. En las mismas han participado: Jorge Hernández, Bernardo Navia, Beatriz Badikian, Olivia Maciel, Leda Schiavo, Graciela Reyes, Febronio Zatarain, Ricardo Armijo, Juana Goergen, Tony del Valle, Jorge Frisancho, Achy Obejas, om ulloa, León Leiva, Eduardo Urios-Aparisi, Eduardo Arocho, Liliana Bilbao, Yolanda Nieves, Fernando Olszanski y Víctor Ortiz, entre otros. También se reconoce la existencia –más o menos efímera– de un conjunto de publicaciones previas a contratiempo que dieron acogida a las producciones de los referidos autores,
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tales como: Revista Cultural Tres Américas, Zorros y Erizos, Tropel, Abrapalabra y Fe de erratas. Grupos como The Guild Literary Complex a través de su lectura mensual Palabra Pura; el evento anual Poesía en Abril coauspiciado por diferentes entidades; y el proyecto cultural contratiempo, con la revista homónima, el sello editorial Vocesueltas y el taller literario quincenal están promoviendo, no sólo a los poetas ya mencionados, sino a figuras nuevas en el ámbito literario de referencia que están cultivando la poesía, entre los que pueden citarse: Elizabeth Narváez-Luna, Jesús Guerrero, Santiago Weksler, Rafael Franco, Adrián Zavala, Kolyn Jordán, Jorge Montiel, Verónica Lucuy Alandia, Ignacio Guevara, Emmanuel Ayala y el autor de este artículo. En cuanto a la composición social de los cultivadores de poesía en Chicago, es significativo que prevalezcan profesores de universidades, editores de textos educativos, profesionales vinculados al medio artístico y estudiantes. Estos brevísimos apuntes sólo tienen por objeto dejar constancia de la existencia de un pujante movimiento de creación poética en Chicago del cual debieran investigarse: génesis, evolución, temas, características, tendencias y autores representativos. Autores publicados Si bien, como decíamos más arriba, en los últimos años han disminuido las lecturas poéticas públicas en comparación con las que frecuentemente se desarrollaban en los años noventa; hay que reconocer que ha aumentado la actividad editorial y varios de los poetas y poetisas ya citados han logrado publicar uno o más poemarios. Cito algunos títulos: Con las debidas licencias (2000) de Leda Schiavo, Doce muertes para una resaca (2000) de Bernardo Navia, Luna de cal (2000) y Filigrana encendida (2002) de Olivia Maciel, Las hormigas de oro (2000) de Eduardo Urios-Aparisi, La piel a medias (2001) de Juana Iris Goergen, Poetas sin tregua (2006) y Poemas callejeros (2007) de Johanny Vásquez-Paz; y Desarraigos, cuatro poetas latinoamericanos de Chicago (2008) en el cual están antologados Jorge Hernández, Juana Iris Goergen, León Leiva Gallardo y Febronio Zatarain, quien también publicara anteriormente Desesperada intención (1994). La más reciente poesía en español de Chicago no es ajena a los asuntos más universalmente abordados por este género como lo cosmogónico, lo filosófico, lo patriótico, lo existencial, el tiempo, la vida, la ciudad, el mundo, el amor, el desamor, el asombro, la nostalgia; pero el tema del desarraigo, como es lógico tratándose de inmigrantes transidos por la dolorosa experiencia que supone abandonar sus países originarios y lidiar con una realidad diametralmente diferente y hostil, constituye un leitmotiv en muchos poemas de todos los que participan de este creciente, heterogéneo y cualitativamente valioso quehacer. Por eso quisiéramos hacer unas breves consideraciones sobre el mismo, apoyándonos en una selección de textos, para que se tenga una visión más personalizada y tangible de algunas de “las voces” a que aluden estas líneas. El tema del desarraigo es reflejado a través un prisma que arroja un espectro de colores y matices que van desde el franco rechazo a la nueva realidad hasta la conformidad
y aceptación consciente. En Cerámica, el español Eduardo Urios-Aparisi confiesa: Aquí te mojas hasta los huesos cuando llueve y cuando no llueve también. No hay paraguas ni sombras. Vas de luto por la calle a pleno sol. La conciencia desnuda. Bajar las escaleras, calzarte la mirada de olvido y andar despacio sin volver el rostro, vendido en calidad de estropajo del asfalto. Temperatura al pie del Tibidabo, aunque recoge la vivencia del contacto con esa elevación de Cataluña, bien pudiera remitirse a la Ciudad de los Vientos. El texto sirve a la argentina Leda Schiavo para definir la ajenidad: Puestos a decir qué es el frío yo diría que es esta casa erizada de vidrios opacos por los que no transita tu imagen. Este paisaje de estalactitas en la ventana nublada este roce de cristales que es tu mirada desangelada y blanca duplicando un mundo que no me pertenece. El peruano Jorge Frisancho, en su excelente poema Aquí termina una manera de mirar, centra su idea del desarraigo en la lejanía de todo lo que nos es familiar y entrañable: ¿Cuántos modos habrá de poseer la ausencia y no dejar que nos arañe, con el cúmulo de sus equivocaciones, el obsceno epitelio que nos separa del mundo? Las poetisas puertorriqueñas Johanny Vásquez-Paz y Juana Iris Goergen también asumen el tema objeto de interés desde aristas muy personales. En La ciudad donde habito Johanny, por ejemplo, juega con la difícil relación sujeto lírico-ciudad: Esta ciudad no me acepta en su entraña. Me dejo devorar por su boca hambrienta, rebanar la lengua en rodajas de palabras impronunciables, chupar mi esencia hasta el hueso, hasta que el sabor de mi piel isleña la atraganta y vomita en la trastienda mi ser de pueblo chico. Juana Iris Goergen asume su identidad isleña frente a un Walt Whitman imperial en Juana Iris Maset: Reconquista. La voz lírica impreca amigablemente al poeta de Hojas de hierba: dime, dime, Walt Whitman, ¿qué edad tendrán estas orillas que se roban mi cuerpo poco a poco? y estas manos que no se asombran y estos ojos que se desploman a mis pies No se caracterizan la poetisa mexicana Olivia Maciel ni el poeta hondureño León Leiva Gallardo por ofrecer una imagen abril 2 0 1 0
impactante del desarraigo; pienso que por dos razones perfectamente comprensibles: la primera, que ambos se sienten fuertemente atados a sus países de orígenes; la segunda, que los motivos privilegiados en sus creaciones no entran directamente en la cuerda de este tema. Olivia, cuya delicada poesía se refugia en el encanto de lo diminuto y escapa hacia lugares quiméricos, sólo de una manera circunstancial nos deja constancia de cómo le impresiona la ciudad. Tal es el caso de Con los labios fruncidos: ¿Qué veo desde mi ventana? Las amplias copas de los maples, anónimos transeúntes que andan por mi calle: inmigrantes rusos, vietnamitas o latinoamericanos, algunos desamparados, algunos perturbados. León hace una brillante poesía amatoria y filosófica donde se reconoce como sujeto lírico –carnal y concreto– que revela con autenticidad sus delirios y vivencias existenciales. También en su poesía se siente la fuerte presencia del mítico pasado de Centroamérica. En su texto La tregua, a pesar de haber sido concebido en Honduras, hay una clara alusión al desarraigo, pero desde la perspectiva del que regresa: Sé que soy un foráneo en tierra propia: el puerco del asumido exilio se me fuga en mi pecho se le ha podrido el cebo y el lodo y el tejido El poeta chileno Bernardo Navia, en A veces entiendo a Chicago, nos transmite la paradoja de estar atrapado entre dos mundos –el que deja y el que asume- que por interceptarse, jamás serán enteramente suyos. Es decir que, en lo adelante, no pertenecerá del todo a ninguno de los dos: En Chicago han nacido mis dos hijos y Leslie y este otro bernardo que sale de mí que se mira al espejo y no alcanza a entender los patios de infancia los arruyos de abuela los besos los pasos las sombras de otras calles de otros nombres que se han quedado lejos en la escuela en los juegos en los parques de la memoria y este otro Bernardo que sale de mí y a Chicago y su lengua no los puede entender. Los mexicanos Jorge Hernández y Febronio Zatarain nos dan una visión atormentada, alucinante, rebelde y estoica del desarraigo. En Monterrey-Chicago, Jorge presenta su queja con rabia: y mi sombra me persigue como un perro bruñéndome las palabras y digo nada de nuevo me han cerrado el zípper y la orinadera esta es infinita perra ciudad
a calles me conquista y a calles me abandona perra ciudad parece perseguirme morelos washington hidalgo jefferson recorren mis días buscando al otro que soy y que se ha ido como una cerveza mareada
con los ojos cerrados y los oídos sangrantes qué más señores soy bandera de mí mismo la luz se reúne en mi cabeza para buscar abrigo a instantes el lago y el cerro de la silla me miran como mujeres con sueños y raíces
una interesante muestra de creación poética cuyos autores permanecen inéditos hasta el momento en su gran mayoría. Si por razones geográfico-culturales la literatura en español de Chicago ha sido poco reconocida hasta el momento; la cantidad, calidad, variedad y fuerza de la misma hará revertir, más temprano que tarde, esta especie de fatalismo literario. Jorge Luis García De la Fe: poeta cubano, y miembro del consejo editorial de contratiempo.
Febronio monologa su dulce-amarga inconformidad en Prosario (El libro de antisuperación personal): Sigo aquí y estoy triste. Estoy triste pero satisfecho de seguir aquí. Estoy solo y triste, y nadie puede pararlo porque al salir a la calle soy invisible. No estoy muerto porque entonces, por compasión, sería mirado. Tampoco estoy vivo. Estoy triste y satisfecho porque no he perdido; he ganado. He ganado el no estar en la vida ni en la muerte. Estoy triste pero no es tristeza de lágrima; es tristeza de pared, de maleta vacía, de teléfono cortado. Y estoy satisfecho pero no de instinto, estoy satisfecho porque estoy satisfecho donde no se puede estar satisfecho. Como colofón de una visión poética del desarraigo en la poesía cultivada por hispanos en esta ciudad, cito el texto Amorfa del argentino Fernando Olszanski, quien relativiza totalmente el sentimiento al remitirlo a su mundo interior: Estoy lejos, sí pero no en exilio sino perdido en mi propio naufragio en otra forma de soledad. Se aprecia, en los textos anteriormente convocados, una indudable voluntad estética como común denominador, amén de visibles diferencias estilísticas. El español es la patria que ampara a todos los que se empecinan en hacer poesía en Chicago. Cito, por proféticas, las palabras de Leda Schiavo: “Escribir en la lengua de uno en el país del otro es signo de afirmación o de locura, de amor o de odio, de soledad o solidaridad, de regodeo o indiferencia, de atrevimiento o cobardía, de fijación en el pasado o deseo de porvenir, de ardiente fe o nihilismo”. Escribir poesía en Chicago es incurrir en una doble metáfora: hacer metáfora de la metáfora. Como todos sabemos metáfora quiere decir “ir más allá de”, transponer límites. Gracias a Vocesueltas, pronto saldrá la antología En la 18 a la 1 del taller literario de contratiempo, Crispy Critter Calaca Stack, Diana Solís, 2009
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Cuatro grandes poetas del exilio y la inmigración española en Estados Unidos: Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Luis Cernuda Víctor Fuentes
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l conjunto de su obra escrita aquí conforma un extraordinario capítulo de esa Historia de la literatura en español de Estados Unidos, en espera, todavía, de sus historiadores. Sobre ellos se han escrito decenas de libros y cientos, sino miles, de ensayos; éste mío se ciñe a destacar, en síntesis, temas y visiones de tal poesía, y tiene, como principal objetivo, de alentar a los lectores de contratiempo a que acudan a los poemarios tratados. Juan Ramón Jiménez (1881 -1958). Me ocupo de dos obras que podríamos considerar quintaesenciales de una poesía que hace de la quintaesencia su razón de ser: Tiempo, comenzado en 1941, y no terminado, ni publicado, en vida de su autor y Espacio, dado a la estampa en dos ocasiones, una en verso y otra en prosa poética, con fechas de 1941-1942 y 1954. Tiempo es un largo monólogo interior, autobiográfico: toda una fuga verbal con mucho de rapsodia poética y musical, en que, sin conexión cronológica, su vivir diario se yuxtapone a los recuerdos, casi todos literarios y artísticos de su vida en España anterior al exilio. Algo fundamental de la literatura del exilio es este contrapunto entre el aquí y el allí. Esto se da con frecuencia en Espacio, “una sola interminable estrofa de verso libre mayor (con una edición final en prosa poética), inspirada en el paisaje de La Florida”, como declara el propio autor, pero que se yuxtapone con varios paisajes más en la forma contrapuntista señalada. Un ejemplo de los múltiples: “No ese perro que ladra al sol caído no ladra en el Monturrio de Moguer, ni cerca de Carmona de Sevilla, ni en la calle Torrijos de Madrid; ladra en Miami, Coral Gables, La Florida, y yo lo estoy oyendo allí, no aquí, no aquí, allí, allí” (Tiempo y Espacio). Dentro de su soledad y extrañamiento, Juan Ramón logra en Tiempo y Espacio llevar a una cima, posiblemente inigualada, esa metáfora solar del exilio, ya destacada por Claudio Guillén en su libro El sol de los desterrados. Se llega a una fusión total con el universo, el cual deviene el propio poeta: “¡Qué regalo de mundo, qué universo mágico, y todos para todos, para mí, yo! ¡Yo universo inmenso, dentro, fuera de ti, segura inmensidad!” (130). Al final del fragmento segundo, la invocación al sol se repite en martilleo para concluir: “Dulce como este sol era el amor” (134). Pedro Salinas (1891-1951), vino al destierro, en 1936, con un puesto de profesor en el prestigioso Wellesley College y luego a la Universidad de Johns Hopkins, Baltimore. No obstante, y a pesar del reconocimiento y prestigio que tuvo en los medios académicos del hispanismo, vivió de pleno, y a medida que se acercaba a su muerte en 1951 esa otra metáfora del exilio en la estela de Ovidio, destacada por Claudio Guillén: la de la pérdida, rotura, fragmentación y hasta mutilación, agravada por la angustiosa clarividencia de la crisis
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civilizatoria a que se veía abocado el mundo e, irónicamente tras haber sido derrotado el fascismo: la guerra fría, con el inminente peligro de la destrucción total con la bomba atómica y, en esta sociedad, los desafueros de un capitalismo deshumanizador también con su potencial aniquilador. Un año antes de su muerte, publicó Salinas La bomba prodigiosa, original novela en que la bomba atómica es protagonista. Un mundo caótico, amenazador, impugnado en Todo más claro, su último poemario publicado en vida (1949) que, muy oportunamente, ha vuelto a ser editado este año, 2010, pues, con el don profético que tiene la poesía, el 0, símbolo de una Nada devastadora, que daba el título, “Cero”, al del largo poema de 400 versos, que cierra el libro, mantiene sus fauces, todavía más abiertas, en la actualidad. Ya en “Variación XII” de El contemplado, irónicamente titulada Civitas Dei, contrapone a “la hermosa ciudad”, que se levanta sobre el “Contemplado”, el mar visto a la orilla de San Juan, Puerto Rico, la alienante metrópoli capitalista que se adueñará del paisaje de Todo más claro, en donde “Los maniquíes su lección ofrecen, / moral desde vitrinas”, “Corren la ambulancias, con heridos / de muerte sin heridas” y en: En Wall Street banqueros puritanos Las escrituras firman para comprar al río los reflejos del cielo que está arriba. (643 y 645). El aullido que, ante tal estado de cosas, daba el beatnik, Allen Ginsberg en Howl and other poems, en 1956, ya lo habíamos oído siete años antes en Todo más claro y otros poemas, saliendo de la voz de un poeta inmigrante, de “buenos modales burgueses”, pero con la garganta herida por el exilio y la vista cegada e iluminada por los horrores que tenía delante. “Soy la sombra que busca en la escombrera”, se identifica el Yo poético antes de “clavarnos” los últimos versos de su desolador libro de un doble exilio, cerrado con un aullido: Hay un crucificado que agoniza en desolado Gólgota de escombros, de su cruz separado, cara al cielo. Como no tiene cruz parece un hombre. Pero aúlla un perro, un infinito perro —inmenso aullar nocturno ¿desde dónde?— Voz clamante entre ruinas por su Dueño. Jorge Guillén (1893-1984). Nos da la gran sorpresa el poeta de la “poesía pura” al culminar su Cántico, subtitulado “Fe de vida”, y con versos como el de “El mundo está bien hecho”, de salir con Clamor. “Tiempo de historia”, sumer-
gido en el “Maremágnum” y “A la altura de las circunstancias” –título de dos de sus tres partes– de la época que sucede a 1945. Ya en una carta de 1946 a su gran amigo, Pedro Salinas, a quien sustituyera en el Wellesley College, coincide con él en su visión del “tiempo de la historia” que les toca vivir en su destierro norteamericano. Allí le expresa: “Tal vez en el año 50 pueda aparecer la nueva edición de Cántico, si no lo impide la Bomba Atómica. Bueno, todo lo público y lo político se presenta catastrófico. Pero tenemos el deber y la necesidad de no perder la esperanza” (Correspondencia 399). Una esperanza que Salinas sí pierde hacia el final de su vida y a la que él si se aferró: Su “fe de vida” permanece intacta, aunque sumergida en el maremágnum de una civilización en crisis, Clamor está dedicado “A mis hijos. A la posible esperanza”. No obstante, hay en su poemario la misma impugnación que en la obra de Salinas de la dictadura franquista, y a todas las dictaduras, y a los gobiernos de las democracias occidentales, ahora en connivencia con el dictador español, la guerra fría, el capitalismo despiadado, el maquinismo y la industria cultural y del consumo y los otros temas repudiados por Salinas, e igualmente siente la insatisfacción y el desasosiego por el destierro. Como escribe al amigo en enero de 1950: “Contraste: esta calma, este bienestar material, esta atmósfera materialmente satisfactoria, y la insatisfacción interior” (Correspondencia 518). Veamos, muy brevemente, algunos de sus temas con tal visión: “La `U` maléfica”, título del poema de tal nombre, “u” de Belcebú, ha tenido su antecedente en la O del poema de Salinas, con mucho, en ambos casos de figuración de la bomba atómica: “Y nivelándolo todo / Lo arrasaría un alud, / Una bomba que al planeta / Convirtiese en puro campo / Y volvería el hombre del Cro-Magnon y el mamut” (568). Luzbel es el protagonista de un largo poema, encarnando los distintos males que atenazan a la sociedad, y contra quien se levanta un “¡Clamor! /Clamor doliente de los más opresos”, En uno de los “Tréboles”, hay irónica impugnación de la discriminación: “Cristiano autobús. Un negro. / Sin mirar se le respeta. / De ser cristiano me alegro. / (Vedle: soledad completa.)”. En el largo poema “Guerra en la paz” se revuelve sobre la insostenible y absurda situación de la “guerra fría”, con la amenaza de la atómica: “Todos pendientes del Satán atómico / De su desolación hidrogenada (696). En “Los atracadores” del Gran Hotel (699), estos devienen “los más desesperadamente burgueses”, con la ambición de “¡Dinero hacia Vida Confortable!”. Hay también los siete dolores de una sociedad transida por ellos en el largo poema “Dolor tras dolor” (719-728) y la denuncia de “El asesino del planeta” (1068-1069), tan plural en nuestros días con el terrorismo y la guerra contra el terrorismo. Y así podría seguir, me limito, para concluir, con la proyección del inmigrante y del desterrado en Clamor. En
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“Un emigrado” (711), sentimos la queja ovidiana, de pérdida y empobrecimiento, “Allí habría conseguido plenitud”. Y en el “Última tierra en el destierro” (798) ésta es el cementerio. En varios de sus poemas aparece ese contrapunto, ya evocado con Juan Ramón Jiménez, o yuxtaposición entre “el aquí y el allí”. En el mismo poema de un emigrado, situado en Nueva Inglaterra, concluye: “Entonces no veía más que otoño rojizo de arces / Y más allá de su horizonte imaginaba un octu- /bre, leve, dorado, trémulos de chopos”, en su Castilla natal. Otro ejemplo: “El viento de Nueva York / Es su río en ascensor… El viento dice en Sevilla / Que es verdad la maravilla” (714). Destaca en Clamores escrito en el exilio americano, la temática, de la memoria, del recuerdo y del olvido, quintaesenciados, tema de varios poemas:
La patria, lejos, en el lodo. Soledades alrededor. Navidad a pesar de todo: Hijos, su recuerdo, mi amor (835).
Su largo “Despertar español” (924-928) sería una síntesis de ello. Y para terminar este ya largo ensayo que, sólo con Guillén, podría ser interminable, paso a la poesía de Luis Cernuda, más fuera del tiempo histórico que le tocó vivir en el exilio, y más en sus adentros. Luis Cernuda (1905-1962), vivió en Estados Unidos un doble exilio, podríamos decir: el del exiliado republicano y el de ser homosexual en una época y sociedad rabiosamente homofóbicas. Para mayor inri, vino, en 1947, a enseñar a una universidad de mujeres, Mount Holyoke, en Massachusetts, un lugar bastante aislado, lo cual no pudo aguantar y terminó yéndose a vivir a México en 1952, país que tanto le gustó. Es curioso que tres de estos poetas paliaran la angustia del exilio encontrando felicidad en su estancia en países hermanos hispanoamericanos. Juan Ramón y Salinas en Puerto Rico, donde fueron enterrados, y Cernuda en México donde murió. También Guillén fue muy bien acogido en México. Vivió Cernuda en Massachusetts una desoladora experiencia de alienación a la cual apunta ya en los títulos de sus poemarios, Vivir sin estar viviendo (1944-1949), iniciado en Inglaterra y terminado aquí, y Con las horas contadas (19501956), experimentó la amargura del exilio en la estela de Ovidio. Su poema “Nocturno yanqui”, es toda una síntesis de tal experiencia “Estás solo / Frente al tiempo, con tu vida / sin vivir”. El poema final sería también su adiós a esta vida y soledad, y desde sus primeros versos al último: “La lámpara y la cortina / Al pueblo en su sombra excluyen… Mata la luz y a la cama” (449). No obstante, calando en sus recuerdos y en su intimidad, el gran poeta de “la realidad y el deseo”, escribió en el destierro una poesía que, más que ninguna otra de los tres otros poetas tratados, llegó a los poetas jóvenes de sucesivas generaciones españolas. En poemas autobiográficos, como “Un contemporáneo” (407-411), deja vislumbrar que, viviendo en el olvido, el desconocido poeta de hoy podrá ser el poeta futuro. Y acertó. Sus grandes poemas de rememoración de la patria y de sus paisanos están hechos, contrario a los poetas anteriores, con amargura y un rechazo que bien podría tener su razón de ser en la homofobia, experimentada también en la patria nativa, por la que tiene sentimientos mixtos de amor y desprecio. Esto último se expresa en poemas como “Ser de Sansueña” y el terrible último con que cierra su poesía, “A sus paisanos”, en Desolación de la quimera (1963) –su último canto ovidiano,
todavía más duro que el del poeta romano, pues incluye el rechazo a sus coterráneos– poema que empieza con estos dos desoladores versos: “No me queréis, lo sé, y que os molesta/ Cuanto escribo. ¿Os molesta? Os ofende…”. Él, que elevó el deseo al gran tema de la poesía, logra suplantar la patria perdida y a sus gentes, sublimar el destierro y hasta la muerte en un poema, de corte becqueriano a un amante mexicano: “Contigo”:
Gracias, Compañero, gracias Por el ejemplo. Gracias porque me dices Que el hombre es noble. Nada importa que tan pocos lo sean: Uno, uno tan sólo basta Como testigo irrefutable De toda la nobleza humana (Poesía 545-46). Víctor Fuentes es director de la revista Ventana Abierta.
¿Mi tierra? Mi tierra eres tú ¿Mi gente? Mi gente eres tú El destierro y la muerte Para mí están adonde No estés tú. ¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿Qué es, si no eres tú? (Poesía 478). Significativamente es en México donde encuentra la felicidad y el amor, tan negados para él en el país del Norte. Su espléndido Variaciones sobre tema mexicano (1952), en prosa poética, por el amor y el éxtasis con que está escrito, en cierto modo, sería su equivalente a El contemplado de Pedro Salinas y Ocnos (1963), otro extenso texto autobiográfico y de memorias de lugares, cosas y personas, sin el automatismo incontenible, de los textos de Juan Ramón Jiménez podría compararse con Tiempo y Espacio. Antes de morir, entre 1960 y 1963, vuelve a Estados Unidos a enseñar en universidades de Los Ángeles y San Francisco, donde escribió los versos finales de su último libro Desolación de la quimera. Su penúltimo poema se titula “1936”, año en que comenzó la guerra civil española. Trata de un veterano de las Brigadas Internacionales que se le acercó a saludarle en una lectura de su poesía en San Francisco. Constituye todo un homenaje a la fe de aquel hombre, y, por extensión, a la de todos que apuestan su vida por una causa justa. Considero que con sus últimas palabras, con las cuales termino, expresa algo que está en el fondo de los cuatro poetas del exilio español:
Sin título, Diana Solís, 2009
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Los animales humanos de García Ramos Jesús J. Barquet
Detalle de Jugando a las guerritas, Diana Solís, 2009
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Reinaldo García Ramos. El ánimo animal. Ilustraciones de justoluis (Justo Luis García). Coral Gables: Bluebird, 2008, 74 pp.
e cree que son muchos los peculiares atributos que colocan al ser humano en la cúspide del desarrollo biológico, pero bestiarios poéticos como este de Reinaldo García Ramos [RGR] nos recuerdan que las semejanzas entre los reinos animal y humano son mayores o más significativas que las diferencias. Ni las motivaciones ni los comportamientos de estos animales de RGR nos son ajenos, ya que estos se definen a partir de dicotomías que tanto ellos como nosotros hemos sabido resolver con mayor o menor fortuna. De esta forma, “saber/no saber” se resuelve en una inocencia de connotaciones éticas derivada y salvada de la sabiduría obtenida en la experiencia; “movimiento/fijeza” se resuelve a favor de la paz interior que, frente al caos y sinsentido exterior, ofrece la quietud; “ser uno mismo/ser otro” se apunta como ese extraño pero común afán o movimiento incesante del espíritu de querer ser precisamente lo que no es; “afuera/adentro” opta por la defensa de un espacio íntimo, incontaminado, que se define como vigilia onírica o sueño alerta; “capturar/ser capturado” (o “victimario/víctima”) igualmente alude a la existencia humana, sea porque ilustra dramáticamente el ansia de devorar, física o emocionalmente, que mueve a los necesitados de poder o predominio, o porque revela paradójicamente ese otro impulso de querer dejarse capturar o domesticar. El sueño de la imaginación poética de RGR no produce bestias inéditas o mitológicas, como se ve en otros bestiarios, incluso aquellos con análogo interés por espejear lo humano. Aquí, las únicas entidades inventadas no aspiran ni al mito ni al asombro; son dos humildes y cotidianos animales “metafóricos”, advierte RGR: la pajarita de papel y la gallinita ciega (p. 30). Sus animales reales corresponden a
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más diversos ambientes naturales: aves, peces, insectos, roedores. Y hay un interés peculiar por los animales precisamente devaluados y/o escasamente legitimados o sublimados por la cultura occidental: alacrán, ratón, lechuza, grillo, hormiga, termita, rana, tiburón, oso hormiguero, pato, puerco espín, buitre, araña, majá, jicotea. La resonancia cubana de esos dos últimos vocablos se halla también en las dos “versiones” de “La víbora del veneno”, alusión a un poema de los Versos sencillos, de José Martí. Claramente emparentada con la satanizada serpiente bíblica, la tradicional víbora “despreciable” halla justicia en este libro: RGR señala la natural inocencia de las víboras (“se alimentaban de legumbres y de flores silvestres; tenían colmillos poderosos, pero no sabían para qué les habían dado aquel líquido extraño” y deja constancia de la protesta de la víbora “cuando le informaron que iba a ser un animal venenoso”. El tema de devorar, asociado a “capturar/ser capturado”, estructura el cuaderno. Gesto vital e instintivo del reino animal (y, así mismo, del reino humano), devorar, sea física o emocionalmente, constituye una forma de poder o de predominio y, en este sentido, un recurso imprescindible para sobrevivir, pero también para jugar, soñar y alimentar ilusiones. Esto se ve en el ser humano que RGR incluye entre los animales de su bestiario. No ahogado ni muerto, sino inmerso en un hábitat ajeno (el agua), este ser humano no indicado en el título del poema (“Peces hambrientos”) ni clasificado en el texto, sino revelado por el “yo” poético (“mi cuello”, “mi garganta”, “mi pecho”, “mi piel”), se siente eróticamente “palpitante y ansioso” frente a los peces que lo rodean con sus “fauces deliciosas”. Ser devorado por ellos (“rotunda dentellada”, “me despedazan”) no le provoca temor ni deseo de huida, sino un placer infinito que le descubre “sueños”, y a dicho placer se entrega sin reserva alguna. Así como RGR captura a estos animales en el espacio humano del libro, los peces capturan al ser humano en su natural hábitat acuático, y en el siguiente poema se trasforman de victimarios en víctimas satisfechas entre los danzantes tentáculos de la anémona: “un repentino elogio” sienten los peces al ser capturados por ésta. Así, un juego de espejos, de inversión de papeles, de disfrute o agonía en uno u otro destino existencial, estructura formalmente la composición del libro, con poemas que se responden o dialogan entre sí y permiten, al exponer a los animales con rasgos contrastantes, una falta de fijeza en su caracterización y, consecuentemente, una mayor comprensión de la compleja psiquis humana. El poemario está dedicado al artista cubano justoluis, quien es autor, además, de las ilustraciones de este maravilloso libro. Todas fueron creadas a partir de los poemas, sin que esto haya significado dependencia, sino armónica simbiosis de sugerencias que enriquece a ambos. Muchos dibujos exceden la mera trascripción a imagen del poema, para incorporar una sutil interpretación o comentario plás-
tico, como se ve en la imagen de la “lechuza retirada”. Allí donde RGR construye una lechuza cansada del mundo, justoluis adjudica a su lechuza, con la línea y el tono de los ojos y pestañas, así como con la expresión facial resultante, una superioridad levemente coqueta que enriquece lo sugerido por el poema. Además de las ilustraciones a toda página de cada poema, hay pequeñas viñetas dispersas por algunos textos. Entre ellas se destaca un leitmotiv plástico: la imagen de un oso atrapando con su garra un panal de miel y haciendo huir a las abejas. Corresponde al poema “Salvaje hormiga”, pero reaparece en otros contextos. La idea de hormiga está implícita en el panal, pues la imagen se deriva del último verso, donde la hormiga anti-gregaria está consciente de que su acto de libre afirmación individual puede llevarla al placer y, desde ahí mismo, a su destrucción: “Voy a encontrarme con el oso, o con la miel”. Contrastando con la hormiga rebelde aparecen las otras del poema, las conformistas y desindivualizadas, hechas “para seguir la fila, / para ir y venir por el mismo camino”. El poema y su viñeta sintetizan así los elementos (libertad individual, riesgo, placer, devorar) que conforman, junto a otros del libro, una concepción del sentido de la existencia individual humana. Al optar por la individuación, dicha concepción, presente ya en libros anteriores de RGR, cuestiona o desaprueba las conductas y los discursos gregarios y homogeneizadores que han marcado, hasta hoy, importantes momentos en la historia de la humanidad. Asimismo, en “Encuentro de culebras” reaparecen esos entes biológicos tanto animales como humanos que, revueltos en un “nudo de víboras” (título de una novela de François Mauriac), “una y otra vez hacen lo mismo”, repiten o mimetizan hasta los gestos de sus supuestos enemigos. El ser humano tiene en este bestiario otro poema significativo: “Magistral juego”. Como espectadores, vemos a los pingüinos divertirse en el “escenario magistral” que les han creado en el zoológico del Parque Central de Nueva York. No están conscientes —apunta y cree, erróneamente tal vez, la humana voz poética— de que todo ese hábitat “es falso”. Para ellos, la vida es como un juego inocente largamente disfrutado. Aparece ahora entre los animales y los humanos, ya no la analogía que hemos apuntado, sino un curioso contraste que nos coloca en una posición inferior a la de las bestias. Atónitos, escépticos, incrédulos, miramos a estos pingüinos “sin comprender su solución del juego” que debiera sernos la vida. El sabio y saludable espíritu o ánimo que irradian estos candorosos pingüinos —junto con el conejo, el cocodrilo, la lechuza y otros— parece entonces alertarnos de que hay algo roto en el reino humano y nos urge, sin excusa alguna, aprender de los animales para, como dice la lúdica tonadilla implícita en el título del cuaderno (“alánimo, alánimo, la fuente se rompió”), mandarnos a componer. Jesús Barquet, poeta cubano, es profesor de idiomas y lingüística en la Universidad Estatal de Nuevo México
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Panorama Rey Emmanuel Andújar
Recientemente la editorial Terranova convocó al público a una lectura de los Poemas de la muerte, libro póstumo de José María Lima. Durante el performance de los poetas invitados consideré la posibilidad de hacerme una idea del estado de la poesía en Puerto Rico, tomando en cuenta los temas que interesaban a un escritor como Lima: el tono sutil del sentido estético; la seria preocupación por la situación colonial de la nación; el eterno conflicto entre la ternura y lo salvaje del amor. Esta reflexión crítica carece de un sistema exacto de medición. Como escritor, me he relacionado con las y los poetas puertorriqueños de mi tiempo; he participado en debates; discusiones y lecturas, así que hablo de este panorama poético con la familiaridad y la pasión con la que versaría, por ejemplo, sobre una ciudad querida. la veteranía. Esta primera estación incluye poetas como Néstor Barreto, quien mantiene un interés sobre la forma y el performance entre texto y objeto; esta misma inclinación puede encontrarse en Joserramón Meléndez en La casa de la forma, texto fundamental por su propuesta de instalaciónensamblaje y el lenguaje experimental: no solo ensaya con el producto libro; los poemas asedian de manera constante el género mismo que los agrupa. El poemario Reróticas de Liliana Ramos Collado se aleja un tanto del manipulado motivo y la circunstancia del colonizado realzando el gusto por la exquisitez del verso; el canto al cuerpo amado y la capacidad de soñar. Desde esta preocupación estética podría trazarse una línea que estaría encabezada por Manuel Ramos Otero, un referente necesario, si se toma en cuenta el peso de su obra en la revalorización del canon, y que incluiría a Vanessa Droz, Etairis Rivera, José Luis Vega e Iván Silén. la ley del deseo. Aún es el libro que recoge la poesía de Carlos Roberto Gómez, escrita desde la posición del deseante y que propone levemente el tema urbano que estará muy presente en el trabajo de Alberto Martínez Márquez y Edgardo Nieves Mieles. Podría decirse que lo erótico es el motivo que deriva el foco en la fragmentación del cuerpo y una propuesta ambigua de la feminidad, ejemplo de esto son los poemas de Zoé
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Jiménez Corretjer y Mayra Santos-Febres, quien además plantea sus inquietudes relacionadas con el ser caribeño y la circunstancia de la mujer (retro) proyectada en una suerte de (a) temporalidad. Aunque las controversias que circundan el tema de lo que es la literatura de lo homosexual son una constante en la puertorriqueñidad, es pertinente resaltar la voz de Moisés Agosto Rosario, quien elegante y desgarradoramente, pone el dedo en la llaga y habla de lo incómodo: drogas, sida, prostitución, la otredad, en suma; todo, sin descuidar el buen gusto por la experimentación. urbanita. La avanzada cibernética conmueve el clima de la escritura; lo virtual impone un nuevo juego de reglas para definir las ideologías y las relaciones entre el significado y significante. La realidad ha dejado de ser dual, extremando la capacidad de la metáfora. Mientras Javier Ávila, Kattia Chico y Noel Luna abordan ya el tema ciudad desde una perspectiva postestructuralista (el retorno, el fiel apego a las formas simbólicas de lo clásico), escritores como Rafah Acevedo y Urayoán Noel sostienen su obra en la interacción del ser en su entorno mediático; utilizan el performance para complementar la propuesta poética. Este interés por el poemarte/corporeidad/ready-made se materializa en la proliferación de espacios como el Open Mic, terreno favorecido por Yara Liceaga, Guillermo Rebollo Gil y Mara Pastor; aunque es imposible hablar del poetry slam sin detenerse en Gallego: José Raúl González es sin duda uno de los innovadores de esta modalidad. Mediante una prosa honesta, cuidada, sin pretensiones; transluciente de sus referentes (Ángelamaría Dávila, Pedro Pietri), Gallego ha logrado influenciar la cultura underground con dos títulos poesía imprescindible y su participación en el género música urbana. Un caso interesante, por su diversidad, es el Colectivo El Sótano. Este grupo se ha encargado de colocar textos que son ya cita obligada en el marco de referencia actual. Julio César Pol se adhiere a la grafía del minimalismo en La luz necesaria, un texto esencial. La experimentación con la forma, puede identificarse en los títulos de J.D. Capiello. El
ataque mordaz, todavía fuertemente enraizado en lo político, lo pone el poemario Kitsch, de Federico Irizarry. El juego sicalíptico llega de manos de Juanmanuel González, Zuleika Pagán y John Torres, quienes asedian las maneras del amor desde la lírica de lo voluptuoso. Por otro lado, los textos de Amarilis Pagán y Carlos Vázquez Cruz retan el sentido de la clasificación de género, ya que erróneamente este trabajo siempre ha estado ligado a la condición homoerótica. futurama. El poema en Borinquen avanza, firme, en el sorprendente trabajo de los mucho más jóvenes, en donde destacan Xavier Varcárcel, Nicole Delgado y Christian Ibarra, quien, aunque no se dedica exclusivamente a la poesía, es uno de los escritores a observar cuidadosamente. La constante dicotomía sobre lo que es literatura gay o no, sigue siendo asediada desde escritores como David Caleb Acevedo y Karen Sevilla. Los poemas de Myrna Estrella son una grata sorpresa en cuanto a su propuesta de lo sensual y lo temible en la amatoria. Como colectivo, Los Agentes Catalíticos han presentado revistas refrescantes, prometedoras, a la vez que ya han avalado de manera editorial: Sushi, de Samuel Medina y muy pronto un poemario de Rubén Ramos. descargo. ¿Cuál es la lectura, el laboratorio, de quien escribe en una colonia latente en pleno siglo nuevo? Es quizás esta la única duda certera que me acomete al momento de pensar en la lírica sitiada del colonizado, o pero aún, del colonizado que pretende ignorar su condición. Quien leyere este texto identificará omisiones, pero advertí que este panorama prescindiría de ciertos rigores. Esto es deliberado y no responde al descuido ni a la negligencia. La intención final de estas no-menciones es una invitación directa a lectores y lectoras a discusiones edificantes; sumadoras. El gremio puertorriqueño de poesía no merece menos. Rey Emmanuel Andújar, autor de varios títulos de narrativa, pertenece al programa de Doctorado en Letras Caribeñas del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
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Mario Benedetti
A casi un año de la muerte del escritor uruguayo Mario Benedetti, poetas y cuentistas latinoamericanos que residen en Chicago decidieron hacerle un tributo en el contexto del Tercer Festival Poesía en abril organizado por contratiempo. Cada autor ha elegido como punto de partida algún verso, algún poema, alguna de las narraciones del homenajeado para que estas páginas se vuelvan resonancia de la voz literaria más franca de Latinoamérica; una voz que, entre otras cosas, nos habló y nos sigue hablando del amor, la soledad, la nostalgia, la cotidianeidad y la denuncia de la represión y de los desaparecidos políticos. Para darle agilidad a la lectura y lograr la unidad de los textos, hemos decidido poner lo escrito por Benedetti en cursivas. Esperamos que estas ocho voces latinoamericanas en el destierro logren convocar a la voz literaria que se caracterizó por denunciar las atrocidades de las dictaduras de las pasadas décadas de los y setenta y noventa en nuestro continente. número 74
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Bernardo Navia Preguntas confidenciales
la vida se ha ido... ... serán viejos los jóvenes
Yo no sé qué voy a hacer con las voces en tu cuarto, con el silbo en tus juguetes o el parloteo en tus libros cuando ya no estés en casa. ¿Cómo le digo entonces a la hormiga del jardín que has crecido, que te has ido, que ya no puedes contarle de las playas, ni los bosques, ni el castillo de cristal donde vive un rey de azúcar que no se cansa de soñar? ¿En qué idioma les hablo, por Dios santo, señores, a tus juguetes, a tus cosas y al fantasma de tus risas cuando lloren a escondidas por tu rostro ya de adulto o tus manos ya de anciano que yo no voy a ver? Yo sé que no entenderán dónde diablos se metió esta hermosa infancia tuya, hecha por ciertos duendes buenos de inocencia y de candor.
Jorge García Rostro de ti
porque quiero estar solo con mi rostro de vos
Tengo una soledad tan concurrida, tan llena de nostalgia por tu rostro que te alucino en sueños y me postro en nuestra involuntaria despedida.
Rafael Franco sondeo de silencios
Hay ayeres y mañanas pero no hay hoyes
1. silencio número 69 estaba sentado, como de malas acostumbro afuera era irrelevante, un trasfondo inútil al derredor se te caían las razones ensordecedor resultó ser incómodo, el impacto del no tener nada que decir, nada que añadir ahí estaba, sentado contando las veces la puerta estaba abierta como tu boca entonces anocheció
2. silencio crónico tuvo un buen comienzo luego se instaló más tiempo de la cuenta pasmó las pausas y deshizo los suspiros se nos quedaron las miradas atrás olvidamos que también podíamos cerrar los ojos
Me asomo a ver tu ausencia como un viudo. Escribo una diatriba. ¿Es el destino? ¿Estoy enajenado? ¿Desatino? Me quemo si te evoco y te desnudo. Tus múltiples imágenes desfilan en procesión de orgasmos inmortales. Y voy como un Orfeo de inframundo a rescatarte. Luces me obnubilan. ¡Qué fuerte tentación! ¿Giros fatales? No miraré. Te quiero en este mundo.
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Verónica Lucuy Alandia La memoria de las palabras y viceversa
Ana recordaba la obra de teatro Pedro y el capitán, del escritor Mario Benedetti, cada vez que veía acercarse al capitán. Mi propio capitán, se decía, mirándolo caminar hacia ella. Para no sentir la opresión del tiempo mientras esperaba su llegada, Ana imaginaba diálogos con Benedetti. La primera vez que hablaron Ana se disculpó por la terrible interpretación que hicieron de Pedro y el capitán sus compañeros de teatro, hace 25 años, en el Adela Zamudio. —La presentación fue horrible, don Mario. —Eso a mí me tiene sin cuidado muchacha. —Allí escuché por primera vez su nombre don Mario; me gustó mucho la historia, me gustó tanto, que escribí mi propia obra de torturado y torturador; le diré que a mi abuelo le cayó bien la historia, pero no el drama que hice con ella, que seguro desbordaba heroísmo del más puro e ideal, es que entonces yo sólo tenía 16 años don Mario. —Qué suerte la suya muchacha, la de haber tenido 16 años alguna vez; gran parte de mi obra yo la he escrito desde mis 16; hay que saber como desandar los pasos para poder volver a la misma banquita del portal de mi casa y escribir con el mismo candor. —No diga candor don Mario, esa palabra ahora me quebranta; pero gracias por mirarme así, yo amo su mirada de niño. —Y yo su voz temblando, muchacha. —Don Mario, muchos de sus poemas no me gustaron. —Muchacha, que le valga un pito si le gustaron o no. —Es que sus otros poemas sí; sus otros poemas hicieron brotar en mí unas lágrimas que yo no conocía don Mario. —Miré usted muchacha, que poemas más afortunados. —Imagínese usted don Mario, cómo pudo escribir En el principio era el verbo y el verbo no era dios eran las palabras frágiles transparentes y putas cada una venía con su estuche con su legado de desidia era posible mirarlas al trasluz o volverlas cabeza abajo interrogarlas en calma o en francés… —Ya calle muchacha, ahí viene su capitán –la detuvo, mirando como se encendían los ojos de Ana. —Sí, don Mario, ése es mi capitán y viene por mí. Con el tino de los ancianos Benedetti se retiró, a pasear por el soleado de la imaginación de Ana, que paseaba por los campos de Torubé.
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1. Esto no es vida, 2009 2. Alternative mode of transportation, 2009 3. Jugando a las guerritas, 2009 4. Survivor, 2009 5. Esperando a que salga el sol, 2009
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er y hablar de la obra de Diana Solís, nos lleva a un mágico universo de concepciones e interpretaciones del mundo que nos envuelve. Y es que la vida misma de Diana está llena de experiencias visuales enriquecidas por la estancia en diferentes países y culturas. Diana nació en la “Sultana del Norte”, Monterrey, Nuevo León, México. Tenía tan solo un año de nacida cuando llegó a los Estados Unidos. Su juventud, madurez, formación académica y profesional transcurrieron entre Chicago y la Ciudad de México, principalmente. La fotografía fue su pasión hasta que en 1997, después de concluir sus estudios universitarios en Artes Plásticas, tiene un acercamiento impactante con la pintura y el dibujo. El encuentro con las artes plásticas le da cuenta de la intensa relación que tiene para ella la pintura con la fotografía y realiza una conexión que da inicio a nuevas formas de experimentación visual. Sus pequeños grandes mundos Diana ha tenido en aproximadamente 10 años de incansable labor, diferentes formas de ir plasmando su obra hasta asir un estilo propio. Sus trabajos iniciales ponen gran énfasis por la pintura abstracta y minimalista, donde las formas, combinación de colores y texturas fueron delineando a corto plazo su trabajo presente. En sus pinturas del 2002 al 2008, Diana va incluyendo una serie de figuras zoomorfas, máscaras, figuras humanas, objetos varios, que cubren de manera inminente todo el contorno del soporte de la obra, si no es por la figura, será por el color. Diana toma una de las características principales de su estilo a partir de la observación de las paredes de
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la vía pública donde se pega propaganda que con el tiempo al desprenderse, va jalando junto con el papel y el pegamento, capas de pintura de la pared, así como propaganda anterior, y después de tres capas ha formado un collage dejando a su paso un halo de texturas y colores que le han inspirado en la creación artística que nos comparte hoy día. El impasto (colocación de una capa gruesa de pintura con una brocha de cerdas y una espátula a fin de crear textura) es la técnica que utiliza Diana Solís frecuentemente, para obtener la base del color en el soporte y/o las figuras de su obra que por lo general, no contienen punto de fuga o perspectivas (más que en raras ocasiones) teniendo así su singularidad lineal. La corriente abstracta figurativa, ha dado a Diana Solís la vía óptima para mostrar al público su concepción sobre la vida. No faltan en sus obras actuales patos, niños y niñas, luchadores, árboles humanizados, aviones, triciclos, hadas, y el Comino, su adorado e inseparable perro peludo. En “Esto no es vida”, un trabajo fechado a fines de 2009, Diana hace alusión a la gravedad del problema pandilleril en Chicago, pero en especial al barrio de Pilsen que sufrió la perdida de un joven, hijo de un artista de la comunidad. En este trabajo, Diana con gran maestría desarrolla el tema a partir de un árbol, que en su cimiento muestra una cara
reflejando una tristeza inusitada, en el tronco se puede apreciar como se van desarrollando de una manera velada armas de fuego de largo alcance, hasta llegar a sus ramas deshojadas y que como frutos son pistolas las que han emergido. Dos aves se encuentran paradas sobre las ramas y una de ellas deja caer una lágrima. Con la espátula da toques azules y rojos que acentúan la textura y resaltan el dibujo realizado en tinta negra. La obra de Diana Solís gira en este sentido, manifestando en cada una de sus ilustraciones y de manera preponderante, su fascinación por el dibujo con propiedades un tanto infantiles, y a diferencia de años anteriores, las actuales pinturas ahora mantienen un fondo blanco uniforme y los dibujos realizados en tinta son coloreados sin exceso, dándole un fresco sentido a su trabajo. Por último, en estos días esta artista iniciará una gran labor pictórica que tendremos el gusto de presenciar en el transcurso del año, después de una intervención quirúrgica de la que por fortuna se recupera satisfactoriamente. Así que estaremos a la espera de los nuevos mundos mágicos a los que nos trasladará nuestra querida Diana Solís. Joaquín Velasco Ramírez, antropólogo mexicano, colabora con el Chicago Teacher´s Center
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Bernardo Navia Infinito acto de magia
...el infinito ...iba así a despeñarse como canto rodado en el abismo.
—Mira, papá —me dijo mi hijo de siete años un día— en este libro dice cómo desaparecer a una persona. —Anda y desaparece a tu mamá —contesté al descuido, concentrado en ingresar datos en el ordenador que teníamos entonces. Al poco rato, viéndole jugar con sus cosas, le pregunté recordando de pronto: —Y, ¿desapareció tu mamá? —¡Oh, sí! —me contestó distraído. —¿Y cómo la harás aparecer? ¿Dice algo el libro? —le pregunté sonriendo. —No lo sé. El libro no dice nada —me contestó sin parar de jugar. Mañana se gradúa de la universidad el menor de mis nietos (sus hijos) y ella aún no aparece.
Ignacio Guevara Conozco bien de soledades
Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión…
Conozco bien de soledades tanto o igual que de compañías. Dejémonos de cuentos, ellas dos son pareja. Tomadas de la mano me circundan, órbita bicolor integrada de fragmentarios sentimientos. Conozco bien de soledades siempre concurrida de otras soledades todas tienen nombre de mujer, unas se visten con ropa vieja, otras mueren reemplazadas con sangre nueva, algunas son débiles y fuertes a la vez. Me tengo que dejar de cuentos la única compañía son mis soledades
Jorge Montiel
no te salves ahora ni nunca
No me escupas la cara no me niegues no recuerdes mis palabras torpes y las uses en mi contra no despiertes con ira no camines maldiciones no levantes el brazo para sangrar mi frente no me odies ahora ni nunca no me odies pero si en la noche no dejas de pensarme y me escupes la cara y me niegas y recuerdas mis palabras torpes y las usas en mi contra y despiertas con ira y caminas maldiciones y levantas el brazo para sangrar mi frente y me odias entonces no detengas mi muerte
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Febronio Zatarain Benedettiana
mi amor, mi cómplice y todo
Había entregado el paquete al Cuy en el entrevero de gente a la salida de misa en Catedral. Ahora me encontraba en una esquina remota pretendiendo esperar el bus, pero en realidad esperaba a la Vicuña para que me diera instrucciones. La divisé y me encaminé hacia ella. En su mirada vi el mal temporal que se acercaba. Saqué mi mano izquierda del bolsillo del pantalón y la choqué discretamente con la suya. Se quedó un papelito:
No vuelvas a tu casa. Olvídate de tu vida. Te han estado siguiendo. Saben todo de ti. Has entrado a la clandestinidad. Llama al 345-34-78, di la clave y ellos te dirán qué hacer. Me instalaron en una casa de Villa María del Triunfo. La habitaban tres muchachos serranos; eran menores que yo y con una mirada cargada de responsabilidad. Supe sus apodos y ellos el mío. No tuve ningún problema para olvidarme de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos de la Facultad; lo único que se me quedó en la cabeza fuiste tú. Participé en varios operativos de propaganda luminosa sobre los cerros de Comas y de Chosica, pero de nada sirvieron; en cuanto me tendía en la estera, todo mi pensar eras tú. Aunque sea la veré de lejos, me dije, y me aposté a dos cuadras de la escuela de computación, mas al divisarte tu cabello me llamó y me enmarañé en él. Perdóname, me comporté como un pequebú. En los toques eléctricos y en las zambullidas en el wáter, les dije que tú no tenías nada que ver, que no eras mi cómplice, que eras mi novia y nada más. Me trajeron de nuevo a este cuarto, me vendaron los ojos, me amarraron las manos tras la espalda y me tiraron al piso. Creí que los había convencido, que no te iban a sacar, pero te sacaron, y desde que te devolvieron he escuchado solamente sollozos y quejidos.
Johanny Vázquez Paz
Debo apurarme porque hay tantas cosas recuperar el mar eso primero recuperar el mar desde una altura y hallar toda la vida en cuatro olas gigantescas y tristes como sueños
Cada vez que cierro la puerta, Mario, del enclaustro que frecuento para pagar las deudas, te recuerdo a ti, que encontraste poesía entre estas cuatro fronteras del purgatorio. Miro mi mano ávida de versos conectarse callada al enchufe, y en automático, deslizarse por la página desangrando el bolígrafo en la pureza naif de los alumnos. Me gano la muerte buscando erratas con mi ojo entrenado, y corrijo, corrijo, corrijo sin piedad los errores, todos menos los míos. Ellos, los del último piso, me exigen pruebas de rendimiento, observan mis métodos de enseñanza, auscultan mi forma de vestir, espían mis entradas y salidas. Ellos imponen fechas de entrega, límites de gastos, deciden si me dan licencias. Yo les contesto sícómono, cuandoustedquiera, loqueustediga, y les agradezco el plan médico, el pago mínimo, la migraña ascendente de 9 a 5. Cuando salgo no recuerdo dónde estoy; igual se cuece la tristeza en Chicago o Montevideo, sobre todo, cuando se cruza la frontera por el puerto de San Juan. Cuando llego a casa ya es de noche; el sol subió y bajó, sin encontrarme. Me cambio, ceno, enciendo el televisor y saco más papeles que esperan veredictos. La oficina portátil me acompaña, y mi casa es otra cárcel con mejor luz y ropa cómoda. En un par de meses tendré un descanso. Tal vez recupere el mar, el sol me reconozca y halle otra vida entre las olas.
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Jorge García ¡Ay, días!
Hay días que ni si quiera son oscuros días en que pierdo el rastro de mi pena…
Febronio Zatarain Anti-benedettiana
Tengo miedo de verte ¿Tengo miedo de verte? ¡No! Tengo miedo de verme
Hay días en que siento una desgana Se me derrumba el cuerpo. El entusiasmo se baja para abajo en un pleonasmo de abúlico murciélago. Tirana llega la pesadumbre cuando invade mi corazón con su tropel de hastío; y voy a la deriva cual navío en brumas. Siento que te desagrade la estampa de carnero degollado, así como la anemia de confianza. Vendrá algún nuevo evento festinado
Sé que me necesito sé que soy mi única esperanza sé que la desazón arriba cuando uno se busca
que ponga contrapeso a la balanza de lo que estuvo en mí desalentado. La yerba se parece a la esperanza.
Sé que estoy esperándome en el callejón de la izquierda y fingiendo automatismo doblo hacia la derecha
Mario Benedetti, uruguayo ( 1920 — 2009 )
Tengo urgencia de oírte ¿Tengo urgencia de oírte? ¡No! Tengo urgencia de oírme Mi voz a mi oído es neta es lumbre que me invita a ser ceniza ceniza que luego alumbra Mas el fuego me horroriza me hace recular que me aferre a los ruidos de fuera como la obesa al ice cream
O sea resumiendo estoy jodido
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Refugio de letras Ignacio Guevara
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isité la biblioteca Rudy Lozano a pocos días de haber llegado a Chicago y muy pronto se me volvió costumbre. Aquí se concentra la colección más extensa de libros en español que tenga cualquier biblioteca en el Medio Oeste de los Estados Unidos. La conforman desde la obra completa de Miguel de Cervantes hasta todos los trabajos en prosa de Jorge Luis Borges; desde las obras de la época prehispánica hasta los autores del México actual. Detrás de tan magnífica selección impera un criterio sensato y el claro interés por las buenas letras. Pero —se podría preguntar— de qué sirve tanta información sin destinatarios. En la Rudy Lozano es fácil comprobar que éste no es el caso. Los visitantes fluyen sin parar, virtud que provoca un doble efecto. Primero: alegría de saberme en un lugar trascendental; y segundo, la seguridad de que no todos los pronósticos apocalípticos del gran dios cibernético son ciertos. Hoy decidí sentarme en la sección de revistas y periódicos, que además brinda una vista hacia el agitado nudo que forman las calles 18, Blue Island y Cesar Chávez. Un hombre sentado frente a mí sostiene entre sus callosas manos la “Enciclopedia ilustrada de los animales”; bigote poblado y canoso, de rostro herido por el viento, comenta a sus acólitos sobre reptiles exóticos nunca vistos por él. Otros leen, pero a ratos se concentran más en los transeúntes que cruzan al otro lado del ventanal, o discuten los pronósticos del tiempo, pues si no hay nieve que palear no ganarán dólares. A mis espaldas, y con acento boricua, un hombre dibuja los campos y ciudades de otro estado (donde trabajó quien narra). Cuenta que allá sobraba montaña y billete. Otro más lo interrumpe acotando que esta semana la marmota no quiso mirar su sombra, señal clara de que el invierno no ha finalizado. Simultáneamente se trasiegan sánguiches envueltos con papel aluminio. Quien los reparte de paso les advierte que aquí no se lo podrán comer, que es mejor guardarlo para más tarde y hacerles pareja con un café. Hay alcohol en los alientos. Los cuerpos huelen tras días sin aseo y sus ropas parecieran estar descansando de la intemperie. El invierno les ha trastocado la sonrisa en un gesto severo que la lectura les afloja por ahora. A pesar de la dura vida, del día a día tan incierto con el que se enfrentan, y por consecuencia el resentimiento que se les pueda acumular, su actitud es de respeto y agradecimiento. Qué mejor refugio que las palabras cuando no se tiene adonde ir.
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Foto: Mark Susina
Si se está rodeado de libros es más factible sucumbir a la lectura; de ello he sido testigo muchas veces. Estos hombres pasean libremente entre los estantes escogiendo lo que les dicte el gusto, y escoger es un derecho que intuyo no se les otorga muy seguido. Si la biblioteca es sinónimo de calor, literalmente hablando, y trato amable de parte del personal, auguro que esta biblioteca perdurará. Como diría Borges, se convertirá en pan y pirámide. Más allá, dos hombres juegan con peones, torres y alfiles. Un guante muy gastado acaricia una de las torres, la misma que está a punto de enrocarse. Al centro de la biblioteca y debajo de una cúpula transparente por donde el sol entra, una palmera cola de pez de hojas muy verdes se estira como un símbolo del crecimiento. La planta ha sobrevivido más de veinte años gracias a la caridad del personal de la biblioteca, pues el gobierno considera innecesarias las plantas al interior. Desde el auditorio brota una estampida de infantes que rápidamente se dispersa por las mesas y los anaqueles. Orgullosos, cargan en sus manos dibujos multicolores que ellos mismos han realizado. Unos ya encontraron su libro favorito y se aprestan a tomar asiento. Gradualmente el frenético rumor de cientos de teclas penetra el aire; y filtrado como un subtexto, una hoja suspira triste porque la terminan de leer. La estación de informática está repleta, lo mismo que las mesas vecinas donde un adulto estudia inglés en voz alta. El buró despacha libros y audiovisuales para ir desahogando la cola de usuarios. Héctor Hernández (director de la biblioteca) aparece de pronto y me invita a llenar una pequeña encuesta concerniente a las razones de mi visita. En varias ocasiones, don Héctor me ha conducido amablemente a través de sus dominios de papel, esto a pesar del asedio de consultas que siempre enfrenta de parte de los usuarios. El intercambio entre humanos es un hecho que siempre sucederá en una biblioteca, a diferencia del ilimitado Internet, que siempre carecerá de él. Después de explicarme que el gobierno decidió recortarle en un 50% el presupuesto a muchas bibliotecas públicas — entre ellas la Rudy Lozano—, don Héctor vuelve a su escritorio para seguir trabajando. “En estos momentos la biblioteca trabaja con la mitad del personal y de igual manera con la mitad del presupuesto, ayude con sus respuestas a demostrar que sus necesidades no han disminuido a la mitad”. En un parpadeo paso del júbilo a la indignación. No se necesitan
demasiados dedos de frente para deducir que este lugar es de primera necesidad para todas las comunidades, y enfatizo comunidades, porque, aunque la mayoría de los usuarios son latinos, los anglosajones y afroamericanos son también una presencia palpable. Poner en juego la vida de las bibliotecas es motivo de vergüenza para cualquier gobierno. Pero aún consciente de ese riesgo, no alcanzo a creer en un futuro con más guerras y menos bibliotecas, y tampoco creo en la posibilidad de que algún día tenga que desaparecer este refugio de letras llamado Rudy Lozano. Ignacio Guevara: Costarricense, es parte del consejo editorial de contratiempo
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La política en Venezuela se lucha 140 caracteres por vez Luis Alejandro Ordóñez
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n un reciente escándalo, Alberto Ravell dejó de ser el director del canal de noticias Globovisión, supuestamente por presiones de altos funcionarios del gobierno de Hugo Chávez. Para explicar su versión de los hechos, Ravell dio una rueda de prensa donde, como si se tratara de un patrocinador, el pajarito que identifica a Twitter dominaba el escenario. Junto al pajarito se leía @AlbertoRavell, el nombre de la cuenta del ex director de Globovisión en la red social. Pero Ravell no estaba promocionando su cuenta en Twitter; después de todo, con poco más de cien mil seguidores es el quinto usuario más popular de Venezuela. Lo que hizo Ravell fue enviar un mensaje muy claro de que a pesar de su salida, sería siendo tan incómodo para el gobierno de Chávez como lo fue desde el canal considerado como principal vocero de la oposición venezolana. Porque Twitter, la red social que permite a sus usuarios mandar a sus seguidores mensajes instantáneos de máximo 140 caracteres para que sean leídos, reenviados y comentados, se ha convertido en uno de los terrenos más activos del debate político venezolano. Opositores y afectos a Chávez están utilizando cada vez con mayor intensidad la popular red social para su actividad política. Esta lucha comenzó cuando usuarios opositores crearon la etiqueta #freemediave. Las etiquetas, o hashtags, son un método que permite encontrar fácilmente lo que la gente dice respecto a un tema. En aquella ocasión, la etiqueta se utilizó para protestar contra el cierre de canales de televisión y emisoras de radio por decisión del gobierno venezolano, y por extensión contra el general deterioro de la libertad de expresión y del ejercicio libre del periodismo. Pero en ese momento, para lo que más sirvió #freemediave fue para promocionar Twitter entre opositores al régimen de Chávez.
#freevenezuela La etiqueta #freevenezuela, que amplió el rango de acción de #freemediave al ser utilizada para hablar no solo de la libertad de expresión, sino de todos los problemas del país, se convirtió rápidamente en uno de los hashtags más populares del mundo. Y esta vez el gobierno de Chávez sí se enteró del reclamo. Chávez catalogó a la red social de terrorista y acusó a la CIA de utilizarla para desestabilizar al país. En
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diversos artículos de prensa y desde websites identificados con el gobierno, intentaron demostrar la relación entre la CIA y los usuarios de Twitter que colocaban la etiqueta. Mientras, seguidores de Chávez llenaron Twitter con nuevas cuentas de usuarios para enviar mensajes a su favor utilizando la etiqueta #freevenezuela y así dar la sensación de que la etiqueta era en realidad de apoyo al gobierno venezolano. Además, abrieron cuentas que intentaron suplantar las de usuarios famosos e influyentes, utilizando nombres muy parecidos para confundir a quienes quisieran seguirlas. Estas estrategias produjeron que muchos usuarios opositores señalaran las cuentas sospechosas de ser “chavistas”, pidiendo que fueran bloqueadas (bloquear una cuenta permite al usuario evitar que alguien no deseado lea sus actualizaciones, o leer las actualizaciones del bloqueado). También se propagaron rumores de que el gobierno estaba implementando tecnologías que le permitirían restringir el acceso a Internet o censurar las páginas o usuarios que le resultaran incómodos. Pero semejante actividad lo único que hizo fue consolidar a #freevenezuela. Pareciera que los simpatizantes de Chávez se dieron cuenta de ese efecto bumerán. Casi dos meses después del gran pico de #freevenezuela, la etiqueta se mantiene en uso pero ya no refleja todo lo intenso que sigue siendo el debate político y el constante ataque mutuo que en Twitter llevan a cabo ambos bandos. Alcance internacional Una de las cosas que ha hecho tan popular mundialmente a Twitter, es que permite a cualquier usuario estar tan cerca como quiera de sus seguidores, incluso aunque ese usuario sea una celebridad. Así, en Twitter la gente puede seguir a sus estrellas favoritas, y algunos famosos responden al fervor y devoción que generan, compartiendo muchísima información en la red. Es el caso de Juanes, el cantautor colombiano que es seguido por más de 430 mil personas y que ha enviado más de 2,300 mensajes. Uno de ellos, un chiste sobre Chávez que enfureció a la comunidad Twitter que lo apoya y que fue reenviado por todos aquellos que se le oponen. El chiste fue un juego de caracteres sobre el que sería el pin del teléfono Blackberry del presidente venezolano: H1J0D3PU7A. Desde entonces, el usuario @juanes suele recibir numerosos
mensajes tanto de apoyo como de ataque, a tal punto que en mensajes posteriores Juanes reivindicó su derecho a decir lo que quiera a través de Twitter y de cualquier otro medio. Pero es el precio que se paga por hacerse eco de la diatriba política venezolana, sea a favor o en contra de Chávez, quien insiste en que la batalla de las ideas hay que darla en todos los frentes. Lo que sucede en Twitter demuestra que tanto sus seguidores como sus detractores están dándola. Si no que lo diga Willie Colón, la gloria de la música caribeña, quien en su cuenta @williecolon, donde es seguido por casi 22 mil usuarios, colocó el enlace a un video sobre protestas contra Chávez bajo el mensaje “el pueblo de Venezuela se levanta contra la dictadura”. Aquello de inmediato produjo una avalancha de mensajes atacando al músico, no solo desde el ángulo político sino también desde el personal. Algunos mensajes lo llamaban drogadicto y otros hasta decían que Héctor Lavoe siempre fue mejor que él. También recibió muchos mensajes de apoyo, y casi a un mes de ese mensaje todavía sigue recibiendo respuestas de ambas partes. Pero lo impresionante es la paciencia con que Colón responde cada uno de los mensajes que le envían, sobre todo a los ataques, utilizando las siglas RT, que en Twitter significan que se está reenviando un mensaje recibido, para mostrarlo junto al comentario pertinente con que contesta, muchos de los cuales son muy sagaces. Ciberactivismo En el siglo XXI la política se está llevando a cabo a través de los llamados social media. Mucho se ha hablado del papel que tuvieron en la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales estadounidenses, experiencia que ha hecho que incluso aquellos que no estaban muy convencidos de la efectividad del Internet para llegar a los electores, ahora estén utilizando algún tipo de social media. Y en Venezuela es año de elecciones. En septiembre los venezolanos votarán por una nueva Asamblea Legislativa, y como se ha vuelto costumbre desde que Chávez se lanzó por primera vez como candidato a la presidencia, en 1998, estas elecciones parlamentarias se presentan dentro de una retórica de todo o nada. Chávez en diversas ocasiones ha pronosticado una guerra civil si la oposición gana la mayoría en la Asamblea, mientras las primeras encuestas dicen que si bien no hay clara tendencia de voto hacia la opción no identificada con el Presidente, sí señalan que al oficialismo le va a costar mucho convencer a los electores de que voten a su favor. La red social permite ver y ser parte del debate en que el país está sumido. La división política de Venezuela está lejos de solucionarse y Twitter es el terreno más moderno donde se profundiza esa separación entre los bandos. Los mensajes que unos y otros envían, hacen presagiar no una pronta reconciliación sino que 140 caracteres son más que suficientes para dar la próxima batalla. Luis Alejandro Ordóñez: Escritor venezolano. Vive en Chicago.
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Foto: Maria Quiñonez | MQImages.com
Foto: Inthesitymad
colombiano, dando evidencia de entender plenamente la única frase que cantaba Li en inglés: “You make me feel soooooo hot! Nota: Bomba Estéreo se presenta el 26 de julio como parte de la serie “Downtown Sound: New Music Mondays” en Millenium Park.
El Gavachillo, Delorean y Bomba Estero
Currulao, cumbia, banda y chillwave del siglo XXI: SXSW 2010 Foto: cortesía de The Windish Agency
Catalina María Johnson
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ara el Festival de SXSW (South by Southwest), que se celebra cada año en Austin, Texas, el evento de mayor importancia dentro de la industria de la música independiente del mundo, descienden unos 13 mil visitantes. Uno de los primeros paneles sobre la música congregó en su escenario a varias eminencias musicales para que comentaran sobre la música latina en el escenario de música global. Entre los presentes se encontraban el argentino Gustavo Santaolalla (ganador de dos Oscares por Banda Sonora y fundador del grupo de tango electrónico, “Bajofondo”) y el mexicano Emmanuel del Real (productor y miembro del grupo de pioneros roqueros, “Café Tacuba”). Los miembros del panel respondían a preguntas poco suspicaces: que si los latinos tenían que cantar en inglés para lograr ampliar su público, que si los que asistían a los conciertos de música latina eran en su mayoría anglosajones o latinos, y la discusión se atoró en comentarios poco memorables. Horas después, en uno de los escenarios de SXSW, tres músicos afrocolombianos le cantaban a un público que dudo mucho que en su gran mayoría entendieran la letra: Somos Pacífico, estamos unidos Nos une la región, la pinta, la raza y el don del sabor… …porque Colombia es más que marihuana, coca y café… Fragmentos de “Somos Pacífico”, de la canción de Choc Quib Town Varios en el público me preguntaban con gran entusiasmo “what´s their name!?” “who´s this group!?” porque ni manera que supieran que el “choc” se refiere al Chocó
y el “quib” a Quibdó, y el “town” porque de ahí son los músicos, de estas zonas producto de la esclavitud y de la diáspora africana que quedaron marginadas en el litoral colombiano, y que según uno de los músicos, el MC Tostao, han sido invisibilizadas en cuanto a etnia, cultura y arte; condición que están empeñados en cambiar con su música. Lo que les quedó claro a todos era el gran talento del grupo, su claro dominio del material, su sonido fresco, y en todo caso, el brinquito de pogo que intentábamos imitar no requería de traducción para poder ser comprendido y practicado. Por lo que las mejores respuestas a las preguntas del panel sobre cómo debieran proceder los músicos latinos para desplayarse con mayor efecto dentro del escenario global, las dieron los músicos mismos en sus actuaciones: con su evidente pasión y talento, en afirmación orgullosa de sus raíces que imbuían de ritmos contemporáneos, en su arte de definirse de manera genuina y original; todo lo que a final de cuentas, se traduce a una gran capacidad de comunicarse con el público, encontrando sin necesidad de palabras el vinculo entre corazón, alma y música. Aquí comentamos cuatro grupos latinos que dejaron huella en SXSW. Felizmente, algunos de ellos están programados para visitarnos en los próximos meses. Choc Quib Town y el trance del hip-hop del pacífico colombiano Fundado en el 2000, el grupo de tres MC´s: Goyo, Tostao y Slow, fusionan su hip hop con el funk, el hip hop norteamericano, el ragga jamaiquino y la electrónica: a la vez van incorporando de una manera muy natural ritmos tradicionales de la costa Pacífica como el currulao (ritmo que se dice lleva a los danzantes a un trance, quienes se vuelven instrumentos involuntarios del espíritu superior que se comunica a través de la música) o el aguabajo (tonada de intercambio
entre voces masculinas y femeninas que es “canto de viaje” ejecutado al bajar por el agua de los ríos). A todo esto hábilmente le añaden toques de ritmos caribeños como la salsa o afrolatinos como el bugalú. Lo que destaca en CQT es el gran carisma de los tres principales, la voz de la cantante Goyo, de extraordinaria fuerza y rango, y la gran habilidad con la que despliegan el rap sobre los fondos rítmicos que en todos sus colores y sabores son una maravillosa supervivencia de África. Nota: Se está considerando traer un concierto de Choc Quib Town para septiembre, posiblemente como parte del Festival de Música del Mundo de Chicago. Bomba Estéreo y el fuego de la cumbia electro-psicodélica Se paseaba sobre el escenario de un lado a otro una pequeña cantante de enorme voz, casi gritando en vez de cantar, “¡Fuego! ¡Mantenlo prendido! ¡No lo dejes apagar!” De Santa Marta, Colombia, Liliana Saumet es una presencia feroz. Con Simon Mejía, de Bogotá a cargo del bajo y el sampling, formó el núcleo original de Bomba Estéreo en el 2005. Hoy día el grupo cuenta con tres miembros adicionales, incluyendo el guitarrista Julián Salazar, de Pereira, que en el reverb de las notas de su guitarra añade el dejo psicodélico que caracteriza el sonido de Bomba Estéreo. En perfecta sintonía con la voz de Liliana, van tejiendo sobre una base de ritmos de cumbia una alfombra mágica y psicodélica con un leve toque punk, que transportó al público, el cual se entregaba completamente al frenesí musical creado por este grupo
Y ¡ajúa! desde Los Ángeles: El Gavachillo y su Banda Lluvia de Estrellas Del reconocido grupo latino/beat mundial/alternativo, Ozomatli, de Los Ángeles, el bajista y vocalista Wil-Dog reunió hace un par de años más de una decena de músicos en una banda de música “banda”. No escatima en vestuario Wil-Dog - llegó luciendo muy blancas y brillantes botas, gran sombrero, y una hebilla que le hacía competencia al sombrero en tamaño. Hasta ahora la difusión de la música “banda” ha quedado marginada y por fuera de las corrientes principales no solo anglosajonas sino latinas, quizás debido a que muchos sienten poca afinidad cultural con el tema de grandes botas y sombreros. Sin embargo, este grupo podría ser el que nos haga a todos olvidarnos de tales detalles, ya que pierden importancia a la luz de la contagiosa felicidad de los ritmos impulsados por la banda. Wil-Dog, ahora también conocido como “El Gavachillo”, venía acompañado por músicos de gran talento, de los que destacaban los dos trompetistas y el acordeonista, quienes al darle un ligero toque sincopado al compás, le añadían un toque contemporáneo y ligeramente club a la música de banda, y con entusiasmo el público le hizo eco al ¡ajúa! Delorean y el aire fresco del chillwave catalán Casi a las dos de la mañana, en un gran estacionamiento, se amontonaban cientos de jóvenes meciéndose al compás de la música que creaba el DJ Ekhi Lopetegi, con su grupo Delorean de Barcelona, cuyos cuatro miembros se unieron a principios del siglo. El sonido que crean hoy día dista mucho del punk hard core que caracterizaba a los músicos en sus agrupaciones anteriores, ya que hoy crean un sonido dentro del género electrónico del chillwave, completamente internacional. A la luz de las estrellas se hablaba un idioma que todos entendían: un pop electrónico con saborcito a la música de Enya, de gran luminosidad, que elevaba los ánimos, y lo hacía a uno sentirse muy bien. Sin palabras, al compás de una paleta de sonidos de dulce tecnicolor, el público se mecía de un lado a otro y de arriba abajo, hablando el idioma universal del trance musical. Nota: Delorean se presenta en Metro el 5 de abril. Para mayor información sobre la música mencionada: http://www.chocquibtown.com/ http://www.myspace.com/wildogsbanda http://www.prefixmag.com/artists/delorean/ http://www.myspace.com/bombaestereo Catalina María Johnson, Ph.D. es locutora y productora de programas de música latina para estaciones de radio pública. Para mayor información: www.encantolatinoproductions.com
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Foto: cortesía de www.fabrikalink.com número 74
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Humor y literatura:
Entrevista con Ilán Stavans Olivia Maciel
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livia Maciel: No hace mucho hiciste una presentación en el marco del Chicago Humanities Festival, en noviembre del 2009, sobre el humor en Cantinflas. ¿Qué es original en su comicidad? Ilán Stavans: Cantinflas es un símbolo de la actitud del mexicano —y por antonomasia, del iberoamericano— ante la adversidad: a través de su lenguaje anárquico reordena un mundo que, desde su perspectiva, es incoherente. Pero su lenguaje es necio, torpe, atropellado, y esas características definen su actitud ante los demás. A diferencia de Charlie Chaplin, cuyo humor radica en el mutismo, las películas de Cantinflas satirizan la jerarquía social a través de un lenguaje pre-alfabeta. OM: Si en general el humor es una válvula de escape, ¿nos roba la energía para cambiar el panorama político, cultural, histórico, social? IS: Al contrario, el humor puede ser un instrumento de cambio. En el caso de Cantinflas, su público devoto está en las clases bajas. Él no instiga a que los espectadores transformen su realidad sino que relaja su tensión. Igual ocurre con “La India” María, “El Loco” Valdez, Chabelo, Chespirito y Los Polivoces. No son distintas sus estrategias a las del grupo británico Monty Python. Pero hay comediantes —el caso de John Leguizamo, George López y el grupo Culture Clash— cuyo efecto es más profundo en el ámbito ideológico. OM: Cuando visitaste Chicago, conversábamos sobre “El Boom” latinoamericano y su relación con los escritores contemporáneos de la región. ¿Puedes explayarte al respecto? IS: Terminada la explosión de “El Boom”, la literatura de habla española en nuestro continente viene pasando por un período de letargo. O quizás esa sea su condición verdadera y “El Boom” fue una excepción a la regla. Autores como Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, no todos ellos parte integral de “El Boom”, ofrecieron una visión original y distinta de la realidad americana. Esa originalidad estuvo eclipsada en los ochenta y noventa, aunque, sobra decirlo, abundaban las voces que anhelaban una esquina del escenario. Entre los escritores contemporáneos siento enorme admiración por Roberto Bolaño, cuya originalidad estriba en invitarnos a ver el universo desde una perspectiva noir.
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OM: ¿Qué piensas del movimiento literario del “Crack” en México, que incluye a escritores como Jorge Volpi y Pedro Ángel Palou? IS: Los leo sin asombro. OM: Yo pienso que los escritores del “Crack” aún no terminan de definirse, aunque encuentro en ellos una nueva estética. De cualquier modo, últimamente parece haber una toma de conciencia en el público, y en especial entre los críticos, que una de las fuentes creativas literarias dentro del horizonte latinoamericano es la escritura que llevan a cabo ciertos escritores judíos. Tenemos el caso de Angelina MuñizHuberman, Margo Glanz, Clarice Lispector y Ana María Shúa. ¿Existe una literatura judía latinoamericana? IS: Existe, por supuesto. Este despertar se debe, creo, al cansancio con que “El Boom”, pintó nuestro horizonte de forma monolítica (América Latina como un continente inacabado, corrupto, herido por la Iglesia Católica). Otras culturas han salido a la luz, entre ellas la judía. No quiero decir que “El Boom” haya ignorado del todo estos temas: Borges escribió sobre los judíos, Vargas Llosa publicó El hablador, Cortázar “Recortes de prensa”, Carlos Fuentes Cambio de piel, La cabeza de la hidra y la monstruosa Terra Nostra. Pero los escritores judíos latinoamericanos, entre los que se cuentan los que tú listaste así como Alberto Gerchunoff, Moacyr Scliar, Victor Perera e Isaac Goldemberg, entre otros, ofrecen un acercamiento frontal al asunto. Su literatura aún no recibe la atención que se merece.
era México. Ese entendimiento sigue conmigo hasta la fecha. Son tres mis identidades: la judía, la mexicana y la norteamericana. OM: ¿Había humor en tu casa? IS: Mucho. Reírnos de nosotros mismos era una tarea que mis padres instauraron en el hogar. Se comienza a tener una aproximación crítica ante los demás solamente cuando uno no toma en serio todo lo que hace. El humor mexicano y el judío son diametralmente distintos pero en mi caso mutuamente dependientes. OM: ¿Cómo es el humor judío y cómo el mexicano? IS: El humor judío pone al espectador en un precipicio. Los judíos siempre creemos que el apocalipsis está a punto de llegar y que el prójimo siempre está en nuestra contra. Reírse, pues, es una manera de enfrentar el odio,
auténtico o ficticio, que impera en nuestro alrededor. El humor mexicano surge de un sentimiento de inferioridad en el cual los mexicanos siempre echamos a perder aquello que se nos presenta. OM: ¿Tú te ríes de lo que escribes? IS: Nunca me lo tomo en serio. Y me gusta esconder mensajes jocosos entre líneas para los lectores atentos. OM: ¿Cómo contribuye la literatura latinoamericana a la literatura universal? IS: La literatura latinoamericana es universal. Nuestros temas son los de Shakespeare: el orbe entero. Olivia Maciel. Escritora mexicana. Autora de Sombra en plata. Vive en Chicago
OM: En tu obra ensayística tu identidad como judío mexicano cobra mucha importancia. Háblanos de la importancia de tu tradición cultural como judío mexicano. Hay ciertos escritores que provienen de cierto origen y tradición, y, sin embargo, su extracción no se manifiesta explícitamente en su literatura, como es el caso de Alejandra Pizarnik. IS: Yo me eduqué en el seno de una familia judía en el Distrito Federal. Mi padre es actor y había montado piezas teatrales como El diario de Ana Frank, que, a pesar de que no había nacido todavía, marcaron la manera en que la familia hablaba del pasado colectivo. Mi madre era asidua lectora de la literatura rabínica. Desde niño yo me entendí a mí mismo como miembro de una diáspora multinacional en el capítulo específico que
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Miguel Hernández + Joan Manuel Serrat =
Serrat Hernández Jochy Herrera Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras, tú eres uno de aquéllos…
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iguel Hernández, poseedor de una “intuición lírica purísima y precoz, madurada después por el dolor y la muerte”, es el hombre que hace poesía sus vivencias creando de tal forma un mundo transfigurado —como el de todo poeta verdadero—: universo donde las más ásperas, fuertes y extremadas realidades, son en sí su obra. Estas ideas introductorias del libro La obra poética de Miguel Hernández, de la autoría de José Antonio Serrano Segura, son eco de lo dicho por Jaime Sabines, maestro del mundo exterior y del mundo íntimo del poeta: la poesía, es ya un destino. Miguel Hernández, “poeta de la libertad”, “cabrero-poeta” de aquella España herida de los cuarenta, acaba de morir en marzo 28, sesenta y ocho años atrás. Este 2010 cumple además un siglo de nacer, y su patria lo celebra en grande con decenas de eventos, charlas, publicaciones y un viaje donde los versos de su primera colección, Perito en lunas, llegarán a Selene a bordo de una cápsula espacial de la empresa estadounidense Celestes “a fin de cumplir el deseo del poeta”, según ha declarado la Fundación Miguel Hernández. Más abajo, en el vulgar planeta Tierra, Joan Manuel Serrat, él, poeta de la música, acaba de entregarnos un Miguel Hernández Hijo de la luz y de la sombra en trece textos hernandinos repletos de teclas, violines, chelos, trompetas y, más que nada, de la privilegiada voz del catalán sesentón. La misma voz que hace cuatro décadas fue pionera en musicalizar los versos del vate alicantino muerto en las cárceles franquistas creyendo en los hombres y esperando de ellos sin que se le apagara en ningún momento esa luz que trágicamente le hizo morir con los ojos abiertos, en palabras de Vicente Aleixandre. “La razón de este trabajo es la intemporalidad de la poesía de Miguel Hernández, la vigencia de sus textos más allá del lugar y el tiempo en que vieron la luz; estos versos siguen tan sólidos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí. Quiero abrir las puertas a la gente para que profundice en su poesía, en un poeta que vivió con un rigor ejemplar, con una vida llena de dolor pero también de lucha”, ha declarado Joan Manuel. En los albores de 1972 aparecía aquel disco icono Miguel Hernández, donde junto a Serrat muchos fuimos niños yunteros coreando “Para la libertad” en elegía a héroes y amigos idos. Hoy Serrat nos ha transportado al horizonte que Ramón Sijé predijo en el prólogo de Perito en lunas. Porque Hijo de la luz y de la sombra abarca justamente las tres fases de Miguel Hernández descritas por Sijé en 1933: la del afincado en la tierra, la del poema terruñero; la “literaria”, resonante de voces y reflejos —metáforas perseguidoras de Góngora—; y la
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tercera, la del perito con “musculatura marina de grumete” que ha encontrado esa poesía secreta, escondida y minoritaria, a juicio de Serrano Segura. Es de tal forma que en Hijo de la luz y de la sombra somos testigos del artista-hombre sensible que parte de lo concreto, del hambre y la opresión: Tened presente el hambre: recordad su pasado turbio de capataces que pagaban en plomo; el que atraviesa por los horrores de la guerra para, firme de esperanzas, abrazar al amor: ...Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos, seguiremos besándonos en el hijo profundo. Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos, se besan los primeros pobladores del mundo. Los versos incluidos en esta colección adquieren con la voz de Serrat una sobria tonalidad que no solo es respetuosa del autor, porque como ha indicado el intérprete —el cantautor le debe más al poeta—, sino también proveedora de un indiscutible frescor: el júbilo complacido del regreso, cuatro décadas después, al corazón de un amigo. A la cercanía de un hombre cuyo carácter el propio Serrat ha confesado desear tener. Ha sido Hijo de la luz y de la sombra, a mi parecer, un abrazo entre ambos autores quienes generaciones aparte, han transformado una horrenda historia en un reto a la alegría y a la luz de la memoria. Como es usual, Joan Manuel se ha acompañado de un elenco de primera bajo la dirección musical del destacado compositor y concertista Joan Albert Amargós, a cargo también de los teclados junto a Ricard Miralles: el guitarrista David Palau, el bajista Víctor Merlo y la percusión de Luis Dulzaides entre otros. De igual forma se destaca la voz del cantaor catalán Miguel Poveda (recientemente incluido en la banda sonora del filme Los abrazos rotos) quien hace poderoso dúo en el poema Dale que dale.
El trabajo se acompaña además de un DVD donde lo mejor de la cinematografía española contemporánea hace homenaje a Miguel Hernández a través de cortos inspirados en las canciones: Isabel Coixet, Jaime Chávarri, Sergio Cabrera, José Luis Garci y Pere Portabella entre otros, evocan el imaginario hernandino en el contexto visual convirtiendo el disco en un verdadero documento histórico: espejo del hombre consecuente con su época, provocado por su entorno e ido a destiempo. Miguel Hernández dejó de escribir a los 29 años y murió tuberculoso dos años después encarcelado por las garras del fascismo franquista. A pesar de una intensa y accidentada vida, su legado literario se enriqueció a partir de la sencillez de un humilde origen y en la fragua del compromiso político; sus sonetos son reflejo de los clásicos españoles (Luis de Góngora y Garcilaso de la Vega), y de dos grandes del siglo XX: Neruda y Aleixandre, con quienes exploró el trabajo periodístico y estableció una profunda amistad en el seno de la Guerra Civil. El propio Neruda, “con el color de la tinta verde en el que siempre escribía sus poemas”, nos dijo sobre Miguel Hernández que “recordar que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor (...) ¡nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”. Jochy Herrera, miembro de la mesa directiva de contratiempo; autor de Extrasístoles (y otros accidentes).
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El opio del pueblo Bernardo Navia
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so es, según alguien dijo una vez, lo que es el fútbol. Nunca, la verdad, he puesto en duda lo acertado de tal oración, y fue de lo primero que me acordé al pensar en este artículo justo ahora que Chile acaba de sufrir (al momento de escribir esto) el peor terremoto de la historia del planeta desde que éstos se comenzaron a medir con seguridad. Fue de lo primero que me acordé al pensar en este artículo y en las imágenes de indecible destrucción, caos y muerte que vi a través del satélite. Y, con cierta incomodidad, este mismo pensamiento me hizo pensar en lo que sigue. Ni los más de veinte años que llevo residiendo en este país, ni el estar muy conectado (tanto en lo profesional como en lo personal) a la idiosincrasia cultural y social americana; ni, en fin, la ausencia de este deporte en la cotidianidad americana han alterado mi aproximación (subjetiva y parcial, lo admito) al concepto del fútbol. Los años lejos de Chile (los innumerables regresos virtuales no cuentan) me han enseñado a atesorar memorias e información futbolera de manera especial. Fue en este país que, por ejemplo, y mientras seguía los partidos tanto de copas mundiales de fútbol como clasificatorios a esta y junto a tantos otros fanáticos (de diversos países), aprendí a valorar, a entender y a querer la historia de “La Roja”, como se le llama al seleccionado chileno. Desde el año 1930, en Uruguay, cuando disputó su primer mundial (siendo eliminada de este por Argentina); pasando por el año 1950, cuando logra pasar a segunda vuelta (este mundial permanece más bien en la memoria de muchos como “el Maracanazo”, dada la histórica derrota de Brasil, país sede, ante Uruguay en el mismísimo estadio Maracaná); y pasando también por 1962, su mejor mundial ya que salió tercera La Roja y fue Chile el país organizador; pasando además por el mundial de Inglaterra, en 1966, en donde no se logró retener la gloria, ya que la selección fue eliminada en primera vuelta; y pasando asimismo por la que para muchos es considerada la mejor selección de la historia, la que acudió a la cita mundialista en la entonces Alemania Occidental (1974), selección chilena que contó con figuras ya legendarias en el acervo cultural y popular chileno (Carlos Caszely, Sergio Ahumada, Elías Figueroa, llamado por Franz Beckenbauer “el mejor defensa del torneo”, y otros); y pasando también por la oscura década del 80. “Oscura” porque, primero, fue una década marcada por la dictadura militar de Pinochet, durante cuyo gobierno se organizó tantos partidos de fútbol para proporcionar opio a un pueblo
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atrozmente reprimido; en segundo lugar, fue una década “oscura” porque fue el país testigo de una Roja que, de alguna manera, representaba bien el clima de incertidumbre y desvarío que reinaba en el panorama político nacional: el fiasco de España ’82: La Roja fue eliminada en primera vuelta, a pesar de haber clasificado para el mundial en el primer lugar sudamericano, lo que hizo tener grandes expectativas. Y, en tercer lugar, el gran escándalo de 1989, cuando en un encuentro ante Brasil (por las eliminatorias para Italia ’90), en el estadio Maracaná, y estando abajo en el marcador por 1 gol a 0, su arquero (Roberto Rojas) se hizo un corte en la frente, con un bisturí que había ocultado en uno de sus guantes, con el propósito de que se suspendiera el juego. La Roja fue suspendida y no participó en un mundial hasta Francia ’98, cuando avanzó hasta octavos de final, siendo derrotada por Brasil. Finalmente, después de haber pasado por todos esos tiempos, lugares y situaciones, La Roja espera que Sudáfrica 2010 sea su mundial, y Marcelo Bielsa (“El Loco”) se consagre como el entrenador más grande de todos los tiempos. No me es necesario, sinceramente hablando, vivir allá o ir a los estadios a ver personalmente un encuentro de La Roja de este siglo XXI, para entender y vibrar con el espíritu febril, incondicional y, tal vez, aún inocente de un pueblo chileno (como tantos otros) que se entrega al consumo de este opio futbolero. Si al comienzo de este artículo me sentía incómodo ante la idea de escribir sobre fútbol, considerando que no es, precisamente, lo más importante en estos momentos de tal devastación que castiga a mi país; ahora sé que sí importa entender (y defender) estas instancias que forman parte de la idiosincrasia y naturaleza nacional. Y también sé que la fuerza que une a Chile ante La Roja, es exactamente la misma que lo une ante la catástrofe. Curioso. El sentimiento de unidad y solidaridad que percibí con otros hinchas de La Roja, cada vez que esta cosechó triunfos y fracasos en el pasado, es el mismo que experimento ante las muestras de apoyo y cariño hacia un Chile destruido en el presente. En el primer caso, se trata de un sentimiento que nacía desde Chile y se dirigía al propio Chile y los chilenos; en el segundo caso, es también un sentimiento que se dirige a Chile, mi país, y nace de aquí, que también es mi país. Bernardo Navia: Escritor chileno. Vive en Chicago.
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el pedido del nenúfar om ulloa
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contratiempo se complace en presentar La Mirada Poética, muestra de videopoesía, 24 de abril, 3:00 pm, Instituto Cervantes. número 74
n el aire, un día. abierta y flotando iba. la respuesta. en el espacio de aquel rincón del cual no recuerdo el nombre. surgió de pronto. venía aromática la razón en su existencia, vestida de esperanzados tules verdiazulados con la inolvidable cabellera de hebras de seda enredada a las agujas de las brisas, a las corrientes hilvanadas del momento. ideas sueltas, decía ella, la respuesta. y nos colmó del perfume de la verdad, dizque transparente. luego diáfana diana de voz queda se encaramó en la epidermis de un gusano muerto en el jardín de rosas blancas que plantara un día un cadáver exquisito. allí despacio dejó de contestar la réplica clara cuando al asomarnos al jardín la llamábamos por sus múltiples apodos: ven raciocinio, discernimiento, entendimiento, racionalidad, reflexión, juicio, ven… entonces un silencio arqueado flexionaba murmullos sobre el rosal de botones cerrados. con lógica pensé en la reproducción de lo que antes fueran las ideas sueltas de una sola. era, decían los entendidos, la ley de la vida. cambio y multiplicación, evolución y propagación. otra generación. aun así rechazamos la prudencia e insistimos en llamarle por su antiguo nombre, el original. la respuesta. una sola en singular. repetimos el pedido. uno solo en singular. empecinado el silencio nos aturdió. ya no venía del jardín, el silencio. estaba en todas partes del rincón aquel del cual no recuerdo el nombre. machacaba las puntillas en las paredes de las que colgaban almanaques tupidos de hojas. meses y días sin tachar. dominaba los paisajes como una llovizna perpetua. su humedad surgía como una mueca en nuestros labios indígenas. la ventana del cuartico al jardín ya ni existía. el silencio llegó un día y sin explicar su razón, la clausuró. en el jardín, descuidado y en ruinas, el cadáver antes exquisito hoy hediondo emanaba tufos insoportables. mientras, los gusanos se multiplicaban. y en su propagación, otra y otra generación.
pero la reproducción daba frutos débiles y mal nutridos, pensé. la respuesta copulaba consigo misma encandilada por la pasión del autoreflejo. día y noche se masturbaba en los pocos espejos que quedaban colgados de las oxidadas puntillas de los muros coloniales enchumbados de salitre de cuando estaba bella la mar y las niñas llevaban zapaticos de rosa. y la verdad, el reflejo de la respuesta, no se cambiaba de saco aunque el peso de las medias y sus ligas le dieran calor. así los genes se degeneraban. no era, decían los entendidos, ley de la vida quedarse estancado, no moverse, no evolucionar, no alimentar el grito de otra generación, fueran hijos de gusanos o del incesto propio de los reflejos. y así se desvaneció. la respuesta. que no lo fue. nunca. así expiró como aquellos relojes desfallecidos de dalí. abatidos y lánguidos de tiempo pasmado. pero en el cuartico con la ventana clausurada de aquel rincón del cual no recuerdo el nombre nunca cesó la persistencia del pedido. engendrado en la memoria se infló. sus frágiles raíces de nenúfar incipiente crecieron. líquido. acuático. resbaloso. un nenúfar propio de charcas y pantanos de corriente lenta. asqueado y alejado del jardín de las viejas rosas blancas. un nenúfar implantado en el tiempo pasmado ahora incitaba el urgente trasplante. operación en la que, muy a menudo, la compleja red que es la base de la planta, sufre daños irreparables produciendo la muerte del vegetal. así lo advirtieron los entendidos. los ciegos apartaron la vista de la flor que reclamaba el derecho de existir. los sordos no escucharon los gemidos de sus pétalos al abrirse en una nueva regeneración. pero el pedido estaba claro. transparente, casi. así dejó de ser singular. ya era plural y elemental. por ser un pedido evidente, primordial en su libertad. libertad. la única y perenne verdad. Om Ulloa: poeta cubana. Vive en Chicago
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contrafoto Rafael Franco-Steeves
En torno al sufrimiento Marco Escalante
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odos sufrimos. El sufrimiento no es un accidente, sino una ley. Una ley comprensible además, puesto que el mundo es una telaraña de intereses contrapuestos que chocan y se anulan entre sí. En dos palabras: mi bienestar, mi felicidad, reposa siempre sobre la infelicidad de otros. Otra característica del sufrimiento es su universalidad. No solo compete al hombre, sino a todo ser vivo. El gran Giacommo Leopardi, en su disertación en torno al sufrimiento, incluía con generosidad a los animales. También lo hizo Schopenhauer, pero con una frialdad filosófica y germana. Al comprender este punto, hay que distanciarnos un poco de aquellos que contemplan al hombre como centro del universo, así como de aquellos que, al luchar por los derechos de los animales, olvidan la tragedia humana. Vamos acercándonos al centro. A uno de los rasgos esenciales del sufrimiento: su carácter expansivo. El sufrimiento crece en el corazón del individuo, ese universo privado es su medio y solamente allí se le concibe en su verdadera dimensión y peso. Como no podemos penetrar el corazón ajeno, nos resulta imposible saber la gravedad de sus pesares. La moral de este asunto es sencilla: no critiques nunca el sufrimiento de los otros, no digas que sus motivos son minúsculos, no desdeñes a quien sufre por cosas que en apariencia son pequeñeces. Chateaubriand es el autor de esta máxima: “Los corazones tienen secretos distintos, incomprensibles para otros corazones. No discutamos a nadie sus sufrimientos; con las penas ocurre como con las patrias, cada uno tiene la suya propia”. Así el hombre cuyo valor moral trasciende lo rutinario, reconoce en la tristeza de los demás un arcano. No hay película más sabia que El sabor de la cereza, ya que a pesar de que su tema es el suicidio, nunca nos revela por qué el personaje principal quiere matarse. La oscuridad es la ley. El sufrir es un misterio. El silencio es la expresión de la sabiduría y el respeto.
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Otra cosa importante. Al sufrimiento hay que verle el verdadero rostro. ¿No describimos a menudo nuestro sufrimiento cotidiano como simples incomodidades? La inconformidad con el trabajo que consume las tres cuartas partes del día, las insatisfacciones conyugales, el imperio avasallador del tedio, nos parecen cosas negativas, pero por lo general no parecen ser parte de la órbita del sufrimiento o la tragedia. Y sin embargo lo son. Su pequeñez es engañosa. Son partes aparentemente nimias de una trama compleja. Pero juegan su rol nefasto y colaboran, de manera casi invisible, con nuestra infelicidad general. La tristeza está dispersa en todos los lugares, todas las actividades, y extiende su dominio de lo externo a lo interno, del mundo material a la sangre. El aburrimiento, esa bestia cruel hecha de sombra y vacío, es el sufrimiento magno que sucede al sufrimiento laboral que a todos agobia. A esto se refiere Schopenhauer cuando dice que “el hombre necesariamente muere con una espada en la mano”. Sí, muere luchando. Contra el sufrimiento, contra ese heraldo negro, contra esa bestia que amamos y odiamos. ¿Qué hacer entonces con nuestro sufrimiento? ¿No es el suicidio la respuesta lógica a su descomunal atropello? No. Son pocos los hombres que se matan. Son muchos los que viven, teniendo razones suficientes para matarse tres veces. ¿Por qué? Porque el hombre se acostumbra al dolor y a la lucha; y llega a comprender, intuitivamente, que la vida consiste precisamente en eso. Es decir, en buscar en el laberinto de la infelicidad, pequeños remansos de paz y alegría. Nuestro corazón, defectuoso en su origen, no puede amar la perfección de la vida y el mundo. Necesita de los altibajos, de la sombra que realce el tránsito fugaz de la luz. Necesita comparar. Por eso llega a amar el sufrimiento, y las promesas de felicidad total le resultan insatisfactorias. Tal es la debilidad de la utopía: su promesa de una sociedad casi perfecta. ¿Y el consuelo de los muchachos sensibles? ¿Quién no ha llegado, en la adolescencia, a la conclusión de que el sufrimiento es la fuente más legítima de la expresión artística? ¿Quién no ha plasmado sus quejas en un papel escolar? ¿Quién no ha escrito poemas contra el mundo? Chateaubriand se burlaba de esas cosas, y a pesar de su sabiduría, hacía mal. Ese chico inocente que veía el mundo como una trampa, tenía en el fondo un corazón muy noble y desinteresado. Tras abandonar esos melancólicos principios que eran su tesoro espiritual, es decir, al convertirse en adulto, ya no intenta comprender el sufrimiento, sino, por ense-
ñanza social, busca aprovecharse del sufrimiento ajeno, es decir, sobrevivir. La moral del asunto es otra vez sencilla: si te resulta posible, conserva los sentimientos de cuando eras puro, respeta el sufrimiento de tu adolescencia y sobre todo el sufrimiento de los otros, vive de tal modo que el mundo no te obligue a vender tu alma. Así tu poesía haya sido mala, tu corazón no lo fue, y eso basta. Ya maduros llegamos a una conclusión más exacta. El sufrimiento no ayuda a crear. No agudiza el pensamiento ni el talento. El sufrimiento solamente agota, estupidiza y mata. La que nos ayuda a crear, la que agudiza nuestra sensibilidad es la melancolía, que es muy distinta del sufrimiento. El sufrimiento es algo claro, definido y concreto: sabemos lo que nos duele y la razón de ello. La melancolía, en cambio, es indefinida: nos coloca en un extraño equilibrio que se parece a la tristeza y no es tristeza, que se parece a alegría y sin embargo no es alegría. La melancolía es un estado intermedio, indefinido y abstracto, que nos permite pensar, sufrir y gozar a un mismo tiempo, y es por ello la madre de todas las artes. Pero la melancolía es otro asunto. Nosotros estamos deliberando en torno al sufrimiento. ¿Qué hacer con él? Lo que nuestro carácter permita. El dolor deja ver de qué material estamos hechos. Si eres fuerte, verás como el estoico que la adversidad es una prueba de la cual puedes salir victorioso. Si eres débil, probablemente no aguantes o llegues a la calma deshecho, por obra no de tu esfuerzo, sino del paso del tiempo. Todos hemos hablado y escrito en torno al sufrimiento, y todos hemos caído casi siempre en el lugar común o la queja. Asombra por ello el caso de Schopenhauer, que escribió que la vida es un infierno, una colonia penal donde expiamos la culpa de haber nacido, pero con una calma asombrosa: la calma del filósofo. Sí, el filósofo tiene la facultad de pensar en el abismo; así como el hombre fuerte tiene el valor de combatir al dolor cuando más viene doliendo. Los demás, la gran mayoría de los seres humanos –yo incluido- somos débiles y timoratos. Y el sufrimiento nos arrastra sin remedio, nos modela a su antojo, dejando en nuestros corazones una estela de rencor que devolvemos al mundo. ¿Qué hacer con esta tragedia de dimensiones éticas? Yo no tengo la respuesta. Marco Escalante: Escritor peruano. Vive en Chicago
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