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Poesía en Abril
Nuestra sección de poesía dedicada a Poesía en Abril queda registrada con poemas de excelentes autores que lamentablemente no pudieron acompañarnos este año. Tal vez percibimos todo suspendido desde nuestras pantallas en estos tiempos de pandemia, tal vez nos quedamos en casa, a ratos con la sensación de estar enjaulados y sin la presencia de muchos; se canceló todo, casi todo y en todos lados, excepto los poemas. Aquí en Chicago nos quedamos con la poesía, por sobre el virus y el toque de queda. Sobre los hombros de la ciudad, aún soplan los versos que llegaron desde lejos, y por eso les damos gracias a todos los poetas y a todos los que hacen posible el festival.
Poemas
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En el cuenco de los poemas XV y XVIII de Mercedes Roffé, se vislumbra la gestación en la palabra dentro del poema y cómo esta mueve la reflexión entre lo real y lo imaginario. Luis García Montero nos entrega poemas que Jochy Herrera llama “textos en los que aquel sentimiento se hace epopeya de toda una vida: La inmortalidad, confesión y testamento que a través del abrazo eterniza los accidentes del sentir, y En cada lealtad hay un rumor de transparencia, cuyos versos no son más que el filtro a través del cual el espejo dibuja el destino del vivir.”
En los poemas de Héctor Hernández Montecinos la contemplación y dilogía en las metáforas llevan por senderos en los que las posibilidades del lenguaje se abren a una lectura clara, que además atrapa con la sensación del poema que urge salir. Esther Abellán Rodes y David Matuška Olzín, ambos integrantes del proyecto artístico multidisciplinario Matuška Project, conectan la poesía con la oralidad y la catarsis que se busca en el performance. Ángela Hernández pone un grito en el instante preciso. El escritor Rey Andújar, nos dice “Dice Hernández, la poeta, Ojo móvil. Terco sobre el día vulnerable. Ventolera. Festín de insinuaciones. Cosas de acá y de allá. De acá y de allá claro porque estamos sufriendo en Santo Domingo tanto o más como se sufre en el Bronx.” Alex Lima nos invita a regresar a las raíces del continente, proponiendo una lírica que desde ahí pueda contrastar temas como el desarraigo, la nostalgia, los objetos simples, la cultura del jazz o el romanticismo. Carlos Villacorta, convierte la experiencia poética en algo que se ha de encender en el legado y el quehacer poético que parte de la memoria siempre presente. Los dos poemas de Nadia Escalante se mueven con la contundencia de la imagen, imágenes que no son fáciles, puesto que además evocan sensaciones. La poeta Silvia Goldman en su apreciación de los poemas de Nadia nos dice “Parece que cuando el poema recuerda lo hace trayendo el escenario entero y posible de una intimidad, de un vínculo entrañable del que nos volvemos cómplices en la lectura… Parece que el poema es una mano, que cada poema es una mano, y se extiende.”
Introducción y coordinación por Miguel Marzana
Mercedes Roffé
XV.
en sueños contempla la maniobra incierta de algo / alguien más allá de lo humano o aún por serlo
funámbulo transitando de puntillas esa cuerda dudosa de lo real a lo irreal
no es que dude
es que derrama desde lo alto una tinta salobre –esquirlas de lo azul alboreado herido de púrpura vitrificado
pero volvamos al soñador del sueño en su apaciguado relente
¿lo empujará? ¿lo hará caer? ¿hacia qué lado?
¿acaso hay lado posible en el fortuito territorio del sueño?
y sin embargo cae el equilibrista
no el soñador
ni pájaro ni dios ni hombre o aún por serlo
XVIII.
vasijas de la nada somos –dijo–derramándose por lo oscuro
vejigas de la nada derramando –dijo–orines, óxidos, rubíes
centellas –dijo–que en su caída ( nuestra ) encuentran su hybris su obsesión
añil dignificado somos –dijo–por el alado vuelo del alma entre ser y no ser
Luis García Montero
La inmortalidad
Nunca he tenido dioses y tampoco sentí la despiadada voluntad de los héroes. Durante mucho tiempo estuvo libre la silla de mi juez y no esperé juicio en el que rendir cuentas de mis días.
Decidido a vivir, busqué la sombra capaz de recogerme en los veranos y la hoguera dispuesta a llevarse el invierno por delante. Pasé noches de guardia y de silencio, no tuve prisa, dejé cruzar la rueda de los años. Estaba convencido de que existir no tiene trascendencia, porque la luz es siempre fugitiva sobre la oscuridad, un resplandor en medio del vacío.
Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles de las miradas insistentes, el mar tuvo labios de arena igual que las palabras dichas en un rincón, el viento abrió sus manos y los hoteles sus habitaciones. Parecía la tierra más desnuda, porque la noche fue, como el vacío, un resplandor oscuro en medio de la luz.
Entonces comprendí que la inmortalidad puede cobrarse por adelantado. Una inmortalidad que no reside en plazas con estatua, en nubes religiosas o en la plastificada vanidad literaria, llena de halagos homicidas y murmullos de cóctel. Es otra mi razón. Que no me lea quien no haya visto nunca conmoverse la tierra en medio de un abrazo. La copa de cristal que pusiste al revés sobre la mesa, guarda un tiempo de oro detenido. Me basta con la vida para justificarme. Y cuando me convoquen a declarar mis actos, aunque sólo me escuche una silla vacía, será firme mi voz.
No por lo que la muerte me prometa, sino por todo aquello que no podrá quitarme
En cada lealtad hay un rumor de transparencia
Yo he querido un respeto de cristal.
Que la lluvia viniese sobre mí con sus alas de tarde, que la noche difícil se moviera como un vaso de agua en nuestra mano, que las enamoradas buscasen un espejo donde sentir los labios, y que la historia con su tacón injusto no pisara mi vida, porque la lluvia y yo y las enamoradas del espejo no somos partidarios de los cristales rotos.
Ángela Hernández Núñez
Lo que tengo es un pulmón cerrado como piedra
Ojo móvil. Terco sobre el día vulnerable Ventolera. Festín de insinuaciones. Cosas de acá, de allá Lo que tengo es un dedo de Dios. Empuja sobre un mismo punto de mi carne. Exige la respuesta para la cual no hizo mis sentidos
Lo que tengo es el punzón de siempre, de antes tajando la neblina en mis cavilaciones Un vestigio con forma de serpiente. Necedad de furia, bailoteo. Frío de ser Lo que tengo es la consciente impotencia felina
Oscuridad de las sacerdotisas. Clara interrogación sobre enigmas y decantaciones. Un inútil pedestal por hombros. Navegando entre cálices, espadas
Lo que tengo es el vivo de los barrios La culebrilla feliz de los mercados míseros. Boca del alma rota por el vino. El tempranero empeño de quien trueca la eternidad por alimentos
Sueños de perseguidos. Asediada Decapitados. Torturada. Suelo sobre el cuerpo sin apoyo. Dictadura del símbolo, cara y cruz
Lo que tengo es el extremo de los centros El comienzo. El paso y lo que pasa luego.
Héctor Hernández Montecinos
La mente es sueño (el tiempo no existe)
Para no tener que escribir yo sueño como al cerrar los ojos tendido en mi cama como al abrirlos en el túnel del metro. Soñar con la profundidad de que todo no existe ni siquiera ustedes que ahora me oyen o creen hacerlo mientras yo los contemplo desnudos y hago memoria de unas fotografías mentales que perecieron en un incendio también mental. En el principio la luz era agua seca cayendo desde el cielo e iluminando la sequedad de los desiertos y los huesos convertidos en leyendas. Seguiré soñando creeré en las montañas de esos mapas en blanco creeré en esos mares que son silencio en estado líquido creeré en esta mano que escribe bajo mis ojos que no tienen donde ir lo que significa que están muertos. Este poema va y viene como la tinta con que es escrito antes de congelarse bajo la lluvia o derretirse sobre las piedras mayas que he soñado en estos momentos para probar la falta de gravedad de las palabras aunque nadie haya leído el Popol Vuh en el espacio o tal vez sí pues es más barato enseñar que la Tierra es cuadrada y que las personas de otros países se llaman extranjeros. La mera neta del planeta es que no pensando en que la ebriedad no es un estado sino un pequeño pueblito donde se inventó el alcohol y todos sus sinónimos y donde hay una doble casa que es morada rodeada de aves que sólo descansan sobre el horizonte lleno de jirafas que recuerdan armadillos que andan en círculos y tigres que sueñan con la nieve que nunca han visto. No hay un circo allí pero sí una mala noche de ese alguien que duerme en mí mientras escribo y murmura que le reventarán los ojos con una espada ardiente y que la maldición egipcia de la ceguera paulatina se extenderá hasta la eternidad. La R es un puente un intento de llenar el vacío que es la boca del cielo.
Esther Abellán Rodes Alex Lima
Sobre eso que llaman poesía
Sobre eso que llaman poesía solo saben los que cabalgan sobre ella, los que habitan la mirada de otra forma y escogen el instante preciso en el que hay que gritar. Jamás habitaremos el presente, porque el lenguaje de los perros siempre acompasa la vida, porque el murmullo de las palomas siempre inventa nuevas rutas que nos dejan sin respiración. Entonces vendrá la quietud de la huida, y de nuevo la revolución de los dedos sobre el papel. Híbrida (el tiempo no existe)
¿Por qué insistimos en regresar a Ítaca? Por qué no regresar a Huancayo o a Gonzanamá para volver a ser lo que siempre fuimos. Acaso es imprescindible invocar a Penélope con su cabello suelto al aire —imagen congelada en secuencia tipo manga con banda sonora amenazante— amago de semblanza petrarquista con su perfil sin rostro, con su cuerpo ultra-cosificado. Acaso los poetas de otras latitudes invocan a Mama Ocllo o a Sensemayá, la culebra. ¿Por qué insistir en volver a una isla en la que nunca estuvimos? Regresemos acaso al lago, a la barra de oro, a captar el sonido de una lágrima que se derrama desde lo más alto del continente y aterriza en onda expansiva como un do-sostenido de John Coltrane que rompe el silencio de los siglos.
David Matuška Olzín
Praga– Smíchov
Cariño/cariño Querida/querido Amada/amado Amor mío/amor mío Nomía/nomío La vida, el camino, el amor, la muerte Praga-Smíchov Nublado y lluvia Tres desayunos en el mismo aposento Olía a melocotón Se respiraba con ímpetu Los corazones latían con frenesí Y para beber no hubo más que lágrimas Llueve luz, pero la tierra se la tragará Nada es posible Andrajos húmedos son nuestra recompensa Y el río sigue fluyendo Me dueles Y todo desluce y pierde su garbo La vida, el camino, un poema, la muerte A tu lado me acuesto hoy sin ti y sin mí y que el viento termine el verso.
Carlos Villacorta Gonzáles
Palabras para definir el miedo (Más allá de las Columnas de Hércules)
Cuatro poetas queman sus libros en medio de la noche de sus páginas incendiarias sonríe un cráneo de fuego que silencioso deja ver que nuestra historia es la de aquellos que mueren sin que nadie los entierre.
Porque Nadie nos ha dicho que hemos ganado una guerra Nadie nos ha gritado en la calle por el color de nuestro cuerpo Nadie me ha abrazado y sonriéndome ha cerrado el portón donde bailan los otros Nadie ha enterrado a nadie en el amplio territorio nacional —mi país es sagrado— porque sobre esos cementerios ahora se yerguen los centros comerciales insignes tumbas del capitalismo
—a mí me habían dicho no le tengas miedo a los muertos que ya nada pueden hacerte los muertos que tienen un único nombre plural—
En una habitación de la ciudad, otro poeta se amordaza contra su lecho, enciende en su cuerpo los versos que tatuó el sol y el pequeño barrio limeño es una supernova su cuerpo una bomba las estrellas que verás no son aquellas de las que hablaba Mallarmé de ahí no nacerá ningún universo ningún lenguaje sagrado un único agujero negro sobre el cual armar los cimientos del delicioso edificio de departamentos.
—a mí me habían dicho el mundo se abrirá como una rosa con solo mirarlo pero yo solo he sabido pulverizarla Alejandra—
No muy lejos, Victoria se incendia desde lo profundo a los que no saben de su amor a los que no saben cuántas veces nuestro país ha sido consagrado al golpe y al atropello de sus innumerables ciudadanos donde la muerte ha desordenado los miembros del cuerpo nacional
—en alguna fosa o huaca los muertos hablan con los muertos— —en alguna fosa o huaca insignes tumbas del capitalismo—
Más allá, en las fronteras de un país, miles de mujeres son enterradas boca abajo de los pies de los hombres que no las aman ellas las Mujeres-Lázaro las que no conocen palabra bendita porque no hay palabra bendita que las pueda resucitar solo saben que el morir es un arte terrible que los hombres han enseñado extremadamente bien.
—a mí me habían dicho no tengas miedo—
Pero escuché su voz y tuve miedo porque su sonrisa era la que imprime el odio como fuego sobre la piel.
Y he llamado, he llamado he llamado hacia Nunca misteriosa raza de Caín Y solo he visto en aquellas sombras la respuesta que encadena siete veces nuestra lengua.
Porque Nadie nos ha dicho que hemos perdido una guerra y que cualquier regreso no durará diez años Nadie nos ha abrazado ni abrigado por el color de nuestros huesos Nadie te ha besado y sonriéndote te ha limpiado de la frente Tu bendita frente la ceniza y el polvo que traes del desierto insignes tumbas del capitalismo.
¿Cómo comenzar, hermanos, este oscuro arco iris de fuego frente al cráneo sonriente que ya ha consumido las páginas de la Historia aquellos versos que llamas Poesía?
En el viaje hacia el abismo donde proyectamos la memoria Arder sea y no otro nuestro significado.
Nadia Escalante Andrade
Lluvia oscura de verano
¿Recuerdas el sonido de las tejas cuando caía la lluvia? Estábamos juntas. Comíamos sandía sin escucharnos masticar, el agua de la fruta manchaba de rojo nuestras manos. Te dije que saliéramos al patio a enjuagar de nuestras uñas los restos de sandía. Vibraba la rudeza de la lluvia por las cornisas y las plantas, ningún sonido ajeno quebrantaba su estrépito.
Cualquier nube se enredaba en tus ojos negros, y ese patio en que la lluvia descubría el calor de la tierra se fue oscureciendo como tu rostro. Te lavaste las manos como una matarife después de su hazaña, sin decir nada; sólo el agua repetía tu vaivén y el rojo desteñido desaparecía lentamente sobre el piso.
Me limpiaste el rostro con las manos húmedas, yo masticaba todavía una semilla negra. Sentí el fresco de tus uñas entre el cerco de mis dientes. Quitaste la semilla de mi lengua con la cautelosa violencia con que se desgrana la fruta. El roce de tus manos guiaba mis mejillas, y tus labios, mi aliento, llevabas mi tiempo en la boca como se pierde el agua dentro del agua
Desvelo
I Cubre la mesa con el mantel y la hendidura permanece. Debajo del encaje que estira sobre la madera, se intuye el pequeño vacío entre las tablas. El frío talla grietas en el tacto, reseca la flexibilidad de los objetos; la casa se parece más al polvo, a nublarse. El resabio del los días húmedos se arrincona en una gotera solitaria que a veces suena, impredecible, en la cocina. La muchacha gira dos pulseras por la mesa, busca cercar en circunferencias confiables algo en su respiración que quiere surgir, escaparse, abrir una grieta del entrecejo al estómago, de una puerta a otras puertas, de la tierra que tiembla al tejado que resiste la inmovilidad paralela de las paredes.
II Alisa las arrugas del mantel como certezas de ángulos deformes; las líneas se obstinan en su voluntad de surco, de contraída superficie que intenta replegarse en una irregular sensación de estancamiento. En algunos tramos el encaje se descose tras segundos, terceros remiendos; hay huellas más pequeñas, cicatrices de manchas antiguas en los hilos más delgados. No hay un centro en esta mesa, no se encuentra; no hay un centro en esta casa, las grietas por donde el frío visita la materia se bifurcan en líneas que unas a otras se repelen.
III Bajo la luz nebulosa de la lámpara la muchacha abraza la mesa de cedro. Hay algo de árbol ahí que permanece, de crecimiento humilde, de tronco fiel a los círculos del tiempo, de raíz que busca un camino entre las piedras.
Semblanzas Poesía en Abril
Mercedes Roffé fue invitada a Poesía en Abril 2020 como poeta homenajeada. Roffé es una de las voces de la poesía argentina actual de mayor reconocimiento internacional. Libros suyos se publicaron inicialmente en España y Latinoamérica, Italia, Quebec, Rumania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Entre algunas de las obras que ha publicado están: La ópera fantasma (Vaso Roto, 2012), Carcaj : Vislumbres (Vaso Roto, 2014). En 2012, la editorial Amargord reedita su Canto errante seguido de Memorial de agravios (Colección Transatlántica) y publica La interrogación incesante (1996-2012), una compilación de las entrevistas a la autora entre esas fechas, Floating Lanterns publicado en Inglaterra por: Shearsman Books, Diario ínfimo (Ediciones La Isla de Siltolá). También en 2016, sus Definiciones mayas se incluyeron entre los 100 mejores libros publicados en español en los últimos 25 años. En 2017 se publican tres antologías de su obra: El Michaux (Tintas) y otros poemas (Puebla, BUAP), Todo alumbra (Quito, El Ángel) y El desierto y el oro (Sgo. de Chile, RIL/Aérea). Desde 1998 dirige Ediciones Pen Press. Entre otras distinciones, recibió las becas John S. Guggenheim (2001) y Civitella Ranieri (2012). Desde 1995 vive en Nueva York.
Luis García Montero (Granada, 1958) Fue invitado a Poesía en Abril 2020 como poeta homenajeado. Es poeta, crítico literario, ensayista y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada. Pertenece a la generación de los ochenta o postnovísimos dentro de la corriente denominada poesía de la experiencia. Es director del Instituto Cervantes desde el año 2018. De su extensa obra poética, entre sus últimas publicaciones están: La intimidad de la serpiente, Barcelona, Tusquets, 2003, Premio Nacional de la Crítica 2003. Infancia; Málaga, Colección Castillo del Inglés, 2006. Vista cansada, Madrid, Visor, 2008. Canciones, edición de Juan Carlos Abril, Valencia, Pre-Textos, 2009. Un invierno propio, Madrid, Visor, 2011. Balada en la muerte de la poesía, Madrid, Visor, 2016. En narrativa y ensayo: Una forma de resistencia, Madrid, Alfaguara, 2012. No me cuentes tu vida, Barcelona, Planeta, 2012 (Reflexión a través de tres generaciones sobre la historia reciente de España.) Alguien dice tu nombre, Madrid, Alfaguara, 2013 Un lector llamado Federico García Lorca, Madrid, Taurus, 2016. Las palabras rotas, Madrid, Alfaguara, 2019.
Ángela Hernández Núñez (Mayo 6, 1954) es escritora, educadora y feminista. Núñez nació en Jarabacoa en la República Dominicana y estudió ingeniería química en la Universidad Autónoma de Santo Domingo . Fue directora del Centro Nacional de Ayuda y Estudio de la Mujer y miembro del Capítulo Dominicana de Crítica para América Latina. Fue miembro activo del Círculo de Mujeres Poetas y miembro fundador del Grupo de Mujeres Creadoras. Recibió el Premio Nacional de Literatura Dominicana por su cuento Piedra de sacrificio. Ángela Hernández Núñez ha escrito más de quince títulos, entre los que se destacan los poemarios, novelas y libros de cuentos: Telar de rebeldía (Telar de desafío), poemas, Edades del asombro, Mudanza de los Sentidos, Piedra de Sacrificio, el libro Alicornio y Secta del Crisantemo, entre otros. Algunos de sus libros han sido traducidos a más de cinco idiomas y ha sido merecedora de múltiples reconocimientos.
Héctor Hernández Montecinos es licenciado en Letras. Estudios doctorales en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte (Universidad de Chile), y en Literatura (P. Universidad Católica de Chile). A los 19 años recibió el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos. A los 29, el Premio Pablo Neruda por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. Ha sido becario del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Fundación Andes, FONCA (México), AECID (España) y Conicyt. Es el compilador de los dos tomos de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (2010 y 2017) y Halo: 19 poetas chilenos nacidos en los 90 (2014). Fue publicado en Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (2010) de Pre-Textos y El Canon Abierto. Última poesía en
español (2015) de Visor, entre otras. Su proyecto de poesía-novelas, Arquitectura de la Mentalidad, está conformado por La Divina Revelación (1999-2011), Debajo de la Lengua (2007-2009) y OIIII (2012- 2019). RIL editores publicó sus novelas-ensayo sobre el quehacer poético: Buenas noches luciérnagas (Chile, 2017; España, 2018) y Los nombres propios (Chile, 2018; España, 2019). Sobre el poeta Raúl Zurita ha editado la muestra Verás (Ediciones Biblioteca Nacional, 2017) y Un mar de piedras (Fondo de Cultura Económica, 2018), una edición de sus entrevistas entre 1979 y el 2017.
Esther Abellán Rodes Nacida en Villena (Alicante). Es poeta y actriz. Autora de varios poemarios, cuentos y textos teatrales, así como adaptaciones y dramaturgias propias y de otros autores. Fundadora de “El Mundo de Calíope”, asociación cultural dedicada al teatro, recitales de poesía, performances y talleres para público infantil y adulto. Ha sido codirectora, guionista y presentadora del programa radiofónico de poesía “Conectados en la noche”. Redactora de la revista cultural LOBLANC.
Alex Lima (Guayaquil, Ecuador, 1975). Es autor de cinco libros de poesía: Inverano (2008), Bilocaciones (2011), Alba (Artepoética, 2015), Híbrida cíclica (El Ángel, 2017) y Mesa de contentos (Valparaíso USA, 2019). Sus poemas se han publicado en revistas y antologías dentro y fuera de los Estados Unidos. Entre su producción académica se destaca su investigación sobre Juan Bautista Aguirre: Conciencia lírica de la nación ecuatoriana (2017), los “Desplazamientos en la trilogía de Jorge Eduardo Benavides” (Lima, 2018) Alex Lima también ha servido como editor de Hybrido magazine, como colaborador de The Americas Poetry Festival of New York y como Director Ejecutivo de Latino Arts Council of Long Island, lugar donde reside y ejerce como profesor adjunto de español en Suffolk County Community College.
David Matuška Olzín (1976, Karviná, República Checa). Fundador de Matuška Project, compañía que se dedica a la creación, producción y realización de espectáculos que fusionan poesía, música, artes visuales y artes escénicas. Poeta, músico, compositor, filólogo, traductor/intérprete y profesor de idiomas. Desde 1996 se dedica a la creación multidisciplinaria, con espectáculos basados en poemas propios y de otros autores. Ha actuado en República Checa, España , Polonia y Eslovenia. Tiene varios poemarios publicados para adultos y niños, además de los CDs bilingües: Matuška Project, Soñé, Fronteras/ Hranice, Patrik, y el cortometraje: Fronteras, poema en movimiento. Autor de la obra multidisciplinar Patrik (2019), becada por Factoría Cultural en Murcia. Carlos Villacorta Gonzáles (Lima, 1976) es escritor y profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Maine. Ha publicado los poemarios El grito (2001), Tríptico (2003), Ciudad Satélite (2007), y Materia Oscura (2017), y la novela Alicia, esto es el capitalismo (2014). Ha coeditado la antología Cuentos de Ida y Vuelta: 17 narradores peruanos en Estados Unidos (Perú, 2019), y Los relojes se han roto: Antología de poesía peruana de los noventa (México, 2005). Sus cuentos y poemas se han publicado en español, inglés y francés. El 2018, publicó su investigación Poéticas de la ciudad: Lima en la poesía peruana. Página web: https://elsilenciodeulises.wordpress.com/
Nadia Escalante Andrade nació en Mérida, Yucatán. Ha vivido en su ciudad natal, Xalapa y la Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana y la maestría en Cultura y Literatura contemporáneas de Hispanoamérica en la Universidad Modelo. Adentro no se abre el silencio, su primer libro, fue publicado en la colección La Ceibita de la revista Tierra Adentro en 2010. Le siguió Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo (Textofilia, 2014) que fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013. Sopa de tortuga falsa (Montea, 2019) es su libro más reciente.