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El trabajo en casa, excepción o regla
CAPITAL
HUMANO
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C.P.C. M.I. Mario Rizo Rivas
Las reglas del juego están cambiando. Por fortuna, tenemos tiempo para adaptarnos e ir un paso adelante.
En México acabamos de entrar en la fase 3 de la crisis del Covid-19 y todavía no tenemos, tal como sucede en otros países, una certeza de cuándo regresaremos a nuestra rutina diaria. Lo que sí es seguro es que las medidas de distanciamiento y protección que hemos tenido que practicar han puesto sobre la mesa algunos cambios y adaptaciones que tal vez conservaremos más allá de estos tiempos extraordinarios. Uno de ellos es el trabajo desde casa, home office o teletrabajo, como resultado, es posible visualizar un cambio permanente hacia la adopción masiva del trabajo vía remota, pues las personas están cambiando sus hábitos. En 2018, se tenía registrado que el 56 % de las empresas ya permitían el trabajo desde casa. En últimas fechas, se ha convertido en una necesidad que muchos directores no habían considerado como algo habitual en la mecánica de sus empresas. Sin embargo, ya no podemos aplazar incluir esta política de trabajo en más espacios laborales en donde es factible, y quizá todavía haya personas que se oponen un poco.
Y es de esperarse, pues las costumbres son difíciles de eliminar de nuestro sistema. Cuando se crea una empresa, familiar o simplemente una pyme, se confía en que pueda establecerse: una dinámica que dé pie a la colaboración entre equipos, una comunicación clara y constante (para no perder actualizaciones ni afectar toma de decisiones
importantes) y, por supuesto, una camaradería que convierta a colaboradores en amigos y a familiares que trabajan juntos en personas más unidas.
¿Que un puñado de empleados hagan su parte a distancia o, peor aún, que todos estén instalados en sus propios espacios, sin compartir pláticas a la espera del turno en el microondas? Era imposible de concebir, seguro, hace unos quince años. Las cosas han cambiado mucho.
Por eso, primero hay que hacer lo más importante: quitarnos prejuicios sobre el trabajo a distancia. Uno de los más comunes es creer que si alguien trabaja sin supervisión seguramente no cumplirá con su deber. En mi experiencia, como consultor en estos menesteres, me permito afirmar que si eso pasa, más culpa tiene quien está a cargo que el empleado subordinado. Si las tareas están bien claras —en qué consisten, qué resultados deben entregarse, las fechas en que hay que presentarlos, quiénes más están involucrados en la compleción de ese proyecto—, entonces nadie necesita que le pisen los talones. Y si a pesar de contar con toda la información necesaria, el empleado no llena las expectativas, entonces es momento de encontrar a alguien que sí.
Otra idea preconcebida es que se puede perder productividad si no hay supervisión constante. Nada más alejado de la verdad, y acabamos de enterarnos de eso precisamente. Al no contar con distracciones de la oficina —llamadas que interrumpen, tiempo de espera para usar el baño, invertir una hora o más en el traslado de casa al trabajo, etc.— los colaboradores pueden concentrarse en sus tareas y cumplirlas con mejores resultados. El factor primordial aquí es la confianza: ¿La experiencia te ha dicho si un empleado en particular es confiable?
Entonces también lo será si no estás rondando su escritorio cada diez minutos.
Me viene uno más a la cabeza, que para ser honesto también me parece una inquietud legítima. Que cuando trabajamos a distancia perdemos la oportunidad de unir lazos con nuestros compañeros. Como alguien que nació en el siglo XX, he de admitir que me cuesta estar alejado de colegas y compañeros casi tanto como de mis seres queridos. Empero, la tecnología ayuda a construir puentes que, aunque se sienten artificiales, pueden ayudar a que el contacto humano no se pierda. La cosa es que nos atrevamos a probar las herramientas disponibles para conferencias por video, pláticas a través de chats en tiempo real, llamadas telefónicas y toda clase de alicientes disponibles.
Lo único que queda es que, como responsables de una empresa, construyamos un entorno que permita que el trabajo a distancia se lleve a cabo sin contratiempos, para que cada quien pueda avanzar a buen ritmo sin sacrificar los lazos que pueden hacer más fuerte a tus equipos. Así como te preocupas por tener servicios en tus oficinas —además de los básicos, tener un área para comer de manera cómoda, estacionamiento para tus empleados, accesos para personas con alguna condición física especial, etc.— es momento de asegurarte de que tienes lo que el teletrabajo exige para que las labores se realicen como deben:
1. Acceso a internet y llamadas telefónicas para todos tus directivos, colaboradores y empleados. 2. Herramientas de trabajo en casa (computadoras, software, espacio físico para trabajar). 3. Acceso a un servidor o nube para subir y descargar archivos, documentos, videos, imágenes y otros para cumplir sus obligaciones. 4. Al menos una herramienta para gestionar tareas al que todos tienen acceso y saben manejar para organizar equipos, registrar avances, compartir dudas o comentarios y palomear metas. 5. Acceso a más de una herramienta de comunicación empresarial para distintas necesidades, dependiendo de la urgencia de su seguimiento (chats, correo electrónico institucional, un plan para videollamadas ilimitadas con miembros del equipo) 6. Una buena organización por parte de tus directores, coordinadores y gerentes en general,- tanto para la asignación de trabajo y su seguimiento, como para estar al tanto de los colaboradores y su retroalimentación.
Finalmente, debemos recordar que trabajar a distancia no significa que los horarios no existen. Debemos estipular hora de inicio y hora de fin de jornada, así como también respetar el tiempo libre de los que no laboran en la oficina, sus horas de comida y momentos en los que ellos mismos notifican sobre juntas en las que estarán participando o traslados hacia citas con otros clientes. La clave es empatía, por lo que es indispensable hacer un esfuerzo por estar al tanto del avance de cualquier empleado sin convertirnos en un obseso del control.
Abrir espacios para tener reuniones por video solo por el gusto de compartir anécdotas con los compañeros y permitir que un chat también se convierta en otra herramienta para crecer la relación con todos los de tu empresa.
También es la oportunidad para los colaboradores de tener una mayor satisfacción en el avance
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de sus carreras y en la relación vida-trabajo; si bien es cierto que la práctica más común es la saturación de trabajo, las buenas prácticas se encaminan a desarrollar hábitos que permitan limitar el tiempo de trabajo, enfocarse en resultados, destinar más tiempo al crecimiento profesional y personal, y dedicar mayor y mejor tiempo a la familia.
El Covid-19 está cambiando muchas cosas en nuestra vida. Qué mejor oportunidad para buscar el equilibrio en las actividades de trabajo, personales, espirituales, sociales y familiares.
Colaboración: C.P.C. M.I. Mario Rizo Rivas mario.rizo@mx.gt.com
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