Librista Combates en la Cultura. Vol.II

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Autoras: Aura María Rendón Lopera Vanessa Ojeda Elizabeth Giraldo Giraldo Revisión de textos: Aura María Rendón Lopera Eduardo Cano Uribe Paula Andrea Morales Pérez Vanessa Ojeda Álvarez

Ilustraciones: Santiago Gutiérrez Gómez Eduardo Cano Uribe Diseño y diagramación: Natalia Zapata Cano Impresión: Fotocopiar S.A.S ISSN: 2744 - 9130

“Este libro se escribió e imprimió guiados por principios de anticopyright, que no es precisamente una licencia, es una actitud, un gesto hacia el rechazo de las licencias. Es una invitación a pensar el tema de la autoría y el compartir conocimiento. De considerar una licencia, esta sería tal vez la de dominio público. Se permite la copia, ya sea de uno o más artículos completos de esta obra o del conjunto de la edición, en cualquier formato, mecánico o digital, siempre y cuando no se modifique el contenido de los textos, se respete su autoría y esta nota se mantenga.” Una publicación de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta Vol.II Medellín - Antioquia


Combates en la Cultura Presentación

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La casa de todas y todos Aura María Rendón Lopera

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Estanislao Zuleta, un crítico de la cultura muy singular Vanessa Ojeda Álvarez

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Escribir: seducción y sufrimiento Elizabeth Giraldo Giraldo

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Combates en la Cultura Es esta la segunda entrega de La Librista Combates en la Cultura, una invención de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta para continuar en otro frente, el editorial, el trabajo cultural que nos hemos propuesto: hacer del campo de las ideas, las representaciones y los valores sociales un campo en disputa, en el que queremos incidir desde una postura crítica ante el proyecto civilizatorio capitalista y esperanzada con las posibilidades de construcción de una sociedad más democrática, solidaria y justa. Tres ensayos componen esta publicación, el primero de ellos es una composición de cinco imágenes que nos dan pequeñas luces sobre qué hacer en tiempos de catástrofe ambiental y de una urgente respuesta global ante el daño causado. Es una reflexión muy personal que pone el tamaño de la solución a una escala muy posible: la humana. El segundo ensayo es una síntesis 7


clara sobre la naturaleza de la crítica cultural que ejerció Estanislao Zuleta y un excelente referente para aquellas personas interesadas en acercarse al intelectual colombiano que indica un camino para la interpretación de las creaciones artísticas y culturales como vías para conocer, ver representados e interpelar los vínculos intersubjetivos, aquellos desde los que es posible, según el autor, transformar la sociedad. El último de los ensayos es una aproximación a la idea de escritura con la que hemos sido formadas, idea que ha tenido entre sus consecuencias la vivencia de la escritura como una posibilidad expresiva para unas pocas personas y una definición de autoría bastante limitada, lo que ha hecho de lo escrito un mundo de exclusión y de ocultamiento de diversas formas de narración, de decir la sociedad. Los tres ensayos son escritos por mujeres miembros de CorpoZuleta y hacen parte del Taller de escritura sobre el ensayo que viene realizando la corporación para proporcionar 8


condiciones favorables a la emergencia de la escritura en espacios autónomos y ciudadanos. Esperamos los textos acá presentados den lugar a debates, diálogos y críticas, acciones muy necesarias para una sociedad que se enriquece si los sujetos que la hacen posible exponen sus visiones de mundo y se disponen a confrontarlas, por esto esperamos además que otras personas se animen a escribir y publicar, a apropiarse de las palabras para tejer esta realidad común.

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Pensar, conversar y narrar nuestro presente es la propuesta de Combates en la Cultura, un podcast que nace del colectivo que integra a CorpoZuleta en su interés por explorar la palabra en sus diversas manifestaciones, con el entendimiento de que es ella un medio para el cultivo de subjetividades críticas y sociedades dialógicas. Te invitamos a escuchar los episodios escaneando los códigos QR

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La casa de todas y todos Por Aura María Rendón Lopera I Hay un campo que en las noches se ilumina con el brillo titilante de las luciérnagas; en una ciudad, el canto de los pájaros se escucha en primavera; en un pueblo se ve cómo la neblina se desliza por los picos de las montañas hasta cubrir los techos de las casas. Experiencias de diferentes lugares del mundo que un día, quienes las contemplaban, quienes disfrutaban de ellas, notaron cómo empezaban a desaparecer: un campo ya no se ilumina con el brillo titilante de las luciérnagas por las noches; en una ciudad, ya no se escucha el canto de las aves en primavera; en un pueblo la neblina no alcanza a deslizarse sobre los techos de las casas. La experiencia sensible vivida en el encuentro con la naturaleza ha sido una fuente de riqueza para la humanidad, ha despertado asombro, curiosidad, capacidad 11


investigativa y creativa; ha sido un componente fundamental en la construcción de los conocimientos y la formación de las culturas en todas las sociedades. Y aunque no podría afirmar que alguna vez, en alguna parte del mundo, hubo completa armonía en esta relación entre ser humano y naturaleza, hace unas décadas algunas personas empezaron a notar que algo en esta relación no guardaba un equilibrio mínimo. Observaron con preocupación cómo los cambios que se estaban produciendo en la temperatura global, en el nivel del mar, en las temporadas de lluvia, estaban afectando diversos ecosistemas y el ciclo de vida de las especies que en ellos se desarrollan. Ellas se preguntaron qué estaba causando esos cambios, qué podrían implicar en nuestro hogar y en los diferentes seres que lo habitamos. Empezaron a investigar esos fenómenos y nos compartieron sus hallazgos. Estos cambios, a veces abruptos, otras veces pequeños pero constantes en el tiempo, son señales de una gran crisis ambiental sin precedentes en la historia reciente de nuestro planeta; señales que apuntan a ciertas 12


actividades humanas como principal causa. Por lo que hemos podido reconstruir de la historia de la vida en nuestro planeta, sabemos que ella está en permanente transformación; la mayoría de las especies que algún día existieron ya no están con nosotros. Según lo que han podido rastrear los geólogos, en la historia de la Tierra se han producido cinco extinciones masivas, caracterizadas por ser periodos relativamente cortos –de acuerdo a la temporalidad geológica– en los que han desaparecido más del 50% de los seres vivos. Pero cada una de ellas ha sido sucedida por periodos en los que prosperan nuevas especies. De hecho, fue la última extinción –que acabó con la mayoría de dinosaurios– la que permitió que los mamíferos se desarrollaran, generando las condiciones para que apareciera el homo sapiens. Afortunado azar. Sin embargo, la acelerada extinción de especies en las últimas décadas es el indicador de que estamos cerca de la sexta extinción masiva, esta vez causada por el ser humano. 13


Me afecta de manera diferente saber que una especie se extingue por razonas ajenas al ser humano, a cuando sé que ha sido consecuencia de nuestras acciones. Tal vez porque sé que tenemos la capacidad de tomar consciencia de nuestros errores y transformar nuestros hábitos, y esto nos sitúa en un lugar particular; somos los principales causantes del problema, pero también tenemos la posibilidad de dejar de serlo. Aunque, lo anterior, dicho en términos tan generales, no es acertado. Los seres humanos existimos hace 200.000 años, más o menos, y solo hasta ahora estamos hablando de que podríamos ser los causantes de la próxima extinción masiva. Somos cerca de 8.000 millones de personas en el mundo, pero no todas vivimos igual, no compartimos las mismas prácticas y, sobre todo, no tenemos el mismo nivel de responsabilidad sobre las acciones que directamente están causando esta crisis. II Un hombre, sentado sobre una roca en lo 14


alto de una montaña, sitúa su mirada en el horizonte mientras lo señala con el índice de su mano izquierda, como indicando un brillante porvenir, en tanto su otra mano descansa sobre su pierna derecha sujetando un hacha. A su lado, una mujer, con el cabello recogido por un pañuelo, carga un bebé en sus brazos; ambos miran en la misma dirección que el hombre señala. A sus espaldas se observa un costal lleno de algún fruto, probablemente producto de su cosecha. En el fondo hay una cadena de verdes montañas bajo un cielo azul con algunas nubes blancas. Esta es una descripción general de una pintura que hace parte de la serie creada por Francisco Antonio Cano para celebrar el primer centenario de la independencia de Antioquia. ¿Cuántas de las grandes empresas realizadas por el ser humano han empezado así, señalando un punto en el espacio para el cual se proyecta un gran futuro? Punto que no es abstracto, es un tejido de relaciones entre personas, seres vivos y recursos naturales en medio de un espacio geográfico particular. Muchos de esos futuros 15


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¿Cómo construimos una postura propia, consciente y responsable frente a las formas impuestas de consumo? Escucha el episodio escaneando el código QR


se forjan en la mente de quienes no habitan esos territorios, en el cual imaginan –cual epifanía– una gran infraestructura irguiéndose entre ríos, montañas y llanuras, un monocultivo o muchas cabezas de ganado extendiéndose allí donde antes había un bosque. Todas estas elucubraciones no reparan en las implicaciones que esto tendría para los seres que ya habitan ese espacio, y las afectaciones que esto generaría en los alrededores. Han sido necesarias muchas luchas para exigir que cualquier proyecto que intervenga un territorio reconozca los derechos de sus habitantes y la importancia de las vidas que en él se desarrollan. La gran complejidad tecnológica que implican muchas de estas obras contrasta con la simplicidad con que se evalúa su impacto. ¿Cómo se mide y se compensa la tristeza que genera abandonar la casa donde se creció y las amistades construidas durante tantos años? ¿Cómo se subsana la pérdida de un ecosistema? Reconociendo todo lo que el desarrollo tecnológico nos ha permitido para hacer más fácil la vida cotidiana, sus beneficios no han llegado de manera equitativa a todas 17


las personas, menos aún a las que han sido desplazadas y empobrecidas en nombre de ese progreso. Además, está el deterioro que ha causado en muchos ecosistemas, debilitando esa red de conexiones entre especies vivas y recursos naturales que son tan necesarios para la vida en el planeta. Si el presente de esta crisis ambiental hace parte de ese horizonte señalado hace décadas, los aprendizajes que ella nos deja deben ser parte del futuro que imaginemos. III De las idas al centro de Medellín, entre todas las imágenes que con el tiempo he ido guardando en mi memoria, emerge la réplica ampliada de Horizontes que sobresale entre varios edificios al frente de la Plaza de Cisneros. Sobre lo que esta pintura representa hay muchos estudios, pues es una imagen cargada de símbolos religiosos, patriarcales y occidentales, pero a mí –por muchos años– me hizo pensar en las familias campesinas que se habían desplazado al Valle de Aburrá con la esperanza de construir una mejor vida. Probablemente el hecho de ver 18


esta imagen rodeada de edificios, cuyo fondo montañoso se complementa con las laderas de la ciudad, también me llevó a suponer que el paisaje original pintado por Antonio Cano aludía al Valle de Aburrá. Asociaciones que no me parecen disparatadas, aunque sí algo ingenuas. En todo caso, no creo que sea gratuita la ubicación de esta imagen al frente de la Plaza de Cisneros –tan cerca del centro administrativo La Alpujarra–, con la familia mirando hacia el oriente, en cuyas montañas hay ahora cientos de casas y edificios. Tal vez Horizontes está ahí para que los hombres y las mujeres que todos los días pasan por ahí, mientras van y vienen del trabajo (del rebusque), al verla sigan creyendo en la promesa del progreso y desarrollo. A mí me sigue recordando que son muchas las familias que han llegado a este valle, desplazadas por la violencia, en busca de alguna oportunidad para reconstruir su vida, dispuestas a cambiar radicalmente sus prácticas y aprender nuevos oficios porque –así lo quisieran– la mayoría no tienen los recursos para vivir de aquello que les permitió el sustento en su lugar de origen. 19


Con el pasar de los años, las familias que llegan buscando un mejor porvenir a este valle han ido aumentando, y un factor común es la precariedad de las condiciones en que llegan. La forma en que se han ido poblando las laderas son un indicador de ello: las casas son pequeñas para el número de personas que viven en ellas, los servicios públicos son malos o inexistentes en casi todos estos barrios que fueron construidos de manera improvisada, con los materiales y herramientas que podían conseguir. A pesar de los espacios reducidos, muchas de estas familias, especialmente las mujeres, buscan apropiar y hacer suyas esas casas con diferentes objetos, entre los cuales sobresalen las plantas. Algunas se lucen en canastas coloridas hechas con tapas de botellas o sembradas en macetas. Para un valle que cada vez tiene menos zonas verdes y más alertas ambientales por la contaminación del aire, tener algunas plantas en la casa puede ser una buena idea, aunque no sea suficiente para limpiar el aire de las partículas minúsculas que pueden llegar a los lugares más recónditos de nuestros pulmones. Si algunas de esas 20


plantas alegran la vista, brindan algún alimento o alivio para las dolencias, su presencia es más que bienvenida. De alguna manera, para vivir en la ciudad, necesitamos suavizar las formas agresivas que, tantas veces, dominan su paisaje. IV En el último piso de un edificio de tres niveles, ubicado en Castilla, vive una pareja. Ambos superan ya los cincuenta años. Él recolecta todo tipo de objetos que encuentra en la calle porque cree que algún día le serán útiles, ella lo acepta con bastante calma. Esta pareja vive del alquiler del primer y segundo nivel de ese edificio de tres pisos. Algunas veces la familia que habita el segundo piso los visita y ellos la invitan a pasar a la terraza para conversar y tomarse una aguapanela o un tinto. La terraza está cubierta por un techo de eternit, debajo del cual, entre las vigas, se pueden ver muchas trapeadoras, escobas y palos ensartados, como formando un segundo techo. De las vigas también cuelgan varias jaulas, algunas con sinsontes, otras vacías. Además, hay botellas y 21


tarros de diverso tipo apilados en los rincones, algunos marcos de cuadros y vidrios recostados en las paredes y varias macetas que han sido aprovechadas para sembrar algunas plantas. Don Luis no es propiamente un reciclador, en el sentido de que no requiere de esa actividad para tener el sustento diario, pero tiene esa capacidad de encontrar utilidad en muchos de los objetos que se encuentra tirados en la calle. Él cree que algún día le servirán de algo, a pesar de que los objetos se siguen acumulando en su casa sin que esa segunda oportunidad ocurra. Aunque la familia del segundo piso se pasó a vivir a otro barrio, de vez en cuando vuelve al tercer piso del edificio que antes habitaba para visitar a Don Luis y a Doña Blanca. En la última visita solo estaba ella. Él había muerto hacía poco. Ahora que él no está, la terraza está un poco más despejada de los objetos que había recogido. Sin embargo, ella conserva algunos, tal vez porque también a sus ojos se presentan con la cualidad de la utilidad; tal vez porque le recuerdan a él. Don Luis no era propiamente ambientalista, ni 22


ecologista: ¡tenía sinsontes encerrados en jaulas! Pero su hábito de mirar con cuidado los objetos tirados en la calle y recoger aquellos que le podían ser útiles, es ahora una de las actividades más promovidas para vivir de una manera más sostenible. Por supuesto hay diferentes maneras de hacerlo: comprar en las tiendas de segunda, dar uso y provecho a los alimentos y objetos que los supermercados botan en buen estado, comprar a los campesinos los restos de la cosecha que los distribuidores no les compran porque no tienen el tamaño y la forma estándar para ser vendidas en los supermercados y grandes superficies, considerar la posibilidad de reparar las pertenencias antes de tirarlas, entre otros hábitos que pueden pasar por raros o tacañería. Y es que en un mundo tan desigual, lo que para unas personas es desechable para otras es la posibilidad de suplir las necesidades básicas del día a día, razón por la cual estas actividades –en medio del clasismo que predomina en nuestra sociedad– han sido menospreciadas al estar asociadas a la pobreza. Como si ser pobre fuera algo por lo cual habría que sentirse culpable 23


y agachar la cabeza [En especial cuando suele ser producto de los atropellos ejercidos por otras personas, que desde sus lugares de poder generan dinámicas de empobrecimiento de las cuales se necesita más que buena voluntad para salir]. Tampoco cabe reproche alguno a quienes eligen vivir de manera austera, tomando distancia del estilo de vida consumista. En esa contracorriente de vivir bajo unos principios distintos a los del capitalismo, asumiendo el riesgo de recibir señalamientos por no respaldar el modelo económico dominante, y con mucha determinación, prácticas de vida sostenibles como las mencionadas anteriormente han empezado a ser parte de la cotidianidad de más personas. Estas, además de representar un ahorro, se constituyen como alternativas al consumo irracional y desmedido que el capitalismo ha promovido a costa de la vida de muchos seres. Reutilizar los objetos o darles un nuevo uso es una práctica que a la vez ha dado lugar a la emergencia de otras estéticas, en las que incurren la creatividad y la recursividad, porque los objetos distintos, usados, con las 24


marcas del tiempo, también son bellos. V En un rincón del patio una caneca recibe el papel, el cartón y el plástico que no es flexible; al frente, una botella de plástico se va llenando con otros pedazos de plástico de diferentes tamaños y colores; cerca a otra pared se encuentra la compostera: una especie de caneca grande, con pequeños agujeros en las paredes y un respiradero en la mitad para propiciar la descomposición de la materia biodegradable que se mezcla con materia orgánica seca. La promesa es que en unos meses se podrá sacar abono para nutrir el jardín por una puerta que hay en la parte inferior. En un rincón del dormitorio, la ropa que está muy vieja para ser donada se acumula mientras encuentra un mejor destino que la basura. Finalmente, está la caneca que recibe todo lo que no pudo entrar en los anteriores grupos. Tratar de reciclar, tratar de utilizar los objetos hasta que ya no sea posible, evitar los empaques en los objetos que compro y buscar aquellos que son elaborados 25


por circuitos económicos locales y de comercio justo. Acciones mínimas que constituyen pequeños actos de esperanza en mi vida, a pesar de que son insuficientes frente a esas medidas más importantes que se deben implementar para evitar que otra especie se extinga, que la temperatura global siga aumentando, que los bosques nativos sean deforestados o que la minería entré a contaminar nuestras fuentes hídricas, a erosionar nuestros suelos… Sí, también continuar fortaleciendo mi formación política, apoyando desde mis posibilidades esas organizaciones que van poco a poco logrando pequeñas victorias, que siguen trabajando para impedir la entrada de las grandes mineras a los territorios, defendiendo el derecho al agua como un bien común, promoviendo la agroecología. Organizaciones que se esfuerzan para que estas aspiraciones: a lograr un uso razonable y equitativo de los recursos entre los seres humanos, a que las empresas implementen formas de producción más limpias y eficientes, 26


entre otras medidas que son urgentes, sean compartidas por más personas. Dentro de esto que implica mis reflexiones y mi sensibilidad, que moviliza mis acciones y mi palabra, busco hacer más consciente, más evidente, esa estrecha relación entre lo privado y lo público; entre mi casa y la casa de todas y todos.

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Estanislao Zuleta, un crítico de la cultura muy singular Por Vanessa Ojeda Álvarez* Hay varias formas de hacer crítica cultural. Una de estas es hacer una lectura, una interpretación de la sociedad a través de distintas manifestaciones artísticas y estéticas, como obras literarias, películas, arte plástico, teatro, entre otras. El artefacto artístico se convierte en un medio para comprender algo más allá de su propia materialidad, es decir, la obra no remite solo a ella misma y a un estilo, sino que da lugar a una suerte de relaciones sociológicas que se establecen entre obra y sociedad. Otra forma de hacer crítica cultural es revelar y acentuar cómo * Texto escrito para ser presentado en el evento Hacia una democracia de la vida cotidiana. Encontrémonos con la obra de Estanislao Zuleta realizado en octubre de 2019. 29


cierta obra artística o manifestación estética refuerza una serie de principios y valores asociados con una ideología dominante. En este sentido, se suele hablar de la relación entre arte y propaganda de una manera alarmante; quizás señalando lo indeseable de la situación (el arte desarrollado en la Alemania nazi y el desarrollado en Rusia durante la Revolución) Sin embargo, se puede pensar también que las ideas que se propagan (independiente de la intención del artista) a través de ciertas obras no están adscritas a ningún interés político. En este sentido, las manifestaciones artísticas y estéticas también pueden portar ideas que no se inscriben en marcos de significado hegemónicos. En cualquier caso, tanto unas como otras pueden participar en la consolidación de una posición y postura frente a la vida a través de las particularidades de cada lenguaje. Y, también, pueden mover los cimientos ideológicos de las personas, mostrando otros puntos de vista, perspectivas y horizontes. En ambos casos, la realidad puede ser reconfigurada, por lo menos, en términos de percepción, que no es 30


decir poco. Para exponer claramente este punto, pensemos en cuántos cuadros de famosos artistas europeos nos muestran a una mujer desnuda tendida sobre un diván. Historiadoras del arte feminista han señalado que, más allá de la experticia del artista, en estos cuadros también podemos ver una lectura del mundo en el que las mujeres aparecen como individuos pasivos: son pintadas desnudas yaciendo sobre un diván. Pareciera que están retratadas para ser vistas por una mirada masculina. De alguna manera, este tipo de cuadros podría reforzar el lugar de las mujeres dentro de una sociedad. Algo debe significar que los hombres sean retratados erguidos con sus ropas elegantes y que las mujeres sean retratadas desvestidas y acostadas… Esta imagen de la mujer desnuda se repite muchísimas veces a lo largo de la historia del arte. Tuvo y aún tiene una serie de consecuencias; una es reforzar en el imaginario colectivo que las mujeres son objeto de deseo y no sujetas de su deseo. Con esta mirada a vuelo de pájaro sobre la 31


crítica cultural, pensemos ahora cómo es la crítica cultural que hace Estanislao Zuleta. Zuleta nos da a conocer su mirada de crítico de la cultura a través de su palabra hablada; hecho particular por parte de un crítico. Zuleta no escribió papers ni artículos académicos; dictó conferencias, dio entrevistas, presentó exposiciones. No es descabellado pensar que de esta forma pudo haber llegado a más gente; en este sentido, su crítica fue escuchada ampliamente. Alda Mera, estudiante de Zuleta en las épocas en las que dictaba clases en la Universidad del Valle, en un artículo para el periódico El País, de Cali, cuenta que no sólo lo escuchaban estudiantes, sino otros profesores, artistas, jardineros, aseadores y, también, “señoras y señoritos de los mejores apellidos”. Un crítico cultural que expande su auditorio más allá de los círculos de especialistas y de la academia. En una sociedad como la colombiana este rasgo es valioso por cuenta de que trastoca los lineamientos según los cuales a cada grupo social le correspondería una forma 32


particular de acercarse a las manifestaciones artísticas y culturales y sus interpretaciones. Entre sus comentarios y profundas reflexiones sobre las artes, las obras literarias merecieron toda su atención. Zuleta anota cómo estas proponen una lectura rica del mundo. Pero, ¿cuáles son estas obras? La selección de las obras literarias a la cual dedica su atención nos puede señalar otra de las particularidades de la crítica que hace Zuleta. Estas obras son excepcionales, a la vez que hacen ya parte del canon occidental; es decir, son obras magistrales escritas por artistas literatos mayores (estoy pensando en Sthendal, Dostoievski, Tolstoi, Mann, Cervantes, Kafka, Goethe, Holderling) y que cuentan con el reconocimiento de entendidos en el asunto. Son diamantes cuyo brillo se ve desde lejos. Así que Zuleta no fue un buscador de rarezas maravillosas echadas al olvido o cubiertas de prejuicios. ¿Podrían estas joyas ocultas dar cuenta del drama universal de la experiencia humana? ¿Acaso no es suficiente la mirada de los grandes para iluminar nuestras vidas? Sin embargo, no sería justo dejar de mencionar que Zuleta se refirió extensamente a las obras de León de Greiff y 33


de Luis Carlos López, escritores colombianos, quizás poco conocidos en Europa occidental. Cuando Zuleta lee a estos autores lo hace de una manera tal que es posible pensar la vida desde la literatura. Y en la vida, por supuesto, hay correlaciones de fuerzas, luchas por el poder, formas de dominio, resistencias que involucran a los individuos y grupos sociales de distintas maneras. Zuleta señala que tales autores advirtieron lo que estaba pasando en su sociedad, lo mostraron en su prosa y poesía, sin sentirse limitados por una suerte de lealtad a su clase social de procedencia; su interpretación del mundo fue plasmada desde sus propias singularidades, porque, claro, una obra no es un calco de la vida: hay creación, invención, posibilidad de lo nuevo. Es más, Zuleta retoma las palabras de Mann, quien distingue al intelectual del artista, para hacer notar que un artista no se embarca en propósitos políticos, no toma partido, sino que contempla y vive su presente. Dicho de un 34


modo simple, el artista no escribe para salvar a nadie, “la guerra del artista es consigo mismo. Él está buscando y buscándose a sí mismo. El tipo de universalidad del artista proviene del hecho de que al criticar los dramas de su propio yo, entregándose a su vivencia, accede a una universalidad, pues los dramas que descubre en sí mismo son dramas que existen en todos los hombres”. Este tipo de apreciaciones pueden generar debates entre para quienes prima el valor de la libertad creativa, muy cercana a esta concepción del arte por el arte, y de aquellos para quienes el compromiso del artista es un rasgo valorado positivamente. En este último caso, se trata de la manifestación de la intención de develar, señalar, criticar relaciones desiguales dentro de una sociedad mediante su quehacer artístico. Otra característica de la crítica que hace Zuleta es la importancia que le confiere a los detalles de la vida privada y pública de sus autores favoritos. Al parecer no separa la obra del artista; o lo hace de tal manera que no ajusticia desde alguna 35


moral los comportamientos y acciones de sus autores, sino que de alguna manera amplían la comprensión de la obra, bien de una en especial o del conjunto. Sin duda, tiene relación con su interés por el estudio juicioso y dedicado del psicoanálisis; de hecho, Zuleta es un crítico de la cultura transdisciplinar. Por ejemplo, en Depresión, duelo y culpa, para entender una de estas afectaciones psíquicas nos remite a Marcel Proust, “deprimido él mismo hasta el punto de que un analista que hizo un notabilísimo estudio de En busca del tiempo perdido dice que esta obra es una ceremonia fúnebre”. Además, Zuleta no sólo lee las novelas de estos autores, que podríamos decir hacen parte del campo de la ficción, sino los escritos autobiográficos, sus diarios, sus correspondencias; lo cual es muy interesante porque revela un deseo de un acercamiento íntimo y profundo con sus autores. Esta manera especial de hablar sobre las obras y sus autores permiten que otras personas se acerquen a estas obras; esta es una de las tareas 36


habituales de un crítico. Si ya hemos leído, por ejemplo, a Kafka, probablemente la lectura que hace Zuleta sobre su obra, si estamos dispuestos, nos ampliará la comprensión que hemos tenido hasta entonces de esa obra y de la misma intrincada existencia. O, también, si a nuestros ojos llega primero un texto de Zuleta sobre las virtudes de la obra poética de Luis Carlos López que la misma obra referida, puede ser el inicio de un interés por leer a dicho autor. Por ejemplo, para explicarnos la modernidad, tal cual Zuleta la entiende, nos dice: “¿Qué puede tener que ver con ella la vida y la obra de Franz Kafka, un individuo que al fin y al cabo nació hace un siglo […] y murió muy joven, a la edad de 41 años? […] Lo primero que se destaca de esa vida es, pues, ese elemento de no pertenencia […] Kafka no tiene una patria, una patria para amar y para pensar […] El Castillo no es la historia de un hombre que aspira a un logro inmenso o a llegar a ser un señor importantísimo, sino el anhelo de poder llegar a ser un hombre cualquiera en una comunidad”. Es una apertura a otra manera de entender una obra que bien podría 37


generarnos esa crisis “de lo que se creía saber” y disponernos a aprehender nuevas posibilidades, nuevas lecturas…, en fin, de asombrarnos. Otro aspecto a destacar en este punto es el lugar que tienen las emociones y los sentimientos en la comprensión de la vida y del arte mismo. En la presentación de la exposición Mujeres Azules de Fernando Botero, Zuleta afirma que la crítica tiene un vicio que despoja a la obra analizada, especialmente a la pintura, de la emoción original que de alguna manera la inspiró o que en sus propias palabras fue el resorte de todo el movimiento. Porque según él, la emoción es lo oculto del arte, que por mucho que pretendan esos críticos, no puede ser resuelto mediante comparaciones, anotaciones de diferencias y semejanzas y enunciación de datos; de otra manera no sería más que una “fría erudición”, una “sabiduría muerta”. Sin embargo, esto no significa que la interpretación de la obra se quede en el estadio de la emotividad. Se trata, en cambio, de “efectuar esa transición del arte al pensamiento del arte”, que implica, cómo no, 38


Día a día, nos sorprendemos trasegando por los caminos de la educación, bien sea desde el sistema escolar o bien fuera de éste, aventurándonos con formas diversas del educar. Escucha el espisodio 39


un trabajo. Y como tampoco se trata de ignorar las emociones ni de intentar anularlas, para la compresión del hecho psíquico que subyace en la creación artística de la pintura de Botero, Zuleta propone algunas reflexiones en torno a la opacidad que recubre la existencia de las cosas. Esta opacidad de algún modo es contraria a la transparencia-objetividad que supuestamente nos permite el conocimiento científico de las cosas con su interés por lo demostrable, lo infalible, lo comprobable, y nos permite múltiples, simultáneas e indefinidas miradas sobre las elaboraciones humanas. Las cosas del mundo no pueden ser aprehendidas en su totalidad; puede ser una tragedia en la medida en que nos percatamos, como dice Zuleta, de la “condición irracional de la existencia” o, también, puede provocarnos una reacción que lleve a defendernos “de esa amenaza y de ese peligro por medio del arte”. En sus conferencias y entrevistas, Zuleta nos muestra cuál es su concepción del arte. El 40


término arte tiene muchas definiciones; algunas opuestas, otras muy parecidas. Para él el arte es una necesidad de la humanidad, en la medida en que participa en la construcción de un orden simbólico. Lo simbólico tendría que ver con aquello que de alguna manera hace que nos vinculemos entre nosotros mismos, con los otros seres y con la naturaleza. En estos vínculos son esenciales los relatos que hacemos de nosotros mismos y de los otros; en ellos media la palabra y la forma de presentarnos en y ante el mundo. En este punto, me parece necesario preguntarse por quienes participan en la construcción de los relatos colectivos. Por ejemplo, Balzac, hombre de letras “godo, monarquista”, dio cuenta a través de sus novelas de los sufrimientos de las clases bajas. En el relato que se ha construido sobre las injusticias sobre las clases oprimidas, por lo menos, en Occidente, han participado Balzac y otros cuantos sin ser ellos mismos parte de esa clase. Este es el típico caso de los que hablan –relatan- por los que supuestamente no tienen voz –relato-. ¿Qué tal si en ese proceso de transformación, de construcción de 41


Hablemos de amor... ¿cuántas canciones, poemas, expresiones hemos escuchado, incluso compuesto, en su nombre? Escucha el episodio escaneando el código QR


ÂżDe la sociedad del cansancio podremos pasar a la sociedad del disfrute y goce? Te invitamos a escuchar este epidosio en que se aborda el tema del trabajo y sus transformaciones


esos otros relatos participan voces plurales, de procedencias diversas? Los relatos dan cuenta de un nosotros respecto a nosotros mismos y también respecto a un otro externo, que está junto a nosotros en las disputas por los sentidos de las narraciones y el poder. En el modo de vida capitalista, los vínculos entre las personas a través de los relatos -que son o pueden devenir en compromisos en la medida en que, en términos de Zuleta, se saben parte de una lucha en la que se participa con su esfuerzo-, han sido desplazados por formas de socialización en las que la posesión del dinero es eje determinante de las mismas. De ahí se derivan comportamientos asociados al individualismo, egoísmo y a la competencia. Zuleta nos dice que “el capitalismo multiplica al tiempo las dos cosas, la depresión y el entusiasmo vacío” en las personas, no nos dice que en las personas de una clase social determinada. Y quizás este punto puede resultar también controversial. Zuleta crítica a los marxistas 44


que suponen que cambiando la estructura económica de la sociedad se acabarán todos los problemas que aquejan a los individuos [muy similar a las expectativas de quienes consideran o consideraron que llevándose a cabo una revolución que derrocase al sistema capitalista, las mujeres dejarían de ser explotadas al igual que los hombres], porque para Zuleta la lucha contra el capitalismo es una lucha cultural, que se gesta en la transformación de los comportamientos y los hábitos de las personas, y tampoco se trata de anular los conflictos, sino de tramitarlos de una manera democrática. De nada serviría que la clase dominada, subalterna o los de abajo suban al poder si desde ahí reproduce e induce formas de socialización totalitarias, rígidas, condescendientes… Ahora, hay que tener en cuenta que invertir el punto de partida de lo que debe ser transformado, es decir, apostar a la transformación del mundo desde lo simbólico probablemente no va a transformar automáticamente las estructuras económicas, que causan hambre, despojos, muertes reales, porque hay relaciones de poder entre los sujetos 45


y estas relaciones son desiguales y digamos que se libran batallas en las que unos ganan y otros pierden. En suma, lo que quiero decir es que las luchas en el campo de lo simbólico no tendrían por qué desligarse de las luchas en otros ámbitos de lo social; de hecho, es una contradicción porque los símbolos, las palabras, son parte de nosotros y por lo tanto están donde nosotros estemos. Habría que problematizar y hacer visibles las formas de articulación entre lo cultural y lo que propiamente no lo es. El arte entendido como esta necesidad primordial salvaría no solo a los expulsados sino a los que expulsan (de la posibilidad de una vida justa con las necesidades vitales satisfechas…). Tanto unos como otros son presa del sinsentido que paraliza la acción y que banaliza la existencia. Pero, además de padecer la desigualdad económica (hambre, pobreza, angustia, escasez…), los primeros, los expulsados, también padecerían el entusiasmo vacío. El arte (también el psicoanálisis, la lingüística) contrarrestaría este deplorable 46


estado psíquico de los individuos y de los grupos provocado por el capitalismo, cualificando la vida, dándole lugar y tiempo a los símbolos, relatos y vínculos. En este sentido, la crítica cultural que hace Zuleta hace una apuesta por la transformación de la vida de las personas, es decir, sus comentarios y reflexiones desde y sobre distintas manifestaciones artísticas hacen parte de su vida, son algo más que un oficio.

Bibliografía Zuleta, Estanislao. Depresión, duelo y culpa. Medellín: Percepción, 1985. Zuleta, Estanislao. Consideraciones sobre la pintura y sobre la obra de Fernando Botero. Medellín: Hombre Nuevo Editores, 2007. Zuleta, Estanislao. Entrevista La novedad del pensamiento marxista. En Revista Aquelarre, Ibagué, 2014.

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Escribir: seducción y sufrimiento Por Elizabeth Giraldo Giraldo Las ideas viajan y en esa travesía interna que es el trabajo del pensamiento aprendemos sobre nosotras1 mismas y la naturaleza de nuestros intereses. En esta reflexión retomo una idea que viene de tiempo atrás y he nombrado Escrituras Rebeldes, así he llamado a las formas de resistencia que se han dado en las letras. Intuyendo que si bien la cultura escrita ha sido una imposición, al igual que otras herramientas de dominio derivó en escenario y vía de oposición a esas formas de dominio, e inauguró alternativas en la cultura que escapan al impulso totalizador de lo hegemónico y mantienen vivo el indómito espíritu humano. Las Escrituras Rebeldes son aquellas que prolongan el imposible de una cultura única. 1 Nosotras referido acá y a lo largo del texto a nosotras las personas. 49


En el trabajo de definir las Escrituras Rebeldes me encuentro en un preludio. Un momento preparatorio habitado por una intuición que quiere salir del pozo en el que duermen los libros sin escribir y los proyectos por realizarse. Mi intuición es bastante sencilla: nuestra formación en la escritura bebe de una tradición en la que ella, la escritura, representa padecimiento, dolor y sufrimiento del que escribe. Es notorio cómo las experiencias entre los que intentamos escribir pasan por la frustración, convirtiendo la escritura en algo tortuoso sino imposible para la mayoría de las personas. Llego entonces a la pregunta ¿cómo socialmente llegamos a este sufrimiento? Las respuestas inmanentes, es decir, que se explican por sí mismas, no son razonables. Expresiones como: “es que escribir es muy difícil”, “no todo el mundo puede ser escritor o escritora”, “escribir es para unas cuantas personas” son respuestas aprendidas que encubren lo sucedido en nuestra historia para aceptar tal imposibilidad. Dicho en otras palabras, esas son consecuencias y no causas. Quiero detenerme en esta intuición pues para 50


poder elaborar y ampliar las Escrituras Rebeldes es necesario adquirir comprensiones sobre cuál ha sido la idea de autor bajo la que hemos sido formadas. Preámbulo de piedras dudosas para atravesar un charco de aguas claras. Por formación e inclinación me han traído la escritura y me he acercado a ella. Trabajo escribiendo cotidianamente, he escrito textos que corresponden al ámbito de lo académico como artículos, tesis, investigaciones, reseñas, también por mi oficio en la agencia de la cultura estoy constantemente en la creación de textos de todo tipo especialmente divulgativos, he escrito como corresponde a nuestros tiempos correos y mensajes electrónicos, también, como corresponde al no tiempo, cartas de amor que junto con los diarios personales son de las cosas más duraderas que he hecho. En el pasado, en mis años adolescentes, me aventuré a la poesía y a los trece años comencé una novela, una misión cuyo destino de inconclusión no importaba. El 51


amor por leer y escribir fue lo que me llevó a elegir esa carrera de la que sabía muy poco pero que prefiguraba mucho de lo que deseaba para mí misma, por las palabras y lo que pudieran decir sobre el pasado decidí ser historiadora, disciplina que por definición y convención se instaura con la escritura. Ahora, no sé si esté ante una paradoja o un desconcierto, pues aún con los años de cercanía y relativa producción escrita, que la escritura, mi escritura, se me presente aún como una montaña por remontar o que se manifieste en forma de misterio me hace preguntar ¿estaré mirándome en el espejo de la autoría que se queda entrampada en sí misma? Virginia Woolf en Una habitación propia con un espíritu juguetón y grave al mismo tiempo lleva su pregunta a los confines de la historia, de la filosofía, de la literatura, de la poética, de la mundanidad, para representarse la relación de la mujer con la novela, más aún, de las posibilidades de existencia de una autoría en las 52


mujeres. En su exposición nos ofrece valiosos entendimientos, entre ellos la relación de la vida material con la vida creativa, la sujeción a su vez de la vida material a las formas sociales que cambian en la historia y la necesaria igualdad material entre hombres y mujeres para que ellas puedan crear. Una igualdad material que se traduce en las condiciones de subsistencia y en las consecuentes autonomía y libertad, sobre todo de tiempo, que le corresponden. Es su respuesta liberal y burguesa, y en nuestro contexto podremos descubrir otras formas y condiciones para la autoría de las mujeres, aún así es revolucionara su interpretación que insiste en la independencia de la mujer en relación a la familia, en su concepción patriarcal, como un horizonte deseable y apremiante. Woolf en una inspiración tanto nacionalista como literaria reconoce a Shakespeare como el autor por excelencia, las razones son inspiradoras y bastante reveladoras sobre qué podría ser una búsqueda en el ser autor o autora: no preocuparse en exceso de lo que se diga de sí 53


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Para seguir tejiendo preguntas y posibilidades en el mundo del capitalismo, nos encaminamos ahora a pensar el cuerpo de las mujeres y, con ello, lo que significa ser mujeres en nuestros contextos.


“(...) porque la mente del artista para lograr el prodigioso esfuerzo de producir íntegra la obra que está en él, debe ser incandescente, como la mente de Shakespeare” Inquinas, rencores y antipatías no salen a la luz, es despojarse de los resentimientos sobre el mundo y las trabas que imaginaria o fácticamente le impone al individuo. Yo leo acá el encogimiento de la oposición entre individuo y sociedad, o sujeto y comunidad, y la apertura a la posibilidad para la autoría de ser una fuga que no rechaza al mundo e introduce un nuevo orden -en lo literario- que permite tanto la compresión del mundo que habitamos como la instauración de posibles. Más que una superación del mundo, o una autosuperación, es una aceptación que alimenta el gesto literario de la descripción y que al hacerlo activa la imaginación, una acción indispensable para la transformación de lo dado.

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Los antecedentes trágicos Hace algunos meses preparé un texto para el encuentro “Hacia una democracia de la vida cotidiana” donde me propuse hablar sobre Zuleta y la escritura, cuya reflexión me permitió avanzar en mi pregunta sobre la escritura. Para mi sorpresa descubrí las Escrituras Alegres, una categoría que recientemente inventé y que se refiere fundamentalmente a aquellas escrituras que tienen el poderoso efecto de animar a la escritura. Al mirar de qué manera Zuleta había entendido la escritura y sobre todo a quiénes había leído para referirse a ella puede ver con cierta nitidez otra tradición, si es que se le puede llamar a así, encarnada en la escritora contemporánea a él Aura López. De un lado estaba el atractivo que puede ejercer la sensibilidad trágica de Nietzsche y Mann, los autores traídos por mí para hablar de la escritura en Zuleta, y del otro una escritora con una difusión mínima comparada con la de los dos autores que hablaba desde otro hemisferio, desde otro continente. 56


De la vida de Zuleta como escritor es importante considerar que fue un escritor frugal y que su trabajo como pensador y divulgador de las ideas se dio predominantemente en la oralidad, también que su obra la conocemos escrita por un trabajo de transcripción y edición de grabaciones de sus conferencias realizado posteriormente por la Fundación Estanislao Zuleta de Cali, siendo más reconocido por ser un lector que por sus creaciones escritas. El trabajo de Zuleta como mediador de la cultura ha sido muy significativo en nuestro medio por la introducción de autores que alimentan el espíritu crítico y abren la posibilidad de pensar la vida, así, en esa forma libre y abierta que la expresión evoca. Hace parte de su metodología realizar extensos comentarios interpretativos sobre las obras, en los que desentraña temas que apelan a la constitución de lo que llamamos alma humana. Es también característico de Zuleta compartir los autores que amó, de allí la atracción por lo que dice y por los autores que trabaja. 57


Zuleta no escribió abundantemente sin embargo articuló una concepción sobre la escritura fecundada por un deber ser. Para sustentarlo analicé dos obras suyas Thomas Mann, la montaña mágica y la llanura prosaica y Los comentarios a Así habló Zaratustra Las obras de Mann y Nietzsche comparten la idea fundamental para Zuleta de la transformación, en cada una de ellas se alude al viaje y al cambio. Traen además explícita y poéticamente imágenes sobre la naturaleza, extrema u opuesta al lugar de origen. En el caso del Zaratustra es sobre el desierto, en el caso Hans Castorp es sobre la montaña. En ambas el ser se ve interpelado por la radicalidad de esa naturaleza, la otredad desafiante, que termina siendo el medio para cambiar y lograr la aventura de ser. En ambas, Zuleta interpreta una redención humana posible a través del pensamiento, el arte y el diálogo. Con estas interpretaciones plantea un ideal de la existencia, que yo propongo como una concepción de la escritura. 58


En esta propuesta sobre la existencia que toma cuerpo en la escritura se exalta la imagen o idea del héroe romántico, quien vive una serie de aventuras que corresponden a una nueva consideración de la tragedia en el XIX. Nos cuenta Santiago López Petit en su texto Hijos de la noche que “(...) con su surgimiento se produce un desplazamiento fundamental y común a todos ellos: de la acción trágica se pasa al sujeto trágico, de un yo volcado hacia afuera a un Yo que mira a su interior” Del héroe literario volcado sobre sí mismo pasamos al escritor romántico volcado sobre sí mismo, donde los sucesos como el amor o el encuentro con la naturaleza tienen una afectación que solo se hace audible “como lenguaje de nuestro ser”. En mi exploración por entender esta tradición trágica en la escritura me he encontrado con el texto de López Petit que resultó ser un pasado de mis preguntas sobre la herencia trágica e identifiqué en él algunos de sus efectos. Uno de ellos tiene que ver con la dualidad entre el Yo y los Otros, una más de las dialécticas modernas, 59


que en el Romanticismo en parte se resuelve en ese yo volcado a su interior. Esto es lo que a su vez se espera y sucede con el autor o con la idea de autor, es la introducción del autor como héroe. Dicho en palabras coloquiales del hoy: es la romantización del autor. ¿Pero héroe de qué podría ser quien escribe en un mundo ya con bastantes sufrimientos?, atado a su herencia romántica será el héroe del desgarro de la escritura, que sobrevive a una escritura asociada a la impotencia, cuya principal pesadilla es la hoja en blanco y cuyo reino le pertenece a unos cuantos, revestidos de cierta santidad que confiere el sacrificio y el sufrimiento. Por supuesto esto ocupa un espacio social muy pequeño, especialmente por la exclusión social que también se hace realidad con el universo de lo escrito. Para el momento en el que yo sacaba la expresión “Hacer del mundo lenguaje de nuestro ser” como un súmmum del entendimiento de la escritura en la obra de Zuleta no alcancé a darme cuenta 60


de que allí estaba además el centro de la herencia trágica que se traduce en la idealización de quien escribe. Hoy esa idea la he matizado pues de los grandes esfuerzos de nuestra época es reponernos a la oposición sujeto y comunidad por todas las vías creativas, y esto debería tener consecuencias importantes en el lugar que ocupa la escritura en la sociedad y en quienes escriben. A la verdad con límites “Hacer del mundo lenguaje de nuestro ser” tendremos que añadirle la base: hacer de nuestro ser lenguaje para el mundo. Lo que no se ve Es importante considerar el origen de esta tradición, que es europea y con un particular desarrollo en Alemania. Hace parte de las convenciones culturales de esta región asociar pensamiento con escritura o de manera más amplia con el universo de lo escrito, idea que durante siglos puso a los no letrados en el bando de los ignorantes y la lectura y la escritura como signos de distinción. Esto ha 61


llevado a formas de dominio, de distinción de clases y de instauración de la vergonzosa idea de una alta y de una baja cultura, donde a la primera le corresponde el mundo de las letras y a la segunda el de la palabra oral. Este prejuicio solo hasta ahora presenta su mayor fractura tanto por la masificación del alfabetismo como por la incursión de las nuevas herramientas tecnológicas para la comunicación que amplían la idea de autor. Una restitución de la oralidad con toda su complejidad también participa en este fenómeno contemporáneo. La filosofía alemana viajó en barco de Europa a América, bien sea en forma de libro, en forma de pensador, en forma de profesor. En algún momento entre esos cruces de un lado al otro del Atlántico la geografía y la historia se hicieron transparentes, y nadie las veía y pasó de ser filosofía europea a ser filosofía y de ser pensamiento alemán a ser pensamiento, un destino similar tuvo la escritura con efectos por supuesto en quienes escriben. Las prácticas y valores que hicieron invisibles la geografía y la 62


historia, que atan a cualquier idea con el contexto en el que emerge, hacen parte de una realidad atravesada por la desigualdad del poder, por la imposición de una geografía de la marginalidad y de dominio espiritual de un continente sobre el otro y ha tenido como uno de sus frutos la totalización de la idea de lo que es filosofía, de lo que es pensar, de lo que es literatura, de lo que es ser quien escribe. En la vida contemporánea dados los procesos de emancipación del pensamiento, las luchas culturales y de un mayor entendimiento del peso de la historia y de la geografía en las ideas, los conflictos entre lo alto y lo bajo ya no se dirimen exclusivamente en la superioridad de una sobre otra y reciben otras nociones como pueden ser cultura de élites y cultura popular. Este ha sido un fenómeno complejo y dinámico que pasa por ciertas reconciliaciones y renovadas nociones de lo que es cultura lo que a su vez debería traer otras trayectorias para la elipse que ocupa la escritura. Vale la pena preguntarse además para futuras indagaciones cómo se ha 63


reposicionado el mundo de lo escrito y la idea de autoría en un contexto de cultura de masas y de industrialización de la cultura. Montaña de barro Mi falta de fe, ser una descreída de lo divino, más que un asunto fundamental en sí mismo ha sido un portal por el que he llegado a descubrimientos que marcan el ritmo de mis días y perfilan mi carácter. Amar la vida como la única oportunidad para ser es uno, también lo es el sentir el peso plomo de la gravedad cada mañana al saber que solo se tiene ese día para hacer; una verdad tornasolada que se mueve entre el terror de la finitud y la dicha por la libertad conquistada. Observo cómo ese portal contiene toda mi crianza que es católica (de niños jesuses, comuniones, ángeles de la guarda y aguas benditas) y me vincula con muchas de las cosas y personas que amo, un pasado que me constituye y se hace presente de mil maneras de las que seguro no 64


caigo en la cuenta. Del otro lado su destino es bastante abismal. Seguramente lo uno y lo otro me han llevado a aferrarme a los asuntos más materiales de la existencia humana, evidencias tangibles de que efectivamente estamos acá, y a amar a esa humanidad como la única cosa cognoscible, como único lugar desde el cual se puede observar el mundo; una metáfora en espiral ascendente que nos hace esquivo todo, especialmente la verdad, objeto de deseo superior de la humanidad y cuya búsqueda nos ha esculpido como especie, ha tallado sendas, construido templos, erigido bibliotecas, que también son templos, ha fabricado cañones y alzado muros, atravesado océanos y pisado la luna. Las formas en barro, primera materia prima, que ha dejado esa búsqueda insaciable y milenaria se han vuelto para mí un lugar, un continente. Y no es extraño que sea una constitución geográfica la que albergue y le dé identidad a mi trinidad: cuerpo, espacio y escritura, que sin ninguna relación filial se constituyen ante mí como el 65


rastro de la manada, lo palpable, las estructuras sobre las que se yerguen los proyectos posibles y pasados de eso que somos, de eso que soy. Las disciplinas de lo corográfico, de lo coreográfico y la grafía misma me fijan y me animan a pensar siempre en términos de movimientos, volúmenes, relieves, fracturas, fallas, saltos, suelos y por supuesto, arquitecturas, que se hacen ciudades, pueblos, fachadas, escenografías. La escritura da cuerpo, incluido el cuerpo mismo, y a las cosas que ya no están o que van a desaparecer. Un acto íntimo y cómplice que respira el polvo que deja el ser humano al imprimir su huella en el mundo. A veces solo queda el polvo que se hace representación escrita, a veces sobreviven fascinantes y antiquísimas edificaciones que monumentalizamos para sabernos vivos, a veces nos ensañamos con los cuerpos consumiéndolos en la fiesta, el sexo, la danza, la ejercitación, para sabernos finitos en la transgresión del límite, a veces es la grafía la única que puede dar cuenta. 66


Hablemos sobre la experiencia de ser seres de esta contemporaneidad y desde allĂ­ tener insumos para pensar el sistema en su conjunto. Te invitamos a escuchar el episodio 67


Volar como gallinazos Mucho tiempo me he sentido dividida en tres partes, repartida en habitaciones, compartimentada y divagando por pasillos al parecer inconexos, sintiendo cómo cada vez que recorría uno me alejaba de los otros dos, y cuando lograba abrir puertas entre dos de ellos, como hablar de las letras de la ciudad o el cuerpo de la escritura o cuerpos de calle, el tercero se desvanecía como partes demolidas de una vieja construcción. Por fuera de toda coincidencia la descripción de unas ruinas me permitió vislumbrar con mayor claridad que cuerpo, escritura y geografía podían hacer movimiento juntos y que yo podría representar esa danza. En el conjunto de crónicas que realizó la autora Aura López entre septiembre de 1975 y marzo de 1979 tituladas El Peñol crónica de un despojo pude ver esa mezcla, como la que se hacen maestros y maestras de obra para hacer casas o esculturas, de los tres elementos, que son el mundo, y sospecho que 68


lo vi principalmente porque sentía que podía escribir. Desde un principio las he llamado Escrituras Alegres, esas que suscitan en mí la esperanza de la escritura, contrapuestas a aquellas que traen temor, confusión y densidad. He descubierto que esa alegría de escribir venía de tratar de envolver hechos y asuntos dolorosos con la comprensión de su ser sencillo. Una ternura que solo podía venir de un intento por volver a componer algo que está puesto de cabeza, despedazado, despojado es la palabra que ella utiliza. A ese texto llegué como profesora de geografía que busca por todos los medios que el mundo le hable a sus estudiantes y sus estudiantes al mundo, entonces junto con las teorías sobre el espacio, las descripciones físicas de un lugar o la sociología de sus conflictos, les proponía la mirada literaria como otra forma de comprensión, y así fue como estas crónicas se volvieron referente para entender eso que pasó desde la década de los sesenta del siglo XX en un pueblo de Antioquia que fue demolido e 69


inundado para que un gran embalse ocupara todo, toneladas de agua sobre kilómetros de historia y memorias. Su prosa desenvuelta y sincera rápidamente nos hace percibir lo que fue recorrer con su menudo cuerpo calles y casas que mudaban de ser un lugar de la vida y la vecindad a ser un campo bombardeado, de ruinas, huecos de ventanas y árboles embarrados. Ella escribe desde su corporalidad que mira, huele, distingue colores, descubre texturas y percibe las intenciones de quien habla, los habitantes del pueblo, como si fueran verdades chiquitas que caminan prestas para ser compartidas. Describe muros, puertas, andenes, alambrados, patios y corredores con la vida de quienes los construyeron y luego lo perdieron. Con la escritura retrata y hace que unos y otros, piedras y personas, cobren una dignidad que intentó ser usurpada, reconcilia el tiempo haciéndonos reconocer a quien causó el daño sin llevarlo al paredón, aunque sin cohibirse 70


nos cuenta de las paredes en las que las gentes del pueblo escriben “hijueputas” para decir de aquellos actores materiales de tal oprobio. La revuelta contra las autoridades de un pueblo conservador y católico se hace imaginable por la sutileza con la que Aura nos cuenta la miríada de sentimientos e impresiones que las personas viven y le cuentan, en la informalidad de un tinto con buñuelos, una cerveza o un almuerzo, nos asomamos a esa manera única de sentir la destrucción, la amenaza y el dolor por lo que el agua centímetro a centímetro iba robando y las máquinas desplomando. Hay una anécdota que ella cuenta en alguna de las entrevistas que le hicieron y que también aparece en unas inconclusas memorias escritas a mano, en la que nos dice en tono cómico cómo siendo niña se tiró de un tejado intentando volar como los gallinazos, pues le encantaba tirarse en la hierba del solar de su casa, en otro pueblo de Antioquia, y ver a las aves negras volar en su majestuosidad. Las quiso imitar. Esta pequeña historia irrumpió y me hizo 71


sentir aún más curiosidad por la escritora que no quería ser como el cóndor ave real venerada en el escudo nacional y que nos enseñan en la escuela sino como el gallinazo, pariente pobre y despreciado, cuyo vuelo es señal de muerte y que ella con sus ojos, que nos presta a través de su escritura, pudo ver la belleza, cotidiana, común, del ave. Creo que esta historia en parte nos explica su carácter literario, lleno de detalles aparentemente menores y de exploración de la belleza en lo mundano. Con ella podemos encorar “la escritura es nuestra, con el lenguaje reconstruimos el mundo”. Anidarnos en la palabra es el efecto que logra y a mí me permite suponer que el barro que reposa en el fondo de la represa cubriendo un pueblo que me imagino espectral o que encumbra cordilleras está emparentado con los ademanes de unos cuerpos hechos de la misma materialidad y de una escritura que puede ser edificación o túnel subterráneo o ermita, en todo caso testimonio y creación de ese dolor y de esa lucha. 72


Historia y escritura pendientes He aprendido que el pensar las Escrituras Rebeldes supone la instauración de una noción de intelectualidad y de autoría que se ajusta y describe la realidad concreta en la que se están produciendo, así mismo abren ventanas para observar narrativas diversas y entendimientos de mundo a los que muchas veces no tenemos acceso a través de la formación oficial principalmente porque son consideras escrituras menores o quienes las escriben no son considerados autores o autoras en la versión canónica del oficio. Los textos tienen una doble vida, o muchas vidas si pensamos en cada una de las interpretaciones que brotan cuando son leídos, me refiero a la cohabitación de su interioridad como creación de sentidos particulares y con su externalidad como vínculo con el espacio tiempo en el que fue creado que condiciona y posibilita su existencia, en ambas participa activamente el autor. En su vida interna los textos tienen una temporalidad 73


singular que en su artificio le permite unir y dialogar con dimensiones sociales, culturales y simbólicas disímiles, representando una imposibilidad y un desafío. En su vida externa están las condiciones de creación, publicación, divulgación y difusión del texto, lo que lo enmarca necesariamente en un entramado de relaciones de poder mediado por el lugar de la escritura en la sociedad y la experiencia como sujeto de la historia de quien escribe. Es una monstruosidad esa necesidad de mirar el mundo en su aura como en su carne, así como es monstruoso pensar esa existencia bicéfala por cuyo cuerpo corre la bilis poética y la sangre prosaica. Unos párrafos atrás expresaba cómo la idea de autoría que en parte heredamos viene de una romantización y heroísmo místico de su existencia, ahora hablo de los mecanismos de poder en la cultura, o política cultural, que se conjugan para hacer del ejercicio de la escritura una práctica socio-cultural que ha sido vehículo para la exclusión. La continuación natural de esta reflexión tendría que ser el entender y 74


ampliar esa doble vida. Las Escrituras Alegres no quieren llegar a ser un sustituto de lo que ha sido el sentido trágico de la escritura, tengo dudas de que sea necesario instituirlas como tradición, que se requiera inventar esa tradición. Más bien requieren ser restituidas en un lugar visible que pueda darle una mayor escucha al mundo sobre muchos órdenes de la escritura y formas de vida de la autoría. También sigue estando pendiente comprender a profundidad los medios históricos y culturales en los que se han dado. Seguir pensando la cuestión hacia la observación y conocimiento de la materialidad de la escritura conlleva el salto hacia la indagación empírica que implica las herramientas de las disciplinas histórica, geográfica y etnográfica. Un esfuerzo que ha de continuar para conocer el cuerpo y el lugar de las Escritura Rebeldes.

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Bibliografía López, Aura. El Peñol, crónica del despojo. 3ra ed.Medellín: CONFIAR Cooperativa financiera, 2017 Lope Petit, Santiago. Hijos de la noche. 1a ed. - Buenos Aires: Tinta Limón, 2015 Woolf, Virginia. Una habitación propia. 6ta ed.Barcelona: Seix Barral, 2008

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Nuestras dinĂĄmicas sociales estĂĄn en torno al agua, la necesitan, pero tambiĂŠn la afectan, la contaminan, la comercializan, la disminuyen. Por ello, nos detendremos a conversar sobre este tema.

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Agradecimientos especiales a Morada Estéreo, York Esteban Varela Zapata, Santiago Muñoz, Simón Moreno y al equipo de la Conversación del Miércoles.


Combates en la Cultura Se imprimiĂł en Fotocopiar S.A.S en el mes de noviembre. MedellĂ­n - 2020





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