Librista Combates en la Cultura. Vol III

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Revisión de textos: Aura Rendón Lopera María Camila Giraldo Giraldo Alejandro Mesa Palacio Vanessa Ojeda Álvarez Ilustraciones: Eduardo Cano Uribe

Impresión: Pregón SAS

Diseño y diagramación: Natalia Zapata Cano

ISSN: 2744-9122

“Este libro se escribió e imprimió guiados por principios de anti-copyright, que no es precisamente una licencia, es una actitud, un gesto hacia el rechazo de las licencias. Es una invitación a pensar el tema de la autoría y el compartir conocimiento. De considerar una licencia, esta sería tal vez la de dominio público” Una publicación de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta Vol.III Medellín - Antioquia


Combates en la Cultura Presentación

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Consumismo, una insaciable voracidad Aura María Rendón Lopera

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Lo que Sueños de Papel me ha enseñado María Camila Giraldo Giraldo

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El Estado, un ideal más allá de la represión Alejandro Mesa Palacio

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La posverdad: una enemiga de la democracia Jenny Giraldo García 75 ¿A la luz de las pantallas florecemos? Vanessa Ojeda Álvarez

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Combates en la Cultura La tercera edición de La Librista Combates en la Cultura hace parte de las apuestas que realizamos desde la Corporación Cultural Estanislao Zuleta por difundir y divulgar reflexiones y pensamientos escritos, con el fin de asumir y expresar al mundo una postura propia sobre los asuntos que nos conciernen, de manera que como ciudadanas y ciudadanos nos insertamos en las discusiones públicas que alimentan el espíritu crítico y plural de nuestra sociedad. En esta publicación encontrarán cinco textos escritos por miembros de CorpoZuleta, quienes responden desde sus miradas e inquietudes a la siguiente pregunta que nos habita como sociedad y como individuos y que planteamos desde nuestro proyecto de formación ciudadana La Conversación del Miércoles: ¿cómo resistir en nuestra vida cotidiana a las distintas incertidumbres de la existencia? 7


En el primero de los textos, Aura María Rendón nos señala las implicaciones de un consumo desmesurado y excesivo de bienes y cosas auspiciado por las lógicas devoradoras del capitalismo. El consumismo se relaciona con el interés de exhibirse y remarcar una pertenencia o deseo de pertenencia a grupo social determinado, desconociendo las formas de producción que conllevan al deterioro del medio ambiente y de las relaciones laborales. El segundo ensayo escrito por María Camila Giraldo es un relato del afecto hacia los lugares que nos acogen, que nos muestran y nos permiten vivir la esperanza en medio de condiciones adversas. La conversación que suscitan las lecturas en una pequeña biblioteca ubicada en un barrio periférico de Medellín se convierte en un encuentro para seguir resistiendo y proyectando sueños en común. En el tercer ensayo, Alejandro Mesa nos permite una aproximación al poder político ejercido por los Estados modernos, diseccionando la forma 8


de relacionarse con los otros dos poderes: el económico y el ideológico y su configuración de carácter antidemocrático en el orden social capitalista. Frente a un panorama social desalentador, está la urgencia de cuestionar un Estado que actúa como ente represivo. El ensayo escrito por Jenny Giraldo nos presenta una problemática muy actual: mentiras o verdades a medias que se propagan por medios digitales y que refuerzan idearios individuales y grupales con los cuales se ordena el mundo y se pretende valorar el accionar de ese otro que es percibido como enemigo, con consecuencias negativas para una democracia deliberativa y plural. Por último, el texto de Vanessa Ojeda nos propone pensar e indagar en las consecuencias a nivel individual y social de la progresiva presencia de pantallas en nuestra vida cotidiana. Se arrojan miradas sobre las implicaciones en la sociabilidad, en la vida política y en el acercamiento a las artes y la cultura. También, se 9


presenta una arista que señala y recuerda la base material que sostiene las redes informáticas y la nube. Las ideas, posturas y valoraciones que contiene cada uno de estos textos, y que esperamos que esta presentación les haga justicia y anime su lectura, hacen parte de las apuestas por convocar la vivencia cotidiana de una ciudadanía que dialoga, conversa, debate y propone discusiones sobre la realidad para buscar su transformación, desde las resistencias y propuestas de formas de vida que le dan lugar a la sensibilidad, la libertad y la crítica.

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Pensar, conversar y narrar nuestro presente es la propuesta de Combates en la Cultura, un podcast que nace del colectivo que integra a CorpoZuleta en su interés por explorar la palabra en sus diversas manifestaciones, con el entendimiento de que es ella un medio para el cultivo de subjetividades críticas y sociedades dialógicas. Te invitamos a escuchar escaneando los códigos QR

los

episodios

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Consumismo, una insaciable voracidad Por Aura María Rendón Lopera 1. Consumir En las últimas décadas: desde finales del siglo XX, ha cobrado fuerza el tema del consumismo como un asunto problemático. Por su raíz, podemos deducir que el consumismo está relacionado con el consumo, aunque no son lo mismo. En este contexto, consumo se refiere al uso y transformación de diferentes bienes naturales para satisfacer las necesidades humanas. Este proceder, que le es indispensable a todo ser vivo para su sobrevivencia, es singular en el caso de nosotros, los seres humanos, porque nuestras necesidades no se limitan a lo que requerimos para mantener nuestro cuerpo funcionando, también están aquellas que son producto del desarrollo social e histórico, como la educación, el arte, la cultura, entre otras; como seres del lenguaje participamos de diversos escenarios 13


de creación, (re)producción y consumo de creaciones simbólicas que otorgan sentidos y significados a lo que somos y hacemos. Alimentarnos es una necesidad que compartimos con otros seres vivos, pero en nuestro caso el acto de saciar el hambre también está ligado a unos gustos, técnicas y saberes que hemos heredado de nuestros familiares: madres, tías, abuelas… cuando estamos frente a un plato de comida estamos frente al producto de un saber y un oficio que trasciende la llana necesidad de satisfacer el hambre. Cada sociedad tiene sus propias formas de preparación, de servir, de comer; según los momentos del día y del año se preparan ciertas recetas, se hacen festines o se ayuna. Los animales, en cambio, se alimentan de las mismas cosas de acuerdo a su especie, independiente del lugar del mundo que habiten, a menos que las personas interfieran en ello. Incluso en este mundo de la globalización, que nos ha permitido –a algunas personas– aventurarnos a los sabores y gustos de otras regiones del mundo, cuando se trata 14


de generar un mercado de consumo masivo de una comida extranjera, las grandes franquicias, tipo McDonalds, deben hacer adaptaciones de esas comidas exóticas de acuerdo a la cultura gastronómica del país al que llegan. Es muy común, por ejemplo, encontrarse en Medellín con versiones paisas de la hamburguesa, el sushi, la pizza, entre otras comidas populares que provienen de otras regiones. Así como sucede con la alimentación, otros saberes y creaciones relacionadas con la satisfacción de las necesidades humanas tienen la particularidad de estar ligadas a la cultura de cada sociedad: ese universo de ideas, creencias, costumbres alrededor de los cuales las personas de un lugar se relacionan entre sí y con el afuera. El consumismo se ha ido convirtiendo en un rasgo propio de nuestra sociedad, la de Occidente: no es inherente a la humanidad y su relación con la naturaleza per se. Este es un término que se viene utilizando desde hace unas décadas para referirse al acto de consumir de más y la manera en que esto se ha convertido 15


en una tendencia y estímulo constante: la invitación a gastar más, a comprar más allá de ese límite que traza lo que requerimos para una buena vida. Esto –claro está– sólo es posible para las personas que tienen las condiciones económicas para hacerlo. Mientras que para un porcentaje significativo de las que no se pueden permitir ese estilo de vida, ese nivel de consumo se convierte en un referente: una aspiración, pero determinar cuál es ese límite entre el consumo razonable y el consumismo no es tan sencillo porque, como mencionaba antes, nuestras necesidades no se limitan a lo fisiológico. Comprender la manera en que el consumismo se ha convertido en un referente para la vida, exige pensarlo en relación al contexto económico y social en que emerge: el capitalismo. En ese sentido es importante destacar varios aspectos de este modelo económico. El primero es que su principio, la acumulación de capital, estimula de manera permanente desarrollos tecnológicos que permitan incrementar y hacer más eficiente 16


la producción de los bienes que circulan en el mercado. Lo segundo es que, para mantener el crecimiento del capital acumulado, es necesario promover el consumo. Esta última ha sido una de sus principales líneas de acción. ¿Cómo incentivar el consumo? Una pregunta que no tiene una única respuesta en una sociedad que está dividida en varias clases sociales. Que alguien sea empobrecido quiere decir que sus ingresos son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. Aun así, contando con la precariedad, muchas personas con escasos recursos buscan la manera de responder a las exigencias de la sociedad de consumo de alguna manera. Esto casi siempre significa sacrificar la satisfacción de algunas necesidades básicas para comprarse alguna prenda que las vincule con un estrato social más alto. A medida que la gente tiene mayores ingresos, su consumo se diversifica y puede acceder a diferentes objetos y servicios, en los que la marca o su exclusividad empiezan a ser los principales referentes del estrato social que 17


Afiche: Consumismo: la voraz insaciabilidad del ser. Podcast: Medio ambiente. Escúchalo escaneando el código QR 18


se ocupa; la riqueza y la clase se representan a partir de lo que se consume y el estilo de vida. Además de comprender la relación estrecha entre el consumismo y el capitalismo, desde una mirada economicista, es necesario preguntarnos qué es lo que resulta tan seductor para el ser humano de esta propuesta de vida. 2. Exhibir Se abre una puerta. Tras ella hay un cuarto del tamaño de un apartamento. Sus paredes están cubiertas de estanterías en las que se ubican, ordenadamente, cientos de zapatos, vestidos, bolsos, accesorios, como si se tratara de una boutique. Colores, brillos y destellos se agolpan en la mirada del espectador. La persona que ha abierto la puerta hace un recorrido lento, pausado, destacando algunos de estos objetos, que cuestan miles de dólares, mientras comenta –como si fuera una confesión– que nunca ha lucido la mayoría de ellos. En realidad, aquello que usa en su cotidianidad ocupa una pequeña fracción de ese gran cuarto que es su armario. 19


Lo que una persona consume está vinculado con su identidad y esto a su vez, con frecuencia, está relacionado con el medio social en el cual creció, la cultura, las posibilidades materiales, entre otros factores. La lógica del mercado que moviliza la economía y las relaciones en nuestra sociedad ha sabido aprovechar la importancia que tiene la construcción de la identidad en el ser humano. Las empresas han sabido leer que a partir del consumo de ciertos objetos una persona puede sentirse parte del grupo social que considera la representa en sus ideales, valores y carácter. De esta manera, aspiraciones como el éxito, la clase, el poder y el reconocimiento, que tienen un peso significativo en nuestra sociedad, están vinculados con el consumismo. Lo que se consume, las cantidades, es un indicador de que tan cerca se está de alcanzar esos ideales. Sin embargo, la promesa de satisfacción asociada al consumo de un objeto con frecuencia es efímera, dejando un vacío en la persona que esperaba retener esa sensación de satisfacción por más tiempo. Un círculo vicioso, un abismo, una promesa de felicidad sosa y endeble, es lo que 20


resulta de esa invitación al consumo perpetuo como única forma de llenar ese vacío que nos habita, cuando lo necesario, aunque más difícil, sería tomarse el tiempo para pensar porqué no podemos obtener una satisfacción completa. Tal vez no sea casualidad que una de las canciones más populares del Rock and Roll nos invite a cantar “I can´t get no sa-tis-fac-tion”. Un porcentaje alto de las personas que pertenecen a la clase alta buscan destacar su capacidad de consumo de bienes y servicios que reflejan una vida de confort, el “buen gusto” y la exclusividad, de modo que no es sólo la cantidad, también es el costo, lo que agrega valor a lo que consumen. Para la gran mayoría no basta con el consumo de esos bienes exclusivos, la gracia está en exhibirlos: si tienes dinero debes mostrarlo. De esta manera, no solo se consolidan como pertenecientes a una clase alta, lo cual deben reafirmar y demostrar todo el tiempo, también se convierten en referentes para personas cuyos ingresos están lejos de poder cubrir ese estilo de vida. En cada época, la clase alta ha encontrado 21


la manera de mostrar su estatus, y en el presente uno de los lugares favoritos para hacer esto es en las redes sociales, donde las fotos alimentan los imaginarios de muchas personas sobre lo que es deseable, otorga la felicidad o se debe adquirir para cumplir con las expectativas del entorno social. Imágenes que circulan como incitación al consumo sin un mayor detenimiento en las implicaciones que esto puede traer para la vida personal y colectiva. Una de las cosas que no queda registrada en estas imágenes –que son referentes aspiracionales para muchas personas– es el verdadero costo de ese confort, porque el verdadero costo no está en lo que se pagó por ese vestido, ese carro o ese celular, sino en todo lo que sucedió y se hizo para que ese vestido, ese carro o ese celular existieran. Y no sólo desconocemos el costo completo de los objetos de lujo, también desconocemos el de las cosas que consumimos en la cotidianidad, que hacen parte de lo que requerimos para vivir en el día a día, en esta sociedad, en esta época: alimentos, productos 22


de aseo, ropa, servicios, equipos electrónicos, electrodomésticos, etc. Sabiendo que no todas las personas tienen la misma capacidad de consumo, un significativo número de empresas acuden a estrategias diferenciadas para incentivar el consumo en las diversas capas sociales: una de ellas es ofrecer su producto a menor costo que la competencia, y esto no solo resulta atractivo para quienes viven en condiciones precarias, también para las clases medias. Otra estrategia muy utilizada es la de posicionar una marca como tendencia a partir de diferentes campañas de mercadeo, lo cual funciona muy bien para artículos como la ropa y los dispositivos electrónicos, porque se exhiben. Lo que no se dice en los anuncios, en los comerciales, ni siquiera en las etiquetas de los productos, es cómo fue posible reducir el precio de venta, si corresponde a lo que costo elaborar ese producto y de qué manera se distribuye lo que se paga por él. Esta vía de indagación exige bucear en aguas profundas. Algunas personas se han atrevido a hacerlo con algunas compañías, enfrentándose en el camino a múltiples obstáculos y amenazas. Pero esta es una de las preguntas que necesitamos y deberíamos 23


poder hacernos no sólo como individuos, sino como sociedad. ¿Cuál es el verdadero costo de lo que producimos y de lo que consumimos? 3. Un rompecabezas Un montón de piezas han recorrido miles de kilómetros por aire y mar para llegar a una fábrica en la cual trabajan cientos de personas ensamblándolas, como si se tratara de un rompecabezas, para convertirlas en teléfonos, portátiles u otros objetos electrónicos. Después del proceso de ensamblaje y empacado, estos objetos viajarán otros miles de kilómetros, a diferentes partes del mundo, para ser puestos a la venta. Pero no sólo son los dispositivos electrónicos los que son ensamblados como rompecabezas. La ropa, los muebles y otros objetos que usamos en nuestra cotidianidad pasan por procesos similares. Se supone que todo ese movimiento, energía y materia utilizada, queda reflejada en lo que pagamos por el producto final. Sin embargo, la mayoría de las veces sucede que lo que se paga no cubre los costos reales de la producción. Hacerlo implicaría pagar lo suficiente para que las personas que trabajan en esas fábricas tuvieran jornadas laborales dignas, con tiempos de descanso apropiados, 24


prestaciones

sociales,

salarios

dignos…

La mayoría de fábricas de aquellos productos que se han convertido en objetos de consumo rápido o masivo se ubican en países con leyes laborales muy flexibles que les permiten explotar a sus trabajadores y trabajadoras para vender los productos a precios que son competitivos en el mercado y seguir obteniendo una ganancia para el crecimiento de la empresa y sus accionistas. Una de las formas en que esto se trasluce es cuando se compara el precio de un producto que tiene alguna garantía de comercio justo1 , y un producto de las mismas características que no lo tiene. El costo es más alto en aquellos que fueron elaborados bajo unas normas éticas laborales. También las cosas que son elaboradas de manera artesanal y local tienden a tener costos más altos porque esta lógica de producción es más lenta, requiere más tiempo por el tipo de técnicas que 1.El comercio justo es una forma alternativa de comercio promovida por varias ONG, la Organización de las Naciones Unidas y diferentes movimientos sociales y políticos que promueven una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores. Existen algunas federaciones y organizaciones que han definido unos principios y han creado protocolos para generar estándares desde los cuales acompañar los procesos de certificación de las empresas productoras que estén interesadas en tener la calificación de Comercio Justo.

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utiliza. Y si se le agrega que utiliza materiales de calidad, haciendo el producto más duradero en el tiempo, o materiales ecológicos, encontramos que esto también incrementa su costo. Precisamente uno de los costos que no se ve reflejado en su totalidad en lo que pagamos por un producto es el impacto ambiental que genera la extracción y tratamiento de los materiales en el proceso, y menos aún el de su disposición final. Esto se ha convertido en una problemática social y ecológica en muchos países que son ricos en ciertos minerales o que tienen las condiciones apropiadas para el cultivo de ciertos alimentos. La explotación del suelo y de los ecosistemas bajo la lógica capitalista deja un deterioro que es difícil de superar, no solo a nivel ambiental, también en el tejido social. Muchas veces las comunidades quedan abandonadas a su suerte, con una tierra inservible, que requiere demasiado trabajo y tiempo para ser recuperada y productiva de nuevo. Condiciones que generan desplazamiento de las comunidades a otras ciudades para buscar mejores condiciones de vida, rompiendo el tejido social de las mismas.

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4. Asumir la responsabilidad A pesar de continuar estimulando el consumo, muchas compañías no han podido ignorar la connotación negativa que ha crecido en los últimos años en relación a este, pues a partir de las movilizaciones sociales y campañas ambientales se ha logrado incrementar la conciencia en algunas personas sobre la crisis climática y la responsabilidad que tienen las grandes empresas, gremios y gobiernos en ella. Signo de que la ética aún nos acompaña, sigue ahí para preguntarnos e invitarnos a reunir elementos que nos permitan tomar una postura, así sea provisional, sobre aquello que sería justo o correcto en determinadas situaciones a las que nos enfrentamos cotidianamente. Es muy importante que como personas nos cuestionemos sobre el impacto ambiental y social de lo que consumimos, que busquemos las maneras en que podemos –cada persona, según sus posibilidades– disminuir ese impacto negativo, pero también es importante seguir luchando y buscando las maneras de que los principales responsables asuman esos cambios que son urgentes y necesarios. Varias investigaciones han encontrado que algunas 27


de las grandes multinacionales han sido las encargadas de promover y generar estrategias para trasladar su responsabilidad ambiental a las personas. Un ejemplo de esto es la huella de carbono, que es una forma de medir la cantidad de CO2 que una persona genera a partir de sus acciones cotidianas. Dicha estrategia fue creada por la compañía British Petroleum 2 como una de sus formas de contribuir a la mitigación del cambio climático. En vez de visibilizar el impacto ambiental y social de su actividad económica– que posterior podía utilizar para implementar cambios en su hacer– lo que hizo fue trasladar dicha responsabilidad a las personas. En la actualidad hay conocimiento de las estrategias que serían más efectivas para mitigar el cambio climático. Son unas que implican la creación y cumplimiento de leyes para la protección de los ecosistemas y para el fortalecimiento de los derechos laborales, además de campañas para la moderación del consumo en quienes ya tienen suficientes bienes y confort en su vida. 2.

Kaufman, Mark. Tha carbón footprint sham. A succesful deceptive PR Campaign. https:// www.youtube.com/watch?v=x0ckvo2Z5BU

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Confort que está ligado a la inequidad que el sistema de acumulación de capital y crecimiento económico lineal que promueve. Está claro que el nivel de consumo que sostienen los super-ricos y los ricos no se puede sostener sin poner en riesgo la vida de muchos seres en el planeta, ni siquiera en el caso de lograr una transición completa de las energías fósiles a renovables. Y no solo es importante resaltar que hay un costo ambiental en ese nivel de consumo, también debe hacerse visible que ese nivel de consumo es posible a costa de la calidad de vida de otros seres humanos. La inquietud respecto al consumismo es una que debemos leer con diversos lentes: impacto social y ambiental, construcción cultural, economía y política. Pero sobretodo es un problema que debemos leer desde una perspectiva que conjugue la ética, de modo que como sociedad podamos replantear los ideales y valores que nos movilizan, aquello a lo que aspiramos como sociedad y como individuos.

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Lo que Sueños de Papel me ha enseñado Por María Camila Giraldo Giraldo Palpando la tierra, buscaba un sendero por donde llegar el camino se dibujó llevándome hacia la parte alta casi al límite, en la cima de la montaña, sentí que se podrían sembrar palabras semilla dar en agradecimiento y labrar con paciencia, fue increíble ver cómo en lo alto de la montaña se abrió una puerta, a su alrededor un intenso multicolor creo haber escuchado: “los sueños son de papel”. -Carolina Camacho, asistente a la biblioteca comunitaria Sueños de Papel en el 2018 Entre el 2017 y el 2019 tuve la fortuna de habitar 31


el espacio de la Biblioteca Comunitaria Sueños de Papel gracias a la alianza de la Biblioteca con CorpoZuleta. Estando allí, pude encontrarme con experiencias bien significativas para mi formación como docente. Entre dichas experiencias está el sentido de comunidad de las personas que habitan el barrio La Cruz y los vínculos que crean entre ellas y con su territorio. Esta vivencia me ha llevado a comprender la importancia de que en la periferia existan apuestas en las que el arte y la cultura hagan contraste con imágenes lamentablemente hegemónicas respecto a lo que significan los barrios populares en Medellín: violencia, pobreza, abandono estatal. El barrio tiene, entonces, muchísimo que enseñarnos, ya que no solo sus paisajes narran su historia sino que los colectivos que en ellos han surgido han sido fundamentales para la construcción de nuestra ciudad. Así pues, rescatar estos relatos y tejer un vínculo entre ellos y mi propia historia como moderadora de tertulias en la biblioteca, será el propósito de estas líneas. 32


Este breve texto estará distribuido de la siguiente manera: en primer lugar, abordaré el contexto del barrio La Cruz, pues al estar la biblioteca ubicada allá, resulta bien pertinente hacer énfasis en él. En segundo lugar, hablaré de las personas que han estado frecuentemente en las tertulias literarias desde sus inicios en el 2017. En tercer y último lugar, expondré de manera más puntual el proceso vivido con las tertulias. Es importante mencionar que cada uno de los apartados de este escrito (incluyendo este) están precedidos por distintos epígrafes que recogen las voces de algunas de las personas que hacen parte del mundo de Sueños de Papel. 1. El barrio Pues para mí esta zona es la vida, todo lo que soy y todo lo que también me gustaría aprender, ser, compartir. Para mí es muy significativo ser de Manrique y poder, por ejemplo, compartir este espacio en Manrique. En la parte alta también es algo muy significativo porque esta parte alta es una de las partes más olvidadas por la ciudad y por el Estado, entonces como que 33


me parece muy significativo que personas de la misma comuna nos pensemos nuestra comuna y nuestro barrio. -Wendy Vera, fundadora de la biblioteca comunitaria Sueños de Papel La Cruz es un barrio que nos va hablando de sí mismo desde el camino que transitamos para llegar a él: carreteras estrechas repletas de gente y de vehículos que hacen casi imposible la movilidad; casas pequeñas y amontonadas -algunas en asfalto, otras en madera-; grandes montañas llenas de árboles; bafles gigantes con música “a todo taco”; montoncitos de puestos de comidas rápidas y de tiendas; canchas en las que se están jugando “los cotejos”; niñas y niños jugando con sus balones, sus bicicletas, sus muñecas... Todas estas imágenes que traigo a colación ponen de manifiesto lo que es la vida cotidiana en La Cruz: el encuentro entre vecinas y vecinos, la fiesta, la presencia de la naturaleza; pero también el hacinamiento, la bulla, el rebusque. 34


El detenimiento sobre todos estos símbolos ha sido denominado por Paulo Freire como “lectura del contexto”. Este autor brasileño, en su texto “La importancia del acto de leer” (1981), nos dice que los lugares que habitamos también son susceptibles de ser leídos en tanto elementos como el sonido de los pájaros, la forma de las nubes o el silbido del viento fungen como “textos”, “palabras” o “letras” que nos hablan de las formas de vida en el espacio que estamos percibiendo. Cabe agregar que esta lectura que hacemos del contexto es una especie de proceso debido a que entre más nos detengamos sobre eso que vemos, escuchamos, olemos, saboreamos o tocamos, aumenta nuestra capacidad de percepción. De la mano con este asunto de la percepción, en el texto ya referenciado, Paulo Freire expresa que la lectura del contexto hace posible una mayor comprensión del mundo que habitamos. De esta manera- gracias a las distintas interpretaciones que hacemos- vamos llenando de sentido los lugares en los que día a día estamos: “ya no son 35


espacios indiferenciados, cerrados, sino lugares dotados de una profundidad, a partir de los cuales soñar, pensar” (Petit, 2013, p. 35). Por otro lado, hay otra lectura del contexto que no tiene que ver tanto con lo que se percibe en el paisaje sino con las necesidades e intereses de quienes, en este caso, llegan a los espacios formativos de Sueños de Papel. En el tiempo que pude compartir con ellas y ellos, escuchaba constantemente que problemáticas como la violencia de género o el maltrato intrafamiliar son frecuentes en el barrio La Cruz. Ambos asuntos fueron, entonces, una base para generar procesos en la biblioteca. En el caso puntual de las tertulias, puedo decir que mientras se iba descubriendo los gustos de las y los jóvenes que hacían parte, desde CorpoZuleta yo llevaba distintas lecturas. Con el paso del tiempo, me fui dando cuenta de que el terror y el suspenso eran temáticas que llamaban su atención, entonces escritores como Allan Poe y De Maupassant empezaron a ser 36


protagonistas en nuestros encuentros. Además, también fue posible identificar que las y los chicos tienen una inclinación hacia la escritura creativa y el dibujo. Saber esto fue la oportunidad para darle paso a la creación dentro de las tertulias. Así pues, no solo nos acompañábamos a través de la conversación, sino que el texto escrito y el gráfico también estaban presentes. Cabe agregar otro tema en relación a Sueños de Papel y es que en el barrio La Cruz hay, o más bien había, una ausencia de espacios culturales. Anoto esto porque Wendy Vera, fundadora de la Biblioteca, ha comentado que el proceso lector con las y los asistentes se ha dado de una manera paulatina, debido a que muchas de las personas que habitan el sector no tienen una cercanía con la lectura; por eso una de sus apuestas más fuertes es en relación a las narraciones orales y al quehacer de quienes participan de sus espacios para luego conectar esas vivencias con lo plasmado en los libros. Lo previamente señalado da cuenta de que el acto de leer no se refiere exclusivamente al 37


hecho de saber decodificar unas letras, sino que nos permite una mayor comprensión frente al mundo que habitamos. La lectura es un ejercicio de interpretación que no se agota en el texto, sino que esta trasciende al mundo, a las concepciones de vida que tenemos: leemos imágenes en la pintura, el cine, la publicidad; leemos música cuando intentamos tejer un sentido con los sonidos; leemos palabras en lo plasmado en una novela, un cuento, una noticia, un poema o una obra de teatro. 2. Las juventudes Una juventud llena de confianza resistiendo en alianza pronunciando en voz alta que de acá ningún fulano nos saca porque aquí llegamos y aquí nos quedamos. -Laura Saavedra, participante de la biblioteca comunitaria Sueños de Papel Yésica, Margarita e Isaías: de ellas y de él quisiera hablar en este apartado porque, si bien varias y varios jóvenes han asistido a las tertulias en 38


Sueños de Papel, estas tres personas no solo hacen parte de las actividades que ofrece la Biblioteca sino que, con el tiempo, se han apropiado tanto de ese espacio que lo reconocen como suyo, así que lo cuidan, decoran su fachada, promueven sus eventos. Además, Yes, Márgara e Isa, cargan consigo las banderas de la afrocolombianidad, el feminismo y la diversidad sexual, por lo cual es muy significativo ver que un espacio como Sueños de Papel y otros colectivos de la ciudad de los que hacen parte, han hecho que sus apuestas personales lleguen a ser políticas. Lo previamente dicho se relaciona con algo muy hermoso que dice Michel Petit en su libro Leer el mundo (2015) en relación a lo potente que es las transmisión cultural pues esta hace posible “construir un mundo habitable, humano, poder encontrar un lugar y moverse en él; celebrar la vida todos los días, ofrecer las cosas de manera poética, inspirar los relatos que cada uno hará de su propia vida” (p.p. 26-27). Esta frase pone en evidencia que una biblioteca como Sueños de Papel es un escenario de transmisión cultural en 39


tanto sus procesos nos invitan a la juntanza, al disfrute del arte, a la conversación e, incluso, a la transformación del entorno. Es digno de celebrar, entonces, que esta maravillosa biblioteca haya hecho tan grandes aportes en la construcción de tejido social, de memoria y de ciudadanías críticas como las de Isa, Márgara y Yes. Otro asunto que me gustaría anotar respecto a Margarita, Isaías y Yésica, es que en el tiempo que estuve acompañándoles con las tertulias, pude notar que hubo un cambio en la manera en que conversan y leen. Durante los primeros encuentros, por ejemplo, solía haber más silencio y menos interés por la lectura. En cambio, a medida que ellas y él frecuentaban las tertulias y, en general, todos los espacios de la biblioteca, se fue haciendo evidente que sus discursos eran más críticos y que la lectura empezó a estar más presente en sus cotidianidades. Así pues, en los debates que empezamos a sostener durante las tertulias, además de girar en torno a asuntos textuales de los cuentos leídos, 40


Afiche: Lo que el barrio nos enseña. Podcast: El barrio. tercera temporada de Combates en La Cultura. Escúchalo escaneando el código QR 41


comenzaron a aparecer otros temas como las elecciones o la importancia de las agendas políticas con enfoques diferenciales. Percibir esos detalles en su proceso es dar cuenta que la experiencia formativa es también una experiencia de transformación de los sujetos que hacen parte de ella, ya que cuando nos encontramos con otras y otros, algo de ese encuentro nos queda resonando y emergen descubrimientos, afirmaciones, negaciones, preguntas... 3. Las tertulias literarias Un encuentro con la magia y la literatura que nos fuerza a soñar y nos convierte en soñadores de esta casita de papel, inspirados a escribir en ella lo irreal, lo imaginario, lo mágico. Historias que por una razón saltan a nuestra realidad. Y esto es lo que convierte a Sueños de Papel y a Voz y Letras en una caja mágica para descubrir. -Yésica Córdoba, participante de la biblioteca comunitaria Sueños de Papel ¿La Cruz? ¿Dónde será eso? Fue lo primero que pasó por mi mente el día que desde CorpoZuleta 42


me propusieron ser moderadora de tertulias literarias allí. Corría el año 2017 y no olvido esos nervios que me acompañaron durante mi primer trayecto en bus desde el centro hasta el barrio, pues no sabía con qué ni con quién iba a encontrarme. Recuerdo también que pensaba que nunca terminaríamos de subir. ¿Es posible que una biblioteca quede tan arriba? Me preguntaba. Por fin llegué. Por fin tenía ante mí los Sueños de Papel: una casita de colores, poblada por toda clase de seres mágicos: niñas, niños, adolescentes, personas adultas, perros, gatos, libros, colores, lápices. ¡Era como si el mundo mismo cupiera en ese lugar! Fue amor a primera vista. Desde ese día hasta el 2019, cada quince días pude estar presente en este rinconcito de vida y la palabra, en sus múltiples formas, fue nuestra principal compañía en todo ese tiempo. Constantemente interpretábamos letras, imágenes, cuerpos, texturas, sabores. El cuento leído o el cortometraje visto eran la excusa perfecta para conversar, ¡y sí que teníamos habilidad para eso! 43


Que la conversación se tomara gran parte de nuestros encuentros, suponía un trabajo alrededor de la palabra propia y la disposición para escuchar, pues cada intervención era la oportunidad de dar nuestro punto de vista y enriquecer la opinión de las y los demás. Al respecto, Cecila Bajour en su conferencia “Oír entre líneas: el valor de la escucha en las prácticas de lectura” (2009) nos dice que “La escucha de la interpretación de los otros se enhebra y entrama con la propia. Los fragmentos de sentido que originamos en ese encuentro, cuando entran en contacto con los fragmentos de otros pueden generar algo nuevo a lo que quizás en la lectura solitaria no se habría arribado” (p.14). En las tertulias la literatura (en especial los cuentos) era una de nuestras grandes invitadas. Esto se debe a que lo abordado en los distintos textos hacía posible detenernos en temas de la condición humana y de la vida cotidiana como el amor, la muerte, la venganza. Las y los asistentes a las tertulias reconstruían y resignificaban lo leído a través de sus propias 44


experiencias o de lo que el texto les suscitaba. Todo esto permitió una apropiación en la que las y los jóvenes participantes daban cuenta de un proceso interpretativo que ya no estaba mediado por la pasividad de quien no ve más allá de las líneas del texto. La lectura y la conversación, entonces, poco a poco fueron haciendo posible que las chicas y los chicos se fueran interesando por distintas escritoras o escritores; que su voz estuviera más presente y fuera más fuerte, más crítica; también sucedió que nuestro vínculo se fue volviendo más sólido; que todas y todos queríamos y cuidábamos ese espacio que conjuntamente habíamos construido. A medida que seguía habitando los Sueños de Papel, empecé a notar que cada vez se acercaba más gente. Y cómo no iba a ser así si la Biblioteca es un lugar de esperanza en medio de un barrio que históricamente ha sido marginado. Por eso subí -y volvería a subir- la montaña durante dos años, porque sé que es a través del arte que podemos construir un presente distinto, 45


sobre todo, para la infancia y la juventud. Esta experiencia, además, me llevó a reafirmar que mi pasión es la enseñanza, que enamorar a la gente de la literatura es uno de los motores de mi existencia. No en vano seleccionaba cada narrativa con tanto amor, preparaba su lectura o abordaje con tanta dedicación, llegaba a la Biblioteca con tanta felicidad. ¡Definitivamente gran parte de la mujer que soy se la debo a los Sueños de Papel y a quienes son parte de ellos! Bibliografía Bajour, C. (2009). Oír entre líneas: el valor de la escucha en las prácticas de lectura. Bogotá D.C.: Asociación colombiana de lectura y escritura, Asolectura. Freire, P. (1980). La importancia del acto de leer. Recuperado de: https://media.utp.edu.co/referenciasbibliograficas/uploads/referencias/articulo/524-laimportancia-de-leer-freire-docpdf-mh5tB-articulo.pdf Petit, M. (2015). Leer el mundo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 46


El Estado, un ideal más allá de la represión Por Alejandro Mesa Palacio El Estado aparece ante nuestra mirada casi como una institución natural, indispensable para la vida social y cada cierto tiempo acudimos a las urnas a elegir a quienes estarán al mando del poder político, o, por lo menos, a quienes interpretarán el papel de poseerlo. Inclusive, llegamos a participar como individuos o colectivos políticos para llegar a ocupar funciones dentro de la estructura del Estado. No sabemos hasta dónde hemos aceptado de manera voluntaria respetar la normatividad de un Estado particular. Suponemos, de entrada, que hacemos parte de un pacto social del que no podemos desligarnos mientras ocupemos el territorio de una nación. Con el paso de los años, no sin resistencia, vamos incorporando normas jurídicas como modelos comportamentales aceptables y se incorporan responsabilidades frente al poder político como responsabilidades 47


autónomas, es decir, como norma con la que uno está de acuerdo y que uno mismo se impone sin la necesidad de la coacción estatal. Sin embargo, es lícito y necesario preguntarse, entre otros asuntos, por el poder de esa institución y los beneficios que trae para los individuos obedecer y sumarse a las exigencias estatales, no con un ánimo anarquista, sino más bien para no hacerse ilusiones hasta más allá de donde sea posible ilusionarse. Hemos asumido que el Estado moderno tiene como principal objetivo la garantía del bienestar de la ciudadanía. En ese sentido, seguimos asistiendo a las urnas con la firme idea de que elegiremos a quienes harán honor a la creencia que nos embarga, con la esperanza de conservar la sensación de bienestar que tenemos o avanzar hacia una vida más digna. La función social del Estado no ha muerto en el ideario de una amplia capa de la ciudadanía que piensa que el Estado es responsable directo del mejoramiento de las condiciones de vida de toda la población. Tal es la vigencia de esa creencia que no existe en el 48


mundo un discurso político con aspiraciones electorales que desconozca de tajo la función social del Estado como garante de bienestar, a pesar de que también existen tendencias que tratan cada día de que la ciudadanía olvide sus derechos: salud, educación, empleo, paz, justicia, vivienda y libertades democráticas. Algunas tendencias negadoras de esos derechos como responsabilidad del Estado se atreven, como máximo, a afirmar que esos no son derechos, sino que la función del Estado es garantizar que cada ciudadano pueda, de manera privada, acceder a ese bienestar al que aspira. En el fondo, sigue siendo una responsabilidad de los políticos que se garanticen los derechos y no podría pensarse un Estado que no luche por el bienestar de su ciudadanía, cualquier propuesta de ese tipo está condenada a la derrota. Debo confesar que tengo muchas dudas sobre las promesas de bienestar de los Estados, así como del poder que estos tienen para cumplir lo pactado. Hablando del caso colombiano, el Estado ha jugado un papel deplorable en términos de garantizar los derechos humanos 49


y las libertades políticas. Nuestra realidad reclama una transformación profunda del Estado que permita que la ciudadanía vuelva a identificarse con esa institución o unas formas de organización social que hagan cada vez menos indispensable el papel del Estado, por lo menos, en su forma centralizada, como lo serían, por ejemplo, las comunidades autónomas. Pero, de hecho, las comunidades autónomas siguen presentando a escala más pequeña estructuras estatales encargadas de la administración de los servicios públicos, el monopolio de la fuerza, la creación de las leyes, la administración de la justicia, etc. La historia colombiana exige que la ciudadanía no sea indiferente frente al poder del Estado, debatir sobre la historia de nuestras decisiones políticas es pertinente y es un diálogo que ha sido negado por sectores políticos que han ocupado tradicionalmente el poder. Este debate cobra más vigencia aun cuando el accionar de nuestros movimientos culturales, económicos y, paradójicamente, políticos 50


tienden a declararse apolíticos. No olvidemos que algunos movimientos “políticos” han declarado, aparte del fin de la historia, el fin de la política. El discurso de estos movimientos apolíticos o anclados tradicionalmente en el poder consiste en decir que no es necesario señalar las formas históricas del ejercicio del poder político en Colombia, y así negar al mismo tiempo, la necesidad de justicia, verdad y reparación. También este discurso pretende que se mire hacia el futuro ocultando las condiciones de desigualdad concretas del país y las deudas históricas con las víctimas del Estado y las comunidades en general. ¿Qué pensar también acerca del desprecio ciudadano hacia el ejercicio de la política, concretamente hacia cualquiera que ostente el título de político o hacia cualquier forma de organización partidista que dispute el poder? Ese desprecio tiene raíces en las formas concretas del ejercicio del poder político en Colombia. Sería difícil negar el impacto que nuestra historia ha tenido en el desinterés general por los asuntos del Estado por parte de la mayoría de la ciudadanía, 51


entonces, no es clara tampoco la postura y el camino que se debe tomar frente al poder político. Hay dos opciones: I) nos olvidamos de la disputa del poder político, es decir, el poder del Estado o II) enfilamos nuestros esfuerzos hacia la consecución de ese poder en formas de participación directa o representativa. Es curioso que hoy en día casi en ninguna parte del mundo exista un partido de base popular, lo cual es muestra de la apatía por la política como consecuencia de las pocas garantías que los Estados modernos brindan a la ciudadanía en la gran mayoría de países de todos los continentes. Las personas están más ocupadas en cómo resolver sus problemas cotidianos de forma individual y, como consecuencia de la apatía, se destruye cada vez de forma más efectiva el vínculo social y la responsabilidad con los demás. Un ejemplo concreto del fin de los vínculos sociales a través del Estado puede verse en la tendencia neoliberal del desmonte de los beneficios del Estado de bienestar como lo son la seguridad social, la educación pública, los subsidios de desempleo, etc. Hay 52


Afiche: Resistencia popular frente al Estado. ¿Alguna esperanza allí nos queda? Podcast: Gestión comunitaria. Escúchalo escaneando el código QR 53


muchas personas que señalan que el pago de impuestos u obligaciones sociales para pagar enfermedades de otros, o la educación de otros, o la pensión de otros, es un atentado contra las libertades individuales y afirman también que cada quien debería resolver esas necesidades de manera privada. Para resumir, no son muy claras las intenciones de los movimientos sociales en Colombia en su postura frente a la participación en la disputa por el poder político y tampoco es clara su intencionalidad en la construcción de alternativas de poder distintas a las estatales, por el momento nos encontramos en una etapa de resistencia y negación frente a las políticas actuales del gobierno, inclusive frente a cualquier decisión que venga del Estado. Fue manifiesta durante las movilizaciones que comenzaron el 28 de abril del 2021 la negativa de las personas que se movilizaban en Colombia a reconocer una representación política encarnada en un autoproclamado Comité Nacional del Paro, comité compuesto por sindicatos y 54


representantes de partidos políticos que, en general, no lograban representar los intereses de una ciudadanía amplia y diversa que resistía en las calles la violencia policial del Estado colombiano. Fue evidente la imposibilidad de definir un camino político que tratara de hacer una síntesis de las demandas populares, bien porque no estábamos preparados para este momento, bien porque hay personas que sienten una desconfianza extrema por las organizaciones políticas. Finalmente, la mesa de negociación fue una pantomima donde el comité del paro y el gobierno tenían poco margen de acción frente a otros poderes que los superan. Tres escenarios del poder Aunque pueden encontrarse muchas más relaciones de poder, hay tres que son fundamentales en el orden social: el poder económico, el poder ideológico y el mismo poder político. 55


Afiche: Del miedo y otras emociones políticas. Podcast: Cultura. En este episodio escucharás un poco sobre la historia de CorpoZuleta escaneando el código QR.


Afiche: Feminismo en tiempos del apocalipsis Zombi. Podcast: El tiempo. Escúchalo escaneando el código QR


El poder económico es aquel poder de quien detenta un bien para obligar a quienes no son poseedores a actuar en consecuencia con el deseo de quien detenta el bien en mención. También puede interpretarse como la posibilidad de no someterse a otros poderes económicos, es decir, no simplemente como una relación de subordinación, sino también como la posibilidad de vivir de manera independiente con base en la capacidad de producir particularmente los medios de vida. Sin embargo, esta última forma está en constante tensión con poderes económicos más grandes; podemos citar, por ejemplo, la transformación del artesano en obrero o, lo que es lo mismo, el reemplazo de la producción artesanal por la producción industrial. El poder político pasa por alto el reconocimiento del poder económico al declarar que ante la Ley y ante el Estado todos somos iguales, es decir, nadie será juzgado o podrá evadir responsabilidades o se le podrán reducir beneficios frente al Estado en virtud del poder económico que posea. 58


El campo del poder económico es particularmente interesante para pensar en las resistencias frente al poder del Estado y para aclarar las esperanzas posibles por fuera de la existencia del Estado. La ideología neoliberal es ejemplarizante en su negativa de aportar a la construcción de un Estado fuerte, consecuentemente, todo su discurso se basa en la desregularización y en la laxitud de los Estados con el objetivo de explotar los recursos en favor del crecimiento de los mercados. Sin embargo, los neoliberales son conscientes de que el neoliberalismo no puede desligarse del poder político. La estrategia que los ha caracterizado en el discurso ha sido abogar por un Estado que se desligue de las garantías de los derechos humanos, al mismo tiempo que desarrolle las obras de infraestructura necesarias para la explotación de los mercados y mantenga un orden que impida las rebeliones contra el poder económico, es decir, si bien el discurso del neoliberalismo se presenta como antiestatal, en realidad no lo es, más bien es un discurso antiderechos, es un discurso que aboga por un 59


Estado meramente coaccionador y represivo. Sin embargo, también hay iniciativas económicas que buscan empoderar a comunidades históricamente marginadas. Podría pensarse que algunas formas del cooperativismo buscan equilibrar las cargas frente a gigantes económicos a partir de la posibilidad de generar formas de producción no basadas en relaciones de explotación sino cooperativistas. La creación de autonomías alimentarias o energéticas también podrían ser ejemplos claros de intentos por empoderar comunidades. El poder ideológico es aquel que se sirve de ciertas formas del saber para ejercer influencia en el comportamiento ajeno. Se pueden citar como ejemplos concretos: la iglesia, los medios de comunicación, la escuela, los centros de pensamiento, el arte y en general la cultura. Si bien, esta forma de poder era predominante para condicionar el poder del Estado en la Edad Media, hoy sigue siendo importante, aunque no es la forma más determinante. Las revoluciones modernas, en las que incluyo desde la polis 60


ateniense hasta la Revolución francesa o la Revolución norteamericana, trataron de hacer predominante el poder político (el poder del Estado), por lo menos en sus ideales, sobre el poder de Dios y sobre el poder económico. La Revolución francesa en particular terminó por hacer predominante el poder del burgués sobre el poder político y sobre el poder ideológico a pesar de la declaración de los derechos humanos que trajo profundos cambios en la estructura de los Estados. Es conocida ampliamente la crítica marxista a las constituciones burguesas y a la formulación de los derechos humanos como los formuló la Revolución francesa. Allí donde se declara la propiedad privada como derecho inalienable, Marx ve la constitución del derecho burgués y la imposibilidad de la garantía de los derechos humanos por parte del Estado. El poder político podría pensarse de múltiples maneras; clásicamente ha sido interpretado como el ejercicio de la coacción y la fuerza, huelga decir, no necesariamente ejercido por parte de las instituciones del Estado. Más 61


adelante entraremos un poco en la discusión sobre lo que ocurre cuando ese poder político no es ejercido por el Estado. El poder político es ejercido por excelencia a través de aparatos regulatorios que impiden que los actores sociales actúen sin control alguno. La ley, las regulaciones ambientales, las normativas de tránsito, el ejercicio de la fuerza, las constituciones políticas, etc., son formas concretas del uso del poder político. En teoría, ese poder político está regulado. En nuestra forma de república hablamos de tres poderes que, supuestamente, se regulan entre ellos: el poder ejecutivo, el judicial y el legislativo y, adicionalmente, existen mecanismos de control que permitirían la revocatoria de alguno de esos poderes. En una democracia pensaríamos que el poder político debería ser la forma de poder predominante en toda sociedad democrática, es decir, que ninguna otra forma de poder puede imponerse sobre él y nadie más que él puede hacer uso del ejercicio legítimo de la fuerza, 62


ningún interés económico podría estar por encima de él y ningún poder ideológico puede condicionar sus decisiones. La primacía de la política está íntimamente relacionada con la teoría del Estado moderno, sin embargo, no parece que así sea en los Estados capitalistas. Pasemos ahora al problema de la legitimidad del poder. Los diversos principios de la legitimidad Históricamente los tres principios más comunes para legitimar el poder han sido: 1. La voluntad: la de Dios o la del pueblo. 2. La naturaleza: El gobierno del más fuerte, del más capaz, de quien haya nacido para gobernar. 3. La historia: quienes históricamente han ejercido el poder, por ejemplo, las monarquías. Si la obediencia se debe al poder legítimo, entonces el derecho a la resistencia se otorga dependiendo de cuál sea el principio de legitimidad del poder. Esto es importante para diferenciar el problema de la desobediencia 63


civil frente al problema de la resistencia. La desobediencia civil se establece contra el principio de legitimidad del poder; la resistencia aparece precisamente en favor del principio de legitimidad del poder que se ve violado por quien lo detenta. Aquí hay que traer a colación uno de los grandes problemas frente al Estado y sus funciones: el monopolio de la justicia. Una de las mayores dudas frente a la posibilidad de vivir sin Estado o con un Estado mínimo tiene que ver con la administración de la justicia. Como argumento en favor de la existencia del Estado está considerar a los seres humanos como presos de sus iras y sus violencias, eso lleva a pensar que incluso logrando condiciones materiales de vida dignas y suficientes para eliminar de la vida cotidiana la gran mayoría de razones para la comisión de delitos en contra de otros seres humanos, que son los delitos de propiedad, sería un tanto ingenuo pensar que cesaría cualquier otro delito, es decir, que si bien los crímenes contra la propiedad privada probablemente 64


puedan erradicarse, otros crímenes seguirían existiendo: la violencia sexual contra las mujeres, las riñas, las enemistades ideológicas, etc. Uno de los mayores logros civilizatorios de los Estados modernos tiene que ver con la promesa de la justicia, es decir, que si yo, en mi condición de ciudadano, entrego al Estado el monopolio del uso de la fuerza y la justicia, espero entonces que ese Estado me pueda proteger frente a la amenaza que otra persona pueda significarme. Los Estados modernos han conseguido, unos con mayor éxito que otros, detentar el monopolio de la fuerza y garantizar la vida y la integridad de sus ciudadanos frente a la amenaza que otro ser humano puede representar. Sin embargo, debe recordarse que la legitimidad de esa forma de administración de la justicia depende de un principio legitimador. En las democracias y Estados modernos puede suponerse que ese principio es la voluntad del pueblo. De entrada, la voluntad del pueblo no es sinónimo de una superación de la barbarie, 65


es así como encontramos países donde se aplica la pena de muerte como mecanismo de justicia, Japón y EE. UU. son los clásicos ejemplos. Tampoco el sistema carcelario ha podido ser garante de la no repetición de los delitos de quienes son privados de la libertad, no se respetan los derechos humanos al interior de las cárceles y las víctimas no sienten que se haga justicia en un número de casos bastante elevado; no hablemos de un mecanismo de reparación y no repetición. Básicamente en términos de justicia, el Estado se limita a castigar más no a conceder a la ciudadanía las garantías de no repetición de los delitos ni a otorgar reparación efectiva a las víctimas. Hoy en Colombia existe un debate sobre la posibilidad de superar la guerra a partir de mecanismos de justicia restaurativos, esto ha generado una fractura en el tejido social que ha sido aprovechada por políticos de derecha para tomar nuevamente el poder del Estado en Colombia a partir de un discurso que apela a la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. Finalmente, el Estado no garantiza una forma de justicia civilizada, de hecho, respalda 66


poderes oscuros que hacen “justicia” por fuera de los principios de legitimidad de los Estados. Al momento de escribir este texto van más de 283 ex combatientes de las FARC asesinados por grupos ilegales con la complacencia del Estado y de parte de la sociedad civil que avala ideológicamente las ejecuciones extrajudiciales. Ahora, tradicionalmente, donde existe un vacío de poder del Estado en términos del monopolio del uso de la fuerza y la administración de la justicia, ¿qué ocurre? Históricamente el vacío estatal ha sido ocupado por grupos al margen de la ley que aplican la ley del más fuerte, esos poderes no son susceptibles de algún control político, generalmente no toman sus decisiones basados en principios de justicia sino más bien en intereses particulares, la mayoría de las veces las penas aplicadas tienen la forma de la muerte o la del exilio. También el monopolio de la fuerza resulta un asunto bastante problemático. Si bien hay mecanismos de control, son ineficientes y nunca 67


han sido garantes de los derechos humanos en nuestro país. Toda forma de violencia o uso de la fuerza distinta a la estatal es tildada de ilegal y reprimida de manera violenta, de hecho, la represión a la protesta social se justifica en la legalidad del uso de la fuerza estatal versus la ilegalidad del uso de la fuerza por parte de la ciudadanía. El pacto social precisa que el monopolio de la fuerza se entrega al Estado a cambio de la protección de la ciudadanía de cualquier forma de violencia, es decir, como ciudadano renuncio al uso de la fuerza siempre y cuando el Estado me garantice que nadie podrá usar la violencia contra mí. Tampoco en nuestro país ha existido esa garantía de defensa por parte del Estado, si no existe esa garantía entonces ¿puede hablarse de la autodefensa como forma legítima? Cabe aclarar aquí que cuando menciono la palabra autodefensa, no tiene nada que ver con las organizaciones militares que han asesinado en Colombia por años, sino que hablo de un mecanismo de defensa por medio del cual una persona evita ser agredida por otra que lo pone en peligro. Sin 68


Afiche: Fake news, posverdades y otros likes. Podcast: Comunicación. Tener un medio de comunicación comunitario es resistir en la incertidumbre. Escanea el código QR. 69


embargo, toda proposición de legitimidad del uso de la fuerza por fuera del monopolio estatal es un asunto que resulta más desesperanzador y problemático que dejar simplemente esa tarea en el Estado aún con todos los peros que conocemos. El problema del contractualismo El contractualismo es una doctrina que formula el origen de las sociedades civilizadas en la convención de un contrato entre seres humanos “iguales”, donde los individuos ante el poder político no se distinguen y tienen los mismos beneficios y las mismas responsabilidades o limitaciones. La esencia de esta doctrina consiste, a grandes rasgos, en declarar al poder político como máxima forma del poder por encima de cualquier otra forma ideológica o económica. Así, ni la iglesia ni los grandes grupos económicos estarían jamás por encima del Estado. La configuración de cualquier forma de poder por encima del Estado convierte a este en una herramienta inútil, doblegada por una forma de poder que no obedece al pacto social 70


sino a intereses particulares, por lo tanto, no garante de la igualdad ante el poder político. Pero siempre ha sido válido preguntarse y, de hecho, lo ha cuestionado con suficiencia el marxismo, si en las relaciones de poder configuradas en la vida cotidiana el mundo político funciona a partir de relaciones entre iguales. Marx aseguraba que en una sociedad donde el derecho a la propiedad privada se establece como inalienable, no existe ninguna garantía que permita la independencia y supremacía del poder político, de hecho, el poder político y el poder ideológico se levantan al servicio del poder económico. Aunque alguien crea que es hora de superar esa discusión, no parece superable, ni siquiera es deseable su olvido puesto que en el mundo se han levantado muchos movimientos sociales en contra de los poderes económicos hegemónicos, la rebeldía contra las directrices de los millonarios es, en muchos casos, la base de las protestas sociales en varios países. No debe mantenerse presente esta discusión en el sentido de la desesperanza, para decir que frente al poder económico no hay nada qué hacer, sino como conciencia crítica del 71


fundamento de la esperanza y de las luchas por el poder político o de resistencia frente a él. No hay que irse hasta la lectura del viejo Marx para cuestionar la prevalencia del poder político, que repito, es fundamento de la teoría de los Estados modernos, sólo basta con mirar a la realidad más inmediata y por lo menos preguntarse algunas cosas: 1. ¿No es evidente la tiranía de los mercados? ¿No es evidente el chantaje económico a las naciones de grandes grupos económicos transnacionales? 2. ¿No se modifican las leyes para permitir el desarrollo de los mercados a pesar de la destrucción de los recursos naturales y del desplazamiento de comunidades? 3. ¿No hay una desfinanciación del Estado y, por lo tanto, una imposibilidad de redistribución efectiva de la riqueza dentro de las naciones? Situación que va en favor de la inversión extranjera, el emprendimiento y otras muletillas ideológicas de uso común. 4. ¿No se privatizan cada vez más los servicios públicos a cargo del Estado: educación, salud, 72


pensiones, cultura, etc.? 5. ¿No se hacen cada vez más evidentes el fortalecimiento del brazo militar del Estado para detener el descontento popular y, también, la imposibilidad de la autonomía de las naciones para garantizar la libertad de la ciudadanía? Estas preguntas dan pie para hacer una pregunta más grande: ¿Se ha convertido el Estado en un arma en contra de los derechos humanos, en contra de la posibilidad de la libertad de su ciudadanía, en contra de todo aquello que jura defender? La propuesta de un Estado neoliberal va en contra de los principios del Estado social de derecho; la propuesta del neoliberalismo es simple: el Estado es un instrumento de defensa de la propiedad privada y a favor del desarrollo económico de los poderosos. Elimina la noción de derecho, más no elimina la noción de deber en la ciudadanía. Así, el Estado se convierte en una simple institución represiva, incapaz de garantizar la democracia, incapaz de caminar 73


hacia la construcción de una ciudadanía solidaria y, por esta razón, incapaz de construir una sociedad más allá de una agrupación de sujetos que tienen que compartir espacio con otros a pesar suyo. En algún momento construimos la idea del Estado pensando en el bienestar y en la posibilidad de avanzar solidariamente hacia condiciones de vida dignas y justas, esa idea ha sido robada y arrancada de los ideales de los seres humanos. La propuesta hegemónica es la de salvarse uno mismo maximizando los beneficios personales aún a costa de los beneficios sociales, cada sujeto pagando de manera privada lo que habíamos logrado construir como público, sosteniendo un aparato represivo que garantiza la reproducción de las condiciones actuales de vida. Si esa es la idea de lo que debería hacer el Estado, no quisiera luchar ni un poco por esa idea. Si hemos de seguir llamando a la lucha por el poder político, debemos hacerlo bajo una concepción distinta de la economía, de la sociedad, de la solidaridad, etc., de lo contrario, serán inútiles los llamados y la posibilidad de que las personas vuelvan a interesarse por proyectos políticos de largo aliento. 74


La posverdad: una enemiga de la democracia Por Jenny Giraldo García A cualquier chat de cualquier vecindario de cualquier ciudad colombiana llega un mensaje. Es la imagen de una columna de opinión publicada en cualquier medio de comunicación reconocido, más o menos prestigioso, con cierto grado de credibilidad. La columna está firmada por cualquier personaje de la política nacional que tiene una fuerte oposición. Alguien continúa la conversación pidiendo el enlace de la página web que corrobore que tal columna es cierta. Alguien más afirma que en la web no hay nada que se le parezca, alguien dice que el medio en cuestión no publica a políticos en ejercicio de la función pública. Pero el primer emisor del mensaje remata la conversación con un contundente: “A mí sí me parece que es cierto”. 75


El cuadro que acabamos de leer es lo que podemos llamar una ‘posverdad’, esa mentira o verdad a medias que, independiente de los hechos fácticos, es tomada como verdad única a partir de las emociones que genera, de lo que nos parece que es cierto porque valida lo que pensamos o sentimos. Expresiones o construcciones que apelan principalmente a la emocionalidad, son mentiras, verdades a medias, ideas que se transmiten con el ánimo de que sean apropiadas, difundidas y convertidas en verdades que no requieren ninguna demostración. Y la posverdad, lamentablemente, está marcando una era. ¿Cómo alcanza una mentira el estatus de verdad? ¿Cuáles son los caminos que recorre una idea falsa para ser asumida por un grupo específico como verdad? ¿Y cuáles son las razones por las cuales dicho grupo busca, a través de todos los medios posibles, convencer a otros de que eso es cierto? En 2016, el Diccionario de Oxford propuso 76


‘posverdad’ como la palabra del año. Si bien su uso tiene origen en el año 2004 (post-truth1) , este neologismo tomó fuerza con el inicio de la administración de Trump, las votaciones del Brexit y el Plebiscito que refrendaría el Acuerdo de Paz en Colombia, cuya votación mayoritaria fue en contra. Estas tres elecciones —lo han dicho analistas de diversos saberes— tuvieron en común que los representantes de las causas ganadoras fueron capaces de recurrir a la emocionalidad de los electores y electoras, movilizando el miedo, la incertidumbre, el deseo de venganza y el asco, sentimientos todos que operan en contra de un enemigo; y la construcción de ese enemigo también es producto de una serie de elaboraciones que apelan a las emociones y que se van difundiendo 1 El sociólogo norteamericano Ralph Keyes publicó en 2004 el libro La era de la posverdad: deshonestidad y engaño en la vida contemporánea, en el que propone algunas reflexiones sobre las implicaciones que tiene la verdad matizada, las ‘mentiras piadosas’, los procesos de ‘mejora’ de las narrativas de la vida cotidiana, para hacerla más bella, suave, dulce, armoniosa, para generar menos incomodidad y mantener la empatía. Según los registros, esta puede ser la primera vez en la que se usó el término ‘posverdad’ con tanta contundencia.

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a través de medios de comunicación, propagandas institucionales y rumores cotidianos. En Las emociones políticas, Martha Nussbaum (2014) nos habla del asco proyectivo, y señala que este “da origen a un mundo radicalmente segmentado: el mundo del yo y de las personas parecidas a ese yo, que son todas aprendices de ángeles […] y el mundo de los animales que se hacen pasar por casi humanos, pero cuyo (fantaseado) mal olor, su suciedad y su vinculación con las tan aborrecidas sustancias corporales de las que hemos hablado delatan su naturaleza animal”. Acudiendo al ejemplo más cercano que es el colombiano, buena parte de la campaña antiplebiscito se construyó bajo los efectos del asco que podía producir la inminencia del contacto con aquellos animales que provenían del monte: los guerrilleros y guerrilleras, esos otros en quienes no reconocíamos la ciudadanía colombiana, esos que no podíamos llamar compatriotas, esos que no sabíamos cómo hablaban, cómo caminaban, 78


qué comían y cómo sobrevivían. Además, la llegada de esos otros tras un período de dejación de armas y reincorporación a la vida civil, significaría muchos cambios para quienes ya estábamos en la legalidad: la comida, el empleo, el espacio, el dinero, el aire tendría que redistribuirse. Circularon noticias como que a través de una ley2 se reduciría la mesada de los pensionados para financiar la reincorporación de exguerrilleros; da risa, pero fue una de las noticias de mayor circulación a través de cadenas de WhatsApp. Otras fake news3, como que los guerrilleros y guerrilleras recibirían un salario de un millón ochocientos mil pesos (el equivalente a casi tres salarios mínimos de aquel año), que en las siguientes elecciones alias

2 La supuesta ‘Ley Roy Barreras’ obligaría a los pensionados del país a aportar un 7% de su mesada pensional para sostener con ese dinero las bases guerrilleras de las Farc. 3 Las fake news son noticias falsas que se construyen de forma tal que puedan pasar por verdaderas: se citan fuentes con nombres reales, se crean páginas web o cuentas de redes sociales muy parecidas a las de medios o personajes reales, se diseñan páginas usando logos de medios o instituciones y, de esa manera, se genera una atmósfera que le da verosimilitud a la falsa noticia.

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‘Timochenko’ 4 sería candidato presidencial y que además su elección sería impuesta, contribuyeron enormemente a movilizar la zozobra construyendo una poderosa posverdad: el castrochavismo. Entonces, ¿cómo se construye una posverdad y cómo podemos detenerla? Las reflexiones que surgieron en los grupos dedicados a promover el voto positivo por el plebiscito fueron alrededor de la incapacidad de mover emociones asociadas a la esperanza, la paz, el amor, una colombianidad en la que todos y todas tendríamos que caber, incluyendo a quienes hacían parte de las Farc. Entonces, por un lado, uno de los diagnósticos dio cuenta de la preponderancia de la racionalidad, la necesidad

4 Rodrigo Londoño es el nombre civil de quien fuera el máximo comandante de la guerrilla de las Farc al momento de la firma del Acuerdo de Paz. En la actualidad, ocupa una de las curules del Senado de la República, producto del punto dos del Acuerdo sobre participación política. También vale la pena señalar que en las elecciones de 2018 (las posteriores al Acuerdo), en las que participaron por primera vez como partido político, no alcanzaron ni el 1% de la votación.

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de hacer uso extendido de la palabra a través de foros, charlas, conversatorios, que revelaban, de manera detallada, los beneficios y bondades del Acuerdo. Uno de los grandes problemas de esta estrategia estaba en que los destinatarios solían ser personas ya convencidas de dichos beneficios que sólo estaban en la búsqueda de mayores argumentos y de reafirmación. De la misma forma, al otro lado del espectro político, estaban quienes ya estaban convencidos del horror que implicaría un Acuerdo de Paz para el país, por lo tanto, no necesitaban mayores argumentos; frases cortas, palabras repetidas, noticias falsas, imágenes salidas de contexto, mentiras que reafirmaban la idea preconcebida de que este era un acuerdo de impunidad o de que el expresidente Juan Manuel Santos le estaba “entregando el país a las Farc”. No sobra recordar en este punto que el gerente de la campaña por el No, Juan Carlos Vélez Uribe, declaró en una entrevista que “Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”. El enojo, la ira, el miedo y el asco se impusieron como sentimientos que alentaron esa posverdad 81


del castrochavismo y de un país dominado por la izquierda. Pero, por otro lado, y aunque el castrochavismo se puso de moda en el ambiente del plebiscito, no podemos afirmar que las ideas sobre la guerrilla de las Farc como enemigo correspondieron únicamente a este momento de la historia o que se signaron en las pujas por el poder entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe o entre la izquierda y la derecha. La construcción del enemigo interno en Colombia tiene una historia mucho más larga y, si bien hay hechos fácticos y comprobables sobre el papel nefasto que han jugado las guerrillas en el país afectando gravemente la seguridad y el bienvivir de comunidades enteras, también es cierto que dicha construcción se ha alimentado de noticias falsas, discursos con ideologías particulares y propaganda contrainsurgente, todo en el marco de un estado militarista, conservador, desigual y oligarca. La Doctrina de Seguridad Nacional se definió desde 82


el plano militar y se convirtió en la línea de acción de los ejércitos, en el caso nuestro, de los ejércitos latinoamericanos, e hizo de la figura del enemigo interno un concepto, una pieza clave en la guerra irregular contra una realidad social caracterizada por la inconformidad ciudadana, la movilización y la consolidación de movimientos sociales reivindicativos. De esta avalancha ideológica se produjeron entonces consecuencias que incidirían en las políticas públicas y las dinámicas ciudadanas de diferentes países y que luego del paso de los años estarían en la base del tratamiento contrainsurgente que se les da a muchas situaciones sociales que han hecho del prójimo alguien en quien desconfiar. (Rincón, 2019)

Podríamos decir entonces que la noción de enemigo interno es, en sí misma, una posverdad que viene siendo construida desde décadas atrás, y no necesariamente porque nos estemos refiriendo a una mentira convertida en verdad. Hay evidencias que demuestran la existencia de una guerrilla organizada y los hechos atroces de los cuales dicha guerrilla fue perpetradora: cerca de 24 mil secuestros, más de 700 acciones bélicas, 83


4 mil ataques a bienes de civiles, 77 ataques terroristas5 , masacres, reclutamientos forzados, violencia sexual, minas antipersonales, etcétera, están ampliamente documentadas y dan cuenta de la voracidad de la guerra en la que Colombia ha estado sumida por décadas. Sin embargo, hacer de la guerrilla, y particularmente de la guerrilla de las Farc, un enemigo único, responsable de todos los males del país, sí fue un relato alimentado de múltiples adjetivos (monstruos, bandidos), que desconoció los orígenes y causas del grupo armado, que ignoró que muchos de sus integrantes también fueron víctimas, que deshumanizó por completo a quienes hacían parte. Este discurso ha estado en boca de quienes ostentan el poder: el político, el económico y el de los medios de comunicación; esto, por supuesto, dota sus palabras de legitimidad, credibilidad y además les permite un altísimo alcance. Y acudiendo a una emoción tan movilizadora como el miedo, 5 Datos del informe Basta Ya tomados de la web del Centro Nacional de Memoria Histórica: h t t p s : / / w w w. c e n t r o d e m e m o r i a h i s t o r i c a . g o v. c o / micrositios/informeGeneral/estadisticas.html

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es relativamente fácil emitir unas ideas que se vuelven incuestionables. Lo más grave de esto es que además de la guerrilla de las Farc, la idea de enemigo interno comienza a extenderse a otros grupos y esferas sociales, pues no sólo se destacan en el discurso las atrocidades propias de la guerra, sino que se llama la atención sobre el aspecto ideológico que subyace a esos grupos armados. Así, la izquierda, la defensa de los derechos humanos, las ideas socialistas o comunitaristas, los movimientos sociales, se meten en una misma bolsa y se les etiqueta de la misma manera: “terroristas”, “castrochavistas”; se señala la diferencia de pensamiento, el distanciamiento de la norma y la expresión de la inconformidad como factores determinantes de ese carácter de enemigo. Esas ideas viajan de múltiples formas, se expanden a través de rumores, noticias, palabras que se repiten hasta instalarse en los imaginarios colectivos y convertirse en verdades irrefutables que no hay que sustentar. Y como existe un enemigo, hay que declararle 85


la guerra, pues al enemigo se le reduce, se le destruye, se le aniquila. De esta forma, entonces, esa posverdad se convierte en un obstáculo para alcanzar la paz. María Teresa Uribe (2019) nos hace un llamado sobre la visión trágica de la nación que se mantiene a través de discursos y relatos incorporados a nuestro sistema de pensamiento: El imaginario de la guerra perpetua sigue presente en las mentalidades de la gente del país; de allí que resulte pertinente preguntarse cómo han incidido las palabras de la guerra en esas formas de imaginar la nación y de qué manera muchas narraciones y lenguajes configurados para otros momentos históricos se mantienen en el presente para justificar el uso de las armas o para reprimir a los rebeldes. (Uribe de Hincapié, 2019, 44) Todo esto para decir que no es tan simple como publicar una mentira o una verdad a medias y que esta se convierta en posverdad y tenga efectos sobre un asunto tan relevante como un Acuerdo de Paz. Sin duda, eso que se emite en favor o en contra de 86


determinada situación o proceso tiene un anclaje mucho más profundo en la historia de los sujetos y las sociedades. Entonces, ¿dónde está la diferencia cuando pensamos en la posverdad a la luz de los entornos digitales?

Redes sociales y medios digitales: información al alcance de la mano Con el auge de los medios digitales y las redes sociales, la altísima circulación de contenidos, el desmonte del paradigma unidireccional de la comunicación y la idea de la democratización de la misma, el panorama para la ciudadanía es bastante complejo. De entrada, podemos pensar que esta es una gran virtud de nuestros tiempos, pues quienes hemos sido consumidores pasivos hemos tenido la oportunidad de convertirnos en productores de la información que nos interesa, añadiendo el ingrediente de nuestro propio punto de vista, nuestra realidad y nuestras interpretaciones. Ya no son sólo los medios de comunicación masivos los que imponen las agendas de los asuntos públicos, como señala Federico Aznar Fernández-Montesinos: 87


El receptor se convierte en emisor, generándose una cadena de distribución que determina que la información recibida disponga de un gran nivel de credibilidad. En la era de la información, tanto las tecnologías para la edición como la distribución de la información lo hacen todo más fácil. El escenario informativo se ha hecho más complejo, pero también mucho más potente. (Aznar, s.f.)

La comunicación digital traía consigo la promesa de la democratización de la información; sin embargo, como ha señalado Pedro Silverio Moreno (2018), la democracia digital tiene serios problemas, pues “no incentiva un diálogo en profundidad sobre los asuntos de la agenda política, sino que sirve de retroalimentación de las opiniones preconcebidas, de modo que difícilmente puede producirse el intercambio de ideas y el cambio de posturas”. Así que esa misma virtud es una navaja de doble filo, pues al disponer de tales posibilidades, la información no pasa por filtros mínimos, cada quien, con una cuenta de Twitter, Facebook o Instagram, un grupo de WhatsApp o un canal de Telegram, 88


se hace dueño de la información que produce y, justamente, a partir de su punto de vista o sus intereses, pone en circulación lo que quiere decir, pero también lo que quiere que el otro reciba y crea. Cuando la información proviene de personajes reconocidos o de personas cercanas, como ya decía Aznar en la anterior cita, goza de una alta credibilidad. Así, movimientos antivacunas, antifeministas o antiplebiscito, se nutren precisamente de la transmisión de contenidos poco elaborados, emotivos, que circulan rápidamente y que llegan a través de cadenas en las que median afectos y confianzas. No hay que verificar la noticia enviada por aquella sobrina a quien la tía ha visto crecer, desenvolverse profesionalmente y en quien cree a pies juntillas. Ahí está el secreto del éxito de las fake news y las posverdades. ¿Pero qué se vale y qué no se vale en esta mareada de información y de canales posibles para su distribución? Un filtro en Instagram, por ejemplo, ya constituye una puerta de entrada al mundo de la posverdad, pues hay 89


una fabricación a partir de una realidad que puede ser alterada muy fácilmente. Un filtro permite mostrar desde un clima hasta un rostro diferente. Y luego de esos filtros vendrán otros mucho más sofisticados que darán origen a las que conocemos como deepfakes, descaradas manipulaciones en las que un personaje y su voz pueden ser usadas para verbalizar un mensaje que nunca salió de su boca. ¡Una mentira! Y esto es posible gracias a la digitalización, los algoritmos y la inmediatez con la que podemos producir y consumir información, pues una vez una mentira es echada a rodar por medio de cualquier canal de distribución, como si se tratara de una piedra rodando por una pendiente, esta no se puede reversar y sus efectos son impredecibles e imposibles de controlar. Esto, sin embargo, no quiere decir que sea poco ético o inadecuado usar un filtro en Instagram, pero sí quiere decir que es necesario, por un lado, hacernos responsables de la información que producimos, intentar prever sus efectos y saber cómo, por qué y cuándo usar esos ‘embellecimientos’ de la verdad de los 90


que hablaba Ralph Kayes en 2004. Y, por otro lado, permitirnos la duda como un principio fundamental para el consumo de información, verificar las fuentes, hacer búsquedas extra, preguntar y contrapreguntar, reconocer los contextos y la historicidad, no sea que nos pase como a aquel vecino que difundió una columna de opinión antes de verificar su veracidad. Pero hay más. El momento que vivimos nos exige apertura y diálogo respetuoso, pues no basta con verificar las fuentes si nuestra reacción última será parecida a la del vecino del chat de WhatsApp: “a mí sí me parece que es verdad”. Resistir en la incertidumbre de la era digital nos convoca a un ejercicio permanente de reconfiguración de nuestras propias ideas, no temerle al movimiento de nuestro pensamiento a partir de lecturas críticas, tener la disposición para escuchar lo que tienen por decirnos esos otros que no nos habíamos aventurado a buscar, para no seguir alimentando discursos paranoicos6 que nos mantienen encerrados 6 En el ensayo El respeto en la comunicación, Estanislao Zuleta nos explica que se trata de un fenómeno psicoanalítico en el

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en burbujas en las que sólo vemos y oímos lo que queremos ver y oír, reforzando nuestras ideas o creencias. Y la misma comunicación digital nos ofrece alternativas: podcast, blogs, cuentas de redes sociales, medios alternativos, etcétera, que nos permiten encontrarnos con diversas perspectivas y lecturas de las mismas realidades. Acceder a ellas y disponernos a una mirada caleidoscópica del mundo es un paso importante para dejar de verlo todo en blanco y negro, y la democracia hoy necesita, más que nunca, de esa ciudadanía crítica que trascienda el espectáculo de la política y el facilismo de las redes: La posverdad construye un frágil edificio social basado en la cautela. Erosiona la base de la confianza que subyace a cualquier civilización sana. Cuando muchos de nosotros promocionamos la fantasía como un hecho, la sociedad pierde su base en la realidad. que los sujetos hablan desde la evidencia: “en el discurso paranoico está implícito que el destinatario tiene que ser, o un espejo que refleje todo lo que el emisor dice y lo apruebe, o un ciego que no ve nada”. Luego, dicho emisor convertirá en enemigo a quien no apruebe su discurso

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La sociedad se derrumbaría por completo si asumiéramos que es probable que otros disimulen o digan la verdad. Estamos peligrosamente cerca de ese punto. (Kayes, 2004)

Esta cita de Ralph Kayes, que plantea un panorama bastante desalentador, tiene que ser una invitación a seguir resistiendo, hackeando los algoritmos, privilegiando la duda del pensamiento. No dar por verdadero ni siquiera aquello que proviene de quienes más queremos o en quienes más creemos y, sobre todo, no ceder ante la afirmación de que “La verdad, por mucho que nos duela, ha dejado de ser relevante para nuestras democracias” (Silverio, 2018). Estamos ante la oportunidad de volver a darle valor a la verdad, entendiendo que esta no es unívoca y que construirla requiere de múltiples miradas, pero que esa multiplicidad no puede dar lugar al engaño y a las mentiras que derrumban la confianza.

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Bibliografía Aznar Fernández-Montesinos, F. (2018) El mundo de la posverdad. Cuadernos de estrategia, (197), 21-82. Kayes, R. (2004). La era de la posverdad: deshonestidad y decepción en la vida contemporánea. Nussbaum, M. (2013). Emociones políticas: ¿por qué el amor es importante para la justicia? Silverio Moreno, P. (2018) El rigor informativo en la era de la posverdad: la amenaza de las fake news en las redes sociales. Comunicación y hombre: revista interdisciplinar de ciencias de la comunicación y humanidades. (15), 5566. Uribe de Hincapié, M. (2019) La hija de Andrómeda. Lecturas Comfama. Zuleta, E. (2008) El respeto en la comunicación. En E. Zuleta, Colombia: Violencia, democracia y derechos humanos. Medellín: Hombre Nuevo Editores.

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¿A la luz de las pantallas florecemos? Por Vanessa Ojeda Álvarez Nota: Este problema se planteó a principios del 2020, sin saber que se propagaría un virus letal por todo el mundo que cambiaría muchas cosas y que tendría consecuencias en todas las dimensiones de la vida humana. Estaba en ciernes, por lo menos en este lado del mundo que alcanzo a aprehender, el uso de las avanzadas tecnologías de la información. Las pantallas no estaban masificadas. Si bien, computadores y celulares eran de uso corriente para un sector considerable de la población, no eran indispensables para realizar ciertas actividades humanas. Ya ha pasado más de un año, hay más información sobre el virus y hay una variedad de vacunas que impiden en un alto porcentaje que las personas mueran a causa de él. El panorama ha cambiado, aun con la amenaza de las nuevas cepas. Sin embargo, 95


la pregunta por cuáles son las implicaciones de la informatización en la vida de las personas sigue vigente. Tal vez no con el sentimiento terrorífico con el que se piensa en un contexto de incertidumbre cuasi apocalíptico, pero sí con cierta distancia, cansancio y, también, esperanza de un regreso a la normalidad conocida, eso sí, con muchos problemas, pero parece que añorada finalmente. *** La pandemia del coronavirus aceleró la presencia de todo tipo de pantallas en nuestra vida cotidiana. Como debíamos evitar el contacto humano a toda costa, para así no contagiarnos de un virus del cual, en ese entonces, no teníamos mucha información, recurrimos a los dispositivos de la informática para realizar todo tipo de tareas. La cercanía y la proxemia se convirtieron en una amenaza real de contagio, entonces, fue y aún sigue siendo en unos pocos sectores necesario vernos y escucharnos a través de pequeños rectángulos, en los cuales a veces aparece nuestro nombre y nuestro rostro. Teletrabajo, educación virtual, 96


Afiche: ¿A la luz de las pantallas florecemos? Podcast: Economía. En este capítulo se aborda la importancia de la renta básica universal. Escanea el código QR. 97


telemedicina, encuentros amorosos y amistosos desde conexiones virtuales. Todo un conjunto de actividades humanas necesitó la mediación de las pantallas para poder realizarse y procurar un nivel de producción y reproducción de la vida social. Incluidas aquellas relacionadas con las artes y las manifestaciones culturales. El mundo en realidad no se detuvo; se desaceleró y las preguntas por el fin del mundo y sentido de la vida, por fin, encontraron espacio para plantearse y pensarse. Con este nuevo panorama, se reconfiguran modos de estar y ser en el mundo. ¿Cómo estas condiciones posibilitan el florecimiento de nuestro ser individual y colectivo? ¿Cómo ha de ser posible “florecer” en medio de una maraña acrecentada de empobrecimiento de las personas? ¿Florecemos juntas o seremos una flor bella, pero solitaria, en un horizonte desértico de injusticias y desesperanza? Las pantallas están presentes en nuestras vidas desde hace varias décadas. ¿En la vida de quienes? De personas urbanas con cierto 98


nivel de ingresos. Los televisores, las cámaras fotográficas, el cine. Más recientemente, digo desde inicios de los 2000, progresivamente más personas pudieron comprar sus propios celulares: los precios se abarataron, aumentó la oferta de créditos. Contenidos de todo tipo se producen y circulan desde entonces. Muchas personas adultas aprendieron, quizás pensando que no podrían, a utilizar teléfonos inteligentes y prescindir del ratón del computador para navegar, jugar solitario, enviar correos. Jóvenes y adolescentes empezaron a usar las redes sociales para compartir sus gustos musicales, conocer gente de otros lugares del mundo con la que quizás encontraban más afinidades que con sus vecinos, vecinas o compañías de estudio. De alguna manera, el mundo también se expande por estos medios. Todos estos aparatos tecnológicos hacen parte de la vida de las personas, junto con los libros y demás cosas y objetos que podemos tocar, oler y ver con nuestros propios ojos, sin mediación. En realidad, la vida toda no se traslada por 99


completo al escenario virtual. Simplemente están la una con la otra. Pero con la pandemia, la informatización alcanza un nivel de presencia en la vida cotidiana, que a veces podríamos calificar de angustiante, porque el contacto humano directo parece reducirse cada vez más, si bien, habrá quienes celebren con fervor intemperado las ventajas de la virtualidad. El teletrabajo cobra más fuerza al igual que la educación virtual se presenta como un horizonte ineludible. ¿Y qué decir de la socialización con miras a la amistad o al amor mediada por tantas aplicaciones para concertar citas? Están ahí y cada vez más personas dejan a un lado miramientos de todo tipo para descargar en su celular sin prejuicios el puente que permite el añorado encuentro. Junto a la pantallización está el proceso de virtualización. Lo virtual, es decir, aquello que no es real –en el sentido de actualizado en un cuerpo- pero sí existente, no es un asunto exclusivo de nuestros días. De hecho, lo virtual está estrechamente relacionado con aquello nos 100


compone, nos define, nos hace ser humanos, pero que no tienen un lugar, una forma de ser tangible y perceptible, como la memoria, la imaginación, el pensamiento… Y ello no quiere decir que no existan; son inteligibles a través de soportes, como textos e imágenes. La virtualización, de algún modo, trastoca los sentidos regulares que se tienen sobre el tiempo y el espacio o, más bien, permite que las experiencias subjetivas del tiempo y espacio se multipliquen: hemos sentido que el tiempo se ha pasado muy rápido cuando estamos haciendo o viviendo algo que nos gusta mucho y, lo contrario, las horas parecen eternas cuando estamos en algo que sentimos tedioso (¿Cuándo te acabas 2020?). Con las conexiones digitales, estamos conectados a una misma hora desde lugares distintos. Sin embargo, la deriva de virtualización progresiva de las experiencias que vemos hoy merece nuestra atención. ¿Dónde están los cuerpos? ¿Qué es estar presente? ¿Cómo se concibe nuestra humanidad? ¿Cómo 101


es la socialización en estas condiciones? ¿Habrá tope a los procesos de virtualización? Los gestos se desdibujan, las palabras se entrecortan, las caras se congelan, no olemos. Suponemos un sinnúmero de circunstancias y complementamos los sentidos de lo que se dice, de acuerdo con nuestro propio estado de ánimo y con el sedimento de las experiencias vividas en común. La informatización y pantallización progresiva e incesante tiene consecuencias en distintos ámbitos de la vida. Por un lado, la internet y los materiales con los cuales se fabrican estos aparatos y se posibilita la conexión a la red no aparecen de la nada. Paradójico: la internet necesita sostén físico (o los soportes de lo virtual). Las materias primas con las cuales se producen provienen de partes del mundo con lógicas extractivistas que deterioran el medio ambiente y se realizan sin el mínimo interés de procurar relaciones laborales correctas. Si abocados como estamos al uso de estos aparatos o de su actualización cada tanto, para mejorar 102


la eficacia o por puro consumismo, cada vez más se extraerán estas materias primas para seguir produciendo. ¿Quién cree que el mundo es finito? (Aparte de las almas salvíficas de las Greta Thunberg del mundo). Por otro lado, habría que ver las repercusiones en la dimensión política. Jorge Riechmann advierte que la digitalización del mundo tiene graves consecuencias en la democracia. Dado que por la internet circula cantidad de información y hay una gran recopilación de datos personales, actores políticos dominantes del mundo compran esa información para incidir en la opinión política sobre coyunturas específicas. Cantidades indigeribles de información falsa y bombardeo de publicidad política podría direccionar el comportamiento de la ciudadanía en detrimento de la consecución del bienestar común. ¿Tan manipulables somos? Además, hay un punto muy importante y problemático: la cuestión de la libertad. Con la internet estaríamos cada vez más vigilados por cuenta del progresivo ofrecimiento de contenido 103


personalizado que satisface el consumo construido desde preferencias individuales que compiten con las otras y solidifican el aislamiento ideológico. Es decir, se escucha lo que se quiere, lo que refuerza la percepción propia y se desdeña el pensamiento disímil, diverso. Así, no hay posibilidad de diálogo, debate y reflexión conjunta. En el mundo de la cultura, muchas manifestaciones artísticas y culturales también han tenido que recurrir a la mediación de las pantallas para seguir llegando a su público y también llegar, ahora sí, a nuevas audiencias. Ya antes de la pandemia, los museos más importantes del mundo occidental permitían conocer los más famosos cuadros mediante recorridos virtuales. Solo basta aumentar el zoom para ver la cualidad el trazo de algún famoso pintor. Aun así, no se puede afirmar que hay conocimiento de la materialidad de la obra. Es como todo lo que aparece en la pantalla: una imagen descorporeizada, desterritorializada, que se aprehende sin el relacionamiento de sus 104


partes con las condiciones que la rodean, con un espacio. Para otras artes, como el teatro o la danza, tener que trasmitir por streaming sus presentaciones, ha desdibujado el sentido del encuentro, del acercamiento con el cuerpo presente que no se distrae y fija su atención en lo que se presenta ante él. Jorge Dubatti, director y teórico del teatro, habla del convivio teatral, es decir, del encuentro entre espectadores y actores en el aquí y ahora del teatro como acontecimiento, pues el teatro “es algo que existe mientras sucede”. En otras actividades culturales, que no son propiamente artes, como espacios de formación y de encuentros alrededor de la conversación, se tuvo también que recurrir a las numerosas conexiones mediante pantallas de todo tipo, del computador, del celular, de la tableta. En estas condiciones en las cuales se nos ofrece la cultura y las artes, vale preguntarse: ¿cómo la cultura es abono rico para nuestras vidas? ¿Cómo este abono permite que florezcamos? 105


¿Cómo la cultura y las artes conectan con los cuerpos y los territorios? Sí, sabemos que las personas no somos como las flores, pero tenemos algunas cosas en común. Nos parecemos en que el transcurrir del tiempo atraviesa nuestro ser. El tiempo en nosotros hace que florezcamos. O bueno, eso quisiéramos, porque el tiempo también puede marchitarnos. Ser una bella flor que detenga el paso del caminante. Si es así, es necesario comprender la cultura, además como sustrato, como proceso; no simplemente como un asunto de eventos, mucho menos como mercancía que se compra, se vende, se consume y se desecha. No he escrito nada fascinante y sorpresivamente nuevo o con apariencia de ingenio, estos discursos sobre la cultura como sustrato y como proceso hasta de las bocas de los más encumbrados gobernantes han salido, pero me permite retomar otra vieja cuestión espinosa. Pensar la cultura como liberación: procesos culturales que cuestionan el poder reaccionario, que participan en la formación política de 106


quienes hacemos parte de ese convivio que permiten las artes y la cultura y que no por eso desdicen del divertimento, del juego, de lo bello, de otros propósitos estéticos. Porque se puede aunar intereses y búsquedas personales, del propio mundo interior con preguntas por el mundo, por el afuera, por lo que hay más allá de cada cuerpo, cada espíritu, cada mente. Pero incluso más interesante, es que el contenido cuestionador y rebelde que es aprehendido y replicado en el decir invada como una enredadera (además, algunas enredaderas tienen flores) los comportamientos cotidianos. Entonces, preguntarse si a la luz de las pantallas florecemos es preguntarse tanto por el mensaje como por el medio. ¿Cuáles son los contenidos que se trasmiten? Puede haber contenidos culturales y artísticos, pero definitivamente sosos, repetitivos, olvidados a los 5 segundos de desconectarse de la plataforma: cultural fast food. O, también, contenidos con fuerza, con gracia, con chispa, con pretensión de desacomodar, conmover, deleitar. Por su parte, el medio, las pantallas de todos los tamaños a veces emiten 107


luz, luz cegadora, luz que no ilumina, luz que difumina, luz que deja ver. ¿Cómo llega ese contenido a nosotros? ¿Interrupciones, desconcentración? ¿Saturación de contenidos digitales que nos abruman y cansan la mirada? Una de las posibles implicaciones de tener que recurrir constantemente a las pantallas puede ser que aún más nuestra atención se desgaje en distintos puntos de información a la vez. No es fácil responder a esta pregunta. Pero ahí queda: ¿A la luz de las pantallas florecemos?

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Bibliografía Dubatti, J. (2015). Convivio y tecnovivio: el teatro entre infancia y babelismo. Revista Colombiana de las Artes Escénicas, (9), 44-54. Riechmann, J. (2020). Decrecer, desdigitalizar – 15 tesis. Recuperado de https://www.15-15-15.org/ webzine/2020/09/07/decrecer-desdigitalizar-quincetesis/

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Agradecimientos especiales a Santiago del Río, York Varela y a todo el equipo de la Conversación del Miércoles.


Combates en la Cultura Publicación anual, se imprimió en el mes de noviembre en Pregón SAS. Medellín - 2021





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