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Auto Club
El Mercurio en la edición del domingo 13 del mes de octubre de 1919, en una crónica destacada informó, “hoy se inauguró el chalet de la asociación de automóviles”. Se concretaba así, el sueño de un joven ejecutivo, Carlos Hammersley, que se había avecindado en la ciudad en 1914, para asumir la responsabilidad del negocio salitrero de su suegro don Manuel Chinchilla.
Carlos se casó con Irene en Nueva York, en el invierno de 1912, 2 años después, la guerra mundial no era sólo una amenaza, era una realidad. Resolvieron retornar a Chile y se establecieron en Antofagasta. Organizaron su hogar en una hermosa casa en la calle Salvador Reyes.
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Antofagasta prometía un desarrollo acelerado. La fuerte demanda del salitre por las naciones en conflicto, desató un fuerte crecimiento de la producción. La Municipalidad construía la Casa Consistorial en la calle Latorre. Un médico, Maximiliano Poblete Cortés, ejercía la Alcaldía y era militante del partido radical. Poblete era un soñador, igual que Carlos Hammersley, y en el fondo de su alma pretendía transformar el puerto en una gran ciudad.
Entre ambos soñadores, Maximiliano y Carlos, nació un fuerte lazo de amistad. En el intento de Carlos por construir una casa como hogar de los automovilistas, también participó el Alcalde. Ambos recorrían el sector costero sur, buscando un sitio adecuado para albergar la institución. Maximiliano y Carlos, estuvieron de acuerdo que el lugar se encontraba a la mitad del camino entre Antofagasta y Coloso.
Terminada esta etapa, se procedió a abrir una propuesta para el proyecto arquitectónico. Alfredo Cousiño, profesional de cierta fama, fue el ganador. En lo referente a la construcción del proyecto, fue favorecido Juan S. Davinson, que presentó un presupuesto de $62.650. Incluso se comprometía hacer entrega de la obra, en un plazo de 100 días. Al momento de suscribir el contrato de construcción, la asociación era una corporación formada por 132 personas, que entregaron una cuota personal de $100. Sin embargo, para ayudar a la empresa, debieron aportar extraordinariamente, la cantidad de $200 cada uno. El inicio de la construcción motivó la circulación de diversas versiones para explicar el propósito de lo que allí se construiría. Unos explicaban que sería un hogar para monjas de claustro y otros repetían que era la mansión de un personaje excéntrico, que quería vivir alejado de la población.
El 13 de Septiembre de 1913, lo más granado de la sociedad antofagastina, repletaba el Gran Salón de la mansión. Un grupo selecto de damas, de autoridades, y personajes de la ciudad estaban ubicadas en un apartado especial. Allí se encontraban, Irene de Hammersley, Livia de Balmaceda, esposa del Intendente, Estela de Poblete, señora del alcalde, Dora de Tapia, Delia de Quinteros, Elvira de Penjeam, Doralisa de Pinkas y Lía de Cabrera.
El Presidente de la Asociación explicó el propósito que se lograría con la construcción del hermoso Chalet: “tener un lugar en donde descansar de la pesada faena diaria, en donde respirar a pulmón lleno de aire puro vivificante del mar”.
Próximo a cumplir cien años de existencia el Auto Club, renovado y convertido en un gran centro de atracción de la ciudad, sigue de pie a pesar del incendio que lo destruyó en la madrugada del 5 de enero de 1945.
Floreal Recabarren Rojas