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Casa Gibbs

Plaza Colón

La comisión encargada de establecer la organización urbana de Antofagasta definió el lugar donde debía construirse la plaza principal. Así, quedó fijada en el plano levantado en el año 1869 con el nombre de Plaza Colón. Entonces sólo era un espacio vació en cuya superficie emergían rocas desgastadas por el clima.

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Resultaba curioso advertir que en la calle San Martín se trazaba una línea férrea que salía del patio de la Compañía de Salitre, avanzaba hacia el sur para doblar en calle Lamar (Prat) en dirección al oriente.

Los primeros esfuerzos para plantar árboles y especies florales, se vieron truncados por la presencia de burros y caballos que devoraban la vegetación. Además, los inmigrantes que llegaban a la ciudad para establecerse, no encontraban nada mejor que levantar su vivienda de sacos y calaminas en todo el perímetro del terreno.

Pese a las dificultades, la plaza se fue formando lentamente. En 1873 el Prefecto de Cobija visitó Antofagasta. Para recibirlo en una ciudad aseada, con la colaboración de los reos de la cárcel se eliminaron las rocas que emergían de la superficie del terreno.

Un año más tarde el municipio instaló una bomba para regar un incipiente jardín que habían plantado los vecinos. En ese mismo tiempo, el Intendente de Valparaíso, Francisco Echaurren, envió una donación de 36 arbolitos y una pila de agua para instalarse al centro de la plaza, que ya iba tomando forma de tal.

Durante la Guerra del Pacífico, la plaza se convirtió en un centro de reunión. Los vecinos eran atraídos por la música que ejecutaban las diversas bandas de las diferentes unidades del Ejército que acampaban en los patios del ferrocarril. La plaza fue creciendo junto al desarrollo de la ciudad. El 1886 se instaló la iluminación. Al comienzo era luz de parafina. Años más tarde funcionó a gas y en 1904 quedó definitivamente iluminada por energía eléctrica.

Primitivamente el riego se hizo con agua desalinizada por las resacadoras, sin embargo al finalizar el siglo XIX, llegó el agua proveniente del río San Pedro, y que se conducía por un acueducto de cerca de cuatrocientos kilómetros de distancia. La empresa del Ferrocarril que distribuía agua en la ciudad, debía entregarla gratuitamente a la Municipalidad. La ornamentación definitiva de la Plaza Colón fue obra de las colonias extranjeras. En efecto, como una manera de agradecer la acogida que habían tenido en el país y con motivo del centenario de la independencia nacional, regalaron a la ciudad algunas obras. Los croatas donaron el kiosco para la música ubicado en el vértice suroriente de la plaza. En el otro extremo la colonia española, erigió un monumento de los Reyes Católicos acompañado de un león de gran atracción infantil y los ingleses el reloj que es una réplica del que exhibe la Torre del Parlamento Británico.

Hacia comienzos de la década de los noventa, la plaza presentaba un abandono tal, que las personas evitaban transitar por ella, dado a su pavimento en pésimo estado, sus jardines casi inexistentes, su mala iluminación, sus asientos deteriorados, etc. En 1993, la Corporación PROA, ante esta calamitosa situación, organizó un concurso nacional de anteproyectos de arquitectura para remodelar la plaza e hizo entrega de la propuesta ganadora a la Municipalidad, la cual desarrolló, en el año 1996, recuperando este paseo la relevancia, dignidad y atractivo de otrora.

Floreal Recabarren Rojas

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