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Mural ex Casa Gibbs

La Catedral

El fuego ha sido el enemigo permanente en la existencia de las iglesias construidas en la acera oriente de la plaza Colón. En 1672 se levantó el primer edificio religioso que fue consumido por el fuego de un incendio que estalló en 1880. Durante tres años los oficios religiosos más importantes se realizaron en el Cuartel de Bomberos de la ciudad. En 1883 se colocó la primera piedra para levantar un nuevo templo, el cual quedó terminado en el último mes del mismo año.

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En esa época ya estaban instalados en la ciudad Luís Silva Lezaeta y Florencia Fontecilla. No obstante el presbítero Larraín fue la persona clave en la construcción de la nueva obra.

Nadie advirtió que el fuego estaba acechando, de tal forma que el 15 de diciembre se dejó caer con todo su poder destructivo. Nacido en la calle Prat fue destruyendo a diestra y siniestra, hasta dejar sólo cenizas donde hubo un edificio. La Iglesia levantada con material combustible no fue capaz de resistir la arremetida del fuego.

La responsabilidad de reconstruir una nueva Casa de Dios cayó en manos del presbítero Luís Silva Lezaeta, cuya obra preliminar fue ablandar los corazones de los más potentados. Cumplida esa primera misión, estuvo en condiciones de poner en marcha la obra. En compañía del Intendente Cayetano Astaburoaga, en el mes de julio de 1907 se realizó la ceremonia mediante la cual se puso en marcha la reiterada tarea de levantar la tercera Iglesia.

Los acontecimientos del pasado advertían que era necesario usar materiales más sólidos. Para cumplir ese requisito, se recurrió a la antigua maestraza Orchard Hermanos. Toda la estructura se levantó con columnas de fierro fabricadas allí. De esta forma todos los cimientos se hicieron con material y tecnología local. Pero había otras obras que requerían importación de materiales extranjeros. España proveyó las tres esculturas talladas en madera para resaltar el altar principal.

Desde Francia llegaron las piezas de estilo gótico para magnificar el altar mayor.

Cuando se estaba en los afanes constructivos, el fuego, que acechaba permanentemente a la Casa de Dios, reiteró su afán destructor y con sus lenguas demoledoras, aniquiló las viviendas de cuatros calles adyacentes, pero solo fue una amenaza para el templo que ya había tomado la forma de tal.

El fuego no paralizó los trabajos. Desde Alemania se importaron los vitrales para las ventanas. Del mismo país llegaron el órgano y la fuente bautismal que quedó instalada a la entrada.

El templo de estilo gótico se terminó en 1917.

Floreal Recabarren Rojas

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