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Yo ViSitÉ a MarÍa Barilla

Por Edgardo José Esquivia Cueter

Imaginando a María Barilla. Pintura de la artistas cienagadorense Julia Martelo Burgo Cortesía de la autora

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María de los Ángeles Tapias nacida el 2 de agosto de1887 en San José de Ciénaga de Oro y, fallecida cierto día de un mes de julio de 1940 en San Jerónimo de los Charcos (Montería), fue una excelente bailadora de fandangos, una mujer real, liberada, defensora de los derechos de la mujer, que se convirtió en el icono y el símbolo del folclor sinuano.

Pero después de su muerte nunca su sacrosanta morada estuvo abandonada; un grupo de sus últimas amigas bailadoras y por tradición las hijas y las nietas de estas, se encargaron, en forma secreta, visitar periódicamente sus restos mortales para rendirle homenaje, rezarle una oración, recordarla, pedirle bendiciones y muchas veces para encomendarse antes de participar en concursos de bailes y danzas musicales.

Después de indagar en libros, en documentos y con muchas personas toda su vida e historia, incluso de ver su foto encontrada por un grupo de investigadores reconocidos en la casa de unos familiares de ella, en la población de Tres Palmas, me convencí completamente de que María Barilla era una realidad.

Sin embargo, sabía que faltaba un eslabón en la cadena de su guirnalda vital: ¿dónde está su tumba? Esto me llevó a comenzar en el año 2019 una larga travesía de investigación por los cementerios de Ciénaga de Oro, Los Mimbres, Berástegui, Cereté, Mateo Gómez, San Pelayo y finalmente Montería.

Llamada “La Perla del Sinú”, Montería, la legendaria San Jerónimo de Buenavista yace encallada a orillas del río Sinú, tierra fértil, ganadera y agrícola; esta ciudad próspera y futurista es la que acoge gran parte de los valiosos recuerdos y las entrañas de los restos mortales de la icónica bailadora.

Habían pasado entonces 81 años desde su dolida muerte y llegué con mi esposa al Cementerio Central de Montería. Eran las ocho de la mañana cuando ingresamos a ese camposanto, todavía se sentía el sereno ligero de una noche de ánimas. La búsqueda dio resultado hoy, 2 de agosto de 2021, después de varios años de persistente seguimiento.

–¡Sí señor aquí esta ella, la bailadora de fandangos! –responde el sepulturero Jorge Gómez y, nos embarga ipso facto una enorme y a la vez sobrecogedora alegría porque, coincidencialmente hoy en el día de su cumpleaños la encontramos, después de una ardua indagación y varias visitas a tantas álgidas necrópolis. De inmediato, un silencio profundo y a su vez expectante, se apodera de nuestras lenguas al llegar a la tumba de María de los Ángeles Tapias, silencio que abruptamente cambia, para sacudirnos con una tristeza profunda: ahí yacía ella, en una tumba lúgubre, carcomida por la inclemencia del tiempo, con mucho sucio y desechos a los lados; lo que debía ser una cruz era un pedazo de yeso partido y su nombre escrito, pero casi inentendible, ya borroso por el pasar de los años, la lluvia y el ardiente sol. Era la tumba Nº 72. De pronto, me vino a la mente a modo repetitivo las palabras que el maestro Pablo Flórez Camargo le arregló en su obra el Dolor de María –¡Y yo no la oía, se murió solita!

Pero nosotros sí estábamos ahí, no estaba solita y claro, de seguro sus compañeros de tierra se pusieron celosos por la visita, que inexplicablemente llenó ese espacio antes sombrío, del regocijo que debió sentir con el afecto que le mostrábamos ante su nicho.

Diligentes salimos a buscar algo para engalanar esa morada, antes de que el inexorable paso de los años terminara de borrar su nombre ahí escrito. Procedimos el sepulturero Jorge, con Dany mi inseparable coequipera y yo, a pintarla de blanco y para identificar al menos con pintura negra, el nombre con que ella se hizo conocer: María Barilla.

Tumba de María Barilla. Cementerio Central de Montería

Foto. Edgardo José Esquivia Cueter

En este momento y después de tantas indagaciones curiosas, le terminé relatando toda la vida de María al sepulturero y para que se gane unos pesitos sirviendo de guía, porque según me contó, los cada vez más pocos que vienen a visitarla, preguntan si sabe algo de ella. Jorge lanza entonces la siguiente expresión: –¡Mire, y ni una flor le traen! –¡Solo hace veinte años, le trajeron una serenata con una banda de viento y el músico más viejito, me indicó donde estaba sepultada, lo que después lo reconfirmé con el número de la tumba!

Quizá más de cuatro sepultureros pasaron por este cementerio y quizá solo el que estaba cuando la fandanguera fue sepultada sabía de ella, de sus visitas y sus soledades.

Tumba No 72 de María Barilla. Cementerio Central de Montería Homenaje a María Barilla. Tumba No. 72, Cementerio Central de Montería Foto. Edgardo José Esquivia Cueter

Finalmente, Dany y yo hicimos una oración por su alma y la de todos los que yacen en los sepulcros sombríos, nos marchamos con un sentimiento matizado de emociones, sensaciones e impresiones encontradas, pero con la promesa de un pronto regreso a visitar su recuerdo físico y a honrar su memoria con coronas de rosas en oraciones, por su eterno descanso.

Maria Barilla, data de 1922 aproximadamente Foto. https.diccionario.cedinci.orgbaril

Al día siguiente de regreso a Barranquilla muy asombrados por lo acontecido, no entendíamos por qué en nuestro viaje sentíamos la presencia de un tercer acompañante en nuestro vehículo. Tan imponente era la sensación de la presencia que con extremada frecuencia Dany y yo, nos volteábamos y dirigíamos inconscientemente nuestra mirada al puesto trasero. Al llegar a La Arenosa Dany expresó con mucha seguridad: –¡Muchas veces oré en el camino, María Barilla nos acompañó en plan de agradecimiento!

Epígrafe: “Mientras tanto crece la sombra de un largo recorrido de olvido, la flor de bonche que lucías en tu pecho sigue marchita, esperando que al sonar de un porro te levantes a mover tus caderas y entonces la flor recobre su color también, color similar al de tus labios juveniles”.

EDGARDO JOSÉ ESQUIVIA CUETER.

Defensor y Gestor Cultural; historiador, investigador y escritor sobre música, tradiciones y costumbres culturales. Músico, guitarrista, bajista y compositor musical

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