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Editorial ¡QUE VIVA EL PORRO!

En esta edición 21 de la Revista Porro y Folclor estamos haciendo un homenaje a los 25 años del Festival del Porro de Medellín, por su aporte en mantener vivo este ritmo que llegó a Medellín para convertirse en un referente cultural de sus habitantes; también destacar, señalar y resaltar la labor que cada año sus organizadores han dado para mantener activa la llama de la tradición del Caribe colombiano. Son 25 años de una ardua tarea de difundir el baile, la danza, la música y las costumbres de una cultura que nació en las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar y que por años se fue extendiendo por todo el Caribe hasta llegar a la ciudad de Medellín para quedarse en los barrios de Enciso, El Coco, La Loma, Manrique… como parte de las rumbas, bailes y fiestas de sus habitantes.

A los organizadores del Festival del Porro de Medellín nuestras felicitaciones por esos 25 años, a quienes iniciaron esta idea de convertir el porro en un referente cultural para la ciudad, por destacar y proyectar la cultura de una región colombiana que aún la mantiene viva en sus festivales. Por este motivo, el Festival debe ser un evento de y para la ciudad, donde tenga cabida las diversas manifestaciones del porro, donde esté presente la gaita, la cumbia, el bullerengue, los bailes cantaos, las décimas y los cantos de vaquerías, alternando con los ritmos orquestales que por años han puesto a bailar, gozar y rumbear a los habitantes de Medellín.

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Sea pues, está la ocasión para señalar la importancia de mantener un Festival que hace homenaje al porro, donde en un dialogo de saberes se encuentran investigadores, bailadores, danzarines, músicos, creadores y gestores, para darle cuerpo, vida y alma a un ritmo que por años ha estado presente en la cultura paisa.

El porro llego como una ola de las sabanas del Caribe a las montañas antioqueñas, que descrito por Hernán Darío Usquiano la cultura costeña llega a Medellín montada en “… bus imaginario que empieza a hacer su recorrido desde el Piñón Magdalena, pasa por Sabanagrande, por Barranquilla recogiendo gente y se encuentra con los Hermanos Martelos, a Gabriel Romero, en Carmen de Bolívar a Lucho Bermúdez, en Magangué a Rodolfo Aicardí y Armando Hernández. Ese bus para y recoge a los Corraleros de Majagual y en la última parada, en Planeta Rica, está esperando Jairo Paternina, pues ya de San Marcos venían con los Hermanos Piña. Todos estos costeños se instalaron en Medellín en los barrios el Pedregal, la Floresta, Guayabal y Campo Valdés y se reunieron en una gran sede por el sector de la Iglesia Jesús de Nazaret, donde se instalaron, finalmente, Jairo Paternina, los Piña, Lucho Campillo, encontrándose con Jairo Grisales, Fruko, los Hermanos Jiménez, Gustavo Quintero y pum, hacen una década entre los años 60 y 70… Entonces Medellín era una ciudad musical” 1

Finalmente, agregamos que hoy ese está instalado en El Coco, en la Floresta, en la Comuna 13, recorriendo la historia, la memoria de una cultura, una tradición oral y ancestral que por décadas fue cultivada, desarrollada y difundida por indígenas, negros y mulatos, cuando mezclaron sus culturas para darle vida al porro, la cumbia, la gaita, al bullerengue, a los bailes cantaos… que están presentes en los pueblos del Caribe y en Medellín. Que sean 25 años y muchos más, para seguir gritando a ritmo de guapirreo:

¡Que viva el porro!

La danza del porro: Eje principal del Festival del Porro de Medellín

Por: José Alonso Franco L

Este año la Corporación Festival del Porro de Medellín celebra los 25 años del Festival que se realiza en la ciudad de Medellín, específicamente en el barrio Santa Rosa de Lima, El Coco, Comuna 13; es por ello, que se hace este escrito para hacer un balance general de cómo está hoy la danza y el baile dentro de las actividades que desarrolla la Corporación antes, durante y posterior al Festival.

El escrito pretende generar una discusión y un llamado de atención no solo a los organizadores del Festival del Porro, sino a profesores, bailarines, danzantes, investigadores y amantes del folclor de nuestro país para seguir manteniendo vivo la tradición cultural de los pueblos.

La danza del porro, ¿una invitada más del Festival del Porro de Medellín?

Iniciare esta disertación con la pregunta: ¿la danza del porro está presente en los tablados del Festival del Porro de Medellín?

Al abordar este tema se debe empezar por la esencia del Festival del Porro y sus orígenes, allí está quizás en parte la respuesta, y es precisamente que desde sus inicios los organizadores e impulsadores colocaron como elemento clave y primordial para ser presentada en los tablados del Festival la danza folclórica del porro, la cumbia, la gaita, la puya, el fandango y demás expresiones del Caribe colombiano.

Si bien el Festival del Porro se hace en un barrio de Medellín (Santa Rosa de Lima, El Coco, Comuna 13, Zona Centro occidental) y cuya presencia está enmarcada por el baile de salón, paseado, marcado, cachaco o paisa, la danza del porro debe cumplir un papel clave en la realización y el desarrollo del Festival. Tan importante es la danza del porro para los organizadores que uno de sus objetivos dice: “Realizar el Festival del Porro como un evento de ciudad, que difunda y proyecte las diferentes modalidades del porro, convirtiéndose en un escenario de encuentro multicultural y generacional”1 .

Para el Festival del Porro de Medellín, la danza debe ser un elemento dinamizador, potencializador y educador para los asistentes del evento, ya que permite el dialogo entre el porro palitiao y tapao, que luego paso a las orquestas, que hizo su tránsito en las ciudades de Colombia; pues no se puede bailar un porro sin antes entender su danza.

1 http://festiporromed.blogspot.com.co

El baile marcado y la danza, dos formas de gozar el porro

Para los investigadores, docentes, danzarines y bailarines el problema no es quien es más importante dentro del desarrollo del Festival del Porro de Medellín, la clave está en mostrar los orígenes del porro y cómo llego a la ciudad para transformarse y hacer parte de las noches de rumbas, bailes, fiestas y tablados de los habitantes de los barrios. Lo anterior lo confirma Carlos Tapias, ex-docente de la EPA e investigador sobre el porro marcado, cuando opina que: “El Festival debe apropiarse de la música del porro folclórico y el porro de salón… se le ha dado más difusión al porro citadino o marcado, que al folclórico; yo pienso que el porro [el Festival] debe volver a retomar lo que en un principio tenía como objetivo y era la difusión de la música de esa zona del país, empezando por el porro; la idea era difundir las danzas de los Festivales de Córdoba”

Es por ello que la danza folclórica debe estar presente en los tablados del Festival como parte fundamental e importante de su programación; no puede ser marginal o casualidad presentar grupos folclóricos que muestren el porro, la cumbia, el fandango, la puya y la gaita; su presencia debe estar acompañada de conjuntos de gaitas y tambores, bandas pelayeras y cantos de bullerengue que inviten a los asistentes a danzar con velas para entonar sones que viajan desde la costa para internarse en las montañas y las calles de los barrios de Medellín. interpretativo de base popular y representación simbólica de la realidad de los negros, indios y mulatos del Caribe; no puede imponerse sobre los bailes suaves, rítmicos, paseados y de creación artística gestados por los campesinos antioqueños y por los habitantes de las barriadas de Medellín que en las noches de rumbas callejeras de los años 60, 70 y 80, que manifestaban con fuerza, amor y sentido familiar sus goces y sentimientos.

La ejecución de los movimientos de caderas, los pasos suaves, la fluidez de los danzantes, el coqueteo del hombre hacia la mujer, el lirismo y la emoción que irradia los sonidos de las bandas representan para el Festival del Porro una magia que se traslada desde el Sinú hacia el Valle de Aburra; eso es la danza del porro debe enmarcar los inicios de cada evento, es el preámbulo del espectáculo popular y callejero que se toma el barrio Santa Rosa de Lima para convertidos luego en pasos de porro marcado, paseado y acrobático que los niños, jóvenes y adultos lo mezclan para darle color y vida a la fiesta lúdica, artística y social del Festival.

El programa de danzas y Festival del Porro2 debe fomentar, generar, enriquecer y estimular lo folclórico generando acciones formativas que le enseñen a los participantes la transformación artística, musical y dancística del porro, y como se entrelazan en un mismo escenario la cumbia, la gaita, la puya y el fandango con los pasos que marcan la ejecución del baile y las estructuras de movimientos de cuerpos que hacen figuras mezclando el tango, el pasodoble, el fox, la salsa y la rumba.

La rueda de fandango: una construcción colectiva y educativa

“El Festival del Porro se ha convertido en una expresión social, en un medio que aglutina las prácticas creativas y artísticas; lo autóctono y tradicional de la cultura del país. El Festival es un espacio para mostrar y confrontar las tendencias expresivas del porro” (Franco. 2002. Pág. 14).

Para los organizadores del Festival del Porro está la tarea de hacer realidad lo anterior, de darle el espacio que se merece la danza del porro dentro de los tablados y la rueda de fandango; de mostrar en su versión original la cumbia, la gaita, el bullerengue, la puya y el fandango como un reconocimiento a la tradición del país, porque la presencia de grupos folclórico de danza no solo de la ciudad sino de muchas partes del Caribe es necesario y vital para ver los diferentes matices de doce y disfrute que hay sobre estos ritmos.

Las orquestas que marcan los ritmos del porro hecho por Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Edmundo Arias suenan haciendo bailar y gozar a quienes asisten al Festival, porque los cantos orquestales deben estar complementados por el sonido de una flauta de millo, una gaita, trompetas, saxofones, trombones, o gritos de vaquería, o decimas o cantos de negros que expresan la tradición y la memoria de una baile que se estableció gracias a las expresiones y los ritmos construidos por juglares de las sabanas de Sucre, Córdoba y Bolívar.

El baile del porro con expresiones de contorsionismo, malabares y acrobacia, acompañadas de sensuales vestuarios no pueden reemplazar la danza del porro que expresa emoción, sentimiento, lirismo… un arte

2 Así está definido en el Acuerdo Municipal No. 028 de 1998, donde se institucionaliza el Festival del Porro de Medellín.

La rueda del fandango requiere de la participación de los impulsadores del Festival y del público, es necesario la creación de las condiciones técnicas y artísticas para serlo posible en las calles de Santa Rosa de Lima; pero esto debe de ir acompañado de una enseñanza y sensibilización sobre la rueda. Enrique Álvarez integrante del grupo Folclórico Guayaquil opina que para realizar una rueda de fandango hay que estudiarlo y hacerlo visible:

“… la rueda del fandango es de lo tradicional, se debe de invitar a estudiar antes del Festival a los grupos interesados de generar esa rueda; eso debe de ser con mucha antelación, para generar una agenda con los grupos folclóricos para que esa rueda se pueda dar y genere un impacto social… porque no van a tener el gusto si no se estudia y solamente se hace como muestra de espectáculo; es una invitación a estudiar la danza desde lo tradicional con antelación y planeación” En este mismo sentido, Ximena Zapata danzarina y profesora de danza folclórica sostiene que “… lo primero es invitar a un grupo que muestre como se hace una rueda de fandango, eso es educación y lo hagan todos los días… [lo segundo] Es invitar a un grupo de música que toque un fandango y se haga una coreografía alrededor de los músicos, es educar desde la práctica, para que ellos vean”

La motivación de la rueda de fandango o de cumbia surge del deseo, el entusiasmo y la ganas de quienes organizan el Festival del Porro, porque en el fandango está la expresión sublime, máxima y emocional de la fiesta callejera, de las Corralejas, de los Festivales del Caribe; la transformación social parte de transmitirle al público, al espectador, al asistente que el contexto cultural de la costa norte está presente en las calles de Medellín; el toque personal de quienes hacen el Festival está en saber interpretar las motivaciones, los ánimos y el entusiasmo de quienes desean disfrutar de la danza a través de la rueda.

El Festival del Porro debe ser el escenario de encuentro, dialogo, intercambio y enseñanza para quienes asisten a sus eventos, generar las condiciones para el disfrute del baile y la danza, así la función social, cultural, educativa y artística del Festival pueda cumplirse y se convierta en el escenario para ver, disfrutar, gozar y entender que el porro es solo uno, simplemente es porque los paisas le cambiamos de vestuario y le dimos el nombre de porro cachaco, paisa, marcado, de salón o pasiado.

Los retos del Festival del Porro.

La invitación es darle a la danza folclórica, a los conjuntos de pitos y tambores y a las bandas pelayeras la importancia que se merecen dentro de la programación del Festival del Porro; es la necesidad de educar y enseñar sobre los orígenes del porro palitiao y tapao. Por eso el surgimiento del porro marcado en Medellín no es más que una transformación social de un ritmo que paso de las bandas a los formatos orquestales para llegar a las ciudades y sus habitantes y así poder disfrutar de sus ritmos, composición e interpretaciones creativas.

La mezcla en el escenario de la danza y el baile son importante en la medida que hace ver que el porro es solo uno; además de mostrar que los ritmos como la cumbia, la gaita, la puya, el fandango y el mapalé no son lo mismo y deben ser disfrutados e interpretados de manera diferente por los bailadores de porro; la formación musical de quienes bailan es clave para preservar, mantener y difundir los ritmos del Caribe colombiano; para Álvarez (2017) todo parte de tener una formación desde las academias, allí hay que enseñarle a los bailarines a saber diferenciar los ritmos y saberlos interpretar: “… En resumen las academias deben de entrar en ese discurso de que lo que yo hago tiene que saber que es, no puedo bailar un porro marcado sabiendo que lo que está sonando es una cumbia o una gaita… hay que determinar que lo que se está bailando es porro y no otra de las versiones … y todas las ejecutamos desde los citadinos con tacones y lentejuelas, generando un espectáculo que engaña al público y por supuesto este público, que lo ve desde lo recreativo, va a decir que lo que se está bailando es un porro siendo otra cosa; en conclusión las academias deben de conceptualizar a los bailarines para que muestran lo que es un porro marcado”

Finalmente, para el logro de uno de los objetivos del Festival del Porro está en la realización de la rueda del fandango o de la cumbia, porque allí es donde se ejecuta los movimientos del danzante, es la magia, la emoción, el placer y la inspiración de los sentimientos de quienes participan en ella. Entender que el Festival se ha ganado un espacio en la ciudad, un reconocimiento y un nombre; o como dice Arturo Vahos, director de la Corporación Canchimalo, refiriéndose al Festival que: “Es una fiesta, es un desborde de felicidad, es un espacio donde hay una dinámica económica y cultural, es un sitio de encuentro… El Festival del Porro es toda una cultura viva comunitaria…”.

Referencias Bibliográficas

Acuerdo Municipal No. 28 de 1998. Gaceta Oficial. Consejo de Medellín. Año XII. Agosto de 1999.

Entrevista realizada a Arturo Vahos. 6 de abril de 2017, por Alonso

Franco L

Entrevista realizada a Carlos Tapias. 9 de marzo de 2017, por Alonso

Franco L

Entrevista realizada a Ximena Zapata. 15 de marzo de 2017, por

Alonso Franco L

Entrevista realizada a Enrique Álvarez. 8 de abril de 2017, por Alonso

Franco L

Franco L, José Alonso. 10 años del Festival del Porro de Medellín. Revista Porro y Folclor Edición No. 1. De 2002. Página 14 http://festiporromed.blogspot.com.co

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