Nombres del Psicoanálisis en Movimiento Virtual. Nº 10. Dossier Tempo Virtual Nº 10.

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ENRIQUE ACUÑA

Con dolor despedimos a Enrique Acuña, fundador y asesor de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM), miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Durante diecisiete años y de manera ininterrumpida, enseñó psicoanálisis a lo largo de la provincia de Misiones, efecto plasmado en las fundaciones de la Biblioteca Freudiana Oberá, la Biblioteca Freudiana Iguazú, el Instituto Sigmund Freud y la Biblioteca Oscar Masotta en Posadas, además de la ya mencionada APM. Editor de revistas, impulsó y asesoró la creación de la Revista Fri(x)iones – entre el psicoanálisis y la cultura-, la publicación Nombres del psicoanálisis en Movimiento y Tempo – dossier de investigación- de la APM. De ese recorrido y de su interpretación surge, también, la Asociación Amigos Guaraníes (AAGua), un cruce inédito entre el psicoanálisis y la cultura mbya.

En el camino dejó marcas imborrables de un deseo que hace eco en cada una de estas instancias, en sus miembros y participantes. Esas marcas ahora son causa y apuestas por venir. Saludamos a sus familiares y amigos, haciéndoles llegar un cálido abrazo.

Imagen: (Seminario dictado por Enrique Acuña: Lecturas de Freud - Lacan. Angustia y Extimidad. 15 y 16 de Marzo 2019 - Alianza Francesa Posadas Misiones)


Instituto Sigmund Freud Asociación de Psicoanálisis de Misiones Seminario anual: Psicoanálisis y el síntoma neoliberal -Las neurosis actualesClaudia Espínola(*) En el programa del Seminario Ciclo 2021, titulado Psicoanálisis y el síntoma neoliberal -las neurosis actuales-, hemos tomado como orientación para cada una de sus clases el siguiente artículo escrito por Enrique Acuña: “El objeto (a)salta lo social”. El mismo se encuentra publicado en Vidas pulsionales, compilado y promovido por él, libro en el que encontramos los textos comentados en la 1° Jornada de la Red de Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas -AAPP- en el año 2017. El síntoma social y el síntoma analítico entran en conjunción y disyunción con el objeto del

psicoanálisis. El objeto que salta a lo social o toma lo social por asalto. Este texto interpreta la época y ubica al psicoanalista que está a su altura, señalando la política en juego en el discurso analítico: “el inconsciente es la política. ¿Y por qué habría su política en lugar de nada? Porque hay acciones en el hecho social, un caldero de subjetividades que el acto analítico subvierte.”

(*) Claudia Espínola. Adjunta área docencia Instituto Sigmund Freud.

El objeto (a)salta lo social (*) Enrique Acuña ¿Por qué, en el nivel del círculo de lo real escribí la palabra vida? Ocurre que de la vida, excepto ese término vago que consiste en enunciar el gozar de la vida, indiscutiblemente no sabemos nada. Jacques Lacan (1974) Usamos esa figura -(a)salta- para aquello que el psicoanálisis nos enseña cuando en la palabra de alguien queda un resto que “salta” como efecto de la angustia en la experiencia; o bien “asalta” en términos de sorpresa en el hecho social, cuando la época se impone al sujeto.(**) Hay en la experiencia analítica una pérdida positiva, un silencio en el intervalo que hay del dicho al hecho… en ese espacio queda un decir que retorna. También hay en los hechos sociales algo que cae al diván como dicho analítico.

Ese salto toca una enunciación y adquiere la forma lógica del objeto(a), una vacuola que rodea lo contingente. Es también una forma de captura para el decir que queda olvidado tras lo dicho, como un lapsus que retorna en la comunidad de los síntomas sociales o en la soledad del síntoma analítico. A ese “poder decir” del objeto apela un psicoanálisis. Entonces, trataremos de localizar ese pasaje del objeto metonímico (Masotta, 1978), que toca lo inapropiable saltando entre dos campos:


1-la subjetividad contemporánea producida por los discursos sociales. 2-el sujeto productor de un objeto irreductible por el discurso analítico. La angustia como efecto: del cielo a la tierra León Trotsky se refería a las luchas obreras como masas similares a los astros de la revolución copernicana que asaltan al cielo y dominan lo social. Con su célebre consigna “tomar el cielo por asalto”, con que se refería a la revuelta conocida como la “Comuna de París” del siglo XIX, Trotsky se acerca a la idea de un “ascenso a los extremos” (Clausewitz) cuando se trata de la guerra o sucede cierta subversión de lo instituido. Por otro lado leemos en Radiofonía (Lacan, 1970): “Bastaría el ascenso al cenit social del objeto llamado por mí (a) minúscula por el efecto de angustia que provoca el vaciamiento a partir del cual nuestro discurso lo produce, al fallar su producción.” Lacan recurre aquí a una alegoría de otro “ascenso al cielo”, ahora referido al lenguaje con una palabra que es no-toda posible de ser dicha: (a). En un análisis hay hechos sociales que son subjetivados por el relato del analizante. Al final de la cura hay un “decir” captado por el sujeto del inconsciente que muestra esa subversión que ejerce el objeto (a). Se trata de un producto diferente a la mercancía que circula en el mercado y domina al consumidor. Entonces, el objeto (a) está armado con las redes del lenguaje para pescar algo de lo real en danza, pero aún así se escabulle, ya que lo real se define como lo imposible de decir. Es un triple salto, como señala Germán García: conceptual – Aufhebung superadora-, político -los avatares de

una carencia- y clínico en la “experiencia del pase” como testimonio de un pasaje. En el llamado por Lacan “Discurso capitalista” se promueve un ascenso de la producción de objetos técnicos que funcionan como señuelos de una cierta “promesa de felicidad”, pero en esa gula el consumidor luego será consumido hasta su consumación. Esos objetos técnicos materializados son por ejemplo las lethusas espaciales como los satélites y las ondas de radio que “crean una alethosfera, una atmósfera de verdad” (Lacan, 1969). Hoy, como síntoma social observamos la emergencia de la generación digital de los milenium, usuarios que toman ese nombre por una cierta filiación a Internet. También los consumidores del sentido imaginario de un mercado que empuja al uso de los gadgets o las personas hiper-conectadas en redes sociales. Lo cierto es que estos objetos señuelos en su consumo masivo no permiten a los seres dicientes franquear ninguna imposibilidad, sino por lo contrario generan la ilusión de “evitar la falla” que causa la angustia. Ese efecto de angustia que provoca “el vaciamiento a partir del cual nuestro discurso lo produce, al fallar su producción.” Aquí Lacan utiliza la dialéctica entre los modos de producción y “el producto” según su valor de uso-cambio de Karl Marx, siguiendo su frase de “El carácter fetichista de la mercancía y su secreto” en El Capital: “A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil”. El discurso analítico es opuesto al capitalista que está produciendo objetos (a) como realidad técnica. Se trata mejor de un “vaciamiento” substancial de ese objeto técnico y de usar el lenguaje en tanto goce de la palabra, hasta vaciar


su sentido. Podríamos diferenciar entonces una angustia lacaniana cuando se cede el objeto como un producto pleno de sentido y se hace un salto que permite cernir la causa del deseo. Nos interesa señalar este detalle: que el efecto de angustia no es el “afecto de angustia”, el afecto que no engaña como un flechazo de lo real en el goce del cuerpo. La angustia lacaniana es producida como un efecto del discurso analítico y permite ceder el agalma, ese brillo del encanto que el objeto de amor vela, viste, dignifica; pero para captar su causa. Se diferencia así de la angustia freudiana como “señal de peligro en el Yo” ante una situación peligrosa que conduce por retro-acción al trauma anterior. La angustia surge ante una “pérdida del objeto de amor o pérdida del cuerpo propio”, según elabora Freud (“Inhibición, síntoma y angustia”, 1924). En consecuencia, en la angustia lacaniana (Miller, 2007) se verifica una experiencia positiva, por hacerse una vía de acceso al objeto (a). Más que una señal de peligro externo, es una señal de lo real por la proximidad de otro objeto interno-externo: el objeto de la pulsión. Entonces ese objeto (a) es un producto segundo al acto de atravesar el “efecto de angustia”. Es decir, es una (a)palabra que cada analizante extrae del conjunto de los dichos de su hystoria como singularidad. En su conferencia de Milán (1972) Lacan dirá que el Discurso capitalista produce en la plusvalía su propio plus-de-goce. Esto eleva al cielo social al objeto técnico, en una dirección opuesta al discurso analítico donde el objeto funciona como aquello que desciende como causa del deseo. Uno eleva al cielo la materia física y el otro baja a la tierra la materialidad del significante, como una lluvia que cae a la tierra de las letras (Lituraterre). Se produce entonces alguna “marca”, un trazo, y un rasgo posible de escribir, ligado a la captación del goce de lalengua, a la melodía y al sonido de cada análisis. Esa es la política del psicoanálisis, en tanto el inconsciente es la política. ¿Y por qué habría esta política en lugar de nada? Porque hay acciones en el hecho social, un caldero de subjetividades, que

el acto analítico subvierte y requiere su retorno. El objeto se desliza así desde un campo al otro. Partiendo del binario entre el sujeto del inconsciente y la subjetividad de la época, hay el objeto (a) que salta desde el síntoma social al síntoma analítico y retorna. En el síntoma social el individuo “es siempre un proletario”, trabaja para otro, mientras el objeto (a) se eleva al cenit como objeto técnico sin franquear la angustia que lo produce, sin tocar su propia causa.

Jorge Alemán subraya el concepto de inapropiable, que no es lo inadecuado sino que responde a un axioma. El axioma es una fórmula fija y para el sujeto del inconsciente es el axioma del No-todo. Responde a lo real como aquello que No-hay en el mundo de las representaciones: para Lacan “no hay proporción sexual”, no hay metalenguaje y no hay Otro del Otro. Quiere decir que en lo inapropiable se pone en juego el objeto (a) en su forma más “irreal”, como ficción útil que permite hacer un ensamble de lo “imposible del decir”. Las neurosis neoliberal

actuales

y

el

síntoma

Se reitera que el síntoma es una brújula y que nos orientamos por lo real. ¿Cómo podemos orientarnos por algo que aparentemente no existe? La brújula del síntoma permite un sentido, como en la ficción de los Vikingos donde los navegantes se aventuran más allá de sus límites fabricando una suerte de reloj solar. Pero sucede que cuando No hay un sol, se desorientan. En ese caso la orientación surge por lo real de la


naturaleza, no de una máquina técnica que “numera una cifra”, paradigma de la operación de la ciencia y sus bodas con el capitalismo. Nos orientamos por lo real, pero lo real “no tiene sentido”, por lo que se necesita el síntoma por la suposición de sentido (sexual) para orientarse en el territorio del inconsciente. Ahí la angustia pasa a ser una experiencia. Esto quiere decir que no es universalizable, es siempre inédita. Un concepto, lo inconsciente, tiene una constante que permite extender sus límites de aplicación, por eso es un concepto fundamental del campo inaugurado por Freud. Sin embargo, hablar de la experiencia de la angustia involucra variables, e implica una (x) de lo in-verificable, para cada caso diferente. Lacan prefiere plantear la experiencia de la angustia en su Seminario 10 en el contexto existencialista de Francia en 1962. Ya Sartre había publicado El ser y la nada, que dedica un capítulo al psicoanálisis donde afirma que habría un “psicoanálisis existencial”, donde el “ser” se realiza en su existencia por la falta-deseo. A ese ideal de “existencia” Lacan opone la dimensión de la “experiencia”. Desliza la nada volátil sartreana al vacío como una espacio causal localizable: la angustia no es sin un objeto delimitable. Ya Heidegger en “La pregunta por la técnica” muestra el problema de la experiencia de la verdad secuestrada por el ocultamiento de la tecno-ciencia. En el imperio de la economía neoliberal esa experiencia es pasible de ser “expropiada”, puede ser hurtada por el poder de la palabra mediática por ejemplo. Comentando a Mark Fisher decíamos que el neoliberalismo -forma última del discurso capitalista y variante del Amo moderno-, se apropia de la subjetividad a través del formateo de las conductas sociales con efectos subjetivos de depresión generalizada. Pero sus dispositivos gerenciales no cometen “errores honestos”, sino que operan con un bloqueo de toda transformación colectiva. M. Thatcher gozaba diciendo “no hay alternativa” al neoliberalismo, pero es de otro No-hay de lo que se trata. El espíritu neoliberal conlleva el imperativo que se puede y se debe gozar (Alemán, 2016). Hay ahí otro secuestro de la experiencia, a favor de la conducta del empuje a gozar.

La clínica de la neurosis para Lacan puede atravesar la experiencia de la angustia para poder localizar el objeto. Freud sostenía que las neurosis actuales o neurosis de angustia (neurastenia) eran producidas por descargas energéticas de libido acumulada por la represión, sin mecanismos de sustitución metafórica. Sin embargo, son el “grano de arena en la perla neurótica”. Es decir, la angustia podría constituirse como el comienzo del síntoma como sustitución de otra satisfacción. Las neurosis actuales con el síntoma neoliberal se configuran en su presentación clínica por el efecto de cruce ciencia-capitalismo, e incrementan la clínica de la angustia. La demanda inicial no depende de la orientación de la pulsión hacia el deseo, sino de la puesta en acto del fantasma, es decir, hacia el imperativo de cumplir esa satisfacción de goce. Se presentan menos personas con una pregunta acerca del modo de vivir la pulsión por cada uno, y más por la exigencia social que demanda un goce imposible. Ese más de gozar rompe las barreras de los fantasmas que se fijan en reglas semánticas de un pasado tradicional. Surge un ser nuevo que simula no tener normas. Una cierta ontología de la desvergüenza permite la presentación del lado del Yo con sus estilos de vida listos para ser valorados en un mercado. La identidad imaginaria comanda un “yo soy adicto”, “yo soy homosexual”, “yo soy consumidor” , o bien “soy fundamentalista de…”. Los imperativos de época moldean las conductas y el gusto; esa es una construcción social de la subjetividad. Los discursos influyen en las subjetividades y estas adquieren “identidades”, que reducen lo simbólico del par significante:” no hay más que una sola y misma cosa, ahí donde se podría pensar que había dos” (Descombes, 2005). Son identidades masificadas por los mensajes de los mass media que podrían diseñar esas conductas. Aunque, finalmente, hay siempre una “brecha ontológica” representada por la fisura del sujeto; que deja ese poco de libertad de cada receptor para decidir el sentido del mensaje que recibe.


Demanda pulsional: ¿hacia el síntoma o el fantasma? El objeto circula y en su demanda pulsional (que siempre parece estar entre la vida y la muerte) escrita con la fórmula de la pulsión en el “grafo del deseo” lacaniano ($◊D), divide al sujeto. Esa demanda que siempre es inconsciente y va más allá del pedido formal, podría seguir tres vías: 1- ir hacia la angustia con la falta del significante en el Otro: S(Ⱥ). 2-ir hacia el deseo y taponarse en la coagulación del fantasma: ($◊ a) 3-volver hacia el síntoma: s(A)para re-crear la significación. Ese sujeto dividido por la pulsión que quiere realizarse, puede atravesar por la pregunta del ser en falta en relación al deseo: ¿Qué me quiere el Otro?. Esa pregunta, ¿Che vuoi?, genera una buena pregunta. Es la primera respuesta a esa demanda pulsional. En las neurosis actuales de consumación ya no predomina el síntoma en tanto articulado a una pregunta mensaje: s(A). Estamos en el nivel superior del grafo del deseo y en una retroacción donde la pregunta por el ser encuentra al Otro barrado (Ⱥ), es decir, ninguna respuesta que no sea la angustia. El sujeto se pone en relación a la falta del Otro y toca un signo de lo real que lo divide y pone en juego, por esa pregunta del ser, una respuesta que puede ser de nuevo la solución coagulada en la captura del fantasma ($◊ a). El único invento, (a) inventar en cada cura Lacan en su Seminario 10 La angustia (1963) construye el objeto (a), que luego lo llamará “mi único invento”. Localiza primero la función de la angustia como posesión de un objeto en tanto resto de una operación especular. A partir del estadio del espejo, supone que la imagen del otro puede reflejar un objeto que es imaginario decir, el objeto soporta esa posibilidad de división. Poco después en la “Proposición del 9 de octubre de 1967”, ese objeto de consistencia lógica es el “referente aún latente” del Sujeto supuesto Saber. Es decir, entramos a un análisis por el

-“jubiloso ajetreo” del infans-; pero puede hacer una diferencia en la inversión de la imagen. En Freud es la angustia “señal del Yo”. Para Lacan es el retorno de un elemento no especularizable, una opacidad constituyente. Se trata de la intromisión del elemento pulsional. Si para Freud el Yo era el campo de batalla de la angustia, para Lacan la angustia será el nudo con la pulsión: una señal de lo real donde se localiza un signo del deseo, al final un afecto positivo. Esta pequeña pieza faltante en lo imaginario como resto especular, queda luego como una función estructural de la angustia, correlativa a una falta de un significante: S(Ⱥ). Así pasamos de la parte inferior del grafo, angustia ligada al i(a), a la falta estructural de un significante en el piso superior. Esta falta estructural implica un agujero que Lacan más adelante planteará con la topología del ocho interior –cross cup-. Dos caras de una misma vía por donde el insecto camina pensando que está en el reverso, pero no hay tal reverso. Hay una torsión como en la banda de Moebius, donde el interior se hace exterior. Tal vez la biología permite las metáforas usadas en el Seminario 11: el objeto es extraído del cuerpo, al igual que en “Posición del inconsciente”; metáfora biológica (heces, pecho, mirada, voz) que remite a los bordes de las zonas erógenas y agujeros del cuerpo, en una topología de exterior e interior. En El objeto del psicoanálisis y en “La ciencia y la verdad” (1966) Lacan vuelve sobre la figura del ocho interior para plantear que existiría un sujeto de la ciencia igual al del psicoanálisis. La paradoja central es que el sujeto está en exclusión interna con su objeto. De modo que ese objeto (a) no es una interioridad en el sentido de la intimidad. Miller en su curso Piezas sueltas define el objeto (a) como un objeto de consistencia lógica. Si el lenguaje parte de la estructura de lo dicho y el lado de un significante de la transferencia, uno cualquiera pero dicho por alguien, que llama a otro significante, eso provoca una significación. Ese encadenamiento significante producirá un resto que es el referente. El objeto (a) no es lo real, sino aquello que hace de referente con


respecto a lo real, que sigue la modalidad lógica de lo que No-hay. La extracción del objeto (a) en el final del análisis es aquella posibilidad que lo no sabido, se ordene como saber. Más tarde eso será homologado al atravesamiento del fantasma, que daba cierta estabilidad con respecto a la satisfacción del sujeto con su objeto. En la Proposición aparece también el objeto (a) con sus formas sociales entre una triple facticidad (Edipo, Sociedades y Ciencia) el objeto (a) es como “lo judío” como lo segregado, excluido por ellas. Vale aclarar que el deseo del analista es ahí lo opuesto a la segregación del campo de concentración. Con la segregación en estos tres vectores obtiene por primera vez un objeto que juega con la paradoja de hacerse agujero y tapón en su función social. Es aquello que luego en “Radiofonía” aparecerá como “ascenso al cenit”. Finalmente, en “La tercera” (1972), el objeto (a) se ubica en el nudo de los tres redondeles de los registros del lenguaje: imaginario, simbólico y real. Es reunión y saldo del sentido en lo imaginario, la muerte en lo simbólico, la vida en lo real. Ubicas ahí movimientos circulares entre la ciencia, la segregación, el goce fálico, el goce del Otro. Y encontramos una indicación lacaniana: el porvenir del psicoanálisis depende del sentido de lo real, y ese sentido se transforma por la Ciencia. Hay sin embargo algo inapropiable de este objeto por el discurso capitalista, lo que resiste hacerse cuantitativo por ser “inconmensurable” para el régimen de la evaluación. Eso es para nosotros apropiable, no como un conocimiento ni medida, sino como un imposible lógico. Es la experiencia de un axioma, el “No hay”: no hay relación sexual, no hay Otro del Otro, no hay metalenguaje. De modo que ese “único invento” lacaniano, el saltimbanqui objeto (a) requiere del deseo y la política del bricoleur -el analista que arma el bricolage– como el rompecabezas con la pieza

que falta, el que permite una invención única para cada caso en sus movimientos paradójicos con el otro social.-

(*)- Texto escrito a partir de una intervención realizada en el IV Coloquio de Módulos del Instituto PRAGMA, realizado el Viernes 22 de diciembre de 2017. – (**)- Extraído del libro Vidas pulsionales. Acuña, Enrique (Comp.) La Plata. El Ruiseñor del Plata Ediciones de la Biblioteca Freudiana, 2018.-

Bibliografía: -Masotta, Oscar: “El objeto metonímico”. En Revista Versus Nº1. BFLP, 2000. -Lacan, Jacques: Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Anagrama, 1977. -Lacan, Jacques: El Seminario X. La Angustia. Paidós, 2006. -Lacan, Jacques: “La Tercera”. En revista Lacaniana Nº18. Ed.Grama, 2015. -Lacan, Jacques: “Proposición del 9 de octubre”. Ed. Manantial, 1987. -Marx, Karl.: El capital. Siglo XXI, 2015. -García, Germán: “La experiencia del pase” en D´escolar. Atuel, 2000. –García, Leticia: “Causa y agalma” en Las paradojas del objeto en psicoanálisis. EdULP, 2007. -Miller, J.-Alain: La angustia lacaniana. Paidós, 2007. -Alemán, Jorge: Horizontes neoliberales en la subjetividad. Grama, 2016. -Agamben, G.: Infancia e Historia. Adriana Hidalgo, 2011. -Heidegger, Martín: La pregunta por la técnica. Ficha BFLP. -Milner, Jean Claude: Claridad de todo. Manantial, 2012. -Descombes,Vincent: El idioma de la identidad. Ed. Eterna Cadencia, 2015. -Fischer, Mark: Realismo capitalista ¿No hay alternativa? Ed. Caja negra, 2017.


Instituto Sigmund Freud Asociación de Psicoanálisis de Misiones Seminario anual: Psicoanálisis y el síntoma neoliberal -Las neurosis actualesReseña: Claudia Fernández El pasado martes 21 de septiembre se llevó a cabo la octava clase del Seminario anual del Instituto Sigmund Freud, clase correspondiente al segundo eje llamado Psicoanálisis y el síntoma neoliberal, titulada “Expropiación de la experiencia”, con subtítulos: “Expropiación y secuestro de la experiencia” y “Retornos del sujeto”. La clase estuvo a cargo de Carla Pohl con los comentarios de quien aquí escribe. La docente inicia la exposición refiriéndose al término “expropiación”, concepto perteneciente al campo del derecho administrativo, que significa: desposesión de bienes privados de una persona. Etimológicamente se compone por el prefijo “ex” y la palabra “propio”, remite a la acción de quitar lo que es propio, por ejemplo un bien, para luego responder con una indemnización. Desde el psicoanálisis, podemos pensar que en lo epocal habría una expropiación de la experiencia ofreciendo a cambio un significante, que circula en el sentido compartido, es ese “para todos” que construye subjetividad.

El término Experiencia proviene del latín experientia cuyo significado doble es por un lado ensayo, prueba o experimento y por el otro, habilidad adquirida a través de una práctica. Las neurosis actuales señalan el costado del par angustia-pulsión e interesan porque develan una dimensión del inconsciente resistente a la interpretación y además por situarse en otra temporalidad a la que Sigmund Freud denomina “actual”, esto quiere decir sin tiempo, atemporal, o bien, sin más temporalidad que el presente. La docente aclara que para el psicoanálisis lo actual no se trata del hic et nunc “aquí y ahora” sino que el tiempo presente se retrotrae a un momento anterior, lo que Sigmund Freud denominaba los dos tiempos del trauma o una retroacción del inconsciente intérprete. Podemos diferenciar entre lo actual y lo contemporáneo en tanto este último refiere a la época atravesada hoy por el discurso capitalista donde el par angustia-pulsión se sitúa a partir del rechazo de la castración, en el que hay un circuito pulsional ilimitado marcado por la época.


En articulación al texto eje del seminario, "El objeto (a)salta lo social", de Enrique Acuña en su apartado llamado “Las neurosis actuales y el síntoma neoliberal”, sitúa la referencia a Heidegger en la conferencia de La pregunta por la técnica a partir de la cual cuestiona la experiencia de la verdad secuestrada por el contexto neoliberal. En esta misma línea Carla Pohl refiere a un artículo de Rodrigo Cibils “Martín Heidegger y la pregunta por la técnica” tomando la definición de técnica como el hacer del hombre, utilizado como medio para ciertos fines. Diferencia la técnica de su esencia articulando a ella eso que es, más allá de lo constatable y visible, modo de desocultar el ser. Aparece aquí la noción griega de tekne en tanto causalidad aristotélica y sus cuatro variaciones (formal, material, eficiente y final) que permiten estudiar los distintos modos de tratar la verdad, tomado por Jacques Lacan en La ciencia y la verdad articulando a ellas las cuatro formas discursivas (la ciencia, el psicoanálisis, la magia y la religión). Es decir que lo decisivo de la técnica no es lo instrumental sino que tiene que ver con el desocultar cuyo efecto produce el develamiento de la verdad, aislando eso que es del orden de lo develado. De este modo lo que situamos del lado de la técnica es aquello del estatuto de la producción, para luego localizar lo poético. En ese transitar de lo velado a lo develado se produce la poiesis. Producir en tanto “da lugar a”, eso que tiene que ver con la técnica antigua o artesanal. A diferencia de la ciencia moderna que exige de la naturaleza, la otra no se impone a lo natural. Si bien ambos modos desocultan, hay un excedente de la técnica moderna que provoca y deshumaniza, la palabra. Retomando la noción de “expropiación”, la docente refiere a Lacan en sus conferencias del discurso psicoanalítico para aislar la idea de la expropiación con astucia, modo en el que el discurso capitalista opera, dirá que es astuto en tanto opera y se consume hasta su consumación, sin lugar para la imposibilidad. ¿Hay alternativa?

Para continuar, Carla Pohl refiere al libro Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? de Mark Fisher, en el capítulo titulado “La privatización del estrés”, localizando los efectos del fordismo como modelo del sistema de producción industrial, ofreciendo mayor producción en menor tiempo y costo. El autor sitúa de manera crítica en el contexto del realismo capitalista, la aceptación del sujeto de condiciones laborales precarias, que no pueden considerarse un simple error. Relaciona entre el realismo del depresivo y el realismo del capitalista resultando de ello la descomposición de lo colectivo en el que no hacen comunidad, sino que más bien hay algo del orden de la soledad en su trabajo como nuevos modos de relacionarse en la actualidad, hay una competencia individual en un terreno ideológico que lo naturaliza. La técnica como instrumento, como fin, técnica artesanal más la tecnología aplicable a la ciencia da lugar a la tecno-ciencia. Fisher interroga acerca de la posibilidad de una alternativa a ello. Ubica en el mismo orden, al igual que Lacan, señalando que este modo de operar se articula a lo pulsional de un sujeto. Habrá la posibilidad de una experiencia vía la angustia como inédita y no universalizable con el retorno del sujeto. Retornos del sujeto Enrique Acuña en “El Capitalismo se realiza en el consumo del sujeto” (2016), dice que el capitalismo opera sobre el sujeto hasta su consumación, a partir del rechazo del inconsciente, hay un efecto deshumanizante de la palabra reduciendo al sujeto a una cifra o mercancía, privando de la experiencia de lo singular como objetivo; sobre todo si se trata de objetos técnicos y que no tienen materialidad significante. Se engendraría una ilusión de verdad de la mano de la técnica, de la ciencia y del capitalismo creando subjetividades. A contrapelo de ello habría la posibilidad desde el psicoanálisis de otra cosa - causa, localizando la angustia, como aquello que no es del orden de lo descartable sino que más bien operaría como brújula, y el síntoma como sentido que orienta lo real, en tanto carece de sentido y necesita un


síntoma (sexual) como sustituto de satisfacción pulsional. La experiencia entonces no será un experimento para todos, sino que más bien es en el uno por uno. Cada vez que hay secuestro el sujeto queda sustraído pero retorna vía el síntoma, a esto es a lo que el psicoanálisis está atento. Habrá secuestro en tanto apropiación bajo la economía neoliberal. Secuestro a favor de la conducta del empuje a gozar. Pero como respuesta a ello el sujeto retorna. Subjetividad / Sujeto del inconsciente Luego Claudia Fernández refiere a los modos de expropiación de la experiencia, para lo que ordenó su intervención bajo dos paralelos: de un lado sitúa la subjetivación del sujeto para articular a ello los diferentes modos de expropiación de la experiencia y del otro lado al sujeto del inconsciente, ubicando allí la posibilidad de otra cosa vía la experiencia del análisis. Para desarrollar este comentario tomó también el texto eje del seminario El objeto (a)salta lo social, en el que Enrique Acuña ubica el neoliberalismo como aquello que opera apropiándose de la experiencia de la verdad de cada uno, señalando que: “El espíritu neoliberal conlleva al imperativo que se puede y se debe gozar”. En Dialéctica del perjudicado y el prestador Acuña refiere al término “trauma” y el uso que realiza el DSM desplazando la angustia por el término “desorden”, lo que lleva a pensar en un disturbio que bloquea la causa. De esta manera la idea que habría en la ciencia impide captar al trauma en tanto escapa a ese discurso, dando lugar más bien a la figura del perjudicado como segregado socialmente. A esto se articula aquello que Paul-Laurent Assoun presenta como la alianza de ese perjudicado con el asistencialismo respondiendo a la lógica del prestador. El “todos traumatizados” en la era del derecho genera esa asociación en la que se pone en juego el goce. El perjudicado se dirige al otro social y dice sus síntomas en el código que el prestador social le ofrece, de ahí surge un plus que es

recuperado por el mercado como mercancía, ante lo que Assoun señala que hay algo que escapa y que no puede ser regulado por el mercado. Jorge Alemán ubica al capitalismo en tanto lógica de poder en las nuevas formas de subjetivación del sujeto; poder que fabrica consensos, establece la orientación subjetiva y produce una trama simbólica que funciona de modo invisible. Ubica aquí el orden simbólico del lenguaje en el que hay por un lado dependencia y subordinación del ser hablante con respecto al orden estructural como constitutivo del sujeto, diferenciando de los efectos del lenguaje construido de una forma socio histórico; resultando así dos vertientes de lo simbólico pero que obedecen a lógicas diferentes. La primera es ineliminable y constitutiva, la segunda es susceptible de transformaciones de la época, pudiendo localizar en esta diferenciación al neoliberalismo que intenta dominar en su dimensión histórica, tocar y alterar el advenimiento del sujeto en el campo del lenguaje, en el que habría una disputa por el sentido, la representación y la producción biopolítica de la subjetividad, buscando que los sujetos se vean capturados por mandatos e imperativos donde se ven confrontados a las exigencias de lo ilimitado. Para finalizar, y como un intento de aludir al planteo de la docente acerca de la posibilidad de otra cosa que nos permita atravesar e ir más allá de la producción de subjetividad que impone el neoliberalismo, creemos que existe esta posibilidad de esperar y escuchar al sujeto, la cual no es sin la operación del analista al interpretar (ya que el acto analítico subvierte). Christian Gómez en el argumento del seminario dirá: “el psicoanálisis es la chance de una experiencia no secuestrada aún: la de un destino para la pulsión, que vía el síntoma localice la causa del deseo y su objeto en un nuevo saber”.Y en palabras de Enrique Acuña: “el porvenir del psicoanálisis es en relación a la interpretación, en tanto modo de hacer surgir el sujeto del inconsciente”, partiendo hoy de los


hechos sociales, escuchando en ellos que si bien existe la urgencia social, también habrá el caso por caso.

Bibliografía: -Freud, Sigmund: “Inhibición, síntoma y angustia”. Obras Completas, Tomo XX. Amorrortu editores. Año 1.926 -Freud, Sigmund: “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”. Obras Completas, Tomo XXII. Amorrortu editores. Año 1933. -Lacan, Jacques: “La ciencia y la verdad” en Escritos 2. Siglo XXI editores. Año 1966. -Lacan, Jacques: Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante. Paidós. Año 1971. -Acuña, Enrique: “El objeto (a)salta lo social en Vidas Pulsionales. El Ruiseñor del Plata. Año 2017. -Acuña, Enrique: “Dialéctica del perjudicado y el prestador”, en www.aplp.org.ar. -Heidegger, Martín: Filosofía, ciencia y técnica. 6ta. edición. Editorial universitaria. Año 2017.

-Alemán, Jorge: Horizontes neoliberales de la subjetividad. Grama ediciones. Año 2016. -Fisher, Mark: Realismo capitalista ¿No hay alternativa? Caja negra editores. Año 2018. -Assoun, Paul-Laurent: El perjuicio y el ideal. Hacia una clínica social del trauma. Nueva visión. Buenos Aires. Año 1999 -Gómez, Christian: Argumento Seminario Anual Psicoanálisis y el síntoma neoliberal –Las neurosis actuales. Año 2021. www.apmweb.org.ar. -Cibils, Rodrigo: Martín Heidegger y la pregunta por la técnica. En Nombres del psicoanálisis en movimiento. Dossier Tempo. Año 3. Nº 12. Agosto 2019.


Instituto Sigmund Freud Asociación de Psicoanálisis de Misiones Invita a

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En esta edición número 10 de Tempo virtual, recordamos a Enrique Acuña con el Prefacio de su libro Resonancia y silencio -psicoanálisis y otras poéticas- y con un comentario del mismo, realizado por Christian Gómez, en ocasión de su presentación en Rosario. Además, encontrarán en este número la propuesta de investigación del Módulo Actualidad de la clínicarespuestas a lo contemporáneo-, la agenda de los Módulos de Investigación y el Catálogo de las Bibliotecas Oscar Masotta, Biblioteca Freudiana Oberá y Biblioteca Freudiana Iguazú.

Retornos Que se diga Hacia un nuevo silencio (*) Resonancia y silencio son los latidos del corazón hablante, de su satisfacción en las palabras como fugaces sonidos creadores de sentido en el canto del lenguaje. Su melodía es un efecto de la interpretación que vibra en el centro de cada experiencia analítica, mientras un mutismo toca su causa en una sutil operación del decir. Paradoja lógica que todavía, en la época técnica, nos maravilla: un psicoanálisis comienza con el sentido de las palabras y termina con la implicación del sonido en el silencio, no el de la pulsión, sino el del poema.

¿A qué nuevo silencio se ve conducido el analista que escucha la resonancia de las palabras? Desde esta pregunta guiamos estos textos. Orientan a la demostración de una clínica que es crítica cuando elabora sus conceptos en tensión con las conexiones a otros campos del saber. Ese nuevo silencio surge después de un salto por el hueco del inconsciente, salto que va de la impotencia que hay en el síntoma, sordo ruido de la pulsión, hasta una razón final. Habría que verificar si una interpretación analítica apunta a alcanzar esa falla del sentido que enseña la potencia del


inconsciente como un logos apofántico, creación de lo no-realizado que es homogéneo a la causa del deseo. El deseo inconsciente empuja a querer decir, dejando un resto que hace vibrar aquel vacío donde surgirá al final una frontera, diferente para cada ser dicente. Pasamos así del silencio pulsional a otro silencio, que se construye sobre un cierto uso de lo imposible de decir. Hasta aquí, Wittgenstein. Más allá del sueño del comunicador social de dominar el poder de hablar o el saber callar, esta construcción de lo indecible es una posición pragmática con la vida: es qué se hace con lo que se dice. Precursores del procedimiento, Freud hizo hablar a la mudez de la histeria, mientras que Lacan, sensible a las paradojas, lector de Bertrand Russell, escuchó el retumbar de un objeto que se capta sólo cuando se pierde. Se instaló así en el devenir de la cultura un dispositivo cuya regla de asociación libre invita a que se diga todo, cuestión que toca lo imposible. De modo que una cita del enunciado obligaría a buscar el enigma de la enunciación, así como una retórica centrada en el cómo se dicen las cosas puede cazar el estilo de quien habla, mostrar su decir olvidado. De la estética a la ética, esta pregunta que busca encontrar a quién habla, responde al silencio que se vela en la futilidad. Oscar Masotta tradujo bien el texto “Televisión” de Jacques Lacan con las acepciones de la palabra francesa jouis-sens como gozo-sentido: «paranomasia que condensa varios semas: la jouissance, el gozo; je jouis, yo gozo; sens, sentido; j´ouis, yo oí; y, además, en el interior de la palabra francesa hay un oui, un «si» escondido. La versión española literal sería: audio (si) gozo sentido. Este gozo es un gusto poético que implica al acto analítico, donde alguien al escucharse hace surgir este «si», que es condicional a un consentimiento de separación de la soldadura alienante entre sonido y sentido, propio de la comunicación de los medios masivos. Lo importante, dice Massota, es ese oui, porque, si hablo, olvido, pero si escucho resuena el objeto. Ese «si» es un condicional al

consentimiento a la causa en juego: aceptar Que se diga, hace resonar un nuevo silencio. Para Lacan, en El Atolondradicho (o las vueltas dichas), la estructura de esta construcción evoluciona en tres tiempos que son un pasaje del enunciado a la enunciación. 1- Que (se) diga queda olvidado tras lo que (se) dice en lo que (se) escucha. 2- Modalización del dicho: paso del incondicional «se» sin autor, al condicional «si». 3- Audio (si) gozo sentido. Escucho el deseo reprimido (el decir olvidado). Este pasaje tiene como consecuencia lógica demostrar la potencia, no de lo ya dicho en lo que se habla, sino de lo no-dicho, el decir olvidado. Años antes, siguiendo el genio de su época, inventa el neologismo «resón» a partir de su lectura de Francis Ponge, heredero del simbolismo de Mallarmé, a quien Barthes atribuye una escritura del silencio, «tiempo poético homogéneo que se injerta entre dos capas y hace estallar la palabra menos como el jirón de un criptograma que como luz, vacío, destrucción, libertad». «Resón» que condensa razón y resonancia, afirmando que «el texto sagrado quiere decir que los poderes de abajo resuenan en la invocación de la palabra». Este detalle es recordado por Germán García, quien cita, más cercano a nuestra lengua, la poesía ultraísta de Oliverio Girondo con el uso de la palabra gociferar (Oh, ella iba a gociferar) como metamorfosis de un neologismo hecho con la estructura del witz, una agudeza con rasgo de ingenio. Oliverio, como Macedonio o el alegre Joyce, parodia lo universal del lenguaje, y al decir-de-lado inventa lo singular de su lengua. Ejemplo es este poema de En la masmédula: Sino la viva mezcla la total mezcla plena la pura impura mezcla que me merma los machimbres


el almamasa tensa las tercas hembras tuercas la mezcla sí la mezcla con que adherí mis puentes. Podríamos seguir esta modalización del verbo que el Instituto de Verbología Hispánica autoriza usar como «verbos de autor» –hay otros, como subsonreir, circunroer, o el más freudiano segismundiar–, logrando hacer pasar el neologismo solitario personal a una significación compartida en lo social. Es la pregunta que nos hace Jacques-Alain Miller cuando sustantiva el nombre propio (el molinero) para hacerse de otro ser desde la nada: «¿Reirás tú como me reí el día en que mis divagaciones analíticas extrajeron de mi nombre la cifra irónica de mi destino?». El chiste poético resuena en el Otro y lo atraviesa como un paso más allá del sentido común, haciendo otra realidad del mundo, moralizando lo que podría ser lo inhumano del silencio que George Steiner describe en los genocidios de la civilización. La perspectiva antropológica sitúa las distintas formas del silencio como nombres posibles y aproximaciones al intersticio del habla. Ya sea por callar, por silenciar voluntariamente o por tomar la forma activa de lo que no se sabe, la decisión del silencio es a la resonancia lo que la página en blanco a la escritura: un espacio potencial y vivo donde se provoca a otra presencia. ¿Qué nuevo valor darle a ese intervalo, en un momento histórico donde el empuje a decirlo todo bajo la ideología de la comunicación y el auge de la técnica, impone las bondades de una conversación sin pérdida?. El contexto que otorga un cierto valor a cada acto de habla no viene del Otro de la cultura de masas, como la realidad social de Searle y Rorty, sino del contexto de enunciación. Hay tantos modos de silencio como procedimientos discursivos, es decir, políticas del lenguaje. Así, la ciencia aísla un hueso en la fórmula, la religión en el sentido divino que vela el pecado, mientras el psicoanálisis trata de

captar el núcleo de lo indecible a partir de lo que fuera un decir olvidado. Trata de la causa perdida que es lo inconsciente como escansión temporal, un puro corte. Ese lugar del Otro es un doble tan próximo como extraño al Uno. Sin carencia, ese templo se envanece en el tempo del decir al que se alude con un callar activo, y es por esa potencia de los labios cosidos que un analista es alguien que debe saber ignorar lo que sabe. El inconsciente guarda ya en sí su interpretación, no es el objeto de un lenguaje externo que lo traduciría, de modo que «no hay meta-lenguaje» –insiste Lacan–, sino lenguajes unitarios, singularidades de cada uno de esos seres dicentes. Volviendo a lo específico de nuestro título, Lacan subraya en la «Obertura» de sus Escritos que el discurso analítico está cercano a la parodia, no como imitación burlesca sino como decir que nos obliga a crear nuestros propios precursores. Parodiar un discurso es el modo en que el vuelo de la letra en la ficción literaria permite demostrar la estructura del sujeto. Estructura que se verifica por estar el sujeto atravesado por un objeto que lo causa. Este objeto es el eco que responde a la pregunta por el estilo, causa del deseo «como sustentando al sujeto entre verdad y saber». Un eco propio de la caverna donde entra el analista, quien golpea desde dentro para que se abra justo cuando están cerrando su puerta. El silencio del analista es presencia y causa de la resonancia en el Otro, complemento de lo que quedó por decir en el analizante. Se diferencian entonces dos operaciones del consentimiento al goce: el sí del poeta y el sí del psicoanálisis. Diferencia pragmática, ya que, en un análisis, el sí del analizante implica consentir un ejercicio de la resonancia donde se escucha el significante y se lee el inconsciente para separar sentido de sonido. Quedará un resto de satisfacción que, al perderse, se escribe. Frente al «ya no se quiere decir» hay algo que no es el sentido religioso con el que especula la confesión, ni la inefable fórmula científica, ni la


estética del arte. Esa división se organiza alrededor de un saber callar paradójico: empuja a seguir hablando, persevera como lo durable, más allá de la sutil música que conecta la gramática con el equívoco y la homofonía, robándole a cada sujeto el vuelo de su letra. Si quisiéramos frotar la lengua –cual lámpara de aquella mujer muda que estremecía a Molière y sus mujeres sabias, tan ridículas como preciosas– para que devolviera nuestro genio del decir, habría que trazar un eje que va del silencio a la palabra. Un vector dirigido desde un extremo, como grado cero de lo indecible, a otro, donde se ubica lo dicho. Por otro lado está lo no dicho como prohibido, pasando por lo abyecto y el secreto. Estas modalidades de la palabra conducen a que un secreto puede ser guardado, y es eso lo que se confiesa. Finalmente, queda lo perdido, que sitúa el lugar de lo reprimido, capaz de retornar en el enunciado. Entonces, reformulamos la pregunta: ¿A qué nueva ética, que no sea del prejuicio principista, es decir, a qué política del deseo debe atender quien bordea ese saber? Esa política depende de la carencia que se logra por atravesar una experiencia inédita que va desde un inicio, donde hay un sujeto que supone saber, hasta un final, donde hay un cuerpo dicente en lugar de un inconsciente intérprete. En sus pliegues se escucha ese silencioso sonido solitario. Pero, lejos del goce autístico, Lacan propone un salto final desde la posición del «Uno solo sabe» hacia el «Otro de la transferencia», que en el discurso histérico contabiliza la hystoria, escrita con H (hache), una letra muda que, sin embargo, se escribe. El sentido se encuentra con su límite en el sonido. Recién entonces, la letra que cada uno inventa pasa a funcionar como una solución de lalengua en el sinthoma,

artefacto que fija un lenguaje del silencio en el arte de usar la soledad, pero para unirse al Otro del psicoanálisis. Este libro recopila diferentes intervenciones que bordean la interpretación analítica y su límite con la enfermedad del sentido. Son artículos escritos después de ser dichos en diferentes contextos y en distintos tiempos, en clases, cursos. Subrayemos el carácter de efectos del psicoanálisis en implicación con cada uno, más allá de su aplicación, y con ello nombramos la experiencia de inventar una singularidad. Surgen del lugar del Otro y llegan hasta el lector–que ausculta el decir con su propia caja de resonancia–, y siguen la secuencia propia de aquello que ocurre efectivamente en una cura analítica. El final es un acercamiento al saber callar: el psicoanálisis, como aquella sirena que se ciega de lo no sabido, es un llamado a la ficción de la palabra en un canto singular. Una manera de hacer existir las poéticas del psicoanálisis haciendo resonancia del silencio.

(*) Acuña Enri que. Prefacio del libro Resonancia y silencio- psicoanálisis y otras poéticas-. 2009. EDULP. Libro Resonancia y silencio- psicoanálisis y otras poéticas- en PDF, disponible en: http://www.aplp.org.ar/index.php/libros-publi cados

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Más allá del archivo -escrito en los márgenes de Resonancia y Silencio. Psicoanálisis y otras poéticas, de Enrique Acuña- (**) Por Christian Gómez

Este comentario es una lectura o, mejor dicho, algo de los efectos de la lectura que, se me ocurre, van quedando como anotaciones en los márgenes del texto, lo que tiene que ver con el subrayado. Hay también resonancias de presentaciones que algunos colegas han hecho de este libro de Enrique Acuña en contextos diversos y ciudades diversas: Posadas, La Plata, Asunción. También retomaré algunas cuestiones planteadas por los colegas de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones en mesas anteriores. En el prefacio, el autor nos hace saber algunas cosas respecto de lo que sigue, por ejemplo que los trabajos aquí reunidos son lo escrito de “intervenciones” en distintos ámbitos en un recorrido que pone en juego cada vez los efectos de una enseñanza, una política de enseñanza, como señala Germán García: “Artículos (1) escritos después de ser dichos en diferentes contextos y en diferentes tiempos en clases, cursos. Subrayemos el carácter de efectos del psicoanálisis en implicación con cada uno, más allá de su aplicación, y con ello nombramos la experiencia de nombrar una singularidad. Surgen del lugar del Otro y llegan hasta el lector -que ausculta el decir con su propia caja de resonancia-y siguen la secuencia de lo que ocurre efectivamente en una cura analítica”. Es decir, una clave de lectura. Por otra parte, y esto nos interesa en función del contexto de esta presentación, hay una indicación sobre los efectos de la interpretación analítica en tanto apunta a localizar la causa del deseo, un silencio que no es el silencio pulsional sino más

bien el que se construye a partir de lo imposible de decir: “Más allá del sueño del comunicador social de dominar el poder de hablar o el saber callar, esta construcción de lo indecible es una pragmática con la vida: es qué se hace con lo que se dice.” -dice el autor- . “De modo que una cita del enunciado obligaría a buscar el decir de la enunciación, así como una retórica centrada en el cómo se dicen las cosas puede cazar el estilo de quien habla, mostrar su decir olvidado. De la estética a la ética, esta pregunta que busca encontrar quien habla, responde al silencio que se vela en la futilidad”. Quien habla es algo que se localiza a partir del decir olvidado, de lo que no dice. Ahora bien, me parece que Enrique Acuña pone en juego esto mismo en una intervención en la que voy a detenerme. Se trata del artículo “Declinaciones de un sobreviviente. El psicoanálisis frente a la dictadura”. Artículo que el lector encontrará en el capítulo Ecos y huecos. Texto escrito a partir de una intervención en la presentación del film Rompenieblas -una historia de psicoanálisis y dictadura-, en una mesa redonda en la que participaron también Pacho O'Donnel y Flavio Peresson. En la nota a pié de página tenemos la ficha técnica correspondiente al documental (2). El film enuncia bajo la modalidad del documental una suerte de hipótesis: “El psicoanálisis lacaniano habría proliferado durante la última dictadura militar.” La intervención, arriesgo a decir que tiene el tono de réplica, es una interpretación analítica donde podemos localizar una dimensión de la historia donde esta se hace poniendo


en juego una pragmática del presente que apunta a un futuro. “Cuando se relata la historia como un segmento de acontecimientos, se hace necesario articular las escansiones que la organizan. La puntuación, la fecha, incluso el silencio, van generando interpretaciones de aquello que se dice cuando un corte interrumpe el flujo continuo del tiempo cronométrico. Ese espacio cava un intervalo en la sucesión del presente y relanza un sentido orientado hacia el futuro. Es la realización en una cierta memoria inconsciente, siempre por venir.” “Historizar en psicoanálisis -continúasupone entonces situar la función del olvido, que recupera el valor del resto perdido. Se trata entonces de la reconstrucción a partir del elemento que falta...el programa del inconsciente va más allá del archivo, significa positivizar un rechazo primordial” El autor habla a partir de situar un contexto que va de 1976 a 1983 donde se puede diferenciar momentos de tensión entre el psicoanálisis y sociedad siguiendo las operaciones lógicas de la alienación y la separación. Cito: “Campo social y campo del psicoanálisis no son homogéneos, pero es posible situar estas operaciones (alienación y separación) así como también intersecciones. Del lado de la alienación queda la impotencia ante el estado de excepción, como define Giorgio Agamben, y la existencia del campo de concentración como paradigma del goce mortífero. Del lado de la separación me parece precisa la cita, tomada de la revista Literal Nº1 del año 1973: “No matar la palabra, no dejarse matar por ella”. “La tensión de la frase detecta que el imperativo de las utopías comunitarias, como las políticas de la felicidad, llaman a la gula del superyó que empuja al sacrificio de ”.

Con respecto al film Rompenieblas, la cuestión es entonces localizar “quién habla?” a partir de los enunciados, chicana de los detractores del psicoanálisis donde, entre ignorancia e intencionalidad y recurriendo a los testimonios la palabra proliferación se liga otras: complicidad civil en Tato Pavlovski, complacencia en Carpintero, colaboracionismo en Juán Carlos Volnovich, intransigencia en León Rozitchner. Leo: “Pero, como todo relato épico traspone su lapsus al omitir la entrada del psicoanálisis lacaniano con la enseñanza de Oscar Masotta durante diez años, antes de fundar una escuela ya en 1974”. El lapsus, sabemos, es un discurso logrado del inconsciente. Ahora es el propio Enrique Acuña quien historiza (habría que escribir hystoriza), es decir sitúa los cortes del cronos, las escansiones del kairos -como densidad de lo real- para situar la función del olvido. “Resumimos así el tiempo como duración efectiva del lacanismo que va desde 1969 hasta 1974 como entrada. Luego devino cierta instalación de ese discurso hasta la escisión de la EFBA en 1979, efecto real de la represión que actuó sobre los futuros analistas”. Es decir, “ lo que fuera dicho como proliferación queda ahora del lado más bien de la escisión de la Escuela que fundara Masotta en 1974, escisión que en 1979 aparece como efecto real de la represión en tanto se trataba, para Masotta, de mantener el espíritu laico del psicoanálisis mientras para otros se trató del refugio jurídico”. Y también, hay efectos sobre quienes vinieron después. “Lo que vendrá después, con su exilio (de Oscar Masotta) en el año 1974, marca el fin de este primer movimiento de entrada de Lacan en Argentina, ahí donde la dictadura no hizo sino ocultarlo y, en un efecto militar, incidir en la escisión de 1979 sobre esa Escuela masottiana que quedó dividida por jerarquías y grados, médicos clínicos refugiados en lo jurídico,


laicos teóricos refugiados en la doctrina”. Se trata ahora del psicoanálisis como sobreviviente y de la fundación, en el exilio de Oscar Masotta, de la EFA para mantener el espíritu laico ante la expropiación de aquella freudiana de Bs. As., que fuera lo instituido en 1974 a partir del período instituyente fechado en los años '60. Para finalizar, unas anotaciones sobre el verbo intransitivo declinar: inclinarse hacia abajo, decaer, menguar, pero también caminar a su término. Leo una vez más: “Esta trama no está hecha para un guión teatral como el psicodrama, ni para la especulación nostálgica, menos para un nuevo libro negro, sino para ser aprehendida como síntoma de nuestra cultura local”. Que se hace con lo que se dice tiene, vemos, valor actual. Notas: (1) Las citas entre comillas corresponden al artículo comentado: “Declinaciones de un sobreviviente''. El psicoanálisis frente a la dictadura”. En Resonancia y Silencio.

Psicoanálisis y otras poéticas. Enrique Acuña. Edulp. La Plata. 2009. Pag. 191-198. (2) Rompenieblas-una historia de psicoanálisis y dictadura-, de G Alonso (dirección), idea y guión de José Retik y Francisco Senegaglia. Entrevistas a Mariano Plotkin, Carlos Bruck, Juan Carlos Volnovich, Hugo Vezzetti, Thomas Dassance, Mario Goldemberg, Marisa Sadi, Germán García, Eduardo Pablovsky, Fernando Ulloa, Jorge Chamorro, Tom Lupo, Guillermo Colantoni, Alejandro vainer, Enrique Carpintero, Laura Conte, Adelina de Alayes. (**) Leído en la Presentación del libro Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas, de Enrique Acuña. XI Encuentro de historia del psicoanálisis, la psicología y la psiquiatría. Rosario, 16 de octubre de 2010. Recuperado en: http://apm-blog.blogspot.com/2010/10/ mas-alla-del-archivo-por-christian.html? m=1

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En curso Actualidad de la Clínica – Respuestas a lo contemporáneo (***)

“El psicoanálisis estaría a la altura de la época frente al real que rechaza la Ciencia y el Capitalismo, sólo si su práctica no se reduce a una adaptación funcional a lo novedoso”. A partir de este párrafo del texto de Enrique Acuña “La autoridad analítica y la risa del capitalista” (2016), iniciamos un recorrido de

investigación que apunta a una interpretación de la época actual que tenga al síntoma como brújula y a lo real como orientación. Con este sesgo, bajo la orientación de Christian Gómez, distinguimos líneas de investigación de un programa exhaustivo a desarrollarse los próximos dos años: Discurso analítico/


Discurso capitalista: síntomas, Teorías de la ideología, Pueblo/Masa: biopsicopolíticas, Teorías de la emancipación: el objeto del psicoanálisis. I. Discurso analítico/ Discurso capitalista: síntomas. El capitalismo penetra en el individuo transformándolo. En su versión neoliberal de alianza con la ciencia, produce objetos (a) como realidad técnica que funcionan como señuelos de una cierta “promesa de felicidad” pero en esa gula, el consumidor se consume a sí mismo. ¿Por qué? Porque el discurso capitalista conecta al sujeto con la plusvalía del goce, un plus que retorna siempre al mismo lugar invirtiendo el ciclo en pulsión de muerte. Esos señuelos de consumo masivo no permiten a los seres hablantes franquear ninguna imposibilidad, sino que generan cierta ilusión de completud, de sutura de la falla estructural. Sin embargo, no hay discurso que pueda captarlo todo porque el goce es un límite –vivo- a la representación. Por lo tanto, este engranaje del capitalismo a lo real pulsional está destinado a estallar, es insostenible En cambio, en el discurso analítico se trata de un vaciamiento sustancial de ese objeto técnico, y de un uso de la función de la palabra en tanto aparato de goce, hasta vaciar su sentido. Allí la angustia emerge como afecto que no engaña, en tanto constituye esa puerta que va de lo social al síntoma y de lo real al deseo. En este punto, trazamos un horizonte de investigación con lecturas de Jacques Lacan: Seminario 17: El reverso del psicoanálisis (1969-1970), Conferencia en Milán (1972), La tercera (1974) y Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la escuela (1967) y de Enrique Acuña: El capitalismo se realiza en el consumo del sujeto (2016). II. Teorías de la ideología

Partiendo de la lectura Ideología. Nosotras en la época, la época en nosotros (2021) de Jorge Alemán, situamos la importancia de estudiar la cuestión ideología en tanto concierne a la propia constitución del sujeto y porque incide, también, en el campo social. Nuestra época nos muestra fenómenos que dan cuenta de la introducción de elementos fantasmáticos en la estructura social misma y en el devenir de lo político y viceversa. El autor diferencia la ideología del fantasma, dándole a este último una condición primaria al poner en juego las relaciones del sujeto con el goce y las pulsiones. Mientras que la ideología será una elaboración secundaria construida con el material fantasmático latente, donde intervienen factores ligados a las condiciones sociales de producción. De aquí se traza un recorrido de lecturas que van desde Freud en Pegan a un niño. Aportaciones a la génesis de las perversiones sexuales (1919), Conferencia 23: Los caminos de formación de síntomas (1916-1917), Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908) y El creador literario y el fantaseo (1907), de Germán García: Actualidad del Trauma (2005) y de Louis Althusser: Ideología y aparatos ideológicos del Estado (1970). III. Pueblo/Masa: biopsicopolíticas. Bajo este eje de lectura, consideraremos dos referencias introductorias, de Freud Psicología de las masas y análisis del yo (1921) y de Ernesto Laclau La razón populista (2005), para distinguir la construcción populista de la formación de masas. Freud para referirse a la formación de masa, explica que la misma se encuentra constituida por una multitud de individuos que han puesto a su objeto, en


el lugar de su ideal del yo como operador simbólico. Es decir, no se queda con un análisis fenomenológico de la masa y sus comportamientos sino que intenta delimitar su mecanismo: idealización al líder e identificación. Oscar Masotta en Lecturas de psicoanálisis Freud, Lacan, se detiene en el carácter defensivo de la identificación con el ideal del yo, origen de una significación. El sujeto se apropia de emblemas, es decir, de simplificaciones de valores sociales, esto tiene una dimensión estética. Sin embargo, esta es la cara imaginaria del Ideal del Yo, dichos valores aparecen con una función: servir de apoyo a las identificaciones inconscientes. El populismo, práctica política históricamente desdeñada, es con Laclau vuelto a pensar como lógica social y como modo de construir lo político desde una perspectiva diferente al sociológico. Al abordar al pueblo como categoría social y política, aporta una nueva dimensión para analizar la lucha hegemónica y la formación de identidades sociales. El pueblo no designa a un grupo dado, una multitud de individuos, sino a un acto de institución que crea un nuevo actor a partir de una pluralidad de elementos heterogéneos, siendo la unidad mínima de análisis la demanda sociopolítica. En este sentido, abordaremos el libro de Ernesto Semán Breve historia del antipopulismo. Los intentos por domesticar a la argentina plebeya, de 1810 a Macri (2021) donde el autor se propone analizar cómo las élites fueron procesando la llegada de las masas a la vida política argentina, de la forma en que interpretaron qué era el pueblo y cuál era su lugar en la nación. IV. Teorías de la emancipación: el objeto del psicoanálisis.

Más allá de los efectos brutales del capitalismo neoliberal (exclusión, marginalidad, pobreza y reproducción de privilegios económicos y simbólicos para escasos sectores), éste discurso pareciera presentarse como una máquina capaz de capturar todos los niveles de la vida humana, encontrando su empuje no sólo en el poder que detentan las élites económicas y financieras, sino en una fábrica discursiva de identidades sociales que promueve individuos alienados a una lógica competitiva y empresarial, despolitizados y desligados de toda acción colectiva. Como reverso, bajo este eje de lectura continuaremos con referencias que producen una teoría de la emancipación refiriéndose a Jacques Lacan. Por un lado, dentro de la teoría política de Ernesto Laclau: Emancipación y diferencia (1996) y, por otro lado, Jorge Alemán Capitalismo: crimen perfecto o emancipación (2019). Entonces, ¿Cuál es el nombre del síntoma social? ¿Cómo interrogar ese goce participando en los debates y combates de cada momento? Se trata de “la confianza en el síntoma analítico que sigue siendo freudiano en tanto sustituye otra satisfacción, pero no ríe, es serio”. (Enrique Acuña, La autoridad analítica y la risa del capitalista – 2016).

(***)Propuesta del Módulo de Investigación Actualidad de la clínica, respuestas a lo contemporáneo. Responsable: Chistian Gómez. Adjunta: Julia Pernía. ***


Catálogo de Bibliotecas

*Biblioteca Freudiana Oberá

Revistas:

- Acuña, Enrique (compilador). Curarse del lenguaje -locuras y psicosis-. La Plata: El ruiseñor del Plata. Ediciones de la Biblioteca Freudiana, 2016.

- Anamorfosis -Perspectivas del Psicoanálisis*. N°1. La Plata: Perspectiva Lacaniana Biblioteca e investigación.

- Assoun, Paul-Laurent. El prejuicio y el ideal. Hacia una clínica social del trauma. Buenos Aires, Nueva Visión: 2011. - Hacking, Ian. ¿La construcción social de qué? Buenos Aires, Editorial Paidós: 2011.

*Biblioteca Freudiana Iguazú - Acuña, Enrique (compilador): Vidas Pulsionales. El ruiseñor del Plata, Ediciones de la Biblioteca Freudiana. - Acuña, Enrique (compilador). Las paradojas del objeto en psicoanálisis. La Plata: El ruiseñor del Plata, 2005. - Miller, Jacques-Alain. Introducción al método psicoanalítico. Editorial Paidós: 2020.

*Biblioteca Oscar Masotta - Acuña, Enrique. Resonancia y Silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. La Plata: Editorial de la Universidad de La Plata, 2009. - Miller, Jacques-Alain. Carta a Bernard Accoyer y a la Opinión Ilustrada. Ediciones EOL, 2003. Donado por Julia Pernía. - Miller, Jacques-Alain. 1,2,3,4. Tomo I Los cursos Psicoanalíticos de Jacques Alain Miller. Ed. Paidós.

- Anamorfosis -Perspectivas del Psicoanálisis*. N°2. La Plata: Perspectiva Lacaniana Biblioteca e investigación. Junio 1994. - Anamorfosis -Perspectivas del Psicoanálisis*. N°3. La Plata: Perspectiva Lacaniana Biblioteca e investigación. Junio 1995. - Anamorfosis -Perspectivas del Psicoanálisis*. N° 4. La Plata: Perspectiva Lacaniana Biblioteca e investigación. - Anamorfosis -Perspectivas del Psicoanálisis*. N° 5. La Plata: Perspectiva Lacaniana Biblioteca e investigación. Junio 1998.

(*) Donadas por Enrique Acuña. Boletines: Microscopía -el psicoanálisis entre los intersticios de la cultura- Boletín mensual Biblioteca Freudiana de La Plata. Año 20 N° 206. Septiembre de 2021. https://issuu.com/aplp/docs/microscop_a_septie mbre_2021_1_?fbclid=IwAR1MCXbL31BOlbMD_ a1ncqZafTO6uEzTC51aWZ1taRKMpm3PZ9WZFwi VeNc


Agenda de Módulos de Investigación

Psicoanálisis y salud pública

El psicoanálisis ante las

Miércoles 13 de octubre, 20:15 hs.

tecnologías del yo

Responsable: Claudia Espínola.

Lunes 25 de octubre, 19:30 hs. Responsable: Claudia Fernández.

Lectura de los casos de Sigmund Freud

El psicoanálisis y los

Jueves 14 de octubre, 20:00 hs.

acontecimientos del discurso

Responsable: Fernando Kluge.

Lunes 25 de octubre , 20:30 hs. Responsable: Rodrigo Cibils.

Los conceptos fundamentales del psicoanálisis

Recepciones: el psicoanálisis

Lunes 18 de octubre, 20:00 hs.

en la cultura

Responsable: Claudia Espínola.

Lunes 25 de octubre, 20:30hs. Responsable: Fernando Kluge.

Actualidad de la clínicarespuestas a lo

Infancias: Psicoanálisis y

contemporáneo

discursos actuales

Jueves 21 de octubre, 20:30 hs.

Jueves 28 de octubre, 20:30 hs.

Responsable: Christian Gómez.

Responsable: Carla Pohl.

(*) Las reuniones se encuentran sujetas al DISPO y protocolos vigentes.



Seguinos:

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Televisión - Canal de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones.

Radiofonía -Ivoox-. Radiofonía - voces del psicoanálisis en movimiento- Spotify.


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