CORRESPONSABILIDAD PARROQUIAL Diciembre 2013 ORACIÓN DE CORRESPONSABILIDAD Padre Misericordioso, Tú nos das el Adviento como un tiempo para preparar la venida de Cristo Niño. Sin embargo, con demasiada frecuencia convertimos este don en causa de agitación, estrés y ansiedad; un tiempo en el que nosotros estamos dispuestos a prepararnos para una celebración de la Navidad que luce perfecta en el exterior, pero fría espiritualmente y sin un verdadero significado. Restablece en nosotros esa búsqueda inherente de tranquila expectativa y esperanza esperante. Muéstranos el camino hacia una disposición más tranquila y piadosa que abra nuestros corazones a una conversión profunda y sincera. Y danos el valor para deshacernos de aquellas cosas de poca importancia para el verdadero significado de la Navidad. Ayúdanos a ser buenos corresponsables de esta época de Adviento, para que en la Fiesta de la Natividad, estemos preparados y dispuestos interiormente para la llegada de tu Hijo, Jesucristo, en cuyo nombre oramos ahora. Amén
Adviento, las tres venidas de Cristo Conocemos las dos venidas del Señor. Pero, además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. La liturgia del primer domingo de Adviento se orienta por completo a la conmemoración de la primera venida de Nuestro Señor, cumplida con su nacimiento en la gruta de Belén, y a la preparación de la segunda, que tendrá lugar en el fin del mundo para juzgar a la humanidad entera. Sin embargo, de acuerdo a San Bernardo de Claraval, hay tres venidas de Nuestro Señor: “La primera, cuando vino por su Encarnación; la segunda es cotidiana, cuando viene a cada uno de nosotros por su gracia; y la tercera, cuando venga a juzgar al mundo”. El Doctor Melifluo especifica en otro pasaje que este segundo adviento de Cristo es oculto y “solamente los elegidos lo ven en sí mismos, y con ello salvan sus almas”. El Señor viene continuamente a nosotros para “nuestro reposo y consuelo”. Consuelo porque todavía no poseemos la gloria eterna que nos prepara el Señor. Descanso, porque, a pesar de las contrariedades y dificultades de este tiempo, en esperanza, poseemos ya el fin. Por eso, la alegría del cristiano está asegurada, por encima de todos los eventos de la tierra.. Así pues, a cada momento somos invitados a un encuentro con Jesús. Ocurre sobre todo en la Eucaristía, pero también, por ejemplo, al meditar este primer Evangelio de Adviento, o al escuchar una palabra inspirada de algún ministro de Dios. En realidad, nuestra vida debería girar en torno a una Navidad permanente, iniciada al despertar en la mañana y sin terminar siquiera al dormir en la noche, porque para todo dependemos de la gracia de Dios y debemos estar a la espera continua de su auxilio. Permanezcamos atentos y aprovechemos estas valiosas invitaciones de la gracia para estar en condiciones de recibir, no con miedo y desesperación, sino con alegría, al justo Juez que descenderá del Cielo vestido de gloria y majestad, y dirá a quienes confiaron en su misericordia y cumplieron sus mandamientos en esta tierra: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34). Quien tenga siempre ante sus ojos esta finalidad, sentirá ánimo redoblado para ejercitar la virtud y presentarse sin miedo al encuentro definitivo con el Señor.