Vía Crucis 2020

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P:/ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R:/ Amén. Queridos hermanos todos: Nosotros, cristianos, somos conscientes de que el vía crucis del Hijo de Dios no fue simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del Condenado, cada gesto o palabra suya, así como lo que vieron e hicieron todos aquellos que tomaron parte en este drama, nos hablan continuamente. En su pasión y en su muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Hoy queremos reflexionar con particular intensidad sobre el contenido de aquellos acontecimientos, para que nos hablen con renovado vigor a la mente y al corazón, y sean así origen de la gracia de una auténtica participación. Participar significa tener parte. Y ¿qué quiere decir tener parte en la cruz de Cristo? Quiere decir experimentar en el Espíritu Santo el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo. Quiere decir reconocer, a la luz de este amor, la propia cruz. Quiere decir cargarla sobre la propia espalda y, movidos cada vez más por este amor, caminar... Caminar a través de la vida, imitando


a Aquel que «soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios» (Hb 12,2). Pausa de silencio Oremos Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. [Juan Pablo II]! Canto ESQUEMA DE LAS ESTACIONES Se dice el número y el título de la estación. ― Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. ― Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Texto Bíblico Meditación Oración Al final de la Estación: Padrenuestro, Avemaría o Gloria

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Estación 1: Jesús es condenado a muerte «Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran» (Mt 27,26). «Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa» (Mt 5,11). Meditación Ya el profeta Isaías lo había anunciado: ¿Quién podrá creer esta noticia? No tenía gracia ni belleza para que nos fijáramos en él. Despreciado y tenido como la basura de los hombres, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento. Ha sido Tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban. Fue detenido y enjuiciado injustamente y herido de muerte por los crímenes de su pueblo” (Is. 53, 1-8). Nosotros somos aquel pueblo por el que Cristo fue condenado a muerte. Cristo aceptó ser nuestro representante delante del Padre y pagar por nuestros pecados. La condena de Pilatos tenía que recaer sobre cada uno de nosotros. Oración Señor Jesús, gracias por habernos amado tanto. Ten piedad de nosotros. Ayúdanos a conocer nuestros pecados, que han sido la causa de tu condenación a muerte. 3


Estación 2: Jesús lleva su cruz «Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado ‘de la Calavera’ (que en hebreo se dice Gólgota)» (Jn 19,17) «el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará» (Mc 8,34-35). Meditación Después de la condena, le entregan a Cristo una cruz, y empieza su largo y penoso camino hacia el Calvario, lugar donde será crucificado. Detengámonos y pensemos: Si Cristo hizo tanto por nosotros, ¿es justo que nosotros sigamos diciendo que estamos ocupados y no tenemos tiempo para conocer más a Cristo y seguirlo de veras? ¿Por qué nos espanta tanto el sufrimiento, si nuestro Maestro llegó a dar la vida por nosotros? Escuchemos su Palabra: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me síga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloría de su Padre con los santos ángeles”. (Mc. 8, 34-38). Oración Señor Jesús, concédenos llevar nuestra cruz con fidelidad hasta la muerte. 4


Estación 3: Jesús cae por primera vez «Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado» (Is 53,4) «Velad y orad para no caer en tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil» (Mt 26,41) Meditación Cristo no puede seguir adelante, cargando con la cruz por mucho rato. Ya se acabaron sus fuerzas: la agonía en el Getsemaní, la noche pasada entre los insultos de los jefes del pueblo, la flagelación y la coronación de espinas, lo han destruido, y cae agotado. Los soldados se le acercan y le pegan sin compasión. Jesús reúne todas sus fuerzas, se levanta otra vez y sigue su camino, sin decir una palabra. Escuchemos al profeta Isaías: “0frecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que besaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. Pues que Yahveh Dios habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedada avergonzado”. (Is. 50, 6-7). Oración Señor Jesús, enséñanos a sufrir. Que no nos desanimemos en la prueba. Danos la fuerza para levantarnos, cuando caemos en el pecado. 5


Estación 4: Jesús se encuentra con su madre «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —ya ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2,34-35) «Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre’» (Mc 3,34-35) Meditación Ya se lo había anunciado el anciano Simeón, cuando María presentó al niño Jesús en el Templo: “Mira, este niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción ¡y a tí misma una espada te atravesará el alma!” (Lc. 2, 34-35). Al ver a Jesús cargando la cruz y lleno de sangre, entre los insultos de la gente, María siente en su corazón un profundo dolor y se acuerda de la profecía de Simeón. María sabe que Cristo nos quiere salvar mediante el sufrimiento. Por eso se une íntimamente al sacrificio de su Hijo, para cooperar con nuestra salvación. Unamos nuestros pequeños sufrimientos de cada día a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Oración ¡Oh, María, madre de Jesús y madre nuestra, enséñanos a sufrir con Jesús por la salvación del mundo entero!. 6


Estación 5: Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar su cruz «Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús» (Lc 23, 26). «Los sirvientes no son más grandes que su amo. Si me persiguieron, te perseguirán a ti» (Jn 15,20) Meditación Jesús ya no puede seguir con la cruz, está muy cansado. Entonces, los soldados obligan a un hombre de Cirene para que ayude a Jesús a llevar la cruz. Es un ejemplo para nosotros. También nosotros tenemos que ayudar a Jesús para que su sangre no sea inútil para nuestros hermanos. Todavía hay muchos que no conocen a Cristo; nosotros tenemos que preocuparnos por ellos y hacer algo. Acordémonos de las palabras de Cristo: “La mies es mucha y los obreros son pocos; rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a su mies. Mirad que os envío como corderos en medio de lobos” (Lc 10, 2-3). Oración Pidamos a Dios continuamente para que envíe más vocaciones a nuestra Sociedad Misionera y a su Iglesia, que tengan el valor de predicar el mensaje de Cristo con fe y sin miedo, convencidos de que sólo mediante la entrega y el sufrimiento se ayuda a Cristo en su obra de salvación. 7


Estación 6: Verónica limpia el rostro de Jesús «Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado» (Is 53,2-3) «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto» (Jn 15,1-2) Meditación Mientras Jesús trata de seguir adelante, una mujer se le acerca y le enjuga el rostro con una toalla, quedando en ella impregnada la imagen de su rostro lacerado. Cada cristiano tiene que imitar a la Verónica, procurando transformar su misma vida en una imagen de Cristo. Escuchemos a San Pablo: “Mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (Col. 3, 5-10). Oración Señor Jesús, graba en nuestros corazones la imagen de tu rostro. Que nunca nos olvidemos de ti. 8


Estación 7: Jesús cae por segunda vez «Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron» (Is 53,5) «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad y aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio; que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”» (Mt 9,12-13) Meditación Nuestras recaídas en el pecado fueron la causa de las numerosas caídas de Jesús en su doloroso camino hacia el Calvario. Es necesario que tomemos en serio nuestro compromiso cristiano, recordando que hemos sido salvados por la sangre de Cristo, el Hijo de Dios. “Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo… Habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin macilla, Cristo… Amaos intensamente unos a otros con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente; la Palabra del Señor que permanece eternamente y que ha sido anunciada a vosotros. Oración Señor Jesús, perdónanos por nuestras recaídas en el pecado. Danos la fuerza de tu Espíritu, para que podamos resistir a los ataques del demonio. 9


Estación 8: Jesús se encuentra con las hijas de Jerusalén «Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos… porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?» (Lc 23,27-28.31) «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7) Meditación Estas hijas de Jerusalén eran quizás amigas o incluso discípulas de Jesús. Pero no compartieron la profunda relación de María con su Hijo Jesús, por lo que lloraron. También pueden haber llorado porque el Maestro había sanado a sus familias o perdonado sus pecados y culpas, que les había pesado tanto. Ahora debía morir. Esta muerte les quitaría a la persona que más apreciaban. No pudieron aceptar esto. Sin embargo, más que nunca, Jesús ahora les ofrece esperanza. Él revela su divinidad en términos velados. Él es el leño verde que la llama no puede quemar, de igual manera la muerte no puede destruirlo. Su camino es uno que significa dar su vida por amor a otros, amor por ti y por mí. Oración Señor Jesús, concédenos un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados y un firme propósito de enmienda, de no volver a pecar.

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Estación 9: Jesús cae por tercera vez «Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes» (Is 53,6) «Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7) Meditación Jesús desenmascaró al tentador, al diablo, en la explanada del templo. Desde entonces aprendimos a discernir el mal en las diversas situaciones que nos toca vivir. No es fácil negarse y resistirse a manipular a Dios. También debemos aprender a evitar o alejar esas piedras en las que es probable que tropecemos y nos hagamos daño. «El que no carga la cruz y me sigue no puede ser discípulo mío» (Lc 14,27) Estamos llamados a ser hijos de Dios, viviendo la fraternidad, humildes y sencillos. Podemos tener fe y podemos cambiar, a pesar de todas nuestras contradicciones, dudas y obstinaciones. Todo lo que necesitamos es ser fieles y obedientes al Evangelio, personal y comunitariamente. Este es el don, el regalo que Jesús, cargado con la cruz, nos invita a aceptar, una y otra vez. Oración Señor Jesús, que tu confianza absoluta en la bondad y la presencia del Padre nos dé a nosotros luz y valor en la adversidad. 11


Estación 10: Jesús es despojado de sus vestiduras «Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados» (Jn 19,23-24) «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mt 25,35-36) Meditación Después de colocar una capa color púrpura sobre sus hombros, los soldados se llevaron el último signo visible de dignidad humana de Jesús. Lo dejaron como un animal que era conducido al matadero; una persona pobre y sin hogar que ha perdido todo sentido de identidad y debe pedir reconocimiento. Hoy Jesús nos dice: estaba desnudo y me vestisteis. Era irreconocible y me recibisteis como uno de los vuestros. Tenía hambre y sed de ser parte de la comunidad, y me disteis la bienvenida y me acogisteis entre vosotros. Oración Señor Jesús, ayúdanos a despojamos de nuestras malas costumbres y a buscar solamente lo que a ti le agrada.

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Estación 11: Jesús es clavado en la cruz «Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno» (Mc 15,22-24) «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna» (Jn 3,14-15) Meditación Jesús está clavado en la cruz, clavado a este instrumento de dolor e infamia. Como tantas generaciones de discípulos antes que nosotros, tratamos de no ver todo el sufrimiento de Jesús en la cruz. Y, sin embargo, es en él donde podemos encontrar paz y consuelo a toda angustia humana. En él reside el poder de desatar las cadenas de la muerte y el mal. En el Crucificado, encontramos la fuerza para confesar nuestros pecados, la alegría de ser perdonados y la fuerza para perdonar a quienes nos han hecho daño. Oración Padre, ayúdanos mientras nos esforzamos por liberarnos en nuestra vida de actividades vanas y apegos estériles. Deja que tu perdón descienda sobre nosotros, para que podamos seguir resueltamente el camino de la libertad que tu Hijo nos ha abierto a través de su obediencia, hasta la muerte en la Cruz. 13


Estación 12: Jesús muere en la cruz «Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró» (Lc 23,44-46) «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13) Meditación En el desierto, el adversario de Jesús era Satanás. En la agonía de la muerte, Jesús lucha con Dios. La experiencia de Jesús era que parecía que el Padre lo había sido encerrado y abandonado. Experimentó el silencio de Dios que aflige a tantos discípulos cuando sufren pruebas tremendas en sus vidas o enfrentan la hora de la muerte. La victoria de Jesús es nuestra victoria. Es la victoria de poder decir de una sola vez: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»Y «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Los discípulos aprendieron con Jesús a mantener intacta y completa la misteriosa comunión, la que nos une con el Padre. Incluso cuando nos sentimos abandonados, debemos aferrarnos a Dios y al mismo tiempo perdonar a los demás cuando nos muestras el interior de sus corazones y la profundidad de su pecado. Oración Padre, al recibir el aliento moribundo de tu Hijo, ya bendices la ofrenda de nuestra muerte y nuestra vida. Ayúdanos a conocerte en verdad y a descubrir nuestro verdadero ser. Amén. 14


Estación 13: Jesús es bajado de la cruz «Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo» (Jn 19,38) «Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los ángeles santos» (Lc 9,26). Meditación Es doloroso imaginarnos en este momento, viendo el cadáver de Jesús siendo bajado de la cruz. La cruz es triunfante. Es el camino de nuestra salvación. ¿Por qué entonces Jesús está muerto? ¡Murió para abrirnos las puertas de una vida abundante, hoy y por toda la eternidad! Somos conscientes de cómo nuestros pecados, nuestras elecciones contrarias a la voluntad de Dios, nos llevan a la separación, a distanciarnos de Él. Dios el Padre, en su amor incondicional por nosotros, no nos abandonó ni nos dejó sin esperanza. Él envió a Jesús, su Hijo unigénito, a nuestro mundo, completamente humano y completamente Dios, para que podamos experimentar la libertad de estar con Jesús. La muerte de Jesús nos trae libertad. Nos robamos la libertad a nosotros mismos cuando decidimos no seguir a Cristo en nuestra vida. Oración Señor Jesús, reconocemos que Tú eres el único Salvador y Señor. Que te conozcamos internamente para que nunca nos olvidemos de Ti. 15


Estación 14: Jesús es puesto en la tumba «Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19,41-42) «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24) Meditación El final del camino: una tumba oscura excavada en el olvido de la tierra. El grano de trigo está muerto, enterrado, escondido de nuestros ojos. ¿Qué ha sido de las promesas de Jesús? «Yo soy la vida», dijo repetidamente. ¿Pero dónde está esta vida ahora? Hoy, en muchos países, los cristianos mueren debido a su fe. Otros van al exilio, desarraigados de la tierra de sus antepasados. Comunidades enteras están amenazadas de perderse en la oscura noche de la historia. ¿Están estos cristianos en nuestros pensamientos y en nuestras oraciones? En España y en todo el mundo, la Iglesia ha experimentado sufrimiento y oscuridad. ¿Pero no sigue la Iglesia los pasos de nuestro Maestro? Dios está trabajando en la noche de la tierra y de nuestras vidas; él hará todas las cosas nuevas de nuevo. ¿Creemos esto? Oración Señor Jesús, enséñanos a ser mansos y humildes de corazón. Que nunca busquemos los honores de este mundo, sino tan solo imitarte… 16


ORACIÓN COMUNITARIA Hermanos, hemos visto cuánto Dios hizo por nosotros. Acerquémonos, pues, a Él con toda confianza, pidiéndole sinceramente perdón por todos los pecados que hayamos cometido y renovando la entrega total de nuestra vida. Él nos amó y entregó su vida por nosotros; también nosotros, de ahora en adelante, tratemos de amarlo sobre todas las cosas y de vivir conducidos por su mismo Espíritu. A cada intención, respondemos: ESCÚCHANOS, SEÑOR. - Por todos nosotros, para que sintamos un verdadero horror al pecado. - Para que comprendamos que nuestros pecados han sido la causa de los sufrimientos de Cristo. - Para que de ahora en adelante, nunca nos separemos de Cristo, nuestro hermano y salvador. - Por todos los que no conocen a Cristo, a fin de que también para ellos llegue pronto el día de la luz y de la paz, al conocer el gran amor de Dios hacia todos los hombres. - Por las misiones, para que Dios aumente el número de los catequistas y misioneros. - Por los cristianos comprometidos, para que entiendan que su vida es inútil si no están llenos del Espíritu Santo. - Por el Papa Francisco, nuestro obispo Amadeo, los sacerdotes y los diáconos, para que no se cansen nunca de predicar a Cristo, muerto y resucitado por nosotros. Oh, Padre Celestial, te damos gracias y te alabamos por el grande amor que has manifestado hacia nosotros. Por amor nos creaste y por amor nos redimiste, entregando a tu mismo 17


Hijo, que derramó toda su sangre para pagar nuestra libertad y conseguirnos el perdón de los pecados. Y para que nuestra vida, desde ahora fuera una ofrenda agradable para ti, nos enviaste al Espíritu Santo como primicia de la nueva vida que tendremos un día en la gloria. Bendito sea para siempre tu santo Nombre. No permitas nunca que volvamos al pecado; más bien, ayúdanos a tener siempre una vida santa, alabándote ahora y por los siglos de los siglos. Amén. BENDICIÓN P: / El Señor esté con vosotros. R: / Y con tu espíritu. P: / Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. R: / Amén. Canto final

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Parroquia de «La Santa Cruz» C/ Velarde, 20 23700 Linares (Jaén)


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