Boletín de Corresponsabilidad 01

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CORRESPONSABILIDAD PARROQUIAL

Para ir profundizando en este tema... Mons. Thomas J. Murphy Thomas J. Murphy nació el 3 de octubre de 1932 en el barrio de Westside, Chicago. Fue nombrado Obispo Coadjutor de Seattle el 26 de mayo de 1987 hasta que el 21 de agosto de 1991 fue nombrado arzobispo de Seattle, murió el 26 de junio de 1997. Falleció el 26 de junio de 1997. Es recordado como defensor de la corresponsabilidad. Fue el primer director del consejo de Corresponsabilidad de los Obispos Católicos en los Estados Unidos. Supervisó la elaboración de la carta pastoral «Corresponsabilidad: La Respuesta del Discípulo», que llegó a ser el documento base del cual partió el movimiento de Corresponsabilidad en los Estados Unidos, primero y, posteriormente, a otros continentes. Al final de su vida, cuando estaba muriendo de leucemia, el testimonio del arzobispo Murphy fue profundo, era el mismo mensaje de corresponsabilidad: la vida es un regalo, se comparte y se devuelve al Señor con creces. Al final, se nos juzgará por lo que somos y no por lo que tenemos, decía: «¿Has compartido generosamente con otros, también tus pertenencias, porque es lo correcto y porque realmente lo deseas? ¿Has cuidado y desarrollado los dones de Dios y devuelto con aumento? ¿Puedes decir sinceramente que has vivido una vida de compartir y, por tanto, has construido un lugar sagrado dentro de tu vida, de tu parroquia, de tu diócesis, de la Iglesia?» El arzobispo dijo muchas veces que la corresponsabilidad podría resumirse en una frase de la Carta de San Pablo a los Tesalonicenses: «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Tes 4,3).

Comenzamos una nueva sección en Iglesia en Jaén con el nuevo año 2012, sección que denominamos «Corresponsabilidad Parroquial». En ella queremos ir dando pinceladas, herramientas y recursos para cumplimentar el manual: «Corresponsabilidad, signo de comunión». Todos somos corresponsables en la Iglesia. Ésta es una idea clave que —no sin dificultades— se está abriendo paso en el campo pastoral y ello implica «que nadie suplante a nadie en sus respon­sabilidades, que todos nos sepamos complementarios y que todos estemos unidos en el servicio del Reino». La Corresponsabilidad puede definirse simplemente como hacer el uso más responsable de los dones y recursos que Dios nos da. Todo lo que tenemos es un regalo de Dios: nuestro tiempo, nuestro talento y nuestros recursos financieros. La eclesiología del Vaticano II es la eclesiología de la co­munión y de la corresponsabilidad. Que «todos somos Iglesia y todos hacemos la Iglesia» quiere decir que formamos parte de un pueblo vertebrado en diversos minis­terios o servicios, en el cual cada miembro tiene su tarea y todos convergen en la realización de la única misión de la Iglesia: hacer llegar al mundo la salvación de Jesús. El proceso de Corresponsabilidad Parroquial no es un programa para recoger dinero sino una oportunidad para que todos los bautizados puedan responder a la llamada del Señor desde una conversión continua. La Corresponsabilidad es una respuesta del discípulo a su llamada a la santidad. Desde la teología y la espiritualidad, la corresponsabilidad es más una forma de vida, un signo de comunión. Permite reconocer la necesidad de ayudar a los feligreses a reconocer sus propios talentos y, sobre todo, cómo pueden usar sus dones, su tiempo y su dinero al servicio de los demás. «Me he enterado con aprecio de que vuestra comunidad se propone, en el respeto de las vocaciones y de los papeles de los consagrados y los laicos, la corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Como ya he recordado —dice el Papa Benedicto—, esto exige un cambio de mentalidad, sobre todo de cara a los laicos, “pasando de considerarles ‘colaboradores’ del clero a reconocerles como plenamente ‘corresponsables’ del ser y del actuar de la Iglesia, favoreciendo así la promoción de un laicado maduro y comprometido” (Benedicto XVI. Visita pastoral a la parroquia de la San Juan de la Cruz de Roma 7.III.2010). En la Corresponsabilidad hay un lugar para los más simples gestos individuales de bondad y también para comunidades correspon­sables que trabajan por la justicia y la paz. La Corresponsabilidad que fluye de la relación personal y comunitaria con Cristo, tiene atracción particular para las personas. Es, definitiva­mente, la atracción y el poder del Evangelio que toma nueva vida en nuestros tiempos y circunstancias. Andrés Segura y Manuel Alfonso Pérez


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