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Intercultural
from COSAS 378
Apropiación cultural Un lamento silenciado
¿Qué es la apropiación cultural? ¿Cuándo estamos cayendo en ella? ¿Por qué es peligrosa? Un vistazo a un fenómeno global desde el complejo y, pocas veces abordado, contexto local.
Por Paulina Terán. Fotos: 123RF
N
osotros, los mestizos, nosotros, la gente común, quienes consumimos medios masivos y pasamos horas y horas en Instagram, sabemos que Versace, Kim Kardashian y Adele han sido acusados de apropiación cultural en más de una ocasión y, haciendo scrolling, hemos visto comentarios a favor y en contra de los acusados. El análisis ha llegado hasta ahí. De hecho, si existe un mal moderno es que las redes sociales reducen un problema a un contexto de blanco y negro que divide a la gente en aliados y detractores. Trivializa asuntos importantes, reduciéndolos a un infructuoso linchamiento público y nunca se profundiza en la verdadera raíz del asunto.
Existe apropiación cultural cuando una empresa, grupo o persona utiliza, copia o manipula bienes simbólico-culturales de grupos étnicos para obtener un beneficio económico; pero no hay apropiación cultural si los beneficios económicos también son para esos grupos étnicos. También existe apropiación cultural cuando los símbolos, expresiones culturales, objetos, lengua, etc. se utilizan para sacralizar, reproducir el orden discriminatorio, perpetuar la dominación y el poder de un grupo sobre otro y cuando se oculta la palabra de los grupos étnicos estereotipándolos. (FUENTE: Ernesto Licona Valencia. Ficha de trabajo. Colegio de antropología social-BUAP México). Los ejemplos de apropiación cultural son infinitos.
“Este debate no está ausente, quizás no se lo muestra en ciertos medios o sectores sociales, pero este es un tema muy actual. Si tú hablas con las organizaciones indígenas y los barrios periféricos de Quito, tú vas a encontrar que hay mucha conciencia sobre el tema de la apropiación cultural, porque ellos son los afectados, porque se les están apropiando su cultura, sus vestidos, su música, sus bailes y la gente está muy enojada por eso. Ellos dicen: por qué los mestizos se visten de indígenas, por ejemplo, en las comparsas de las fiestas de los colegios, como si fuera un disfraz. Quizás no se están burlando directamente de los indígenas, pero están irrespetando la cultura” dice, categórica, la antropóloga ecuatoriana Susana Andrade Orellana, cuando le confieso que mi conoci-
existe
apropiación
simbólico-
económicos
también son para los indígenas.
miento sobre apropiación cultural en el Ecuador es prácticamente nulo. De hecho, para ser perfectamente honesta, le digo, el término me resulta familiar porque lo veo constantemente presente en debates de Facebook e Instagram. Susana es doctora por la Universidad de París (EHESS)y lleva varios años trabajando con comunidades indígenas en distintos temas.
Según la antropóloga, para empezar a entender de qué se trata la apropiación cultural, es necesario empezar por la noción de patrimonio inmaterial. El patrimonio inmaterial se refiere a la música, las tradiciones, los valores, la memoria, la historia y el imaginario que existe como parte de su legado y que tiene valor cultural para este, valor inmaterial incalculable, el mismo que es la gran mayoría de las veces ignorado o desconocido por el simple hecho de ser inmaterial. En el caso de la apropiación cultural se toma elementos de ese patrimonio y se los saca de contexto, a menudo para utilizar un fragmento de estos como una forma de lucro.
Este mes, Susana publicó el libro Patrimonio cultural inmaterial: apropiación y resistencias, junto a dos autoras más: Silvana Carate Tandalla y Susana Freire García. En el libro se analizan distintos casos de comunidades indígenas que luchan por proteger su patrimonio inmaterial, específicamente sus danzas y fiestas, entre ellas la Mama Negra y la Diablada de Píllaro, fiestas que se buscó proteger desde las comunidades indígenas que las realizan y que, según explica Susana, han sido modificadas desde que empezó a intervenir el Estado.
Los detalles de estos atropellos están expuestos de manera minuciosa en el libro. Pero, en pocas palabras, lo que sucede con muchas comunidades indígenas es que ven utilizados sus símbolos, su vestimenta y, sobre todo, sus danzas (es en lo que más se enfoca el libro) sin permiso, sin respeto y sin conocimiento.
“Mis colegas trabajaron en distintas comunidades indígenas y sus respectivas fiestas. Investigaron lo que estaba haciendo el Estado en estos pueblos. La Diablada de Píllaro y La Mama Negra, por ejemplo, cambiaron después de la declaratoria. Lo que pasó es que el Estado vino a administrar y gestionar la fiesta; cambian recorridos de lugares sagrados y las relaciones sociales. Todo tiene su significado y se pasa por encima de eso” asegura.
Susana expone otros ejemplos claros de apropiación cultural, como la utilización del término Sumak Kawsay (Buen Vivir) con fines políticos que vacían de significado una filosofía compleja, reduciéndola a un
en el libro
Patrimonio cultural
inmaterial: apropiación y resistencias, de las antropólogas susana andrade orellana, silvana carate tandalla y susana Freire García, se analizan distintos casos de
comunidades indígenas
que luchan por proteger su
patrimonio
inmaterial, específicamente sus danzas y fiestas, entre ellas la Mama Negra, la Diablada de Píllaro y La Yumbada de cotocollao.
plan de gobierno o la participación de shamanes mestizos en ceremonias sagradas originalmente indígenas: “A mí me llama la atención, por ejemplo, como hoy incluso tienes shamanes blancos que ofrecen viajes de Ayahuasca, algo que yo veo como un nivel de apropiación de la conciencia. ¡La gente ya se está apropiando hasta de los sueños de los shamanes!” observa.
Pero, sin duda, un ejemplo de apropiación cultural recogido en el libro es el del baile de La Yumbada que se celebra en Quito, en barrios periféricos como Cotocollao, La Magdalena y El Inca, baile que, según se expone en el libro ha sido utilizado por un grupo de danza folclórico ecuatoriano conocido como Jacchigua (entre otras danzas indígenas que la compañía ha tomado para representar) “Tú no puedes tomar el baile de La Yumbada y presentarlo en el Teatro Sucre, como hace Jacchigua. Ese es un ejemplo de apropiación cultural. ¿Quiénes son las personas que organizan Jacchigua? Es un baile de mestizos. ¿Y qué es lo que presenta? Supuestamente, los bailes indígenas del Ecuador, como si ya estuvieran muertos todos los indígenas aquí. Han venido haciéndolo por años y siguen haciéndolo, presentando ese baile indígena por todo el mundo sin ser indígenas. Es una empresa, es un negocio en donde se contrata a bailarines para bailar danzas de los pueblos indígenas del Ecuador y no tiene permiso”. asegura Susana.
En el libro se recogen testimonios contundentes sobre esta apropiación: “Los yumbos de Cotocollao solicitaron la declaratoria patrimonial de sus danzas, a riesgo de que venga un señor que tiene dinero, tome fotos, haga vídeo y cree una escuela de danza y luego diga: esta es la yumbada del Ecuador, ni siquiera la yumbada de Cotocollao” se describe en la entrevista al ya fallecido Segundo Morales, Yumbo mayor. “Esta cita hace referencia al señor Raúl Camino, fundador del ballet folclórico Jacchigua, una compañía de bailarines profesionales mestizos que representan bailes indígenas. Dicho ballet fue declarado por el Ministerio de Cultura y el Municipio de Quito como el primer patrimonio del Ecuador, en el 2009, debido a su labor de recuperar, mantener, valorar y difundir la historia ancestral del pueblo” continúa el libro. Según Susana, las comunidades afectadas por la explotación cultural del baile de La Yumbada también acudieron al Estado en busca de protección, pero se dieron cuenta de que la medicina era peor que la enfermedad. “El hecho de declararse como patrimonio permitía al Estado utilizar ese baile para cualquier evento que ellos crean convenientes como patrimonio cultural intangible del Ecuador, así que si el presidente requería que fueran a tal o cual evento, tenían que ir. Entonces, ellos se dieron cuenta de que no les convenía, no querían ser controlados por el municipio o cualquier institución por haberse declarado patrimonio. Esto lo hemos investigado junto con ellos. Cuando se dieron cuenta, pararon todo y rechazaron la declaratoria, porque vieron que no les convenía” asegura Susana. ¿Cuál es la solución, entonces? “La lucha de la propia gente, la propia comunidad, los propios barrios que se organizan, como ha sido siempre, si no es por la gente que se ha levantado y se han resistido, no habría un movimiento indígena importante en este país que ha hecho cambios”.
En el caso de Cotocollao se han enfocado en el fortalecimiento de sus sociedades, de su cultura y de su relación con lo divino, más
estereotipándolos.
allá de defenderse contra un enemigo” dice Susana.
Para Koya Shugulí, investigadora kichwa, Máster en Cooperación Internacional y Doctoranda en Diseño y Gestión en Política pública, es importante distinguir entre apropiación cultural e intercambio cultural. Lo segundo es un encuentro saludable entre dos culturas que se nutren mutuamente; sin embargo, eso no se da. “Muchas comunidades de la Amazonía tienen lo que se conoce como comercio justo, en donde se reconoce este tipo de tradiciones, costumbres, prácticas, rituales y saberes dentro de las comunidades, pero en un proceso que también viene a fortalecer esas comunidades porque muchas de ellas han sido condenadas a la pobreza y muchas otras, en cambio, funcionan con un intercambio de productos y al apropiarte de sus saberes y comercializarlos sin beneficiarlos no solo les quitas su cultura, también les estás quitando medios de vida” observa.
Koya va más allá y se atreve, también a hacer una autocrítica de su propia comunidad: “Es importante la visión crítica también al interior de los pueblos y nacionalidades. Para poder pasar todos estos procesos también es necesario que seamos conscientes de cómo nosotros nos manejamos dentro de la comunidad. Hay personas dentro de las comunidades que no respetan estos significados ancestrales y también lucran. Hay personas en las comunidades que, por ejemplo, ofrecen terapias de Ayahuasca sin estar capacitadas, solo para satisfacer una demanda comercial. Es importante que nosotros mismos no caigamos en esa folklorización que nos viene impuesta desde fuera y podamos revalorizar la herencia de nuestros pueblos, que es muy rica. Creo que justamente los jóvenes estamos tratando de volver a escribir nuestra historia desde un lugar más respetuoso con nosotros mismos. El mantener este equilibrio es justamente lo que nos hace runas, es decir, seres humanos que están en conjunción con la naturaleza” analiza.
Pero, además, está la innegable urgencia de que los actores mestizos nos empecemos a hacer las preguntas correctas para salir del “analfabetismo cultural” en el que estamos sumidos. Es fundamental que nos tomemos el tiempo y el trabajo de acercarnos a estas comunidades desde la humildad y el respeto; pero sobre todo, cuestionar nuestras propias acciones, más allá de acusar a tal o cual persona en redes sociales.
“La gente no se hace esta pregunta porque los pone en apuros; tienen que sacar derechos de autor y meterse en un montón de líos. Si vas a usar un elemento de su cultura tienes que acercarte a ellos y pedir permiso, igual que cuando vas a hacer una película en Quito, tienes que acercarte a las autoridades y solicitar ese permiso. ¿Cómo acercarme de manera respetuosa a una yumbada, por ejemplo? Todo depende de la actitud. Si tienes una actitud respetuosa, ellos te van a recibir; la gente no es mezquina, te van a dar de comer y beber hasta más no poder. Tu actitud debe partir de un ¿Qué le puedo llevar? ¿En qué le ayudo? ¿Qué le puedo ofrecer? Al igual que cuando vas a una fiesta de un amigo y llevas algo y ayudas ” explica Susana y nos hace pensar que aunque el problema es profundamente complejo la solución puede ser más sencilla de lo que parece; solo requiere un mínimo de respeto e interés genunio por una cultura distinta a la nuestra.
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