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COSMOVISIÓN (Contenido Intercultural)

¿Por qué, como deportistas, debería importarnos lo que suceda con el cóndor? Porque quienes amamos el deporte y la naturaleza cruzamos, a menudo, sus caminos y es nuestra obligación protegerlo. Pero, sobre todo, porque su grandeza nos recuerda que siempre podemos llegar más lejos.

redacción vidactiva FOtO: 123rF

Símbolo nacional de for taleza y re

El cóndor andino, Vultur gryphus, es el ave nacional de Ecuador y una insignia y animal totémico para los pueblos indígenas sudamericanos. Es considerado un símbolo de espiritualidad y poder para muchas culturas andinas, además ha poblado históricamente los territorios de Sudamérica. En el Ecuador es considerado como el Rey de los Andes y símbolo emblemático de nuestra nación. En toda la región andina, las representaciones de animales son comunes. En el Cusco, por ejemplo, las que más se repiten son tres y estos son los cóndores, pumas y serpientes, y es porque estos animales fueron considerados sagrados en la mayoría de culturas andinas, y aun más en la época de los Incas. La cultura inca también tuvo una trinidad sagrada. El enorme cóndor andino, la serpiente y el puma, representaron, el cielo, la tierra y el mundo de los muertos. Ahora debemos tomar en cuenta que el cóndor no caza, se alimenta de los muertos; por lo que no representa realmente una amenaza para el resto de animales de la zona.

A pesar de esto, los cóndores a lo largo del tiempo han sido víctimas del exterminio y sus poblaciones naturales disminuyeron considerablemente en los años 70 y 80. Los cóndores son animales longevos que pueden alcanzar un promedio de vida entre los 50 y 80 años de edad en condiciones de cautiverio. Careciendo de aves marcadas a largo plazo, aún no se conoce su promedio de vida en la naturaleza. Aunque no se han estudiado parejas reproductivas marcadas a largo plazo en la naturaleza, al parecer son monógamos, cambiarán de pareja únicamente si esta muere. Una vez establecida la pareja, identifican áreas montañosas con pendientes o riscos que sean aptos para hacer su nido. El cóndor se reproduce a través de un huevo, el mismo que será incubado entre 54 y 60 días. En esta actividad participan ambos miembros de la pareja hasta el nacimiento del polluelo y los cuidados parentales se extienden hasta que este alcanza su independencia después del año de nacidos. El cóndor alcanza la madurez sexual a los 7 u 8 años de edad cuando ya posee un aspecto de adulto y puede establecer pareja para reproducirse. En esta especie existe jerarquía social, misma que se manifiesta al momento de alimentarse y está relacionada a la edad, sexo y masa corporal, factores que determinan al más fuerte o dominante. Desde el 2012, el equipo de Fundación Cóndor Andino (FCA) y The Peregrine Fund ha ejecutado el Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino en Ecuador (PICE). Nuestro trabajo ha estado enfocado en: 1) telemetría satelital 2) monitoreo ecológico 3) biología de reproducción 4) investigación sobre las amenazas, particularmente de perros ferales y domésticos mal cuidados y 5) sensibilización y educación ambiental. Los resultados del PICE han sido presentados anualmente al Ministerio del Ambiente, al Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino y a las autoridades ambientales responsables en la toma de decisiones sobre la especie y su hábitat. A partir del 2019 y por los próximos 10

El cóndor

Símbolo nacional de for taleza y re S iliencia

años la meta es contribuir a la ejecución del Plan de Acción para la Conservación del Cóndor Andino (Ministerio del Ambiente – The Peregrine Fund 2018). En los últimos años ha habido progresos en los esfuerzos por su conservación. Gracias al trabajo conjunto de varias organizaciones, el 30 de mayo, por ejemplo, se liberó exitosamente a un Cóndor Iguiñaro en #Chakana. Esta reserva tiene las condiciones ideales para la recuperación y adaptación del Cóndor Andino en su hábitat, ya que constituye una zona de amortiguamiento de tres áreas protegidas: RE Antisana, PN Cotopaxi y PN Cayambe Coca. En 2012 fue declarada como “Santuario del Cóndor” por ser punto estratégico para la conservación del Cóndor Andino en Ecuador. También, la reserva protege otras especies en peligro de extinción: Oso de Anteojos, Tapir de Montaña, Puma, Zorro Andino y Caracara Curiquingue. El Ministerio del Ambiente detecta como los principales factores de amenaza al cóndor a la cacería por exterminación, competencia por alimento con la cacería deportiva, la destrucción de su hábitat, el envenenamiento y añade otro factor más: la desaparición de las mayores especies de vida silvestre, todo del ganado cimarrón de los páramos, especie que cuando muere se convierte en el alimento de los cóndores, como ave carroñera que es. Pero en los últimos años se ha visto exacerbada, sobre todo, la presencia de perros ferales, quienes tienen relación directa con las amenazas de envenenamiento, destrucción de hábitat y competencia por alimento. En el Parque Cóndor, ubicado en el cantón Otavalo, provincia de Imbabura, existen actualmente cuatro cóndores, entre ellos una pareja de 11 años el macho y 9 la hembra, de la que se espera se reproduzcan a mediano plazo. Aquí también hubo una experiencia de liberación con Polito, en 2013, que voló con su rastreador satelital respectivo, dispositivo que suele tener una vida útil de dos años Actualmente y de acuerdo al Libro Rojo de las Aves del Ecuador (Granizo, et. al, 2002), está considerado en peligro crítico. Se estableció la Estrategia de Conservación del Cóndor Andino y el Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino (GNTCA), conformado por varias organizaciones que, a lo largo de los años, han venido trabajando por el bienestar de esta especie. Según el Ministerio del Ambiente, se trabaja a diario en la conservación y preservación de especies emblemáticas y sobre todo en peligro de extinción. Varios han sido mecanismos con los cuales se busca garantizar la conservación del cóndor andino, así como también de su hábitat natural y sus corredores biológicos. La base del trabajo para la protección de esta especie contempla 3 programas cuya ejecución está orientada a la protección y recuperación de la población de la especie, estos programas son: Manejo de biodiversidad, Educación ambiental y Control y vigilancia, también apoyo a los grupos de investigación. La esperanza de todos es que un día, finalmente, se cree conciencia y se logre recuperar a esta no solo emblemática ave, sino a este símbolo viviente de la tradición, la cultura y la espiritualidad de nuestros ancestros indígenas.

Un mal día en la piscina

Por: Paulina Terán. FoTo: 123rF

oy una nadadora promedio (en el rango de lo amateur). Jamás pensé en competir ni destacarme. Nadar es algo que hago por placer. A veces más, a veces menos. He tenido épocas en las que esa actividad ha sido la base de mi actividad física y he visto resultados notables en mi desempeño gracias a ella. En resumen, me resulta enormemente satisfactorio moverme en el agua. S

Siento que es mi elemento; que borra momentáneamente mis achaques y lesiones y que, por obvias razones, la agitación y la forma en que mi cara se enrojece cada vez que entreno se vuelven mucho más manejables.

Soy una de esas pocas personas afortunadas que tiene acceso privado a una piscina durante esta época de pandemia.

Y tengo, incluso, la suerte de que esa piscina está equipada con un jet de entrenamiento, una corriente artificial constante, en contra de la que nado para ejercitarme.

Después de años fuera del agua, retomé la natación hace más o menos una semana. Daniel, mi pareja, que es un mejor nadador que yo, me advirtió, durante mi primer día, que no me frustrara si no conseguía fluir perfectamente con la corriente desde el comienzo. Me advirtió que me tomaría algunos días solamente descifrarlo y que eso estaba bien.

En efecto, el primer día que volví al agua, me tomó unos minutos entender el comportamiento del jet y, sí me resultó algo frustrante, sin embargo, manejable, el no ser capaz de mantener un nado fluido sin interrupciones ni confusión. ¡Pero qué placentero me resultaba equivocarme una y otra vez para averiguarlo! En ese primer día, la temperatura del agua estaba perfecta; el cielo se veía azul a través del techo de vidrio y hubo momentos en los que me sentí tan llena de ímpetu y energía que a veces me parecía que, literalmen-

te, luchaba contra esa corriente con todas mis fuerzas y, desfogando cualquier atisbo de rabia contra ese micro-río

artificial, y ganaba. Salí del agua, una hora después, con ganas de que ya fuera mañana para seguir mejorando y esa sensación sostuvo mi motivación durante semanas. Después de ese período de tiempo, mi resistencia y dominio del jet fueron incrementándose poco a poco; sentí que estaba progresando. Eso, hasta hoy. Ayer no tuve una muy buena noche. Dormí cuatro horas y me sentía algo débil. Cuando entré a la piscina, la temperatura no era la ideal, aunque tampoco era desagradable; pero apenas tuve contacto con el agua sentí como si un golpe de cloro entrara a mis ojos y la nariz; aún así me metí y seguí como siempre. “Creo que estoy exagerando” pensé. A los pocos minutos, empecé a toser bajo el agua. Intenté varias veces, hasta que la sensación se volvió intolerable y decidí salir, totalmente desmoralizada y derrotada. ¿Por qué, de repente, había tenido un retroceso tan grande? Era como si mi cuerpo no sirviera para nada. Al subir a mi departamento, noté que la tos continuaba y empecé a sentir un ardor muy fuerte en la nariz. Entonces, comprendí que simplemente había tenido una reacción desfavorable al cloro, pues la cocina había pasado por mantenimiento el día anterior. Recordé que mi cuerpo me lo advirtió apenas toqué el agua y decidí ignorarlo. Eso estuvo bien, porque no me di por vencida, pero también estuvo mal, porque no los escuché y, por el contrario, empecé

a decirme cosas negativas mientras nadaba, juzgándome

por no lograr desenvolverme tan bien como siempre. Después de ducharme, desayunar y seguir con mi rutina, abrí mis redes sociales y me encontré con un mensaje que me hizo recordar de qué se trata todo esto: el deporte es como la vida y la vida es como el deporte; solo el esfuerzo constante y acumulado es capaz de reflejar resultados concretos. Habrá días buenos y habrá días malos. La frase decía: “Si mejoras un 1%, cada día, durante un año habrás mejorado un 365%”. Y, de ahora en adelante, así es como lo voy a tomar, pues un día malo en la piscina sigue siendo mejor que un día fuera de ella.

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