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“Mataderos es mi casa y sólo tengo palabras de agradecimiento”

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Sin poder volar

Sin poder volar

Nicole Parodi

“Mi padre me puso acá y acá estoy hoy de nuevo”, dice Osvaldo “Cocho” López con la voz entrecortada por la emoción, al pie del mural que lo tiene como protagonista, en la ochava de Murguiondo y José Enrique Rodó, la misma que hasta hace algunos años albergara el frigorífico La Pompeya, que alguna vez fuera propiedad de su familia. La flamante obra, que sintetiza su extensa y exitosa carrera en el automovilismo, se inauguró el sábado 20 de mayo pasado con la presencia del expiloto oriundo de Mataderos, familiares, amigos, vecinos y diversas personalidades del deporte motor. Cocho se hizo tiempo para todos. Firmó remeras, fotos y hasta autos de colección, y se fotografió con todo aquel que se lo pidiera. Detrás, el enorme mural, obra del talentoso y mundialmente reconocido artista plástico Maximiliano Bagnasco -creador de otros emblemáticos murales, como los de Diego Maradona, Lionel Messi, René Favaloro o Carlitos Balá- hacía las veces de telón de fondo. Y como para terminar de decorar la escena, dos de sus autos más recordados (el Ford Falcon de Turismo Carretera y el Fiat Regatta Vencedor) se lucían sobre la vereda.

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„ Un cacho de Cocho. Aunque ya no viva en el barrio, Cocho aseguró que una parte suya permanece en Mataderos. “Los domingos cerrábamos San Pedro y corríamos carreras ahí”, le contó a Cosas de Barrio.

Luego de descubrirse la placa alegórica con la que la Comuna 9 le rinde homenaje, Cocho se prestó amablemente al diálogo con Cosas de Barrio, para escarbar en su historia, sus orígenes y sus inicios en el automovilismo. “Mataderos fue el comienzo de todo. Mi padre corría cuando conoció a mi madre, que era brasileña y ahí nací yo, en Albariño y San Pedro, cantando y bailando, como mi madre”, comenzó contando el primer campeón de TC-2000 con su Peugeot 504. Aclaró que a su padre le gustaban los autos, pero sus compromisos laborales en el frigorífico no le permitieron seguir. Cocho tomó la posta y su pasión por los fierros nació en su más tierna infancia. “Mi mamá -recordó- tenía un Fiat 600 y yo ya a los 8 o 9 años me subía al volante y salía a pasear por el barrio cuando no había mucho tránsito”.

Por entonces Cocho asistía a la Escuela 14. de San Pedro y Larrazábal, donde cursó la Primaria. Luego hizo el secundario en el Colegio salesiano de Don Bosco, en Congreso. “Los curas me permitían salir antes para ir a correr, y hasta a veces me acompañaban a las carreras”, evocó con una sonrisa. Algunas de esas primeras carreras, se corrían en el barrio. “Cuando tenía 15 años organizábamos carreras de obstáculos. Me acuerdo que le pedí permiso al comisario y cortábamos las calles para hacer carreras de obstáculos y de destreza de conducción. Cerrábamos San Pedro, después la avenida Tellier y hasta Alberdi los domingos, desde Larrazábal hasta Murguiondo. Una vez llevamos ese circuito a Liniers y cerramos un tramo de Rivadavia y de Ramón Falcón. Nos divertíamos mucho y me iba muy bien. Así empecé y al poco tiempo me hice un Peugeot 404”. La adolescencia de Cocho transcurrió entre las carreras y el frigorífico La Pompeya, donde trabajaba con su padre, hasta que con 18 años decidió seguir su sueño. “Un día le dije a mi papá ‘no trabajo más’. Me había contratado Peugeot para correr, me daban los autos y me pagaban. Ahí empecé a correr profesionalmente, y así lo hice durante 40 años, todos los domingos”. Mientras transcurría la entrevista, más gente se acercaba y hacía fila para sacarse una foto, conseguir su firma o simplemente saludarlo. Entre ellos, parte de su barra de amigos del “Che café”, el mítico bar de Juan B. Justo y Gallardo, a metros del estadio de Vélez, donde Cocho disfrutó momentos inolvidables. “Creo que la gente reconoce mi pasión por los fierros -expresó, emocionado, mientras firmaba autógrafos-. Yo vivo con pasión, corrí 40 años todos los domingos en todo el mundo, en todas las categorías y siempre tuve los talleres acá en Mataderos, el barrio donde viví hasta que me casé y me mudé”. Y esa misma pasión que heredó de su padre, Cocho se la transmitió a su hijo Juan Manuel. “Mi hijo Cochito fue campeón con Ferrari en Europa y hoy transmite la Fórmula 1 por ESPN. Y mi nieto, la cuarta generación de pilotos en la familia, tiene 6 años y está corriendo en karting, yo lo llevo y lo disfruto a pleno. Por eso te digo, no puedo vivir sin pasión”, explicó exultante el eterno rival del Flaco Juan María Traverso.

- ¿Cómo surgió la idea de hacer este mural?

- Cuando en octubre de 2016 me nombraron en la Legislatura porteña como “Personalidad destacada del deporte”, me llamó gente de la Comuna 9 y me dijo “vamos a hacer un mural tuyo”. Finalmente, gracias al trabajo del presidente de la Junta, Maximiliano Mosquera Fantoni, se pudo cristalizar esa idea. Por eso ver hoy a toda esta gente, a los vecinos de mi barrio, es muy emocionante, inimaginable.

A sus 75 años, pese a estar retirado, Cocho sigue vinculado al mundo del automovilismo: no se pierde ninguna carrera y es la cara visible del programa “Grandes Campeones”, que se emite en El Garaje TV, y en “Campeones radio”. “Vivo en el autódromo por mi trabajo en las transmisiones, pero fundamentalmente porque me sigue apasionando estar ahí”, confesó, y luego agregó “el autódromo es mi casa, Mataderos es mi casa. Acá en el barrio viví y en el autódromo también, 60 años viví ahí”.

De pronto, un despliegue de fiambres y el aroma embriagador de los choripanes, gentileza del Frigorífico Fox -que hoy maneja la vieja planta de La Pompeya- se apoderaron de la escena para ponerle punto final al encuentro.

- Para cerrar Cocho ¿Qué significa Mataderos en tu vida?

- Mataderos es mi casa, es el barrio que me vio nacer y crecer. Pero además es una república, porque aquí es donde más se producía y se generaba capital. Antes había pequeños frigoríficos y ahora son enormes. Si embargo Mataderos sigue siendo un pueblo, con gente noble y servicial. Por eso, después de tantos años, al barrio sólo le puedo transmitir mi eterno agradecimiento.

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