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Alberó y Grimau vuelven a enamorarse en el cine teatro El Plata
Ricardo Daniel Nicolini
Apenas florecía la década del 80 cuando Lito (Antonio Grimau) se desvivía por conquistar el corazón de la refinada Valeria Montalbán Ortiguera (Cristina Alberó), hija del dueño de la fábrica en la que él trabajaba. Por entonces, miles de amas de casa detenían sus quehaceres domésticos entre las 4 y las 5 de la tarde para no perderle pisada a esa pareja despareja que las ataba a la pantalla en blanco y negro de Canal 9 y las hacía suspirar con sus besos ardientes.
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Más de cuatro décadas pasaron desde el éxito de “Trampa para un soñador” y hoy, la conexión entre ambos referentes de la telenovela y el melodrama argentos, se replica intacta sobre el escenario del complejo teatral El Plata, en el que Alberó y Grimau protagonizan “La ternura”, del español Alberto Sanzol, donde los vericuetos del amor los vuelven a enredar entre tironeos y arrumacos.
La pieza se estrenó a sala llena el sábado 6 de mayo y el público los ovacionó de pie. Junto a la inoxidable pareja protagónica, también se llevó los aplausos el resto del elenco, integrado por Marcelo Mazzarello, Anita Martínez, Juan Cottet y
Valentina Podio. Estrenada en 2017 en Madrid -donde permaneció en cartel hasta septiembre pasado- “La ternura” es una ingeniosa comedia plagada de referencias a William Shakespeare: cambios de identidad, seres mágicos, desencuentros y el deseo común de encontrar la ternura.
“La Ternura se ve influenciada sobre todo por La Tempestad y por Noche de Reyes, pero también por Mucho ruido y pocas nueces y por Sueño de una noche de verano. Los personajes expresan sus emociones de manera descarnada y son extremos en sus pasiones. Para ellos la vida no es algo que se pueda desaprovechar”, expresó Sanzol, quien además remarcó que “en los diálogos de La Ternura se pueden encontrar los títulos de las catorce comedias de Shakespeare”. Para el autor, La ternura “habla de la fuerza y de la valentía para amar. Es la manera en la que el amor se expresa. Sin ternura, el amor no se ve. Una sociedad sin ternura es una sociedad en guerra. La ternura son las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza”, herramientas que Alberó y Grimau manejan a la perfección y ponen al servicio de la pieza. El unánime éxito cosechado