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Mitos, leyendas y verdades del barrio de Mataderos
En lo geográfico se representa a la geografía, lo físico se relaciona con la realidad física y lo histórico se caracteriza por referirse a los hechos del pasado específicamente humanos con significatividad presente. Entonces, ¿todo lo ocurrido en el pasado es histórico? Ciertamente no. Lo son solamente aquellos acontecimientos que ejercieron alguna influencia en su contemporaneidad, que la explican y que son importantes para el presente desde el que se los estudia, analiza o expone.
La historia es la ciencia que procura el conocimiento sistemático de las relaciones necesarias que hacen comprensible lo histórico. Y como cualquier otro saber científico, necesita de soportes que acrediten lo que afirma. A su vez, la historiografía es la exposición con cierto arte a través de la escritura del resultado de la investigación histórica.
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Un hecho histórico ¿puede modificarse? No, tal como fue seguirá siendo independientemente de que se lo conozca. Y ¿la historiografía?
Esa sí puede cambiar porque a partir de la investigación científica y la exposición documentada, pueden aparecer hechos novedosos o documentos que contradigan afirmaciones tenidas hasta entonces por ciertas y, en consecuencia, modifiquen parcial o totalmente lo expuesto sobre lo pretérito.
Decía Napoleón, que un ejemplo suele aclararlo todo: lo histórico es como una tela en la que puede haber o no ra, tirando de ella en muchas ocasiones no se destrama y en otras aparecen pistas (no en vano a la investigación histórica como a la policial se la llama pesquisa) que nos hacen transitar caminos que nos llevan a fuentes desconocidas que modifican lo que se tenía por cierto. Es decir que la historiografía es dinámica. En ese sentido voy a introducirme en el terreno histórico vinculado a las investigaciones que modifican algunos conocimientos, hasta no hace mucho tenidos por ciertos, sobre el pasado del barrio de Mataderos. La estatua “El gaucho resero” fue trasladada a Mataderos desde otro sitio en el que estaba emplazada: es el único monumento ecuestre entre los diecisiete o dieciocho, se cuente o no entre ellos al del Quijote, que tiene nuestra ciudad. Es el único en su tipo que homenajea a un trabajador. La obra le fue encargada a su autor, Emilio Jacinto Sarniguet, para ser emplazada en Mataderos. El escultor la concluyó en el año 1932, datación que aparece burilada junto a su firma en la parte superior del basamento de su hechura. A finales de 1933 participó de la “Exposición Anual” llevada a cabo en el Palais de Glace y como no fue posible introducirla en el edificio, se la expuso en la vereda. Ganó el primer premio y como pronto iba a ser trasladada a su destino permaneció en la acera mencionada durante unos meses, para ser inaugurada en Mataderos el 25 de mayo de 1934. Los nombres del “Bar Oviedo”: el entonces llamado “Almacén Francés” comenzó a funcionar en el año 1900 don Juan Maitía, un comerciante galo que domiciliado en la zona de Constitución se radicó con ánimo emprendedor en el naciente “Nuevo Chicago”. Poco después transfirió el comercio a su compatriota Dufour, quien con toda lógica con - servó la denominación del establecimiento. El siguiente dueño fue Fernando Ghio. Él le agregó al antiguo comercio un “despacho de bebidas”, como entonces se les llamaba a los bares, y le cambió el nombre por el de “La Capital”. Con la denominación de “Bar
El proyecto del símbolo. La imagen es inédita. Muestra el esquema con medidas del que luego sería el basamento original, con el copón encima, que marcaría el punto de partida del barrio de Mataderos. Luego fue reemplazado por el monumento al Resero.
Oviedo” y sólo dedicado a la actividad que prevaleció y que hoy mantiene, llamó al comercio una sociedad integrada por españoles. Al ir enajenando cada uno su parte quedó como único titular don Manuel Blanco, cuya sucesión es la actual propietaria. Frecuentemente y sin citar la fuente, se suele decir que a este comercio se lo conoció en algún momento, como “el bar de los payadores”. Sin embargo, no existe sobre el particular, por lo menos hasta ahora, ninguna probanza al respecto. Las recovas: el edificio albergó a la Administración del Matadero Público y a la casa del director de ese establecimiento en la planta central. La Comisaría 38ª de la Policía de la Capital, la primera escuela de la zona, un dispensario y entre otras dependencias el primer “oratorio festivo” dedicado a Nuestra Señora de la Concepción, funcionaron en la recova sur, la misma en la que hoy se halla el Museo Criollo. En la planta baja del ala norte, la enfrentada a la anterior, existieron locales comerciales dedicados a distintos rubros y en el primer piso, casas que aún existen y que eran destinadas al personal jerárquico que se desempeñaba en el matadero. Se destaca en la construcción la torre que corona a la edificación céntrica. Posee un reloj de cuatro esferas marca “Prost”, que fue instalado al habilitarse el matadero.
Todo el complejo fue declarado Monumento Histórico Nacional, mediante el decreto 1021 del 3 de mayo de 1979.
Monumento a la piedra fundamental: nunca existió en Mataderos un monolito que llevara ese nombre. El emplazado en el sitio en el que hoy se halla la estatua “El Resero” fue erigido en homenaje al centenario de la Independencia Nacional e inaugurado el 9 de julio de 1916. Fue demolido para emplazar a la mencionada estatua ecuestre al no poder ser ubicada en el lugar previsto, la plazoleta de la Av. Chicago do hacia el ingreso del entonces Mercado Nacional de Hacienda.
Con respecto a la fecha de la colocación de la piedra fundamental de los “Nuevos Mataderos”, 14 de abril de 1889, que ha sido tomada para la celebrar del “Día del Barrio” cabe consignarse, sin ningún ánimo rectificativo, que en verdad ese día no pudo realizarse el acto por razones climáticas. Se pospuso el evento para el siguiente día 21 en el que tuvo lugar la mencionada ceremonia. Mirador de Salaberry: esta emblemática construcción, que goza de protección histórica (así catalogad mediante el trámite APH fechado el 25 agosto de 2003) tiene en su planta superior un gran tanque de agua que ocupa casi todo el último piso de su alta estructura. Por esa razón, la escalera interna que lleva hasta su terraza se hace externa inmediatamente antes del nivel en el que se halla ese depósito. Hacia mediados del siglo XIX era casi imposible, con certeza complicado y carísimo, elevar agua a semejante altura (más de 20 metros). Téngase presente que los primeros molinos de viento para encumbrar el líquido elemento desde las napas, se instalaron en nuestro país hacia los finales de la centuria mencionada. El objetivo de dicha construcción era económico, ya que compensaba en alguna medida, la pérdida de peso del ganado que arribaba al Matadero y al Mercado de Hacienda mediante arreos, haciendo que bebiera el agua que allí se suministraba (es imposible asegurar que el líquido se vendiera, aunque es lógico suponerlo). A pesar de poder utilizar desde 1903 el “ferrocarril a Mataderos” (un desvío del Ferrocarril del Oeste, hoy Sarmiento) los productores preferían trasladar al ganado conducido por reseros, ya que los animales eran más cuidados y llegaban en mejores condiciones. Pero, al hacerlo caminando sufrían la pérdida de kilaje y la consecuente alguna hilacha. Si la hubie- atendido por su propietario,
(hoy de los Corrales) miran- menor cotización. Al tomar agua mezclada con sal para facilitar la retención, se lograba que los animales recuperaran parte del peso perdido.
Durante la intendencia del Dr. Carlos Noel se prohibió que el ganado a subastar bebiera por lo menos una legua antes de arribar al mercado. La primera inscripción de este inmueble en el Registro de la Propiedad fue realizada el 29 de mayo de 1915.
También algún escritor supuso que del basamento subterráneo del mirador partía un túnel cuya existencia no es lógica ni comprobada. Varias propiedades con subsuelos fueron construidas, se llevaron a cabo obras sanitarias y se realizaron infinidad de labores por debajo del nivel de la calle durante más de cien años, sin embargo, no se halló ni un solo rastro del supuesto túnel y por lo tanto tampoco de su existencia, sólo hay una hornacina en una de las paredes del subsuelo del mirador y una muy desarrollada imaginación.
Primer templo parroquial: la piedra fundamental de la iglesia parroquial dedicada a San Vicente de Paúl fue bendecida en 1913 por Monseñor Mariano Espinosa, entonces arzobispo de Buenos Aires. El templo lo fue levando el padre lazarista Luis Naón con donaciones y limosnas. El 9 de abril de 1922 se bendijeron las campanas y el 14 de ese mes, dos días antes del fijado para la consagración del templo, el mencionado sacerdote recorriendo la obra, cayó del campanario y falleció instantáneamente. El 27 de mayo siguiente, monseñor Luis Duprat, Gobernador Eclesiástico de la Arquidiócesis, bendijo la iglesia y la puso en posesión del Presbítero Miguel Lloveras, su primer Cura Párroco. Las denominaciones del matadero y del Mercado de Hacienda: al inaugurarse los “Nuevos Mataderos de la Municipalidad de la Capital”, el 21 de marzo de 1900, se los denominó de Liniers”. Así se los menciona en la medalla que se acuñó para la ocasión, de lo que claramente surge que no existía como tal el Mercado de Hacienda, aunque sí la compra y venta de ganado en pie, que no estaba reglamentada. Por eso, el director del matadero fungía como “Juez de Corrales”, vale decir que intervenía para dirimir conflictos generados por esa actividad.
En la enajenación del ganado intervenía, entonces, la autoridad municipal, los “matarifes”, nucleados desde el año 1896 en la “Sociedad de Abastecedores de la Capital” y los Consignatarios de Hacienda, estatuidos en 1901, que lo hacían en nombre y representación del productor pecuario. Hacia 1913 y tras quedar constituido el Mercado Municipal de Hacienda, fueron adquiridas las tierras de la quinta “Los Perales” de las que era propietario don Bartolomé Devoto, con el objeto de utilizar sus lotes para ampliarlo, lo que nunca se concretó.
En 1931, al inaugurarse el Matadero Municipal y Frigorífico Modelo con acceso para vehículos por la calle José E. Rodó y para el personal por la Av. Tellier (hoy Lisandro de la Torre) la parte que ocupaba del predio original pasó a integrar el ampliado Mercado Municipal de Hacienda, el que, al crearse en el año 1933 la Junta Nacional de Carnes pasó a depender del Poder Ejecutivo y se convirtió en nacional. Lo mismo ocurrió en 1950 con el Matadero Municipal que fue nacionalizado. Tras la denominada “Revolución Libertadora” volvió a depender brevemente del municipio para ser otra vez nacionalizado. En 1957 se le impuso el nombre de “Frigorífico Lisandro de la Torre” en el que, al ser concesionado por el gobierno nacional en 1959, se produjo su toma por parte del personal, lo que no obstó para que se cumpliera lo dispuesto por el presidente Frondizi y la Corporación Argentina de Productores (CAP) se hiciera cargo del establecimiento. El “Frigorífico Lisandro de la Torre” fue renacionalizado en 1975 para ser, finalmente cerrado y parcialmente demolido en 1980.
En síntesis, el “Matadero Publico” y el “Mercado de Hacienda” nacieron municipales, pero no siempre lo fueron. Tampoco han sido, simultáneamente transferidos al Estado nacional ni privatizados al mismo tiempo. El camino de las tropas: Según Ofelio Vecchio se denominó así a un tramo que no identifica de la entonces apenas demarcada avenida de Circunvalación del Municipio, hoy General Paz. Tampoco menciona la fuente documental. Efectuada una prolija búsqueda no fue posible hallar documentación alguna que sirva de probanza al respecto. Vale decir que insistir con esta denominación no tiene lógica histórica y asignarles este nombre a otras arterias es disparatado.